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LA CONQUISTA DE AMERICA el pr oblema del o tr o por TZVETAN TODOROV

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LA CONQUISTA

DE AMERICA

el problema del otro

por TZVETAN TODOROV

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1. DESCUBRlR

EL OESCUBRIMIENTO DE AMERICA

Quiero habl:u del descubrimienco que el yo hace del otro. El cenu es inmenso. Apenas lo formula uno en su generalidad, ve que se subdi­vide en categorlas y en direcciones mUltiples, in6nitas. Uno puede descubrir a los otros en uno mismo, darse cuenca de que no somos una sustancia homogenea, y radicalmente extraiia a todo lo que no es uno mismo: yo es otro. Pero los otros tambien son yos: sujetos como yo, que s6lo mi punto de vista, para eJ cual todos estan all( y solo yo estoy aquf, separa y distingue verdaderamente de mf. Puc­do concebir a esos otros como una abstracci6n, como una instancia de la con6guraci6n psfquica de todo individuo, como el Otto, el otto y otro en relaci6n con el yo; o bien como un grupo social concreto al que nosotros no pertenecemos. Ese grupo puede, a su vez, estar en eJ interior de Ia sociedad: las mujeres para los hombres, los ricos para los pobres, los locos para los "normales"; o puede ser exterior a ella, es decir, otra sociedad, que sera, segun los casos, cercana o lejana: seres que todo acerca a nosocros en eJ plano cultural, moral, hist6ri­co; o bien desconocidos, extranjeros cuya lengua y costumbres no entiendo, tan excranjeros que, en el caso limite, dudo en reconocer nuescra pertenencia comun a una misma especie. Esta problematica del otro exterior y lejano es Ia que elijo, en forma un canto cuanto arbitraria, porque no se puede hablar de codo a la vez, para empezar una invesrigaci6n que nunca podra acabarse.

Pero 'c6mo habla de ella? En tiempos de Socrates, el orador solia preguntar al auditorio cual.era su modo de expresi6n, 0 genero, pre­ferido: ,et mito, o sea eJ relato, o bien Ia argumentaci6n l6gica? En Ia epoca dellibro, nose puede dejar esta decisi6n al publico: ha sido necesario hacer una elecci6n previa para que el libro exista, y uno se conforma con imaginar, o desear, un publico que respondiera de , tal manera con preferencia a tal otra; y uno se conforma, tambien, con escuchar Ia respuesta que sugiere o impone el tema mismo. He elegido contar una historia. Mb cercana al rnito que a Ia argumenta­ci6n, se distingue de ellos en dos pianos: primero porque es una his-

[13)

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coria verdadera (cosa que el mito podfa pero no debfa ser), y luego porque mi interes principal es mis el de un moralista que el de un historiador; el presente me importa mas que cl pasado. A Ia pregun­ta de c6mo comportarse frente al otro, no encuentro mas forma de responder que contando una historia ejemplar (ese sera el genero ele­gido), una hlstoria que es, pues, tan verdadera como sea posible, pero respecto a Ia cual tratare de n·o perder de vista lo que los exegetas de Ia Biblia Uamaban cl sentido tropol6gico, o moral. Yen csce libro alternaran, algo as£ como en una novela, los resumenes, o visiones de conjunto sumarias; las escenas, o analisis de detalle, llenas de citas; las pausas, en las que el autor comenta lo que acaba de ocurrir; y, claro CSta, frecucntCS Clipsis U omisiones: perO tOO CS C:se cl puntO de partida de toda historia?

De los numerosos relatos que se nos ofrecen, he escogido uno: el del descubrimiento y Ia conquista de America. Para hacer mejor las cosas, me he dado una unidad de tiempo: el centenar de aiios que siguen al primer viaje de Co16n, es decir, en bloque, el siglb xv1; una unidad de Iugar: Ia regi6n del Caribe y de Mexico (lo que a veces se llama Mesoamerica); por ultimo, una unidad de acci6n: Ia percep­ci6n que tienen los espai'ioles de los indios sera un unico tema, con una sola excepci6n, que se refiere a Moctezuma y a los que lo rodean.

Dos justific:aciones fundamenta ron -a posteriori- Ia elecci6n de este tema como primer paso en el mundo del descubrimiento del otro. En primer Iugar el descubrimiento de America, o' mas bien el de los americanos, es sin duda el encuentro mas 2sombroso de nuestra his­coria. En'el "descubrimiento" de los demas continences y de los demas hombres no existe realmente ese sentimiento de extraiieza r:tdical: los europeos nunca ignoraron por coinpleto Ia existencia de Africa, o de Ia India, o de China; su recuerdo esd siempre ya presence, des­de los origenes. Cierto es que Ia Luna esta mas lejos que America, pero sabemos hoy en dla que ese encuentro no es tal, que ese descu­brimiento no implica sorpresas del rnismo tipo: para poder fotogra-, fiar a un ser vivo en Ia Luna, es necesario que un cosmonauta vaya a colocarse frente a Ia camara, y en su casco s6lo vemos un reflejo, el de otro terr£cola. AJ cornienzo del siglo XVI los indios de Am.eri­ca, por su parte, estan bien presences, pero ignoramos todo de ellos, aun si, como es de esperar, proyectamos sobre los seres recientemente descubiertos imagenes e ideas que se refieren a otras poblaciones leja­nas (cf. fig . I). El encuentro nunc a volvera a alcanzar tal intensidad, si esa es Ia palabra que se debe emplear: el siglo XVI habra visto per­petrarse el mayor genocidio de Ia hlstoria humana.

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EL DESCUBRJMIENTO DE AMMICA IS

Pero el descubrimiento de America no s6lo es esencial para noso­tros hoy en d!a porque es un encuentro extremo, y ejemplar: allado de ese valor paradigm~ rico tiene Jtro mis, de causalidad directa. Cier­to es ~ue Ia historia del globo esta hecha de conquistas y de derrotas, de colonizaciones y de descubrimientos de los otros; pero, como tra­tar~ de mostrarlo, el descubrimiento de America es lo que anuncia y funda nuestra identidad presente; aun si toda fecha que permite separar dos ~pocas es arbitraria, no hay ninguna que convenga mas para marcar el comienzo de Ia era modema que el afio de 1-t92, en que Col6n atraviesa el oc~ano Atlantico. Todos somos descendien­tes directos de Col6n, con el comienza nuestra genealog1a -en Ia medida en que Ia palabra "comienzo" tiene sencido. Desde 1492 esta­mos en una epoca que, como dijo Las Casas refiriendose a Ia nave­gaci6n de Col6n, es "tan nueva y tan nunca [ ... ] vista ni ofda'' (His• toria de las /ndias, 1, 88). 1 Desde esa fecha, el mundo esta cerrado (aun si el universo se vuelve infinito), "c el mundo es poco"; como habra de declarar en forma perentoria el propio Col6n ("Carta a los Reyes", 7.7.1503; una imagen de Cdl6n transmite algo de este espfritu, cf. fig. 2); los hombres han descubierto Ia totalidad de Ia que forman parte mientras que, hasta entonces, formaban una parte sin todo. Este libro sera un intento de comprender lo que ocurri6 aquel dfa, y duran­te el siglo que le sigui6, por medio de Ia lectura de algunos textos, cuyos autores ser~n mis personajes. Ellos monologaran, como Col6n; inicianin el di~logo de los actos, como Cortes y Moctezuma, o el de las paJabras sabias, a Ia manera de Las Ca.sas y SepUlveda; o aquel otro, menos evidence, de Duran o de Sahagun con sus interlocuto­res indios.

-Pero basta de preliminares: vamos a los hechos. Se puede adrnirar Ia valentfa de Col6n (y no se ha dejado de hacer­

lo, miles de veces): Vasco de Gama o Magallanes quizas emprendie­ron viajes mas dificiles, pero sabran ad6nde iban; a pesar de toda su seguridad, Col6n no podia tener Ia certeza de que aJ final del oceano no e.stuviera el ablsmo y, por lo tanto, la caida aJ vado; o bien de que ese viaje hacia el oeste no fuera el descenso de una larga cuesta -puesto que estamos en Ia cima de Ia tierra-, y que despues no fuera demasiado dificil volverla a subir; es decir, no podia tener Ia certeza de que el regreso fuera posible. La primera pregunta en esta ,

I En clccxlo apa~-cen referendas abrevoadas: pan los dacos complccos, rcmitii'St' • Ia Nora blb/iogrtlfic4 mcluida al final de tJic cscudio. Salvo que ~ ondiquc lo contrano, los numcros entre parfncesls rtmicen a los eapltulot , ~caona. panes, ecc., y no a las p~ginu.

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Fig. I . BarrM y rastillt's e11 las lmfias ~><cidemales

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Fig. 2. Ot•ll Crisrtlbal Co/611

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18 DESCUBRIR

encuesta geneal6gica sera entonces: (que fue lo que to impuls6 a partir? (C6mo pudo producirse el asunto?

AI leer los escritos de Col6n (diarios, cartas, informes}, se podrla tcner Ia impresi6n de que su m6vil esencial es eJ deseo de hacerse rico (aqul y rrus adelante digo de Col6n lo que podrla aplicarse a otros; ocurre que muchas veces fue el primero y que, por lo tanto, dio el ejemplo). El oro, o rrus bien Ia busqueda de oro, pues no se encuentra gran cosa en un principia, esta omnipresente en el trans­curso del primer viaje. En el dla rnismo que sigue al descubrirniento, el13 de octubre de 1492, ya anota en su diario: "No me quiero dete­ner por calar y andar muchas islas para faUar oro" (15.10.1492). "Mand6 el Almirante que nose tomase nada, porque supiesen que no buscaba el AJrnirante salvo oro" (1. 11.1492). Incluso su plegaria se ha convertido en: "Nuestro Senor me aderece, por su piedad, que halle este oro ... " (23.12.1492}; y, en un informe posterior ("Memo­rial a Antonio de Torres", 30.1.1494}, se refiere lac6nicamente al "ejercicio que ad se ha de tener en coger este oro''. Son tambien los indicios que cree encontrar de la presencia del oro los que deci­den su rccorrido. "Determine [ ... ] ir al Sudueste a buscar el oro y piedras preciosas" (Diario, 13.10.1492). " Deseaba ira Ia isla que lla­man Babeque, adonde tenia nueva, segun el entend{a, que habia mucho oro" (13. 11.1492}. "Y erda el AJmirante que cstaba muy cerca de Ia fuente, y que Nuestro Senor le habia de mostrar d6nde nace el oro" (17.12.1492; pues en esa epoca el oro "nace"). As{ va erran­do Col6n, de isla en isla, pues es bastantc posible que en eso hayan encontrado los indios una forma de deshacerse de el. "En amane­ciendo, dio las velas para ir su camino a buscar las islas que los indios le decfan que ternan mucho oro y de algunas que tenfan mas oro que tierra" (22.12.1492) ...

(Fue entonces una codicia vulgar lo que impuls6 a Col6n a hacer su viaje? Basta con leer la totalidad de sus escrit')S para convencerse de que no es asi. Sencillarr.ente, Col6n sabe el valor de senuelo que pueden tener las riquezas, y el oro en particular. Con Ia pro mesa del oro es como tranquiliza a los demas en los momentos diflciles. "Este dla perdieron por completo de vista l:l tierra; y temiendo no poder volver a veda en mucho tiempo, muchos suspiraban y lloraban. El AJmirante, despues de haberlos confortado a todos con grandes ofer­tas de muchas tierras y riquezas, para hacerles conservar Ia esperanza y perder el micdo que le tcnlan a! largo camino . . .' ' (H. Col6n, 18). "Aqul la gente ya nolo podfa sufrir: quejabase del largo viaje. Pero e1 Alrnirante los esforz6 lo mejor que pudo, dandoles buena cspe-

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EL DESCUBRIMI.ENTO DE AM£RICA 19

ranza de los provechos que podrfan haber" (Diario, 10.1 0.1492). No s6lo esperan hacerse ricos los simples marinos; los propios

comanditarios de Ia expedici6n, los reyes de Espana, no se hubieran comprometido en Ia empresa sin Ia promesa de una ganancia. Ahora bien, el diario de Col6n esta desrinado a eUos; es necesario entonces que los indicios de Ia presencia del oro se multipliquen en cada pagi­na (a falta del oro mismo). Recordando, en ocasi6n del tercer viaje, Ia organizaci6n del primero, dice bastante explfcitamente que el oro era, en cierta forma, cl sciiuelo para que los reyes aceptaran financiar­lo: "Fue tambien necesario de hablar del temporal, adonde se les amostr6 el escrebir de tantos sabios dignos de fe, los cuales escribie­ron historias. Los cuales contaban que en estas partes habfa muchas riquezas'' ("Carta a los Reyes", 31.8. 1 498); en otra ocasi6n dice haber recogido y preservado el oro "con que se alegrasen sus Altezas y por ello comprendiesen el negocio con una cantidad de piedras grandes llenas de oro" ("Carta al ama", noviembre de 1500). Por lo demas, Col6n no se equivoca cuando imagina Ia importancia de dichos m6vi­les: ~acaso su desgracia no se debe, por lo menos en parte, al hecho de que no haya habido mas oro en esas islas? "Naci6 alii mal decir y menosprecio de la empresa comenzada en ello, porque no habia yo enviado lucgo los navfos cargados de oro" ("Carta a los Reyes", 31.8.1498).

Sabemos que una larga quereUa enfrentari a Col6n con los reyes (y lucgo habd un proceso entre los herederos de uno y otros), que­reUa que se refiere precisamente al monto de las ganancias que el Almirante estarfa autorizado a pcrcibir en las " lndias''. A pesar de todo esto, Ia codicia noes el verdadero m6vil de Colon: si le impor­ta Ia riqueza, es porque significa el reconocimiento de su papel de descubridor; pero preferirfa para sf e1 burdo habito del monjc. El oro es un valor demasiado humano para interesar verdaderamente a Co16n, y debemos creerle cuaodo escnbe en e1 diario del tercer via­je: "Nuestro Senor[ ... ] bien sabe que ya no llevo estas fatigas por atcsorar ni faUar tcsoros para mf: que, cierto, yo conozco que todo es vano cuanto ad en este siglo se hace, salvo aquello que es honra y servicio de Oios" (Las Casas, Historia, 1, 146); o al final de su rela­ci6n sobre el cuarto viaje: " Yo no vine este vi age a navegar por ganar honra nj hacienda: esto es cierto, porque cstaba ya Ia esperanza de · todo en ella muerta. Yo vine a V. A. con sana intenci6n y buen zelo, y no miento" ("Carta a los Reyes", 7.7.1503).

,cual cs esa sana intenci6n? En el diario del cuarto viaje, Col6n Ia formula con frccucncia: quierc cncontrar al Gran Kan, o cmpc-

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20 DESCUBRIR

rador de China, cuyo retraro inolvidable ha sido dejado por Marco Polo. "Tengo deterrninado de ir a Ia tierra firme y a Ia ciud:~d de Guisay y dar las cartas de Vuesrras Altez2s al Gran Can y pedir res­pucsta y venir con ella" (21.10.1 492). Mas adelante csre objcrivo se queda algo releg:~do, pues los descubrirnientos presences ya ocup2n lo suficiente Ia atenci6n, pero de hecho nunca se olvida. Pero (por que esr2 obsesi6n que parece asi pueril? Porque, otra vez seg(ln Mar­co Polo, "el Ernperador del Carayo ha dfas que mand6 sabios que le ensei\en en la fe de Cristo" ("Carta a los Reyes", 7.7. 1503); y Col6n quiere abrir el camino que perrnitira cumplir esc deseo. La cxpan­si6n del cristianismo esta infinitamente mas cerca del coraz6n de Col6n que el oro, y se explic6 clara mente al respecto, especial mente en una carta al papa. Su futuro viaje se rcalizara "en nombre de Ia Sancta Trinidad [ ... ), e1 cual sera a su gloria y honra de Ia Santa Reli­gi6n C ristiana", y para ello, dice Col6n, "yo espero de Aquel Eter­no Dios Ia victoria d 'esto como de todo e1 passado"; lo que haec es " magnanimo y ferviente en Ia honra y acrescentamiento de Ia Sanc­ta fc cristiana". Su objetivo es, entonces: "yo espcro en Nuestro Senor de divulgar su Santo Nombre y Evangelio en el Universo" ("Carta al papa Alejandro VI", febrero de 1502).

La victor ia universal del cristianismo, este es el m6vil que anima a Col6n, hombre profundarnente piadoso (nunca viaja en domingo), que, por esra misma raz6n, se considcra como elegido, como encar­gado de una rnisi6n divina, y que ve Ia intervcnci6n divina en rodas partes, ramo en el movimiento de las olas como en el naufragio de su nave (jen Nochebuena!), y agradece a Dios "por muchos rnila­gros seiialados que ha mostrado en e1 viaje" (Dian·o, 15.3. 1493).

Por Jo demas, Ia necesidad de dinero )l e1 desco de imponer at ver­dadero Dios no son mutuamente exclusivos; incluso hay entre los dos una relaci6n de subordinaci6n: Ia primera es un medio y Ia segun­da, un fin. En rcalidad, Col6n :iene un proyecto mas preciso que Ia exalraci6n del Evangelio en el universo, y tanto Ia exisrencia como Ia permanencia. de ese proyecro son reveladoras de su mentalidad: tal un Quijote con varios siglos de arraso en relaci6n con su cpoca, Col6n quisiera ir a las Cruzadas a liberar Jcrusalcn. S6lo que Ia idea es absurda en su epoca y como, por orra parte, no tiene dinero. nadie quicrc escucharlo. ~C6mo podia realizar su suei\o, en c1 siglo xv, un hombre sin recursos y que quisiera lanzar una cruzada? Es tan senci­llo como el huevo de Col6n: no hay mas que descubrir America ):Vlra conseguir los fondos necesarios ... 0 mas bien, ir a China por el camino occidenral "directo", puesro que Marco Polo y otros cscri-

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EL OESCUBRJMIBNTO DE AMERICA 21

tores medievales han afirmado que el oro " nace" ahi en abundancia. Hay numerosas pruebas de Ia realidad de ese proyecto. El 26 de

diciembre de 1492, durante el primer viaje, revela en su diario que espera encontrar oro, "y aquello en tanta cantidad que los Reyes antes de tres anos emprendiesen y aderezasen para ir a conquistar Ia casa santa, 'que asl -dice el- proteste a Vuestras Altezas que toda Ia ganancia de est a mi empresa se gastase en Ia conquista de Jerusalen, y Vuestras Altezas se rieron y dijeron que les placia, y que sin esto tenfan aquella gana' ". Mas tarde vuelve a recordar este episodio: "AI tiempo que yo me movi para ir a descubrir las Indias fui con inten­ci6n de suplicar al Rey y a Ia Reina Nuestros Senores que de Ia renta que de Sus Altezas de las lndias hobiere que se determinase de Ia gastar en Ia conquista de Jerusalen, y asi se lo supHque" ("Constituci6n de mayorazgo", 22.2.1498). Esc era, pues, el proyecto que Col6n habia ido a exponer a Ia corte real, para buscar Ia ayuda nccesaria para su primera expedici6n; en cuanto a sus Altezas, no tomaban Ia cosa muy en serio y habrfan de rcservarse el derecho de emplear las ganancias de Ia empresa, si es que las habia, para otros fines.

Pero Col6n no olvida su proyecto y lo recuerda en una carta al papa: "Esta empresa se tom6 con fin de gastar lo que d'ella se ovies­se en presidio de Ia Casa Sancta a la Sancta Iglesia. Despues que fui en ella y visto Ia tierra, escrevf al Rey y a Ia Reina, mis Seiiores, que dende a siete anos yo le pagarfa ~i ncuenta mill de pie y cinco mill de cavallo en Ia conquista d'ella, y dende a cinco aiios otros cincuen­ta mill de pie y otros cinco mill de cavallo, que serian dies mill de cavallo e dent mill de pie para esto'' (febrero de 1502). Col6n no sospecha que Ia conquista esta a punto de iniciarse, pero en una direc­ci6n total mente diferente, muy cerca de las tierras que ha descubier­to y, en ultima instancia, con muchos me nos guerreros. Su llarnado, por lo tanto, no provoca muchas reacciones: "El otto negocio famo­sfsimo esta con los brazos abiertos Uamando: extrangero ha sido fasta ahora" ("Carta a los Reyes", 7.7.1503). Por ello es que, queriendo afirmar su intenci6n incluso despues de su propia muerte, instituye un mayorazgo y da instrucciones a su hijo (o a los herederos de este): reunir Ia mayor cantidad posible de dinero para que, si los Reyes renuncian a su proyecto, pueda "ir solo con el mas poder que tuvie­re" (22.2.1 498).

Las Casas dej6 un celebre retrato de Col6n, en el cual situa bien su obscsi6n por las cruzadas dentro del contexto de su profunda reli­giosidad: "Cuando algun oro o cosas preciosas le traian, entraba en su oratorio e hincaba las rodillas, y decfa 'demos gracias a Nuestro

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22 OESCUBRIR

Senor, que de descubrir tantos bienes nos hizo dignos'; celosfsimo era en gran manera del honor divino; cupido y deseoso de Ia con­versi6n destas gentes, y que por todas partes se sembrase y ampliase Ia fe de Jesucristo, y singularmente aficionado y devoto de que Dios le hiciese digno de que pudiese ayudar en algo para ganar e1 Santo Sepulcro, y con esta devoci6n y Ia con6anza que tuvo de que Dios le habia de guiar en el descubrimicnto deste Orbe que promena, suplic6 a Ia serenisima reina dona Isabel que hiciese voto de gastar todas las riquezas que por su descubrimiento para los reyes resulta­sen en ganar Ia tierra y santa casa de jerusalem, y as{ Ia reina lo hizo" (Historia, 1, 2).

No s6lo le interesan mucho mas a Col6n los contactos con Dios que los asuntos puramente humanos, sino que tambien su forma de religiosidad es particularmente arcaica (para Ia epoca): no es casual que e1 proyecto de las cruzadas se haya abandonado desde Ia Edad Media. Asi pues, parad6jicamente, es un rasgo de Ia mentalidad medieval de Col6n el que lo haec descubrir America e inaugurar Ia era moderna. (Debo admitir , e incluso anunciar, que el empleo que hago de los dos adjetivos, "medieval" y "moderno", no es muy pre­ciso; sin embargo, no puedo prescindir de eUos. Enriendanse prime­ro en su sentido mas usual, pero iran adquiriendo, al 6Jo de las pagi­nas que siguen, un contenido mas particular.) Pero, como tambien veremos, Col6n mismo no es un hombre moderno, y este hecho es pertinente en el desarrollo del descubrirniento, como si aquel que hab{a de dar origen a un mundo nuevo no pudiera pertenecerle de entrada.

Sin embargo, tambien hay en Col6n rasgos de una mentalidad mas cercana a Ia nuestra. Asf pues, por una parte somete todo a un ideal cxterno y absoluto (la religi6n cristiana), y toda cosa tcrrestre no cs mas que un medio con rniras a Ia realizaci6n de ese ideal. Por otra parte, empero, parece encontrar, en Ia actividad que desempei\a con mas exito, el descubrimiento de Ia naturaleza, un placer que haec que dicha actividad se baste a sf misma; deja de tener Ia mcnor utilidad y se convierte de medio en fin: en Ia rnisma forma en que, para el hombre moderno, una cosa, una acci6n o un ser s61o son hermosos si encuentran su jusrificaci6n en si mismos, para Col6n "descubrir" es una acci6n intransitiva. "Quiero ver y descubrir lo mas que yo pudicre", escribe el 19 de octubre de 1492, y el 31 de diciembre del mismo ai\o: "Y dice que no quisiera partirse hasta que hobiere visto toda aquella tierra que iba hada el Leste y andarla toda porIa costa"; basta con que le hagan notar Ia existencia de una nueva isla para que

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COL6N HERMENEUTA 23

cenga ganas de visitarla. En el diario del tercer viaje, encontramos estas palabras decididas : "[ ... ] todos los pospusiera por descubrir mas tierras y ver los secretos dellas" (Las Casas, Historia, I, 136). "Descubrir mas [era] lo que el mucho quisiera" (ibid., I, 146). En otro momento reflexiona: "Cuanto sera el beneficia que de aqu£ se puede haber, yo nolo escribo; es cierto, Senores Prfncipes, que don­de hay tales rierras, que debe haber infinitas cosas de provecho; mas yo no me detengo en ningun puerto porque querria ver todas las mas tierras que yo pudiese para hacer relaci6n deUas a Vuestras Alte­zas" (Diario, 27.11.1492). Las ganancias que "deben" encontrarse ahi s6lo interesan secundariamente a Col6n: lo que cuenta son las "tie­rras" y su descubrimiento. En verdad, este parece estar sometido a un objetivo, que es el relato de viaje: dirfase que Col6n ha empren­dido todo eso para poder hacer relatos inauditos, como Ulises; pero ~acaso no es el mismo relato de viaje el punto de parrida, y no s61o el punto de Uegada, de un nuevo viaje? ~Acaso Col6n mismo no parti6 porque habfa leido el relato de Marco Polo?

COL6N HERMENEUTA

Para probar que Ia tierra que ticne ante los ojos es efectivamente el continence, Col6n hace el siguiente razonamiento (en su diario del tercer viaje, transcrito por Las Casas): "Yo estoy crefdo que esta es tierra firme, grandisima, de que basta hoy no se ha sabido, y Ia razon me ayuda grandemente por esto deste tan grande rio y mar, que es dulce, y despues me ayuda el decir de Esdras, en ellibro IV, cap. 6, que dice que las seis partes de mundo son de tierra enjuta y Ia una de agua, el cuallibro aprueba Sant Ambrosio en su Hexamerott, y Sant Agustin [ ... ]; y despues desto, me ayuda el decir de muchos indios canibales que yo he tornado otras veces, los cuales dedan que al Aus­tro dellos era tierra firme" (Historia, 1, 138).

Tres argumentos vienen a apuntalar Ia convicci6n de Col6n: Ia abundancia de agua dulce; Ia autoridad de los libros santos; Ia opi­nion de otros hombres que ha encontrado. Ahara bien, esta clara que estos tres argumentos no se deben colocar en el mismo plano, sino que revelan Ia existencia de tres esferas que comparten el mul;l­do de Colon: una es natural, Ia otra divina, y Ia tercera, humana. As{ pues, quizas no sea casual el que hayamos enconcrado tres moviles para Ia conquista: el primero humano Qa riqueza), el segundo divi-