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La crisis del Antiguo Régimen 1 Tras la muerte de Carlos III, accedió al trono su hijo Carlos IV (1788 – 1808). Durante su reinado se hizo más aguda la crisis económica, política y social que sufría España desde épocas anteriores y comenzaron a difundirse por toda Europa las ideas liberales revolucionarias que estaban triunfando en Estados Unidos (revolución liberal, guerra contra Gran Bretaña e independencia de los EEUU) y Francia (Revolución Francesa, 1789). Todo ello provocó la caída del Antiguo Régimen y el comienzo de la época contemporánea en España. ¿Qué panorama existía en 1788 a la muerte de Carlos III? “Seguía habiendo Mesta, Inquisición, señoríos, municipios oligárquicos, mayorazgos, privilegios estamentales; en una palabra, todas las instituciones que habían denunciado los ilustrados” “El modelo político del absolutismo ilustrado era incapaz de resolver los graves problemas de la sociedad española” La crisis tuvo su momento culminante en 1808. 1. INTRODUCCIÓN. LA CRISIS DE LA MONARQUÍA DE CARLOS IV 1.1. ¿Cuál es la situación exterior? La Revolución Francesa En 1789 −al año siguiente de llegar al poder Carlos IV−, se inició la Revolución Francesa que supuso la abolición del Antiguo Régimen en Francia. 1.2. La repercusión de la Revolución francesa. La política de aislamiento de Floridablanca. El régimen liberal que se estaba imponiendo por la vía revolucionaria en Francia se apoyaba en las ideas más radicales del liberalismo político y económico (soberanía nacional, división de poderes, derechos del hombre y el ciudadano, Estado laico...): la implantación de estas ideas conllevaba la abolición del absolutismo, de la sociedad estamental, del régimen señorial, de los privilegios... todos ellos elementos articuladores de la sociedad del Antiguo Régimen. Las ideas de la Revolución Francesa fueron recibidas con agrado por los intelectuales y burgueses ilustrados, pero con temor por los grupos privilegiados. Para evitar la expansión y contagio de las ideas liberales en España, Carlos IV ordenó el cierre ideológico de las fronteras, prohibiendo el paso de libros y panfletos de corte revolucionario, autorizando a la Inquisición para actuar contra los intelectuales sospechosos y bloqueando la salida de estudiantes a universidades extranjeras. Estas medidas aislacionistas fueron ejecutadas por el ilustrado Conde de Floridablanca, que había sido elegido por Carlos IV, pero ante la ineficacia de los bloqueos ideológicos, Floridablanca fue sustituido

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La crisis del Antiguo Régimen

1

Tras la muerte de Carlos III, accedió al trono su hijo Carlos IV (1788 – 1808). Durante su

reinado se hizo más aguda la crisis económica, política y social que sufría España desde épocas

anteriores y comenzaron a difundirse por toda Europa las ideas liberales revolucionarias que

estaban triunfando en Estados Unidos (revolución liberal, guerra contra Gran Bretaña e

independencia de los EEUU) y Francia (Revolución Francesa, 1789). Todo ello provocó la caída

del Antiguo Régimen y el comienzo de la época contemporánea en España.

¿Qué panorama existía en 1788 a la muerte de Carlos III?

“Seguía habiendo Mesta, Inquisición, señoríos, municipios oligárquicos, mayorazgos, privilegios

estamentales; en una palabra, todas las instituciones que habían denunciado los ilustrados”

“El modelo político del absolutismo ilustrado era incapaz de resolver los graves problemas de la

sociedad española”

La crisis tuvo su momento culminante en 1808.

1. INTRODUCCIÓN. LA CRISIS DE LA MONARQUÍA DE CARLOS IV

1.1. ¿Cuál es la situación exterior? La Revolución Francesa

En 1789 −al año siguiente de llegar al poder Carlos IV−, se inició la Revolución Francesa que

supuso la abolición del Antiguo Régimen en Francia.

1.2. La repercusión de la Revolución francesa. La política de aislamiento de Floridablanca.

El régimen liberal que se estaba imponiendo por la vía revolucionaria en Francia se apoyaba en

las ideas más radicales del liberalismo político y económico (soberanía nacional, división de poderes,

derechos del hombre y el ciudadano, Estado laico...): la implantación de estas ideas conllevaba la abolición

del absolutismo, de la sociedad estamental, del régimen señorial, de los privilegios... todos ellos elementos

articuladores de la sociedad del Antiguo Régimen.

Las ideas de la Revolución Francesa fueron recibidas con agrado por los intelectuales y burgueses

ilustrados, pero con temor por los grupos privilegiados. Para evitar la expansión y contagio de las ideas

liberales en España, Carlos IV ordenó el cierre ideológico de las fronteras, prohibiendo el paso de libros

y panfletos de corte revolucionario, autorizando a la Inquisición para actuar contra los intelectuales

sospechosos y bloqueando la salida de estudiantes a universidades extranjeras.

Estas medidas aislacionistas fueron ejecutadas por el ilustrado Conde de Floridablanca, que había

sido elegido por Carlos IV, pero ante la ineficacia de los bloqueos ideológicos, Floridablanca fue sustituido

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por el Conde de Aranda. La radicalización revolucionaria en Francia, que se plasmó con la proclamación

de la República y la muerte en la guillotina de Luis XVI (1793), llevó a Carlos IV a ascender al poder a

Manuel Godoy en 1792.

1.3. Se proclamó la República francesa, ¿qué ocurrió en España tras estos acontecimientos?

Godoy, de la guerra a la alianza con Francia.

Aranda fue sustituido por Manuel Godoy (gobernante del despotismo ilustrado, temeroso de la

revolución por un lado y promotor de algunas reformas al mismo tiempo). Ante los sucesos franceses,

España declaró la guerra a Francia en defensa de los principios del Antiguo Régimen1. Se inició así la

Guerra de la Convención2 (1792) finalizando en 1795 tras un acuerdo de España con Francia en la Paz

de Basilea. A partir de entonces, España estuvo al servicio de Francia y, por contra, Inglaterra pasó a ser

su enemigo principal: Francia y España firmaron un acuerdo, el Pacto de San lldefonso, para luchar contra

Inglaterra ya que Godoy estaba seguro que la amenaza era Inglaterra al adentrarse en su mercado

americano. España fue derrotada y, como consecuencia de ello, su comercio ultramarino quedaba

desprotegido.

Esta situación de derrota, por un lado, provocó la impopularidad de la monarquía. No obstante, por otro

lado, Godoy intentaba poner en marcha una serie de reformas (apoyó la ley agraria, suprimió algunos

impuestos, liberalizó los precios de las manufacturas y redujo el poder de los gremios). Unas reformas,

como venimos comentando, que no atentasen contra la “paz del absolutismo monárquico”

1.4 ¿Qué situación interna tenía España en esos momentos? La crisis económica y fiscal

La situación económica interna de España no ayudaba a apaciguar esa situación de descontento,

reticencias, en la que comenzamos a vislumbrar aspectos que desencadenarían en conflictos posteriores.

Durante el reinado de Carlos IV las guerras y los bloqueos del comercio colonial terminaron por arruinar

la débil economía hispánica y por agravar el elevado endeudamiento de la hacienda real. Las crisis de

subsistencias fueron habituales a partir de la década de los ochenta del siglo XVIII, provocando

hambrunas generalizadas y aumentando la conflictividad social.

El primer ministro Manuel Godoy, siguiendo la línea del despotismo ilustrado, emprendió una

serie de políticas reformistas que no lograron solventar los graves problemas estructurales existentes, ya

que se mantenían los modos tradicionales en la producción agraria e industrial, el desigual reparto de la

propiedad, el bajo poder adquisitivo de jornaleros y campesinos, la crisis de la hacienda real y la falta de

participación política de la burguesía y de la mayoría de la población (los “no privilegiados”).

1 Absolutismo de los reyes, privilegios de la nobleza, hegemonía de la Iglesia. 2 Conflicto entre la Francia republicana (convención era la primera asamblea electa, principal institución de la República francesa) y Carlos IV. Englobado dentro de un conflicto general que enfrentó a Francia y la Primera Coalición (monarquías absolutistas europeas para contener el avance de la Revolución francesa)

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Se puso en marcha la primera desamortización (1798), la primera venta de propiedades de la Iglesia en

beneficio del Estado. La desamortización era un proceso de expropiación por el Estado de bienes de

manos muertas que luego ponía a la venta a manos privadas. Se gestó así una sociedad rural que benefició

sobre todo a aquellas personas que podían comprar las tierras (comerciantes y terratenientes) y

perjudicó a los labradores ya que no podían acceder a la compra de las mismas.

El desprestigio personal de Godoy y Carlos IV fue en aumento. Algunos sectores intelectuales

cercanos a la Ilustración comenzaron a radicalizar sus posturas para reivindicar la supresión del

absolutismo y del régimen estamental propio del Antiguo Régimen

2. LA ALIANZA CON LA FRANCIA NAPOLÉONICA

La debilidad del monarca Carlos IV incitó el intervencionismo francés y España adquirió una

posición de “sumisión” a Francia. Ejemplos de ellos son la Guerra de las Naranjas en 1801 (España contra

Portugal) para cerrar los puertos portugueses al comercio británico, ya que Portugal desobedecía el

boicot a Inglaterra decretado por Napoleón. Posteriormente, debido al conflicto entre Francia e

Inglaterra, España entró de nuevo en guerra contra Inglaterra y fue derrotada en la Batalla de Trafalgar

(1805).

En conclusión, la alianza con Napoleón significó el hundimiento económico del país, el fin de la potencia

naval española y la incomunicación con las posesiones americanas. A partir de entonces, los ingleses

bloquearon el comercio español con América.

2.1. ¿Cómo se vive en España esa situación de derrota y de dificultades económicas? División

social y lucha por el poder

Los desastres bélicos, el arrinconamiento político de la alta nobleza y la situación de desencanto

por parte del clero (desamortizaciones) provocaron la creación de una oposición a Carlos IV y Godoy en

torno a la figura del hijo del monarca, Felipe VII. Por otro lado, otro sector de la población tenía sus

esperanzas puestas en la figura de Napoleón Bonaparte.

2.2. La entrada de los franceses en España desencadenó situaciones conflictivas posteriores y la

caída de Godoy y abdicación en Fernando VII.

Siguiendo el sometimiento de España a Francia, estos países intentaron conquistar Portugal para,

posteriormente, dividírselo. Mediante el Tratado de Fontainebleau (1807) Godoy autorizaba la entrada y

acantonamiento de tropas francesas en territorio español. Sin embargo, tras conquistar Portugal, más de

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100.000 hombres llegaron a España al mando de Junot y Murat, generales napoleónicos y comenzaron a

invadir España, estableciéndose en Burgos, Salamanca, Valladolid, San Sebastián y Barcelona.

Godoy, previendo las intenciones de los franceses, intentó disponer la huida de los monarcas. Tras

conocerse esas intenciones, junto con la situación de descontento generalizada, tuvo lugar el Motín de

Aranjuez (1808) con el resultado de la caída de Godoy y la forzada abdicación de Carlos IV en su hijo,

Fernando VII3.

2.3 Abdicaciones de Bayona

Carlos IV pronto se arrepintió de su abdicación y escribió a Napoleón haciéndole saber su

abdicación forzada. Napoleón se ofreció como mediador entre Fernando VII y Carlos IV llamándoles a

Bayona. No obstante, el emperador francés, aprovechando la estancia de los dos monarcas españoles en

Francia, obligó a Fernando VII a devolver el poder a su padre y, posteriormente, a Carlos IV en su persona.

Un poder que posteriormente Napoleón dejaría en manos de su hermano, José I Bonaparte.

Abdicaciones de Baiona (20.05.1808)

“He tenido a bien dar a mis amados vasallos la última prueba de mi paternal amor. Su felicidad, la

tranquilidad, prosperidad, conservación e integridad de los dominios que la divina providencia tenía puestos

bajo mi Gobierno, han sido durante mi reinado los únicos objetos de mis constantes desvelos. ( ... ) Hoy, en

las extraordinarias circunstancias en que se me ha puesto y me veo, mi conciencia, mi honor y el buen

nombre que debo dejar a la posteridad, exigen imperiosamente de mí que el último acto de mí Soberanía

únicamente se encamine al expresado fin, a saber, a la tranquilidad, prosperidad, seguridad e integridad de

la monarquía de cuyo trono me separo, a la mayor felicidad de mis vasallos de ambos hemisferios.

Así pues, por un tratado firmado y ratificado, he cedido a mi aliado y caro amigo el Emperador de

los franceses todos mis derechos sobre España e Indias; habiendo pactado que la corona de las Españas e

Indias ha de ser siempre independiente e íntegra (...) y también que nuestra sagrada religión ha de ser no

solamente la dominante en España, sino también la única que ha de observarse en todos los dominios de

esta monarquía. Tendréislo entendido y así lo comunicaréis a los demás consejos (...), a fin de que este último

acto de mi soberanía sea notorio a todos en mis dominios (...), y de que concurráis y concurran a que se lleven

a debido efecto las disposiciones de mi caro amigo el Emperador Napoleón (...), evitando desórdenes y

3 Los acontecimientos de Aranjuez fueron los primeros estertores de la agonía del Antiguo Régimen en España. El pueblo había sido manipulado (soldados, campesinos y servidores de palacio intervienen como elemento de choque, movidos por importantes aristócratas de la camarilla de Fernando), pero en cualquier caso, su intervención fue decisiva, puesto que no solo consiguió la renuncia de un ministro odiado, sino también la renuncia de un soberano y el acceso al trono de un nuevo rey, legitimado por la voluntad popular.

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movimientos populares, cuyos efectos son siempre el estrago, la desolación de las familias, y la ruina de

todos.

Dado en Bayona en el palacio imperial llamado del Gobierno a 8 de mayo de 1808.

Yo el Rey. Al Gobernador interino de mi consejo de Castilla.”

Gaceta de Madrid, viernes 20 de mayo de 1808

3. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1808-1814)

El 2 de mayo de 1808 los madrileños

se levantaron contra las fuerzas francesas,

una protesta popular ante la situación de

incertidumbre política derivada del Motín de

Aranjuez, las abdicaciones y la llamada de

Napoleón a los monarcas españoles para

acudir a Bayona. Ante estos acontecimientos,

el general Murat reaccionaría fusilando a

centenares de personas el 3 de mayo. El 4 de

mayo tendría lugar la salida del resto de la

familia real española.

3.1. ¿Qué posiciones se crearon y se enfrentaron en España tras la proclamación de José I

Bonaparte como monarca?

a) Los AFRANCESADOS4

El gobierno de José I Bonaparte contó con la ayuda de los llamados en tono insultante «afrancesados»:

aristócratas, clérigos, altos funcionarios, miles de funcionarios de provincias e intelectuales (una parte

de la élite ilustrada española). Eran partidarios del reformismo ilustrado de José I pero enemigos de

medidas revolucionarias: pensaban que una monarquía fuerte sería capaz de realizar las reformas

necesarias para modernizar el país y, a la par, evitar la Revolución desde abajo. El pueblo los tachó de

traidores. Tras el final de la Guerra peninsular o «Guerra de Independencia» la mayoría debieron

exiliarse, mientras que el resto fueron detenidos y ajusticiados por los patriotas antifranceses.

4 los afrancesados trataron de hacer de puente entre los absolutistas y los liberales, tratando de conciliar sus ansias de transformación política con la defensa de los intereses nacionales, pero se granjearon el odio de ambos bandos

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b) El FRENTE PATRIÓTICO.

Formado por la mayoría de la población española que se opuso a la invasión francesa, pero pueden

distinguirse posiciones muy diferentes:

– La mayor parte del clero y la nobleza defendían la vuelta de Fernando VII como rey

absolutista. El bajo clero convenció al pueblo de que su actuación era indispensable. Gracias a la

organización nacional centralizada de la Iglesia, fue capaz de erigirse como motor del levantamiento.

– Los sectores ilustrados, encabezados por Floridablanca y Jovellanos, esperaban asimismo la

vuelta de Fernando VII pero como rey reformista y modernizador de España y crear un sistema liberal

parlamentario basado en la soberanía nacional y la división de poderes. Esta minoría sería la que

se concentrase en Cádiz (las Cortes de Cádiz), por causa de la guerra, y estableciese los fundamentos de

la futura revolución liberal. A pesar de compartir ciertas cuestiones ideológicas con los ilustrados

afrancesados, estos se posicionaron en contra también por su ideario de lucha contra el invasor.

– Por último, gran parte de la población luchó contra un invasor extranjero en espera de la

vuelta de Fernando VII, aunque carecían de posiciones ideológicas claras.

3.2. El gobierno de José I Bonaparte.

Con ayuda de algunos ilustrados españoles5, se redactó el Estatuto de Bayona, una especie de

constitución que a pesar de mantener en manos del monarca la mayor parte de las prerrogativas, ofrecía

un renovado aire liberal que cuestionaba los fundamentos del Antiguo Régimen. No obstante, estallaría

la Guerra de la Independencia y este texto no se puso en práctica. Se le denomina carta otorgada puesto

que no fue realizada libremente por los representantes de la nación. De este Estatuto destaca:

- Nombramiento de José I Bonaparte como nuevo rey de España

- Reconocimiento de la religión católica como religión oficial del estado.

- Reconocía algunos derechos como: la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, los

impuestos y el acceso a los cargos públicos, la libertad de imprenta y la inviolabilidad del

domicilio.

No obstante, a pesar de sus intentos de reforma apoyándose en el Estatuto de Bayona, José I

Bonaparte no tuvo el afecto de un pueblo que lo consideraba una marioneta de su hermano Napoleón.

Con el estallido de los levantamientos y las abdicaciones de Bayona, en aquellas zonas en las que todavía

no habían penetrado los franceses, se formaron las juntas provinciales, quienes asumían su soberanía y

legitimaban su autoridad ante la ausencia de la familia real española. Enseguida vieron la necesidad de

superar las cuestiones regionales y formaron la Junta Central Suprema, que tomó los poderes soberanos

5 Aquellos que, en el momento de la división social y la lucha por el poder, se habían aproximado a las ideas de la República francesa.

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y se convirtió en el máximo órgano gubernativo. Fueron la plasmación de la voluntad popular frente al

ejército invasor, fundamento del principio de soberanía nacional.

3.3. Las fases de la guerra.

1. Fase (junio-noviembre 1808)

La primera de ellas, o de los éxitos iniciales españoles, comienza tras el fracaso del levantamiento

de Madrid. En este período los soldados franceses se emplearon en sofocar los alzamientos urbanos que

se habían extendido por las ciudades más importantes del país. En el mes de junio tuvo lugar el primer

sitio de Zaragoza, cuya posesión era fundamental para controlar la importante vía de comunicación del

valle del Ebro, pero la ciudad resistió heroicamente, frustrándose de momento los planes franceses.

El hecho más destacado de esta primera fase de la guerra fue, no obstante, la batalla de Bailén, donde un

ejército francés dirigido por el general Dupont fue derrotado el 19 de julio por un ejército español

improvisado por algunas juntas provinciales de Andalucía comandado por el general Castaños. La derrota

de Bailén tuvo una doble repercusión: estratégica y propagandística. Por primera vez era derrotado un

ejército napoleónico en tierra.

Sus consecuencias fueron importantes: José I abandonó Madrid, donde acababa de llegar, con los pocos

afrancesados que habían abrazado su causa y las tropas francesas se retiraron al norte del Ebro (su

presencia se reducía a País Vasco, Navarra y el norte de Girona). Napoleón, para vengar esta derrota,

decidió entrar personalmente en España, al frente de un poderoso ejército: la Grande Armée.

2. Fase (noviembre 1808-1812)

Al frente de la Grande Armée venció al ejército español y en diciembre entró en Madrid

devolviéndole el trono a su hermano José I Bonaparte. Tras estos acontecimientos, el ejército francés

consiguió, finalmente, hacerse con Zaragoza y Girona, importantes para las comunicaciones con Francia.

Asimismo, los franceses continuaban su avance incluida también Andalucía, pero sin llegar a ocupar Cádiz

(derivando ello, posteriormente, en un acontecimiento sin precedentes: la elaboración de la Constitución

de 1812 en esta ciudad no ocupada por las tropas francesas)

Un hecho decisivo en esta fase de la guerra fue la acción de los guerrilleros que supieron aplicar una

guerra de desgaste, con la que se minaba la moral de las tropas francesas y se les impedía el control

efectivo del territorio. Eran hombres de pueblo que contaban con su conocimiento del terreno y la

complicidad de la población civil.

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3. Fase (1812-1814)

En la primavera de 1812 la guerra dio un giro definitivo. La situación complicada de España

obligaba a los franceses a mantener sus tropas cuando, sin embargo, cada vez eran más necesarias en el

frente ruso. Cuando definitivamente tuvo lugar la retirada, el avance de las tropas británicas, portuguesas

y españolas al mando del general Wellington, ayudados de los guerrilleros, derrotó a los franceses y entró

en Madrid.

A pesar de que los franceses consiguieron recuperar Madrid, el general británico consiguió avanzar con

mayor dureza derrotando a los franceses en la batalla de San Marcial (Irún). Por su parte, Napoleón era

derrotado en Alemania y ante su situación de derrota, devolvió la corona a Fernando VII mediante el

Tratado de Valençay (diciembre de 1813)

4. EL PROGRAMA REVOLUCIONARIO DE LAS CORTES DE CÁDIZ. LA OTRA CARA DE LA GUERRA.

4.1. ¿Cuál era la situación que se vivía en Cádiz mientras tenía lugar la guerra? ¿Cómo se convocan las

Cortes?

El avance del ejército francés había obligado a la Junta Suprema Central en 1810 a trasladarse a

Cádiz, ciudad de más fácil defensa y libre de ocupación francesa, con una activa vida social, donde podía

propagarse fácilmente las ideas de renovación de la política y la sociedad. Sin duda, las circunstancias

eran favorables para proceder al cambio del sistema tradicional de gobierno. El desastroso reinado de

Carlos IV y el gobierno omnipotente de Godoy justificaban, para unos, la necesidad de introducir reformas

y suprimir abusos, manteniendo la autoridad absoluta del rey; para otros, más avanzados, pensaban que

había que efectuar cambios radicales en las instituciones y en la sociedad.

Si Napoleón había reunido a prominentes españoles a una Asamblea en Bayona para aprobar un Estatuto,

entre los que se oponían al dominio de Francia la idea de convocar Cortes estaba muy extendida y fue

recogida por la Junta Suprema Central. Ésta, a mediados de 1810, se disuelve pasando el poder a un

Consejo de Regencia, que procedió a la convocatoria de elecciones a Cortes (junio). Sus reuniones se

inauguraron en septiembre con el juramento de los diputados de defender la integridad de la nación

española prologando su actividad hasta 1814. Destaca de entre sus principales actuaciones la elaboración

de la Constitución de 1812.

4.2. Composición y tendencias de las Cortes de Cádiz

La composición social de los diputados era el reflejo de una parte muy influyente, sin duda, de la

sociedad de aquella época. El clero predominaba, junto a abogados y juristas, seguían los altos

funcionarios, militares y catedráticos y unos cuantos propietarios de negocios industriales o comerciales.

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Por el contrario, la presencia de nobles era escasa, como la de miembros del alto clero (únicamente había

tres obispos). Tampoco había representación alguna de las masas populares y tampoco de las mujeres,

todavía carentes de derecho a voto. En resumen, puede decirse que predominaban los individuos

pertenecientes a las clases medias y con una sólida formación intelectual y académica.

El número de estos diputados iría aumentando con el tiempo hasta llegar a los trescientos.

Las Cortes demostraron que en nada se parecían a las antiguas. Al autoconstituirse en Asamblea

Constituyente y asumir la soberanía nacional, los diputados ponían en marcha la revolución liberal.

Asimismo, con la concesión e iguales derechos a todos los ciudadanos, España se convertía en una única

nación repartida a ambos lados del océano.

Durante las sesiones, pronto aparecieron entre los diputados tendencias ideológicas diferentes6

- Una, la de los partidarios de las reformas, que empiezan a ser llamados liberales quienes

defendían las libertades, una sociedad estructurada en la igualdad ante la ley y el fin de la

monarquía absoluta.

- La otra, la de los absolutistas, llamados despectivamente serviles, eran partidarios de la

continuidad de la monarquía absoluta.

La prensa se posicionó del lado de los liberales, mientras que en el conjunto eclesiástico hubo diferencias

entre aquella parte del clero posicionada a favor del Antiguo Régimen y los sacerdotes de tendencia

liberal (partidarios de la igualdad, de ayuda al débil)

La desaparición del Antiguo Régimen como sistema político, jurídico y económico –social se hace a través

de unos decretos de abolición y por medio de la redacción de la primera constitución de la historia de

España, promulgada el 19 de Marzo de 1812.

6 EN EL LIBRO SOLO OS APARECEN DOS. ESTA DIVISIÓN ES PARA AQUEL O AQUELLA QUE QUIERA DEMOSTRAR UNA PRECISIÓN MÁS EXACTA HISTORICAMENTE HABLANDO Los diputados, elegidos por las ciudades, representaban tres grupos ideológicos: • Los liberales, que defendían la soberanía nacional, no compartida con el rey, la división de poderes y la igualdad jurídica de los ciudadanos, desapareciendo los privilegios y el antiguo régimen señorial. • Al grupo intermedio se les denominó los Jovellanistas, eran los herederos de la ilustración y de la idea de hacer las reformas desde arriba. Defendían la idea de una soberanía compartida entre el rey y las Cortes. Tenían unas ideas más moderadas. • En el otro extremo estaban los defensores de la monarquía tradicional, los absolutistas, que querían la soberanía exclusiva del rey, del que emanarían todos los poderes, y en general el mantenimiento del Antiguo Régimen. La mayoría de los diputados de Cádiz pertenecían al grupo de los liberales, pero no representaban realmente a la opinión mayoritaria del pueblo español.

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4.3. La Constitución de 1812. “La Pepa”

Los diputados de Cádiz aprobaron la primera constitución de la historia de España que resumía

su labor legisladora y establecía las ideas del liberalismo español. Con 384 artículos, su contenido se basa

en los siguientes principios fundamentales:

-Afirmación de la soberanía nacional: el poder político pertenece a la nación siendo delegado en los

representantes elegidos por los ciudadanos. (El rey seguiría siendo pieza importante, pero no única, del

gobierno de la nación). Unos diputados que representaban a la nación, lo que supone la eliminación de

otro tipo de representación regional. Se afianzaba así en el objetivo de centralización política y

administrativa.

-La proclamación de una monarquía constitucional como forma de gobierno del Estado español, donde

el rey quedaba limitado por la Constitución. Se le denominaba monarquía moderada.

- Estado confesional, en el que la religión oficial y única será la católica, apostólica y romana. Esto

implica una concesión a los absolutistas por parte de los liberales.

-La división de poderes: el ejecutivo, que corresponde al rey; el legislativo a las Cortes7, aunque

comparte con el rey; y el judicial a los Tribunales.

- Sufragio universal masculino indirecto. Los españoles serán ciudadanos con derechos. Los diputados

se eligen por dos años; puede serlo cualquier español mayor de 25 años; pero se requiere disponer de

una renta anual proporcionada, procedente de bienes propios (sufragio censitario).

-La igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley, significaba el fin de las diferencias estamentales y de

los privilegios fiscales, militares y jurídicos que venían beneficiando a los nobles. Como consecuencia de

ellos y con el objetivo de alcanzarlo, se instauró una burocracia centralizada, una fiscalidad común

(Es obligatorio pagar impuestos de forma proporcional a la riqueza. Este apartado supondrá la abolición de

los fueros de las Provincias Vascongadas y Navarra) y una milicia nacional.

-El reconocimiento de los derechos y libertades individuales: libertad de imprenta, libertad de

comercio e industria, derecho a la propiedad... Asimismo, quedaba recogido el derecho los españoles

a la enseñanza primaria pública y obligatoria.

7 Las Cortes era unicamerales y elegidas por sufragio universal indirecto7de los varones mayores de 25

años. Sin embargo, para ser candidato a diputado era necesario tributar a la Hacienda una cierta cantidad.

La crisis del Antiguo Régimen

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-Por último, la Constitución acababa con la antigua división en reinos, estableciéndose la uniformidad y

centralización administrativa con una nueva división de España en provincias. Se recuperaba para

el Estado los cargos públicos que muchas personas, como ocurría en los Ayuntamientos, habían adquirido

por venta y que transmitían en sus herederos.

Está inspirada en el racionalismo francés y además influyó en otros países como Portugal, Italia y los

países hispanoamericanos que obtendrán pronto su independencia. Nace, pues, la Constitución como un

símbolo, como un arma en la lucha contra el invasor, y, sobretodo como solución a los problemas de

España

4.4. La obra legislativa. Los decretos de abolición del Antiguo Régimen.

Además de redactar una Constitución, las Cortes aprobaron una serie de decretos y leyes, entre 1810

y 1813, por las que se procedía a una profunda reforma de las instituciones políticas, económicas y

jurídicas españolas; en resumen, venía a abolirlos fundamentos del Antiguo Régimen:

- Libertad de expresión: aprobaron el decreto de libertad de imprenta (1810) –primera formulación

del derecho a la libre expresión, clave para los diputados- que suprimía la censura a los escritos

políticos, pero no para los religiosos

- Anulación del régimen feudal: basado en la abolición de los señoríos jurisdiccionales (1811),

fundamental en el reforzamiento del Estado. Fueron derogados asimismo los gremios para dar

paso a las relaciones de producción más modernas (liberal-capitalista). En 1813 se decretó la

desamortización de las tierras comunales de municipios, órdenes militares y jesuitas8. Se

suprimieron los privilegios de la Mesta.

- Legislación religiosa: se abolió la Inquisición (1813), supresión de los conventos de menos de 12

miembros, secularización de los bienes de la Iglesia. Estas medidas conllevarían la ruptura con la

jerarquía eclesiástica, aunque, a pesar de ello, sí que siguió la presencia del clero pero ilustrado.

4.5. La importancia de la Constitución

La Constitución de Cádiz es fundamental en la historia de España. Es la primera – ya que la

“Constitución de Bayona” de 1808 es una Carta Otorgada-. Se inspira en la Constitución francesa de 1791

pero es más avanzada y progresista que ella, ya que acepta el sufragio universal y una amplia garantía de

derechos. La guerra de la Independencia no permitió llevar a la práctica lo legislado por las Cortes.

8 Venta por el Estado de una serie de propiedades de los afrancesados, Inquisición, órdenes militares, tierras comunales de municipios, terrenos del clero "manos muertas” y terrenos vinculados de la nobleza: etc. para resolver el pago de la deuda pública adquirida en el reinado de Carlos IV.

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Además la mayoría de la sociedad española quedó al margen: eran campesinos, monárquicos absolutistas

por estar muy influidos por el clero y la nobleza. Fernando VII anuló la Constitución y la obra de las Cortes

de Cádiz a su vuelta del exilio en marzo de 1814. Sin embargo, la Pepa fue una referencia clave para el

liberalismo posterior. Además, su influjo fue decisivo en otras constituciones de América del Sur y de

Europa, como las de Italia y Portugal.

4.6 El triunfo de los liberales en las Cortes no fue definitivo, aspecto que influirá en acontecimientos

posteriores:

• Frente a su ideología revolucionaria, existía un sentimiento absolutista del pueblo dirigido por

el clero provinciano.

• Falta de entidad de la burguesía para hacerse cargo con el movimiento reformista.

• Falta de contacto entre los intelectuales y el pueblo.

• La mayoría del pueblo español, que había luchado en la guerra y que aclamaría el regreso de

Fernando VII no tenía conocimiento del proceso revolucionario desarrollado en Cádiz.

5. LA RESTAURACIÓN DEL ABSOLUTISMO

5.1. El Sexenio Absolutista (1814-1820)

Una vez acabada la Guerra, las Cortes se trasladan a Madrid. De acuerdo con la Constitución, para

que las Cortes aceptasen como rey a Fernando VII, éste debía jurar la Constitución. Fernando recuperó

su trono entre muestras de calor popular ya que encarnaba grandes expectativas de cambio y mejoras

tras una etapa tan especialmente penosa. Pero Fernando VII buscó en primer lugar el acercamiento a los

círculos más reaccionarios del país, y los viejos absolutistas, que sólo habían tolerado la obra de Cádiz, se

aprestaron entonces a volver a la situación anterior a 1808.

Este grupo de diputados partidarios del Antiguo Régimen dejaron patente sus aspiraciones políticas en

el texto el “Manifiesto de los Persas”. Así tendría lugar, el 4 de mayo de 1814, tras un golpe de Estado, la

La crisis del Antiguo Régimen

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restauración del Antiguo Régimen y del absolutismo (apoyado también por las monarquías absolutas

europeas)9, y la abolición de la obra de las Cortes de Cádiz.

Represión

Tras el golpe de Estado vino la represión política. Fueron detenidos y juzgados liberales y afrancesados,

acusados, respectivamente, de conspiración contra el rey y de traición. Otros muchos lograron abandonar

antes el país, integraban el primer exilio de la España contemporánea.

La labor del gobierno y las conspiraciones en contra del mismo

En cuando a la labor de los gobiernos de Fernando VII hay que decir que fue desastroso. Era evidente un

gran descontento popular que crecía en una pésima situación como consecuencia de la guerra. Un

panorama negativo que se veía complicado por la política inmovilista de Fernando VII, cuyo empeño en

revitalizar el Antiguo Régimen retrasó aún más el comienzo de la era industrial y de la consolidación de

la clase burguesa. En contraste, la agricultura tuvo cierta expansión, pero también en este ámbito el

desarrollo español se veía entorpecido por la restauración absolutista ya que se devolvían a la Mesta sus

privilegios. Asimismo, Fernando VII volvió al régimen fiscal anterior, hasta comprobar que la deuda

pública se había incrementado peligrosamente.

Esta situación, acompañada de la escasa preparación de muchos de los ministros, no hacía sino empeorar

y entorpecer la política económica del Gobierno.

Los pronunciamientos y sus consecuencias

En este ambiente de represión política y malestar económico y social no se detuvo la acción de los

sectores liberales. Se dedicaron a conspirar siendo el mejor marco para ello las logias masónicas, muy

difundidas en el ejército.

Por su parte, los liberales carecían de la fuerza necesaria para hacerse con el poder y volver al

constitucionalismo; la iniciativa, en efecto, tuvo que partir de un sector del ejército a favor del liberalismo,

que recibió el apoyo por parte de grupos urbanos. Son los pronunciamientos militares, que tanto

caracterizaron al siglo XIX.

Durante el periodo de 1814 a 1819 hubo varios (Francisco Espoz y Mina en Pamplona, Juan Díaz Porlier

en La Coruña, Luis de Lacy en Barcelona, Joaquín Vidal en Valencia...), pero todos fracasaron al no contar

con el suficiente apoyo. En 1820, en cambio, el teniente coronel Rafael del Riego y otros militares que se

suman a la sublevación (también en diferentes puntos de la península) exigen al rey que jure la

Constitución de 1812. El rey, consciente de su debilidad, aceptó la Constitución de 1812.

9 Debe tenerse en cuenta que el retorno al absolutismo se inscribe en un contexto favorable a la vuelta al Antiguo Régimen en Europa a la caída de Napoleón. Las potencias vencedoras de Napoleón se reunieron en el Congreso de Viena y terminaron creando la Santa Alianza, una unión entre las monarquías absolutistas para acabar con cualquier brote liberal.

La crisis del Antiguo Régimen

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5.2. El trienio constitucional (1820-1823)

Así es como el rey nombró un nuevo gobierno presidido por el liberal Agustín Argüelles, que

proclamó una amnistía para facilitar el regreso de los exiliados políticos, y convocó elecciones a Cortes,

conforme a la Constitución, donde obtuvieron la mayoría los liberales.

Su labor legislativa

A lo largo de los tres años, las Cortes aprobaron una legislación reformista, que completaba y desarrollaba

la labor legislativa de las Cortes de Cádiz, con la intención de acabar con el Antiguo Régimen: eliminaron

la Inquisición, impusieron el sistema fiscal aprobado en Cádiz en 1812, suprimieron los señoríos10,

expulsaron a los jesuitas y conformaron las leyes que garantizaban los derechos y las libertades de los

ciudadanos. La Iglesia fue la institución que más sufrió al aprobarse la supresión de las órdenes

monacales y la desamortización de tierras de los monasterios para poder reducir la deuda pública.

Diferencias internas

Mientras, en el interior de la cámara empezó a darse una división entre los mismos liberales. Por un lado

estaban los moderados (Ballesteros o Martínez de la Rosa), antiguos políticos doceañistas que se habían

moderado y eran partidarios de reformar la Constitución para limitar la plena soberanía del pueblo. Eran

partidarios de realizar reformas con prudencia.

Por otro lado estaban los exaltados o radicales (como Riego o Mendizábal) se trataba de elementos

jóvenes, querían una aplicación estricta de la Constitución, reduciendo, si cabe, los poderes del rey a los

meramente ejecutivos. Confiaban en el apoyo de los sectores liberales de las ciudades, de parte del

ejército y de los intelectuales y de la prensa. Su actuación era muy ruidosa, desde los clubs y Sociedades

Patrióticas mediatizaban la acción del gobierno y la de las Cortes, forzando a una política más

revolucionaria.

Desencadenamiento del conflicto e intervención exterior

A pesar de ser cautelosos en la introducción de sus reformas, los gabinetes de liberales moderados apenas

pudieron llevar a cabo muchas de sus intenciones hostigados por la reacción absolutista y por los sectores

de liberales radicales. El monarca no escondía su apoyo a los sectores absolutistas y, finalmente, apoyado

también por los sectores de la Iglesia, la insurrección ganaba terreno en Navarra y Cataluña y se

autoproclamaba la Regencia de Urgell declarando nulo todo aquello dispuesto desde 1820.

Por su parte, la reacción de los liberales fue radicalizarse más formándose un Gobierno exaltado

dispuesto a aplastar esos focos de rebelión absolutista.

10 Con una fórmula favorable a la nobleza titular de los señoríos, que pasaban de ser “señores” a

“propietarios”

La crisis del Antiguo Régimen

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Los enfrentamientos estaban degenerando en guerra civil cuando, un ejército francés11 (Cien Mil Hijos

de San Luis) apoyado por la Santa Alianza, entraba en España apoyando al monarca absolutista (su

entrada se había pactado entre Austria, Francia, Prusia y Rusia mediante el Tratado secreto de Verona).

Ante este avance y sin posibilidades de hacerles frente, los liberales no pudieron actuar y el rey invalidó

toda la legislación del Trienio poniéndose fin a este segundo intento de revolución liberal.

5.3. La Década Ominosa (o década absolutista) (1823-1833)

Por decreto de 1 de octubre de 1823 el rey declaraba la nulidad de todo lo aprobado por las Cortes

y el gobierno durante los tres años constitucionales pasando a gobernar de nuevo como un monarca

absoluto. Otra vez, muchos liberales se veían obligados a abandonar España, instalándose, la mayor parte,

en Gran Bretaña. Fernando VII desencadenó una violenta represión, el “terror blanco”, contra los

liberales, muchos de los cuales, entre ellos Rafael del Riego, fueron ejecutados.

Reformas llevadas a cabo

El país volvió a cerrarse a las novedades del pensamiento y la ciencia. Esta nueva etapa significó el

restablecimiento parcial del Antiguo Régimen y, decimos parcial, ya que la experiencia del Trienio

aconsejaba abordar los problemas del país con elementos diferentes e introducir algunas reformas para

lograr la colaboración de los antiguos ilustrados y de los partidarios de un liberalismo moderado.

Se creó el Consejo de Ministros (1823), órgano de consulta del monarca en quien descansaba el poder

ejecutivo. Uno de sus ministros más estables, López Ballesteros, reorganizó la Hacienda, estableció el

presupuesto anual del Estado, abordó el eterno problema de la deuda pública (agravada por la pérdida

del imperio americano), promulgó un código de comercio y creó la Bolsa de Madrid (1831). A partir de

entonces se inauguró una fase de autarquía económica con el fin de compensar lo perdido.

Estas transformaciones tuvieron respuesta en la iniciativa privada que montó la primera siderurgia

moderna y mecanizaba la industria textil.

No obstante, a pesar de algunas mejoras económicas y del crecimiento demográfico, el país seguía

acarreando sus viejos males (poca credibilidad del Estado en el pago de su deuda, agricultura estancada,

bandolerismo, malas administraciones, etc.)

Crisis política permanente

La incapacidad estructural de los Gobiernos de Fernando VII para remediar los problemas de la nación

con los instrumentos legales y económicos del Antiguo Régimen, junto con las ya existentes diferencias,

seguía provocando discrepancias políticas y amenazas al gobierno de Fernando VII.

11 En Francia se había reinstaurado la monarquía borbónica.

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Por un lado, los liberales exaltados dispuestos a preparar levantamientos pero sin fuerza ni apoyo social.

Por otro lado, los realistas puros o ultras que acusaban al monarca de ceder demasiado ante los liberales

moderados. Éstos se organizaban en las partidas armadas (voluntarios realistas). El descontento de este

sector se tradujo en levantamientos que, a partir de 1826, adquirirían más fuerza en torno a la figura de

Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, y probablemente futuro heredero ya que Fernando no

tenía descendencia.

Este sector evidenció en el Manifiesto de los Realistas Puros su idea acerca de Fernando VII con respecto

a los principios absolutistas. De esta manera, los realistas puros se rebelaron (Guerra de los agraviados o

“malcontents” en 1827) y comenzaron su avance triunfando en zonas rurales de Cataluña, Navarra y

norte de Castilla y la Mancha, aunque serían castigados con dureza.

Cuestión sucesoria

En 1830 la revolución liberal había triunfado en Francia con lo que los absolutistas no podían esperar

ayuda de su país vecino. Además, Fernando VII se casó con María Cristina de Borbón teniendo una hija

con ella, Isabel. Por su parte, Fernando VII, había derogado la Ley Sálica permitiendo reinar así a su hija

y quitando la oportunidad de acceder a su hermano Carlos María Isidro.

Los partidarios de Carlos consiguieron en 1832, por medio de del ministro Calomarde, que Fernando VII

rectificase su decisión y, por tanto, dejaba heredero a su hermano. No obstante, en cuanto el monarca se

recuperó de su enfermedad, rectificó, confirmó los derechos al trono de su hija y formó un nuevo gabinete

presidido por Cea Bermúdez. Por su parte, Carlos, no lo aceptaría y no reconoció como heredera a su

sobrina Isabel.

En septiembre de 1833 fallecía Fernando VII y se iniciaba la regencia de María Cristina. Días después, en

diferentes puntos del país, se producían levantamientos armados a favor de don Carlos, daba comienzo

así una guerra civil que enfrentó a los carlistas contra los isabelinos.

Ante la pugna entre los dos absolutismos, uno más moderado, a favor de ciertas reformas, el otro

plenamente intransigente, para los liberales se abría la gran oportunidad para acceder al poder, para lo

que llevaban mucho tiempo esperando. Este grupo se dispondría en torno a la regente María Cristina.

La crisis del Antiguo Régimen

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6. LA EMANCIPACIÓN DE LA AMÉRICA HISPANA

6.1. El origen del proceso emancipador.

El proceso de independencia de las colonias españolas en la América continental tiene sus raíces en los

siguientes fenómenos: los cambios culturales y políticos del siglo XVIII; la experiencia de autogobierno

que le proporciona a la burguesía criolla el vacío de poder producido en 1808; la debilidad de la

monarquía fernandina, agobiada por las deudas subsiguientes a la guerra; la incapacidad diplomática de

España y la escasa capacidad de control marítimo derivada del desastre de Trafalgar.

6.2 El proceso de independencia.

Durante el siglo XVIII, la política de los gobiernos españoles sobre las colonias americanas redujo, con su

monopolio comercial, el crecimiento de la burguesía criolla, clase social adinerada pero apartada de los

centros de decisión política reservados a la minoría peninsular. Esta burguesía criolla será la que dote al

proceso emancipador de sus líderes fundamentales y la que asuma el poder cuando las tropas españolas

abandonen el continente.

La crisis del Antiguo Régimen

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El proceso emancipador puede dividirse en dos fases:

-Primer periodo que llega hasta 1816, en que casi queda dominada. Coincide en gran parte con la

Guerra de la Independencia en España. A partir de 1808, al hundirse el aparato administrativo de la

metrópoli, los criollos optaron por no someterse a la autoridad de José Bonaparte y crearon Juntas que

asumieron, a imitación de las españolas, el poder en sus territorios.

Entre los movimientos independentistas destacan, en esta etapa, los protagonizados en México por el

cura Miguel Hidalgo, en 1810, de fuerte contenido social al aglutinar al campesinado, y por el también

cura José Mª Morelos, en 1813; ambos serían fusilados por las autoridades españolas. En el territorio del

Río de la Plata se dieron los primeros pasos para la independencia de Argentina (1810). En Venezuela,

Simón Bolívar también los dio (1811), sin embargo, las tropas españolas lograron rehacer la situación y

Bolívar tuvo que abandonar Caracas (1814).

En general, con la vuelta de Fernando VII a España, en 1814, se logra restablecer la situación,

reconquistando la mayor parte del territorio y encarcelando o forzando al exilio a los líderes

independentistas.

-Segundo periodo que se extiende hasta 1824. La monarquía de Fernando VII, que domina casi todos

los focos de rebelión salvo los territorios del Río de la Plata, no tiene recursos para aguantar el nuevo

rebrote independentista a partir de 1816. El apoyo del Reino Unido a los insurrectos, interesado en

comerciar directamente con las colonias emancipadas, y los nuevos proyectos norteamericanos para el

conjunto del continente animaban a los independentistas. En efecto, el presidente estadounidense James

Monroe difundió una declaración, en 1823, donde proclamaba la oposición de EE.UU. a una intervención

de las potencias europeas en la América española, como había ocurrido meses antes en España para

poner fin al Trienio Liberal.

Las campañas de José de San Martín posibilitan la independencia de Argentina (1816); después San

Martín atravesó los Andes, derrotó a los españoles en Chacabuco (1817)y propició la independencia de

Chile (1818). Las campañas de Simón Bolívar en el norte con los triunfos sobre las tropas españolas en

Boyacá (1819) y Carabobo (1821) permitieron la liberación de Ecuador, Venezuela y Colombia. En

México, el movimiento independentista liderado por Agustín de Itúrbide triunfa en 1822.

La emancipación del virreinato del Perú fue la última en consumarse como resultado de una ofensiva

militar conjunta de Simón Bolívar, por el norte, y José de San Martín, desde el sur. Finalmente, Antonio

José de

Sucre, lugarteniente de Bolívar, en la batalla de Ayacucho (1824) derrotaba al último ejército español, al

mando del virrey La Serna, lo que originó la independencia de Perú y Charcas (=Bolivia, en honor a Simón

Bolívar).

En 1824 la mayor parte de las colonias se habían independizado de la corona española, que sólo mantenía

el dominio en Cuba y Puerto Rico, y, en el Pacífico, en las islas Filipinas, las Marianas y otros archipiélagos.

La crisis del Antiguo Régimen

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La independencia de las colonias no solo cerró tres siglos de unión política entre la metrópoli y América,

sino que originó profundas transformaciones a ambas orillas del Atlántico. España se quedó convertida

en una potencia de segundo orden y económicamente maltrecha por perder los recursos que venían de

las Indias, así como sus ricos mercados. Las nuevas repúblicas fueron presa fácil del neocolonialismo de

potencias como Estados Unidos y Gran Bretaña, pero también las disputas territoriales entre ellas

contribuyeron a consolidar su identidad nacional

7. AÑOS TUMULTOSOS EN EL PAÍS VASCO

En 1793, España entró en guerra contra la Francia revolucionaria, lo que llevó a las tropas francesas a

atravesar la frontera y entre 1794-1795 ocuparon San Sebastián, Vitoria y Bilbao. Hasta la Paz de Basilea

no se retiraron los invasores.

Posteriormente, tendría lugar la Guerra de Independencia y entre 1807 y 1808 las tropas napoleónicas

ocuparon varias plazas y villas vascas sin oposición. No obstante, la sublevación de Madrid y la batalla de

Bailén favorecieron la insurrección. La lucha más cruenta tuvo lugar en Bilbao, la batalla de Ibeni.

Una vez controlado todo el territorio, en febrero de 1810 se constituyó un gobierno militar, denominado

Gobierno de Vizcaya, entidad que agrupaba las tres provincias vascas y que se encontraba bajo autoridad

directa de Napoleón.

Los franceses estuvieron hasta 1813. Sin embargo, la acción de las guerrillas y la oposición de gran parte

de la población impidieron que ese gobierno fuera muy efectivo. Al mismo tiempo, existía un núcleo

favorable a los franceses convencido de la posibilidad de un cambio social.

El dominio galo acabó con la derrota de las tropas francesas en la batalla de Vitoria y, posteriormente, en

la batalla de San Marcial.

7.1. Liberalismo y fueros

En este primer tercio del siglo XIX comenzó a aflorar una grave disputa que tuvo como eje la

cuestión de los fueros vascos. Su existencia iba en contra del centralismo y de la nueva doctrina política

y económica del liberalismo.

En el siglo XIX, los fueros también fueron objeto de atención por parte del Estatuto de Bayona (1807) ya

que se reconsideraba el sistema foral. Un paso más contra el sistema foral ocurrió durante el mandato

francés en territorio vasco al suprimir las diputaciones forales y las juntas generales. En su lugar se formó

el Consejo de Gobierno.

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Por su parte, la Constitución de 1812 defendía la existencia de los fueros pero, al mismo tiempo, decretaba

la uniformidad de la nación española. Durante el trienio liberal se abolieron los fueros y sus instituciones,

se trasladaron las aduanas a la costa y se puso fin a las exenciones y privilegios.

Así estallaron las protestas. A pesar de que con la vuelta de Fernando VII se volvieron a instaurar los

fueros, a su muerte peligraba su supervivencia. Los sectores favorables a los fueros se posicionaron a

favor del monarca Carlos frente a Isabel II, apoyada por los liberales, quienes se posicionaban en contra

de la existencia de los fueros vascos.