la cordillera en la literatura chilena

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  • 7/25/2019 La Cordillera en La Literatura Chilena

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    LA CORDILLERA EN LA LITERATURA CHILENA.

    Prof. Dr. Maximino Fernndez F.

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    ORDEN DEL LIBRO.

    LA CORDILLERA EN LA LITERATURA CHILENA. Pg. 3

    LA DIFCIL EXPRESIN DEL SENTIMIENTO CORDILLERANO. Pg. 5

    UN ERROR QUE DEBEMOS CORREGIR. Pg. 10

    Y HABA GRANDES RUIDOS EN LAS MONTAAS! Pg. 1"

    LA GRANDE CORDILLERA Y ALTA SIERRA. Pg. #5

    $AMOS POR AQUELLOS MONTES PISANDO NUBES... Pg. 3%

    MI CORDILLERA& LA 'UDITH TREMENDA... Pg. (1

    MA'ESTUOSA ES LA BLANCA MONTAA! Pg. 1%#.

    !PERO LA MONTAA ERA TAN ANCHA! Pg. 1%).

    NOTAS Pg. #03.

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    LA CORDILLERA EN LA LITERATURA CHILENA.

    En montaas me cricon tres docenas alzadas.Parece que nunca, nunca

    aunque me escuche la marcha,

    las perdni cuando es dani cuando es noche estrellada!

    "a#riela Mistral.

    $a sola presencia de la %ordillera de los &ndes a tra's de todo el

    territorio de %hile (((presencia ma)nfica e ine'ita#le(((, *ustifica de antemano, +plenamente, cualquier intento de in'esti)acin so#re el tema que nos ocupar

    a tra's de estas p)inas. $os )randes 'olcanes silenciosos que #ordean los

    altiplanos nortinos las altas + desoladas cum#res de la Puna de &tacama,

    entre las que se cuentan las ms ele'adas del planeta fuera del continente

    asitico la #arrera 'erti)inosa (((Muralla -e'ada la llam un escritor #uen

    nom#rador((( que se +er)ue cual ola ptrea so#re los campos 'erdes de %hile

    %entral los macizos aislados que desde %uric al sur 'an anticipando elclsico paisa*e de la)o + 'olcn que predomina en la re)in de la &raucana

    los cordones despedazados por el cuchillo marino de los fiordos + lue)o

    recu#iertos de hielo en %hilo continental + &+sn las espiras rocosas del

    extremo sur, donde se aca#a la tierra, pulidas por el 'iento eterno que, al #arrer

    las nu#es, permite su refle*o tem#loroso en las a)uas azules de los canales

    ma)allnicos + fue)uinos +, an ms all, en la /erra &ustralis, en el continente

    que sur)e al#o allende el Mar de Dra0e, las montaas antrticas de pureza

    ori)inal, hacen presumir la existencia de altas expresiones literarias que di)an

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    el sentir del hom#re de esta tierra frente a su #elleza. 1 ello merece ser

    in'esti)ado.

    Pero ha+, adems, una razn de otra ndole2 existen pocos tra#a*os que

    estudian temticas puntuales en nuestra literatura, pues la ma+or parte de los

    in'esti)adores, como ha expresado 3u)o Montes, 4ha preferido parcelar por

    pocas a o#ras + autores5 678. Esto es extremo en relacin con el tema

    cordillerano2 no sa#emos de nin)una in'esti)acin so#re el particular, sal'o las

    indicaciones que hizo Eduardo 9olar %orrea al tratar a &lonso de :'alle 6;8, las

    que, desde entonces, han 'enido ms o menos repitiendo otros tratadistas. En

    consecuencia, es necesario examinar una temtica por muchos conceptos

    rele'ante de nuestras letras, tal como se ha hecho en otras latitudes donde los

    escritores se han 'isto permanentemente impactados por la realidad oro)rfica.

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    LA DIFCIL EXPRESIN DEL SENTIMIENTO CORDILLERANO.

    El +a citado 9olar %orrea, compartiendo la opinin casi unnime de los

    estudiosos europeos que han examinado el pro#lema, ha destacado la

    dificultad del tratamiento de la montaa como o#*eto artstico, indicando que

    43a poco un escritor francs 6Daniel =ops2 -ou'elles $ittraires, le 7> a'ril

    7>

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    dall)resse cosmique, le 'rita#le 4endroit du dcor5, dont la prsence #alaie le

    morne uni'erse oH patau)e lIan)oisse contemporaine, et quIimpose trop

    sou'ent dinnom#ra#les moutons une littrature la fois ha#ile et 'eule car

    lexplotation de cette an)oisse est pa+ante. l nest pas certaine que la *oie, ou

    plGtot la Joie, comme les #ons sentiments, et sauf inter'ention du )nie,

    fournisse un #on 4su*et dart5. l sa)it plGtot dune exprience personelle, 'cue

    en prise directe. %est pourquoi toute un )amme de plaisirs intenses, *ustement

    ceux quoffre la frquentation de la nature en )neral et de la monta)ne en

    particulier, reste peu communica#le. l est possi#le, #ien entendu, den parler,

    den crire. Mais comme lamiti, lamour, cest la 4chose5 mKme qui compte

    esentiellement. Et chacun soit que le lan)a)e commun des 'raies passions a

    tou*ours t le silence. Personne ne pourra donc *amais transcrire a laide de

    mots, et dans sa force explosi'e, la trLs simple a'enture dun homme

    quelconque par'enant un matin dt sur un alpa)e anon+me ou sur les ri'es

    inclines dun lac aux eaux calmes, et s+ trou'ant soudain roul, malax,

    transport au septiLme ciel par un irrsisti#le t+phon de *oie5. 6

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    En efecto, +a en el si)lo NN, el crtico francs 3enri Dela#orde,

    refirindose a la pintura, seala#a2 4$art prtendait aussi 'ainement fi)urer les

    )laciers des &lpes que les steppes sans horizon de la =ussie, parce quici

    lnormit du spectacle crase ou dconcerte le sentiment de la proportion

    pittoresque, parce que en face de pareils modLles toute 'olont personelle se

    paral+se, tout dsir din'ention sanantit, parce quen fin le fait a reprsenter

    exclut )alement le droit den modifier les termes5. 6R8 De lo mismo se que*a#a

    Saldemar 9ommer en %hile, al comentar los tra#a*os presentados al %oncurso

    -acional de &rtes Plsticas 7>O7 en el Museo de Aellas &rtes, cu+o tema era la

    cordillera2 43allamos cuarenta + dos o#ras, leos en su ma+ora. unda aqu,

    dentro de los di'ersos len)ua*es, la interpretacin con'encional, estereotipada,

    de superficie5. 6T8 1 de ah tam#in las interro)antes planteadas por el pintor +

    arquitecto Ernesto Aarreda en su discurso de incorporacin a la &cademia de

    Aellas &rtes2 4B-o es acaso la )randeza csmica de nuestra naturaleza, por

    citar slo un e*emplo, una fuente ina)ota#le de inspiracin creadoraC BPor qu

    sta ha sido tocada por nuestro arte slo tan)encialmente, diramos con las

    manos en)uantadas, en lu)ar de hur)ar profundamente en ella en #usca de la

    fuerza que da la tierra, *o'en anC BUuin ha, realmente, pintado el desierto en

    su )randeza metafsicaC BUuin las montaas, no como formas en que

    #ellamente se refle*a el sol poniente, sino como 'iolenta expresin de la

    materia car)ada de csmica tensin interiorC BUuin, ante la so#reco)edora

    inmensidad de los &ndes + de los )laciares, ha sentido + expresado que ello no

    es ms que una fuerza contenida, un instante en el eterno proceso de

    creacinC5 6O8

    &l)o similar ocurre en la tercera de las artes ma+ores, la msica, a pesarde su ma+or poder de e'ocacin2 son pocas las o#ras que se inspiran total o

    parcialmente en la montaa, + sus resultados, mediocres, sal'o excepciones

    como las de Vincent Dnd+ o &rthur 3one))er, por e*emplo. /al 'ez ello se

    de#a en definiti'a a que, como ha dicho en #roma, aunque seriamente en el

    fondo, el +a citado 9ami'el, 4ce qui est le plus #eau en monta)ne, Madame,

    cest le silence5.

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    produccin literaria interesante, implica otra in'esti)acin(((, + los sentimientos

    que produce, han sido expresados por los escritores chilenos, a partir de la

    si)uiente hiptesis de tra#a*o.

    $a cordillera tu'o para el ind)ena prehispnico (((+ si)ue tenindola

    para el de ho+((( una connotacin so#renatural, lo que determin formas de

    expresin mtica + le)endaria. /al concepcin eminentemente sacra de la

    montaa, se que#r de manera radical con la irrupcin espaola en &mrica, la

    que tra*o consi)o una 'isin slo natural so#re el particular. Desde esta nue'a

    perspecti'a, inicialmente se atri#u+ a la montaa la calidad de simple

    o#stculo fsico, ne)ati'o por tanto. 9in em#ar)o, tal cam#io no poda ser

    permanente, pues las ideas de ele'acin + )randeza que la montaa siempre

    ha inspirado terminaran imponindose, conduciendo e'oluti'amente a etapas

    de curiosidad, acercamiento, #squeda + comunin del hom#re con el

    fenmeno oro)rfico + su si)nificacin sim#lica profunda, en expresiones

    literarias de distintos )neros + con diferentes modos de representacin de

    dicha realidad. En otras pala#ras2 la sacralidad que la montaa tu'o para el

    ind)ena, mantenida en sus tradiciones aunque perdida para el hom#re

    hispanoamericano, + chileno por tanto, sera recuperada paulatinamente en la

    percepcin + expresin de nuestros escritores, especialmente poetas, lue)o de

    un extenso camino en cu+o inicio slo hu#o una 'isin material,

    pro#lemticamente ne)ati'a, de la cordillera.

    $o anterior determina los )neros en que ma+oritariamente se manifiesta

    la expresin literaria de cada momento + el distinto modo de representacin

    de que la cordillera es o#*eto a tra's de la historia de nuestra literatura

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    UN ERROR QUE DEBEMOS CORREGIR.

    &ntes de comenzar la re'isin propuesta, de#emos referirnos a un

    hecho destacado en relacin a nuestro tema.

    Eduardo 9olar %orrea, en su excelente estudio so#re la literatura colonial

    chilena, expres2 4&l decir que &lonso de :'alle descu#ri nuestra %ordillera,

    pro#a#lemente no est todo dicho2 acaso ha#ra que a)re)ar que l ha sido el

    primer hom#re (((as, el primero((( que sinti + expres la poesa de las

    cum#res5. 678

    Esta afirmacin, que otor)a ttulo importante a uno de nuestros )randes

    escritores +, por ende, a la literatura chilena, es a#solutamente 'lida.

    El hecho no ha#a sido descu#ierto. En efecto, entre los estudiosos

    europeos del pro#lema, siempre hu#o consenso en que el tema de la montaa

    recin apareci en la literatura occidental en el si)lo NV, si #ien antes hu#o,ocasionalmente, al)unos atis#os que no alcanzaron a confi)urar con claridad

    una temtica propiamente tal, como seala, por e*emplo, "iuseppe Mazzotti2

    4$a montaa )lorificada como cuna de las reli)iones hindes, la montaa

    le)endaria + potica de los )rie)os, la recorrida por las calzadas romanas, no

    es la montaa que conocemos nosotros. Esta ha#a de descu#rirse, paso a

    paso, en los si)los NV, NV + sucesi'os. 3asta entonces permaneci aislada

    en sus cum#res, a#ierta al sol + al 'iento de los si)los, sola ante las miradasindiferentes de los hom#res, que slo rara 'ez sa#an 'erlas.5 6;8

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    =esumiendo a Mazzotti, di)amos que, en efecto, en las anti)uas letras

    )rie)as, a pesar de que 3omero, Pndaro, Esquilo, &ristfanes + otros

    escritores dan ostensi#le ca#ida en sus o#ras al mar, se refieren slo en forma

    espordica en ellas a las montaas, haciendo casi enteramente cierta la

    afirmacin de 9chiller en el sentido de que la naturaleza parece ha#er afectado

    la inteli)encia de los )rie)os, pero no sus sentimientos, pues nunca los helenos

    sintieron la montaa con la simpata de los modernos. Ello no impidi que,

    como excepcin confirmatoria de lo dicho, crearan al)unos 'ersos sumamente

    lo)rados en tal sentido, como stos, de 4El #ao de Pallas5 de %almaco2

    4En la clida paz del monte, a medioda,

    impera#a en las cum#res dulce quietud silente5

    pero tales 'ersos no fueron suficientes para lo)rar siquiera aminorar el

    sentimiento )eneral, expresado por &rqumedes, en orden a que las montaas

    son piedras enormes lanzadas a tra's del aire por los dioses infernales en el

    *ardn del mundo, porque las di'inidades *ustas + protectoras no pueden admitir

    ms que superficies planas!

    Menos reconocimiento an tu'o la montaa entre los poetas + escritores

    latinos. 9al'o en al)unos #re'es fra)mentos de Vir)ilio, 9neca, $ucrecio +

    &miano Marcelino, en )eneral se mir con horror toda altura ne'ada, como se

    e'idencia en Pnica III, de 9ilio tlico2 4$a som#ra de las cum#res nos esconde

    la 'ista del cielo. -o ha+ all prima'era ni huella al)una de esti'al

    ma)nificencia. 9lo el horri#le in'ierno mora perpetuamente en aquellassperas cimas.5

    Para encontrar indicios de un cam#io de actitud frente a la montaa, es

    necesario a'anzar hasta los anti)uos Padres de la )lesia. Pareciera que 9an

    Aasilio, en el si)lo V, al descri#ir su lu)ar de retiro en las alturas de &rmenia,

    es el primero en manifestar con nitidez un sentimiento de admiracin por los

    montes que lo rodean2 4Dios me ha hecho encontrar en aquel lu)ar lo quedesea#a. $o que en nuestros momentos de reposo nos representamos con la

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    ima)inacin, all lo hall. Wna alta montaa rodeada de espeso #osque +

    #aada al norte por frescas + lmpidas a)uas!5

    &l)o similar ocurri con su hermano "re)orio de -issa, quien seal que

    4la contemplacin de tal espectculo hace comprender la pequeez del

    hom#re en relacin a la )randiosidad del Wni'erso5. 1 a pesar de que 9an

    &)ustn, en sus Confesiones, censur a los hom#res que contemplan las

    cum#res de los montes ol'idndose de s mismos (((la 'anidad de lo terreno

    frente a la trascendencia del alma(((, la posicin admirati'a de 9an Aasilio + de

    su hermano sera se)uida por otras fi)uras ilustres de la )lesia, como Eneas

    9il'io Piccolomini (((Papa Po (((, que en el si)lo NV descri#i hermosamente

    la naturaleza alpina en sus Comentarios o 9an Francisco de 9ales, quien, de

    'isita en %hamonix a comienzos del si)lo NV, no encontr moti'o de reproche

    en el sentimiento que experiment frente a las cum#res de la re)in, al punto

    de expresar2 4XUu #ien hu#iera comprendido 9an &)ustn a las )amuzas, si

    las hu#iese 'istoY5

    ramos ahora un parntesis.

    -o es casual que preclaras fi)uras de la )lesia ha+an estado entre los

    primeros que expresaron el sentimiento de la montaa, como no es casual que

    4Monte5 sea uno de los nom#res de %risto estudiado por Fra+ $uis de $en o

    que 9an Juan de la %ruz ha#le con profusin de oteros, collados, montes,

    montinas + montaas en su 4%ntico espiritual5. $o que ocurre es que la

    montaa, tradicionalmente, ha sido considerada lu)ar sa)rado, morada de los

    dioses o, ms an, sm#olo de Dios2 casos famosos como los montes Parnaso,%itern, 3imeto, :limpo + Meru, entre otros, lo confirman.

    /al consideracin tiene su punto de partida, como seala Eduardo %irlot,

    en 4el 'alor de los componentes esenciales de la idea de montaa2 altura,

    'erticalidad, masa, forma5. 6

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    pro'iene tam#in de que es el punto de unin del cielo + la tierra, centro por el

    cual pasa el e*e del mundo, li)ando los tres ni'eles5. $a masa, a su 'ez,

    conlle'a la expresin del ser, )randiosa + poderosa en este caso. 1 la forma,

    que 'ista desde la cima se ensancha de manera pro)resi'a, corresponde 4al

    r#ol in'ertido cu+as races estn en el cielo + cu+a copa, en la parte inferior,

    expresa la multiplicidad, la expansin del uni'erso, la in'olucin + la

    materializacin5.

    $a con*uncin de los elementos citados, en consecuencia, se asocia,

    siempre en pala#ras de %irlot, 4a la idea de meditacin, ele'acin, comunin

    de los santos5 + de ah a la idea de di'inidad ha+ un solo paso.

    $o anterior se refuerza con hechos ##licos concretos, en los muchos

    casos en que la montaa ha sido el espacio donde Dios se ha manifestado al

    hom#re en toda su )loria + ma*estad.

    En el li#ro del "nesis 6;;,778, por e*emplo, se relata la prue#a a que

    someti Dios a raham2 el sacrificio de saac, su propio hi*o, al que de#a

    ofrecer 4en holocausto en un monte que 1o te indicar5. El monte Moriah fue

    ele)ido para que aquel padre so#relle'ara con fe a#soluta la prue#a tremenda,

    en la que demostr la fuerza enorme de su amor a Dios.

    :tro es el caso de Moiss en el monte 3ore#, llamado 4monte de Dios5,

    en los li#ros ##licos. &ll, en medio de una zarza que arda sin consumirse,

    1a' le orden ir a E)ipto para li#erar a los hi*os de srael, sealndole2

    4cuando ha+as sacado al pue#lo de E)ipto, adoraris a Dios so#re este monte56Exodo, , > a 7O8.

    En el mismo Zxodo 67>, 7 a ;Q, + ;?, 7 a ;78, se relata la entre)a del

    Declo)o hecha por Dios a Moiss en la cum#re del monte 9ina, en medio de

    una espesa nu#e + de truenos + relmpa)os. Para nuestro efecto, son

    tremendamente si)nificati'as las si)uientes pala#ras de dicho texto2 49u#iMoiss a Dios, + 1a' le llam desde la montaa!5

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    1 es mu+ decidor que en los 9almos 6;,

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    $i 'al parefunt et les e[es curant.5

    que Dante nos entre)a su esencia, como sm#olo de aspiracin a la pureza, en

    muchos 'ersos perfectos + que Petrarca su#i al Mont Ventoux el ;R de ril

    de 7

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    %omo +a se di*o, estas expresiones fueron aisladas + sin efecto

    posterior, a tal punto que "iuseppe Mazzotti, indica que 4no ha de asom#rarnos

    que 6!8 ha+amos de esperar hasta el si)lo NV para encontrar una nue'a

    manifestacin del precoz entusiasmo que en los dos 6"esner + 9imler8

    desperta#a la montaa5. 6Q8

    Es efecti'o2 recin en 7T?O el naturalista zuriquense Juan Jaco#o

    9cheuchzer retom los anticipos de "esner + 9imler, lo)rando suscitar otra

    'ez, + ahora en forma duradera, el )usto por la alta montaa al pu#licar Itinera

    Alpina Tria +, 'einticuatro aos despus, &l#erto de 3aller o#tu'o )ran xito

    con su poema dedicado a los &lpes, que contri#u+ eficazmente a la

    aceptacin )eneralizada de la emocin que despierta en el hom#re la

    contemplacin de las alturas, sentimiento que, promo'ido tam#in, desde 7TQQ,

    por la Correspondencede Voltaire, se instal en definiti'a en la )ran literatura

    europea a partir de 7TR7, ao de pu#licacin de Julie ou la Nouvelle !lo"se,

    de Jean Jacques =ousseau2 4es a =ousseau que se hace remontar,

    uni'ersalmente, la introduccin del sentimiento de la montaa en la literatura.5

    6R8

    $o anterior, que aparece en todas las historias literarias de Europa,

    ol'ida, sin em#ar)o, que un *esuita chileno ha#a cruzado, en 7R7O, la

    %ordillera de los &ndes por el paso de $a %um#re, a

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    aparecer en 7OOO en la %oleccin de 3istoriadores de %hile, sal'o la

    pu#licacin de un extracto que de l se hizo en 7T?, en in)ls, en el 'olumen

    tercero de la %oleccin de Via*es %hurchill. =ecin en 7>R>, el nstituto de

    $iteratura %hilena lanz una edicin accesi#le a un p#lico amplio.

    /al ol'ido, en todo caso, de#e ser reparado, porque an sin la amplia

    repercusin que tendra ciento quince aos ms tarde la o#ra de =ousseau, no

    ca#e duda de que el 4Vamos por aquellos montes pisando nu#es!5 del Padre

    :'alle, es la frase que inau)ura uni'ersal + definiti'amente la expresin de la

    poesa no slo de la montaa 'erde, sino tam#in de la montaa mineral +

    #lanca, de la alta montaa. Es, pues, efecti'a la afirmacin de 9olar %orrea

    antes citada2 el Padre &lonso de :'alle fue 4el primer hom#re (((as, el

    primero((( que sinti + expres la poesa de las cum#res5. 9in duda, hermoso

    ttulo para un escritor nuestro + para una literatura que ha nacido + crecido a la

    som#ra de una mara'illosa cordillera.

    17

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    Y HABA GRANDES RUIDOS EN LAS MONTAAS!

    *M+,- /24

    Es natural que los anti)uos po#ladores del actual territorio de %hile no

    pudieran sustraerse a la presencia permanente + poderosa de la %ordillera de

    los &ndes2 todos los )rupos tnicos que ha#itaron (((+ al)unos an lo hacen(((

    a lo lar)o de nuestra extensa )eo)rafa, tu'ieron con ella un contacto directo,

    de dependencia en mltiples aspectos, a tal punto que &lonso de :'alle defini

    a uno de ellos, los mapuches, como 4hi*os de aquella cordillera, que parece les

    pe)a lo crudo e incontrasta#le de sus inexpu)na#les rocas + asperezas5. &n

    las comunidades costeras, ale*adas del ras)o )eo)rfico dominante, di'isa#an

    con asom#ro las cum#res al#as de la le*ana, que se encendan con el refle*o

    de los ltimos ra+os de sol en los atardeceres, esta#leciendo con ellas al)n

    tipo de relacin.

    %omo hemos dicho en otra oportunidad 678, esta presencia cordillerana

    ineludi#le despert en el alma de aquellos hom#res primiti'os sensaciones +

    emociones que pronto se pro+ectaron en pre)untas no siempre fciles deresponder, pues a menudo toca#an aspectos fundamentales para el ser

    humano. De ese pre)untarse frente al mutismo so#reco)edor de las )randes

    montaas, nacieron al)unas respuestas ori)inantes de mitos + le+endas, que,

    tras apariencia in)enua, )uardan toda la o#ser'acin, el conocimiento + los

    sentimientos acumulados en si)los de 'i'encias de dichos pue#los.

    El sentimiento de la montaa expresado en las creaciones literariasind)enas, fue e'olucionando en el tiempo. & una sensacin inicial de terror,

    18

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    reaccin natural frente a lo desconocido, si)ui una etapa en que la montaa

    se relacion con lo reli)ioso, dado que, como ha sealado "iuseppe Mazzoti,

    4es corto el camino que media del temor a la ple)aria + a la adoracin5. 6;8

    En esta etapa, la montaa adquiri inicialmente la cate)ora de dios

    mismo + fue adorada como tal. Ello parece natural considerando la car)a

    sim#lica que producen su altura, su 'erticalidad, la )randiosidad de sus

    formas + su cima, lu)ar de unin de la tierra + el cielo.

    3a+ en las montaas chilenas mltiples mitos + le+endas que refrendan

    esta etapa. %asos destacados fueron los de los cerros + 'olcanes sa)rados del

    norte del pas2 /acora, considerado dios pacfico + )eneroso /aapaca o

    /hunupa (((ms conocido ho+ como -e'ado de Putre(((, dios defensor de los

    necesitados contra los poderosos Moroni, cu+a hi*a /talla /unupa fue diosa de

    los aimaras /ata*achura, dios 4tra)anios5, al que se hacan sacrificios

    anuales de seres pequeos + $icanca#ur, 4%erro del pue#lo5, deificado por los

    atacameos. 1 sa#emos que, como ha estudiado el antroplo)o Johan

    =einhard, an ho+ se realizan ceremonias, incluso con sacrificios de llamas +

    hasta de personas, para pedir un #uen ao a 'arias de estas montaas

    sa)radas del norte chileno. 6

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    hom#res petrificados el Uuetropilln, residencia de Uuetronamn, dia#lo que

    camina en un pie + al que se sacrifica#an personas *'enes el Villarrica,

    nom#re castellano del Pucanu (((del nom#re de dicho pa*arito((( o Pirepilln

    (((4dia#lo de la nie'e5((( + el $ann, cu+o nom#re mapuche si)nifica 4pen de

    la muerte5, pues mata a todos quienes osan a lle)ar a sus alturas. 9e)n la

    le+enda, estos tres ltimos 'olcanes pelearon entre s + sus respecti'os

    pillanes 4se lanzaron mutuamente llamaradas de su fue)o + pro+ectiles de roca

    + la'a ardiendo en un desplie)ue de #ra'ura + fuerza5 68, resultado de lo cual

    fue que el Villarrica qued intacto, el $ann apa)ado + el Uuetropilln mutilado,

    por lo que tam#in se lo denomina Mocho.

    &l)o ms al sur, el 'olcn :sorno, nom#re hispano que pre'aleci so#re

    ms de 'einte hermosos nom#res mapuches, tiene una linda le+enda2 dos

    *'enes enamorados ((($icara+n + Pitralpique((( murieron por sal'ar a su

    pue#lo. & raz de que su tri#u, que ha#ita#a al pie del 'olcn, se dedic a la

    molicie, fue casti)ada con una )ran erupcin que cu#ri todo de cenizas. Wn

    anciano les di*o que la solucin era sacrificar a la hi*a del cacique, $icara+n, +

    lle'ar su corazn a lo alto de una colina. 9u no'io le dio muerte, su#i su

    corazn a la cum#re + se atra'es el su+o con su lanza. Wn enorme cndor

    tom lue)o el corazn de la *o'en, se ele' por so#re el 'olcn, dio tres 'eces

    'uelta al crter + lo arro* al fue)o. %omenz a caer nie'e amarilla, la que poco

    a poco fue apa)ando las llamas + enfriando la la'a. /anta nie'e ca+ que el

    crter qued taponado, enterrando al pilln, +, al derretirse parte de ella, el

    a)ua se desliz por las laderas hacia los 'alles circundantes, limpiando los

    campos + formando los la)os $lanquihue + /odos los 9antos. 1 se)n la

    tradicin, el alma de los dos *'enes 'i'e hasta ho+ en la isla $orele+, en $aPoza, cercana a Puerto Varas.

    &l Este del 'olcn :sorno, en la frontera con &r)entina, el pico &nn, la

    cum#re de ma+or altura de las tres que presenta el monte /ronador, tiene

    tam#in sus le+endas. Wna de ellas dice relacin con su nom#re castellano2 la

    )ran montaa adi'ina la intencin de los hom#res que pasan por su cercana +,

    si stas son malas, lanza desde la cum#re sus estruendosas a'alanchas paracasti)arlos, pro'ocando )randes ruidos.

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    Junto a los pillanes, ha#itaron tam#in los 'olcanes sureos otros seres

    infernales, como &nchimalln, nio ro#ado al nacer por los #ru*os + alimentado

    con san)re humana, + 3ueauca, que produce fue)o por medio de frotacin +

    toma a 'eces la forma de un macho ca#ro.

    Pero en las montaas del territorio mapuche ha+ tam#in una di'inidad

    positi'a + protectora, que ha ori)inado un hermoso mito que entronca

    directamente con las tradicin ##lica del dilu'io uni'ersal2 /rentren), la

    serpiente(montaa que sal'a a un puado de hom#res de las a)uas

    arrastradas por \aicai, la serpiente del mar, para aho)ar a quienes han actuado

    mal. Dicho mito, que fue reco)ido por los *esuitas &lonso de :'alle + Die)o de

    =osales en el si)lo NV, tiene numerosas 'ersiones, siendo tal 'ez la ms

    completa + decidora la recopilada por 9aint($oup 6Q8, que en su momento

    culminante, expresa2

    41 ha#a muchas llamas en el cielo. 1 ha#a mucho a)ua so#re la tierra. 1 ha#a )randes ruidos en las montaas.

    1 el mar cu#ri toda la tierra.

    1 hu#o muchos )uerreros mapuches aho)ados por las a)uas. 1 hu#o muchas mu*eres aho)adas por las a)uas.5

    Pero )racias a la inter'encin de /rentren), se sal' un )rupo de

    hom#res #uenos2

    41 despus el a)ua de* de caer del cielo.1 despus hu#o )randes llamas en el cielo.

    1 despus hu#o un 'iento del Este que rechaz el mar.1 despus el a)ua de* de cu#rir la tierra.

    1 despus \aicai'il, la cule#ra enemi)a de los hom#res, 'ol'ia entrar al mar.1 despus, es todo!5

    Dicho mito ha#la del enfrentamiento de las fuerzas del #ien + del mal, lo

    que se concreta a ni'el textual en las dos cule#ras mticas. /oca la

    preocupacin humana ancestral por el sentimiento tico de la existencia + la

    posi#ilidad de casti)o, incluso colecti'o, frente a la maldad, pero tam#in

    expresa la *usticia + el amor de las potencias so#renaturales positi'as hacia

    aquellos que han o#rado rectamente.

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    cronista de nuestro pas, indica#a en 7QQO que los indios promaucaes 4adoran

    al sol + a las nie'es porque les da a)ua para re)ar las sementeras5 6O8

    $a etapa de la montaa(dios perdur mucho tiempo entre nuestros

    ind)enas2 4En esa poca 6si)lo NN8 no se ha#an extin)uido otras costum#res

    ceremoniales aplicadas a 6!8 cerros + 'olcanes5. 6>8 1 no sa#emos si en el

    alma de al)n a#ori)en chileno de nuestros das, consciente o

    inconscientemente, #rota la 'eneracin cada 'ez que o#ser'a la montaa

    infinita re'estida de nie'e + silencio o el 'olcn destructor que entene#rece el

    cielo con sus fue)os.

    En una se)unda etapa e'oluti'a, las montaas se transformaron en

    lu)ares de trnsito entre la tierra de los hom#res + el cielo de los dioses. En

    muchas de ellas, en consecuencia, los ind)enas constru+eron santuarios de

    altura, formados de pircas de piedra a modos de altares o adoratorios,

    accesi#les tan solo a los iniciados. En 'arias )randes cum#res del norte del

    pas, como los 'olcanes $icanca#ur + $lullaillaco, se han encontrado dichos

    altares + en al)unas, en poca del imperio incaico, se hicieron sacrificios

    humanos. 9e conocen siete casos de inhumacin en montaas peruanas,

    ar)entino(chilenas + chilenas2 los ne'ados %hachani, %hai + Pichu Pichu + en

    los cerros El Plomo 6frente a la ciudad de 9antia)o8, /oro, &mpato + $lullaillaco,

    en los que se encontraron esqueletos o cad'eres con)elados o momificados

    en los aos 7O>R, 7>?Q,7>RQ, 7>R, 7>>7 + 7>>>, respecti'amente.

    Del mismo modo, en muchos portezuelos o lu)ares de trnsito, se

    constru+eron apachetas que, an ho+, testimonian el rito protector para cruzarre)iones cordilleranas peli)rosas. 1 en lu)ares especiales de la cordillera, se

    ha#la de la existencia de ciudades fa#ulosas.

    En las alturas del 'olcn de Uuimal, situado al poniente del 9alar de

    &tacama, se dice que aparece en ciertos das del ao una ciudad sa)rada que

    tiene torres con 'entanas iluminadas + en la la)una de su crter estara

    sepultado el tesoro de &tahualpa. Dos 'eces al ao, en a#ril + en no'iem#re, lasom#ra del cono del 'olcn es pro+ectada por el sol poniente so#re el 'olcn

    23

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    $icanca#ur, al otro lado del salar, el que, a su 'ez, otras dos 'eces, )racias al

    sol naciente, pro+ecta la su+a so#re la masa del Uuimal, lo que ha ori)inado la

    le+enda del matrimonio de am#as cum#res.

    $a %iudad de los %sares, en cam#io, estara situada en la cordillera

    pata)nica. 9e)n al)unos, ha#ra sido construida por espaoles que hu+eron

    de :sorno + de otros po#lados destruidos por los mapuches en 7Q>> se)n

    otros, fue fundada por tripulantes de em#arcaciones naufra)adas en el

    Estrecho de Ma)allanes o por so#re'i'ientes del Puerto del 3am#re. 9u

    nom#re deri'ara del de Francisco %sar, capitn espaol cu+os hom#res, los

    4csares5, di*eron ha#er 'isto una ciudad con edificios de techos de plata,

    i)lesias + torres de *aspe + campanas de oro.

    Dice la le+enda que la %iudad de los %sares, ha#itada por inmortales,

    puede di'isarse slo en 9emana 9anta + que desaparece en'uelta en densa

    nie#la si al)uien se acerca. 9u #squeda ori)in, histricamente, expediciones

    oficiales hasta el si)lo NV, las que, si #ien no la encontraron, sir'ieron para

    explorar esos territorios cordilleranos australes. 1a en el si)lo NN, sir'i de

    tema, como 'eremos ms adelante, a tres #uenas no'elas de destacados

    escritores nacionales.

    3a+, por cierto, otras le+endas cordilleranas, narradas hasta ahora por

    arrieros + #aqueanos, que explican la formacin de las montaas o de otros

    elementos naturales de esos lu)ares, las interpretan como morada de los

    muertos o como cscara de ca'ernas disimuladas, se refieren al ori)en de la

    fauna + la flora montaesa o aclaran o cele#ran acontecimientos extraosocurridos en las alturas, cu+o recuerdo ha quedado )ra#ado para siempre en la

    memoria colecti'a. Muchos de estos relatos han sido reco)idos por el Profesor

    Dr. E'elio Eche'arra durante sus mltiples excursiones + ascensiones

    cordilleranas + pu#licadas en su antolo)a Le$endas de los Andes de Chile

    67?8, la nica existente so#re el tema.

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    LA GRANDE CORDILLERA Y ALTA SIERRA.

    *A6-78- 94 E:2+66/

    Desde el inicio de nuestra historia como pas, la cordillera ha tenido un

    espacio en los textos, historio)rficos primero + literarios despus, referidos a

    su territorio. 1 el primero de ellos dice relacin con el descu#rimiento del

    Estrecho de Ma)allanes.

    En efecto, entre los das ;7 de octu#re + ;T de no'iem#re de 7Q;?, las

    na'es de 3ernando de Ma)allanes, el descu#ridor del estrecho que lle'a su

    nom#re, cruzaron desde el :cano &tlntico al :cano Pacfico, aunque sin

    nimo de descu#rir + conquistar un pas, sino de lle)ar a las ndias una 'ez

    superada la #arrera del continente americano. /raan a #ordo al primer )rupo

    espaol que pas por territorio del actual %hile.

    El cronista de la expedicin, &ntonio Pi)afetta, entre las anotacionespropias de la na'e)acin, no pudo de*ar de destacar la impresin que le

    produ*o el paisa*e2 4Este estrecho est rodeado de montaas mu+ ele'adas +

    car)adas de nie'e5. $a misma impresin tu'o Francisco &l#o, contramaestre de

    la nao /rinidad + lue)o piloto de la Victoria, quien anot en su diario2 4En este

    estrecho ha+ muchos ancones, + las sierras son mu+ altas + ne'adas, + con

    mucho ar#oledo5. 678.

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    %omo se 'e, +a en los dos primeros textos referidos a nuestro pas, las

    montaas aparecen como el ras)o )eo)rfico ms destacado.

    $o mismo en el tercero2 el diario de Martn de Wriarte, piloto de la 9anta

    Mara de la Victoria, na'e de la expedicin del %omendador Fra+ "arca Jofr

    de $oa+sa, que cruz por se)unda 'ez el estrecho entre el O de a#ril + el ;R de

    ma+o de 7Q;R, seala que 4en la costa del sueste son montaas mu+ altas +

    llenas de nie'e, + por cima de las primeras montaas, sale una )ran montaa

    ahorcada que face dos puntas como 9anta Entre)a, sino que es mu+ alta5. 6;8

    9e refiere al denominado actualmente Monte 9armiento.

    Wna nue'a referencia a la cordillera se dio en la #itcora de la

    expedicin de &lonso de %amar)o, que en 7Q? cruz por tercera 'ez el

    Estrecho de Ma)allanes2 4!que meta dentro )randes ensenadas con unas

    montaas mu+ altas5. 6

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    cuando el Marqus don Francisco Pizarro me dio esta empresa, no ha#a

    hom#re que quisiese 'enir a esta tierra, + los que ms huan della eran los que

    truxo el &delantado don Die)o de &lma)ro, que como la desampar qued tan

    mal infamada, que como de la pestilencia huan della5 6Q8

    & pesar de aquello, en diciem#re de 7Q?, Pedro de Valdi'ia lle) al

    'alle del Mapocho, iniciando el perodo de la %onquista + su o#ra fundadora.

    %omo se sa#e, el perodo de la %onquista implic fundamentalmente la

    )uerra, el a'ance, no siempre afortunado, de los tercios hispanos hacia

    territorio mapuche, cu+o pue#lo supo oponerles una resistencia hasta entonces

    desconocida por ellos en &mrica resistencia que determin, a los T7 de

    iniciado, el trmino del perodo, el inicio de la )uerra defensi'a + el comienzo

    de la %olonia.

    En consecuencia, los conquistadores que escri#ieron en esa poca lo

    hicieron literalmente con las armas #a*o el #razo, para narrar los sucesos de la

    )uerra en que esta#an empeados., e influenciados por la 'isin renacentista,

    antropocntrica en la 'ida + en el arte que predomina#a en Europa.

    En este duro marco, es natural que el paisa*e (((+ en l el cordillerano(((,

    que fue 'isto + 'i'ido por los conquistadores, est casi totalmente ausente de

    sus o#ras. &dems, no ca#a esperar que fuese de otro modo, pues en la

    Europa del si)lo NV el sentimiento de la -aturaleza prcticamente no se dio

    como expresin artstica. ncluso en talia, pas de artistas tan sensi#les, no

    ha#a espacio para el sentimiento de la -aturaleza, como ha sealado Jaco#oAurc0hardt2 4Desde lue)o, ni en la lrica, ni en la epope+a, ni en la no'ela,

    encontramos la descripcin propiamente dicha de )randes 'isiones de paisa*e,

    ca#almente porque era otra su misin en tal enr)ico lapso5. 6R8 Era, pues, el

    momento de la pica + la crnica, am#os )neros eminentemente

    antropocntricos.

    & pesar de lo anterior, la literatura chilena escrita se inici, curiosamente,con un con*unto de documentos que, en al)una medida, hacen excepcin a lo

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    dicho2 las Cartas de Pedro de Valdi'ia. &lone, el )ran crtico, en forma

    aparentemente *ocosa, lo expresa as2 4$a primera piedra de nuestra literatura

    pesa nue'e mil 0ilos + est a los pies del 9anta $uca, mirando hacia el sur2 es

    un trozo de )ranito trado de la cordillera donde puede leerse otro sacado de la

    carta en que Pedro de Valdi'ia le cuenta a %arlos V mara'illas de %hile + le

    cuenta de su #elleza!5 6T8

    $as once cartas encontradas hasta ho+ (((se supone que de#e ha#er

    otras((( tu'ieron su ori)en en la necesidad de informar al =e+ de los sucesos

    de %hile + el fra)mento de una de ellas, a la que se refiere &lone, fechada en

    $a 9erena el de septiem#re de 7QQ, en opinin de al)unos comentaristas,

    se ha#ra de#ido no slo al real sentimiento de su autor, sino a la necesidad de

    atraer hacia este le*ano territorio hom#res + recursos, es decir, tendra sentido

    utilitarista. :tros opinan en contrario, especialmente Jaime E+za)uirre2 41 si el

    ad'ersario sir'e de acicate a su ima)inacin heroica, el paisa*e 'a ms all2 le

    toma el corazn + le afirma apasionado en la tarea difcil. $as descripciones de

    %hile que estampa en sus cartas a %arlos V son como la *ustificacin de su

    porfa en retener esta o#ra de Dios que le tiene perdido por los o*os. En esas

    frases )alanas se descu#re el trazo del artista enamorado + se preludia el

    patriotismo chileno5. 6O8

    9on escasas las referencias a la cordillera en las cartas de Pedro de

    Valdi'ia. 9i #ien l no la cruz en el sector chileno (((s recorri la sierra

    peruana(((, la tu'o constantemente a la 'ista con toda su )randiosidad +

    #elleza, lo que hace parecer incre#le que no la mencionara + en 'arias

    oportunidades orden 'ia*es a tra's de ella hacia el actual territorio ar)entino,por diferentes latitudes.

    En carta a %arlos V fechada en 9antia)o el ;R de octu#re de 7QQ;, en

    fra)mento que repite en otra de i)ual fecha al Prncipe Felipe, expresa2 4!+o

    me hall este 'erano pasado a ciento e cincuenta le)uas dl Estrecho de

    Ma)allanes8, caminando entre una cordillera que 'iene del Per + 'a

    prolon)ando todo este reino, +endo a la continua a quince e 'einte le)uas omenos de la mar, + sta tra'iesa + la corta el Estrecho.

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    4!no pude pasar de all a ca#sa de salir de la cordillera )rande un ro

    mu+ ca#daloso 6ro Aueno8, de anchor de ms de una milla, e as me su# el ro

    arri#a derecho a la sierra, + en ella hall un la)o de donde proceda el ro, que

    al parecer de todos los que all i#an conmi)o, tena hasta cuarenta le)uas de

    #oxo. De all di la 'uelta a la di#dad de Valdi'ia, porque se 'ena el in'ierno,.e

    por despachar a V. M. al %apitn &lderete 'ine a esta ciudad de 9antia)o.

    4De aqu he pro'edo dos capitanes , el uno 6Francisco de =i#era8 que

    pase la cordillera por las espaldas desta ciudad de 9antia)o e trai)a a

    ser'idum#re los naturales que desotra parte estn5.

    En este texto 'emos expresado el conocimiento )eo)rfico que Valdi'ia

    tena de esta 4cordillera que 'iene desde el Per + 'a prolon)ando todo este

    reino5, pero encontramos slo un ad*eti'o (((el nico, por lo dems, en todas las

    cartas((( que denota cierta impresin2 4cordillera )rande5.

    9i no ha+ expresin del paisa*e montaoso, se de*a constancia, en

    cam#io, del temor que su cruce pro'oca#a, especialmente a causa de la nie'e,

    se)uramente por el recuerdo del tr)ico 'ia*e de Die)o de &lma)ro. En efecto,

    en carta a %arlos V fechada en %oncepcin a ;Q de septiem#re de 7QQ

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    Ercilla lle'a#a tal 'i)a en el o*o que no 'io la sel'a araucana5. 67?8 &l)o similar

    indican Paul 'an /ie)hem2 Ercilla 4no 'e la realidad como no sea a tra's de

    Vir)ilio5 &zorn, quien opina#a que sus escasos paisa*es 4pueden ser lo mismo

    de %hile que de cualquiera re)in de Espaa con r#oles5 + "raciela llanes, al

    expresar que 4no quiso 'er el paisa*e nuestro5. 6778 Es sta la opinin de casi

    todos los expertos que han estudiado La Araucana, sintetizada por las pala#ras

    de &le*andro 'on 3um#oldt2 4-ada hace suponer en toda la epope+a de $a

    &raucana que el poeta ha+a o#ser'ado de cerca la naturaleza. $os 'olcanes

    cu#iertos de una nie'e eterna, los 'alles a#rasadores a pesar de la som#ra de

    las sel'as, los #razos de mar que se a'anzan a lo le*os en las tierras, no le han

    inspirado nada que refle*e la ima)en5 67;8 Por lo mismo, el +a citado 9olar

    %orrea no lo perdona, sealando que 4!siempre parecera inconce#i#le la

    indiferencia, o me*or, la insensi#ilidad ptica de Ercilla ante el espectculo sin

    par de nuestras re)iones sureas. -ada ha+ en el poema, ni una frase

    exclamati'a que delate su admiracin5 6788 +, en

    especial, su cordillera. 9i #ien es cierto que ella +a ha#a aparecido, como

    hemos 'isto, en la o#ra de escritores del si)lo anterior, no lo es menos que su

    presencia no ori)in all expresiones estticamente 'aliosas. %on :'alle, en

    cam#io, el tema co#r importancia por 'ez primera en la literatura chilena +

    mundialb+ se ele' a ni'eles artsticos que han hecho decir2 49u descripcin

    de los &ndes es una p)ina maestra de la literatura uni'ersal5 67?8.

    $a cordillera es un tema destacado en la o#ra mencionada, tanto

    cuantitati'a como cualitati'amente. Es cierto que dentro del plan del li#ro la

    descripcin de las montaas aparentemente slo a#re una 'isin )eo)rfica

    cu+o o#*eti'o es dar a conocer el pas, pero no lo es menos que el hecho de

    comenzar por all + de conceder al punto la extensin + la #elleza con que

    aparece, tiene amplia si)nificacin. En efecto, el Padre :'ale le dedic cuatro

    captulos completos, adems de muchos prrafos aislados en otros captulosdel li#ro, demostrando as la importancia que le otor)a#a. Pero ms que la

    extensin del asunto, llama la atencin el tratamiento admirati'o que le dio,

    descri#indola poticamente + expresando a cada momento la impresin

    profunda que la 4%ordillera -e'ada5 le produca. Ello es fruto de 'i'encias

    reiteradas, pues el sacerdote cruz en 'arias ocasiones la cordillera por el

    entonces llamado 4Paso de la %um#re5 6actual ruta de 9antia)o a Mendoza por

    el portezuelo Aerme*o, donde est situado el %risto =edentor8, como l mismo

    43

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    indica2 4Esto lo experimentan claramente los que atra'iesan esta cordillera para

    ir de %hile a %u+o, como lo he hecho +o muchas 'eces...5 6778.

    Dicha admiracin se aprecia en toda su ma)nitud en numerosos

    momentos de la o#ra, entre los que so#resale ste2 4Pero lo que he 'isto

    muchas 'eces es que cuando, despus de al)n #uen a)uacero que suele

    durar dos + tres + ms das, se descu#re esta cordillera 6porque todo el tiempo

    que dura el a)ua est cu#ierta de nu#lados8, aparece toda #lanca desde su pie

    hasta las puntas de los primeros + anteriores montes que estn delante, +

    causa una hermossima 'ista, porque el aire de aquel cielo tan puro + limpio

    que, pasando el temporal, aunque sea en lo ms ri)uroso del in'ierno, lo

    despe*a de manera que no parece l una nu#e ni se 'e en muchos das

    entonces, ra+ando el sol en aquella inmensidad de nie'es + en aquellas

    empinadas laderas + #lancos costados + cuchillas de tan dilatadas sierras,

    hacen una 'ista que an a los que nacemos all + estamos acostum#rados a

    ella, nos admira + da moti'os de ala#anzas al %riador, que tal #elleza pudo

    criar5 *1#.

    Famosos, como alta muestra de potico entusiasmo, son al)unos

    fra)mentos seleccionados, como el recin citado, en los que se ad'ierten las

    mismas caractersticas estilsticas + sim#licas antedichas. En ellos, el temple

    emocionado + la expresin superlati'a (((4muchas 'eces5, 4toda #lanca5,

    4hermossima5, 4tan puro + limpio5, 4lo ms ri)uroso5, 4muchos das5,

    4inmensidad5, 4dilatadas5, 4tal #elleza5(((, de*an en claro que, a diferencia de la

    calidad de simple o#stculo material expresado parcamente por los escritores

    del si)lo anterior, ha+ ahora una cordillera que es 'ista + apreciada como 'isinhermosa + di)na de encomio, que se 'er#aliza en pala#ras admirati'as +

    estticamente 'aliosas. En efecto, ha+ elementos del texto que lle'an a una

    dimensin distinta + alta, que no slo no se rutiniza porque se ha 4'isto muchas

    'eces5, sino que, por el contrario, por la misma razn, se ampla + enaltece. $a

    cordillera 4se descu#re5 + 4aparece toda #lanca5 de entre los nu#lados que la

    oculta#an. 3a+ aqu el sentido de de'elar lo oculto, de recuperar la ma)ia de la

    4aparicin5 en la forma de un o#*eto que 'e realzada su di)nidad (((4toda#lanca5((( por los fenmenos que la acompaan, positi'os a ca#alidad2 4es el

    44

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    aire de aquel cielo tan puro + limpio5, 4no parece en l una nu#e5, 4ra+ando el

    sol en aquella inmensidad5. 3a+ una pureza total, un espacio inmaculado en el

    que todo con'er)e a la mostracin de una montaa que es incluso destacada

    por los ra+os solares2 la 'isin de la montaa mtica que, sin em#ar)o, a

    diferencia de aquella que se transforma#a en la di'inidad misma para los

    ind)enas, es aqu un elemento creado por Dios para entre)arnos una #elleza

    que de#emos a)radecer.

    9e ad'ierte, en otro sentido, que este fra)mento contiene tam#in los

    elementos propios del Aarroco, imperante entonces en Europa2 el *ue)o

    contrastante de claroscuros, la 'isin que se 'a haciendo + que nunca es total

    ((((4empinadas laderas + #lancos costados + cuchillas de tan dilatadas

    sierras5(((, el sentido orientador hacia la di'inidad, la impresin esencialmente

    'isual (((lo dicho casi se perci#e con los o*os(((, la sonoridad de los 'oca#los, la

    acumulacin de elementos +, so#re todo, el apasionamiento con que se

    expresa el sentimiento + el sentido de trascendencia entre'isto en una realidad

    natural.

    %a#e destacar, tam#in, que el salto 'alorati'o que 'a desde la

    expresin de la cordillera considerada simple o#stculo natural al extremo

    opuesto, en que co#ra la dimensin de alta creacin di'ina, no constitu+e parte

    de la e'olucin natural de la expresin del sentimiento de la montaa en

    nuestras letras, sino que, como excepcin, + precisamente por contraste, lle)a

    en forma directa al punto en que los dems escritores, en un lento desarrollo,

    slo alcanzarn si)los ms tarde. $a percepcin intuiti'a + profunda del padre

    :'alle, en consecuencia, mantiene la lnea que los ind)enas sostu'ieron, apesar de la 'isin, o falta de 'isin, de sus contemporneos.

    $a 'i'encia directa de la cordillera que el escritor *esuita tu'o, adems de

    producir el asom#ro sealado + su expresin potica en pala#ras *ustas +

    decidores (((lo que le si)nific adems ser reconocido como autoridad del

    idioma(((, posi#ilit la descripcin, siempre literaria, de una serie de

    caractersticas )eo)rficas + de fenmenos propios de la montaa. Desde estaperspecti'a, en su o#ra ha+ anotaciones en relacin con2

    45

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    ( la altura2 4!la hace admira#le, lo primero, su inmensa altura. Esta es

    tan )rande, que )astamos tres o cuatros das en la su#ida a la cum#re ms alta

    + otros tantos en la #a*ada!5 *13. En relacin con esto, :'alle, ha#lando de la

    tradicin del dilu'io entre los ind)enas chilenos, expresa que las montaas de

    nuestro pas son las ms altas del nue'o Mundo2 4porque si pudieran

    pre'alecer al)unos montes contra las a)uas del dilu'io, ha#an de ser los de su

    pas, por ser los ms altos que se conocen5 *1= ase'eracin que, exceptuando

    el monte &conca)ua, ar)entino, es exacta.

    ( la cantidad de nie'e2 43ace lo se)undo admira#le esta cordillera la

    inmensa nie'e que cae so#re ella el in'ierno, la cual es tanta, que con ser

    estos montes tan altos + tan dilatados, + tener de dimetro cuarenta le)uas, no

    queda en todos ellos parte nin)una que no se cu#ra de ella...5 *15.

    ( el fro2 4+ confieso que era tan intenso el fro, que pareca de diferente

    especie que los ms ri)urosos que he experimentado en las ndias + en

    Europa, + como por entonces an no ha#a comenzado a llo'er ni ne'ar, era el

    fro tan seco, que a#ra las manos + desolla#a la cara, + an en las mesmas

    peas haca efecto...5 1(.

    ( $a diferencia entre las 'ertientes chilena + ar)entina de la cordillera2

    4%ol)ese esto mu+ claro de la diferencia que se experimenta, cuando se pasa

    esta cordillera entre la una + otra #anda, que miran la una al oriente + la otra al

    occidente, la cual es tanta, que parecen dos mundos opuestos + que puso Dios

    estos montes que di'iden por ra+a + muro que detu'iese el paso a laspenalidades + destemple de la parte oriental, donde caen las pro'incias de

    %u+o + )o#ernacin de /ucumn, para que no pertur#asen la tranquilidad +

    #uenas cualidades que se )ozan en la occidental..5 *1).

    ( $a puna2 4...padecen )randes con)o*as + arcadas + 'mitos, porque no

    ha+ cosa que con ms fuerza ni ms apriesa altere que la mudanza del aire +

    como el de este para*e es tan improporcionado a la respiracin humana, causa

    46

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    en los que pasan por all los admira#les + penosos efectos que experimentan5*1".

    ( $a electricidad esttica2 4...porque las exhalaciones + dems

    meteorol)icas impresiones que de ac de la tierra 'emos tan le'antadas en el

    aire, que al)unas 'eces las *uz)amos estrellas, se 'en all por entre los pies de

    las mulas, espantndolas + chamuscndoles las ore*as5 *1%.

    ( $as erupciones 'olcnicas2 4...fue en tanta cantidad la piedra que arro*

    el 'olcn + tan encendida la multitud de ceniza ardiendo que ca+ en el ro de

    &lipn, que ardan las a)uas de manera que cocieron cuanto pescado ha#a en

    l...5 *#0. 6=ecordemos que :'alle menciona diecisis 'olcanes en el captulo

    V del $i#ro de su o#ra.8

    -ada escapa al o*o admirado del *esuita2 se podra se)uir e*emplificando

    cada aspecto que su pluma eficaz descri#e con tanta precisin como

    hermosura. 3a+ #elleza, terri#le #elleza, incluso en la narracin del cruce de

    los &ndes de %opiap por Die)o de &lma)ro + sus hom#res, trozo que

    destacamos porque, adems de su 'alor intrnseco, complementa, las

    informaciones que so#re el particular entre)aron los compaeros del

    descu#ridor de %hile + desarrolla la idea del temor a la cordillera, expresada

    anteriormente por Pedro de Valdi'ia + "n)ora Marmole*o.

    En dicho fra)mento es decidor el contraste que se produce entre las

    frases iniciales del texto (((4para consuelo5. 4saliendo ltimamente de una

    que#rada5, 4cuando pensaron hallar a la salida al)n remedio5, expresionesque permiten suponer el trmino de los pro#lemas que el 'ia*e ha#a

    ori)inado((( + la #rutal fuerza de la continuacin2 4dan en los ne'ados montes

    de la cordillera5. Es cierto que el 4cuando pensaron5 ha#a anticipado de al)n

    modo la posi#ilidad de lo que si)ue, pero ello no aminora el efecto de la forma

    'er#al, ese 4dan5 que en su #re'edad destru+e toda esperanza. $a idea de la

    montaa o#stculo es patente2 el adelantado comienza a 4em#estir a la

    cordillera5 4al penetrar5 en ella no 4topa#an5 sino nie'e 4se cerra#a ms + msel paso5. Por otra parte, a diferencia del paisa*e admira#le para el padre

    47

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    :'alle, ha+ ahora elementos ne)ati'os que se su#ra+an2 4altsimas nie'es5 que

    entra#an la marcha, 4fro + 'iento que les traspasa#a las entradas5. $os

    elementos naturales, adems, afectan anmicamente2 4+ cada 'ez parece que

    se cerra#a ms + ms el paso + la esperanza de salir de aquel peli)ro5.

    $a atmsfera que el texto crea lue)o es enorme + seala el triunfo casi

    a#soluto de una montaa aterradora, con sus asperezas, nie'e + aire fro,

    so#re los po#res hom#res que se atre'an a enfrentarla. Ms que las cifras de

    muertos que se citan, a'aladas por la autoridad del historiador "arcilaso,

    impresiona la forma directa, simple + fuerte con que el hecho se relata2 4el otro

    se arrima#a a una pea, + se queda#a riendo de fro, estacado en ella, como si

    fuera de palo.5

    9in em#ar)o, aparte de este relato excepcional del cruce de &lma)ro,

    hecho en que se funda la 'isin de la montaa o#stculo, + contrastando

    a#solutamente con l, tanta fue la admiracin del padre :'alle por el paisa*e

    andino que, en su recreacin esttica, no se content con decir en tono ma+or

    la cordillera, sino que lle) a considerarla #ase de la #elleza del resto del

    paisa*e nacional2 4Fund el &utor de la naturaleza la ma+or parte de la

    fecundidad + amena hermosura de los chilenos campos en esta su cordillera,

    en quien, como en #anco que no quie#ra, deposit su riqueza para ase)urar el

    anual tri#uto de tantos + tan copiosos ros, fuentes + arro+os, con que los

    fertiliza + enriquece...5 *#1.

    B& qu puede de#erse que :'alle cante entusiasmado a la cordillera

    andinaC 9in duda, es una excepcin nota#le a lo que postul#amos en nuestrahiptesis, pues en aquel momento recin comenza#a la lenta e'olucin hacia

    una recuperacin del sentido ori)inario que tu'o la montaa, que fuera

    perci#ido + expresado con tanta fuerza por los ind)enas. $a respuesta ha#ra

    que #uscarla no slo en la le*ana de la patria, que produ*o, ciertamente, una

    idealizacin en la descripcin, sino ms #ien en lo que postulara 3u)o Montes

    en su ponencia 4$a poesa + el ser de los chilenos5 a las 9ptimas Jornadas

    -acionales de %ultura, or)anizadas por la Wni'ersidad de %hile en 7>O;*##

    2 siera una proeza ir a %hile, si para ello ha#a que 'encer cordilleras, desiertos +

    48

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    mares tempestuosos si %hile era un territorio aislado que exi)a esfuerzos para

    su descu#rimiento, el esfuerzo 'ala la pena, pues lo que se descu#re + se

    conquista con dificultad es #ueno, hermoso, frtil, fuerte. %hile, por tanto (((+

    as lo expresa :'alle(((, es un pas soado, pas con nim#o + con rostro

    definido, con un alto destino. 1 en el sueo, la cordillera (((ele'acin,

    )randeza((( tiene un lu)ar de pri'ile)io que :'alle pri'ile)ia tam#in en su

    o#ra.

    $a pala#ra admirati'a del *esuita crea el mito + a+uda, sin duda, a que se

    retome el camino hacia el reencuentro con la cordillera sa)rada.

    $a ist#rica Relaci#n del Reino de Chilenos presenta el )ran canto

    cordillerano que hemos comentado, del que, entre sus muchos mritos,

    so#resale el de ha#er instalado, ms de cien aos antes de que =ousseau lo

    hiciera en Europa, 4definiti'amente la masa andina en nuestra literatura *#3.

    ^

    $a otra )ran fi)ura de la literatura chilena del si)lo NV es el padre Die)o

    de =osales, 4contemporneo de :'alle + hermano su+o en reli)in, aunque tan

    distinto de l tanto que, al lado su+o, e'oca en cierto modo la inmortal pare*a

    de %er'antes, pues, mientras aqul, amador de la #elleza, 4'a por aquellos

    montes pisando nu#es5, inclnase el otro al suelo + examina, sin demasiada

    confianza, dnde 'a a poner el pie5 *#=.

    Espaol de nacimiento, 'i'i ms de la mitad de su 'ida en %hile,sintiendo un )ran cario por su territorio + su )ente (((lle) a ha#lar el

    mapudun)un((( )racias a los recorridos permanentes de sus apartados

    rincones, que escudria#a siempre con un afn cientfico, anunciador del si)lo

    de la razn que se acerca#a.

    $a 'i'encia directa (((4de todo o cual he sido testi)o de 'ista, que es

    calificacin de la historia + crdito de la 'erdad, que es el alma de ella5*#5

    (((determin al padre =osales a escri#ir su istoria General del el Re$no de

    49

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    Chile/ 3landes Indiano, terminada de redactar hacia 7RT, aunque permaneci

    indita hasta 7OTT, ao en que la pu#lic Aen*amn Vicua Mac0enna historia

    que 4sir'i de fuente a la histrica relacin del =eino de %hile, de don &lonso

    de :'alle5 *#(, + en la que su autor 4puso a contri#ucin del tra#a*o de sus

    predecesores + especialmente a la crnica ho+ perdida de 9otelo de =oma+,

    4$a &raucana5 + 4El Purn ndmito5 las noticias que reco)i de los militares de

    la )uerra de &rauco + los conocimientos cientficos de su poca5 *#).

    $a posicin del padre =osales frente a la naturaleza (((espritu

    o#ser'ador(((, ha sido re'isada por Eduardo 9olar %orrea2 4Mucho asunto

    dieron a los poetas (((dice((( las cristalinas fuentes de la cordillera ne'ada + su

    martima, por 'erlas descol)arse de los riscos esparciendo al*far!. 9olamente

    har mencin de al)unas que son pro'echosas para la salud.

    4Estamos, sin duda, en presencia de un hom#re prctico. -o admira la

    naturaleza, por lo menos, en lo que tiene de #ello. -unca o casi nunca

    descri#e un paisa*e. ndica, a lo ms rpidamente, las peculiaridades externas

    del sitio + pasa adelante, premioso de explicarnos sus condiciones climatricas,

    o la calidad del suelo, +a rico en minas o a#untadas en casa, o )eneroso de

    productos a)rcolas. Destin (((es cierto((( al)una #re'e + hermosa p)ina a la

    cordillera, pero no o#stante ha#erla atra'esado cuatro 'eces, no la 'io por s

    mismo sino por los o*os de :'alle. En cam#io, las ma)nificencias del sur, que

    :'alle no pudo descri#ir porque no conoci, pasan inad'ertidas para =osales,

    que recorri sus ms escondidos + pintorescos meandros.

    6!8

    4/iene, sin em#ar)o, =osales al)unos fu)aces aciertos )rficos, di)nos

    de al)n pintor impresionista o de modernsima pluma2 4$a %ordillera de %hile

    es una muralla de so#er#ios montes que le cercan, amontonndose unos so#re

    otros! 1 ese montn de montones amontonados!5 Pero slo son hallaz)os

    de expresin, cosa externa, ad'enticia2 fltale ese calor, ese entusiasmo cordial

    que en todo momento respiran las p)inas de la 3istrica =elacin. &ldescri#ir los &ndes, ms que a su imponente #elleza, atiende a los di'ersos

    50

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    pasos + caminos, a los ries)os que ofrecen, a las pocas en que aquellos

    desfiladeros oponen menores dificultades al 'iandante, + a la temperatura, el

    enrarecimiento del aire en suma, a todo lo que puede ofrecer un inters

    cientfico o ser de utilidad prctica5 *#".

    $o anterior es efecti'o2 por so#re al)unas hermosas + entusiastas

    descripciones que, en estilo sencillo + atracti'o, aparecen de tarde en tarde en

    su o#ra, prima, en todo caso, la 'isin del *esuita estudioso. En relacin con la

    cordillera, en la istoria General de el Re$no de Chile4 3landes Indiano , ha+

    dos captulos completos2 $i#ro , %ap. 2 4De la )ran cordillera ne'ada + de la

    di'ersidad de sus temperamentos5 + $i#ro , %ap. V2 4De los 'olcanes de la

    cordillera!5. En ellos se pueden destacar 'arias o#ser'aciones mu+ 'aliosas, +

    al)unas anticipadas a su poca, so#re los si)uientes aspectos, principalmente2

    ( altura. &l i)ual que el Padre :'alle, =osales destaca que estas

    montaas su#en 4a tan )rande altura que so#repu*an con mucho las nu#es 6!8

    + son en su comparacin nios o pi)meos los &lpes, los Pirineos + &peninos de

    talia + otros )i)antes de so#er#ia )randeza5 *#%. Pero, adems, hace una

    o#ser'acin importante2 4En %hile es ms encum#rada esta cordillera que en el

    Per + Uuito5 *30 importante no slo por la exactitud de lo afirmado, sino

    porque en aquel tiempo se considera#a al %him#orazo, )ran cum#re cercana a

    la capital del Ecuador, como la montaa ms alta no slo de &mrica, sino del

    mundo. *31 9i :'alle fue el primero en traer la cordillera a la literatura mundial,

    =osales lo fue en romper un error que Europa reconoci slo un si)lo ms

    tarde.

    ( toponimia. Es e'idente la preocupacin del *esuita por el pro#lema de

    los nom#res )eo)rficos2 no se limita a mencionar los topnimos al uso, sino

    que reco)e toda la informacin posi#le + explica su ori)en2 4Denomnanse 6los

    'olcanes8 por la cercana de los lu)ares ms conocidos, con quien se carean

    6!8 el de &ntoco, que con ms 'ul)ar nom#re se dice el de la silla de Vellu)a

    6!8 %hod)ueco, que los mapistas llaman :sorno5 *3#. En este aspecto, la

    principal o#ser'acin se refiere a la denominacin )lo#al de la cordillera,llamada hasta entonces, simplemente, %ordillera -e'ada, 9ierra -e'ada,

    51

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    %ordillera de %hile, etc., an cuando los espaoles $pez de Velasco + &ntonio

    de 3errera, en 7QT + 7R?7, respecti'amente, ha#an recurrido al topnimo

    4&ndes5 como unificador de todo el sistema oro)rfico sudamericano *33. Esto

    ltimo es indicado por el Padre =osales, que es el primero en sealar el hecho

    en %hile, introduciendo as dicha denominacin como )eneral para nuestra

    cordillera2 4Muda nom#res se)n los re+nos + pro'incias que rodea, porque en

    la -ue'a Espaa se llama Madre 9ierra, en el Per 9ierra de Pariacaca, Punas

    o cordillera de los &ndes. Este ltimo nom#re es el ms conocido + usado de

    los cosm)rafos en los mapas + ta#las )eo)rficas, con el cual si)nifican los

    montes, no slo de la demarcacin del Per, sino tam#in los que descuellan

    en este =e+no de %hile5 *3=.

    ( formas de cruzar la cordillera. El Padre =osales, con su

    conocimiento prctico (((atra'es cuatro 'eces el paso de $a %um#re +

    recorri las laderas del 'olcn Villarrica(((, destru+e el temor de la cordillera.

    En efecto, refirindose al 'ia*e de &lma)ro por el paso de 9an Francisco,

    expresa2 4Este puerto por donde se a#re + passa la cordillera ne'ada est en

    para*e de ;R )rados australes, + si se passa en #uen tiempo + en 'erano no

    tiene ries)o nin)uno, pero si lo quieren pasar en hi#ierno es peli)rossimo!5*35.

    El *esuita sa#e que la cordillera presenta numerosos pasos (((4a#ras que haze

    mu+ )randes5 *3(((( + que 4el camino de &conca)ua es el ms usado, pero de

    su#idas altsimas 6!8 + si se passa con nie'a es peli)rossima + difcil la

    su#ida!5*3) + conoce cmo se recorren al)unos tramos inclinados2 4an la

    #a*ada la suelen muchos #a*ar sentndose en un pelle*o + de*ndose rodar. El

    illustrssimo o#ispo D. Fra+ "aspar de Villarroel 6!8 la #a* atado con una so)a

    + sentado en un pelle*o, de*ndose rodar + descol)ar de tanta altura!5 *3". $oms interesante a este respecto, es la descripcin que el sacerdote hace de

    una especie de raqueta usada por los indios pehuenches para caminar por

    terrenos ne'ados2 4+ los indios de )uerra, aunque a+a mucha nie'e, passan

    ponindose unos zapatos que hazen de coleos, muchos como chapn, con que

    passan sin undirse en la nie'e quando quieren!5*3%.

    En los captulos correspondientes a las montaas, el Padre =osales damuestra de su calidad de escritor + de la importancia que asi)na a las

    52

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    montaas. Ellos forman parte de la descripcin )eo)rfica que el sacerdote

    hace del pas, en la que, al i)ual que lo acontecido en la o#ra del padre :'alle,

    les da especial importancia. 9us mismos ttulos +a ha#lan de un espritu no

    contemplati'o, sino, por el contrario, casi cientfico, que en )ran medida

    anticipa la 'isin neoclsica que lue)o 'endr. El detalle preciso, la

    o#ser'acin exacta, la medida, el inters toponmico, el afn de 'isualizar todos

    los aspectos posi#les de su conformacin + de sus caractersticas, son los

    ras)os rele'antes de estos textos que slo presentan descripciones, lo que los

    hace secos desde una perspecti'a literaria, a pesar de al)n momento en que

    el escritor pareciera li#erar su emocin frente a la #elleza natural2 4En las

    maanas de la prima'era, quando el sol an no ha calentado el aire, es

    deleitosa la 'ista de estos 'olcanes, porque unas 'aras altas + derechas de

    plateado humo, remontndose inflexi#les )rande espacio + extendido trecho,

    hasta que co#rando altura se esparcen en hermosos penachos ondeados que

    creciendo se encrespan + arrollan formando 'istosas nu#es!5 Es excepcin,

    sin em#ar)o, pues de inmediato se retorna al dato escueto, a la informacin

    a)uda e interesante, pero ale*ada de toda moti'acin esttica.

    En todo caso, ha+ +a un a'ance importante, que implica la superacin de

    la 'isin del si)lo anterior como montaa(o#stculo + el inicio de una curiosidad

    que, aunque slo cu#ra el m#ito de las ciencias naturales, marca el camino de

    la aproximacin de nuestros escritores a la cordillera.

    El padre =osales, con su pra)matismo, nos ha entre)ado la 'isin

    cordillerana que falta#a para contemplar la expresin, fundamentalmente

    potica, del padre :'alle. Entre am#os, todo el sector chileno de la %ordillerade los &ndes ha sido trado ca#almente a nuestra literatura.

    ^

    3a+ otras crnicas escritas en el si)lo NV2 recordemos, entre muchas,

    las de &l'arez de /oledo, &rias de 9aa'edra, "onzlez de -*era + 9antia)o

    /esillo, adems del Cautiverio feli., de Francisco -ez de Pineda + Aascuan.En ellas, la cordillera casi no aparece o lo hace sin ma+or 'alor literario, por lo

    53

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    que no las consideraremos. En todo caso, las dos )randes fi)uras recin

    comentadas son suficientes para *ustificar un si)lo de nuestras letras + para

    colocar a stas en la primera p)ina de la historia de la literatura montaesa

    mundial.

    ^

    $as alturas literarias alcanzadas por los *esuitas :'alle + =osales, en

    )eneral + especficamente en nuestro tema, no i#an a repetirse en la centuria

    si)uiente. En efecto, del si)lo NV (((si)lo de las luces, tal 'ez escasas

    entonces en %hile((( hemos conser'ado fundamentalmente crnicas2

    4-ue'amente, multitud de historiadores de %hile cuentan + 'uel'en a contar las

    hazaas del pasado5, ha dicho &lone *=0. Ellas constitu+en tra#a*os de se)unda

    mano, #asados en las crnicas primiti'as. Pero a su lado, como culminacin

    del impulso ascendente que si)ui a la noche literaria de los dos primeros

    tercios del si)lo 6impulso que#rado por la expulsin de los *esuitas pero que

    floreci en talia, donde muchos se exiliaron8, aparecen dos fi)uras de

    excepcin que 4por su propio esfuerzo, sin a+uda de nadie, alcanzaron un

    presti)io que no ha conquistado despus nin)n otro, tan extenso, tan dura#le,

    de tal ele'ada cate)ora5 *=12 Molina + $acunza. Es cierto que no fueron

    escritores en el sentido pertinente del trmino, pero no lo es menos que ha+

    razones fundadas para considerarlos aqu, tal como lo seala &lone2 4$a

    historia de las #ellas letras podra, en ri)or, omitirlos2 uno fue naturalista + el

    otro telo)o, + aunque am#os escri#ieron #ien + soaron mucho, sera

    irrespetuoso colocar sus o#ras entre los )neros de ficcin. Pero el m#ito de

    la pala#ra 4$iteratura5 es 'asto + nos empo#receramos demasiado sin stosque, a su manera, la culti'aron5*=#.

    Juan )nacio Molina + "onzlez fue 4la ms no#le + la ms alta fi)ura

    intelectual nacida en nuestro suelo5, al decir de Francisco &ntonio Encina *53.

    Desterrado en mola, talia, lue)o de la expulsin de su :rden, + 'i'o el

    recuerdo de la le*ana patria, decidi, como :'alle lo hiciera ciento treinta aos

    antes, darla a conocer al Vie*o %ontinente2 4$a Europa 'uel'e al presente todasu atencin hacia la &mrica, deseando conocer con erudita curiosidad, la

    54

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    di'ersidad de sus climas, la estructura de sus montes!5 *5=. &pareci as, en

    7TTR, en italiano, el Compendio *ella storia geografica/ naturale e civile del

    regno de Chili + seis aos despus, en Aolonia, la o#ra que le dio cele#ridad

    mundial2 5aggio sulla storia naturale del Chili, traducida pronto a 'arios

    idiomas.

    -o es el momento de recordar la #io)rafa del ilustre naturalista sin

    em#ar)o, interesa a nuestro tema transcri#ir lo que Francisco &ntonio Encina

    relata so#re su muerte2 4%amila `ini, la empleada que lo cuid 6!8 refiri a

    Vicua Mac0enna en 7OQR que, durante el delirio pro'ocado por la fie#re, no

    ces de pedir a)ua fresca de la cordillera de %hile5 *55. Ello resume 'italmente

    la importancia que el sa#io otor)a#a a la cordillera, explcita, por lo dems, en

    su o#ra2 5! as como la prosperidad de talia, se deri'a sin duda de las dos

    predichas cadenas de montes, la del reino de %hile depende totalmente de sus

    cordilleras5 *5(.

    Dado que Molina fue so#re todo un cientfico, su admiracin por la mole

    andina casi no se exterioriza en sus escritos, sal'o en al)una frase aislada que

    se desliza, em#ellecindolos, entre elucu#raciones e informaciones eruditas.

    3e aqu un e*emplo2 4-o sucede as en la cordillera, en donde es tanta la nie'e

    que cae desde el mes de a#ril hasta el de no'iem#re, que se conser'a en ella

    perpetuamente, haciendo impractica#le en la ma+or parte del ao el trnsito de

    aquella montaa, cu+as altsimas cum#res, siempre #lancas i relucientes,

    forman una perspecti'a mara'illosa5 *5).

    En )eneral, la 'isin que da el a#ate Molina de la %ordillera es polmica+ docta. E*emplifican este aserto tres fra)mentos2 el primero so#re el pro#lema

    de la altitud de nuestras montaas, el se)undo acerca de la causa de la )ran

    cantidad de 'olcanes que en ellas existe + el tercero en torno a los caminos

    cordilleranos.

    En relacin con lo primero, Molina expresa 41o no tu'e ocasin

    oportuna para medir la enorme ele'acin de unos montes, que los naturalesase)uran se ele'an ms de ;?.??? pies so#re el ni'el del mar. El conde de

    55

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    Aufn dice que los montes ms altos del )lo#o se encuentran hacia el

    Ecuador ms ha#iendo +o 'isto i medido con la 'ista los del Per i los de %hile,

    dudo mucho de la 'erdad de aquel axioma, i no estoi mui distante de adherir al

    dictamen de Mr. Aertrand, el cual dice que2 4+a se ha ne)ado, sin que lo

    contradi)an con fundamento, que las montaas ms altas se encuentran

    de#a*o del Ecuador, pues los &ndes se ele'an a proporcin que se ale*an de l5*5".

    9o#re lo se)undo, indica2 (4$a )ran copia de materias sulfreas,

    #etuminosas i nitrosas que all se encuentran, es la causa de la ma+or parte de

    los meteoros, cu+os materiales, encendidos en las entraas de la tierra con la

    inflamacin de las piritas sulfreas i ferru*inosas, causadas de la humedad de

    las a)uas su#terrneas, se manifiestan en la multitud de 'olcanes que se

    encuentran en la cordillera5 *5%.

    1 en torno a lo tercera, seala2 (4$os caminos que hai practica#les en la

    cordillera chilena, no son ms que ocho o nue'e, siendo el ms frecuentado de

    todos, el que 'a desde la pro'incia de &conca)ua a la de %u+o pero este

    camino, en cu+o paso se )astan por lo menos ocho das, est cortado con

    mucha frecuencia con los profundsimos #arrancos que forman los ros %hile +

    Mendoza, i costeado de altsimos montes cortados perpendicularmente. El

    estrecho sendero que queda entre estos precipicios, es tan spero i de tan mal

    huello, que los caminantes se 'en a cada paso en la precisin de apearse de

    sus mulas 6que son las nicas ca#alleras que pueden hacer aquel camino8,

    prefiriendo el marchar a pie, no pasando ao al)uno sin que se precipiten en

    aquellos ros al)unas #estias de car)a #ien que estos despeaderos no si)uenpor todo el camino, pues se encuentran en l alternati'amente al)unas

    a)rada#les i amenas llanuras donde hacen alto caminantes. &qu fue donde

    los incas hicieron construir, cuando so*uz)aron la pro'incia de %u+o i las

    pro'incias #oreales de %hile, al)unas casas de piedra para alo*amiento de sus

    oficiales, i de las cuales unas se han arruinado i otras permanecen enteras.

    $os espaoles han fa#ricado al)unas ms para ma+or comodidad de aquel

    trnsito5*(0

    .

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    -o ha+ en Molina len)ua*e literario, ni era posi#le esperarlo pero s ha+,

    en el ha#lar sencillo + directo del naturalista, admirado por la alta

    intelectualidad cientfica europea, un amor exaltado por su patria + un

    enamoramiento de la cordillera(((+, por supuesto, de toda la naturaleza((( que

    *ustifica plenamente su inclusin en este tra#a*o.

    ^

    En relacin con nuestro tema, adems de Juan )nacio Molina, pues

    Manuel $acunza ascendi cum#res ms espirituales que oro)rficas,

    pertenecen los nom#res de Pedro de %rdo#a + Fi)ueroa, Mi)uel de :li'ares,

    Felipe "mez de Vidaurre + Jos Prez "arca. /odos, en al)una medida, se

    preocuparon de la montaa chilena, si)uiendo el e*emplo de :'alle, aunque en

    )eneral con poco 'alor literario + a menudo sin ori)inalidad, limitndose a

    sintetizar, repitiendo incluso prrafos enteros, lo expresado por la )ran fi)ura

    del si)lo anterior.

    Pedro de %rdo#a + Fi)ueroa, representante de 4la mentalidad + la

    profunda decadencia literaria de los dos primeros tercios del si)lo NV5 *=3,

    dedic el captulo N de su istoria de Chile *==a contar la 49ituacin del reino

    de %hile. 9u extensin + descripcin de su famosa cordillera5 captulo que se

    #asa en la ist#rica Relaci#n de el Re$no de Chile , en parte casi textualmente

    copiada + a menudo con la indicacin de 4el Padre &lonso de :'alle en su

    3istoria dice!5 /al copia, afeada incluso por los retoques, es ms notoria

    toda'a en la narracin del cruce de la cordillera de &lma)ro *=5.

    El Padre Mi)uel de :li'ares, *esuita que, a diferencia del historiador

    anterior, 4alcanza en ocasiones una rara hermosura de len)ua*e5 *=(, es una

    muestra de la reaccin que super la decadencia anterior. En su istoria

    militar/ civil $ sagrada de lo acaecido en la con&uista $ pacificaci#n del reino de

    Chile, dedicada especialmente a descri#ir al hom#re + la sociedad del pas,

    indica que 4todos los que han dado noticias de este reino en relacionesimpresas o manuscritas han hecho mencin de esta cordillera, + es ciertamente

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    di)na de que no se pase en silencio porque dado que ha+a en el resto del

    mundo otros montes de ms so#er#ia ele'acin, de*ndolos a sal'o las )lorias

    de este exceso si es 'erdadero, con todo es cosa fuera de duda que en la

    extensin, nin)una sierra del or#e se pueden comparar con las de %hile5 *=).

    $os captulos + de la o#ra de :li'ares tratan 4De la cordillera de

    %hile + particularidades de ella5, sealando al)unas )eneralidades tomadas de

    la o#ra de :'alle, centradas lue)o en la descripcin del paso trasandino ms

    frecuentado, 4el que llaman de 9anta(=osa, por donde el camino que llaman de

    la ciudad de 9antia)o a la de Mendoza es de esta suerte!5 *=".

    $a o#ra de :li'ares, en todo momento, delata el espritu neoclsico. &s,

    por e*emplo, cuando descri#e el 'olcn Villarrica2 4XDisforme )randezaY & la cual

    hacen )raciosa + #ella + el cristal de su nie'e, que hermosea su cum#re + las

    'i'as esmeraldas de 'erdes tapices, con que adornan + cu#ren con ma*estad

    su falda por lo cual podramos llamarlo con locucin a un tiempo fi)urada +

    propia el "aln de los Montes, o coloceros, como llamaron los romanos con

    'oz )rie)a a aquel #ellsimo )i)antn 9cio Prsculo5 *=%.

    -o ha+ tampoco inno'acin en Felipe "mez de Vidaurre, tam#in

    *esuita, cu+a istoria geogr+fica/ natural $ civil del Reino de Chile *504no tiene

    )ran 'alor histrico ni cientfico + literariamente se halla mu+ por de#a*o de las

    crnicas de :'alle, =osales + :li'ares5 *51. De los dos captulos que dedica a

    la cordillera ((($i#ro , cap. V2 4&ndes o %ordillera5 + $i#ro , cap. NV2 4Volcanes

    del =eino de %hile5(((, slo ca#e decir que imita a :'alle + se repite con el

    tra#a*o del a#ate Molina, siendo el de ste, como 'eremos, mu+ superior enforma + contenido. 9in em#ar)o, ha+ un fra)mento interesante por la

    informacin que entre)a acerca de la construccin de los anti)uos refu)ios que

    toda'a ho+ se 'en en el camino entre $os &ndes + Mendoza2 4Por Ma+o se

    cierra del todo, + slo los correos p#licos + particulares, con sumo peli)ro, se

    atre'en a pasarla + lle'ados del )randsimo emolumento con que son + han

    sido hasta ahora pa)ados. Muchos de stos han quedado 'ctimas de su

    atre'imiento + con'ertidos en estatuas de hielo.

    58

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    4Mo'ido a compasin por seme*antes desastres, el piadoso nimo del

    )o#ernador don &ntonio "uill "onza)a, en estos ltimos tiempos ide construir

    unas pequeas casas que sir'iesen de refu)io en los tiempos ms apretados,

    mandando un in)eniero en tiempo #ueno con )ente + las pro'idencias

    necesarias para poner e*ecucin el +a formado pro+ecto. 3icironse tres casas

    aquel ao del mil setecientos setenta + seis. Efecti'amente, han sido un

    preser'ati'o )rande pues desde esta poca no ha perecido sino uno!

    Pro#ado por al)unos aos el feliz efecto que ha#a resultado de aquellas tres

    casas, se han fa#ricado cuatro ms para ma+or se)uridad de los correos que

    'an + 'ienen constantemente todos los aos5 *5#.

    ^

    :tros dos escritores que adquirieron lu)ar en las letras nacionales del

    si)lo NV con su o#ra historio)rfica, fueron Jos Prez "arca + Vicente

    %ar'allo + "o+eneche.

    El primero dedic, en relacin al tema que nos ocupa, #re'e parte del

    captulo del $i#ro de su istoria natural/ militar/ civil $ sagrada del reino de

    Chile *(1 a descri#ir la cordillera a #ase de citas de %rdo#a + Fi)ueroa +

    :li'ares. El se)undo, simplemente omiti el asunto. Por lo dems, a estas

    alturas del si)lo, el tratamiento del tema de la montaa +a ha#a perdido casi

    totalmente su calidad literaria, pasando a ser mera informacin )eo)rfica,

    cosa normal en o#ras creadas por historiadores + no por artistas, + cu+a

    orientacin era dictada por el espritu racional de la poca. =ecordemos

    incluso que nuestra %ordillera %entral, hacia 7T>?, era +a o#*eto dein'esti)aciones cientficas, e*emplo de lo cual puede 'erse en *escripci#n del

    Re$no de Chile, de /haddeus Pere)rinus 3aen0e *(#.

    ^

    Extraar que, desde la prosa potica de &lonso de :'alle, no ha+amos

    mencionado o#ras del )nero lrico. -o era pertinente hacerlo, pues 4la poesadel perodo colonial no ha dado a las letras chilenas 'alores de alta alcurnia5,

    59

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    como ha sealado Mi)uel _n)el Ve)a *(3, limitndose, en )eneral, a la poesa

    de circunstancia, la que, o#'iamente, no dio ca#ida al moti'o de la montaa.

    ^

    &l trmino del perodo colonial, a pesar de sus alti#a*os (((la cordillera

    tam#in tiene cimas + hondonada(((, el #alance es so#remanera positi'o2 la

    ma+ora de los escritores destacados tocaron nuestro tema en ma+or o menor

    medida + dos de ellos adquirieron importancia mundial en la materia. -o es

    poco decir en un continente en cu+as letras, en )eneral, toda'a no naca el

    sentimiento de la naturaleza, lo que ha hecho decir a estudiosos de pases

    'ecinos2 4-uestro paisa*e tendr que esperar el si)los NN para ser lar)a +

    amorosamente descrito por los 'ia*eros extraos primeramente, + lue)o por los

    literarios nacionales5 *(=

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    MI CORDILLERA& LA 'UDITH TREMENDA...

    *G/>:+46/ M+8,:/6.

    $a constitucin de la Primera Junta de "o#ierno 7O de septiem#re de

    7O7? marc el fin del =eino de %hile + el inicio del lo)ro de independencia, a

    tra's de la )uerra homnima. El &cta de ndependencia se firm el 7; defe#rero de 7O7?.

    Para las letras nacionales, el cam#io tu'o importancia, pues el impulso

    creador ascendente que, superado el #a*o ni'el de la primera mitad del si)lo

    NV, ha#a comenzado a producirse, fue primero, desarticulado por la

    expulsin de los *esuitas + lue)o, como expresa Francisco &ntonio Encina,

    tronchado por 4la )uerra de la ndependencia, que, reforzada por la &narqua,hizo retroceder la cultura chilena ms de medio si)lo5 678.

    3u#o, en efecto, un lar)o lapso literariamente casi nulo, que se extendi

    hasta 7O;2 4$a produccin cientfica + literaria de este perodo es

    sencillamente pauprrima. En el terreno literario, sal'o al)unas producciones

    de don Jos Joaqun de Mora, a'e de paso en nuestro am#iente intelectual, no

    ha+ un solo li#ro que merezca recordarse5 6;8.

    %uriosamente, en relacin con el tema que nos ocupa, mientras en esta

    poca los chilenos eran a#sor#idos por las luchas independentistas +, despus,

    por los desrdenes de un perodo anrquico, una serie de 'ia*eros extran*eros

    moti'ados por el au)e de =ousseau, por el cientificismo de la poca + por la

    moda del alpinismo, floreciente entonces entre in)leses, franceses, suizos,

    alemanes e italianos, fundamentalmente recorran + estudia#an la cordillera,

    'ertiendo sus impresiones + o#ser'aciones en o#ras de xito en Europa. Entre

    61

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    los ms importantes para %hile, podemos recordar a Peter 9chmidtme+er2

    Travels into Chile over the Andes in the $ear 0678 and 0670 68.

    & partir de dicho ao, la literatura chilena a#andon el carcter

    eminentemente historio)rfico que siempre ha#a tenido + tom el camino de la

    creacin artstica. Ello nos impide, entre otras cosas, su caracterizacin ms o

    menos clara por si)los, como ha#amos podido hacerlo en los perodos

    anteriores (((lo que no o#sta#a a esta#lecer la relacin #astante aproximadaentre el si)lo NV + el =enacimiento, el si)lo NV + el Aarroco + el si)lo NV +

    62

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    el -eoclasicismo((( + requiere una clasificacin diferente. Por tal razn,

    si)uiendo los planteamientos de Jos :rte)a + "asset, adoptados para la

    literatura hispanoamericana por Jos &rrom + %edomil "oic 67?8, en adelante

    a)ruparemos a escritores + o#ras en tendencias, cada una de ellas con tres

    )eneraciones, distin)uindose las si)uientes2 =omntica, con escritores

    nacidos entre los aos 7O?? + 7O + cu+a 'i)encia se extiende desde 7OQ

    hasta 7OO> -aturalista, con escritores nacidos entre los aos7OQ + 7OO> +

    cu+a 'i)encia se extiende desde 7O>? hasta 7>? + 7>T> + cu+a 'i)encia se extiende desde 7>O?

    hasta ;?;. $os escritores nacidos de 7>O? adelante, an mu+ *'enes,

    conforman el inicio de una nue'a tendencia. 6%a#e recordar aqu la limitacin

    propia de cualquier forma de clasificacin.8

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    /E-DE-%& =:M&-/%&.

    $as dos primeras )eneraciones de la tendencia =omntica(realista,

    denominadas )eneraciones de 7O

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    que mis correras por los &ndes me han de*ado!5 67R8 4Veintitrs pasos

    conozco en las cordilleras de los &ndes, + por los ms frecuentados por s,

    donde puede decirse que 'i'a los 'eranos, no recuerdo las 'eces que he

    pasado. Fueron stos, para mis asuntos de 9alta, %atamarca, $a =io*a + 9an

    Juan, los pasos de &ntofa)asta, 9an "uillermo, Doa &na. -o te duermas +

    &)ua -e)ra2 + para los de 9an $uis, Mendoza, 9an %arlos, 9an =afael + los

    malales de =a+n, en los desiertos pata)nicos, los pasos del Portillo, $eas

    &marillas, Planchn, Maule, $on)a', %anteras + %hilln5 67T8 4$a suma

    a#undancia de pastos perennes que existen en los ca*ones + en las lomas +

    'alles del recuesto oriental de los &ndes, + que 'an en aumento desde la altura

    )eo)rfica de =anca)ua hasta la del 'olcn &ntuco, territorio que con

    frecuencia he recorrido!567O8.

    %ordillera 'i'ida. 9in em#ar)o, 4a Prez =osales, la cordillera no le

    causa impresin esttica pero llaman su atencin curiosidades que le

    interesan como minero + a)ricultor, o cosas extraas, como esos trozos de

    hielo que llaman penitentes5 67>8. En efecto, la narracin, amena + sencilla, de

    len)ua*e corriente, intercala con frecuencia consideraciones prcticas, sa#ias +

    'aliosas2 4Mu+ equi'ocados estn lo escritores que tratan de la )eo)rafa de

    &mrica cuando, )uiados por el trazado ms o menos anto*adizo de los mapas

    )enerales, dan por sentado que la )ran cordillera de los &ndes es desde su

    entrada a %hile un cordn continuo hasta las a)uas del estrecho ma)allnico.

    -i ha+ tal cordn ni tal continuidad, sino en la cuarta parte de la extensin que

    se da al todo de la sierra chilena5 6;?8 se enzarza en discusiones so#re

    caractersticas oro)rficas andinas con el )e)rafo -app 6;78o re'ela inters

    prctico, o#ser'acin utilitaria2 4Uuien slo ha recorrido nuestras cordillerasdesde 9antia)o a &tacama no es posi#le que se forme una idea ca#al del

    a#undante )ermen de riquezas a)rcolas + fa#riles que encierran los

    misteriosos 'alles de las del sur. Poseen hermosa + siempre 'erde 'e)etacin,

    poderosas cascadas que son otras tantas econmicas fuerzas motrices al lado

    de las materias primeras que las requieren para ser utilizadas, clima ms

    #eni)no en muchos de los 'alles rodeados de ne'ados crestones que aqul de

    que )ozan los moradores del Valle %entral, pues en l, la 'id, el naran*o + las

    65

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