la filosofia moral moderna, 1600-1800 (john rawls)

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20 LECCTONE!. SOBRE LA HISTORIA DE LA FILOSOFfA MOUAL NOTA DEL TRADUCTOR Las traducciones y siglas de las obras arriba referidas que utilizare- mos en esta traducción serón las siguientes: Obras de Kant (aquí las siglns como Rawls, la versión alenla- na original):'" Gr FWldamell!ociólI de la mela[fsica de las COSllll11bres, lrnd. Oc M. Gal"- da Morente, Madrid, Esposa Calpe. 19B3', KP Crllica de la Razón Prdctica, Lrnd. de E. Mifiana y Manuel Garcfa Morenre. Madrid. EsptlS:l Calpe, 1984 J KR en'rica de la Razó" Pura , trnd. de Pedro rubas, Madrid, Alfaguara, 1983'_ KV Crf/;ca del J¡dóo. lrnd_ de M_ García Morcnle. Madrid. Esp,sa Cal- pe, J984 1 MdS lA melo{Csica de las coslumbres, lrad. de Adela Cortina Orts y Jesús ConiJI5andro, Madrid, Tecnos, 1989. Rel Ln ReligióJ/ deutra de los /imites de ÚJ. mera razón, trad. de Felipe Mar1fnez Marzoil, Madrid, Alianza. 19B1. OTROS TEXTOS: David Hume. bll'estigaciólI sobro los prillcipios de la moral (= I) trad. de G. López Sastre. MOldrid. Espnso. Calpe, 1991. DaviJ Hume. Tratado de la IlQlllralezQ humana (= n, Félix Duque (comp.), Madrid, Editora Nacional, 1981. G. W. Leibniz, Nua1!o!i ensayos sobre el enrcndimienlo }umrnllo, trau. dI:?: J. Eche\'enia. ,Madrid, EditorD Nacional, 1983. G. W. Leibniz. Discurso de /I1etafísica. lrod. de J. Marias, Madrid, Alianza, 1982_ G. W. F. Hege l. Principios de la {iloso{fa del derecho (= PR) , trad. de J. Vennal. Buenos Aires, Sudamericana, 1975. .. De la FwrdamclI/r;dÓII y la en'rico Jt! la mzó" pu", hay muy büenas lfilducc:ioncs posteriores a las que M. Garcfa Morenlc, con algunas venlajns sobre ellas. He op. tado, no obstante, p:lr las trnduccioncs de esle último f"li vari:\s razones: primero. por mantener In homogenddnd dI: estilo (t3mbién con la en/iea (Id luicio); segundo. porquc me siguen pareciendo o:onjunlo las (N. lM 1.) . .' . INTRODUCCIÓN: LA FILOSOFJA MORAL MODERNA. 1600-1800 § l. UNA DIFERENCIA ENTRE LA FILOSOFrA MOllAL y LA MODERNA r- \0 5 (" \ 'f \ . ( ".. 1. Empezaré cQ.n la filosoffa moral dá- o r sica y la moderna,IPor filos0ffaJl)SlraJ de la Grecia an- B" "6 tigua, en especial la de Atenas o la de los filósofos que aHí vivieron: Só- (6-) erales, y y los de las escuelas epicúrea y \0 5 ,y <l esLoica .. la del período compren- t \ d aJ (\A" entre 1600 y 1800, pero creberfamos incluir en ella a autores del si· yv"' 0 __ 1 glo XVI tales como Montaigne, quien ejercerla una gran influencia pos- ¡ ¡'O o tenorrnente. Cuando Sidgwick llega al concepto de bien en el libro 1 de los Mé- todos de la ética, advierte de que hasta entonces ha venido discutiendo sobre lo correcto o justo, que dice, el habiLua:ment.! utiliza- do por los escritores ingleses. Ha tratado el concepto y sus equivalentes como si implicara un dictado. o un imperativo, de la razón. Se entiende a:::;í que la razón rescribe ciertas aedon i condicionrum e- nos por referencia a RÚn"o u terior. Sigue siendo posible, sin embar- go, dice sidgwick. considerar atractivo a este ideal moral. si especifica. un Lien ideal al que se aspira, en lugar de un dictado o un imperativo de la razón. La acción virtuosa Q la acciÓn justa. ya no se considera como un dictado dil 'IFla ..-160 imperativa sino como aIRO bueno en si mismo. y no sólo como un medio para la consecución de algún otro bien. Sidgwick piensa que ésta era la concepción ética fundam'!ntal de las escuelas griegas de fiJosofia moral: La caracterfslica cenlrol de la controversia élica anugua. en .:::ontrn- distinción enn la moderna, se reduce en última instancia al uso de una r'Orjtín genérica [de bien] en vez de pIro sspecífica [Ial como fa ngrió" de c.orrecciÓn ('l justicia] para expresar 105 juicios morales comun;5 ,Sobre las acciones. [Los griegos] solian ent ender la acción virtUOSil o jusla como . to"ñSólo una especie del bien: y usf [... ] la primera cuestión [... J. cuando.) tratamos de sistemalizar la conducta humnna, es cómo determinar la re- lación de esta especie de bien con el resto del género. (Metll!Jds. 7" ed. [Londres. 1907]. pógs_ 105- 106)

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La Filosofia Moral Moderna, 1600-1800 (John Rawls)

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Page 1: La Filosofia Moral Moderna, 1600-1800 (John Rawls)

20 LECCTONE!. SOBRE LA HISTORIA DE LA FILOSOFfA MOUAL

NOTA DEL TRADUCTOR

Las traducciones y siglas de las obras arriba referidas que utilizare­mos en esta traducción serón las siguientes:

Obras de Kant (aquí las siglns sig~en. como Rawls, la versión alenla­na original):'"

Gr FWldamell!ociólI de la mela[fsica de las COSllll11bres, lrnd. Oc M. Gal"­da Morente, Madrid, Esposa Calpe. 19B3',

KP Crllica de la Razón Prdctica, Lrnd. de E. Mifiana y Manuel Garcfa Morenre. Madrid. EsptlS:l Calpe, 1984J•

KR en'rica de la Razó" Pura , trnd. de Pedro rubas, Madrid, Alfaguara, 1983'_

KV Crf/;ca del J¡dóo. lrnd_ de M_ García Morcnle. Madrid. Esp,sa Cal­pe, J984 1•

MdS lA melo{Csica de las coslumbres, lrad. de Adela Cortina Orts y Jesús ConiJI5andro, Madrid, Tecnos, 1989.

Rel Ln ReligióJ/ deutra de los /imites de ÚJ. mera razón, trad. de Felipe Mar1fnez Marzoil, Madrid, Alianza. 19B1.

OTROS TEXTOS:

David Hume. bll'estigaciólI sobro los prillcipios de la moral (= I) trad. de G. López Sastre. MOldrid. Espnso. Calpe, 1991.

DaviJ Hume. Tratado de la IlQlllralezQ humana (= n, Félix Duque (comp.), Madrid, Editora Nacional, 1981.

G. W. Leibniz, Nua1!o!i ensayos sobre el enrcndimienlo }umrnllo, trau. dI:?: J. Eche\'enia. ,Madrid, EditorD Nacional, 1983.

G. W. Leibniz. Discurso de /I1etafísica. lrod. de J. Marias, Madrid, Alianza, 1982_

G. W. F. Hegel. Principios de la {iloso{fa del derecho (= PR), trad. de J. T~. Vennal. Buenos Aires, Sudamericana, 1975.

.. De la FwrdamclI/r;dÓII y tl~ la en'rico Jt! la mzó" pu", hay muy büenas lfilducc:ioncs posteriores a las que hici~r.1 M. Garcfa Morenlc, con algunas venlajns sobre ellas. He op. tado, no obstante, p:lr las trnduccioncs de esle último f"li vari:\s razones: primero. por mantener In homogenddnd dI: estilo (t3mbién con la en/iea (Id luicio); segundo. porquc me siguen pareciendo ~n o:onjunlo las mejol1~s. (N. lM 1.) .

.' .

INTRODUCCIÓN: LA FILOSOFJA MORAL MODERNA. 1600-1800

§ l. UNA DIFERENCIA ENTRE LA FILOSOFrA MOllAL CLÁ51~\ y LA MODERNA

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"'~ 'f \ . ( "..

1. Empezaré cQ.n unadjferenda_.I):.Yifl..@~ la filosoffa moral dá- 6..¿"s~ o r sica y la moderna,IPor filos0ffaJl)SlraJ cl~.i91J'ntieñi!OlIa de la Grecia an- B" "6 tigua, en especial la de Atenas o la de los filósofos que aHí vivieron: Só- (6-)

erales, ~I.at~n y ~~.~~~~~les. y los ~.':lt.egrantes de las escuelas epicúrea y ~ \05 ,y<l esLoica ~t?1· .. fiI.1s.9r~~ "!:12~!~~~<!~~.!:!1E- e~_t!C:f.I~_d la del período compren- t \ daJ (\A" d~do entre 1600 y 1800, pero creberfamos incluir en ella a autores del si· yv"' 0 __ 1 ~Oo glo XVI tales como Montaigne, quien ejercerla una gran influencia pos- ¡ ¡'Oo tenorrnente.

Cuando Sidgwick llega al concepto de bien en el libro 1 de los Mé­todos de la ética, advierte de que hasta entonces ha venido discutiendo sobre lo correcto o justo, que e~. dice, el concep~ú habiLua:ment.! utiliza­do por los escritores ingleses. Ha tratado el concepto y sus equivalentes como si implicara un dictado. o un imperativo, de la razón. Se entiende a:::;í que la razón rescribe ciertas aedon i condicionrum e­nos por referencia a RÚn"o u terior. Sigue siendo posible, sin embar­go, dice sidgwick. considerar atractivo a este ideal moral. si especifica. un Lien ideal al que se aspira, en lugar de un dictado o un imperativo de la razón. La acción virtuosa Q la acciÓn justa. ya no se considera como un dictado dil 'IFla ..-160 imperativa sino como aIRO bueno en si mismo. y no sólo como un medio para la consecución de algún otro bien.

Sidgwick piensa que ésta era la concepción ética fundam'!ntal de las escuelas griegas de fiJosofia moral:

La caracterfslica cenlrol de la controversia élica anugua. en .:::ontrn­distinción enn la moderna, se reduce en última instancia al uso de una r'Orjtín genérica [de bien] en vez de pIro sspecífica [Ial como fa ngrió" de c.orrecciÓn ('l justicia] para expresar 105 juicios morales comun;5 ,Sobre las acciones. [Los griegos] solian entender la acción virtUOSil o jusla como

. to"ñSólo una especie del bien: y usf [ ... ] la primera cuestión [ ... J. cuando.) tratamos de sis temalizar la conducta humnna, es cómo determinar la re­lación de esta especie de bien con el resto del género. (Metll!Jds. 7" ed. [Londres. 1907]. pógs_ 105-106)

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22 LECC!ONES SOIUtE L.\ HISTORIA D e LA Flt.osor-fA MOnAI.

Apenas p·ocJemos·-en"t-cnd"cr-'-;-fiíosofía ~C;;r=;¡-g~iega, continúa dicien­do Sid1l',,·ick, a menos que dejemos de lado los conceplos ttcuasi-jurídi_ COSJI o legalistas de la ética moderna y dejemos de preguntar "¿cuál es el deber y cuál Su fundamento?,. para preguntar más bien ,,¿cuál de los ob­jetos que consideramos buenos es verdaderamente bueno o es el supre­mo bíen?n. O, alternativamente, ((¿qué relación hay entre el bien que lla­mamos ,,·¡rtud, las cualidades de la conduclíl y el carácter que alabamos y admiramos, y las demás cosas?l). Pero para responder a esta pregunta necesitamos, por supuesto, alguna forma de esti mar los valores relativos de los distintos bienes, aJguna forma de decir cómQ se relacionan coo el

-.bien supremo o Cómo lo constjlllycn,

í 2. Aceptemos que se da esta diferencia entre la filo.offa moral anti-',

I gUil y la moderna. Concluimos entonces diciendo queJQs antiguos se ¡ r arma más racional de la verdadera felicidad, o del, ' biGP.sllp,?!!P . I la ca ueta Vlrt ,

· v jrJ lldes en tant'q q"P aspectos del carácter-las virtudes del coraje y la · templanza, de la sabiduría y la justicia, que son bienes por sí mismas-,

o se relacionan con el bien supremo, ya como medios, ya CpIDo elementos ¡ éññstitUljVQS ya como ambas cosas. Por d contrario, Jos modernps se ; preguntaban principalmente o al menos en primera instanda ppr Jo · ue consIderaban prescri ciones im erati' recta razón, or Jos ! derechos, . i adanes a que estas TÍ ciones de la ra "n

I -r: Sólo después volvian su mIrada hacia los bienes que estas prescripciones nos permitían pen;eguir o encarecer.

- Ahora bien,. suponer que existe esta diferencia entre la filosofía moral antigua .Y la moderna no significa necesariamente suponer que es una diferencia profunda. En realidad, esta diferencia puede no ser profunda en absoluto sino simplemente una cuestión del vocabulario utilizado para anicular y ordenar el dominio de la moral. Lo que deternlinü este vocabulario ppede haber.s.ido IIn mero z..ccidenl'c histórico, y podrfa ser que un análisis más detenido mostrara que las dos familias de conceptos expresadas por ec;tos vocabularios son equivalentes en el sentido de que cualquier idea moral que podamos expresar en una familia también po­demos expresarla en la otra, aunque no con plena naturalidad.

Aceprado esto, sin embargo. es posible que, dado el trasfondo histó-, rico y ct:ltuml con los problemas centrales que le son propios, utilizar una familia de conceptos en lugar de la otra pueda llevarnos a ver estos problemas bajo un prisma particula r; y ello a su vez pueda llevarnos a :;ustanciar diferencias de doctrina moral entre la filosofía moral antigua y la mod...:!ma, O bien el comexto histórico por SÍ mismo puede identifi­car un vocabulario como más ajustado y apropiado.

I

INTRODUCCiÓN: LA FILOSOFfA MORAL MODERNA, 1600-1800 23

::2"2. EL [>nODL~MI\ CENTIlJ\L DE LA FILOSOFíA MORAL GRI(!CA

1. EmpeZ.ilré con una conjeturo -no puedo de~ir que sea más que C$O-- sobre el contexto histórico y cultural que e:'( phca el problema cen­eral que se plantearon los griegos, Lo primero que ~<lré notar es. q,ue, ... ""'.llando comenzó la filasoria moral, digamos con So.erates, .Ia n:h, 1

me a era una religión cívica perteneciente a a mctlca SOCial u IC~, ; los festiva es c VICOS y a as ce e raciones ública. En tanto uno pa:l~ ",,-:¡ a a e me o espera o y o serva a e decoro, los detalles de lo q

p ,. S · t taba de hacer lo pcos_ uno creyera earedan de mayor Importancla, e fa , . b U{3y'l

rumbrado de ser un miembro de la sociedad di no de con a' sle - . 1 J. - ' l' res cívico o un bu c:. (Ven; ... O\..(t.,() LiTe dispuesto a cum Ir c os r . . ,_. o -suV1cndo en los tribunales o remando en la flota en tle~~o d: guerra- cuando a ello se'le llamare. No era una religión de salvac;¡?n ~~ el sentido cristiano, y no habí<J. c1a<¡e ~lguna de ,sacerdat,es qu~ d,l s~

' ::'tensara Jos medios necesarios para la gracia: en reahdad, las Idl!a5 e lfa ~ortalidad y de salvación eterna nunca tuvieron un papel central en

.... -:u1tura clásica, b b b sa Por otra parte, esta cultura religiosa cívica no se a~a. ~ en ,0 r:as - I

:Jadas como la Biblia o el Corán o los Vedas de !a. rehglon ~1n~U. Los SJ"~,,4-h; ~egos celebraban a Homero, y Jos poemas ~omencos c~nst.tuJan un~ ~rte fundamental de su educación, pero ~a Jlta~a y la OdlS~a nun~~ ["';le >/.5 I ~.:m textos sagrados., ~ de Sócra,tes, la sofh mora~ neg~ c o~ \11.0 b ¡¿) t1

Homero y rechazó el ,dval hom¿ncg del gJleqe •• , 1-,: vJo.. I nobleza fc"dal.que dominó en el pasado y que todaV13 eJercla una am-

:::.!ia influencia. . í al los . Es verdad que .n el mundo clásico se kmía al 1m o . ateo y s~ '·:')nsidcraba peligrosos cuan o a ardeaban n ierlarncnte de su rec azo ~~ ·105 cultos cfvicos. Ello se debía a que los griegos pens~ban q~e se.me­~te condur.:ta era prueba de que no eran dignos de confianza m amIgos ~]\,:¡cos responsables con los que se pudie~ contar. La ~ente que se ;;~~ ¡:;"'ba de los dioses movía aJ repudio, pero este no s~ debla lanto a s~ . ;t:imiento en sr como a su manifiesta falta de disposición a partICIpar -=!lla práctica cívica compartida., "ara lo

Para que lo entendamos, no ol"¿demos que la ~olts gnega era, P é-'""'...le hoves costumbre, una socieC1ad muy pequena y I:,astan~~ homo~ ~""a At~nas por ejemplo no contaba cor. más de 300.000 ha ltantes,lO­;]~;endo a ~ujeres y niñ~s, extranjeros y esclavos, ~I número de Jos qu~ ,..., .... d· f'n asistir a la Asamblea y ejercer el poder polftlCO -todos IdOS varo :'~, ... ·d . e unos ,.., ....,. ""dultos nacidos en uno de los demes reconOCl os- e~ , . !.J",,,, ~.. • 1 d I ms!JI ur lo-:: 5.000, La religiÓn dvica de la polis era parte eS5nCla e as .ces que mantenían la cohesión v la armonio s~

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Page 3: La Filosofia Moral Moderna, 1600-1800 (John Rawls)

24 LECCIONES SOURE LA HISTOIIIA DE LA FlLOSO.fA MOltAI. . .":1 2. As! pues, la filosofía moral grieg~ s~~;e d'~~~~' ~~'~:'~~~~;~~i~~-¡- ' :"1'- ~

rico y cullural de una religión cívica de una polis en la que la épica ha- ;'. (, ~~~C~l, con sus di~ses y h~roes, dcsem~eñabil ~n papel cenlrn~c- ;~r¿ h Ion ~~ ofTece mnguna Idea altcmat1~a de bien su remo uc uc a :~~. ca e e uc re resentan estos dIOSes estos hér Los héroes .:'t:'I,~~~ son de noble cuna; persiguen Sin ro or el ¿"ito y el honor; el poder y la X~~lt;" ri,queza, la pos.i~ión social Y ,el prestigio. Aunqu~ no son indirerentes a1 J~ bien de la familIa, de los amIgos y de los subordmados, nada de esto es 'l~~ primordial para ellos. Cuando. Aquiles se muestra ego~slilrnt!nlc indi- ~I~"" f.i .. ,~ fere~te y se enrun-ul1a en su l1enda de campaña, no pIerde su virtud ~ \ herOIca; y cuando vuelve a la hatalla porque Patroclo ha muerto, no es :~I' porq~e h~ aflija la suerte de Patrodo sino parque le perturba la debilidad ~ :~~ que el rmsmo ha demostrndo al no haber pro~egído a su propio subordi. ?#.;, ;

i nada. Por lo que hace tt los dioses, no son muy diferentes, mornlmente "~\~: hablando, aun'lue al ser inmortales su existencia es relativamente>" feliz y :-)J~ segura, ,";\';,W

Así pues, al rechazar el ideal homérico como característico de una ~¡-"W~ [anna de vida. propia de una era ya extinguida, yal no encontrar guia al. &, guna en la religión cívica, I.!. 61050& griega f!JVO q"e e1a bornr PQq¡í R=li.s. ",,'f¡j'r, mn nociones de bien supremo para la vida humana Podpnes adecuadas ::?~fi" para la muy distinta sociedad que era la Atenas del siglo v. La idea...del ~"~~"~\\~: bien supremo está Pllc,s de Fgona bustante natural en el centuuJe líI-'i- ~"l:m.~ losofra mo@1 de los griegos' resppnde a una cllestión Q!lC la reljgióp-d- " '~~¡~ vica deia con m"cha jncpgtcst2da, ~g,f¡f

Ji; ""~1 "~~;:

3. Para concluir: la falta de tiempo no permite un examen detaUado de las concepciones filosófico-morales de los griegos, pero sr podemos hacer una:; cuantas observaciones muy generales.

S centraron en la idea del bien su rem o un ideal atra 'va r:omo Ig P'ÍsQllcda razonable de nuestra YCrd dera felicida . '

En gran medida concibieron este bien como un bien para el indivi­duo. Por ejemplo, Aristóteles sale al paso de las objer:iones a la acción jus. ta no diciendo que deberíamos saclificar nuestro propio bien a las exi. gencias de la justicia, sino diciendo que perdemos nuestro propio bien si rechazamos esas cAigencias. I El enfoque de Sócrates y Platón es similar.

Una vez más concibieron la Enndllcta dOJtosa romo un tjpo de bien al ue 'ue bus :) . lo <l los dem , ". de la na .ld.d.it, e inte mlla a conee Clo de ue poder resolver razonablemente este probteD1(1.

Finalmente, la filcso[¡a n~'")ral fue siempre el ejercicio de la mera 111-

zón, libre y disciplinada. No se fllndó en la religión, ni mucho menos en

J. Tcn.:ncc Imin, Cln:;sica/ TllOlIgllt. Oxfon1, Oxford Uni\'crsity Prc~s. 1989, pag, 138.

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,f' tl~ (~t ji ~I: ~)l ),J ":";,¡

INTltODUCClóN: LA FILOSOFíA MORAL MODEIlNA, 1600-1800 25

13 revelación. pues la religión cívica nunca se erigió en rival suyo. Al bus· ... "3r ideaJes morales más adecuados que los de la edad homérica para la $t.)cicdad y la cultura de la Alenas del siglo v,la filosofía moral griega se $Ostuvo más o menos a se misma desde el principio.

§3. EL TRASFONDO DE LA PILOSOr:(A MORAL MODERNA

l . Empewré como antes con el contexto histórico y cultural. A mi entender, son tres los principales desarrollos hist6rycos que dan cuentG p " 'rrt/l d~ la naturaleza de la filosoffa moml en el perlado moderno, ~ l \

Está. en primer lugar, la Refonna del siglo XVI, que es fundamental \Lt '"fo ~ 1m la confonnación del mundo moderno, La Reforma frngm?Rtéla I:I:Ri ~" dad religiosa de la Edad Media y Cpndllip al pluralismo religioso, con to-d3S sus consecuencias ara los si los os' . Esto propició, a su \·c ura ¡smo e otros tipos, que acabaron convirtiéndose en un ras go un amen y pelmanenle de la vida contemporánea hacia finales del siglo XVIII. Como reconoció Hegel, el pluralismo hizo posible la Ji­benad religiosa, lo que no era ciertamente la intención de Lutero y Cal-\ino (véaSe Principios de la fllosorla del derecho §270 [hacia el final del fi jo largo comentario], pág, 312). (';) (\0

En segundo lugar, tenemos el desarrollo del Estado moderno cpn \JI t'l"oJP " j!1@rninistración centijib En un principio. en su fooma altamente centralizada, el Estado moderno era gobernado por monarcas con enormes poderes, que Intentaban sel' t.an absolutos como pudieran, ce· ciiendo parte del poder a la aristocracia y a las clases medias ascenden-ces sólo cuando no tenían más remedio, o cuando les Lonvenia. El de-.;;arrollo del Estado se produjo de distimos modos y a ritmos diferentes en los diversos paises de Europa, Los Estados centrales se consolida-ron bastante bien en Inglaterra, Fra"ncia y Espafia hacia el final del si-glo XVI, pero no en Alemania e Italia hasta el siglo XIX (Prusia y Austria e:a.n ciertamente Estados fuertes en el siglo XVIII y rivalizaran por la unificación de Alemania, cuestión ést~ que zanjó finalmente Bismarck , v. en 1870), ht (;. ¿:.n<:l'

Para terminar, está el desarrollo de la ciencia moderna, que empezó0 Jol r"\.J.. en el siglo xvn (cun importantes raíces. por supuesto, en el pensarnien- yv'\Oi

tO griego e islámico). Por ciencia moderna entiendo el desarrollo de la astronomía"con Copénlico y Kepler y de la física newtoniana; y tam-bién -hay que subrayarlo- el desarrollo del análisis matemático tel dlculo} por Newton y Leibniz. Sin el análisis no habóa sido Pº5íb1e el de-sarrol!p d . b Elsic:a. Los avances de la matemática y la física van de con-s ... .mo,

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Page 4: La Filosofia Moral Moderna, 1600-1800 (John Rawls)

26 LECCIONES SOlll!E LA f-IISTORIA DE LA FILOSOFfA MORAL

Cieliamcntc, estos tres c.Icsan-ollos principales se afecliln mutunmen­te de manems complejas y dcsenca.denan una inmensa serie de conse­cuencias imposible de scguiI; o incluso de entender, con algún detalle (pensemos en cómo el desea de Enrique VilI, un monarca absoluto, de tener un heredero dio lugar a la Reforma inglesa).

2. Ahofíl obsérvese el contraste con el mundo clásico en lo que res­pecta a la religión. El cristianismo medieval teníacil1co imponantes ras­gos de los que enrecia la rc!iglón cíVIca griega:

d) Ern undíiión o1zc~cuya autoridad em institucional, con el p<lpado en el centro, y pructicnmente absoluto, aunque desnfiado tl veces, como en el perrodo conciliar de los siglos XIV y xv.

~ Era uruAiPglón de salvac@1>, una vía d~ ncceso n. la vida clcma, y la salvación exigía la fe \'crdndcra till como era enseñada por la iglesia.

3 ) . üe ahí que rucr:J un:l. guglon doctn',iifj con un credo en el que h:l.bfa que creer. .

Yo) Ern una~_mC(!raO/AA que monopolizaban la autoridad para dispc¡¡..;ar Jos medios dI! grncio, e!ienciales normalmente para conseguir la salvación.

5) Finalmenle, era una:::fé]jejón exr.allsiQ!!istVs decir, una religión de conversión que no reconocía limites territOliales a su autoridad salvo el mundo enlero.

¡Así. en contraste con la filosofía moml clásica, la filosofía moral de la iglesia medIeval no es el resultado de la mera razón, libro: disci Iinada.

sto no significa que su filosofía moral no sea verna era, o que sea in-a­zonable; pero estaba subordinada a la autoridad de la iglesia y fue prac­ticada sobre todo por el clero y las órdenes religiosas a fin de sruisfucer la necesidad práctica de la iglesia de poseer una teología moral.

Por otra parte. la doctrina de la jglesia consideró que nuestros debe­\es v obligaciones wornlc§ descansaban en la ley divina. Eran conse~ cuencia de las leyes instituida:; par Di:Js. quien a lodos creó y quien a to­dos mantiene en la existencia en cada momento, y a quíen estamos eternamente obligados. Si pensamos en Dios como el ser supremamen­te razonable, como hizo Tomás de Aquino. entonces estas I~yes son dic­tados o prescripciones de la razón divina. Es a través del cristianismo COmo la idea tic un dictado, o im er.:llivo de lrl. razón ue establece nues­tros deberes o ligaciones entro en la filosofía mora moderna. terna­tivamente, si a optamos una perspectiva vo untarista, como hicieron Scata y Ockham, entonces estos dictados de:--ivan d(.la voluntad divina. Encontramos una ti otra concepción no sólo en Suárez, Bellarmino y Malina, y en ot':05 escolásticú..i tard[os, sino también en los protestantes Grocio. Pufendorf -" Locke.

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INTIlODU CCIÓN: LA FlLOSOFfA MORAL MODERNA, 1600-1800 27

As( pues, el com;epto de ohHgpcjón Qye dominó amp!iamente en el si-.. flp XVII fue el de UDa obljpncián que ds:;scansab~ en la ~dea de ley nat~-

1<11 ·0 ley diviDa. Esta ley nos fue entregada por DIOS, qUIen P?SCC rtuton­dad legitima sobre nosotros como creador nucstr~: es un dlct~do de la razón divina, o de la voluntad divina. y en cualqUier cnso nos Impele 3

cumplirlo bajo pena de sanción. Y aunque la ley ordena s610 lo que, a su debido tiempo, es bueno para nosotros ~' para la socicda? humana. no realizamos nuestra obligación si, actuando de conformidad con ella. pensamos en nuestro propio bien; reaJiza~os nues~ obligación si ac­Luamos de conformidad con cIJa porque DIOS nos la lmpone y en acto de obediencia a la autoridad de Dios (véase. por ejemplo, Locke, Ensayo sobre el en/endimiel1to humano, Lfbro 11. cap. 28, §§4-15). •

3. La Refonn3 tuvo o:normes consecuencias. Para ver por que: he­mos de preguntamos qué significa que una religión oficial, salvífl~ y cxpan~ionista como el cristianismo m~ieval, se fra~entara .. Esto s~g­ninca inevitablemente que aparecerán dentro de la misma SOCIedad ~IS­tintas religiones oficiales y salvíficas rivales, en algunos aspectos dlfe­re!1tes de la religión original de la que se escinden. pe~ con muc?os rasgos comunes durante un cierto período de t~e~po. L~terc~ y Calvmo eran tan dogmáticos e intolerantes como lo habla Sido la 19leslfl.ro~ana . Para los que tuvieron que decidir si hac~rse protestantes o seguIr sIend~ católicos corrían tiempos terribles. Pues, una vez fragmen:tada la reh-gi6n orig'inal, ¿qué religión conduce entonces a la salvaci~n? .

!. Más relevantes para la filosofía poE'tica, aunqu~ aqul los dejaré. de\) . Jado fueron tanto la controversia sobre la tole~~;~:;':~o de los o~ge-; nes delliberaJismo. como los esfuerzos por csrawecer Hmjtes Cº?stt(u- ! } cionales a los soberanos de los Estados nacionales. Estos son, Sin em-; , bargo, temas de gran calndo que debemos situar en el tras~ondo de gran \

Darte de la filosofia. moral de este periodo. La Reform~ dIO lugar a l~s graves confljcto.- de las gperras de reJiv4ín, que !os gnegos no cxpe:--­mentaron. El problema que se planteó no era ya SImplemente el prob.e-

. ma griego de cómo vivi l~ sino el de cómo puede uno vivir con gegtes qlJe profesan una rcHgióD oficia] y salvífica dIferente. ÉS~~ era u~ problema nuevo, que suscitó de fonna p..simismo grave la cu~~on de como era. en

_absolu.to .. posible la sociedad humana ee esas condiCIOnes.

§4. Los PROBLEMAS DE LA FILOSOFfA MORAL ~tOOERNA

1 La filosofía moral de nuestro periodo se vio, a mi entender, pro· rund~mente afectada, como la filosofi"a moral griega. por la situació~ re­ligiosa y cultural en cuyo seno se desarrolló, en este caso, por la Sltua-

. ..• .

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28 LECCIONES liOnllE. I.A HISTOIlIA DE LA FII.OS01:rA AtOnAL

ción que siguió a In Reforma. Hacia el si lo XVIII, muchos s pensadores ¡ntenlamo establece to moral que fuera independiente de la autoridad eclesiástica y acces ible para cualguier persona razonable y COQSc;iSDie. H~cho lo cual. intentaron des3IToIJar todo un abanico de conceptos y pl'incipios desde los que po~ der definir la autonomía y la responsabilidad.:!

A modo de ampliación: como hemos ... isto. por un Indo, está In visión tradicional de la iglesia según la cual, en ausencia de revelación divina, no podemos conocer los principios del bien y del mal que deben guiar­nos y que establecen nuestros deberes y obligaciones. Aun cuando al­gunos de nosotros podamos conocerlos. no todos podemos, o no todos podemos tener en cuenta sus consecuencias en los casos particulares. Por lo tanto, los muchos deben ser instruidos par los pocos (por ejemplo. el clero) y obligados a obedecer mediante amenazas de castigo. Por otra parte, está la visión más acorde con la Hnea radical del protestantismo, es!o cs. con su idea del sacerdocio de todos los creyentes \' su rechazo de toda autoridad eclesiástica interpuesla entre Dios;' sus ri~ll!S.

Para esta corriente de pensamiento, las principios y preceptos mora­les están al alcance de toda persona razonable .... normal en general -cada escuela explica esto a su manera- y por]o tanto todos somos plenamente capaces de conocer nuestros deberes .... nuestras obligacio­nes morales y plenamente capaces también de guiamos por ellos

2. Tres cuestiones pueden distinguirse a partir de la contraposicióll planteada ero el párrafo anterior.

Primero: ¿dimana el orden moral que se nos exige de una fuente ex­terna, o surge de algún modo de la propia naturaleza humana (bien de la razón, bien del sentimiento, bien de una unión de :unbos) y de las exi­gencias de nuestra vida conjunta en sociedad?

Segundo: ¿es el conocimiento o la conciencia de cómo debemos at,;­tuar directamente accesible sólo para algunos, e para unos pocos (los

2. Sc;bro.yo el protestantismo porque t:1lsi todt<S los pensadores mayores son protes­tanles. Los antore.! más cle'iltu:4ldos en el dl!Sarrollo dd derecho n;!.lural-Grocio)' Pu(en­dorf. Hobb·es y Locke- son protestames. Si dcjam!:ó apc.ne el QSO de Leibniz. t .. mbién lo es la rama gennanil de Wolf y Crusius. Kant y Heg.:!1. Crusius y K:1ntson pietistas)' Hegel hace profesión de luteranismo. aunque fue cienalr.~nt.: un luterano muy poco onodaso. A 105 au tores inglcsl!S de la CSCUdil dI!! sentido mo:-.J -Shaf1esbu~~ Butler y !-Iutcl:e:son. Hume y Smilh-, asi como a los de la L'scucla del i::n.¡ icion:smo r:lCiOnill-Clnrke. Price y Reid-. los suponemos prolc!<tilnlCS (:ll menos en ~-:.! ~ducación) ~n vista de la Rcfonna in­glC!Jiu. Ni que decir tiene que se siIlue haciendo 5icr.:pre nJosofía mora l dentro de [a iglC!ola católic:l. pero en eslL' periodo la praclic<ln los S:lce.-:iotcs doelos -tOlles como Suiircz. Be­Il armino~' Mollna- y bajo la fOrTTla de =asulstica : : :min.3. dirigi':ndl.:;¡e a alros sacerdotes que son ("r"'nfcsorct' o consejcro~. Esta es ocupílció,. mu~' práctica. no pCJls:ula para l!llni­co. exccplO en la mcdiJa el' que forma par1C de su :,muación doctrinnJ.

_~~!.El:? .~I!..~cI6 N : ~.!.ILO.S.Q.~(~_~.t_Q.!t~!- MODERNA, 1600·1800 29

Las escuelas de la rdosoCia moral moderna

La I!SCtll!ln del deredlO natural

Frnncisco Suárez: 1548·1617 Trnlado de las le)'lS)' de Dios Il!gislllJar:

1612 Hugo Grocio: 1583·1645

Del dCll!cllo de la g/jl!JT(l)' de la paz! 1625 S:lmucl rufcndorf: 1632-168B

Sobre fa le}' Je la nOllfrnlt!"'J1 y de las Ilaciones: 1672

John Loekc: 1632-1704 Ellsayo sobro el elltelldi",ielflo humallo:

1690 lA raciOl/alidad del Cr1stimfismo: 1695

La escuela del sentido moral

Tercer CClnde de Shnhesbury: 1671·1713 IIlVestigacjón sobro fa .,;rtud o ellllirifD:

1711 Fr.mcls Hutehenson! 1694-]746

.4" IlIquiry j",o the Original ofOur Ideas o( Beallly and Virflle: 1725

} .. 1scph Bucler: 1692·1752 Filiulf &mlOl1s: 1726

O:lVid Hume: 171 l·lTI6 Tratado de la naturaleza JIII/IItlIU1: 1739·

1740 IlIvestigadón sobre los principios de la fIloral: 1751

Lo. rama gl!nual1a

Gourried Wilhelm Leibniz: 1646·1716 DiscllrSu: 1686 Teodicm: 1710

Christian Wolf, 1679-1754 VenlJllt[iige Gedaltkc" I'UII MeJlschell

11m l/IId wsell: 1720 Christian August Crusius: I7IS-ITI5

A"wcisllltgvmlllu(t;g ZII úben: 1774 Immunuel Knnl: 1724·1804

Gnllld/~gullg: 1785 Critica de la ntzÓll prdcJica: 1788

Gt!org Wilhclm Friedrieh Ilcgel: 1770·1831 Fi/oso(fa del df!rec/¡o: I B21

ÚJS illllliciouislas raciol1ales

S:!mucl Clllrke: 1615·1729 A DiSCOU1;fe Com:emillg ,he Unc}¡allgeable

Obligatiolls o(Narurnl MigiólI: 1705 Richard Priec: 1723-1791

A Revie\\J of f ile PrincipllJ QuestiollS of Mom1s: 1158

ThomnsRcid: 1710·1796 Essays 011 lile Active POI\'U o{ ti/e

Human Milld:178S

dérig05, pongamos por caso), o es accesible para toda persona que sea nonnalmente razonable y consciente?

Tercero: ¿tiene que persuadimos u obligarnos a cumplir con las exi­gendas de la moralidad alguna motivación externa, o estamos constitui­dos de tal manera que nuestra propia naturaleza nos suministra motivos :ru.ficientt::s para obrar tal como debemos sin necesidad de incentivns ex­~;ernos?J

Huelga decir que los terminas que acabo de usar san tan vagos como ambiguos. No está cIara qué significan términos tales como IImotivación

3. En estos dos últ imos pálT':lfos sigo:J J. B. Schnccwind, Moml P"jfo.~.oplly (mm MOI/· :..:.iglle ro &111: AH AI/tlt%g)', Cambridge. Cambridge Unh'l!rslly PrcliS, 1990, lnlroduc:dón al ' ·01. 1, pág. 18.

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30 LECCIONES SO IlIlE LA HISTOUIA DE L .... FH.osorfA MOItAr.

externa l) o «la propia naturalc7.a humana~ o IIpcrsona nonnull11t!l1lc ra­

zonable y c~nscicnlc", entre olroS. Estos tél'lninos cobr,lD sentido según como sean Interpretados o rcchazi:\dos por las diversas tradiciones de la ñlasof(a moral que se desarrollan en el periodo moderno como Icndrc~ mas ocasión de ver cuando c:<aminemos los textos en cuc~t¡ón.

Aquí concibo la tradición de la lllosolla moral en sí mismu como lIna familia de tradiciones, cuales son las tradiciones de las escu"elas del de­recho natural y del sentido moral. y de biS escuelas del intuicionismo ra­cional y del utilitarismo, Lo que hace que todas estas tradiciones formen parte de ~na única tradición inclusiva es que utilizan un vocabulnrio y una tennmologfa con un significado comÍ/no Además, los respectivos nr~ gumentos y concepciones de una y otr.J. escuela se replican y ajustan mu­tuamente, d~ tal ~~rrl1a que los intercambios entre ellas constituyen, en

'parte, u.na dls~usJOn razonada que pennite el progreso del pensamiento. . 3. 81 rcfIexJ()namos sobre las tres cuestiones planteadas más nrriba,1 ' ha#brem.:Js de observar que.lws pensadores de este período concuerdan i

. as echo es justo o injusto bueno . . .~ :

fiere e ntenido de la mora i a ,so re o ue realmente son losl p~mer. .. jos e as ercc os os e eres, las o IgaclOnes _

: ~. Nmgu,no de ellos dudó de que la propie i:\ e la ser respeta a; to-, dos ellos afinnaba~ las virhldes de la fidelidad a las promesas y los con-\

tr:a tos, de la veraCidad y la benevolencia y la caridad. y otras muchas { Virtudes. Su problema no radicaba en el contenido de la moralidad sino l en su fun~amento: cómo .podíamos te:ler conocimiento de eUa y cómol ~od{a motivarnos a la acción. Si se examinaban cuestiones morales par-o tJculare~ era por la luz que arrojaban sobre estos problemas. La escuela ;

. dd ~ent,ld.o ~oral de ~harlesbury. Butler y Hl1tchf"son dio una respuesta; : J~s mtulCl~nlstas raCIOnales como CJarke. Price y Reid dieron otra; Leih~! _nIZ y Cruslus, aún otra distinta. J

Volviendo una vez más sobre nuestras tres cuesUones anteriores, J!urne. y Kant, ca.da uno n su modo, afinnan en cada caso la segunda al­ternativa. Es aer.lr, en uc el orden moral sur e de al una manera de la propia natw'aleza humana y e:lS e:u2encias e nuestra vi a con 'un- . la en sacie a . en ~1'eel1 que el conocimiento o h conciencia de cómo debemos actuar es directamente accesible ara e . ;~ nonn~ ~ente razon~ e.v cOnSClep!'''' • na mente, creen que es a constItUidos de tal modo que nueslr¡\, naturnleza nos suministra motivos

. suficientes para obrar como deb~mos sin necesid:td de sanciones exter­nas,. ni me."o~ si~ necesidad de sanciones por el estilo de. Jos premios o casttgos dlstnbUldos por Dios o por el Estado, De hecho. lanto H¡,¡me r;arno Kant están en !us pntipodas del punto de ~'ista según el Cll<!l..s61o unos pgcos PtlCden acceder al conocimienlo mornl y la mayorio si no lo

lS'T1WDUCCIÓN: LA F ILOSOFíA MORAL MODERNA, 1600-1800 31

dos. tiene que ser obligada a hacer a lidio uc es 'usto or media a-ClOnes,

§5. L~ RELACiÓN ENTRE. HE.UGI6N y CIENCl.~

1. Todos los aulores que vamos a estudiar moslrnron un gron interés (cada uno a su manero) por la relación enl' . i odern . ianismo las creen . Aquí. por supuesto, ciencia

moderna significa, como ya dije, física nl!\Vloniana. El problema em en­tonces el del modo en que debian entenderse los descubrimientos de Copérnico y Galileo, de Newtan, Huyghens y otros, en relación con la re­ligión y la moral.

Spinoza, Leibniz y Kant responden a esta cuestión de forma distinta, pero afrontan un 'problema comün. En ciertos respectos, SpinOzfl es de los U"eS. el gUt! lo abgrda de un modQ mas l1ldical: su panteísmo iDcor­R0r::.]a nueva concepción cjenH6g y dc! .. rminis1a del mundo aJ r-jempo yue conserva impQltanteS elementos de 111)2 doctrina religiosa (aunque h.:terodoxa). Ésta era una conee cióo que ni Leibniz ni K..'lnt odran ~ y nunca bajaron a gua ia pam. no caer en el así llamado spi-norismo, que a la sazón se convirtió en algo que había de evitarse n toda cO.:$ta (al igual que, a finales del siglo XVII, se evitó caer en el hobbesia-nisrno\ Leibniz estuvo pnrtkularmente alerta ante este asunto, y hay quien piensa quc no consiguió librarse del spinozismo y que su filosofía ..... \ ( tiene: :nuchos e1emenLos spinozistas. ':'0"'" ( Vo-(j 1)

De todos los pensadores que estudiart!mos, Leibniz es el gran can- ve .s ¿ servador en el mejor sen!ido de la palabra. Es decir, acepta plenamentJ~ ""o" la onodoxia cristiana su cance ción moral encara domina -y,

e O¿.c- o, contribuye a desarrollar- a nueva ciencia de su tiem o, ha­cic-nJa uso de ella en su teolo ía . s un gran conservador en el sentido en que 10 fue Aquillo en el siglo XII!: Aquino se enfrentó con el nue­vo mSlotelismo y In usó para sus propios fines y propósitos en su gran­di0$2 SUml1!ll Tlreologica, toda una reformulación de la teología cris­tiana De similar manera, Leibniz incorpora la ciencia moderna a la teo!ogía filosófica lrndicional; y en esLe marco ampliado y revisado in­lema !"esolvcr todos Jos grandes problemas. Así, por ejemplo, utiliza In nU::'\'a ciencia en su dennició e la ve d en su disti . aaes necesa '3 entes, en su conce ción de la Ubre voluntad

de la prescie:lc1a divina, v en su apología de a justicia ivma en a eo-'

..l. Schncewind diet: cslo dt: Kanl (ibid .. pág. ::!;;¡). pero creo qut! lumuién vale para Hu:.;,;.

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32 LECCIONES SOBnE LA HISTOftIA DE LA FILOSOF{A MOllAL

dicea. Desde nuestro punw de vista. la Glosona moml de 1 cjhnj., Sil 'perfeccionismo moral. como lo denominaré aqui- es menos original que las otras. pero representa no obstante 1100 jmportanlc doctrina. que

_ sine además de instructivo conlrapuDlo a las de Hume y Kpot

e f'~ 2. Hume puede parecer una excepción a la idea de que los pensado-~ \l ti" "'" res que estudiaremos se ocuparon de la rcla~ión cn~re ciencia mo?cma

c;.. \ y religión, Es verdad que Hume marca una ,hfcrcncJíI por CIli.ilRte IRLen-\JIo~ \,,\ (,C\ la prescindir del Dios de la religión, AhoJ: bien, l'!u,:"c ~rec en,el auto!' ce...J de la naturaleza; pero su autor no es el OJOS del cnsllamsmo, nt tampo­

co un objeto de plegaria o culto, SpinoZ3. por el contrario, defendió el panteísmo, una concepción ciertamente religiosa, aunque muy diferen­te de la ortodoxia cristiana o judía, Pero Hume prescinde del Dios de la religión completamente, y lo hace sin lamentaciones y sin sentido de pérdida, Es característico de Hume el no necesitar de la reli '60' ás aún, piensa que a 'e re IglOsa lace mas año ue in'

uenda corruptora SODre a filosofía \' una . cia sobre .. tro ce. Un buen uso de la filosofía es aquel que tiende ü mo~

t derar nuestros sentimientos y a mantenernos .. Jejados de aquellas opiniones extravagantes que perturban el curso nonnal de nuestras in­clinaciones naturales. Dice así (T:272 [hacia el final de !a últim~ ~ección del libro I): «Hablando en general, los errores en matena de rehgt6n son peHgrosos; los de la filoso ría, solamente:: ridículos)!,

En la IHvestigación sobre los plincipios de la moral, Hume completa un pasaje particularmente íJgrio sobre las virtudes cristianas. Previa­mente ha argumentado que loda cualidad que nos resulte bien útil, bien agradable, a nosotros mismos o a 105 demás. tiene permiso para formar parte del mérito personal. del buen carácter, en nuest~ vida común. Nir:.gIJna otra cualidad ser.! reconocida como vi rtuosa «donde los hom­bres juzguen las cosas de acuerdo con su razón natural y sin prejuicios, sin las interpretaciones sofisticas y engañosas de la superstición y la falsa reHgiónu A continuilción enumera Jo que I1nma uvirtudes mOI'l:ásti~ C35», a snber: «el celibato, el ayuno. la penitencia, la mortificación, la ne­gación de si mismo, la humildad, el silencio, [y] la soledadn. Estas virtu­des san rechazadas por los hombres sensatos, dice, porque no sirve para nada: no aumentan la fonuna de nadie en el mundo, ni nas convierte en miembros mejores de la sociedad, ni nos hace más divertidos en c:ompap

ñía de los demás ni incl ementan nUl!stra capacidad para disfrutar de nosotros mismos. En realidad, las virtudes monásticé:tS son vicios. En­tonces concluye: "Un e:1tllsiasta melancólico e insensato puede ocupar después de su mUCI1e un lugar en el calendario; pero casi nunca se le adp mitirá durante su rida en intimidad y sociedad, excepto por aquellos que sean tan delirantes y sombdos como el .. (J:II:270).

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INTRODUCCiÓN: l.A FILOSOFíA MORAL MODERNA, 1600-1800 33 • • • •••• 0 •• •• • • • _ . .. . _ . .. , •• ••• 'H· ·· _ _ '·O ' •• _ . __ . _ _ ", .

Lo que \,0 sugiera es que. 3'mqpc las ideas de Hum,- parCCf~D com­pletamente irreligiosas (en el sentido tntdicional nunca de'a de 'r ..::onsclcn(c e ese caractcr irreligioso. En aquella Escocia calvinista no ¡:xXtia ser de otra forma; na podía par mcnos de se)' plenamente cons­dente de que ib¡¡ en conlra de la cultura dominante. En este sentido, sus id~as son dclibcrndamente seculares. Habiendo crecido en una r-amilia aristocrática calvinista de las tierras bajas, a temprana edad (¿doce años [~ndl"Ía?) abandonó la. religión en que había sido educado: una solución -entre tanlas al problema de la edad.

3. En apoyo de 10 que vengo dicicndo, recordemos que hoy en dial ~ 1 s~ntimos con frc:cm:ncia la neccsiJad de reflexionar sobre filosofía mo-ral debido a los profundos desacuerdos y la gran variedad de opiniones l que existen en nuestras sociedades pluraHsta.s Jemocráticas. Nuestros d(';Sacuerdos se extienden a la esfera politica, que es donde debemos vo- : J rar la legislación que nos afecta a todos. Nuestra larca es hallar y eldbo- ¡: r3l- alguna base pública de entendimiento mutuamente compartido, . PlO!rD no es así como Hume ve el problema (y Ia verdad es que tampoco J Kant lo ve así}. .

El escepticismo moral de Hume no nace de la perplejidad ac'e la di-\'ersldad de JUICIOS morales d~ a huma' Como ya he indicado,

ume pIcns que as persO!las concuerdnn más o menos naturalmente en sus juicios morales y que consideran virtudes y vicios a las mismas cualidades del carácter. $cm más bien los entusiasmos de la religión y la superstición los que producen las diferencias, por no hablar ya de las co­rrupciones del poder poli ti ca. Por otra parte, el escepticismo moral de Hume no se basa en un supuesto contrnste entre 'uicios morales 'ui­dos científicos. La suya DO es a t pIca visión moderna (3 menudo posi­thista) seSÚR la cI101 la ciencia es racjonall' se sustenta eR IVi firme evj_

d--;;:ncia mientras gue la moral no es racional (o es incluso irracional) sino una mera expresión del sentimiento y el intel'és. En realidad (coma ve­remos más adelante), Hume ¡ensa L'e las distinciones morales no se ba....;;:an en la razón He' 'o tan rovo-

üvo como exa erado, uc «la razón no es ni debe ser otrn cosa uc la c::scJava e las pasiones,) {T:415}. Pero algo parecido, piensa Hume, le acuITe a la ciencia: su escepticismo se extiende a la razón, al entendi­miento y a los sentidos. Su escepticismo moral forma parte d..: (o que de­nominaré Sil 6dc{:;mo de la nnturnJeza.

Ahora bi'!n, como tendré ocasión de observar en breve, Hume cree que la razón y el entendimiento: cuando actúan par su cuenLa y no san moderados pOI' la costumbre y la imagin<lción -es decir, por los benig­nos principios de nuestra naturalezn-, se destruyen a sí mismos. No po­dri.dmos vivir en consonancia L:on el escepticism'"J resultante; pero afor-

~~~ ~~~ - - - - - --'-.

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34 LECCIONH SORIIE LA HISTOIlIA DE LA flt.OSorfA lI'lOltAL

tunadamentc. cuando dejamos el estudio, inevitablemenle ilctunmos si­guiendo nucsL~s creencias naturales, cngcndmdns por la coslumbn.: y la imaginación. Si persiste en sus rcncxioncs cscéptic,,"s -esto cs, en la filo­saffa- es porque, cuando dejamos el estudio. no vuelven loJas nuestras creencias. En particular; no vuelven nuestros fanatismos y supcr!-iticione..s (nuestras creend<ls religiosas lrndicionalcs). lo cual nos hace mcjorl."S y más felices. La cuestión CS, pues. que el escepticismo de Hum!!, del que su escepticismo moral no L'S más que una parte, es un escepticismo que de­fine una forma de vida. unu Fonna de vida que Hume contrüponc bastan­te explícitamente a lo. de la religión tradicional. Así, Hume no rechaza sin más esa religión: tiene una rorma de vida ahernativaque, al parecer, nun­ca abandonó. Y que pnrece haberle convenido a la perfección.

§6. KANT SOBRE CIENCIA y RELIGiÓN

1. Hume, pues, junto con Spinoza, o la or . lución raclica l .. 1 roble a re aCIón entre a de a or un lado, la reli­ió" tradicional las creencias morales ace ladas, por el otro, Kanl no

pue e acepta r a so ución de Hume, como tampoco puede aceptar la de Spino2a. Sin embargo, si tenemos en cuenla los comentarios que acabo de hacer sobre Hume, Kant y Hume tienen algún parecido. Tampoco a Knnt le inqu ieta la diversidad de juicios morales y los conflictos que ge· nera; supone que lo que llama "razón humana común" V;tmlrú/t M"nS4

clzel1l1ermlll/i). que todos compartimos. juzga más o menos del mismo modo; ni siquiera los filósofos pueden tener plincipios (morales) distin­tos de los de la razón humana ord inaria (Gr 1:20[415J; KP 5:404) .

y nuevamente al igual que Hume, para Kant la cie! la n a la par: si para ume am 'can armas de sensación 'se i­!f1ientP. para Kant ambas son formas de la razón. razón teórica la una. razón práctica (pura) la otra. Huelga decir que esto se opone f"adical~ mente al escepticismo de Hume; pem la cuestión es que, en contr.dste cón las concepciones modernas --ei positivismo lógico de Viena, por ejemplo-, que considP.r=an racional a la ciencia pero no a la moral, KaQ,t, al i ual uc Hume. no encumbra a la ciencia a costa del e samiento V el juicio morales Por supues to que a manem en que Kant concilia a I~ ciencia ~on la rdigión trcldiciollill y las creencias morales aceptadas se opone sustancialmente a In de Hume. La so[ució:1 que propone se en­cuentra en las tres Criticas y es completada en va:-ios de sus escritos de filosofía moro!. Hoy no n~e detendré a e.'I\aminatla, pel'O sí haré algunos comentarios sobre los tre.s problemas de la filosofía rnora l lmntiana. que tendremos ocasión de estudim' en este curso.

I NTHODUCCIÓN: 1. .. \ l'ILO SO FfA ~,ORAL MODERNA, 1600-1800. _3:5 ___ -_. _-

1, Observen, en primer lugar. qu~. si bien empezaremos con el im­perotivo categórico lal como queda formulado en la FUlldalllettladótt, e:-;ta breve obra no sera más que una de las tres partes de nuestro estu-dio sobre Kant. No c¡¡bc duda de que la FUl1damcutacióll es ciel'1:amente importante, pC1'O en ella no encontraremos una exposic.ión adecu3~a u,e la doctrina mOI=a1 de Kant en su conjunto. Lo que sí ofrece es una Justt­ficación analítica razonablemente c~mplcla de la ley moral, al desarro-llar !lel concepto de mornlidadlt implicito en nuestros juicios morales n"turnles. Como dice Kant (Gr [[:90[445J), el cnpftulo n d_e.!aJI.~lda- l I1lC,~!.9.Qió..1J, ~~~o ~I· ~~p'í.~~je:.l, es .~(!'"~t:2.!'TI~.!?J~., !l ,[1.al. í~co..": I:=0 .. q.~e_ q~i~~ decircQn esto ~~ que aú~ pay .. que d~I~E.~~~ qu_~ l~ Aey_!!,o.ral "~It:=.l}e ~f~a.: lidad objetiv~~_~ .. ~ir, q1:l.e no es un mero COI).~ep.~o sino q~e realme~t.¡;; J R'Qdemos p~(JQ...eD prn,ctica, y_dt.:" ~~.cho 10 IE..¡;~ruos. Esto es lo que Kant intenta justamente demostrar en el capítulo m de la FHudamema­L-ión; pero creo que después abandona el tipo de argumentación que de­~lTOlIa en ese capftulo y lo sustituye en la segunda Crilica por su doc­trina del hecho de la razón: es este hecho el qu~ demuestra que la ley moral tiene realidad objetiva. y lo que implica este hecho constituye nuestro segundo problema.

El tercer problema, el de la fe práctica, puede explicar.:;c a. grandes ras­gCls corno sigue. Kant enliende siempre la razón humana como. . a de la aulocanciencla umana: en a pnmera mica, ~a aUloconcie~Cla d.e un sujeto humano que adquiere conocimiento de objetos dados e Im·~tI­ga el orden de la naturaleza; en la segunda CriticlJ, la autoconciencia de un. ~uieto humano que delibera y actúa para proo:!ucir objetos de acuerdo con u~a concepción de los objetos. Kant pie'1sa que, además de ~esci~~a4 litir..amcnte el contenido de la ley moral y mostrar su reahdad obJcnva, también debemos examinar ciertas creencias sin las que no podriamos obrar de conformidad con esa ley, creencias que son necesarias para ~~11-t~ner nuestra devoción por ella. En distintos pasajes de la segunda Cnrtc~ se refiere a estas creencias como p05rulados. los cuales son tres: de lajl­bertad. de Dios y de la inmortalidad. Cuál sea la naturaleza de estas ~rc­~ncias, y cómo Kant piensa que son esenciales para nuestra autoconc!en­cia mornl. constituye una palie de nuestro tercer problema ..

La otra parte de' este tercer problema la fonnan la tlllmdad ~c la ra· zonj' y la IIprimacía de lo práctico n en la const:tución de la ra~on. T~d? dIo suscita las cuestiones de; cómo se acomodan el punto de vista teon­ca \' el puntu de vis ta práctico y de cómo las legítimas !1fetensiones de cada fonna de la razón se ajustan de manera razonable (y por supuesto consistente). Kant cree que en el frmdo tan sólo hay una razón, ue Dr~­mulga diferentes 1 eas y nncl 105 seg1ln su a tcadón: bien al ca 1-m~ent . etos a os. bien a la roducción de o jeto!:! de acuerdo con

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·I¡ ... I ,':'c.f.¡c(,. <-o{'v. ~ '1 .fo (' "'"'~ 36 UCCIONES S08RE LA IiISTOltlA DE LA FILOSOr:(i\ MORAL

una concepción de esos objetos (Gr prcf.: Il [391]; KP 5: 119 y sigs.). Ésta es su doctrIna de la unidad de la ruzón, Un as eelo de csta unidad es la primacía de lo metica, y el análisis de esta cuestión con uce a ea

e a . -fa como e cnsa. nt, a igual tiC el ni?, uierc conciliar ciencia 'ti re práctica, esto CS, e 'en er a a una de u otra.

En suma, pues, espero pode¡' cubrir las tres part"cs principales de la fi­losofía moral kantiana y analizar cómo el punto de vista de la rozón prnc­líea se: conecla con el punto de visla de la razón (cólica parn ofrecer una concepción collcrente de la rozón como un todo. Creo que una excesivn concentración en la Fundamentación oscurece la importancia de la visión de Kant sobre estas más amplias cuestiones; y para el análisis que hare­mos de ellas no son demasiado importantes los detalles exactos dd impe­rativo categórico. En la medida en que la exposición de ese imperativo !ia­tisf'acc cit:rtas condiciones, puede ilustrar la doctrina del hecho de la rozón y de la unidad de la razón y la primada de lo práctico, lo que nos si­túa en el centro de: la fiJosofia critica kantiana considerada como un todo.

§7. SOBRE El ESTUDIO DE TEXTOS HI~TÓRICOS

l. Si a) consideráramos que la filosofía viene deñnida por una fnmi­lia más o menos fija de problemas o cuestiones (que podña ir amplián­dose con el tiempo), y si b) estuviéramos de acueldo sob.e los criterios para decidir cuándo t:StOS problemas quedan satisfactoriamente resuel­tos, y si e) nos presumiéramos haciendo conslante progreso a lo largo del tiempo en la resolución de estos problemas, entonces la historia de la fi­losoña apenas despertarfa en nosotros interés filosófico <lIgona. Digo in­terés filosófico porque evidentemente podríamos [ene¡- interés en saber acerca de las grandes figur:tS de la filosofía, exactamente igual que los matemáticos tienen interés en saber sobre Gauss y Riemann, y los físicos, sobl'e Newton y Einstein. Pero no s\.Ipondríamos que el estudio de estas figura:; nos fuera a ayudar mucho a I'esolver nuestros problemas actuales, aunque por supuesto podría darse el I:a:;o. Incluso podríamos leer sobre la historia de la materia para celebrar su ¡;rogrcso y para sacar fuerzas para proseguir. y también para honrnr a los individuos que hicieron posi­ble el progreso filusófico, pues todo cllo es esencial para sostener y dar aliento a la filosoffa como una emp¡'esa colectiva continuada. Con todo. nada de esto sería esencial para nuestra reflexión filosófica como tal.

Sin embargo. la idea de que la filosofía viene definida por una familia fija de problemas con criterios compm1idos paro decidir cuándo quedan resueltos •. ; que hay una nodón clara del progreso realizado, como resul­tado del cual hemos desembocado en llna doctrina establecida, es una

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INTltODUCC¡ÓN: I.A FII,OSor-i.-\ MORAL MODl!.RNA, 1600-1800 37

idca ella misma conlrovcrtida. Y l~lIu por una razón, a saber: <\unquc hu­biera una fnmilin más o menos fija de problemas y respuestas filosóficas ~emarcada aproximadamenlc por ~us grandes cucstioncs-, estos pro­blemas y respuestas adoptarían un u~fX.'>Cto difcl'Cntc dependiendo del es­qucma general de pensamiento en d que C"adn autor los planteara. Este csqucnm de pensamiento impone sus propias e.xigcncias sobre las solu­ciones aceptables a los problemas supucstamcnlc cstablecidos. de forma que no habrá Cl'ilclios compartidos de progreso mosóñco, por cuanto, como ocurre ahora, hay diversos esquemas de pensamiento filosófico.

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eslo es no sólo en sí mismo, ya que ¡fcl-coltes fOlmns de pensamiento filosófico, sino tnmbién DOrQllel

nos incita a considerar por contraste- nuestro propio esquema de miento,' quizá todavía implícito .y :;iu articulación. dc:sde el planteamos nuestras cuestiones. Y c:'sta autoclarificación nos cid ir; entre otras muchas cosas, qué cuestiones son aquellas e :~~:~~;.;j te queremos resolver y cuáles podemos cabalmente esperar e

2. Es difícil hablar con tino de estos problemas cuando se habla tan en general y sin iluslrarel propio punto de vista con ejemplos deLallados. Así que no lo haré. A medida que 3\'ancemos, veremos con cierto detalle ::ómo el esquema subyacente de pensamiento de un autor y su intención rundamcntal a f'Cctan no sólo a la fOlma de plantear los problemas sinu también a las razones por las que estos problemas. y no otros, son los que priman. Yd he sugerido que las razones que hic:iernn que Hume. Leibniz y Kant se dedicaran a la filosofia moral son bastante diferentes a las nuestras. Pero mostrar esto de fonna convincente obliga a deseen der a los detalles, cosa qu~ debe esperar por el momento.

Una (¡Itima advclicncia: intentaré proponer una intcl1ll'ctación gene­ral de coda uno de los autores que analicemos. Aunque lo hare 10 mejor que pued .. , ni por un momento pienso que mis interpretaciones son ple~ namente correctas; con toda segurid:Jd cabelL o tros in terpretaciones, y algunas serán casi seguro mejores. Es sólo que yo no las conozco. Parte de la maravillosa condición de los trabajos que vamos a estudial' radica en la prorundidad y en la variedad de formas en que nús hablan. No quiero hacer nada para impedir que lo sigan haciendo. A~i pues. si pre· sen to un interpretación, no es sólo }Jara iluminar el esquema subYilcen­le de pensam iento del autOl"sino también para animarles a ustedes a que procuren una interpretación mejor. unil que descubrn más aspeclos del lexto que la mía., y que dé mejor cuenta del conjunto.