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LA DEPENDENCIA EXTERNA Y LA PERPETUACION DE LA MIGRACION TEMPORAL A LOS ESTADOS UNIDOS*, Rayniond E. Wiest Universidad do Moni toba La migración de mexicanos a los Estados Unidos sigue alimentan- do y 110 existen muchas posibilidad de que disminuya, a pesar de las me- didas oficiales en los dos países a fin de desalentarla o controlarla. La actual crisis financiera de México debida a su enorme deuda externa, y laconsiguienle devaluación seguramente estimularán una cantidadde entradas sin precedentes a los Estados Unidos. En los Estados Unidos, por otra parte, es muy improbable que disminuya la demanda de mano de obra “indocumentada” procedente de México 11 otros lugares. Las causas subyacentes de esta enorme movilidad espacial aquí y en otras parles están siendo objeto de análisis recientes, sobre todo como resul- tado del desarrollo y refinamiento de la teoría crítica. La obra de Amin (1976), Frank (1969, 1979), Petras (1978), Portes (1978, 1981) y Wallers- lein (1979), entre otros, ha demostrado la importancia de considerar la migración como parle de 1111 sistema económic o mundial, ) de entender el proceso históricamente. Una teoría general sobre el sistema mundial solamente proporcionará el marco para el análisis; para enlender la mi- gración en un contexto dado no debemos perder de vista los procesos históricos particulares que la conforman. Mi propósito en este ensayo es analizar la migración degna comu- nidad rural del norte de Michoacán en términos de los desarrollos teó- ricos recientes que para propósitos generales puede denominare teoría de la dependencia. El ensayo trata primero la explicación de la migra- ción y sus efectos, aborda brevemente los elementos esenciales del en- foque “dependen!isla” y aboga por prestar atención a los rasgos estrile- * Versión raslrllana <U' I’aslora Rodrí^in*/ A\iñoá

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LA DEPENDENCIA EXTERNA Y LA PERPETUACION DE LA MIGRACION TEMPORAL A LOS ESTADOS UNIDOS*,

Rayniond E. Wiest Universidad do Moni toba

La migración de mexicanos a los Estados Unidos sigue a l im en tan ­do y 110 existen muchas pos ibi l idad de que disminuya, a pesar de las m e ­didas oficiales en los dos países a fin de desa lenta r la o controlar la . La actual crisis f inanciera de México debida a su eno rm e deuda externa, y laconsiguienle devaluación segu ramente e s t im u la rán una can t id a d d e en tradas sin p recedentes a los Estados Unidos. En los Estados Unidos,

por otra par te , es muy im p ro b ab le que disminuya la d em anda de mano de obra “i n d o c u m e n ta d a ” p roceden te de México 11 o t ros lugares. Las causas subyacentes de esta e no rm e movil idad espacial aquí y en otras parles están s iendo objeto de análisis recientes, sobre todo como resu l ­tado del desarrol lo y r e f inam ie n to de la teoría crítica. La obra de Amin (1976), F r a n k (1969, 1979), Pet ras (1978), Por tes (1978, 1981) y Wallers- lein (1979), en t r e otros, ha dem os t rado la importanc ia de conside rar la migración como par le de 1111 s istema económic o mundia l , ) de e n te n d e r el proceso his tó r icamente. Una teor ía general sobre el sistema mundia l solamente p roporc io nará el marco para el análisis; para en l e n d e r la mi ­gración en un contexto dado no debemos p e rd e r de vista los procesos históricos par t iculares que la conforman.

Mi propós i to en este ensayo es anal izar la migración d e g n a com u ­nidad rural del no r te de Michoacán en té rminos de los desarrol los teó ­ricos recientes que pa ra propósi tos generales puede d en o m in a re teor ía de la dependenc ia . El ensayo t ra ta p r im ero la explicación de la m ig ra ­ción y sus efectos, aborda b revemente los e lementos esenciales del e n ­foque “d ep e n d e n ! i s l a ” y aboga por p resta r a tención a los rasgos estrile-

* V e r s i ó n r a s l r l l a n a <U' I’a s l o r a R o d r í^ in * / A \ i ñ o á

turales de largo plazo de los sistemas sociales basados en el proceso de producción en que se hallan involucrados todos los humanos. El contex­to específico de la migración que examinamos en este ensayo se t ra ta

luego, a fin de p roporc ionar al menos cierto sen t ido de la historia del proceso y las pecul i ar idades del (aso discut ido. La par te pr incipal exa­mina el impacto específico de la migración que p e rp e tú a e incluso a u ­menta la dependenc ia externa. Se discuten varios e lementos de esta d e ­pendenc ia creciente.

Explicación de la migración y sus efectos

Uno de los procesos desatados po r el desar rol lo del capi ta l ismo ha sido el movimiento geográfico general izado de gente , el éxodo rural (Stavenhagen 1975). Con este desp lazamiento de gente de los asen ta ­mientos rurales a los u rbanos y a otros países, la migración se ha conver ­t ido en un tema central de casi todas las ciencias sociales. Desde el p u n ­to de vista formal, los es tudios de migración han hecho hincapié en la acul turación, la asimilación, el a juste individual y los cambios d e m o ­gráficos; sin embargo, ú l t im a m e n te se ha prestado mayor interés al im ­pacto de la migración sobre las regiones y com unidades de las que e m i ­gra mucha gente. Esto ha sido en respuesta al movimien to general izado a u n q u e n o rm a lm e n te tempora l de gente hacia los centros indus tr ia les de crecimiento en una época en que la competenc ia e n t re co rporac io ­nes e in te rnacional es intensa, la mano se obra se ha vuel to más y más costosa y el inte rcambio in te rnacional f luctúa drás t icamente . Los es tu ­dios hoy en día prestan por ello mayor a tención al impac to económico de la migración sobre países y regiones subdesarrollados (ver Downing 1979).

Debido en par te a fuertes diferencias teóricas, la migración ha ve­nido a ser considerada desde dos polos extremos: como una esperanza real para las áreas subdesarrol ladas, y como un mecanismo más de ex­plotación. Algunos teóricos han visto la migración como un mecanismo potenc ia lmen te igualador: redis t r ibuye población y recursos al sacar el exceso de población del sector rural y es t im ula r la t ransformación de las áreas rurales m ed ia n te nuevas experiencias de los migrantes (e.g. Brandes 1975; Griff in 1976;Shadow 1979). Algunos ven ventajas para los sectores rurales subdesa rrol lados y los países menos desar ro l lados bajo la forma de “válvula de escape” de la inestabi l idad polít ica (e.g. H a n ­cock 1959; Lewis 1960), o de una balanza de pagos más favorable (Frank 1969: 306; Randal l 1962). Otros invest igadores han aducido, por el con­trario, que la migración general izada es perniciosa para las regiones r u ­rales (Brettel l 1979; Piore 1979; Rhoades 1978; Swanson 1979; Wiest

1979a) y que el costo reduc ido de la mano de obra provista por los mi ­grantes es una pa r te esencial del proceso de expansión capita lista (Alba 1978; Amin 1974; Jenk in s 1978; Portes 1978). Si bien las remesas de los migrantes son cada vez más impor ta n te s para la ba lan /a de pagos de México, la sugerencia de que facilitan el desarrollo económico no ha sido comprobada . Análisis recientes hechos en México por Bus tamante y Mart ínez (1979), Cross y Sandos (1971), D inerman (1978), Reichert (1981, 1982), y Wiest (1973, 1979a, 1980), y en otras partes, e.g. Lipton(1980), Pio re (1979), y Rhoadcs (1972) han generado nuevas ideas sobre el impacto a largo plazo de la migración a los Estados Unidos sobre la economía local mexicana.

Los enfoques cont rastantes sobre la migrac ión son, por una par te , los que ut il izan el modelo del equi l ib r io y la consiguiente teoría o r to ­doxa del “desarrol lo”, y, de otra , los que se ( en t ran en las condiciones estructurales generadas h i s tó r icamente que afectan las regiones per i fé ­ricas a m ed id a que se ar t iculan con el modo de producción capi ta lista dominan te , var iantes de la teor ía de la “dependenc ia ”. Con base en el últ imo de estos enfoques, el (aso analizado aquí se centra en la econo­mía pol ít ica inte rnacional y nacional , y revela varios rasgos de la d e ­pendencia .

El e n fo q u e de la dependenc ia

La obra de Amin (1976), Frank (1969, 1979), Stavenhagen (1975) y numerosos con t r ibu ido re s a lo que se conoce por “ teor ía de la d e p e n ­dencia”2 ejercen una fuer te influencia en este análisis sobre el im par to de la migración. El meol lo del a sunto puede resumirse brevemente. Las regiones subdesar ro l ladas del m u n d o se art iculan con las desarrolladas, la relación se expresa en té rm inos de una es truc tu ra metrópol i -satél i teo (‘en t ro y periferia. Bajo el modo de producción (api tal isla el subdesa- rrollo es p roduc to del desarrol lo capi tal ista y una expresión de los in te ­reses de clase y de la desigualdad social es t ructurada. Las economías sa­télites se hallan diseñadas p r im ar iam en te para la exportación (incluida la mano de obra) , y su excedente económico se ve ap rop ia do por los ca- capitales comerciales de las metrópolis.-* La estruc tu ra es in ternacional con raíces histór icas en el colonial ismo y el imperial ismo, pero t iene su réplica a nivel nacional como colonialismo in te rno o en la relación campo-ciudad en el caso de México.

Un serio p rob le m a del en foque dependen t i s t a es su hincapié en las reaciones externas en tr e sistemas sociales a expensas de procesos internos de cambio, y la tendenc ia a rei ficar los polos (centro y perile-

ria) de una maiH'ia que obscurecen las inte rrelacioncs dinámicas (Pe- I ras 1978: 33-39). Los polos del modelo no son unidades acl i\ as, tampoco son regiones geográl icas; más bien., las clases sociales prestan su d in á m i ­ca al sistema capi ta lis ta mundial . El análisis de clase, por tanto, se in ­corpora al en foque d e penden t isla ut il izado aquí , sin ol\ ¡dar que la dimensión geográfica en la organización de las relaciones de clase es de par t icula r interés para la migración y la emergen te división in te rn a ­cional del t rabajo.

El enfoque his lórico-estruetural: d iferencia en tre efectos superficiales y subyacentes

En este tra’hajo se abo rdan factores tales como la na tura leza de los gastos \ la im e r s ió n , el s istema de tenencia de la t ierra, la d is t r ibuc ión de la r iqueza y el ac c eso a los recursos, \ la es t ruc tu ra social con la que se re lacionan los migrantes; como tales, este es tudio da una perspect iva mu\ di fe ren te de la ¡mest i zación al centrarse en elec tos más obvios, inmediatos y superficiales tales como n i \e l de ingreso y adquisic iones mater ia les, como p ar te integral del e n foque his tor ieo-estruetural , el análisis cié c lase gira en to rno al control de los medios de producc ión, por ende, en to rno a las relac iones sociales de producc ión y distribución. AI util izar un modelo de c onflic to de clase, el análisis ele ésta pene tr a en los mitos que son pa r te de la ideología capi tal ista y básicos para la c ien­cia social ortodoxa. El de la movil idad social es uno de los más comunes y problemáticos. No sólo es un pun to de vista o r todoxo acep tado en las cienc ias sociales; es as imismo el p u n to de vista prevalec iente de los m i ­grantes que t ra tamos en este ensayo.

Los seres humanos son par te ac tiva de un proceso dialéct ico que produce el cambio, así pues, un análisis de su ideología y cambios ideo ­lógicos con tr ibuye al en fo que his tór ieo-estruclural . El desarrol lo de la conciencia de clase y la polit ización del campes inado y el p ro le ta r ia do son elementos básicos del cambio a m e n u d o ignorado por la c iencia so­cial or todoxa (Baeh y Schraml 1982). Al aceptar la ideología como un cons treñ imiento sobre el com por tam ien to h um ano , podemos aprecia r la consistencia en tr e un interés creado cont inuo en la movil idad social y los consiguientes mitos del desarrol lo y una p reocupac ión po r lo que denom in o efectos “superf ic iales” en contraste con los efectos subyacen ­tes. Igua lmente , el exponer es t ructuras obscurecidas por las ideologías dom in an tes pero que sin embargo cons tr iñen el co m p o r tam ien to p r o ­

porciona una comprensión más completa de la dinámica del cambio.

Los erectos superfic ia les de la migración a los Estados Unidos son más visibles desde la perspectiva de la loma individual de decisiones y la economía doméstica, au n q u e existen también efectos inmedia tos y conspicuos de la di s t r ibución de dinero en la com unidad . Los electos superf iciales de la migración son genera lmente considerados benéficos para los par t ic ipantes; de otra manera, la gente no seguiría migrando. Aunque engañosos, estos efectos superf iciales son los más observados por la mayoría de los analistas y citados como p rueba de desarrol lo. Los efectos subyacentes más significativos se le escapan a muchos ana ­listas. Son inconspicuos no sólo p o rque sus consecuencias se encuentran aplazadas sino ta m bién po rq u e están obscurecidas por modelos econó­micos or todoxos tradicionales . Estos efectos pueden contradec ir índ i ­ces de cambio más superficiales; en mi opin ión son negat ivos para la comun idad y la familia. Estos efectos “subyacentes” const ituyen a m e ­nudo las “es t ruc tu ras” expuestas y examinadas m ed ia n te el en foque his tór ico-estructural (Bach y Schraml 1982; Wiest 1979b; y Wood 1982).

En suma, una visión dinámica y dialéctica de la sociedad se ve subst i tuida por otra estática y ahistór ica, caracter íst ica de la ciencia social positivista. El en foque dependen t is ta proporc iona un marco para en t e n d e r las dimensiones espaciales de la migración y los vínculos históricos en tr e el pueblo del migran te y el sistema social y económico más amplio. El en foque his lór ico-eslructural descansa en el prot eso de producción, enfoca la a tención en la importancia de las relac iones de

clase, de modo que los t raba jado res migrantes se re lacionan con un sis­tema soc ial más amplio en términos de producc ión y distr ibuc ión, y se dirige a los fac tores es t ruc turales que de te rm inan las opciones de los individuos (Wiest 1979b; y Wood 1981).

El contexto de origen del m igrante

El p e queño munic ipio de Acuitzio, M ichoacán, c o m p a r t e con la mayor pa r te de la región una tasa re la t ivamente alta de subempleo y desempleo, manif ies tos en una t r em enda diferenc ia de la r iqueza en el pequeño c omerc io y en una tasa alta de migración a los centros urbanos y a los Estados Unidos.

Ac uitzio, s i tuado a unos 35 kms. al sur de Morel ia, tenía una po ­blación de 7 500 habi tan tes en 1970 (una pé rd ida neta de 4 500 desde 1950). La poblac ión de la cabecera munic ipal es ap ro x im a d a m e n te de3 600 personas (un au m e n to ne to de 600 desde 1950), pero lodav ía por debajo de las 4 000 antes de 1930); el resto de la poblac ión habi ta en p e ­queñas rancherías .

Ju n to con la mayoría de las comunid ades de la región, Acui tzio ha

sido una fuen te inve terada de mano de obra para la indust r ia fuera de la comunid ad y de la región. Ya en el siglo XVI, las industr ias de gran escala ( ingenios y fábricas textiles) de Michoacán req u e r ían una fuente cont inua de mano de obra a fin de sumin is t ra r a l imentos que tenían un mercado seguro en las áreas m ineras del norte . Además, se neces i taban t raba jadores en las mismas para const ru ir nuevos asen ta mie n to s en la f rontera no rt e en rápida expansión, y servir como al iados nat ivos en calidad de mercenarios a los ejérci tos españoles (Staley 1974: 82-83; Wiest 1948: 50). Al pr incipio, la organización del t rabajo se hacía m e ­d ian te la encomienda , pero con la decadencia de ésta apareció una n u e ­va clase de t raba jadores libres, misma que se vio es tabi l izada m ed ian te la inst i tución del peona je endeudado . La nueva gran p ro p ied ad (la hacienda medio feudal, medio capitalista) requer ía mano de obra pe ­r iódica e i r regu la rm ente , y la ob te n ía de las com un id ades vecinas i n d e ­pendientes . Acuitzio era una com un id ad in d e p e n d ie n t e con sus p r o ­pias especializaciones: producc ión y repa rac ión de ruedas de carros y fabr icación de ar t ículos de cuero, sobre todo huaraches y zapatos. Estas actividades const i tu ían una p a r te integral del desarrol lo de minas y haciendas.

Si tuado en la ru ta en t r e la t ie rra cal iente del sur y los mercados y minas del norte , Acui tzio se convir t ió g r a d u a lm e n te en un cen tro de comercio y servicios, lugar que retuvo hasta los años 1930. Muchos t r a ­ba jaban de arr ie ros en t r e la t ierra cal iente y las minas. D u ra n te este per iodo, la comunidad se expandió; el n ú m e ro elevado de casas vacías, establos y f rentes de t iendas son una herencia de ese per iodo.

La dis t r ibución de t ierras tras la revolución llevó a la expropiación de las haciendas cercanas y a la formación de 90 parcelas ejidales. Otras grandes p ropiedades más cercanas a Pátzcuaro p e rm anec ie ron intactas, e influencias políticas en su favor t ra je ron nuevas carre te ras que resul ­taron en una al teración radical en la loc alización de la act ividad comer ­cial de la región.

Tras la construcción de carreteras a T acám baro por Pátzcuaro y H ue tam o a fines de los años 1930, se alejó el tráf ico de mercancías de

Acuitzio. El pueb lo qu e en otro t iempo ob te n ía sus ingresos de los servi­cios, a lojamiento noc tu rno , pequeños negocios y artesanías , r e p e n t in a ­mente se veía con demasiadas t iendas y serviciovs. El cambio tuvo un marcado efecto en todo el municip io, es t im ula ndo el inicio de un éxodo rural y produc ie ndo un cambio demográf ico general: gente de las r an ­cherías en dirección a la cabecera, y de los res identes de la cabecera a las ciudades, sobre todo a la c iudad de México. Po r entonces comenzó la

migración a los Estados Unidos y ha proseguido hasta la actual idad.En 1975, la población de la cabecera comenzó a crecer l igeramente

en respuesta a una nueva car re te ra y a la esperanza de empleo. Una pe ­queña fábrica comenzó a opera r en un pueblo cercano, y ot ra se hal laba en construcción en Acuitzio para fabricar muebles y otros productos de madera. La mayoría de las casas d ep en d en de una combinación de varias fuentes de ingreso. Una mezcla de agricu l tu ra de subsistencia y com er ­cio en pequeña escala forma todavía la base económica de Acuitzio (37% de los hogares), pero un nú m ero sustancial de hogares d e pende p r im a ­r iamente de la venta al m en u d eo (16%), artesanías y oficios (17%), y t r a ­bajo asalar iado, una buena pa r te del cual implica la migración (24%). Aun antes de te rminarse la construcción de la fábrica, el t rabajo asala­riado se había vuelto im p o r ta n te en calidad de fuente pr im ari a o secun­dar ia de ingreso en tr e más de la mitad de las familias en la cabecera. Ca­si un 50% de los hogares de ésta carecen de tierras, au n q u e un 10% de las familias sin t ierras las t raba jan como medieros.

La dependenc ia de la migración como fuente única o su p le m e n ta ­ria de ingresos está muy generalizada. En un año dado, más del 50% de las familias d e p e n d e n en cierto grado de las remesas de los migrantes que han ido a los Es tados Unidos, a la c iudad de México, o a a lguna otra c iudad o región de México.

Muchos más hom bres que mujeres han pa r t ido de Acuitzio en busca de t raba jo tempora l , a u n q u e las mujeres (genera lmente las hijas) t rabajan en los centros urbanos como sirvientas. En el t ranscurso de 1975, las mujeres que de jaban Acuitzio en busca de t rabajo n o r m a lm e n ­te se dir igían a la c iudad de México; los hom bres se sent ían inclinados a ir a los Estados Unidos. Según los resultados de mi muestra de 1977 y el

censo que realicé en 1971, el 17% de los 654 varones en t re los 15 y los 60 años migran a los estados Unidos cada año. In fo rmes locales informales y chismes de la com unid ad indican que un porcen ta je tnayor de la fuer ­za de t rabajo migraba, algo así como el 30%; empero , estas cuentas a m enudo incluyen ind ividuos que se han ido p e rm a n e n te m e n te pero que envían pequeñas sumas a sus parientes (ver Reichert 1981 a proposite de una discusión de problemas metodológicos para d e t e rm in a r qui én migra).

Según el censo de 1971, casi el 90% de los migrantes son hombres adul tos en tr e los 15 y los 60 años. Sólo el 10% son mujeres . El 50% de los “hijos varones” migran a los Estados Unidos, y el otro 50% a lugares d e n ­tro de México;el 80% de los esposos padres migrantes lo hacen a los Es ta ­dos Unidos, y sólo el 20% d e n t ro de México. Un 61% de los migrantes va­rones a los Estados Unidos son esposos-padres, y un 39% son solteros.

La mayoría de los migrantes de Acuitzio poseían visas de in m i ­grante en 1975, pero algunos van regu la rm ente a los Estados Unidos como ilegales. Más de la mitad de éstos se quedan en t re siete y doce m e ­ses. Alrededor del 25% se q uedan por más de un año, y el res tante 25% van por per iodos más cortos (tres a seis meses). Los que migran a otras áreas de México gene ra lmente se quedan más de un año, a u n q u e p u e ­den regresar a hacer breves v isitas. Los inmigrantes ilegales a los Es ta ­dos Unidos suelen queda rse por más t iempo a fin de min imizar los ries­gos de ser descubier tos \ a u m e n ta r sus posibi l idades de ganar d inero (ver Reicherl y Massey, 1979, en (pie se hace una comparación en tr e m i ­gración legal e ilegal). Las m ujeres . ra ramente e m p r e n d e n la migración ilegal. En calidad de migrantes l egales , las que se desplazan a los Est a ­dos Unidos van acompañadas de esposo^o padres . El n ú m e ro de tales casos ha sido l imitado en Acuitzio, pero la investigación de 1975 sugiere un aum en to p robab le deb id o a una tendenc ia reciente en t re los h o m ­bres a aceptar a la esposa en un papel asalar iado (esta aceptación a u ­menta a medida que las mujeres envejecen y los hijos p ueden cuidarse a sí mismos). No sólo ha aum en tad o la incidencia de migrac ión masculi ­na y femenina, sino que todas las indicaciones parecen señalar que la migración ilegal ha au m en tad o sus tanc ia lmente a pa r t i r de 1975.

En 1967, una lista informal de 160 migran tes de Acuitzio a los Es ­tados l uidos indicaba que un 70% de los migran tes iban a Cal i fornia a t rabaja r en ac tiv idades agrícolas (en 1970 varios de estos migrantes o p ­taban por los estados de Oregon v Washington a fin de evitar la activi­dad sindic al). Casi un 20% trabajaba en fábric as o servicios en el área de Los Angeles, y menos del 5% tenían puestos similares en Chicago. O tro 4% trabajaba en Alaska. ^ un pequeño n ú m ero se hal laba en Tejas y otros estados del suroeste norteameric ano. Estos dalos apoyan lo seña ­lado por Jones (1982) cuva investigación muest ra una fuer te concen tr a ­ción de t r aba jadores temporales mexicanos en Cali fornia.

La perpetuación de la migración

Una amplia v ar iedad de aspec tos re lacionados con la migrac ión, desde los migran tes mismos hasta el contexto com un i ta r io y los víncu­los con el sistema soc ial, económico y polític o mayor han sido p la n te a ­dos en esta investigación: la localización, f recuencia y durac ión de la migrac ión*, pa i lones de env ío de remesas; economía doméstic a; agr icul ­tura v tenenc ia de la t ierra: ingreso no agríc ola; y d i s t r ibuc ión y ac c eso a los recursos. Acpií discut i ré las observaciones pr imar ias ab o rd a n d o la c ree icnte dependenc ia exte rna de los migrantes y del pueb lo del que

provienen. T ra la r é (le mostrar qué forma adopta la dependenc ia cre ­ciente, cómo se halla vinculada a la migración y por qué se pe rpe tú a és­ta. Se t ra tan varios e lementos específicos de esla dependenc ia c recien­te: 1) indiv iduos que consideraban su migración tempora l se e n cu en ­tran niel ¡dos en una migración recur ren te para el m an ten im ien to fami­liar; 2) el consumo conspicuo de los migrantes re to rn ad o s ) sus familias es t imula la migración de otros a los Estados Unidos; 3) el ingreso de lo ganado en Estados Unidos sale d esp roporc iona lm en te del pueblo en d i ­rección a los centros regionales, nacionales e internacionales; 4) la in ­versión en t ierras ha inf lado su valor y p e rp e tu ad o un explo tador siste­ma de medier ía ; 5) la migración recur ren te a los Estados Unidos e s t im u ­la el traslado de gente de las rancherías a los pueblos y de éstos a las ciudades.

M anutención de un nuevo nivel de vi !a

Uno de los efectos más in m ed ia tam en te obvios de la migración es el a l /a substancial en el ingreso anual de muchas familias con miembros que t r abajan en los Eslados Unidos. Este ingreso es desplegado bajo la forma de reparac iones conspicuas de la casa, ropa nueva y a la moda, compra de apa ra tos eléctricos y muebles , y en algunos casos la compra de coches. Es asimismo obv io po r el hecho de que muchos migrantes pa ­san varios meses al año en el pueblo esencialmente de vacaciones. Algu­nos despliegan sus ingresos rela t ivámenle altos pagando copas a los amigos y/o com prom e t iéndose con cargos que implican gastos fuertes.

Las familias de los migrantes comen mejor que las de los no mi­grantes, pero al mismo t iempo gastan un porcen taje menor del ingreso en comida (28c/ en lr e las familias migrantes; 65% en t re las demás) .1 T am bié n di s f ru tan de cuidados médicos más frecuentes, completos y costosos, y están más dispuestos a com pra r las medicinas prescritas.

Las familias migran tes exper im en ta n un a u m en to en sus ingresos de a p ro x im a d a m e n te el 300% respecto a su ingreso pre-migralor io. a u n q u e en par te invalidados por la inflación y devaluaciones sucesivas, mis datos de 1967 con t inúan s iendo reveladores. En esa época el ingreso familiar anual de los que migraban a Estados Unidos var iaba en tr e 12 000 y 70 000 pesos; comparado con una gama general de 300 a más de 100 000.5 Con un ingreso p rom edio de más de 35 000 pesos, todos los ho ­gares de migrantes se encon t raban muy por encima del ingreso familiar p ro medio anual de 7 000 pesos. Casi todas estas famil ias ob ten ía n el in ­

greso de las g a n a n c i a s de un m ie m bro , g enera lm en te el esposo-padre. El drást ico a u m en to del ingreso y el hecho de que los esposos-padres migrantes n o rm a lm e n te sean los únicos de la lamil ia con ingresos es no tab le cuando se contrasta con las famil ias cuyos mie m bros migran den t ro de México. E n t r e éstos, los ingresos se hal lan genera lm ente por debajo del p rom ed io y provienen de varios miembros . El e sposo /pad re que migra a la c iudad de México ya no apor ta la cont r ibuc ión pr imar ia , la e sp osa /m adre se ve obl igada a buscar empleo, debe migrar para tener t rabajo, dado el mercado laboral tan poco desarrol lado. P u ed e a f i rm a r ­se, por tan to que la localización de la migración es significativa al grado que la diferencia salarial es significativa, y por esta razón la migración salarial a los Estados Unidos es la única al te rnat iva real para aquel los que carecen de control sobre recursos locales adecuados y deben de ja r a sus familias en la comunidad mientras están fuera t rabajando (cf. Ariz- pe 1981). Además de las barreras legales, si los hom bres l levaran consigo a sus esposas e hijos a los Estados Unidos, el c osto de su m a nu tenc ión se­ría muc ho más alto, \ el salario ganado, a u n q u e c om para t ivam en te más alto que en México, sería inadecuado para la reproducc ió n de la fuerza de t rabajo (González y Fe rnández 1979; Wiest 1979a, 1980).

Las familias de las que migran re gu la rm en te los esposo s /padres a los Estados Unidos han te rm in a d o po r d e p e n d e r de esta fuente de in ­gresos para su bienesta r diario así como para c u a lq u ie r in te n to de ele ­var su nivel de v ida. Este t rabajo asalariado oc upa a los migran tes p rác ­t icamente de t i empo c omple to , a u n q u e n inguno está to ta lm en te p ro le ­tar izado. La mayoría comple menta su ingreso proven ien te de un sala­rio m edian te la agr icul tura , el comerc io o la ganadería . Estas famil ias migrantes acum ulan más ar t ículos de consumo, mayor com odidad y apara tos domést icos, y casas remode ladas más fác iles de cuidar . Algu­nos de estos art ículos de consumo reducen el penoso tráfago casero y el t iempo invert ido en t raba jo domést ico por pa r te de las muje res al t i e m ­po que realzan el es ta tus social de las muje res en un s istema cada vez más basado en comparac iones mater ia les.

En estas condiciones, los ho m b re migrantes pu ed en m a n te n e r el papel d o m in an te de “p roveedor” d e n t ro del grupo domést ico, y las es­posas siguen muy d epend ien te s (en muc hos c asos to ta lm ente ) de sus es­posos para el sus tento económico. Este arreglo es consis tente con la t r a ­dicional div isión agrar ia del t rabajo; característic a de la mayoría de los grupos domést icos de Ac uitzio, pero no hace frente a a lgunos hechos económicos v soc iales especílicos que in t roducen contradicciones. Me rel iero específ icamente a que las mujeres tienen' más t i em po l ibre pero ningún c anal para su expresión. Su estatus se halla ligado al del esposo.

Sin embargo. el creciente niv el de \ ¡da exige más de un asalariado \ , o más de mía fuenle de ingresos. Y por úl timo, act ividades extras como el cu idado de los animales se ven como una extensión del t rabajo d o ­méstico. Algunos migrantes t r a tan por lodos los medios de invert i r en animales y corrales a fin de lener una fuenle de ingresos sup lementa r ia q ue p uede ser a tend id a por sus esposas e hijos ya crecidos. En la mavor pa r l e de los casos, las mujeres par t ic ipan en estas empresas con e n t u ­siasmo, hasta que el t r aba jo se vuelve demasiado pesado. En esc* m o ­mento , empiezan p roblemas serios: el crecienle t rabajo exigido por el cu idado (le los animales puede requer ir el pago de av uda, cor tando así las remesas dH trabajo asalar iado migrator io; la migración con t inuada es necesar ia para sostener la inversión; de este modo, las tensiones e n ­tre las dem andas de este arreglo domést ico y los deseos de la pareja por mejo ra r eco nómicam ente y lograr seguridad producen asperezas: \ el t rabajo de los hijos mayores debe ser exigido por la m adre /e sposa sola.

Caíanlo mayor sea el compromiso económico con la familia, mavor será la amengua pol-cncial al domin io masculino. En consecuencia, los varones que migrair t r a tan consc ien temente de m an ten e r a sus esposas depend ie n te s , y la amenaza de un maltra to físico está s iempre prese nte, a u n q u e de hecho r a ram en te se lleva a cabo. La ideología sobr e el d o m i ­nio mascul ino cont inúa siendo fuerte. Es una de las razones por la sque pocos migran tes han establecido pequeños negocios familiares t a les c o ­

mo t iendas en el f ren te de sus ( asas; da a sus esposas demasiada exh ib i ­ción públ ica y excesivo poder independ ient e .

La migración recu r ren te de los hom bres casados no amenaza las re laciones conyugales mient ras el h o m b re gane lo suficiente para m a n ­te ne r su papel de proveedor . A pesar de la ausencia r ecur ren le de los hombres, las mu jeres siguen d ep en d ien d o del salario del esposo, lo que sirv e para p e r p e tu a r el mito del domin io macho. Pero efcle cuadro es in ­com ple to si no se hace referencia a las act i tudes de los migrantes y sus familias hacia el t raba jo migrator io asalar iado y la ausencia recurren le . Los p un ios de vis$a' son variados. La mayoría considera el arreglo un mal necesario, dic tado por las c ircunstancias económicas. Casi todos consideran el p e r io d o de migración como tempora l , y se a la rman ante la necesidad de regresar un año tras otro más allá de sus intenciones o r i ­ginales. Algunas mujeres me señalaron que estaban mejor con sus espo ­sos fuera la mayor par le del t iempo “po rq u e si estuv iera aquí gastaría el t i empo v el dine ro bebiendo. Al menos allá p uede le ne r t rabajo y m a n ­t ene rnos”. Algunas confesaron su preocupación de que sus hijos crecie­ran sin conocer bien a su padre; y oirás adu je ron que podía ser un mejor pad re costeándoles sus necesidades. Algunas indicaron que los hijos

siempre deseaban el m om en to del regreso de su padre p o rque les e n ­cantaba recibir regalos. Una muje r aclaró que los hijos no obedecían al padre a su regreso, y esto causaba tensiones serias. Añadió que su esposo la culpaba del problema. En suma, mi investigación indica q ue las con ­s ideraciones económicas prevalecen sobre otros aspectos conside rados negativos por las familias de los migrantes tales como la ausencia del pa ­dre. Pero debemos recordar que la mayoría de las famil ias han pensado en té rminos de una inv olucración tempora l en la migración, mientras que las condiciones han llevado a una dependenc ia co n t in u ad a e incre ­m entada en casi todos los casos.

Todos los migrantes en trevis tados expresaron su deseo o i n t e n ­ción de ganar lo suf ic iente para establecerse en la ag r icul tu ra o en un negocio en Acuitzio o en la cercana M o r d í a ; sin embargo , regresan un año tras otro al re la t ivamente alto salario del t raba jo no r te am er ic ano a fin de pagar los costos crecientes de un niv el de vida más alto (ver Amin 1974: 282-283), d is f ru ta r el ocio y el prestigio de una vacación anual en el pueblo. La ideología de un “es tab lec im ien to ” ex i toso , jun to con el nivel de v ida más alto y el lujo de t iempo libre son avenidas hacia la movil i ­dad social. La movilidad social ocurre; de hecho, campesinos pobres se t r ansforman en un prol e ta r iado t em p o ra lm e n te acomodado, y unos cuantos llegan a re ta r a la burguesía es tablecida con su nueva r iqueza. Este cambio de estatus y su m a n te n im ie n to se hal la vinculado d i rec ta ­mente a la migración laboral y d ep en d e de una con t inuada migración cíclica (Bus tamante y Mart ínez 1979: 268-276).

Esta visión de la es t ru c tu ra y clase social es muy l imitada y e ngaño ­sa. Los migrantes socialmente móviles ocupan s im p lem en te un nuevo lugar en la e s t ruc tu ra social existente. La elevación en el s ta tus soc ial que a m enudo acompaña la elevación en el nivel de vida no amenaza la es t ructu ra social existente; más bien, tal movil idad la refuerza al p e r p e ­tuar el mito de que con t rabajo du ro y buena suer te se puede mejorar .

Desde una perspectiva de clases un efecto específico subyacente a la migrac ión a los Estados Unidos desde Ac uitzio se vuelve* ap a re n te y añade otra d imens ión a la pe rpe tu ac ió n de la migración. La d i s p o n ib i ­lidad de un a b u n d a n te sumin is t ro de t r aba jadores ex tran je ros ha p e r ­mit ido a la ag roindus lr ia e industr ia m a n u fac tu re ra no r te am er ic ana expandirse y seguir benefic iándose, a su c osta y a la de las regiones m e ­nos desarrol ladas (cf .Bustamanle y Mar t ínez 1979). La c ompetenc ia por los t rabajos disponibles ha man te n id o bajos los salarios, a pesar de la organizac ión del t rabajo y sus c rec ientes demandas. Se enc u en t ran n u e ­vas reservas de mano de obra en las áreas menos desarrol ladas . Por e jemplo, el estableeAmiento de zonas m anufac tu re ras l ibres de im pues ­

to den tro de las áreas más densam ente pob ladas de México con al to desempleo y salarios bajos está diseñado a fin de reduc ir las presiones en esas áreas, pero se adm i te que es una ayuda directa a la indust r ia n o r ­teamericana para la cual los aum en tos salariales de la “zona f ron te r iza” han vuel to infruc t í f eros los negocios allí (Business W eek 1976: 42). Esta respuesta de las empresas nor teamer icanas mues tra p a lp ab lem en te la facilidad de los t rabajos asalar iados espec ialmente aquel los t rabajos vinculados a indus tr ia s dep en d ien te s de mano de obra barata .

Si bien la histor ia de la migración mexicana a los Estados Unidos ha sido una t rayector ia de abusos po r pa r te del gobierno y los pa trones nor teamer icanos y de la burguesía buroc rá t ica de México por medio de la mord ida , los migrantes recientes de Acuitzio en su mayoría negarían esto, aduc ie ndo q u e el t r a to ha sido mejor , los salarios más altos y la li­bertad individual mayor que en México. Bus tam ante y Mart ínez (1979: 275-76) señalan que:

(el migran te ) ha a p r e n d i d o q u e sus p ro ba b i l id ad e s de consegui r t raba jo son maj ores en las ocupac iones qu e no t i e nde n a la movil idad soc ia l . .. ha a p r e n d i d o as imismo qu e sus ahor ros de los Es tados Unidos le co m pr ar án b ienes y servicios q u e en la c o m u n id a d de la q ue prov ie ne p u e d e t r a d u c i r ­se en movi l idad social e n t r e sus pares.

Los mig rantes observan los efectos superficiales , no obstante , y no son conscientes de su posición en un s istema de clase. Una apariencia de desarrol lo económico, su buena suer te y la movilidad social obscurecen las relaciones mate r ia le s de p roducc ión de las que forman par te .

La mayoría de los migran tes de Acui tzio forman un p ro le ta r i ado rural móvil cuyos t raba jos a fu tu ro ofrecen poca seguridad. La localiza­ción, d u r a c i ó n y n a t u r a l e z a de sus viajes anua le s son cadal ves más d e p e n d i e n t e s de fue rzas a jenas a su con t ro l . Al m ism o t i e m p o , el t rabajo asalar iado migra to r io a los Estados Unidos proporc iona un ingreso sust i lu t ivo más bien que com plementar io . La dependenc ia de él es p rác t icam ente total . A pesar de las in tenciones de “establecerse” en Acui tzio m ed ian te la adquis ic ión de suf ic iente p rop iedad o de un negocio para man te nerse , estos migrantes hal lan necesario regresar a los Es tados Unidos año con año a med id a que bajan sus fondos, y d ismi­nuyen sus esperanzas de cons t ru i r una base económica f i rme en el p u e ­blo u o tro lugar de México. T ienen que habérselas con huelgas (que no las perc iben en favor de sus intereses) y la amenaza de una host i l idad abierta. Forzados a c o n t in u a r como migrantes , buscan empleo en áreas no controladas por mano de obra s indicalizada. P o r muy confusa y obs ­

cura q u e s e a su postura , estos migrantes forman par te cíe un p ro le ta r i a ­do más amplio, que sirv e para construir y mantener a la agroindustria y a la industria con salarios más bajos tanto en Estados Unidos como México.

Los migrantes nunca se hallan to ta lm en te prole tar izados, de allí su in ten to de conseguir t ierras o un negocio para com ple ta r su t raba jo asalariado. Sin embargo , no existe n inguna base económica v iable para la mayoría de ellos en Acuitzio. Esta p r o l e t a r i z a r o n parcial sirve a los intereses del capi ta l ismo internaciona l , al colocar una buena p a r te del peso de la rep roducc ión de la fuerza de t raba jo sobre ésta, e spec ia lm en­te sobre la de la per i fer ia (Bust amante y Mart ínez 1979: 268-27,J). Al igual que ocur re en t re la mayoría de los pequeños prop ie ta r ios de Acuitzio (m iembros del campesinado) , muchos migran tes deben hacer malaharisnios con varias fuentes de ingresos, mezc lando cult ivos de subsistencia e ingreso l íquido a m ed ida que surge la necesidad y su li­m itado po d e r y recursos ofrecen opor tu n id ades .

Consumo conspicuo y comparación

El alza en los ingresos de los migran tes r ecu r ren te s a los Es tados

Unidos ha ido apare jada con el consumo que es conspicuo en el pueblo , no po rq u e los migrantes re to rn ados exhiban u n i f o r m e m e n te su nueva r iqueza, s ino po rq u e sus adquis ic iones son re la t i vamente rápidas y di-I ícilcs de ocultar. Los campesinos esperan un consumo conspicuo como resul tado de la migración.

E n t r e los migran tes internacionales de Acuitzio, la p r io r idad m a ­yor es el m e jo ram ien to de la v iv ienda: construcción de nuevos cuartos o un segundo piso, instalación de nuevos pisos de ladr i llo o loseta, y p lo ­mería inter ior . El hecho de que las casas exis tentes sean remodeladas en lugar de const ru ir nuev as v i\ iendas, como en el caso del pu eb lo es tu ­diado por Reichert (1981), ref leja la existencia de num erosas ( asas va­cantes en Acuitzio, herencia de un pe r io do de boom an te r io r p roduc to del comercio y los servicios. La adquis ic ión de ar t ículos de consumo d u ­radero viene en segundo término . Encabezan la lista colchones y camas, siguen estillas de gas con horno, muebles , telev isores y consolas con es. téreo. Unos cuantos compran coches y camione tas p ick up. La ropa es un ar tículo de consumo im por ta n te : un s ímbolo de éxi to r áp id a m e n te identi l¡cable . El cuadro 1 muest ra una com parac ión e n t r e hogares de migrantes y no migrantes en cuanto a una v ar iedad de instalaciones do ­mésticas y art ículos de consumo poseídos en 1967. Es obvio que los ho- gaies con migrantes en los Estados Unidos, au n q u e no son los más ricos

fiel p u e b l o , se h a l l a n m u y p o r enc i m a d e la m a y o r í a . P e r o lo m á s r e l e ­

v a n t e es el c a m b i o r e p e n t i n o e n sus p a t r o n e s d e c o n s u m o .

E s t e c o n s u m o e x p l i c a la c r e e n c ia g e n e r a l i z a d a d e q u e la m i ­

g r a c i ó n p r o p o r c i o n a la ú n i c a v ía p a r a m e j o r a r el n i v e l d e v i d a . La

g e n t e lo e x p r e s a d e d i v e r s o s m o d o s , p e r o la m a y o r í a c o n v i e n e en q u e la

m i g r a c i ó n a la c i u d a d d e Méxic o e r a p o r nec e s i d a d , m i e n t r a s q u e la m i ­

g r a c i ó n a los E s t a d o s U n i d o s d a b a u n a o p o r t u n i d a d m á s al l á c l e l a m e r a

super v i\ e n c í a (el*. A r i z p e 1981). L a m a y o r í a d e la g e n t e q u e r í a m i g r a r le-

g a l m e n t e . co n “ p a p e l e s ” , p e r o v e í a n poc as o p o r t u n i d a d e s d e c o n s e g u í r-

los. R e i c h e r l (1981) h a c e h i n c a p i é e n la p r e s i ó n i n t e n s a e n f a \ o r d e la

m i g r a c i ó n d e b i d a al c o n s u m o c o n s p i c u o , y.la c a m b i a n t e a c t i t u d hac ia la

m i g r a c i ó n i l ega l q u e c u l p a b a a a q u e l l o s q u e 110 a p r o v e c h a b a n la o p o r ­

t u n i d a d (1982: 420). E n 1975, e n c o n t r é en Ac u i t z i o u n a res i s t enc ia ( r e ­

c i e n te a la migr ac ió n c o m o la soluc ión ú n i c a a la p o b r e z a y a u n a e c o n o ­

mía loc a l m e n t e d e p r i m i d a . E n las c a m i o n e t a s u n o p o d í a l e e r “ Y no fui

al n o r t e ” ; v se d e s a t a b a n p e l e a s e n t r e n o m i g r a n t e s v m i g r a n t e s r e t o r n a ­

dos a l in d e r e t a r el d e s p l i e g u e c o n s p i c u o d e e s t o s ú l t i m o s . E s t a t e n d e n ­

cia ob ser v acia p o r R e i e h e r t es m u y p r o b a b l e q u e se d é e n o l i o s p u e b l o s

t a m b i é n ; mi c o r r e s p o n d e n c i a c o n i n f o r m a n t e s d e s d e el a ñ o 1975 m e llev a

a c r e e r q u e se p r o d u j o u n a u m e n t o d r á s t i c o d e la m i g r a c i ó n i l ega l d e s d e

A cu i t z io a los E s t a d o s L u i d o s .

Lo s e ñ a l a d o p o r Reie h e r t (1982) a p r o p ó s i t o d e las consec uenc ias

soc ia les de l a lza e n el c o n s u m o y la c o m p a r a c i ó n env id i o sa c o n f i r m a lo

q u e \ o m i s m o desc u b r í . L as d i f e r e n c i a s e c o n ó m i c a s v soc iales se h a n

a g u d i z a d o , lo q u e se t r a d u c e e n u n a c rec i e n t e t e n s i ó n soc ial p o r el a u ­

m e n t o d e la d e s i g u a l d a d . Reie h e r t a p u n t a q u e e s t á c a m b i a n d o la a c t i ­

tud r e s p e c t o al d e s t i n o p r o p i o v la r e s p o n s a b i l i d a d i n d i v i d u a l , l o q u e

r o m p e u n a b a r r e r a c o n c e p t u a l y a ñ a d e u n n u e v o i n c e n t i v o p a r a b u s c a r

f o r t u n a e n la m i g r a c i ó n . Es d e h a c e r n o t a r q ue 1 los c o s t o s de* la m i g r a ­

ción so n c o n s i d e r a b l e s ( B u s t a m a n l e y M a r t í n e z 1979: 275). E n A c u i t z i o .

los m ás p o b r e s no p u e d e n ir a los E s t a d o s l n id o s . Los < <>>los. i n c l u i d o s

los c o n t a c t o s n e c e s a r i o s p a r a c o n s e g u i r t r a b a j o , doc u m e n t o s leg a le s y

p r é s t a m o s p a r a el v i a j e e s t á n f u e r a d e su a l c a n c e ; o b i e n la e s t r u c t u r a d e

su g r u p o d o m é s t i c o no lav o re ce la l i b e r a c i ó n d e u n m i e m b r o p a r a la m i ­

g rac i ón (W’iesl 1973: A r i z p e 1981).

Los b i e n e s d e c o n s u m o so n m u e s t r a d e la b u e n a v ida g e n e r a l m e n ­

te d e s e a d a p o r los c a m p e s i n o s . P e r o el hec h o d e q u e c o m p a r e n a los m i ­

g r a n t e s co n los n o m i g r a n t e s m e n o s a f o r t u n a d o s e n t é r m i n o s de l n ive l

de v ida no es el p u n i ó m á s s i g n i f i c a t i v o . Más b i e n , c o m o s e ñ a l é en o t r o

t r a b a j o (W i e s t 1979a: 92-94) a l g u n o s m i g r a n t e s d e A c u i t z i o p a s a n a lo r-

m a r p a r l e d e la b u r g u e s í a r u r a l — p e q u e ñ o s p r o p i e t a r i o s , p r e s t a m i s t a s

CUADRO 1

DISTRI BUC ION DE LAS INSTAL ACIO NES D OM ES TI CAS Y BIE NE S DE CONSUMO SELECC IONA DO S E N T R E UNA

MUESTRA DE 70 HO G AR ES (Acuitzio, 1967) ( e n ^ )

Hogares con migrantes

Hogares Mi em br os ,sin d e n t r o de Miembros

migran tes México en EE.UU. Totales

No. de habitaciones ( incluida la rocina)l a 3 6 0 72 44 614 a 8 4 0 28 56 39

Material del suelo

Tier ra 4 0 28 0 31Tier ra y ladri l lo j 6 3 3 ]] 2 0

Ladri l lo o ce m ent o jg 3 3 5 6 36

Loseta ] 2 6 33 13

Instalaciones de dormirPeta tes 35 61 11 39Peta tes y colchones 16 6 11 13Colchones 4 9 3 3 7 8 4 9

Instalaciones sanitariasNinguna 14 33 0 10Excusado 60 56 22 54Drena je 1 2 27 33 19Agua 14 11 44 17

Estufa

Pop« 11 58 72 22 57Petró leo 21 17 0 17

Gas 21 1] 78 26

TelevisorNoSí

8 8 94 44 8412 6 56 16

Total de hogares 4 318 9 70

o empresar ios comerc iales— cuyos intereses se oponen a los del c a m p e ­sinado con tierras, a los medieros , a los peones sin t ierras y a los suhem- pleados. De hecho, p e rp e tú a n las es t ruc tu ras que or ig in a lmente prec i ­pi taron su migración.

Reicher t (1982: 416) sugiere que los migrantes “en vir tud de sus a l ­tos ingresos anuales , fo rmaron un segmento de la élite en tr e la po b la ­ción local”. A unque adm it e la ventaja en té rminos de poder ob ten id a por los migran tes m ed ian te la adquis ic ión fie t ierras y el uso de vehícu­los para el t r anspo r te de bienes al pueblo, por e jemplo, no t ra ta las dis ­tinciones de clase involucradas y sus implicaciones para la organización de la producc ión en el pueblo (Reichert 1982: 413-416).

No hay d u d a de que el consumo conspicuo est imula más la mig ra ­ción, pero este énfasis en la mov il idad social y el nivel de vida no d e b ie ­ra oscurecer los intereses de clase y relaciones de poder capita lista fun ­damentales q u e subyacen en el proceso migratorio.

Salida desproporcionada de ingreso

El capi ta l ismo descansa en la ap ropiac ión de la plusvalía. Si bien este es un fenómeno de relaciones de clase, t iene una dimens ión espa ­cial en las desigua ldades regionales y nacionales que son un produc to de los modos in te rnos de p roducc ión y las relaciones externas de i n t e r ­cambio (F rank 1979: XIII ; ef. Amin 1974; E m m anue l 1972). Los in te r e ­ses burgueses locales se hallan v inculados con los me tropo l i ta nos nacio­nales y/o inte rnac iona les en el proceso de apropiac ión de plusvalía. De este modo, la pa r te p re d o m in a n te del comercio local y del t rabajo asala ­riado en los pueb los campesinos existe para generar tanto capital c i r cu ­lante como sea posible m ed ian te la sobre-explotación (Frank 1979). Uno de los resul tados de este proceso en el caso del capi tal ismo mexica­no es que la mano de obra es un p roduc to im p o r tan te de exportac ión, una fuente cuant iosa de divisas para México.

Cier tas med idas sobre la ap ropiac ión de plusval ía da r ía n una m e ­jor comprens ión del flujo de sp roporc ionado de ingreso del pueblo y me­joraría nues tro conoc imiento de las relaciones de clase y de las ex is ten­tes en tr e cen tro y per i fe r ia (véase Dovvning 1982 para una discusión so­bre la impo rt anc ia de las medidas de apropiac ión de pluvalía y las di f i ­cultades para conseguir esa información). A falta de buenas medidas de apropiación de plusval ía, t ra ta ré aquí la d is t r ibuc ió n de las ganancias

en general. La gráfica 1 mues tra la d is t r ib uc ión directa e indirecta de las ganancias de los migrantes en un mode lo que i lustra el papel del co­mercio local y los intereses de clase en la e s t ruc tu ra metrópol i-satéli te .

El flujo d e sp roporc ionado de las granancias desde el pueb lo a los cent ros regionales, nacionales e inte rnac ionales es una I unción de la es- I ruc lura del capi ta l ismo expansivo. El asunto ad q u ie re una n u c \ a sig­nificación a la lux de las r e la t ivamente grandes infusiones de dinero que teór icamente pod r ían in \c r l i r sc en beneficio local, l i em os \ isto que hasta cier to pun to es así: el ingreso d isponib le de las lamilias con m i ­gra ni es en los Estados Unidos aum en ta drástica mente . De interés p a r t i ­cular aquí es cómo las ganancias de los migrantes inciden en el resto de la com unidad. ¿Se crean t rabajos locales? ¿Se est imula el comercio lo­cal? ¿Se produce 1111 efecto mul t i p l i cador?

Lo más l lamat¡ \o ha sido el alcance l imi tado de la difusión pe rcep ­tible de las ganancias de los migran tes en la com un id ad . Descubrí , en su lugar, una individualización conspicua de la ganancia cen tr ada en las familias conyugales (Wiest 1973). La mano de obra migran te , a u n q u e ocas ionalmente implica cooperación en t re 1111 grupo más extenso de pa ­r ientes, más a m en u d o ha red u n d a d o en crecientes af i rmaciones de in ­dependencia . Esta respuesta es consis tente con la confianza en el t r a b a ­jo asalar iado v un resu l tado de la pé rd ida del control sobre los recursos por par le del grupo corporado de par ientes .

( ’011 base en un es tudio reciente en Oregon, C u lh b e r t y S te \ens(1981) señalan la dif icul tad para d e t e r m in a r con precis ión (pié pa r te de lo ganado por los migrantes regresa de hecho a México, pe ro su estudio indica (pie los gastos de los migrantes d u r a n t e su estancia en los Estados Unidos p ro b ab lem en te sean más altos de lo que se calcula. A u n q u e mis datos son en su mayoría sobre migrantes legales ( \éasc Reiehert y Ma- ssey 1979 para u n a discusión de los impactos diferenciales de la migra ­ción legal e ilegal a los Estados Unidos), apoyan la general ización de Cuthber t \ Ste\cns.

Sólo un p e queño porcenta je de las ganancias de los migran tes se gasta en Acuitzio. Apa r te de torti llas, carne } pan, aun los ar t ículos ali ­ment ic ios se ob t ie nen iuera de Acuitzio. La mayoría de los aeuilzcnscs p i d ieren hacer 1111 viaje semanal a los mercados de Morel ia y Pá tzcuaro a iin de com pra r I ruta, verdura y latería. Esta úl t ima se ha M i c h o másy más p opu la r en tr e las lamilias de los migrantes , qu ie nes hacen sus com ­pras cada \cz más en los supermercados urbanos. En Acui tzio existen t iendas que olrecen Iruta y ve rdura y au m en ta r á p id a m e n te el sumin is ­tro de al imen tos enlatados, pero ningún ab a r ro te ro ha pod id o ofrecer hasta la lecha la can t idad, var iedad y cal idad a 1111 precio compet i t ivo con el de los centros urbanos. La s ituación es aún más p ro nunc iada res­pecto a otros ar tículos. A unque se venden ta m bié n en Acuitzio, los aba ­rroteros se qu e ja n de la dii ¡cuitad de a lm acenar una calidad y var iedad

adecuada para una com un id ad lan acos tu m bra da a com pra r en otras partes. Varios es tablecimientos se bai lan bien prov istos (le ar t ículos de tocador , medicinas y apara tos de varios tipos, pero incluso éstos se com ­pran en More lia.

Dada una incidencia tan alta de compras urbanas, los com erc ia n ­tes es tablecidos en Ac ui tzio abastecen sobre lodo a la gente del hinter- íand rural que viene a la cabecera a pie o en au to bús los Tines de semana o en días íeslivos. La pobre in f raes t ruc tu ra comercial para abastecer a la población local se ve realzada po r la gran af luencia de vendedores am bula n te s los fines de semana y días de fiesta. En ot ro pu eb lo michoa- cano (véase Reichert J98J) la pobreza de las t iendas y la renuencia de los migrantes a inve rt i r en ellas, se a t r ibuye al a lto porcen taje de campesi ­nos ausentes cada año. La emigración de Acuitzio, en comparación, no era tan alta en 1975, y po r tanto no tenía el mismo impacto sobre el co­mercio local. Más bien, su p roximidad a centros más grandes, la di fe ­rencia de can t idad, calidad y variedad de bienes y servicios, j u n to con el prestigio de que gozan los más elaborados gustos urbanos, son más impor tan te s para explicar su bajo nivel de desarrol lo comercial . A u n ­que estas pre fe renc ias ind ividuales y es trategias domést icas son im p o r ­tantes para el análisis, no deb ie ran disfrazar la his tor ia del desequ i l i ­brio regional y los mecanismos es truc tu ra les que existen para am pli a r la apropiac ión de plusvalía de los sectores rurales.

La dependenc ia externa de los acui tzenses se observa en el movi ­miento de gente d e n t ro y fuera del pueblo. En 1972, un ayudan te de in ­vestigación llevó un regist ro d u r a n t e una semana del movimiento de gente en dirección a M o r d ía . A u nque se limitó a una semana, las obse r ­vaciones resumidas en el cuadro 2 son consis tentes con los datos de las entrevistas y de la encuesta . Muchos acuitzenses viven, t raba jan, visi­tan, com pran y venden en otras par les , y regresan a su pueblo los fines de semana. Si se t iene en ( lienta que casi nadie v ¡aja a diar io a M o r d í a u otros lugares cercanos para t rabajar , esle volumen de tráfico s iempre me pareció un tanto alto, pe ro ignoro si pasa lo mismo en comunid ades similares. Acuitzio es el p u n to de salida y llegada de la niayoi? pa r te de este tráfico; po r la misma car re te ra sólo t iene acceso o tr o p equeño p u e ­blo. Esta mov i lidad era a p a ren te en Acuitzio aún antes de que se pavi­mentara la carre te ra y los 35 kms que lo separan de M o r d í a l levaban hasta tres horas. La nueva car re te ra ha vuel to el viaje más cómodo y conveniente , al reduc ir el t i empo a 30 ó 40 minutos .

Apar te de sil fuer te dependenc ia de los ceñ iros u rbanos para d i ­versas compras , los migrantes gastan un porcenta je bas tan te a lto de su ingreso en el ext ranjero en la compra de bienes du rade ros con los que

GRAFICA 1. DISTRIBUCION DIRECTA E INDIRECTA DEL INGRESO DE LOS MIGRANTES

Migrante— ► C onsum o domc«tico

Salario». Oficios. Beneficio* Sor ¡a 1rs

S A T E L IT E - -------> M E T R O PO L IS

M etrópoli

C iudad regional industria l M etrópo li in ternacional

Trabajo

Divenúón

■Compra de cana Arreglo de raita_^Mater¡al de

\ roriHtrueríón^1 jOficio«

Tran «porte__MedicinaRopa

Aparatoi

("Im puesto«”. m o rd id a« . 'propina«)

A limento«, ropa , mueble«, apara to« elé rlriron , m a te r ia l de cofiNtrucrión, ene rg ía (gasolina, ga«)

—) M edic ina

— > M anufactu ra ,InduHtria d e «ub« t i tue ión d e im por taeione«

i InduHtriade la energ ia

► A groindu«tria e ¡n d u s t r i^ u rh a n a Seguridad «oeial

* ’C om ercio. alim ento«, ropa , radio«. te le \ ¡«ore«, a r tícu losle léctrico« \ar io s . d i\er«ione«. atención 'm éd ica m edic ina ene rg ía , seguro, au to m ó v iles ^

Invenión burguesa rural

f Medieria

Jlmpuerto«, tarnt.

I r

—^InduMtria farmacéutica.

Energia eléctrica,

Impue«to«, ta«a« Impue«to«, tasas.

»-Ganadería (trabajo

familiar)

tdería «lii•jo \"ili¡r> » S .I

Vendedore« de ----alimento« balanceados

Empre«a Regional( ganadero« (comprado re«)

Salario« oca«ionale«—̂ Ganadería .

- InduHtria ^'farmacéutica

^ Tecnología «obre energia

Educación—

Atención médica - automóvil _

—̂ ■Educación■ Renta de vivienda

“ ♦Atención Médica

regresan a México. La razón pr inc ipal es que muchos de estos ar tículos son menos costosos en los Estados Unidos, pero cons ideran tambié n

que son de mejor cal idad y la variedad es mucho mayor. Los bienes más com prados son ropa, radios, tocacintas, televisores, máqu in as fotográ­ficas, relojes, pequeños apara tos e lectrodomést icos, coches y cam io ne ­tas. Muchos son ar t ículos usados dest inados a la reventa. Muchos m i­grantes me confesaron que ten ían que da r m ord ida para pasar dichos bienes y que con eso con ta ban al p lanear sus gastos de vuelta.

En el caso de los automóviles , la en t rad a de c o n t rabando es difícil y no se halla muy general izada, pero sí se da. Casi todos los vehículos son comprados en los Estados Unidos e in troduc idos legalmente con p e r m i ­sos de 180 días, el mismo t ipo que se en trega a los tur istas extranjeros . El arreglo implica el regreso regular de los migrantes a los Estados Unidos.

CUADRO 2

NUMERO DE PERSONAS QUE ENTRAN Y SALEN DE ACUITZIO D URANTE UNA SEMANA

(JUNIO, 1972)

L u n e s M a r i e s M i é r c o l e s J u e v e s V i e r n e s S á b a d o D o m i n g o T o t a l

E n t r a n 52 7 5 8 5 4 3 4 5 13 52 4 597 8 3 5 4 0 15

S a l e n 6 0 9 5 84 4 5 3 531 5 2 6 5 7 8 757 4 0 3 8

C a m b i o - 8 2 + » - 1 9 - 1 8 - 2 + 19 + 7 8 - 2 3

Hasta aqu í he argü ido que la actividad comercial en el pueb lo cambia m ín im a m e n te en respuesta a las remesas de los migrantes . Una excepción más bien obvia es la venta de beb idas alcohólicas, legales y de con tr abando , q u e a u m e n ta substanc ia lmente d u r a n t e las “vacaciones” de los m ig rantes en sus hogares. El regreso anual de los migrantes co in­cide con el a u m e n to en la f recuencia de las fest ividades desde mediados de sep t i em b re hasta fines de dic iembre , lo q ue prese n ta demas iadas ocasiones pa ra el despl iegue conspicuo de lo ganado. Así, es en buena medida la ocasión social la que p rom ueve el consum o de beb idas alco­

hólicas, pero el regreso de los amigos emigrados es una ocasión social en sí misma. Muchos de mis in fo rmantes ( incluidos los camin eros) ( reían qu e el d inero de los migran tes es responsable en forma d e sp roporc io ­nada de la al ia venta de alcohol. La mayoría de los migrantes r e t o r n a ­dos no son consum idores regulares o fuer tes de bebidas , sino q ue más bien lo usan para lograr fines sociales y políticos. Si los gastos de los m i ­grantes en alcohol son puestos en circulación m e d ia n te inversiones de los dueño« de los expendios , su efecto m u lt ip l i cado r es insignificante para la comunidad local, puesto que son llevados al ( entro en función de la a l ian/a de los intereses burgueses locales con los nacionales en una est ructu ra de dependenc ia característ ica del capi ta l ismo d e p e n d ie n t e de la per ifer ia.

El impacto del d inero de los migrantes y de su consumo sobre el mercado laboral local es impercept ible . Debido a q ue los arreglos en las casas y las obras públ icas implican más consumo de ladr il lo , las l adr i l le ­ras han ampli ado su p roducc ión y dado em pleo a más t raba jado res , p e ­ro al mismo t i em po está d is m in uyendo la p roducc ión de adobes. Buena pa r le del t raba jo en renovar las casas es real izado por los mismos m i ­grantes a su regreso, pero sí hay más t raba jo para los ar tesanos. E m p e ­ro, el empleo generado por las ganancias de los migrantes así como po r la dem an d a de mater ia les de construcción p roduc id os local m en te co­mo ladri l lo y teja es tempora l , esporádico y to ta lm e n te d e p e n d ie n t e de la prolongación del t rabajo migrator io .

Los proyectos de obras públ icas en Acuitzio han sido ob je to de a b u n d a n te s discusiones y escasa acción. En 1975 lom ó el p ode r una n u e ­va adm in is t rac ión munic ipa l , encabezada por un jov en ex-migranie en qu ien hab ían deposi tado sus esperanzas de cambio 1111 g rupo más joven de priíslas. Po r iniciativa local se logró cons tr u ir una escuela s ecunda ­ria; se tuvo escaso apoyo estatal . Pero las famil ias de los migran tes se in- volucraron poco (v éase Reichert 1981, en que da datos de una al ta invo- lucración de los migran tes en los proyectos de obras públ icas), y mi im ­presión es que se hal lan más in teresados en enviar a sus hijos a escuelas secundarias urbanas.

En suma, una buena porción de las ganancias de los migrantes nunca llega al pueb lo de or igen sino que es gastada en bienes du rad e ro s en los Estados Unidos o en los centros u rbanos de México. Las ganan ­cias que sí regresan al pueb lo salen de nuevo sin t ene r mayor efecto m ult ip l i cador a nivel local o regional . La na tu ra leza de la p roducc ión y de las relaciones de in te rcambio (i.e., la ausencia de una in f rae s t ruc tu ­ra u rbana y mercado laboral) fomentan esta hu id a de <‘api ta l , al igual que lo hacen los gustos y prefe renc ias de un p ro le ta r i ado rural que ¡11-

tenia imita r a la burguesía rural . No obs tan te , los ingresos de los m i ­grantes son cada vez más im por tan te s para la economía nacional . Y con- s is ten tecon su posición per i fér ica respecto al capital d om inan te , el cen ­tro de México debe ex traer tanta plusvalía como sea posible a su prop ia peri feria.

Valor in f lado de la tierra y sistema de tenencia arcaico

El poseer t ierras en un munic ip io que cont inúa s iendo bás icamen ­te agrícola se considera una de las formas más deseables de seguridad a largo plazo. D u ran te muchos años la mayoría de los migran tes se ha l la ­ban d i r ec tam en te involucrados en la ag r icul tura , m u c h o se n calidad de medieros o p rop ie ta r ios de parcelas muv pequeñas . De este modo, la migración repre sen taba para muchos una o p o r tu n id a d de com pra r su propia t ierra o de am pl ia r las que ya tenían. A pr incipios de los años 1960, a fines del p rogram a bracero, el n ú m e ro de migrantes legales a u ­m en tó ráp idam en te . La mayoría de los migrantes de Acui tzio p rove ­nían de las rancherías cercanas y otros municipios del área. Varios lo­graron todavía co m p ra r t ierras a prec ios razonables.

Al igual que en la región en general , la t ierra agrícola es escasa, p r i nc ipa lm en te si se t ra ta de t ierras fér ti les y/o irrigadas. Debido a una alta d e m a n d a y a una ofer ta severamente l imitada, el costo de la mayo ­ría de las parcelas se elevó r á p id a m e n te a p a r t i r de 1965. Todav ía exis­tían buenas “ocasiones”, d e p e n d ie n d o de la necesidad del vendedor y de las relaciones sociales existentes en t re co m p ra d o r y vendedor . A u n ­que 110 lo p u d e c om proba r , oí rum ores sobre migran tes que habían pres tado d ine ro a pequeños propie tar ios qu ienes luego se vieron ob l i ­gados a “ve n d e r” al prestamista . En general, sin embargo , la a d q u i s i ­ción de t ierras parece habe r sido costosa para los migran tes re tornados . En 1967, se hablaba mucho sobre la tont e r ía de un mig ran te por pagar un precio exorb i tante ; el caso enojó a varios de mis in fo rm adores (mi ­grantes y no migrantes) p o rq u e consideraban a dicho m ig ran te igno­rante de los asuntos agrícolas, y para ellos marcaba una escalada súbi ta en los precios locales de la t ierra , al correrse la voz de que los migrantes r e to rn ados ten ían d ine ro y estaban ansiosos de a d q u i r i r t ie rras a cua l ­qu ie r costo. Obv iamen te , esto no ha sido así; la mayoría de los m ig ran ­tes no han pod id o com pra r t ierras agrícolas. Al contrar io , muchos se han instalado en pequeños solares a or il las del pueblo , t r as l adando su familia de las rancher ías o lugares rura les aislados.

En el cuadro 3 se com para n las parcelas de los migran tes con las de

los no migrantes .Un 57% de los hogares de la muest ra t ienen acceso a la t ierra , ya sea en p rop ie dad , en ren ta o por derechos ejidales. E n t r e los emigran tes a los Estados Unidos, un 78% posee t ierras o t iene derechos ejidales. No obstante , el hecho de que más migran tes tengan t i e rra q u e los no migran tes no hay que a t r ib u i r lo a la migración. Debe tenerse en cuenta la histor ia de su adquisic ión. Casi la mitad de los migrantes de mi muest ra tenían t ierras antes de migrar, fuera po r herencia o com pra an te r io r a la migración. Los otros han com prado parcelas con las g an an ­cias de la migración, pero todas esas compras han sido en pequeña escala.

CUADRO 3

D ISTRIBUCION DE 70 HOGARES DE LA MUESTRA SEGUN LA T EN EN C IA DE LA TIER R A Y LA MIGRACION

(Acuitzio, 1967) (en %)

TenenciaHogares sin migrantes

Hogares con m igrantes en

EEU U Totales

Sin tierras 46 22 42.9

PropietariosLati fundios 1 0 1.4

Parcelas familiares 7 11 7.1

M in ifundios 26 56 30.0

Ejidatarios (3 has) 15 11 14.3

Medieros* 5 0 4.3

Total de parcelas 100 100 100.0

Total de hogares 61 9 70.

* El n ú m e r o de me die ros en la mu e s t r a era muy escaso d e b i d o a q u e la mu es t r a cubr í a la cabecera muni c ipa l exclus ivamente, y casi todos los medi e ro s viven en ranchos y rancher ías aledañas.

El tam año de las parcelas ir r igadas varía en t r e 1 y 65 hectáreas, con una media de 3.75 hectáreas. Las parcelas de t em pora l var ían en t re ] y 150 hectáreas , con una media de 2.5 hectáreas. El t am año de las p a r ­celas y su calidad es muy variable. Como señala Stavenhagen (1970: 260-261), el ta m añ o adecuado de una parcela a fin de sostener una fami­lia varía según el suelo, las condiciones de riego, y el nivel tecnológico, pero las u n idades m enores de cinco hectáreas p u e d e n considerarse m i ­nifundios . Estos son inadecuados para da r empleo a dos adul to s y cu ­b r i r las necesidades de una familia campesina (Stavenhagen 1970: 260). La parcela m ed ia na en Acuitzio indica que casi todas las parcelas son re la t i vamente pequeñas . La mayor ía de los migran tes poseen m i n i f u n ­dios incapaces de sostener a la familia, y c ie r tamente inadecuados para m a n te n e r la casa a un nivel s imilar al que proporc io na la migración a los Estados Unidos.

I rón icam en te , la compra de t ie rras no ha p e rm i t id o a los m ig ra n ­tes de ja r de mig rar y convert i rse en agricul tores de t ie m po completo. En el m e jo r de los casos, la adquis ic ión de t ierras sirve para com ple ta r el ingreso no r te amer ic ano . Un salario facilita la diversi ficación y com ­p le m e n to del ingreso —e.g. más migran tes a los Estados Unidos (56%) e m p r e n d e n la cría comercial de cerdos que lo hacen los no migran tes (19%)— pero m e d ia n te el uso de mano de obra famil iar no pagada. Los an imales son gene ra lm en te a te nd id os por las esposas cuando sus m a r i ­dos se hal lan ausentes , dado que ellas no t ienen que dejar el lugar de r e ­sidencia. Este t r aba jo es t r a ta do s im ple m ente como una extensión del t raba jo domést ico femenino , como señalé más ar r iba. El uso creciente de t r aba jo fami l ia r no pagado es ev id en te m en te una respuesta genera ­l izada de los campesinos/p ro le ta r ios . La inv estigación de Downing e n ­t re cafe t icu l tores mexicanos indica que “ los met idos en la economía ca­pi ta lista suelen u t i l iza r el t raba jo gra tu i to de su p rop ia famil ia más fre ­c u e n te m e n te en la producc ión de café que los menos involucrados en una economía de t r aba jo asalar iado (Downing 1982: 274). De hecho, la con t inu idad de un modo campesino de producción puedo te ne r el efec ­to de m a n te n e r bajo el costo de los ar tículos m ed ian te la ut il ización del t raba jo domést i co e n t r e p roduc to res campesinos no capitalis tas , p e r ­m it i endo así costos laborales más bajos y beneficios más al tos en el m o ­do capi ta l is ta de p roducc ión (e.g. Bar tra 1975).

El c o m p le m e n ta r el ingreso debie ra verse desde la perspect iva de la r ep ro ducc ió n de la fuerza de t rabajo para aclarar las e s t ruc tu ras en las qu e se re lacionan los t raba ja dores migrantes . En calidad de t r a b a j a ­dores que pasan una pa r t e del año en sus com un id ades de origen y que en su mayoría de jan a sus famil ias d e pend ien te s en el pueblo , estos t r a ­

bajadores no ganan suf iciente en salarios no r te am eri canos para c u b r i r los costos de reproducc ión . Con t inúan conf iando en su p le m e n ta r su in ­greso y siguen guiados po r una ideología de establecerse en su prop ia tierra. Así, nunca se prole ta r izan tota lmente . En consecuencia se m a n ­tiene un modo campes ino de producc ión con el efecto de p ro porc iona r una fuerza de t r abajo parc ia lm ente au tosu f ic ien te que sostiene una buena par te del costo de su reproducc ión, ba jando así el costo de4a m a ­no de obra para las empresas capitalistas.

La forma de tenencia arcaica de la medie r ía conviene a las necesi­dades de los migrantes. El ren ta r a los med ieros p e rm i te al p rop ie ta r io estar ausente t e m p o ra lm e n te al mismo t i empo que pro tege su p r o p ie ­dad de la t ierra y asegura un peq u eñ o pe ro con t inuo ingreso ya sea en especie o en d ine ro l íquido. El resu l tado es fo m en ta r la migración recu ­r ren te del propie ta r io , p e rp e tu a r un s istema de explotación, y p r o p o r ­c ionar al t r aba ja do r mig ran te un ingreso adicional que requ ie re una mín ima inversión de t rabajo y capital . La m edier ía r ep a r te el riesgo e n ­tre el p ro p ie ta r io y el mediero , pero a u m e n ta la aprop ia c ió n de plusva­lía dado q ue el “ t rabajo social” es ap ro p iad o por medio de la involucra- ción del g rupo domést ico del mediero. Este sistema de medier ía sirve para m a n te n e r a las mujeres en su t radicional papel de dependenc ia al m a n te n e r a las esposas de los migran tes al margen de una involucración directa en la agr icul tura . Algunos medie ros p u e d e n consol ida r varias parcelas pequeñas y contiguas que pe r t enecen a di s t intos propieta r ios , pero tales arreglos son g enera lm en te de corta duración. La in fo rm ali ­dad de estos arreglos, j u n t o con la percepción de que la migración o f re ­ce la única esperanza de mejoría , ha an im ad o a los med ieros a em ig ra r también (véase Reichert 1981: 62).

Las compras de t ierra por pa r te de los migrantes no han puesto más t ierras en producc ión ni p roporc io nado puestos de t r abajo ad icio­nales; más bien, la t ierra s im p lem en te cambia de manos, y los m ig ran ­tes de hecho se vuelven prop ie ta r io s ausentis tas. Su competenc ia por o b ten e r t ierras ha inflado su precio, pon iendo a la mayoría de la gente sin t ierras en una desventaja todav ía mayor a l e jándola aún más de sus medios de producción. Los q ue venden las t ierras , gene ra lm en te a buen precio, a m en u d o se t ras ladan a una ciudad y se meten en el comercio.

El mercado de trabajo local y la migración in terna

La migración de t r aba jado res a centros u rbanos y a zonas i ndus ­t riales y agrícolas de los Estados Unidos es necesaria para el mercado laboral en los niveles locales y regionales. Las o p o r tu n id a d e s de em pleo

locales han d i sm inu ido con la m anufac tu ra de zapatos a gran escala en Guada la ja ra y León, y con la llegada de nuevo equ ip o agrícola que ha reemplazado a las carretas t i radas por bueyes. Por e jemplo, el n ú m e ro de fabricantes y repa rado res de carretas ha pasado de siete a uno en los últ imos 10 años, aun si Acuitzio es todavía conocido en Michoacán por la cal idad de sus mate r ia les y su t rabajo, y las carretas c on t inúan l legan­do por ferrocarr i l desde áreas lejanas para ser reparadas. Además, la mecanización agrícola de algunos la t i fundios ha reduc id o k>s t rabajos agrícolas, a u n q u e se ha e q u i l ib r a d o un tanto la s i tuación por la nueva pre fe renc ia dada a la ganader ía , sobre todo a la cría de puercos.

La alta incidencia de hogares encabezados por muje res se t raduce en la creciente involucración de éstas en la fuerza laboral extra-domés- tica, a u n q u e las muje res d if í c i lm ente ob t i enen t raba jo en el pufeblo. La mayoría t r aba ja n de sirvientas; unas cuantas t r a b a j a n c u id a n d o a n im a ­les. La mecanización de la p roducc ió n de tor ti l las barfeducido subs ta n ­cialmente esa act ividad como fuente de ingresos. Un « ú m e r o cada vez más a b u n d a n t e de mu je res se dedica al comercio, en p e q u e ñ o a fin de com ple ta r su ingreso de una gran var iedad de fuentes precarias , inclui ­das p eq u eñ as con tr ib uc iones de las hijas e hijos que se e n c u e n t r a n en la c iudad de México (Wiest 1973).

La mayor p a r te del t r abajo asalar iado local d e p e n d e d é l a agr icul ­tura y es tempora l . Con la pa r t i da anual de una q u in t a pa r te de la fue r ­za de t r aba jo mascul ina de Acuitzio pareciera que habr ía una escasez de t raba jadores . De hecho, hay empresar io s agrícolas que sost ienen que su potencial p ro duc t ivo se ve l imi tado po rq u e no pu ed en conseguir la ayuda adecuada. Exis ten posibles t raba jado res pero p re f ie ren no t r a ­bajar en el cam po por los salar ios ofrecidos (12 pesos d iar ios de 1966 a 1972; de 20 a 25 pesos en 1974). Los empresar ios agrícolas locales sost ie­nen q ue la gente es r e n u e n te a t r aba ja r por el salario local deb id o a que conocen los t ipos de salarios recibidos en los Estados Unidos (entre 15 y 20 dólares d iarios en 1966-67). La escasez de mano de obra local se ve p a ­liada en buena p a r te p o rq u e con t inúa la migración a la cabecera p rove ­niente de las rancher ías cercanas. Los hab i t an te s de las rancherías bus ­can su p le m e n ta r su ingreso y las facil idades que ofrece la cabecera (so­bre lodo educación para sus hijos). Esta relación cabecera-ranchería es el p r im er nivel de una relación de explotación en la e s t ruc tu ra metró- poli-satélite, descansando como lo hace en una reserva de mano de ob ra que es pobre, in f raeducada , despol i t izada y po r tanto menos costosa pa ­ra los empresa r ios regionales.

Las o p o r tu n id a d e s laborales regionales se hal lan ta m bién severa­mente l imitadas, y hay mucha competencia po r los puestos de t rabajo

en Michoacán y estados aledaños. El nivel de desar ro l lo indus tr ia l es bajo; sólo rec ie n tem en te se han hecho proyectos para a l iviar el p r o b l e ­ma. Una nueva fábrica de papel en Morel ia se halla en las p r im eras e ta ­pas de operación, y la s iderúrgica de Las T ruchas se e n cu en t ra todavía en construcción, a u n q u e en ambos casos las d em an d as de t r aba jo sobre ­pasan la ofer ta . Las obras de construcción como la ca rr e te ra p a v im e n ta ­da que pasa por Acui tzio dio t r aba jo en 1972 a un p u ñ a d o de t r a b a j a d o ­res, pe ro la mayoría de los puestos de t r aba jo se fueron a los res iden tes urbanos. Unas cuantas muchachas de Acui tzio t r aba ja n de s i rvientas en Pátzcuaro, Uruapan o Morel ia, pe ro este es el l ímite general de las posi ­b i l idades laborales en la región. Los centros regionales ext raen de la ca­becera no ta n to del t r aba jo cuanto de las t ransacciones comerciales, m ed ian te el monopol io de las finanzas, el p rocesamien to y el e m p a q u e y d is t r ibuc ión localizado en Morelia.

Los acui tzenses se ven atra ídos sobre todo a la ciudad de México pa ­ra a u m e n t a r sus p robab i l idades de empleo o mejo ría económica. El m a ­yor n ú m e ro de los migran tes ru ra l-u rbanos son hi jos e hijas sol teros que en cu en t ran t r aba jo en la construcción, demolic ión, o servicios (sir­vientas, veladores, camareros, cocineros). Cada vez más se están vol­cando al comercio a m b u la n te al no e n c o n t r a r t r aba jo asalar iado, y ese t ipo de comercio es más afín a la necesidad de moverse de la c iudad al campo y viceversa, p o rq u e dife rentes m iem bros de la famil ia pu ed en cont inuar vendiendo en momentos diferentes (Wiest 1973; cf. Arizpe 1981).

Hay esencialmente dos clases d ife ren tes de acui tzenses que em i ­gran a la c iudad (1) la bu rguesía ascendente y p e q u e ñ a burguesía q ue se t rasladan a la c iudad a fin de me jo ra r su estilo de vida y su ingreso, y (2) el subemple ado sin t ier ras que es muy pobre y carece de opciones en Acuitzio. Los pr im eros ge nera lmen te se t ras ladan con toda la familia y la tasa de éxito es alta. Los úl t imos genera lm en te se van solos, a m e n u d o son los hijos o hijas “d e p e n d ie n te s”, que t r aba jan d u r a n t e varios meses en la c iudad antes de regresar al pueblo. La mayor pa r te de lo que ga­nan se va a com p lem en ta r el bajo ingreso generado en el pueb lo p o r los que se quedan .

Para la clase que posee capi tal y credenciales, hay t rabajos y o p o r ­tu n idades disponibles en la c iudad. Para la otra , la migración rural-ur- bana es necesar ia en la búsqueda desesperada de una fuen te de ingre­sos. Huelga decir que las opo r tu n id ad es de éstos no mejo ran subs tan ­cialmente.

Además, la migración ru ra l -u rbana extrae el capi ta l gene rado lo­calmente y el potencial generador del mismo en el caso de la burguesía migrante , al t i empo q ue abastece mano de obra ba ra ta a la indus tr i a de

bajos salarios en el caso de los migrantes pobres . Claro que el desplaza­miento d ramático de la población hacia la capital está exacerbando un problema ya de por sí en o rm e (Muñoz, Olivcira, Ste rn 1977).

La gran migración a la c iudad de México y a los Estados Unidos ha producido un cambio demográf ico en el municipio coincidente con la desviación del tráfico e n t r e la t ierra caliente y los mercados hacia el norte. Aunque el cambio radical en la economía local consti tuyó sin duda un factor im p o r t a n t e en la iniciación de la emigración desde la ca­becera, no es una explicación adecuarla para la migración con t inuada desde el munic ip io en conjun to. La migración ru raUurhana y la in te r ­nacional fo menta n el ab a n d o n o de las ranc her ías en favor de los servi ­cios sociales prov istos en la cabecera y la competencia por las escasas opo r tu n id ades laborales que r e d u n d a n en dinero l íquido. Mientras que los migrantes internac ionales en su mayoría regresan a la c abec era municipal, su migración pone en movimiento el traslado de la ranche ­ría a la cabecera al l iberar los esc asos trabajos que hay en ésta y fom en ­tar el mito de la movil idad soc ial. Además, los migrantes a los Estados Unidos se están volc ando sobre el t rabajo manufac tu re ro en Los Ange­les y Chic ago, y este c ambio en sí refuerza la relocalización final en una ciudad indus tr ia l izada mexicana.

La exportac ión l abo ra l t i e n d e a a p a r t a r el g r u p o de edad más produc tivo. I,a migración a la c iudad de México se lleva a los hombres y mujeres más jóvenes y a familias re la t ivamente jen enes, de jando atrás a la gente mayor , a los en fe rmos y a los muy jóvenes. En c onsec uenc ia, la migración internac ional y ru ra l-u rhana ha bajado en lugar de a u m e n t a ­do la produc t iv ¡dad total de la com unidad , al sacar de ella al grupo de edad más p roduct ivo y mejor educ ado, y al fomenta r el abandono de las rancherías, de jando así estéril o peor cul tivadas t ierras a n te r io rm e n te bien labradas.

Aunque presenc iamos c ambios amplios en la demograf ía del m u ­nicipio, es signific ativo el que la exportación laboral refuerce la estruc ­tura soc ial existente; ésta ha sido par te esencial de las condiciones que provocaron la exportac ión laboral.

E x i s t e n p r u e b a s a b u n d a n t e s d e q u e la m i g r a c i ó n s e a u t o p e r p e l ú a ,

— p r o c e s o (p ie R e i c h e r t (1981) d e n o m i n a el “s í n d r o m e m i g r a n t e ” . E n el

p r e s e n t e t r a b a j o h e a b o r d a d o \ a r i o s e l e m e n t o s d e e s t a p e r p e t u a c i ó n , y

h e t r a t a d o d e e x p l i c a r l a e n t é r m i n o s d e las e s t r u c t u r a s q u e g e n e r a n d e ­

p e n d e n c i a e x t e r n a . La \ e r d a d es q u e los m i g r a n t e s a los E s t a d o s U n i d o s

g a n a n c o n s i d e r a b l e m e n t e m á s d e lo q u e p o d r í a n g a n a r e n M é x i c o ; d e ­

b e n c o n t i n u a r m i g r a n d o a f in d e s o s t e n e r u n niv el d e v id a m á s a l t o ; su

p a i l ó n d e c o n s u m o i n d u c e a o t r o s a m i g r a r ; su s g a n a n c i a s s a l e n e n u n a

c a n t i d a d d e s p r o p o r c i o n a d a d e l p u e b l o e l i m i n a n d o v i r l u a l m e n l e los

p o t e n c i a l e s e l e c t o s m u l t i p l i c a d o r e s ; la a d q u i s i c i ó n d e t i e r r a s p o r los

m i g r a n t e s a al tos p r e c i o s a l e j a l o d a \ ía m á s a o t r o s d e los m e d i o s d e p r o ­

d u c c i ó n . v u n a r r e g l o d e m e d i e r í a les p e r m i l e c o n t i n u a r m i g r a n d o al

m i s m o t i e m p o q u e se b e n e f i c i a n d e la p r o p i e d a d d e la t i e r r a ; y p o r ú l t i ­

m o . la m i g r a c i ó n a los E s l a d o s U n i d o s e s t i m u l a la m i g r a c i ó n i n t e r n a al

c r e a r u n a p a r a d ó j i c a esca se z d e m a n o d e o b r a , d e b i d a al c o n o c i m i e n t o

d e las l a sas s a l a r i a l e s e n los E s l a d o s U n i d o s e n u n p u e b l o c o n a l i o d e s ­

e m p l e o .

Bá s i c os p a r a e s t e s í n d r o m e m i g r a n t e so n los ra s g o s e s t r u c t u r a l e s

subv a c e n l e s c a r a c t e r í s t i c o s de l ca p i l a l i s m o e n el q u e la m a n o d e o b r a es

u n p r o d u e l o p r i m a r i o d e e x p o l i a c i ó n d e M é x i c o . L a m i g r a c i ó n n o es si ­

n o u n a m a n i f e s t a c i ó n d e la a p r o p i a c i ó n d e p lusv a l ía. A f in d e e n t e n d e r

el o r i g e n d e l p r o c e s o d e m i g r a c i ó n l a b o r a l , a sí c o m o la p r o f u n d a m o v i l i ­

d a d e s p a c i a l d e la m a n o d e o b r a h o y e n d í a , d e b e m o s c e n t r a r n u e s t r a

a t e n c i ó n d e s d e los i n t e r e s e s d e c lase q u e h a n p u e s t o las c o n d i c i o n e s p a ­

ra la m i g r a c i ó n h a s t a la f l u c t u a c i ó n d e las t a sa s d e i n t e r c a m b i o i n t e r ­

n a c i o n a l .

E s t e e s t u d i o a l a rg o p l a z o d e la m i g r a c i ó n d e u n a c o m u n i d a d d e

M éx ic o c o n t r i b u y e a n u e s t r a c o m p r e n s i ó n d e l ( h o q u e d e l p u e b l o c a m ­

p e s i n o - s i s t e m a c a p i t a l i s t a m u n d i a l . E l a n á l i s i s co l o c a a la m i g r a c i ó n e n

u n m a r c o m u n d i a l m á s a m p l i o m e d i a n t e la a p l i c a c i ó n d e la t e o r í a d e la

d e p e n d e n c i a y el e s l r u c t u r a l i s m o h i s t ó r i c o . E l e n f o q u e d e la d e p e n ­

d e n c i a oí re c e u n a i n t e r p r e t a c i ó n d i n á m i c a d e la d i v i s i ó n i n t e r n a c i o n a l

d e l t r a b a j o \ las e s t r u c t u r a s d e l p u e b l o d e l m i g r a n t e . La e s t r u c t u r a so ­

cial las r e l a c i o n e s d e p r o d u c c i ó n — d e la q u e f o r m a n p a r l e los m i ­

g r a n t e s se c o n v i e r t e en el m e o l l o d e la c u e s t i ó n p o r m e d i o d e la a t e n ­

c i ó n p r e s t a d a al p r o c e s o d e p r o d u c c i ó n .

B u s t a m a n t e y M a r t í n e z (1979: 273-274) d e j a n b i e n s e n t a d o p o r q u é

es e s e n c i a l r o m p e r c o n los c o n s t r e ñ i m i e n t o s i d e o l ó g i c o s de l c a p i t a l i s ­

m o y d e t e r m i n a r las e s t r u c t u r a s s u b y a c e n t e s . C o m o e l lo s s e ñ a l a n , los

mexicanos bien pu e d e n cruzar una f ronte ra inte rnacional pe ro con t i ­núan d e n t ro de un sis tema único que es internacional en alcance. Exis­te dem an d a de mano de obra mexicana en los Estados Unidos, al igual que hay inst i tuciones y prácticas para d is t ingu ir a esta fuerza de t rabajo requerida (en calidad de “ ilegales”, “ indocum en tados” o, podr ía a ñ a ­dirse, “t r aba ja dores invi tados”) y garant izar su naturaleza tempora l mediante la deportación a fin de asegurar que la mayor porción de los costos sociales del t raba jo no sean pagados por los Estados Unidos. Co­mo he argüido a lo largo del t rabajo, los migrantes en general no son conscientes de su relación con el proceso produc t ivo del capi ta l ismo in­ternacional. El a rgum en to de B us tam an te y Mar t ínez (1979) es que el capital t iene intereses creados en obscurecer esa relación. El s iguiente paso en el análisis de la migración y la división internacional del t r a b a ­jo deb iera consist ir en a b o r d a r las implicaciones pol ít icas y económicas de la pol it ización y potencial de toma de conciencia en tr e el campes ina ­do y el p ro le ta r i ado . Espero q ue este ensayo contr ibuya a tal t ipo de in ­vestigación.

N O T A S

1 E s t e t r a b a j o <\s u n a e l a b o r a c i ó n u l t e r i o r d e d a t o s y a r g u m e n t o s p r e s e n t a d o s e n u n

a r t í c u l o a n t e r i o r ( W i e s t 1979a) . La i n v e s t i g a c i ó n se i n i c i ó e n 1966-67. S e l l e v ó a c a ­

b o n ía s ¡ m e s t i z a c i ó n e n la m i s m a c o m u n i d a d e n 1968, 1971, 1972 y 1974-75. E n t o ­

t al , s e p a s a r o n 26 m e s e s e n e l c a m p o . A g r a d e z c o el a p o y o p r e s t a d o p o r las s i g u i e n ­

t e s f u e n t e s : I N D E A - R e l a t e d F u l b r i g h t - l l a y s K c l l o w s h i p , 1N1MH P r e d o c t o r a l Fe -

l l o w s h i p , N o . 6 - F 1 - M H - 2 4 , 1 5 9 -0 1 A3 , T h e C a n u d a C o u n c i l , l i n i v e r s i t y o f M a n i t o h a

R e s e a r c h B o a r d , I n t e r n a t i o n a l D e v e l o p m e n t R e s e a r c h C e n t r e (Otlawut) , y el S o c i a l

S c i e n c e s a n d H u m a n i t i e s R e s e a r c h C o u n c i l d e C a ñ a d a .

2. La “ t e o r í a d e la d e p e n d e n c i a ” n o e s u n a s ola ; e x i s t e n n u m e r o s a s v a r i a c i o n e s y m u ­

c h o s p r o b l e m a s , l i n a r e s e ñ a c r í t i c a e s t á l u c r a d e l a l c a n c e d e e s t e e n s a y o . V é a n s e

P e t ras ( 1978 ) , P o r t e s ( 1 98 1) , S m i t h ( 1 9 8 1). \ W’o o d (198 1) a p r o p ó s i t o d e t e m a s crí t i-

c o s i n t e r e s a n t e s r e l a c i o n a d o s c o n e s t e t r a b a j o .

3. 1.a r a z ó n d e las c a r a c t e r í s t i c a s e s t r u c t u r a l e s d e l s u b d e s a r r o l l o , y l os m e c a n i s m o s

i m o l u c r a d o s e n la t r a n s f e r e n c i a d e l \ a l o r al c e n t r o , las i m p l i c a c i o n e s d e l i n t e r ­

c a m b i o d e s i g u a l , las l i m i t a c i o n e s d e l e f e c t o m u l t i p l i c a d o r , y e l s u r g i m i e n t o d e la

d i \ i s i ó n i n t e r n a c i o n a l d e l t r a b a j o , s o n t o d o s e l l o s t e m a s c r í t i c o s s u b y a c e n t e s e n el

p r e s e n t e t r a h a j o . l ¡ n d e s a r r o l lo m á s e l a b o r a d o d e e s t o s y o t r o s p r o b l e m a s a f i n e s se

e n c u e n t ra e n A m i n ( 19 7 4, 1976) . D o w n i n g ( 198 2) , E m i l i a m i e l ( 197 2) , y F r a n k ( 1979) .

4. E s t o e s t á m u \ p o r e n c i m a d e c u a l q u i e r p r o d u c c i ó n e n e s p e c i e , p o r t a n t o las f a m i ­

l ias c o n b a j o s i n g r e s o s m o n e t a r i o s \ u n a l t o i n g r e s o e n e s p e c i e p o r p o c o q u e g a s t e n

a g o t a n su d i n e r o , p e r o al m i s m o t i e m p o n o es d e e s p e r a r s e q u e c o m p r e n m u c h a s

d e s u s n e c e s i d a d e s a l i m e n t i c i a s .

5. Lo s v a l o r e s m o n e t a r i o s u t i l i z a d o s a q u í s e b a s a n e n i n v e s t i g a c i ó n l l e v a d a a c a b o

a n t e s d e la d e v a l u a c i ó n d e l p e s o e n 1976. La tasa u s a d a es la d e 12.50 p e s o s p o r d o ­

lar. Kn 1971 l os p r e c i o s s e d o b l a r o n , v los s a l a r i o s s u b i e r o n d rá s t i c a m e n t e d e b i d o a

la i n f l a c i ó n g e n e r a l i z a d a . M á s r e c i e n t e m e n t e , s e l i an s u c e d i d o v a r i a s d e v a l u a c i o ­

n e s , y el p e s o s i g u e m u y i n e s t a b l e . P o r e s t a s r a z o n e s , b e i n d i c a d o el a ñ o al d i s c u t i r

el v a l o r d e la m o n e d a .

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