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©Profesor Fabio Maldonado-Veloza 1 La distinción epistemológica entre los niveles lingüístico, conceptual y fáctico ©Fabio Maldonado-Veloza Postgrado en Ciencias Contables Universidad de los Andes Mérida, Venezuela Publicación original: Maldonado-Veloza, Fabio [1987]. te- mológica entre los niveles lingüístico, conceptual Revista Venezolana de Ciencia Política (Postgrado de Ciencias Políticas, Universidad de los Andes, Mérida), I, 1 (diciembre, 1987), pp. 325-375. Esta revista aparece en los siguientes índices: Internacional Political Science Abstracts (IPSA), Documentation Politique Internationale, REVENCYT. [Aclaratoria: La versión que se presenta en este documento pdf no coincide con la publicada originalmente y discutida posteriormente con Mario Bunge (Frothingham Professor of Logic and Metaphysics) en mi visita como investigador invitado a la Foundations & Philosophy Science Unit, McGill University, entre octubre y diciembre de 1994, en Montreal. También agradezco al profesor Bunge la invitación a sus dos seminarios impartidos en aquella ocasión: Philosophy of Science y The Philosophy of Karl Popper. Esta versión es un manuscrito que está en vías de modificación para integrarse a mi libro de epistemología; faltan otras correcciones en curso y se utiliza para propósitos docentes.]

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©Profesor Fabio Maldonado-Veloza

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La distinción epistemológica entre los niveles lingüístico, conceptual y

fáctico

©Fabio Maldonado-Veloza Postgrado en Ciencias Contables

Universidad de los Andes Mérida, Venezuela

Publicación original: Maldonado-Veloza, Fabio [1987]. te-

mológica entre los niveles lingüístico, conceptual Revista Venezolana de Ciencia Política

(Postgrado de Ciencias Políticas, Universidad de los Andes, Mérida), I, 1 (diciembre, 1987), pp. 325-375. Esta revista aparece en los siguientes índices: Internacional Political Science Abstracts (IPSA), Documentation Politique Internationale, REVENCYT.

[Aclaratoria: La versión que se presenta en este documento pdf no coincide con la publicada originalmente y discutida posteriormente con Mario Bunge (Frothingham Professor of Logic and Metaphysics) en mi visita como investigador invitado a la Foundations & Philosophy Science Unit, McGill University, entre octubre y diciembre de 1994, en Montreal. También agradezco al profesor Bunge la invitación a sus dos seminarios impartidos en aquella ocasión: Philosophy of Science y The Philosophy of Karl Popper. Esta versión es un manuscrito que está en vías de modificación para integrarse a mi libro de epistemología; faltan otras correcciones en curso y se utiliza para propósitos docentes.]

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Tabla de contenido de este documento

INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................................................... 3

1. LOS PRINCIPIOS ONTOLÓGICOS ............................................................................................................................... 4

2. EL NIVEL FÁCTICO ..................................................................................................................................................... 7

3. HECHOS OBSERVABLES VS. HECHOS INOBSERVABLES .............................................................................................. 9

4. LA EXISTENCIA DE HECHOS INOBSERVABLES ES POSTULADA POR LA TEORÍA ......................................................... 10

5. EL NIVEL CONCEPTUAL ........................................................................................................................................... 10

6. LA REFERENCIA: RELACIÓN ENTRE LAS ENTIDADES DEL NIVEL CONCEPTUAL Y LAS DEL NIVEL FÁCTICO .................. 13

7. EJEMPLO 1: EL EXCESO DE DEMANDA .................................................................................................................... 15

.............................................................................................................................. 16

9. EJEMPLO 3: LEYES ECONÓMICAS, LEYES DE LA ECONOMÍA POLÍTICA Y LEYES DE LA POLÍTICA ECONÓMICA ........... 18

10. EJEMPLO 4: MODO DE PRODUCCIÓN VS. FORMACIÓN SOCIAL ............................................................................ 21

11. EL NIVEL LINGÜÍSTICO .......................................................................................................................................... 23

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Introducción Una de las contribuciones más importantes al repunte de la epistemología ha sido la notable y voluminosa obra de Mario Bunge. Físico de profesión, filósofo de ocupación y argentino de condición, hoy en día es reconocido internacionalmente como uno de los más importantes epistemólogos. Fue el ganador del premio Príncipe de Asturias de Comunicaciones y Humanidades en 1982, tiene más de trescientas publicaciones y ha sido profesor en varias universidades de América y Europa. A pesar de que gran parte de su obra ha sido escrita y publicada en español, además de las traducciones hechas a este idioma, lamentablemente su vasta obra no ha sido estudiada con igual proporción. Su libro La ciencia: Su método y su filosofía es tal vez la más conocida de sus obras. Con pretensiones apodícticas e ingenuas de sus comentarios sobre Bunge, aquellas personas de escasa familiaridad con su bibliografía se sorprenden de su desconocimiento cuando se enteran que Bunge no es solamente un divulgador de la ciencia sino uno de sus constructores epistemológicos. El libro mencionado anteriormente incluyó cuatro ensayos publicados originalmente entre 1957 y 1959. Cuando se leen otras obras suyas escritas treinta años después, su itinerario intelectual no deja de llamar la atención. Es curioso observar cómo, desde esos años, ha mantenido la afinidad de algunas de las proposiciones que hoy en día constituyen algunos de los pilares de su sistema epistemológico. Uno de estos pilares que está presente en todas sus obras es la distinción que usufructúa de los niveles lingüístico, conceptual y fáctico, tema central de este capítulo. Con plena conciencia de su importancia y utilidad, aquí se explicará cada uno de los niveles y las relaciones entre ellos. Además, se ilustrará su aplicación con ejemplos tomados directamente de las ciencias sociales. Y es de advertir que se seguirán las recomendaciones de Bunge cuando se intente hacer contraposiciones: usar comillas sencillas como en ´ley´ cuando se trate de entidades lingüísticas, y comillas dobles como en

cuando se trate de entidades conceptuales, o cuando se trata de una cita común y corriente. Definitivamente, esta distinción contribuye a evitar las exoherejías o desviaciones de la ciencia: La endoherejía (desviaciones dentro de la ciencia) es bienvenida en la ciencia y la tecnología, la exoherejía no lo es (Bunge, 1985a, p. 77). El estudio y un buen entrenamiento permiten ayudar a la identificación de los siguientes casos en el examen y la enseñanza de la ciencia (véase la figura 1). En este sentido, pueden identificarse los siguientes casos:

[1] Que un concepto se descubra antes que el término con el que hoy se designa ese concepto. Un ejemplo se puede tomar de la economía: Cournot descubrió el c - pero fue Marshall quien acuñó el término de ´elasticidad-precio´.

[2] Que distintos términos designen un mismo concepto.

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[3] Que algunos términos no designen concepto alguno. [4] Que el mismo término designe distintos conceptos. [5] Que en único término designe un único concepto. [6] Que existan pautas objetivas que no hayan sido descubiertas. [7] Que existan enunciados legaliformes que no tengan un correlato objetivo

). [8] Que existan enunciados legaliformes cuyo correlato real sea observable. [9] Que existan enunciados cuyo correlato real sea inobservable. [10] Que existan diferentes de abstracción en el nivel conceptual.

1. Los principios ontológicos Las ciencias fácticas estudian hechos naturales o sociales en lugar de estudiar ideas tal como lo hacen las matemáticas y la lógica formal. Por ello, presuponen una importante hipótesis ontológica: los objetos reales, los hechos objetivos, el mundo externo, existen independientemente de la voluntad y de la conciencia del sujeto conocedor. Se afirma que los hechos son independientes de la conciencia por cuanto su derecho a existir no viene predeterminado por la circunstancia de que un sujeto los haya o no descubierto. Su existencia no comienza desde el preciso momento en que el hombre los descubre. Por el contrario, su existencia es previa a tal descubrimiento. El planeta Neptuno, por ejemplo, no comenzó a existir en 1846 cuando fue descubierto; ni el indígena del Nuevo Mundo y su cultura comenzaron a vivir en 1492 cuando Cristóbal Colón (1451-1506) se enteró de su existencia. No obstante, es de señalar que cuando se afirma que los hechos son independientes de la conciencia, no se está negando la posibilidad de que se pueda tener plena conciencia de ellos. Aun con diferentes grados de conciencia, los hechos existen. Así como existen hechos de los que no se tiene conciencia, también pueden acontecer otras dos situaciones: [1] que se tenga plena conciencia de ellos o [2] que se tenga una conciencia equ Postularemos que un suceso consciente es una actividad cerebral que consiste en advertir (registrar, analizar, controlar o seguir la

ejemplo, se tiene plena conciencia de las relaciones políticas que se generan del poder del Estado. Y los decretos, resoluciones o leyes promulgados a propósito de su actividad intervencionista para guiar la actividad humana y diseñar así su política económica, también son conscientes. En la vida económica cotidiana también se tiene conciencia, por lo general, de la existencia de ciertas relaciones propias de la distribución. Se tiene conciencia de los salarios que se devengan, de las rentas que se cobran y de los beneficios que se perciben. La ciencia

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de la economía política, dicho sea de paso, examina, por el contrario, dichas categorías en la producción, no en la distribución. Es decir, las examina conscientemente en la forma como se originan, no en la forma generosa o mezquina como se consumen. Por otro lado, hay relaciones sociales de las que el hombre común y corriente no tiene conciencia. Así, por ejemplo, un obrero petrolero no tiene plena conciencia de todas las relaciones sociales que se entretejen mundialmente a propósito de la explotación y la comercialización del petróleo. Los investigadores y los científicos sociales sí pueden tener conciencia de ellas. Los mismos científicos sociales pueden no tener conciencia de algunas relaciones sociales. Finalmente, puede presentarse la posibilidad de que los hombres adquieran una conciencia equivocada o tengan una falsa conciencia de las relaciones entre los hombres. Así ocurre, por ejemplo, con lo que Marx denominó como fetichización. Los productores, en lugar de considerar las relaciones entre actividades sociales entre ellos mismos, generalmente consideran las leyes económicas como si se tratara de las leyes referentes a relaciones entre las cosas. En todo caso, así se tenga plena conciencia, falsa conciencia o falta total de conciencia, un determinado grado de ella no es quien dictamina y decide si una ley objetiva deba o no regir o guiar ciertas actividades del hombre en la realidad. Aun sin haber sido descubiertas, las leyes continuarán actuando. Su conciencia no es condición necesaria para la actuación de las leyes objetivas. Por otro lado, también se asevera que los hechos son independientes de la voluntad puesto que, una vez descubiertos, continúan existiendo con la aprobación, o sin la aprobación de nuestra voluntad. Nuestra facultad de sentir o apreciar lo bello o lo feo del hecho descubierto no decide para nada su existencia. Puede acontecer que una vez que se haga patente un suceso, se le elimine y deje de existir. Así ocurre con el diagnóstico que hace un médico; su observación de síntomas y signos le permite ejecutar o recomendar la respectiva técnica para curar la enfermedad. Si no descubre, o no conoce el agente responsable de la enfermedad, no podrá atacarla satisfactoriamente. Pero, aun así, la enfermedad se originó sin consultarle al enfermo si estaba de acuerdo o no con que se alterara su salud. Y la inflación, la recesión, el poder o la dominación, existen sin necesidad de esperar el dictamen aprobatorio o desaprobatorio del hombre; existen independientemente de la voluntad. Así por ejemplo, el pánico de Wall Street el 19 de octubre de 1987 fue el resultado de ciertas leyes económicas objetivas cuyos resultados no favorecieron las aspiraciones que tenían los hombres. A pesar de no gustarles que el precio de las acciones descendiera, dicho proceso social se cumplió independientemente de la voluntad de los hombres. Por ello la ciencia factual no prueba la existencia del mundo externo, sino que presupone sin duda ninguna esa hipótesis filosófica. Quienes

, p. 320).

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A esta hipótesis ontológica deben ser i) la hipótesis de que todos los acontecimientos son según leyes (principio de legalidad) y ii) la hipótesis de que nada nace de la nada ni se sume en ella (principio de negación de la magia (Bunge, 1979, p. 323). En (1980), Bunge añadió otros principios básicos de la ontología de la ciencia: 1) Existe un mundo exterior al sujeto que conoce. 2) El mundo está compuesto de cosas concretas. 3) Las formas son propiedades de las cosas. 4) Las cosas se agrupan en sistemas. 5) Todo sistema, excepto el universo, interactúa con otros sistemas de algunos respectos y está aislado de otros sistemas en otros respectos. 6) Toda cosa cambia. 7) Nada proviene de la nada y ninguna cosa se reduce a la nada. 8) Toda cosa satisface leyes. 9) Hay diversas clases de ley. 10) Hay diversos niveles de organización (pp. 117-9). En todo caso, tales hipótesis son propias del determinismo ontológico considerado en su versión amplia y tienen la ventaja de negar la existencia de acontecimientos que carezcan de leyes objetivas o sean producidos por otros acontecimientos precedentes. Igualmente, tienen la ventaja de no restringir los tipos de leyes admisibles, pues reconocen la existencia de leyes estocásticas y admiten la objetividad del azar. El determinismo ontológico en sentido estrecho, por e al determinismo mecanicista o laplaceano según el cual el cosmos es un conjunto de partículas en interacción que se mueven de acuerdo c (Bunge, 1979, p. 323). Y este determinismo quedó derrotado por la teoría de los quanta que reconoce la objetividad del azar no sólo como rasgo de sistemas complejos, sino incluso al nivel de las

, las cuales obedecen leyes estocásticas (Bunge, 1979, p. 323). La adopción de estos principios ontológicos es importante por cuanto impide la entrada a la ciencia de afirmaciones dogmáticas como la de sostenerse que hay hechos que surgen de la nada, por arte de magia o por dones de zahorí. Igualmente, porque el principio de legalidad ha ido confirmándose en el sentido de que no es frecuente hacer suposiciones referentes a hechos sin ley.

¿Cómo reaccionaría un geólogo si se le dijera en serio que, según la fábula latina, la montaña ha engendrado un ratón? Seguramente se reiría de ello, porque ese supuesto hecho no encaja en ninguna ley de la naturaleza, y hasta es incompatible con las leyes naturales conocidas: por ser un científico, se supone que se atiene al principio de que Todo acontecimiento satisface un conjunto de leyes. Dicho negativamente: se supone que el geólogo, en su condición de científico, no de las leyes objetivas. Sólo l hechas por el hombre (las reglas de la vida) pueden violarse; los enunciados legaliformes no pueden violarse, sino refutarse (Bunge, 1979, p. 403).

Ahora bien, la circunstancia de que un sujeto conocedor se enfrente con un hecho no debe interpretarse necesariamente como si tal hecho ocurriera

absolutamente ajeno a leyes.

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Y sólo un conocimiento completo de las leyes podría bastar para establecer la alegalidad de un hecho, puesto que ´sin ley´ que no satisface ningún conjunto de (Bunge, 1979, pp. 406-7). M de este modo, en efecto, el campo presuntamente sin leyes se excluye de la ciencia, porque no hay ciencia en sentido propio sin fórmulas legaliformes. Por tanto, el mero cultivo de la ciencia presupo (Bunge, 1979, p. 408). Estas son, pues, las mínimas condiciones que ontológicamente presupone el investigador de las ciencias fácticas. Ahora corresponde pasar a examinar los hechos mismos siempre bajo este supuesto filosófico acerca de su naturaleza.

2. El nivel fáctico En el nivel fáctico se encuentran los hechos. Bunge llama hecho a cualquier cosa que sea, o que se trate, como, por ejemplo, todo aquello de lo que se sepa o se suponga con algún fundamento que pertene y distingue las siguientes clases de hechos. Acaecimiento, acontecimiento o suceso cualquier cosa que tiene lugar en el espacio-tiempo y que, por alguna razón, se considera en algún respecto como una unidad; además, cubre un lapso breve (Bunge, 1979, pp. 717-8). Es decir, es la unidad mínima del movimiento. En cuanto a las propiedades, afirma que éstas son atributos de las cosas:

En todas las ciencias, desde la física a la sociología pasando por la biología, las que poseen propiedades son las entidades concretas (sobre todo sistema), y los sucesos son los cambios de determinadas propiedades. (Por supuesto estamos hablando de propiedades y cambios sustanciales, no de propiedades de objetos abstractos) (Bunge, 1985b, p. 41).

Un proceso es secuencia temporalmente ordenada de acaecimientos de tal manera que cada miembro de la secuencia tome parte de la dete (Bunge, 1979, p. 718). Es decir, si a los acaecimientos se les añade el elemento dinámico, el movimiento, devienen procesos, y

no es tarea fácil la de precisar los procesos presentes en la maraña de los acaecimientos. Rara vez la experiencia da un proceso: en la ciencia al menos, la mayor parte de los procesos se formulan hipotéticamente. Así, por ejemplo, no se ve empíricamente la evolución de las estrellas, sino que hay que imaginar modelos de tal evolución y contrastarlos luego por el procedimiento de registrar e interpretar acaecimientos como las huellas dejadas por la luz de las estrellas en las placas fotográfica (Bunge, 1979, p. 718).

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Cuando se examina un proceso, considerado como la sucesión temporal de acaecimientos, y se constata que dos o más hechos se manifiestan juntos invariablemente, concomitantemente, entonces se afirmará que ese proceso se trata de un conjunto de sucesos y relaciones entre sucesos que se repiten constantemente y que se producen tanto en la sociedad como en la naturaleza. Estas relaciones o sucesos, susceptibles de repetición, no se hacen perceptibles sino en los casos de repetición masiva y continua de semejantes acaecimientos. Es por esta razón que se afirma que las leyes objetivas tienen carácter de leyes estocásticas o estadísticas. Así pues, se está postulando, de acuerdo con el principio ontológico de la legalidad, que al admitirse la existencia de las leyes objetivas, éstas tienen que situarse en la realidad. Se encuentran a nivel óntico, a nivel del ente.

En este sentido de estructura nómica, una ley es un objeto extra-conceptual, como el fluir de un río. Pero, a diferencia del fluir del río, no puede indicarse ostensiblemente sus leyes: no es perceptible. Dicho brevemente, el concepto de la ley objetiva carece de sentido empírico, lo que muestra ya que no es un concepto trivial. No podemos presentar un ejemplar de ley objetiva, pero sí

objetivas, el hecho es que necesitamos ese concepto, aunque no sea más que para argüir contra la hipótesis filosófica de que hay leyes subyacentes a los enunciados legaliformes (Bunge, 1979, pp. 375-5).

Las leyes objetivas (estructuras nómicas, leyes de un hecho, o esquemas objetivos (Bunge, 1979, passim); pautas inmanentes del ser y del devenir, o estructura de la realidad (Bunge, 1960, passim); pautas objetivas, leyes en el nivel óntico, leyes de la naturaleza, del pensamiento o de la sociedad, leyes de la realidad física o social o simplemente leyes (Bunge, 1978, passim); no son, pues, conceptos abstractos a priori con respecto al conocimiento ni son un producto de la mente del hombre como por ejemplo sí lo son los objetos ideales de las matemáticas y de la lógica formal. Nadie ha visto caminar el símbolo

objetivas son, pues, una característica aquellos objetos que son de incumbencia [...] de la teoría física son, ex-hypothesis, autoexistentes: no dependen

(Bunge, 1975, p. 187). Y tampoco deben confundirse con los conceptos: Lavoisier descubrió la no

significa que Lavoisier hiciera una perquisición de una cantera de leyes y se llevara descubriera una cosa ya lista llamada ´la ley de la conservación de la masa´. Lo que hizo Lavoisier fue construir un objeto conceptual que no había existido hasta entonces, a saber, el enunciado legaliforme que reproduce correctamente la correspondiente ley objetiva. Dicho brevemente: las fórmulas se inventan, las leyes se descubren (Bunge, 1979, p. 377).

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3. Hechos observables vs. hechos inobservables La circunstancia de que la ciencia parta de la hipótesis ontológica de la existencia de todo tipo de hechos en la realidad no implica necesariamente que el propio proceso de la investigación siga fielmente la misma trayectoria. Muchas veces la investigación no comienza por descubrir ciertos hechos y a continuación pasa a formular conceptos, leyes y teorías acerca del hecho descubierto. El motivo es muy sencillo: no todos los hechos son directamente observables. El viento, el átomo, las clases sociales, el subdesarrollo, la vergüenza, el plusvalor, la utilidad contable, el estado financiero de una firma, o un proceso social son hechos inobservables. Así pues, podría afriamrse que hay dos tipos de hechos con respecto al sujeto conocedor. Hechos directamente observables y hechos inobservables. El obvio señalar que el apoyo evidencial de una teoría que tiene como correlato un hecho observable será distinto al apoyo evidencial de una teoría que tiene como correlato un hecho inobservable. En el primer caso, los escritos científicos constituirán informes de observación acerca del hecho observado directamente. Por el contrario, el apoyo evidencial de una teoría que tiene como correlato un hecho inobservable, estará constituido por informes, no acerca del hecho en cuestión, puesto que es inobservable, sino de otros tipos de hechos: aquellos que sí son observables, de los que se supone que son efecto o consecuencia visible del hecho inobservable. Por ejemplo, la velocidad o la fuerza del viento, que es un hecho inobservable, puede medirse por intermedio de un instrumento denominado anemómetro. Dicho instrumento no convierte el viento en un hecho observable, pero, cada vez que el indicador se mueve en determinada dirección, se supone, según la teoría, que es un efecto del viento. Este efecto sí es directamente observable y constituye el apoyo evidencial de la existencia del viento. Con este ejemplo del viento, Bunge denominó como objetificación un hecho inobservable sentando su relación según leyes con algún hecho perceptible (o conjunto de hechos perceptibles) que sirven como indicador pues, se afirma que la velocidad del viento no es observable directamente sino inferida a partir de hechos que sí son perceptibles y que se supone que son un efecto de ese hecho inobservable (véase la figura 2). Reichenbach (1953) sostuvo que en cuanto se derivan de observables tales enunciados sobre inobservables sólo adquieren su significado por transferencia (cap. XVI). Esta distinción entre los apoyos evidenciales de teorías que tratan bien sea con hechos observables o con inobservables, autoriza un interesante problema epistemológico que no debe posponerse. Es más oportuno usufructuar esta distinción en este momento.

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4. La existencia de hechos inobservables es postulada por la teoría El concepto de estratificación social tiene como correlato un hecho social que es inobservable. La existencia de ese hecho social es inferida a través de ciertos indicadores que sí son perceptibles directamente. Así, se estudiarán ciertas propiedades concomitantes de cierto grupo de individuos y de ahí se deducirá la existencia de ciertas clases sociales. Por ejemplo, desde el punto de vista epistemológico, es totalmente inadmisible una

las clases sociales no existen porque no son observables, porque a nadie le consta su existencia y porque nadie ha visto jamás . Esta afirmación sería representante fiel de la doctrina escéptica, cuya incredulidad a ultranza, le impediría, en este caso, trascender los hechos. Si fuera válida esa proposición, entonces, también sería válida para negar la existencia de los átomos, de los electrones, del subdesarrollo, del viento, de los brontosaurios, del poder, de la presión atmosférica, de la vergüenza, del resfriado, de la amistad, de acontecimientos sociales y demás hechos inobservables. Sólo se aceptaría la existencia de sus efectos observables: el estornudo, los fósiles que estudia o descubre el paleontólogo, el movimiento de las ramas de los árboles, etc. Pues bien, así como se ha postulado ontológicamente el principio de legalidad y el de negación de la magia, paralelamente se hará la misma observación con respecto a los hechos inobservables. El tratamiento epistemológico de la contrastación tendrá otra configuración. No se puede negar la existencia real de la estratificación social apelando para ello a la circunstancia de que nadie puede constatarla visiblemente. Por el contrario, la consecuencia epistemológica de la existencia de las clases sociales es postulada por la teoría y, por tanto, será ésta quien funja como responsable de que su correspondiente concepto reúna las condiciones necesarias y suficientes como para ser aceptada en la ciencia. Esta argumentación conduce a una importante lección epistemológica: quien desee negar la existencia fáctica de un hecho inobservable, tendrá que refutar previamente la correspondiente teoría científica que postula su existencia.

5. El nivel conceptual Las entidades conceptuales se encuentran constituidas por todo tipo de construcciones teóricas o constructos (Bunge, 1960, passim). Es decir, conceptos, categorías, proposiciones y las correspondientes ideas científicas: problemas, hipótesis, leyes científicas (hipótesis verificadas positivamente) y teorías científicas (sistema de leyes científicas). En (1980, p. 51)

aunque no un objeto mental o psíquico tal como una percepción, un recuerdo, o una

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investigación. Distinguiremos cuatro clases básicas de constructos: conceptos,

Estas entidades, a diferencia de las fácticas, no constituyen el ser, ni se vinculan con la acción sino con el conocer. Son pues, reconstrucciones y representaciones hipotéticas de los hechos y, por ello mismo, no constituyen un auténtico y exacto retrato de un trozo de la realidad. O, para usar un término de la sicología: las entidades conceptuales no son imágenes. No son copias que un sujeto tenga sobre algún hecho. Cuando un sujeto piensa o habla de su automóvil, él se lo representa fielmente, incluso con algunos de sus detalles. Pero cuando él se lo menciona a un interlocutor, quien no conoce tal automóvil, éste no podrá obtener o gozar la imagen como la disfruta semejante propietario. Posee, eso sí y conoce los rasgos característicos abstracto ; cuenta con los caracteres comunes de u similares y, por estos motivos, es capaz de comprender las expresiones que se le dicen acerca de dicho vehículo; sin embargo, no puede representárselo de una manera similar a la del propietario. Por el contrario, se afirma que los conceptos son representaciones hipotéticas, incompletas y simbólicas de los hechos. No sólo no retratan pormenorizadamente todos los detalles del hecho, sino que añaden incluso, detalles que a lo mejor el mismo hecho no posee.

Toda teoría de cualquier objeto concreto dado omite algunas de sus características y añade ideas que no tienen contrapartida objetiva. En cualquier caso, jamás hay una correspondencia biunívoca entre los componentes de una teoría y las partes y aspectos del correlato mediato de la teoría: la correspondencia entre la teoría y el hecho es global, no puntual; la teoría en su conjunto corresponde, de un modo más o menos imperfecto, al objeto de su conjunto, y, además, el conjunto de hechos a que refiere la teoría puede no tener nada en común con el conjunto de fenómenos que sirven para contrastarla empíricamente (Bunge, 1979, p. 537).

Así, pues, las teorías científicas están constituidas por constructos (conceptos, leyes científicas) y no por imágenes.

Los objetos conceptuales (conceptos, proposiciones, teorías) no se encuentran ya hechos en la naturaleza, ni se los fabrica a partir de materia prima material: los constructos son producto de la actividad creadora del cerebro primate y están caracterizados por leyes propias, que no se aplican a los objetos materiales. Así, por ejemplo, una proposición no se mueve ni se herrumbra, y un trozo de hierro no puede negarse ni puede implicar a otro objeto material. Las proposiciones están caracterizadas por el cálculo proposicional [...] en cambio los objetos materiales están caracterizados por leyes físicas, químicas, biológicas o sociales. Los dos conjuntos de leyes, las conceptuales y las materiales, tienen poco en común (Bunge, 1981, p. 74).

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Las leyes científicas que conforman las teorías científicas se encuentran en este nivel. Bunge las llamó indistintamente, enunciados de ley (Bunge, 1960, passim), fórmulas legaliformes, enunciados nomológicos, enunciados legaliformes, fórmulas nomológicas, o conocimiento de la ley (Bunge, 1979, passim), leyes en el nivel gnoseológico o hipótesis generales sobre las pautas del ser y del devenir (Bunge, 1978, passim) y definió este tipo de enunciados como sigue.

Designa una proposición o función proposicional que se supone normalmente que descubre una ley o una parte de una ley (estructura nómica). Es un objeto conceptual, a saber, una hipótesis científica que satisface ciertos requisitos de generalidad, corroboración y sistematicidad. No hay necesidad de decir que las leyes que hallamos en los textos científicos son en su mayor parte enunciados legaliformes (Bunge, 1979, p. 376).

A diferencia de las leyes (estructuras nómicas), las leyes científicas no son independientes de la conciencia ni de la voluntad de los hombres. No es posible concebir la génesis de los enunciados sin que el hombre tenga plena conciencia de ello. Y, generalizando, no es posible concebir la existencia de ideas independientemente del hombre. Esta es en esencia

inmateriales e

autónoma de las ideas que preexisten al hombre a la manera de la idea platónica y del idealismo. Los signos, los símbolos, todo el cuerpo teórico matemático, la lógica formal, el derecho, los derechos humanos, la sicología, la economía política, la contabilidad como disciplina, la ciencia política, la física, y, la ciencia en general, no existen con antelación a la naturaleza del hombre. Y esta es precisamente la perspectiva desde la cual Bunge emprendió su aguda crítica al fundador de la gramática generativa-transformacional, nacido en 1928 en Filadelfia, Noam Chomsky (más adelante, en el capítulo IX se segmentarán los componentes pertinentes de esta proposición epistemológica de Chomsky). Efectivamente, en su obra Lingüística y filosofía, Bunge sostuvo que la realidad primaria es el hombre, no las ideas que él genera. Y a propósito del lenguaje, por ejemplo, aseveró:

En semejante ontología, el lenguaje no existe de la manera como existen las estrellas y los animales. En semejante ontología, lo real no es el lenguaje, sino los seres humanos (u otros seres racionales) ocupados en producir, transmitir o entender frases. Preguntar si existe el lenguaje es como preguntar si existen la vida o la muerte. La respuesta es un "no" incondicional. No hay lenguajes autónomos, del mismo modo que no hay vida o mente por sí mismas. Hay, en cambio, animales pensantes y, en particular, animales capaces de hablar y comprender el habla, es el hecho lingüístico primario. Todo lo demás relativo al lenguaje es construcción conceptual, empezando por el lenguaje mismo. Brevemente: el habla es real, el lenguaje no (Bunge, 1983, pp. 18-9).

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A continuación de esta observación, aclaró que el sujeto conocedor puede fingir o simular que las ciencias o las matemáticas existan independientemente. Y admitió que esa ficción es necesaria para esta ficción se convierte en falsedad cuando se

(Bunge, 1979, p. 19). En otras palabras, fínjase que las ciencias tengan existencia independiente del hombre, pero no se reifiquen. En resolución, las leyes científicas (que es un tipo de constructo teórico) se encuentran en el nivel conceptual y, simétricamente opuesto a lo que acontece con las leyes objetivas (y otras entidades fácticas), no existen independientemente de la conciencia y la voluntad del hombre. La realidad primaria es el hombre.

6. La referencia: Relación entre las entidades del nivel conceptual y las del nivel fáctico En el nivel de entidades conceptuales hay que distinguir dos tipos de teorías. Los enunciados y los conceptos de las matemáticas y de la lógica formal constituyen una teoría formal. Son construidos e inventados totalmente por el hombre. Este tipo de ciencias no tiene como objeto de estudio los hechos, ni se refiere a al de la realidad. Estas ciencias estudian, pues, sólo entes ideales, inexistentes, no originados en la realidad sin hombres, sino como resultado de la mente del hombre. Sus enunciados no comunican información sobre la naturaleza o la sociedad, sólo incluyen operaciones racionales. Una teoría factual, por el contrario, sí proporciona información acerca de los hechos. No es una representación totalmente fidedigna de algunos aspectos de la realidad pero sí una aproximación a ellos. Y eso es lo que cuenta; es suficiente con que las teorías siempre refieran a algún sector de la realidad. Cuando tal hecho o semejante aspecto de los hechos es referido por un concepto, tal hecho se denominará correlato concreto, correlato real, referente, o, a veces, Bunge simplemente lo denomina correlato (véase la figura 2). Por el contrario, los conceptos y los enunciados de las teorías formales, al no ocuparse de los hechos, sino solamente de ideas, carecerán de referencia mediata. Serán simplemente conceptos formales. Dichos conceptos carecerán de contrapartida real. Así pues, no todos los constructos se refieren a los hechos. Los de las teorías formales constituyen un sistema auto contenido. Y los de las teorías fácticas siempre se refieren a entes extra científicos: a los hechos. Teniendo en cuenta esto, Bunge, por ejemplo, entendió la relación de referencia como

una relación asimétrica entre alguna entidad lingüística o conceptual y su correlato físico, (Bunge, 1979, pp. 76-7). Es, pues, una relación constructo-hecho.

Además, Bunge distinguió los dos sentidos que se pueden exhibir entre ambos niveles. Cuando una teoría factual es considerada en la perspectiva y la dirección que va desde el nivel conceptual hacia el nivel fáctico, se tratará de una relación de referencia. Y

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cuando una teoría es considerada en la dirección que va desde el nivel fáctico hacia el nivel conceptual, se tratará de una evidencia (véase la figura 2). Según esto, una teoría factual tiene que ser considerada referencialmente (semánticamente) y evidencialmente (metodológicamente). Cuando algún hecho es representado por un concepto, o un proceso por un enunciado legaliforme, por ejemplo, tal hecho deviene correlato de semejante constructo. Ahora bien, ya se observó, en las secciones 2 y 3, que existen ciertas entidades fácticas que son directamente observables y otras que son inobservables. Sin embargo, la circunstancia de que algunos hechos no puedan ser observables directamente, no obsta para que también se conviertan en correlatos de las teorías científicas. Y los informes científicos no son acerca de ellos, ni mucho menos, son sus descripciones puesto que son inobservables. Por la circunstancia misma de que no sean observables y por lo tanto se requiera dar un rodeo para estudiarlos, se denominará correlatos mediatos o reales, mientras que el correlato más próximo a la teoría factual será un modelo teórico o correlato inmediato o teorético que se supone a su vez como referente al correlato real (véase la figura 2). De esta manera, una teoría considerada referencialmente apunta primero a un correlato inmediato o teorético (por ejemplo, a un modelo teórico o a un concepto) y sólo indirectamente a un correlato mediato o real. Pero dado que los correlatos mediatos o reales no siempre son observables, es obvio que a la hora de contrastar una teoría, o sea, a la hora de considerarla evidencialmente, los correlatos mediatos reales, y, específicamente, aquellos que son inobservables, no pueden fungir como apoyo evidencial de dicha teoría. ¿Cuáles serán los correlatos que servirán de apoyo evidencial a una teoría en el caso de los correlatos mediatos inobservables? La respuesta ya se había anticipado en la sección 3: el subconjunto de hechos de la experiencia que se supone son un resultado observable del correlato inobservable. Considérese los siguientes dos ejemplos, uno de la teoría atómica y otro de la paleontología.

Los correlatos inmediatos de la teoría atómica son átomos teoréticos, o sea, imágenes conceptuales (intuibles o no) de átomos reales, los cuales son a su vez los correlatos mediatos de la teoría. El apoyo evidencial de la teoría atómica no consta de informes acerca del comportamiento atómico que difícilmente existirán sino de informes acerca de hechos molares que, según a teoría, son efecto de acontecimientos microscópicos. Análogamente, la paleontología refiere de modo inmediato a reconstrucciones de animales extinguidos, y esos modelos se refieren a su vez a animales extinguidos reales, pero no directamente conocidos. Y el apoyo evidencial de la paleontología no consiste en informes acerca de animales extinguidos informes que no existen , sino en informes acerca de sus restos (generalmente, huesos o fósiles) y huellas; esos datos son los que las teorías paleontológicas intentan interpretar (explicar) (Bunge, 1979, pp. 532-3)

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A continuación, se ilustrará esta relación de referencia que se presenta entre las entidades conceptuales y las entidades básicas. Se han elegido algunos ejemplos tomados de las ciencias sociales, específicamente, de la economía política. Igualmente, se ha elegido un ejemplo, tomado de la ciencia política, en el que se ilustran los efectos que puede tener el descuido en el manejo de los tres niveles.

7. Ejemplo 1: El exceso de demanda Tómese un enuncia . Y contémplese, además, un comportamiento de las personas o de las empresas en la vida real, en el nivel fáctico. Mucho antes de que este enunciado fuera formulado como tal, el comportamiento al que tal enunciado intenta referirse ya existía con antelación. Es decir, dicho comportamiento preexistió al enunciado; cada vez que el precio de una mercancía ha subido en la vida real, los consumidores han disminuido las compras de dicha mercancía. Ahora bien, dicho comportamiento no es reciente. Se ha manifestado continua e iterativamente a lo largo de la historia. Y sería muy discutible ponerle la fecha de su inicio. Esta relación entre las variaciones de los precios y las cantidades que intentan comprar los consumidores es una relación que se cumple en la vida real, es una relación relativamente constante; es un objeto extra-conceptual, una estructura nómica. A pesar de existir durante muchos siglos esta pauta de comportamiento, fue en 1838 cuando se construyó, por primera vez, un objeto conceptual que hasta entonces no existía. Un matemático, economista y filósofo francés, Antoine Augustin (1801-1877), publicó la primera edición de sus Recherches sur les principes mathématiques de la théorie des richeses. Y formuló un enunciado legaliforme, inventó y construyó un objeto conceptual. Por ello, desde Cournot se afirma la demanda es una función decreciente de . Esta fórmula legaliforme reprodujo correctamente la correspondiente ley objetiva. Cada vez que los precios se incrementan, la cantidad demandada disminuye y cada que los precios disminuyen la cantidad demandada aumenta. Cuando se formuló por primera vez dicho enunciado, lo que comenzó a existir fue el enunciado, no el comportamiento de los consumidores. En 1838, y siglos antes, había preexistido semejante comportamiento. Lo que tiene fecha de nacimiento es el enunciado legaliforme. A nivel conceptual comenzó a tener vida un nuevo constructo perteneciente a la economía política. Esta ciencia se enriqueció, se favoreció con este intento. Así, es lícito observar que una ciencia es la que puede enriquecerse; mientras que la realidad no es ni rica ni pobre, sencillamente es. Seguidamente, se fueron enunciando otros conceptos ta

, y otros más. De esta manera, se formularon otras proposiciones tales como

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cada vez que ocurre un exceso de dema , con lo que se hacía referencia a otro tipo de situaciones que acontecen en la vida real. Es decir, cada vez que un productor observaba que la cantidad de sus mercancías no era suficiente para satisfacer las necesidades de sus productores, podía beneficiarse aumentando los precios. Y, además, los compradores estaban dispuestos a pagar más con tal de no verse privados de la mercancía. Estos comportamientos y estas acciones se repiten de forma definida y muy peculiarmente, y, por ello, constituyen pautas objetivas de la realidad. Claro está que también h a dicho modelo de comportamiento; p los que le dan sentido a la pauta objetiva; a esta ley objetiva. Las acciones que le dan sentido a la ley objetiva es la gran masa de acciones repetidas. Por ello, cuando un acto económico es considerado teniendo en cuenta su elemento dinámico, cuando es considerado como un proceso, como unas relaciones que se repiten constantemente, se está postulando que esa actividad se manifiesta según leyes objetivas.

8. Ahora bien, tómese otro ejemplo de un la demanda de las mercancías también es función creciente de l . Este enunciado se refiere al hecho de que cada vez que se incrementa el ingreso disponible de los consumidores, la demanda de las mercancías se incrementa. Esta proposición también contribuye a enriquecer el sistema teórico de la economía política. No obstante, y debido a que la ciencia también es falible, dicha proposición no se considera hoy en día totalmente verdadera. Es considerada demasiado abstracta y tiene pretensiones demasiado generalizantes como para referirse sin error a todas las mercancías. Aun cuando en la mayoría de los casos del nivel fáctico la demanda crece con el ingreso del consumidor y constituye una ley objetiva que da origen a dicho enunciado, eso no implica necesariamente que sea aplicable a todas las mercancías. A nivel fáctico también

. Puede descubrirse, además de

de dicha ley. Puede ser menos general pero basta con que también cumpla con el carácter reiterativo de la acción para que pueda ser elevada a rango de ley. Será una ley objetiva subordinada a la ley objetiva má de ella, pero al fin y al cabo será igualmente ley: con menos rango de acción, pero ley. La ciencia económica ha descubierto que, si bien es cierto que la demanda de algunas mercancías se ve favorecida por el incremento del ingreso, existe otro tipo de mercancías cuya demanda no se favor por el aumento del ingreso del consumidor. O, por lo menos, hay un tipo de mercancías cuya demanda no

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crece proporcionalmente con el incremento del ingreso. La demanda de los alimentos no crece en la misma proporción que la demanda de los productos industriales cuando el ingreso aumenta. Así, por ejemplo, se ha observado que cada vez que crece el ingreso de los países del centro, la demanda de las mercancías que producen los países de la periferia no se ve favorecida por dicho incremento. Y éste sería uno de los enunciados que contribuiría a explicar la precaria situación de los países de la periferia con respecto a sus términos de intercambio. Speriféricos, éstos no podrán incrementar sus exportaciones. Pues , se procedió a corregir la proposición inicial. Y estrictamente hablando, hay que estar alerta cuando se enuncia una

la demanda de las mercancías también es función creciente de los i . impide que, precisamente, por ser ausente, funcione como un cuantificador lógico equivalente a que se hub la demanda de todas las mercancías también es indepe . Y la no presencia del

cuantificador y la proposición exacta pueda ser traducida lógicamente as la demanda de todas las mercancías siempre es una función creciente de l . Este ejercicio lógico es preciso por cuanto permite descubrir pretensiones exageradamente universales sobre semejante función creciente de la demanda con respecto al ingreso del consumidor, así como pretensiones de validez perennemente temporales. Ni todas las demandas de todas las mercancías suben junto con los ingresos de los consumidores, ni siempre es así. Dicha proposición ya no podrá ser enunc todas las demandas de las mercancía sino con otro tipo de

mercancías dependen del ingreso disponible de los consumidores. Por consiguie demanda que no se favorece con el incremento del ingreso: la de los productos primarios. A éstos corresponde otro tipo de enunciado. Como el descubridor de este hecho fue el estadístico alemán Ernst Engel (1821-1898), es por ello que a ese enunciado se

: la proporción del presupuesto que un consumidor emplea en alimentos tiende a disminuir a medida que aumenta el ingreso del consumidor. Dicho enunciado se publicó por primera vez en 1857 en un estudio que el autor hizo sobre el desarrollo económico de Sajonia.

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9. Ejemplo 3: Leyes económicas, leyes de la economía política y leyes de la política económica Tal como se ha observado anteriormente, las expresiones lingüísticas,

son sinónimas. Las proposiciones que éstas designan se encuentran en el nivel conceptual y son las que, una vez enunciadas, enriquecen el acervo conceptual y teórico del hombre. Estos enunciados nomológicos se inventan, se construyen, se hacen. Son enunciados acerca de la estructura de los hechos; sus correlatos, en cambio, son esquemas objetivos de la realidad. Las leyes de la economía política son enunciados nomológicos, objetos conceptuales que reconstruyen idealmente la realidad económica.

de la realidad. No denotan objetos conceptuales sino cosas, sucesos o procesos constituidos por relaciones que se repiten constantemente. Dichas leyes objetivas existen en la realidad y su existencia es independiente de la voluntad y de la conciencia de los hombres. Es decir, antes de que el hombre las descubra y enuncie una proposición acerca de ellas, antes de que se conviertan en correlato, ellas existen. Por ello se afirma que estas leyes de la naturaleza o de la sociedad se descubren. Y una vez descubiertas, continúan existiendo con la aprobación o con la desaprobación del hombre. A diferencia de las leyes de la economía política, se designa con el concepto de leyes económicas las pautas objetivas de la producción y la distribución y que existen independientemente de nuestra voluntad y de nuestra conciencia. Estas leyes económicas se encuentran, pues, a nivel fáctico. Como puede observarse, la distinción entre enunciados nomológicos y leyes objetivas es fundamental para garantizar una profilaxis conceptual y para hacer patentes aquellos conceptos que carecen de correlato real, y, por tanto, no sujetos a contrastación empírica. Por ello, la distinción que hizo Oskar Lange (1904-1965), economista polaco y embajador en Estados Unidos ante las Naciones Unidas, es importante. Lange aseveró, a propósito de la leyes económicas:

La conciencia de la acción de la leyes económicas no es, pues, condición necesaria para su actuación; una falta de conciencia y hasta una conciencia absolutamente falsa no frena su acción; pues las leyes económicas son, como hemos dicho, independientes de la conciencia humana (Lange, 1984, p. 56).

Es decir, las leyes económicas son entidades fácticas. Y, a propósito de las leyes de la economía política, puntualizó:

La ciencia de la economía política investiga esas leyes económicas, que objetivamen . La economía

política formula los resultados de estas investigación bajo la forma de enunciados que demuestran la acción de las diversas leyes económicas estos

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enunciados constituyen lo que llamamos las leyes de la economía política (Lange, 1984, p. 52).

Es decir, las leyes de la economía política son entidades conceptuales. Se está aseverando, pues, que la existencia de las leyes económicas no depende de la conciencia ni de la voluntad de los hombres; son creadas por el hombre pero no de una manera consciente. Tan pronto como estas leyes económicas se convierten en correlatos, es decir, tan pronto como se formula un enunciado acerca de ellas, o, lo que es lo mismo, tan pronto como se ven descubiertas, habría que preguntarse si dichas leyes continuarán rigiendo las relaciones entre los hombres con la misma holgura que antes de ser descubiertas. ¿Continuarán siendo independientes de la voluntad del hombre? O, por el contrario, ahora que se han visto descubiertas, ¿se verán afectadas en su funcionamiento a voluntad del hombre? Todo dependerá de un nuevo tipo de leyes: las leyes de la política económica. Hay que pormenorizar una circunstancia: por lo general, los agentes económicos que son regidos, o que intervienen sin darse cuenta o sin proponérselo en la formación de las leyes económicas (consumidores, empresas, comerciantes, inversionistas, etc.) no son los mismos hombres que las descubren (la comunidad científica); ni semejantes hombres son quienes pueden restringir o incentivar el funcionamiento de esas leyes económicas (funcionarios e instituciones del Estado). Cuando las leyes económicas son descubiertas, cuando son conceptualizadas por la ciencia de la economía, de ahí en adelante, cada vez que acontezcan situaciones similares a la reconstruida por semejante enunciado legaliforme, dicha situación podrá ser diagnosticada. Es decir, la observación, la objetificación (véase sección 3), la mediación o la constatación de ciertos signos de un sistema económico se constituirá en una condición sine qua non de la acción, es decir, de la política económica. No debería existir política económica sin un diagnóstico teórico preexistente. Y no deberían formularse diagnósticos prematuros (acerca de un coyuntura) de una coyuntura sin ciencia. Toda política económica debe fundamentarse en ideas científicas. Desde esta perspectiva, podría afirmarse que la intervención del Estado en la economía no es más que poner en ejecución ciertas acciones que frenan o que incentivan el funcionamiento de las leyes económicas que orientan la actividad económica fáctica. Considerada así, la economía, por ejemplo, exhibe tres aspectos. 1) Como proceso comprende las diversas investigaciones que se llevan a cabo en un determinado momento. Su emplazamiento en el proceso del conocimiento consiste en que allí se generan y se verifican las hipótesis científicas. 2) Como producto comprende todo el cuerpo de hipótesis científicas que han sido ascendidas a rango de enunciados legaliformes a través de la previa contrastación y que constituyen la teoría. Estos enunciados legaliformes son considerados verdaderos provisionalmente. 3) Como aplicación comprende el empleo de enunciados nomológicos para conseguir fines prácticos e influir en la realidad económica.

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Así pues, las leyes económicas son entidades fácticas creadas por el hombre pero que actúan independientemente de la voluntad y de la conciencia del hombre. Las leyes de la economía política son enunciados legaliformes pertenecientes al conjunto de entidades conceptuales y no son independientes de la conciencia y de la voluntad de los hombres. Las leyes de la política económica son las ún La política económica actúan introduciendo en la realidad causas que, de acuerdo con las leyes económicas, deben provocar efectos que constituyen los propios objetivos de la política

(Lange, 1984, p. 131). Su ejecución tiene como punto de partida las deliberaciones de gabinetes económicos y/o a través de leyes jurídicas tales como leyes, decretos o resoluciones que deberán cumplir y acatar tanto las instituciones públicas como privadas. Tampoco son independientes de la voluntad y de la conciencia del hombre; no es posible que una institución monetaria, un gabinete económico o un ministro recojan información, la estudien, tomen decisiones, escriban y pongan en ejecución ciertas reglas para influir en la realidad económica, sin que ellos se den cuenta de lo que están haciendo. El hecho de que las leyes de la política económica no sean independientes de la voluntad y de la conciencia tiene otro aspecto que conviene considerar detalladamente. Las políticas que se ponen en ejecución nunca se hacen en abstracto. Siempre se basan en enunciados legaliformes y, con su aplicación, permiten conseguir objetivos predeterminados. Estas leyes de la política económica son normas y aspiran a que el comportamiento de los agentes económicos sea influido hacia el objetivo predeterminado. Esta indicación de cómo debe procederse para alcanzar ese objetivo es totalmente consciente. Sin embargo, ocurre que, cuando esas políticas se ejecutan, tienen efectos que muchas veces no son conscientes. Es decir, todas las consecuencias de la intervención del Estado no siempre son conocidas totalmente. Aparte de los efectos que sí son conocidos, los cuales han sido estudiados teóricamente y que son precisamente los que se busca alcanzar con la política económica, existen otros efectos de dicha intervención que, en cambio, no son conocidos. Lo mismo se puede afirmar de los efectos de una aspirina. Son conocidos sus privilegios para combatir un dolor de cabeza, y sus otros efectos negativos para quienes sufren de gastritis, pero, paralelamente, son desconocidos otros efectos nocivos que pueden causar al organismo. La intervención del Estado, consecuentemente, tiene efectos conocidos y efectos no conocidos. Esta intervención del Estado se convierte, a su vez, en un objeto de estudio de la economía política. Y da lugar, además, a otro tipo de leyes objetivas que tienen que ver con el intervencionismo estatal. Cuando estas leyes objetivas son descubiertas, la economía política enuncia las correspondientes fórmulas nomológicas, y así sucesivamente. La ausencia de intervencionismo estatal, el liberalismo económico a ultranza, por ejemplo, se denomina laissez faire. Las leyes de la política económica, y, en general, las leyes referentes a la acción, y a la ciencia aplicada se designan con el nombre de reglas nomopragmáticas o reglas fundamentadas en la epistemología bungeana.

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10. Ejemplo 4: Modo de producción vs. formación social Tómese por ejemplo el texto de Nicos Poulantzas, Poder político y clases sociales en el Estado capitalista. Allí, Poulantzas afirmó que en el materialismo histórico existen dos conceptos que ilustran la distinción entre objetos formales-abstractos y objetos reales-concretos: modo de producción y formación económico social (Poulantzas, 1979, p. 4). Según él, un

modo de producción constituye un objeto abstracto-formal que no existe, en formación social

históricamente determinada, es decir, un todo social en el sentido más amplio en un momento de su existencia histórica: la Francia de Luis Bonaparte, la Inglaterra de la revolución industrial (Poulantzas, 1979, p. 6).

Destáquense los criterios de la distinción entre estos dos objetos. 1) Que uno de ellos existe en la realidad y el otro no; y 2) que uno de ellos está situado en un momento histórico determinado. De acuerdo a lo que se ha expuesto hasta ahora, ninguno de estos criterios de distinción es correcto. Semánticamente no está clara la distinción, se trata, evidentemente, de una expresión defectuosa. , ambos, son conceptos y se expresan por sus correspondientes sintagmas ´modo de producción´ y ´formación social´. Y si son conceptos, no sólo uno de ellos, sino ambos, son objetos abstracto-formales. En consecuencia, como conceptos, ninguno existe en el nivel fáctico. Así como el retrato de una persona no es la

no son retratos de su correlatos. Y ninguno ni el concepto modo de producción ni el concepto formación social en la realidad. Obsérvese que aquí Poulantzas confundió concepto con correlato. En segundo lugar, tampoco es correcto afirmar que el referente de una formación social sea el único que esté determinado históricamente y que sólo de él pueda aseverarse:

la Inglaterra de la revolución . Estos objetos singulares, tomados como referentes de formaciones sociales no

son los únicos que ejercen el monopolio o tienen la virtud de ser los únicos en estar determinados históricamente. ¿Por qué un modo de producción no habría de estar determinado históricamente? O, para ser más exactos, el referente del modo de producción, las diversas estructuras sociales a las que se refiere semejante concepto, también están determinadas históricamente. El modo de producción de un país como Venezuela, antes de convertirse en un país profundamente petrolero, es totalmente distinto al modo de producción después de su afianzamiento. El modo de producción propio del periodo de Jimmy Carter (1977-1981) es el mismo que el de Gerald R. Ford (1974-1977) pero ambos son distintos al

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modo de producción que imperaba con Abraham Lincoln (1861-1865). Y en Venezuela, el modo de producción de los indios Piaroa es distinto al modo de producción del centro del país. Es decir, un modo de producción sí puede estar determinado históricamente y socialmente. En realidad, a lo que quiso referirse Poulantzas fue a la circunstancia de que el concepto de formación social es un concepto superordinado del concepto modo de producción. Y por lo tanto, los correlatos del concepto de modo de producción también se encuentran subordinados a los correlatos del concepto de formación social. Cuando él afirmó que la

constituye por sí misma una unidad compleja con predominio de cierto modo de producción , en realidad se estaba refiriendo a la circunstancia de que una sociedad en un momento determinado exhibe el predominio de unas propiedades con respecto a otras. se trata de una formación social históricamente determinada por un modo de producción dado: la Alemania de Bismarck es una formación social capitalista, es decir, dominada por el modo de producción

(Poulantzas, 1979, p. 6). ¿Cuáles son los correlatos de un modo de producción? Desde su propio punto de vista marxista, están están constitutidos por la fuerza de trabajo, los medios de producción, el no obrero que se apropia el sobre trabajo, la relación de apropiación real y la relación de p tanto unos como otros son solamente, mientras se hallan separados, factores potenciales de producción. Para poder producir, en realidad,

. Y ahora indáguese sobre el status existencial de estos correlatos. La fuerza de trabajo, los medios de producción, el empresario y las relaciones sociales de producción indudablemente existen en la realidad. Y la circunstancia de que algunos de estos correlatos no sean directamente observables, no debe interpretarse forzosamente como si no existieran. El concepto modo de producción no existe en la realidad independientemente del hombre, pero sus correlatos sí. Con esto no se quiere desconocer el intento de Poulantzas por delimitar precisamente el objetivo de la ciencia política. Una formación social se especifica por la forma como se articulan las instancias económicas, políticas e ideológicas. Y hay que observar que no siempre coincide la super determinación con el índice de predominio. La determinación en última instancia puede estar representada por la instancia económica pero, en un momento determinado, el papel predominante lo puede detentar la instancia ideológica. De esta manera, si en un modo de producción se articulan diversas instancias, cada una de ellas podrá convertirse en un objeto de estudio. A cada instancia regional le corresponderá su respectiva teoría regional; se delimitará así el estudio de la ciencia política. La instancia política y su articulación en un modo de producción será, en general, el refer más particularmente la superestructura política del Estado en el modo de producción capitalista, es decir, la producción de conceptos más

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concretos relativos a lo político en las formaciones so (Poulantzas, 1979, p. 6).

11. El nivel lingüístico Este nivel es muy importante, no sólo en lo que concierne a los defectos de redacción que exhiben algunos trabajos científicos, sino en lo que respecta a la propia enseñanza que debe

El análisis lingüístico es previo a toda investigación científica. Si prescindimos de él podemos extraviarnos en seudoproblemas, tales como «¿Cuándo es nunca?» «¿Qué es la nada?», «¿Cómo libera la libertad?», «¿Cuánto valen los valores?», o «¿Por qué son inmorales los códigos morales ajenos?» El tratamiento lingüístico no sólo contribuye a aclarar el planteo de los problemas, sino que puede disolver ciertas cuestiones al mostrar que no tienen sentido" (Bunge, 1983, p. 17). Las entidades que constituyen el nivel lingüístico comprenden todas aquellas que conforman el sistema de símbolos que forman el lenguaje, junto con sus correspondientes propiedades sintácticas, semánticas y fonológicas. Es decir, términos, palabras, frases, sentencias, lenguajes y sintagmas. Ferdinand de Saussure (1857-1913) definió como sintagma la combinación de dos o más unidades consecutivas en la cadena del habla.

intagma, un término sólo adquiere su valor porque se opone al que le -9). Así, por ejemplo, clases sociales es un

sintagma compuesto por dos términos distintos y consecutivos y no significa lo mismo que los términos clases o sociales considerados aisladamente. La estructura, la coordinación de las unidades lingüísticas entre sí y su posición dentro de una oración constituye el objetivo de la sintaxis. Las variaciones de la formas de las palabras, y el examen de su estructura interna, constituyen el objeto de estudio de la morfología. Y las relaciones de estos signos con ideas o hechos, constituyen el objeto de la semántica. Así por ejemplo, desde el punto de vista morfológico, verbo porque acepta sus flexiones características, o sea, flexiones de número, de persona,

el punto de vista sintáctico morfológicamente sí lo sea. Constituye un sintagma nominal puesto que está ocupando la posición del nombre sustantivo dentro de la oración. Y desde el punto de vista semántico, hoy en día no se utiliza semejante criterio para definir un verbo, tal y como afirmaban las viejas definiciones: verbo es aquella palabra que expresa una acción, un estado, una cosa, etc. Desde el punto de vista semántico, es decir, considerada la relación signo-no expresa acción alguna, por el contrario, expresa inacción. Y el hecho de que no designe acción no debe impedir para que se describa como verbo. Por ello, hoy en día no se toma el criterio semántico para definir un verbo.

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Desde el punto de vista fonológico, un simple desplazamiento del acento prosódico fuerte puede ocasionar un cambio total de la significación de un término. Por ejemplo, semánticamente el término ´fábrica´

fenómenos prosódicos no se identifican o se relacionan concomitantemente con ningún segmento de un término. Un desplazamiento del acento prosódico o una entonación son los responsables de desempeñar un importante papel en la significación de un término. Es decir, cuando un término cambia su significado a pesar de que sus segmentos fonemáticos permanecen iguales y el responsable de ese cambio de significado lo constituye el desplazamiento de un acento prosódico (o un cambio de entonación por ejemplo), se estará hablando de elementos suprasegmentales (véase la tabla 1). afirma estudia sin compañía, es decir, estudia a solas. Mientras que cuando alguien afirma

totalmente distinta a la expresada en el primero; está enunciando que tal persona no estudia en la casa primera s

sino a un adverbio de modo: solamente. Y cuando estos signos orales deben ser representados con signos pictóricos, con la escritura, dicha diferencia de entonación se

diacrítico escrito sobre la letra vocal (´), llamado tilde o acento ortográfico. Las entidades conceptuales deben ser expresadas correctamente por las entidades lingüísticas. Así como se examinó la relación entre las entidades conceptuales y las entidades fácticas, y se le denominó relación de referencia, aquí también se va a examinar la relación entre el nivel lingüístico y el nivel conceptual. Semejante relación se denomina relación de designación. Es decir, las entidades lingüísticas designan las entidades conceptuales. E inversamente, se dice que las entidades conceptuales se expresan por medio de las lingüísticas. Cuando la relación es considerada desde el nivel lingüístico hacia el nivel conceptual, se trata de una relación de designación. La entidad conceptual que es objeto de designación se denomina designatum (plural: los designata) y las expresiones que la designan, se llaman designans. Y cuando la relación es considerada desde el nivel conceptual hacia el nivel lingüístico, se trata de una relación de expresión (véase la figura 3). Pues bien, en una relación de designación se exhiben cuatro tipos de estructuras de designación para los propósitos que interesan aquí (véase la figura 3). Puede acontecer, por ejemplo, que un mismo término designe distintos conceptos. O, lo que es lo mismo, que distintos conceptos que son totalmente distintos entre sí se expresen, todos, a través de un mismo concepto. Este tipo de relaciones se denomina estructura polisémica, es decir, la propiedad que tiene un mismo significante para designar varios significados. El término

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a distintos conceptos: un asiento, un establecimiento público de crédito, o un conjunto numeroso de peces que nadan juntos, y, cuando forma parte de un sintagma se hace mención a un banco de arena, a un banco de datos, a un banco de ojos, a un banco de sangre, etc. En segundo lugar, también puede presentarse el caso en el cual distintos términos designen el mismo concepto; o en sentido inverso, que un mismo concepto se exprese a través de distintos términos lingüísticos. Este tipo de relación se denomina una estructura de sinonimia, es decir, dos o más unidades lingüísticas en las cuales una sustitución de una de ellas por otra, u otras, no afecta para nada el concepto designado: diferencia, desigualdad, diversidad, disparidad, desemejanza, discrepancia, disimilitud, etc., son términos que expresan la misma idea. En tercer lugar, puede presentarse el caso en el cual un único término designe un único concepto. Aquí se trata de una estructura de monosemia, es decir, la propiedad que tiene un significante quúnica . En la vida cotidiana no hay ningún concepto

correspondiente concepto existen sólo en la comunidad científica de la física. No sobra decir que en los lenguajes científicos los términos monosémicos evitan ambigüedades y confusiones cuando se quieren designar los correspondientes conceptos. Así por ejemplo, en el pensamiento económico petrolero venezolano se ha

algunos autores a negar el carácter de renta a los ingresos petroleros. Para negar tal atributo, se ha apelado a una interpretación jurídica y no a la interpretación correcta desde la perspectiva de la economía política. Igualmente, se ha tomado prestado el término

petrolera. Y esto, desde el punto de vista de la economía política, es incorrecto puesto que quienes representaron el papel de productoras fueron las compañías petroleras trasnacionales que estuvieron presentes en el país hasta antes de la nacionalización el primero de enero de 1976. Fueron ellas las responsables de explorar, explotar, transportar, refinar y comercializar el petróleo; no el Estado venezolano. Por ello, la expresión correcta, la identificación de términos polisémicos, la construcción de conceptos monosémicos y el discernimiento entre entidades lingüísticas, conceptuales y fácticas se constituye así en una garantía de la profilaxis conceptual que el rigor científico exige. Como ha podido constatarse en esta sección, hasta ahora se ha hecho mención de la relación entre las entidades lingüísticas y las conceptuales. Ha podido observarse que se ha examinado lo que acontece con los términos que efectivamente designan conceptos. Sin embargo, es de señalar que no todos los términos designan siempre. El padre de la fenomenología, Edmund Husserl (1859-1938), denominó éstos como expresiones co-significativas: no es raro oír hablar de palabras y expresiones que son co-significativas, esto es, que no poseen por sí misma significación alguna y la adquieren en la conexión con otra

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si (Husserl, 1982, p. 442). Husserl tomó, además, de Marty, el término sincategoremático en el sentido de signos

que sólo junto con otra parte de la oración tienen una significación completa, ya sea que ayuden a evocar un concepto, siendo, pues, partes de un hombre, ya sea que contribuyan a la expresión de un juicio (enunciado) o a la notificación de una emoción o de una voluntad (a una fórmula de ruego o de mandato) (Husserl, 1982, p. 443).

las palabras sincategoremáticas, que ayudan a construir la expresión, no tienen, pues, propiamente significación, y sólo la expresión completa tiene en verdad, una

.

y no tienen designatum, es decir, no designan concepto alguno. Cumplen, a veces, sólo una función retórica o de estilo y no tienen significación por sí mismos; sólo la tienen como componentes de una oración completa. Únicamente la oración completa designa toda una proposición. Por ello, se afirma que que no todos los términos designan, ni refieren (Bunge,

exprefectivamente, hay conceptos que carecen de referencia. Los conceptos formales de las matemáticas y de la lógica formal no tienen correlatos reales, carecen de referencia. Por ello, hay que saber distinguir entre estructuras de polisemia, de monosemia, de sinonimia y los términos sincategoremáticos. No solamente deben ser explicitadas a la hora de enseñarse la ciencia, sino que cada investigador debe tenerlas presentes en el transcurso de todo el proceso de investigación. Ya se ha observado anteriormente que una oración expresa una proposición. Una oración tiene que cumplir con ciertas reglas de formación y de transformación; de acuerdo con tales criterios, será considerada correcta o incorrectamente escrita. La proposición que designa tal oración se verá afectada en su veracidad si está mal escrita. Como una proposición es un enunciado que es verdadero o falso, es obvio que si la oración que la expresa está mal construida influirá en el grado de veracidad de la proposición; la proposición puede convertirse en falsa. Una de las formas más comunes de este caso ocurre con el abuso o el descuido en el uso de los cuantificadores. Ya en la sección 4 se adelantó una ilustración sobre el papel que juegan los cuantificadores en su relación con la veracidad de una proposición. Se hizo m la demanda de las mercancías también es función creciente de l odas´ y el adverbio de tiempo ´siempre´. Y se observó que su ausencia no impide que funcionen como cuantificadores de tipo lógico equ la demanda de todas las mercancías siempre es una función creciente de los ingresos de los .

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Bunge ilustró el papel que juega la ausencia de ciertos términos y que fungen como cuantificadores universales. Para ello, tomó como ejemplo una ley de la química.

La molécula de agua consta de dos átomo . Obsérvese que el artículo ´la´ desempeña aquí el papel de cuantificador universal: lo que queremos decir es que toda y cada molécula de agua tiene esa composición. Consiguientemente, la Para todo x, si x es una molécula de agua, entonces x se compone de dos átomos de hidrógeno y un [...] si nos resulta necesario, podemos añadir que la composición de la molécula de agua es independiente del espacio y del tiempo, o sea, que es espacio temporalmente universal. [Esta ley

siempre y en todo lugar, la composición de toda partícula de agua es H2 . No necesitamos repetir la cláusula 'siempre y en todo lugar' cada vez que escribamos una ley de la naturaleza, siempre que precisemos de una vez y para siempre la siguiente metaley, o ley de leyes:

Las leye . No tiene ningún peligro el aceptar este principio metanomológico, con la condición de que nos demos cuenta de que es una hipótesis metafísica (ontológica) muy fuerte (Bunge, 1979, p. 358).

Valga la pena hacer una breve pausa aquí. Esta última metaley a la que Bunge hizo mención en la obra citada tiene que ser acotada. Si bien es cierto que las leyes no están fechadas, también es igualmente cierto que sí hay leyes existir según la evolución de la sociedad. Así por ejemplo, hay leyes económicas que sólo rigen en un modo de producción capitalista y otras que sólo lo hacen en otro tipo. En todo caso, Bunge se ha percatado de ello y en su obra Economía y filosofía admitió que los enunciados correspondientes egresan los sistemas económicos dejan de existir´ o bien por ´la crít . Igualmente,

(Bunge, 1982, capítulo 3). A nivel lingüístico ocurre lo mismo. Cuando anteriormente se llamaba por un teléfono

contestaba, lo hacía porque, efectivamente, estaba en casa. Pero hoy en día tal pregunta no es absurda debido al uso generalizado de los teléfonos celulares. Pues bien, un cuantificador es el responsable de restringir o ampliar el alcance que debe tener una proposición con respecto a sus pretensiones de universalidad, de particularidad, de rango o de validez espacio-temporal.

El requisito lógico más obvio que imponemos a las hipótesis para considerarlas leyes es la generalidad de algún respecto y alguna medida Exigimos, pues, que por lo menos una de las variables que se presentan en la fórmula de la ley tenga prefijado el operador ´para todo´, o el operador ´para la mayoría de´; si ocurre lo primero, o sea, si la ley es una hipótesis estrictamente universal, entonces podemos prescindir de mencionar explícitamente el cuantificador (Bunge, 1982, p. 365, cursivas en el original).

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Por el contrario, si la fórmula de ley no tiene un carácter universal, sino que se refiere a , entonces:

Podemos tolerar la cuasi-generalidad, como en el cas la mayoría de la sales de los metales alc la mayoría de los

no han merecido nunca el respeto de los lógicos, que los tratan junto con ´hay al menos un´; pero en la ciencia su status es mucho más alto que el del operador existencial; una fórmula con ´casi todos´ puede ser una ley propiamente dicha, y una fórmula con la ´mayoría de´ puede ser la promesa de una ley universal (Bunge, 1982, p. 365).

Después de observar que innumerables teoremas de la física estadística llevan prefijadas expresiones como ´para casi todos los puntos´, o ´para casi todas las trayectorias´ y se consideran fórmulas legaliformes perfectamente respetables; y después de admitir que en las matemáticas hay expresiones análogas como ´con la expresión de un conjunto de medida cero´ que se encuentra con frecuencia en teoremas generales, Bunge concluyó:

Las leyes estrictamente universales, o sea, las fórmulas legaliformes que no tienen excepciones y poseen un alcance infinito, se formulan muy frecuentemente, pero, de hecho, no prueba que efectivamente valgan con esa generalidad sin límites (Bunge, 1982, p. 365).

Y con respecto a las fórmulas legaliformes cuasi-universales aseveró: son tan valiosas como los enunciados legaliformes estrictamente universales, especialmente si 1) es posible dar razón de la excepciones esperables, 2) no son generalizaciones empíricas, sino miembros de teorías (Bunge, 1982, pp. 365-6).

En este sentido, Bunge usa la distinción paradigmática entre dos tipos de cuantificadores: los existenciales y los universales. Los existenciales son indefinidos xx x n x

n x en u x x del conjunto u

siempre

Como puede observarse, estos cuantificadores pueden ocupar distintas posiciones dentro de la proposición, y, por tanto distintas funciones sintácticas en las oraciones que las expresan, pueden ser determinantes, adjetivos, adverbios, etc. Pero dado que Bunge a veces llama a los cuantificadores perturbadores prefijos, operadores prefijados, e incluso llega a llamarlos cuantificadores universales respecto del tiempo, aquí se conservó su nombre.

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