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República Argentina LEONARDO STREJILEVICH ARTÍCULOS PUBLICADOS EXCLUSIVO PARA EL INTRANSIGENTE MIÉRCOLES, 25/02/2009 La cuerda loca y la cuerda afable Los seres humanos no poseemos una personalidad definida y monolítica. El Dr. Leonardo Strejilevich nos cuenta cómo vivir con una cuota razonable de dignidad y felicidad. Luigi Pirandello (1867-1936), escritor y premio Nobel italiano, puede ser considerado como el más importante autor teatral de la Italia del período de entreguerras. Las obras de Pirandello siguen sorprendiendo pese a su antigüedad. En todas sus obras, especialmente en La gorra con cascabeles (1917), se reflejan un sistema de ideas que definen la existencia y la vida humana como un conflicto permanente entre los instintos y la razón, que empuja a las personas a una vida llena de grotescas incoherencias. Los seres humanos no poseemos una personalidad definida y monolítica, sino muchas facetas dependiendo, en muchos casos, la valoración de nuestras acciones de acuerdo con el cómo nos ven. Pïrandello no tenía fe en ninguno de los sistemas morales, políticos o religiosos establecidos; sus personajes encuentran la realidad sólo por sí mismos y, al hacerlo, descubren que ellos mismos son fenómenos inestables e inexplicables. Siempre manifestó su pesar por la condición confusa y dolorosa de la humanidad. La existencia tiene aspectos macabros, desconcertantes, amargos, dolorosos y hasta absurdos y en este sentido Pirandello se anticipó y preparó el terreno al existencialismo y al absurdo (Anouilh, Sartre, Ionesco, Beckett, Eliot). William Shakespeare (1564 – 1616) decía (La tragedia de Macbeth; Acto Quinto, Escena V)) “¡La vida no es más que una sombra que pasa, un pobre cómico que se pavonea y agita una hora sobre la escena, y después no se le oye más...; un cuento narrado por un idiota con gran aparato, y que nada significa!...”

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  • Repblica Argentina

    LEONARDO STREJILEVICH

    ARTCULOS PUBLICADOS

    EXCLUSIVO PARA EL INTRANSIGENTE MIRCOLES, 25/02/2009

    La cuerda loca y la cuerda afable

    Los seres humanos no poseemos una personalidad definida y monoltica. El Dr. Leonardo Strejilevich nos cuenta cmo vivir con una cuota razonable de

    dignidad y felicidad.

    Luigi Pirandello (1867-1936), escritor y premio Nobel italiano, puede ser considerado como el ms importante autor teatral de la Italia del perodo de entreguerras. Las obras de Pirandello siguen sorprendiendo pese a su antigedad. En todas sus obras, especialmente en La gorra con cascabeles (1917), se reflejan un sistema de ideas que definen la existencia y la vida humana como un conflicto permanente entre los instintos y la razn, que empuja a las personas a una vida llena de grotescas incoherencias. Los seres humanos no poseemos una personalidad definida y monoltica, sino muchas facetas dependiendo, en muchos casos, la valoracin de nuestras acciones de acuerdo con el cmo nos ven. Prandello no tena fe en ninguno de los sistemas morales, polticos o religiosos establecidos; sus personajes encuentran la realidad slo por s mismos y, al hacerlo, descubren que ellos mismos son fenmenos inestables e inexplicables. Siempre manifest su pesar por la condicin confusa y dolorosa de la humanidad. La existencia tiene aspectos macabros, desconcertantes, amargos, dolorosos y hasta absurdos y en este sentido Pirandello se anticip y prepar el terreno al existencialismo y al absurdo (Anouilh, Sartre, Ionesco, Beckett, Eliot). William Shakespeare (1564 1616) deca (La tragedia de Macbeth; Acto Quinto, Escena V)) La vida no es ms que una sombra que pasa, un pobre cmico que se pavonea y agita una hora sobre la escena, y despus no se le oye ms...; un cuento narrado por un idiota con gran aparato, y que nada significa!...

  • Si la vida es un cuento narrado por un orate, es decir, por una persona que ha perdido el juicio o la razn y que adems de poco juicio no tiene moderacin ni prudencia se impone una crtica severa a la razonabilidad de muchas de las acciones humanas y al soporte de un sistema de ideas que las legitimen. La alternancia constante entre la cuerda afable y la cuerda loca de nuestro pensamiento y afectividad hacen de nosotros una realidad inasible, llena de incertidumbre, contradictoria y conflictiva. La suma de todos nosotros, an en espacios sociales pequeos y de cierta homogeneidad, nos torna insoportablemente locos para vivir armnicamente en comunidad. La educacin, la poltica, las religiones siguen siendo las herramientas tiles para lograr de las personas una cierta homogeneidad convivencial que acepte el pluralismo, la diversidad, la oposicin, lo diferente en un espacio social para todos en el que se pueda vivir con una cuota razonable de dignidad y felicidad. Por: Dr. Leonardo Strejilevich para El Intransigente

  • EXCLUSIVO PARA EL INTRANSIGENTE MARTES, 03/03/2009

    Luis Gemes 1856 1927

    El Dr. Leonardo Strejilevich nos cuenta la vida de un salteo de prosapia en la gran medicina argentina. Logr mirar y trabajar para adentro de su pas.

    Para la obra cientfica los medios son casi nada y el hombre lo es casi todo Santiago Ramn y Cajal (Reglas y Consejos sobre la Investigacin Cientfica). Un diagnstico sin alma, es decir, sin duda y esperanzas; una teraputica qumica o biolgica sin vitaminas morales que ayudan a curar al enfermo; un pronstico sin piedad, sin mentiras piadosas, sin consuelo posible, es a lo que conduce el cientificismo pedante y la falta de comprensin humana Osvaldo Loudet (De los das y las noches. Reflexiones y confidencias de un mdico). Con muchos de los mdicos de nuestro pasado sucede lo que a hroes ignorados en un pas distante, marginal, casi un desierto. La Argentina del siglo XIX y primera parte del XX era una tierra naciente, silenciosa y dura apenas oda por las antiguas y prestigiosas naciones (algo parecido sucede en el siglo XXI ?). Aquellos mdicos vivieron su tiempo y su lugar, coincidieron en un destino superior basado en el sacrificio personal, en la aparente intrascendencia de sus actos, en su renuncia al inters econmico, en el olvido de s mismos, en el amor a los dems, en la necesidad de cultivarse mdica y humansticamente y en derrochar enseanzas y ejemplos. Casi todos esos mdicos vinieron del siglo XIX y avanzaron en el XX; sortearon la difcil encrucijada de hacer coexistir los valores morales con los cientficos; el romanticismo heredado los salv de morir para la historia. Sirva esto de reminiscencia aleccionadora para la hora actual en que hay una deshumanizacin de la medicina penetrada por la tcnica y la

  • tecnolatra. Luis Gemes naci en Salta el 6 de febrero de 1856. Fue hijo de don Luis Gemes y Puch y de doa Rosaura Castro y Sanzetenea y nieto del hroe don Martn Miguel Juan De Mata Gemes (Martn Miguel de Gemes). Ingres de nio a la Escuela de la Patria en Salta; como alumno de instruccin primaria se caracteriz por su curiosidad y el empeo en adquirir conocimientos. Por su espritu indagador lo apodaban el preguntn. Cursa el Colegio Secundario en la ciudad de Salta demostrando una dedicacin extraordinaria. Recibe de su principal maestro, el boliviano Zubieta (profesor de filosofa), un premio por su trabajo ejemplar. Concluye sus estudios en 1873. Durante un tiempo sigui los cursos de la Escuela de Agronoma. Sus vacaciones escolares las pasaba junto con sus hermanos en un predio rural del Valle de Lerma llamado El Carmen de Gemes, que haba sido de sus antepasados. Luis Gemes adoraba la chacra y se entretena con algunos viejos gauchos veteranos del tiempo del General que le ensearon a ser jinete, a tocar el clarn, a tirar el sable; se ejercitaba en cortar lea y hacer zanjas lo que desarroll su cuerpo que tena gran vigor. El General don Martn Miguel de Gemes deca de Buenos Aires: estaba el centro de la vida, del porvenir y del progreso de los pueblos argentinos (por ello rechaz la propuesta de un acuerdo de guerra contra Buenos Aires propiciada por Ramrez, el caudillo entrerriano). Luis Gemes, decidido a estudiar medicina, parte hacia Buenos Aires en 1873 en compaa de los Tedn y de su hermano Domingo. Encontrndose como estudiante de los primeros cursos en la Facultad de Ciencias Mdicas de Buenos Aires, estalla la revolucin del 74; con su hermano Domingo se engancha como soldado raso en las filas del gobierno marchando junto al sargento Antonio Emilio siguiendo toda la campaa hasta su final en La Verde. Pasados los aos, este sargento ya viejo y enfermo recurri al famoso mdico quien lo recogi y le pas una pensin hasta el da de su muerte. La vida de Luis Gemes como estudiante de medicina fue apretada, lo que lo obligaba a sufrir privaciones. Aprovechaba sus visitas matinales al acorazado El Plata para poder almorzar; por la noche se acostaba temprano para olvidarse de la hora de la comida; haba suprimido la cena no por razones dietticas sino por falta de recursos. Su vida es modesta y humilde; se queja en cartas dirigidas a su familia de las dificultades que tiene para estudiar. Tiempo despus, consigui pensin en una mala fonda de la calle Belgrano, cuyos dueos, un matrimonio espaol, tuvieron consideracin para con el joven estudiante. Ya mdico de posicin, les llev a su casa y les don una propiedad. Esta escuela de pobreza templ su espritu, le hizo comprender y respetar el gran problema de la indefensin y el desamparo, lo condicion para soportar sus propios sufrimientos fsicos y morales y atender a los dems. Se gradu de mdico en 1879 con una Tesis patrocinada por el Decano Dr. Pedro A. Pardo denominada Medicina Moral. Aqu expone el valor antropolgico y humanstico de la pareja mdico-enfermo; define el valor tico-moral del ejercicio profesional que no se aprende en los tratados de deontologa mdica ni en los sesudos libros de tica; define el valor moral del mdico que es indisoluble con su persona (se es tan buen mdico como se es como persona). Para Gemes, las enfermedades tenan tambin un tratamiento moral.

  • El Dr. Pedro A. Pardo le brind a Luis Gemes totalmente carente de recursos su consultorio para iniciarse en el ejercicio de la medicina. Para ser buen mdico deca Gemes es necesario estudiar toda la medicina, y estudiarla de una manera precisa, sistemtica y progresiva. Por necesidad interior de profundizar sus conocimientos, una vez ahorrados los dineros necesarios, viaj a Europa y se inscribi como estudiante de medicina en Pars. All sigui, por segunda vez, la carrera mdica, ao por ao, hasta obtener su ttulo de mdico en 1887. En Francia recibi la influencia de tres de los mdicos clnicos de mayor prestigio de la segunda mitad del siglo XIX: Potain, que a travs de sus lecciones clnicas en la Charit le educ el odo para los ruidos normales y patolgicos del corazn y los pulmones; Bouchard, profesor de patologa general, lo entren en los problemas de la autointoxicacin, el artritismo y la patologa de la arteriosclerosis y sus principios teraputicos; Dieulafoy, que le ense las diversas facetas de las enfermedades y la patologa del apndice. Las bases de la cardiologa le fueron impartidas por Peter; Tillaux, Pozzi y Terrillon fueron sus maestros en clnica quirrgica; en medicina operatoria fue discpulo de Farabeuff y Charcot lo subyug con sus espectaculares lecciones en la Salptriere. Su tesis de Pars, Hemato Salpinx fue, seguramente, inspirada por el profesor Terrillon cirujano de gran prestigio y uno de los primeros en proclamar las ventajas de la asepsia. Gemes altern en Pars con numerosos visitantes argentinos que frecuentaban su pobre bohardilla del Barrio Latino y que se vean atrados por sus conocimientos y fama creciente. Particip en las inacabables discusiones de aqulla poca entre Pochet y Pasteur, de Virchow con Koch, de Klebs con Virchow. Analizaba la propuestas de todos y lleg a pensar que el verdadero fundamento de la enfermedad es su lesin orgnica; la enfermedad es un proceso de materia y energa; el proceso de la enfermedad es la consecuencia especfica de la causa que la determina. Gemes consider a la medicina como un humilde y heroico oficio que permite saborear el placer del incgnito: La medicina, sin duda, es difcil pero no incierta, por ms que en su marcha ha sido lenta; cuanto ms la estudiamos, ms nos convencemos de cmo ha llegado y puede llegar an a mayor grado de perfeccin y de certidumbre. Gemes agotaba el examen de los enfermos y trataba de desentraar las leyes conocidas o desconocidas que hacan a las enfermedades en una actitud solitaria, silenciosa y humilde. Estando a solas consigo mismo en una sala de clnica mdica de un Hospital de Pars auscultando el corazn de un paciente, se le aproxim un colega tan modesto como l y le pregunt si haba hecho algn hallazgo. S le dijo Gemes -; escuchaba el soplo de Duroziez. De manera que usted se interesa por los suspiros de un corazn enfermo. S contest tmidamente Gemes -. Pues bien, le contest el colega; yo soy Duroziez. Prosigui realizando estudios de perfeccionamiento en Austria, Alemania e Inglaterra pero sus responsabilidades familiares y profesionales determinaron su regreso a la patria en 1888. Este regreso no fue motivado por el ofrecimiento de una Ctedra de Ciruga que le ofrecen desde Buenos Aires durante su estancia en Pars; Gemes se senta clnico, amaba el arte del diagnstico y la teraputica sencilla.

  • Mdico en Buenos Aires, Luis Gemes atiende no slo en la Capital Federal sino tambin en el interior y en pases vecinos. Su consultorio estaba lleno desde la escalera de entrada hasta la sala; multitud de enfermos esperaban das y noches para ver al mago de la medicina. Mas que un consultorio era un vestbulo de un santuario antiguo (Cranwell). Las consultas empezaban por la tarde y duraban toda la noche hasta la aurora. En el ao 1895, es designado Miembro de la Academia de Medicina en reemplazo del Dr. Mauricio Catn donde expone su trabajo La exactitud en medicina; las enfermedades, deca, estn sometidas, todas, a leyes ms o menos precisas y si alguna vez stas se nos escapan, es porque no nos encontramos todava en condiciones de comprenderlas. Espritus existen que creen que la exactitud slo se encuentra en los laboratorios y en los anfiteatros, y que una vez llegados a las puertas del hospital, el mdico entra en la regin de lo vago y de lo incierto. Pero la verdad, es que en la clnica el arte se confunde con la ciencia y an cuando en aqul hay mucho de personal, es indudable que existe tambin la exactitud. La observacin de los hechos es la base de la clnica, pero no basta observar lisa y llanamente, es preciso observar bien. La medicina es una ciencia difcil, un arte delicado, un humilde oficio, una noble misin. En 1897, la Universidad de Buenos Aires le crea la Ctedra de Medicina Clnica con sede en la Sala V del Hospital de Clnicas. A las 11 de la maana, las campanadas anunciaban que el Profesor Luis Gemes haba llegado al Hospital; se vesta con blusa blanca y se diriga a la cama de un paciente recin ingresado, practicaba un examen detallado, completo y exhaustivo era un maestro de la semiologa -, formulaba un diagnstico y si no crea poder hacerlo deca hemos llegado hasta aqu, ahora esperemos la evolucin. Detestaba los diagnsticos ligeros y rpidos y el mal o incompleto examen del paciente. Jams mortific a sus enfermos con palabras duras, tristes o con juicios irrevocables; nunca se le oy una palabra sobre la salud de sus clientes. Nunca reprob a un alumno hasta que se retir de la ctedra en 1921. Por entonces se le vea como un hombre de mediana estatura; robusto; cabeza grande; calva pronunciada; cara plida; barba corta castao-oscura; ojos celestes, claros , vivaces e indagadores; su voz era baja, de palabra amable, gesto carioso y corts; cultos modales. Tena un carcter fuerte y probablemente, en ocasiones, violento pero dueo de s mismo, casi nunca perda el dominio y la serenidad. En 1912 es nombrado Decano de la Facultad de Ciencias Mdicas de Buenos Aires. Sin tener militancia poltica, se vi precisado a representar a la Provincia de Salta por eleccin como Senador Nacional (1907-1916). Este perodo lo tuvo como promotor de numerosas leyes y proyectos algunos de los cuales alcanzaron sancin como la construccin del Hospital Naval y la realizacin del Ferrocarril Transandino Salta-Antofagasta. Fuerzas conservadoras lo proclaman candidato a la Presidencia de la Repblica; Gemes rehus esta distincin ante su vocacin mdica y universitaria. La muerte de Luis Gemes fue su ltima leccin de clnica, de teraputica y de moral. Plante su caso ante los colegas y despus de analizar los diagnsticos posibles lleg a uno definitivo; no se equivoc en el diagnstico de su propia enfermedad; consider su tratamiento tanto fastuoso como intil; se neg a recibir asistencia; acept su final fatal. Ni remedios, ni exmenes, ni consultas y con Rainer Mara Rilke pens yo debo morir de mi propia muerte y no de la muerte de los mdicos. La muerte de los mdicos es la muerte tormentosa o dulce que ellos preparan, regulan, aplazan o precipitan (Loudet). Muri con resignacin y acatamiento al orden de las leyes naturales sin dar el dramtico

  • espectculo de verse apagada su inteligencia antes que su corazn. Falleci en la Capital Federal el 9 de diciembre de 1927. Luis Gemes, ejerci, durante largo tiempo, el patriciado de la medicina argentina. Su vida mdica se caracteriz por la prudencia, el sentido crtico y un sabio y oportuno silencio reflexivo; pareca impasible, fro e insensible ante los pacientes. Bajo este continente se esconda el hombre clido, sin apresuramientos, enemigo de la audacia, buscador permanente del diagnstico seguro transitando, advertida y lcidamente, por el rspido camino del error clnico. Luis Gemes fue el hombre de la duda y el paladn de la certidumbre clnica. Como mdico, haba sido la autoridad que, por ms dilatado lapso, ha merecido el acatamiento mximo de la Repblica (Mariano R. Castex). Esta gran figura de la medicina nacional tuvo por clientes a los poderosos de su pas y, por protegidos a todos los desdichados (Daniel J. Cranwell). En 1935, se coloca en el frontispicio de la Facultad de Ciencias Mdicas de Buenos Aires un monumento a su memoria realizado en bronce por el gran escultor Agustn Riganelli con la mencin de gran mdico, gran profesor y gran clnico. Luis Gemes perteneci a esa raza de grandes mdicos armoniosamente completos, exigentemente morales, argentinos profundamente comprometidos con su profesin, su gente y su tierra; le hicieron compaa los Abel Ayerza, Jos Mara Ramos Meja, Marcelino Herrera Vegas, Pedro Mallo, Pedro A. Pardo, Juan B. Seorans, Domingo Cabred, Angel M. Centeno, Carlos Bonorino Udaondo, Facundo Largua... Luis Gemes no escap ni renunci a sus races y logr, pese a su formacin europea, mirar y trabajar para adentro de su pas y de su tierra argentina, sin alardes, sin grandes enunciados retricos circunstanciales, con la justeza y el silencio reflexivo de los grandes espritus. Por: Dr. Leonardo Strejilevich para El Intransigente * Este trabajo fue rehecho parcialmente. Publicado en su versin original en el libro Ensayo sobre historia de la medicina en Salta; Edit. Crculo Mdico de Salta; Pgs. 3-8; agosto; 1983. Adhesin a los Cuatro Siglos de la Fundacin de Salta. Obtuvo el Premio Historia de la Medicina en Salta del Crculo Mdico de Salta y Sociedad de Escritores Salteos.

  • EXCLUSIVO PARA EL INTRANSIGENTE LUNES, 09/03/2009

    VIOLENCIA, constante cultural I

    El Dr. Leonardo Strejilevich nos cuenta que la vida diaria, en la mayora de los pases, nunca ha sido, comparando con otras pocas, tan pacfica como ahora.

    La presencia y hasta la fascinacin alarmada por la violencia humana es una constante cultural. No es acabadamente cierto que nuestra poca sea excepcionalmente violenta. La vida diaria en la mayora de los pases nunca ha sido, en trminos comparativos con otras pocas, tan pacfica como ahora. En tiempos pasados ms o menos recientes no era infrecuente que los adultos se involucraran en incidentes armados (sin contar las guerras) y muchos se discapacitaban o moran por ello sin que nadie se escandalizase demasiado; hoy en da estas cosas ocurren en los barrios conflictivos de las grandes ciudades y se publican escandalosamente por todos los medios de comunicacin social potenciando su realismo que provoca zozobra y angustia en la mayora de la poblacin. La representacin cruda y sanguinaria de la violencia est inscripta en toda la historia de la humanidad y goza de aceptacin popular, recordemos al circo romano; a los torturados y agonizantes Cristos, Vrgenes y mrtires de la imaginera cristina; a muchas de las obras teatrales de Shakespeare; en los romances y cuentos que narran crmenes de todo tipo especialmente los pasionales; las ejecuciones pblicas; la exhibicin de reos en la picota; la quema de brujas; la quema de cientficos y pensadores; la quema de libros; la torturaetc., etc. que la mayor parte de las veces era aceptada con la mayor naturalidad exigiendo incluso su mostracin pblica y era internalizada como penalidad o satisfaccin reparadora de ciertos delitos. Los casos de jvenes (hasta nios) que hacen dao a otras personas invaden los medios de comunicacin. Lo que pocos saben, cientficamente hablando, que muchos de estos jvenes violentos traen en sus cerebros una actividad extra en un rea relacionada con la recompensa y que, en estos casos, el ejercicio de actos violentos les provoca placer y un irrefrenable deseo de actuar en ese sentido (complejo amigdalino, cuerpo estriado con inactividad regulatoria inhibidora de la corteza cerebral frontal media e interseccin tmporoparietal). En estos casos, el desorden de conducta es un desorden mental grave que presenta un patrn duradero de violaciones de normas, reglas y leyes y es el precursor del desorden de personalidad antisocial en la etapa de adultos.

  • Entonces, si bien sabemos que fundamentalmente la poltica, la educacin, el derecho y la religin sirven, entre otras cosas, para homogeneizar a la sociedad, tornar convivientes a las personas y establecer un pacto con identidad, pertenencia y futuro compartido, a veces, no es suficiente. Nuestra sociedad actual aparece rebosante de desigualdades, brechas sociales y generacionales muy hondas, crisis reiteradas y caos que revierte sobre las personas en trminos de incertidumbre, angustia, miedo y anulacin de la esperanza. El perfil social, al menos en nuestra sociedad occidental postmoderna y globalizada, tiene una serie de caractersticas negativas en trminos de tabla de valores si es que existe todava alguna: hay un acentuado narcisismo, autismo y repliegue sobre s mismo, individualismo posesivo, superficialidad, indiferencia, falta de entusiasmo, excesivo pragmatismo, frivolidad, vaco moral, triunfalismo y bsqueda de relevancia social, compulsin por el dinero y el consumo, pobres limitaciones ticas, hedonismo, egosmo, desinters y falta de compromiso, neutralidad axiolgica, bsqueda incesante de la felicidad y el bienestar. Aquellos que no tienen este perfil estn excluidos, son marginales y miserables, son pobres de toda pobreza, no tienen valores; por eso, dicen, se drogan, son delincuentes, violentos y vandlicos, son los generadores permanentes de la violencia, el abuso, el maltrato y la victimizacin; son peligrosos e indeseables; nos estorban en el diario vivir de la gente como uno y difcilmente vamos a incorporarlos e integrarlos y menos an posibilitar su movilidad social ascendente aceptando que sea un igual. Por: Dr. Leonardo Strejilevich para El Intransigente

  • EXCLUSIVO PARA EL INTRANSIGENTE LUNES, 16/03/2009

    VIOLENCIA, constante cultural II

    El Dr. Leonardo Strejilevich nos cuenta que los argentinos estamos manifestando sentimientos de temor y odio ante los otros. La adaptacin

    social.

    El temor o directamente el miedo a ser rechazados de una mayora de seres humanos que no viven bien ni satisfechos y no ejercen su funcin de consumidores por las minoras afortunadas, son recorridas interiormente por el miedo, la bronca y la desesperacin de no poder y no ser; tienen enredada el alma por una contradiccin personal y social inefable y sin remedio. En un pas como la Argentina, cargado de problemas socioeconmicos, la vulnerabilidad es para ambos sectores de la sociedad en que, subterrneamente corre el deseo de barrer a los otros del camino para poder transitar y si es posible llegar a ser los nicos. All donde nace el mayor peligro crece tambin lo que puede salvarnos (Hlderlin). Pero recordemos que las races de nuestras mejores posibilidades y el torbellino de imposibilidades que compromete nuestra humanidad pertenecen a la misma tierra y nos entrelazan a todos por igual queramos o no. Estamos padeciendo un cuadro de heterofobia abrigando y manifestando sentimientos de temor y odio ante los otros, los distintos, los diferentes, los extraos, los forasteros, los que irrumpen desde el exterior en nuestro crculo de identificacin y pertenencia. Al momento son difciles las formaciones de grupos sociales, el hacer previsibles las conductas, el homogeneizar colectivamente los juicios que las valoran, encauzar los deseos de los que son como nosotros, la adaptacin social de los individuos. La tan mentada identidad colectiva es slo el acatamiento comn a un determinado juego de respuestas a los eternos problemas vitales que entra rpidamente en zozobra ante lo nuevo o ante el cambio. La convivencia con lo distinto y desigual es siempre un factor de alarma, de inestabilidad y de conflicto. Los conjuntos sociales tienen una realidad convencional basada en acuerdos pactados a travs de los episodios comunes de la historia de esa sociedad y en respuesta a desafos o proyectos

  • humanamente entendibles por todos. Lo caracterstico de las sociedades actuales es el reconocimiento de la pluralidad de grupos y de la autonoma de los individuos; la sociedad de hoy es una armonizacin pactada o convencional de grupos previos que deponen sus antagonismos por la fuerza del derecho o por el derecho de la fuerza y acuerdan unirse a la virtualidad o al artificio de formar una unidad superior. Pero, an as, el baremo de la realidad para cada uno de nosotros se construye a partir de lo que somos. La violencia contra el prjimo parte del primer atropello moral que consiste en no tratarle con realismo y considerar que sus afectos e intereses son tan dignos y reales como los nuestros. Nos parece que tendremos que tener el valor necesario para convivir con multiplicidad de formas tnicas y ticas cuya diversidad dificulta la identificacin normalizadora y la convivencia. Leonardo Strejilevich

  • EXCLUSIVO PARA EL INTRANSIGENTE MIRCOLES, 25/03/2009

    Ser argentino

    El Dr. Leonardo Strejilevich nos cuenta que el pas se har grande, ms justo y ser, como siempre, encantador ser argentinos Cmo podra pasar esto?

    Los argentinos tenemos obstculos psicolgicos, sociales, polticos, culturales y econmicos que nos impiden dar el salto como pas. Se pretexta que una de las razones que permite explicar nuestra realidad como pas y nacin es la culpa que tienen quienes nos colonizaron brutalmente humillando y matando a los habitantes originarios y degradando y descalificando todo lo americano hasta hacernos sentir inferiores y con desconfianza hacia nuestras propias capacidades, hacindonos creer de que nunca podremos hacer algo como hace falta, tomar nuestras propias decisiones y que seguiremos viviendo enclaustrados en un pensamiento dogmtico, formalista y estrecho. Las autoridades polticas, muchas veces, se aferraron a principios, ideologas, estrategias y tcticas que en algn momento fueron adecuados pero que dejaron de serlo, no lo advirtieron, no quisieron darse cuenta, no pudieron soportar las presiones de dentro o de afuera y no se atrevieron a cambiar o cuando lo hicieron no llegaron nunca hasta el fondo. Hacer unas pocas y dbiles reformas polticas no suelen ser suficientes para volverse democrtico o crecer econmicamente sin tocar o hacer adaptaciones y adecuaciones en las instituciones, en las leyes, en la infraestructura, en los modos de accin de los sistemas que empleamos y en el ejercicio del poder que debe sustentarlos con ejemplaridad, confianza, conviccin y autocrtica. En una especie de irrealismo mgico, creemos que podemos cambiar una parte sin cambiar el todo alterando, reformando, maquillando lo que no nos gusta o conviene dejando intacto todo lo dems e insistiendo machaconamente en imitar casi todo de lo de afuera. Hay mucha historia que indica que los argentinos quisimos ser como los hoy llamados pases desarrollados del mundo y adoptamos en consonancia con ello proyectos trasplantados y muchas veces impuestos que a la corta o a la larga nos han resultado inservibles; pretendimos vestirnos a la usanza imponiendo ideas, leyes e instituciones que no formaban parte de nuestro pensar y sentir y adems, como si esto fuera poco, agregamos pompa, formalidad y grandilocuencia a proyectos y modelos que nos aseguraban progreso, crecimiento y desarrollo continuo y cuyos resultados fueron desastrosos e improductivos la mayora de las veces; construimos instituciones como enormes elefantes blancos llenos de burocracia que consumen recursos, tiempo, se corrompen y generan ideas falsas acerca de nuestra romntica idea de la patria grande, rica pero sin medida de la realidad. Siempre es posible encontrar instrumentos y polticas pblicas que pueden compensar los

  • vaivenes de las coyunturas internacionales y las propias con voluntad, compromiso y participacin cvica para el cambio condicin necesaria y suficiente para lograrlo an en una Argentina invertebrada como la nuestra. La Argentina y los argentinos pese a estar situados en el fin del mundo tenemos inmensos recursos humanos y materiales para hacer grandes cosas y, en general, podemos arreglarnos solos para muchas cosas. La Argentina constituye una sociedad fascinante y agitada donde nada est establecido definitivamente; tiene gran potencialidad pese a que ha declinado varias veces en su importancia. Con esfuerzo, paciencia, participacin, activismo social y poltico, solidaridad y tolerancia seguiremos siendo fuente importantsima de alimentos y materias primas y polo cultural, cientfico y tecnolgico de esta parte del mundo. Argentina tiene un territorio de casi 3 millones de kilmetros cuadrados y gran parte de l es econmicamente aprovechable; produce alimentos para ms de 330 millones de personas; su poblacin no es tan grande; posee excelentes recursos naturales; ms de la mitad del pas tiene clima benigno con sol, agua y suelo frtil; el petrleo y el gas son todava suficientes pero necesitan ser ms y mejor explotados y utilizados; el potencial hidroelctrico es bueno; los recursos forestales abundan; las comunicaciones entre los centros de poblacin e industriales son buenas y accesibles econmicamente; ocupamos la mejor situacin geogrfica de Amrica del Sur al borde de un gran ocano; no tenemos minoras significativas a las que se les niegue derechos y participacin ciudadana. La vida en la Argentina ha sido casi siempre agradable pese a los altibajos de su sociedad que tuvo alta movilidad vertical; somos virilmente individualistas, sentimentales, contemplativos y generamos continuamente discusiones expansivas y explosivas por cualquier cosa; somos inestables polticamente y an estancados somos como pas el ltimo jardn del Edn. El malestar de la sociedad, gracias a la democracia, es visible en las calles de las ciudades y esto aventa y alivia angustias y desencuentros. En la Argentina, la esclavitud prcticamente no existi; las religiones echaron races y conviven respetuosamente; la sociedad, fundamentalmente es igualitaria, abierta y libre pese a que hay brechas y distancias sociales muy grandes; la vida poltica es agitada y la eleccin de los gobiernos suele ser confusa, contradictoria y divertida; la legislacin es muy abundante pero seguimos teniendo la tendencia a no cumplir con las leyes; somos propensos a moralizar; combinamos bien el orgullo con el sentido prctico. Cuando los argentinos dejemos de sospechar los unos de los otros; cuando traigamos y dejemos nuestros capitales en nuestro pas y los utilicemos productivamente; cuando acumulemos capital y no deudas; cuando hagamos buenas inversiones domsticas; cuando brindemos oportunidades a nuestros tcnicos, administradores, intelectuales y cientficos argentinos; cuando flexibilicemos la utilizacin de los recursos y hagamos uso extensivo-intensivo de la mano de obra y la inteligencia de los argentinos; cuando ms eduquemos y capacitemos a nuestra gente; la confianza y las inversiones de los de afuera se recuperar sola y el pas se har grande, ms justo y ser, como siempre, encantador ser argentinos. Leonardo Strejilevich

  • EXCLUSIVO PARA EL INTRANSIGENTE MARTES, 31/03/2009

    Bienestar social y el fenmeno de lo ya

    vivido El Dr. Leonardo Strejilevich nos cuenta que el bienestar social es

    mancomunin de esfuerzos, entre el Estado y la comunidad organizada. Las herramientas son los servicios sociales.

    La empresa privada debe desempear el papel esencial de la actividad econmica pero, a la vez, es el Estado el actor principal en la redistribucin de la riqueza

    Winston Churchill; en la plenitud del conservadurismo britnico.

    Estas lneas, en su versin original, fueron publicadas en el Diario El Tribuno Revista (Salta); pg. 10; 10 de febrero de 1991; fueron reelaboradas para El Intransigente en marzo de 2009

    dadas las actuales circunstancias sociales, econmicas y polticas que recin estamos comenzando a transitar. Los problemas socioeconmicos parecen repetirse cclicamente y la

    crisis de hoy puede parecernos nica e inefable pero, finalmente, las crisis se repiten y reeditan a s mismas como los fenmenos de lo ya visto.

    En esta poca de crisis, de cada casi abismal, de horizonte brumoso e incierto, de

    recomposiciones del poder y de los poderosos, de violencia explcita, del derrumbe de un orden econmico que tuvo pretensiones universalistas sin dejar de lado, desde luego, las

    hegemonas, de uso irracional de la tecnologa, de acuerdos sin cordura, de ajustes, de cierre o no cierre de cuentas, de alegre corrupcin, de concentraciones irreverentes de los recursos

    econmico-financieros..., conviene, es necesario, es deber irrenunciable acordarse de la gente, del tal mentado capital humano que juega, siempre, el papel fundamental en lo que se llama el

    movimiento global de la sociedad que procura a veces mejor, otras peor, conseguir crecimiento, desarrollo humano, dignificacin y bienestar.

    Bienestar social es mancomunin de esfuerzos, franca colaboracin entre el Estado y la comunidad organizada y realizaciones a travs de programas, servicios y actividades.

    La actitud ante los planes de accin, en la crisis actual, debe ser asistencialista y preventiva,

    constructiva, readaptativa, sin descuidar a los individuos pero visualizados siempre como personas concretas, parte de grupos humanos que integran familias y la sociedad dentro del

    contexto educativo-cultural, histrico-social, laboral y poltico que les toca vivir aqu y ahora con incorporacin a la mstica de un proyecto social global que les permita alcanzar mayor

    bienestar.

    Los movimientos sociales, el comportamiento de las organizaciones sociales, las acciones sociales concretas tendran que basarse en un liderazgo distribuido y compartido; en una

    centralizacin consensuada de los aspectos polticos y normativos; en un esquema de participacin activa y responsable, dinmica, consciente y cooperativamente solidaria; con democratizacin y codecisin-cogestin; con posicionamientos de mejoramiento social que impacten sobre la comunidad toda; con estrategias de autoayuda; con cohesin y unidad de accin; con sedimentacin lenta, pausada y continua de los logros; con divisin de tareas y

    agrupacin racional, articulada y no superpuesta de funciones; con intercambio de tcnicas y experiencias; con decisiones compartidas acerca del financiamiento a partir del conocimiento

    real de las necesidades emergentes de los grupos sociales que deben ser atendidos respetando su propio modelo y su cosmovisin y que, adems, sea congruente con el bienestar

  • posible de la sociedad toda.

    Una poltica social se debe materializar en cualquier circunstancia y ms an en la crisis, a travs de planes de mnima en procura de impactos sociales de mxima por medio de la

    planificacin de las dotaciones fijas. Hay que conjugar lo asistencial con la prevencin y la educacin social; se debe administrar con eficacia y efectividad e interrelacionar y coordinar los

    efectores sociales; los recursos humanos (equipos multidisciplinarios integrados) deben ser capacitados en forma permanente y continua.

    Las herramientas o instrumentos operativos no son otra cosa que los servicios sociales,

    investigacin social, poltica social y accin social.

    La salud, la educacin y el bienestar deberan ser conquistas permanentes; son promocin humana.

    El sistema de gobierno ms perfecto es el que engendra la mayor suma de seguridad social y

    la mayor suma de seguridad poltica? (Simn Bolvar; febrero de 1819).

    Dr. Leonardo Strejilevich Mdico

    Neurogerontologa - Neurogeriatra Master en Gerontologa Social

    Universidad Autnoma de Madrid Repblica ARGENTINA

  • EXCLUSIVO PARA EL INTRANSIGENTE MARTES, 07/04/2009

    Jubilaciones anticipadas

    El Dr. Leonardo Strejilevich analiza la noticia de Daniel Scioli, de adelantar la jubilacin de unos 10.000 agentes estatales de 60 aos de edad con 35 aos de

    servicio.

    Hoy martes 7 de abril de 2009 todos y cada uno de los medios de comunicacin difundieron la noticia de que el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires Daniel Scioli adelantar de manera no forzosa pero tambin de oficio la jubilacin de unos 10.000 agentes estatales de 60 aos de edad con 35 aos de servicio, en un contexto de crtica situacin fiscal en esa Provincia. Algunos cargos de la plantilla de personal y de las estructuras orgnicas y funcionales, una vez jubilados sus titulares, sern cerrados. Se argumenta, para justificar esta decisin, que este tipo de jubilacin es una forma de abrir la promocin a nuevas camadas de empleados sin decir que la incorporacin de la juventud por estos medios ocasiona un verdadero pogrom y genocidio gerontolgico de las personas de ms edad. Afortunadamente, los gremios de empleados estatales se oponen, por otras razones, a la medida y la califican, sin equivocarse, como "un principio de ajuste". La provincia de Buenos Aires est en una situacin econmica muy complicada. Tiene un desfinanciamiento que ronda los $ 7000 millones. De stos: $ 2050 millones corresponden a los gastos operativos que estn en rojo en las cuentas; $ 2900 millones, a vencimientos de la deuda provincial, y otros $ 2000 millones, que sern destinados al pago del aumento de los salarios docentes y de los empleados estatales, montos que no figuraban en el presupuesto de $ 53.000 millones aprobado para el corriente ao. Se entiende, en consecuencia, que el Estado bonaerense necesita, urgentemente, ahorrar dinero. Ms all de la crisis mundial y de sus repercusiones en nuestro pas y ms all de las consabidas medidas de ingeniera econmico-financiera que se suelen imponer como tctica y remedio para administrar y gobernar un presente perpetuo sin medir la trascendencia y los costos de estas decisiones a futuro sobre todo para el capital humano de nuestra sociedad. Casi nunca se toman en cuenta, al imponer decisiones inconsultas y no negociadas participativamente con los interesados, las derivaciones econmicas, psicolgicas y sociales sobre las personas. Las causas de las jubilaciones anticipadas no slo se explican por la cada de la actividad comercial o del mercado de trabajo, por la recesin y tantas otras cosas soslayando la presente y estrepitosa ruptura de una gran burbuja inflada por un puado de irresponsables y delincuentes de cuello blanco enquistados en el poder poltico de todo el mundo. Las jubilaciones, esta vez las jubilaciones anticipadas (tambin los retiros voluntarios), han recuperado su funcin de reguladoras de excedentes de mano de obra. Histricamente la jubilacin por encima de las edades ordinarias, con la ayuda de los

  • mecanismos de garanta del sistema previsional del Estado, era un regulador tradicional. En el ltimo cuarto del siglo XX y en lo que va del siglo XXI, el proceso de separacin de la actividad laboral de los mayores se ha magnificado, la inactividad en la vejez se ha convertido en norma. El mercado de trabajo parece seguir necesitando este tipo de vas de ajuste entre oferta y demanda; la jubilacin se ha anticipado alcanzando a edades ms tempranas, una vez ms, con la ayuda de la accin protectora del Estado que permite una regulacin menos dolorosa y sangrienta. En cualquier caso, esta nueva situacin configura una posicin menos segura para los trabajadores en edades prximas a la jubilacin, que dependeran, como antes los mayores de 65 aos, de la evolucin de las magnitudes del mercado; ellos seran los primeros en ser expulsados del mercado laboral ante una escasez de puestos de trabajo o de crisis financiera y, probablemente, los ltimos en volver cuando el mercado y las finanzas se recuperen. La situacin de los trabajadores veteranos se ha hecho an ms vulnerable como consecuencia de los procesos de reestructuracin de los sistemas productivos. Esas transformaciones productivas se saldaron con una reduccin de la oferta de los puestos de trabajo que tradicionalmente ocupaban trabajadores veteranos y con un endurecimiento de las exigencias para ocupar esos mismos puestos u otros fundamentalmente como consecuencia de los cambios tecnolgicos. En cualquier caso, los trabajadores veteranos se han enfrentado al estrechamiento de la oferta de puestos de trabajo y a las transformaciones tecnolgicas con menos recursos de formacin, lo que ha dificultado su adaptacin a los puestos de trabajo disponibles teniendo en cuenta que la mayora de los mayores poseen niveles de educacin formal inferiores a los comunes entre los trabajadores ms jvenes y algunos, los menos, estn sobrecalificados pero son considerados viejos a poco ms del cumpleaos nmero cuarenta; los ms tienen cualificaciones obsoletas correspondientes a ocupaciones en retroceso y una supuesta menor capacidad de aprendizaje. Todo ello se agrava porque los trabajadores mayores tienen menos posibilidades que otros de acceder y participar en programas de formacin como consecuencia de la creencia, comn y errneamente aceptada entre los empleadores, de que la inversin en capital humano es menos rentable con la edad. Las razones seran que los trabajadores de ms edad rinden menos y el costo laboral que representan es muy caro y, por tanto, son menos capaces de aprovechar las ventajas de la formacin, y que estn prximos a la jubilacin y la inversin no se rentabiliza para el empleador. Sin embargo, existe evidencia emprica sobre la importancia de los niveles educativos para la permanencia en el mercado de trabajo de quienes estn ms prximos a las edades jubilatorias. Las tasas de actividad de quienes han alcanzado niveles educativos ms altos son mayores tambin en las edades maduras pero, actualmente, un nivel de estudios elevado no evita por s mismo la salida anticipada del mercado laboral. Dr. Leonardo Strejilevich Mdico Neurogerontologa ? Neurogeriatra Master en Gerontologa Social Universidad Autnoma de Madrid Repblica ARGENTINA

  • EXCLUSIVO PARA EL INTRANSIGENTE MARTES, 14/04/2009

    Atencin de la salud y la enfermedad en provincias argentinas marginadas

    El Dr. Leonardo Strejilevich analiza el modelo y sus tcnicas de aplicacin sanitaria, que no pueden estar alejados de las necesidades sanitarias bsicas

    de la poblacin en general.

    Es difcil para las provincias argentinas marginales emular a los grandes servicios de salud y centros mdicos del mundo que poseen tecnologas diagnsticas y teraputicas de avanzada y una masa crtica de profesionales y tcnicos de alta excelencia y dedicacin a tiempo completo. Se debera considerar la medicina sanitaria en estas provincias marginales como un conjunto de disciplinas, saberes y servicios que estudian las patologas y su diagnstico, la clnica de los procesos del enfermar, los tratamientos adecuados, validados y los ms econmicos posibles para curar, la aplicacin constante, eficaz, eficiente y oportuna de programas sanitarios preventivos, la educacin sanitaria y la accesibilidad a los servicios de salud plantados y funcionando en proximidad al lugar de vivienda o trabajo de todos y cada uno de los miembros de las comunidades. Las bases de apoyo tecnolgico en materia diagnstica son mltiples pero deberan ser comunes y extenderse a toda la red sanitaria de acuerdo con las enfermedades y necesidades sanitarias prevalentes de las personas de toda edad. Consideramos que los servicios de salud deberan estar integrados en un sistema interactivo y vinculado en red para tornarlos ms eficaces y estimular, al mismo tiempo, el conocimiento y el perfeccionamiento mutuo; contribuyendo a la educacin mdica continua de todo el equipo de salud, se encuentre donde se encuentre trabajando y solucionando en forma rpida y con el mejor aprovechamiento del nivel tcnico-asistencial la patologa de su dominio, contribuyendo adems a racionalizar la asignacin de los recursos. Se debera contribuir a la educacin mdica permanente de todos y cada uno de los miembros del equipo de salud especialmente aquellos que prestan servicios en zonas del interior de estas provincias marginadas. Nuestro pas est parcialmente inscripto dentro de los pases en vas de desarrollo de Amrica Latina, en sta parte de Amrica vive el 75% de la poblacin mundial, absorbe slo el 17% del ingreso global, tiene el 20% de su poblacin subalimentada, el 50% no tiene agua potable, el 50% de los mayores de 15 aos son analfabetos, el 55% de los habitantes con capacidad laboral est subempleado o desempleado, el 60% no tiene atencin mdica, gran proporcin de habitantes viven en zonas rurales o semirurales, en bolsones de alta pobreza y con inaccesibilidad a los servicios de salud ms elementales o primarios. No se sabe con certeza en las provincias marginales cuntos enfermos hay y qu padecen; se aplican o no planes, normas y programas sanitarios destinados a la salud comunitaria; no hay asesoramiento adecuado y oportuno y educacin sanitaria a pacientes y familiares acerca de las enfermedades y por ello no existe en la comunidad una nocin de salud o enfermedad individual, grupal o comunitaria aproximada y conciencia sanitaria de cules son las afecciones posibles y qu se puede hacer en trminos de corresponsabilidad para el mantenimiento de la salud de las personas junto al sistema sanitario que no es todopoderoso ni puede prescindir del activismo sanitario de la gente (se hace imposible sin esta corresponsabilidad evitar, contener, prevenir o curar el dengue, el Chagas, las parasitosis, el paludismo, la tuberculosis, la leishmaniasis, la desnutricin). La participacin activa de la comunidad en todos los programas de salud y especialmente en la red de atencin primaria de la salud es decisiva e insoslayable.

  • Como se ve, en nuestro dilatado y diverso pas, hay que conocer los problemas sanitarios comunes que desgraciadamente afectan a las grandes mayoras desprotegidas y marginales; los problemas de salud que enferman y matan a nuestro pueblo no suelen ser de diagnsticos difciles y sofisticados; son padecimientos generalmente vinculados a la epidemiologa propia del pas y de sus regiones, a baja conciencia sanitaria, a la indolencia en la aplicacin de programas preventivos extendidos, a pautas culturales no evolucionadas, a la pobreza, a la geografa, a la marginacin de toda ndole. Si bien es necesario contar con profesionales y tcnicos de la salud especializados y con alta cualificacin preparados para actuar en centros especializados, institutos y hospitales de excelencia acadmica dotados de gran infraestructura y equipamiento, los pueblos necesitan una enorme cantidad de profesionales de la salud que acten en el seno mismo de la comunidad. El modelo y sus tcnicas de aplicacin sanitaria no pueden estar alejados de las necesidades sanitarias bsicas de la poblacin en general. No es posible admitir que si no se tienen condiciones de tecnologa avanzada y expertos que sepan utilizarla en todos y cada uno de los puntos del pas, no se pueda arribar a conclusiones y tratamientos aceptables para los pacientes utilizando los viejos, tiles y probados mtodos cognitivos, semiolgicos y epidemiolgicos. En la realidad de las provincias marginales de la Argentina, el equipo de salud debe manejar pacientes en estrecha relacin con clnicos y generalistas; pensar con conocimiento de causa antes de obrar si es oportuna y til la derivacin de pacientes a centros de alta complejidad, poner lmites bioticos a la intervencin y sopesar la verdadera efectividad funcional de los tratamientos propuestos; no demorar la rehabilitacin; enfatizar en la contencin y soporte de la prevalencias sanitarias; diferenciar y ponderar la realidad para no confundir y tratar sntomas sin enfermedad definida.; discernir que el sobreabundamiento de estudios no incide mayormente sobre las tasas de morbimortalidad de cualquier causa; resguardar la economa del sistema sanitario; integrarse en las redes y efectores de la atencin primaria de la salud para solucionar problemas de los enfermos y transferir conocimientos al equipo de salud; realizar investigacin clnica a largo plazo; valorar la utilidad de las prcticas en uso; perfeccionarse, peridicamente, en centros especializados y ser mesurado en la extrapolacin y aplicacin de los conocimientos adquiridos; integrar equipos asistenciales de medicina general en comunidades reducidas sin subestimar la eficacia de los primeros niveles de atencin. Un hospital complejo y poseedor de servicios asistenciales multidisciplinarios, debe contar con una estructura epidemiolgica y preventiva articulada con las especialidades conexas y con la actividad clnica y quirrgica general de las instituciones de servicio. En el interior de las provincias marginadas, las tasas de morbimortalidad por enfermedades prevenibles es muy alta y esas geografas merecen y tienen derecho a diagnsticos y tratamientos tiles y aplicados en un tiempo mximo tolerable. Los servicios de salud deben responder a la cantidad y distribucin de los habitantes, comunicaciones, transportes y tener un grado aceptable de autosuficiencia. La capacitacin del recurso humano para la salud y la coordinacin, entendida como la ordenacin metdica en el uso de los recursos disponibles, permite lograr un buen nivel de integracin y eficiencia. Dr. Leonardo Strejilevich Mdico Neurogerontologa - Neurogeriatra Master en Gerontologa Social Universidad Autnoma de Madrid

  • POR LEONARDO STREJILEVICH VIERNES, 17/04/2009

    Ramn Carrillo, mentor de la salud

    pblica en la Argentina Ramn Carrillo ,sus logros sanitarios pertenecen a un pasado (ms de 60 aos atrs) de esplendor en la poltica sanitaria y social de nuestro pas y que, por

    razones diversas no justificables, no se sigui trabajando en este modelo sociosanitario.

    RAMON CARRILLO

    1906 1956

    MENTOR DE LA SALUD PBLICA DE LA ARGENTINA

    por

    LEONARDO STREJILEVICH

    En estos tiempos de dengue epidmico, de miles de enfermos y algunos muertos que

    estn incluidos en una amplia geografa que, hace slo unas semanas, abarcaba al NOA

    y NEA de la Argentina y que hoy sobrepasa los lmites de Buenos Aires los

    funcionarios sanitarios y polticos balbucean explicaciones que a nadie conforma; los

  • medios de comunicacin social penetran en todos los hogares argentinos dando a veces

    una imagen apocalptica de la realidad sanitaria de esta epidemia de dengue y muestran

    no slo los estragos producidos por los virus y su vector el mosquito sino tambin las

    condiciones de vida, de vivienda, de salubridad o falta de ella, de indefensin por

    pobreza estructural y falta de conocimiento y educacin, de desgana e irresponsabilidad.

    Estos ltimos das, muchos de estos funcionarios y algunos comunicadores recordaban a

    Ramn Carrillo y se lamentaban lacrimgenamente de no haber continuado sus pasos

    sin decirle a la gente que sus logros sanitarios pertenecen a un pasado (ms de 60 aos

    atrs) de esplendor en la poltica sanitaria y social de nuestro pas y que, por razones

    diversas no justificables, no se sigui trabajando en este modelo sociosanitario; la

    perdurabilidad de los resultados depende de las acciones continuas que se realicen

    durante largo tiempo y todo el tiempo.

    Ramn Carrillo, argentino, naci el 7 de marzo de 1906 en la ciudad de Santiago del

    Estero. Muri a la edad de 50 aos, el 20 de diciembre de 1956, en la ciudad de Belem

    do Par (Brasil) exiliado, pobre, enfermo y humillado. La repatriacin de sus restos

    mortales tardaron diecisis aos (1972); hoy descansa en su tierra natal.

    Nunca abri consultorio privado ni ejerci la profesin en forma particular. Profesor

    universitario y formador de brillantes discpulos. Primer ministro de Salud Pblica y

    Asistencia Social de la Repblica Argentina (1946-1954). Planificador y pionero de la

    salud pblica y de la medicina social argentina; estableci las bases de la organizacin

    hospitalaria; traz el mejor plan sanitario concebido en el pas y condujo enormes

    campaas, verdaderas hazaas sanitarias que erradicaron viejas enfermedades

    endmicas.

  • Ramn fue el mayor entre once hermanos. Hijo del profesor, periodista y poltico

    roquista, tres veces Diputado Provincial, Ramn Carrillo y de Mara Salom Gmez

    Carrillo.

    Curs estudios primarios en la Escuela Normal Manuel Belgrano y en 1923, a los

    diecisis aos, egresa como el mejor alumno de su promocin del Colegio Nacional de

    Santiago del Estero. A los quince aos publica sus primeros trabajos: Juan Felipe

    Ibarra: su vida y su tiempo (monografa histrica premiada) y Glosa de los servidores

    humildes (propicia la proteccin social de la vejez).

    En 1924 se dirige a Buenos Aires e ingresa a la Facultad de Ciencias Mdicas; tres aos

    ms tarde, por sus relevantes calificaciones, es designado por concurso practicante del

    Hospital Nacional de Clnicas; asiste al Instituto de Clnica Quirrgica dirigido por el

    Profesor Dr. Jos Arce, su primer maestro de ciruga y, simultneamente, comienza a

    colaborar con el Dr. Manuel Balado, quien recientemente regresaba de los Estados

    Unidos trayendo adelantos y experiencias en neurociruga. Completa sus estudios y se

    orienta definitivamente por el estudio y la prctica de la neurologa y la neurociruga.

    Durante los aos del practicantado, publica ensayos de la especialidad y aborda temas

    de psiquiatra, medicina general y filosofa.

    En 1928 publica, con Balado, sus primeros trabajos cientficos, que constituyen las

    primeras obras orgnicas especializadas y sistematizadas de la especialidad en el pas.

    Se grada de mdico en 1929 (medalla de oro) y en 1930 da a conocer su primera gran

    obra Radiologa del cuarto ventrculo que es el origen de su trabajo ms importante

    Yodoventriculografa. Fosa Posterior (Premio nacional de Ciencias; 1938).

    En 1930, obtiene la beca universitaria de Buenos Aires para perfeccionarse en Europa

    apadrinado por el Profesor Dr. Nerio Rojas. A travs de las gestiones del profesor

    Baltasar, decano de la Facultad de Medicina de Pars, llega a Amsterdam y se incorpora

  • al Centro de Estudios Neurolgicos, el ms importante del mundo por aquellos tiempos;

    trabaja dos aos con C.U. Arins Kappers (titular de anatoma del sistema nervioso), R.

    Brouwer (jefe de clnica neurolgica de la universidad) y Oljenik (neurocirujano

    discpulo de Harvey Cushing). Aprende a trabajar en equipo bajo una rigurosa disciplina

    y adopta el mtodo cientfico que le permite realizar estudios e investigaciones en

    neuroanatoma, neurofisiologa, neuropatologa y neurociruga en los campos de las

    esclerosis cerebrales, las poliomielitis experimentales, las tcnicas de las

    impregnaciones para visualizar la neurogla y la anatoma comparada del sistema

    nervioso.

    Luego de una breve pasanta en Pars, asiste en Berln a los cursos de Schlter en la

    Clnica Neurolgica del Auffelans Krakenhaus. Vuelto a Pars, sigue los cursos de

    neurologa clnica de Georges Guillain y trabaja en el laboratorio de Bertrand en la

    Salpetrire, revisando el material neuropatolgico acumulado por Pierre Marie.

    Regresa a Buenos Aires en 1933; los profesores Arce y Balado le encargan la

    organizacin del laboratorio de neuropatologa del Instituto de Clnica Quirrgica; se

    dedica en forma exclusiva a la tarea en la institucin pblica y oficial practicando la

    neurociruga por la maana y organizando el laboratorio por la tarde.

    Hasta el ao 1939, se desempea nicamente en la tarea asistencial, la investigacin y la

    docencia; avanza en su perfeccionamiento y publica numerosos trabajos cientficos. A

    partir de este ao se hace cargo del servicio de neurologa y neurociruga del Hospital

    Militar Central.

    En 1942, muere Manuel Balado y Carrillo se presenta a concurso para optar al cargo de

    Profesor Titular de Neurociruga de la Facultad de Ciencias Mdicas de la Universidad

    de Buenos Aires; gana el concurso; tena slo treinta y seis aos. Dijo, entre otras cosas,

    en su clase inaugural, que el neurocirujano deba tener una formacin estricta y

  • cuidadosa puesto que se requera para la especialidad una gran capacidad tcnica, salud

    fsica, vasto entrenamiento intelectual y muchos conocimientos adquiridos

    metdicamente. Sin un ideal altruista de trabajar por la gente y por la ciencia, se puede

    caer en la conviccin materialista de que la vida es un botn legtimo del ms fuerte.

    Desde la ctedra, Carrillo hace escuela y forma discpulos; sin contar todava cuarenta

    aos se lo consideraba el neurlogo y neurocirujano ms importante del pas y era

    conocido en los crculos especializados del extranjero.

    Con Ramn Carrillo, Manuel Balado y Ernesto Dowling, comienza en nuestro pas la

    dedicacin integral a la neurociruga, la sistematizacin y el inicio del movimiento

    neuroquirrgico argentino. La obra de Carrillo es excepcionalmente sistemtica,

    didctica y objetiva; honra a la escuela mdica argentina que se abre un camino propio

    en el contexto internacional.

    Los estudios y hallazgos de Carrillo en materia de diagnstico radiolgico de la

    patologa cerebral tuvieron, en su momento, una importancia similar al advenimiento de

    la tomografa axial computarizada o la resonancia nuclear magntica del cerebro en la

    actualidad.

    Incursion con acierto y siempre con espritu crtico en los dominios de la psicociruga,

    realizando excelentes estudios y oponindose a los conceptos interpretativos simplistas

    del Premio Nobel de Medicina Egas Moniz y de Freeman y Watts; publica sus

    conclusiones en 1952.

    Carrillo afirmaba que el buen neurocirujano hace clnica, realiza una valoracin crtica

    de ella, la integra con los resultados de las comprobaciones neurorradiolgicas o de

    otros mtodos de diagnstico y opera al paciente; el neurocirujano debe ser un gran

    clnico neurlogo y que, adems, opere bien.

  • Ramn Carrillo abandona drsticamente su obra cientfica y mdica al ser invitado en

    1944, por el entonces Coronel Juan Domingo Pern quien le pide que colabore en la

    planificacin y organizacin de la poltica sanitaria de nuestro pas. En 1939, cuando

    ejerca el cargo de Jefe del Servicio de Neurologa y Neurociruga del Hospital Militar

    Central, tuvo oportunidad de acceder a la informacin clnica de miles de ciudadanos de

    veinte aos aspirantes al servicio militar procedentes de todo el pas y a estudios

    estadsticos sobre la cantidad de camas disponibles por cada mil habitantes en el

    territorio nacional. Ya, en ese entonces, era consciente de los altos porcentajes de

    ineptitud fsica originados principalmente en las provincias pobres y postergadas y el

    real desmoronamiento y marginacin del interior y, por otra parte, los grandes

    desniveles de camas hospitalarias disponibles entre la Capital Federal (9,61 por mil),

    Provincia de Buenos Aires (4,66 por mil); Misiones (0,88 por mil) y la regin andina

    (0,00 por mil).

    Los establecimientos asistenciales con internacin eran privilegio de las grandes

    ciudades y, an en estos casos, las instituciones de servicio tenan carencias graves en

    materia de recursos humanos, alimentacin, medicamentos, instrumental y

    equipamiento mdico. Las zonas rurales estaban totalmente desprotegidas y carecan de

    servicios de salud; todo el pas contaba slo con el 45% de las camas necesarias y las

    instituciones de atencin mdica pblicas no revestan el carcter de servicio pblico

    sino que conservaban el espritu de caridad y beneficencia.

    En 1944, con estos diagnsticos y la conviccin y el compromiso de corregir tal estado

    de cosas, comienza una asociacin respetuosa e inteligente entre Pern y Carrillo que

    durar diez aos y que concluye en 1954 en que el Presidente de la Nacin no podr o

    no querr sostener a su Ministro de Salud Pblica y que obliga a Carrillo a renunciar al

    cargo y a alejarse del pas.

  • Carrillo nunca hizo poltica en el sentido partidario, pero fue un hombre con gran

    sentido poltico que utiliz para convencer, para hacer, para conseguir apoyos y para

    evitar las innumerables trampas que le tendieron no slo la oposicin sino tambin

    algunos crculos del gobierno.

    Carrillo se resisti siempre a perseguir a nadie y no pocos opositores formaron parte de

    los cuadros de conduccin y tcnicos de la Secretara de Salud Pblica de la Nacin,

    creada el 23 de mayo de 1946 y que ms tarde se transformar en el Ministerio de Salud

    Pblica y Asistencia Social de la Nacin en el que, adems de las funciones de atencin

    mdica y sanitaria, se incorporaron acciones de asistencia social y ayuda comunitaria.

    Hasta ese momento, la medicina era una profesin y actividad privada destinada a

    reparar la salud perdida de los enfermos individuales. Las instituciones hospitalarias

    atendan a los grupos humanos marginales o desprotegidos bajo el concepto de la

    caridad y el estado slo intervena subsidiariamente en la atencin mdica.

    La realidad de nuestro pas mostraba: a) estado sanitario deplorable; b) dficit de camas

    y hospitales; c) inadecuada distribucin geogrfica de los recursos; d) falta de personal

    tcnico; e) bajas remuneraciones de profesionales y trabajadores de la salud; f) ausencia

    de informacin estadstica; g) inexistencia de estructuras de administracin hospitalaria

    eficaces y eficientes; h) falta de seguros sociales y regmenes previsionales; i)

    mortalidad infantil elevadsima; j) enfermedades endmicas como la tuberculosis, el

    paludismo, la fiebre amarilla, la enfermedad de Chagas, el bocio, la lepra, etc. que no

    haban sido afrontadas desde el punto de vista sanitario y social en forma sistemtica; k)

    la atencin de los nios y ancianos dependan de las instituciones de caridad.

    Carrillo decidi revertir esta situacin a partir de la ptica social, humanista y cristiana

    y del axioma que no puede haber medicina sin medicina social y que sta no puede

    existir sin una poltica social de Estado poniendo en evidencia que el mayor porcentaje

  • de las enfermedades de nuestra gente se producen por las sociopatas (desnutricin, falta

    de viviendas, viviendas antihiginicas, salarios insuficientes).

    En su concepcin, los problemas de salud y enfermedad deben ser considerados como

    responsabilidad indelegable del Estado; la poltica sanitaria debe estar respaldada por

    una poltica social; la poltica social no puede existir sin una economa organizada en

    beneficio de las mayoras, en consecuencia, los objetivos y fines de la atencin mdica

    organizada y dirigida por el Estado debe orientarse hacia las mayoras no pudientes a

    travs de un proceso creciente de hominizacin y humanizacin de la medicina.

    Carrillo define su accin en tres grandes reas: 1) la medicina asistencial que es pasiva y

    resuelve el problema individual; 2) la medicina sanitaria, que es defensiva y protege; 3)

    la medicina social, que es activa, dinmica y preventiva.

    Arma un inmenso aparato sobre bases normativas, organizativas y de infraestructura

    aptas para la conduccin y ejecucin de una poltica de salud; elabora el Plan Analtico

    de Salud Pblica, un estudio de cuatro mil pginas, completo y orgnico que incluye

    los objetivos principales y acciones del plan de salud. Organiza, en apoyo del plan, una

    estructura administrativa basada en la centralizacin normativa (normalizacin,

    unificacin y tipificacin de criterios, procedimientos, mecanismos y servicios para

    todo el pas) y descentralizacin ejecutiva ( asignacin de competencias y funciones por

    sectores de actividad, regionalizacin sanitaria del pas, participacin de las provincias,

    municipalidades y delegaciones regionales); estas normas constituyen el libro Teora

    del Hospital, con los tomos de Arquitectura y Administracin.

    Los resultados positivos de la aplicacin del plan se vieron en poco tiempo a travs del

    xito obtenido en las campaas masivas de vacunacin antivarilica y antidiftrica, los

    catastros radiogrficos pulmonares realizados en todo el territorio nacional (zonas

    urbanas y rurales), obligatoriedad de los certificados de vacuna para ingresar a escuelas

  • y colegios, viajar, efectuar trmites; lucha antipaldica en el Norte; campaa contra la

    fiebre amarilla en la frontera con Bolivia, la tuberculosis, la viruela, el alastrim, la

    rabia...

    La mortalidad infantil, del 90 por mil en 1940 descendi al 56 por mil en 1955; esto se

    logr no slo por la accin sanitaria directa a travs de los miles de centros de

    proteccin materno-infantiles creados por Carrillo sino tambin gracias a una poltica

    social que elev los ndices de nutricin, higiene, bienestar y condiciones de vida (en

    1946, la Argentina tena un tercio de su poblacin subalimentada).

    Junto a las campaas sanitarias, Carrillo encar un plan orgnico de creacin y

    construccin de hospitales y centros de salud tipificando sus caractersticas

    arquitectnicas, los requerimientos de personal, la normatizacin de sus servicios, de su

    administracin y de sus economatos. Hizo construir numerosos hospitales generales,

    institutos especializados, centros asistenciales para enfermos crnicos, ciudades-

    hospitales (unidades hospitalarias integradas). Prcticamente, la base actual del nmero

    y calidad de los hospitales de nuestro pas deviene y an se mantiene desde aquella

    poca, pese a que muchas de estas estructuras fueron destinadas ulteriormente para otros

    fines.

    Este enorme y febril esfuerzo necesit el mismo empeo para la formacin de recursos

    humanos para la salud: esto se hizo en universidades y en niveles de educacin terciaria,

    as se produjeron inspectores y supervisores sanitarios, visitadoras de higiene,

    bioestadgrafos, administradores hospitalarios, tcnicos radilogos, mdicos higienistas.

    Se dictaron normas y medidas reguladoras del ejercicio profesional, reglamentacin de

    especialidades, tica y deontologa, organizacin gremial, estatuto profesional,

    enfermedades profesionales, caja de jubilaciones, etc.

  • Toda la accin de Carrillo estaba orientada a poner a la medicina en funcin social para

    logra una asistencia individual, familiar y comunitaria completa y continua, con

    accesibilidad y gratuidad total para la poblacin que la necesite y con profesionales que

    acten para y en la comunidad ofreciendo sus servicios mancomunados segn la

    demanda y atendiendo a las necesidades mdicas y sanitarias de la poblacin.

    Carrillo logr resultados asombrosos para su tiempo, sobre todo, teniendo en cuenta que

    no haba por entonces una conciencia sanitaria en el Estado ni en la sociedad (ahora,

    pese al tiempo transcurrido, parece que tampoco). En 1946 haba en nuestro pas 66.300

    camas hospitalarias; en 1951 sumaban 114.000. En slo dos aos, termin con el

    paludismo. En 1946 el ndice de mortalidad por tuberculosis era de 130 por cien mil; en

    1954 descendi a 36 por cien mil. Las enfermedades venreas desaparecieron casi en su

    totalidad. La lepra fue circunscripta a los leprosarios preparados y habilitados

    adecuadamente. Concluy con las epidemias de tifus exantemtico. Organiz la

    vigilancia epidemiolgica y la medicina preventiva.

    El derecho al trabajo, el derecho a la salud y el derecho a la educacin est en la base de

    toda sociedad justa; esto lo comprendi acabadamente Carrillo.

    El Estado conducido sanitariamente por Ramn Carrillo logra entre 1946 y 1954 elevar

    el nmero de camas de 66.300 a 134.218; duplica el presupuesto, expresado en moneda

    constante, en cuatro aos; produce un incremento del recurso humano para la salud en

    un 168% en cinco aos; pone en marcha el primer esfuerzo para fabricar medicamentos

    con medios propios; lleva la tasa de mortalidad general de aproximadamente el 10% al

    8,5% y la mortalidad infantil de ms del 80 al 65 por mil de nacidos vivos.

    Propugn y concili la asociacin de intereses de los tres subsectores de la salud

    (pblico-privado-obras sociales). Ayud a construir un sistema de seguridad social que

    aport ventajas y soluciones a las necesidades y requerimientos de los trabajadores,

  • hacindoles participar en el producto social y tambin en el mejoramiento del sistema

    productivo y en las condiciones laborales. Los sindicatos y las obras sociales fueron las

    organizaciones institucionalizadas que formularon las metas para la seguridad social y

    an representan una base operativa esencial para lograr objetivos polticos

    fundamentales en el rea de la salud.

    Carrillo desempe un papel trascendente en la elaboracin de una unidad conceptual

    en materia de poltica sanitaria y social asumida desde el propio Estado, sin lograr

    modificar del todo los intereses vigentes en el campo de la salud.

    La tarea y la propuesta de Carrillo confirman que la grandeza no se alcanza buscando

    explicacin a la propia debilidad; la grandeza se alcanza haciendo lo difcil, con

    esfuerzo, conviccin y compromiso; alejando los fantasmas del pasado; rechazando las

    incertidumbres del presente; anticipando la accin al percibir lcidamente cmo se

    construye el futuro; evaporando los prejuicios y sentimientos negativos o invlidos.

  • POR LEONARDO STREJILEVICH MIRCOLES, 22/04/2009

    Volver a la Medicina Social

    El enfermo no es slo un caso clnico es tambin persona y un sujeto social o biopsicosocial y miembro de un grupo humano.

    A propsito de las reflexiones vertidas en este mismo peridico en ocasin de hablar acerca de Ramn Carrillo, mentor de la salud pblica de la Argentina (El Intransigente; 18 de abril de 2009) y vinculando la presente nota con la situacin sanitaria catastrfica que todava nos aqueja y nos duele, pensamos que debemos insistir en retomar varios de los aspectos de la medicina preventiva, que es slo un aspecto de la medicina social y que deberamos rescatar urgentemente, resignificarla y ponerla en prctica antes de que debamos soportar renovados embates de las enfermedades endmicas que estn agazapadas y que, en cualquier momento, de acuerdo con las condiciones favorables que stas encuentren, explotarn como epidemias incontrolables. La medicina social, es la realizacin social de la asistencia mdica y no debe confundirse con la sociologa mdica, que es el estudio cientfico del momento social de la enfermedad, su prevencin y su tratamiento o con la sociopatologa o patosociologa que tiene que ver con las causas de origen social (etiologa social) del enfermar. El enfermo no es slo un caso clnico es tambin persona y un sujeto social o biopsicosocial y miembro de un grupo humano con caractersticas propias desde el punto de vista social, cultural, econmico, poltico y psicolgico. La enfermedad humana es un proceso en su instalacin y en su reparacin; es un complejo psico-orgnico-social vinculado ntimamente a la biografa personal y social. Desde los escritos de Hipcrates, Maimnides, Paracelso, Ramazzini, John Peter Frank, Virchow, Salomn Neumann, A. Grotjaher y sin olvidar a Ramn Carrillo, Maurn Navarro, Carlos Alvarado, Arturo Oativia, Germn de Arciniegas en Amrica Latina, se ha demostrado hasta el cansancio que hay causas preponderantemente sociales generadoras de enfermedad: polucin atmosfrica, txicos, agentes fsicos, pobreza, falta de educacin, agentes teraputicos mal usados.

  • En general, hay enfermedades de origen gentico, ambientales y sociales. La consideracin del enfermo como miembro de un grupo social, permiti legitimar la medicina como ciencia social (1848) y ello produjo no slo un cambio en la apreciacin del enfermo sino tambin en los planteos modlicos y operativos para su asistencia. En el siglo XIX, la alta morbilidad estaba condicionada por efectos de la revolucin industrial, enfermedades y accidentes profesionales, trabajo en fbricas y minas, expansin comercial, urbanizacin creciente, construccin de grandes obras de infraestructura, intoxicaciones inditas, pobreza en los suburbios industriales, mala alimentacin, viviendas insalubres, barrios mal urbanizados, jornadas laborales extenuantes, trabajo de los nios, falta de salud mental en el campo laboral tuvo como consecuencia el aumento de la frecuencia de las enfermedades habituales, aumento de las cifras de mortalidad y la produccin de nuevas enfermedades. Los mdicos fueron los primeros en denunciar estos hechos desde la publicacin La miseria del pueblo, madre de enfermedades (John P. Frak; Universidad de Pava; 1790) hasta nuestros das. La sociedad, sanitariamente mal protegida, es el campo propicio para la instalacin de la enfermedad epidmica; el planeta, ya en esa poca y tambin ahora, se haba lanzado a la empresa de la expansin comercial, industrial y urbana con pauperizacin creciente de las mayoras y una insolente injusticia social. La tuberculosis pulmonar fue mirada desde la ptica social; se incorpora la nocin de neurosis laboral e industrial y se advierte acerca del aumento de las tensiones psicosociales que derivan del trabajo insalubre; el clera asitico no respet a nadie como hoy sucede en la Argentina con el dengue avasallando la salud especialmente de los grupos humanos de bajo nivel econmico, sin recursos y sin asistencia. Se hace necesario reinstalar el inters social y poltico por estos problemas (accidentes laborales, discapacidad, epidemias) y volver a incorporar la idea o el paradigma de que la ciencia y la justicia social permiten el logro de una profilaxis de la enfermedad tan eficaz como total. En Europa (1842), la esperanza de vida era de 35-40 aos para los aristcratas; de 22-25 para los artesanos y comerciantes; de 16-20 para los obreros industriales. En 1914, la cifra media de esperanza de vida superaba los 50 aos por el solo hecho de haber mejorado las condiciones de vida y del trabajo (alimentacin, urbanismo, vivienda, vacunaciones, educacin creciente de las masas populares, aumento de los derechos para todos, participacin en la distribucin de la riqueza, acceso a la educacin y la cultura, creciente confianza en las posibilidades de la medicina . La medicina es una ciencia social y la poltica no es otra cosa que medicina en gran escala, escriba Virchow joven. En el siglo XX, se produce la reforma sanitaria despus de la Primera Guerra Mundial. Antes, los enfermos estaban estratificados por clases sociales (clase alta, atendida en consultorios privados, en su domicilio o en los sanatorios por profesionales de alto prestigio y de elevados honorarios; clase media, atendida por mdicos baratos en su domicilio o en los servicios de las asociaciones para la ayuda mutua; clase baja, al hospital de beneficiencia con pocos recursos pero con aplicacin de una medicina actualizada ejercida por excelentes profesionales). La medicina, se va tornando cada vez ms eficaz y cada vez ms cara. El obrero industrial y ms tarde el trabajador rural reivindicaron y exigieron ser atendidos aceptablemente bien en sus enfermedades y accidentes y obligaron a introducir en la agenda poltica esta realidad; los estados tuvieron que buscar, incorporar e implantar alternativas de asistencia sanitaria

  • accesibles y con equidad social. En la rusia zarista se constituye el sistema Zemstvo de asistencia mdica gratuita a travs de una red de mdicos funcionarios y centros sanitarios rurales; en la Alemania Guillermina, las Krankenkassen (cajas para enfermos) de Bismarck, conformadas con el criterio de un seguro mdico unificado y centralizado que, entre otras cosas, estaba destinado a contener el creciente malestar del mundo obrero; fue aprobado parlamentariamente en 1864 y adoptado por Austria (1886), Hungra (1891), Luxemburgo (1901), Noruega (1909), Suiza (1911). En Inglaterra, se crea el Seguro Nacional de Salud por ley (1911; Lloyd George) como un servicio mdico unificado dentro de un amplio sistema de seguridad social. Se forman enfermeras profesionales (Florence Nightingale en el St. Thomas Hospital de Londres); se construyen las ideas sobre la prctica mdica en equipo; se instala la parcelacin edilicia y funcional de los hospitales; se abandonan las prcticas coercitivas y se establecen los criterios de salud humana y sus cuidados; se aplican las estadsticas al estudio de los problemas sanitarios; se desarrolla la higiene cientfica con proyeccin social (alcantarillado, aprovisionamiento y depuracin de aguas, tratamiento de la basura, luchas metdicas contra enfermedades endmicas y profesionales, planeamiento de la accin sanitaria). La tarea no ha sido concluida. Nuevos desafos y nuevas enfermedades a resolver existen para la medicina social, en un siglo XXI caracterizado por la explosin demogrfica, el envejecimiento poblacional, la polucin, el deterioro global del medio ambiente, el progreso tecnolgico del transporte y las comunicaciones; las acciones blicas que no cesan; el consumismo indebido; la inequidad social; la pobreza; la vivencia de las crisis como hbito o estado; la incertidumbre de la vida cotidiana y laboral; los duros contrastes sociales; el azoramiento ante la realidad; la desorientacin; el repudio del pasado inmediato; el autoengao originado en la virtualidad; el quiebre de ideas y valores presagian la necesidad impostergable de avanzar an ms, mucho ms, en la medicina social.

  • POR EL DR. LEONARDO STREJILEVICH MARTES, 05/05/2009

    La locura y las artes plsticas

    Homenaje a los salteos Roberto Maehashi, Dr. Guillermo Figueroa Outes, y a los porteos Dres. Eugenio Lpez de Gomara y Mara Cristina Melgar.

    Homenaje a los salteos Roberto Maehashi, artista plstico, maestro, creador y terapeuta Dr. Guillermo Figueroa Outes, mdico psiquiatra, culto e innovador Homenaje a los porteos Dres. Eugenio Lpez de Gomara y Mara Cristina Melgar, inteligentes transgresores y elegantes soadores. Arte y locura han despertado desde siempre, profunda curiosidad e inquietud por su contradictoria relacin. A la idea de que la locura favorece la creacin, se ha opuesto otra, que la bloquea o la imposibilita. A la experiencia clnica de que el arte cumple una misin teraputica, se le ha opuesto la idea contraria de que la actividad creadora puede llegar a exagerar la locura, aniquilar y matar a la persona. Las relaciones entre la locura y el arte o el arte y la locura son parte de los variados aspectos de la condicin humana; van desde el arte posible de los psicticos hasta los famosos pintores desequilibrados, como Caravaggio y Van Gogh. Las obras concretas, en este sentido, son metforas de los desequilibrios o de los delirios. La utilizacin de colores vivos as como los motivos humanos y animales son frecuentes en este tipo de arte. Nadie dira que cada uno de estos cuadros esconde una tragedia tras sus pinceladas. Nadie lo dira, porque estn repletos de colores brillantes y sus motivos casi infantiles hasta parecen transmitir alegra. Sin embargo, estos seres fantsticos, brillantes, estas figuras humanas rodeadas de mariposas y pjaros; verdes, amarillos, rojos, negros, violetas fueron pintados por pacientes psicticos, personas con graves problemas de personalidad y de conexin con el mundo real, que encierran un sufrimiento equivalente a la intensidad de sus delirios o de sus alucinaciones. El primer taller de libre expresin para pacientes psiquitricos naci en el Hospital de Psiquiatra J. T. Borda de la Ciudad de Buenos Aires (fundado en 1863) en 1960 por iniciativa del matrimonio de psiquatras Dres. Eugenio Lpez de Gomara, Jefe por ese entonces de la Seccin 23 de pacientes crnicos y esquizofrnicos y Mara Cristina Melgar. La idea de mezclar el arte con la locura era poco menos que una novedad adems de emprendimiento teraputico transgresor e incmodo para las convicciones acadmicas de

  • aquellos tiempos que estos psiquiatras traan de Europa. Es arte la obra de un paciente psiquitrico? Algunos dicen que no, se fundamentan en que no hay creatividad en este tipo de pinturas, sino el traspaso al papel u otro tipo de materiales del delirio. Quienes sostienen que s se trata de arte y que s incluye creatividad valoran adems estas expresiones artsticas como parte del llamado arte primitivo, descontaminado, sin condicionamientos relativos a un contexto social determinado o a una tcnica. Arte bruto, arte en bruto, arte en estado salvaje y espontneo realizado sin formacin tcnica y que emana de personas aisladas de la realidad. Lo que si se sabe que la pintura, las cermicas o las tcnicas mixtas no curan la enfermedad pero brindan calidad de vida a los enfermos. Nadie puede reconocer o diferenciar una obra cuyos trazos fueron delineados por un esquizofrnico, por ejemplo, de otra cuyo autor fue un pintor normal. A decir verdad, existen ciertos rasgos que se repiten en muchas de estas obras: los colores brillantes, las figuras fragmentadas, las repeticiones, los ojos desorbitados, la obsesin por no dejar ni un centmetro de la hoja sin colorear. Son todas metforas de su delirio, repetimos como dira Lpez de Gomara-. Los autores de estas obras no reproducen sus delirios en el papel, sino que construyen una metfora de sus alucinaciones y la reproducen. Y sa es otra prueba de su creatividad. No hay una nica temtica en estas expresiones artsticas. Se ven en las pinturas animales pintados con colores netos y brillantes, a veces con rostro humano, ojos de colores y piernas de mujer; un elefante amarillo; un bellsimo gato a rayas rojas, verdes, amarillas y violetas, que apenas asoma en un mundo igual de rayado e igual de colorido Otros muestran retratados a los mdicos -segn la ptica de los pacientes- y los autorretratos. Determinar a ciencia cierta qu es lo que pretende transmitir un psictico a travs de una expresin artstica es una misin cercana a lo imposible. Los pacientes, en general, explican muy poco sobre su propia obra. Una mayora de estudiosos se vuelcan a la idea de que a travs del arte, especialmente los esquizofrnicos, intentan reconstruir un mundo propio que se encuentra escindido y fragmentado y procuran, pincel en mano, recomponer el camino que los separa del mundo real. Porque comunicarse con el mundo real, como se sabe, es uno de los grandes dramas de los esquizofrnicos y otros enfermos mentales. La enfermedad mental puede ser vista y reconocida a travs del arte, se puede hacer terapia a travs del arte y parece ser que casi siempre hay mecanismos psicopatolgicos implicados en la creatividad artstica y en la actividad creadora en general. Hay muchas personas normales o enfermas que, pese a no ser artistas, realizan un trabajo pictrico portador de significados, como es el caso de algunos enfermos mentales que representan en sus cuadros sus alucinaciones y delirios. Existen muchos reparos a la hora de considerar como artsticas las obras espontneas de determinados pacientes mentales, as como para llamar terapia por el arte a ciertos procedimientos empleados en su tratamiento. De ah el trmino terapias expresivas, por el que se denominan las tcnicas psicoteraputicas no verbales y que tienen por objetivo la creacin de una armona entre el mundo interior del paciente y su conducta externa. Los individuos con gran capacidad y actividad creadora presentan una mayor facilidad de acceso al inconsciente. Muchas de las obras de enfermos mentales no son otra cosa que expresin de una reactivacin del delirio personal que cuando ms educados y capacitados son ms ricos, floridos y productivos sern esos delirios. El arte liberara las tensiones inconscientes y purgara el alma. Se trata de la catarsis freudiana tomada a su vez de los antiguos griegos en que catarsis es purificacin (del gr. , purga, purificacin); efecto que causa la tragedia en el espectador al suscitar y purificar la compasin, el temor u horror y otras emociones; purificacin, liberacin o transformacin interior suscitados por una experiencia vital profunda; eliminacin de recuerdos que perturban la conciencia o el equilibrio nervioso. Los terapeutas por el arte consideran que son

  • especficamente tiles para aquellos que, como los nios y los psicticos, encuentran difcil la comunicacin verbal. Eugenio Lpez de Gomara y Mara Cristina Melgar buscaban efectos teraputicos en los pacientes a travs del arte y de su libre expresin. Por eso crearon el Taller de Libre Expresin, donde los enfermos comenzaron a practicar artes plsticas con absoluta libertad. Parte de la produccin de pinturas y cermicas realizadas, permitieron armar una coleccin que se expuso en su momento en la galera Witcomb y hasta recorri Pars; estas obras, en su momento, fueron seleccionadas por el inefable crtico de arte Jorge Romero Brest por su inters artstico, y expuestas pblicamente. La primera persona que form una coleccin de expresiones artsticas de enfermos mentales fue Pinel, aquel psiquiatra que sac las cadenas a los psicticos en la poca de la Revolucin Francesa y abri las puertas de los manicomios. Justamente, cuando se tienen servicios asistenciales de salud mental con muchos pacientes crnicos que suelen estar abandonados, lo primero que conviene hacer es abrir las puertas de los consultorios y de los hospitales (lo que hace un tiempo se da en llamar desmanicomializacin de los enfermos mentales). Entonces los enfermos deben entrar y salir del hospital. Deben se tratados de otra manera, con buenas maneras El Dr. Guillermo Figueroa Outes a su regreso de su formacin psiquitrica y neurolgica en Buenos Aires durante varios aos, entre otros con su to el sabio mdico Diego Luis Outes fallecido en la Ciudad de Salta, se incluye en el Hospital Neuropsiquitrico de Salta Dr. Christofredo Jakob (hoy Miguel Ragone) del que fuera Director durante varios aos y se liga con entusiasmo a Roberto Maehashi, inefable artista plstico salteo, pintor, escultor, enfermero del hospital con cuyo sueldo pagaba sus estudios en Bellas Artes y a poco andar terapeuta psiquitrico; ambos cofundaron los Talleres de Expresin Plstica del Hospital Psiquitrico de Salta en los 60 y tendieron el mtico y sutil hilo de Ariadna entre lo creativo, novedoso y teraputico de la tarea que se realizaba en Buenos Aires y que se concret con xito en estas tierras; haba que construir una lgica aunque heterodoxa para encontrar la salida al padecimiento mental (el Doctor Edmundo del Cerro, fallecidos Figueroa Outes y Maehashi, retoma e impulsa en Salta los Talleres de Expresin Artstica de Enfermos Mentales y es curador de muestras y exposiciones). Aoro con nostalgia haber sido alumno y luego colega de Lpez de Gomara y Melgar y amigo de Figueroa Outes y Maehashi extraando muchsimo su ausencia y su partida prematura. Tres aspectos de la cuestin que estamos tratando nos parecen reveladores: la obra plstica del paciente psiquitrico, los pintores de locos y los artistas plsticos como enfermos mentales. La obra plstica del paciente psiquitrico se ha transformado en un instrumento diagnstico y teraputico; especialmente la pintura de estos pacientes constituye un lenguaje expresivo profundo no sometido a distorsiones; como dijimos, permite al enfermo comunicarse e interactuar con la realidad y a los mdicos y psiclogos les facilita la interpretacin del proceso de la enfermedad. Los pintores de locos no forman una categora especial sino que han representado al enfermo mental en forma circunstancial y dada la calidad de su obra total han perdurado en el plano artstico; han dado testimonio de personajes enfermos o han representado a los mdicos de esos enfermos (La curacin de la locura de Hyeronimus Bosch (El Bosco); Peregrinacin de epilpticos de Brueghel; Hospital de ignoscents, folls e orats de Sorolla representando el primer hospital psiquitrico del mundo en Valencia (1410); Curacin de una joven de Pietro Vannucci (El Perugino) que muestra la accin del trance religioso en la curacin; Cura de la poseda de Michael Pacher; Juan de Calabazas o el Bobo de Coria de Diego Rodrguez de Silva Velzquez; El sueo de la razn produce monstruos en que Goya retrata locos; Lecons du mardi de Andrs Brouillet que representa una clase sobre la histeria a cargo del Profesor Charcot y en el que, entre otros, est Freud como alumno). Las telas realizadas por los pintores de locos expresan con autenticidad la tragedia de los enfermos mentales y su entorno; nos permite intuir el mundo hermtico del alienado; se

  • reproduce en la tela con el pincel y los colores aquello que se escribe en una historia clnica con la pluma; aparecen rostros humanos y situaciones que emocionan tristemente; vemos melanclicos con o sin lgrimas, la mana excitada, bulliciosa, irnica y agresiva; los dementes sumergidos en la noche continua sin aurora posible; los esquizofrnicos con sus estereotipias fras, distantes y montonas; los idiotas, los imbciles Los pintores locos o alienados (Van Gogh, Caravaggio, Modigliani y tantos otros, los locos de los hospicios) se revelan como tales en sus obras; Van Gogh er