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Marc Vitse La descripción de Lisboa en EL BURLADOR DE SEVILLA

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Marc Vitse

La descripción de Lisboa en

EL BURLADOR DE SEVILLA

"Pues sepa Vuestra Merced que ùu>descripciones son muy importantes ala inte.ligtnc.ia. de las historias."

Lope de Vega, La desdicha po>i la honra.

En 1894, escribía Menéndez y Pelayo acerca de la descrip-ción de Lisboa incluida en la primera jornada de El Burlador :

... La w¿sma Kazon hab>iia paAa sospechar que lueinteApolada en el drama de Tirso por algún portugués ávido de ensal-zan las glorias de su capital ... Tan inoportuna ns en El Burladorla descripción de Lisboa como la de Sevilla en el Tan largo , y¿n cuanto a dLipaAatíA, pedantesca* \j nal escAitaA,~ allai se. van concokta di{¡eAencia. Una y otAa son voJidadoJios pegotea que. nada tiznenque vex con la obAa de. TiASO. Aunque intercaladas monstruosamenteen el diálogo, pertenecen al género de las loas, y teno.o por cosaaveriguada que los representantes las cambiaban según los pueblosy adn tas componían nuevas en caso necesario (1).

Pese a tan absoluta condenación, no vacila Blanca de los Ríos,llevada de su tirsofilia, en atribuirlas ambas al "poeta fraile dela Merced" (2). Hasta las elogia ciegamente por su realismo y valorpoético, sin preguntarse ni un momento qué papel pueden desempeñaren las obras que las contienen.

P. Guenoun (3), por otra parte, después de las investiga-ciones de Fray M. Penedo Rey, pone en duda la realidad del viaje

(1) Publicado en Estudios de critica literaria, 2da serie, 1920,p. 19O; o en Obras completas. Ed. nacional, VIII, 1941, p. 75.

(2) En Obras dramáticas completas, Aguilar, Madrid, 1952, tomo II,p. 524.

(3) Tirso de Molina : L'Abuseur de Séville , Paris, 1962, p. 249,nota 139 de la primera jornada. Utilizo para mis citas esta edicióncuyo texto reproduzco con su ortografía y puntuación.

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de Tirso a Portugal, pero añade que la descripción de Lisboa, conser "un morceau de bravoure", es encantadora y psicológicamente ne-cesaria, muy necesaria, pues nos da la sensación del tiempo impres-cindible para la empresa amatoria de Don Juan con la orgullosa Tis-bea. S. Maurel (4) no tiene dificultad en descartar estos argumen-tos, antes de proponer otra explicación de índole más dramática.Escribe :

11 -i ' agit bien plutôt d ' une anticipation ÍUA I ' ave-nin de. la pièce. Si Von Gonzalo e.it longuement pA.eie.nt ÍUA la ¿cine.,c e.it qu il eit le pen.ionn.ace- le. plui important cíe la &in du dtame.,celui qui hauae la pièce au niveau du iuh.naiun.el.

Segiin él, el parlamento de Don Gonzalo de Ulloa serviríasolamente de "fond sonore", lo que autorizaría el juicio siguiente :"creux, ampoulé, insupportable, un morceau de bravoure interchangea-ble, impossible à suivre dans les méandres de sa syntaxe compliquéeet le détail de sa topographie." Asi para los dos críticos france-ses, dicho trozo descriptivo tendría sobre todo un valor exteriora sí misino, una justificación dramática externa.

Kue A. Soons (5) quien dio un paso decisivo hacia unacomprehensión a mi parecer mas exacta de la descripción de Lisboa,atendiendo por primera vez a su contenido, a su significación ensí misma. Afirmaba :

... y Lisboa, cuya deicAipcion hecha efusivamente.poA el malhadado Von Gonzalo de Ulloa e.n un di-icuA-io, laAgo e ÍA>ie.-Zevantt en apariencia, ¿ob/ie el Atino vecino de. VoKtuoal "y iu capi-tal icKtiiicada y ad.on.nada de iale.-iiaA, donde habita toda equidadimpuesta pon. ¿u podexoAo moncuica. • E-ita ciudad o&Aece. un cont>ia¿>tecon ta tematuo-*, moAale-í, de loi coKtej, [Hápolej> y Sevilla) y loinidoA inadicuado-f, de. la vida paAtoKil [aldea idílica de Tiibza yab-ïio.o h.áitico de. Aminta) .

Creo posible ir mas lejos por el camino de los intuicio-nes de A. Soons, o sea la integración en una contrastada estructuradramática de Lisboa como dechado de virtud y honor, a modo de refe-

(4) L'Univers dramatique de Tirso de Molina, Poitiers, 1971,

p. 579-580.

(5) Ficción y comedia en el Siglo de Oro, Madrid, 1967, p. 94.

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rencia ejemplar. Aclarar la organización del relato y relacionarsu contenido (histo'rico, geogra'fico, temático y poético) con losdemás elementos (personajes o mundos) de la comedia nos llevara aformular unas observaciones referentes a la técnica dramática deTirso, a su universo dramático global, y, en fin, al problema masparticular de la geografía dn la obra de Fray G. Téllez (6).

La pintura de Lisboa en boca de Don Gonzalo se ordenasegún un riguroso esquema no geogra'fico ni descriptivo, sino jerár-quico. Después de un pa'rrafo introductivo que presenta el curso ydesembocadura del Tajo y anuncia el carácter sagrado de la ciudad(v. 727), vienen retratados, sucesivamente, los edificios religio-sos y militares (v. 738-783), las construcciones civiles coronadaspor las casas regias (v. 784-825), y la vida rmíltiple y a vecespintoresca del puerto (v. 826-850). Estos son los tres mundos quecomponen la civitas Dei lisbonense : la ciudad santa de los con-ventos y fortalezas labradas en provecho de la fe; la ciudad delos hombres regida por los justos y santos reyes lusitanos y elquehacer cuotidiano del opulento puerto, encaminados todos a ladefensa e ilustracio'n del poder y providencia de Dios. Se concre-tiza el tema central de la santidad ejemplar de Lisboa en un ele-mento omnipresente que impregna la vida del conjunto : el MarOcéano. Intimamente unido al paisaje de Lisboa por el Tajo, otrocaudaloso elemento navegable, el mar desde un principio invade elrelato (v. 726-736) y sirve de teloli de foro en el recorrido delembajador por la ciudad religiosa (v. 778), civil (v. 795-796), yportuaria.

El mar ofrece rutas a las cristianas naves de la conquis-ta, al santo celo real de aumentar la gloria de Dios a expensas delos infieles. El enigma del momento histo'rico escogido por Tirsopara situar la accio'n de Fl BuAladoA y el anacronismo de la contem-poraneidad de Juan I de Portugal (1385-1433) y de Alfonso XI deEspaña (1312-1350) quiza resulten menos inexplicables a la luz delpapel ejemplar desempeñado por Lisboa, puerto del Océano. Por un

(6) Véanse las notas 11, 12 y 15 de mi artículo : "Don Juan o temory temeridad. Algunas observaciones mas sobre El Burlador de Sevilla"C.M.H.L.B. (Caravelle), .13 (1969), 63-82. Véase también la nota fi-nal del presente trabajo.

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Tado, el "generoso" (7) rey de Castilla va olvidando, en la que no-es aun cabeza de América, el afán reconquistador de "los Tenoriuyantiguos, / ganadores de Sevilla" (III, v. 236-237), para perseguirsolamente fines politícos y profanos. Por otro lado, Juan I, excel-so fundador de la dinastía de Avis, fomenta proyectos de luchareligiosa y expansio'n marítima, muy del gusto del Comendador mayorde la orden de Calatrava, " a quien el moro por temor alaba" (II,v. 67). El mar océano conduce a los portugueses rumbo a Ceuta yTanger, meta del rey Duarte I (1437), o mas lejos a Goa, objetivode Manuel I celebrado como veremos en el larguísimo relato que abreEAC-OKmi&nto*, pcuia 0.1 caQAdo. Las empresas del Juan I de El BuA-ladoisintetizan las principales direcciones de la obra realizada por ladinastía esencialmente marítima de Avis; obra que era complementológico de la reconquista contra los infieles, encabezada por Alfon-so Enriques, otro fundador de dinastía, vencedor en Ourique donderecibicf la gracia de Lou> Qu¿na-i de Voltíiaal como lo recuerda elpropio Don Gonzalo (v. 821-825).

Esta oposición histo'rica se refuerza por un contrastegeográfico entre el Atla'ntico, mar de Portugal y de Don Gonzalo, yel Mediterráneo, Mar de España, que cruzan la mayoría de los demáspersonajes de la pieza. Un examen de la estructura dramática deEl BuAladoA. revela la marcada índole marítima de la primera jorna-da : se termina el primer bloque de escenas (v. 1-374) con la doblesalida de Don Juan et de Don Octavio (v. 120 y 365) hacia el marMediterráneo. Luego se desarrolla en una playa de Cataluña un se-gundo bloque escénico (v. 375-696 y v. 855-1045) interrumpido porla descripción hecha en el^Alcázar de Sevilla por el embajador real,Don Gonzalo (v. 697-876). Éste, a las fechorías cometidas por DonJuan en los "remansos morales" de Na'poles y Tarragona, contraponela virtud de la ciudad oceánica y de su justicia, en tanto que elrey de Castilla intenta por vez primera restableuei.- el orden. Enel primer momento de la trayectoria dramática recorrida por DonJuan se equilibran, al parecer, los dos mundos y se soluciona elconflicto originado por el Burlador. En la segunda jornada, única-mente terrestre y casi enteramente sevillana, presenciamos otrointento del rey casamentero para arreglar las cosas; se verificael aparente triunfo de la maldad donjuanesca, la muerte del lusi-tanofilo comendador, la deshonra, también aparente, de su hija.Sevilla, ciudad de la Sierpe, "amargo valle " (II, v. 436); vence a

(7) "Con razón el nombre adquiere / de generoso en Castilla..."•(II, 92-93). Alfonso es el penúltimo rey de una dinastía decadente.

La descripción de Lisboa en 25El Burlador de Sevilla

Lisboa y su "valle hermoso, coronado de tres cuestas" : el comen- 'dador solo salió' al tablado para decir unos veinte versos y morir-se. La construcción convergente de la última jornada reúne, siempreen el alcázar de Sevilla, los mundos marítimos de Isabela y Tisbeay los terrestres de Aminta y Ana. Fracasa una última tentativa ma-trimonial de Alfonso XI, y entonces el mundo sobrenatural personi-ficado por el comendador invade el escenario hasta el triunfo defi-nitivo del embajador de Portugal sobre el Burlador de Sevilla.

Si, después de fijadas las lineas generales de la rela-ción antitética Océano-Lisboa-Comendador por una parte y Mediterra-neo-Sevilla-Burlador por otra, se consideran los detalles de laprimera jornada, saldrán a la vista las diferencias que separanel relato de Don Gonzalo y los dos bloques escénicos antes defini-dos, el de Ñapóles y el de Tarragona. Entre los innumerables para-lelismos y lances contrastados que componen la obra, el papel deembajador desempernado a la vez por Don Pedro Tenorio y Don Gonzalode Ulloa es uno de los mas reveladores. La corte napolitana, unacomo reducción colonial de la corte sevillana, acogió' a Don Juan queofende "su honor" (I, v. 67-92); su tío facilita la huida de quienlogro desvirtuar las "fuerzas, murallas y fortalecidas almenas deÑapóles". Fragilidad del honor y de sus defensas; falsedad y maña,por lo fnenos provisionales, del Embajador de España que hasta dejaacusar a Don Octavio : ambiente de traición y cautela que se oponea la pura atmosfera lusitana alabada por el otro, y verídico, em-bajador de España, cuando regresa de una urbe en que vio :

... una.que. í-itá honAando ¿u. A¿beAa,i¿ pudisAa. honAcui a Empana,y aun zmzfuvi a. tznvila. (v. 768-771).

Luego, en la segunda jornada, alejándose rotundamentedel proceder de Don Pedro Tenorio, el padre de Doria Ana frustrara"el engaño y cautela" que Don Juan querrá repetir en Sevilla consu hija después de emplearlos en Na'poles con Isabela. Finalmente,el comendador de Calatrava, embajador terrenal del rey de Castilla,pintor para él de la ciudad de Dios realizada en la tierra, seconvertirá en embajador celestial frente a Don Juan. Una preguntade Catalindh en el primer convite ("¿es buena tierra la otra vi-da ?", III, v. 565-566) hace juego con una del rey Alfonso dirigidatambién a Don Gonzalo : "¿Es buena tierra / Lisboa ?" (I, v. 715-716). El infernal vino refrigerado con nieve se anunciaba en lanieve de la Sierra de Estrella, golosina de los felices lisboetas;y los manjares del segundo'convite constituyen una version infernaldel "sustento ordinario, / pan, azeyte, vino, y lena, / frutas deinfinita suerte..." (I, v. 844-846) que llegan cada tarde a la ri-bera sagrada del Tajo.

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Providencial opulencia del puerto lusitano ... He aquíotro rasgo característico del universo evocado de Don Gonzalo. Nosolamente difiere de la presumida y algo ridicula riqueza campesinade Gaseno (II, v. 655 sq.), sino también de otro universo antité-tico, el de Tisbea. Ambos se dan a conocer a través de largos par-lamentos muchas veces considerados como "hors d'oeuvre" mas o menosinsoportables. Pero ambos se corresponden perfectamente por su si-tuación en la primera jornada y la sistemática oposición de su con-tenido temático y geográfico y hasta de su estilo poético. Se des-prende del monologo de la pescadora una impresión de mundo diminu-to, mezquino, estéril, imagen de la vanidad del ambicioso ensueñopiscatorio con que trata de conjurar la presencia fascinante delcuerpo y de neutralizar el mundo real, recurriendo según el clasi-co esquema de toda "preciosidad", a la creación de un inmunizadouniverso metafórico. La ribera tarraconense, besada de "fugitivasy soñolientas ondas", con su menuda arena, sólo abriga una humildechoza de pajizos obeliscos, poblados de locas tortolillas; de suargentada costa, recuerdo de la "espumosa orilla / del Mar de Ita-lia" (I, v. 88-89), no sale mas que un pequenúelo esquife que peinala cabeza de un mar siempre amenazado de los piratas; allí la pes-ca no proporciona más que necios pececillos y pequeños moluscos.En cambio, la Lisboa de Don Gonzalo es puerto libre de arenas,grande (I, v. 724, 736 sq., 742, 752, 761), riquísimo (I, v. 802);acoge infinitos navios y es teatro de pescas milagrosas (8). Lacabana que guarda el quebradizo vidrio del honor de Tisbea, reme-do de los castillos del honor que asóla Don Juan, es irrisoriadefensa comparada con los edificios de Lisboa, máquina insigne ysoberbia (I, v. 750 y 773). El "vendaval" donjuanesco la reduce apobres paredes desparcidas, "heridas del viento vitorioso" (III,v. 363) y pobladas de graanadoras .aves.

Tirso describe estos escenarios y los lances en ellosocurridos con intencionados elementos expresivos. A las fórmulascristianas de la perfección de Lisboa (9), Don Gonzalo añade doshipérboles sacadas de la antigüedad greco-latina. Lisboa "pereceuna gran ciudad / adonde Neptuno reyna" (I, v. 736-737); su Pala-

(8) Tienen un sabor bíblico los "copos del pescado bullendo entrelas redes", así como el mercader que "mide el dinero a fanegas".

(9) "Sagradas riberas", "católicos y cristianos", "diez Romas ci-fradas", "justicia tan recta", "llagas que ... dio la Magestad in-mensa ..." (I, v. 726, 747, 762, 767, 821...).

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ció Real es "edificio de Ulises" (I, v. 815). Neptuno, duefio dela Atlántida, tierra riquísima y maravillosa, poblada de soberbiosedificios; Ulises, héroe sin par de la Odisea y símbolo de sabidu-ría; ambos, aliados contra Troya antes de enemistarse a raíz de lamuerte de Poli femó. Ahora bien; es patente la relación entre Tisbeay Troya, entre las Troyas vulnerables del honor y el Burlador deSevilla, nuevo Eneas y nuevo Héctor. Neptuno y Ulises quedan ajenosal mundo tramposo del mar de España. Más aun, la benéfica bonanzade las aguas oceánicas favorece cada tarde el tránsito de milesde barcos y ve "enhiestos", hasta que tocan en las estrellas, losmástiles de las naves de la conquista; mientras que el "robustomar de Esparía" (III, v. 342 sq.), teatro en dos tardes de los dosnaufragios de Don Juan e Isabela, es un mar de temporales y esco-llos, en que se hunden los navios "pabones" que solo dejan al vien-to la gavia, de los locos morada (I, v. 496). Mar peligroso, estambién un mar maldito. A causa de sus "desconciertos" e "injurias"(I, v. 539; III, v. 377), Catalinón y Tisbea le dirigen una impre-cación heredada de la poesía antigua en que entra de nuevo la mi-tología en las alusiones a los Argonautas. Antojo de Medeo, losbarcos, "quebradizos maderos", le sirvieron a Jasón, como a Eneaspara robar el honor de Dido, para surcar el amargo cristal delmonstruo arrogante de los mares no oceánicos, también escenariocauteloso del robo de la hermosa Europa.

Las primeras víctimas del Burlador abandonan pronto lasriberas mediterráneas para encaminarse hacia el juez supremo delreino. "Peregrinos, miseros y desterrados", penetran en las tierrassevillanas, mansio'n del Rey y de la Corte, residencia de Doña Ana,patria de Don Juan, capital en fin, bajo cuya juridiccion caen-elpoblado de Dos Hermanas y el condado de Lebrija. Como ya indicoA. Soons, los aspectos miíltiples de la ciudad bética contrastan conla Lisboa terrestre donde habita toda equidad. Es patente la dis-tancia entre la ideal justicia absoluta de la ciudad del Tajo y losacomodaticios arreglos de un rey casamentero, cuyos privados de-sempeñan tanto papel, con ser "comprehendidos en el delito" (III,v. 731). Sola la muerte de Don Gonzalo mueve al rey a mayor severi-dad; por única vez, pronuncia una condenación inapelable contraquien mato' a una "persona sacra", para cuya memoria manda labrar unsepulcro semejante, en su boato, a las casas perpetuas de los reyesy reinas católicos y cristianos de Portugal (I, v. 747 sq.). Parececomo si el embajador y su halo lusitano condujeran a mayor virtudy quedarán fuera del alcance del mal y del pecado. Por otra parte,la trayectoria facinerosa de Don Juan sigue un gradación ascendien-te, según se desplazan los paisajes dramáticos hacia el Oeste, ha-cia la capital oceánica : traiciona una amistad reciente en Ñapó-les, la hospitalidad de una pescadora en Tarragona; una amistadantigua y una promesa en Sevilla, la hospitalidad y el sacramento

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del matrimonio en Dos Hermanas. El único fracaso del Burladorlo provoca la Cínica mujer de la comedia que participo' de la embaja-da en Lisboa, y conserva por lo tanto algo de su sagrada inmunidad.Lisboa queda fuera del alcance de Don Juan y de los Sevillanos. Lodan a entender también los juegos de palabras que inician la des-cripción dialogada de otro ambiente urbano, el de los malos barriosde Sevilla (II, v. 457-463). Los dos guasones, el Marqués y DonJuan, sólo pueden tener una visión caricatural y degradada de laverdadera Lisboa. Los lupanares béticos se pueblan con elementosportugueses corrompidos y desterrados, desde "Adán envuelto enportugués" (II, v. 465) hasta "la cera de Portugal" (II, v. 478).Allí, Evas con nombres de posible consonancia portuguesa (Inés,Beatriz, Costanza) constituyen una fauna acuática que es transcrip-ción paro'dica de las riquezas pesqueras de la costa atlántica. Elterrero de Sevilla (10), lugar de citas y galanteo, no tiene nadaque ver con los "Terreiros do Paco" o "do Trigo" aludidos por eladmirativo Don Gonzalo. Además, la fama de Sevilla reside esencial-mente en sus mujeres (II, v. 61 y 95-104) y no en su papel políti-co, militar o económico. Constantemente hermanada con Na'poles, laSevilla del Burlador no ostenta la sana opulencia de Lisboa; hastasus campesinos hacen excesivo alarde de sus cosechas (III, v. 675-688), o se dejan seducir por falsas joyas.

La intrincada red de relaciones establecidas entre el re-lato de Don Gonzalo y varios de los elementos básicos del dramapermite ahora rechazar los juicios en su mayor parte desfavorablesde la crítica anterior y penetrar mejor en la técnica de creacióYidel ambiente dramático de Tirso. La funcio'n dramática del paisajelisbonense en EZ BuA.Za.doA. refuerza la opinión de D. Rogers de que"El Burlador es la version mucho menos bien conservada de un dramamejor" (11). Basta leer la aún más larga evocación de Sevilla en

(10) S. Maurel subraya (£.£., p. 241) el papel del terrero como"lieu géométrique des aventures galantes" en la mayoría de las come-dias de Tirso.

(11) "Fearful symmetry : the ending of El Burlador de Sevilla'? BHS,XLI (1964), 141-159, citado y traducido en la página XXXV del librode X. Fernández (nota siguiente).

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el Tan ZaAgo (12), para darse cuenta de que se trata de un prospec-to digno de cualquier subsecretaría de turismo que. pudiera valer-se de un poeta ramplón. No es más, ni menos, a mi parecer, que lamediocre transcripción en versos de una guía de forasteros o dealguna compilación histo'rico-geográfica sobre Sevilla. Después deunos detalles sobre los orígenes lingüísticos e históricos de laciudad, la descripción se desarrolla segtín un esquema casi exclu-sivamente topográfico, en un recorrido desde el exterior (murallas,río, arrabal, Torre del Oro) hacia el interior (Alcázar, principa-les monumentos, calles céntricas), para terminarse con algunas no-taciones pintorescas sobre la población y las costumbres de la ca-pital. Nada de la ordenación jerárquica del relato de Don Gonzalo;nada tampoco de su coloración divina. Al contrario, se nota unambiente marcadamente profano hasta en la evocación de los monu-mentos y ceremonias religiosas en que las proporciones espectacu-lares y vistosos gastos más se alaban que el celo y fervor. Elanciano comendador pintaba a una Lisboa antigua, símbolo de la Edadde Oro; el joven Don Juan representa para su joven amigo Octavioa la Sevilla moderna del Siglo de Oro, cabeza de América tan atrac-tiva por sus riquezas y encantos como peligrosa por sus engaños.Lo que enlaza las varias partes del razonamiento de Don Juan sonlas mujeres (II, v. 175, 190, 230, 300, 316, 352 sq.), las mujeresque elogiaba Octavio un poco antes (II, v. 89 sq.) y serán blancode los chistes del Marqués y del propio Burlador en la escena pos-terior. Si bien, según afirma A. Sloman, es perfecto el engranajemental de la descripción de Sevilla con su contexto, al mismotiempo es evidente su escasa utilidad dramática, máxime cuando sela coteja con la eficacia de la materia de Portugal en E¿ BuAÍadoA.

(12) Edición de Xavier A. Fernández, Revista Estudios, Madrid, 1958,jornada segunda, v. 119-379, p. 30-36. Para mí, no hay duda de quetanto la descripción de Sevilla como la de Lisboa tienen fuentes li-brescas, aun desconocidas. (Véase la observación de X. Fernandez,p. 125, acerca del autor moderno del verso 126). Lo confirma, paraSevilla, la extraña mitología del fundador de la ciudad : He'rcules,hermano de Osiris, que no es pura fantasmagoría, como cree X. Fer-nández, sino personaje de una tradición recogida por El Brócense en sucomentario a la estrofa 272 de El laberinto de Fortuna : "La ver-dad es ésta : que en el ano del mundo 2169, GerióVi reind" en España.,y matóle Osiris, egiptio. Tras él reinaron sus dos hijos dichos Ge-riones, a estos mató" Hercules Libio, hijo de Osiris, nieto de Chany bisnieto de Noé. Y este Hércules en ganando a España la dio aHíspalo, ."(clásicos Castellanos, 119, p. 138).

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Construcción floja en el Tan LaAgo, estructura densa yapretada en El BuAladoi, en que no hay elemento sin valor funcionaltenemos un caso ejemplar de lo que podría llamarse la técnica tir-siana del fondo. No es el único en el teatro de Tirso. Otros rela-tos hay, generalmente descartados como pegotes insulsos o par-lamentos inutiles, pero que, sin ofrecer el grado de virtuosismode la descripción de Lisboa, resultan sin embargo harto significa-tivo de la pericia del Mercedario. Se trata de la "defensa deDio" en F-icaAmiznto-i paAa el cueAdo y de"la vida del Conde Don En-rique" en Leu Qiu.ncu> de. PoA.Ú.iga¿ (13). De ambas relaciones escribeS. Maurel (o.c, p. 362) : "La part que Tirso fait à ses sources

la confusion de Tirso entre Don Manuel de Sousa Devora y DonManuel de Sousa Sepúlveda, precisa dicho crítico (£.^., p. 366) :"Si Tirso a mis tant de soins à souligner l'héroïsme de son per-sonnage à l'occasion du siège de Dio , c'était pour mieux mettreen relief ses faiblesses". Estas afirmaciones de S. Maurel no de-ben rechazarse del todo, pero si completarse y rectificarse, a laluz del estudio, no de las fuentes de la obra, sino de su tema.

Fuera de los detalles numéricos y estratégicos que con-fieren a la narración su aliento épico (14), lo que más interesa enella es la paulatina revelación de la personalidad de Manuel deSousa a través de sus hazañas militares. A su valor indudable seunen un orgullo extremo, una total ausencia de piedad y una insa-ciable codicia. Se muestra cruelmente vengativo al gozar con sa-dismo de la matanza de los enemigos (p. 222b) (15), al no perdo-nar la vida de los indefensos paisanos (p. 222b y 233a) :

(13) Obras dramáticas completas, Aguilar, segunda edición de 1968,tomo III, p. 221-260 et p. 1321-1356. La toma de La Mamora, relata-da por el Alférez en Marta la Piadosa, se estudiará en un trabajoaparte.

(14) Véase el empleo hiperbólico de las cifras en la descripción deLisboa y en la toma de La Maraora.

(15) Los subrayados son míos. Véanse otros ejemplos de goce sádicoen El Condenado por desconfiado y en Vida y muerte de Hérodes(S. Maurel, £.£., p. 533 y 325-326).

La descripción de Lisboa enEl-Burlador de Sevilla

ni la inoczncia pu.ZAis.ia,. poAqaz igualmzntz la ixani la dzcAzpita. plata, ... poAtuouzia. anadio a TAoyani zl -óexo hzAmoio quz pAiva ¿ino taU>timu>, ctnizcu,.dz lai aJimcu zl ¿WIOA SatÍA¿izo ¿a haxnbfiz zly vzncz la. coAtziia, como -OU ¿zd, la codiciaadmitió'¿>u¿> pAivilzgioi; con. loi Kobadot, dZApo¡o¿>

Después del fracaso del sitio de DÍO por el Baja de Egipto, reanu-da con sus sangrientas demasías ("veinte mil le degollamos", p.225a) y termina su auto-alabanza por un inaudito ejemplo de esfuer-zo portugués :

Solo digo quz hubo e-ó̂ ueAzo[zl ánimo ¿¿¿atina)dz poAtuguti quz, {,altandola munición, -óe dzAAibaloi dizntZA con zl cañón,[z¿> loca la. valzntia),matando a tuAco poA dizntz. (p. 225a) (16)

A pesar de su esfuerzo y lealtad de soldado, pese a su católicadevocio'n (17), Manuel es ma's bien un tigre cruento y codicioso.Su actitud contrasta radicalmente con la de los demás personajesde la comedia. Desde el punto de vista político, el viejo gober-nador Garcia de Sa' es un jefe pacífico que intenta convertir alos infieles (13). Por otra parte, desde el punto de vista delhonor, Manuel se porta como un cobarde que abandona a Dona Mana

:(:16) En este parlamento abundan las palabras :que traducen el te-mor del enemigo (p. 222 : "temeroso", "cobarde", "temeroso"; p.224 : "cobarde") y el valor de los portugueses (p. 224 : "animoso","valor", "valor", "valentía", "hazañas", "temerario", "ejecutivo","valentía", "valor"; p. 225 : "a'nimo", "hazañas", "valentía", "va-leroso", "hazaña", "valor").

(17) P. 225a : "Recogimos los despojos; / y con fiestas y alegrías/en procesión venerable / dimos las gracias debidas / a Dios y a suMadre intacta".

(18) P. 225a : "... que mientras reino conquisto / en paz, tambiénsabe Cristo, coronas a su ley dar".

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y a su hijo Diaguito. Es un hombre que "olvidado / de obligacionesde amor, / cuando profesa valor, / su valor ha amancillado."(p. 227b). Además repite su infame alevosía en el momento precisode su mayor brío militar, en los días de la batalla de DÍO. Pro-fanando los derechos de hospitalidad, "de la belleza rendido" y"sin resistencia al valor"(p. 234a), obtiene de Dona Leonor"conyugales permisiones". Entonces, su propia crueldad le impideimaginar el posible perdón del padre de Leonor, García (19), y lelleva a pronunciar contra sí mismo rigurosísimas maldiciones queson el primer anuncio del desenlace y se repetirán en boca deMaría (p. 245). En ellas ya están presentes los tigres que seránprecisamente los verdugos de la última jornada. Una vez más, laspalabras de Manuel chocan violentamente con el admirable monólogodel gobernador que cabría copiar enteramente (p. 237 y 238). Entreel "honor de Portugal" (o sea "la ira portuguesa" de la página 223a,o la "venganza portuguesa" de las páginas 234a y 241a) y "el amorde Portugal", es decir la clemencia, prudencia y cordura, escogeéstos el afrentado padre, da'ndonos la clave para entender el primertema de la obra, el tema de la inclemencia y del perdón :

Ve.no.anza : -io'lo ¿OÍA vo-ó <u> mala temeridad;Ity del nundo Ain pAudtnciaj AÍQOA, (¡ÍIOA embotadley di VÍOA AOÍA voA,cle.mencia, y adquixid con mí mudanza,y yo el juez entxe la-i, do-i. no la honAa en la venganzaSeçuiA al nundo y no a VÍOA AÍno la honAa en la piedad.

(p. 23Ba)

Un momento después proporcionara la clave del segundo tema, el t e -ma del verdadero valor. Declarara' a Manuel,echado a sus pies :

UejoA AabeA de.lo.ndoA TAiun&a de ti una mujeA,caAtilloA que. inclina.cíoneA, ¿y hacej, de tAiun&oA alaAdz?.vencoj, bóxbajiai, naciones ¿... pata lo-i demeii valientey no te. ¿abu venceA. paAa ti miento cobaAde t

(p. 238b)

De golpe asoma por entre las peripecias de la intriga uno de losproblemas centrales del universo dramático de Tirso, que se enlaza

(19) P. 235a : "Don García es riguroso, / la vejez es siemprecruel, / ... siempre es vieja la cautela, / como el delito cobarde".

La descripción de Lisboa en ,,El Burlador de Sevilla

perfectamente con lo que llamé la dialéctica del temor y de la te-meridad en Et BuA-iadosi. Efectivamente, Manuel de Sousa y Don Juanpresentan unos rasgos comunes. El falso héroe de Dio manifiesta ex-cesiva confianza en la providencia divina (o en la fortuna) (20).Cree que se puede aplacar la ira de Dios "con caricias y agasajos"(p. 253b), es decir con oraciones y limosnas que desdicen con suconocida fiereza codiciosa. A su fe ciega sin obras, se añade unaconfianza exagerada en su valor ("Brazos tengo, Manuel soy".jp. 256a), que se traduce en una trágica ausencia de energía, ima-gen de su irresponsabilidad fuera del campo de la batalla (21).Muy alejado del valor, brío, esfuerzo, ánimo de Leonor-leo'n, secree víctima del hado (p. 255a, 257a); va repitiendo su leitmotiv :"escoja la suerte mía / de dos daños el menor" (p. 234b, 253b,255a) hasta llegar a la supçema indecisión que le impide salvar asu mujer y / o • a su hijo. El mismo viene a ser tigre de sus másqueridas prendas. Su cobardía desemboca en crueldad. De nuevo inte-resa cotejar esta inclemencia del verdugo de sí mismo con la acti-tud de Garcia de Sá. Este, después de la repetida traicio'n del fe-mentido Manuel,acude a la llamada "solución de violencia", es de-cir a la venganza. Decide castigar al raptor de su hija con la ayu-da de Don Juan de Mascarenas que le ofrece su brazo para restaurarsu honor. Llevado de la "ira de un portugués" (p. 246b), el jovenmanifiesta un verdadero valor, encaminado a un fin generoso; merecefama eterna, "que el restaurar un honor / más vale que mil victo-rias" (p. 247a). "En el teatro de un cadahalso", la venganza sehará justicia o castigo (22), hasta tal punto que desea García sal-var a los dos amantes para condenarlos mejor. Sin embargo, cuando

(20) p. 250b :"Dios en nuestro amparo vaya"; p. 254b : "Dios nosdará embarcacio'n. . ./ ... no ha de ser todo rigor..."; p. 255a :"Dios, mi bien, lo hará mejor".

(21) El paralelismo entre las. cifras del sitio de DÍo (de quinien-tos soldados sólo quedan treinta) y las de los últimos supervivien-tes de Etiopía (de quinientos, solo quedan ciento, p. 253a, o cien-to treinta, p. 255b) revela la impericia de Manuel como jefe.

(22) La observación de S. Maurel (£.£., p. 441) de que García sediferencia de los padres o maridos calderonianos (y por lo tantoTirso de Calderón cuando estigmatiza el código del honor), sólo va-le para la segunda jornada. En la última, Manuel imposibilita laclemencia por ser adultero (p. 244b, 245b, 247a...), lo que nuncase perdonaba en la comedia del Siglo de Oro.

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descubren su muerte a manos de los cafres y de los tigres, lloranlos piadosos corazones de García, María y Don Juan, para que espec-táculo tan triste "sirva en la compasio'n / de E-ócaAm-tenío-ó paAa. zZcufido". Lejos de la crueldad, el auténtico valor se hermana con lapiedad.

Este rápido análisis de E¿caAmL£n£oA muestra como unarelación aparentemente ajena a la obra en el nivel de la intrigase encaja perfectamente en la estructura dramática en el nivel deltema, el más frecuente quizá del teatro de Tirso, o sea el temadel valor. Vuelve a tratarlo el dramaturgo en una de sus últimasobras, Ldi Qu¿na¿ de. PoA.tu.gat, en que nos ofrece nuevo planteamien-to a través de las heroicas aventuras de Alfonso Enríquez, primerrey lusitano. S, Maurel (o,_c., p. 157 y 158)estima que en estacomedia "le long récit au cours duquel l'ermite Giraldo résume lavie et l'oeuvre du premier Comte de Portugal, Don Enrique ...n'est en définitive q \i 'un hors d'oeuvre". Creo todo lo contrario,si bien puede parecer algo burda la trabazón del relato con el ar-gumento. En el sermon del ermitaño se encuentran dos elementos bá-sicos que facilitarán luego el desarrollo entero de la comedia. Enun primer nivel, "la senectud prodigiosa y venerable" del ermitañorepresenta para el joven Alfonso el pasado, cuyo valor ejemplar seejerce de dos maneras. Primero, por su vida propia, cuyo relatoenmarca la historia propiamente dicha de Enrique y se mezcla cons-tantemente con ella, Giraldo insinua en el alma del mozo el idealde la milicia (p. 1325a), sea la milicia "material" o "terrestre",sea la "milicia del alma" (p. 1324a). En segundo lugar, al recordar-le las hazañas de su padre, le proporciona al joven dos ejemplosque meditar. El uno es positivo : "Giraldo insiste^en el origen delà familia, que es la Casa de Borgoña, y en el carácter de elecciónque a ella se atañe; asimismo describe larguísimamente la actuaciónde Enrique como cruzado, hasta trastornar, por pluma de Tirso, lacronología y verdad histórica, según la pertinente observacio'n deS. Maurel (23). El otro es negativo : cuenta las flaquezas del Con-de de Portugal "divertido / en los amores ciegos de una dama", yfinalmente castigado por la ejecutora muerte, cuyo retrato puede

(23) £.•£•' P- 15^ : " T i r s o a voulu faire de la participation du Com-te Enrique à la croisade sa grande prouesse et le point de départde la création de la monarchie portugaise; voilà pourquoi il réuniten un seul les deux témoignages d'estime et de reconnaissance quelui rendit le roi de Castille, pour donner plus d'éclat à la nais-sance du royaume portugais".

La descripción de Lisboa en 35El Butlador de Sevilla

verse en el propio Giraldo, imagen de "escarmientos que medrandesengaños". En un segundo nivel, las expresiones hiperbólicascontenidas en este cantar épico participan de dos mundos antiguosy míticos : el de la Biblia, con la descripción de Jerusalen, fun-dada^ por Melquisedec (p. 1325b), la comparación de Enrique con Sa-lomón (p. 1326b) y la detallada evocaciriVi de las reliquias (diade-ma de Cristo, sandalia de María, toca de ̂ Magdalena) ; el del mundogreco-latino, con la consabida designación de Lisboa como ciudadde Ulises, lo que invita al heredero del conde a portarse como elhéroe griego y abandonar a su Circe, Dona Elvira Gualtar, huyendode la infamia de'Alcides con su Onfale (p. 1326b).

Si se estudia ahora la incidencia de los elementos pre-citados sobre el conjunto de la comedia, se ven a las claras lautilidad y funcio'n dramáticas del relato de Giraldo. Se verifica,a raíz de parlamento del ermitaño, la conversio'n de Alfonso queafirmara, a lo largo de la obra, ser heredero de la Casa de Borgo-ña y, por consiguiente, destinado a la realeza (24). El jovenconde abandona la milicia de la caza, o sea la milicia del ocio, pa-ra acogerse a la milicia terrestre, primera etapa hacia la "mili-cia celestial (25). En fin, escoge renunciar a la hermosura que leenvenena y huir del ocio dos veces condenado por Giraldo (p. 1325ay 1326b). A modo de contraste, Ismael, y con él toda la intriga se-cundaria, sirven para realzar la conducta del nuevo Alfonso : eljefe alarbe, cuyos bárbaros "descuidados tiene el ocio" (p.1330b)actúa vencido del amor. Su único Dios es su dama (p. 1329 a y b, y

(24) p. 1328a : "Esto, vasallos, desea / vuestro conde, vuestro in-fante, / sucesor de Enrique y nieto / de Alfonso Rey". Y tambiénp. 1331a, 1335a, 1336b, 1340a...

(25) Contrariamente a lo que sugiere S. Maurel (o.£., p. 497-498),no creo que la caza sea aquí una imagen de los extravíos de la pa-sio'n. En efecto, Giraldo contesta a Alfonso : "Son honestos ejerci-cios / los que imitan la milicia, / ensayando entre las fieras /burlas que ensenan las veras." (p. 1324). El propio Alfonso seguirácazando, sólo que mudará el objetivo : "Si hay moros,^para quéfieras ?" (p. 1327b). No son cosas opuestas sino puestas en diferen-tes niveles. Véase también el "cazador mayor" defensor del honor enEl Pretendiente al Revés (Aguilar, tomo II, p. 240) que invalida lageneralización propuesta por S. Maurel cuando sugiere que la caza

es trampa o imagen de las trampas de amor.

36 Marc VITSE

passím ); se pone loco por un guante (26), y confiesa ser esclavode la cristiana y leona Leonor, por lo que se dirige fatalmentehacia su fracaso. Al contrario Alfonso merece ser igualado con Uli-ses; para alabar el valor portugués, Tirso se vale de un sinnJmerode apellidos heroicos sacados de la antigüedad pagana (27), aunqueuna vez los aplica también al propio adalid árabe (Ismael es "Mar-te español" y "competidor de Alcides", p. 1336a). Si Tirso utilizaapelaciones greco-latinas para exaltar el esfuerzo de los heroicosportugueses y a un tiempo el brío del infeliz amante mahometano,es que se trata de un valor épico casi idéntico en cada campo yque se sitúa en el nivel terrestre. Pero, para el solo Alfonso,acude luego al mundo bíblico que le permite, conforme se va desa-rrollando la santa epopeya, identificar la obra del portugués conel combate perpetuo del pueblo elegido del Antiguo Testamento. Is-mael, competidor de Mahoma, se convierte en heredero de los enemi-gos de Israel :

¡ Oh, bÓAbaAo dzACAzído -óa esclavitud e-6 tu hzAZnciaque., dZAC.tndie.ntz dz AgaA, pae-ó zlla. lo ¿uz dz AbKahán !

(p. 1353a)

Entonces adquiere su pleno sentido el relato de Giraldo, cuyo pa-pel se confirma con su segunda salida a escena (p. 1346). La cruza-da y el viaje a Tierra Santa enlazan los triunfos bíblicos con eléxito portugués por encima de las traiciones de "la vil sinagoga"y del "pueblo fementido" (p. 1348a y b), superadaspor el sacrifi-cio de Cristo en la ciudad que "creyéndola diamante, / Melquisedecfundó" (p. 1325b). Alfonso que recogió'la herencia terrestre delabolengo borgonés y real, aparece ahora como el elegido de la"omnipotencia monarca" : será, con el escudo paterno (p. 1328a),nueva Judith contra Holofernes (p. 1331a), para convertir a Santa-

(26) Alfonso, por su paite, se quitaba significativamente los guan-tes en las primeras escenas con Brito (p. 1322). La presencia reite-rada de los guantes a lo largo de la obra (p. 1322, 1327, 1329,1331, 1335, 1337, 1338) tiene relación de oposición con las reli-quias de la Cruzada.

(27) Alcides, ya librado de Onfale (p. 1346b); Hercules (p. 1336a,1353b); Viriato (p. 1331a, 1336b); Anibal (p. 1353b, 1355b); Semí-ramis y.Minerva (p. 1353b); Marte (p. 1355a); Muma (p. 1355b);César (p. 1331a, 1336b).

La descripción de Lisboa en 37El Burlador de Sevilla

rem en Sion, "si fue Babel" (p. 1332b); sera David portugués(p. 1334b), Moisés en la oración y Josué con la espada (p. 1334b);luchará contra Ismael-Nembrot y sus "mosquitos de Farao'n" (p.1336a).A partir de la segunda escena de la última jornada, Tirso multipli-ca las alusiones y simbolismos bíblicos para subrayar la índoleexcepcional del valor de Alfonso. Ya, desde el principio de la jor-nada anterior, les extrañaba a sus companeros la mezcla de sus vir-tudes. Ahora, antes de la batalla de Ourique, opinan que Alfonsose vuelve loco y temerario porque quiere acometer ciegamente alingente ejército infiel :

Te.ntaA a P-to-ó no e¿> coAdwia. piteó a.bíUcoA mlta.gA.04 IOCUAU ... mii> VCLJLOK zi

(p. 1344b)

El excelso conde se queda solo, abre varias veces la Biblia paraaconsejarse con el libro santo, y descubre para sí y los dema'scombatientes un.valor nuevo, sobrehumano, una como temeridad divi-na mas alia' de la terrestre prudencia :"¡ Oh profeta, rey, maestro/de la milicia mayor, / vos nos quitáis el temor !" (p. 1345b). Al-fonso imitará las hazañas de Gedeo'n, Sansón, Abraha'n; segara' lacizaña mahometana (p. 1354a). Al final, después de la victoria, da-rá a Dios las gracias, yendo a "la mesa del maná, / ... donde entrepuros viriles / la fe nos muestra al Isaac / de su padre sacrificio"

A partir de los datos precedentes, quisiera para terminarofrecer tres sugerencias acerca del arte de Tirso, de su geografíaescénica y del sentido posible de ésta dentro del sistema de sig-nos que constituye su lenguaje o universo dramático.

1) "La prétendue maladresse de Tirso" (S. Maurel, .o..ç-,p. 273). El escrutinio escrupuloso del .contenido temático y metafó-rico de la relacio'n de Giraldo introdujo a una comprensión, queespero mas exacta, del tema de la comedia y de su unidad de estruc-tura. No es Leu Qulncu de. PoAtugaX una obra maestra de Tirso; perono merece tampoco la nota de simplismo que le echa S. Maurel (JJ.C,p. 273, nota 40) : "Cet aspect simpliste du mélange du profane etdu sacré ..., on le retrouve dans la 'comedia' tenue pour la derniè-re de Tirso, ... où les amours du roi Maure Ismael avec la bellechrétienne Leonor se développent parallèlement à l'accomplissementdu destin édifiant du premier souverain portugais". Como la descrip-ción de Lisboa, como la>.TeJ.acioh del sitio de Dio, la intriga secun-daria de los amores de Ismael se integra, a modo de antítesis, ala demostración del valor crítico y ultraterreno de Alfonso; pare-cidamente, el sermón inicial del ermitaño funciona como abertura

38 Marc -VITSE

que crea la tonalidad general y provoca, al par que contiene, eldesenlace. No pienso que "les lois de ce théâtre doivent être re-cherchées en dehors de toute exigence de perfection formelle"(S. Maurel, ibid.); veo al contrario en Tirso un artífice muy cons-ciente cuyo simplismo estético nace mas bien a veces del deseo desimplificación de los críticos.

__ 2) "Menosprecio de Corte y Alabanza de Aldea"(S. Maurel,JD^C. , p. 504 sq.). Idéntica simplificacio'n se percibe en la exce-siva reducción al escueto esquema de fÁzno¿pAZc:¿o de. CoAtZ y Ala-banza. de. Mdza del decorado básico del teatro tirsiano. Verdad esque la clasica oposición entre la virtud del campo y el vicio dela ciudad se encuentra en la mayor parte de sus comedias. Sin em-bargo hay excepciones que invalidan el sistema y reclaman más in-vestigación aún. En El BuAladoA, las torpes ciudades de Ñapóles ySevilla y los poco virtuosos campos de España, en una palabra lascortes y aldeas hispánicas se oponen a la Corte y campiña lisbonen-ses. Análogamente convendría examinar de nuevo las relaciones dela pareja corte-aldea en gran parte de las comedias donde apareceel disfraz a lo villano o a lo pastoril. Nada tan revelador aeste respecto como La {ingida kAcadla (Aguilar, tomo II, p. 1390-1431), en que Tirso desprestigia la idílica ilusio'n pastoril yel ideal de la vida aldeana. A pesar de las repetidas afirmacionesde los protagonistas^(28), la Arcadia de Lucrecia y Felipe no esmas que "famosa maraña" (p. 1416a) que transforma el valle del Poen une "Creta aldeana" (p. 1417b), hermana de la "Creta encantada"del Madrid tirsiano (S. Maurel, _o._c., p. 513). El mismo Tirso dala clave de su interpretación del tópico del Meno¿pAZCÁo ... conla fábula del señor que, en invierno, pasea por las calles desnudoy helado para apreciar mejor el calor de su cama "sazonado por elcalentador" (p. 1394b). Felipe explica luego a la condesa el senti-do del cuento :

Va que. 4u zxo.eJLinc.ia. ¿abe. y -iabAale. olla' rncii bidntanto de. CoAtz y gAandzza, eZ tAato y Aobexbla AZal,PAue.be. aquí vuzitÁa llaneza quz quizn no ha pAobado zlnúi humana y mzno-i gAavz mal [AAcadiaj

poco o nada estima zl bizn.[Co-tíe]

(28) "¡Ay, quién transformar pudiera / vida y traje cortesanol"(p^ 1393b). "En las cortes vive el vicio, / y en el campo el desen-gaño, / la sencillez viste paño / si sedas el artificio" (p. 1394b)

La descripción de Lisboa en 39El Burlador de Sevilla

L'a "alabanza de aldea" conduce en el teatro de Tirso a mayor y me-jor estimación de la ciudad, de esta ciudad o villa que suministrael público de la Comedia. Lo confirma el vibrante y de ningún modoambiguo elogio de Madrid que encabeza La, &¿ng¿d(i ÁAcadÁM. (p. 1391a):en la villa y Corte se juntan campo y frutos, ciencia, cortesía,hermosura, valor, ventura, religion, rey; Madrid es capital"dignade España", "madre benigna del mundo". Ma's aún, el encomio perpe-tuo dirigido a las ciudades ibéricas, cuando Portugal y Españaformaban una sola realidad política, responde a la misma intenciónideológica, la de un dramaturgo urbano del siglo^XVII. Dramaturgoque supo lisonjear el irrealismo del pueblo español de aquellaépoca, exaltando sus escasas hazañas (toma de La Mamora, en UoJita.la. Viadora.) y sus decadentes ciudades en el marco decididamentea-trágico de su feliz universo dramático.

3) La geografía de Tirso. Por consiguiente, hay que mirara los lugares escénicos de este teatro atendiendo a su valor signi-ficante dentro del lenguaje particular a cada comedia por una par-te y, por otra, en el conjunto del "sistema de signos" que expresael universo dramático tirsiano en su conjunto. Después de recogerlos datos esenciales del realismo geográfico de las comedias deTirso. S. Maurel pregunta y contesta a propósito de El VJiZte.yidie.ntQ.aZ -tevéó 0o.£., p. 210) : "Sommes-nous en France ou en Espagne ?Question impertinente. Nous sommes au théâtre." Contestación adecua-da si quiere uno fijarse en el valor documental o costumbrista deuna comedia (29); también si quiere otro, como S. Maurel, atribuira estos elementos veristas el papel de crear una "ilusión de rea-lidad" al lado del universo quimerista de los enredos tirsianos.Pero formulación algo inexacta porque confiere a la geografía unvalor solamente extradramático a modo de revelador fotográfico.

Para mí, al contrario, el elemento geográfico muchasveces participa directamente del lenguaje drama'tico. El Portugalde El BuAladoi funciona como país ideal y comarca virtuosa en algu-nas que otras comedias de Tirso : idéntico papel desempeña Esparíafrente a Italia en La (¡¿nglda kKCOÁXjx, y lo español de ciertoshéroes tirsianos (El ce.-£o4o pJiu.de.nte.) que residen en tierras extran-jeras (Alemania, Bohemia, Hungría). Finalmente,la relación signifi-cante de varios lugares geográficos puede establecerse entre dife-

(29) Por ejemplo, la materia de Portugal se ha estudiado con pocoprovecho para intuir el universo de Tirso, en un sinnúmero detrabajos, como los que M. de Sousa Pinto, Bl. de los Ríos, E.Morby, R. Cantel, J.M.Viqueira, E. Cotarelo, A. Castro, etc.

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rentes ciudades del mismo pais, como en El Amo-t méd-cco : aquí, laToledo de los Reyes Católicos, centro del amor eterno a lo antiguo,es teatro de los amores angélicos e inocentes del protagonista.Sevilla y Coimbra, modernas capitales del amor al uso, le ofrecenluego unas hermosas tapadas. Descendiendo de la "superior yv parasiempre olvidada jerarquía" de la Imperial Toledo, Don Gaspar, cualgato escaldado va buscando por las márgenes del Betis y del Monde-go un "despique" (p. 998b), una contrayerba : para él también es elAmor médico.

"Pues sepa Vuestra Merced que las descripciones son muyimportantes ..." Frase de Lope, que, a través de la experienciateatral de Tirso, ha de encontrar un eco múltiple en la obra delúltimo gran dramaturgo del Siglo de Oro, en el Calderón de Ato OLQKCWÍO, aíQXíta. venganza, por ejemplo, en que "un autor cas-tellano muestra como la virtud portuguesa supera la falsedad yblandura castellanas." (30)

(30) E.M. Wilson : "La discreción de don Lope de Almeida", Clavi-leno, 9 (1951) , y. 2.

NOTA FINAL• - Escrito en septiembre de 1972, este trabajo quedo'sepultado en los cajones de los editores de un malogrado homenajea un gran hispanista de España. Creo todavía útil publicarlo hoyporque su enfoque y conclusiones difieren mucho del estudio inte-resante, aunque muy desigual, de R.T.Horst : "The loa of Lisbonand the mythical substructure of El Burlador de Sevilla", BHS, 5O,(1973) , 147-165.

Debo añadir, sin embargo que mi artículo anterior citadoen la nota sexta ya no me parece del todo pertinente. Estudiandoel tema según criterios morales abstractos y ajenos a la misma obra,desvirtué parcialmente su rica complejidad. Hoy día, más sensibleal movimiento dramático y al trasfondo sociopolítico e histórico(interno y externo) de la comedia, diría en breve lo siguiente :Don Juan es un personaje feudal atrasado, un reconquistador nacidocuando ya se cerró el horizonte de Castilla la ancha, un adalidmañ'oso sin más moros que las mujeres, y con un concepto esencialmen-te físico de la justicia y del valor. Traspuesto en el contextodel siglo-XVII, es un joven y muy brillante aristócrata que rehusaa la vez el orden pacifista de la Tregua de los Doce Anos y la nece-

La descripción de Lisboa en 41El Burlador de Sevilla

saria aceptación por la casta feudo-senorial de cierta ordenaciónmonárquica al socaire del sistema del valimiento. Heredero delpagano valor-virtú del ideal renacentista, empieza triunfando conindudable maestría corporal al explotar las locuras y debilidadesajenas (amores y deseos de promoción), en una atmósfera decidida-mente cómica que impide el despertar de la conciencia moral delespectador. A partir de la muerte de Don Gonzalo, no obstante, suséxitos amenazan arruinar los cimientos de la sociedad monárquico-feudal que son el elemento militar, el equilibrio del patronazgodel valido (promoción de los ulloas) y el mundo campesino (lospropios vasallos de Dos Hermanas). Actitud suicida de un destaca-do miembro de una nobleza, no decadente y subversiva como la delDom Juan según P. Bénichou (a) , sino ascendiente y exaltada al parque integrada por Tirso en su construcción del héroe cristianode los felices tiempos modernos. Frustrado del natural escenariobélico que le permitiera realizarse "como sujeto de la historia"(b),más alia' del metafórico campo de batalla del amor, con mezcla com-plejísima de valentía corporal y de incapacidad regresiva de adap-tarse a la nueva mentalidad que el privado escarmentado acabara'aceptando, el anacrónico Don Juan es un mozo prolongado que vabuscando adversarios dignos de su afa'n de fama inmediata. Ya estarde cuando lo encuentra, cuando asocia por primera vez los doselementos básicos de la ética caballeresca, el valor y la lealtad.El encuentro fallido de los dos caballeros feudales, es un comba-te, con mutuos pero leales ardides, entre el cuerpo muerto de DonGonzalo y el cuerpo vivo de Don Juan; mientras tanto se esfuma laaventura épica ofrecida a los nuevos caballeros cristianos con eldesplazamiento definitivo del eje de la historia desde el paganoMar Mediterráneo hasta el católico Mar Océano y Mar de Portugal.

(Diciembre 1976)

a) P. Bénichou : Morales du Grand Siècle, Paris, Gallimard, 1948(pp. 276-285 de la edición de 1973).

b) Angel Berenguer : "Don Juan o la inviolabilidad del tiempo pre-sente (notas sobre la génesis y función de un mito)". Segismundo,17-18 (1973), 43-48.