la función terapéutica de la interpretación

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La función terapéutica de la interpretación El valor “curativo” del teatro se remonta a la antigua Grecia en la que tanto filósofos como médicos hacían referencia a la catarsis o “purificación del alma” que tenía lugar al asistir a las representaciones, especialmente dramáticas. Por otro lado, desde la antropología se afirma, que tanto la representación como la contemplación de representaciones (parte fundamental de numerosos ritos) ha tenido una función terapéutica constatable en todas las épocas y culturas. De manera más científica y circunscrita al ámbito de la psiquiatría y psicología, encontramos que los primeros estudios científicos que demuestran la eficacia del teatro en el tratamiento psicológico de niños, procede de 1908, fecha en la que el doctor Jacob comienza a aplicar la terapia “Drama creativo” con niños vieneses. Años después, tras haber sido demostrada la eficacia de esta estrategia, surge la corriente denominada “psicodrama” cuyos inicios datan de 1921 con el “teatro de la espontaneidad” desarrollado por J.L Moreno. Desde entonces, diversos estudios psicológicos han evidenciado las múltiples posibilidades de la interpretación, no solo para tratar patologías, sino también para prevenirlas así como para favorecer el desarrollo óptimo de las capacidades cognitivas y emocionales del niño. Vigotsky (1978) hablaba del juego y más concretamente del juego simbólico mediante la interpretación como el máximo exponente de lo que él denomino “zona de desarrollo próximo”, es decir, la zona que permite la adquisición de procesos psicológicos

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Page 1: La Función Terapéutica de La Interpretación

La función terapéutica de la interpretaciónEl valor “curativo” del teatro se remonta a la antigua Grecia en la que tanto filósofos como médicos hacían referencia a la catarsis o “purificación del alma” que tenía lugar al asistir a las representaciones, especialmente dramáticas.

Por otro lado, desde la antropología se afirma, que tanto la representación como la contemplación de representaciones (parte fundamental de numerosos ritos) ha tenido una función terapéutica constatable en todas las épocas y culturas.

De manera más científica y circunscrita al ámbito de la psiquiatría y psicología, encontramos que los primeros estudios científicos que demuestran la eficacia del teatro en el tratamiento psicológico de niños, procede de 1908, fecha en la que el doctor Jacob comienza a aplicar la terapia “Drama creativo” con niños vieneses.

Años después, tras haber sido demostrada la eficacia de esta estrategia, surge la corriente denominada “psicodrama” cuyos inicios datan de 1921 con el “teatro de la espontaneidad” desarrollado por J.L Moreno.

Desde entonces, diversos estudios psicológicos han evidenciado las múltiples posibilidades de la interpretación, no solo para tratar patologías, sino también para prevenirlas así como para favorecer el desarrollo óptimo de las capacidades cognitivas y emocionales del niño. Vigotsky (1978) hablaba del juego y más concretamente del juego simbólico mediante la interpretación como el máximo exponente de lo que él denomino “zona de desarrollo próximo”, es decir, la zona que permite la adquisición de procesos psicológicos superiores y facilita el aprendizaje avanzado de manera natural.

Del mismo modo el psicólogo del desarrollo Vandenplas- Holper (1982) posicionó el juego dramático y la interpretación en un lugar primordial entre todas las estrategias educativas, ya que mediante ese tipo de juegos el niño se encuentra seguro para expresarse con total libertad, para crear y experimentar (ya que es una situación ficticia), así mismo se encuentra al límite máximo de sus posibilidades, sin la inhibición de las normas sociales. Afirma su autocontrol y

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desarrolla estrategias para conseguir metas que se generalizarán con facilidad, ya que están de acuerdo con sus posibilidades y con su propio mundo interior.

En 1986 el psicólogo clínico infantil Mendez, evidencia la efectividad de su estrategia terapéutica para diversas fobias, las denominadas “escenificaciones emotivas”, en las cuales el niño interpreta el papel del héroe que no teme al objeto de la fobia a tratar (se ha utilizado especialmente para el miedo a la oscuridad).

Ante todos estos datos, la investigación científica actual se está dedicando cada vez más al estudio del valor terapéutico del teatro y las terapias actuales intentan incorporarlo como parte coadyuvante en diferentes trastornos. Por ejemplo el estudio de Díaz-sibaja y cols. (2007) demostró que un programa basado en talleres de interpretación “vive el teatro” resultó eficaz para mejorar clínica y estadísticamente la ansiedad social, autoestima y habilidades sociales de un grupo de niños con diversos trastornos psicológicos.

No obstante, pese a su demostrada eficacia, el problema al que se enfrentan los terapeutas e investigadores es la dificultad de encontrar, crear e impartir talleres teatrales. En nuestro estudio, esta dificultad se vio solventada gracias a la existencia del proyecto educativo que Algarabía Teatro viene desarrollando en Puertollano desde hace más de veinte años. En dicho proyecto se ofrecen clases para niños de todas las edades. Existen talleres para la mayoría de colegios de Puertollano, así como talleres especiales a los que pueden asistir niños y adolescentes de distintos centros educativos.

A lo largo del curso se realizan distintas actividades lúdicas teatrales y posteriormente dichas actividades se alternan con el ensayo de la obra que será representada. Todo ello supone un entorno ideal para el desarrollo emocional y las relaciones sociales, ya que se trata de una actividad cooperativa, exenta de competitividad, puesto que el resultado final de la obra depende de todos por igual. En este sentido, cabe señalar que la posible competitividad por tener un papel protagonista no existe en estos talleres, ya que las obras son escritas por los profesores, ciñéndose al número y características de los niños y en colaboración con ellos, por lo que los papeles están muy igualados y adaptados a lo que cada niño prefiere. La existencia de este proyecto facilitó el trabajo de

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investigación llevado a cabo en el curso escolar 2009/2010 con los niños de diferentes colegios que asistían por primera vez a talleres teatrales consolidados.

El objetivo de nuestro estudio fue determinar los beneficios de la participación en el teatro, sobre aspectos sociales de niños y adolescentes. Así como detectar posibles casos de fobia social y comprobar la mejoría al finalizar el taller teatral.

MÉTODOEn nuestro estudio participaron 57 niños con edades comprendidas entre los 7 y 12 años y 21 adolescentes con edades comprendidas entre 12 y 18 años. Todos ellos fueron niños que se apuntaban por primera vez a los talleres y participaron en el trabajo de investigación con el consentimiento de los padres, tras haber sido informados.

Para ambos grupos el diseño metodológico fue un pre-post. Es decir, se evaluó a los niños al comienzo del taller en las siguientes áreas: ansiedad generalizada, ansiedad social y habilidades sociales. La misma evaluación se llevó a cabo al finalizar el taller, tras la representación de la obra en el Auditorio municipal de Puertollano.Para la evaluación del grupo infantil se utilizaron las siguientes escalas:

Escala de Ansiedad Social para Niños-Revisada (Social Anxiety Scale for Children-Revised) de La Greca y Stone (1993).

Escala de Ansiedad Manifiesta en Niños-Revisada (Children´s Manifest Anxiety Scale-Revised) de Reynolds y Richmond (1978).

Así mismo, en los casos en los que las escalas evidenciaron mayores niveles de ansiedad se tomó en cuenta el informe verbal de los padres.

En la evaluación de los adolescentes se utilizaron las escalas:

Escala de Ansiedad Social para Adolescentes. (SAS-A); La Greca y López, 1998

Escala de Ansiedad Manifiesta en Niños-Revisada (Children´s Manifest Anxiety Scale-Revised)

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  Así como el propio informe verbal.

PROCEDIMIENTOTras haber sido evaluados la primera semana del curso teatral, los talleres comenzaron de manera habitual. Las actividades que se llevaron a cabo a lo largo del curso se resumen de la siguiente manera:

Juegos iniciales para facilitar el conocimiento entre los alumnos y fomentar la desinhibición.

Ejercicios de expresión corporal. Técnicas de vocalización y control de la voz. Lecturas interpretadas de textos. Ejercicios de desarrollo emocional: análisis de las diferentes

emociones, su función, manera de expresarlas y de entenderlas en el otro (empatía)

Ejercicios de improvisación en los que se plantean diferentes situaciones que los niños deben resolver.

Análisis de las improvisaciones y lluvia de ideas poniéndose en el lugar del otro.

Creación de la obra (la obra es escrita por los profesores, adaptándola al grupo y contando con la opinión e ideas de los niños, por lo que podríamos calificarla como un trabajo conjunto profesor-alumnos)

Ensayos y montaje de la obra Representación de la obra con doble función, de mañana para la

asistencia de los colegios y de tarde para la asistencia de familiares.Una vez finalizada la representación se volvió a evaluar a los niños y adolescentes, dando por terminado este estudio inicial.

RESULTADOSCon respecto a la evaluación inicial, los datos de las escalas evidenciaron la existencia de bajos niveles de ansiedad generalizada y de ansiedad social, no obstante sí se determinó un pequeño grupo de niños en concreto 5 niños y 13 niñas cuyas puntuaciones, sin llegar a denotar patología, sí podrían ser definidas como “alta ansiedad social” y ser considerados población de riesgo, por poseer

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una mayor vulnerabilidad a desarrollar una fobia social. Así mismo se constató la existencia de un único caso con puntuaciones clínicas.

En el grupo de adolescentes tampoco se constató la existencia de altos niveles de ansiedad en general, pero al igual que en caso anterior, sí se pudo establecer un grupo con puntuaciones algo más elevadas “alta ansiedad social” o población de riesgo. En concreto 6 chicas. Cabe señalar que en este estudio con jóvenes, participaron dos adolescentes que padecían fobia social diagnosticada con anterioridad y que comenzaron la actividad por recomendación, en un caso de un médico de cabecera y en el otro de un psicoterapeuta. Sus niveles de ansiedad social volvieron a ser evaluados para el estudio, corroborando la existencia de este problema, por lo que además de las 6 chicas en grupo de riesgo, teníamos 2 personas con puntuación para fobia social.

A la hora de exponer los resultados de la evaluación posterior al taller, es preciso señalar que la muestra disminuyó, ya que hubo abandonos por parte de algunos niños. En el grupo infantil, dos niños y una niña del grupo de “baja ansiedad social” dejaron de asistir al taller, y dos de los niños pertenecientes al grupo de riesgo también lo abandonaron, por lo que no contamos con sus datos posteriores.

Respecto al sector de adolescentes 5 abandonaron el taller, una de ellas del grupo de “alta ansiedad social”.

Los cuestionarios y escalas contestados al finalizar el curso y tras la representación de la obra en la muestra de teatro, evidenciaron lo siguiente:

En el grupo infantil, de los 16 niños que formaban parte del grupo de riesgo 15 bajaron sus puntuaciones de ansiedad social, presentando puntuaciones similares al del resto de niños. Con respecto al único caso con niveles patológicos, se evidenció una mejoría significativa, ya que los resultados de la evaluación posterior indicaban niveles normales de ansiedad social. Así mismo, el informe verbal de los padres, constataba un cambio observable en las siguientes áreas: menor timidez (con adultos fundamentalmente, pero también con iguales) y mayor expresividad.

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Respecto al grupo de adolescentes, de las 5 que quedaron con “alta ansiedad social” todas evidenciaron niveles normales en la evaluación post.

Las dos chicas diagnosticadas con fobia social, siguieron presentando puntuaciones altas en ansiedad social y generalizada, pero no llegaban a ser niveles patológicos. Así mismo, ambas afirmaban en el informe verbal, que si bien seguían poniéndose nerviosas en las exposiciones en clase, eran capaces de hacerlas (cosa que con anterioridad no podían), igualmente explicaron que había mejorado su capacidad para relacionarse con iguales. Es preciso aclarar que seguían presentando algunos síntomas de ansiedad social.

A estos datos podríamos añadir la información que algunos padres y profesores nos proporcionaban, con respecto a mejorías en diferentes ámbitos como la expresión verbal, la atención y la memoria. No obstante esa información no pertenece al objeto principal del estudio ni fue constatada científicamente, pero si debe ser considerada para futuras investigaciones.

CONCLUSIÓNEn la presente investigación se pretendió determinar hasta qué punto la asistencia continuada a talleres de teatro y la posterior representación de una obra teatral, podrían ayudar a mejorar niveles elevados de timidez y ansiedad social en niños. Los resultados evidencian una mejoría desde el comienzo de los talleres hasta la finalización.

Ciertamente nos encontramos ante una muestra no clínica, lo cual podría restar relevancia al estudio. Sin embargo es preciso señalar que es un buen comienzo para demostrar los beneficios como factor preventivo, así como su utilidad, no solamente terapéutica sino también facilitadora del desarrollo social y emocional. Por otro lado, la ausencia de muestra clínica relevante es debida a que los talleres son voluntarios, por lo que obviamente los niños con fobia social severa rechazarán de entrada participar en el teatro. Por este motivo, los resultados del presente estudio puede servir como motivación para todos aquellos niños y adolescentes que quieran superar la timidez o la fobia social.

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Como podemos comprobar, en el caso del taller adolescente, las dos únicas chicas con patología no vinieron voluntariamente, ya que fue por prescripción facultativa, sin embargo la experiencia y los posteriores resultados fueron satisfactorios para ambas. De lo cual se desprende la importancia de animar a nuestros hijos o alumnos (especialmente a aquellos cuya timidez represente un factor de riesgo) para involucrarse en actividades sociales, especialmente cooperativas y no competitivas como es el teatro.

Las posibilidades de desarrollo que ofrece el teatro han sido ampliamente constatadas, como se desprende de la revisión bibliográfica y este estudio inicial en el seno de la labor educativa de “Algarabia Teatro” abre puertas a futuras investigaciones, tales como seguir indagando en el área de la ansiedad social e inteligencia emocional, así como en otros aspectos del desarrollo cognitivo como la capacidad para dirigir la conducta a metas concretas, la atención y memoria.