la energía incontrolable de la naturaleza · destacados investigadores en el área de...

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fdg.lkdsufgoiuioug ¿cómoves? 18 Foto: Ernesto Navarrete Personalmente Teresa Reyna Trujillo Concepción Salcedo Meza La energía incontrolable de la naturaleza Autorretrato. Me siento contenta conmigo misma. Me gusta mucho la gente y trato de darle lo que sé y lo que soy. Soy una mujer de gran energía. Valores. Respeto a mí misma y respeto el tra- bajo y el crecimiento de los demás. Manía. Desvelarme leyendo hasta que acabo un libro. Pasión. Amo demasiado la vida. Arte. Disfruto todos los géneros de música. Cuando me siento nostálgica escucho El Bolero de Ravel. En pintura me gustan to- dos los impresionistas, especialmente Monet, Manet y Renoir. INVESTIGADORA, maestra y madre, la geó- grafa Teresa Reyna nos cuenta: “Mis pri- meros recuerdos se remontan a la ciudad de Colima, donde tuve una infancia muy feliz. Vivía en una casa enorme rodeada de un espléndido ambiente. Me subía a los árboles a cortar frutos frescos y mientras los disfrutaba plenamente me preguntaba: ¿por qué una hoja tierna se transforma en un delicioso fruto?”. Cuando creció, esta niña observadora se convirtió en bióloga y años más tarde en la primera biogeógrafa del Instituto de Geografía de la UNAM, al que ingresó en 1967. “Soy mujer de muchas pasiones, no cabe duda. Pero hay acontecimientos que me han marcado: cuando yo tenía nueve meses mi padre murió carbonizado duran- te una tormenta eléctrica. Ése ha sido el reto más grande de mi vida: entender la energía incontrolable de la naturaleza, contra la que los seres humanos no pode- mos hacer nada”. Esa irreparable pérdida se convirtió en el transcurso de los años en un caudal de búsqueda científica en el campo de la climatología y, en particular, de la agroclimatología, de tal forma que hoy en día la obra de Teresa Reyna cons- tituye una contribución fundamental en el área de la regionalización agroclimática de México, campo muy útil en el desarrollo de la diversidad de productos agrícolas. Cuando Teresa tenía siete años, su fa- milia dejó Colima, y aquella gran casona rodeada de verde y vida, para radicar en la Ciudad de México. “Mi maestro de bio- logía de la secundaria, Ulises Moncada, del cual guardo un grato recuerdo, desea- ba que yo estudiara biología en el Poli- técnico, donde él trabajaba, pero mi sueño era cursar la carrera en la UNAM, así que en 1962 ingresé a la Facultad de Ciencias”, recuerda. Como parte de la ge- neración 1962-1965, conside- ra su paso por la Facultad muy afortunado al haber tenido grandes maestros como Teó- filo Herrera, Nicolás Aguilera y Mariano Villegas. Después de la licenciatura, decidió continuar sus estudios de maestría y doctorado en la misma Facultad, los que concluyó en 1982. Teresa Reyna es digna discípula de dos destacados investigadores en el área de cli- matología y meteorología: el doctor Pe- dro Mocillo y la maestra Enriqueta García de Miranda, quienes han creado escuela en ese campo. Ambos asesoraron sus tra- bajos de tesis y de ellos aprendió la entre- ga a la ciencia. La doctora Reyna ha realizado aportaciones en diversos cam- pos: desde cartas climáticas de la Repú- blica Mexicana y de Latinoamérica y el Caribe, hasta evaluaciones de riesgos meteorológicos para cultivos como el amaranto, el frijol y distintos frutos, entre otros. “Mi vida académica ha sido muy rica porque he trabajado con personas valio- sas y de diversas áreas de la ciencia: agrónomos, ingenieros, meteorólogos, biólogos. De ellos recuerdo particular- mente a los doctores Rzendowski y Elia Bravo y al ingeniero Efraín Hernández Xolocotzin, “el Xolo”, de quien fui ayu- dante en su clase de botánica de la Escue- la de Posgraduados de la Universidad de Chapingo. Un día él me puso el mote de “La rebelde Reyna”; creo que siempre lo he sido”, dice sonriendo. Uno de sus compromisos personales es contribuir al mejoramiento de la nutri- ción de los mexicanos. Por ello, brinda asesoría a productores agrícolas de diver- sas regiones y en particular a grupos indí- genas como los tarahumaras. Esta labor de asesoría la hizo merecedora del pre- mio “Valores CONAFRUT, SAG 1974”. Teresa Reyna participó en la coordi- nación de las subsecciones de agrocli- matología y biogeografía del Atlas Nacional de México (1987-1992), el do- cumento cartográfico más importante del país, y es coautora de 45 cartas agro- pecuarias y urbanísticas, las primeras en su tipo publicadas en nuestro país. La doctora Reyna termina la entrevis- ta reiterando su espíritu universitario: “To- das mis satisfacciones se las debo a la UNAM, que es generosa y me ha hecho crecer como académica y como persona. Ha puesto el universo en mis manos...”

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Page 1: La energía incontrolable de la naturaleza · destacados investigadores en el área de cli-matología y meteorología: el doctor Pe-dro Mocillo y la maestra Enriqueta García de Miranda,

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Personalmente

Teresa Reyna Trujillo

Concepción Salcedo Meza

La energía incontrolablede la naturaleza

Autorretrato. Me siento contenta conmigomisma. Me gusta mucho la gente y trato dedarle lo que sé y lo que soy. Soy una mujerde gran energía.

Valores. Respeto a mí misma y respeto el tra-bajo y el crecimiento de los demás.

Manía. Desvelarme leyendo hasta que acaboun libro.

Pasión. Amo demasiado la vida.Arte. Disfruto todos los géneros de música.

Cuando me siento nostálgica escucho ElBolero de Ravel. En pintura me gustan to-dos los impresionistas, especialmenteMonet, Manet y Renoir.

INVESTIGADORA, maestra y madre, la geó-grafa Teresa Reyna nos cuenta: “Mis pri-meros recuerdos se remontan a la ciudadde Colima, donde tuve una infancia muyfeliz. Vivía en una casa enorme rodeadade un espléndido ambiente. Me subía a losárboles a cortar frutos frescos y mientraslos disfrutaba plenamente me preguntaba:¿por qué una hoja tierna se transforma enun delicioso fruto?”. Cuando creció, estaniña observadora se convirtió en biólogay años más tarde en la primera biogeógrafadel Instituto de Geografía de la UNAM,al que ingresó en 1967.

“Soy mujer de muchas pasiones, nocabe duda. Pero hay acontecimientos queme han marcado: cuando yo tenía nuevemeses mi padre murió carbonizado duran-te una tormenta eléctrica. Ése ha sido elreto más grande de mi vida: entender laenergía incontrolable de la naturaleza,contra la que los seres humanos no pode-mos hacer nada”. Esa irreparable pérdidase convirtió en el transcurso de los añosen un caudal de búsqueda científica en elcampo de la climatología y, en particular,de la agroclimatología, de tal forma quehoy en día la obra de Teresa Reyna cons-tituye una contribución fundamental en elárea de la regionalización agroclimáticade México, campo muy útil en el desarrollode la diversidad de productos agrícolas.

Cuando Teresa tenía siete años, su fa-milia dejó Colima, y aquella gran casonarodeada de verde y vida, para radicar enla Ciudad de México. “Mi maestro de bio-logía de la secundaria, Ulises Moncada,del cual guardo un grato recuerdo, desea-ba que yo estudiara biología en el Poli-técnico, donde él trabajaba, pero mi sueñoera cursar la carrera en la UNAM, así queen 1962 ingresé a la Facultad de Ciencias”,

recuerda. Como parte de la ge-neración 1962-1965, conside-ra su paso por la Facultad muyafortunado al haber tenidograndes maestros como Teó-filo Herrera, Nicolás Aguileray Mariano Villegas. Despuésde la licenciatura, decidió continuar susestudios de maestría y doctorado en lamisma Facultad, los que concluyó en1982.

Teresa Reyna es digna discípula de dosdestacados investigadores en el área de cli-matología y meteorología: el doctor Pe-dro Mocillo y la maestra Enriqueta Garcíade Miranda, quienes han creado escuelaen ese campo. Ambos asesoraron sus tra-bajos de tesis y de ellos aprendió la entre-ga a la ciencia. La doctora Reyna harealizado aportaciones en diversos cam-pos: desde cartas climáticas de la Repú-blica Mexicana y de Latinoamérica y elCaribe, hasta evaluaciones de riesgosmeteorológicos para cultivos como elamaranto, el frijol y distintos frutos, entreotros.

“Mi vida académica ha sido muy ricaporque he trabajado con personas valio-sas y de diversas áreas de la ciencia:agrónomos, ingenieros, meteorólogos,biólogos. De ellos recuerdo particular-mente a los doctores Rzendowski y EliaBravo y al ingeniero Efraín HernándezXolocotzin, “el Xolo”, de quien fui ayu-dante en su clase de botánica de la Escue-la de Posgraduados de la Universidad deChapingo. Un día él me puso el mote de“La rebelde Reyna”; creo que siempre lohe sido”, dice sonriendo.

Uno de sus compromisos personaleses contribuir al mejoramiento de la nutri-ción de los mexicanos. Por ello, brindaasesoría a productores agrícolas de diver-sas regiones y en particular a grupos indí-genas como los tarahumaras. Esta laborde asesoría la hizo merecedora del pre-mio “Valores CONAFRUT, SAG 1974”.

Teresa Reyna participó en la coordi-nación de las subsecciones de agrocli-matología y biogeografía del AtlasNacional de México (1987-1992), el do-cumento cartográfico más importante delpaís, y es coautora de 45 cartas agro-pecuarias y urbanísticas, las primeras ensu tipo publicadas en nuestro país.

La doctora Reyna termina la entrevis-ta reiterando su espíritu universitario: “To-das mis satisfacciones se las debo a laUNAM, que es generosa y me ha hechocrecer como académica y como persona.Ha puesto el universo en mis manos...”