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La Guadalupana y Juan Diego ¡Pues Claro que son un Mito! Un Ensayo que con este tema Presenta Fernando López Alaníz Parece esta invención satánica para paliar la idolatría debajo de la equivocación de este nombre Tonantzin, y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin de muy lejos, tan lejos como de antes, la cual devoción es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin. como antiguamente. Fr. Bernardino de Sahagún, Historia General de las Cosas De la Nueva España (Ed. Porrúa, 1982), pág.705 Morelia, Michoacán de Ocampo, Primavera del 2002 1.- EL GUADALUPANISMO Es necesario partir de un hecho real y concreto: el Guadalupanismo existe. Este hecho necesita de cuatro actores: la Guadalupana, la imagen de la Guadalupana, el intermediario o mensajero, y el pueblo identificado como Guadalupano. La relación entre estos cuatro actores es esencial, de manera que cada uno es imposible de explicar sin los otros tres. El Guadalupanismo está sumamente arraigado en los mexicanos de todos los niveles, clases y etnias. Si fueron ciertas o no las apariciones, o si Juan Diego fue un santo, de acuerdo con las declaraciones de la Iglesia Católica, o no lo fue porque ni siquiera existió, o si el pueblo mexicano ha vivido en el engaño Guadalupano durante dieciséis o más generaciones, resulta secundario todo ante el hecho real: el Guadalupanismo existe y, según podemos constatar se extiende

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Page 1: La Guadalupana y Juan Diego · Por lo mismo, los temas sobre "La Guadalupana" han sido desde 1531 un asunto de interés público, y no dejarán de serlo mientras exista la historia

La Guadalupana y Juan Diego

¡Pues Claro que son un Mito! Un Ensayo que con este tema Presenta Fernando López Alaníz Parece esta invención satánica para paliar la idolatría debajo de la equivocación de este nombre Tonantzin, y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin de muy lejos, tan lejos como de antes, la cual devoción es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin. como antiguamente. Fr. Bernardino de Sahagún, Historia General de las Cosas De la Nueva España (Ed. Porrúa, 1982), pág.705 Morelia, Michoacán de Ocampo, Primavera del 2002 1.- EL GUADALUPANISMO Es necesario partir de un hecho real y concreto: el Guadalupanismo existe. Este hecho necesita de cuatro actores: la Guadalupana, la imagen de la Guadalupana, el intermediario o mensajero, y el pueblo identificado como Guadalupano. La relación entre estos cuatro actores es esencial, de manera que cada uno es imposible de explicar sin los otros tres. El Guadalupanismo está sumamente arraigado en los mexicanos de todos los niveles, clases y etnias. Si fueron ciertas o no las apariciones, o si Juan Diego fue un santo, de acuerdo con las declaraciones de la Iglesia Católica, o no lo fue porque ni siquiera existió, o si el pueblo mexicano ha vivido en el engaño Guadalupano durante dieciséis o más generaciones, resulta secundario todo ante el hecho real: el Guadalupanismo existe y, según podemos constatar se extiende

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firmemente a otros países. En otras palabras: tengan o no sustento histórico el origen y los personajes de un hecho real llamado Guadalupanismo, lo cierto es que durante los últimos cuatrocientos setenta años, por lo menos, tiene una presencia real en la cultura y en la personalidad de todos los mexicanos, sin excepción. Es, pues, ciertamente un fenómeno cultural. Por lo mismo, los temas sobre "La Guadalupana" han sido desde 1531 un asunto de interés público, y no dejarán de serlo mientras exista la historia mexicana, o permanezcan los mundos de la leyenda y el mito, como hechos reales en la conciencia de los pueblos, y en este caso, del pueblo mexicano. Ignacio Manuel Altamirano, en su Paisajes y Leyendas, señala con mucho acierto: Cada 12 de diciembre en la ermita del Tepeyac... todas las razas de la antigua colonia, todas las clases de la antigua república, todas las castas que viven en nuestra democracia, todos los trajes de nuestra civilización, todas las opiniones de nuestra política, todas las variedades del vicio y todas las máscaras de la virtud en México... Nadie se exceptúa y nadie se distingue: es la igualdad ante la virgen, es la idolatría nacional. 2.- LA CULTURA Desde esta perspectiva de cultura afirmamos también que el Guadalupanismo es un mito. Vamos a entender por cultura el sentido Antropológico de ser los rasgos característicos y distintivos de una comunidad humana en un tiempo y en un espacio determinados. Parece que para nuestro intento basta subrayar que esos rasgos lo mismo identifican a los miembros de una misma cultura, que los hacen diferentes de otras culturas, aun cuando pudieran encontrarse similitudes o semejanzas, que serían sólo eso, y no identidades. Sin embargo, en cuanto al mito habremos de detenernos un poco más, contando con su paciencia e interés. 3.- EL MITO La palabra Mito tiene muchos significados, a veces contradictorios. Nosotros, para los fines de este trabajo, lo tomaremos sólo en un sentido, como referencia a los orígenes. Quedan por lo tanto fuera de nuestro ámbito el sentido vulgar de mentira, o conjunto de mentiras; el sentido filosófico que lo define como una forma de pensamiento pre-filosófico, por haber sido anterior en el tiempo al pensamiento racional griego o cristiano, y queda fuera también el sentido literario, objeto de estudio de la Literatura, que lo contempla como una forma de expresión,

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confundiéndolo a veces con la leyenda o la fábula. Para entender mejor lo que sigue, de manera sencilla diremos que el símbolo es la forma más elaborada, o más intelectualizada si se quiere, del signo, y que debido a ello estará siempre compuesto por un significante y un significado. En cuanto hace referencia a los orígenes, el mito abarca dos grandes temas: los dioses y la naturaleza. Lo primero que el hombre conoció fue la naturaleza, y una de las cosas de que tuvo inicialmente conciencia fue de que en sus relaciones con la naturaleza se establecía la doble vertiente de que ésta lo mismo le era provechosa y benéfica, que dañina y destructora. Dio entonces a la naturaleza una personalidad tanto más grande y poderosa cuanto mayor era su incomprensión de los fenómenos, y categorizó esa personalidad en buena o mala, según el provecho o el daño que aportaba. Sin embargo, no fue siempre así, pues a veces lo que consideraba bueno, se comportaba de manera que causaba daño; entonces el hombre no culpó a la personalidad otorgada, sino a sí mismo, e inventó dos actitudes de tipo religioso: la propiciación y la deprecación. Nos interesan dos aspectos. El primero, que la personalidad otorgada pasó a ser el significante, y la naturaleza o la parte de la naturaleza personificada, el significado. El segundo aspecto es capital. Ya se entiende que esa personalidad devino en lo que nosotros llamamos dioses, los cuales a su vez pronto tuvieron una representación, o imagen, sucediendo un fenómeno que ha sido objeto de estudio de muchas y muy variadas ciencias, la Teología incluida: esos dioses una vez aceptados como tales por la comunidad que los imaginó, adquirían en reciprocidad obligaciones con ésa su comunidad y debían comportarse con ella provechosamente, y si alguna vez estaban enojados por cualquier razón, visto el arrepentimiento y la propiciación, tenían que contentarse indefectiblemente y continuar otorgando los beneficios que se le atribuyeron. Los dioses, por lo tanto, son en realidad una manifestación, o una forma de representar, las fuerzas de la naturaleza. Alguien dirá en nuestro tiempo que los dioses son una representación de las energías de la tierra, o del cosmos. En este mismo segundo aspecto se les otorgó a los dioses una segunda obligación: la del cuidado de la comunidad y de los individuos de la comunidad, así como su defensa cuando fuera agredida, o ayudarle a vencer cuando agresora. Parece que en un principio al dios derrotado se le abandonaba; pero después no se culpó al dios por la derrota, sino a las imperfecciones de los hombres. En todo caso esto dio origen a las confrontaciones entre los dioses... y las diosas. El siguiente paso fue también una especie de contradanza; Ejemplifiquemos: de la observación del comportamiento natural del río, surgió el dios del río, y de él y de

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otros dioses de ríos, aparece conceptualmente el dios único y superior de todos y cada uno de los dioses de los ríos, el cual, y por la observación del comportamiento de otros fenómenos como la lluvia, la nieve o el rocío, sustenta la aparición del dios del agua, creador y sustentador del agua. Y así de lo demás, de manera que aquello que originó al dios, vino después a ser su manifestación. Ahora vemos un poco más claro el juego de los dioses como símbolos. Y puede entenderse también que el proceso de ida de la propiciación y la deprecación son procesos mentales, racionales; mientras que el proceso de regreso es tanto en su manifestación como en su acción, sentimental. De esta manera también captamos mejor la característica vital del Mito, tanto para explicar los orígenes, como para entender su trascendencia en los individuos y las comunidades. De esta manera los Mitos de los orígenes cumplen una función trascendente en la tradición de los pueblos, en los rasgos definitorios de su cultura. Precisan la actitud de las comunidades hacia su origen y su pasado, y determinan su comportamiento hacia el futuro. Quizás debamos suavizar las afirmaciones, y decir solamente que conocer los Mitos de un pueblo ayuda a interpretarlo mejor; y si son los propios a conocerse mejor. Hay algo que debemos mencionar ahora, aunque ya se dejaba entrever: el carácter popular del Mito. De otra manera, si el pueblo no reconoce a ese dios como su dios, simplemente no lo será. Otra consecuencia es esta: los Mitos del origen, en cuanto están personificados en un determinado dios o diosa, y a veces en un héroe o en un hecho, significan también el ideal colectivo, el proyecto nacional, la meta común, en cuanto que determinan el comportamiento hacia el o su futuro. 4.- LA HISTORIA Y en todo esto, ¿qué tiene que ver la historia? La Historia como ciencia, -así la aceptamos nosotros- con su objeto de estudio y su método de investigación, se coloca ante el mito para registrarlo como forma de pensamiento peculiar de un pueblo, o de cada uno de todos los pueblos de la tierra. En eso no hay discusión. Lo que viene a descomponer algo en apariencia tan sencillo, es la naturaleza misma del mito, pues evidentemente no es uno, no se manifiesta igual en una época que en otra, no mantiene las mismas características para las cambiantes circunstancias del devenir de los pueblos, etcétera. Ante esto, el historiador y su amparo, La Historia, se ve en la necesidad de dar testimonio, pues en su afán de encontrar lo que es real, objetivo y finalmente verdadero, ha de dejar constancia de que el mito no corresponde a esa realidad, que los dioses no

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son dioses ni que los héroes sean los hombres o mujeres inmaculados de la imaginación popular. También constata que cierto mito se presenta ahora de una manera diferente a como lo fue en sus inicios. El historiador que esto hace, a nuestro modo de ver está en lo correcto. 5.- LOS DUEÑOS DEL MITO Sin embargo, insistimos en que el Mito está ahí siempre presente, enorme, como es él en ese momento, dinámico con sus significados profundos, su fuerza vital, y siempre actuante, despreciando todo lo que, o el que lo ataca; incluso burlándose de poderosos intereses de las clases dirigentes que pretenden utilizarlo para legitimarse. El Mito pertenece al pueblo, a esa masa anónima que a partir de hechos reales, lo creó y lo creyó, lo modificó según sus necesidades, y se siente cobijado, y seguro de que con su ayuda podrá alcanzar metas y proyectos como nación. De nuestra historia patria permítanme mencionar tres Mitos de nuestros orígenes: el águila devorando una serpiente sobre un nopal; la Virgen de Guadalupe; los repiques y el grito de don Miguel Hidalgo el Día de la Independencia. Los tres nos hablan sobre los orígenes de nuestro pueblo como pueblo y como nación, y de la formación de nuestra conciencia colectiva, para dar permanencia a nuestros símbolos y a nuestros valores. Así, el Mito explica mejor, ayuda a comprender más ampliamente no sólo el hecho y los personajes históricos, sino también el devenir de los pueblos y su razón de ser en la evolución constante de la Humanidad. No sólo merece, por lo tanto, todo nuestro respeto y atención, sino también estudiarlo cuidadosamente y sin prejuicios, a fin de que, como lo hacen la mayoría de las naciones, vigilemos la pureza de nuestros mitos, los transmitamos adecuadamente, y utilicemos convenientemente para plantear, desarrollar y culminar nuestro proyecto de Nación. 6.- UNA VISION CRÍTICA SOBRE EL PRINCIPIO DEL MITO GUADALUPE Recordemos que originalmente "las apariciones" no sólo fueron rechazadas por el clero español, en su carácter de conquistador, con el todavía inexplicable silencio de Zumarraga, su testigo más importante, sino ferozmente combatidas por religiosos como los agustinos y franciscanos, uno clásico de éstos fue fray Francisco de Bustamante. Hay en esto un aspecto esencial que muchas veces se olvida: la discriminación racial. En este tiempo de una guerra de conquista recién ganada y que permitió en los primeros días masacrar sin misericordia a los derrotados, reduciéndolos después a la esclavitud, a la soberbia militar y religiosa, a los españoles le parecía

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imposible que "la madre de Dios", blanca, rubia y de ojos azules, se pudiera "aparecer" en estas salvajes tierras, y menos todavía a unos indios de cuya capacidad intelectual y moral se tenían muy serias dudas. Ahí están los testimonios iniciales de todos ellos, incluyendo a los frailes cronistas, para darnos cabal cuenta. Fray Juan de Zumarraga, franciscano, no dejó ningún testimonio de las apariciones. Fue consagrado obispo el 27 de abril de 1533 en Valladolid, España, y regresó a la Nueva España en 1534. En cambio escribió un año antes de morir, cuando fue nombrado primer arzobispo de México, en 1547, un texto poco difundido e interpretado de muchas maneras, según la conveniencia. Dice así: ya no quiere el redentor del mundo que se hagan milagros, porque no son menester, pues está nuestra santa fe fundada en tantos millares de milagros como tenemos en el Testamento viejo y Nuevo. Lo que pide es una vida milagrosa, cristianos humildes y pacientes, caritativos, porque la vida perfecta de un cristiano, un continuado milagro es en la tierra. A pesar de los sermones y prédicas para negar las apariciones e incluso combatirlas todavía después de 1550, la población indígena, sobre todo inicialmente la de origen náhuatl, porque eran quienes mejor podían entender el fenómeno y sus significados, se volcó sobre el lugar y se postró ante la imagen. Por otra parte, y con la debida falta de respeto, recordemos igualmente que no fue sino hasta que las limosnas fueron abundantes y cuantiosas, cuando el clero católico español, inicialmente los dominicos hacia 1550 y después, y su decisión de formar el clero diocesano, comenzó quizás no a aceptar "el milagro de las rosas", sino la posibilidad de que de alguna manera pudiera serle útil por las ganancias económicas y para la "pacificación" de los indios. A este respecto recordemos nuevamente a los frailes Jerónimos del santuario de Guadalupe de Cáceres, en España, que enviaron una comisión para ver quién y con qué derecho estaba usando el nombre de Guadalupe para sacar dinero y que les dieran una parte a ellos. Querían cobrar algo parecido a lo que ahora conocemos nosotros como "derechos de patente", o quizás una franquicia. No debemos tampoco olvidar que el clero español funcionó como factor decisivo en esa pacificación mediante lo que conocemos como "la conquista espiritual". Y así sucedió que de ser combatida, la Guadalupana pasó a ser un instrumento de los conquistadores. 8.- TONANTZIN GUADALUPE ¿De dónde salió la palabra Guadalupe? El Nican Mopohua utiliza la palabra sin más, como ya conocida y aceptada después de 20 ó 25 años. No hay ningún documento por ahora conocido, ninguna alusión de nada ni nadie, que esclarezca el por qué a la Señora del Tepeyac se le nombre Guadalupe.

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Pero nosotros vamos a examinar dos posibilidades. Una española y otra náhuatl. Sabemos que precisamente atrás del cerrito que llaman Tepeyac hubo una pequeña ermita, anterior a 1531. Sea que la hubiera mandado construir Hernán cortés, o cualquier otro español, el hecho, de ser cierto, no tendría nada de extraño, pues sabemos bien que es costumbre del cristianismo, y en particular del catolicismo, bautizar los templos y lugares sagrados del paganismo, lo que en nuestro caso, resultan muy posibles dos hechos: uno, que el lugar donde estuvo un centro de adoración a Coatlicue, se construyera una ermita; y dos, que si se trataba de una deidad femenina se sustituyera con una Virgen. Además, sabemos que entre las vírgenes que traía Hernán cortés estaba una Guadalupe de Cazares, tan extremeña como él. A mayor abundancia vamos a citar a Bernal Díaz del Castillo. Dice al final del capítulo 150: Y luego mandó Cortés a Gonzalo de Sandoval que dejase aquello de Iztapalapa y fuese por tierra a poner cerco a otra calzada que va desde México a un pueblo que se dice Tepeaquilla, a donde ahora llaman Nuestra Señora de Guadalupe, donde hace y ha hecho muchos y santos milagros. La devoción de Cortés por la Guadalupana queda más que demostrada en el capítulo 195, donde el señor Díaz del Castillo os narra la manera como Cortés de Sevilla pasa a jornadas largas a Nuestra Señora de Guadalupe para tener novena... y luego como llegó, después de haber hecho oración delante de Nuestra Señora y dar limosnas a pobres y mandar decir misa, etcétera. Nada raro una Guadalupe de Cazares atrás de Tepeyacac. Pero si bien esto explicaría el nombre, para nada la imagen que conocemos. Pero hay otra versión, y es la opinión de uno de los traductores más reconocidos del Nican Mopohua, atribuido al sabio Náhuatl don Antonio Valeriano. El traductor es el presbítero Mario Rojas Sánchez, y su opinión está contenida en la nota 128, pág. 44, de una edición del autor, sin pie de imprenta, de 1978. Dice así: El nombre Náhuatl que verosímilmente dijo la Sma. Virgen a Juan Bernardino y que los oídos españoles asimilaron a: Guadalupe; de Guadalupe tal vez nunca lo lleguemos a encontrar en ningún documento. El nombre que se sugiera tiene que dar satisfacción a muchas exigencias y en especial al carácter todo de la Narración, que es constructivo y amable; no hay ni sombra ni reproche a las antiguas idolatrías, sino siempre utiliza lo positivo y legítimo para expresar con ello el Mensaje. Proponemos aquí el nombre CUAUHTLAPCUPEU, o lo que es igual TLECUAHTLACUPEUH: los elementos de dicha palabra son TLE-CUAUH-TALP-CUP-EUH, cuya significación es la siguiente: 1. Tle-tl: fuego. Elemento que recuerda el lugar donde Dios vive y actúa. 2. Cuauh-tli: águila, símbolo del sol, y de la Divinidad. 3. Tlacup-a: Del Oriente, de la región de la luz (que era también la Región de la Música) tiene también las formas: Tlacopa, Tlauhcupa, Tlauhcopa.

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4. El verbo ehua; en forma de pretérito: euh; dicha terminación se usa para indicar el sujeto que hace la acción en nuestra lengua un participio activo- y que continúa haciéndola. Significa: levantar; entonar un canto. Para la significación de la palabra da lo mismo poner o quitar la primera sílaba TLE (fuego), pues lo mismo es decir: Tlecuauhtli: El Águila de Fuego, que simplemente: Cuauh-tli: El Águila, por excelencia, es decir: el sol, Dios. El significado de dicho nombre, en su forma más sencilla sería: La que procede de la Región de la Luz cómo el Águila de Fuego. Y dado que el verbo está tan preñado de contenido podría proponerse esta amplificación, de acuerdo con la lengua y las implicaciones culturales: La que viene volando de la Región de la Luz (y de la Música), y entonando un Canto, como el Águila de Fuego. Esta versión, quizás no tan probable como la anterior, para mucos es mejor simplemente porque nada tiene que ver con la Guadalupe de Cazares, ni con Hernán Cortés, ni ninguna otra cosa relacionada con la conquista, y ciertamente mucho con la Independencia, como veremos. De acuerdo con la tradición, las apariciones tuvieron lugar en un cerro llamado Tepeyacac o simplemente Tepeyac, desde el cual se contempla todo el lago y el Valle de México Tenochtitlan. Pero resulta que ahí, precisamente ahí estaba el Templo de la bellísima Coatlicue Tonatzin, Madre de los dioses y madre del Guerrero de Guerreros, Huitzilopochtli. Es claro ahora el enojo de Fr. Bernardino de Sahagún, según lo citamos en el epígrafe, el resquemor de los franciscanos de la época, y la no poca reserva de los agustinos. 9.- COATLICUE Vamos ahora a ver algunas coincidencias y tratar de entender su significado. Estas son propuestas tan válidas o no, como las de cualquier otro, según se acepte que tienen sentido, que expliquen mejor las cosas o no, o por el contrario, las confunda más. Vamos a centrar, pues, nuestra atención en tres hechos: las apariciones fueron en el Tepeyac y ahí siguen--, en el mismo lugar donde estaba el templo de Coatlicue Tonatzin. Coatlicue, la diosa con falda de serpientes. Para entenderlo mejor debemos en primer lugar despojarnos de los prejuicios del catecismo, en el que nos enseñaron que de acuerdo con lo sucedido en el paraíso terrenal, allá en los principios según la Biblia, la serpiente es la representación del mal. No así en la cultura Náhuatl, en la cual la serpiente es la representación del conocimiento de las cosas materiales, de la tierra, mientras el águila lo era de las cosas espirituales, del cielo. La serpiente simbolizaba también el infinito, pues se puede morder la cola y entonces

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forma el círculo que no tiene fin. Coatlicue, por tanto, es Tonatzin, la Reina Madre, nuestra Venerable Madre, la que tiene por centro a la tierra, de donde muchos nacen y de la cual todos nos sustentamos. De aquí es muy sencillo pasar a lo que algunos estudiosos de la representación de esta Diosa han descubierto como fundamental de la religiosidad de nuestros antepasados prehispánicos: Tonantzin es la síntesis de la visión cósmica del mundo, por una parte; por otra, la fuerza cósmica dinámica que da la vida; es también el principio generador, el sostén universal. Bueno, insistirá alguien, eso está muy bien para conocer la forma de pensar de esos antepasados nuestros, pero nada tiene que ver con nosotros. Hay dos formas de contestar a esto: una, que el inconsciente colectivo guarda muy bien en nuestro caso mexicano todas estas doctrinas y formas de accionar consecuentes; y la otra, es la forma real, observable y hasta mensurable, en que el pueblo mexicano se conduce ante la Guadalupana: exactamente como eso, como Coatlicue Tonatzin Guadalupe. Huitzilopochtli, el guerrero por excelencia, pues su verdadero significado era el culto al Sol, que muriendo todos los días, para ir a la región de los muertos, diariamente resucitaba después de vencer las miríadas de estrellas y a la Luna. Entonces los guerreros que habían muerto en batalla o en el altar de los sacrificios, lo tomaban en hombros y lo llevaban a lo más alto de los cielos, al triunfo total. Vale la pena detenernos un poco en el significado más profundo de estas doctrinas: recordemos que las dos órdenes militares de mayor presencia y prestigio eran los Águila y los Jaguar, categorías que se alcanzaban después de una intensa y difícil preparación; es decir, después, y esto es de suma importancia, de haberse vencido a sí mismos en todas las pruebas. Y también de haber vencido en los combates de la Guerra Sagrada, por medio de la cual, en la versión Azteca del mundo, se ofrecía al Sol su alimento, el líquido sagrado de la vida la sangre--, y así, nuestro Quinto Sol no perecería, lo que hace posible que nosotros existamos. La relación de Coatlicue con Huitzilopochtli, es real en el cosmos, tal como lo conocemos nosotros y lo vivimos, por eso, aunque dicho con otras palabras, los mexicanos seguimos invocando a Coatlicue. Esta Diosa-Madre recibía otros nombres, según las fuerzas de la naturaleza que representaba, y sus nombres significaban: Mujer Serpiente, Mujer Águila o Mujer Guerrera. ¿Por qué no la Mujer Águila-de-Fuego que viene volando de la Región de la música, entonando un canto, que es el significado, como decíamos, de la posible palabra náhuatl original, que ahora nosotros, por corrupción inicial, decimos Guadalupe?

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10.- UNA VIRGEN MORENA Quiero decirles que no es la única virgen morena en México. En algunas conversaciones me han informado de otras, pero sólo he tenido la oportunidad de conocer a la Virgen del Pueblito, cuyo santuario está en las inmediaciones de la ciudad de Santiago de Querétaro, y es tan morena como el hijo que tiene a un lado. Esta virgen es franciscana, por así decirlo, modelada según la tradición, por fray Sebastián Gallegos, allá por los años de 1630 y tantos más. Y fue jurada patrona de la provincia franciscana de San Pedro y San Pablo, en 1745. Tengo entendido que ese patronato no se lo han quitado, por lo que está todavía vigente en Querétaro, Guanajuato y Michoacán, por lo menos. Comentamos esto de lo moreno porque a muchos les parece ser exclusivo del catolicismo mexicano, y en efecto lo es como color moreno en estas vírgenes. Pero si entendemos la palabra para designar un negro que no lo es tan negro, y permanece como referencia el negro, entonces debemos aludir a las vírgenes negras de Europa. Aclaramos aquí que las vírgenes negras de África son algo así como naturales, pero de ninguna manera podemos pensar que lo sean también en Europa. El caso es que existen, y que cualquiera que quiera conocerlas, andando en aquel continente, de España a Rusia, las puede encontrar con sólo preguntar a los guías de turistas. De cierto sabemos que casi todas las catedrales góticas conservan altares e imágenes de vírgenes negras, todas con el hijo al lado o enfrente. Por ahora una de las más famosas, por los orígenes del Papa Juan Pablo II, es la Czestochowa; pero no es la única en Polonia, pues se informa de otras dos tres, una de ellas en una columna de la catedral de Varsovia. En Rusia son famosas las de Kazan y Nuestra Señora de Vladimir. Sería largo y propio de un tratado citar todas las que hay, sólo cabe advertir que si bien son comunes en Europa, donde abundan es en Francia. Por cierto, una de las más famosas es la de Notre Dame, donde está también la morenita Guadalupana de México. Y lo decimos así porque en España se encuentran como sesenta. Entre las que se mencionan como más conocidas por nosotros, aunque sólo sea de nombre: la de la Candelaria de Tenerife, la virgen de la Estella de Navarra, Nuestra Señora de la Vega de Salamanca, y la de Montserrat, de la cual hay una copia, igualmente negra, en Santiago de Compostela y la Guadalupe de Cáceres.

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No faltan en otros países americanos. Por ejemplo Nuestra Señora Aparecida, de Brasil; En Canadá hay una copia muy venerada de la virgen negra de Liesse, Francia. En Ecuador Nuestra Señora de Quinché, o La Pequeñita, muy amada por los indios de allá. Y desde luego la cubana Nuestra Señora de la Caridad del Cobre. Pues ahí tienen ustedes. Algunos les llaman misterios de las vírgenes negras, otros que ellas son de origen Templario sin más explicaciones, éstos que son manifestaciones de la cultura Celtas a la madre tierra, y, claro, los católicos que no dicen nada sino que simplemente aceptan el hecho: ahí están las vírgenes negras y las vírgenes morenas, dentro de cuya tradición de personalización con la tierra como madre siempre virgen y siempre creadora se encuentra nuestra Morenita del Tepeyac. Y esto es importante en un inconsciente colectivo como el de nuestra mexicanidad, por otra parte tan identificados como estamos con el maíz y todas las implicaciones en ello contenidas. 11.- TONANTZIN GUADALUPE EN NOSOTROS Y egresando al hilo de nuestra exposición, resulta entonces que si aceptamos el nombre castellanizado, Guadalupe no es el nombre de una Diosa que venga a sustituir a la Tonantzin, sino que es Tonantzin misma. Es la naturaleza, una fuerza de la naturaleza que se manifiesta y nos atrae (o nos repele, según nuestra actitud) en Tepeyacac, desde milenios antes de la presencia del Cristianismo en Anáhuac. El sincretismo que desde el principio se pretendió por los conquistadores armados sea de la lanza, sea de la cruz, a lo largo de los siglos sólo ha funcionado para ellos mismos y para quienes por ellos se han dejado adoctrinar a lo largo de los años; pero la realidad se ha impuesto, por ser la verdad: Tonantzin continúa vigente en nuestras conciencias y nosotros actuamos en consecuencia. Soy un convencido absoluto de la manifestación de una fuerza especial, de una energía característica, en esa área geográfica llamada el Tepeyac, cuyo conocimiento, al menos por los testimonios que poseemos, nos llega desde hace por lo menos dos mil años. Tepeyac es equivalente a los lugares sagrados, por ejemplo, de Ceilán, Las Bermudas, los lugares mágicos de Irlanda, la Stonehenge inglesa, El sudeste Australiano, Roma, El Ganges, La Kahaba y, en fin muchos más. Se trata de la percepción de una fuerza femenina; esto es, engendradora y parturienta de divinidades, que, por lo mismo, se puede comunicar con los simples mortales y humanos seres con los dioses que parió, al extremo de hacer también dioses de los mortales.

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Esto se demuestra por una investigación avalada por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, que encabezó el Paolo Giuriati, quien fue director del Centro Riceche Socio-Religiose de Padua, Italia, institución con una larga trayectoria en el estudio de los diversos santuarios del mundo. Giuriati falleció recientemente, pero dejo textos como el siguiente, sancionados por la UNAM: Los rostros que se encuentran en la Basílica son muy diversos, pero sus motivaciones muy similares, la mayoría va la casa de la Virgen de Guadalupe con el único fin de llevarle flores y encenderle una veladora. A diferencia los peregrinos que acuden a otros santuarios del mundo para agradecer favores, los mexicanos van a La Villa para sentirse mejor, alcanzar la paz interior y sentirse fortalecidos espiritualmente. Pero su máxima satisfacción es postrarse ante la Tilda de la Morenita, establecer un diálogo con ella y venerarla. Este tipo de manifestaciones, explica Monseñor Antonio Macedo, vicario general de Guadalupe y rector ad interim del Santuario, se dan en todas las clases sociales, pero en la Villa destaca la presencia de gente de clase media y baja, que quiere mostrar su amor a la morenita. Una diosa, pues. Es la verdadera presencia de la Tonantzin Guadalupe en el pueblo mexicano después de 1531. Funciona como "diosa", a la que se le pide, se le exige que dé, que otorgue, que cuide y proteja, y que intervenga ante su o sus hijos los dioses para cosas y causas benéficas para los solicitantes, sus familiares, sus amistades, sus pueblos o comunidades, y desde luego México mismo. Para darnos una idea en sólo un aspecto, apuntamos que de acuerdo con el censo del 2000, en el país hay 34 mil templos católicos, y cada uno de ellos o está dedicado a la Virgen de Guadalupe, o necesariamente posee un altar dedicado ella. Entonces, lo observado según la cita anterior, puede hacerse extensivo diariamente y a cualquier hora en 34 mil sitios de la república. Desde el punto de vista del mito, además de recurrir a ella en actitudes de alabanza o de agradecimiento, observamos que de una manera casi perfecta se dan las razones de ser una fuerza de la naturaleza, identificada como madre (es decir, creadora y protectora), a la cual recurrimos personalmente y como comunidad nacional con ritos propiciatorios y deprecatorios. En una encuesta del Periódico Reforma, desafortunadamente no publicaron el nombre, encontré esta cita: "Ella es nuestro dios", dijo Martínez, "los españoles no nos la trajeron". Y claro, como apuntamos arriba, de esta manera la diosa Coatlicue Tonantzin Guadalupe adquiere toda su magnitud como símbolo. Define rasgos muy importantes de nuestra personalidad como pueblo, cumple una función trascendente, y desde luego vital en nuestra historia y en nuestro futuro y, me parece, nadie pondrá en duda su carácter popular y nacional. Es uno de los más importantes mitos de nuestros orígenes, y representa un ideal colectivo. El dueño de Guadalupe es el mexicano como lo entendemos a partir de 1810; no

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la iglesia católica ni gobiernos ni otros poderes cualesquiera, sino el pueblo. Precisamente cuando no se aceptan estos testimonios se cae en actitudes inconsecuentes, como los enfrentamientos que tuvieron por el control de la Ermita del Tepeyac los franciscanos y los dominicos durante los dos primeros siglos del Guadalupanismo, o de impedir que se divida la diócesis más grande y populosa del mundo según postura de los cardenales Ernesto Corripio y Norberto Riveraporque la Basílica de Guadalupe quedaría fuera de su jurisdicción y por lo tanto, las limosnas fuera de su control; exactamente igual que en 1556 lo denunció fray Francisco de Bustamante, y le costó el destierro: Nadie sabe en que se gastan las limosnas de la ermita de Guadalupe, ni en qué se consumen. Desde entonces estas son actitudes lamentables que nada tienen que ver con el Guadalupanismo. 12.- ALGO DE HISTORIA Con todos estos antecedentes vamos a intentar exponer dos o tres consideraciones que quizás nos ayuden a entender la mexicanidad del Guadalupanismo en el momento en que un nuevo pueblo aparece en la Historia, un rostro diferente en el conjunto de las naciones, hasta nuestro tiempo y el futuro. Terminada la gestación de los actuales mexicanos, que duró los tres siglos de la Colonia, y una vez que fue superado el trauma de la conquista, hubo necesidad de que los llamados hasta entonces novohispanos: criollos, mestizos, indios y castas, buscaran formas de identificación. A partir de las grandes inteligencias que el Dios de las Naciones hizo aparecer entre nosotros, los señores Miguel Hidalgo y José María Morelos, se especificaron los territorios, los pobladores, los extranjeros, los ejércitos y las constituciones políticas, producto de un proceso interesantísimo a partir de la Suprema Junta de Zitácuaro, la verdadera Acta de Independencia de Chilpancingo, la primera Constitución de Apatzingán, y el Supremo Tribunal de Ario de Rosales. Esas definiciones continúan vigentes. Y apareció también la Guadalupana. Se debió desde luego a lo que hemos venido comentando, pero también a una provocación, ahora poco conocida, pero que en 1810 causó un alboroto grande. Resulta que las autoridades políticas y religiosas del Virreinato, para rogar a Dios que librara a España de los invasores Franceses, decidieron hacer un novenario a la Virgen de los Remedios, aquélla que sí trajo Hernán Cortés y que arrojaba tierra en los ojos de los indios para proteger a los españoles. La esculturilla para las peregrinaciones del novenario, llegó al convento de las Jerónimas, donde fue vestida como generala con su bastón de mando, y al niño le pusieron en una manita una espada o sable, que para matar lo mismo sirven. Con las ideas que ya andaban por las calles y casas de todo el territorio, con el

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antecedente de la Conspiración de Valladolid (Morelia), un testigo de la época afirma que tal culto rendido a la imagen que recordaba los tiempos de la conquista, fue más de ostentación que de piedad, con fines más políticos que religiosos. Y en efecto, según el clero español, bien cumplió la Virgen de los Remedios con su grado y función, ya que en la batalla de Las Cruces, inspiraba a los jefes, ayudaba a los subalternos, animaba a los que desfallecían, hacía impenetrables las columnas, dirigía los tiros, sostenía los fuegos..., o sea que la Virgen de los Remedios ahora mataba mexicanos como antes mató indios, según el padrecito Juan Bautista Díaz Calvillo. Bueno, pues en Atotonilco apareció la rival. El señor Hidalgo tomó un pendón de la Guadalupana y lo mostró al ejército insurgente como su primer bandera. Cualesquiera que hayan sido los motivos del señor Hidalgo, lo cierto es que, según esto, triunfó la Guadalupana sobre la de Los Remedios, pues un país llamado México nació al independizarse de España. Y entonces vienen muchas cosas que vale la pena recordar de tres pinceladas, además de la anécdota de Atotonilco: López Rayón incluyó en sus puntos Constitucionales de Zitácuaro el 12 de diciembre como fecha augusta de nuestra nación; don José María Morelos en el punto 19 de los Sentimientos de la Nación le dedica la misma fecha llamándola Patrona de Nuestra Libertad. Los Guadalupes fue una asociación secreta en la Ciudad de México para ayudar a los insurgentes, y surgió con ese nombre para contrarrestar a las Marianas, que era un batallón de unas dos mil quinientas damas españolas que ayudaban a los ejércitos del rey y rendían culto bélico a la generala Virgen de los Remedios. El Congreso de la República Federal en 1824, mantuvo la fecha del 12 de diciembre como de solemnizar, y los Liberales de la Reforma la conservaron como obligatoria. Incluso don Benito Juárez mal comprendido por los Conservadores y peor tratado por el clero político--, excluyó a la Basílica de Guadalupe de la nacionalización de las riquezas eclesiásticas y ordenó desde Veracruz que fueran devueltos los objetos de valor que con ese motivo se habían substraído de allí mismo. Por su parte, los dictadores y dizque emperadores de los primeros cincuenta años, reconocieron el Guadalupanismo más o menos de la misma manera que los Liberales, agregando el haber fundado una Orden llamada de Guadalupe. La instituyó Agustín Iturbide en febrero de 1822, la revivió su émulo Antonio López de Santa Anna en 1853, y Maximiliano de Habsburgo hizo lo mismo en 1865. Por las consecuencias, parece que a la Guadalupana no le gustan esa clase de hombres, pues dos de ellos murieron fusilados por los patriotas, y del otro no quisiéramos ni acordarnos por traidor. Pues bien, así, un Mito de Nuestros Orígenes, está la Tonantzin Coatlicue Guadalupe.

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Esta identificación tiene en la actualidad rasgos de urgencia para nuestra nacionalidad, expuesta a múltiples riesgos que van del desgaste a la agresión, particularmente por el intercambio de personas a través de fronteras norte y sur cada día más débiles, e inexistentes en lo profundo de las selvas sureñas o del infinito de los desiertos norteños. Y también por los medios de comunicación masiva, las satelitales incluidas, de poderosas tecnologías de instrumentos altamente sofisticados, en uso y abuso dentro de nuestras fronteras y más allá de ellas y de los océanos, y ese algo en verdad cruel y muchas veces sin defensa, el manipuleo psíquico de la persuasión por ésos y otros medios. Ante la apertura económica de México por medio de tratados de libre comercio con países tan poderosos como Estados Unidos y Canadá, o de bloques de intereses tan grandes como los de la Comunidad Económica Europea y los Tigres de la Cuenca del Pacífico, nuestras alianzas con el resto de los piases americanos al sur del Suchiate no sólo nos es necesaria como país, sino imprescindible como nación, a fin, precisamente, de sustentar nuestros rasgos como pueblo y de definirlos tan fuertemente, que sigamos siendo reconocidos como lo que somos: un pueblo mestizo a punto de terminar su periodo de formación, para descubrir y cumplir su destino, mediante un proyecto de Nación que comenzó con los constructores por excelencia, los Toltecas; que se fraguó durante los 300 años de la Colonia, y que ha venido constituyéndose durante 200 años, en lo que de diferentes maneras nuestros filósofos y poetas llaman La Raza Cósmica, englobando por cierto a todos los pueblos latinoamericanos. 15.- ARTE Y ARETESANÍAS Sin duda que un aspecto importantísimo, si queremos mantenernos dentro de los límites del mito y su expresión popular, con toda la trascendencia que acabamos de apuntar, es el arte en todas sus manifestaciones, las artesanías, el folclor y las tradiciones populares, todo lo cual, en el caso de Tonantzin Guadalupe se cumple totalmente. Son de maravillar los incontables cuadros y retablos en que se pinta a la Guadalupana siempre con sus rayos de luz, sus manos unidas, y su rostro moreno con expresión dulce y suave. Ciertamente algunos de pintores de famosos, como Miguel Cabrera, pero la enorme mayoría telas y murales de pintores y artesanos desconocidos; es decir, del pueblo. Ese pueblo que lo mismo la usa en banderas y sombreros guerrilleros que en camisetas callejeras o futboleras. Si bien la imagen no se presta para ser esculpida, no por eso se ha intentado hacerlo con variable resultado. Los templos dedicados a ella son una expresión arquitectónica de acuerdo a los gustos populares, y dentro de ellos existen altares, sobre todo barrocos en piedra o churrigurescos en madera, cubierta de oro, que son una maravilla. Los atrios suelen estar planeados para que en ellos se presenten los danzantes durante las festividades religiosas, entre las que sobresale la del 12 de diciembre en todo el país. ¿Y qué decir de la música? No creo que nadie pueda contar la cantidad tan grande de himnos o corridos que se le han dedicado o que se refieran a ella en alguno de sus versos. A ti, virgencita, mi Guadalupana, yo

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vengo a ofrecerte un canto valiente que México entero te diga triunfante. Y quiero decirte lo que tú ya sabes, que México es tuyo, tú eres nuestra madre y que de nombrarte el alma se inflama. 16.- PARECIDOS, SEMEJANZAS Y PARALELISMOS Vamos a verlos y cada uno de nosotros concluya según su parecer. A.- En España La imagen de la Virgen Española de Guadalupe tiene una larga vida según la leyenda, pues su primer propietario fue, según los códices antiguos, San Lucas. Cuentan, que muerto el evangelista, la imagen fue enterrada con él. En el siglo IV, fue trasladada, con el difunto, a Constantinopla y, desde aquí, fue llevada a Roma por el cardenal Gregorio, legado del Papa Pelagio II. Una vez elegido pontífice, Gregorio Magno la expuso en su oratorio. Esta virgen se anota su primera intervención milagrosa cuando libera al pueblo de Roma, tras aclamarla con fervor a su paso en procesión por las calles, del azote de la peste. Por el año 600 Gregorio Papa se la envió a San Leandro de Sevilla nada menos que para convertir a los Visigodos. En el año 714 unos clérigos de Sevilla, que huían del peligro sarraceno, llevaron la imagen hasta Extremadura y la escondieron junto al río Guadalupe, que significa "río escondido". Durante seis siglos estuvo perdido el culto a esta imagen, hasta que los prodigios estallaron de nuevo en el siglo XIII, poco después de la recristianización de aquellos territorios. Sucedió entonces que un humilde pastor o vaquero, Gil de Santa María o Gil Cordero (muy apropiado para Extremadura), vecino de Cáceres, encontró a una de sus vacas muerta. Cuando se disponía a recuperar su piel, y comenzaba a practicarle unas incisiones en forma de cruz con el cuchillo, la vaca resucitó y, en ese preciso instante, se apareció la Virgen María que le hablaba con celestial sonido: "No temas, que soy la Madre de Dios, salvador de linaje humano; toma tu vaca y llévala al hato con las otras, y vete luego para tu tierra, y dirás a los clérigos lo que has visto y decirles has de mi parte que te envío yo para allá, y que vengan a este lugar donde estás ahora, y que caven donde estaba tu vaca muerta, debajo de esas piedras; y hallarán ende una imagen mía. Y cuando la sacaren, diles que no la muden ni lleven de este lugar donde ahora está; mas que hagan una casilla en la que la pongan. Ca tiempo vendrá en que en este lugar se haga una iglesia y Iuna casa muy notable y pueblo asaz grande. Tras estas palabras, la Virgen desapareció y el pastor marchó hacia Cáceres para avisar al clero. Cuando llegó a su casa, un hijo acababa de fallecer. Invocó a la Virgen y el hijo resucitó. Este prodigio convenció a los clérigos sobre la verdad de la aparición y todos se dirigieron al lugar del milagroso suceso, excavaron entre las rocas y hallaron la imagen y una serie de documentos que atestiguaban su

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procedencia. Nuestra Señora de Guadalupe en su talla original primitiva, fue labrada en madera de cedro, por artista desconocido, a finales del siglo XII. Pertenece al grupo de "vírgenes negras" de la Europa occidental de los siglos XI y XII y responde a un esquema románico bastante conocido en los ambientes cristianos de la Edad Media. Mide la talla, 59 centímetros y pesa 4 kilogramos y su rostro es más negro que moreno. El Niño es una talla sedente del mismo estilo, mide veintitrés centímetros de largo y pesa doscientos gramos. La mano derecha del Niño es de plata, labrada en el siglo XVI en sustitución de la primitiva, y está en actitud de bendecir. Su aparición en Extremadura ocurre en una época de intensa devoción mariana, en el reinado de Alfonso X el Sabio (1252-1284) o algo después, con Sancho IV o Fernando IV (1295-1312) La imagen actual es la primitiva y original y, en torno a ella, se ha desarrollado la vida del santuario durante ocho siglos. Por aclamación popular y aprobación pontificia es la Patrona de Extremadura y es llamada la Reina de la Hispanidad. El Monasterio, actualmente bajo el cuidado de la Orden de San Francisco, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el 11 de diciembre de 1993. B.- En la Cultura Náhuatl Miguel León-Portilla en su estudio Tonantzin Guadalupe incluye a manera de apéndice un antiquísimo texto titulado Cuicapeuhcayotl, El Principio de los Cantos, para hacer notar un paralelismo entre este canto y partes esenciales de Nican Mopohua. Antes de citar una parte del texto permítanme llamar su atención sobre los pájaros de precioso canto, las dificultades para llegar a ellos y a las flores, el agua y, oh casualidad, la indignidad del mensajero. Cito: Atraviese yo el bosque de abetos aquí donde están los pájaros tzinitzcan, o tal vez atraviese el bosque florido donde habita el rojo quechol. Allí se inclinan resplandecientes de rocío, allí ellas se alegran. ¿Acaso allí veré las flores? Si me las muestran llenaré con ellas el hueco de manto y así saludaré a los príncipes; con ellas daré pacer a los señores. En verdad aquí viven, ya escucho su canto florido. Es como si el cerro les respondiera. En verdad junto a ellas mana el agua preciosa, la fuente del xuihtototl. Allí lanza sus cantos, a sí mismo se responde con cantos el centzontle, ave de cuatrocientas voces; le contesta el coyoltototl. Hay música de sonajas; virados, preciosos pájaros cantores allí alaban al Dueño de la Tierra, bien resuenan sus voces. Digo, clamo con tristeza, que yo no estorbe, amados de Él. C.- Y también Así mismo, desde el punto de vista de la tradición del Catolicismo, habremos de notar el paralelismo con todas las apariciones marianas, aunque sea sólo en tres o cuatro puntos esenciales: la mujer se aparece rodeada de una luz muy especial,

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suele aparecerse a personas sencillas, incultas, que serán sus mensajeros ante muy altos dignatarios, quienes ni atendrán a los mensajeros ni creerán el mensaje de la señora; sin embargo, la aparición adquiere de inmediato carácter popular; casi siempre hay agua de por medio, y los peregrinos y las peregrinaciones invariablemente adquieren un contenido de peticiones y solicitudes, de manera principal por la salud corporal, algunas veces de agradecimiento por conservar o salvar la vida ante evidentes peligros de perderla, y no pocas por necesidades económicas o morales. 17.- LA IMAGEN ACTUAL NO ES LA ORIGINAL Es obvio que hubo una pintura original; lo que está en duda es si conocemos esa pintura original. En todo caso, consta que ha sido falsificada en parte por la Iglesia Católica. Antes de entrar al aspecto más discutido, polémico y tergiversado del aparicionismo y contra-apricionismo, centrado en la imagen, permítanme advertir que, como consecuencia de saber de cierto que existe una fuerza especial de la Tierra, o de conexión entre la tierra y el cosmos, de alguna manera sensible en Tepeyac, no sólo acepto, sino que observo su manifestación en la espiritualidad de un pueblo, de la misma manera que se observa en todas los centros de esta naturaleza, desde la Khaba y Machu Pikchu hasta el Ganges y el enorme monolito australiano. Así resulta que pertenezco a los aparicionistas, sólo que, a la vista de los orígenes y de los resultados, propongo, con otros muchos en este y fuera de este país, una interpretación diferente, aunque de hecho coincida en lo esencial con el Catolicismo en cuanto a la espiritualidad, y con los anti-aparicionistas en cuento a su simbolismo nacionalista. Para decirlo en tres palabras: lo reconozco, admito y uso como uno de nuestros mitos de origen como pueblo. Continuamos. Desde el punto de vista de la imagen impresa milagrosamente sobre un ayate tenemos que de manera admirable permanezca sin alteraciones desde 1531, según su estampado original con colores totalmente desconocidos por la ciencia, según el testimonio en 1935 el Dr. Richard Jun, del Kaiser Wilhelm Institut de Alemania y Premio Nóbel de Química, no siendo colorantes de origen mineral, vegetal o animal". Sin embargo, el exabad Guillermo Schulenburg en su correspondencia con el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado del Vaticano, resaltó el 27 de septiembre de 1999: de hecho, cuando transferimos la imagen de Nuestra Señora de la vieja a la nueva Basílica, y con el deseo de darle la mejor protección posible, la examinamos perfectamente bien, tanto algunos de nuestros mejores técnicos en conservación de obras de arte como el arcipreste don Carlos Warnholtz y un servidor, entonces abad de la Basílica; y nos dimos perfecta cuenta de que reunía todas las características de una pintura hecha por mano humana, con el deterioro propio de la antigüedad de la imagen misma. Dicho examen crítico lo enviamos a esa sede apostólica como un signo de honestidad y de amor a la verdad. Estas palabras, que se suponen de una correspondencia reservada, han sido

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dadas a conocer y constan en el libro La búsqueda de Juan Diego, escrito por Manuel Olimón Nolasco bajo el sello de la editorial Plaza & Janés. Historiador y catedrático de la Universidad Pontificia, el sacerdote Olimón Nolasco es uno de los firmantes, junto con Carlos Warnholtz, exarcipreste de la Basílica; Esteban Martínez de la Serna, canónigo y exdirector de la biblioteca del santuario, y los historiadores Xavier Noguez y Stafford Poole. Aparte de Sodano y Bertone, las misivas estuvieron dirigidas a Giovanni Battista Re, secretario sustituto para los asuntos generales de la Secretaría de Estado; José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y Alberto Bovone, proprefecto de la misma congregación. Todos ellos divulgan estos conocimientos después de que la información que daban fue filtrada y distorsionada al periodista Andrea Tornelli, quien publicó extractos en el Il Giornale, de Roma, en diciembre de 1999, para provocar contra ellos, según sus propias palabras y a todos nos consta, un clima de linchamiento en México, donde se les presentaba como enemigos de la Iglesia. Una de estas represalias fue tomada recientemente por el cardenal Rivera Carrera contra Carlos Warnholtz, quien era arcipreste de la Basílica. Pese a su avanzada edad, Warnholtz fue expulsado de la casa sacerdotal del santuario debido a su postura antiaparicionista y a las cartas que mandó a Roma. En una misiva que le envió al cardenal, apenas el 28 de enero, Warnholtz le suplicaba el perdón por si sus cartas resultaban ofensivas, y le pedía un acto magnánimo de justicia, equidad y caridad pastoral que le permitiera seguir viviendo en la casa sacerdotal. Tuve la suerte (mala o buena), escribió, de contemplar de cerca y directamente la imagen original la noche del 4 de noviembre de 1982, y desde entonces dejé de creer que se haya estampado milagrosamente en la tilma de Juan Diego... Pero me he cuidado muy bien, y me seguiré cuidando, de externar esto delante de la gente que pudiera sufrir ruina espiritual de alguna manera. De todos modos fue expulsado. Schulenburg y compañeros, además de su observación directa, contaron con resultados del estudio que hizo en 1982 José Sol Rosales experto en conservación y restauración de obras de arte, exdirector del Centro Nacional de Registro y Conservación para Obra Mueble del INBA: El análisis microscópico (20-80X) revela que se trata de un lino con alguna mezcla de cáñamo. Estoy prácticamente seguro de que no se trata de fibras duras de tipo ixtle o henequén, ni tampoco algodón. Está pintado sobre una tela con preparación de color blanco, y no sobre una tela desnuda. Hicieron la pintura usando diversas variantes de la técnica modernamente conocida como temple. Temple de cola, y cola con carbonato de cal. Luminosidad característica de las obras al temple. Los elementos dorados se aplicaron al final, cuando la pintura estaba ya casi terminada. El negro es negro de humo tradicionalmente usado en todas las épocas; se conseguía en el México del siglo XVI recolectando el hollín del humo del cocote. El blanco es sulfato de calcio, que se conocía como Tzatl, muy parecido al blanco de España usado en Europa Las tierras son óxidos de hierro que dan una verdadera variedad de tonos pardos... usados profusamente en la pintura prehispánica y se encontraba fácilmente en el México del S. XVI,,, Se usaba el bermellón, compuesto de azufre y mercurio, y el carmín de la cochinilla mexicana. Estos tres colores están mezclados en el manto carmín y en el aura bermellón.

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Si todo lo anterior es inquietante, lo que sigue es en verdad desconcertante. Dice Sol Rosales no utilicé lentes de mucho aumento. No es recomendable usarlos para analizar pinturas. Con ellos hubiera visto muchos puntos incoherentes. Estos puntos cada quien puede interpretarlos a su antojo. Con imaginación, se pueden encontrar hasta 30 personajes en las pupilas de la Virgen. Si los primero contradice al sabio alemán del Instituto Kaiser Guillermo, esto segundo contradice una de las ultimas maravillas descubiertas en las pupilas de la Virgen. Por no ser tampoco objeto de este ensayo, sólo mencionaremos que la existencia de estas imágenes ha sido ampliamente verificada por estudios efectuadas por fotógrafos, optometristas y médicos oftalmólogos, siendo las más recientes (1975) las del Dr. C. Wahlig, médico oftalmólogo de Columbia University de Nueva York, y su equipo de colaboradores, que incluyó otros oftalmólogos, cirujanos oculistas, optometristas y doctores en física. Así es, diría Sol Rosales, sólo que ellos no son pintores ni especialistas en conservación de obras de arte; sus técnicas no son adecuadas para examinar una pintura. Y la discusión seguirá, agregamos nosotros, por los siglos de los siglos. Pero hay más, e igualmente desconcertante: apenas el domingo 26 de mayo del 2002 se publicaron los resultados de una entrevista con Leoncio Garza Valdés, experto en arqueomicrobiología de la Universidad de San Antonio, Texas, USA. Profesor e investigador de microbiología por esa universidad. Buscaba las bacterias que se desarrollan en cierto tipo de lienzos, con pinturas y otras sustancia de origen de seres vivios, y... Relata que en enero de 1999, Mons. José Luis Guerrero lo llamó y que posteriormente negoció con el propio Cardenal Rivera, quien le pidió doctor, quiero que reporte la verdad y solamente la verdad. Y la verdad que encontró fue sorprendente: debajo de la imagen actual hay otras dos, la segunda tapada con pintura blanca (que es la que encontró Sol Rosales) como preparación para la pintura actual, incluyendo los retoques que conocemos. Antes le dieron el estudio de Sol Rosales. Garza Valdés fotografió la imagen las noches del 4 y 5 de febrero del 1999. Utilizó filtros especiales que sólo dejan pasar radiaciones electromagnéticas de entre 250 y 400 milimicras, que es el espectro del ultravioleta. Son filtros nuevos, que acaban de ser inventados, acaban de salir. Fueron revelados los rollos en la Facultad de Medicina de la Universidad de San Antonio. Informa Garza González que la primera pintura, que es una inmaculada lleva la fecha de 1556 y la iniciales M. A. (Marcos Aquino Cipac): No lleva túnica sobre el cabello, y porta un Niño Jesús desnudo en los brazos. Tiene la luna y el angelito. Muy semejante a la imagen del coro del Monasterio de Nuestra Señora, en Extremadura, España, hecha en 1498, en un altorrelieve de madera. Y da testimonio: yo la he visto. Y el mismo explica que Sol Rosales no encontró las otras dos vírgenes porque carecía en 1982 de los adelantos científicos que él, Leoncio Garza Valdés, utilizó en 1999. Y hay más: a lo largo de 400 años, es decir, a la pintura como la conocemos en forma actual, se han practicado alteraciones a la Guadalupana, que están documentadas en el estudio practicado por los científicos Jody Brant Smith y

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Phillip Serna Callagan, ambos relacionados con la NASA. Resumiendo diremos así: el angelito y la luna a los pies de la imagen son los añadidos más antiguos; los azahares de la túnica y las estrellas son igualmente añadidos posteriores; y, cuando la imagen estuvo oculta durante la contrarrevolución cristera, fueron modificadas las manos, y lo más reprobable, el rostro. Otro retoque criminal es el de los rayos solares alrededor de la figura. De aquí resulta que todos estos tratados piadosos, esas homilías exaltadas sobre ángeles, lunas, estrellas, son respetables en cuanto la piedad y la credulidad lo permitan; pero absolutamente falsos como exégesis o interpretaciones de un original, porque ese "original" ya no existe. Desde este punto de vista lo que tenemos es en todo caso una falsificación. Y en algún momento para manifestar sensiblemente eso de reina le pintaron una corona, la cual desapareció en 1895, cuando la imagen fue quitada para renovar el santuario. Al ser devuelta se armó el escándalo, y el clero de la basílica acusó al sacerdote José Antonio Plancarte y Labastida del desaguisado. Éste se defendió como pudo, incluso negando que hubiera tal corona, pero años más tarde Rafael Aguirre, en su lecho de muerte, aclara que Antonio Plancarte le pidió al famoso entonces pintor Salomé Piña que borrara la corona, pues se estaba decolorando y eso no podía suceder en una imagen de origen divino. La modificación más desagradable sucedió durante la contrarrevolución cristera. Se descubrió así: en 1923 el fotógrafo Manuel Ramos hizo unas tomas de muy alta calidad, por encargo de las autoridades religiosas de ese año; esas mismas autoridades, pero de diferentes personas, encargan lo mismo en 1930, y se descubrió la modificación al comparar las dos tomas. Dicha modificación seguramente se hizo entre julio de 1926 y junio de 1929, cuando la imagen original fue ocultada en la casa de una familia Murguía, católicos a toda prueba que vivían en las calles de República del Salvador, de la ciudad de México. Estas modificaciones descompusieron los párpados, el óvalo del rostro y, lo peor, disminuyeron la luminosidad del rostro todo, que es de extrema belleza, según los estudios de los dos científicos de la NASA. Igualmente fueron modificadas las manos, que eran más largas y finas. Históricamente se tiene el testimonio de los representantes del clero, incluido el Abad de la Basílica, de que el mismo "lienzo" o ayate que se guardó en el 26, se repuso en el 29; pero las fotografías lo desmienten. Desde mi personal punto de vista la familia Murguía aceptó que la figura fuera modificada en su casa por mandato de representantes del clero de muy alta jerarquía, y que por sugerencia de los mismos guardaran posteriormente silencio sobre el hecho. De otra manera no se explican las modificaciones. ¿Y el Códice Escalada? Dediquémosle un párrafo. En primer lugar para los

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aparicionistas es el documento final que prueba y comprueba las apariciones y la existencia histórica de Juan Diego. Pero ha venido a ser también objeto de apoyo para los antiaparicionistas e historiadores que no aceptan la existencia histórica de Juan Diego. Desde el punto de vista crítico el Códice adolesce de inconsistencias e irregularidades. Por citar dos importantes: la firma de Valeriano no es la suya y está equivocada la ortografía; dice Vereliano, algo inusitado en un hombre tan cuidadoso como el Valeriano. Las tintas que se usaron contienen elementos metálicos del Siglo XVIII, imposibles en el Siglo XVI. Y dos elementos de criterio: los rasgos de Juan Diego son hispanos por una parte, y por la otra, es evidente que el autor de ese cuadrito jamás tuvo la intención de probar nada. Y así, por todo y de todo, continúan las discordancias. Vamos a dejar por ahora de lado el delicado asunto de la fe del pueblo, que veremos después, para decir algo sobre las dos posturas extremas. Es claro que para los anti-aparicionistas además de no variar su postura, todo lo anterior es una confirmación del fanatismo y de la explotación de la buena fe del pueblo. La postura de los aparicionistas no la diré yo; dejaré la palabra a dos autores católicos todavía vivos, más que dignos representantes de esta corriente. Dice el Doctor Juan Homero Hernández Illescas: en los últimos años se propagó la absurda idea que los rayos, la luna, las estrellas, el brocado y el ángel habían sido añadidos. Basta revisar con cuidado las fuentes de esta opinión para determinar su falsedad. Se alude a un estudio con rayos infrarrojos efectuado muy rápidamente, en condiciones difíciles y de conclusiones sin bases en el mismo. En realidad los únicos argumentos planteados se conjuntan en dos grupos. La imagen se está escarapelando y el diseño es mediocre. El primero es cierto, pero no es indicativo de agregados pues tal afirmación no tiene secuencia lógica. El segundo es muy subjetivo, proviene de un examen apresurado y con prejuicios. Y Norberto Cardenal Rivera en un opúsculo publicado en 1996 proclama: Comprendo y compadezco a todos aquellos de mis hermanos que no comparten esta seguridad, Y los compadezco no porque me crea bueno, y mucho menos porque los considere inferiores o menos ilustrados, sino porque en verdad me duele que no disfruten de algo tan bello, tan maravilloso, del poder gozar la íntima seguridad felicidad... su servidor tiene esa dicha, al igual que la inmensa mayoría del pueblo mexicano de experimentar ese sentimiento de amor a mi madre santísima, esa bendita advocación suya de Guadalupe, con tanta firmeza, con tan inconmovible seguridad filial, que no necesitaría de ningunas otras razones para así por siempre amarla y venerarla. Nada que hacer ni a favor ni en contra de unos y otros, ni entre ellos. Posturas difícilmente conciliables. ¿Y el mito de origen que es nuestra propuesta? Ahí está, como dijimos, enorme y trascendente para unos y otros, para todos. El Guadalupanismo existe, es real, auténtico, mensurable, muy mexicano, y aquí estamos nosotros hablando de él, viviéndolo. Así nomás.

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18.- JUAN DIEGO Hemos tratado sobre tres de los cuatro elementos esenciales del Símbolo Guadalupano: la Guadalupana, la imagen de la Guadalupana y el pueblo Guadalupano; nos falta el intermediario, Juan Diego. Y para empezar el razonamiento es sencillo: Si se aceptan las apariciones se debe aceptar a Juan Diego; si no, ¿a quien se le apareció Guadalupe? Si no se aceptan las apariciones, ni para qué hablar de ningún Juan Diego. De la misma manera, si tenemos a la vista una imagen sobre un ayate o una tilma y aceptamos que tiene 471años, deberemos aceptar que esa tilma o ayate tuvo un dueño; si nos parece que la imagen sea una mentira y que nada tiene de ayates o de tilmas, entonces no hay porque considerar a ningún posible dueño. Con otras palabras: si Juan Diego es o no una persona histórica, es algo totalmente secundario en relación con el mito de la Guadalupana. Sin embargo, desde este punto de vista, y sólo desde este punto de vista, Juan Diego es absolutamente necesario por ser el intermediario o mensajero. Desde el punto de vista del rigor histórico los criterios son parecidos: hay evidencias suficientes para probar su existencia, y esas mismas evidencias pueden ser consideradas como no suficientes, e incluso manipuladas. Un ejemplo de estas reales o supuestas manipulaciones es el nombre indígena de Juan Diego: Cuauhtlatoatzin, que se traduce así: Cuauhtli, águila; Tlatoa, hablar; Huac, como; Tzin, reverencial. Lo que nos daría el significado de Señor que habla como águila. Ya se ven todas las implicaciones con la Señora Águila y el papel de mensajero. Además, con la terminación Tzin se envía todo un mensaje de no ser cualquier indio, sino que tenía una cierta dignidad, o mucha. Y así, hay quienes dicen que ése fue su nombre real, lo cual, ¡oh milagro!, ya presagiaba el papel que cumpliría en la vida aunque hubiera nacido, al más o menos, sobre 1475. Pero son muchos los que afirman que ese nombre nunca existió en ese señor si es que ese señor existió, y que le fue anexado después para darle misión y dignidad. Se dice también en una página de la internet, tan dedicada exclusivamente a él, que Juan Diego fue de origen chichimeca, nacido en Cuautitlán, barrio (calpulli) de Tlayácac. Fue bautizado por fray Toribio de Benavente, sabio historiador y evangelizador, el famoso Motolinía (el pobre). Su esposa tuvo el nombre cristiano de María Lucia, y aunque sabemos que tuvo descendencia, no conocemos ni los nombres ni el número de sus hijos. Tuvo un tío famoso desde el principio, Juan Bernardino. Murió en 1548 al lado de la capilla de la Guadalupana que entonces era de adobe y madera. Y entonces eso del origen chichimeca rebota en los conocimientos y en las intenciones, pues desde el momento en que fue declarado Beato se habló del indigenismo moderno de la Iglesia Católica. Y entonces todo se revuelve. Veamos, tratando de hacerlo sencillo, humilde, de buenas costumbres, temeroso de Dios, y etcétera, como dicen las Informaciones Jurídicas de 1666, las cuales son piedra

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angular para demostrar su existencia histórica (y que no pocos demuestran que fueron también manipuladas, precisamente para demostrar la existencia de Juan Diego, y hasta se vuelven repetitivas y monótonas), nos dan esta imagen en otra página de la internet, donde encontré este resumen de las actividades que la tradición devocional, más que una investigación real, atribuye a Juan Diego, trabajó con su esposa María Lucía confeccionando sombreros, canastas y petates. Con su tío Bernardino cultivó el maíz y el fríjol; hizo jarros, cazuelas y comales. Y, bueno, ya estamos al tanto de las noticias: se ha encontrado la casa de Juan Diego en Cuautitlán, antes que en Ecatepec, pues de 500 años se conservan unos restos de adobe, por lo que según parece, era muy grande, con patio central y toda la cosa. Así le dejemos. Regresemos a la terminación Tzin del nombre supuesto o fue alusión a una dignidad perdida por efecto de la conquista, o si Chichimeca nunca la llevó. En ese tiempo se entendía, por la influencia de los Azteca, a los Chichimecas como los bárbaros del desierto al norte de los territorios de la Gran Cultura Náhuatl. Por la otra parte, si fue un Azteca o un hombre ligado a ellos como lo estaban todos los de Cuautitlán, seguramente el Tzin significaba ciertamente una dignidad, y si esta dignidad estaba ligada a una acción comparable a la de un águila, que, en resumidas cuentas, no podría ser otra en esa cultura que la de la guerra, como vimos antes. Lo diré de esta manera: si existió ese Cuauhtlatoatzin, a quien quieren llamar Juan Diego, en 1521 tendría sobre 40 años, y habría tomado parte en la guerra en defensa de Tenochtitlan o de los territorios alrededor y cercanos al lago; por lo tanto, habría sido un guerrero durante unos veinte años, que, entre otros, mató invasores cristianos. Otro ejemplo de manipuleo ante nuestros ojos es éste: el Nican Mopohua tres veces define a Juan Diego como Macehualtzintile, palabra que Miguel León Portilla traduce como hombrecillo; y dos veces dos veces se le adjetiva como Tlacaltzintili , con igual traducción y sentido. Sin embargo José Luis Guerrero y sus compañeros traducen en una parte indito, y en otra un indito, un pobre hombre del pueblo. Dos observaciones, nada más dos: una, jamás un escritor nahuatl sobre 1550, y menos alguien tan excelente como el Valeriano (suponiendo que fuera el autor), se trataría a sí mismo ni a sus hermanos con la palabra y el sentido de indio; y dos, evidentemente esa pésima traducción es resultado de la tendencia del indigenismo actual de la Iglesia Católica Mexicana. Abundemos: Este texto del Nican Mopohua desmiente solito todo el manipuleo por querer hacer de Juan Diego, posiblemente histórico, un hombre de sangre noble, ¡descendiente de Netzahualcóyotl nada menos! El propio hombrecillo le dice a la Señora: Por esto mucho te ruego, señora mía, noble señora, mi muchachita, que a alguno de los precisos nobles, los conocidos, reverenciados, honrados, así les encargues..., y luego: en verdad no es lugar donde yo ando, no es lugar donde yo me detengo, allá donde tu me envías. Es una opinión sobre las opiniones, tan válida o no como cualquiera otra, basada

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en las mismas evidencias y en las mismas tradiciones. Y en esto, es claro que cada quien decide según su parecer. Y finalmente el aspecto de la santidad de Juan Diego, sobre el cual se expresan juicios que para algunos resultan irreverentes y para no pocos simplemente objetivos. Mi parecer es el siguiente: Desde el punto de vista del mito, qué bueno que la Iglesia Católica canonice a Juan Diego, pues de esta manera contribuirá definitivamente a su consolidación como símbolo de la mexicanidad, algo que tanto necesitamos ahora, como lo apuntamos más arriba. Si Juan Diego fue un personaje histórico y si fue un santo o no, es totalmente intrascendente para el mito. Desde este punto de vista claro que existió, ha existido y existe, y si lo quieren santo, mejor. Por eso, y sólo en este sentido, me parecen inútiles todas las discusiones sobre Juan Diego, dentro y fuera de la Iglesia Católica. Para esta iglesia con los datos que ahora posee ciertamente existió y fue un santo, qué bueno; si en el futuro, dentro uno o cien años se demuestra que no existió, la Iglesia Católica simplemente dirá que no existió, como lo hizo a fines de la década de los 60s del siglo pasado, cuando descontinuó a cientos de santos cuya existencia no estaba probada. Por cierto, y a manera de buen ejemplo, entre los desaparecidos en ese movimiento tipo iconoclasta estuvieron oficialmente San Jorge, San Cristóbal y San Sebastián, y no obstante se siguen celebrando misas, vendido estampitas y estatuillas de los tres, continúan prendiéndoles veladoras, prosiguen pidiéndoles milagros contra los alacranes a San Jorge Bendito, o protección los choferes y los aviadores a San Cristóbal, y ellos no paran de hacerlos, así que ¿cuál problema con la santidad de Juan Diego, o de su existencia histórica? 19.- Cuestiones de Fe. Queridos amigos y hermanos todos, ¿no son acaso todos estos conocimientos, estas consideraciones y posturas, cuestiones de fe? Sabiendo que las apariciones Guadalupanas no son dogma, se aferran a su creencia y a sus sentimientos cierto tipo de Católicos; de la misma manera es la fe que le prestan a la ciencia y la razón de los investigadores, quienes no aceptan como milagrosas las apariciones, y así prueban su postura; de la misma manera que quienes reivindicamos a Tonantzin Guadalupe como continuidad de Coatlicue, tenemos nuestras propias razones de ciencia y artes para saberlo, y en esas razones y artes tenemos fe fundada y probada. ¿Entonces...? Sólo es cierto el mito de origen, que nos identifica como mexicanos, que nos da unidad, fortaleza para sobrevivir a las invasiones del extranjero, seguridad para el futuro. Y esto es también una cuestión de fe. Para quienes me entiendan, para quienes me quieran entender, y con una disculpa para quienes me juzguen necio, agregaré que es precisamente esa fe, manifestada de diversas maneras y por diferentes causas, la que nos hace vivir y

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nos ayuda a encontrar un sentido a la vida. El Dios común, Padre todopoderoso y Madre creadora, al otorgarnos el precioso don de la libertad, que hasta Él respeta absolutamente, nos ha dotado de las mismas características humanas para ejercer esa libertad. ¿De dónde sacamos algunos de nosotros el erigirnos jueces de nuestros hermanos y andarlos condenando porque no aceptan nuestra fe...? Respeto, Tolerancia, y sobre todo Amor en la intención y Belleza en la acción es lo que debemos buscar todos para nosotros mismos y para nuestras relaciones con los demás. Para mí, y para quienes han sido mis maestros y para quienes han sido las mujeres guías en esta forma de fe en la Tonantzin Guadalupe, con la seguridad de que así es, y así se manifiestan e interpretamos en los últimos tiempos las fuerzas de la naturaleza en el planeta, no hay dudas, y así nos funciona muy bien, desde la imagen misma y los glifos de su mensaje real, desde el testimonio mismo de Sahagún, desde la cultura de Cuicuilco y más atrás.. De la misma manera que les funciona a los aparicionistas con su Juan Diego, y les funciona para sus intenciones a quienes no comulgan con una ni con otra propuesta. Y así, excepto para andarnos matando unos con otros de cualquier modo, cada quien lo suyo y Dios Padre Madre Misericordioso sea con todos. Y gracias a Nana Tonantzin Guadalupe, nuestro mito de origen y símbolo de nuestra nacionalidad y uno de los más importantes centros de la unidad del pueblo mexicano. 20.- CONCLUSIONES · El Guadalupanismo es un fenómeno cultural del pueblo mexicano; forma parte de los mitos de nuestros orígenes como nacionalidad. · El mito Guadalupano tiene cuatro componentes esenciales: 1. la Guadalupana, que antiguamente se llamó Tonantzin; 2. la imagen impresa que la representa, milagrosa o no; 3. el pueblo Guadalupano, y 4. el mensajero, en este caso llamado Juan Diego. · Al Guadalupanismo como mito no le importan los hechos ni los personajes históricos, sino su realidad en sí mismo. · Tonantzin Guadalupe es en realidad una fuerza, una energía como hay otras en el planeta, capaz de manifestarse, y de hecho se manifiesta de las dos formas que la hemos conocido: Coatlicue Tonantzin y Tonantzin Guadalupe. · Los mexicanos le damos categoría y tratamiento equivalente al de una diosa. · El mito Guadalupano, y el lienzo que lo representa, son propiedad del pueblo mexicano, no de la Iglesia Católica ni de ningún gobierno o poder alguno.

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· La imagen ha sufrido modificaciones que alteran su significado original, por lo que es importante restituirle su originalidad y conocer ya sin reservas los elementos pictográficos que la componen, a fin de rescatarla para su verdadero dueño, el pueblo de México. Muchas gracias por su atención, y estoy a sus órdenes. BIBLIOGRAFÍA Album del 450 Aniversario de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, Ediciones Buena Nueva, México 1981 Benítez, J: J: El Misterio de la Virgen de Guadalupe, Planeta, México 1988 Brading David A. La Virgen de Guadalupe, Imagen y Tradición, Taurus, México 2002 Díaz del Castillo, Bernal: Historia Verdadera.... Ed. Porrúa. México 1967 González F. Fidel, Chávez S. Eduardo y Guerrero R. José Luis, El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego, Porrúa, México 2000 Guerrero José Luis, Flor y Canto del Nacimiento de México, Ed. Fernando Fernández, México 1980 Gutiérrez Casillas, José; Historia de la Iglesia en México. Porrúa, México 1984 Keen Benjamín: La Imagen Azteca; FCE, 1984 León-Portilla Miguel, Tonantzin Guadalupe (Pensamiento náhuatl y mensaje cristiano en el Nican Mopohua), FCE, México 2002 León-Portilla Miguel, La Filosofía Náhuatl, estudiada en sus fuentes; UNAM, México 1966 Noguez Xavier, Documentos Guadalupanos (Un estudio sobre las fuentes de información tempranas en torno a las mariofanías en el Tepeyac), FCE, México 2001 Robert Ricard, La Conquista Espiritual de México, FCE, México 2001 Robles Martha, Mujeres, Mitos y Diosas. CONACULTA, México 1997 Séjourné Laurette, El Universo de Quetzalcóatl; FCE, México 1993 Soustelle Jacques, La Vida Cotidiana de los Aztecas, FCE, México 1997 REVISTAS Y FOLLETOS Hernández Illescas, J. Homero Dr., La Virgen de Guadalupe y la Proporción Dorada. Centro de Estudios Guadalupanos, México 1999 Virgen de Guadalupe, La; Juan Sosa E., Ediciones Paulinas, México 2000 Virgen de Guadalupe, Guía México Desconocido, México 2001 Nexos 291, Marzo 2002. Artículos La Cruzada por Juan Diego Rojas Sánchez, Mario; Traducción del Nican Mopohua, Ed. Del autor, sin pie de imprenta. Y diversos artículos periodísticos de los Diarios El Universal, La Voz de Michoacán, y Reforma, y de las Revistas Milenio, Proceso, Siempre! PÁGINAS WEB http://www.proyectoguadalupe.com/ http://www.guadalupe.com.mx/es/guadalupe.html http://www.juandiego.org.mx/index.html

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http://www.netfactor.com/ http://pp.terra.com.mx/~msalazar/3.html El Beato Juan Diego, Coordinador.- Mons. Enrique R. Salazar http://members.tripod.com/~hispanidad/hechos10.htm http://www.corazones.org/santos/juan_diego_historicidad.htm http://www.esmas.com/virgendeguadalupe/ http://www.diomedes.com/guadalupe-p.htm; es uno de los muchos sitios de Guadalupe en España, que vale la pena visitar. Y otras muchas que mencionan temas relacionados con el nuestro; las que se citan son por haberlas considerado representativas.