la gallardía

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LA GALLARDÍA Por: Iván Allonca Escasamente se habla de ella como cualidad de una persona, tal vez por preferir referirse a otras que se estiman de mayor significación o bien, porque al reconocerla en otra persona, aceptamos que hay unas más audaces o con mayor arrojo para desempeñarse en la vida de relaciones. Dedico esta entrega a la exaltación de la gallardía por considerarla indispensable para el éxito en el plano personal, profesional y societario. Pues, a unos mientras la cobardía y el pánico le impiden reaccionar frente a la adversidad. En otros, aflora la valentía y sagacidad para vencerla. Es de esperar tales características en la persona del triunfador, mas no así en aquélla que no escapa de lo ordinario. El emprendedor no teme al fracaso de antemano, porque consciente está que aprenderá tanto de la victoria como de la posible derrota. En cambio, aquélla que le teme jamás disfrutará de la primera y diferenciará entre una y otra, siendo sus escasas ejecutorias un testigo fiel de su cobardía. Sabio aquel proverbio ruso que dice: “caerse está permitido, levantarse es una obligación”. Entonces, no temas en caer ni levantarte cuando ambas penden de la gallardía con que determinas una misión o empresa. Reflexión: Sirva la gallardía para determinar nuestro espíritu y la prudencia para condicionarlo siempre.

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Page 1: La gallardía

LA GALLARDÍA

Por: Iván Allonca

Escasamente se habla de ella como cualidad de una persona, tal vez por preferir referirse a otras que se estiman de mayor significación o bien, porque al reconocerla en otra persona, aceptamos que hay unas más audaces o con mayor arrojo para desempeñarse en la vida de relaciones.

Dedico esta entrega a la exaltación de la gallardía por considerarla indispensable para el éxito en el plano personal, profesional y societario. Pues, a unos mientras la cobardía y el pánico le impiden reaccionar frente a la adversidad. En otros, aflora la valentía y sagacidad para vencerla.

Es de esperar tales características en la persona del triunfador, mas no así en aquélla que no escapa de lo ordinario. El emprendedor no teme al fracaso de antemano, porque consciente está que aprenderá tanto de la victoria como de la posible derrota. En cambio, aquélla que le teme jamás disfrutará de la primera y diferenciará entre una y otra, siendo sus escasas ejecutorias un testigo fiel de su cobardía.

Sabio aquel proverbio ruso que dice: “caerse está permitido, levantarse es una obligación”. Entonces, no temas en caer ni levantarte cuando ambas penden de la gallardía con que determinas una misión o empresa.

Reflexión: Sirva la gallardía para determinar nuestro espíritu y la prudencia para condicionarlo siempre.