la escueza rurala4a... · 2019-01-20 · la escueza rural 9 la escuela rural agustÍn serrano de...

4
LA ESCUEZA RURAL 9 LA ESCUELA RURAL AGUSTÍN SERRANO DE HARO Ilay- dentro del vasto campo de la docencia española un problema, si no abandonado, casi intacto en cuanto a la eficacia de las solucio- nes: el de la Escuela rural. De su magnitud y trascendencia puede dar idea este simple dato: en España hay 8.000 mu- nicipios que no alcanzan 5.000 habitantes, y 5.000 de ellos tienen menos de 1.000 almas. Y los millones de españoles que los pueblan no suelen tener otro centro que los eduque e ins- truya si no es la Escuela Nacional. Podríamos denominar propiamente rural a esta Escuela, puesto que su matricula se nutre casi exclusivamente de hijos de campesinos y la pobreza de medios con que se desenvuelve y la carencia de elementos coeducadores y la densidad de incultura del ambiente, la carac- terizan específicamente, en contraposición a la Escuela urbana, bien asistida, dotada e insta- lada. En este sentido hemos podido poner casi como lema de un libro nuestro sobre la mate- ria que "toda Escuela española tiene mucho de Escuela rural" (1), afirmación que, con abundancia de datos estadísticos, magistral- mente manejados, ha hecho buena el P. Brau- lio Manzano, S. J., en la obra, aun inédita, La (1) Agustín Serrano de Haro : La Escuela rural, 2. edición. Don AGUSTIN SERRANO DE HARO. Inspector ge- neral de Enseñanza Primaria, critica en este articulo algunas de las soluciones que tra- tan de darse al problema de la escuela ru- ral: el confiarla a personas no tituladas, el ha- cer correr la enseñanza a cargo de Maestros sin oposición y el entregarla al cuidado de los respectivos Párrocos. Frente a estas tres so- luciones, el articulista propugna como (mica solución racional el mantenimiento de la Es- cuela rural en manos de un Magisterio profe- sional con demostrada competencia; pero ele- vando, a través de una más intensa ayuda eco- nómica, su nivel de vida y perfeccionand,o las instalaciones. El señor Serrano de Haro es autor de un libro y diversos trabajos sobre el mismo tema objeto de este articulo y de otras muchas publicaciones pedagógicas y literarias. cuatro de ellas premiadas en concursos nacio- nales. Escuela rural y la vigente Ley de Enseñanza Primaria; en la que llega a la siguiente con- clusión: "Legislar en España para la enseñan- za oficial equivale a hacerlo, en más de sus tres cuartas partes, para los niños, los maestros y las Escuelas rurales". Mas para ahorrarnos tiempo y digresiones conviene que, ya desde el principio, restrinja- mos el concepto fijándonos sólo en la que or- dinaria y universalmente suele llamarse rural, que es la Escuela del pueblo chico, alejado, ca- rente de buenas comunicaciones y de las co- modidades elementales; la Escuela a la que los Maestros no suelen querer ir. Y esto, que parece y no deja de ser una cir- cunstancia accesoria, es lo que la ha venido a determinar y a constituirla en verdadera pre- ocupación, en preocupación que llamaríamos ob- sesionante si hubiera muchos que por la en- señanza primaria llegaran a sentir obsesión. "Los Maestros huyen de las Escuelas de los pueblos", se ha repetido en todos los tonos y todas las formas. Y sin tomarse excesiva mo- lestia en comprobarlo y. sobre todo, en anali- zar las causas de ese pernicioso, absentismo, se han lanzado teorizantes y hasta legisladores a buscar soluciones a un conflicto que para nos- otros las tiene más claras y expeditas que el famoso huevo de Colón. En primer lugar protestamos de que la afir- mación se generalice. Gracias a Dios, tiene Es paila millares y millares de Maestros que, so- los, incomprendidos, sin medios para desenvol- verse a veces hasta sin viviendas que les ofrez- can la más rudimentaria comodidad, enseñan y evangelizan en el campo, con una abnegación y un espíritu del que tenemos mucho que apren- der quienes dogmatizamos en altos centros de enseñanza, gobierno y cultura. El hecho, afortunadamente aislado, de que alguna vez se denuncie a un Maestro rural por- que no está en su destino, no podemos tomar- lo como expresión del pensamiento y la con- ducta de miles y miles de Maestros. Ello seria tan injusto como asegurar que los catedráti- cos desatienden sus cátedras porque alguno fal- te a la suya con demasiada frecuencia. Mas, aunque se resienta la lógica, generalice- mos los datos aislados y aceptemos que los Maestros (así, en plural) no quieren las Es- cuelas rurales. Más importante que un hecho. lamentable y

Upload: others

Post on 03-Apr-2020

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: LA ESCUEZA RURALa4a... · 2019-01-20 · LA ESCUEZA RURAL 9 LA ESCUELA RURAL AGUSTÍN SERRANO DE HARO Ilay- dentro del vasto campo de la docencia española un problema, si no abandonado,

LA ESCUEZA RURAL 9

LA ESCUELA RURAL

AGUSTÍN SERRANO DE HARO

Ilay- dentro del vasto campo de la docenciaespañola un problema, si no abandonado, casiintacto en cuanto a la eficacia de las solucio-nes: el de la Escuela rural.

De su magnitud y trascendencia puede daridea este simple dato: en España hay 8.000 mu-nicipios que no alcanzan 5.000 habitantes, y5.000 de ellos tienen menos de 1.000 almas. Ylos millones de españoles que los pueblan nosuelen tener otro centro que los eduque e ins-truya si no es la Escuela Nacional.

Podríamos denominar propiamente rural aesta Escuela, puesto que su matricula se nutrecasi exclusivamente de hijos de campesinos yla pobreza de medios con que se desenvuelvey la carencia de elementos coeducadores y ladensidad de incultura del ambiente, la carac-terizan específicamente, en contraposición a laEscuela urbana, bien asistida, dotada e insta-lada. En este sentido hemos podido poner casicomo lema de un libro nuestro sobre la mate-ria que "toda Escuela española tiene muchode Escuela rural" (1), afirmación que, conabundancia de datos estadísticos, magistral-mente manejados, ha hecho buena el P. Brau-lio Manzano, S. J., en la obra, aun inédita, La

(1) Agustín Serrano de Haro : La Escuela rural,2. • edición.

Don AGUSTIN SERRANO DE HARO. Inspector ge-neral de Enseñanza Primaria, critica en estearticulo algunas de las soluciones que tra-tan de darse al problema de la escuela ru-ral: el confiarla a personas no tituladas, el ha-cer correr la enseñanza a cargo de Maestrossin oposición y el entregarla al cuidado de losrespectivos Párrocos. Frente a estas tres so-luciones, el articulista propugna como (micasolución racional el mantenimiento de la Es-cuela rural en manos de un Magisterio profe-sional con demostrada competencia; pero ele-vando, a través de una más intensa ayuda eco-nómica, su nivel de vida y perfeccionand,o lasinstalaciones. El señor Serrano de Haro esautor de un libro y diversos trabajos sobre elmismo tema objeto de este articulo y de otrasmuchas publicaciones pedagógicas y literarias.cuatro de ellas premiadas en concursos nacio-nales.

Escuela rural y la vigente Ley de EnseñanzaPrimaria; en la que llega a la siguiente con-clusión: "Legislar en España para la enseñan-za oficial equivale a hacerlo, en más de sus trescuartas partes, para los niños, los maestros ylas Escuelas rurales".

Mas para ahorrarnos tiempo y digresionesconviene que, ya desde el principio, restrinja-mos el concepto fijándonos sólo en la que or-dinaria y universalmente suele llamarse rural,que es la Escuela del pueblo chico, alejado, ca-rente de buenas comunicaciones y de las co-modidades elementales; la Escuela a la que losMaestros no suelen querer ir.

Y esto, que parece y no deja de ser una cir-cunstancia accesoria, es lo que la ha venidoa determinar y a constituirla en verdadera pre-ocupación, en preocupación que llamaríamos ob-sesionante si hubiera muchos que por la en-señanza primaria llegaran a sentir obsesión.

"Los Maestros huyen de las Escuelas de lospueblos", se ha repetido en todos los tonos ytodas las formas. Y sin tomarse excesiva mo-lestia en comprobarlo y. sobre todo, en anali-zar las causas de ese pernicioso, absentismo, sehan lanzado teorizantes y hasta legisladores abuscar soluciones a un conflicto que para nos-otros las tiene más claras y expeditas que elfamoso huevo de Colón.

En primer lugar protestamos de que la afir-mación se generalice. Gracias a Dios, tiene Espaila millares y millares de Maestros que, so-los, incomprendidos, sin medios para desenvol-verse a veces hasta sin viviendas que les ofrez-can la más rudimentaria comodidad, enseñany evangelizan en el campo, con una abnegacióny un espíritu del que tenemos mucho que apren-der quienes dogmatizamos en altos centros deenseñanza, gobierno y cultura.

El hecho, afortunadamente aislado, de quealguna vez se denuncie a un Maestro rural por-que no está en su destino, no podemos tomar-lo como expresión del pensamiento y la con-ducta de miles y miles de Maestros. Ello seriatan injusto como asegurar que los catedráti-cos desatienden sus cátedras porque alguno fal-te a la suya con demasiada frecuencia.

Mas, aunque se resienta la lógica, generalice-mos los datos aislados y aceptemos que losMaestros (así, en plural) no quieren las Es-cuelas rurales.

Más importante que un hecho. lamentable y

Page 2: LA ESCUEZA RURALa4a... · 2019-01-20 · LA ESCUEZA RURAL 9 LA ESCUELA RURAL AGUSTÍN SERRANO DE HARO Ilay- dentro del vasto campo de la docencia española un problema, si no abandonado,

10 REVISTA DE EDUCACIÓN

vitando, es el análisis de las causas que lo pro-vocan. ;.Por qué no quieren ir los maestros alas Escuelas rurales? Acerquémonos a esasmismas Escuelas, adentrémonos en el mediosocial y geográfico en que se desenvuelven ycon muy poco esfuerzo quedará satisfechainterrogación.

Es innegable que la ciudad casi todo se lodebe originariamente al campo: los manjaresron que se alimenta, las sedas con que se en-galana, los perfumes con que se deleita, lasaguas con que se lava 7 vivifica. Y ;.qué le daella, en retorno de tanta riqueza. de tanta ale-gría, de tanta salud?

Desde el punto de vista espiritual y educa-tivo e instructivo exclusivamente una escueli-ta primaria (2). que es la -única lámpara sis-temática y continuamente encendida por lapatria para guiar a aquellos hijos suyos porlos anchos y complicados caminos de la vida.

Y ¡cómo es esta escuela? Debería ser exce-lente, bella , rica, completa. superabundante-mente dotada. ya que es ella, en el inmenso me-dio que domina, la. Anica institución que en-carna y propaga los más altos valores de lavida del hombre: la fe, el amor patrio, los prin-cipios de la moral, los dictados fundamentalesde la convivencia humana, el alumbramiento yla persistencia de los más nobles ideales, la ca-pacitación para un trabajo que no sea el tra-bajo simple y material de los brutos, la exal-tación y el dominio de los imperativos del es-píritu sobre las torvas exigencias de las pasiones-

Debería ser excelente; pero. ;, cómo es?Nos abstenemos de describir el tipo más ge-

neral, por desgracia, de nuestras escuelas ru-rales, acurrucadas en un rincón estrecho y gi-boso, frías, inhospitalarias, antítesis de las ras-cadas de luz, aromas y trinos que llenan las co-linas y los valles que las circundan. Y el maes-tro mal pagado y viviendo —; si eso es vivir!—en una mala casucha que consiguió a duras pe-nas de la cicatería de un vecino y que no qui-so o no supo sustituir por una morada dignaJa incomprensión o la incuria de la autoridadmunicipal...

Y todavía hay quien, con una ingenuidaddesconcertante, Re da a pensar en solucionesraras para asegurar maestros a esas escuelas.

Estas soluciones suelen reducirse a tres, 7algunas de ellas, a. nuestro juicio las peores,han sido consagradas por la ley (3).

Primera solución : cuando no baya Maestroque quiera ir a una Escuela del campo, quevaya cualquier hijo de vecino. Si lo hay en ellugar con estudios, para él la Eqcuela.; si no

(2) Prescindimos por el momento de la obra ad-mirable y secular de la Iglesia.

(3) Ley de Educación Primaria de 17 de julio de1945, art. 73 y ap. F) del cap. II del Estatuto delMagisterio, de 24 de octubre de 1947.

lo hay, quienes "manifiesten deseo o aptitud".Y así ha quedado deshecho el título de Maes-

tro. Y así se ha consagrado legalmente el in-trusismo en una de las profesiones más exqui-sitas y más difíciles dentro del amplio inven-tario de las actividades humanas.

En ninguna parte puede ni debe enseñar elque no sea Maestro, como no ejerce la Medici-na el que no es Médico, ni abre una Farmaciael que no es Farmacéutico, ni se permite poneruna simple inyección al que no tiene el titulode Practicante; pero muchísimo menos dondeel Magisterio representa todos los valores cul-turales y la función magistral está revestidade toda su augusta dignidad y más fácilmentepuede infiltrar o venenos o triacas en lo máshondo y lo más vivo de la entraña de la con-ciencia popular.

Padece, precisamente, el campo español unaendemia muy peligrosa que urge contener y cor-tar: la de esos "enseñadores" ambulantes, pro-cedentes muchos de ellos de capas sociales con-fusas, hasta de presidio algunos, que sin sol-vencia y sin control recorren cortijadas y ca-seríos enseriando a descifrar malamente el enig-ma del abecedario, pero pudiendo mezclar asu exigua ración de ciencia ?) ideas torpesy malsanas.

En el menos malo de los casos, estas genteshacen el gran mal de que, satisfechos los cam-pesinos con los conocimientos que les adminis-tran, no sientan mayores apetencias y, creyén-dose ya cultos, se queden estancados en la máscrasa de las inculturas. Es algo semejante aldaño que causan los curanderos recibiendo laconfesión de enfermedades que sólo los Médi-cos deben conocer para curar.

O existen o no existen la Psicología y la Pe-dagogía. Si no existen, vamos a suprimir leyesy estudios y escalafones, y que enseñe quienquiera. Pero si existen, que se acaben de unavez para siempre espontáneos. intrusos y afi-cionados, y que enseñe solamente el que de-muestre que sabe enseñar y educar.

Por eso, ni la técnica ni el prestigio de ladocencia española perderían mucho si desapa-reciese de nuestra legislación la concesión tor-pe e improcedente. Es afin más fácil borrarlaporque, a Dios gracias, todavía no se ha llega-do a aplicar.

Si se ha aplicado, en cambio, la medida dedar las Escuelas rurales a Maestros sin oposi-ciones y que tienen prestados luengos años deservicios interinos.

Entre ellos los hay dignísimos y eficaces. Pe-ro no juzgamos a las personas, sino el proce-dimiento. Y el procedimiento es fatal. Fatal,porque lleva a esas Escuelas a los Maestrosoficialmente menos competentes y más limita-dos, limitándose así en principio los alcancesde su función y privando a una gran parte dela población escolar española —precisamentea la qu'e en justicia más se debe por ser laque menos recibe— de las amplias perspectivas

Page 3: LA ESCUEZA RURALa4a... · 2019-01-20 · LA ESCUEZA RURAL 9 LA ESCUELA RURAL AGUSTÍN SERRANO DE HARO Ilay- dentro del vasto campo de la docencia española un problema, si no abandonado,

LA ESCUELA RURAL 1 l

que pueden ofrecerle un educador plenamentecapacitado y una Escuela que no tenga cerra-dos los horizontes sobre si.

En alguna parte escribimos hace tiempo que"no debe haber castas entre los Maestros; pero,de haberlas, a la Escuela rural deberían ir losbrahamanes, no los parias". Y hoy sostenemoscon igual firmeza nuestra afirmación.

Ha surgido, por último, una tercera soluciónque parece ofrecer más garantías, porque lasentraña naturalmente en su misma esencia: quese entreguen a los Párrocos las Escuelas delcampo.

Con todos los respetos, con los máximos respetos, no la compartimos.

Tenemos un concepto tan elevado, tan ex-clusivo, de la altísima función pastoral, quecreemos firmemente que el Párroco sólo puedeser Párroco; que todo otro cargo, por elevadoque sea, aunque sea el de Maestro, no puedeacomodarse, sin violencia, a la misión sobre-natural de la cura de almas.

Pero hay, además, otras razones concretas.Mencionaremos siquiera una:

La Escuela Primaria, como toda obra docen-te, más aún que las que la continúan, exigeregularidad. Cuando la regularidad falta, fra-casa la Escuela. Si las puertas de la Escuelase abren un dia a las nueve, y otro a las diez,y otro no se abren, y otro se cierran apresu-radamente antes de la hora habitual. cundeentre hijos y padres una desmoralización deconsecuencias fatales. Lo hemos visto con nues-tros propios ojos y puede verlo quien quieraobservar. Como puede verse que la eficacia edu-cativa e instructiva demandan regularidad tam-bién en el cumplimiento de los horarios y enel desarrollo de los programas: si los días enque se debe dar una asignatura no se da, elconocimiento de ella se resiente, y con él todoel complejo educativo de que forma parte.

Pues bien, al párroco-maestro no se le puedepedir regularidad, por bueno que sea; y cuan-to más bueno, menos se le puede pedir.

El está, en el pueblo para atender a las exi-gencias de orden sobrenatural, y nada másque para eso y a eso ha de subordinarlo todo,sea lo que fuere. Y mal párroco será si no losubordina.

Si conviene a sus feligreses que celebren tar-de la Santa Misa, tarde la debe celebrar. Si hayquien quiere confesarse, él ha de estar pronto aatenderlo. Si un enfermo lo reclama, el interéssupremo de éste debe anteponerse a todos los in-tereses, aunque tenga que desplazarse a los úl-timos confines de su Parroquia, a veces bienlejanos. Si sus hijos espirituales llegan a pe-dirle consejo, intervención o ayuda, ellos hande ser los primeros para él.

;.Es todo esto levemente enumerado, compa-tible con sus deberes de maestro de escuela?

Y si falta a ellos —como en los supuestosanotados haría, y no seriamos nosotros quie-nes lo contuviésemos—, los padres notan, como

han de notar, que sus hijos no progresan y queel maestro, como tal maestro, no es óptimo :aunque el párroco, como tal párroco, lo sea. ;.noredundará ello en seguro quebranto del presti-gio de persona y de intereses que debemos sal-dar, cuando sea posible, de las mordeduras decríticas y murmuraciones?

Y si el párroco resulta mal maestro —lo cualno es imposible—, ¿qué mermas no podrá aca-rrear ello a las esencias más vivas de su mi-sión pastoral?

Piense cada uno lo que quiera ; pero yo sos-tengo que ya tiene el párroco bastante con ser-lo: que no es poco ni exige poco encarnar almismo Cristo —"alter Christus"— y hacerlovivir en las almas, como único don que tieneya en si todos los supremos secretos para lavida y para la eternidad.

Nos vamos quedando, a fin de cuentas, conla primera y única solución: a las Escuelas delcampo, como a cualesquiera otras, tienen queir Maestros sin mixtificaciones ni restricciones.Maestros en la franca y plena acepción de lapalabra, y a los cuales inclusive habría que daruna capacitación inmediata para que su fun-ción respondiera a los imperativos ineludiblesdel medio rural.

Pero vuelve la dificultad: los Maestras noquieren ir. Aunque ya hemos distinguido enella, démosla por aceptada de frente y en todosu valor. Pero discurramos un poco. Imagine-mos, por via de ejemplo, que en un lugar re-moto e inhospitalario se descubren unos precio-sos filones y se constituyen en seguida unascompañías de explotación. Al poco tiempo secomprueba que los ingenieros colocados al fren-te de los trabajos ponen en ellos poco empeño, yhasta, más o menos subrepticiamente, los aban-donan. Se quejan de falta de sueldo, de malainstalación, de carencia de elementos de tra-bajo.

Ante tal actitud de los ingnieros, las com-pañías deliberan y adoptan determinacionesdistintas. Una acepta la realidad de los he-chos 7 se resigna: "Pues si no quieren estarlos ingenieros, llevaremos capataces o aficio-nados"...

La otra reacciona con brío: "Oh, no. Los in-genieros no se pueden ir. Si viven mal, hagá-mosles viviendas. Si ganan poco, subámosles elsueldo. Si necesitan elementos técnicos, démo-selos. ; Todo menos poner en manos ineptas taltesoro!

Y yo pregunto: ;.Cuäl de las dos compañíasprocedió con más acierto? A la larga y a lacorta, ¿cuál tuvo más fino sentido económi-co? ;. Cuál llegaria a constituirse en empresaejemplar?

Pues apliquemos la comparación a lo nues-tro. Y lo que, sin duda alguna, haríamos porun mineral valioso, hagámoslo por esos millo-nes de almas, que valen más, infinitamentemás, que todos los otros tesoros de Espata.

No es que los Maestros no quieran vivir en

Page 4: LA ESCUEZA RURALa4a... · 2019-01-20 · LA ESCUEZA RURAL 9 LA ESCUELA RURAL AGUSTÍN SERRANO DE HARO Ilay- dentro del vasto campo de la docencia española un problema, si no abandonado,

12 1ZEVISTA DE EDUCACIÓN

el campo; es que no pueden vivir. Es que elsueldo es miserable; es que no tienen vivienda,o la que tienen es mísera; es que en los loca-les no pueden rebullirse los niños, y es que portodo material disponen de cuatro pupitres des-vencijados, un mapa mugriento y un enceradoraído.

;,Quién, por muy buena voluntad que tenga,trabajará en tales condiciones con ilusión?

Pues la consecuencia no precisa de muchascavilaciones. Demos a los Maestros del campoun sobresueldo generoso que recompense el ma-yor esfuerzo que se les pide; una casa deco-rosa, limpia y alegre; un local donde el tra-bajo no sea una perpetua tortura; unos me-dios técnicos elementales para desenvolverse;una institución efectiva que acoja en la ciu-dad a sus hijos, para que, sumidos en el medioaldeano, no se hagan unos ganapanes más. Yveremos entonces si los Maestros de Españaquieren o no quieren trabajar en las Escuelasrurales.

Pero a condición de que lo que se haga nosea aplicar paños calientes inocuos, sino de quela protección que propugnamos sea amplia yefectiva. Hasta un buen aparato de radio y unabuena biblioteca y la suscripción a una buenarevista debería darse a cada Maestro de lös quetrabajan en el campo. ;,No se dan estos ele-mentos y otros más valiosos a los centros do-centes y culturales de la ciudad, donde vienena sumarse con los que ya la ciudad posee enabundancia? Pues, ,por qué no los ha de te-ner la población campesina y no hemos de dar-los al hombre que mandamos allí para que laponga en tensión y la mantenga incorporadaa las ascensiones de/ espíritu?

Pero ¡esto no se hace! Esto apenas si tími-damente empieza a iniciarse. ;Esto acaso nose haga nunca en un arranque brioso y defini-tivo! Y no se hará, no por falta de dinero,que un Estado tiene siempre dinero para resol-ver los grandes problemas elementales, sinoporque —dicho con ruda franqueza— las cues-tiones escolares primarias pesan poco en el ba-

lance de los grandes valores, balance que tieneque hacer no un Ministro, ni un Gobierno, sinola conciencia social que es la secularmente res-ponsable. Si consiguiéramos despertar esta con-veniencia, el panorama todo de la educaciónprimaria variaría de modo radical.

Aún hay para la Escuela rural otras solu-ciones: las Escuelas de temporada, los Maes-tros ambulantes, los Hogares de EnseñanzaPrimaria. Y la óptima entre todas: la del apos-tolado en su más puro sentido. Es muy duroel sacrificio que se pide a los Maestros rura-les y es inmenso el cortejo de abnegacionesque le sigue. No es extraño que, dignamente,trate de desembarazarse de ellas por medios-lí-citos o, por lo menos, de acortar su duración,la persona que no se siente llamada a las gran-des renunciaciones.

En cambio, el que circuncido carne y espí-ritu en holocausto de perfección, está ya apriori dispuesto para toda obra que pida comoprimer requisito imponer silencio a todas lasdemandas de la sensualidad.

Si, como la ciudad las tiene en abundancia,surgieran Congregaciones docentes (4) consa-gradas a los medios campesinos, las cosechasque recogieran serian el asombro de las gentesy el gran consuelo de la Iglesia y de la Patria.

Sea como fuere. por razones de conciencia,de justicia y hasta de egoísmo nacional, hayque abordar de frente el gran problema de lasEscuelas del campo y darle soluciones, no debajo vuelo y mezquinos alcances, artificiosas yarraigadas, sino soluciones de altura, llenas decomprensión, de generosidad y de brío.

Como España sabe hacer las cosas, cuandosiente su enorme responsabilidad ante la His-toria y ante Dios.

(4) Existe ya en Andalucía la Hermandad deMaestros Misioneros, germen vivo y admirable de unaobra que puede ser colosal. Idénticos ideales animana las Damas de la Paz, establecidas en Aravaca.Y ya que de instituciones hablamos, ésta merece es-pecial mención.