la felicidad como pretexto para perpetuar la maldad en el mundo

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La felicidad como pretexto para perpetuar la maldad en el mundo Esteban Vargas Valdés Cc: 1.035.864.095 Psicología de la maldad La felicidad es lo más anhelado que cualquier persona podría tener, desde siempre estamos en la búsqueda de esta, comenzando siempre con pequeños placeres que nos dan pistas de que esta felicidad existe, hasta grandes hazañas que nos llenan de regocijo. Pero hay una línea muy delgada entre esta felicidad propia y hacer el mal a las demás personas; ¿quién nos indica al final que está bien para todos?, muchas veces tan solo es una mirada subjetiva de la felicidad de unos pocos, que a la larga tan solo perpetúan la maldad hacia los muchos que tienen menos poder, aunque los de mayor poder de alguna manera hacen pensar a estos que todo está bien. Este tipo de control se observa perfectamente en “UN MUNDO FELIZ” de Aldous Huxley, donde no solo la felicidad es “eterna”, sino, todo lo que altere este status quo puede llegar a considerarse malo. La maldad es, según la RAE (2015), “Calidad de ser malo/ inclinación a hacer el mal”; el mal, definido por ellos mismos es algo “…que no se considera correcto o adecuado de acuerdo con una norma sobreentendida, o de forma total o parcialmente contraria a lo que se supone o espera que debería ser u ocurrir.” Basándonos en esto, cualquier acto que esté en contra de lo que socialmente este establecido puede considerarse malvado, pero todo depende del observador. Un ejemplo fácil de este detalle seria cualquier guerra en la que la humanidad este inmersa, por ejemplo la guerra

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Ensayo de un mundo feliz de Huxley, analizado bajo varias teorías psicológicas como el efecto lucifer. Autor: Esteban Vargas Valdés

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Page 1: La Felicidad Como Pretexto Para Perpetuar La Maldad en El Mundo

La felicidad como pretexto para perpetuar la maldad en el mundo

Esteban Vargas Valdés Cc: 1.035.864.095

Psicología de la maldad

La felicidad es lo más anhelado que cualquier persona podría tener, desde siempre estamos en la

búsqueda de esta, comenzando siempre con pequeños placeres que nos dan pistas de que esta

felicidad existe, hasta grandes hazañas que nos llenan de regocijo. Pero hay una línea muy

delgada entre esta felicidad propia y hacer el mal a las demás personas; ¿quién nos indica al

final que está bien para todos?, muchas veces tan solo es una mirada subjetiva de la felicidad de

unos pocos, que a la larga tan solo perpetúan la maldad hacia los muchos que tienen menos

poder, aunque los de mayor poder de alguna manera hacen pensar a estos que todo está bien.

Este tipo de control se observa perfectamente en “UN MUNDO FELIZ” de Aldous Huxley,

donde no solo la felicidad es “eterna”, sino, todo lo que altere este status quo puede llegar a

considerarse malo.

La maldad es, según la RAE (2015), “Calidad de ser malo/ inclinación a hacer el mal”; el mal,

definido por ellos mismos es algo “…que no se considera correcto o adecuado de acuerdo con

una norma sobreentendida, o de forma total o parcialmente contraria a lo que se supone o espera

que debería ser u ocurrir.” Basándonos en esto, cualquier acto que esté en contra de lo que

socialmente este establecido puede considerarse malvado, pero todo depende del observador. Un

ejemplo fácil de este detalle seria cualquier guerra en la que la humanidad este inmersa, por

ejemplo la guerra palestino-israelí, ambas partes cometen actos de crueldad, de maldad, de odio

hacia el otro, pero cada parte, desde su punto de vista, lucha por su futuro bienestar y felicidad;

sabemos muy bien que por el bien de nuestra felicidad, como lo dice Freud, podríamos confundir

los términos Extranjero y Enemigo, o incluso matar sin remordimiento, nos “des-culturizaríamos”

(Freud, 1915). Aquí, en cuestionamientos como este, nace la pregunta: ¿la felicidad no es solo

una excusa más que usamos indiscriminadamente para justificar los actos malintencionados que

afecten a otros?

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Pongámonos a pensar un momento en el mundo fantástico que Aldous nos propone, un mundo

donde la felicidad esta en todos, “todos somos uno” repiten mágicamente nuestros simpáticos

personajes como cubriéndose con un manto de auto-complacencia eterno, esta distopia no es

menos que perfecta, todos los engranes corren en un solo sentido, todo siempre está organizado,

tiene logica, todos trabajan por el bien común, no existe la tristeza, el consumismo está en su

auge; y si por alguna casualidad sientes algún tipo de malestar, ¡Fácil!, “un gramo de soma cura

diez sentimientos melancólicos”. Un mundo feliz, sin dudarlo, nunca nadie se siente mal, son

condicionados para realizar trabajos que disfruten, para no protestar por su puesto, ni siquiera

para pensar mucho por su cuenta. Pero es un mundo de extrema maldad, obviamente observando

el mundo desde nuestra perspectiva, o desde la perspectiva de Bernard o incluso desde la mirada

del salvaje John.

La felicidad es el pretexto para controlarlo todo, para, de una manera totalmente inhumana, privar

a las personas de su capacidad de elegir, de su individualidad, de sus pensamientos. Si

siguiéramos la tesis de Pinker (Pinker, 2012) (que aunque optimista, a mi parecer acertado), este

mundo futurista seguiría el mismo rumbo que el nuestro: cambiamos los deseos de guerra, los

deseos de luchar, por otros más “tranquilos”; en este mundo ya no hay guerras, ¡es un mundo

feliz!, un mundo pacificado. La maldad ya no está en la violencia, la sociedad “evolucionó”, la

maldad está en el control, en el control para que todos sean felices.

Pensemos en la macro producción y en el consumismo como la mayor forma de control que

tienen en el “mundo feliz” (y ¿por qué no?, en el nuestro). Todo en este mundo gira en torno a

cómo poder hacer gastar más a las personas, y al mismo tiempo en como poderlas hacer que estas

personas produzcan en mayores cantidades. En un mundo donde podemos controlar a quien nace,

que profesión darle incluso antes de ser concebido, un mundo donde lo más importante es gastar

en costos y complejos deportes y donde lo más importante es satisfacer las pulsiones freudionas;

seguir aceitando una maquina grande y “perfecta” que para los habitantes de Huxley se llama

sociedad. Este actuar no es malo totalmente (pero tampoco la podríamos llamar bueno), “el

hombre rara vez es íntegramente bueno o malo” (Freud, 1915), nos dice Freud al respecto. Es el

resultado final el que se puede considerar malvado; y este resultado se ve en como los altos

mandos, sabiendo que sus actos son malvados (si, afirmo que de una u otra manera lo saben)

siguen perpetuándolos, siguen siendo en palabras de Erich Fromm, como lobos mordisqueando

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de a poco a los corderos a los que pueden controlar totalmente en una sociedad establecida por

economía sostenible y consumismo acelerado, donde no hay violencia, enfermedades,

envejecimiento… Donde lo que interesa es la felicidad que si no es transmitida y creada por las

mismas personas se puede hallar en las hermosas islas creadas por el “Soma”.

¿Y al final que es la macro-producción? Uno de los pilares de la sociedad (y no solo del mundo

feliz, sino de nuestro aparente mundo feliz) es la economía basada en un consumo predecible y

programado. Esta es la base esencial y necesaria para poder controlar todo. Deportes caros como

el "golf de obstáculos", que requieren equipamiento, forman parte de las actividades de ocio

habituales entre el condicionamiento de los ciudadanos de Huxley. Se emplean sofisticados

condicionamientos con clases bajas, haciéndoles odiar el campo, el aire libre (para finalmente no

disfrutar el aire libre), pero se les hace adorar los deportes asociados al campo. Esto hace que

únicamente puedan disfrutar de la naturaleza de un modo asociado al consumo.

Poniéndolo en paralelo al mundo de hoy, podemos ver como los grandes empresarios gestan su

felicidad (y fortunas) a cuestas de otros, no pocas veces muchas grandes empresas se han visto en

controversias por sus tratos inhumanos a sus trabajadores, pero aun así presumen que estos

mismos tienen gran felicidad y comodidades. Aquí el control pareciera ser más limitado, pero es

más de lo que parece, simplemente el dinero controla el mundo, el dinero controla la producción,

el dinero puede financiar y crear pequeñas lagunas de felicidad incluso a los más pobres (ese es

nuestro soma). Podríamos ver que esta privación de la “libertad” es lo que finalmente la que

muestra la maldad en su estado más puro. Es un solo ganar sin importar las consecuencias que

pueda tener en los demás. Tal vez esta vez no estemos enfrentándonos a una gran guerra que deja

por el suelo todo lo civilizado del hombre (Freud, 1915) o a inhumanos castigos que puedan

mostrar lo retorcido y perverso que puede ser el ser humano (Pinker, 2012), pero, en este mundo

feliz, estamos frente a un maquiavélico plan que se ha gestado durante décadas, un plan para

borrar toda imperfección de la tierra, mitigando y hasta haciendo desaparecer todo aquello que

pareciese estar en contra de su finalidad.

Aunque, si bien el control hacia los demás los priva de su libertad y de encontrar una felicidad

verdadera y no una que este creada gracias a lagunas de “soma”; no todas las personas son

necesariamente condicionadas con ese sistema tan ortodoxo. Podemos encontrar las comunidades

“salvajes” (más parecidas a nuestras vidas) y en especial a John, las cuales demuestran que aun

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en un mundo feliz, en un mundo perfecto todos siguen siendo humanos. Desde el punto de vista

de los habitantes de este mundo feliz, ellos son los malos, los que se salen del molde, los que

simplemente son un error creado. Estos personajes sufren de una terrible discriminación, de odio

por parte de las demás personas, de sermones repetidos una y otra vez, rumores y demás cosas

que a la larga tan solo crean una existencia miserable en lo que debería ser un mundo feliz.

Finalmente podemos concluir que la maldad en este mundo feliz se ve en el control, en el control

que unos pocos pueden tener sobre toda la humanidad creándola, manipulándola y haciendo que

esta sea tan solo una parte más de un complejo sistema. Esta historia de ciencia ficción nos

muestra una distopia que roza con la perfección, una perfección alcanzada a costa de una

verdadera felicidad por parte de los que la componen. Es una visión futurista, pero que guarda

grandes parecidos con nuestro mundo de hoy. La maldad en este mundo se podría resumir con la

siguiente frase de Erich Fromm “El hombre ordinario con poder extraordinario es el principal

peligro para la humanidad y no el malvado sádico.” (Fromm, 2010)

Bibliografía

Freud, S. (1915). Consideraciones de Actulidad, sobre guerra y muerte.

Fromm, E. (2010). El hombre ¿Lobo o cordero? En E. Fromm, El corazon del HOmbre (págs. 4-

8). Coleccion popular.

Huxley, A. (2012). Un mundo feliz. Bogota: Skla.

Pinker, S. (2012). Los Angeles Que llevamos Dentro. En S. Pinker, Los Angeles que Llevamos

Dentro. Paidos Iberica.