la degradación y deterioro de la condición humana en la novela los pazos de ulloa, de emilia...

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Universidad de Guanajuato División de Ciencias Sociales y Humanidades Departamento de Letras Hispánicas Programa de Letras Españolas Materia: Literatura Española Siglo XVIII y XIX Profesor: Eugenio Mancera 28 de mayo del 2012 La degradación y deterioro de la condición humana en la novela Los Pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán Benjamín Pacheco López El enfrentamiento entre la vida rural y citadina, teniendo como resultado la degradación y deterioro de la condición humana, es uno de los temas de importancia plasmados en la novela Los Pazos de Ulloa de la escritora gallega Emilia Pardo Bazán. La novela, publicada en 1886, ha sobrevivido la llamada prueba del tiempo y es considerada por la crítica

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Ensayo académico sobre la novela Los Pazos de Ulloa, publicada en 1886 por Emilia Pardo Bazán

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Page 1: La degradación y deterioro de la condición humana  en la novela Los Pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán

Universidad de GuanajuatoDivisión de Ciencias Sociales y HumanidadesDepartamento de Letras HispánicasPrograma de Letras EspañolasMateria: Literatura Española Siglo XVIII y XIXProfesor: Eugenio Mancera28 de mayo del 2012

La degradación y deterioro de la condición humana

en la novela Los Pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán

Benjamín Pacheco López

El enfrentamiento entre la vida rural y citadina, teniendo como resultado la degradación y

deterioro de la condición humana, es uno de los temas de importancia plasmados en la

novela Los Pazos de Ulloa de la escritora gallega Emilia Pardo Bazán. La novela, publicada

en 1886, ha sobrevivido la llamada prueba del tiempo y es considerada por la crítica

literaria como una de las mejores obras de la nacida en La Coruña, España, al grado que le

han dedicado diversos estudios y análisis sobre su estructura y contenido.

El presente trabajo tiene como objetivo explicar al lector la forma en que la escritora

manejó en la obra citada los aspectos de la “degradación”, en contraposición al de

“dignidad”, y la forma en como se refleja, sobre todo en los personajes femeninos. Además,

compartir algunas de las características de la llamada corriente del Naturalismo, misma de

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la que Pardo Bazán fue seguidora –sobre todo de los conceptos cientificistas de Emile Zola

–y cómo introdujo estos en España.

Niña prodigio; adulta autodidacta

Antes de entrar en los aspectos formales de Los Pazos de Ulloa, es necesario saber algunos

detalles de la vida de Emilia Pardo Bazán, debido a que fue una mujer reconocida en su

época y se ganó la admiración de sus contemporáneos. Ella fue una niña feliz a la que le

gustaba leer. Nació un 16 de septiembre de 1851 en La Coruña, en la calle Tabernas, en el

seno de una familia aristocrática y económicamente acomodada, según refiere la

investigadora Marina Mayoral en torno a los “Apuntes autobiográficos” que dejó Pardo

Bazán. De su infancia destaca la lectura de Don Quijote de la Mancha y la Biblia, su

soltura para el francés y la frustración de querer aprender latín en lugar de piano, así como

los primeros versos a escondidas y su aprecio por Víctor Hugo, que terminaría

influenciándola más que Miguel de Cervantes Saavedra: “influyó en el concepto que por

muchos años tuve de la novela, creyéndola fuera del dominio de mis aspiraciones, por

requerir inventiva maravillosa”,1 según refirió en el texto citado. A los 17 años, en 1868,

doña Emilia se casó con don José Quiroga Pérez Pinal, también perteneciente a la

aristocracia provinciana; ese mismo año también estalló la llamada “Revolución

Septiembre” o “Gloriosa Revolución”, acontecimiento histórico que terminaría por afectar

la vida política de España, daría inicio al llamado “Sexenio Democrático” y concluiría con

el reinado de Isabel II.2 De 1869 a 1886, año en que publica Los Pazos de Ulloa, ocurren

una serie de hechos importantes en la vida de Pardo Bazán, tanto en su carrera literaria

como personal: lee lo más que puede y acude al teatro; el Papa Pío IX concede a su padre el

título pontificio de Conde de Pardo Bazán (a ella le será concedido el de condesa hasta

1908 por parte del rey Alfonso XIII y a partir de entonces firmará como “condesa de Pardo

Bazán”);3 viajará por Europa, Inglaterra, Alemania e Italia,4 mientras aprende inglés para

leer sin traducción a Byron y William Shakespeare, así como el idioma alemán y filosofía

1 Emilia Pardo Bazán citada en “Introducción Biográfica y Crítica” de Marina Mayoral, Los Pazos de Ulloa, Castalia, Madrid, 2001, p.8.2 Michelle Wilson, “Emilia Pardo Bazán (1851-1921)”, Michigan State University, https://www.msu.edu/~wilso122/bazan/index.htm [Consultado el 30 de abril de 2012]. 3 Marina Mayoral, Op. Cit., p.11.4 Michelle Wilson, Op. Cit., [Consultado el 30 de abril de 2012].

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para aprender más sobre Kant, Goethe, Schiller, Burger y Heine.5 En esta época se da

cuenta de que tiene que conocer muchos autores y textos, por lo que busca disciplinarse en

cuestiones literarias, sobre todo debido a que es un mundo predominantemente masculino:

Apenas pueden los hombres formarse idea de lo difícil que es para una mujer adquirir cultura autodidáctica y llenar los claros de su educación […] viendo lo mal fundado de mi instrucción, mi erudición a la violeta y el desorden de mis lecturas, me impuse el trabajo de enlazarlas y escalonarlas, llenando los huecos de mis acontecimientos, a modo de cantero que tapa grietas de pared…6

Al tiempo que prosigue arduamente en su formación autodidacta, Pardo Bazán se

vuelve madre de dos hijos (Jaime y Blanca); escritora de artículos en revistas madrileñas

que comienza a leer a Émile Zola; ganadora de la rosa de oro en los juegos florales de

Orense con una oda a Feijoo; autora del libro de poesía Jaime (de 1881 y al parecer único

en su trayectoria),7 así como de las novelas Pascual López (1879), Un viaje de novios

(1881), San Francisco de Asís, La Tribuna, La Cuestión palpitante (1882-83), El cisne de

Vilamorta (1885) y, finalmente, Los Pazos de Ulloa. Esta época también es importante

porque conocerá, ya en persona, a Zola, al tiempo que se introduce a las obras de

Dostoievski. De 1886 hasta 1921, año de su muerte un 2 de mayo a causa de una gripe

complicada de diabetes, Pardo Bazán dará cuenta de una fecunda labor literaria entre

novelas, cuentos, artículos, folletos y hasta ponencias. Michelle Williams, investigadora de

la Universidad Estatal de Michigan, refiere lo complejo que resultaría catalogar esta

vastísima obra: “Es sumamente difícil dar una lista completa de todas las obras de la

escritora ya que son más de 500 publicaciones”.8 Sin embargo, para que el lector tenga una

idea del reconocimiento e influencia alcanzado por la escritora en su tiempo, se referirá la

fundación de la “Biblioteca de la mujer” (1892) con “publicaciones de carácter feminista

dedicadas a la instrucción de la mujer, pero que acaba fracasando”;9 también el hecho de

que en 1906 “llegó a ser la primera mujer en presidir la Sección de literatura del Ateneo de

Madrid y la primera en ocupar una cátedra de literatura en la Universidad Central de

Madrid (1916), aunque solo asistió un estudiante a clase”;10 así como su nombramiento de

5 Marina Mayoral, Op. Cit., [Consultado el 30 de abril de 2012].6 Emilia Pardo Bazán, Op. Cit., [Consultado el 30 de abril de 2012].7 Michelle Wilson, Op. Cit., [Consultado el 30 de abril de 2012].8 Michelle Wilson, Op. Cit., [Consultado el 30 de abril de 2012].9 Marina Mayoral, Op. Cit., p.11.10 Michelle Wilson, Op. Cit., [Consultado el 30 de abril de 2012].

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consejera de Instrucción Pública en 1910. En contraste, en la investigación de Williams

también son referidas las críticas “feroces” que recibió Pardo Bazán en vida, como la de

Juan Valera, autor de Pepita Jiménez y Juanita la Larga:

Doña Emilia ha publicado el primer tomo de una nueva novela que no he leído. Pero sí he leído unos apuntes autobiográficos con que la encabeza y que, a mi entender, rayan en los últimos términos de la pedantería […] Parece increíble y es para mí muestra patente de la inferioridad intelectual de las mujeres –bien compensada con otras excelencias –el que teniendo doña Emilia condiciones de estilo y tanta actitud para estudiar y entender las cosas, tenga al mismo tiempo un gusto tan rematado y una total ausencia de tacto y discernimiento.11

Para Marcelino Menéndez y Pelayo, erudito español, no es muy distinta la postura,

pues considera que “no hay que tomarla por lo serio” y aunque le reconoce “ingenio,

cultura y sobre todo singulares condiciones de estilo”, la juzga en base a su condición de

mujer: “Pero, como toda mujer, tiene una naturaleza receptiva y se enamora de todo lo que

hace ruido, sin ton ni son y contradiciéndose cincuenta veces. Un día se encapricha por San

Francisco y otro por Zola”.12 Lo mismo para Leopoldo García-Alas, mejor conocido como

“Clarín” y autor de la novela La Regenta, quien tampoco tiene empacho en mostrar su

misoginia y, al mismo tiempo, escribir algo positivo sobre ella:

He visto a Emilia Pardo Bazán ayer en su casa y me invitó a asistir a una especie de cenáculo que forma los jueves por la noche en su casa […] Estas mujeres que se meten a hombres no logran pasar de los veinte años […] Es Emilia Pardo Bazán uno de los españoles que más saben y mejor entienden lo que ven, piensan y sienten. Tratar con ella es siempre aprender mucho; y así en sus mismas novelas donde menos quiere enseñar, lo que resalta más es el talento, la penetración, la claridad con que ve y expresa, la corrección con que dice, lo sabiamente que compone, la perspicacia con que observa.13

Por último, José María de Pereda y Sánchez Porrúa, autor de Peñas arriba (1895),

considera que la afición por la literatura de Pardo Bazán es más una “enfermedad” que una

cualidad creativa, además de que parece acusarla de querer estar siempre vigente para sus

lectores:

Una, cuando menos, que la consume y devora padece la buena doña Emilia, de un tiempo acá: la comezón de meterse en todo, de entender todo y de fallar en todo como si el público no pudiera pasar

11 Juan Valera citado por Michelle Wilson, Op. Cit., [Consultado el 30 de abril de 2012].12 Marcelino Menéndez y Pelayo citado por Michelle Wilson, Op. Cit., [Consultado el 30 de abril de 2012].13Leopoldo García-Alas citado por Michelle Wilson, Op. Cit., [Consultado el 30 de abril de 2012].

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sin ella un solo día en las columnas de los periódicos y en la pompa de los grandes espectáculos. Es una enfermedad como cualquier otra.14

A pesar de estas críticas, el legado de Emilia Pardo Bazán continúa vigente y es

motivo de admiración por parte de la crítica literaria actual. Prueba de ello es que el 9 de

diciembre de 1985 comenzó a transmitirse una miniserie de televisión en España, de cuatro

capítulos de una hora de duración cada uno, coproducida por la TVE y la RAI –televisión

pública italiana –basada en Los Pazos de Ulloa, con tan buena recepción que ganó premios

y llegó a transmitirse en países como Argentina o Uruguay.15 Incluso se le aprecia de forma

general, pues además de sus contribuciones literarias se le reconocen sus esfuerzos

feministas:

Una de sus mayores contribuciones fue el hecho de propagar el movimiento literario del naturalismo en España, iniciando un gran debate sobre el tema. Pardo Bazán además, fue una de las primeras feministas de su época. Publicó varios artículos en los cuales denuncia el sexismo predominante en España y sugiere cambios a favor de la mujer, empezando con la posibilidad de una educación semejante al que recibía el hombre.16

Actualmente, refiere la escritora Marina Mayoral, la autora es bien vista y se

mantiene la opinión general de que Los Pazos de Ulloa “es la mejor obra de doña Emilia”,17

aunque al parecer ella no compartía la misma opinión, tal como lo declaró en una entrevista

concedida a Estévez Ortega en 1923, según constata Mayoral: “Ninguna… Creo que todos

los buenos escritores, además, le contestarán lo mismo […] Pero, a mi juicio, la que está

mejor hecha, artísticamente hablando, es Bucólica”.18

El naturalismo “católico”

14 José María de Pereda y Sánchez Porrúa citado por Michelle Wilson, Op. Cit., [Consultado el 30 de abril de 2012].15 Sara Núñez de Arenas, “Un acercamiento al universo de Emilia Pardo Bazán”, www.rtves, http://www.rtve.es/television/20090319/acercamiento-universo-emilia-pardo-bazan/253650.shtml [Consultado el 30 de abril de 2012].16 Michelle Wilson, Op. Cit., [Consultado el 30 de abril de 2012].17 Marina Mayoral, Op. Cit., p.104.18 Emilia Pardo Bazán en Arte y Crítica, Renacimiento, Madrid, 1923, pp.203-206, citada por Marina Mayoral, Op. Cit., p.104.

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Tras referir en brevedad parte del estado de la cuestión sobre la obra y recepción de la obra

de Emilia Pardo Bazán –pues el presente trabajo no pretende agotar o abarcar ampliamente

el tema –, se pasará a revisar la influencia que tuvo sobre ella la corriente naturalista

francesa, especialmente la de Émile Zola, misma que la autora introdujo a España. En el

caso del francés, publicó sus ideas respecto a esta corriente en el prólogo con motivo de la

segunda edición de su novela Thérèse Raquin (1867), texto en el que de paso se lamenta

porque no han sido entendida por los periodistas y demás escritores de la época:

En Thérèse Raquin pretendí estudiar temperamentos y no caracteres. En eso consiste el libro en su totalidad. Escogí personajes sometidos por completo a la soberanía de los nervios y la sangre, privados de libre arbitrio, a quienes las fatalidades de la carne conducen a rastras a cada uno de los trances de su existencia. Thérèse y Laurent son animales irracionales y humanos, ni más ni menos. Intenté seguir, paso a paso, en esa animalidad, el rastro de la sorda labor de las pasiones, los impulsos del instinto, los trastornos mentales consecutivos a una crisis nerviosa […] lo que di en llamar su remordimiento no es sino un simple desarreglo orgánico o una rebeldía del sistema nervioso sometido a una tensión extremada […] Espero que esté empezando a quedar claro que mi meta era, sobre todo, una meta científica.19

Más adelante en el mismo texto, Zola menciona que por medio de la novela mostró

“las hondas alteraciones de una forma de ser sanguínea al entrar en contacto con otra,

nerviosa” y que “cada uno de los capítulos es el estudio de un caso fisiológico peculiar”, así

como el hecho de que su único deseo era “buscar el animal que reside en un hombre

vigoroso y una mujer insatisfecha”, mientras concretaba su objetivo de entregarse por

entero “al análisis de la maquinaria humana”.

Es necesario aclarar que Pardo Bazán, aunque admiró a Zola, no siguió totalmente

los postulados naturalistas, sino que se podría decir que fueron adaptados a su gusto.

Marina Mayoral refiere que la autora concretó su postura frente al realismo en la serie de

artículos de La cuestión palpitante donde tuvo cuidado de censurar y estar en desacuerdo

con las tesis filosóficas del autor de Los Rougon Macquart, pues al parecer ella consideró

que “el determinismo, en la medida en que niega la libertad humana (es) perniciosa

herejía”20 que se tenía que descartar. A pesar de esto, pensó adecuado para un novelista el

estudio de las influencias mutuas entre el cuerpo y el espíritu:

19 Émile Zola, prólogo de Thérèse Raquin, www.librosintinta.in, http://www.librosintinta.in/biblioteca/ver-pdf/www.todoebook.net/ebooks/NovelaClasica/Emilio%20Zola%20-%20Therese%20Raquin%20-%20v1.0.pdf.htx [Consultado el 30 de abril de 2012].20 Marina Mayoral, Op. Cit., p.104.

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De todos los territorios que puede explorar el novelista realista y reflexivo, el más rico, el más variado e interesante es sin duda el psicológico, y la influencia innegable del cuerpo en el alma, y viceversa, le brinda magnífico tesoro de observaciones y experimentos.21

Pardo Bazán y Zola se conocieron. El escritor francés posteriormente daría a

conocer su opinión sobre el trabajo de la autora de Los Pazos de Ulloa y sus ideas respecto

a la libertad humana. El escritor francés, refiere Mayoral, manifestará en constantes

ocasiones su admiración por la “penetración crítica” de la novelista española pero, al

mismo tiempo, su “extrañeza por su condición de naturalista y de católica ferviente,

militante”.22 Además, como lo advierte la analista, Zola resulta más “comprensivo” que los

contemporáneos de Pardo Bazán:

Reconozco que el retrato que hace de mí la señora Pardo Bazán está muy parecido […] Tiene el libro capítulos de gran interés y, en general, es excelente guía para cuantos viajen por las regiones del naturalismo y no quieran perderse en sus encrucijadas y oscuras revueltas.23

Aunque tanto Pardo Bazán como Zola expusieron sus ideas con respecto al

naturalismo, un punto en particular continúa causando extrañeza entre los investigadores

literarios: ¿Se puede ser naturalista y católico convencido? Conforme a Mayoral, el

traductor al francés de la novelista española, Savine, la “calificaba de capitana del

naturalismo católico”24 y la polémica de la época estaba centrada en la incompatibilidad de

ambas doctrinas. El calificativo ha perdurado hasta la actualidad, aunque los nuevos

estudios se centran en los aspectos formales y diferencias entre la narrativa de Pardo Bazán

y Zola. Por ejemplo, cita Mayoral, el primero en señalar las diferencias de estilo fue

Mariano Baquero Goyanes en su libro La novela naturalista española. En dicho texto se

aprecian algunas diferencias que serán enriquecidas posteriormente por otros analistas para

establecer que Pardo Bazán se aleja del naturalismo de Zola. Algunas características son:

continuas intervenciones del narrador –contrario a la objetividad narrativa del francés –,

21 Emilia Pardo Bazán en La cuestión palpitante, en Obras completas, t. III, Aguilar, Madrid, 1964, p.1024, citada por Marina Mayoral, Op. Cit., p.18.22 Marina Mayoral, Op. Cit., p.19.23 Émile Zola en “Opiniones de E. Zola sobre La cuestión palpitante”, prólogo a la edición de 1891, incluidas en Obras completas, de E. Pardo Bazán, t. III, p.1033, citado por Marina Mayoral, Op. Cit., p.19.24 Marina Mayoral, Op. Cit., p.20.

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técnicas impresionistas, deformaciones subjetivas de la realidad, expresiones eufemísticas,

comentarios a la acción y construcciones románticas, según refiere Mayoral:

El novelista francés pretendía demostrar el determinismo de la herencia, el ambiente y el momento histórico en los seres humanos, ejemplificándolos en los Rougon Macquart. Esta pretensión es imposible en la novela y doña Emilia lo hizo notar acertadamente […] Pero que esa demostración se quede en una utopía no invalida la intención del autor, y doña Emilia, al criticar a Zola por no conseguir sus propósitos, está cayendo en el mismo error de quienes la atacan a ella por no dejar más patente sus intenciones de católica militante. Ella cree en la gracia, pero ve la realidad, y la pinta tal como la ve, en toda su crudeza.

José Manuel González Herrán, de la Universidad de Santiago de Compostela,

considera que cada vez es más “discutible” que algunas novelas de Pardo Bazán estén

adscritas a dicha estética, según refiere en su ensayo “Emilia Pardo Bazán y el

Naturalismo”. En dicho texto, González Herrán refiere la discusión de la época, las

contradicciones de la autora o, mejor dicho, cambios de pensamiento y distintas reflexiones

a lo largo de varios artículos y publicaciones. La reflexión que ofrece el analista es que

quizás el naturalismo fue parte de su formación, de una corriente que admiró, recibió

influencia y, posteriormente, se fue alejando para encontrar su propio estilo:

Se ha dicho que el interés de doña Emilia por el naturalismo es una muestra más de su temprana curiosidad por las cuestiones científicas (en la medida en que la propuesta de Zola pretendía acercar el método experimental de las ciencias a la actividad literaria); pero no debe olvidarse que por entonces (principios de la década del 80) la coruñesa era autora ya de algunas novelas y ensayos de crítica literaria; por tanto, el naturalismo satisfacía a la vez los dos campos que, en aquel tiempo, atraían a la escritora: el método científico y la creación artística (“lo que hay en el fondo de la cuestión -escribía en mayo de 1883 a Menéndez Pelayo- es una idea admirable, con la cual soñé siempre, la unidad de método en la ciencia y en el arte”). 25

González Herrán recuerda que, con el tiempo, Pardo Bazán “llegaría a encontrar

pretencioso y erróneo el prurito cientifista que Zola daba a su propuesta de roman

expérimental”26, pero que no deja de reconocer la singular aportación metodológica del

escritor francés que se vería reflejado en “el empleo de las técnicas de observación y

análisis riguroso, que posibilitaba un más exacto reflejo artístico de la realidad”.27

25 José Manuel González Herrán, “Emilia Pardo Bazán y el Naturalismo”, http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12360524321264839654435/p0000001.htm#I_1_ [Consultado el 1 de mayo de 2012].26 José Manuel González Herrán, Op. Cit., [Consultado el 1 de mayo de 2012].27 José Manuel González Herrán, Op. Cit., [Consultado el 1 de mayo de 2012].

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La discusión y el análisis sobre el estilo de la autora española podrían seguir

indefinidamente, pero esa no es la intención del presente trabajo, sino de acercar a algunos

puntos que sido del interés de los investigadores con el paso de los años. Ahora, dado este

marco, se pasará a revisar el tema principal: la degradación y deterioro de la condición

humana en la novela Los Pazos de Ulloa.

Estructura de la novela

La historia de Los Pazos de Ulloa se publicó en 1886 en dos tomos. Se le considera una

novela larga dividida en dos partes. La trama, de manera general, es la siguiente:

-El capellán Julián Álvarez llega a Los Pazos para ponerse al servicio de Pedro Moscoso,

conocido como el Marqués de Ulloa. Ahí conoce sus costumbres y el hecho de que tiene un

hijo (Perucho) con Sabel, hija de su mozo Primitivo, quien en realidad es quien administra

y tiene influencia sobre los moradores del sitio.

-Tras una temporada, se va el Marqués a vivir con su tío Manuel Pardo, quien tiene cuatro

hijas: Rita, Marcelina, Manuela y Carmen. Pedro Moscoso se casará con Marcelina

(conocida como Nucha) aunque en un principio se enamora de Rita; regresarán a vivir a

Los Pazos. Ella tendrá una hija que se llamará Manolita.

-De esta parte de conflictos familiares, la historia se centra en la campaña del Marqués para

las elecciones a una diputación en la Junta Carlista, mismas que pierde. Tras esto, don

Julián es expulsado de Los Pazos. Casi al final de la historia mueren Primitivo (asesinado

por considerarlo un traidor) y Nucha (había quedado muy débil tras el parto de Manolita).

Perucho intenta quedarse con Manolita, pero falla en su intento.

-Después de varios años, don Julián regresa a Los Pazos con un nuevo cargo. Llega a la

tumba de Nucha. Ahí acaba formalmente la novela y los últimos párrafos anuncian lo que

será La Madre Naturaleza.

A decir de Marina Mayoral, la influencia de Balzac o Benito Pérez Galdós se nota en la

forma de narrar esta novela:

Narración de amplio trazado, que desborda la extensión de la novela y necesita un marco más amplio y de la cual el retorno de los personajes o la reiteración de escenarios son manifestaciones estructurales […] la longitud de las novelas parece estar sobre todo en función del estudio

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psicológico de los personajes, más que en el análisis de aspectos sociológicos o históricos, de la visión totalizadora de una época o de una clase social, como sucede en Galdós.28

Si se resumieran algunas temáticas o intenciones de la novela, se podría decir que

trata de “una reflexión sobre el sentido del dolor y del mal en la existencia humana”29 y, al

menos en el primer libro, sobre los sucesos de “dos seres inocentes –Julián y Nucha –poco

dotados para sobrevivir en el ambiente hostil que les rodea”,30 al tiempo que el lector

aprecia “la decadencia de la aristocracia rural”31 o “la lenta degeneración de una mansión

aristocrática sometida al imperio de los bajos instintos, sin que haya lugar para las cosas del

espíritu, ni para nada que se refiera a la vida de la conciencia”.32

Ahora ¿Quiénes son los que se mueven en este entorno? A continuación una

muestra de la gran cantidad de personajes que abundan en Los Pazos de Ulloa, así como de

los lugares donde transcurre la acción principal:

-Julián Álvarez, sacerdote enviado por el Señor de la Lage para ayudar a Pedro Moscoso

con las tareas de la casa.

-Pedro Moscoso de Cabreira y Pardo de la Lage, quién es conocido como el marqués de

Ulloa –título que en realidad no le pertenece –, sobrino del Señor de la Lage, padre de

Perucho, amante de Sabel y posterior esposo de Nucha.

-Perucho, niño de tres o cuatro años, hijo de Sabel, criada de Pedro Moscoso de Cabreira.

-Sabel, hija de Primitivo, capataz de Los Pazos.

-Primitivo, criado del marqués y cacique que tiene a los pobladores bajo su mando.

-Fray Venancio, actual párroco de Ulloa.

-Manuel Pardo, tío de Pedro Moscoso de Cabreira y quien lo educa en su infancia al ser

huérfano.

-Rita Pardo, mayor de cinco hijos (cuatro mujeres y un hombre) de Manuel Pardo. Es la que

más le gusta al marqués a pesar de que no se casa con ella.

-Marcelina Pardo, tercera de las hijas de Manuel Pardo. Es la que se casa contra su voluntad

con Pedro Moscoso. Se le conoce como Nucha.

28 Marina Mayoral, Op. Cit., p.13.29 Ibíd., p.14.30 Ibíd., p.14.31 Ibíd., p.90.32 Mariano López, “Naturalismo y espiritualismo en Los Pazos de Ulloa”, en Revista de Estudios Hispánicos, University of Alabama, t. XII (octubre 1978), núm. 3, pp.359-360, citado por Marina Mayoral, Op. Cit., p.91.

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-Manuela Pardo, segunda hermana.

-Carmen Pardo, última de las hermanas.

-Gabriel Pardo, el menor de los hijos de Manuel Pardo.

-Máximo Juncal, médico de Cebre que se encarga del complicado parto de Marcelina

Pardo.

-Casa del Marqués de Ulloa. Finca en decadencia donde transcurre gran parte de la acción.

-Camino Santiago-Orense, es por donde el capellán se dirige hacia la casa de Pedro

Moscoso.

-Cebre, lugar de donde proviene Julián Álvarez.

-Ulloa, pueblo donde están los pazos.

Seres degradados

Más de 10 personajes a lo largo de poco más de un década serán concentrados en Los Pazos

de Ulloa. De ellos, los que la llevarán de perder serán las mujeres pues no se les otorga

decisión u opinión. Incluso serán víctimas de maltrato. Los aspectos citados recuerdan el

proceso histórico que vivió la mujer española a lo largo del siglo XIX, donde el matrimonio

era de suma importancia pues la sociedad imperante las limitaba a ejercer una única

profesión de esposa y madre:

Desde 1564 hasta 1870 se pone en vigor la ley de matrimonio civil. Existe una libertad de matrimonio tanto para el hombre como para la mujer. Incluso se permite a las viudas volverse a casar después del año de fallecimiento de su marido. También hay que señalar que la idea con respecto al matrimonio que sigue predominando en la época es la de casarse con el consentimiento del padre. El matrimonio suponía para la mujer la obligación de obedecer al marido. La falta de obediencia por parte de la esposa podía ser castigada por la autoridad, al igual que las desaveniencias y los escándalos en los matrimonios. En cambio el marido para llegar a ser castigado por la autoridad debía maltratarla.33

Este escenario supone incluso que, en lo referente al adulterio, la mujer “sería

castigada perdiendo sus derechos en relación al patrimonio de su matrimonio y (atenerse) al

castigo que le impusiera su marido”,34 además de que constantemente se les consideraría

“claramente inferior al hombre dada su naturaleza, es decir, la mujer sugiere más bien una

33 Miriam de la Fuente y Beatriz Abad Cuenca, “Historia de la mujer española (1808-1869)”, La mujer a finales del Siglo XIX y Principios del XX, http://www.iesparquedelisboa.org/alumnos2001/index.html [Consultado el 5 de mayo del 2012]. 34 Ibíd.

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idea de debilidad y por ello ya no es considerada en ningún aspecto igual que el hombre”.35

Ahora, antes de hablar sobre degradación, es necesario recordar lo opuesto: la dignidad.

Conforme a la investigadora Juliana González Valenzuela, en su libro Genoma humano y

dignidad humana, resulta evidente que dicha idea corresponde a la de respeto:

Particularmente a la de respeto “o estima de sí” (Rawls), inseparable a la de respeto al otro, todo otro, en tanto que humano. Es, señaladamente, un concepto de relación: se refiere, en efecto, a la forma de trato, consideración o respeto que hemos de tener para con los otros, pero también para con nosotros mismos. La dignidad se quebranta cuando el otro no es respetado en su condición de fin en sí mismo, sino como medio para otros fines. Cuando es tratado como “objeto” (“en sí”), y no como “sujeto” (“para sí”); como cosa y no como persona, en su libertad (Sartre).36

Bajo estos conceptos, históricos y de percepción de individuo, serán tratadas las

mujeres (aunque bien se podrían incluir a Julián quien se muestra muy débil frente a los

acontecimientos) y serán una constante a lo largo de la historia. Salvo algunas

apreciaciones del narrador omnisciente libre, pues supone comentarios y juicios que

algunas veces pueden confundirse con los pensamientos de los personajes, referirá el estado

de degradación que guardan los personajes femeninos con respecto a los masculinos. Esto,

derivado de creencias generales y posiciones de autoridad.

Por ejemplo, un extracto de la conferencia de la investigadora Antonia Petro, de la

Loyola Marymount University, ayuda a comprender “cómo cada uno de los personajes

femeninos que aparecen es una víctima de la sociedad machista y patriarcal en la que vive

(y que) constituyen, aún con sus silencios, una parte trascendental de la obra”.37 De esta

forma entramos en los opuestos recurrentes en la novela: campo-ciudad, clase social alta

contra clase social baja, padres frente a hijos y, sobre todo como señala, el hombre frente a

la mujer. Un punto importante que destaca Petro es como la mujer puede, también expuesto

en la novela, ser enemiga de sí misma:

Lo que considero más importante, cómo la mujer se convierte en enemiga de sí misma y de las de su mismo sexo. Quiero analizar la represión que la misma mujer acepta como correcta y a la que se sacrifica, y lo que es peor, perpetúa en sus compañeras. Ya sea pasivamente, a través del silencio, de

35 Ibíd.36 Juliana González Valenzuela, Genoma humano y dignidad humana, Rubí (Barcelona): Anthropos editorial; México : UNAM. Facultad de Filosofía y Letras, 2005, p.66., http://books.google.com,mx [Consultado el 1 de mayo de 2012].37 Antonia Petro, “Mujer contra mujer: La derrota final femenina en Los Pazos de Ulloa”, Loyola Marymount University, extracto de conferencia, p.2.

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la ausencia, o activamente, demostrando un odio provocado por los celos o el resentimiento, las mujeres de Los pazos, en lugar de apoyarse en su desgracia, se convierten en otro obstáculo a salvar, tal vez el principal, para otros personajes femeninos. Con su actitud, se erigen, de una forma tristemente irónica, en los mejores baluartes del sistema patriarcal que las somete y aprisiona en un principio.38

Además, es clara la diferencia educacional, y expectativas de vida, entre una mujer

criada en el campo y a otra criada en la ciudad. Sabel, hija de Primitivo, es descrita como

“un buen pedazo de lozanísima carne (de) ojos azules, húmedos y sumisos (y de) sensual

(y) respingada nariz”39 pero que únicamente puede aspirar a ser amante de Pedro Moscoso.

Desde la descripción ya se introduce el término de sumisión. Más tarde serán agregados

pasajes de violencia. Sabel también tendrá únicamente una posición de poder desde su

cocina:

Era Sabel la reina de aquella pequeña corte: sofocada por la llama, con los brazos arremangados, los ojos húmedos, recibía el incienso de las adulaciones […] Noches había en que no se daba la moza punto de reposo en colmar tazas, ni las mujeres en entrar, comer y marcharse para dejar a otras el sitio […] Al salir cogían aparte a Sabel: y si el capellán no estuviese distraído con su rebelde alumno (Perucho), vería algún trozo de tocino, pan o lacón rápidamente escondido en un justillo, o algún chorizo cortando con prontitud de las ristras pendientes en la chimenea, que no menos que velozmente pasaba a las faltriqueras.40

En otros pasajes intentará seducir al cura, con su presencia sensual “en justillo y

enaguas, con la camisa entreabierta, el pelo destrenzado y descalzos un pie y pierna

blanquísimos (y) sin cruzar siquiera las palmas sobre el escote”.41 Debido a esto será

rechazada por Julián, pues verá estas acciones como “bellaquería grandísima y

sinvergüenza calificada”.42 Con todo, Sabel se dará sus escapadas para asistir a fiestas

locales, aunque esto le costará en una ocasión la furia de Pedro Moscoso al no encontrar

lista su cena. Ella intentará revelarse pero la llegada de su padre Primitivo, verdadera figura

de autoridad, la mantendrá en un estado de sumisión:

Sabel, tendida en el suelo, aullaba desesperadamente; don Pedro, loco de furor, la bramaba a culetazos; en una esquina, Perucho, con los puños metidos en los ojos, sollozaba […] (don Pedro) –¡Perra… perra… condenada… a ver si nos das pronto de cenar, o te deshago! ¡A levantarse… o te levanto con la escopeta! […] Y como haces la cena en un vuelo… ¡Yo te enseñaré, yo te enseñaré a

38 Antonia Petro, Op. Cit., p.2-3.39 Emilia Pardo Bazán, Los Pazos de Ulloa, Castalia, Madrid, 2001, p.141.40 Emilia Pardo Bazán, Op. Cit., pp.170-171.41 Ibíd., p.170.42 Ibíd., p.171.

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pasarte las horas en las romerías, sacudiéndote, perra! […] (Sabel) –Busque quien la haga la cena… y quien esté aquí… Yo me voy, me voy, me voy, me voy… […] un nuevo personaje entró en escena. Era primitivo, salido de un rincón oscuro; diríase que estaba allí oculto hace rato. Su aparición modificó instantáneamente la actitud de Sabel, que tembló, calló y contuvo sus lágrimas.43

Julián será testigo de todos estos ultrajes pero sus intervenciones no podrán lograr

algún cambio. Parte de esto se debe a su personalidad, según se le describe al lector, pues el

cura era conocido por su “endeblez de temperamento linfático-nervioso, puramente

femenino, sin ardores ni rebeldías, propenso a la ternura, dulce y benigno, pero no exento

en ocasiones, de esas energías súbitas que también se observan en la mujer”.44 Para el

marqués, en contraste, aunque reconoce que “no se debe pegar nunca a las mujeres”,

argumenta que el comportamiento de Sabel es suficiente para propinarle tal golpiza e

incluso considera que debería haberle hecho más daño por no tenerle la cena a tiempo, pues

a su juicio “a ningún cristiano le gusta pasarse el día en el monte comiendo frío y llegar a

casa y no encontrar bocado caliente”. A esto, el marqués culpará las diversiones de Sabel a

quien vio “bailoteando como una descosida, sin vergüenza”, además de estar acompañada

por otro hombre, situación que también despierta –aunque no lo acepte- sus celos:

¿No la ha encontrado usted a la vuelta, bien acompañada? ¡Ah!... ¿Usted cree que se vienen solitas las mozas de su calaña? ¡Ja, ja! ¡Yo la he visto con estos ojos, y le aseguro a usted que si tengo algún pesar, es el de no haberle roto una pierna, para que no baile más por unos cuantos meses!45

Estas escenas describen la percepción que se tenía en la época, como se ha descrito

con anterioridad, del hombre hacia la mujer, de considerarla más como una propiedad, un

bien de intercambio con fines prácticamente de prestigio social y lucro. También es notorio

en el pasaje que describe la visita de don Pedro a su tío Manuel Pardo en la ciudad de

Santiago. Ahí reconocerá a sus primas después de años sin verlas, a quienes considerará

como una “clase de perdices blancas que nunca había cazado”46 de las que alguna le podrá

servir como esposa y así establecer su descendencia. Don Manuel Pardo estará de acuerdo

con el encuentro, pues a su juicio “¡Qué mejor esposo podían desear sus hijas que el primo

Ulloa!”,47 y de paso mantener la clase social esperada:

43 Ibíd., p.190-191.44 Ibíd., p.146.45 Ibíd., p.192.46 Emilia Pardo Bazán, Op. Cit., p. 211.47 Ibíd., p.209.

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Las señoritas de la Lage, discurría don Manuel, deben casarse, y sería contrario al orden providencial que no apareciese tronco en que ingertar dignamente los retoños de tan noble estirpe; pero antes se quedan para vestir imágenes, que unirse con cualquiera, con el teniente que está de guarnición, con el comerciante que medra paño, con el médico que toma el pulso; eso sería ¡vive Dios! Profanación indigna; las señoritas de la Lage sólo pueden dar su mano a quien se les iguale en calidad.48

En el contexto de la novela, poco importan las opiniones de las hijas: ellas deben

esperar la orden del padre y someterse a los deseos del esposo. De esta forma se halla don

Pedro “en sus glorias”49 y, con calma, comienza a analizar las cualidades de cada una y

considerando “a cuál arrojaría el pañuelo”.50 El físico de las hermanas será decisivo para la

elección del marqués, pues lo asociará con la función de madre:

(Carmen) La menor no hay duda de que era muy linda, blanca con cabos negros, alta y esbelta, pero la mal disimulada pasión de ánimo, las cárdenas ojeras, amenguaban su atractivo […](Nucha) […] asemejábase bastante a la menor, sólo que en feo: sus ojos, de magnífico tamaño, negros también como moras, padecían leve estrabismo convergente, lo cual daba a su mirar una vaguedad y pudor especiales; no era alta, ni sus facciones se pasaban de correctas, a excepción de la boca, que era una miniatura. En suma, pocos encantos físicos […](Manolita) […] admirándose en ella lozanas carnes y suma gracia, unida a un defecto […] un carácter masculino mezclado a los hechizos femeniles, un bozo que iba pasando a bigote, una prolongación del nacimiento del pelo sobre la oreja que, descendiendo a lo largo de la mandíbula, quería ser, más que suave patilla, atrevida barba.(Rita) Lo que más cautivaba […] no era tanto la belleza del rostro, como la cumplida proporción del tronco y miembros, la amplitud y redondez de la cadera, el desarrollo del seno, todo cuanto en las valientes y armónicas curvas de su briosa persona prometía la madre fecunda y la nodriza inexhausta.51

Don Pedro Moscoso se decidirá, a instancias de don Julián, por Nucha en lugar de

Rita, a pesar de que esta última es la que verdaderamente le gusta. Las demás hermanas se

resignarán a la decisión. Nucha se irá a vivir a la hacienda. Pasará una temporada de

cuidados y detalles por parte del marqués, hasta que –para su desgracia- dará a luz a una

niña. Esto acarreará otros conflictos, tanto físicos como de estado anímico. En esta parte

también se comparará la diferencia entre las mujeres del campo y la ciudad, en voz del

médico Máximo Juncal que atenderá el parto y el mismo don Pedro, comentarios que no

estarán exentos de prejuicios como que la mujer citadina es débil y que su función es de

únicamente ser madre:

48 Ibíd., p.209.49 Ibíd., p.211.50 Ibíd., p.211.51 Ibíd., p.211

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(Máximo Juncal) La señora es novicia, y no muy fuerte… A las mujeres se les da en las ciudades la educación más antihigiénica: corsé para volver angosto lo que debe ser vasto; encierro para producir la clorosis y la anemia; vida sedentaria, para ingurgitarlas y criar linfa a expensas de la sangre… Mil veces mejor preparadas están las aldeanas para el gran combate de la gestación y alumbramiento, que al cabo es la verdadera función femenina.52

(Don Pedro) –Estoy convencido –dijo enfáticamente- de que semejantes cosas sólo les pasan a las señoritas educadas en el pueblo y con ciertas impertinencias y repulgos… Que les vengan a las mozas de por aquí con síncopes y desmayos… se atizan al cuerpo media olla de vino y despachan esta faena cantando.53

A raíz del nacimiento de la niña, las cosas irán de mal en peor en los pazos. Don

Pedro regresará a sus amoríos con Sabel, mientras que don Julián se volverá prácticamente

un padre adoptivo para la niña recién nacida, Manolita. El marqués participará en una

campaña para la diputación de la Junta Carlista pero fallará en su cometido luego de

diversas traiciones y jugarretas entre los grupos contendientes. Se incrementará el

distanciamiento del marqués con Nucha, al grado que creerá que ella tiene una aventura con

la señora. Habrá discusiones y gritos, cuyo desenlace será la expulsión de don Julián de los

pazos. En este inter, morirán Primitivo (acusado de traidor) y Nucha, quien había quedado

débil tras el parto. Después de una década, el padre regresará a los pazos con un nuevo

cargo. Lo primero que hará al entrar será visitar la tumba de Nucha. Llorará de dolor en la

misma. Se le acercarán dos niños. Aquí, en la narrativa de Pardo Bazán, concluirá

formalmente la novela y se anunciará la segunda parte, misma que es conocida como La

Madre Naturaleza, donde el lector puede apreciar la trama y una imagen que se puede

interpretar como un triunfo indirecto de Sabel, pues su hijo Perucho será considerado como

el verdadero heredero de los pazos, al tiempo que Manolita está prácticamente relegada y

descuidada:

Sólo una circunstancia le hizo dudar de si aquellos dos muchachos encantadores eran en realidad el bastardo y la heredera legítima de Moscoso. Mientras el hijo de Sabel vestía ropa de buen paño, de hechura como entre aldeano acomodado y señorito, la hija de Nucha, cubierta con un traje de percal asaz viejo, llevaba los zapatos tan rotos, que puede decirse que iba descalza.54

De esta forma concluye Los Pazos de Ulloa de la condesa de Pardo Bazán. El lector,

como bien lo apunta la analista Marina Mayoral, queda interesado por “esa referencia a la

52 Emilia Pardo Bazán, Op. Cit., p. 278-279.53 Ibíd., p.287. 54 Emilia Pardo Bazán, Op. Cit., p. 416.

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anómala y contrastante vestimenta del ‘bastardo’ y la ‘heredera legítima”,55 y aflora el

deseo de conocer el desarrollo y desenlace de los personajes que únicamente se les conoce

de niños en la primera parte. También por conocer las nuevas reflexiones de un don Julián

más experimentado y avejentado. Volviendo al tema principal, de la degradación y

deterioro de la condición humana, queda claro que es una constante a lo largo de toda la

obra. Aunque no fueron analizados a profundidad, también se nota esta condición en

pasajes relacionados con las elecciones a la Junta Carlista (abiertamente corruptas); el

abandono de edificios y fincas; la relajación de los representantes de la Iglesia Católica y,

en lo particular, en la vieja aristocracia que poco se desmorona y cae, como sus diversas

propiedades. Sin ser el tema central, antes de concluir el presente trabajo, vale la pena

referir la forma en que resuelve Pardo Bazán, especialmente el capítulo XV. Es la

descripción del Pazo de Limioso, mismo que visitan Nucha y don Julián. Quizás es uno de

los pasajes más melancólicos de toda la novela y se le conceden cinco páginas (268-272),

donde el lector va recorriendo un edificio con torre y “un palomar derruido, sin techo”, con

apariencia de estar deshabitado, con “todas partes indicios de abandono y ruina”, sin

vidrieras, madera arrancada, rejas llenas de orín e invadida por “plantas parásitas”, donde se

escuchan “asmáticos ladridos” de un mastín y se ven dos perdigueros de “un erizado pelaje

sobre un armazón de huesos prontos a agujerearlo al menor descuido”. El interior y sus

habitantes son igual de decadentes: Ramonciño Limioso, señorito del Pazo de Limioso,

tiene poco más de veintiséis años pero “sus bigotes, sus cejas, su cabello y facciones todas

tenían una gravedad melancólica”, además de “pescuezo flaco” y “cuerpo larguirucho”;

mientras que sus tías paternas son “viejas secas, pálidas, derechas” que parecen “dos

estatuas bizantinas” que manejan el huso y la rueca; y el padre de Ramonciño yace

“paralítico y encamado” por lo que nadie ve y cuya existencia se considera casi “un mito,

una leyenda de la montaña”. Los dueños invitan a Nucha a sentarse. El colmo del abandono

de aquel sitio, y en general de aquel universo literario, se concentra en un asiento del

estrado que se desvencija y hunde. Nucha, “con el instinto de la mujer en cinta”, se pone en

pie y evita el accidente. La mujer constata como “la última prenda del esplendor de los

Limiosos se derrumba en el suelo para siempre…”. Don Julián y Nucha se marchan. Hay

55 Ibíd.

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una sensación de melancolía: “callaron todo el camino porque les oprimía la tristeza

inexplicable de las cosas que se van”.

Los Pazos de Ulloa invitan a reflexionar sobre una época, que como la última cita,

se ha ido. Sin embargo, parte del mérito de doña Emilia Pardo Bazán fue su capacidad de

‘congelarla’ para los lectores venideros, quienes siempre podrán recorrer el camino que

llevó don Julián y adentrarse a muchos mundos, donde el Naturalismo y la degradación

humana convivirán por siempre en una abandonada finca gallega.

BIBLIOGRAFÍA

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