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La epopeya de Gilgamesh

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  • La epopeya de Gilgamesh

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  • La epopeya de Gilgamesh

    versin de Agust Bartra

  • Agust BArtrA - Prlogo y versin.

    rAl BereA Nez - edicin.

    FerNANdo roBles otero - produccin.

    Ciudad de Mxico, 2012

  • 7

    PrlogoEntre el tercer y cuarto milenio antes de nuestra era, el fondo del golfo Prsico se encontraba ciento cincuenta kilmetros ms al norte que en la actualidad. El Tigris y el ufrates, que ahora con-fluyen para formar el Shatt-el-Arab, tenan entonces sus propias desembocaduras. Cuando la civilizacin naci en Mesopotamia, surgida del pueblo sumerio, las primeras ciudades se levantaron a orillas de los ros y en el litoral del golfo. Hacia el tercer mile-nio, un segundo pueblo del norte de Mesopotamia, de origen semita, los acadios, se mezcl con los smeros y, como ocurre a menudo en la historia, los conquistadores fueron a su vez con-quistados por el espritu superior de los vencidos. Los acadios adoptaron el arte, la ciencia, las instituciones y la escritura del pas invadido. Pero como aquellos semitas hablaban un lenguaje ms perfecto que el de los smeros, la lengua acadia se impuso, aunque el idioma sumerio continu emplendose para el culto religioso y como vehculo cultural.

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    S. N. Kramer ha hecho el balance de los textos sumerios de que se dispone en la actualidad: las nueve dcimas partes son de orden econmico, pero hay tres mil tablillas enteras o fragmen-tarias que contienen poemas picos, mitos y oraciones. De estos textos literarios, no todos utilizables, se destacan principalmen-te: la epopeya de Gilgamesh, el poema de la Creacin, los mitos de Enki y de Ninhursag, el nacimiento de Nannar, el dios luna, etc. Si esta riqueza literaria ha podido llegar hasta nosotros fue porque los dubshar o escribas la imprimieron, mediante una caa cortada, sobre tablillas de arcilla que luego eran secadas al sol o cocidas al horno. Una vez la tablilla se transformaba en duro ladrillo se converta en un documento indestructible. En cam-bio, la arcilla de los ladrillos sin cocer que formaban la base de los templos y palacios mesopotmicos volvi al polvo, destruida por el tiempo, el sol, el viento y la lluvia. Las antiguas ciudades no son ms que montculos de tierra que esconden las bibliote-cas casi intactas de la civilizacin asirio-babilnica, los archivos de la vida y del espritu del primer hombre histrico. Lo que los

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    escribas registraron sobre el blando barro, el fuego lo fij para el futuro.

    Recientemente se ha encontrado un interesante documen-to sobre la vida de un pequeo escriba smero, de un hijo de la casa de las tablillas que vivi hace tres mil quinientos aos. El texto se compone de dos partes: las penas del discpulo y la es-peranza en un futuro mejor. Por la maana, temprano, el alumno dice a su madre:

    Dame mi desayuno; he de ir a la escuela. Mi madre me dio dos panes y sal. En la casa de las tablillas, un celador me dijo: Por qu llegas tarde? Yo estaba asustado, mi corazn lata con fuerza. Me acerqu a mi maestro.

    Ms adelante, el padre del alumno invita a su casa al maes-tro, lo hace sentar en el lugar de honor y le dice:

    Desata la mano de mi hijo, haz de l un experto. Ensale todas las delicadezas del arte del escriba

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    La poca en que la epopeya de Gilgamesh termin de in-tegrarse remonta aproximadamente al siglo XXV antes de nues-tra era, pero debe tenerse en cuenta que los textos describan a la sazn un tema ya mtico, con un acento y un espritu que eran los de su tiempo. Los hroes conducen la accin del poema; los simples humanos, con excepcin de la hierdula, o prostituta sa-grada del templo, representan un papel secundario. El nombre del hroe, Gilgamesh, que no ha sido explicado an de una ma-nera satisfactoria, es el equivalente de su nombre en sumerio y se escriba Iz-tu-bar. En los textos babilnicos, el nombre del h-roe constaba abreviado: Gish. En una lista de la primera dinasta de Uruk consta que:

    El divino Lugalbanda, un pastor, rein durante 1,200 aos. El di-vino Dumuzi, un pescador, nacido en Eridu, rein durante 100 aos Gilgamesh, cuyo padre era un tal Lilla, sacerdote de Ku-llab (barrio religioso de Uruk), rein durante 120 aos. Ur-Nun-gal, hijo de Gilgamesh, rein durante 15 aos

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    Aunque Gilgamesh declara descender de Lugalbanda, no era de estirpe real, y si lleg a ser rey de Uruk fue a causa de sus hazaas. Segn la leyenda, su madre fue una diosa muy cono-cida, Ninsun, sacerdotisa de Shamash, dios del sol. Su nombre puede traducirse por la diosa vaca, lo que parece indicar la for-ma bajo la cual la representaban sus primeros adoradores. Li-lla, el nombre del padre de Gilgamesh, significa imbcil, medio loco, pero lo ms verosmil es dar a este trmino el sentido de lillu: demonio. Ese demonio se haba unido a Ninsun, y por eso Gilgamesh, concebido por un demonio y una diosa, no fue com-pletamente un dios. Sin embargo, ser invocado por el pueblo como una divinidad, sobre todo en la poca sumeria, segn pue-de comprobarse en un himno que se le diriga para solicitar la curacin de los enfermos:

    Oh Gilgamesh, gran rey, juez delegado de los dioses del cielo, prncipe, gran dispensador de rdenes para la humanidad, vigi-lante de todos los pases, gobernador del mundo, seor de todo

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    lo que existe en la tierra, t juzgas soberanamente y como un dios dictas sentencia.

    Enkidu, su fraternal compaero, es tambin hijo de una diosa, pero, como Adn, es creado con arcilla y representa la fuerza brutal y el despertar de lo humano tras haber conocido el amor de la mujer. Enkidu pasa as del estado de naturaleza a la civilizacin, mediante una revolucin que se efecta no sin sacu-didas y dolor. De todas las divinidades del panten smero-aca-dio, Ishtar es la que se mezcla ms directamente con el destino de los hombres. En el poema, la diosa vive en Uruk, en su tem-plo, el Eanna o Casa del Cielo, rodeada de sus sacerdotisas. En la poca asiria, Ishtar era la diosa de la guerra y, al mismo tiem-po, de la fertilidad, el amor y las fuerzas de la naturaleza. Cuan-do en un sueo se revela al rey Asurbanipal para anunciarle la victoria, no deja de recordarle que lo aliment con su leche. Es como cortesana de los dioses que se ofrece a Gilgamesh, como se ha ofrecido a tantos. Bajo este aspecto, Ishtar presenta una curiosa semejanza con la diosa conocida por el nombre de Kilili

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    sha apati, Kilili de las ventanas, porque desde ellas llamaba a los hombres. Tambin se la llamaba Kilili mushirtu, o sea, Kilili que se asoma, o bien diosa de los muros y de las columnas, y se la pintaba sentada en los rincones oscuros de las murallas de la ciudad. Cuando Ishtar se presenta acompaada de su squi-to, ste est formado por las hierdulas o prostitutas sagradas adscritas al templo de la diosa. Una prostituta de esta categora desempea un papel importante en el poema de Gilgamesh. En la antigedad asirio-babilnica la prostitucin sagrada era muy distinta de la prostitucin ordinaria. En el cdigo de Hammu-rabi se detallan los derechos particulares de las hierdulas, las mujeres de Marduk, que vivan en comunidad y estaban pro-tegidas contra el escndalo por las mismas leyes que amparaban la reputacin de las mujeres casadas. Adems de la prostitucin permanente, exista en la antigua Babilonia una prostitucin sa-grada ocasional. Una vez en su vida, cada mujer babilnica de-ba ir a sentarse en el templo de la diosa de la fecundidad hasta que un extranjero se acercara a ella y, tras arrojar sobre sus ro-

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    dillas una moneda de plata, dijera: Invoco a Milita en tu favor. La mujer, entonces, deba seguir al hombre hasta las dependen-cias del templo, y el dinero de esta manera obtenido se conside-raba sagrado. Despus de este rito, la mujer volva a vivir su vida normal. Herodoto nos cuenta que haba mujeres tan poco favo-recidas por la naturaleza, que deban esperar aos hasta que un hombre les arrojara la moneda. Como la Ilada y la Odisea, como las canciones de gesta, el poema de Gilgamesh era recitado y fue vastamente conocido entre los pueblos del Asia anterior. No cabe duda que influy sobre el tipo de hroe del Sansn bblico y del Hrcules griego, y cuando la leyenda se apoder de la figu-ra de Alejandro Magno, algunas de las hazaas de Gilgamesh le fueron atribuidas. Con los siglos, este gran mito de la fuerza del hombre y, a la vez, del hroe mordido por la conciencia de su vulnerabilidad, fue derribado y esparcido, y la sombra de los si-glos lo cubri.

    Gilgamesh empez a resucitar en Londres en los ltimos lustros del siglo XIX, cuando Georges Smith, uno de esos auto-

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    didactos que de vez en cuando se encuentran en la historia de la arqueologa, logr descifrar algunas tablillas mesopotmicas del llamado poema de Gilgamesh. Las tablillas de arcilla cocida es-taban en acadio y en aquella escritura cuneiforme que por sus caracteres fue descrita, en los primeros tiempos de su descubri-miento, como si hubieran corrido pjaros sobre arena mojada. Las tablillas descifradas formaban parte de las 25,000 que com-ponan la Biblioteca de Asurbanipal, hallada por Layard en la primavera del ao 1860. Ninguno de los excavadores de Nnive reconoci, de momento, la extraordinaria importancia que ence-rraban los montones de maltrechas tablillas. Todo el material cu-neiforme fue metido, sin embalar, en cestas que, sobre almadas, llegaron a Basora y despus, a bordo de un buque de guerra bri-tnico, a Londres. Esta descuidada manera de tratar las tablillas les caus ms dao dice Ceram que el que les haban pro-ducido los medos, quienes, en el ao 612 a. de C., se apoderaron de Nnive y destruyeron el templo del rey Asurbanipal. Sin em-bargo, el gran poema, debido a hallazgos ms recientes de otros

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    fragmentos, ha llegado hasta nosotros en una proporcin que da idea cabal de su totalidad: aunque mutilado, puede decirse que lo tenemos completo. As, el hombre moderno puede conocer, a travs de la poesa, lo que sin duda es la primera gigantesca figu-ra del alba de la historia, el gran rey de Uruk: Gilgamesh. Con las tablillas de arcilla cocida, lleg a Londres, en realidad, la Odisea de la antigua Asia Occidental, tanto ms cuanto que el perso-naje central no deja de tener cierta semejanza con Ulises. Como ste, Gilgamesh desprende su destino individual de su pueblo, es hombre de aventura y de bsqueda, y el impulso de su queha-cer vital se mueve de una manera igualmente circular: cierra sus conquistas tanto como sus agotamientos. Si Ulises convoca a los muertos, Gilgamesh sabe de la muerte a travs del espritu de su amigo Enkidu. La magia, durante milenios, aisl con sus pode-res nefastos o protectores a cuerpos y espritus. Los sacerdotes mesopotmicos de los dioses de la magia, Marduk y Ea, vestidos de rojo, color antidemoniaco, o llevando una vestidura en forma de caparazn, utilizaban la varita del mago, con la que trazaban

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    crculos, al tiempo que decan: El crculo mgico de Ea est en mi mano, la madera del cedro, el arma santa de Ea, est en mi mano, la palma del gran rito est en mi mano. Y, en los domi-nios de la magia, haba la palabra, el nmero y el smbolo. Para los antiguos asirio-babilnicos, la doctrina del hombre se resu-ma en un principio fundamental: una cosa slo exista cuando llevaba un nombre, es decir, el nombre de una cosa no solamen-te la expresaba sino que era su esencia. En el poema babilnico de la Creacin, los primeros versos, que se refieren al Caos, dicen: Cuando en lo alto el cielo no tena nombre As, cuando Gil-gamesh afirma que quiere hacerse un nombre, el sentido implcito no es el de que quiere alcanzar la gloria o fama por sus hazaas, sino .de que desea nacer o existir, abrirse al destino del ser.

    Una epopeya como la de Gilgamesh es la obra annima de los siglos, y de ah que en el poema se perciban claramen-te interpolaciones, incorporacin forzada de leyendas anteriores, prstamos de la historia nacional y el aluvin de la memoria co-lectiva. Algunos se han preguntado si el poema de Gilgamesh

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    deba ser considerado solamente como la narracin de las ha-zaas de un hroe legendario o guardaba un sentido oculto. Si Gilgamesh, como afirman algunas teoras, es un dios solar que sigue el camino de Samash cuando va en busca de la inmortali-dad, no se colige de ello que todo el poema tiene un valor sim-blico? En una palabra, se puede explicar el poema? Georges Contenau, el gran orientalista, cree que los smbolos se encon-trarn en el poema slo si el lector los pone all despus de la lectura. Yo creo, sin embargo, que el hecho de que esta posibili-dad exista es la mayor prueba de que una obra trasciende su lite-ralidad, es vlida tanto por lo que da como por lo que recibe. Los eruditos panbabilonistas tienden a sistematizar excesivamente la teora de que la mitologa astral de los antiguos mesopotmi-cos es la clave de su civilizacin, y consideran el poema de Gil-gamesh como la evolucin de un mito solar, que el nmero de doce tablillas del poema corresponde al nmero de los meses del ao, etc. Ante la realidad del poema, esas hiptesis acadmicas tienen un valor de curiosidad, y nos suenan un poco como si un

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    sabio, dentro de dos mil aos, descubriera en Cristo un mito so-lar porque tuvo doce apstoles. La epopeya de Gilgamesh es la ms famosa creacin literaria de la antigua Babilonia. A diferen-cia de otro gran poema babilnico, el de la Creacin, cuyos pro-tagonistas son dioses, los hroes del poema de Gilgamesh son seres humanos y la accin se desarrolla en la tierra. Aunque en l los dioses representan ciertos papeles, el hombre ocupa el centro de la escena, con sus eternos problemas: tiempo, poder, amistad, amor, muerte, gloria, inmortalidad Todos los temas bsicos del hombre en el mundo estn presentes en el poema, y de ah su trascendencia y palpitacin. Gilgamesh, arrancado a su tempo-ralidad mtica e histrica, podra incorporarse con su profunda vigencia a la actualidad desgarradora de la poca moderna. Su ambivalencia de fuerza vencedora en la accin pica y de des-validez moral ante el aguijn de la nada hincado en su ser, le comunican la tensin extrema de la divisin trgica. La figura de Enkidu, en quien cristalizan las experiencias del amor y de la muerte, tiene casi tanta grandeza y densidad como la de Gilga-

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    mesh. Aqu est el hombre, comprendemos en seguida: ser de accin, luz y sombra. Y en l nos reconocemos, por las mismas razones fundamentales que en l se reconocieron los hombres de cuatro mil aos atrs. Gilgamesh no logra ser dios, es decir, no conquista la inmortalidad: se sabe irremisiblemente conde-nado a hombre. Como todos los hombres, Gilgamesh quiere co-nocer la verdad de lo desconocido, aunque ello suponga tener que sentarse para llorar. La respuesta de Enkidu es la desespe-racin milenaria: polvo y nada. Pero al final sabemos que si, para ciertos espritus, slo es posible comer desechos, hay otros, en cambio, que beben del agua fra de la vida.

    Dejemos que las maltratadas tablillas de los escribas nos hablen desde un mundo que existi hace cuatro mil aos1

    Agust BArtrA

    1 Para mi versin he utilizado las traducciones de Georges Contenau y de A. E. Speiser.

  • Tablilla I

  • Tablilla I. El poeta nos advierte que va a cantar los hechos de un hroe sin par, del constructor de la gran muralla de Uruk. Pero Gilgamesh, el hombre que ha visto hasta el fondo de todas las cosas es tambin un rey tirano, cuyos sbditos piden a los dioses que los liberen del pode-roso rey. Anu suplica a la diosa Aruru que cree un doble de Gilgamesh. La diosa accede y, con barro, modela primero y luego da vida a Enki-du, hombre rudo y salvaje que vive con los rebaos de la llanura, se alimenta como ellos y se convierte tambin en una carga para el pas porque protege a las bestias y las salva de las trampas de los cazado-res. Uno de stos se queja de la situacin a su anciano padre, quien le aconseja que se dirija a Gilgamesh y le pida una hierdula o ramera sagrada del templo para llevrsela a Enkidu. El cazador y la mujer es-peran a Enkidu cerca de un aguadero, y sucede lo que el viejo y Gilga-mesh haban previsto. La mujer propone a Enkidu llevarlo a Uruk, para que conozca a Gilgamesh. ste, mientras tanto, ha sido avisado de la llegada de Enkidu por dos sueos, que su madre, Ninsun, interpreta. En uno de los sueos, un aerolito caa del cielo sobre l; en el otro, un hacha caa tambin del cielo y Gilgamesh se la pona al costado. En los dos casos, explica Ninsun, se trata de Enkidu, que se convertir en ami-go de Gilgamesh.

    Gilgamesh y la planta de la inmortalidad. Sello cilndrico. Louvre.

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    (Texto asirio)

    Columna I

    Quien ha visto el fondo de las cosas y de la tierra, y todo lo ha vivido para ensearlo a otros, propagar su experiencia para el bien de cada uno. Ha posedo la sabidura y la ciencia universales, ha descubierto el secreto de lo que estaba oculto. Quien tena noticia de lo anterior al Diluvio, emprendi largos viajes, con esfuerzo y fatiga, y sus afanes han sido grabados en una estela. Ha hecho levantar la amurallada Uruk, el sagrado Eanna,1 el puro santuario. Ha visto la muralla, trazada a cordel, y el muro interior, que no tiene rival;

    1 Casa del cielo, templo de Anu y de su hija, la Diosa Ishtar.

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    ha contemplado el dintel, que data de siempre, se ha acercado al Eanna, templo de Ishtar, que ni hombre ni rey podrn nunca igualar. Ha paseado por las murallas de la ciudad de Uruk y mirado la base, su slida fbrica, toda ella construida con ladrillos cocidos y formada por siete capas de asfalto.

    (Falta el resto de la columna. Un fragmento hitita corresponde,

    en parte, con la deteriorada porcin inicial de la columna II, y

    parece contener algo del texto del final de la primera columna. De

    este fragmento se deduce que algunos dioses intervinieron en la

    creacin de Gilgamesh, a quien dotaron de dimensiones sobrehu-

    manas. Finalmente, Gilgamesh llega a Uruk.)

  • 25

    Columna II

    Dos terceras partes de su cuerpo son de dios, la otra es de hombre. Su forma es perfecta

    (Mutilado o perdido)

    como un buey montaraz de gran alzada En verdad, el choque de sus armas no tiene par. A son de tambor son despertados sus compaeros. Los nobles estn sombros en sus estancias: Gilgamesh separa a los hijos de sus padres, da y noche suelta el freno a su arrogancia. se es Gilgamesh, el pastor de Uruk, el pastor de todos, imponente y sabio. No deja a la doncella al lado de su madre, ni a la hija del guerrero, ni a la esposa del noble.

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    Los seores de Uruk se quejaron a los dioses, y stos a Anu, que era dueo de la ciudad. Ese buey montaraz no fue parido por Aruru?2 En verdad, el choque de sus armas no tiene par. A son de tambor son despertados sus compaeros. Gilgamesh separa a los hijos de sus padres, da y noche suelta el freno a su arrogancia. se es Gilgamesh, el pastor de Uruk, el pastor de todos, imponente y sabio. No deja a la doncella al lado de su madre, ni a la hija del guerrero, ni a la esposa del noble. Cuando Anu hubo odo estas quejas, llamaron a la gran Aruru: T, oh Aruru!, que creaste a Gilgamesh, crea ahora su rplica, y que tenga un contrincante su furioso corazn.

    2 Esposa del dios Marduk y madre del gnero humano.

  • 27

    Deja que luchen, y haya paz en Uruk! Tras haber Aruru odo este ruego, su espritu vio una imagen de Anu. La diosa Aruru se moj las manos, y tom arcilla y empez a modelarla y a dar forma a Enkidu, el valiente hroe, el campen de Ninurta.3

    Su cuerpo est todo cubierto de vello, lleva el pelo tan largo como el de una mujer, sus guedejas son speras como campos de cebada; no conoce a la gente ni conoce el pas, y va ataviado como el dios Sumuqan.4 Con las gacelas, en el llano, se alimenta de hierba, con las bestias se abreva, con los rebaos se deleita bebiendo.

    3 Dios de las batallas y, tambin, primitivamente, divinidad de las aguas.4 Dios de los rebaos.

  • 28

    Un da, un cazador, un trampero al acecho, se top con l delante del aguadero. U n da, dos das, tres das se top con l delante del aguadero. Al ver al cazador su rostro se contrajo, y luego regres con sus bestias a su casa, donde mudo qued, asustado y quieto, turbado el corazn y sombro el rostro. El miedo hizo nido dentro de sus entraas, su rostro era el de un hombre que llega de muy lejos.

    Columna III

    El cazador abri la boca para hablar, y dijo a su padre: Padre mo, un hombre ha llegado de los montes, el peso de su fuerza se siente en el pas

  • 29

    y tiene el vigor de un paladn de Anu; recorre sin cesar el pas con sus rebaos se pavonea siempre por toda la comarca, y a los sitios de agua planta sus pies. Estoy tan asustado que no oso acercrmele! Ha llenado las zanjas que yo haba abierto, ha destruido las trampas que yo haba armado, ha hecho que escapen de mis manos las bestias y tambin me impide cazar en la llanura. El padre respondi y dijo al cazador: Hijo mo, Gilgamesh reina en Uruk, nadie en el pas lo ha vencido jams, nadie lo aventaja en poder y fuerza, tiene el vigor de un paladn del dios Anu. As, pues, orienta tu rostro hacia Uruk y habla a Gilgamesh de la fuerza de ese hombre. Y entonces, te dir: Ve y toma, cazador, una ramera del templo, llvala contigo

  • 30

    y deja que venza al hombre con su poder. Cuando l llegue con sus bestias a beber al aguadero. la mujer deber quitarse sus vestidos y mostrar su belleza. En cuanto el hombre la vea, desear poseerla, y su rebao que medra en el llano huir de l.

    As, pues, siguiendo el consejo de su padre, el cazador decidi ir a ver a Gilgamesh. Se puso en camino y lleg a Uruk, y dijo a Gilgamesh: Un robusto mocetn ha llegado de los montes, el peso de su fuerza se siente en el pas, tiene el vigor de un paladn del dios Anu, se pavonea siempre por toda la comarca, recorre sin cesar el pas con sus rebaos y a los sitios de agua planta sus pies. Estoy tan asustado que no oso acercrmele!

  • 31

    Ha llenado las zanjas que yo haba abierto, ha destruido las trampas que yo haba armado, ha hecho que escapen de mis manos las bestias y tambin me impide cazar en la llanura. Gilgamesh habl al cazador, y dijo: Ve y toma, cazador, una ramera del templo, llvala contigo y deja que venza al hombre con su poder. Cuando l llegue con sus bestias a beber al aguadero, la mujer deber quitarse sus vestidos y mostrar su belleza. En cuanto el hombre la vea, desear poseerla, y su rebao que medra en el llano huir de l. Adelante sigui el cazador, con la ramera. Tomaron el camino, sin hacer rodeos, y al tercer da llegaron al lugar designado, y el cazador y la ramera se sentaron en sus sitios.

  • 32

    Dos das estuvieron sentados junto al agua. y entonces el rebao lleg para abrevarse.

    Columna IV

    Llegaron las bestias y aplacaron su sed. Y Enkidu, que haba nacido en los montes, paca en los prados con sus gacelas, beba en los aguaderos junto con los rebaos, s, con las bestias deleitbase bebiendo. La ramera lo vio, vio al rudo mocetn, al bruto llegado de las tierras altas. Ah est, ramera! Descubre tus senos, desnuda tu pecho, y que posea tu belleza! No tengas vergenza! Acepta su ardor! As que te vea querr poseerte. Qutate el vestido y que yazga sobre ti,

  • 33

    efecta con el bruto tarea de mujer, y su rebao que medra en el llano huir de l, Porque el hombre tu amor habr conocido.

    La ramera descubri sus senos, su cuerpo, y l acercse y posey su belleza. Sin vergenza, la mujer acept su vigor: quitse su vestido, y sobre ella l descans. Seis das y siete noches Enkidu conoci a la mujer, se alleg a la ramera, hasta que, cansado de yacer con ella, decidi salir en busca de sus bestias; pero al verlo las gacelas emprendieron la huda, los rebaos del llano se apartaban de su cuerpo. Enkidu tuvo miedo, temblaron sus miembros, inmvil se qued, mientras hua su rebao. Enkidu no poda correr como antes, mas su espritu ahora era sabio, comprenda.

  • 34

    Volvi a sentarse a los pies de la ramera, y levant los ojos para mirar a la mujer, dispuesto a escuchar lo que ella dijese. La ramera habl as al hombre, a Enkidu: Eres sabio, oh Enkidu, eres bello como un dios! Por qu andorrear por el llano con las bestias? Ven conmigo! Te llevar a la amurallada Uruk, al gran templo, morada de Anu y de Ishtar, donde vive Gilgamesh, el esforzado hroe, que es como un fiero toro en medio de su gente.

    As dijo la mujer, y l acepta sus palabras, porque su corazn anhela un amigo. El divino Enkidu contesta a la ramera: Vamos, mozuela, condceme al templo puro y sagrado de Anu y de Ishtar, donde vive Gilgamesh, el esforzado hroe,

  • 35

    que es como un fiero toro en medio de su gente! Le lanzar mi reto, osado le hablar.

    Columna V

    (Las columnas V y VI son una mezcla de los textos asirio y ba-

    bilnico.)

    Gritar en Uruk: S, soy fuerte y capaz de mudar el curso de las cosas! El hijo del llano es robusto y pujante. La ramera contesta: Adelante, pues! Que l vea tu rostro! Te mostrar a Gilgamesh; s muy bien dnde est. Ven, pues, oh Enkidu!, a la amurallada Uruk, donde la gente bulle en atavos de fiesta y todos los das son das festivos,

  • 36

    donde muchachos y rameras Su desnudez llena de perfume. Gobiernan a los grandes desde sus lechos! A ti, oh Enkidu, que gozas de la vida, t har ver a Gilgamesh, que es todo alegra! Lo vers, te digo, contemplars su rostro; todo l resplandece de vigor y de vida; el deseo amoroso llena su cuerpo; su fuerza supera con mucho a la tuya; nunca descansa, ni de da ni de noche. Oh Enkidu, diferente ser tu vida! Shamash5 distingue a Gilgamesh con su afecto. Los dioses Anu, Enlil6 y Ea7 lo han hecho sabio, de vasta inteligencia.

    5 Dios del sol.6 Dios de la atmsfera, del huracn.7 Dios del abismo y de las aguas, en las cuales flota la tierra.

  • 37

    Antes que t descendieras de los cerros, Gilgamesh, en Uruk, te ha visto en sus sueos, y al levantarse ha ido a contar a su madre lo que haba soado: Madre, esta noche he tenido un sueo: he visto un cielo sembrado de estrellas que caa sobre m como un vasallo de Anu; trat de levantarlo, mas era muy pesado, trat de zafarme, mas no pude moverlo. La gente de Uruk reuni se en tomo: los artesanos, los valientes, todos mis amigos le rindieron homenaje y besaron sus pies. Entonces lo abrac como se abraza a una mujer, lo levant y fui a ponerlo a tus pies.

    Ninsun la avisada, madre de Gilgamesh, la mujer que todo lo sabe, dice a su hijo: Las estrellas del cielo son tus compaeros;

  • 38

    el que cay sobre ti como un vasallo de Anu y trataste de levantar mas era muy pesado, e intentaste rechazar, mas no pudiste mover, y luego trajiste hasta mi presencia, he hecho de l tu compaero; lo abrazaste como un hombre abraza a su esposa,

    Columna VI

    es un rudo camarada y sostn de su amigo; el peso de su fuerza se siente en el pas. Tiene el vigor de un vasallo de Anu! Aquel que abrazaste como si fuera una esposa, nunca te dejar. Tal es, Gilgamesh, la explicacin de tu sueo.

  • 39

    De nuevo Gilgamesh se dirige a su madre: Madre, anoche tuve otro sueo. En Uruk un hacha cay del cielo, y haba mucha gente mirndola, inclinada. y era un hacha, madre, de doble filo, que coloqu a tus pies; sobre ella me inclin como si fuera una esposa, y t me la has dado para que me acompae.

    La madre de Gilgamesh, sabia mujer que lo conoce todo, contesta a su hijo: El hacha que has visto significa un hombre sobre el cual te inclinaste como si fuera una esposa, y yo he hecho de l un compaero tuyo, y lo he llevado a tu presencia; es un rudo compaero y sostn de su amigo, el peso de su fuerza se siente en el pas,

  • 40

    su vigor es el de un campen de Anu, y he hecho de l tu compaero.

  • Tablilla II

  • Tablilla II. Texto muy mutilado. La hierdula emprende la tarea de ini-ciar a Enkidu a una vida humana y civilizada. Ms tarde, mientras am-bos se encaminan hacia Uruk, Enkidu se topa con un campesino que le revela la verdadera condicin del hombre que debe ganarse la vida al precio de mil fatigas. Enkidu y la hierdula entran en Uruk. Se supone que es a causa de la mujer que Gilgamesh y Enkidu luchan. Gilgamesh, a pesar de su fuerza, es vencido por Enkidu; pero ste manifiesta su ad-miracin ante la resistencia del rey de Uruk, y se hacen amigos.

    El rbol sagrado en una impresin de un cilindro de Susa, Louvre.

  • 43

    (Falta la columna I)

    Columna II

    (Texto babilnico. La narracin, ms abreviada que en la ver-

    sin asiria, reanuda, desde los primeros versos, el texto asirio de

    la columna IV.)

    Mientras Gilgamesh contaba su sueo, Enkidu estaba sentado cerca de la cortesana, y la acariciaba y la desvesta. Enkidu olvidbase del lugar de su nacimiento! Durante seis das y siete noches Enkidu goz de la ramera. Entonces ella abri la boca y dijo a Enkidu: Al mirarte, Enkidu, advierto que eres como un dios. Por qu te juntas, en la llanura,

  • 44

    con las bestias salvajes? Ven conmigo! Te conducir hasta Uruk de vastas plazas, al sagrado templo, morada del dios Anu. Levntate, Enkidu! Te conducir al sagrado templo, morada del dios Anu. En Uruk vive Gilgamesh lleno de fuerza. Lo estrechars entre tus brazos como si fueras una esposa, lo amars como a ti mismo. Vamos! Levntate del suelo, que es el lecho de los pastores.

    Enkidu escuch con placer estas palabras y el consejo de la mujer penetr en su corazn. Ella tom uno de sus vestidos y se lo puso al hombre; con otra prenda se visti ella.

  • 45

    Luego, tomndolo de la mano como si fuera su hijo, lo gui hacia los verdes pastos donde se hallan los rediles, hasta el lugar donde yantan los pastores

    (Laguna)

    porque Enkidu, que haba nacido en los montes, hasta entonces haba pacido con las gacelas, con los rebaos beba en las fuentes, con bestias salvajes placale beber.

    Columna III

    La leche de las bestias salvajes sola l mamar.

  • 46

    Le sirvieron alimentos; inquieto, boqueaba, los miraba fijamente, sin saber qu hacer. Del pan que se come y de la cerveza que se bebe, nada saba. La ramera abri la boca y dijo a Enkidu: Come de este pan, oh Enkidu!, que da vida, bebe la cerveza, como es costumbre aqu.

    Enkidu entonces comi pan hasta quedar saciado; bebi luego cerveza, bebi siete veces, y su espritu desatose, y habl en voz alta,

  • 47

    lleno el cuerpo de bienestar y el rostro resplandeciente. Le cortaron la maraa de vello de su cuerpo, se frot con aceite, como hacen los hombres. Psose vestidos, pareca un novio! Tom su arma, atac a los leones, y as los pastores descansaron por la noche. Atrap lobos, captur leones, y de los pastores que descansaban Enkidu fue el protector

    (Faltan algunos versos)

  • 48

    Columna IV

    Enkidu levant los ojos y vio al hombre. Dijo a la ramera: Moza, llama a ese hombre! A qu viene aqu? La ramera llam al hombre, el cual acercose a Enkidu, que lo vio y dijo: Hombre, a qu has venido? Cul es el objeto de tu penoso viaje? El hombre abri la boca y contest: En la Morada de la Reunin son detenidos, en verdad, los destinos de los hombres. El hombre se ve abrumado de trabajo en la ciudad. Los campos son lugares de gemidos! Por orden del rey de Uruk

  • 49

    se arrastra al pueblo a los cultivos! Por orden de Gilgamesh, rey de la amurallada Uruk, se arrastra al pueblo a los cultivos! La mujer impuesta por la suerte, es pronto fecundada por el hombre, y luego la muerte! Por orden del dios ha sido decretado que, desde el seno de su madre, tal sea su destino.

    Al or tales palabras, Enkidu palideci.

  • 50

    Columna V

    (Faltan unos 6 versos)

    Enkidu va adelante, y tras l marcha la ramera. Cuando entra en Uruk de anchas plazas, el pueblo sale a su encuentro. Se detiene en las calles de Uruk de anchas plazas, donde la gente se rene y dice de l: Cmo se parece a Gilgamesh! Aunque es ms bajo, tiene los huesos ms recios Ahora es uno de los ms fuertes del pas. La leche de los rebaos

  • 51

    sola mamar. En Uruk habr un constante entrechocar de armas

    Los nobles se regocijan: Se ha presentado un hroe para el hombre de porte gallardo. Para Gilgamesh, semejante a un dios, ha llegado su parigual.

    Para la diosa Isharra una cama ha sido preparada en la Morada de la Reunin. Gilgamesh, por la noche, se desliza afuera Pero Enkidu, en la calle, cierra el camino a Gilgamesh Se agarraron ante la puerta de la Morada de la Reunin.

  • 52

    (Faltan unos 9 versos)

    Columna VI

    Contra Gilgamesh se lanz Enkidu, greudo. Se levant contra l, y midieron sus fuerzas en la gran plaza. Enkidu obstruy la puerta con su pie, y Gilgamesh no pudo entrar. Se asieron entrambos, como dos fieros toros se lanzaron uno contra otro. Hicieron astillas la puerta, tumbaron el muro. Gilgamesh y Enkidu

  • 53

    se agarraron; como dos toros fieros se lanzaron uno contra otro. Hicieron astillas la puerta, tumbaron el muro.

    Gilgamesh tuvo que hincar una rodilla en el suelo. Su clera aplacose, su pecho se aquiet; cuando su pecho se hubo aquietado, Enkidu habl as a Gilgamesh: Unico entre todos tu madre te pari, la fogosa vaca del establo, la divina Ninsun que ha elevado tu cabeza por encima de la de los otros hombres!

  • 54

    Enlil te nombr rey del pueblo!

  • Tablilla III

  • Tablilla III. Falta el principio de las dos columnas de la tablilla. Pena de Enkidu, causada seguramente por la prdida de la hierdula. Gil-gamesh le confa sus proyectos: ir a luchar contra Humbaba, el gigante que reina en el bosque de cedros, porque quiere conquistar un nom-bre. Fabricacin de las armas. Los dos hroes celebran consejo con los ancianos de la ciudad. La madre de Gilgamesh ofrece un sacrificio pro-piciatorio para que su hijo triunfe.

    Genio (o sacerdote ataviado), mitad hombre, mitad pescado.

  • 57

    (Antigua versin babilnica.)

    Columna I

    (Texto mutilado o perdido. Gilgamesh ha decidido emprender

    una expedicin contra el monstruo Huwawa (en asirio Humba-

    ba), que vive en el Bosque de los Cedros. Enkidu trata intilmen-

    te de disuadirlo de su proyecto.)

    Por qu deseas hacer tal cosa? se besaron y sellaron su amistad.

    (El resto, perdido o mutilado)

  • 58

    Columna II

    (Faltan unos 25 versos)

    Los ojos de Enkidu se llenaron de lgrimas, se golpe el pecho, suspirando tristemente. S, los ojos de Enkidu se llenaron de lgrimas, se golpe el pecho, suspirando tristemente. Con el rostro sombro, Gilgamesh dijo a Enkidu: Por qu estn llenos de lgrimas tus ojos? Por qu te golpeas el pecho y suspiras tristemente? Enkidu abri la boca y dijo a Gilgamesh:

  • 59

    La mujer que yo amaba, amigo mo, ha echado sus brazos a mi cuello y se ha despedido de m. Mis brazos cuelgan, flojos, y mi fuerza se ha convertido en debilidad. Gilgamesh abri la boca y dijo a Enkidu:

    Columna III

    (Algunos versos perdidos)

    El fiero Huwawa vive en el bosque. Vamos, t y yo, a darle muerte, para librar del mal al pas

    (Laguna)

  • 60

    Enkidu abri la boca y dijo a Gilgamesh: Escucha, amigo mo, en la montaa, apacentando mis rebaos, a dos horas de aqu, en el corazn del bosque, llegu hasta Huwawa. Su grito es la tempestad, su boca vomita fuego, su aliento es mortal. Por qu deseas realizar tal hazaa? Por qu seguir hasta el lugar donde vive Huwawa?

    Gilgamesh abri la boca y dijo a Enkidu: el cedro escalara su montaa

  • 61

    (Texto muy mutilado)

    Enkidu abri la boca y contest a su amigo: Cuando juntos lleguemos al bosque de los Cedros, cuyo guardin, oh Gilgamesh!, es un guerrero poderoso que no descansa nunca, encontraremos a Huwawa

    Columna IV

    (Fragmento de la versin asiria)

    Para proteger al Bosque de los Cedros e inspirar terror a la gente, Enlil lo cre. Humbaba ruge en las aguas desatadas,

  • 62

    su boca es fuego, su aliento es muerte. Desde sesenta leguas puede or a las vacas salvajes del bosque. Quin se atrevera a adentrarse en el bosque? Para proteger a los cedros e inspirar terror a los mortales, Enlil lo cre; el decaimiento hace presa en quien se adentra en el bosque.

    (Sigue la versin babilnica)

    Gilgamesh abri la boca y dijo a Enkidu: Quin, amigo mo, saldr vencedor de la muerte? Slo los dioses viven eternamente al lado de Shamash; los hombres tienen contados sus das; todo cuanto hacen no es ms que viento. T, ahora, temes a la muerte. Qu se ha hecho de tu poder heroico?

  • 63

    Deja, pues, que vaya delante; a pesar de lo que diga tu boca, temes acercarte. Si caigo, fundar mi gloria. La gente dir: Gilgamesh cay luchando contra Huwawa

    (Laguna)

    Estoy decidido. a penetrar en el Bosque de Cedros, quiero fundar mi gloria. Pero, antes, quiero dar trabajo a los herreros, que forgen nuestras armas delante de nosotros.

    Sealaron un lugar a los herreros, los cuales fundieron su equipo: fundieron hachas de tres talentos cada una,

  • 64

    fundieron tambin puales de dos talentos cada uno, y uno y otro tuvieron a su lado una lanza de treinta minas, la empuadura de oro de sus puales pesaba treinta minas.

    Gilgamesh y Enkidu llevaban cada uno diez talentos de armas. se rene el pueblo. en la calle de la amurallada Uruk. Gilgamesh se sienta delante de Enkidu y dice:

    (Laguna)

    Columna V

    Yo, Gilgamesh, quiero ver a se de quien se habla y de cuyo nombre est lleno el pas. Lo vencer en el Bosque de los Cedros!

  • 65

    El mundo sabr cun fuerte es el hijo de Uruk! Extender mi mano y caern los cedros, conquistar una duradera fama.

    Las ancianos de la amurallada Uruk hablaron as a Gilgamesh: Eres joven, Gilgamesh, y tu corazn te arrastra. No comprendes el alcance de tu soada empresa. Nos han dicho que el rostro de Huwawa tiene un aspecto asombroso. Quin ha osado nunca afrontar sus armas? Quin ha osado nunca adentrarse dos horas en la profundidad del bosque? Porque el grito de Huwawa es la tempestad, su boca vomita fuego y su aliento es mortal.

  • 66

    Por qu deseas realizar la hazaa de penetrar en la morada de Huwawa?

    Gilgamesh escuch las palabras de sus consejeros, mir de soslayo a Enkidu y le grit: Escucha, amigo mo, mi respuesta!: s el temor que inspira Huwawa, y sin embargo, ir al bosque, y deseara ir contigo

    (Laguna. Volvemos a encontrar al hroe implorando la proteccin

    de Shamash.)

    Sobre la muralla que rodea a Uruk, Gilgamesh arrodillse y dirigi estas palabras al dios Shamash: Deseo partir, oh Shamash, y elevo mis manos hacia ti! Ojal pueda volver con vida! Haz que regrese a la amurallada Uruk!

  • 67

    Concdeme tu proteccin! Y, dirigindose a Enkidu, dijo:

    Columna VI

    Voy a emprender un viaje desconocido; si triunfo, te celebrar en la alegra de mi corazn, te har sentar en un trono.

    Los herreros trajeron las espadas, el arco y el carcaj, y los pusieron entre las manos del hroe Los ancianos se acercaron a l y le dieron consejos sobre el viaje:

  • 68

    No confes, oh Gilgamesh!, slo en tu fuerza, marcha con ojo alerta y ten cuidado. Que Enkidu vaya delante de ti; l conoce la ruta, ha recorrido el camino hasta el desfiladero del bosque de Huwawa. El que va delante protege a su compaero; prepara tu viaje y s prudente. Que Shamash te d la victoria, que tus ojos puedan ver lo que tu boca ha anunciado, que ante ti el sendero sea llano y la montaa se abra a tu paso! Que el dios Lugalbanda,8 durante la noche, diga la palabra que te alegre y no se aleje de ti, para que tu deseo se cumpla! Que se establezca tu gloria de joven hroe y que te sea dado, como lo has resuelto,

    8 Dios tutelar de Gilgamesh.

  • 69

    lavarte los pies en el ro de Huwawa! En tus horas de calma, cava un pozo, para que puedas tener agua pura en tu odre. Ofrece agua fra a Shamash! No olvides nunca a Lugalbanda! Enkidu abri la boca y dijo a su amigo: Ya que has resuelto ponerte en camino, que tu corazn no se asuste; ten confianza en m; sgueme, pues conozco la morada de Huwawa y tambin los lugares que frecuenta.

    (Versin asiria)

    Columna I

    Gilgamesh . entonces contest a Enkidu con las siguientes palabras: Levntate, amigo mo, y vamos a Egalmah,

  • 70

    a ver a la divina Ninsun, la gran reina, a Ninsun, la sabia, para que nos indique el mejor camino.

    Cogidos de la mano, Gilgamesh y Enkidu dirigieron sus pasos al augusto palacio, se presentaron ante Ninsun, la gran reina, Gilgamesh se adelant en el palacio, y dijo: Oh divina Ninsun, deseo emprender un largo viaje al pas de Humbaba; mas no s cmo llegar all, no conozco el camino que he de tomar. En tanto yo no haya regresado, en tanto, en el Bosque de Cedros, no haya sometido al terrible Humbaba, ruega a Shamash por m!

  • 71

    Columna II

    La divina Ninsun entr en su aposento, se puso sus vestidos y adornos rituales, por las escaleras subi hasta el parapeto y luego a la terraza, donde ofreci incienso a Shamash, y, levantando los brazos ante el dios, dijo: Por qu has dado a mi hijo Gilgamesh un corazn sin reposo? Has extendido tu mano sobre l, y ahora desea emprender un gran viaje hacia el lugar donde vive Humbaba, para librar una batalla incierta, para andar por caminos que no conoce. Hasta el da que, habiendo triunfado, regrese, hasta su llegada al Bosque de los Cedros, hasta que haya vencido al fiero Humbaba

  • 72

    y extirpado del pas el mal que t aborreces, hasta el da que t has fijado ruego que tu esposa, la divina Aya, avive en tu memoria el recuerdo de mi hijo.

  • Tablilla IV

  • Tablilla IV. Texto muy incompleto. Gilgamesh y Enkidu llegan al bosque de cedros. Los dos amigos hablan de las dificultades de la lucha. Gilga-mesh reconforta a Enkidu, en quien ha hecho presa el miedo.

    La pseudo escena de la tentacin. Sello cilndrico. Museo britnico.

  • 75

    (Texto muy destruido. Fragmentos reunidos de versiones asirias,

    hititas y acadias.)

    Columna V

    (Todo el principio se ha perdido. Los dos amigos han llegado a la

    entrada del bosque, donde hay un guardin de Humbaba. Enki-

    du alienta a Gilgamesh.)

    Recuerdo lo que dijiste en Uruk! Vamos! Levntate, que podrs matarlo! Gilgamesh, la flor de Uruk.

    Cuando Gilgamesh oy estas palabras, su corazn se llen de confianza. Pronto, levntate! Mira que puede escapar, meterse en los bosques y desaparecer. Suele cubrir su cuerpo con siete capas;

  • 76

    se ha puesto ya una; le quedan seis Como un furioso toro se ha marchado. El guardin del bosque llama a Humbaba, como

    Columna VI

    (El principio se ha perdido)

    (Enkidu ha cado enfermo, seguramente como castigo por su es-

    caso entusiasmo en acompaar a Gilgamesh en su expedicin.)

    Un da, dos das permanece acostado Enkidu en su lecho; y luego tres das, cuatro das sigue Enkidu acostado, y cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez das la enfermedad no lo suelta,

  • 77

    y tampoco se levanta al onceavo ni al doceavo da, en que habla a Gilgamesh: Un dios me ha cobrado ojeriza porque en Uruk me asust la idea de luchar

    (Laguna)

    Enkidu toma de nuevo la palabra y habla as a Gilgamesh: Amigo mo, no podremos llegar hasta el corazn del bosque. Mis manos estn sin fuerza y mis brazos cuelgan inertes. Gilgamesh contesta as a Enkidu: Amigo mo, seremos cobardes, cuando t aventajas en la lucha a todo el mundo?

    (Laguna)

  • 78

    (Enkidu, restablecido, y Gilgamesh siguen caminando hacia el

    bosque.)

    Gilgamcsh dice: Amigo mo, iremos juntos; no pienses en la muerte. El hombre valiente en quien se confa, y que va adelante y proteger su cuerpo y salvar a su amigo, por sus hazaas ganar un nombre inmortal.

    Al llegar a la entrada del bosque, los dos amigos dejaron de hablar.

  • Tablilla V

  • Tablilla V. Descripcin de las maravillas del hombre. Sueos de Gilga-mesh antes del combate. Los vientos, que han acudido en ayuda de los hroes, deciden la lucha, y los dos amigos logran cortar la cabeza de Humbaba.

    El belem sumerio. Sello cilndrico. Louvre.

  • 81

    Columna I

    (Texto asirio)

    Estn all, admirando el bosque, contemplando la altura de los cedros, contemplando la entrada del bosque. En el lugar donde Humbaba pasea hay un sendero de recto trazado y buen andar. Contemplan la montaa de los cedros, la morada de los dioses. el santuario de la diosa Irnini. En la ladera, el cedro levanta su ramaje, su sombra es benfica, llena de delicias; las breas son achaparradas, desmedrados los espmos

    (Laguna)

  • 82

    Columna II

    (La vspera del combate, por la noche, Gilgamesh tiene un sueo,

    que cuenta a Enkidu.)

    He tenido otro sueo. Habamos subido a la cumbre de una montaa, y la montaa se derrumb, y nosotros ramos como moscas de caaveral, nosotros que hemos nacido en la llanura! Enkidu interpret as el sueo a su compaero: Amigo, el sueo es favorable, es un magnfico sueo; amigo mo, la montaa que has visto es Humbaba; venceremos a Humbaba y daremos al viento su cadver, pisaremos sus despojos.

  • 83

    Al cabo de cuarenta horas tomaron algn alimento, al cabo de sesenta horas descansaron, y luego cavaron un foso frente al dios sol. Gilgamesh, desde el talud, esparci harina dentro del foso, diciendo: Oh montaa, trenos sueos! y la montaa les trajo sueos.

    (Laguna)

    Columna III

    Gilgamesh permaneca sentado con la cabeza entre las rodillas, pero el sueo, destino de la humanidad, lo venci. Despertse, al filo de la medianoche, se levant y dijo a su amigo: Me has llamado, amigo mo? Qu me ha despertado? No me has tocado? A qu se debe mi angustia?

  • 84

    No ha pasado un dios? Por qu me siento tan dbil? Amigo mo, he tenido otro sueo, un sueo en verdad extraordinario. Dirase que un gran grito llenaba los cielos, la tierra resonaba, se oscureci el mundo, las tinieblas se extendieron, brill un relmpago, corri el fuego, las nubes se hincharon y llovi muerte. Luego se extinguieron la claridad y el fuego, y todo lo que haba cado se convirti en cenizas. Ea! Bajemos a la llanura, donde tomaremos una decisin.

    (Las columnas V y VI son inutilizables. Se intercalaba aqu otro

    sueo y luego vena la descripcin del combate contra Humbaba.

    Sigue un fragmento hitita.)

    Emprendieron el camino, luego hicieron alto, y el sueo que vierte la noche se esparci sobre Gilgamesh,

  • 85

    el cual despert a medianoche y cont su sueo a Enkidu, su amigo: No me has despertado? Por qu me he despertado? Oh Enkidu, amigo mo, he tenido un sueo, y en mi sueo he visto una montaa, que cay sobre m, y no pude huir! Un hombre de gran belleza me sac de debajo de la montaa, me dio a beber agua y mi corazn se sinti mejor, y me ayud a levantarme

    (Los acontecimientos siguientes se refieren a la invocacin de

    Gilgamesh al dios Shamash y al combate de los dos amigos con-

    tra Humbaba.)

  • 86

    Columna VI

    (Fragmento hitita)

    As habl Gilgamesh al dios-sol, al dios del cielo: A ti acudo en splica, dios-sol, dios del cielo, porque voy a ponerme en camino para el combate. El dios-sol, el dios del cielo, escuch el ruego de Gilgamesh, y he aqu que formidables huracanes se levantaron contra Humbaba: el cicln, el viento del norte, el viento del sur, el viento de la tempestad, el viento que hiela, el torbellino, el viento de todo mal, ocho vientos se levantaron contra Humbaba, lo golpearn en el rostro y en la espalda, impidindole avanzar y retroceder. Entonces Humbaba se rinde y dice a Gilgamesh:

  • 87

    No me aniquiles, oh Gilgamesh! T eres mi amo; yo ser tu esclavo. [Olvdate de todas mis amenazas!

    (Laguna)

    Entonces Enkidu pregunt a Gilgamesh: Qu dice, pues, Humbaba? No lo escuches.

    (Laguna)

    Columna VI

    (Laguna. Texto asirio)

    Y cortaron la cabeza de Humbaba.

  • Tablilla VI

  • Tablilla VI. Terminado el combate, Gilgamesh procede a ataviarse. La diosa Ishtar, admirada de la belleza del hroe, se ofrece a l. Gilgamesh la rechaza, reprochndole lo que ha hecho a los numerosos amantes que ha tenido. La diosa, enfurecida, sube al cielo, se queja a su padre Anu y le pide la creacin de un toro celeste para aniquilar a Gilga-mesh. Anu accede a ello, pero a condicin de que su hija, diosa de la fertilidad, haga prosperar, durante siete aos, las cosechas y los reba-os. Centenares de hombres valerosos tratan de resistir al monstruo, el cual los dispersa slo con su aliento. Finalmente, el toro es abatido por Enkidu. Ishtar se lamenta en la muralla de Uruk. Enkidu arranca las partes del toro y las lanza contra la cabeza de Ishtar.

    El arca de No en una moneda de la ciudad de Apame, de la poca de Spti-mo Severo.

  • 91

    (Texto asirio)

    (Despus del combate)

    Gilgamesh limpi sus armas, las hizo brillar, se solt la cabellera sobre los hombros, quitose sus vestidos manchados en la lucha, se puso otros limpios y se ajust la tnica. Luego se cubri la cabeza con la tiara. La gran diosa Ishtar puso sus ojos en la gran belleza de Gilgamesh: Eh, Gilgamesh, s mi amante, hazme el don de tu amor! Sers mi esposo y yo ser tu esposa; har atalajar para ti un carro adornado de lapislzuli y de oro: sus ruedas son de oro y los cuernos de electro; cada da uncirs a l grandes caballos. Entrars en nuestra casa bajo la fragancia de los cedros.

  • 92

    Cuando entres en nuestra casa, los que estn sentados en los tronos besarn tus pies, se inclinarn ante ti los reyes, los prncipes y los seores; los montaeses y la gente del llano te ofrecern sus tributos; tus cabras sern frtiles y tus ovejas parirn mellizos; tu asno ir ms cargado que tu mula; tus caballos de .carrera sern famosos y tus bueyes, bajo el yugo, no tendrn rival.

    Gilgamesh abri la boca y dijo estas palabras a la divina Ishtar: Y qu tendr que darte si me caso contigo? He de darte aceite para ungir tu cuerpo y vestidos, pan y vituallas? alimento para tu divinidad, bebida que convenga a tu realeza? Qu ganara yo casndome contigo? No eres ms que una ruina que no da abrigo,

  • 93

    una puerta que no resiste a la tormenta, un palacio que los hroes han saqueado, una trampa mal disimulada, pringue que ensucia a quien la toca, un odre lleno de agua que moja a su acarreador, un trozo de cal que se desprende de la muralla, un amuleto incapaz de proteger en pas enemigo, una sandalia que hace tropezar a quien la calza. A qu amante has sido fiel? Cul de tus pastores te ha gustado siempre? Acrcate! Te leer la interminable lista de tus amantes. Damuzi, el amante de tu mocedad, fue, ao tras ao, objeto de tus torturas. Has amado al Pjaro-pastor de abigarrado plumaje y le has roto un ala, y ahora grita: Mi ala!, en el bosque. Amaste al Len admirable y fuerte, pero hiciste cavar para l siete veces siete trampas.

  • 94

    Amaste al Semental que se enardece en la batalla, pero lo sometiste a brida, espuela y ltigo, lo destinaste a galopar catorce horas diarias y le diste a beber agua lodosa. Y para su madre, la divina Silili, fuiste motivo de llanto. Amaste al pastor que sin cesar quemaba incienso para ti y cada da te sacrificaba cabritos, pero lo golpeaste y lo convertiste en chacal, y ahora sus propios zagales lo persiguen y sus perros desgarran su piel. Has amado a Ishullanu, el jardinero de tu padre, quien te llevaba cestos de dtiles y cada da adornaba tu mesa. Lo has mirado y, acercndotele, le has dicho: Oh mi Ishullanu, deja que palpe tu vigor, extiende tu mano y acarciame! Ishullanu te contest:

  • 95

    Qu deseas de m? Acaso mi madre no ha cocinado, no he comido yo, para que tenga que recurrir a los alimentos de oprobio y maldicin que me ofreces? Y, contra el fro, acaso no me abrigan bastante las caas? Al or estas palabras, Ishtar, golpeaste a Ishullanu, lo convertiste en una araa y lo pusiste en medio de las ruinas, donde no puede ni subir ni bajar. Tu amor hara conmigo lo que has hecho con ellos!

    Al or Ishtar estas palabras enfureciose y subi al cielo. La diosa Ishtar fue a ver al dios Anu, su padre, y a la diosa Antu, su madre, y dijo: Padre mo, Gilgamesh me ha llenado de insultos. Gilgamesh me ha echado en cara mis turpitudes, mis turpitudes y mis hechizos.

  • 96

    El dios Anu tom la palabra y dijo a la divina princesa Ishtar: Seguramente le has pedido su amor, y l ha enumerado tus turpitudes, tus turpitudes y tus hechizos. La diosa Ishtar tom la palabra y habl de esta manera al dios Anu, su padre: Oh, padre mo, crea un Toro Celeste para que Gilgamesh sepa lo que es el miedo! Si no creas para m el Toro Celeste, har pedazos las puertas del mundo subterrneo y el nmero de los muertos sobrepasar al de los vivos. El dios Anu tom la palabra y dijo as a la divina princesa Ishtar: Si accedo a lo que me pides, habr siete aos de vainas vacas Has apilado grano para el pueblo, has amontonado forraje para las bestias?

  • 97

    La diosa Ishtar tom la palabra y contest as al dios Anu, su padre: He almacenado grano para el pueblo y habr provisin de forraje para las bestias, en el caso de que la tierra sea estril durante siete aos.

    (Algunos versos truncos. De ellos se colige, sin embargo, que Anu

    accede a crear el Toro Celeste, el cual mata a centenares de hom-

    bres con dos o tres resoplidos.)

    Enkidu agarr al Toro Celeste por los cuernos. El Toro Celeste ech espuma sobre el rostro del hroe, lo azot con su gran cola. Entonces Enkidu abri la boca y dijo a Gilgamesh: Amigo mo, hemos triunfado

  • 98

    (Faltan unos 15 versos)

    Entre la cerviz y los cuernos hinc su espada. Muerto el Toro Celeste, le arrancaron el corazn y lo ofrendaron al dios Shamash. Luego se sentaron, como dos hermanos.

    Entonces la diosa Ishtar subi a la muralla de Uruk, subi hasta las almenas y lanz su maldicin: Malhaya Gilgamesh, porque me ha insultado dando muerte al Toro Celeste! Cuando Enkidu oy estas palabras de Ishtar, arranc las partes del Toro Celeste y se las arroj a la cara, diciendo: Si te agarro, har contigo lo que he hecho con el toro. Y colgar sus entraas a tu cuello, como una guirnalda.

  • 99

    La diosa Ishtar llam a las hierdulas del templo, y sobre las partes del toro todas gimieron. Pero Gilgamesh convoc a todos los artesanos para que admirasen el tamao de los dos cuernos, que formaban una masa de treinta minas de lapislzuli y cuya cavidad tena una anchura de dos dedos. Seis medidas de aceite, lo que caba en cada uno de ellos, ofreci Gilgamesh a su dios, Lugalbanda; le ofreci los dos cuernos, como vasos de ungentos que colg en el templo de la divinidad. Luego los dos amigos purificaron sus manos en el ufrates y se pusieron otra vez en camino, atravesando la gran calle de Uruk. A su paso todo el mundo los miraba. Gilgamesh dijo entonces a los servidores de su palacio: Quin seorea entre los hroes? Quin es el ms glorioso entre los hombres?

  • 100

    Gilgamesh seorea entre los hroes! Gilgamesh es el ms glorioso de los hombres!

    (Laguna)

    Gilgamesh dio una fiesta en su palacio. Cuando los hroes dorman en sus lechos, de noche, Enkidu tuvo un sueo. Al levantarse, cont a su amigo lo que haba soado: Por qu celebran consejo los grandes dioses del cielo?

  • Tablilla VII

  • Tablilla VII. Sueo de Enkidu, que la tablilla, mutilada, no ha conserva-do. Sin duda, como castigo por haber ofendido a Ishtar, Enkidu debe morir. Muy enfermo, maldice a la hierdula, origen de su enfermedad. Samash se lo reprocha y le hace ver que slo beneficios ha recibido de la mujer. Enkidu, antes de morir, tiene la premonicin de lo que es el pas de donde no se regresa.

    La unin de las divinidades. Sello cilndrico de Tell-Asmar.

  • 103

    (Las dos primeras columnas de esta tablilla estn perdidas en la

    versin asiria. Texto hitita.)

    y luego vino el da.

    Enkidu contest a Gilgamesh: Escucha el sueo que he tenido esta noche. Anu, Enlil, Ea y Shamash, dios del cielo, estaban reunidos en consejo. y Anu dijo a Ea: Por cuanto han dado muerte al Toro Celeste y a Humbaba que viva en el Monte de los Cedros, deben ser condenados a morir. Enlil contest: Enkidu debe morir, pero Gilgamesh no debe morir.

  • 104

    Entonces el dios del sol, el dios del cielo, se dirigi a Enlil, el valiente hroe: No les ordenaste t que dieran muerte al Toro Celeste y a Humbaba? Pero Enlil, colrico, grit al dios del cielo: Enkidu debe morir

    Columna III

    (Texto asirio)

    (Enkidu maldice a la prostituta)

    Tu destino, oh ramera!, voy a decretar, y nunca escapars a l en este pas. Que la maldicin caiga sobre ti! La tierra donde descansan los rebaos ser la casa de tus

  • 105

    delicias, el camino ser tu albergue, a la sombra de los muros esperars, el acosado y el borracho te golpearn.

    Cuando Shamash oy estas palabras, grit a Enkidu desde lo alto de los cielos: Por qu, Enkidu, has maldecido a la ramera, a la hierdula? Ella te dio a comer alimentos dignos de los dioses, y te dio a beber vino digno de los reyes, y te cubri con una rica vestidura, y te dio por compaero al gallardo Gilgamesh. y ahora Gilgamesh, tu amigo, tu hermano, te hace descansar en un vasto lecho, un lecho de honor y de reposo, a su izquierda, donde los prncipes de la tierra besan tus pies. Te ha dado magnficas armas y por l has sido aclamado por el pueblo de Uruk!

  • 106

    La hierdula ha hecho de su gente servidores tuyos. y yo, a causa de ti, he tenido que consumar tu maldicin: convertirla en perra que huye a travs de los campos.

    (Laguna)

    Al alba, las palabras del dios Shamash libraron del hechizo a Enkidu, cuyo corazn se calm.

    (Laguna. Al final, Enkidu, arrepentido, bendice a la hierdula.)

    Columna IV

    Enkidu, lleno de amargura, se acuesta. Por la noche, confa sus cuidados a su amigo: Esta noche he soado

  • 107

    (Describe a un personaje cuyas uas son garras de guila, el cual

    le dice:.)

    Mira, mis brazos estn cubiertos de plumas, como las alas de un ave. Sgueme a la morada de las tinieblas donde vive el dios Nergal!9 Sgueme a la casa donde se entra sin esperanza de salir, por los caminos que slo son de ida, y nunca de vuelta! Sgueme hasta la morada cuyos habitantes no tienen luz! All el polvo es su alimento, su alimento es el lodo. Las gentes de all estn revestidas de plumas, como los pjaros. No ven la luz, en tinieblas permanecen. En ese reino del polvo, adonde yo he penetrado, he visto a los que llevan corona, a los que gobiernan el pas desde siempre,

    9 Dios de la peste y de los infiernos, donde reina con su esposa Ereshkigal.

  • 108

    mientras los servidores de los dioses Anu y Enlil les preparan y les sirven carne asada, les escancian bebidas fras, sacadas de odres. En el reino del polvo, adonde yo he estado, se encuentran el Gran Sacerdote y su aclito, el hechicero y el vidente, los consagrados al apsu de los grandes dioses, el divino Etana, el dios Sumuqan y, finalmente, la reina de los Infiernos, la diosa Ereshkigal. Belit-Tseri, la escriba de los Infiernos, se prostern ante ella, luego levant la cabeza y me vio

    (Laguna. Faltan las columnas V y VI)

  • Tablilla VIII

  • Tablilla VIII. Muy mutilada. Al quiebro del alba, Gilgamesh canta las hazaas que l y su amigo muerto han realizado, y promete glorificar a su camarada.

    dolo del templo de Istar en Assur. Museo de Berln.

  • 111

    (Texto asirio. La columna I es casi inutilizable. Al salir el sol, Gil-

    gamesh se lamenta por su amigo ante los ancianos de Uruk.)

    Columna II

    Escuchadme, oh ancianos, escuchadme! Lloro a mi amigo Enkidu como una plaidera en el entierro; jams volver a empuar el hacha que llevo a mi costado; ha desaparecido el pual de mi cintura; mis lujosos vestidos no me causan ningn placer, el dolor me abruma, estoy sumido en la afliccin. i Oh Enkidu, mi amigo, mi querido amigo, hemos andado juntos por montes y por valles, hemos vencido y dado muerte al Toro Celeste, hemos matado a Humbaba, que viva en el bosque de los cedros. y ahora, qu sueo te ha invadido? Tienes el rostro inmvil y no me oyes

  • 112

    Pero Enkidu no abre los ojos, Gilgamesh le pone la mano sobre el pecho: el corazn ya no late; abraza a su amigo como a una novia, ruge de dolor como un len, como una leona a quien se ha quitado su cachorro; vierte lgrimas, rasga sus vestidos y se despoja de sus adornos.

    (Columnas III, IV, V y VI, inutilizables.)

  • Tablilla IX

  • Tablilla IX. Presa de pnico ante el cadver de Enkidu, Gilgamesh toma la resolucin de partir en busca de la vida eterna. Llega a las montaas de Mashu, donde encuentra a los hombres escorpiones que guardan el camino del sol. Tras una penosa marcha, se topa con un rbol maravi-lloso.

    La diosa desnuda, el gnin dios y su toro. Sello cilndrico sirio.

  • 115

    (Texto asirio.)

    Columna I

    (Gilgamesh llora a su amigo, vagando por la llanura.)

    No morir yo tambin, como Enkidu? El miedo se ha metido en mis entraas, la muerte me atemoriza y vago por la llanura; me pondr en camino en seguida, en busca del consuelo que me dar Ut-Napishtim, hijo de Ubartutu. Llegar al desfiladero por la noche, y si me topo con leones y tengo miedo, levantando la cabeza hacia el dios-luna, elevar mi ruego; a la diosa Ishtar, hierdula de los dioses, dirigir mis splicas

    (Laguna)

  • 116

    Columna II

    El nombre de la montaa es Mashu. Cuando Gilgamesh lleg a las laderas de Mashu, encontr a los guardianes del sol naciente y del sol poniente. Sus cabezas rozan la base de los cielos, sus pechos tocan los Infiernos: son los hombres escorpiones, guardianes de las puertas del Sol; suscitan gran terror y quien los contempla muere. Su imponente majestad siembra el espanto en las montaas. Cuando el sol se alza, cuando el sol se pone, velan por l. Gilgamesh los vio; el miedo ensombreci su rostro, pero se rehizo y les rindi homenaje. El hombre-escorpin dijo a su mujer: Ese que se acerca tiene un cuerpo divino! La mujer del hombre-escorpin contest: Dos de sus terceras partes son de Dios, la otra, de hombre. El hombre-escorpin se dirigi

  • 117

    a Gilgamesh en estos trminos: De muy lejos has venido hasta m. Por qu has cruzado mares tormentosos en tu viaje hacia m? Qu propsito te ha llevado hasta aqu?

    (Laguna)

    Columna III

    Gilgamesh contest: He venido a causa de Ut-Napishtim, mi antepasado, que supo llegar hasta el consejo de los dioses y obtener la Vida. Sobre la muerte y sobre la vida quiero interrogarlo. El hombre-escorpin tom la palabra y dijo a Gilgamesh: Jams ningn mortal, oh Gilgamesh!, lo ha logrado. Nadie ha viajado nunca por el sendero

  • 118

    que se adentra doce leguas en la montaa. La oscuridad reina all, no brilla ninguna luz, ni al salir el sol ni al ocultarse.

    (Texto mutilado)

    Columna IV

    Presa de dolor o de tristeza, sufriendo calor o fro, suspirando o gimiendo, seguir adelante. Ahora, abre la puerta de la montaa.

    El hombre-escorpin contest a Gilgamesh: Ve, Gilgamesh, t que has podido llegar hasta los montes Mashu sano y salvo. La puerta de la montaa est abierta para ti.

  • 119

    Gilgamesh, siguiendo el consejo del hombre-escorpin, tom al camino que sigue el sol. Tras haber andado una legua, la oscuridad lo envuelve, deja de ver la luz; nada ve delante, nada atrs, despus de haber andado dos leguas.

    Columna V

    (Faltan 22 versos)

    Cuando hubo recorrido cuatro leguas, la oscuridad era completa, no vea la luz, nada poda ver delante ni atrs. Cuando hubo recorrido cinco leguas, la oscuridad era completa, no vea la luz, nada poda ver delante ni atrs.

  • 120

    Cuando hubo recorrido seis leguas, la oscuridad era completa, no vea la luz, nada poda ver delante ni atrs. Cuando hubo recorrido siete leguas, la oscuridad era completa, no vea la luz, nada poda ver delante ni atrs. Cuando hubo recorrido ocho leguas, la oscuridad era completa, no vea la luz, nada poda ver delante ni atrs. Cuando hubo recorrido nueve leguas, el viento del norte sopl sobre su rostro, pero la oscuridad era completa, no vea la luz, nada poda ver delante ni atrs. Cuando hubo recorrido diez leguas, llegaba al final de su viaje. Cuando hubo recorrido once leguas, apuntaba el alba. Cuando hubo recorrido doce leguas,

  • 121

    el sol brillaba. Entonces vio un rbol y hacia l dirigi sus pasos. Los frutos son de rubes, bellas son las colgantes ramas, su follaje es de lapislzuli

  • Tablilla X

  • Tablilla X. Gilgamesh llega a la morada de la tabernera Siduri, cerca del mar. Siduri aconseja a Gilgamesh que, en vez de lamentarse, se entre-gue a los goces de la vida. Gilgamesh pregunta a Siduri cmo podr llegar a la casa de Umnapishti, su ancestro, el nico hombre que ha logrado alcanzar la inmortalidad. Viaje de Gilgamesh en la embarca-cin de Ursanabi, batelero de Ut-Napishtim. Atraviesan las aguas de la muerte. Encuentro con Ut-Napishtim, quien manifiesta a Gilgamesh que la inmortalidad no es patrimonio de los humanos.

    El combate de Marduk contra un monstruo. Sello cilndrico.

  • 125

    Columna I

    (Texto babilnico)

    Shamash, apiadado, dice a Gilgamesh: Oh Gilgamesh! Por qu vagas de un lugar a otro? La vida que persigues no alcanzars. Gilgamesh contesta as al valiente dios Shamash: Tras haber buscado mi camino en la llanura, en el corazn de la tierra sin luz de astros, donde pareciome que mi marcha duraba aos, quiero que mis ojos contemplen el sol y que me inunden raudales luminosos. La oscuridad retrocede cuando tu luz brilla. Que los muertos vean los rayos del sol!

    (Laguna)

  • 126

    Columna I

    (Texto asirio)

    Siduri, la tabernera, vive cerca del mar profundo. Le han hecho una vasija, un lagar de oro. La protege u techo. Gilgamesh corre hacia Siduri; va cubierto con una piel de fiera; a pesar de que su cuerpo es en parte divino, el dolor atenaza sus entraas y su rostro es como el de alguien que llega de muy lejos. La tabernera, que lo ve acercarse, se pregunta: Ese que se aproxima, no ser un asesino? A dnde se dirige? Y Siduri atranca la puerta; s, atranca la puerta. y l, Gilgamesh, comprende su intencin,

  • 127

    levanta la cabeza y, dirigindose a la mujer, le dice estas palabras: Tabernera, qu has visto que te ha hecho atrancar la puerta? Har pedazos el batiente

    (Laguna)

    La tabernera dice a Gilgamesh: Por qu est agotada tu fuerza e inclinas la cabeza? Por qu est enfermo tu corazn y demudado tu rostro? Por qu el dolor roe tus entraas? Tu rostro semeja el de un hombre que regresa de un largo viaje; la desolacin se lee en tu figura y vagas por el llano. Gilgamesh contesta: Cmo no ha de estar agotada mi fuerza e inclinada mi cabeza, enfermo mi corazn y demudado mi rostro,

  • 128

    rodas por el dolor mis entraas y mi rostro semejante al de un hombre que regresa de un largo viaje; cmo no se ha de leer la desolacin en mi figura y cmo no vagar por el llano, si mi amigo, mi querido amigo, con quien he andado por montes y valles, Enkidu, mi joven amigo, con quien captur el Toro Celeste y di muerte a Humbaba, que viva en el Bosque de los Cedros, y extermin a los leones;

  • 129

    Columna II

    (Texto babilnico)

    Enkidu, que me acompaaba en todos los peligros, mi ms amado amigo, se ha marchado hacia lo que es el destino de los humanos? Da y noche sobre l he llorado, antes de acostarlo en su tumba. Siete das y siete noches, como un gusano yaci cara al suelo, y no recobr la salud. Entonces corr por la llanura como un cazador. y ahora, tabernera, que estoy ante ti ya no ver a la muerte que temo. Siduri contest a Gilgamesh con estas palabras:

  • 130

    Columna III

    Oh Gilgamesh! Por qu vagas de un lado a otro? No alcanzars la vida que persigues. Cuando los dioses crearon a los hombres decretaron que estaban destinados a morir, y han conservado la inmortalidad en sus manos. En cuanto a ti, oh Gilgamesh!, llnate la panza; parrandea da y noche; que cada noche sea una fiesta para ti; entrgate al placer da y noche; ponte vestiduras bordadas, lvate la cabeza y bate, regocjate contemplando a tu hijito que se agarra a ti, algrate cuando tu esposa te abrace

  • 131

    Columna II

    (Texto asirio)

    Gilgamesh dijo, adems, a Siduri: Y ahora, tabernera, dime cul es el camino que conduce a Ut-Napishtim. Qu seal me lo har reconocer? Dime la seal. Si la cosa es hacedera, atravesar el mar; si esto es imposible, ir por tierra. La tabernera contest a Gilgamesh: Nunca ha existido tal senda, oh Gilgamesh! y a nadie ha sido dado, desde los antiguos tiempos, cruzar las aguas del mar. El gran Shamash lo cruz. Pero, excepto Shamash,

  • 132

    quin podra atravesar las aguas salobres? La travesa es difcil y el camino penoso, y las aguas de la muerte son profundas. Qu ruta seguiras para franquear las olas? Una vez llegado a las aguas de la muerte, qu haras? Escucha, Gilgamesh: Urshanabi es el batelero de Ut-Napishtim y lo acompaan los de piedra.10 Ahora l se encuentra en el bosque recogiendo urnu; ojal halles gracia a sus ojos; si la cosa es hacedera, efecta la travesa con l; si no lo es, emprende el regreso.

    Cuando Gilgamesh hubo odo esto, blandi el hacha, sac el pual y, como una flecha, cay sobre los de piedra

    10 Estatuas mgicas de piedra que servan para propiciar el viaje a travs de las aguas de la muerte.

  • 133

    (Laguna de 15 versos)

    Columna IV

    (Texto babilnico)

    Entonces, en su furor, Gilgamesh quebr a los de piedra y luego volvi el rostro hacia Urshanabi. Urshanabi lo mir a los ojos, Urshanabi habl a Gilgamesh, le habl de esta manera: Dime cul es tu nombre. Yo soy Urshanabi, el hombre del lejano Ut-Napishtim. Gilgamesh contest a Urshanabi en estos trminos: Me llamo Gilgamesh, y he llegado de Uruk, morada de los dioses, h atravesado las montaas he recorrido el largo camino del sol.

  • 134

    Ahora, Urshanabi, que estoy ante tu presencia, revlame la morada del lejano Ut-Napishtim. Urshanabi respondi a Gilgamesh as:

    (Laguna)

    Columna III

    (Texto asirio)

    Por qu est agotada tu fuerza e inclinas la cabeza? Por qu est enfermo tu corazn y demudado tu rostro? Por qu el dolor roe tus entraas? Tu rostro semeja el de un hombre que regresa de un largo viaje; la desolacin se lee en tu figura y vagas por el llano.

  • 135

    El divino Gilgamesh contest: Cmo no ha de estar agotada mi fuerza e inclinada mi cabeza, enfermo mi corazn y demudado mi rostro, rodas por el dolor mis entraas y mi rostro semejante al de un hombre que regresa de un largo viaje; cmo no se ha de leer la desolacin en mi figura y cmo no vagar por el llano, si mi amigo, mi querido amigo, con quien he andado por montes y valles, con quien captur el Toro Celeste y di muerte a Humbaba, que viva en el Bosque de Cedros, y extermin a los leones, y me acompaaba en todos los peligros, ha llegado al trmino de su destino? Seis das y seis noches lo he llorado, y luego lo he llevado a su tumba. y he tenido miedo; he temido a la muerte

  • 136

    y he huido a travs de los campos. Las ltimas palabras de mi amigo son un fardo que me abruma. Quiero ir lejos, por la llanura, muy lejos. No s cmo callar, no s cmo gritar! Mi dilecto amigo no es ms que fango. No me acostar, como l, para no volver a levantarme jams? y ahora, Urshanabi, dime cul es el camino que conduce a Ut-Napishtim. Qu seal me lo har conocer? Dime la seal. Si la cosa es hacedera, atravesar el mar; si esto es imposible, ir por tierra. Urshanabi contest as a Gilgamesh: Con tus manos, oh Gilgamesh!, has hecho pedazos a los de piedra. Blande, oh Gilgamesh!, el hacha que cuelga de tu costado, ve al bosque y corta prtigas de sesenta codos cada una, alquitrnalas y agzalas, y luego me las traes. Tras haber Gilgamesh odo estas palabras,

  • 137

    blandi el hacha, sac el pual y se dirigi al bosque, donde cort las prtigas, las alquitran y aguz, y luego las trajo a Urshanabi.

    Gilgamesh y Urshanabi se embarcaron, durante un mes y quince das navegaron, y al cabo de tres das ms, Urshanabi mir y advirti que haban llegado a las aguas de la muerte.

    Columna IV

    Urshanabi habl en estos trminos a Gilgamesh: Acrcate, Gilgamesh; toma una prtiga, y quee las aguas de la muerte no mojen tus manos. Toma una segunda, una tercera y una cuarta prtiga, oh Gilgamesh! Toma una quinta, una sexta y una sptima prtiga,

  • 138

    oh Gilgamesh! Toma una octava, una novena y una dcima prtiga, oh Gilgamesh! Toma una onceava, una doceava prtiga, oh Gilgamesh! Al llegar a las ciento veinte, se le acabaron las prtigas, y entonces despojse de su vestido y lo fij en el mstil, que alz con las manos. Ut-Napishtim oteaba el horizonte, y mientras hablaba consigo mismo se interrogaba de esta manera: Por qu va la nave a la deriva? Por qu alguien que no es de la nave va en ella? El que llega no es un hombre! Lo observo: no, no es un hombre! Lo observo: rno, no es un hombre!

    (Laguna de 22 versos, con los que se deba narrar el desembarco

    de Gilgamesh.)

  • 139

    Columna V

    Gilgamesh habl as a Ut-Napishtim: Dije: quiero ir a ver al lejano y famoso Ut-Napishtim, He recorrido todos los pases, he atravesado escarpados montes, he cruzado todos los mares y no he encontrado nada que fuese feliz. Me he condenado a la miseria y mi cuerpo ha sido un saco de dolores. Antes de llegar a la morada de la tabernera, mi vestido estaba andrajoso, he vivido con el pjaro kasu, el len, la pantera, e chacal, el ciervo, las bestias de la llanura, y me he alimentado con su carne y vestido con sus pieles. Ut-Napishtim, contest as a Gilgamesh:

    (Laguna)

  • 140

    Columna VI

    Acaso construimos casas para siempre y para siempre sellamos lo que nos pertenece? Acaso los hermanos comparten para siempre? Acaso para siempre divide el odio? Acaso la crecida del ro es para siempre? Acaso el pjaro kulilu y el pjaro kirippu suben para siempre al cielo mirando al sol? Los que duermen y los que estn muertos se asemejan. El noble y el vasallo no son diferentes cuando han cumplido su destino.

    Desde siempre los anunnaki, los grandes dioses, se han reunido, y la diosa Mammitu, creadora del destino, con ellos fija los destinos. Los dioses deciden sobre nuestra muerte y nuestra vida, pero no revelan el da de nuestra muerte.

  • Tablilla XI

  • Tablilla XI. Sin embargo, l, Ut-Napishtim, la obtuvo: es el nico hom-bre que escap del Diluvio, cuya narracin hace. Deseoso, sin duda, de demostrar a Gilgamesh la fragilidad humana, Ut-Napishtim recomien-da al hroe que trate de mantenerse despierto durante seis das y siete noches. Pero Gilgamesh se queda dormido en cuanto se tiende a des-cansar. Ut-Napishtim despierta a Gilgamesh y lo despide, pero, a rue-gos de su mujer, que se ha apiadado del hombre, vuelve a llamar a Gil-gamesh para decirle que en el fondo del agua encontrar la planta de la eterna juventud. Gilgamesh se sumerge en la corriente y se apodera de la planta, que le es arrebatada ms tarde por una serpiente, mientras se baa en una fuente. Gilgamesh regresa a Uruk, terminado su intil via-je, y muestra a Ursanabi la muralla de su ciudad.

    Dios de la fertilidad. Sello cilndrico del periodo de Jerndet-Nasr.

  • 143

    (Texto asirio)

    Gilgamesh se dirigi al lejano Ut-Napishtim en estos trminos: Te admiro, Ut-Napishtim. y en nada te veo diferente de m; verdaderamente, en nada te veo distinto de m: tienes un corazn valiente y dispuesto a la lucha y descansas acostado de espaldas. Cmo has podido presentarte ante la asamblea de los dioses para pedir la inmortalidad? Ut-Napishtim contest a Gilgamesh: Voy a revelarte, Gilgamesh, algo que se ha mantenido oculto, un secreto de los dioses voy a contarte: Shuruppak, una ciudad que t conoces y que se extiende a orillas del ufrates, era una ciudad antigua, como sus dioses, cuando stos decidieron desatar el diluvio. Estaba all Anu, el padre de los dioses,

  • 144

    el valiente Enlil, su consejero, Ninurta, su heraldo, Ennuge, cuidador de los regados. y tambin estaba presente Ninigiku-Ea, que en nombre de los dioses dice a la choza de caa: Choza! Choza! Tabique! Tabique! Choza, escucha! Tabique, presta atencin! Hombre de Shuruppak, hijo de Ubartutu, derriba esta casa y construye una nave, abandona las riquezas y busca la vida, desprecia toda propiedad y mantn viva el alma! Rene en la nave la semilla de toda cosa viviente. Que las dimensiones de la nave que has de construir queden bien establecidas: su longitud ha de ser igual que su anchura; como a Apsu, dale un techo. Comprend y dije a Ea, mi seor: Ser una honra para m, oh seor!,

  • 145

    ejecutar lo que has ordenado, pero qu dir a la ciudad, al pueblo, a los ancianos? Ea abri la boca y me contest, a m, su humilde servidor: Les dirs lo siguiente: He sabido que Enlil es mi enemigo, y as no puedo vivir en nuestra ciudad ni pisar el territorio de Enlil. Por lo tanto, acudir a las aguas profundas para vivir con mi seor Ea. Pero l os dar la abundancia: los ms escogidos pjaros, los ms raros peces, la tierra con sus ricas cosechas. Quien, al crepsculo, gobierna los cereales, os mandar aludes de trigo.

    (Laguna)

  • 146

    Los pequeos se encargaron de acarrear betn, mientras los mayores trajeron todo lo que era necesario. Al quinto da, levant el armazn, cuyo fondo era de un acre. Diez docenas de codos de altura tena cada uno de sus lados, diez docenas de codos cada lado de la cuadrada cubierta. Di forma a sus dos costados y los un. De seis cubiertas dot a la nave, que qued dividida en siete partes. Divid su planta en nueve partes. Examin las prtigas y me procur abastecimientos. Seis cargas de betn vert en el horno, y vert en l tambin tres cargas de asfalto, tres cargas de aceite trajeron en cestos los acarreadores, adems de la carga que consumieron los calafateadores y de las dos que estib el batelero. Sacrifiqu bueyes para la gente y degoll corderos cada da.

  • 147

    Mosto, vino rojo, y aceite y vino blanco di a los trabajadores, as como agua del ro, para que celebraran el da del Ao Nuevo. Al sptimo qued terminada la nave. La botadura fue muy difcil, porque se tuvieron que sacar las planchas de abajo y de arriba, hasta que los dos tercios de la nave entraron en el agua.

    Todo cuanto yo tena fue subido a bordo. Todo cuanto yo tena de plata fue subido a bordo. Todo cuanto yo tena de oro fue subido a bordo. Todo cuanto yo tena de criaturas vivas fue subido a bordo. Toda mi familia y parientes fueron subidos a bordo. Los animales del campo, las bestias salvajes del campo y todos los artesanos, dispuse que subieran a bordo. Shamash haba fijado la hora para m: Cuando el que gobierna el tiempo nocturno desate un gran aguacero,

  • 148

    sube a bordo y cierra la escotilla. Observ el estado del tiempo y vi que amenazaba tormenta. Sub a la nave, y cerr la principal escotilla y Puzur-Amurri, el batelero, cerr las otras y tom el mando.

    Cuando apunt el alba, una negra nube cubra el horizonte. Dentro de ella Adad11 tronaba, mientras Shallat y Hanish12 iban delante, corriendo como heraldos por lomas y llanos. Erragal13 arrancaba las estacas de los diques y Ninurta precipitaba las aguas. Los anunnaki levantaban las antorchas

    11 Dios de la tormenta12 Dios sumerio del viento; su pareja es Hanish, aliento celeste.13 Dios smero del inframundo.

  • 149

    e incendiaban la tierra con sus llamas. A causa de Adad, la consternacin llegaba al cielo, porque todo lo que haba sido luz era negrura. La vasta tierra era sacudida como una olla. Durante un da sopl la tormenta, del sur, cada vez ms rauda, sumergiendo a las montaas, alcanzando a todos como una batalla. Nadie poda ver a su compaero, ni desde el cielo ser reconocida la gente. Los dioses estaban asustados por el diluvio y, temblando, regresaron al cielo de Anu. Los dioses, como perros acobardados, se haban agachado junto a la muralla. Ishtar gritaba como una mujer en trance de parto; la amante de los dioses, de dulce voz, ahora gritaba: Ay! Los antiguos das se han convertido en barro, porque habl malignamente en la asamblea de los dioses. Cmo pude hablar malignamente en la asamblea de los dioses,

  • 150

    aconsejando la lucha para la destruccin de mi gente, cuando yo misma par a mi pueblo, que es semejante a los pececillos del mar! Los anunnaki lloraban por ella, los dioses, llenos de humildad, sollozaban sentados, apretando los labios Durante seis das y seis noches sopl el viento del diluvio, la tormenta del sur barri la tierra. Al sptimo da, la tempestad comenz a ceder, como un ejrcito en la batalla. El mar se calm, la tormenta amain, la inundacin ces. Observ el tiempo: reinaba la calma y la humanidad se haba cambiado en barro. El paisaje apareca liso como un techo. Abr una escotilla, y la luz cay sobre mi rostro.

  • 151

    Me inclin, reverente, senteme y llor. Las lgrimas resbalaban por mis mejillas. Busqu con la mirada la lnea de la costa en la expansin de las aguas. En cada una de las catorce regiones emerga una montaa. La nave se detuvo en el monte Nisir. El monte Nisir retuvo firmemente a la nave, sin dejar que se moviera. Un da, dos das el monte Nisir retuvo firmemente a la nave, sin dejar que se moviera. Tres das, cuatro das el monte Nisir retuvo firmemente a la nave, sin dejar que se moviera. Cinco das, seis das el monte Nisir retuvo firmemente a la nave, sin dejar que se moviera. Cuando lleg el sexto da, solt una paloma. La paloma emprendi el vuelo, pero regres:

  • 152

    no haba encontrado donde posarse. Entonces solt una golondrina. La golondrina emprendi el vuelo, pero regres: no haba encontrado lugar donde posarse. Entonces solt un cuervo. El cuervo emprendi el vuelo, vio la mengua de las aguas, corri, resbal, cro y no regres. Entonces hice que todo saliera, hacia los cuatro vientos, ofrec un sacrificio, en la cumbre de la montaa, prepar siete hogueras para incienso. En su base amonton caa, cedro y mirto. Los dioses percibieron el aroma y acudieron como una nube de moscas, rodearon al sacrificador. Cuando la gran diosa Ishtar lleg, hizo tintinear sus ricas joyas, obra de Anu, y dijo: Oh dioses que estis reunidos aqu!: tan cierto como que nunca me olvido de este collar de lapislzuli,

  • 153

    jams me olvidar de estos ltimos das! Que los dioses tomen parte en el sacrificio, pero que Enlil se mantenga aparte, porque, irreflexivamente, desencaden el diluvio y lanz a mi pueblo a la destruccin.

    Cuando Enlil lleg y vio la nave enfurecise contra los dioses del cielo. Ha escapado algn alma humana? Ningn hombre ha sobrevivido a la destruccin! Ninurta abri la boca y dijo Quin, excepto Ea, puede formar planes? Slo Ea lo sabe todo. Ea abri la boca y dijo al valiente Enlil: Oh t, hroe, t, el ms sabio de los dioses! cmo pudiste, sin razn, desatar el diluvio? Al pecador castgalo por su pecado

  • 154

    y al transgresor por su transgresin! Sin embargo, s indulgente, para que l no sea aniquilado; s paciente, para que no sea desalojado. En vez de desatar el diluvio, mejor hubiera sido que un len mermara a la humanidad. En vez de desatar el diluvio, mejor hubiera sido que un lobo mermara a la humanidad. En vez de desatar el diluvio, mejor hubiera sido que el hambre mermara a la humanidad. En vez de desatar el diluvio, mejor hubiera sido que la pestilencia mermara a la humanidad. No fui yo quien descubri el secreto de los grandes dioses. Dej que el sabio Ut-Napishtim tuviera un sueo y penetrara el secreto de los dioses. Ahora reflexiona sobre lo que debes hacer con l.

  • 155

    Odo esto, Enlil subi a la nave, donde me tom de la mano; luego tom de la mano a mi esposa e hizo que se arrodillara a mi lado. Colocndose entre ambos, toc nuestras frentes y nos bendijo: Hasta ahora, Ut-Napishtim, slo has sido humano; pero desde este momento, t y tu esposa, seris como dioses. Irs a vivir lejos, en la desembocadura de los ros! Tras lo cual, me llev a vivir lejos, en la desembocadura de los ros. En cuanto a ti, quin reunir a los dioses para que obtengas la vida que buscas? Vamos! Trata de dormir durante seis das y seis noches.

    En cuanto Gilgamesh se hubo puesto en cuclillas, el sueo lo envolvi como un huracn. Ut-Napishtim dijo a su esposa:

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    Mira al hombre fuerte que desea la inmortalidad: el sueo, como un viento furioso, lo ha envuelto. La esposa del lejano Ut-Napishtim contest a su marido: Sacude a ese hombre para que despierte, y que vuelva sobre sus pasos, sano y salvo. Que trasponga, de regreso a su pas, la puerta del mundo que ha atravesado. Ut-Napishtim contest as a su mujer: El dolor de ese hombre te entristece. Bueno, preprale comida y djasela cerca de su cabeza.

    Y mientras Gilgamesh dorma en la azotea, la mujer preparaba la comida, diciendo a su marido: Primero, ah est el montn de harina, que empiezo a amasar y extender; ahora hay que rociarla; ya est blanca la torta, la pongo en el horno, ya est cocida, y por fin

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    En ese momento, Ut-Napishtim despert a Gilgamesll, quien se dirigi a su husped con estas palabras: Vaya! El sueo me invadi, y de pronto, me has sacudido, para despertarme. Ut-Napishtim contest a Gilgamesh: Mi mujer iba enumerando lo que haca mientras preparaba tu comida. En el momento en que dijo: por fin, te he despertado. Gilgamesh dijo al lejano Ut-Napishtim: Qu haces Ut-Napishtim? A dnde ir? Un demonio se ha apoderado de mi cuerpo; la muerte se hospeda en la estancia donde duermo; vaya donde vaya, all est la muerte!

    Ut-Napishtim se dirigi as a su batelero Urshanabi: Regresa por donde has venido, Urshanabi, y procura que embarque ese hombre que patalea en la orilla; ese hombre que has ido a buscar, no andar con el cuerpo sucio

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    o bien una piel de bestia no ocultar la belleza de su cuerpo? Ve con l, Urshanabi, y condcelo a la fuente, para que lave la suciedad de su vestido y lo arroje al mar y pueda ser admirado su cuerpo; que sea cambiada la cinta que rodea su cabeza y que se le den vestiduras y ceidor. Hasta que regrese a su ciudad, hasta que llegue al trmino de su viaje, que su vestidura no se desluzca, que sea siempre nueva.

    Urshanabi condujo a Gilgamesh a la fuente, para que lavara y dejase limpio su vestido, tir las pieles con que se cubra, el mar se las llev y pudo admirarse su cuerpo. La cinta de su cabeza fue cambiada y, adems del ceidor, fue cubierto con una vestidura que, hasta el da que llegase a su ciudad, hasta que hubiese llegado al trmino de su viaje,

  • 159

    no se estropeara, se mantendra nueva. Gilgamesh y Urshanabi subieron a la embarcacin, la pusieron a flote y empezaron a navegar. La esposa de Ut-Napishtim dijo a su marido: Gilgamesh ha venido de lejos, se ha afanado, qu le dars antes que regrese a su pas?

    Mientras tanto, Gilgamesh, usando su prtiga, hizo que la embarcacin se acercara a la orilla. Ut-Napishtim se dirigi a Gilgamesh y le dijo: Oh Gilgamesh, has venido de lejos, te has afanado! Qu te dar antes que regreses a tu pas? Escucha, Gilgamesh, voy a revelarte un secreto

    (Laguna)

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    En el fondo del agua hay una planta semejante al licio espinoso, y que pincha, como el rosal, y te hiere las manos; si tus dedos la cogen, poseers la inmortalidad!

    Gilgamesh, tras or estas palabras, at gruesas piedras a sus pies, se hundi hasta el fondo de las aguas y arranc la planta, aunque sta hiri su mano; luego cort los lazos que amarraban las piedras a sus pies y regres a la orilla. y Gilgamesh habl as al batelero: Urshanabi, sa es una planta famosa; gracias a ella el hombre renueva su aliento de vida. La llevar a Uruk, har que coman de ella, la compartir con los dems. Su nombre ser: el viejo se vuelve joven. Comer de la planta y volver a los tiempos de mi juventud! Al cabo de veinte leguas comieron un bocado;

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    treinta leguas ms adelante, descansaron. Entonces Gilgamesh descubri una fuente de agua fra, descendi hasta ella y se ba. Mientras tanto, una serpiente percibi el olor de la planta, sali de su agujero y se la llev. Al advertir lo ocurrido, Gilgamesh sentose y llor; las lgrimas surcaban sus mejillas. Tomando la mano del batelero, dijo: Para qu, Urshanabi, haberme herido los dedos? Para qu haber derramado la sangre de mi cuerpo? Ningn beneficio he obtenido: he trabajado para un reptil. y ahora el ladrn de la planta se encuentra a veinte leguas de aqu. Cuando vea la seal, preparar mis cosas y desembarc