la funciÓn del arte

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La función del Arte. Necesidad (Valentin Agrela, Juan Ramón Fernández "El puñal" y Eva Santos)

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VALENTÍN AGRELAJUAN RAMON FERNÁNDEZ “PUÑAL” EVA SANTOS

La función del arte.Necesidad

eXPosición

COMISARIOM. Isabel Moreno Montoro

COORDINACIÓN TÉCNICAManuel Correa VilchesJuan Carlos Cárdenas LópezVicenta Garrido Carrasco

ARTISTASValentín AgrelaJuan Ramón Fernández “Puñal”Eva Santos

TRANSPORTEJfi lls

MONTAJEEquipo de mantenimiento de la Universidad de Jaén

FOTOGRAFÍALos autores

SEGUROSMapfre

catÁlogo

TEXTOSManuel Parras RosaM. Isabel Moreno MontoroEva Santos Sánchez-GuzmánSebastián Muñoz de la Nava David MartínezAna Tirado de la Chica

IMPRESIÓNGráfi cas La Paz de Torredonjimeno, S. L.

DISEÑO

ISBN: 978-84-8439-570-6Depósito Legal: J-80-2011

Vicerrectorado de Extensión UniversitariaSecretariado de Actividades Culturales

La función del arte.NecesidadVALENTÍN AGRELAJUAN RAMON FERNÁNDEZ “PUÑAL” EVA SANTOS

del 27 de enero al 10 de marzo de 2011Sala de Exposiciones Zabaleta, Campus de Las Lagunillas, Universidad de Jaén

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A lo largo de las últimas exposiciones estamos ofreciendo proyectos colectivos. Presentar propuestas individuales de artistas proporciona una visión total de la obra de los autores muy completa y al mismo tiempo es una forma de revalorizar el trabajo de los creadores. Pero las exposiciones colectivas dan al público la oportunidad de establecer relaciones y contrastes entre las diferentes maneras de abordar el arte en nuestros días.

Fundamentalmente es esta la intención que albergamos a la hora de reunir conceptos y métodos de trabajar tan versátiles como los que nos traen Valentín Agrela, Eva Santos y Juan Ramón F. Puñal.

La riqueza que supone contar con propuestas tan diferentes y a la par tan complementarias, hace de La función del arte. Necesidad, un completo documento para entender el arte de nuestros días.

Esta exposición es también, y como tantas otras veces, el espacio oportuno para apreciar el valor de los artistas jiennenses. En este caso Puñal y Valentín Agrela. Pero también nos da pie para mantenernos al día de lo que se hace fuera, como es el caso de la artista Eva Santos, madrileña que en la actualidad es profesora en la Facultad de Bellas Artes de Murcia.

Como viene siendo habitual, esperamos que esta exposición sea de vuestro interés y que la disfrutéis.

Manuel Parras RosaRector de la Universidad de Jaén

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la función del arte. necesidad

Tenemos ante nosotros cuatro aportaciones a la reflexión sobre la función del arte. Como siempre, no pretendemos dar la solución a nuestros planteamientos. Lo que nos gusta es ir echando leña para que el fuego no cese.

Es de suma importancia para nuestros objetivos contribuir a que la capacidad reflexiva y crítica de las personas crezca, es por esto que las aportaciones de los artistas se proponen como fundamentos a partir de los cuáles podemos alimentar nuestro pensamiento.

La función del arte es, al fin y al cabo, la pregunta. Todas aquellas personas que de una manera u otra desarrollamos nuestro trabajo, nuestra vida, en torno al mundo del arte, tenemos un sentido de necesidad sobre el mismo. En principio porque nuestro sustento suele depender de él de una manera más directa en ocasiones y más derivada en otras. Artistas, docentes, antropólogos, historiadores…

Pero en segundas, porque el merodeo del arte nos ha dado la comprensión del sentido que esta actividad tiene en el devenir humano. La función del arte se entiende para todos nosotros de una manera múltiple, o con una ramificación de aspectos muy diversos, que irían desde el amplio abanico que abre para la discusión y la revuelta del pensamiento de la población con temas polémicos, hasta la satisfacción de la parte más contemplativa, y muy imprescindible para la supervivencia, del ser humano.

Y es que en esta palabra, supervivencia, hemos encontrado el resumen de la función del arte.

Las aportaciones para fundamentar nuestra reflexión sobre la función del arte nos las traen el escritor Sebastián Muñoz de la Nava, y los artistas Eva Santos, Valentín Agrela y Juan Ramón Fernández Puñal. ¿Por qué esa actividad despreciada como gratuita, o innecesaria, en la educación se nos revela como una acción que convierte a nuestra especie en humana? ¿Por qué todo arte es terapéutico y salvador?

Sebastián, desde su perspectiva literaria, reflexiona sobre la creación y la supervivencia en Nadie, nada, nunca, en ningún lugar, y a partir de su ensayo podemos comprender la necesaria vivencia estética de trabajos como los de Valentín, la reconstrucción identitaria del proyecto de Eva Santos o la provocación a la movilización para evitar la muerte del pensamiento que nos hace Juan Ramón F. Puñal.

M. Isabel Moreno MontoroComisaria de la exposición

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nadie, nada, nunca, en ningún lugar.

Creación y supervivencia. Este es el lema bajo el que nos reunimos aquí. Y no deja de resultar chocante la conjunción de esas dos palabras, la una haciendo referencia al llegar las cosas y las criaturas a la existencia y, sin solución de continuidad, la otra al esfuerzo por conservarla, como si con la misma inmediatez reuniésemos nacimiento y muerte, de modo que la vida que debiera desplegarse entre ambos extremos quedase reducida a la pugna por posponer su final.

Pero no nos resultará tan extraña la unión de esos términos si pensamos que, por una de sus acepciones, aquel primero se refiere a la actividad artística y, según los antropólogos, sería precisamente la ansiedad por la amenaza del fin lo que estaría en el origen del arte, surgido como un mecanismo de preservación, para reunir al grupo en torno a una emoción común. Entendimiento semejante al que ya había hecho por su parte el filósofo Nietzsche, al decir que el ser humano se eleva sobre sí y su circunstancia mediante la ficción y la metáfora, por las que recrea el mundo según su necesidad y su deseo.

Ahora bien, mi interpretación de esa divisa ha sido la de que nos referiríamos con ella a la coincidencia- pero no casual- del hecho de la dedicación a alguna actividad creativa, en ese sentido de poética o artística, y los aprietos existenciales que quienes se ven llamados a ellas suelen afrontar. Dedicarse al arte, parece querer decirse, es un modo bastante directo de abocarse a esas

tribulaciones. Ser artista es vivir difícilmente- ¿o difícilmente es vivir?- y es, por tanto, sobrevivir. Una idea que tampoco le ha de parecer tan rara a cualquiera que se encuentre afecto de una de esas vocaciones.

Pues para empezar hemos de decir que se trata de eso, de una vocación y, en ese sentido, de un destino, una fatalidad y, como tal, insoslayable, de modo que así como en su origen no tenemos posibilidad de intervención, tampoco está en nuestras manos revocarla ni graduarla o conducirla. Desde el instante en que recibimos la llamada, atenderla siempre es nuestra más perentoria necesidad. Aun a riesgo de perder… ¿el humor, la paciencia, los afectos, los bienes, el ánimo, la salud…? ¡Y la vida entera! Pero la vida ya apenas la tendremos desde que seamos reclamados, y dejar de acudir a esa cita nos valdría algo aún peor: preferible es la propia consunción satisfaciendo nuestro afán, que arrostrar una existencia inane roídos por los demonios de esa ansia.

Y ya se ve lo fácil que me resulta acordarme con tal sentido del emblema de esta convocatoria. Pues el caso es que, en efecto, no sólo no me extraña ver por fin juntas esas dos palabras, sino que me pregunto cómo es posible que hayamos tardado tanto en reunirlas, teniendo en cuenta que, como digo, se trata de un lugar que no es que algunos frecuentemos, sino en el que

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estamos puestos desde que entramos en él para seguramente ya no salir: el tópico de que dedicarse al arte es vivir apuradamente. O también podríamos decir que es un mal vivir, o un desvivirse. O incluso, simplemente, un no vivir.

Pero creo que va siendo necesario ya precisar todo esto. Así, en primer lugar, y todavía en cuanto a esa divisa, debo aclarar que la palabra creación me parece exagerada para referirse al artista, ¡como si hubiera alguna relación con lo que es propio de éste, y aquel divino hacer de la nada…! Aunque la actividad poética sí me parezca tener que ver con el venir las cosas a la realidad, o más bien con los procesos por los que esto acontece, y precisamente mediante el acondicionamiento de un vacío, para darles un sitio donde acceder- pero de todo esto hablaremos luego. Y, en segundo lugar, he de aclarar también que en cuanto al término supervivencia, no lo asumo tanto en su sentido económico como en el más amplio por el que entendemos que se sobrevive contra o pese a las circunstancias en general, y también respecto a alguien o algo: ser artista es sobrevivir primero a esa misma condición sobrevenida, y por lo tanto a uno mismo porque, tal y como hemos apuntado, ser artista es ya no vivir apenas- al menos en cuanto a lo que es comúnmente la vida-, o no vivir ya más… que eso a lo que se ha venido a dar, el arte, la creación.

Pues esto es lo que sucede con toda vocación y todo destino, que desde el momento en que recaen sobre uno lo apartan para su cumplimiento de casi toda otra suerte de acontecimientos. “Muere joven todo lo que los dioses aman…”, dice Pessoa al comienzo de la nota elegíaca a la muerte por suicidio de su joven amigo, también poeta, Mario de Sa-Carneiro, y abre el segundo párrafo de esta otra manera, no contradictoria, sino complementaria: “Pero no mueren jóvenes todos a los que los dioses aman…”, pues algunos, como él mismo, siguen viviendo sin tener ya

propiamente vida. Y es que si la vocación y el don son formas del amor de los dioses- sean lo que sean esos dioses y su amor-, resulta que se tienen a costa de la entrega absoluta a ellos y, por lo tanto, sin tener ya más vida propia.

Mi objetivo en esta conferencia es intentar una explicación de cómo le ocurre al artista esa separación de la vida. Y esto lo haré desde el punto de vista de la vocación que me ha tocado en suerte, que es la del escritor, aunque creo que mi reflexión es inmediatamente aplicable a la vicisitud de cualquier artista. Diré, pues, a modo de síntesis introductoria de lo que pretendo exponer, que el escritor- o el pintor, o el músico… - padece esa precariedad existencial de por lo menos cinco modos enumerables así: (primero) el escritor no es nadie, (segundo) que no hace propiamente nada, (tercero) para dar lugar a algo completamente inútil, (cuarto) a través de un proceso de enajenación y desarraigo (y quinto) por el que permanece siempre ignorado e ignorante de sí y de su obra. Vamos, pues, a desarrollar a partir de aquí estos extremos. ¡Y tan extremos- exclamará alguien-, como que lo pasmoso es que nadie pueda sobrellevarlos! Y de eso se trata, como hemos dicho, de que así apenas se puede más que subsistir, pero es que, para poder atender a las cosas en su venir al mundo y a lo real, hay que llegarse al borde, y disponerse al filo de lo existente, e incluso hay que asomarse afuera, y quedar pendiente entre el ser y el no ser.

Vamos entonces a ir viendo ese quinteto de términos. Y, en cuanto a ese primero de la existencia dudosa del escritor, empezaré diciendo que creo que puedo haberlo advertido ya en el momento de ser reclamado por esta vocación, que paradójicamente fue en el que de repente comprendí que había escritores, es decir personas de carne y hueso, que habían escrito lo que yo leía. Porque hasta entonces- hacia los quince o dieciséis años, y por tanto ya no

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tan niño, o tan pequeño, sino algo crecidito- había vivido con la convicción tácita de que los escritores pertenecían, si no al mismo universo de leyenda que las que bajo su rúbrica se nos presentan, a un reino intermedio entre ése y la realidad, pero más bien del lado de allá, en el ámbito del mito. Lo que ¿podía deberse a que aún no hubiera hecho la distinción neta y consciente entre autor y narrador y personajes…?, aunque lo cierto es que después de tantos años de ser lector y de escribir, por más que ahora sí distinga entre personajes y narrador, y entre ése y el escritor, e incluso entre éste y yo mismo, es decir entre quien en mí escribe y la persona que soy… es al llegar aquí, precisamente… cuando ese otro, el escritor, vuelve a desvanecerse ante mí, o en mí, para cruzar de nuevo al otro lado.

Así que me parece que, de todas formas, ese descubrimiento de que los escritores existen no tuvo un carácter tan razonable, sino que lo que debí de entender al hacerlo, que me maravilló, fue que se podía pasar de éste a aquel universo, o al menos a algún intervalo entre los dos. Y me pregunto si no será algo más o menos como esto lo que les suceda a todos los escritores y artistas, y si no será algo así lo que viene a reflejar Dante cuando, en el comienzo de la Comedia, se encuentra con su maestro y guía, Virgilio y, en aquel inicial interregno, con los otros poetas cuya emulación se propone mediante la composición de esa obra, de la que precisamente es autor, narrador y personaje- ¿además de quien vivió semejante aventura y ahora la relata? Escribir, ser escritor. Ni infierno ni purgatorio ni cielo… ni comedia ni tampoco la realidad misma… sino ese lugar de vaivén constante de un lado al otro… De modo que creo que para mí escribir ha sido siempre también la manera de intentar transportarme a ese mundo, a ser allí, con los demás escritores y artistas, otro entre ellos.

Por otra parte, creo que esa atribución mía infantil de los escritores a un universo mítico e impersonal, habitado sólo por presencias medio ficticias- lo que no excluye ni rebaja su realidad: lo leído alcanza un valor de certeza mayor que muchos acontecimientos y personas de nuestro entorno inmediato (y luego diremos algo al respecto)-, esa atribución del escritor a un mundo semilegendario no es trivial, o absurda, también por cuanto remite a ese primer aspecto esencial de su naturaleza, por el que el escritor o artista no es, para empezar, y casi por definición, nadie, ninguno. Claro que es necesario que haya alguien que escriba, es decir que surque los trazos precisos para la preservación de la palabra que es escribir- o de los sones mediante la notación en el pentagrama el músico, o de las imágenes con sus propias marcas de líneas y manchas el pintor…-, pero esa persona improbable no actúa más que de medio, medium, a través del cual accede la obra. Y claro que esa persona evanescente- aún más etérea y tenue al fin que la del otro lado, el escritor, el artista- deja en lo inscrito un rastro, que permite referir la obra a una época, a un lugar, e incluso a un individuo con sus rasgos y contingencias. Pero esa huella no es más que la caligráfica, por la que resta sólo un vestigio de lo idiosincrático, sin que más allá de eso esté allí la persona, como nunca lo estuvo, porque no debía estar, sino que antes se había retirado para que la obra, que no procedería de él más que de ese modo, pudiera llegar al mundo y a la realidad, hallando un espacio raso en que depositarse.

Podemos, pues, decir que lo primero que un autor ha de aprender, aunque resulte paradójico, es a retirarse, para ceder su lugar al escritor en él, y a la obra por venir a través de ambos. Lo cual constituye uno de los aprendizajes más costosos- nunca se lleva a cabo del todo-, por más que, en cuanto empieza a serlo, el escritor enseguida se da cuenta de la necesidad de su apartamiento, porque lo que escribe no sólo no está sujeto a

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su designio ni a su criterio, sino que él como persona concreta no hace más que estorbar su afluencia, y lo que ha de hacer es suspenderse para disponerse a la espera, para mantenerse atento a la expectativa de modo que, en cuanto el otro venga y por su dictado comience a llegar la obra, él esté preparado para recibirla y recogerla.

Habrá quien me tilde de mistificador, amén de anacrónico, por proponer esta explicación que no parece más que la reiteración del tópico de la inspiración y el vate. Pero si se contempla la idea de la producción de la obra mediante la voluntad y el empeño, pronto se cae en la cuenta de que no es ya que semejante propósito esté muy lejos de resultar fácil, sino de que tampoco parece que le sea más aplicable el calificativo de difícil, ni aun de arduo… sino que desde semejante punto de vista aquello enseguida se revela como sencillamente imposible, pues vemos ya que no deviene por la determinación y el esfuerzo, como un problema o un aprieto que por grandes que fuesen estuviera aún a nuestro abasto resolver o vencer con inteligencia y tesón. Es decir que no se trata de propósito ninguno, a cuya realización nuestras mejores cualidades aplicadas con la mayor tenacidad pudieran conducirnos.

Y lo cierto es que ningún escritor o artista puede dar cuenta cabal de la fuente de la que manó lo que fue consignando. Da igual que a ese oculto origen le demos el nombre de musas, inconsciente, o fondo irracional de la especie, sustrato o genio propio de una cultura, el caso es que no está en nuestras manos, sino en las suyas nosotros mientras como nos tomó nos quiera sostener y mover; pues en este sentido la vocación suele valer ya el don: tal como vino la primera vez a requerirnos, volverá a nosotros luego la voz, ahora para apuntarnos paso a paso la obra. Aquí el trabajo es necesario, pero sólo para estar preparados en

el momento en que se produzca esa afluencia. De ese modo la inspiración- sea lo que sea- nos encontrará bien dispuestos. Pero sólo si llega, y la estamos aguardando. Lo demás es silencio.

De todas formas diré que, sin pretender rehuir lo que de misterioso haya aquí, mi explicación de lo artístico se basa en la que entiendo que es la naturaleza misma de su proceso y su objeto, el obrar y la obra, de manera que, en cuanto al caso del escritor, si como dijimos escribir es preservar el habla, y mediante el habla lo que esencialmente hacemos es re-latar, es decir volver a llevar a la presencia lo habido u ocurrido, por la creación literaria lo traído es lo que ni hubo ni ocurrió, sino lo que viene a suceder por vez primera, y por lo tanto ese relato inscrito es la misma ocurrencia, el propio suceso. Como en el caso de la pintura diríamos que si la imagen es siempre de lo que no está aquí ahora, lo que re-trata- o re-trae- ésa a la que el pintor da lugar es lo que no estuvo hasta que así apareció, y en ese sentido esa imagen es lo presente mismo, o la propia presencia. De modo que, en esos casos- o en el de la música o el del arte que quisiéramos considerar-, cómo hubiera podido traer aquello el artista por sí mismo, de dónde lo habría podido tomar de sí, si ni para él fue ni estuvo hasta el momento en que llegó. Pues en todos ellos, ya sea en el relato o en el retrato o en el resonar, lo que ponemos es un hecho o una visión o un son originales, que en su transcurrir van realizándose, y haciendo así la realidad del mundo, y la nuestra. Pero insistiré en que no estoy hablando de creación en cuanto hecho de la nada, sino de lo ya existente pero aún no percibido, o sólo parcialmente, o sólo confusamente. Es decir, de dar a luz lo que no estaba aún bajo ella, y ahora es alumbrado.

Pero con esto ocurre otra cosa quizá aún más trascendental, y es que mediante este hacer artístico no sólo traemos algo a la presencia, sino que traemos el presentarse mismo, es decir que

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advertimos los procesos y procedimientos por los que las cosas vienen y se realizan, por los que la realidad adviene y se funda. En este doble sentido, esto es, el de un mundo más plenamente percibido, y del que apreciamos los modos de su realización, es en el que decimos que el escribir o hacer de cualquier arte es creador, originador. Ahora bien, para que ese pleno advenimiento tenga lugar, es necesario que, más allá de nuestra atención puesta en su acceso y nuestro cuidado en su acogimiento, nosotros- y todo esto vale lo mismo para el artista como para los espectadores, pues el autor no es sino el primero de éstos y, éstos, otros de aquél- no nos interfiramos.

Pues nosotros no podemos aprehendernos ni sabernos: ¿qué sabemos de nuestro gusto, qué gusto tiene nuestro paladar, a qué nos sabe nuestro sabor?, a nada, no nos saben a nada ni tienen gusto ninguno. Pero es por no sabernos, por ignorarnos, por lo que, al contraponernos a otra cosa, la sabemos a ella. El único sabor de cualquier cosa y nuestro que apreciamos es el sabor de lo extraño que saboreamos. Nuestro único saber, incluso de nosotros, es el saber de lo otro. Por eso no debemos interponernos, pues nuestro relato no sería del mundo ni podría traer nada a él, ocupados como estaríamos por nosotros mismos, y sin poder por tanto ir a ser ni dejar ser a otros, incluidos los otros que somos transformados y renovados por el fenómeno del arte. Ahora bien, por lo tanto, una vez éste ha tenido lugar en esta otra ocasión, lo que se evidencia es que, como autores y fruidores de la obra y su proceso, éramos en verdad su sujeto y su objeto a la vez. En la obra y por ella somos nosotros los que hacemos camino y venimos a ser.

Tenemos, pues, que el escritor o el artista en general no es, ni puede, ni debe…- ¿ni al fin tampoco quiere?, algo diremos de esto al final- ser nadie. Y tenemos a continuación que lo que hace,

su escribir o lo que sea propio de su arte, no es suyo, no lo hace propiamente él, salvo como mero medio de ese advenimiento a cuyo servicio se ha puesto en absoluto. Pero podría pensarse que así estaría viniendo a hacer de nuevo una propuesta subrepticia de la idea de inspiración, y del artista como iluminado, elegido por algún modo del espíritu para ser insuflado por él. Cuando lo cierto es que en absoluto quiero salir de la realidad del mundo como nos es dado según nuestra naturaleza, de manera que sólo admitiría esa idea siempre que se entendiera que no tengo en mente a espíritu alguno (esto es, en sentido trascendente o transmundano), sino sólo a la realidad, por lo que no contemplo más espíritu que el de lo real, ni otra inspiración que la suya.

Esto quedará quizás mejor explicado cuando ahora nos pongamos a la consideración del objeto a que el escritor o el artista dan lugar, pues hemos de ver enseguida que se trata de algo con unas cualidades y características especiales, que de momento podríamos mencionar sintetizadas en una, que es la de su impracticidad. En efecto, la obra que, a través de esa autoanulación, sin causarla él produce el artista, es absolutamente impráctica, completamente inútil (a no ser mediante aproximaciones bastardas, por las que es contemplada desde unas y otras perspectivas, históricas, morales, didácticas o meramente suntuarias, o decorativas… ajenas a ella, y que podrían aplicarse mejor a otros objetos, pero es sobre los artísticos sobre los que se ha proyectado ese prestigio espúreo, quizás para justificar la atracción que algo improductivo ejerce sobre la sociedad, cuyos miembros esperan siempre de sí comportamientos provechosos). La obra de arte no tiene utilidad ninguna precisamente porque, como hemos dicho, el hacer del escritor o del artista no es sino el dar lugar al advenimiento de lo real, atendiendo justamente su movimiento de acceso, de manera que lo que por la obra aparece y se muestra es esa dinámica de venida y llegada. Y resulta que

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lo real, que en este sentido se define por su ser único, por su carácter exclusivo y excepcional, no puede servir nunca a nadie para nada. Y menos cuando, como ocurre con la obra artística, por su carácter insiste en permanecer vigente, y activa, en proceso constante de originación y realización.

Esto parecerá en contradicción flagrante con la idea que por lo común se tiene de lo real como lo que por serlo sería precisamente lo útil, aquello de lo que podríamos servirnos. Y así es, la contradice, sencillamente porque esta idea común es del todo equivocada. De hecho ocurre que sólo en tanto desrealizamos las cosas, distrayendo su carácter particular que por ser reales tienen, podemos utilizarlas, es decir que sólo al restarles su peculiaridad y homogeneizarlas, desdoblándolas en sus aspectos menos propios y distintos, y multiplicándolas prácticamente iguales e inidentificables, podemos encontrar por donde tomarlas para hallarles aplicación y usarlas. De modo que si al contemplar algo, pongamos por ejemplo un vaso, nos detuviéramos en la percepción de su diferencia, como objeto singular e irrepetible, es decir plenamente real de su realidad propia, no encontraríamos cómo ni por donde echarle mano para llevárnoslo a la boca a saciar con él una sed equivocada, ni se nos pasaría seguramente por las mientes hacerlo… sino que le buscaríamos emplazamiento en algún lugar destacado, e incluso quizá lo iluminaríamos para que resaltasen esos aspectos irrepetibles suyos… como precisamente solemos hacer cuando nos encontramos con un objeto único del tipo que sea, para preservarlo en su especificidad, es decir en su realidad irreductible. Y si alguna vez nos viéramos tentados u obligados a servirnos de él, lo haríamos para recrearnos con él en la experiencia extraordinaria o, si no, con la impresión de estar cometiendo una falta, al negligir su idiosincrasia y degradar su especialidad, llevándolo al terreno común de otros objetos indiferentes o desatendidos. Es decir la sensación de

estar sustrayéndole realidad propia a favor de una igualación utilitaria, pero desbaratadora, irrealizante. Y por tanto la de estar profanándolo, quizá por la unión que se intuye entre lo único y lo animado, en el sentido álgido de lo dotado de alma o que es alma ello mismo, lo que podría valer para intentar comprender la afirmación de Aristóteles de que un poema- valga este término como sinónimo de obra- es un animal. Es decir que en tanto un poema, una obra, es una forma única, que por serlo lleva en sí su propia ley de conformación, el principio de su propio movimiento, en tal sentido es un ser vivo, animado, un alma…Y un alma es probablemente el paradigma de lo inservible, aquello que de inmediato obvia y deshecha quien pretende hacer uso de algo o de alguien.

El caso es que el hacer del escritor o del artista en general da lugar a algo cuya cualidad esencial es la de lo real en su sentido más neto y radical, que es su estar siempre en marcha, en trance de originación, como nosotros mismos en cuanto vamos por su camino. Y esto es así precisamente porque el nervio que se mantiene inaplacable en su entraña es, incluso más allá de lo real traído por él, el que lo que en esencia trae es ese mismo proceso, que nunca cesa en él mientras él mismo sigue, hasta el punto de que pasados los siglos y las generaciones- incluidas aquéllas que hayan intentado obtener provecho suyo- indefectiblemente sigue mostrándose vigente en esa dinámica. Es decir que continúa trayendo, ante cualquier observador dispuesto a tener su experiencia plena, el mundo al que su relato se refiere y vivifica una y otra vez. Lo cual, por cierto, es lo que hace que resulte indiferente el que lo así traído sea una ficción, pues al ser su proceso de advenimiento lo que aparece, lo venido cobra una cualidad de realidad que se sobrepone a la convencional y estatuida, incluso transformándola y renovándola. Es decir que al fin será esa ficción la que determine el nuevo modo de lo real,

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permaneciendo ella en su capacidad demiúrgica como tan o más real que los hechos históricos, mucho más improbablemente acaecidos (respecto de la guerra de Troya, o siquiera de esa ciudad, no podemos tener seguridad; de su sitio relatado en la obra de Homero cada lector tiene una certeza absoluta; e incluso es posible que alguna urbe excavada sea mañana Troya para nosotros, existiera ésta o no ayer).

Y, llegados a este punto, es decir, realizado ya el intento de aclaración de los tres primeros de los cinco extremos anunciados en la síntesis inicial, por los que decíamos que el escritor no es nadie, que no hace propiamente nada, dando lugar a algo completamente inútil, podríamos preguntarnos si será porque se tenga una noción intuitiva de lo expuesto por lo que suela contemplarse al artista con tanta extrañeza, como a quien sufre una desorientación, y hay que hacer por atraerlo al orden normal de las cosas; hasta que, escarmentados de la inutilidad del esfuerzo, pasan a observarlo con escepticismo y desdén, cuando no con alguna hostilidad, y hasta un franco rechazo… Pero lo cierto es que para que la reacción frente al artista vaya siendo ésa no es necesario que los demás lleguen a tener esa vislumbre. Porque lo que ocurre es que, desde que su vocación se manifiesta, todo eso que hemos descrito comienza a tener un reflejo concreto en la existencia de unos y otros, y en las relaciones entre ellos. Es decir que enseguida la extravagancia de esa persona se hace más que patente, casi ofensiva, por su dedicación ociosa pero obcecada a algo completamente improductivo, todo lo cual es lo que lo aliena del grupo, para quien pasa a ser en el mejor de los casos justamente un don nadie.

Y es que basta con ver que trabajar haciendo cosas provechosas es la descripción de quien está puesto de manera cabal en el mundo, pudiendo llegar a ser algo y hasta alguien para

los demás, para entender que lo radicalmente inverso propio del artista sería la definición del que no forma parte de él, sino que se ha salido, está fuera. ¡O debería estarlo, dirán algunos! Pero casi no va a ser necesario expulsarle, pues resulta que el artista por serlo ha tenido que enajenarse de sí, y también de su mundo, y ya no pertenece a él, al menos según lo convencionalmente establecido, sino que se ha separado para poder observarlo del modo exento que reclama su condición, es decir, del que le permita dilucidarlo, distinguiendo lo que sea genuino de lo apócrifo, lo vital de lo desanimado, y en definitiva lo real de su fantasmagoría, por consensuada y consolidada que pueda estar, poniendo una y otra vez en crisis lo que se haya establecido que es y hay, cuestionando esa conformidad. ¿Como el agitador de la revolución permanente que fuese siempre el arte…? ¡pero sin proponérselo de modo alguno doctrinario ni programático!, sino simplemente según su propia naturaleza tal y como venimos procurando describirla aquí. Pues si lo que el arte hace es dar lugar a lo real señalando su movimiento de constitución, así es como está alumbrando siempre al mundo en su propio curso incesante de renovación y cambio.

Tenemos, pues, que el desarraigo del artista, sobre ser inevitable e irremediable, es también necesario, o fatal, pues no es sino un elemento más, otro aspecto de su condición. De manera que él no sólo no busca redimirse, para ser de nuevo aceptado y reintegrarse, sino que no hace más que reincidir e insistir en cuanto lo agudiza en su situación y estado. Pero es que el artista, ni aun si lo quisiera, no podría hacer tampoco nada para paliarlo o resarcirlo, pues no tiene tiempo ni fuerza ni voluntad para ello, porque todas esas cosas suyas ya no las posee él. En verdad, nada de su vida le pertenece, y ni ésta tiene, pues todo lo suyo es ya sólo de la vocación que lo ha tomado y a la que se ha entregado, y que determina absolutamente su destino. Es decir

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que el escritor o el artista, como no es nadie, no vive su vida, sino que sólo es y vive traslatamente, esto es, transportado como va siendo al universo ficticio de la obra, hasta que ya todo lo que de él quede no esté más que de aquel lado.

El escritor o el artista vive, pues, pero sin vivir apenas, solo y expulso, ajeno a todo como a sí mismo. Y nada parece que fuera a poder curarle y salvarle de eso… ¡Pero es que él no quiere tal salud, ni salvación ninguna! Sino sólo vivir y morir de su propia muerte, que es quizás lo único propio que le queda en su existencia. La muerte diaria en la creación, en la escritura, en la palabra aflorada, en el texto en crecida, y en la obra por completar… que nunca acabará de cumplir. Pues el artista nunca se siente acabar de realizar lo que ha emprendido, ni a estar seguro siquiera de lo realizado. Por un lado porque el arte es en sí mismo interminable. Por otro, porque la marcha hacia cada obra queda siempre detenida en un momento muy lejano no ya de la perfección, sino meramente de la aspiración inicial y el deseo último del autor. También porque la belleza- o la meta que sea por la que se la haya sustituido- se situará siempre en algún infinito, muchísimo menos aún que inaccesible (una estrella es inalcanzable, pero destella fija en lo obscuro; la del artista brilla para él sólo el instante impredecible y fugaz de su impresión). Todo esto es verdad y valdría para explicar esa sensación de lo incumplido e incierto que le llena siempre. Pero su desazón se debe a otro factor que le afecta más inmediata y personalmente, que es su incapacidad para aprehender aquello a lo que ha dado lugar, es decir el hecho de que, respecto de su obra, que mientras realizaba no pudo apenas ver más que parcialmente, el autor permanece ya ciego desde que la relación con su fuente misteriosa ha cesado, y ya no puede fruirla con naturalidad ni contemplarla con objetividad… Y esto independientemente del éxito que pueda alcanzar, pues él ni simplemente conocerla ni conocerse puede

siquiera, por lo que ese reconocimiento le es indiferente y no le ayuda a salvar su inseguridad y sus dudas. De manera que, sobre todo lo anteriormente expuesto, esta ceguera introduce un elemento negador, que vacía la entraña de la sustancia ya de por sí porosa del artista.

Así viene a suceder que en el fondo comprenda a los que le miran con desconfianza, cuando no con displicencia, o hasta con enemistad. Pues a quien ha aceptado y asumido no ser nadie, ni hacer propiamente nada, ni que sirva para algo, retirado de su ámbito y sus prójimos, esa respuesta no sólo no puede extrañarle, sino que ha de considerarla una consecuencia lógica. Es decir que él mismo se ve con una tremenda sensación de irrealidad, no puede creer del todo en sí ni en lo que por él viene, sino que más bien tiene constantes dudas, no dejan de asaltarle escrúpulos en cuanto a si no será, al fin, alguna clase de incapaz… que sin embargo pretendiera vivir del mundo, un farsante que espera recibir de él, sin aportarle nada a cambio. Y, en definitiva, el escritor ni el artista del tipo que sea saben nunca nada de lo que han hecho, ni por lo tanto si su renuncia a sí y a su vida, y a su mundo y los suyos, y a la realización útil para sí y para ellos, significa algo, o no ha sido más que un absurdo, un delirio insensato, incluso con algo de torpe y pernicioso, pleno de vanidad y ansias de no se sabe qué bien o qué gloria…

Con lo cual vemos cumplirse al fin también esa quinta condición del artista, la de no llegar a saber jamás nada de sí ni de su obra, permaneciendo siempre y hasta el fin ignorante respecto de todo ello. El artista muere, pero no sabe cuándo ni cómo ni por qué ni para qué fue que había dejado de vivir ya mucho antes. El artista muere, y deja su obra, de la que no conoce su sentido ni su valor, y ni siquiera si como tal llega a cumplirse en algún grado, es decir

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si se podría afirmar que lo fuese en cualesquiera términos, esto es, obra alguna.

El objetivo de esta conferencia, conforme al lema de estas jornadas en las que concurre, ha sido proyectar una luz particular sobre uno de sus sentidos que me reclamaba, por el que tiene lugar el chocante encuentro de la idea de la dedicación a una actividad creativa con la de la urgencia por sustentar la vida, y lo uno precisamente por lo otro. Para ello he desenvuelto esta reflexión sobre la naturaleza del hecho de ser escritor o artista con la intención de contemplarlo desde esa perspectiva por la que se advierte el carácter de esa vocación también en términos de existencia. En cuanto a lo acertado de este análisis y su exposición, si hasta aquí no hubiera conseguido dar suficiente fuerza a esas aseveraciones sobre el carácter de tal destino, podría buscar apoyo en las figuras de aquellos escritores y artistas que, de Virgilio a Kafka, por disponer dos hitos lo bastante significativos y abarcantes de este recorrido, en sus últimas horas tomaron la decisión de dar su obra al fuego, para no dejarla expuesta ante los otros fallida como les parecía, y prueba por tanto de lo que sentirían su extravío y su fracaso. Y también podría recurrir, como ejemplo de ese temor durante el lapso mismo del vivir, al caso de Borges, aterrorizado a cada entrega de su siguiente poema a la revista que se los publicaba, ante la posibilidad de ser descubierto esta vez en su impostura, al proponer aquel nuevo texto nada menos que como un poema, y a sí mismo, por tanto, como nada menos que un poeta. Y en resumen podría intentar valerme, para procurar reforzar mi argumentación, del recuerdo de todos aquellos poetas y artistas devorados por la duda respecto de la valía de sus obras, y de su propio quehacer, y de sí mismos como autores, todo ello quizás meramente una alucinación o una superstición y, en el fondo, una falacia, un fraude. Y en tal sentido podría también recordar, para observar todo esto desde ese

desengañado punto de vista, el caso de Rimbaud que, tras haber realizado su obra- como el fulgor de un relámpago, o mejor de un rayo, pues su traza aún nos quema- entre los diecisiete y los veinte años, renuncia de pronto a ella, y a seguir escribiendo, y a sí mismo como poeta, pasando a considerar la poesía, incluida la suya, como algo situado dudosamente entre la necedad y el mal, y pasando por tanto él mismo de un estado a otro, es decir del de posesión iluminada, colmado como pocos por el genio poético, al de la descreencia y desprecio radicalmente extrañados de su arte. Todo lo cual puede entenderse como un reflejo de cuanto aquí hemos propuesto, en cuanto a lo incierto de la persona del artista, y de su quehacer, y de su resultado, y de su lugar en el mundo, incluido al fin él mismo para sí como el más agónicamente incierto.

Y, en fin, así llego por fin al fin de esta conferencia. Que, por cierto, también puede contemplarse como un caso del producto de ese escribir del que aquí hemos hablado. De manera que, ahora, al ir a levantar definitivamente la vista de estos papeles, soy yo quien se enfrenta a la inseguridad, en el sentido de preguntarme sin poder responderme sobre el valor y el sentido de mi escribir… Porque es completamente cierto, no tengo respuesta alguna para eso… Pero antes de levantar los ojos, como sigo con ellos en los papeles, miro esta última página y siento que me dice algo así como un “ya está, has escrito, has llegado otra vez hasta aquí…”, y esto durante un instante me calma y me colma. Pero sólo un instante, pues enseguida me digo “¿Ya está…? ¡Pero cómo, si- como vivir sólo quiere vivir un nuevo día, otra hora más- escribir sólo quiere escribir una nueva línea, otra palabra!”. Pues escribir, como vivir es sólo vivir, es sólo escribir. Vivir, escribir. Nada más.

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Y, ahora ya sí, para terminar, voy a leer un poema de Fernando Pessoa, que creo que dice mucho mejor lo que yo he intentado tan torpemente de ésta:

Sí, sé bienQue nunca nada seré.

Sé de sobra Que nunca tendré una obra. Séalfin Que nunca sabré de mí. Sí, pero ahora, Mientras dura esta hora, Este luar, estos ramos, Esta paz en que estamos, Déjenme creer Lo que nunca podré ser.

O, aún más brevemente, estos cuatro versos de otro poema suyo: No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. Esto aparte, tengo en mí todos los sueños del mundo.

FIN

Sebastián Muñoz de la Nava

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La función del arte.NecesidadVALENTÍN AGRELAPUÑALEVA SANTOS

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El triunfo dE la rEalidad: abstracción.

La composición subordinada a una forma geométrica ya aparece en el arte antiguo. La construcción sobre una base puramente espiritual requiere un largo trabajo (…). Es necesario que el pintor cultive no sólo su sentido visual sino también su alma, para que ésta aprenda a calibrar el color por sí misma y no actúe sólo como receptora de impresiones externas.

Kandinsky, “De lo espiritual del arte” (1979).

El arte abstracto, entendido como un arte que no toma como referencia la naturaleza o realidad exterior, empezó a desarrollarse en las primeras décadas del siglo XX. Surgió como una propuesta nacida desde el mismo seno de los artistas, y en la que cada vez con mayor fuerza ellos conseguían opciones de expresión mucho más identificadas con su propia inquietud interior que con aquello a lo que les condicionaba el escenario real en el que vivían, llámese naturaleza o ciudad. El artista plástico Kandinsky fue de los primeros en manifestar este nuevo interés artístico que estaba surgiendo.

Ha pasado un siglo desde que Kandinsky pintara su primera acuarela abstracta en 1910, y sin embargo aún en la actualidad se sigue creando, exponiendo, comprando… arte abstracto, lo cual nos revela el interés e importancia que suscita. La abstracción ofrece a los/ as artistas el concepto artístico en su mayor pureza y libertad, pues a través de ésta no están sujetos a ningún tema ni a ninguna forma preexistente. Se trata entonces de comunicarse empleando los recursos artísticos propios del arte que, a su vez, son cualesquiera el/ a autor/ a considere oportunos para cada caso, dejándole libertad en el tipo de materiales, de colores, de formas, de técnicas, etc.

Más allá de un debate en el que lo figurativo y lo abstracto estén confrontados, la abstracción no persigue deformar la figura o la realidad, sino que crea un mundo que por qué no va a ser real sencillamente porque no se remite a un referente archiconocido por nosotros. ¿Qué es real y qué no es real? Parafraseando el título de Valentín Agrela “El triunfo del hiperrealismo”, quiero reivindicar, no el realismo, sino la realidad de la abstracción, que de partida no es otra que aquella en la que el/ a propio/ a artista, se inspira y conoce.

La obra de Agrela participa de esa magia que crea una realidad libre, donde las formas no están sujetas a otras preconcebidas o preexistentes, es decir, no presentan un significado cultural exclusivo con el que se puedan identificar. El material pictórico sobre el cuadro adquiere por sí mismo cuerpo, carácter de textura, calidez o frialdad y, por lo tanto, también en sí mismo se constituye como protagonista de la obra, haciendo gala de su múltiple “colordiversidad”, moviéndose entre tonos terrosos y azules, de texturas. El cuadro se ofrece como una porción de toda una realidad artística que se expande y que nos impregna, que no empieza ni termine en los bordes de un lienzo, sino que

existe per se. Los colores y las formas abstractas (reales aunque sin remitirnos a un referente realista) que definen esos colores interactúan entre sí ante la sensibilidad de los sentidos del ser humano, lo que constituye la base de la comunicación con el arte abstracto. El artista se dedica a ir conociendo cada vez mejor el abanico de posibilidades de interacción que existe entre ellos, y a su vez las va aplicando a sus propias inquietudes emotivas o narrativas.

Ana Tirado de la Chica

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ObraVALENTÍN AGRELA

SIN TÍTULO- 2003 - Técnica mixta sobre madera - 120 X 120 cm

SIN TÍTULO- 2004Técnica mixta sobre lienzo - 100 X 80 cm

SIN TÍTULO- 2004Técnica mixta sobre madera - 120 X 100 cm

SIN TÍTULO- 2006Técnica mixta sobre madera - 120 X 120 cm

SIN TÍTULO- 2005Técnica mixta sobre madera - 120 X 120 cm

SIN TÍTULO- 2005. Técnica mixta sobre lienzo - 130 X 164 cm

SIN TÍTULO- 2006Técnica mixta sobre D.M. - 120 X 100 cm

SIN TÍTULO- 2006Técnica mixta sobre madera - 120 X 150 cm

SIN TÍTULO- 2008Técnica mixta sobre lienzo.

SIN TÍTULO- 2009Óleo y carbón sobre lienzo- 100 X 80 cm

SIN TÍTULO- 2008 - Técnica mixta sobre lienzo - 80 X 146 cm

SIN TÍTULO- 2009 - Técnica mixta sobre lienzo - 80 X 145 cm

SIN TÍTULO- 2008 - Técnica mixta sobre madera - 70 X 146 cm

SIN TÍTULO- 2010 - Técnica mixta sobre lienzo - 97 X 130 cm

SIN TÍTULO- 2010 - Técnica mixta sobre madera

SIN TÍTULO- 2010 - Técnica mixta sobre madera - 40 X 200 cm

SIN TÍTULO- 2010 - Técnica mixta sobre madera - 50 X 240 cm

SIN TÍTULO- 2010 - Técnica mixta sobre madera - 40 X 200 cm

SIN TÍTULO- 2010 - Técnica mixta sobre madera - 200 X 200 cm

El triunfo del hiperrealismo 2010 - Técnica mixta sobre madera - 120 X 200 cm

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ValEntin aGrEla EstEban

Licenciado en Bellas Artes (especialidad Pintura ) por la Universidad de Granada , 2004.

Realizó cursos monográficos de Dibujo en la Escuela de Arte y Diseño de Jaén, impartidos por los Profesores D. Francisco Carrillo y D. Manuel Kayser (93/94 y 94/95).

EXPOSICIONES COLECTIVAS2004 Diputación Provincial de Almería.

2005 Facultad de Bellas Artes de Granada (Club del Arte de Paul Ricard, III Edición del Concurso de la Fundación Paul Ricard)

2006 Club Antares de Sevilla, Centro (Club de Arte Paul Ricard, IV Edición)

2006 Museo de Bellas Artes de Valencia (Club de Arte Paul Ricard, IV Edición)

2008 IFEJA, Arte Jaén.

2010 Museo Provincial de Jaén (Fundación Caja Rural de Jaén)

2010 Hospital de Santiago de Úbeda (Jaén) (Fundación Caja Rural de Jaén)

EXPOSICIONES INDIVIDUALES2006 Colegio Oficial de Arquitectos de Jaén.

2006 Galería Abbdera de Granada.

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La función del arte.NecesidadVALENTÍN AGRELAJUAN RAMON FERNÁNDEZ “PUÑAL” EVA SANTOS

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ConsideraCiones en torno a la obra de Puñal

El concepto de «más allá» fue inventado con el fin de desvalorizar el único mundo que existe, para no dejar a nuestra realidad terrenal ninguna meta, ninguna razón, ningún quehacer.

Friedrich Nietzsche,Ecce homo,

«Por qué soy un destino», $ 8.

Supongamos:que siempre hemos buscado que el vacío sonara como el

silencio para llenarlo de voces y ecos y tal vez construir otra frontera.

¿Es esto un dibujo?

Chema Conbo,A través del dibujo,

EPG Junta de Andalucía, Pag. 48

En esta ocasión es Juán Ramón Fernández Puñal quien me requiere -inquiere- a presentar la obra que, aquí y ahora, estamos usted y yo contemplando. Y una vez más mi contestación es la misma: no existen recetas milagrosas para desvelar los entresijos de su discurso. La única vía posible es la experiencia directa.

Podemos acercarnos a la experiencia artística contemporánea de dos maneras: Una es aculturada y contrastada con la información manejada, el propio artista, las exposiciones y sus respectivos folletos o catálogos, las charlas, presentaciones, debates y coloquios artísticos, información en medios.... Y otra intuitiva, primaria e individualizada. Esta última es la que hoy proponemos.

La obra de Puñal nos explica, a su manera, que la esencia de la creación artística no es una forma ni un uso, sino tan sólo un gesto, el gesto que produce la dejadez, un borrador, casi una mancha, un descuido. Y lograr convertir la ausencia en imagen, y dar cuerpo a las palabras que nos faltan, las más necesarias.

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Puñal ha aprendido a escribir en el hueco de lo escrito, deconstruyendo [1] y conservando sin fetichismos ni nostalgias los emblemas de lo real y lo imaginario. Es una escritura nómada, una gramática de lo imprevisto, un arte de los límites que no traiciona los acontecimientos. Nos proporciona una mirada que surge cuando se baja la voz. Y así, frente a la frialdad de la capacidad creativa, Juán Ramón extiende, cada vez con mayor precisión, su perversa conspiración, creando una narración plástica fascinante, tan leve como intensa. Y nos hace ver su secreto a voces.

La última etapa de Puñal ha sido una búsqueda incesante en pos de un modo artístico de decir, que ya se intuía en obras muy anteriores, y que ha venido haciéndose más palpable con la suma de sus muchas experiencias, hasta llegar a los logros indiscutibles de los últimos años. Esa inquietud permanente que le caracteriza le ha llevado por distintos caminos en estos tiempos, hasta dar con las admirables soluciones de sus creaciones mas recientes, cuyo poder de persuasión se evidencia, tanto por la manera de resolver las obras, cuanto por la consolidación de ese mundo propio, tan lleno de claves personales y de presentimientos inquietantes. Un mundo y un lenguaje, que interpretan la hora presente y anticipan visiones y revelaciones, en las que también se filtra un pasado poco definido, apuntado por signos como el recurso a determinadas atmósferas o el sutil simbolismo de algunas de sus propuestas. Es decir: asistimos a la muestra de un autor que se ha caracterizado por un cierto inconformismo ante sus propias conquistas y por una reiterada voluntad de cambio, de renovación, de transformación continua, dado su alto nivel de exigencia.

El caso es que su curiosidad no se aplaca, ni su búsqueda cesa, de ahí que sea imparable el proceso de depuración que traslucen sus trabajos. El camino recorrido hasta aquí ha sido diverso pero fiel a unos planteamientos que ya preocupaban al artista años atrás. Esto es: un camino nada errático y mucho más coherente de lo que su diversidad de temas y motivos pudiera hacernos creer.

Cuando trataba de entender las características de su obra hace unos años, experimentaba un sentimiento similar al que observo ahora, y como entonces hoy también soy consciente del nuevo lenguaje y de las nuevas conquistas. Y si me permito traer a colación los sentimientos de antaño es, no tanto para ubicarnos y saber desde dónde partimos, en relación a las anteriores fases de estos trabajos, cuanto por lo que, a mi modo de ver, tienen de anticipatorio, de prólogo a estas otras realidades que ahora nos ocupan y que entonces eran sólo premoniciones.

Parafraseando al crítico: .. una pintura no habla, no chilla, no grita, no susurra... al menos, no lo hace literalmente…. ¿o quizás si?. [2]. Reutilización y Recontextualización son conceptos siempre presentes en el proceso creativo de Puñal. Y Compromiso. Y Transgresión.

El arte constantemente está procurando violentar esas barreras que frenan nuestras utopías ligüísticas, nuestras trabas, nuestros lastres, nuestros laberintos, nuestros muros, nuestras verjas cercenando el paisaje que no nos deja ir más allá. De cómo romper esos límites en una intencionalidad introspectiva se ocupa la obra del artista jiennense Juán RamónFernández Puñal.. de

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esto y de cómo todos somos una especie diversa de Minotauro obsesivo, caprichoso y tenaz...

Llegados a este punto, propongamos [3] un ejercicio de insensatez, un juego indecente:

Trazaremos caminos entre las obras que ya trazan caminos y quedarán huecos entre ellas.

Trataremos de abrir sendas, negociaremos con el contexto, nos argumentaremos -impotentes- en nuestros textos.

Pero siempre quedarán huecos entre los que aún es posible respirar un poco.

La obra, un poco de vida al margen de la obra, no estará en las obras sino en los huecos que quedan entre ellas.

Vivir, pensar, crear, es proporcionarse huecos entre los territorios que siempre delimitamos. Ahí fuera.

Y respirar un poco.

Y es así que la materia de las obras de Puñal nos recuerda acciones íntimas, personales, surgidas de la experiencia vital en la que todos nos reconocemos, aunque para ello tengamos que introducirnos en nuestro interior hasta la memoria de nuestra infancia [4]. De esta manera podemos extraer la primera pérdida, el olvido de cuando percibíamos la realidad y nos perdíamos absortos en ella, no sólo como una idea, sino como una experiencia directa e irreemplazable.

Entre nosotros hemos perdido hace tiempo el uso de la contemplación, actividad ya casi desconocida que sabe escuchar

a través de la mirada, una mirada dispuesta a quedarse el tiempo necesario para inquirir por medio de la observación aquello que lo mudo y lo quieto revelarían al ojo atento. Por el contrario, el tiempo ha cambiado en las imágenes de nuestra vida hasta el punto de convertirse en una ruidosa agitación permanente que sólo conoce con precisión la prisa. Ya no hay tiempo para detenerse ante cuestiones de aspecto mudo, sospechosas de sordomudez o autismo, minusválidas en definitiva para el rápido consumo sistematizado de nuestra cultura.

La sociedad se derrumba ante nuestros ojos y sólo disponemos de una mísera botella para lanzar al mar nuestro último y desesperado mensaje, con la esperanza de que alguien lo recoja y acuda en nuestra ayuda [5]. Es lo que Puñal busca con su obra: La gran Utopía, esto es, motivar al espectador para que se anime a transmutar su entorno pudiendo caer en la cuenta de que vive un mundo potencialmente fantástico [6]. Podremos así vivir en un mundo de fantasía sin ser un fantasioso, y encontrar la potencia de la ilusión sin ser un iluso. Se trataría de construir, como hace Puñal, una utopía que es una educación de la Humanidad a partir de la dimensión de lo imaginario. “Con mi obra busco –dice Juán Ramón- una continua incursión mental en búsqueda de herramientas, modos, formas, técnicas, objetos, materiales, espacios, dimensiones, pero lo que realmente nutre es la comunicación y las distintas formas de entender el mundo. ¿Acaso la pintura no aglutina ambas realidades?. Iniciamos un camino introspectivo buscando el entendimiento de nosotros mismos, buceando por las improntas más arcanas o flamantes y una vez halladas las parimos como una parturienta pare a su primogénito y lo mostramos al mundo con la alegría de traer vida

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fresca a este espacio que cada vez más apesta a rancio” [7]. Y es que el proceso creativo es, particularmente en el caso de las obras de Juán Ramón Fernández Puñal, una reclamación de una singular intensidad de la vida. Seguramente Juan Ramón piense que el arte sigue vivo y coleando, y también tenga claro que lo decisivo es estar abierto a la maravilla de cualquier situación y contexto. Todas y cada una de sus obras, todos y cada una de sus procesos creativos, no son sino sucesos mágicos y fascinantes, cuya contemplación solo puede ser asumida desde un sentimiento de sincero agradecimiento.

Dicho lo cual, no es menos cierto que una exposición es siempre errónea (esta también lo es), porque su valor no reside en el acierto, sino en la incertidumbre que consiga provocar.

No insistamos más verbalmente en el error: lo mejor es comprobarlo in situ.

Y luego, mudarse.

David Martínez.Galería Unodeuno.

[1] Michel Onfray, «Traité d’athéologie», Traducido por Luz Freire, Editorial Grasset & Fasquelle, 2005[2] O. Pascual, «Emilio Luis Fernández. Viviendo en el Laberinto». Cat. ArtJaén09. pg. 128. 2009[3] J. Ivars, «ivars 08. INTERTOPÍAS», Edita: Diputación de Málaga. Área de Cultura y Educación. pg. 17. 2008[4] Gentz del Valle. «La puerta abierta». Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. pág. 24. 2005[5] Juán Echanove, «Somos náufragos», de Crónicas desde el Planeta Verde, Editorial Gal. Martínez Montañés, 1998.[6] Fernando Castro Flórez. “Los dones y los relatos de la imaginación mágica” en “Jose Luis Serzo – The Welcome-“. Edt. Artedardo, SL. 2010[7] J. R. Fernández Puñal. En “Artistas de Mágina”. Edita: Asociación para el Desarrollo Rural de Sierra Mágina. 2010.

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ObraJUAN RAMÓN FERNÁNDEZ “PUÑAL”

La vida es un circo - técnica mixta - 300x100 cm

Ángel Cristo - técnica mixta - 150x120 cm

Ciudad nodriza - técnica mixta - 110x90 cm

Días de transición - 100x90 cm

Ciudad monumental de Cuenca Ténica Mixta 110x100

El bosque animado - técnica mixta - 120x100 cm

Superficie Carolina - técnica mixta - 500x260 cm

Amonites - técnica mixta - 50x60 cm

Llanuras abisales- técnica mixta - 100x110 cm

Fósil orgánico - técnica mixta - 50x120 cm

La circulación en la glorieta - técnica mixta - 120x110 cm

El mapa de la vida- técnica mixta - 200x190 cm

Toten despitao - escultura madera - 80x30 cmToten guerrero - escultura madera - 80x30 cmToten rastafari - escultura madera - 100x30 cm

El crucifijo - técnica mixta - 100x110 cm

Tu hermano - técnica mixta - 120x110 cm

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Juan raMÓn FernÁndeZ “Puñal”1970 – Carchelejo. (Jaén)

Mi singladura en el mundo de las artes se inicia en el año 1985 en la Universidad Laboral de Sevilla, cursando dos años de pintura y dibujo. Aunque la sensibilidad y el acercamiento a estos derroteros del mundo conceptual a la vez que onírico, viene dado quizás desde los mismos cimientos de mí conciencia.

Lo que se avecina más tarde será una incursión hacia un camino introspectivo buscando el entendimiento de mi mismo, buceando por las improntas más arcanas y las más flamantes y una vez halladas, las paro como una parturienta trae a su primogénito y lo muestra al mundo con la alegría del que trae vida fresca y con ello la potencialidad renovada de que todo cambio es posible, volviendo a llenar de contenido estos espacio que cada vez más apestan a rancio. Esa búsqueda continuamente se aviva con la necesidad de crear herramientas, vestidas de nuevos modos, formas, técnicas, objetos, espacios, dimensiones, que me ayuden a expresar las enormes contracciones a la vez que emociones encendidas y sentimientos ocultos. Todo este compendio hace posible que comprenda una minúscula parte de la existencia.

Las criaturas creadas, son para que cada individuo vibre con ellas, las adopten o las desechen, que al fin y al cabo es la finalidad de estos restos de nuestra efímera esencia.

Mi postura es la trasgresión de toda norma, no me aferro a ningún modismo, fórmula o criterio establecido, no debo nada a nadie, con lo cual deambulo siempre por el libre pensamiento, no me acomodo en un estilo, espacio o formato definido, sino que adecuo mi trabajo a la realidad distinta de cada momento.

ÚLTIMAS EXPOSICIONES INDIVIDUALES2010 art toronto, Gallery arte MÛr Toronto. CANADA

2009 artexpo new York. “el Gallery”, New York. EE.UU.

2008 studio el Gallery, Emeryville, California. EE.UU

international art dali, Toledo. ESPAÑA

2007 edward Hughes Gallery, Toronto. CANADA

Museo de arte Contemporáneo de Castilla la Mancha, Hellín, Albacete,

ESPAÑA

artexpo new York. “el Gallery”, New York. EE.UU.

artefama i Feria internacional de arte Contemporáneo torremolinos,

Málaga. ESPAÑA

5ª bienal arte y desecho, Castellón. ESPAÑA

2006 bodegas osborne, Toledo. ESPAÑA.

edward Hughes Gallery, Toronto. CANADA.

Galería de arte dali., Toledo. ESPAÑA.

diputación de toledo, Toledo. ESPAÑA

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ÚLTIMAS EXPOSICIONES COLECTIVAS2010 Maison de la Culture Gerardmer, FRANCIA

2009 louis raynaud Gallery. Zurich, ALEMANIA

Fundación Hervás amescua, Gavá, Barcelona,

ESPAÑAl,espace emile Gallé Raon-l´Etape, FRANCIA

atelier-Musée Fausto olivares. Hurvache, FRANCIA

Galería dalí. Toledo, ESPAÑA

2007 Galería Paqui delgado. Sant Sadurní d´ Anoia, Barcelona. ESPAÑA

Galería dalí. Toledo, ESPAÑA

Galería reinhard Holtman, Munich. ALEMANIA

Feria de arte Contemporáneo, Sevilla. ESPAÑA

Galería royal atenea, Almería. ESPAÑA

2006 Galería royal atenea, Almería. ESPAÑA

Casa de Vacas, Madrid. ESPAÑA

DIRECCION ARTISTICA2010 Cámara y Cultura, Cámara de comercio Jaén

Exposición Josep Guinovart Selección “1970 – 2007” Galería Unodeuno

Exposición Guillermo Pérez Villalta “Visperas de Pascua”

Museo Provincial de Jaén

Exposición itinerante por Andalucía Eleazar´s Tour

“2010 - 2011” Galería unodeuno

I Bienal de Fotografía en Granada “Fotogranada” Galería unodeuno

JURADO2010 I Certamen “ARTE URBANO Y MURAL” Jaén

I Certamen de Pintura Rápida “ART-JAEN” Jaén

2005 I Certamen de Pintura Rápida “Innovart” Los Cerralbos Toledo

2004 I Certamen de Fotografía “Innovart” Los Cerralbos Toledo

2000 I Certamen Juvenil de Pintura Rápida “Domine Cabra”

Talavera de la Reina

PONENTE 2010 ACERCA DE LA MIRADA El proceso creativo en el proyecto

fotográfico

Facultad de bellas artes Granada

ARTE VANGUARDIA Y DISCAPACIDAD

Patronato Municipal de asuntos sociales Jaén

ORGANIZADOR Y COMISARIO2010 Jornada de convivencia socio- cultural y gastronomica Jaén

Talleres Arte del deshecho CIMI Jaén

Talleres Arte del deshecho Torrredelcampo

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Talleres Arte del deshecho Lopera

Talleres Arte del deshecho Villacarrillo

2009 Talleres 21 M Jaén libre de racismo y xenofobia 2142

2006 Taller de Reciclado “ Reciclar no es poco” Colegio Stmo Cristo del Consuelo Los Cerralbos

2005 II Festival Encuentro Multidisciplinar INNOVART

I Certamen Nacional de Pintura Rápida INNOVART

Taller infantil pintura creativa

2004 I Festival Multidisciplinar INNOVART

I Certamen Nacional de Fotografía INNOVART

2002 –2003 III Talleres de Pintura Mural y Pintura en Asfalto

2001 II Taller Pintura en Asfalto Toledo

2000 I Certamen juvenil de pintura rápida “Domine Cabra”

I Taller Pintura Mural Toledo

PreMios Y seleCCiÓn:I Feria internacional de arte contemporáneo Artefama, Torremolinos

X Certamen Juan Almagro

XI Certamen Juan Almagro

Certamen San Lucas Villa Nueva del Pardillo

XVII Certamen nacional de pintura rápida Parque del Buen Retiro

XI Certamen de pintura Dama de Baza

XXIII Concurso “Manolo Valdés”

Cartel Fiestas Patronales de Carchelejo

II Concurso de pintura nacional Villa de la Guardia

II Concurso de pintura nacional Villa de la Guardia

DATOS DE INTERES 2009 Presidente Asociación Cultural “Innovart”

ONG “Colectivo Mauritano en España Responsable del Área de Cultura.

2002 Componente del grupo “en”

2001- 04 Presidente Asociación Cultural “Santísimo Cristo del Consuelo”

1998 Plataforma restauración del patrimonio

1997 Socio fundador Asociación Cultural “Domine Cabra”

1989 Vocal de cultura Asociación Cultural “La Mezquita”

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La función del arte.NecesidadVALENTÍN AGRELAJUAN RAMON FERNÁNDEZ “PUÑAL” EVA SANTOS

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Tejiendo la idenTidad

Cuando ayer comenzaba este texto, era un inicio en pasado, una mirada de esas que buscan asentarse en lo escrito, en lo dicho y conocido: que si el siglo XIX, las feministas de los 70, que si nuestras madres cosían… Retomaba argumentos pasados, releía antiguas teorías, o más recientes, y analizaba aquellas artistas que son ya referencias para nuestras creaciones.

Después, tumbada y acurrucada en una cama de hospital, esperando una pequeña intervención quirúrgica en la que no sé si con tantos adelantos, llegarán a darme algún punto, pensé cambiar el sentido de la mirada. Tal vez por poder ser más optimista, o por querer serlo, quise mirar hacia el futuro. Entonces recordé las palabras de María Zambrano: “Los recuerdos son pasados que se hacen presentes en su futuro”. Y claro, con ello me doy cuenta cómo los tiempos se enredan en madejas, unas veces con hilos para tirar y deshacerlas y otras en las que al tirar las apretamos de tal modo que nos vencen por imposibles, nos angustian y nos asolan. Así, cualquier intento de mirar a un lado o a otro dudo si tiene algún sentido. El tiempo es el signo mismo del desorden, nos enseñó Bataille.

Unas sábanas limpias cada día, un camisón cada mañana y mi cuerpo. Los tres se miran como extraños y yo me empeño en

no imaginar los pasados de este lugar. Un cuerpo en el que se manifiesta el desorden, y en que todo en último término me remite a él. Cuerpo cargado de tabúes y de roles construidos. Cuerpo estrangulado, preñado y socializado.

Pero ante las cajas de ropa guardada que, a modo de archivos de memoria, almaceno por los armarios de mi casa, siempre recuerdo. Tal vez estudiar la obra de artistas como Rosmary Trockel, Miriam Shapiro, Ghada Amer, y especialmente la vida y obra de Louise Bourgeois me haya ayudado a entender los tejidos que nos visten y la costura que los crea como partes integrantes de nuestro cuerpo y de sus experiencias. O del lugar de nuestras experiencias, de nuestra memoria, deseos, ansiedades y compromisos. Y por supuesto de la mirada del otro. Nuestros trajes son, en definitiva, lugares de nuestra subjetividad.

Muchas mujeres de mi generación nos vestimos con la ropa que nuestras madres confeccionaban desde las revistas de patrones, en las que se mostraban ejemplos, modelos e instrucciones que favorecieron la difusión de diversos tipos de labores textiles para ser realizadas por el género femenino. Recuerdo siempre el Burda por encima de la mesa del salón. Aunque finalmente las telas elegidas hacían de cada uno de esos patrones modelos

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exclusivos, el patrón social seguía marcado. Y yo tenía que llevar corbata en mi uniforme.

Nos vestíamos también de modelos copiados con atención de los escaparates de moda. En ocasiones bastante frecuentes se cortaban, ajustaban o alargaban pantalones, camisas o faldas heredadas de hermanas mayores, amigas o primas, ante admirables gestos de reciclaje. Todas las mujeres sabían coser, porque coser era una habilidad que debían poseer las jóvenes de su época. Por ello, en sus programas de enseñanza se incluían los dechados de punto de cruz, los bordados con temas clásicos, florales, geográficos…

Pienso en la industria textil. La mujer se libera de la costura, del mismo modo que se liberó de algunas tareas domésticas cuando aparecieron los electrodomésticos. Las ecofeministas critican estos modos de liberación que son a costa de la destrucción de la naturaleza. Una liberación que me sabe amarga. Y se me atraganta si la aliño con algunos componentes de la globalización que ha permitido la tendencia consumista de prendas de vestir generada por la propagación de marcas de moda a bajo precio que nos hacen adquirir varias prendas nuevas por temporada. Ya quedó pequeña y llena de manchitas la camiseta que trajeron los Reyes Magos a mi hija hace un par de años, que con toda seguridad fue confeccionada en un oriente no demasiado próximo y en condiciones de explotación laboral. Ante la decisión de hacerla trapos para limpiar, el dibujo estampado sobre ella me recordó que los elefantes con la trompa para arriba traían buena suerte. Y quise mirar de nuevo al futuro.

La ambigüedad también es un acompañante muy cercano a la liberación femenina. Se nos multiplican los brazos y se nos alargan para abarcarlo todo. Ese deseo de cumplir con las expectativas que sobre la mujer se ha creado en la sociedad contemporánea, es el que provoca sentimientos de angustia, culpa e impotencia, aquello que Betty Friedman denominó “el problema que no tiene nombre”.

¿Porqué no puedo eludir tampoco el término infravaloración en esta reflexión? La infravaloración tiñe siempre todo lo que hacen las mujeres, partiendo de algo tan fundamental como la reproducción. En este punto, género y sexo se dan la mano. Pensar nuestra maternidad es pensar en un cuerpo sexuado en femenino por el que se nos ha denominado (y denostado) como sector reproductivo. La experiencia de vivir un cuerpo preñado es en mi recuerdo un estado de alegría. Pero soy consciente que este estado no siempre es compartido por todas las mujeres. El parto es muy doloroso e incluso mata. Es imprescindible la valoración de la reproducción como función básica de la existencia.

Así, entre roles “prendidos”, o enseñados de madres a hijas, tejí unos nidos de colores. Los cosí a un vestido confeccionado con las sábanas que recuperé de casa de mi abuela antes de cerrarla. En ellos caben el desorden del tiempo, la memoria y la ilusión como útiles para seguir tejiendo nuestra identidad.

Eva Santos Sánchez-Guzmán

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ObraEVA SANTOS

Vestida con nidos 2009

Los elefantes con la trompa arriba dan buena suerte. 2010

Nudo II. 2010

Primavera. 2010

“¿Porqué mi uniforme tenía corbata?” 2010

“El verde no es sólo un color...”Performance presentada en “El Día de la Esperanza de Intermon Oxfam” Abril, 2007Fotografías de Paco Guillén

“Cholita”Performance presentada en Kassel. Agosto, 2007Fotografías de Justo Montoya

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eva SanToS Sánchez-Guzmán

2001 Doctora en Bellas Artes. Universidad Complutense. Profesora de la Facultad de Bellas Artes de Murcia desde. Arte-terapeuta

Miembro fundador del Centro de Investigación psicosocial, arte y arteterapia La escalera

OBRA PúBLICA:2006 a la madre que alimenta el mundo. Villanueva del Río Segura.

Murcia. Performance:

2007 el verde no es sólo un color. Realizada el Día de la Esperanza de Intermón Oxfam. Murcia.

2007 Cholita. Kassel. Alemania. 2009 Coordinación performances en el Día de la Esperanza de Inter-

mon Oxfam. Murcia.

TRABAJOS PARTICIPATIVOS2003 otras culturas-otras infancias. Murcia. 2004 manta de juegos Taller realizado con estudiantes universitarios,

niños y niñas de una casa de acogida en Iasi (Rumanía) 2005 Taller de creatividad en escuelas de Caranavi (Bolivia). 2005 aula 28. Con alumnos y alumnas de la Univsersidad de Murcia. 2007 Taller de creatividad con inmigrantes de Murcia Acoge. 2007 ellos, yo y su yo. Centro hispano-boliviano. Madrid. 2008 - 2009 Talleres de integración a mujeres inmigrantes a través de

la artesanía. Archena. Murcia. 2010 la ruta de las identidades. Archena.

EXPOSICIONES INDIVIDUALES (DESDE 2000)2001 ateneo de madrid.2001 Pliegues. Sala Picasso. Colmenar Viejo.2003 El juego no se acabó. Sala Luis Garay. Murcia.2008 Mirador azul. Centro Cultural El Campello. Alicante.

EXPOSICIONES COLECTIVAS (DESDE 2000)2000 “lXI Certámen Nacional de arte Valdepeñas”. Valdepeñas. Ciudad

Real. 2000 Premios de “la Villa de Madrid”. Museo de la Ciudad. Madrid. 2001 “El arte de hacer preguntas” Red itiner de la Comunidad de Ma-

drid. 2001 “lXII Certámen Nacional de arte Valdepeñas”. Valdepeñas. Ciudad

real. 2003 - 2004 Escultura invisible. Itinerante Comunidad de Madrid.2008 Cuando crucemos el océano. Universidad de Alicante Centro. 2009 Hispano Americano de Cultura de la Habana.2009 Contra la violencia de género. Museo de San Javier. Murcia. 2009 Coordinación de la exposición Contra la violencia de género. Con

estudiantes de la universidad y ESO. Murcia.

ÍndicePresentación...........................................................................7Manuel Parras Rosa

La Función del Arte. Necesidad..............................................9M. Isabel Moreno Montoro

Nadie, nada, nunca, en ningún lugar. ....................................11Sebastián Muñoz de la Nava

VALENTÍN AGRELA .........................................................21El triunfo de la abstracción ...............................................23Ana Tirado de la ChicaObra .................................................................................25Currriculum ......................................................................51

JUAN RAMóN FERNÁNDEZ “PUÑAL” ...........................53Consideraciones en torno a la obra de Puñal ..................55David MartínezObra .................................................................................59Currriculum ......................................................................81

EVA SANTOS ...................................................................85Tejiendo la identidad .......................................................87Eva SantosObra .................................................................................89Currriculum ......................................................................105