la enseñanza del kin

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La Enseñanza del Kin-hin “Una cosa es haber andado más camino y otra, haber caminado más despacio” (San Agustín) A poco de nacer el bebé empieza a percibir el mundo que bulle a su alrededor como una entidad separada de sí mismo, y ya no le satisface permanecer sentado contemplándolo. Su curiosidad innata lo impulsa a moverse, primero gateando y gradualmente con esfuerzo, tenacidad y ayuda de los adultos logra el equilibrio bípedo. A pesar de las innumerables caídas nada detiene su ansia por descubrir qué hay más allá de sus fronteras. A medida que refuerza la seguridad sobre sus pies, se incrementa el placer de moverse en el espacio circundante, descubriendo una autonomía que le permite ir hacia lo que le atrae así como recular y huir ante cualquier amenaza. Esa capacidad de desplazamiento inicial -pura presencia en movimiento, plena de cualidades esenciales y todavía no contaminada por los condicionamientos- se va transformando con las vivencias que configuran la biografía de cada ser. El proceso de socialización, la educación, los traumas, las obligaciones…. nos van alejando de ese “caminar esencial” que se vuelve automático, reactivo a lo externo, desconectado de la respiración, sin raíces en el hara (punto situado bajo el ombligo según los orientales, centro vital de la persona y lugar del que deviene la energía universal). Es importante tomar conciencia de cómo es nuestro “paso” en la vida, qué fuerza nos impulsa, qué actitud corporal nos identifica. Se puede reconocer una persona a lo lejos por su forma de moverse. La estructura interior del individuo se manifiesta inevitablemente a través del cuerpo y de la actitud externa. La actividad del kin-hin -caminata meditativa cuya cadencia varía entre un paso rápido y marcha a ralentí- además de ser un efectivo ejercicio cardiovascular tras la inmovilidad del zazen, es una oportunidad para observar nuestra postura corporal y encontrar el ritmo natural, sin el impulso de una meta. Habitualmente caminamos para ir a alguna parte, con la determinación de hacer o conseguir algo. La impuesta mirada hacia fuera y la exigencia de alcanzar un fin útil, en el kin-hin se enfoca hacia el interior, lo que favorece el desarrollo personal. Es necesario un tiempo de entrenamiento para que el ego, que tiende siempre hacia delante, no nos arrastre sino que sea la conexión con el propio paso la que nos mueva. Caminar consciente es convertir lo cotidiano en oportunidades para ejercitarse: ir de compras, desplazarse al trabajo… pueden convertirse en prácticas de kin- hin en la “plaza del mercado”.

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Caminata Zen

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La Enseanza del Kin-hin

La Enseanza del Kin-hin

Una cosa es haber andado ms camino y otra, haber caminado ms despacio

(San Agustn)

A poco de nacer el beb empieza a percibir el mundo que bulle a su alrededor como una entidad separada de s mismo, y ya no le satisface permanecer sentado contemplndolo. Su curiosidad innata lo impulsa a moverse, primero gateando y gradualmente con esfuerzo, tenacidad y ayuda de los adultos logra el equilibrio bpedo. A pesar de las innumerables cadas nada detiene su ansia por descubrir qu hay ms all de sus fronteras.

A medida que refuerza la seguridad sobre sus pies, se incrementa el placer de moverse en el espacio circundante, descubriendo una autonoma que le permite ir hacia lo que le atrae as como recular y huir ante cualquier amenaza.

Esa capacidad de desplazamiento inicial -pura presencia en movimiento, plena de cualidades esenciales y todava no contaminada por los condicionamientos- se va transformando con las vivencias que configuran la biografa de cada ser.

El proceso de socializacin, la educacin, los traumas, las obligaciones. nos van alejando de ese caminar esencial que se vuelve automtico, reactivo a lo externo, desconectado de la respiracin, sin races en el hara (punto situado bajo el ombligo segn los orientales, centro vital de la persona y lugar del que deviene la energa universal).

Es importante tomar conciencia de cmo es nuestro paso en la vida, qu fuerza nos impulsa, qu actitud corporal nos identifica. Se puede reconocer una persona a lo lejos por su forma de moverse. La estructura interior del individuo se manifiesta inevitablemente a travs del cuerpo y de la actitud externa.

La actividad del kin-hin -caminata meditativa cuya cadencia vara entre un paso rpido y marcha a ralent- adems de ser un efectivo ejercicio cardiovascular tras la inmovilidad del zazen, es una oportunidad para observar nuestra postura corporal y encontrar el ritmo natural, sin el impulso de una meta. Habitualmente caminamos para ir a alguna parte, con la determinacin de hacer o conseguir algo. La impuesta mirada hacia fuera y la exigencia de alcanzar un fin til, en el kin-hin se enfoca hacia el interior, lo que favorece el desarrollo personal.

Es necesario un tiempo de entrenamiento para que el ego, que tiende siempre hacia delante, no nos arrastre sino que sea la conexin con el propio paso la que nos mueva.

Caminar consciente es convertir lo cotidiano en oportunidades para ejercitarse: ir de compras, desplazarse al trabajo pueden convertirse en prcticas de kin-hin en la plaza del mercado.

Es ir paso a paso, hilvanando la respiracin a cada movimiento, inundndonos de presencia cristalina, donde la mente acallada no empaa el presente.

En el kin-hin se da la oportunidad de reconectar con el ritmo esencial del Ser, el que permite desplazarnos con conciencia de seres individuales y a la vez enraizados a la misma tierra.

Teca Barreiro, octubre de 2010