la coruña aquelarre - hogueras de san juan · cional puesta en escena de la inmortal obra de josé...

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Estamos ya metidos de lleno en pleno corazón del otoño; muy atrás queda el verano con su mágico pórti- co de la noche de San Juan aunque este año no podamos decir que fue igual a las que le precedie- ron. Lejos quedan ya las maña- nas de sol y playa, las tar- des de largos paseos y las tibias noches de charla de terraza mirando al mar. Estamos de nuevo en no- viembre, un mes extraño en que la mayor parte de la vida se desarrolla en luga- res cerrados, de ahí que sea uno de los meses del año que menos fiestas po- pulares ofrece en su calen- dario. Es tiempo, según marca la tradición, de visitar cemen- terios para recordar a aquellos seres queridos que ya no están aquí. Un ritual que se repite, in- defectiblemente, cada año llegadas estas fechas, con- virtiendo la estampa de gentes depositando flores ante las tumbas de sus deudos, en una imagen asociada a este tiempo. Es el mes del Don juan, una las páginas de nuestro teatro más conocidas y más divulgadas que siem- pre gozó de mucho arraigo popular. Suponemos que, en estos tiempos que está de moda eliminar las tradiciones que simplemente huelan a Es- paña, estos sectarios ilumi- nados que, de forma sis- temática pretenden borrar cualquier vestigio de la esencia de nuestra Patria, querrán cargarse la tradi- cional puesta en escena de la inmortal obra de José Zorrilla, llegada la tarde del día de difuntos. Para colmo, los demás, en lugar de mantener la esen- cia de nuestras mejores tradiciones de siempre, nos dedicamos a importar otras que, como el caso de la de Halloween, nada tiene que ver con nosotros aunque mucho antes de que en Estados Unidos se pasea- sen calabazas en forma de calavera, la chiquillería gallega ya recorría bosques y corredoiras asustando a propios y extraños con tan infantil juego. Es hora de reaccionar y no permitir que nadie elimine nuestras tradiciones más ancestrales; que ningún populista se crea revestido del derecho para eliminar aquello que nos pertenece a todos los españoles por pleno derecho, por el sim- ple hecho de que a ellos no les gusta. No debemos consentirlo pues en ello va la esencia de España. Reflexión en alta voz La Meiga Mayor 2017 La Asociación de Meigas de las Hogueras de San Juan ha iniciado, un año más, su campaña de capta- ción de candidatas de entre las que saldrá elegida la joven que en enero próxi- mo será nombrada, por el Jurado, XLVIII Meiga Ma- yor para las HOGUERAS- 2017. De sobra saben que no va a ser un año fácil; más bien, si las cosas no cam- bian, será una reedición calcada de lo sucedido en este 2016 en que las prohi- biciones, la falta de apoyo y los desaires de todo tipo, se sucedieron hasta límites insospechados por parte de los que rigen la ciudad. Pese a todo, la Asociación tiene que ser consciente de que esta situación, caso de durar, no rebasará mayo del 2019, año en que se conmemorará el 50º aniver- sario de la proclamación de la I Meiga Mayor. Creemos que la espera bien merece la pena para salvar la tradición. COMISION PROMOTORA DE LAS HOGUERAS DE SAN JUAN Nº 82 Noviembre de 2016 Reflexión en alta voz 1 1923. Brillante, alegre y... 2 Baúl de recuer- dos 3 Nuestras tardes de domingo 4 Nuestras tardes de domingo 5 Noviembre festivo 6 La Coruña de ayer 7 El Don Juan 8 Sumario El tiempo de Don Juan La Coruña AQUELARRE

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Page 1: La Coruña AQUELARRE - Hogueras de San Juan · cional puesta en escena de la inmortal obra de José Zorrilla, llegada la tarde del día de difuntos. Para colmo, los demás, en lugar

Estamos ya metidos de lleno en pleno corazón del otoño; muy atrás queda el verano con su mágico pórti-co de la noche de San Juan aunque este año no podamos decir que fue igual a las que le precedie-ron.

Lejos quedan ya las maña-nas de sol y playa, las tar-des de largos paseos y las tibias noches de charla de terraza mirando al mar.

Estamos de nuevo en no-viembre, un mes extraño en que la mayor parte de la vida se desarrolla en luga-res cerrados, de ahí que sea uno de los meses del año que menos fiestas po-pulares ofrece en su calen-dario.

Es tiempo, según marca la tradición, de visitar cemen-terios para recordar a aquellos seres queridos que ya no están aquí.

Un ritual que se repite, in-defectiblemente, cada año llegadas estas fechas, con-virtiendo la estampa de gentes depositando flores ante las tumbas de sus deudos, en una imagen asociada a este tiempo.

Es el mes del Don juan, una las páginas de nuestro teatro más conocidas y más divulgadas que siem-pre gozó de mucho arraigo popular.

Suponemos que, en estos tiempos que está de moda eliminar las tradiciones que simplemente huelan a Es-paña, estos sectarios ilumi-nados que, de forma sis-temática pretenden borrar cualquier vestigio de la esencia de nuestra Patria, querrán cargarse la tradi-cional puesta en escena de la inmortal obra de José Zorrilla, llegada la tarde del día de difuntos.

Para colmo, los demás, en lugar de mantener la esen-cia de nuestras mejores tradiciones de siempre, nos dedicamos a importar otras que, como el caso de la de Halloween, nada tiene que ver con nosotros aunque mucho antes de que en Estados Unidos se pasea-sen calabazas en forma de calavera, la chiquillería gallega ya recorría bosques y corredoiras asustando a propios y extraños con tan infantil juego.

Es hora de reaccionar y no permitir que nadie elimine nuestras tradiciones más ancestrales; que ningún populista se crea revestido del derecho para eliminar aquello que nos pertenece a todos los españoles por pleno derecho, por el sim-ple hecho de que a ellos no les gusta. No debemos consentirlo pues en ello va la esencia de España.

Reflexión en alta voz

La Meiga Mayor 2017 La Asociación de Meigas de las Hogueras de San Juan ha iniciado, un año más, su campaña de capta-ción de candidatas de entre las que saldrá elegida la joven que en enero próxi-mo será nombrada, por el Jurado, XLVIII Meiga Ma-yor para las HOGUERAS-2017.

De sobra saben que no va a ser un año fácil; más bien, si las cosas no cam-bian, será una reedición calcada de lo sucedido en este 2016 en que las prohi-biciones, la falta de apoyo y los desaires de todo tipo, se sucedieron hasta límites insospechados por parte de los que rigen la ciudad.

Pese a todo, la Asociación tiene que ser consciente de que esta situación, caso de durar, no rebasará mayo del 2019, año en que se conmemorará el 50º aniver-sario de la proclamación de la I Meiga Mayor.

Creemos que la espera bien merece la pena para salvar la tradición.

C O M I S I O N P R O M O T O R A D E L A S H O G U E R A S D E S A N J U A N

Nº 82

Noviembre de 2016

Reflexión en alta voz

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1923. Brillante, alegre y...

2

Baúl de recuer-dos

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Nuestras tardes de domingo

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Nuestras tardes de domingo

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Noviembre festivo 6

La Coruña de ayer

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El Don Juan 8

Sumario

El tiempo de Don Juan

La Coruña

AQUELARRE

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Hacía años que no se veía en La Coruña una tan animada y alegre Noche de San Juan como la cele-brada en 1923. Su coincidencia en sábado, permitió a miles de coru-ñeses echarse a las calles a fin de consumar el anual rito del fuego, en honor al Santo que había bauti-zado a Nuestro Señor Jesucristo.

Extensísima fue la zona donde se dieron verbenas y fiestas aquella noche, Desde la calle de Cordeler-ía haata la de San Juan, calle del Progreso y campo de Artillería. En esas mencionadas calles lucieron banderitas de papel, se escucha-ron las notas de numerosos pia-nos de manubrio y en las calles de San Juan y Cordelería resaltaban varios arcos de follaje, focos eléc-tricos y murgas con sus corres-pondientes palcos conveniente-mente adornados.

En la calle de San Juan, que esta-ba de estreno, pues se inaugura-ban ese mediodía, con la presen-cia del alcalde Ponte Blanco y de varios concejales, las nuevas ace-ras de la calle, muchas casas lu-cieron adornadas con mantones de Manila colgados en los balco-nes. El palco de la música lucía las banderas de España y Galicia.

En la misma calle, al mediodía se celebró un simpático desfile de moda. Vendedoras y vendedores del Campo de la Leña, utilizaron para vestirse ropas de sus comer-cios. La gente, que llenó la calle, pudo comprobar el paso de seño-res ataviados con fracs, levitas y sombreros de copa y de damas luciendo vestidos de grandes colo-rines, parodiando el paseo que regularmente se hacía por los Cantones y calle Real. Después del paseo y de la inauguración de las nuevas aceras, se dispararon profusión de bombas de palenque

y hubo sesión vermut musical, lo que aprovechó el primer edil de la ciudad, para marcarse algún baile con varias vecinas que así se lo solicitaron.

A las seis de la tarde tuvieron lu-gar en la zona de la Torre las clásicas “merendiñas” que rema-tarían con una verbena que se inició a las nueve de la tarde.

Aquella noche de verbena sanjua-nera, los carricoches de helados pusieron la nota de color con sus múltiples formas. En muchas ca-sas particulares se celebraron fies-tas donde corrió el vino, hubo baile y el eco de los acordeones y co-hetes llenaron el ambiente.

Hubo hogueras una en cada pla-zuela y tres o cuatro en cada calle. Parrandas, murgas, rondallas, arrumacos y besos escondidos. Media Coruña anduvo de recorri-do, hasta muy pasada la mediano-che por diversas hogueras, disfru-tando de la gran animación y de una noche deliciosa del inicio de verano.

En el parque de verano del Spor-ting Club, el conocido Leirón, la directiva que presidía José Aram-buru, ofreció un elegante baile que finalizó con la quema de una gran hoguera y numerosos fuegos de artificio. También los salones del Círculo de Artesanos se llenaron de socios y familiares para el baile de la víspera sanjuanera.

Pese a la enorme afluencia de vecinos en las calles y el ambiente festivo, no se registró ningún tipo de incidente y la Comisaría de Policía ni siquiera extendió un par-te de la más leve falta.

Al día siguiente festividad de San Juan, la imagen del Santo se llenó de flores ofrecidas por numerosos devotos. A la tarde en un abarrota-do campo de Riazor, el Deportivo

derrotaba al Fortuna de Vigo por dos tantos a uno, con goles de Pichichi y Cancela y con una ac-tuación sobresaliente del portero Mulero y del medio centro Manolo Rivera.

Una solemne procesión recorrió a la tarde del día de San Juan las calles del centro de la ciudad, co-ronando con ello el octavario sa-cramental de la parroquia de San-tiago. Fue presidida por el alcalde de La Coruña, a quien acompaña-ron el general de artillería señor Díaz Gil y el presidente de la Dipu-tación, entre otras autoridades. Bajo palio, cuyos varales eran lle-vados por seis capitanes del Ejer-cito, iba la Sagrada Forma que portaba el Canónigo señor De la Peña. Largas filas de fieles y con-gregantes, monjes y hermanos de diversas Ordenes y el clero parro-quial, así como comisiones de Je-fes y Oficiales de las diferentes armas y cuerpos de la guarnición, cerrando la procesión una com-pañía del Regimiento Isabel la Católica con Bandera, banda y música. Miles de coruñeses, agol-pados en aceras, ventanas y bal-cones, presenciaron el paso del Santísimo, que se recogió en su iglesia de Santiago, pasadas la nueve de la tarde.

Calin Fernández Barallobre

1923. Brillante, alegre y concurrida noche de San Juan 2

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llet, pasando por conciertos calle-jeros de música de banda o con-ciertos y recitales en iglesias y otros escenarios.

La fotografía recoge el número final de uno de los primeros Homenajes a la Zarzuela, en los que la Banda Municipal, dirigida por el maestro Fernández Groba, interpreta la inmortal jota de la Dolores, de Tomás Bretón, que es bailada por el ballet de Carmen, acompañada de una Coral, con un teatro abarrotado de público como cada año, algo de lo que no pue-den presumir muchos de los que organizan actividades aunque cuenten con el más ferviente y decidido apoyo de las Institucio-nes.

Si de algo nos pudimos jactar en la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan, mientras tuvo actividad, es del seguimiento y apoyo popular con el que hemos contado año tras año, traducido en la asistencia de miles de coruñe-ses a los cientos y cientos de ac-tos que hemos organizado cada año desde aquel ya lejano 1970 en que comenzamos a trabajar.

Teatros como el Colón, el Rosalía Castro o el Palacio de la Opera; los jardines de Méndez Núñez e incluso la Sala de Cultura del Sporting Club Casino, han sido los marcos elegidos en sus numero-sas ediciones para devolver a la memoria cultural de la ciudad lo más conocido de las diferentes partituras zarzueleras.

Desde sus orígenes, la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan mostró, en sus progra-mas, una clara vocación cultural. Primero por medio de aquellas Semanas Culturales, de Tetaro y de Cine y más tarde reuniéndolo todo en las llamadas Jornadas de Teatro, Música y Danza que, to-davía a día de hoy, se siguen cele-brando cada año.

Han sido cientos de actos de carácter cultural, de todo tipo, los programados y celebrados en los diferentes programas de HOGUE-RAS, actividades que son segui-das por cientos de coruñeses que disfrutan, llegado mayo, de una amplia oferta en materia cultural que va desde las representaciones teatrales hasta las veladas de ba-

Extraemos hoy de nuestro “baúl de recuerdos” esta fotografía to-mada con ocasión de la celebra-ción de un “Homenaje a la Zarzue-la” en el teatro Colón, antes de su remodelación.

El Homenaje a la Zarzuela, que todavía se celebra anualmente dentro de las Jornadas de teatro, Música y Danza, constituyó duran-te años el número fuerte del pro-grama cultural de las HOGUE-RAS. Un tríptico de voces, música y danza que sirve para recrear las páginas más brillantes de nuestro género lírico nacional y que hoy, como otras muchas cosas más que forman el alma de España, está casi arrumbada por una defi-ciente gestión de la política cultu-ral.

Bandas como la Municipal o la Unidad de Música Militar coruñe-sa; ballets; corales y solistas, han venido dando vida, año tras año, a esta recreación de las páginas más vibrantes y conocidas de nuestra Zarzuela, convocando en cada ocasión a cientos de coruñe-ses amantes del género.

Baúl de recuerdos 3

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Todavía hoy, cada vez que cruzo algunas calles de la ciudad al atar-decer de cualquier domingo oto-ñal, me vienen a la cabeza los recuerdos de aquellas otras tardes de domingo de mi juventud, tardes en las que convivían, en una espe-cie de extraño equilibrio, sensacio-nes a veces encontradas y situa-ciones, en muchos casos, dispa-res y divertidas.

El domingo, quizás no como hoy, constituía la plenitud del fin de semana, ese marco temporal que conformaba todo un referente a lo largo de la semana y por supuesto el paradigma de un enclave en el que todo podía ser posible.

Una vez escuché a alguien com-parar el devenir de los días del fin de semana con las etapas de la vida misma y de esta suerte, el sábado era a la juventud lo que el domingo a la madurez. Equivoca-do o no en este planteamiento, lo cierto es que aquellos domingos, observados desde la atalaya de cualquier otro día de la semana, permitían concebir todo tipo de expectativas capaces de cambiar el ritmo de la vida diaria, de por sí poco monótono y nada rutinario.

Generalmente tras la mañana do-minical con la pertinente asistencia al correspondiente Oficio religioso, a veces voluntariamente y otras no tanto, la tarde se presentaba como un espacio capaz de deparar cual-quier sorpresa y por supuesto car-gado de toda clase de encantos y misterios. En la tarde del domingo todo era posible o al menos eso nos creíamos a pies juntillas.

En aquellos años ya quedaban muy atrás, al menos visto con aquella perspectiva temporal, los atardeceres de las grandes re-flexiones al pie del árbol sangrante al salir del cine del colegio de la cuesta; incluso quedaba atrás el recuerdo de la primera declaración de amor, siempre difícil y penosa, a la chiquilla que se había conver-tido en protagonista del nuestro primer idilio juvenil.

Con los años, pocos, vistos desde el prisma de ahora mismo, casi

todo se había trastocado y nada de lo que antes despertaba nuestra atención e incluso nuestra preocu-pación tenía la más mínima impor-tancia. En aquellos tiempos pala-bras como guateque o boite adquir-ían un significado muy especial en el que la especulación sobre todo tipo de expectativas tenía cabida.

La tarde, especialmente en otoño e invierno, se deslizaba lenta, cansi-na, monótona. Tras la obligada co-mida familiar y en algunos casos la asistencia a Riazor para presenciar un tedioso partido de un Deportivo que navegaba, semi hundido, por los siempre difíciles mares de la Segunda División, las primeras sombras de la noche conferían a la tarde todo ese poder mágico, car-gado de duende, que para nosotros poseía. Con el paso de las horas todos los deseos iban tomando for-ma y los sueños de la semana, a veces mal disimulados, comenza-ban a hacerse realidad.

La puerta del cine Avenida; el bar de nuestra calle de Fernando Mac-ías o la cafetería de la vieja calle de Rubine, servían como eventual punto de encuentro con la joven que despertaba nuestros amores y que nos había hecho soñar despier-tos a lo largo y ancho de toda la semana. En cuanto a la hora, las siete o las siete y media constituían ese especial punto de inflexión don-de comenzábamos a hacer realidad todos nuestros sueños.

No era tiempo de ir al cine. Quizás el sábado, en compañía de algún amigo, había servido para conocer de cerca lo mejor, o lo menos malo, de la cartelera cinematográfica en materia de estrenos. El domingo no era para eso, ni tampoco para los amigos. El domingo estaba consa-grado por entero a ella y a todo lo que ella significaba para cada uno de nosotros. Por la magia del último día de la semana, el atardecer se convertía en una especie de ara erigida en holocausto al más eterno de los amores.

Los minutos previos a la hora mági-ca se desgranaban anormalmente lentos, como si el viejo Cronos no desease contabilizarlos en su gran

máquina del tiempo de la vida. Al final, el reloj del Obelisco, el del Ayuntamiento, el de Correos, el del Instituto Femenino o incluso el de la Caja de Ahorros, daban rien-da suelta, con sus campanadas, a un mundo lleno de ilusiones y de-seos.

Verla llegar, presurosa, con las mejillas sonrojadas no sé si por el esfuerzo de la caminata o por el rubor del momento, vestida con su mejor conjunto y con su rostro ilu-minado por la sonrisa, se antojaba como uno de los instantes con más hechizo de cuantos se soña-se vivir a su lado. En aquella ima-gen se ocultaban todos sus an-helos, sus sueños, sus deseos y como no, todas aquellas frases que cada tarde quedaban por de-cir. Realmente era hermoso verla llegar cuando el reloj dejaba caer el último compás de la hora de la cita.

Luego, tras la magia del encuen-tro, la magia del beso. ¡Qué subli-me momento aquel del beso de reencuentro! ¡Cuántos misteriosos secretos ocultaba aquel beso que deseábamos no tuviese fin! ¡Qué emoción embargaba nuestras al-mas cada vez que, seguidos por la mirada indiscreta de alguna vieja cotilla con sabor a barrio viejo, nuestros labios se convertían en uno solo!

Aquel beso era algo así como la pública reivindicación de nuestro amor. Un instante en nuestra con-junción de deseos que permitía-mos fuese compartido por aque-llos que nos miraban. Ese beso dejaba sentada nuestra vocación de no ocultar los sentimientos que, de forma recíproca, nos deparába-mos.

Después, tras una caricia con vi-sos de una ternura sin límites, co-menzábamos a discurrir, lentos, por las calles de nuestra particular vida en común. De la mano, como en la vieja canción que tantas ve-ces nos había emocionado de mo-zalbetes, aquella que hablaba de dos jóvenes que se acercaban a un viejo puerto mediterráneo, pa-seábamos las calles de la ciudad,

Nuestras tardes de domingo 4

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pués, de la mano, salíamos a una realidad fría mientras un fuerte sabor a sal, cabalgando sobre los lomos de la brisa de la noche, aca-riciaba nuestros rostros dejándo-nos un fuerte olor a un verano que, por la magia del amor, se nos antojaba casi a la vuelta de la es-quina.

El viejo farol del espigón; el pe-queño banco de piedra o la plaza de cemento tantas veces jugada, constituían la última etapa de nuestro devenir dominical. Allí, en silencio, nos mirábamos a los ojos y con ellos nos hablábamos de amor, de sentimientos, de sueños, de verdades eternas. Al final, un beso, suave, tierno, infinito, sella-ba nuestra particular promesa de una pasión capaz de trascender de todo lo terrenal.

Su portal nos esperaba como esa gran muralla infranqueable donde morían nuestros deseos; un sabor agridulce se apoderaba de noso-tros cada vez que contemplába-mos su elegante huir por las esca-leras camino de su casa y al final nuestro caminar solitario en busca de ese refugio de sueños y deseos ocultos entre nuestras cosas más íntimas. Allí, rodeados de nuestro mundo personal y trascendental, despedíamos un domingo que se escapaba de nuestras manos de-jando tras de sí toda una estela de sueños y mal disimulados deseos. Sin embargo, con la llegada del lunes, la nueva semana prometía tener finalmente un nuevo domin-go para vivirlo junto a ella.

Eugenio Fernández Barallobre

nes nacidas de la duda, cuántos sueños irrealizables, han quedado, para siempre, impresos en las te-las que decoraban las paredes de aquellos locales.

Un beso; una susurrante palabra de amor; el sabor de una copa bebida a medias, rodeados por un silencio cómplice; la sensual me-lodía de la vieja canción que nos permitía convertir el baile en una especie de encuentro con las es-trellas; todo tenía un especial sa-bor a prohibido, sumidos en aque-lla agradable y sugerente penum-bra, que hacía que nuestra adre-nalina se disparase y que, por un instante, nos creyésemos perdidos en una paradisíaca isla desierta sin ojos acechantes que nos ob-servasen. ¡Qué equivocados está-bamos! Al rato, la voz seca y ta-jante del camarero de turno nos reprendía severamente: “señor su actitud no está bien vista por la empresa” o simplemente un ligero carraspeo acompañado del siem-pre impertinente cambio de ceni-cero que en la mayoría de los ca-sos no presentaba mácula alguna.

Las diez de la noche marcaban el inicio del epílogo. Tras escarbar en los bolsillos se juntaban las monedas necesarias para satisfa-cer el precio, no abusivo, de la consumición. Luego, solícitos, ayudábamos a nuestra dama a ponerse el abrigo de paño y des-pacio, muy lentamente tras el últi-mo beso furtivo, abandonábamos nuestro particular altar erigido al amor, satisfechos de sentirnos cerca de aquella chiquilla. Des-

dejando que los espejos, siempre atentos e indiscretos, nos mirasen y se recreasen en nuestro amor.

La calle Real era algo así como la enorme puesta en común de la ciudad. Unos y otros en un aloca-do subir y bajar, ir y venir, deam-bulaban por el pétreo enlosado buscando Dios sabe qué. Unos, quizás, un viejo amor perdido; otros, tal vez, la razón de ser de una semana que agonizaba y los más, sin duda alguna, ver para creer.

¡Fíjate, el hijo de fulanito ya tiene novia! o ¡caray, que de prisa va la hija de menganita que ya se da la mano con ese chico! Frases que nacían de las bocas nunca calla-das de aquellas mujeres, ya gasta-das, que atormentaban a sus mari-dos no sólo con el obligado paseo dominical sino también, y eso era lo peor, con la despiadada crítica, malsana y destructiva, de quienes parecían querer olvidar que en otros tiempos habían sido jóvenes. En el fondo nunca supe si aquello era simplemente envidia o tal vez la frustración por algo que sus miedos y prejuicios nos les habían permitido saborear en otro tiempo ya lejano.

Cuando el viejo reloj del Instituto acariciaba las ocho, el discurrir por las calles se tornaba en mágica peregrinación hacia una de aque-llas boites que asomaban sus puertas a la ensenada del Orzán. Cuántas promesas vanas, cuántos besos furtivos, cuántos deseos inconfesables, cuántas frustracio-

La puerta del desaparecido Cine Avenida, tradicional lugar de encuentro

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Don Juan de Alcalá de Henares

No es precisamente el mes de noviembre un tiempo festivo por excelencia; si descartamos la Fiesta de los Humanitarios de San Martín, en la localidad asturiana de Moreda, única en este mes que goza del privilegio de haber sido declarada Fiesta de Interés Turísti-co Nacional, no encontramos nin-guna otra que posea la declara-ción de interés internacional o na-cional.

Sin embargo, a lo largo y ancho de la geografía gallega son muchas las que si está respaldadas por el título de Fiesta de Galicia de In-terés Turístico.

Evidentemente, este mes penúlti-mo del año, tiene como eje central sus primeros días con las celebra-ción de las festividades de Todos los Santos, el día 1, y de Difuntos, el 2, fechas que se aprovechan para visitar en los cementerios a los deudos queridos que allí repo-san para la eternidad.

En Galicia, una tierra profunda-mente ligada a la muerte y a los ritos a ella asociados, estas visitas se convierten en rituales y son miles los que se desplazan de una lado a otro de la Región para ren-dir culto de respeto y recuerdo a sus antepasados.

Desde las tradicionales calaveras hechas a base de calabazas, algo que ya habíamos asociado los ga-llegos a estas fechas mucho antes de importar, de forma absurda y machacona, la fiesta de Halloween, hasta los rosarios hechos a base de castañas, producto que se recoge en estas fechas, los primeros días de noviembre han constituido des-de siempre un hito importante en las celebraciones festivas de nues-tra tierra.

Es el mes de los magostos por ex-celencia en los que unos y otros se sientan alrededor del fuego, acom-pañados de los primeros fríos oto-ñales, para degustar las ricas cas-tañas asadas acompañadas de los buenos caldos de la tierra.

Sin embargo, el mapa de Galicia presenta otras citas de interés además de las relacionadas con los mencionados magostos.

En Lugo, por ejemplo, y más con-cretamente en la localidad de Mon-terroso destaca su fería del día 1º.

Las localidades orensanas de Riva-davia y Parada del Sil celebran su feria del día 1º, en el primer caso, y la fiesta de la castaña, en el segun-do, justamente cuando el mes con-cluye allá por el día 30, onomástica de San Andrés.

En la provincia de Pontevedra destaca su feria de Otoño celebra-da en la Boa Vila a mitad de mes y la fiesta de la Castaña en Villa de Cruces.

Por lo que respecta a nuestra pro-vincia, entre los días 27 y 30 se celebra en la hermosa localidad de San Andrés de Teixido su romería en honor a este Santo milagreiro de tanta devoción entre los galle-gos y cuya visita a su santuario es de obligado cumplimiento, al me-nos una vez en la vida, con el fin de que no se haga realidad el di-cho popular de que “vai de morto quen no foi de vivo”. En este her-moso enclave se conserva todavía la tradición de vender imágenes del Santo y otros exvotos hechos a base de miga de pan endurecida y coloreada. Una romería que na-die debería perderse.

Más cerca de casa, en la vecina localidad de Betanzos, cada 1º de noviembre, tiene lugar una de sus ferias más importantes del año.

Hay, por tanto, oferta más que suficiente para quien desee cono-cer de primera mano las fiestas tradicionales de Galicia y si al-guien quiere salir de ella que viaje a Alcalá de Henares para ver su Don Juan itinerante.

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civil española que hizo que el ejér-cito nacional recuperase la ciudad de Teruel en manos del ejército popular.

Se destacaba también la notable persistencia de la situación en el área mediterránea con fuertes ne-vadas y fríos poco comunes por aquellas tierras. Aquellos días de enero de 1947 en La Coruña se observó una temperatura que os-ciló entre los 0,8 y 1 grado centí-grado.

El año siguiente 1948 traería una nueva nevada a la ciudad, siendo esta muy considerable. En 1954 tendría lugar, posiblemente, la nevada más copiosa del siglo XX en nuestra ciudad cayendo el termómetro a -2,5 grados centígra-dos. 1960; 1963, otra abundantes nevada; 1985; 1987, otra gran ne-vada; 2006 y 2009, son otras de las citas que la ciudad de cristal tuvo con el bellísimo fenómeno atmosférico de la nieve.

El régimen de nieves de aquel enero de 1947 se extendió por toda la cornisa cantábrica, León, Burgos, Soria, Madrid, Toledo, Ciudad Real, Huesca, Logroño, Zaragoza, Lérida, Gerona, Tarra-gona, Barcelona, Castellón, Valen-cia, Alicante, Almería, entre otras provincias. En La Coruña el fenó-meno fue limitado, pues a pesar de que en algunos lugares de la ciudad, -como el de la fotografía-, dejó un precioso manto blanco, en otros apenas cuajaron los copos.

Según la información facilitada por el Servicio Meteorológico, depen-diente entonces del Ministerio del Aire, la causa de semejante recru-decimiento del tiempo era la pre-sencia de una borrasca importante cercana a las costas mediterráne-as y que al prolongarse de una manera poco corriente había pro-vocado un régimen continuado de nieves y frío, comparable al sufrido en los meses de enero y febrero de 1938, célebre sobre todo en la provincia de Teruel en la cual se combatía en una de las batallas más duras y cruentas de la guerra

Una inusual fotografía, con un es-tadio Municipal de Riazor cubierto de nieve, traemos hoy a la sección “La Coruña de ayer”. Está tomada en enero de 1947 y en ella puede observarse, además de la grada de maratón del estadio municipal con su gigantesca torre de 45 metros de alto, los edificios de la Escuela de Comercio y el Instituto de segunda Enseñanza, todavía en construcción y que serían inau-gurados por el Jefe del Estado, Generalísimo Franco, el 23 de septiembre de ese año de 1947.

El Estadio Municipal de Riazor, había sido inaugurado de forma oficiosa el día 28 de octubre de 1944, cuando se disputó un en-cuentro del Campeonato Nacional de Liga entre el Real Club Deporti-vo y el Valencia. Su inauguración oficial tendría lugar en día 6 de mayo de 1945, con un partido amistoso entre las selecciones nacionales de España y Portugal y que finalizó con la victoria de la selección española por cuatro tan-tos a dos.

La Coruña de ayer 7

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Luego, con el paso de los años, nue-vas corrientes, algunas de ellas intere-sadas, dieron la espalda a esta obra tratando de enterrarla como si se tra-tase de algo viejo, inservible y pasado de moda, de ahí que la tradición co-menzase a languidecer y que se cor-tase la corriente de transmisión a los más jóvenes.

Ahora parece que nuevamente, como el ave fénix, Don Juan resurge de sus cenizas y con alegría vemos que a la obra se le ha dado un componente musical que, desconociendo si es o no lo más apropiado, al menos servirá para que las nuevas generaciones la conozcan.

La representación de Don Juan era una tradición asociada al mes de no-viembre y cuya representación la es-peraban, muchos españoles, cada año. No debemos dejar que se pierda.

Si durante años una representación teatral estuvo asociada a este mes de noviembre, especialmente a sus pri-meros días, esta ha sido la obra in-mortal de José Zorrilla, el Don Juan Tenorio.

Sus personajes, Don Juan, Doña, Inés, El Comendador, Ciutti, Don Luis Mejía, el Capitán Centella…, eran de sobra conocidos a lo largo y ancho de las ciudades y pueblos de España.

Así, cuando no se trataba de una Compañía profesional, cualquier gru-po de aficionados de Entidades o So-ciedades recreativas, preparaba y ponía en escena esta obra en los pri-meros días de este mes para regocijo de unos y de otros.

Todavía algunos conservan en la me-moria el recuerdo de aquellas magnifi-cas representaciones en Estudio 1 y Estudio 3 de TVE.

El Don Juan

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NOTICIARIO HOGUERAS En fechas pasadas quedó constituida la Junta Directi-va de la Asociación de Meigas para el ejercicio de las HOGUERAS-2017. Como está previsto en sus Estatu-tos, la junta de gobierno está constituida exclusiva-mente por mujeres que con anterioridad hayan sido nombradas Meigas de las Hogueras de San Juan o posean una estrecha vinculación con ellas. Les desea-mos mucha suerte. En este mes, la Asociación de Meigas, iniciará, un año más, la campaña de selección de la Meiga Mayor de las HOGUERAS-2017; esta campaña va dirigida a jóve-nes coruñesas o que residan en la ciudad, mayores de 16 años, que deseen vivir de otra manera la noche de San Juan. Como es costumbre, la elección se realizará a finales de enero con el fin de que la nueva Meiga pueda concurrir a FITUR acompañando a TurGalicia. Recientemente, la directiva de la Asociación de Mei-gas ha iniciado una campaña de promoción de su Comparsa de Cabezudos, con el fin de ofrecer este simpático número festivo a los organizadores de fies-tas en otras localidades de nuestro entorno. Esta comparsa, creada por la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan en los años 80, cuenta con trece figuras con su correspondiente vestimenta. Se trata de un número muy apropiado para pasacalles y fiestas infantiles que hará las delicias de unos y otros. Según nos comunica la presidencia de la Asociación de Meigas están trabajando en el proyecto de desarro-llar, a lo largo del año, un programa de actividades de carácter cultural con cabida para diferentes manifesta-ciones artísticas. Una magnifica idea que esperamos y deseamos se haga en breve realidad.

Edita: Sección de Publicaciones y Difusión de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña

NUESTRA QUERIDA ROSALEDA Si de algo hemos estado orgullosos los coruñeses ha sido de nuestros parques y jardines. Por doquier, especialmente desde la etapa de gobierno municipal del legendario Alcal-de Molina, crecían rosas, tulipanes, arrayanes, etc. Hoy, desgraciadamente, nuestros jardines están en el más absoluto de los abandonos. Méndez Núñez, nuestro entra-ñable Relleno, dejado de la mano de Dios y destrozado por ese maldito botellón de cada fin de semana; la plaza de Azcárraga plagada de hojas que jamás se recogen; incluso el Parque de Santa Margarita y el jardín de San Carlos ni mucho menos son lo que eran. Sin embargo, quizás donde más se note esta dejadez y abandono, que protagonizan los que gobiernan la ciudad, sea en la Rosaleda otrora un auténtico vergel donde cada primavera crecían cientos de rosas. Hoy de aquello no queda ni el recuerdo. Uno de los grandes escaparates de La Coruña convertido ahora en un espacio descuidado que deja bien a las claras la falta de sensibili-dad y la incompetencia de los que tienen que tomar decisio-nes. Urge que alguien tome medidas de una vez.

Fiesta de Interés Turístico Internacional