la formación de los religiosos

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La formación de los religiosos “La renovación y adaptación de los Institutos depende principalmente de la formación de sus miembros. Por tanto, los hermanos no clérigos y las religiosas no sean destinados inmediatamente después del Noviciado a obras apostólica, sino que deben continuar en casas convenientemente apropiadas su formación religiosa y apostólica, doctrinal y técnica, incluso con la adquisición de los títulos convenientes. Para que la adaptación de la vida religiosa a las exigencias de nuestro tiempo no sea una adaptación meramente externa ni suceda que los que por institución se dedican al apostolado externo se encuentren incapacitados para llenar su ministerio, han de ser instruidos convenientemente, según la capacidad intelectual y la índole personal de cada uno, sobre las actuales costumbres sociales y sobre el modo de sentir y de pensar, hoy en boga. La formación por un fusión armónica de sus elementos ha de darse de tal suerte que contribuya a la unidad de vida de los miembros del Instituto. Los religiosos han de procurar ir perfeccionando cuidadosamente a lo largo de toda su vida esta cultura espiritual, doctrinal y técnica, y los Superiores han de hacer lo posible por proporcionarles oportunidad, ayuda y tiempo para ello. Es también obligación de los Superiores procurar que los directores, maestros de espíritu y los profesores sean bien seleccionados y cuidadosamente preparados.” 1 Fomento de las vocaciones religiosas “Los sacerdotes y los educadores cristianos pongan un verdadero empeño en dar a las vocaciones religiosas, conveniente y cuidadosamente seleccionadas, nuevo incremento que responda plenamente a las necesidades de la Iglesia. Aun en la predicación ordinaria, trátese con más frecuencia de los consejos evangélicos y de las conveniencias en abrazar el 1 Perfectae Caritatis 18

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Page 1: La Formación de Los Religiosos

La formación de los religiosos

“La renovación y adaptación de los Institutos depende principalmente de la formación de sus miembros. Por tanto, los hermanos no clérigos y las religiosas no sean destinados inmediatamente después del Noviciado a obras apostólica, sino que deben continuar en casas convenientemente apropiadas su formación religiosa y apostólica, doctrinal y técnica, incluso con la adquisición de los títulos convenientes.

Para que la adaptación de la vida religiosa a las exigencias de nuestro tiempo no sea una adaptación meramente externa ni suceda que los que por institución se dedican al apostolado externo se encuentren incapacitados para llenar su ministerio, han de ser instruidos convenientemente, según la capacidad intelectual y la índole personal de cada uno, sobre las actuales costumbres sociales y sobre el modo de sentir y de pensar, hoy en boga. La formación por un fusión armónica de sus elementos ha de darse de tal suerte que contribuya a la unidad de vida de los miembros del Instituto.

Los religiosos han de procurar ir perfeccionando cuidadosamente a lo largo de toda su vida esta cultura espiritual, doctrinal y técnica, y los Superiores han de hacer lo posible por proporcionarles oportunidad, ayuda y tiempo para ello.

Es también obligación de los Superiores procurar que los directores, maestros de espíritu y los profesores sean bien seleccionados y cuidadosamente preparados.”1

Fomento de las vocaciones religiosas

“Los sacerdotes y los educadores cristianos pongan un verdadero empeño en dar a las vocaciones religiosas, conveniente y cuidadosamente seleccionadas, nuevo incremento que responda plenamente a las necesidades de la Iglesia. Aun en la predicación ordinaria, trátese con más frecuencia de los consejos evangélicos y de las conveniencias en abrazar el estado religioso. Los padre, al educar a sus hijos en las costumbres cristianas, cultiven y defiendan en sus corazones la vocación religiosa.

Es lícito a los Institutos divulgar el conocimiento de sí mismos para fomentar vocaciones y reclutar candidatos, con tal que esto se haga con la debida prudencia y observando las normas dadas por la Santa Sede y por el Ordinario del lugar.

Tengan en cuenta, sin embargo, todos que el ejemplo de la propia vida es la mejor recomendación de su propio Instituto y una invitación a abrazar la vida religiosa.”2

“El deber de fomentar las vocaciones pertenece a toda la comunidad de los fieles, que debe procurarlo, ante todo, con una vida totalmente cristiana; ayudan a esto, sobre todo, las familias, que, llenas de espíritu de fe, de caridad y de piedad, son como el primer seminario, y las parroquias de cuya vida fecunda participan los mismos adolescentes.”3

1 Perfectae Caritatis 182 Idem. 243 Optatam totius 2.

Page 2: La Formación de Los Religiosos

“En los Seminarios Menores, erigidos para cultivar los gérmenes de la vocación, los alumnos se han de preparar por una formación religiosa peculiar, sobre todo por una dirección espiritual conveniente, para seguir a Cristo Redentor con generosidad de alma y pureza de corazón. Su género de vida bajo la dirección paternal de los superiores con la oportuna cooperación de los padres, sea la que conviene a la edad, espíritu y evolución de los adolescentes y conforme en su totalidad a las normas de la sana psicología, sin olvidar la adecuada experiencia segura de las cosas humanas y la relación con la propia familia. Hay que acomodar también al Seminario Menor todo lo que a continuación se establece sobre los Seminarios Mayores, en cuanto convenga a su fin y a su condición. Conviene que los estudios se organicen de modo que puedan continuarlos sin perjuicio en otras partes, si cambian de género de vida.”4

“Los Seminarios Mayores son necesarios para la formación sacerdotal. Toda la educación de los alumnos en ellos debe tender a que se formen verdaderos pastores de almas a ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo, Maestro, Sacerdotes y Pastor, prepárense, por consiguiente, para el ministerio de la palabra: que entiendan cada vez mejor la palabra revelada de Dios, que la posean con la meditación y la expresen en su lenguaje y sus costumbres; para el ministerio del culto y de la santificación: que, orando y celebrando las funciones litúrgicas, ejerzan la obra de salvación por medio del Sacrificio Eucarístico y los sacramentos; para el ministerio pastoral: que sepan representar delante de los hombres a Cristo, que, "no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida para redención de muchos" (Mc., 10,45; Cf. Jn., 13,12-17), y que, hechos siervos de todos, ganen a muchos (Cf. 1 Cor., 9,19).”5

“La formación espiritual ha de ir íntimamente unida con la doctrinal y la pastoral, y con la cooperación, sobre todo, del director espiritual; ha de darse de forma que los alumnos aprendan a vivir en continua comunicación con el Padre por su Hijo en el Espíritu Santo. Puesto que han de configurarse por la sagrada ordenación a Cristo Sacerdote, acostúmbrense a unirse a El, como amigos, en íntimo consorcio de vida. Vivan su misterio pascual de forma que sepan unificar en el mismo al pueblo que se les ha de confiar.

Enséñeseles a buscar a Cristo en la meditación fiel de la palabra de Dios, en la íntima comunicación con los sacrosantos misterios de la Iglesia, sobre todo en la Eucaristía y en el Oficio; en el Obispo que los envía y en los hombres a los que son enviados, especialmente en los pobres, en los niños y en los enfermos, en los pecadores y en los incrédulos. Amen y veneren con amor filial a la Santísima Virgen María, que al morir Cristo Jesús en la cruz fue entregada como madre al discípulo.

Cuídense diligentemente los ejercicios de piedad recomendados por santa costumbre de la Iglesia; pero hay que procurar que la formación espiritual no se ponga sólo en ellos, ni cultive solamente el afecto religiosos. Aprendan más bien los alumnos a vivir según el modelo del Evangelio, a fundamentarse en la fe, en la esperanza y en la caridad, para adquirir mediante su práctica el espíritu de oración, robustecer y defender su vocación,

4 Idem 35 Idem 4

Page 3: La Formación de Los Religiosos

obtener la solidez de las demás virtudes y crecer en el celo de ganar a todos los hombres para Cristo.”6

“Antes de que los seminaristas emprendan los estudios propiamente eclesiásticos, deben poseer una formación humanística y científica semejante a la que necesitan los jóvenes de su nación para iniciar los estudios superiores, y deben, además adquirir tal conocimiento de la lengua latina que puedan entender y usar las fuentes de muchas ciencias y los documentos de la Iglesia. Téngase como obligatorio en cada rito el estudio de la lengua litúrgica y foméntese, cuanto más mejor, el conocimiento oportuno de las lenguas de la Sagrada Escritura y de la Tradición.”7

“En la revisión de los estudios eclesiásticos hay que atender, sobre todo, a coordinar adecuadamente las disciplinas filosóficas y teológicas, y que juntas tiendan a descubrir más y más en las mentes de los alumnos el misterio de Cristo, que afecta a toda la historia del género humano, influye constantemente en la Iglesia y actúa, sobre todo, mediante el ministerio sacerdotal.”8

“Si no se incultura en los diversos lugares y contextos en que está ubicada, la vida consagrada no podrá sobrevivir, ni cumplir su misión. Proseguir en el proceso de inculturación “hecho de discernimiento y de audacia, de diálogo y de provocación evangélica” (VC 80) es una cuestión vital para la vida consagrada y una prueba de su autenticidad de cada al futuro.”9

“El rostro de la vida consagrada está cambiando. En ella se hace cada vez más necesaria una comunión pluricéntrica e intercultural. Hemos de aprender el nuevo arte de la eclesiología de comunión. Ahora nospreguntamos: ¿qué consecuencias tiene esta perspectiva en nuestras nuevas estructuras de gobierno, deformación, de experiencia pastoral, de lenguaje cultural y espiritual”10

“Queremos configurar una vida consagrada auténticamente “samaritana”, es decir, con sed de Dios y movida constantemente por la compasión. Nuestra responsabilidad ante lo que el Espíritu está haciendo nacer entre nosotros, nos exige un discernimiento en comunión operativa (VC 74) y un serio compromiso en la elaboración e implementación de itinerarios formativo-espirituales que hagan viable su desarrollo y consolidación. En esta formación se debe seguir con fidelidad el criterio de la Exhortación Post-Sinodal Vita Consecrata: “La formación es un proceso vital a través del cual la persona se convierte al Verbo de Dios desde lo más profundo de sus ser y, al mismo tiempo aprende el arte de buscar los signos de Dios en las realidades del mundo” (VC 68).”11

6 Idem. 87 Idem 138 Idem 149 Pasión por Cristo Pasión por la humanidad. 9510 Idem 9711 Idem 114

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“La eclesiología de la comunión repercute en los procesos formativos desde diversas perspectivas. Emerge un modelo de formación conjunta en el Pueblo de Dios ante el cual no podemos permanecer indiferentes. En momentos fundantes, por otra parte, la formación intenta “ir a lo esencial”, a lo nuclear, a la fuente de vida. Estamos en un tiempo, en el que la eclesiología de la comunión nos pide que aprendamos todos juntos –todas las formas de vida- qué significa ser “christifideles”. Sólo a partir de ahí podremos entendernos en correlación carismática ¿Qué repercusiones tienen estas perspectivas en la configuración de los procesos formativos?”12

“Además se acrecienta la dificultad que los formadores han tenido para descubrir con competencia y a tiempo los conflictos de los formandos. La post-modernidad está forjando una generación diferente que permite también vislumbrar aspectos esperanzadores y configurar una nueva forma de VC.”13

12 Idem 11513 Congreso Internacional de la vida consagrada, Pasión por Cristo, pasión por la humanidad, Publicaciones Claretianas, España 2005. Pág. 195.