la democracia genuina

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Nota periodistica

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12/11/2015 La democracia genuina

http://www.revistapersona.com.ar/Persona73/73Trueba.htm 1/5

La democracia genuina

Manuel R. Trueba (h)*

Entendemos en general a la democracia como el gobierno de la mayoría surgido de unproceso de votación popular. Esa afirmación tiene un gran contenido de verdad; sin embargo,es insuficiente para conocer cabalmente la significación genuina de la democracia. Lademocracia moderna comenzó siendo una forma de gobierno que se insertó en el liberalismo yque se identificó con la noción de gobierno de la mayoría. Esto pasó en la generalidad de lospaíses liberales en el siglo XIX. La Constitución Argentina de 1853/60 fue ­y es­ unaconstitución liberal y cuando habían transcurrido no pocas décadas de vida institucional sesumó al liberalismo constitucional la participación democrática del pueblo a través del sufragiopopular gracias a las leyes electorales que permitieron sucesivamente el voto masculino y elfemenino. Sin embargo, el sufragio popular, aun de todos los ciudadanos y ciudadanas, esinsuficiente para entender el concepto genuino de democracia.

La democracia, entendida genuinamente, es la suma de varios elementos que puedenenunciarse sintéticamente más o menos así: a) elecciones libres y transparentes en las quepueda votar la ciudadanía; b) pluripartidismo, es decir el respeto a todos los partidos políticosdemocráticos; c) respeto a las minorías sociales y políticas; d) libertad; e) igualdad ante la ley eigualdad de oportunidades para el acceso a bienes públicos, como la salud y la educación,promoviendo así el bienestar general; f) respeto a todos los derechos humanos, naturales oconstitucionales; g) libertad de prensa; h) participación de todos los ciudadanos a través dediferentes mecanismos, como la libertad de expresión, de crítica, y de asociación; i)democracia interna dentro de los partidos políticos. Así entendida, además, la democracia senos muestra como un procedimiento eficiente para la solución de los conflictos sociales y elfomento de la paz.

La democracia no busca la violencia, ni como fin, ni como medio. Los partidos o gruposque tengan propuestas violentas, o acudan a la violencia para, supuestamente, lograr finesnobles, son contrarios al sistema democrático.

La democracia busca consensos. El ámbito propio de esa búsqueda es el Congreso, yaque en él la mayoría y las minorías (oposición) se encuentran y deliberan para adoptardecisiones. Esquivar el trámite legislativo es evadir ese encuentro. Sin embargo, si bien lamayoría no debe asfixiar a la minoría, ésta no debe ejercer una oposición destructiva.

A ello hay que añadir los elementos de la forma republicana de gobierno: división depoderes, alternancia en el poder (es decir, rotación y posibilidad efectiva de rotación de lospartidos políticos en el gobierno), responsabilidad de los gobernantes, austeridad de losgobernantes, publicidad o transparencia de los actos de gobierno ­es decir, darlos a conocer­,

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rendición de cuentas que pueda ser antecedente de sanción, en caso de corresponder, a losmiembros de los tres órganos del poder (legislativo, ejecutivo y judicial).

La división del poder es el fundamento de los límites orgánicos al estado democrático.La Constitución argentina, si bien exhibe desde su última reforma una distorsión del equilibrioentre los órganos estatales a favor del ejecutivo nacional, puede todavía ser la fuentevivificante de instituciones sólidas y al mismo tiempo mesuradas si se afianzan con el correrdel tiempo los resortes y los mecanismos de control que provienen del núcleo normativooriginario de 1853/60. En tal sentido, debemos hacer notar que, a nuestro juicio, el cambio deforma de gobierno que algunos propician proponiendo entre nosotros el parlamentarismo envez de la estricta división de poderes redundaría en un fortalecimiento de la concentración depoder, ya que se licuaría la independencia entre el Congreso y el poder ejecutivo, facilitandoque un mismo y único partido político domine a ambos. Hay, entonces, dos formas de gobierno: la democracia y la autocracia. La autocracia esla forma de gobierno en la que falta alguno de los elementos indicados en los párrafosanteriores. La diferencia es importante, ya que, si bien la democracia ­como todo hechohumano o cultural­ tiene sus problemas o defectos, salir de la democracia en busca de unamejor forma de gobierno ­aunque se nos presente como “perfecta” o “utópica”­ nos lleva a laautocracia. Muchas veces ciertos partidos políticos o gobiernos, siendo en realidad autocráticos, sehan llamado o se llaman a sí mismos “democráticos”. Esos partidos o gobiernos sonfalsamente “democráticos” y verdaderas autocracias, que generalmente arriban o arribaron alpoder usando la violencia psicológica o física, y se mantuvieron o mantienen en el poder delmismo modo. Puede así distinguirse entre la democracia genuina, por un lado, y la democraciaficticia o falsa, por otro lado.

Ejemplos de autocracias que han sido confundidas con la democracia o, por lo menos,con formas de gobierno popular (populismo) o basado en alguna incierta voluntad del pueblohay muchos: la Alemania nazi, la Italia fascista, la España franquista, la Unión Soviética, laRepública “Democrática” Alemana (Alemania oriental hasta la caída del muro de Berlín en1989), Cuba, etc. Si bien algunos de esos casos se basaron en ideas de extrema derecha yotros de extrema izquierda, todos ellos fueron autócratas y violentos. La historia revela que losextremismos de derecha y de izquierda acuden por igual al uso de la violencia. Y muchasveces los gobiernos autocráticos disfrazan su antidemocracia revistiéndola de asistencialismo,es decir un despliegue más o menos extendido de prestaciones sociales. Intentan de esamanera disimular un poco y justificarse. A pesar de ello, logran con frecuencia el apoyoconvencido o simulado de mucha gente beneficiada o interesada. Siempre acuden al temorpara provocar adhesiones y dominar.

Un gobierno autocrático asume un rol dominante y hegemónico en lo cultural, en locientífico y en lo religioso, cercenando las manifestaciones humanas en tales planos. Muchos

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gobiernos autocráticos han puesto la cultura y la ciencia al servicio de sus proyectos dedominación. En el ámbito religioso, esos gobiernos siempre han buscado anular las creenciasy las exteriorizaciones del culto erigiéndose ellos mismos en objeto de culto. La discriminaciónreligiosa no parece abandonarnos: recientemente fue denunciado el destrato que reciben losjudíos de Venezuela de parte del gobierno de ese país (ver diario La Nación del 9.4.08).

En general, las democracias ficticias (autocracias) prometen la solución de losproblemas sociales y, a partir de la propaganda política, convencen a muchas personas que sesienten atraídas o seducidas por tales promesas, que nunca se cumplen y que son espejismoso fantasías. De hecho, los medios de comunicación nos informan hoy en día de la gran crisisde la vivienda que sufre el pueblo cubano, lo cual es un ejemplo ­entre muchos otros­ delfracaso de las autocracias para resolver los problemas sociales o económicos. Por tal motivo, a los problemas sociales o económicos hay que resolverlos dentro de lademocracia. Por ejemplo, en la Argentina actual existen muchos y graves problemas sociales yeconómicos, incluso en el aspecto fiscal y tributario, y el caso de las retenciones agropecuariases una muestra de ello. Nuestros problemas sociales, económicos y fiscales o tributarios tienenque ser resueltos respetando las instituciones de derecho público que establece nuestraConstitución. La situación presentada en torno de las retenciones debe resolverse acudiendo alos principios tributarios que la propia Constitución establece: legalidad, no confiscatoriedad eigualdad. Estando clara la diferencia entre democracia genuina, por un lado, y por otro laautocracia o democracia ficticia, podemos darnos cuenta de que muchas veces un gobiernoinicialmente democrático, se transforma en autocrático. Podemos hablar así de una transicióna la autocracia, expresión inversa a la muy difundida en los años 80 para aludir a la transiciónespañola, o chilena, o incluso argentina. Un ejemplo de transición a la autocracia ­o autocraciade ejercicio­ fue el ascenso de Hitler al poder en Alemania, ya que él había sido llamado por elpresidente de Alemania para formar gobierno. Una vez en el gobierno estructuró un sistema deconcentración de poder y eliminación de la oposición política, sindicalista, periodística, ycuando el presidente murió poco después, evitó que se eligiera a su sucesor. Hitler fue votadopor gran parte del pueblo alemán: por ese motivo, decíamos al comienzo que la democracia noes sólo votar, sino también que se presenten los otros elementos o conceptos mencionados.También existió la autocracia soviética, que fue una autocracia de origen, surgida de laconquista del poder por parte de los bolcheviques a fines de 1917 (revolución bolchevique), locual provocó la interrupción del proceso de organización constitucional que se había iniciadopoco antes tras la caída de la autocracia zarista (revolución rusa de 1917). Las autocracias deorigen y de ejercicio son igualmente nefastas y, aunque todas son violentas, las hay dediversos grados, algunas más terribles que otras. En el caso de las mencionadas y otras, hancometido asesinatos, masacres y genocidios. Más aún. Llevar la violencia al extranjero no estuvo fuera de los planes siniestros de

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muchos gobiernos autocráticos, y por ese motivo muchas guerras entre países fueronprovocadas por autocracias. Las autocracias intentan de esa manera expandirse y cohesionara la sociedad con apoyos populares internos mostrando enemigos externos. Generalmente, las transiciones a la autocracia son imperceptibles para la mayoría delas personas si no están previamente educadas o advertidas de la posibilidad de abusos depoder a partir de decisiones o medidas políticas o económicas que aparecen como buenas ygeneran adhesión popular, pero que están dirigidas a la concentración de poder. En la consolidación de la democracia gravita en forma preponderante la educación. Sineducación, el pueblo es infiel a la democracia. Nunca hay que caer en la tentación de laautocracia. Winston Churchill ­el ex primer ministro inglés­ decía que la democracia era un malsistema político, pero era el menos malo de todos los sistemas políticos. Los defectos de lademocracia pueden ser resueltos dentro de la misma democracia y por canales democráticos.En gran medida, la democracia es un procedimiento para la toma de decisiones en formacivilizada, lo cual hace que sea un sistema político abierto compatible con las sociedadesigualmente abiertas, mientras que la autocracia es un sistema cerrado de gobierno porque noadmite innovaciones. Bajo la autocracia, la sociedad tiende a cerrarse y el país, a encerrarse. No obstante, la democracia no está exenta de defectos. La ambición de poder tambiénestá presente en los gobiernos democráticos. Pero, aún así, la democracia aventaja a laautocracia en que ejercita permanentemente la autocrítica y puede, superándose, corregir susdesvíos. La autocracia desconoce la autocrítica y la crítica. El derecho a la crítica de losciudadanos es, por sí mismo, un límite al poder. Como la democracia procura un gobierno limitado es imprescindible que la voluntad delestado se subordine a las normas jurídicas democráticas y garantizadoras de la libertad y losderechos de las personas, cuya base se encuentra en la constitución democrática, que debeser suprema. Esa supremacía tiene que ser garantizada por un sistema de control deconstitucionalidad de normas, que sea ejercido por órganos ajenos al poder legislativo y alpoder ejecutivo, que son los poderes creadores de normas. Finalmente, en relación con el mercado y la actividad económica, la democracia debeasegurar el marco institucional para que aquéllos se desenvuelvan para provecho de todos,respetándose la propiedad privada ­incluso de los medios de capital y de la renta­ y la libertadde trabajo y de ejercicio de actividades económicas lícitas.

Se podría explicar todo lo dicho imaginando tres círculos concéntricos. Un círculointerior ­primer círculo­ es aquel dentro del cual se desarrolla la actividad económica, mientrasque el círculo exterior ­tercer círculo­ corresponde al funcionamiento de las institucionespolíticas democráticas, que protegen al mercado, evitando que provoque distorsioneseconómicas o sociales. En el medio, el segundo círculo es el ámbito de la educación, que,haciendo progresar en todos los planos de la vida a las personas, asegura para el mercadorecursos humanos capacitados y para el estado ciudadanos con sentido crítico. En la

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democracia genuina, la educación de alto nivel está al alcance de todos, según sus intereses,inclinaciones, méritos y capacidades. La democracia auténtica no quiere la educación depocos privilegiados al estilo de las sociedades de castas. Al contrario, la democracia, a travésde la educación, promueve la movilidad social ascendente.

Los tres círculos concéntricos debieran funcionar interrelacionados y

simultáneamente. Una intercomunicación sería la siguiente: de los excedentes deriqueza que proporcione el mercado, el estado podría por vía de impuestos destinaralgunos para el financiamiento de un sistema de becas para que todas las personas, enespecial las de bajos recursos económicos, puedan acceder a la educación en todos losniveles. Eso garantizaría el mejoramiento de los recursos humanos y una ciudadaníamadura, y el ciclo se enriquecería permanentemente para bien de los tres círculos y detodo el país, incluyendo a las minorías, sin exclusiones sociales de ninguna naturaleza,pero sin caer en populismos. Éstos son la antesala de la demagogia, aunque se apoyenen votaciones populares, que en tal caso no son más que un disfraz.

* Docente de derecho constitucional en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad delMuseo Social Argentino.