la frontera entre canadá y estados unidos

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El pasillo de una biblioteca, la frontera entre Canadá y Estados Unidos Los vecinos de dos pueblos hermanados discrepan sobre el muro con México que planea Trump Una parte de la frontera entre EE UU y Canadá. JOAN FAUS / EPV Cuando trabaja en su despacho, Nancy Rumery está en Estados Unidos. Cuando cruza el pasillo para agarrar un libro, está en Canadá. Una frontera invisible parte en dos la biblioteca Haskell. La fachada norte del edificio da a Stanstead, en la provincia canadiense de Quebec. La sur a Derby Line, en el estadounidense Vermont. Pero es como si los dos fueran el mismo pueblo: los cerca de 4.000 residentes cruzan con facilidad del uno al otro para trabajar, hacer la compra o echar gasolina En esta frontera, nadie se imagina que pudiera haber un muro como el que existe entre EE UU y México y que planea completar el presidente estadounidense, Donald Trump. En Quebec no se oyen voces que apoyen el muro con México, pero en Vermont sí. El miedo, atizado por Trump, a los supuestos peligros que traen consigo los inmigrantes latinoamericanos ha

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Page 1: La frontera entre Canadá y Estados Unidos

El pasillo de una biblioteca, la frontera

entre Canadá y Estados Unidos

Los vecinos de dos pueblos hermanados discrepan

sobre el muro con México que planea Trump

Una parte de la frontera entre EE UU y Canadá. JOAN FAUS / EPV

Cuando trabaja en su despacho, Nancy Rumery está en Estados Unidos.

Cuando cruza el pasillo para agarrar un libro, está en Canadá. Una frontera

invisible parte en dos la biblioteca Haskell. La fachada norte del edificio da a

Stanstead, en la provincia canadiense de Quebec. La sur a Derby Line, en el

estadounidense Vermont. Pero es como si los dos fueran el mismo pueblo: los

cerca de 4.000 residentes cruzan con facilidad del uno al otro para trabajar,

hacer la compra o echar gasolina

En esta frontera, nadie se imagina que pudiera haber un muro como el que

existe entre EE UU y México y que planea completar el presidente

estadounidense, Donald Trump. En Quebec no se oyen voces que apoyen el

muro con México, pero en Vermont sí. El miedo, atizado por Trump, a los

supuestos peligros que traen consigo los inmigrantes latinoamericanos ha

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calado en Derby Line, donde la vida transcurre con calma a la espera de que

deje de nevar en un par de meses.

Nancy Rumery junto a la línea que delimita la frontera entre Estados Unidos y

Canadá en la biblioteca Haskell, el pasado miércoles JOAN FAUS

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El contraste con Stanstead es un espejo de cómo los Gobiernos del

republicano Trump y el progresista Justin Trudeau, que ha reforzado la

política de acogida al inmigrante, están en las antípodas. Una encuesta del

Angus Reid Institute muestra que el 62% de los canadienses se declaró

molesto por la victoria de Trump en las presidenciales de noviembre.

Roland Goodsell, canadiense de 76 años y nacido en Stanstead, considera una

“estupidez” el muro con México. “Puede haber algunos malos hombres [“bad

hombres”, como los ha llamado Trump] mexicanos, pero también americanos

y canadienses. Los realmente malos tienen dinero y pueden volar”, dice. Habla

al lado de la barrera, que se alza cuando pasa un vehículo y que lleva hasta EE

UU. Goodsell también cree inútil, como piden algunos legisladores, ampliar el

número de agentes en la frontera con Canadá porque, esgrime, es ilusorio

creer que evitarían todas las irregularidades.

La bibliotecaria Rumery, de 53 años, nació en Canadá pero desde hace tres

décadas vive en Vermont con su marido estadounidense. Explica, entre risas,

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que rehúsa hablar del muro con México porque no quiere captar la atención de

Trump. No vaya a ser que decida también levantar una barrera con Canadá.

“Si lo miras desde el aire, esta es una sola comunidad”, dice. “Hay una larga

historia de generaciones viviendo juntas”.

La biblioteca Haskell, el pasado miércoles

Apenas hay cicatrices entre Quebec y Vermont. En los bosques, la frontera

solo se revela por la ausencia de árboles, talados para marcar la divisoria

internacional. En las calles de Stanstead y Derby Line, la frontera son unas

Page 5: La frontera entre Canadá y Estados Unidos

puertas que la policía abre tras examinar a vehículos y peatones. Junto a la

biblioteca, hay una separación simbólica: una hilera de macetas con plantas,

ahora teñidas de blanco, y un monolito delimita cada país. Hay un coche de

policía en los alrededores. Los controles en la aduana, aunque sean más

estrictos que antes del 11-S, son laxos.

Muchas familias, cuenta Rumery, viven en Canadá pero trabajan en EE UU.

Tienen lo mejor de ambos mundos: sanidad gratuita en el primero, y sueldos

más altos y productos básicos más baratos en el segundo. También hay

residentes de Derby Line que acuden a la farmacia de Stanstead, que es más

económica, o mandan a sus hijos a estudiar francés o jugar a hockey hielo.

Page 6: La frontera entre Canadá y Estados Unidos

La calle principal de Derby Line (Estados Unidos), el pasado jueves JOAN

FAUS

Goodsell, que vende aspiradoras a domicilio en Quebec, habla con nostalgia.

Apenas no hay un minuto en que no suelte la frase: “En los buenos viejos

tiempos”. Se refiere a cuando era más fácil cruzar la frontera y todo el mundo

se conocía. Sus dos hijos mayores nacieron en los años sesenta en EE UU

porque el ginecólogo vivía allí. Ahora, dice, sería demasiado complicado. Él

va mucho menos a Vermont. Todo cambió en 2001: tras los atentados del 11

de septiembre, EE UU estableció unos puntos de paso, y amplió el número de

cámaras y de agentes.

Page 7: La frontera entre Canadá y Estados Unidos

El vecino también añora la época en que había “tres hoteles y tres

concesionarios de coche” en Stanstead. En los años setenta, cuenta,

empezaron a cerrar fábricas de textil y acero. Ahora el granito es la única

industria del pueblo. Le cuesta muy poco criticar a Trump, pero ve con buenos

ojos el proteccionismo que defiende bajo la promesa de traer de vuelta

empleos industriales a EE UU, y que también le lleva a querer renegociar el

NAFTA, el acuerdo de libre comercio con Canadá y México.

Fritz Halbedl, que trabaja de cocinero en Derby Line, el pasado miércoles

En un par de minutos en coche, se cruza a EE UU. El paisaje es el mismo:

casas bajas bañadas en nieve. Pero la Rue Dufferin pasa a llamarse Main

Page 8: La frontera entre Canadá y Estados Unidos

Street, el límite de velocidad cambia de kilómetros a millas y apenas se oye

francés. En Derby Line, las cosas se ven algo distintas.

Fritz Halbedl, un austríaco nacionalizado estadounidense de 57 años y que

lleva 30 en el país, es el cocinero del único hospedaje de Derby Line. Dos

veces a la semana juega al tenis en Stanstead. Considera innecesario levantar

una barrera con Canadá pero pide “controlar más” la frontera. Atribuye la

epidemia de adicción de opiáceos que sacude Vermont, y otros Estados, a la

entrada de drogas desde Canadá. “¡Imagina cuál debe ser el ratio de muertes

por drogas en las ciudades sureñas!”, exclama para defender la construcción

del muro con México, que, según una encuesta de ABC News y The

Washington Post de mediados de enero, rechaza un 60% de los

estadounidenses.

El chef, casado con una estadounidense, pide restringir la inmigración

irregular. “Tenemos que protegernos”, interviene su esposa Paula. En las

elecciones de noviembre, votaron a Trump. Están muy contentos con el

maratón de decretos que ha firmado el presidente en sus primeros días en la

Casa Blanca, entre ellos la formalización del plan de muro con México y el

veto a la entrada a EE UU de ciudadanos de siete países de mayoría

musulmana.

2.200 policías para 8.800 kilómetros de frontera

Unos 2.200 agentes estadounidenses vigilan los 8.800 kilómetros de frontera

con Canadá, la más larga del mundo. En la frontera con México, de 3.100

kilómetros, hay aproximadamente 18.500 agentes. Hay 100 veces más

aprehensiones por tráfico de drogas o personas en la frontera sur. La

disparidad económica entre México y EE UU, la llegada de inmigrantes

indocumentados y la amenaza del narcotráfico es infinitamente superior que

entre EE UU y Canadá. Pero la escasa vigilancia de la frontera norte inquieta a

algunos legisladores y funcionarios estadounidenses que han alertado de la

facilidad de cruzar desapercibido por las zonas boscosas.

http://internacional.elpais.com/internacional/2017/02/07/estados_unidos/1486

491766_660614.html?rel=lom