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La guerra “salvaje” en los confines de los Andes y del Chaco: La resistencia chiriguana a la colonización europea ThTERRY SAJONES En homena¡e a Pierre Clastres (1936-1977) Ya es un tema corriente en la historiografía de la conquista del «Nuevo Mundo» explicar los limites del avance hispánico por el estado sociopolítico de las poblaciones nativas encontra- das. Así un número «extra» de una revista popular, dedicado al tema, enfatiza: En los Andes se puede hablar de cacicazgos, señoríos, reinos y confe- deraciones y aún de imperios mientras en las tierras bajas las poblacio- nes no han superado el nivel de las bandas de cazadores y recolectores de los grupos tribales de horticultores y agricultures (HistorIa 16, Ex- tra XI, Madrid, octubre 1979. p. 9). Aquí ni siquiera el autor utiliza los mismos términos de re- ferencia: aprecia las primeras sociedades por sus formas polí- ticas y califica las segundas, como si fueran incapaces de algún tipo de organización política, por sus medios de producción ali- mentaria- Además, estas últimas se las diferencia por sus activi- dades de abastecimiento: a las «bandas. les toca, evidentemente, la recolección, ya las «tribus», la agricultura. Bien sabemos ahora que la agricutlura, por una parte, no arrastra necesaria- mente formas políticas más complejas —sin hablar de la pro- blemática definición de una «tribu»— y, por la otra, es una acti- vidad reversible (grupos del Alto Amazonas o del Chaco han preferido abandonarla para formas de vi4a más itinerantes). Quinto Centenario 8, Universidad Complutense de Madrid, 1985

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La guerra “salvaje” en los confinesde los Andesy del Chaco: La resistenciachiriguana

a la colonizacióneuropea

ThTERRY SAJONES

En homena¡e a Pierre Clastres (1936-1977)

Ya es un tema corrienteen la historiografía de la conquistadel «Nuevo Mundo» explicar los limites del avancehispánicopor el estadosociopolítico de las poblacionesnativas encontra-das. Así un número «extra» de una revista popular, dedicadoal tema, enfatiza:

En los Andes se puedehablar de cacicazgos,señoríos,reinos y confe-deracionesy aún de imperios mientras en las tierras bajas las poblacio-nes no han superadoel nivel de las bandasde cazadoresy recolectoresde los grupos tribales de horticultores y agricultures (HistorIa 16, Ex-tra XI, Madrid, octubre 1979. p. 9).

Aquí ni siquierael autor utiliza los mismos términosde re-ferencia: aprecia las primeras sociedadespor sus formas polí-ticas y califica las segundas,como si fueran incapacesde algúntipo de organizaciónpolítica, por sus mediosde producciónali-mentaria-Además,estasúltimas se las diferenciapor sus activi-dadesde abastecimiento:a las «bandas.les toca, evidentemente,la recolección, y a las «tribus», la agricultura. Bien sabemosahora que la agricutlura, por una parte, no arrastranecesaria-mente formas políticas más complejas—sin hablar de la pro-blemáticadefinición de una«tribu»— y, por la otra, es unaacti-vidad reversible (grupos del Alto Amazonaso del Chaco hanpreferido abandonarlapara formas de vi4a más itinerantes).

Quinto Centenario 8, Universidad Complutensede Madrid, 1985

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Vemos aquí,más de un siglo despuésdel ensayode Morgan,siemprevivaz la vieja perspectivaevolucionistabasadaen unmaterialismomecanicistaque sigue fascinandoa los nostálgicosde una ley del desarrollohumano.Por debajode Occidentequerepresentala «civilización», superior por definición, se oponendos modejos o, mejor dicho, dos grados evolutivos: los impo-nentesestados«bárbaros»de tipo despótico, a pretensiónuni-versalista,con leyes, religión y aparatode gobiernoy los grupos«salvajes»,inestablesy fluidos, «sin ley ni fe ni rey». Las pri-merasforman extensassociedadesjerarquizadasy centralizadasque loran captar,graciasa la acción violenta y a la manipu-lación ideológica, la mayor p~rte de la energíade sus sujetos;los segundos,grupos reducidos, igualitarios y homogéneos,re-chazan la relación interna de mando para compeleral trabajoa sus miembros.Estosdos tipos de sociedadsufrierondos des-tinos colonialesdistintos. En la América de los antiguosestadosprehispániicos,los habitanteslograron sobrevivir hasta hoy atravésde unaseriede reajusteseconómicosy socialesparaadap-tarseal mercadocolonial. Mientras queen la América «salvaje»los gruposque resistieronpor las armasa la conquistaeuropeaacabaronpor sucumbir,unavez usurpadassus tierrasen el pre-sentey pasadosiNo, al choquebiológico (epidemias,mestizaje,alcoholismo) y a los atropellosde los frentes pioneros(explo-tación laboral, despojos,matanzas).

Entre estasdos Américasexisten una serie de gruposinter-medios,fronterizosde los virreinatoshispánicos,con rasgosso-cioculturales peculiares,que llevaron a cabo una conocida ytenaz resistenciapero no exenta de ainbigiiedad. Pensamosenlos chichimacaso en los apachesdel norte mejicano,en las jí-baros,campas,chunchoso chiriguanosde los Andes orientales,en los araucanosdel extremosur, entre antosotros,cuya luchaexitosa en la épocacolonial se valoró en sus dimensionesgeo-gráficas(zonasperiféricasy montuosas),demográficas(tamañoreducido,dispersión)o técnicas(nomadismo,tácticasde guerri-lla), etc. Se nota, sin embargo,que los chiriguanoso los arau-canosconformabandensasaldeasde agricultores,de unos cen-tenares hasta unos millares de habitantes,arraigadasen te-rritorios estables,capacesde producir enormes excedentesdecereales.La explicación,por el bajo grado de las fuerzaspro-ductivas,no es pertinenteaquí.

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Si buscamosla clave de la resistenciaindígena mirando sucohesiónpolítica, el asombrosurgede inmediato: todas las co-munidadesque componíanestos conjuntos étnicos no han de-jado de mantenerrivalidadesy peleasintensas,unascon otras,continuamente.Es decir, que durante tres o cuatro siglos —eltiempo del asediocolonial— los indios «bravos», «indómitos»o «infieles», segúnel lenguajede la época,se vieron envueltosen guerrasciviles, encarnizadasy repetidas,en las cuales novacilaron en llamar en su ayuda a los propios españoles—suenemigoprincipal— ni en acompañarlos~en expedIcionesde cas-tigo contra sus hermanosétnicos. En los estudiosse evocarontales disensionesbélicas,pero, de paso.calificándolas,en térmi-nos sociológicos, como reaccionesde gente «traicionera»,«in-constante»,«rencorosa»,de las que se aprovecharonlos colonoseuropeospara sujetarlos.No podemossatisfacernoscon estascortasexplicaciones.

Quisieraaquí, a través de la historia chiriguana,analizar laambigiiedadde los enfrentamientosque implica, a la vez, gue-rras de repudio al invasor extranjero y luchas civiles entre lascomunidadeslocales de un mismo grupo étnico. Los indios chi-nguanosdesciendenen parte de los guaraníesque pasarondel

• Paraguaya los Andes del Charcasoriental donde se asentaron,sujetándosee integrándosea los moradoreslocales de origenarawak (chanes),durantelos siglos xv y xvi. Lograron desba-ratar a las guarnicionesincas y luego, a partir de 1564, a losejércitosespañolesque intentaban«entrar»—el fracasodel pro-

• pio virrey Toledo en 1574 fue notorio— en lo que se denominó«Cordillera Chiriguana».El único remediocolonial fue de cercarla fronteracon la fundación de unas villas encargadasde con-tener las irrupciones <bárbaras»’.

El mundo chiriguano —unos millares a fines del siglo xvi,entrecien y doscientosmil, tal vez, un siglo después—presentaun enigmahistórico con varios interrogantes,en contrasteconprocesosvecinos: ¿cómono fue sometido en el siglo xvi por

1 La grafía antigua de Chiriguanosera Chirip¿anaes,cuyo significadoignoramos(se ha propuestouna docena de etimologías todas dudosas;hay que relacionarlacon el inestizainientoguaraní-chane).Los Chirigua-nos se autodenominanAya. Sobrela instalaciónde los grupos y la crea-ción de la frontera colonia], ver mi artículo, <El desenclavamientodeCharcasoriental: análisis de dos fracasos.,Historia y Cultura, La Paz,1976, núm. 2.

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los conquistadoresespañolesque supieron dominar las etniasguerrerasde las alturas y valles de Charcas(indios charcas,caracaras,chuis, chichas)y partede sus llanos orientales(áreade SantaCruz de la Sierra)?¿Cómomantuvo su independencia.cuandosus parientesdel Paraguay,mucho más numerososy degran tradición combatiente,a pesar de varios levantamientos,fueron siemprevencidos?

Para tratar de aclarar estasincógnitas, en el caso de estegrupo, secuentacon la ventajadeunadocumentaciónabundantey procedente,de evidencia,de los mismos colonizadores: infor-mes de los funcionarios civiles y militares de la frontera, rela-ciones de los misioneros,cronistasy viajerosen los cualesinter-vienen de vez en cuandounasfiguras chiriguanas.Se puedeasísubsanarla unilateralidad de las fuentes informativas por lapluralidad de los puntos.de vista, a menudoantagónicos:cadasector colonial, por razonesde competenciaprofesionaly geo-gráfica, se enfrentaa los demáspara reservarseel monopoliode las relacionescon los chiriguanos. Entre las líneas de losinteresesen juego se deja entrever la estrategiade los propiosencausados.

Cuestionaréeste conjunto documentalcon los aportesde laantropologíapolítica en cuanto al poder,a las alianzasy a laguerraen el mundo«primitivo». Claro que todos estos términosde «primitivos», «arcaicos»,«salvajes»estánusadosaquí entrecomillas sin ningún juicio valorativo, a falta de un término másadecuado.Ya se revelanlos límites de la reflexión científica deno podercaracterizarestahumanidadtan primera y tan antiguaa la vez (¡tiene cien mil años de pasadoy sobrevive todavía!),que constituyeuno de los treso cuatro tipos fundamentalesdesociedadque nuestroplanetahayaconocido.

1. LA DIN.4MICA sOcIAL DE LA GUERRA

Como cualquiersociedadprimitiva, el mundo chiriguano seencontrabadividido en numerosospueblos,mejor dicho, gruposlocales.Desparramadospor las últimasestribacionesandinasen-tre Charcasal oestey el Chaco al este,los ríos Guapayal nortey Bermejo al sur, cubríanasí un territorio en forma de cuadri-látero de 20 a 40.000 kilómetros cuadrados.

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Cada grupo local era independientey llevaba las relacionescon sus vecinosdel modo que estimabamás convenienteparadefendersuintegridad.Comprendíacierto número de casasgran-des llamadas malocas, hábitat muy difundido en las llanurastropicales. A su vez, cada maloca se componíade varias fami-lias extensaso «demos»,es decir, grupos de parentescoexóga-mos. Cadaindividuo tenía quebuscarmujer fuera de su grupo(matrimonio preferencialcon las hijas de la hermanadel padre)y prestarservicio, a vecesbastantepenoso,a sus futuros sue-gros, instalándoseen su casa.El parentescocombinabaasí dosreglas antagónicas:la filiación patrilineal y Ja residenciamatrí-local, tensión que obstaculizabala cristalización de los demosen linajes.

Sólo los jefes de malocas o de pueblosescapabana las obli-gaciones de la matrolicalidad: eran polígamosy sus mujeresvenían a residir con ellos. Segúnsu prestigioy su red de alian-zas, la casade un jefe abrigabaa sus propios hijos solteros(que no se habían ido todavía),a sus cuñadosy sobrinos,a susyernosy nietos,queconstituíansus«soldados»disponibles.Estasestructurasmultifamiliares, a través de sus líderes, se imbrica-ban en unidadescada vez mayoreshasta configurar «pueblos»y federacionesde «pueblos»o «provincias»,cadaunidadde cadaconjuntoformandocomo un segmentoescindible: al primer des-acuerdointerno, varias familias podían irse para formar otropueblo apartado.El hábitat chiriguano tuvo también que adap-tarse al ambientede guerra casi permanentey al asedio colo-nial: sefue fraccionandoen casasmás pequeñas,como «ranchos»(taperas en gúaraní), de tres a ‘cinco/siete familias. Estos pro-cesosde fusión-fisión regulabanlas tensionesinternasy las pre-cisiones externas.En circunstanciasadversas—hambrunas,epi-demias, represaliasespañolas,por ejemplo— la consignaera ladispersión: en tiempos de paz y de prosperidad,las familias vol-vían a formar «pueblos» mayores. En todo caso, cada grupolocal teníaun territorio fijo; las casasy los sembradíosse mu~dabanperiódicamentesobre un radio corto.

• Cada grupo formaba una entidad igualitaria y homogénea:no había división interna basadaen torno al mando y si existíacierta especialización en las actividades era según el sexo, laedad y la posición en el parentesco.En cambio, había gruposmás numerosos,más-ricos y más potentes que otros. Se debe

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recalcarla existencia,dentro de la sociedadchiriguana,de cua-tro categoríasque implicaban prestigio y privilegios distintos.Son, a nivel individual, los jefes y los chamanes;a nivel colec-tivo, los guerrerosy los esclavos.

«No hay entre ellos superior porque el curaca es sólo parala guerraque en ella dicen que obedecencon gran puntualidady fuera de ella cadauno hace lo que quiere»—relata un misio-nero jesuita despuésde haber recorrido varios pueblosen 1595.Lo que’se hace eco, dos siglos después,en un informe de] go-bernador-intendentede Potosí:

Estaindependenciade• suespíritue insubordinaciéna un entesuperiorinfluye también en su gobierno que es sólo una especiede democrático-militar en que los viejos y capitanesque entre ellos son tenidos por losprudentesy padresde la patria discurreny resuelvenlas materiasde lapaz y de la guerraen unacasaque en cadapueblo tienen para estesolofin <1785).

Un siglo más tarde,a pesar del deterioro avanzadodel mun-do chiriguano,las relacionesentre la comunidady su represen-tante no se hanmodificado:

Si el caciquefuese de condición ásperao usasede palabraso de mo-dales displicentesa susvasallos,éstos le niegan la obediencia,lo aban-donany adhiriéndosea otro lo proclamansu jefe (18M>.

Nos encontramosaquí con un ejemplomásde un hechopolíticoque nos cuestaentendery admitir: jefes sin poder. El líder chi-riguano (<cacique»o «capitán»en los textos españoles,tuvichaen guaraní) tiene que conformarsea los deseosde su grupo yreflejar sus decisiones.Hemosvisto sus privilegios (exencióndela matrilocalidad y del servicio premarital, poliginia); veamosahora sus obligaciones.Son las de cualquier líder amerindio delas llanuras, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, tales comoRobert Lowie las ha sintetizado: moderación,generosidad,elo-cuencia. El buen jefe tiene que evitar las disensioneso resolverlas tensionesque puedanquebrantar la unidad grupal. Si dis-pone de mujeres es para prepararmás chichay convidar a másgente durantelas fiestasy reuniones.Tiene que pronunciar casidiariamentediscursospararecordarla necesidadde convivir jun-tos armoniosamentey sabelas «bellaspalabras»de los tiempos

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miticos. Entre los chiriguanos,generalmentehereditarios,los lí-deresbuscabancasarsecon hijas de otros caciques,endogamiade grupo que garantizabalas alianzas supralocales.Un puntoclaveen estatendenciade los jefes a buscarposicionesmásven-tajosasconciernea las relacionesentre los distintos niveles deliderafigo (demos, grupos locales, federaciones):¿hastadóndeunos y otros, sobre todo en tiempos de guerra,aceptabancon-formarse a las decisionesadoptadasen asambleasmayores onegociadascon las autoridadescoloniales?Toda la capacidadde maniobradel mundo chiriguano dependede la mayor flexi-bilidad en la articulación entre las unidadesde diferente ta-mano

El chamán tiene el papel más especializado.Aparte de loscuranderosmás corrientes, dos tenían una función relevante:el quehacíallover y el que deshacíalos embrujos—la sequedady el maleficio, los dos tenoresdel chiriguano—.Hablaunacuar-ta categoría,máspolítica, paramomentosexcepcionales,los quesabíanel camino de la Tierra sin Ma!, eran los profetaso karol,tradicionalesen el mundo guaraní y que reaparecenentre loschiriguanosbajoel nombrede tampa (hombre-dios)queveremosluego. El cargo de chamán era hereditario y teníaprestigio ybienes.Pero,como en el caso de los jefes, no estabaexento deriesgos: si se revelabaabusivo o si fracasaba,podía ser expul-sado o abandonado,hastael extremode ser matado.

El grupo de los guerrerosincluía, en principio, a todos loshombresadultos: debíandefenderla comunidady participar delos asaltoscontra los enemigos.Toda la educacióny los valoresgirabanen tomo al arte de pelear:

2 Sobreel parentescoy el liderazgo,ver los artículos de Pierre Cías-tres (1962, 1963) reeditadosen La Sociétécontre ¡‘Bat, Paris, 1974.

La cita de 1595 proviene de la Carta Anual publicadaen RelacionesGeográficasde Indias, 2, BAE, Madrid, 1965, p. 106; la de 1785 de la <Des-cripción de la Provinciade Tanja». en Colecciónde Obras y Documentosrelativos a la Historia del Rlo la Plata <cd. De Angelis), BuenosAires,1836, t. 3, p. 6; la de 1884, de Alejandro Corrado, El Colegio Franciscanode 7’ari¡a y susMisiones, Quarrachi,1884, p. 45.

Lowie relatala explicacióndadapor un Chiriguanoal etnógrafoErlandNordenskjold <Indianerleben,Leipzig, 1912), quien se extrañabade ver auna mujer cacique: <Su padre le había enseñadoa hablar en públicos,cf. R. Lowie, <Sorne aspectsof Political Organizationamong dic AmericanAborigenes.,1948, publicadoen españolen Antropoligla Política (cd. Lb-bera>, Barcelona,1979.

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Emprendena vecesla guerrasólo porquelos indios mozos aprovechanal lado de los viejos de su experienciay el modo de hacerlacon buensuceso<1785).

Esta iniciación aspiraba,por otra parte, a formar una clasedeedadespecializadaen la lucha,unosjóvenesque integrabanunaespeciede hermandadprofesionalbasadaen las proezasde gue-rra: teníanque capturarmuchosprisionerosy traer trofeos(lascabezasde los enemigosmuertosen combate).Cada hazañain-dividual permitía cambiar el nombre, lo que les conferla másprestigio. Se los llamabaquerembay los encontramosdesdeelsiglo xvi hostigandoa las tropas del virrey Toledo, segúnsupropio relato:

Son gente desconcertaday sin género de gobierno, cuando los espa-ñoles se metíanpor las montañaso se quedabanatrás atrevíansealgunosmoguclosa dar en ellos (1574>.

hastafines del siglo xxx, segúnel diccionario chiriguano-español:

Queremba.Valiente, esgrimidor, guerrero,ligero y diestro en los movi-mientosbélicos para evitar el golpe. Los chiriguanosnuncase animaríanen emprenderla guerrao principiar el combatesi no contarancon unoscuantosde estos héroesque pudiéramosllamar adalidesdel ejército...

Estepapelsobresalientede talesespecialistasde la lucha podíana la larga originar un procesode dependenciadel grupo con res-pecto a ellos y, por ende, de diferenciaciónsocial. Pero su por-venir era trazado de antemano.Los guerrerosprofesionalesnopodíandescansar,teníansiemprequehacernuevasproezas:«Sonlos primeros en dar la señal de combate,en asaltar,matar ,cau-tivar e incendiar, ... y por lo tanto los primeros en sucumbir.»El destino del querembaera inapelable: tarde o temprano, sucamino tenía que cruzarsecon la muerte~..

3 La cita de 1785 provienede la <Descripciónde ...Tarija., op. cit., lade 1574, de la <Relaciónde la Jornada...»,publicadaen R. Mujía, Bolivia-Paraguay,Anexos,2, La Paz,1912, p. 188; el Diccionario Chiriguano-Espa-ño1 <Tanja, 1916) fue compilado a partir de los manuscritosde los anti-guos misioneros franciscanos.El análisis del rol de los guerrerosen lasociedad<primitiva> está en P. Clastres,«Malheurdu guerrier sauvage»,Libre, 2, Paris, 1977, reeditado en Recherchesd’anthropologie politique,Paris, 1980.

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• Por fin, los esclavosconstituíanel último grupo con estatuto• especializado.Generalmenteeranprisionerosde guerracaptura-

dos en otras etnias(chanes,tobas,matacos).En el siglo xvi se• los comía a menudoen virtud de la tradición antropofágicade

los tupi-guaranles,y luego fueron utilizados en los quehaceresdomésticos (eran adjudicadosa las viudas o los parientesde

• guerrerosmuertos).Eran despreciados,pero podíancasarseconchiriguanas.Los másaptos y agresivospodíanintegrar la clasede los queremba.En los siglos de asentamiento(xv-xvn) facili-taron, directa o indirectamente,la energíanecesariapara que

• los chiriguanosse dedicaranenteramentea la actividadguerrera.Luego se integraronprogresivamentepor el mestizajeinterétnicoy formaron las densasalídeasagrícolasdel siglo XVIII t

Con la existenciade estosmúltiples rangoso estamentossepuede inferir que cualquier decisión resultabade una transac-ción, de un equilibrio entre las diversascorrientesde opinión:los informes recalcana menudo la oposición que surgíaen lasasambleasentre los viejos «queconservabanla memoria de loscastigospasados»deseososde mantenerla paz por unaparteypor la otra los jóvenesy las viejas —la agresividadde las viejaschiriguanasera famosa—,inclinadosa la contienda.Los motivospara suscitar el conflicto abierto no faltaban: desafíosen losconvites,insultos, sospechasde algún maleficio, deseosde botíno de mujeres(es decir, adquirirmujeressin tenerquedar otras).Cada expediciónabría o reactivabaun ciclo de asaltosy repre-salias, especiede vendettaque era de nunca acabar.El licen-ciadoPolo Ondegardo,en un infonnesobrelos chiriguanos,uti-lizó una expresiónmuy acertada:

Tienenpor religion la venganzay llamanla trueque>hastahaverlahechono reposanni se trata ni hablaen otra cosani hacenpaz ni creen quese hande guardarhastaserconcluydasobrelos qualestienen granquenta(1574, subrayadomío).

«La religión de la venganza»: se revela aquí el corazón mismode la sociedadchiriguana,el motor de su dinámicainterna. La

Los diarios de las expedicionesde castigo recalcanlas enonnesre-servasde maíz almacenadas.Los Chiriguanoscultivaban docevariedadesde maíz y otras tanto de cocinar y comerlo. Los hombresbarbechabanlos terrenosy sembraban,las mujerescosechabany preparabanla chi-cha.

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venganzamantieneabiertoel ciclo de las guerras:obligaporendea entablaralianzascongruposvecinosy paraasentarlasa iniciarasimismoun ciclo de dones y contra-dones.«Y llámanla true-que»: apuntamoslo queno cesade decirnosPierreClastressobrela realidadconstitutivade la sociedadprimitiva: no es el inter-cambio que la instituye, sino la guerra.La guerra determinalaalianzatáctica(como contratosiemprequebrantable)y parafor-tificaría, el intercambio.A través del antagonismo,la comunidadse mantienecomo un «nosotros»uno e independiente•frente alos «otros»quese repartenentrelos «enemigos»y los «amigos»,estatutos-muy inestablesque puedenpermutar a la más leveocasión. La venganza,factor de guerra, es la condición de lafragmentacióny dispersión de los grupos localesa la vez quede su coherencia~.

«No tienen otras fiestas más que destruirseunos a otros»(1595). Podemostomar ahoraal pie de la letra las antiguasob-servacionessin refutaríaspor exageradas.Hemos visto la diná-mica interna de la guerra entre las unidadesdel mismo grupoétnico, pero. ¿quépasaen un contextohistórico de asediocolo-nial? ¿La agresiónexternay crecientede un frente pioneroqueconlíevanuevasrupturas conel peligro de desaparicióncolectivapervierte el sentido profundo de la guerra chiriguana?¿Cómoreaccionanlos grupos localesy quéreajustesintroducenen susluchas civiles? Por otra parte, sabemosque duranteel períodobélico los jefes adquierenun mandocoercitivo sobre los miem-bros. Cabriapreguntarseasimismosi el asediocolonial consolidauna relación de mando en beneficio de los guerrerosy de losjefes que tiendea cristalizarseen poder,quebrantandoel ordenigualitario de la comunidadchiriguana.

II. DINÁMIcA msn3RrcÁDE LAS GUERRAS cHIRIGUANAS

Paracontestara estaspreguntas,examinaremosla situaciónhistórica—históricaen la medidaque las fuentescolonialespro-porcionannuestraúnica información—de las guerrasque lleva-

«Informe del licenciado Polo sobreel origen de los chiriguanos....,sfnl (de hechode 1573-1574 en La Plata,en las vísperasde la expedicióntoledana,en R. Mujía, op. cit., p. 86. Sobre el papel de la guerra; cfr.P. Clastres. .Archéologiede la violence: la guerredans la sociétéprimí-tive., Libre 1. París, 1977, reeclit. en 1980, op. cil.

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ron los chiriguanosen contrade los establecimientosfronterizos,pueblos,estancias,estacadas,fuertes o misiones. Registramossólo los conflictos en quehubo intervenciónde los sectoreshis-pano-coloniales,por razonesobvias,y sabemos,por unas evoca-ciones indirectas,que las luchasinternaso contra los no menosagresivosmoradoresdel Chacoconstituíanla tela de fondo. Pornecesidadde limitarme—el análisiscompletode las guerrasseráobjeto de una futura publicación«~, escogeréduranteestelapsode beligeranciamultisecular tresejemplosen coyunturasespeci-ficas: a principios del siglo xvn, cuandolos indios estánen nú-meroreducidoy de asentamientoreciente;a fines del sigloxvní,

• en el máximo de potenciaconflictiva, y al final del siglo xix,cuandolos chiriguanoslibres sonpocosy hanperdidola mayorparte de sus tierras.

1. La «entrada» de Rul Díaz de Guzmán (1615-1620)

El autor de la historia llamadaLa Argentina (La Plata,1612)¡ vivió un episodio poco conocido de su azarosavida, cuando,

mientrasse acercabaa los sesentaaños,emprendióla conquistadé los chiriguanos.Con este propósito, redactódos <relaciones

• brevesy smnanas.. . » (1617-1618)que fuerona parara la Biblio-teca Nacional de París y recientementepublicadasen Bolivia.Cotejadascon otros documentosdel Archivo General de Indias(Sevilla)> nos facilita los datosnecesariosparaentenderalgo lalógica quepresidió el sistemade alianzasintergrupal chiriguano.

El cronista, guaraní-hablante,vuelto «gobernadory capitángeneral»,aprovechóunaguerrageneralqueoponíaa los pueblosde ambasorillas del Parapití: los del norte (Guapay,Charagua,Pirití) contra los del sur (Huacaya,Machareti,Pilcomayo). Unaevaluaciónde 1618 estimael total de indios en «mil quinientoschiriguanosque al presentetienen supeditadosy tiranizadosadiez mil chanes»;la proporción regional era la siguiente: Ma-chareti tenía 400 chiriguanospor 5.000 chanes;Charagua,350por 4.000, y Guapay,200 por 1.000. A grossomodo, los efectivosde ambosmandosestabanequilibrados.

6 Estearticulo se basaen unoscapítulosde unatesis que defendí en• 1974, <Une ‘Frontikre fossile’: la Cordillére chiriguano au xvnr siécle.,

2 tomos, París. Este estudioestá en curso de reelaboraciónenfocandola historia de los Chiriguanosdesdeel siglo xv hastael presente.

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En julio de 1615 doscaciquesde Charagua,hermanos,firmanun tratado de paz con Rui Diaz. En octubremandana mensa-jeros a La Plata aavisarleque «avian sido asaltadosde sus ene-migos de la comarcade Macharetiy Pilcomayo».Se les mendóun capitáncon 14 soldados,los cuales,apesarde la prohibiciónoficial, átacaronen noviembre al pueblo de los enemigosma-tando al caciqueprincipal. Entre mayo y julio siguientes,RuiDial recorte la región sita entrelos ríos Parapitíy Guapay.Unaentrevistasolemnese lleva a caboen la plaza de Charaguacon:

tres mil indios que todosestabancon susarcos y flechas en un circuloredondecon sus principalesy en medio sentadoen un barquillo el dichocaciqueGuyrapiru (17-VII-1616).

Se nota la oposiciónvisual entre la preeminenciacentral del lí-der de la confederaciónguerreray la disposiciónigualitaria delos otros jefes en medio de sus guerreros.Con esta dialécticafocal-periférica,surgen las tensionesque generana menudoloséxitos o los fracasosde las coalicionesbélicas.Despuésde unacuerdo,Rul Díaz asientasu campamentoen un antiguo fuerteinca sobrela orilla izquierdadel Parapití.En agosto:

llegaron a vista del dichó fuerte más de 3.000 indios.., todos ellos embi-jados de muchos colores a pie y a caballo con lanzasy arcabuces—yenviarona unosemisariosa preguntar—porquerazón el caciqueGuyra-piru y los demásque trujieron a los españolesa esatierra no les dabanlas suyasen que poblasen.

Ochocaciquesde Macharetíy Huacayavienen de vistar el fuerte,a los cuales Rui Diaz propone nombrar al cacique Guyrapirugobernadorde todala cordillera.La reacciónno se hizo esperar:

Replicaronlos ochocuracasqueen ningunamaneraaviande obedeceral governadorCharaguaporqueno hera chiriguananatural sino hijo deuna esclavay falto de valor y partes para governarlosy con esta res-puestaque devio de ser algo sobervia los soldados del governadorRulDiaz les dieron puñaladas.

Se organizauna expedición represivaal Pilcomayo con 50 sol-dados y 600 indios «amigos», la cual concluye bien, pero los«amigos»se llevan todo el botín y dejana los españolessolos.

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Laguerra<salvaje» enlos confinesdelosAndesy del Chaco 115

• A partir de aquí, la situación de los españolesse deteriorasensiblemente.En unacarta, Rui Díaz analizaperfectamentelascausasdel cambio:

El mayor inconvenienteque oy se me sigue es que de esta jornada• (al Pilcomayo) an quedadolos amigostan soberbiosy sobresi que tengo

por peor guerra la suya y es la causaque como quedan sus enemigosquebrantadosno tienen de que recelarseni de quien yo me puedabalerni ayudaren el casoque ellos maleencomo ntiendeestandeterminadosporque demasde habersalido muy ricos y aprovechadoasi de servicio(=esclavos)como de cavallos y mulas sin poderleen esto poner limitean ussadoconmigode grandeslibertades(subrayadomio).

Comosu predecesorPolo,el cronistaRui Díaz tiene la expresión• feliz: por falta de recelo, los indios aliados tendrá que enfren-

tarseal último protagonistaquequedaen pie, es decir,al propioespañolque los ayudé avencer.Pronto empiezala agitacióncon«grandesjuntas, fiestas y borracherasen los pueblosde Chara-gua y Parití, hastael punto de amenazara los españoles.Enabril de 1617, Rui Díaz se ve en la obligaciónde llamar en suayuda a los antiguosenemigos,los de Machareti, que llegan enjunio. Muy pronto acudeGuyrapirú «con grandeumildad» ape-dir «perdonpor lo pasado».Un recorrido por los pueblosrevol-tososdevuelvela calma. Peroun mesdespuésse

averiguopor causaciertaque <los de Charaguay Piriti) traen sustratosy combocacionesparaesteefecto con los del río de Guapayy que an cm-biado sus mensajerosa las otras parcialidadesdel Pilcomayo para sertodosenunocontralos españolesy asolarestefuerte.

La reversión de la situación huelga todo comentario. Notemosde paso la subordinaciónde los intercambios(«tratos») a lasalianzasde guerra.A partir de septiembrevarios comerciantesyviajerosespañolessonmuertos.En 1618 los habitantesdel fuerte«estuvieroncercadoscuatro mesesy más».Tuvieron queserso-corrido spor varias expedicionesdel corregidor de la frontera

• y en 1621 los últimos soldadosocupantesdel fuerte son reti-rados~.

7 Los dos manuscritosde Rui Din fueron estudiadospor Ch. de Cro-zefon (mémoire de la Universidad de Nanterre) y publicados en SantaCruz de la Sierra, 1979. Los extractos provienen de esta edición y decartasdel AGI seriesLima, 37, 38, y Charcas,53, 90.

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116 Thierry Salgnes

Una sencillanarraciónde los hechosmuestraelocuentementela constanteinversiónde alianzasquepropicia la política de losgruposlocales.En el detalle,el juego se complicamás, con lainterferencia de varios actores (mujeres, misioneros, esclavoschanés)con sus informacionessecretas,sus rumoresque influ-yen en el curso de los acontecimientos.La inestabilidaddel sis-tema de alianzaschiriguano,al que los españolesdenunciaroncomo «ingrato»,«interesado»,devuelveal fundamentomismo dela independenciade los gruposlocales,que requiereun equilibriorelativoentre las facciones,semejanteal juego de tensionesseg-mentarias.

2. Itinerario de un líder chiriguano: Cumbay (1799-1814)

Otro tipo de fluidez y de oscilacionestácticaslo enseñalatrayectoria de un jefe principal de un importante grupo localde la cordillera central. El valle de Ingre, el «cañón»en los do-cumentos,alargadoy eátrechoentre los ríos Parapití y Pilco-mayo, corría entre das serraníasparalelasy longitudinalesqueconstituíancomo un abrigo,unamuralla, contra la colonizaciónganaderaque se acercabaen valles vecinosdel Norte. Estaúlti-ma, a partir de los focos de SantaCruz y de Tomina, habla yainvadido, durante la segundamitad del siglo xvm, gran partede la cordillera norte, entre los ríos Parapití y Guapay,dispu-tandoterrenos de pastoreoa las estanciasque dependíande laquincenade misiones franciscanasestablecidasen este sector.Ya muchos«pueblos»tenían que conformarsea esta doble ve-cindad y sus líderes se hablan vuelto «amigos»o «aliados»,yasea de los comandantesde los fuertes,de los estancieros,corre-gidoreso de los misioneros,y recibíanpor esto algún provechomaterial. Los grupos centralesno habíansido afectadospor eldoble avanceganaderoy misionero, pero alentabancualquiertratativa para rechazaral frente pionero. Los indios de Ingreeran temidospor su agresividad:hablanparticipadoen los dosgrandeslevantamientosdel siglo (1727-1735,1774-1780)y habíansido escarmentadospor una expedición represiva en julio de1780. Una largasequíacomplicadacon epidemiasafectétoda lacordillera entre 1788 y 1794, pero ya a partir de 1796 la agita-ción recomenzó,particularmenteentrelos pueblosdel Parapití.

En abril de 1799 se presentaante la Audiencia de Charcas

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La guerra«salvaje»en ¡osconfinesdelosAndesy del Chaco 117

«el capitánCumbay de los sietepueblosde Ingre» para denun-ciar las molestiasprovocadaspor los estancierosvecinos.Unosmesesdespuésestallala <sublevacióngeneral»que abarcaunostreinta grupos locales. Cinco misiones y muchasestanciassonquemadasy saqueadas,pero se frustra el cercoal fuerte de Zay-pum. Sin embargo,en razón de la debilidad de las represaliasespañolas,las hostilidadespersistenen los años siguientes.Cnn-bay no solamenteno participó en la coalición guerrera,sino querecorrió los pueblospredicandola paz. Luego va a La Plata apedir y recibir regales (costales,herramientas)por su actitudconciliadora.

Tres años después,en agostode 1804, los ingreñosempiezanlos asaltosa las estanciasy estacadasfronterizas. En octubre,Cumbay está señaladocomo encabezando«6.000 indios» en elsitio de un fuerte local. Durantelas lluvias y todo el añosiguien-

• te, las hostilidadesno cesan.¿A qué se debeestecambiode los• pueblos de Ingre y qué papel tuvo Cuinbay en eso?Dos men-

clones dc paso dejan sospecharprofundosreajustesen el lide-razgo: una informa de la muerte de un capitán ingreño y <nohay quien sujetelas cuatropoblacionesquecorrian a su cargo»(7 de noviembrede 1802) y la otra «que tres negrosapostatas

• sonlos caudillosde Ingre» (1 de marzode 1805. ¿Lospartidanosde la guerra habían triunfado e impuesto líderes más conve-nientes?

Resulta interesanteel episodio siguiente.En agostode 1805el gobernadorde Potosíemprendeuna expediciónofensivaa lasorillas del Pilcomayo.Se le advierte del rechazode los iingreñosen venir a ayudara los enemigos«porquelos del Pilcomayonoles dabanmas que aguay no chicha».Al final, por otros dosprisioneros, conoce que los ingreños participan en los comba-tes. Cumbay los acompañóy quiso visitarle con fines de paz,pero «seintimidó en el camino»y se volvió atrás.En cuanto alos refuerzos,los informantesañaden:

que ya no crejavolviesen puesahora los ingreños,las viudasy parientesde los muertosa mas del duelo que formarían les pedirian las pagasdeellos que es lo que acostumbrany regularmenterefinanporqueno hande podercontentara tanto con sus vacasy yeguas que es el pago conque se conforman.

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118 Thierry Saignes

La circulación de los bienes participa del orden de la guerra:los intercambiosmaterialesprologabany respaldabanlas alian-zas guerreras,aquícosteanla indemnizaciónde las víctimas. Enningún momento—aun en plena ofensivaespañola—los gruposchiriguanosrenunciana sus interesesparticularesen beneficiode una solidaridadétnica.

En septiembre-octubrede 1805 Cumbaylanza severosasaltossobre la frontera de Tornina, pero en diciembre,en plena esta-ción de lluvias, tan favorablesa la guerrilla india, firma la pazcon los españoles,lo que devuelvela tranquilidad a la zonadu-rante un año. ¿Cómoentenderel gesto de Cumbay, tan pocooportuno en una coyuntura contraria a los colonos hostigadosy desorganizados?Por falta de informaciónno podemosexplici-tarlo, como tampoco la reiniciación de los combatesen septiem-bre de 1807. Cumbaysorprendeen unaquebradaa un destaca-mento con su tenientey los mata. Pero en octubre> el valle deIngre está asoladopor la tropa española,batida que se repiteal año siguiente duranteun mes entero; el balance es severo:decenasde «poblacionesmayores»,en gran parte recientes,des-truidas, chacras de maíz, zapallos y comandas(es la trilogíaalimentaria del chiriguano: maíz, calabaza,poroto o frijol) ta-ladasy arrancadas,es una guerratotal. Hay que quitar al ene-migo las basesde su sustento.

En marzo de 1809, cuandounos emisarios españoleslleganpara entablarun armisticio, Cumbayles replica:

Teneisvalor de venir aquí, quandotodavíano se han borrado las hue-llas de la expedición?Escusadde tratar sobre la debolucionde cautibosporque desdela antiguedadha sido costumbreel rescatarlosa peso deplata,que tratarla las cosascon maior frescuray que supieremosque ael le tocaba señalarla raia de la fronteraque ha de ser el rio Parapiti;y bolviendoel rostroal capitanAbacaio lo reprendioasperamentepor ha-ber entregadosin ordensuia cinco cautibosal comandantede SantaCruz.

Es un Cumbayinvencido —a pesarde la durarepresión,su pue-blo y su fuerte fueron incendiados—y ofendido que rechazasometersea las coidicionesdel adversario.El tono de su repren-sión a Abacaio,que podemosimaginarcomo jefe de un subgrupoo capitán de guerra,evidencia el punto más vulnerablede lasalianzas indias, el de las relacionesentrelos dos niveles de lide-razgo, ya sea entre el civil y el militar o entre el federal y el

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La guerra<salvaje>enlosconfinesde losAndesydelChaco 119

local. Finalmente se firma la paz con los españoles,pero dos• años más tardeno se habíacumplido todavía la primera cláu-

sula, que requeríaentregarlos cautivoscristianos«en términosde dos lunaciones».

Ya habíaestallado la insurrección criolla contra las autori-dadesvirreinales.Cumbayintervino en las guerrillas de la inde-pendenciaal lado de los patriotas,pero no sabemoscuálesfue-ron sus propósitosy sus condiciones.En septiembre de 1813vino a visitat al general Belgrano en Potosí—entrevistaoficial

• llena de colorido—, y despuésde un brillante ejercicio militarde los batallonespatriotas,Cumbay«preguntadopor el generalBeigrano qué le parecía,le contestóquecon sus indios desharíatodoaquelloen un momento,y le ofreció «dos mil indios paraquele ayudasenapelearcontra los españoles».Sabemostambién

• que prestósocorro a los guerrilleros Padilla y JuanaAzurduy.y luego se pierde su huella~.

En el lapso de quince años (1799-1814),hemos seguido lasvacilacionesde un líder chiriguano, dividido entre la paz y la

• guerra.Sevolvió el másencarnizadoadversariode los españoles,pero siempreanhelandola negociacióny la paz. Le correspondíacomo jefe civil buscarel arreglo favorablea su grupo,pero nosintriga suintervencióncrecienteen las operacionesbélicas.A quése debe: ¿al exceso de las represaliasespañolas,a la presiónde los jóvenes guerreros,a la competiciónde «nuevos»jefes deguerra —pensamosen los negros cimarronesde 1805— que ledisputaronsu autoridadsobreel grupo? Es posibletambiénquelas necesidadesde la guerraabierta,permanentea partir de 1804,le hayallevado a reafirmar su calidadde representantemáximoy acrecentarsu control sobre la extensaconfederaciónque en-cabezaba.A la larga, corría el riesgo de dar inicio a un mandoseparado(lo que se perfilaría en su tono de reprochecontraAbacaio). Lo instructivo habría sido conocerel curso posteriorde la evolución de Cumbay, pero es de prever que éste y todas

• las lagunasquesalpicanestahistoria oculta, hechamásde inte-

8 Las citas provienende diferentesdocumentosdel Archivo Nacionalde Bolivia (Sucre, fondo Rúck). Esbocéun primer análisis del itinerariode estelíder en <Historia de Cumbay»,Estudiosbolivianos en Homenajeen Gunnar Mendoza, La Paz, 1978. Desarrollésu biografía en un estudiomás extenso intitulado, Biografla de Cumbay, líder chiriguano divididoentre la paz y la guerra, a pareceren la <Biblioteca Popular de Ultima

• Hora», La Paz, 1981.

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rrogantesque de certidumbres fecundas,quedaránen blancopara siempre.

3. El último levantamiento,1892: jefes y profeta

En los últimos deceniosdel sigle xix la autonomíapolíticay económicade los chiriguanossufregravesamenazas.La inva-sión de las tierras por la colonización blancay mestiza es yaun hechoconsumado.La, mayorparte de los «capitanes»colabo-ran con las~~autoridadesciviles, militares y misioneraslocales ybajo los estatutosde «amigos»se encargande contratarla manode obra paralas estanciasvecinas.Muchos indios preferenemi-grar al norte argentino —dondeson conocidoscon el nombrede shahuancos—y las mujeresdejansus comunidadespara ca-sarsecon mestizos.Varios gruposse hanacogido a las últimasmisionesfranciscanas(de los 7.000 habitantes,4.100 seguían«in-fieles» en 1883). Ya en el siglo se produjeroncinco levantamien-tos sin éxito y el último (1874) terminó con horribles matanzas.

En este contexto, se publicó en la prensalocal (enero de1892) la noticia de que:

A fines del año pasado,apareceen estepueblo de Ibo, nadiesabededónde,un salvajede edadacompañadopor otro más joven a quien titulade twnpa (dios>.

Así empiezael recorrido público de un «hombre-dios»,de origendesconocido,quien llegó a movilizar a seis mil guerreros,lan-zándolescontra las estancias,un pueblo mestizo y una misiónvecinos. Cuandollegó la expedición de• castigo, los sublevados,a quienesel tunhpahabíaprometidola invulnerabilidad—de losfusiles de los blancos no debíasalir más que agua—,se atrin-cheraronen el fuerte de Curuyuqui,donde,despuésde un com-bate de algunashoras,el 28 de enerode 1892, la mitad pereció~.

9 Sobreel mesianismocbiriguano comparadocon otros casosamerin-dios, ver Alfred Metraux, «MessiesIndiens» (art, de 1931, Tucumán),re.visado y reeditadoen Religionset Magies Indiennes,ParIs, 1967. Un en-foque recientey pertinenteen Héléne Clastres,La Ten-e Sana Mal, leprophétismetupi-guarani, París, 1975. Para una bio~rafIa del tunpa deCuruyuqui, ver Hernando Sanabria Fernández,Apzaguaiqui-Tumnpa,LaPaz-Cochabamba,1972.

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La guerra<salva¡e» enlosconfinesde losAndesy delChaco 121

Se necesitadaaquí un análisis detenidode esta frustradaguerra profética; pero la falta de espaciolo impide. No se lapuedeapreciarcomo un clásicomesianismoanticolonial,al igualque Africa u Oceanía.En la tradición guaraní.desdelos tiemposprehispánicossolían intervenir los profetas (karol) cuandolasociedadparecíaamenazadapor la cristalizaciónde un liderazgoseparado,en un contextode alta demografía y de acumulaciónde riquezas(botín, esclavos).Paracontrarrestarestasprimiciasde mandones,los profetas, en razón de su extraterritorialidad(sin padres ni pueblos conocidos) desencadenabanuna crisisabiertaen la sociedadfomentandoel abandonode los pueblosy de los jefes, llevando a todos los habitantesa la búsquedade la «Tierra sin Mal». En el contextoandino, los tumpas chi-nguanosdesempeñanun papel ligeramentedistinto: los líderestradicionalestiendenaacomodarsecon la vecindadcolonial (conlos provechosde la colaboración)y se muestranincapacesdeponerfin a sus rencillas divisorias. Los tumpas, en tal caso, tie-nen que imponer la unidad supragrupalen baseal terror pro-fético (amenazade la destrucciónde] mundoy de sus oponentes)y radicalizanla lucha contrael enemigoblanco. Si los tumpasno hubieran fracasado,habríanlogrado lo que las comunidadeschiriguanasnegaronsiempre: el surgimientode jefes con poderseparado,con mandoabsolutosobresus miembrosvueltos suje-tos aglomeradosindistintamente.

CONcLUSIÓN

El fracasodel tumpade Curuyuqui marcabael fin del mundochiriguano como sociedadlibre, dueñade sí misma en un terri-torio independiente.Las pocascomunidadessobrevivientestu-vieron que retirarse a los arenalesdel Chaco> dondesubsistenmiserablementehastahoy lO• Frente a tal destinotrágico —nadaexcepcional en la América india— surge la pregunta inicial:

1~ Ahora estácreciendode nuevo la comunidadchiriguana y reorga-nizándosepara conseguirmejores tierras y condicionesde vida. Sobresu ubicación y su demografía,dr. SUrgen mester, <Breve enfoquede lastuación de algunastribus., en En busca de la Lovna Santa, La Paz-Cochabamba,1976. Acabande serestudiadospor B. y 1. mester,B. Schu-chard y B. Siznon quienesya han publicado varios resultadosa travésde APCOB (Ayudaparael Campesinodel Oriente Boliviano> en 1979-1980.

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¿por qué nunca supieronunirse los chiriguanose integrar unfrente interétnicocontrael enemigocomún?Y cuandolo logra-ron parcialmentee unaspocasoportunidades,¿porqué no su-pieron conservary asentarestasalianzasen formas políticas deamplio alcanceque les garantizarauna integridadduradera?

Pararesponderal desafíocolonial, los chiriguanostienenunasolaalternativa,en todo casomortal: ya sea conservarsu frag-mentaciónpracticandouna defensacircunstancialcon alianzasinmediatasy provisionales—táctica oportunistaque les asegurasu proyecto inicial de independencialocal—, o superarsus divi-sionespor la unidadde los gruposentregadosa un mandoab-soluto. Esta segundavía la intentó el profetismo. Al fracasar,no ha hecho más que acelerarel aniquilamientode la «nación»chiriguana.

En los tres casosexaminadostan brevementehemos vistolos gruposlocalesy los distintosestamentosde la sociedadchi-riguanatantearestasvías, divididos entre la colaboracióny laresistencia,oscilando entre la negociacióny el conflicto, vaci-lando entre ¡a sumisión y la guerra a muerte. En todo caso,no aceptaronla consolidaciónde una instancia de mandosepa-rada, supratribal y centralizadoraque podía escaparal controlcolectivo. No quisieroncorrerel riesgo,exceptoen la desesperadaaventuraprofética, de fijar la división interna, entre señoresysujetos,entrelos quemandany los queobedecen.En 1931, des-pués de haberrecorrido dos comunidadesdel Pilcomayo,el etnó-logo Alfred Métraux reconocíaque«hastaahoralas enemistadesentre los puebloschiriguanoshan supeditadoel odio hacia susopresores».

Estosejemplos en tres coyunturasdistintas aparecencomouna pruebaexperimental,variando las condicionesde la obser-vación, de un fenómenocapital: las peleas internas—precise-mos: el estadode guerra es permanente;el conflicto abierto,temporano— mantienena la vez el fraccionamientoentre losgrupos y la unidad interna de cada uno de ellos. Coincidimoscon lo que Pierre Clastresanalizó tan agudamente,enfatizandoeste hecho estructuraldel mundo «salvaje»; las luchas civiles,fratricidas, impiden la formación del estado,imposibilitan taldesgarramientointerno de la sociedad.

El ejemplo de los chiriguanos,por la asombrosay ambiguapluralidad de sus reaccionesfrente al empuje fronterizo, nos

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ofreció la suertede poder captaruna parte destacada,ínfima,pero reveladorade la complejahistoria de unasociedadpreten-dida «fría» y «sin historia». Nada más que la historia de una

• extrañaobstinación,plurisecularsegúnnuestrasfuentesy pluri-milenaria desdela perspectivade la humanidad,de un grupoque rechazónegarsu fundamentoigualitario> quequiso ser fiela la ley de sus antepasadosy que prefirió morir antesque vivirbajo el mandoarbitrario de sus jefes.

Contribuir a esclarecerel dilema insoluble del proyecto exis-tencial chiriguanofrente al asedio colonial —mantenersecomomiembros libres e iguales—ha sido la meta de este trabajo:cederla palabraa estosdesheredadosde la historia doblementeacallados,en su muerte física y en nuestramemona.