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V SEMINARIO NACIONAL DE LA RED DE CENTROS ACADEMICOS PARA EL ESTUDIO DE GOBIERNOS LOCALES 9 Y 10 de Octubre de 2003 “LA CONFIGURACIÓN DE PRACTICAS SOCIALES A PARTIR DE PROGRAMAS SOCIALES DESCENTRALIZADOS Y FOCALIZADOS” ¿REESTRUCTURACION PARTICIPATIVA O REPRODUCCIÓN DE PRACTICAS CLIENTELARES? El caso de los beneficiarios del Municipio de Luján de Cuyo.- Autor: Lic. Daniela Cisterna Introducción: La pregunta que guiará este trabajo es en torno a ¿cómo han afectado los cambios ocurridos en las políticas sociales desde el Estado de Bienestar hasta ahora a las prácticas de los beneficiarios de las mismas? ¿Los beneficiarios han modificado sus estrategias de sobrevivencia? Se han encontrado análisis muy esclarecedores, como el de REYES SUAREZ, 1 en el cual se hace referencia a las estrategias de sobrevivencia de los sectores populares después de los `80, pero este se basa específicamente en las estrategias que utilizan estos sectores para hacer un uso mas óptimo del ingreso. En el momento en que se realizó dicho análisis el desempleo no había llegado a los niveles en que se encuentra hoy en día. Dado que el contexto económico, político y social ha cambiado, se ha querido investigar un nuevo objeto. Aquí el objetivo será saber si la implementación de las nuevas políticas sociales han modificado las prácticas de los individuos en situaciones de pobreza extrema, de las familias con jefes de hogar desocupados, (excluidos social y políticamente), en un contexto en donde el Estado dejó de prestar los servicios que se consideraban básicos. En palabras de MALLIMACI, GRAFFIGNA Y ABIAD... “la reestructuración capitalista actual ha causado grandes transformaciones entre las cuales se ubica la retirada del Estado como regulador entre el mercado y la sociedad. Esto ha afectado dimensiones sociales, políticas, económicas y de la vida cotidiana de la gente: expectativas del futuro, formas de relacionarse con otros, la dinámica familiar interna, las pertenencias, los espacios dadores de sentido. En suma, ha producido una heterogeneización y diferenciación crecientes en la sociedad. En este sentido es que las principales redes que permiten algún tipo de participación y creación de imaginario social a partir del interactuar son: aquellas legítimamente organizadas en el espacio urbano de trabajadores (iglesia, centro de salud, escuela). A nivel político, redes ligadas al gobierno municipal o provincial hegemonizadas por el peronismo ( el autor hace referencia aquí 1 REYES SUAREZ, A. B: “La pobreza más de cerca” Las estrategias de sobrevivencia de las familias más pobres de Mendoza. Págs.1-10

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V SEMINARIO NACIONAL DE LA RED DE CENTROS ACADEMICOS PARA

EL ESTUDIO DE GOBIERNOS LOCALES

9 Y 10 de Octubre de 2003

“LA CONFIGURACIÓN DE PRACTICAS SOCIALES APARTIR DE PROGRAMAS SOCIALES

DESCENTRALIZADOS Y FOCALIZADOS”¿REESTRUCTURACION PARTICIPATIVA O

REPRODUCCIÓN DE PRACTICAS CLIENTELARES?El caso de los beneficiarios del Municipio de Luján de Cuyo.-

Autor: Lic. Daniela Cisterna

Introducción:

La pregunta que guiará este trabajo es en torno a ¿cómo han afectado los cambios ocurridos

en las políticas sociales desde el Estado de Bienestar hasta ahora a las prácticas de los beneficiarios

de las mismas? ¿Los beneficiarios han modificado sus estrategias de sobrevivencia?

Se han encontrado análisis muy esclarecedores, como el de REYES SUAREZ,1 en el cual se hace

referencia a las estrategias de sobrevivencia de los sectores populares después de los `80, pero este

se basa específicamente en las estrategias que utilizan estos sectores para hacer un uso mas óptimo

del ingreso. En el momento en que se realizó dicho análisis el desempleo no había llegado a los

niveles en que se encuentra hoy en día. Dado que el contexto económico, político y social ha

cambiado, se ha querido investigar un nuevo objeto. Aquí el objetivo será saber si la implementación

de las nuevas políticas sociales han modificado las prácticas de los individuos en situaciones de

pobreza extrema, de las familias con jefes de hogar desocupados, (excluidos social y políticamente),

en un contexto en donde el Estado dejó de prestar los servicios que se consideraban básicos.

En palabras de MALLIMACI, GRAFFIGNA Y ABIAD...“la reestructuración capitalista actual ha

causado grandes transformaciones entre las cuales se ubica la retirada del Estado como

regulador entre el mercado y la sociedad. Esto ha afectado dimensiones sociales, políticas,

económicas y de la vida cotidiana de la gente: expectativas del futuro, formas de relacionarse

con otros, la dinámica familiar interna, las pertenencias, los espacios dadores de sentido. En

suma, ha producido una heterogeneización y diferenciación crecientes en la sociedad. En este

sentido es que las principales redes que permiten algún tipo de participación y creación de

imaginario social a partir del interactuar son: aquellas legítimamente organizadas en el espacio

urbano de trabajadores (iglesia, centro de salud, escuela). A nivel político, redes ligadas al

gobierno municipal o provincial hegemonizadas por el peronismo ( el autor hace referencia aquí

1 REYES SUAREZ, A. B: “La pobreza más de cerca” Las estrategias de sobrevivencia de las familias máspobres de Mendoza. Págs.1-10

a los municipios del conurbano bonaerense). Por último, las redes familiares son las más

buscadas a pesar de su creciente debilitamiento. El correlato de estas transformaciones es la

generación de una cultura del aguante o de resistencia conformista o simbólica en los

beneficiarios”2

Naturalmente, ha habido un gran cambio en la forma que la gente hace frente a su

sobrevivencia diaria. Los ingresos monetarios dejan de ser un factor explicativo adecuado en las

estrategias y estándares de vida. Asistimos a una cristalización de un nuevo modo de satisfacción de

las necesidades de subsistencia entre desempleados y subempleados. El ingreso monetario es

ocupado por el consumo informal y por las actividades domésticas y de autoprovisión. En muchos

villas miserias del Conurbano Bonaerense, la forma de satisfacción de las necesidades de subsistencia

consiste en una combinación de extremadamente bajos ingresos, redes de reciprocidad entre vecinos

y familiares, actividades ilegales, caridad asistencial de las iglesias y el Estado y resolución de

problemas a través de mediación política.3

Comenzaremos este trabajo definiendo que se entiende por prácticas sociales, para lo cual se

utilizó como marco la “teoría de la práctica” de Pierre Bourdieu, para luego analizar específicamente

en que consisten, según distintas perspectivas, estas nuevas estrategias de sobrevivencia, que

algunos autores han llamado “practicas clientelares”.

En el segundo apartado se analizará en que consiste la participación de los beneficiarios o

receptores de programas sociales que se ha fomentado en distintos momentos históricos, y qué tipo

de prácticas participativas están generando las nuevas políticas sociales focalizadas y

descentralizadas.

1- Las prácticas sociales:

¿Cómo se explican las prácticas sociales de los distintos agentes sociales desde la óptica de

Bourdieu? Esta perspectiva pretende explicar las acciones sociales, desde una perspectiva sociológica,

y como si fueran totalmente explicables sociológicamente. Pero, para explicar el condicionamiento

social de las prácticas, no basta la sola descripción de las condiciones objetivas, es importante

también rescatar al agente social que produce las prácticas y a su proceso de producción. No en

cuanto individuo sino como agente socializado, o sea, se trata de aprehenderlo a través de aquellos

elementos objetivos que son producto de lo social.

Para esta perspectiva, lo social existe de dos modos: en las estructuras sociales externas o “lo

social hecho cosas”, plasmado en las condiciones objetivas y las estructuras sociales internalizadas, o

“lo social hecho cuerpo”, incorporado al agente. Mientras las primeras se refieren a campos de

posiciones sociales históricamente constituidos, las segundas se refieren a habitus, sistemas de

disposiciones incorporados por los agentes a lo largo de su trayectoria social. Esta perspectiva teórica,

a través de la relación dialéctica entre ambos conceptos construidos –campo y habitus-, propone la

necesidad de superar la falsa dicotomía planteada en las ciencias sociales, entre objetivismo y

2 MALLIMACI, F; GRAFFIGNA, M. L; ABIAD, G: “Redes solidarias, vida cotidiana y política” en CEIL.“Pobres, pobreza y exclusión social” . Págs. 503 AUYERO, Javier: “La política de los pobres”. Las prácticas clientelistas del peronismo . 1-30

subjetivismo.4 Por esto mismo es que se impone al sociólogo una doble lectura de su objeto de

estudio, la realidad (campos de posiciones relativas y de relaciones objetivas entre esas posiciones) y

la percepción de esa realidad (perspectivas y puntos de vista de los agentes en función de su posición

en ese espacio social objetivo).

Es importante destacar que el autor introduce la dimensión histórica en el modo de

pensamiento relacional, tomando distancia de esta forma del la tradición estructural. Así, el análisis de

los campos como de los habitus comprende dos dimensiones: sincrónica y diacrónica. O sea, no solo

hay que tener en cuenta los diferentes sistemas de relaciones objetivas tal como se presentan en el

momento del análisis, sino también como se han ido conformando y reestructurando esos sistemas en

términos de campos de posiciones sociales relativamente autónomos. Por otro lado, los esquemas de

generación y organización, de percepción y de apreciación de prácticas, deben ser analizados como

procesos de incorporación de habitus, en relación a la trayectoria modal de la clase social en la que se

ubica a los agentes sociales, y en relación a la trayectoria individual de dichos agentes insertos en los

diferentes campos.

Entonces, esta teoría de las prácticas parte de ubicar al actor social en el sistema de

condiciones objetivas en el que está inserto, sistema que, por coercitivo que pueda ser, nunca elimina

totalmente el margen de autonomía individual. En este sistema, el actor social ocupa una posición

determinada, a la cual están ligados ciertos intereses, en relación a otros intereses ligados a otras

posiciones. La acción social es explicada en términos de estrategia, partiendo de la hipótesis de que,

según la lógica de costo-beneficio, el actor social selecciona aquella alternativa que, entre las que le

brindan sus condiciones objetivas, considere acorde a sus intereses ligados a su posición dentro de

ese sistema.

De acuerdo a lo anterior se puede decir que “los principios estructuradores de las prácticas son,

para esta teoría no solo la posición –y la trayectoria de la misma- que ocupa el agente en el sistema

de relaciones, sino también los habitus incorporados por el agente, en cuanto esquemas de

percepción, evaluación y acción”.5 Así, en las formaciones sociales en que la reproducción de la

dominación no está asegurada por mecanismos objetivos, el orden social descansa en los habitus.

En este sentido es que para esta investigación, y de acuerdo a esta teoría se entenderá que:

“Las prácticas sociales, tienden a reproducir las regularidades objetivas que crearon el habitus

que las genera y se ajustan a la situación (definida por la estructura cognitiva y motivacional del

habitus), no se pueden explicar por medio de condiciones presentes ni pasadas (generadoras

del habitus) sino relacionando ambas en el trabajo científico ya que el habitus “realiza y oculta

esa relación en la práctica), tienen autonomía relativa en relación a las determinaciones del

presente inmediato, porque el habitus es la presencia activa del pasado que funciona como

capital acumulado (garantiza el cambio permanente). Por esto las prácticas engendradas por el

habitus son mutuamente comprensibles, ajustadas a las estructuras, objetivamente

4 GUTIERREZ, Alicia: Pierre Bourdieu. “Las Prácticas Sociales” . Págs. 11-135 Ibidem. Pág. 26

concertadas, dotadas del sentido unitario y sistemático, trascendentes a las intenciones

subjetivas y a los proyectos conscientes”.6

Para FERNÁNDEZ, Bourdieu extiende la lógica económica al análisis de toda práctica social a

través de extender los conceptos de capital y de interés a otros campos sociales que el económico.

Así, pueden explicarse todas las prácticas, incluso aquéllas que se pretenden desinteresadas o

gratuitas como prácticas económicas, como acciones orientadas hacia la maximización del beneficio,

material o simbólico. Puede hablarse de diversas economías orientadas hacia fines no estrictamente

económicos, como la economía de la religión, del honor, de los intercambios lingüísticos, con su lógica

específica y sus reglas propias de funcionamiento. Se analizan las prácticas económicas como un caso

particular de una ciencia general de la economía de las prácticas. O sea, las estrategias de apropiación

y defensa del capital, son un caso particular de las estrategias por las cuales los agentes que ocupan

diferentes posiciones en los diferentes campos sociales, se esfuerzan y luchan por adquirir o por

conservar diferentes variedades de capital7

Las prácticas y las representaciones generadas por el habitus son el producto de un sentido

práctico, es decir, de una aptitud para moverse, para actuar y para orientarse según la posición

ocupada en el espacio social, según la lógica del campo y de la situación en la cual se está

comprometido. El sentido práctico (el sentido del juego social) tiene una lógica propia, que es

necesario aprehender para poder explicar y comprender las prácticas. La lógica de la practica es una

lógica paradójica: lógica en sí, sin reflexión consciente ni control lógico. Aunque estas puedan

aparecer como la realización de fines explícitos, permiten hacer frente a situaciones imprevistas ya

que al tender a reproducir las estructuras objetivas de las cuales son el producto, están determinadas

por las condiciones pasadas de la producción de su principio de producción. Pero este proceso se da

sólo en la medida en que las estructuras donde se ponen en marcha las prácticas sean idénticas y

homólogas a las estructuras objetivas de las cuales son el producto. Esta falsa anticipación del

porvenir que opera el habitus puede verse cuando el sentido del porvenir probable se encuentra

desmentido y las disposiciones aparecen como mal ajustadas a las opciones objetivas. El encontrarse

enfrentado a situaciones nuevas presenta al agente social instancias que posibilitan la reformulación

de sus disposiciones (proceso que también se podría dar a través de un autosocioanálisis).

Es importante no dejar de mencionar que todas las prácticas de un agente son sistemáticas y

mutuamente comprensibles, están armonizadas entre sí y objetivamente orquestadas con las de

todos los miembros de la misma clase. El habitus genera continuamente transposiciones sistemáticas

impuestas por las condiciones particulares de su puesta en marcha, lo que hace que todas las

6 BOURDIEU, Pierre: “El sentido práctico”. Págs. 10-207 FERNÁNDEZ: Op. Cit. Pág. 28. “Sin embargo, la economía de las prácticas no es ni intencionalista niutilitarista. Así, con la noción de estrategia el autor no hace referencia a la prosecución intencional y planificadade fines calculados, sino al desarrollo activo de líneas objetivamente orientadas que obedecen a regularidades yforman configuraciones coherentes y socialmente inteligibles, es decir, comprensibles y explicables, habidacuenta de las condiciones sociales externas e incorporadas por quienes producen las prácticas”. Con la noción deinterés reconoce las diversas formas de beneficios no materiales que guían a los agentes que aparecen como“desinteresados”. Así es que se entiende como economía de los bienes simbólicos a espacios como el arte, lareligión, la ciencia, la política, la economía doméstica en los cuales el desinterés es recompensado con laobtención de otros beneficios “simbólicos” y que descansan sobre el rechazo del interés económico.

prácticas sean producto de las transferencias de un campo a otro de los mismos esquemas de acción,

y como tales, que sean regulares y sistemáticas. De esta forma, la homogeneización objetiva de los

habitus de grupo o de clase que resulta de la homogeneidad de las condiciones de existencia es lo

que hace que las prácticas puedan estar objetivamente acordadas fuera de todo cálculo estratégico y

de toda referencia consciente a una norma, y mutuamente ajustadas en ausencia de toda interacción

directa y , a fortiori, de toda concertación explicita.

En síntesis, las práctica sociales se entienden para esta perspectiva en términos de estrategias

implementadas por los agentes sociales en defensa de sus intereses ligados a la posición que ocupan

en el campo que es objeto de análisis.

Y, es en el campo de las políticas sociales donde se desarrollará esta investigación sobre las

prácticas clientelares y participativas de los agentes/beneficiarios. En este campo, los agentes que

tienen bajo su responsabilidad el uso de los bienes del Estado para la ayuda social, disponen del

poder de distribución del mismo y los agentes a quienes el Estado debe ayudar para poder sobrevivir,

o sea, quienes necesitan esos bienes.

A su vez, cuando se hace referencia a la historia se puede decir, que desde el lado de los

oferentes, el Estado de bienestar se caracterizó por poseer el monopolio de esa distribución. En los

`80 y `90 este poder se comparte con la sociedad civil, las Empresas, la Iglesia, los poderes

Provinciales y Municipales.

2- El clientelismo político:

Hoy en día en muy común escuchar a periodistas, políticos o actores de la sociedad civil hablar

sobre “el uso clientelar de los recursos públicos”, entre los cuales están los recursos destinados a las

políticas sociales. Específicamente se dice que muchas veces los programas sociales son utilizados

por políticos para legitimarse y ganar votos o poder. A esto se le ha llamado “clientelismo político”. Sin

embargo, no está muy claro en qué consiste estrictamente el clientelismo, cuáles son sus modos de

operar, como se reproduce a través del tiempo.

En primera medida ha de destacarse que ha sido difícil encontrar documentos que den cuenta

del fenómeno a partir de investigaciones concretas. Sin embargo, algunos autores han utilizado

conceptos que se acercan a la problemática. Como estos autores estudian el clientelismo desde

distintas perspectivas se ha optado, para no alterar sus pensamientos, exponerlos tal cual ellos lo

han expresado.

2.1- El clientelismo político desde la ciencia política:

Una primera definición de clientelismo político reconoce su origen en la clientela romana, de

quien debe su nombre. Este se entiende como las relaciones de poder entre individuos y grupos que

ocupan posiciones desiguales basadas en el intercambio de favores8.

Este fenómeno es considerado desde la antropología como hecho típico de las sociedades

tradicionales. Sin embargo, puede encontrarse en las investigaciones de la ciencia política sobre los

8 BOGDANOR, Vernon: “Enciclopedia delas instituciones políticas”, Pág. 122-123

procesos de modernización de las sociedades tradicionales,9pudiendo encontrarse ejemplos de

clientelismo en las sociedades modernas. En muchos de estos casos, “esta forma de clientelismo –a

semejanza de la tradicional- no tiene como resultado una forma de consenso institucionalizado sino

más bien una red de fidelidades personales que pasa a través de un uso personal por parte de la clase

política de los recursos estatales y, partiendo de estas, aunque en términos más mediatos, a través

de la apropiación de recursos “civiles” autónomos.

PANIZZA,10 a su vez, realiza una presentación del lugar que el clientelismo ha ocupado en los

estudios políticos. Al respecto señala la importancia que se le ha dado al tema en Europa y Estados

unidos, al contrario de América Latina.

Según AGUILO, restringiendo el uso del concepto al “intercambio de apoyo político por

beneficios particularizados” es importante destacar la idea de que es incorrecto asociar únicamente el

fenómeno a una zona geográfica determinada o “etapa” de un proceso de modernización. Lo que

permitiría afirmar que el mismo se mantiene en las sociedades modernas.

El tratamiento de la problemática, según PANIZZA, esta presente en los enfoques weberianos,

en la corriente del desarrollo político y en los análisis marxistas. En los primeros, se lo considera un

fenómeno ha desaparecer, característico de las sociedades tradicionales, en los segundos, el

clientelismo político pierde su esencialidad “tradicionalista” para devenir un elemento propio de

diversos tipo de articulaciones históricas, por último, en la teoría política marxista, diversos autores

gramscianos han vinculado clientelismo con “transformismo”, en el sentido que ambos fenómenos

formarían parte de la misma estrategia destinada a desvitalizar el conflicto político.

Los aportes de la reflexión gramsciana vehiculizados por la teoría política contemporánea deben

ser completados, a juicio del autor, por los enfoques marxistas de las clases sociales y del Estado

capitalista. Estos nos permitirán, en el espacio de integración del análisis de las clases y del

clientelismo, entender que “en la medida en que las clases no son más consideradas como un dato

anterior a la práctica político-ideológica, las prácticas clientelísticas no pueden ser más pensadas como

una “apariencia” que enmascara la existencia de las clases sino como parte de las prácticas políticas

de organización, desorganización y reorganización de las clases”.

En cuanto a la relación del clientelismo con las discusiones sobre el Estado capitalista, PANIZZA

sostiene que entendiendo los diversos regímenes políticos en términos de una triple articulación

diferencial entre formas de representación política, intervención estatal y organización

interna del Estado, el análisis del clientelismo permitiría caracterizar adecuadamente diversos

regímenes concretos. O sea que pueden aparecer distintos tipos de clientelismo en los diferentes tipos

9 BOBBIO, N y MATTEUCCI, N: “Diccionario de Política Social SXXI”. Págs. 272-274 En: AGUILO, J. C:“Racionalización de las políticas sociales y necesidad de legitimación política: la intersección de dos lógicasen conflicto” Págs.3-5

10 PANNIZA, Francisco: “El clientelismo en la teoría política contemporánea” , En AGUILÓ, J. C:“Racionalización de las políticas sociales y necesidad de legitimación política: la intersección de dos lógicasen conflicto” . Págs. 3-6

de sociedades. El autor menciona al “clientelismo urbano-estatal” como el característico de

formas de representación política en algunas sociedades latinoamericanas. 11

Concluye diciendo, lo cual es muy relevante para este trabajo, que el cortoplazismo y el

favoritismo de estas prácticas echan un manto de dudas a los ojos de los ciudadanos respecto a las

políticas del Estado. En ese sentido, afecta la posibilidad de apreciar estas políticas como destinadas al

interés general y enmarcadas en un proceso planificado de desarrollo global. Esta desconfianza

impide por lo tanto, una participación transparente de los potenciales beneficiarios de las políticas a

concretar, a la vez que colisiona con cualquier intento racional de utilización de los recursos públicos.

Sobre este tema de la participación hablaremos en el tercer apartado.

2.2- El clientelismo político desde una perspectiva socio-antropológica:

Según GONZALEZ ALCANTUD12 el clientelismo político y social constituye un “universal

antropológico”. Esto significa que el clientelismo es un problema universal, lo cual no implica que

sea algo “natural”.

Esta perspectiva coincide con la de la Ciencia Política en cuanto a que no se puede identificar

este fenómeno con zonas subdesarrolladas o etapas de desarrollo.

Específicamente, “el clientelismo es visto como una concreción histórica del carácter

pragmático de la jerarquía del Homo Hierarchicus”, la cual se deja ver mejor en sociedades

con aspiraciones igualitarias (sociedades democráticas). La jerarquía es una construcción cultural

y social “universal” basada en la lucha por los bienes escasos, o sea, por los recursos de

carácter ideal y/o material.

Son varios los vectores que coinciden en la formación del clientelismo como universal

antropológico según el autor: a) su vínculo infraestructural con el intercambio de bienes, b)

su relación con el parentesco y el territorio, c) el ethos nucleado en derredor del honor y

del intercambio simbólico, que funciona como basamento ideológico del contrato diádico.

d) la vida política municipal que incide en su constitución. e) su vínculo con el Estado

Nacional a través de los partidos y de la burocracia fundamentalmente13.

Es muy importante mencionar que según GONZALEZ ALCANTUD, el clientelismo genera una

dialéctica entre el líder y sus seguidores en la medida que aquel permita a estos lograr el acceso a

recursos escasos de orden económico. No obstante estos recursos no siempre son cuantificables ni

inmediatos sino que están sometidos a la economía del don y contradon y a la tensión histórica.

La economía del don es pluridireccional: al don le sigue el contradon hasta el infinito, a veces es

simbólico, no material.

Patrones y clientes reproducen en el curso de esa lucha por los recursos naturales o del Estado

una estructura jerárquica de dominio universal, que en las sociedades modernas es más llamativa por

cuanto se contradice con la norma jurídico-social que establece la nominal igualdad de todos los

11 Ibidem. Págs. 10-1112 GONZALEZ ALCANTUD, J. A: “El clientelismo político. Perspectiva socio-antropológica”. Págs. 7-1013 Ibidem. Págs. 10

ciudadanos. El clientelismo es por lo tanto, desde esta perspectiva, una desviación u ocultación

de la democracia siendo la corrupción uno de sus efectos.

Hoy en día, dice GONZALEZ ALCANTUD, cuando la arena política se ha desplazado de la vida

parlamentaria hacia la telepolítica mediática, el entente cordial e interesada entre profesionales de la

política y profesionales de comunicación dan lugar a un nuevo tipo de clientelismo, ya no de partido

sino mediaticopolítico, puesto que la arena concurrencial está situada ahora en el ámbito de

producción de imágenes y de la telemanipulación. Esto, en lo que hace a la arena política nacional,

pero, en la arena local induce a pensar que la organización clientelar es “integrativa”. La propia

construcción, la organización de los partidos, con fuerte componente clientelar, se revela deudor de

un modo de difusión territorial, mas que de penetración, esto es, de integración progresiva de los

diferentes ethos clientelares en la organización partidaria y su disciplina. Sería el cálculo de

intereses lo que regiría esta relación.

La focalización en los partidos políticos sin embargo, según el autor, no puede hacer olvidar que

la burocracia está bajo un dictum clientelar. Las estrategias de los grupos sociales tienden a reducir

las distancias con el Estado anónimo, en especial, con los burócratas. A nivel micro social se siguen

produciendo fenómenos clientelísticos de matriz tradicional, si bien ubicados y dimensionados por los

fenómenos demográficos de la urbanización universal. Así, las nuevas formas del patronazgo citadino

traerán consigo nuevas dimensiones del clientelismo político, soportado en transacciones e

intermediaciones generalmente de base étnico-cultural. Por ejemplo, el patronazgo chino en Francia,

o la mafia italiana. También los clientelismos universitarios y culturales.14

En palabras de GONZALEZ ALCANTUD,“la actualidad del clientelismo viene motivada por la

polémica pública, sobre todo masmediatica, generada en torno a la corrupción”. Pero, según

Worman, esto es en el fondo, un mecanismo de permeabilidad social al permitir a individuos el

acceso a la riqueza, prestigio, poder, influencia, status, en un marco mas amplio que la comunidad

tradicional. Así, el clientelismo moderno puede ser contemplado más que como una manifestación del

hombre jerárquico, como una red de transacciones transclasistas guiadas por el interés mutuo y de

carácter pragmático. El contrato diádico del clientelismo rural habría dado paso al PACTO

CLIENTELÍSTICO15.

Para terminar, es importante aclarar una reflexión que hace el autor : “si en el universo de las

ideas, el homo aequalis ejerce la tensión social, cultural y moral, por disminuir, conforme al modelo

normativo, los efectos desviados de este fenómeno universal, mientras no surgen esas desviaciones,

el clientelismo puede llegar a servir como instrumento de resistencia frente a las agresiones

procedentes del Estado y del sistema capitalista mundial”16.

14 Ibidem. Págs. 90-10015 Ibidem. Págs. 10016 Ibidem. Págs.103.

2.3: El clientelismo político desde una perspectiva socio-cultural:

Según AUYERO17 la noción de clientelismo ha sido usada – y abusada - para explicar tanto las

razones por las cuales los pobres seguirían a los líderes autoritarios, conservadores y/o populistas, así

como a las limitaciones de nuestras frágiles democracias. El clientelismo es entendido como un

elemento central en la seducción populista, pero también es definido como un modo de inclusión

política vertical distinto del populismo.

Se sabe, dice el autor, que los intercambios o prácticas clientelares o, como le llamamos

nosotros en esta investigación, prácticas clientelares, se enlazan en redes piramidales de dominación

donde participan patrones, mediadores, y clientes. La mayoría de la literatura enfatiza el carácter

estructurado del sistema clientelar, y a la vez, parece acordar que las relaciones clientelares están

tan lejos de constituir una esfera de sociabilidad simmeliana (que se da entre “iguales”), como de

conformar una “societas leonina” romana (una asociación en la que todos los beneficios se los lleva

una parte). Al contrario, estas son un cocktail de diferentes formas de interacción social:

intercambio, conflicto, dominación y prostitución.

Las relaciones clientelares también se caracterizan por tener a individuos como protagonistas en

oposición a grupos corporativos organizados. No son relaciones completamente contractuales ni

legales sino que están basadas en entendimientos y mecanismos más informales aun cuando

comporten altos niveles de compromiso y obligación. Finalmente, constituyen una esfera de sumisión,

un conjunto de lazos de dominación que no se reconocen como tales debido a la existencia del

intercambio.

Actualmente la noción de clientelismo es problematizada, examinada y cuestionada desde

distintas perspectivas. Sin embargo, coincidimos con el autor, en que el clientelismo político continúa

siendo una de esas imágenes y narrativas simplificadoras que oscurecen más que clarifican nuestra

compresión de las prácticas y representaciones de los grupos populares. Se sigue diciendo, como

podemos observar en la perspectiva de la Ciencia Política, que los sectores populares cambian

racionalmente apoyo político por favores, bienes y servicios, que satisfarían sus

necesidades inmediatas.

Este punto de vista, según Bourdieu “escolástico” presume –equivocadamente- que dado

que los favores, bienes y servicios circulan en un sentido, y la asistencia a los actos, el apoyo y,

votos circulan en el sentido contrario, los primeros causan a los segundo. Se comete así un serio

error epistemológico: situar en la conciencia de los actores el modelo construido por el analista

para dar cuenta de las prácticas, presuponiendo que estas construcciones son la verdadera

causa de las prácticas.18

17 AUYERO, Javier: “La política de los pobres” Las prácticas clientelistas del peronismo. Págs.7-1018 BOURDIEU, Pierre: Citado en: AUYERO, Javier: Op. Cit. Pág 8.

La acción yace al contrario, en el entramado de redes de relaciones y representaciones

culturales construidas diariamente entre políticos y clientes y es allí donde debemos dirigir nuestra

mirada19

Según AUYERO, sabemos por R.Williams y E. P.Thompson, que las tradiciones culturales

son, usualmente duraderas. Un elemento cultural residual que ha sido formado en el pasado, sin

embargo, está aún activo en el proceso cultural, no sólo como un elemento del pasado sino como

“efectivo elemento del presente” por lo que en un particular contexto político-económico, estos

elementos residuales (por ejemplo, el autor habla de heterogéneas tradiciones “populistas”,

múltiples memorias peronistas que compiten entre sí) están enraizados en redes de resolución

de problemas “actuales”, hechas cuerpo en performances y actualizadas y (re) procesadas

en prácticas concretas20.

En definitiva, la participación, el activo involucramiento en las redes clientelares de resolución

de problemas, provee, refuerza y reconfigura una identidad política, así como provee de

alimentos y medicamentos. La “institución informal” es no sólo una red de distribución de recursos

materiales sino también un sistema simbólico, una estructura estructurante que proporciona una

manera de ordenar la realidad, dando sentido a la experiencia de la pobreza en un lugar y en un

tiempo determinados. A su vez, también da forma a las maneras en que los actores rememoran,

reconstruyen y reactualizan esas tradiciones.21

Esta forma de abordar las relaciones clientelares nos permite ahora responder a la pregunta que

nos hacíamos al principio del capítulo: ¿Que prácticas generan o regeneran los agentes

sociales para poder sobrevivir a la gran pobreza en la Argentina? Una de las formas de

sobrevivir es incorporándose a estas redes de resolución de problemas. En muchas villas miserias sus

habitantes resuelven sus problemas de sobrevivencia cotidiana mediante favores, bienes y servicios

provistos por los mediadores políticos.

AUYERO nos va dando definiciones sobre este tipo de prácticas clientelares que es muy

importante reproducir con sus propias palabras:

Los mediadores políticos intermedian entre sus caudillos y los clientes, son expertos

manipuladores de información y de gente, gozan del poder posicional que acompaña a su función

mediadora y canalizan recursos desde el patrón a los clientes y votos y apoyo desde los clientes a la

persona que controla los recursos materiales y simbólicos, a través de una organización partidaria con

acceso a recursos del partido o del Estado. Pero, no todos los mediadores son iguales. Estos difieren

por: a) el acceso diferencial a los recursos de arriba y de abajo, el cual coincide con su

poder y b, la cooperación o la competencia entre los mediadores la cual esta relacionada

con la superposición o exclusividad de sus redes.

Los mediadores tienen casi similares pertenencias de clase social con sus clientes. Lo distintivo

es la cantidad acumulada de capital social (cantidad de recursos derivada de las conexiones y de la

19 Ibidem. Págs. 1-1020 WILLIAMS, Raimornd y THOMPSON, E. P: citado en: AUYERO, Javier. Op. Cit. Págs. 1-1021 Ibidem. Págs. 1.10

pertenencia a cierto grupo). Tienen un círculo íntimo de seguidores que lo ayudan en su tarea de

distribuir favores (satélites personales). Estos conocen al referente desde hace tiempo, pues les han

dado una mano en situaciones de extrema necesidad en las cuales los referentes han venido al

rescate sin segundas intenciones. Desde ese favor fundacional, una relación de ayuda mutua se ha

desarrollado y estos lazos se convertirán en redes.22

Asistimos en las villas miserias bonaerenses, según el autor, a una creciente superposición

de redes informales de sobrevivencia y de redes políticas23 . Las unidades básicas, los

referentes políticos y los programas estatales de ayuda, se han convertido en la fuente de recursos

que circulan dentro de las redes informales de sobrevivencia.

La red de resolución de problemas consiste un una serie de círculos de forma irregular, que

pivotean alrededor del puntero. Este está relacionado con los miembros de su círculo íntimos por

medio de lazos fuertes de amistad o parentesco, real o ficticio. A vez, existe un círculo exterior –los

potenciales beneficiarios de las capacidades distributivas del mediador- que está relacionado con los

referente por medio de lazos débiles. Se contactan con él cuando surge algún problema o cuando

necesitan algún favor.

Los actos políticos, a su vez, son “rituales” pues según el autor, proveen información sobre

las responsabilidades que se tiene hacia un mediador y de este hacia sus clientes. También es una

oportunidad para influir sobre otros actores del juego político local (Intendente) sobre la base del

“dime cuanta gente tienes y te diré quién eres”.

Los programas de asistencia social son el “botín” que los mediadores buscan obtener a los

efectos de mejorar su carrera y hacer política con los recursos del Estado.

El punto de vista oficial (de los funcionarios) expresado en el discurso oficial constituye, según

el autor, una característica distintiva del Estado como entidad que posee el monopolio de la violencia

simbólica. Este tiene, en el caso de la Provincia de Buenos Aires, una construcción dialógica. Por un

lado, se dice que algunos programas de asistencia social son utilizados políticamente y por otro lado,

ellos se presentan como juez imparcial24, único garante de las intenciones originales “sociales” de

estos programas. 25

La red de resolución de problemas es una “familia” y como toda familia es un sistema

22 Ibidem. Págs. 20-4023 Por redes políticas se entiende un conjunto de contactos regulares o conexiones sociales similares entreindividuos o grupos en los cuales, al menos uno de ellos es miembro de un partido político o un funcionarioestatal.

24Ibidem. Págs. 20-40. Haciendo referencia a Chiche y Eduardo Duhalde, ya que Auyero estudia el clientelismoen el Conurbano Bonaerense en el momento en que él gobernaba la Provincia de Buenos Aires y su esposa eraMinistra de Desarrollo Social.25 Es bueno recordar que el 8 de Enero del 2002, siendo Presidente de la República Argentina el Dr. Duhalde, ysu esposa, la Sra. Chiche Duhalde, Ministra de Desarrollo Social, decreta el inicio del Plan Jefas y Jefes deHogar con la intención de reconocer a todos los argentinos el derecho a la inclusión social proveyéndolos de uningreso mínimo. (Decreto 165/02 del Poder Ejecutivo Nacional). En el mismo decreto se establece que losfuncionarios públicos que no cumplan con las previsiones, serán pasibles sanciones administrativas y penales(con motivo de terminar con las prácticas clientelares). A menos de un mes de dictado el decreto el PresidenteDuhalde, entrega una gran cantidad de estos planes a todos los legisladores para que estos a su vez los otorguena quienes consideren necesario, con lo que deja atrás todo su intención de acabar con las prácticas clientelares.Algunos legisladores no los aceptaron. DIARIO LOS ANDES. Ver meses de Marzo/Abril del 2002.

económico, un sitio de trabajo, intercambio, cálculo, distribución, explotación y dominación. Los

mediadores siguen sus propias carreras políticas, tratan de acumular la mayor cantidad de poder

político que pueden y de mejorar las posiciones en el campo político local. Al acumular recursos e

información vital para resolver problemas se convierten en “resolvedores de problemas”. No buscan

dirigir directamente las acciones de la gente pobre que necesita recursos. Sin embargo,

ejercen un efecto estructural de dominación al buscar la realización de sus intereses ya que

aumentan su capacidad de limitar las posibilidades de los “detentadores de problemas” de resolver los

problemas de otra forma que no sea por intermedio de ellos.

Sin embargo, hay dos formas o modelos para interpretar esta red según AUYERO: “El

adherente a la máquina, de acuerdo con el modelo de intercambio material, está

motivado materialmente y responde a incentivos materiales, pero al mismo tiempo, de

acuerdo con el modelo de intercambio afectivo, la relación entre votante y mediador es

cara a cara, personal, afectiva y funcionalmente difusa”. Los incentivos que los mediadores

ofrecen a cambio de votos son “solidarios” en lugar de materiales y la distribución de favores es un

mecanismo mediante el cual los vínculos personales pueden ser desarrollados y mantenidos.

Sin embargo, los mediadores niegan el carácter político de sus actos. Esta negación viene junto

con una presentación de la persona del mediador: una performance pública. Los mediadores no

sólo ejercitan la dominación en virtud de su posición estructural, sino que también

proponen (al intentar enseñar) una determinada definición cultural de la manera de

resolver problemas.26

Ahora, la distribución de bienes y servicios es condición necesaria pero insuficiente para el

funcionamiento del mundo clientelar. Dado que los intercambios son experiencias humanas vividas, el

conjunto de creencias, presunciones, estilos, habilidades, repertorios y hábitos que

acompañan a estos intercambios-explicándolos y clarificándolos, justificándolos y legitimándolos- es

tan importante como el conjunto de los propios intercambios.

Dado que las cosas deben ser distribuidas de una forma particular, lo que se da y cómo se lo da

son dos caras del funcionamiento del clientelismo político. Según el autor, (en el caso del peronismo),

las cosas se dan mediante un tipo particular de performance, de actuación, particular e históricamente

específica: los mediadores funcionan como guardabarreras, pero presentan su rol al

público como si estuvieran representando o coordinando. La lección que intentan enseñar es

que ellos son los únicos que pueden garantizar la continuación del flujo de servicios bajo la forma de

“programas de asistencia social”. Para que este chantaje funcione y se reproduzca a través del

tiempo, los beneficios deben ser otorgados de una cierta manera, con cierta representación adherida

a ellos, con cierta performance que públicamente presente a la cosa dada no como un chantaje sino

como “amor al pueblo”, “como lo que debemos hacer los referentes” o como “lo que Evita hubiese

hecho”, o como “el peronismo”. Por eso las prácticas clientelistas deben ser vistas como contenedoras

de cosas y de palabras (performance).

A su vez, según el autor, una performance busca la reinvención o la restauración de un

pasado que es reconocido por el observador externo –como la fuente de la performance-.

En este caso, a través de esta presentación de la persona del mediador, la práctica y la imagen de

otra persona es restablecida, recreada y reinventada: la de Eva Perón, “la dama de la esperanza”.

A su vez, siguiendo a Durkheim, estas performance son ceremonias: una reafirmación y

rejuvenecimiento de los valores morales del peronismo. Sin embargo, esta restauración del

comportamiento de Evita no es una acción cínica sino una práctica –en el sentido de Bourdieu- dada

por descontada, no reflexiva, fuera de la esfera de conciencia discursiva.

Según Bourdieu, en su análisis de la violencia simbólica del intercambio de obsequios, el trabajo

requerido para ocultar la función de los intercambios es un elemento tan importante como el trabajo

para llevar a cabo la función. Este trabajo simbólico intenta transmutar, mediante la ficción sincera de

un intercambio desinteresado las inevitables relaciones impuesta por el parentesco, la comunidad, el

trabajo en relaciones de reciprocidad electivas.

En este contexto las políticas sociales y programas de asistencia, que en la superficie pueden

aparecer como expresión de una negociación pluralista de derechos ciudadanos, son, según Gay , una

forma velada de clientelismo, una forma no densa o fina de clientelismo institucional. De

esta manera, la presentación de la persona del mediador opera como una ideología, como un

intento de “mistificar la realidad, oscurecer las relaciones de poder y dominación, e

impedir que la gente comprenda su situación en el mundo.27

En cuanto a la manera en que los clientes perciben y evalúan el clientelismo AUYERO, nos

acerca algunas hipótesis: cuanto más cercano está un grupo de actores respecto del centro

de la política (entendida aquí como el centro de poder local, esto es, el mediador): a) los actores

compartirán la ideología de “asistencia y cuidado de los pobres”, de “ayuda social”

propuesta por los mediadores, y b) los actores contarán una historia del barrio en la cual

los protagonistas principales son los mediadores y el intendente. En términos de

presentación pública del mediador, cuanto más cerca este un grupo de actores del centro del poder,

participarán mas de la performance, y el trabajo simbólico llevado a cabo por los punteros será más

efectivo. En este sentido es que para el autor, la noción de clientelismo debe ser

reconsiderada usando la misma solo para el círculo íntimo de los mediadores. De esta

manera, la imagen de un electorado cautivo bajo el dominio de la política clientelar se deshace, dado

que la participación en los círculos íntimos está acotada a un número limitado de actores.

En vez de tomar las voces de los clientes como explicación, el análisis de AUYERO, suscribe al

principio de no-conciencia, de acuerdo con el cual la causa de fenómenos socio-culturales como el

clientelismo, no ha de ubicarse en la conciencia de los individuos sino en el sistema de relaciones

objetivas en el que operan.

Como Bourdieu, Passeron y Chambderon afirman: el sentido de la acción más personal y

transparente no pertenece al sujeto que la ejecuta sino al completo sistema de relaciones en el que y

a través del cual es actuada. En este sentido es que se afirma que lo que aparece, desde afuera,

como un intercambio de favores por votos, es visto desde adentro de muchas otras maneras:

manipulación versus cuidado, acción interesada (política, intercambio calculado) versus

26 Ibidem. Págs. 20-4027 Ibidem. Págs. 40-60

acción desinteresada (amistad). Quienes cotidianamente reciben recursos vitales no perciben el

lazo con el mediador como una relación de poder. Para ellos, el clientelismo es una práctica habitual,

quedando vedada así la postura de espectador sobre esas relaciones de poder. 28

Dentro del círculo íntimo existe una aceptación indisputada (doxa) de la resolución de

problemas mediante la intervención política. La identidad no presenta ni una resistencia activa ni

críticas sutiles u ocultas. Las contravoces se ubican fuera de estos círculos íntimos y toman la forma

de una queja por los escasos recursos que entregan los mediadores. Para quienes están en el círculo

íntimo, la dominación se presenta como una paradójica antinomia: si se resisten pueden perder el

acceso a bienes vitales, viendo profundizada su condición de privación, si se asimilan al “mundo de

verdad del mediador” son cooptados por las prácticas institucionalizadas del clientelismo, participando

así en la reproducción de las relaciones jerárquicas dentro del campo de la política local y dentro del

espacio de la villa. En este sentido es que,

...en la medida en que la resolución de problemas se inclina a legitimar un estado de las

cosas de hecho –un balance de poder desigual, una red de dominación- podemos describir

esas soluciones, siguiendo a Bourdieu, como máquinas ideológicas. El acto de dar,

transforma una relación social contingente –ayuda a alguien que lo necesita- en una relación

reconocida, acreditada como duradera: el mediador es el único resolvedor de problemas. Se

reestablece la jerarquía. En suma: los deseos de cuidado, de cercanía y de reconocimiento de

los clientes deben ser considerados la dimensión causal central en sus prácticas.29

Las redes peronistas de resolución de problemas son hoy, según el autor, las tramas de

relaciones más importantes en las que se mantienen vivos los residuos de una fuerte identidad

peronista: la identidad distributiva. Este folklore peronista residual satisface dos funciones latentes: a)

legitima las orientaciones políticas actuales y b) justifica las acciones de los mediadores. O sea,

justifican una forma de hacer política.

De esta forma, AUYERO plantea una hipótesis cultural: “con el fortalecimiento de los

centros de poder local que actúan como mediaciones entre los pobres y los que tienen los

recursos para resolver sus problemas más acuciantes, (agregamos nosotros, “producto de la

descentralización de la política social a las Provincias y Municipios” )hay una definición cultural de

la manera de enfrentarse a los problemas de sobrevivencia que se está inscribiendo en los

esquemas mentales de los “detentadores de problemas” que están cercanos a esos

centros de poder. Esta es, la idea de que “los problemas urgentes pueden ser resueltos

mediante la intervención política personalizada y que hay que tener buenos referentes

para conseguir lo que se necesita”.30 En otras palabras, decimos nosotros, se estaría

inscribiendo o generando en los agentes un “habitus clientelar”, (en cuanto a esquema de

percepción, evaluación y acción), que llevarían a la utilización de “prácticas clientelares” para

resolver los problemas urgentes. Ambos, habitus y prácticas, estarían basados en un “sentido

28 Ibidem. Págs. 60-8029 Ibidem. Pág. 60-8030 Ibidem. Págs. 80-90

práctico-clientelar”, o sea, una aptitud para moverse, actuar y orientarse según la posición en el

espacio social, la lógica del campo y la situación en la cual se está comprometido.

El hilo conductor es, según Auyero, el siguiente: bajo condiciones generales de

aumento del desempleo y subempleo, y retirada del Estado en su faceta de bienestar social,

provocando el empobrecimiento aún más pronunciado de los pobres urbanos; dados: 1) un partido

gobernante con dos características que se refuerzan mutuamente: a) un apoyo relativamente estable

a nivel de masa y una fuerte organización informal en áreas urbanas pobres, y b) acceso a programas

de asistencia social solventados por el Estado (un pobre sustituto del Estado de Bienestar), 2)

desertificación organizativa de los enclaves de pobreza urbana31, y 3) “populismo” residual como

tradición cultural (habitus clientelar), deberíamos esperar el fortalecimiento de la resolución de

problemas de sobrevivencia a través de la mediación política personalizada (prácticas clientelares).

Esta manera de resolver problemas, a su vez, refuerza a la organización partidaria a nivel de base y

su acceso a programas de asistencia social solventados por el Estado. Esto conduce a una

desertificación organizativa aun mayor y a la recreación y/o reinvención de las tradiciones

“populistas”(habitus clientelares)32

Esta hipótesis, traducida a esta investigación sería ¿Las nuevas políticas sociales

descentralizadas en los Municipios y focalizadas en sectores específicos, podrán estar generando o

regenerando prácticas y hábitus clientelares?

Esta pregunta la investigaremos empíricamente en el Municipio de Luján de Cuyo, pero para

analizar estas categorías debemos primero definirlas operativamente, lo cual realizaremos

abstrayendo algunos conceptos fundamentales de las definiciones dadas por Auyero.

Operativamente, las “prácticas clientelares” serán entendidas como el real intercambio de

bienes y/o servicios por apoyo, votos, seguimiento, devoción (no necesariamente conciente) entre el

patrón o mediador y el cliente. Pero no debemos olvidar que según Auyero esta es una condición

necesaria pero no suficiente para la práctica clientelar por lo que debemos complementarla con la

forma en que la cosa es da y recibida, la performance con que se lo dá y la evaluación de los que la

reciben (el habitus). Estos pueden compartir o no la ideología del mediador.

Entonces, para determinar el “habitus clientelar del agente/beneficiario” se tendrá que

verificar en él las siguientes características basadas sobre todo en que debe compartir la ideología

del mediador:

• el cliente debe considerar que el mediador (en el caso de la investigación será el

facilitador de un acceso a un plan social, por ejemplo) está motivado por “su amor al pueblo”, y que

por eso quiere ayudarlo consiguiéndole bienes, ya que no tiene ningún deber de hacer nada, sino que

lo hace desinteresadamente,

• el cliente debe considerar que la única o la mejor forma de acceder a bienes y/o

31 Si bien Auyero no explica que quiere decir con “desertificación organizativa” en su obra, para estainvestigación interpretamos la misma como la inexistencia o escacez de organizaciones de la sociedad civil enlos ámbitos de mayor pobreza urbana. Con esto queremos decir, que en los mismos no se registranOrganizaciones No Gubernamentales, Asociaciones Civiles, Cooperativas, Juntas de Vecinos, etc. donde seproblematicen las cuestiones que les afectan a todos, y sirva este espacio de ámbito desde donde planteardemandas al gobierno u otros sectores.32 Ibidem. Pág. 3

servicios que necesita para vivir es pidiéndole al mediador que interceda por él, ya que su mediación

lo ayudará a acceder más fácilmente a algunos bienes y/o servicios. Además, como el mediador es un

amigo que está desde hace mucho tiempo, y nunca le ha fallado, no le va a fallar ahora sino que lo

va a ayudar, y

• el cliente debe creer que el mediador hace todo y da todo por él, lo hace de

corazón y merece su agradecimiento por esto.

Cuando encontremos por lo menos dos o más de estas tres características en un mismo

agente diremos que posee un habitus clientelar, pues sería poseedor de ese sentido práctico

clientelar o de un populismo residual como cultura política que servirá como disposición a actuar de

modo clientelar aunque no es determinante totalmente. Por ejemplo, puede existir la disposición a

actuar de alguna manera determinada, y sin embargo, la misma puede no realizarse por distintos

motivos.

Ahora, es necesario volver a la distinción que hace Auyero entre los clientes que se

encuentran en el círculo íntimo, los cuales le ayudan al mediador a repartir los bienes y en los

cuales existe una aceptación indisputada de la resolución de problemas por la intermediación política y

los que se ubican fuera de estos círculos íntimos, donde están las contravoces de queja por los

escasos recursos que entregan los mediadores o sea, quienes generalmente poseen las siguientes

características:

• tienen una mala visión de los mediadores ya que los ven como causantes de su

escaso acceso a bienes,

• consideran que hay “acomodos” pero no se sienten con posibilidades de ser

beneficiarios de los mismos por lo tanto no pedirían ayuda pues creen que la ayuda esta destinada a

otros y no a ellos.

• Además, estos generalmente creen que no habría que agradecerle a los mediadores

sino que deben haber iguales oportunidades para todos. Estas prácticas conformarían la categoría de

“prácticas no clientelares”.

De todas maneras, se ha reservado el poder de interpretar los datos de acuerdo a nuestro

objeto teórico anteriormente expuesto, ya que los agentes muchas veces tienen “otra forma de decir

las cosas” que no se asimila a la que nosotros esperamos, por lo tanto, intentaremos descifrar el

sentido de lo que ellos nos quieren decir”.

Para esta investigación, sólo los clientes del círculo íntimo poseen un hábitus clientelar, lo que

no necesariamente implica que estos estén envueltos en redes clientelares de solución de problemas

de subsistencia, o sea, que sean clientes concretos en una relación clientelar.

De acuerdo a este marco teórico, investigaremos si en el Municipio de Luján de Cuyo los

programas sociales descentralizados y focalizados están generando prácticas participativas y, de ser

así, analizaremos de que tipo de participación se trata, si amplia o restringida.

La preguntas que se busca contestar con este trabajo entonces será: ¿Los planes sociales

implementados en Luján de Cuyo están generando practicas clientelares en sus agentes

beneficiarios ?

Entendiendo por ello agentes (beneficiarios o posibles beneficiarios) que conformen una red

clientelar, o sea, de intercambio de bienes y/o servicios por fidelidad y/o votos. Pero esta

característica sola no alcanza sino que además los agentes deberán entender que para obtener algún

beneficio hay que tener alguna relación de amistad, parentesco o vinculación política con los

funcionarios públicos encargados de distribuir esos planes, lo que los encaminará hacia esos métodos

clientelares para conseguir acceder a algún proyecto o plan de bienestar del Estado (o sea, deberá

poseer un habitus clientelar)

Se pondrá interés en dilucidar si ambos polos de la relación clientelar, “mediador” y “cliente”

poseen una misma cultura o ideología de manera que ambos son de alguna manera inconscientes de

esta relación. O sea, una relación donde los “clientes” vean como natural tener que buscar una

mano amiga en las organizaciones para obtener un beneficio (del cual tienen derecho), y por otro

lado, los mediadores ven como legítimo que su función sea dar ayudas personalizadas a personas que

lo necesitan, lo que de alguna manera los pone en el lugar de los “hacedores de favores” y los que

merecen de algún modo ser recompensados, ya sea con el voto a sus patrones o con la simpatía, o

como encargado oficial de resolver los problemas de los pobres.

La investigación de campo incluirá entrevistas a los beneficiarios de programas sociales

focalizados y descentralizados en el Municipio de Luján de Cuyo durante el año 2001/2 para analizar

por ese medio los interrogantes anteriormente planteados. Estas entrevistas tendrán una intención

exploratoria, por lo que no servirán para hacer una generalización de lo que piensan los beneficiarios

en el municipio sino que se intentará descubrir lógicas ocultas en la relación funcionario / beneficiario

ligada al acceso a programas sociales descentralizados.

Las siguientes categorías que se han analizado surgen de las respuestas que 48 beneficiarios

de programas sociales focalizados y descentralizados en el Municipio de Luján de Cuyo dan a

entrevistas realizadas durante los meses de Abril, Mayo, Junio y Julio del 2002 . No se incluyeron en

las entrevistas a personas que tuvieran como primera y única experiencia como beneficiarios de

programas sociales al actual “Plan Nacional Jefes/as de Hogar”. Sí,. se incluyó a personas que

pertenezcan a este plan pero que hallan tenido experiencia como beneficiarios de anteriores planes

sociales como “Trabajar, Vale más, Emergencia, etc”

• Existencia de una relación clientelar para el acceso a un plan social (tipo de

acceso)

De 48 entrevistados, 46 de ellos manifestaron haber accedido al plan por los cursos normales

y apropiados, o sea, siendo entrevistado por la trabajadora social del Municipio quien determinó su

estado de carencia y su derecho a un subsidio o ayuda social. Es muy importante aclarar que estas

entrevistas fueron “abiertas” pues el mayor interés es hacer un análisis cualitativo de la visión de los

beneficiarios, sin embargo, ha sido útil incluir también los datos cuantitativos que se pueden extraer

de estas entrevistas (como son los porcentajes de cada categoría encontrada) pero esto sólo a nivel

“descriptivo” pues no intenta ser estadísticamente representativo de las características estudiadas.

Sin embargo, 2 personas manifestaron haber accedido a algún plan social por medio de “una

manito política”, “un contacto”. De esto se puede deducir, sin intención de generalizar, que esto

sucede en la comuna, aunque en un mínimo porcentaje con respecto a los que acceden por los cursos

normales. Se transcribirán las palabras textuales de los beneficiarios que manifestaron haber utilizado

una manito para entrar al plan:

“Por intermedio de un amigo mío que me hizo una manito para entrar, un tal Quiroga. Acá en

Luján vive, que es contador. He estado trabajando con ellos yo, toda la vida, en su casa. Trabaja en la

Municipalidad. El me hizo una patita y con eso pude entrar” (Oscar, 37 años, hace changas en la casa

del “mediador político”, )33

“Vine una vez a pedir una conexión política con el palacio de justicia y como venía todos los

días, todos los días, me dieron un plan de ticket vale mas... Fue muy gracioso porque yo ni siquiera

los pedí. Fue como para decirme: déjate de joder. Porque en realidad ninguno de ellos podía hacer

nada para que yo pudiera entrar al poder judicial porque la mayoría eran demócratas y allá el Sr.

Llorente estaba con los radicales, así que no.” (Javier, 35 años).

Percepción del programa

14 de los 28 beneficiarios entrevistados percibe a los programas sociales como “una ayuda

importante” para comprar las cosas básicas como los alimentos para niños, pañales y también

porque les permite “estar trabajando y ganarse lo que reciben del Estado”.

19 de los 28 entrevistados considera a estos programas “positivos” pero encuentra en los

mismos muchos aspectos negativos, como por ejemplo, que esa ayuda “no alcanza”, o “no la

pueden utilizar como se debería ya que muchos mercados cobran más caro a quienes

pagan con vales más o no permiten comprar algunos productos básicos como pañales y

leche”, (mientras si se puede comprar cigarrillos y vino) o directamente “no los reciben”. También

se hace referencia a la existencia de “problemas con la organización” ya que algunas veces los

beneficiarios no aparecen en las listas y ese mes, no cobran y no saben donde va su plata”. Otro de

los problemas es que “el pago se demora”, (sobre todo en este último tiempo) , y “hay mucho

abuso de autoridad”. La gente se pasa un día entero haciendo cola para que den los números para

recibirlos al otro día. La “falta de control para evitar las superposiciones de planes” es otro

problema encontrado.

4 de los 28 entrevistados manifestó que estos planes sociales “no son una ayuda para

ellos” sino que, al contrario “los hunden más”, “se abusan de los beneficiarios porque son

pobres”, “ se los dan a los que más tienen”.

• ¿Conocen personas que necesitan la ayuda del plan y no pudieron acceder?

Del total de entrevistas realizadas 24 personas conoce personalmente este tipo de

situaciones, mientras 10 de los entrevistados manifestaron no conocer gente que lo necesite y no

puede acceder. 4 personas dijeron no saber, no quisieron contestar o no se les preguntó.

Una de las causas de este desconocimiento se puede deber a que la mayoría de los

entrevistados vive en lo que podríamos denominar “barrios bajo planes” o “zonas de insularización”34,

33 Todos los nombres de personas que aquí se detallan no responden a los nombres reales de las personasentrevistadas, sí son reales su posición en el campo.34 CRAVINO, María Cristina; FOURNIER, Marisa; NEUFELD, María Rosa y SOLDANO, Daniela: “Vidacotidiana e implementación de políticas sociales: receptores y mediadores en un barrio del ConurbanoBonaerense”; en ANDRENACCI: “Politización perversa y segmentación social. Dos dilemas de la políticasocial local en la Región Metropolitana de Buenos Aires” Pág. 19.

lo cual explicaría su desconocimiento de situaciones de “no acceso a planes sociales”. Lo que las

autoras llaman proceso de insularización es, precisamente, un signo de solidificación de esferas de

integración fragmentada. Esos espacios de insularización son, a su vez, los que las autoras sugieren

llamar “barrios bajo planes”, en los que la política asistencial concentra la máxima intensidad de

intervención, posibilitando la supervivencia inmediata sin ingreso monetario. Esto, que en un aspecto

es necesario y “positivo”, agrava objetivamente la segmentación social, aunque este agravamiento se

deba más a la ausencia de una política social capaz de contener las trayectorias de empobrecimiento

que al “éxito relativo” de la contención de sobrevivencia que realiza la política asistencial en los barrios

bajo planes.

• ¿Conocen personas que “no” necesiten la ayuda y accedan al programa?

Del total de entrevistados 21 personas manifestaron conocer gente que no necesitaría tanto

el subsidio y que lo recibe, mientras 12 dijo no conocer esa situación concretamente. 5 personas no

sabían, no quisieron contestar o no se les preguntó.

Se considera que los niveles son significativos aunque, hay que tener en cuenta que sus

respuestas se basan en una apreciación personal y no en una información certera y documentada del

porqué del no acceso de esas personas. En sus palabras,

“Si. La famosa vinculación política. Si conozco. Por ejemplo, allá en Carrodilla, porque

siempre hay un caudillo. Hay un señor que es muy conocido, que es el Chimango Díaz que esta a

cargo de una Unión Vecinal ahí en el Barrio Huarpes y por favores así... A lo mejor, le hace falta.

Estaba ahí en el plan con nosotros, no lo vimos casi nunca. Una vez fue. Pero... el tenía un hijo, que

era de la comisión y ¿que pasa? El de la comisión, ese nos atendía a nosotros, estaba a cargo de

nosotros, pero él era por la comisión, no por ningún plan ni por nada. Pero, por la acción que le hacía

a ese hombre, él lo recibía y no trabajaba. Nosotros, por no llevarnos mal no dijimos nada pero nos

quejamos muchas veces. Pero. Son los famosos caudillos políticos. Es una Unión Vecinal la

asociación. El viene con el arrastre del justicialismo desde siempre ha hecho eso y bueno, el clásico

favor para mantener la clientela... Esto es actual. El todo lo que consigue lo hace en el nombre de los

vecinos, nosotros, pero a él le da la municipalidad, pero le da por los vecinos, no le da por bonito,

porque él es un hombre que trabaja allá por la zona de vizcacheras, tiene un sueldazo, tiene un auto

polo. El no trabaja para la comuna. El es justicialista. Y esta prendido. Ahora están los demócratas y

viene y pecha por la Unión vecinal. Son los que salen siempre bien parados. Encuentran respuestas en

los políticos y se respaldan en nosotros, en los vecinos. Ellos sacan sus propios beneficios, ellos nos

utilizan y están siempre en contra con la gente que está gobernando...(Carlos, 50 años, miembro de

la Comisión Vecinal del Barrio Huarpes. )

Se piensa que en este caso también la pertenencia de los entrevistados a “barrio bajo

planes” podría estar influyendo en su desconocimiento de situaciones de acceso de personas que no

necesitan un plan social. Por ejemplo,

“Se lo han dado a todos. No he conocido a personas que lo hallan recibido y no lo necesitaran.

Yo la verdad es que siempre me he conectado ahí con esa gente y no he visto a otras personas”

(Delia, 45 años, vive en un Barrio Urbano Marginal a tres cuadras de la plaza municipal)

• Razones por las cuales estas personas que “no lo necesitan” acceden a los

programas sociales según los beneficiarios.

21 personas de los 38 beneficiarios considera que la razón de que se den casos injustos en el

acceso a programas sociales es debido principalmente a que “existen favores políticos”, por

medio de los cuales algunos políticos hacen ingresar a algún plan social del Estado a sus

amigos, parientes, o gente del partido. Mayoritariamente esto es conocido por la gente como

“acomodo”.

En este punto es importante remarcar que existe una diferencia entre el “acomodo de

personas” (el cual sería un mecanismo de corrupción), y el “clientelismo político” el cual, puede

incluir practicas de corrupción o no. Por ejemplo, si un político o un intermediario intercede para que

una situación de injusticia (como puede ser el no acceso de alguien que necesita) se aclare, esto no

sería un acto de corrupción, sino que habría que investigar si es producto de una práctica clientelar o

no. O sea, habría que analizar si esta persona lo está haciendo para captar ese posible elector o no.

Entre estos dos conceptos (clientelismo y corrupción) se ha dado mucha confusión en los

entrevistados por lo que es necesario distinguirlos uno de otro ya que los beneficiarios, sin nombrarlo

con esos términos, saben cual es la diferencia. En palabras de los beneficiarios ....

“Entran por los acomodos. Eso pasa acá en Luján, pasa en todos lados. Son amigos de políticos.

Eso es seguro. Yo nunca me he metido en la política. He ido a votar y nada más. Nunca he ido a

decirles: ¡Che!, necesito un trabajo. Son de siempre. Eso siempre ha sido. Si yo conozco gente que

siempre ha sido.” (Mario, 52 años. )

“Es simple. Eso siempre pasó. Sobre todo cuando llegan tiempos de elecciones o cuando el

gobierno esta ahí que necesitan cambiarlo o necesitan mover ciertos estamentos políticos empiezan a

usar a la gente y la mejor manera de usar a la gente es dándole algo.” (Javier, 35 años.)

“Yo conozco gente que quieren ser presidente de las uniones vecinales o es presidente, que se

ha puesto muy de auge el tema de las cooperativas vecinalistas, de ayudar al desarrollo de la

comunidad, hacerse presente con un listado de gente y demás. Pero se evalúa mucho y conozco la

mayoría de las asistentes sociales que son las que controlan quien va a entrar, no ven eso. Calculo

que debe haber alguna clase de relación, no sé si debajo de la mesa o no sé como nombrarlo, de

quedar bien con algunos de los punteros, que te valla a ayudar para el momento de. No pasa por lo

que pueda ser palpable y visible para nosotros pero puede ser, porque con el correr del tiempo podes

ver gente y decir. Si este no estaba ¿cómo esta?” (Franklin, 37 años, chofer de la Dirección de

Desarrollo Social... )

“En el B· Juan XXIII la mayoría, un 70% son justicialistas, quien le está hablando también. Por

eso estamos desamparados, porque en este departamento estamos gobernados por demócratas. Hay

gente que se está muriendo. Si pedimos una tonelada de tierra no nos llevan, si pedimos leña no nos

llevan, si pedimos material no nos llevan. Llevan a los B· aledaños donde los Sres. Presidentes de las

Uniones Vecinales, por ej. En el B· San Martín Sur, son demócratas. Ese Sr. va a candidato para

Concejal. Y después hay otro Sr. demócrata también, del B· Jardín Costero. Nosotros estamos en el

medio. Cuando las elecciones, el Sr. Intendente nos había prometido comedores comunitarios, ahora

no lo conoce más. Se ha olvidado de nosotros. El domingo pasado andaba un móvil con doctores

visitando los barrios que están pegados al nuestro y a nosotros no nos ha visitado, porque hay un

70% de gente justicialista. Además, existe otra clase de plan que están para lo que Ud. me está

preguntando. El plan CLARO. Están incorporando prácticamente gente ellos. Es para los jefes de las

uniones vecinales de todos los barrios. Solamente ellos lo están haciendo. No los radicales ni los

justicialistas. Con eso están haciendo la campaña. Es el mismo que tenemos nosotros, de 150$. Es el

mismo de jefes de hogar, provincial. Eso es provincial. Es una maniobra de ellos para tener votos. Por

ejemplo, va un Sr. allá que está candidato a concejal y dice: Sr. ¿Ud. tiene laburo? No. bueno. Yo le

voy a dar un plan ¿cuántos votitos me va a dar?” (Juan,45 años, vive el barrio urbano marginal, Juan

XXIII)

Sin embargo, 15 de los 28 entrevistados consideran que el acceso de personas que no

necesitan se debe a favores políticos pero, principalmente, responde a la “falta de control

por parte del Estado de la distribución de los subsidios”, a la “caradurez de gente que se

inscribe por las dudas, aunque no lo necesite tanto”, a que “hay gente que es más

encaradora y hay otras personas que tal vez necesita más pero les da vergüenza pedir”,

o también se puede deber a la “suerte del beneficiario”, a que todos quieren tener lo que

tiene el otro y más, a la masividad con que se están entregando estos programas (lo cual

impide su control).

3 de los 38 beneficiarios manifestó no saber que contestar.

Existencia del habitus clientelar:

• ¿Que opinión tiene de ciertos políticos o punteros que interceden para que

algunas personas accedan a un plan social?

Con respecto a esta pregunta 21 de los 38 entrevistados consideran que “los políticos hacen

bien en interceder por las personas “que lo necesitan” para que accedan a un plan social,

ya que esta sería su función, no así si interceden por personas que no lo necesitan”.

“Para mi esta bien. Es lo que tienen que hacer. Tendrían que haber más políticos que

intercedan ante personas que no tienen a quien acudir cuando no tienen trabajo, cuando realmente lo

necesitan”(Javier.)

“Yo pienso que si es de corazón la ayuda que están dando, está bien. Si es por acomodo, o algo

así, esta mal. Porque yo creo que toda la gente lo estamos necesitando y si ellos nos pueden dar una

mano y lo hacen de corazón, esta bien.”(María Rosa)

“Me merecen el mejor de los conceptos porque así como ha habido políticos que se han llevado

el país en los bolsillos hay gente que ayuda. No podemos poner a todos en la misma bolsa. Hay

gente que es como nosotros que está palpitando los problemas de la gente y los está sufriendo igual

que nosotros”(Carlos, 50 años)

“Que les valla bien, mejor. Si ellos tienen más oportunidades que uno, mejor. Es la función de

ellos. Les estoy agradecido.”(Oscar, 37 años, hace changas en la casa del contador del Municipio

desde hace mucho tiempo)

“Los que te ayudan para entrar son buena gente. Ese esta bien pero, refiriéndome a las otras

actitudes que tienen por ejemplo que van cobran y no van a trabajar. Es una vergüenza.”(María)

“Y. si realmente le hace falta sí, porque es la única manera de tener algo y ellos pisan un

poquito más fuerte porque están más arriba. Hací esta bien.”(Marcelo)

“Es una táctica. En estos momentos se aprovecha la ocasión. En estos momentos la gente no

tiene que comer. Por eso, algunos políticos dicen: mira, si me das el voto yo te voy a traer carne,

aceite. Esto no es solo en Luján. Es general. A un barrio con determinadas necesidades entra un

político con posibilidades de ayuda y la gente se va de cabeza.”(Juan, jardinero de la plaza municipal,

peronista, vive en el Barrio Urbano Marginal Juan XXIII)

Sin embargo 13 personas consideran que lo que hacen los políticos esta mal por distintas

razones, como por ejemplo, que existe una Dirección de Desarrollo Social por la que

todos deben pasar, y donde se debe probar la situación de vulnerabilidad de quien recibe

el subsidio o porque está mal, pero es necesario que alguien interceda por ellos, o porque

lo ven como un acto especulativo, una táctica, algo trucho, propio de la corrupción.

“De por sí hace mal pero uno no puede decir nada porque si no tenés una cuña como se dice.

Le dan los planes a los que ellos ven conocidos. Vos venís acá y por ejemplo, si yo conozco a alguien

le digo, che mira me podes anotar para esto. Si, no te hagas problema. En tantos días lo vas a tener.

Es así la cosa. Y para mí no es así. Y para muchas personas.”(Marcos)

4 de los 28 entrevistados manifestaron no saber que responder a esta pregunta.

El alto porcentaje de beneficiarios que respondió que era bueno que los políticos intercedan por

los pobres está demostrando que existe en la población una de las características del “habitus

clientelar”, o sea, desde esta perspectiva, una predisposición a buscar intermediarios para acceder a

los bienes del Estado. O sea, la función de los políticos es “intervenir en la burocracia para que los

sectores mas necesitados puedan acceder a una dádiva”. Pero este dato no es suficiente para

garantizar la existencia del mismo sino que se deben cruzar estos datos con las otras características

del hábitus.

• ¿Pedirle ayuda a un político para ingresar a un plan social es un recurso

valido?

18 manifestaron que pedirle a un político ayuda para ingresar a un plan social era un

recurso válido, si la persona realmente lo necesita, ya que hay más posibilidades de

acceder a algún beneficio .

17 consideraron que no es un recurso válido ya que los políticos igualmente no los

ayudan, o ayudan solamente a sus amigos o familiares, o porque no se animan o tienen

miedo de pedir, etc. 3 manifestaron no saber que responder.

Es decir que en esta oportunidad en las respuestas de los beneficiarios predomina la

característica “clientelar” lo cual da más fundamento a anteriores inferencias con respecto a la

existencia de un “habitus clientelar” en los beneficiarios. Sin embargo, se debe analizar la última

característica y luego verificar la existencia de las tres características en cada uno de los agentes.

• ¿Hay que estar agradecido de los políticos que interceden por algunas

personas para acceder a un plan social?

26 de 28 respondieron que hay que agradecerle a los políticos que interceden

“desinteresadamente”, “de corazón” para que “quienes lo necesitan” ingresen a

programas sociales.

Sin embargo, 3 consideraron que esto no era necesario ya que esta es la función de los

políticos, “ayudar a la gente que lo necesita. Entre ambas respuestas no se encuentran

diferencias en cuanto que las dos responden a un hábitus clientelar, ya que para ambas respuestas la

función de los políticos es brindar bienes a sus clientes haciendo de intermediarios entre el Estado y

ellos, lo cual reúnen 29 de los entrevistados.

“Si, por una parte si porque por la situación que yo estoy les debería algo pero si estuviera bien

no.” (Miguel)

“Claro que si. Si yo le hago falta voy a estar presente pero si no, no. Si él me necesita. Mas

vale. Yo soy conciente de eso. Pero si no me da una mano y va y me busca como me buscaron la vez

pasada, los saque corriendo de la casa. Claro, ¿ ahora cuando me necesitas venís?. No me dijeron

¿querés trabajo? ¿querés adelantar trabajo? No. Estaba en el plan nada más. Esta bien que ayuden a

las personas que lo necesitan. Mas vale que esta bien. Por ejemplo un barrio, hacer un adelanto, hay

que agradecerles. Pero si no hacen nada, no se puede hacer nada tampoco. Le cortan el cuerpo. Ellos

cuando los necesitan es como una obligación que uno tiene que estar.” (Mario, 52 años. Ver décima

entrevista)

Sin embargo hubo otro beneficiario que hacía referencia al involucramiento en la red clientelar,

aunque usaba otras palabras:

“Y de alguna forma si, pero a la vez me estoy involucrando con ellos.” (Marcos)

Al contrario, 8 personas consideraron que no se merecen un agradecimiento porque esta

mal que hagan eso ya que existe una Dirección de Acción Social para las ayudas sociales.

Como se dijo anteriormente, para reflexionar sobre estos datos no se considerarán las palabras

de los entrevistados como reveladoras de “la” verdad ya que se considera que estos no son

totalmente conscientes de todas las relaciones que influyen en sus prácticas, por lo tanto, se tratará

de analizar si los datos encontrados se relacionan con el marco teórico previo o en que medida no se

corresponden con el mismo.

De las entrevistas realizadas a los beneficiarios de programas sociales focalizados y

descentralizados en el Municipio de Luján de Cuyo se pueden extraer algunos datos significativos:

• Si bien la mayoría de los entrevistados ha accedido por los cursos previstos a dichos

programas, o sea, no se han utilizado prácticas de tipo clientelares, ha quedado demostrado

que existen algunos casos donde el acceso ha sido, en cierto modo intervenido por algún político,

aunque estos se dieron en sólo dos casos.

Con respecto a la existencia de un hábitus clientelar, en el capítulo dos se dijo que se

entendería que el agente que posea dos o más características del hábitus se consideraría poseedor

del mismo. Estas son las proporciones en que se ha encontrado cada una de sus características en los

beneficiarios entrevistados

• Una gran parte de los entrevistados, el 55%, ha visto “bien” que se interceda,

“cuando las personas lo necesitan” y no así cuando la persona está en una buena situación

económica pues, en ese caso, el hecho se vuelve una practica de corrupción.

• 18 de 38 entrevistados consideran que pedir ayuda a un político para acceder a un

plan, un trabajo o agilizar un trámite es un recurso válido, ya que esta es una forma de conseguir

algo, quizás la única.

• A su vez, 17 consideran que, en cierta forma, quien recibe ese beneficio, debería

estarle agradecido a esa persona por su obra de bien, y 3 consideran que esta es la función que los

políticos deberían cumplir.

De acuerdo a estos datos, se pueden realizar algunas reflexiones:

Si bien no se descarta la existencia de prácticas clientelares, no se ha encontrado

este tipo de prácticas como las “predominantes” en el Municipio estudiado. Aunque se ha

tenido acceso a información sobre ciertas presiones que llegarían de distintos sectores a la Dirección,

no hay evidencia de que estas ejerzan un efecto visible en la orientación de los beneficios, o un uso

clientelar de los mismos.

Sin embargo, frente a la ausencia de recursos económicos, se han desvirtuado muchos planes

sociales, como por ejemplo, el “Plan Provincial de Empleo y Capacitación Temporario”, para cubrir a

una mayor cantidad de beneficiarios, quitándole, por ejemplo, la capacitación a la gente, la cual forma

parte del programa y estuvo en su diseño por algún motivo. Sin embargo, esta decisión se ha

adjudicado a la falta de recursos y al gran crecimiento de demandas sociales destinadas al Municipio

y no ha una práctica clientelar que busque la obtención de votos y/o fidelidad.

Ahora, como se dijo, para determinar la existencia de un hábitus clientelar (o cultura clientelar

internalizada) se entendió en este trabajo que era necesario que el agente estudiado posea dos o

más características del mismo, por lo tanto, y de acuerdo con esta premisa, se puede decir que se han

encontrado estas características en un número bastante elevado, 21 de 38 (o sea, una disposición a

actuar de forma clientelar) pero sin que este hábitus clientelar se concrete en una práctica clientelar

pues muchas veces está chocando con la negativa del Municipio a destinar ayudas complementarias.

Esto se puede corroborar con los datos de las entrevistas, ya que se entiende que los

beneficiarios, al considerar correcta las ayudas particularizadas a los pobres, al entender como un

método válido el pedido de ayuda política para resolver casos de pobreza acuciante, y reconocer la

deuda que esto implica para ellos hacia estos políticos a quienes consideran “humanistas y

caritativos”, lo que se está manifestando es la disposición de los agentes a entrar en una red

clientelar, que por el momento, no existe como rasgo predominante en el manejo de los programas

sociales en el Municipio estudiado.

Los restantes 17 entrevistados no poseen, según este trabajo un hábitus clientelar ya que

no cumplen con dos o más de las características que lo definen, o sea, estos agentes: ven “mal” que

un político o un mediador interceda por ellos o por otras personas para que accedan a un

plan social, por distintas causas: “creen que esto atenta contra la igualdad de oportunidades,

consideran que para eso está acción social, etc”. Por otro lado, estos agente no creen que “pedir

ayuda a un político” sea una estrategia válida para solucionar sus problemas de

subsistencia ya que creen que “esta ayuda nunca les es asignada a ellos sino que está destinada a

los amigos o parientes de políticos” o porque “tienen miedo de pedir”, “tienen pudor”, “les parece mal

utilizar ese método”. También, estos consideran que la ayuda de un político no debe ser

agradecida ya que consideran que “está mal que intercedan por otros para acceder a un plan

social”.

Se puede concluir entonces que se ha encontrado una escasez de prácticas clientelares

concretas para acceder a los planes sociales, pero, conjuntamente, se ha detectado también un

elevado habitus clientelar en los beneficiarios, o sea, una predisposición a actuar clientelarmente (o

sea, la posesión de la misma ideología del patrón en los beneficiarios), o sea, el discurso que

aprueba que “el patrón es bueno porque me ayuda, sin él no puedo acceder a beneficios, se merece

mi agradecimiento”

3 -Nuevos Interrogantes:

De la investigación realizada han surgido nuevos interrogantes, los cuales no se tenían en

cuenta al comienzo de la misma. Estos interrogantes se basan sobre todo en las “causas” que se

pueden encontrar a esta escasez de prácticas clientelares. En este sentido que se considera

importante detenerse en este tema y avanzar algunas hipótesis sobre esta situación. Para esto se ha

considerado que es necesario volver a la teoría para ver en qué sentido esta nos puede aportar datos

para orientar esta mirada. Así es como se ha vuelto a la hipótesis cultural de Auyero, según la cual,

la reproducción de las prácticas clientelares se podría dar en un contexto de desocupación,

subocupación y ausencia del Estado Benefactor, en el cual se presentasen las siguientes

características: primero, un partido gobernante con dos características que se refuerzan mutuamente:

un apoyo relativamente estable a nivel de masa, una fuerte organización informal en áreas urbanas

pobres, y acceso a programas de asistencia social solventados por el Estado (un pobre sustituto del

Estado de Bienestar), segundo, desertificación organizativa de los enclaves de pobreza urbana, y por

último, “populismo” residual como tradición cultural ( existencia de hábitus clientelares).

Siguiendo esta hipótesis se puede pensar que lo que podría estar generando el fenómeno de

la existencia de un habitus clientelar relativamente predominante en los agentes/beneficiarios

(populismo como tradición cultural), pero que actualmente no se traduce en prácticas clientelares

concretas podría deberse a las siguientes características que hacen al partido gobernante actualmente

en el Municipio de Luján de Cuyo (el Partido Demócrata) y a la situación social del Municipio en

general: primero, este partido no posee un apoyo relativamente estable a nivel de masa, (ya que este

apoyo está y estuvo siempre dispuesto al Partido Justicialista), no posee una fuerte organización

informal en áreas urbanas pobres (tal como sucede en los Barrios de Conurbano Bonaerenses según

explica Auyero), y, si bien accede a programas sociales del Estado, estos han sido reducidos en su

cantidad y sus recursos disponibles, así como se ha condicionado los fondos a la información detallada

sobre el modo en que se otorgan los mismos a los beneficiarios. Segundo, con respecto al punto dos

de la hipótesis cultural, este trabajo no se ha ocupado de analizar la existencia o no de

organizaciones sociales en los barrios urbano-marginales en Luján de Cuyo, y por lo tanto no se

puede juzgar científicamente sobre la efectividad de esta causa en el resultado encontrado. El tercer

punto, el populismo residual, ya se ha dicho que en este Departamento de la Provincia de Mendoza

existe un hábitus clientelar en un grado muy elevado, de acuerdo a este trabajo y a los conceptos

que aquí se han utilizado para estudiarlo empíricamente.

Ahora, a estas “posibles causas” del desfazaje entre hábitus clientelares y prácticas

clientelares podrían sumársele otras “posibles” causas, por ejemplo: una decisión política de no

hacer clientelismo, algo intrínseco en el modo de gestión descentralizada y focalizada de los nuevos

programas sociales implementados en el Municipio, la masificación de los programas de ayuda social,

como el Plan Jefas y Jefes de Hogar.

Conclusiones:

Se puede concluir del trabajo realizado que el objetivo principal que se planteó el mismo ha

sido logrado. Esto es, se han analizado las prácticas sociales que están generando las políticas sociales

descentralizadas y focalizadas en un contexto local específico y determinado, pero, a su vez, han

surgido de este trabajo nuevos interrogantes que no se tenían previstos.

La Teoría de la Práctica de Pierre Bourdieu sirvió de marco para comprender cómo los

hábitus cumplen la función de mantener las prácticas sociales establecidas.

Se analizó desde distintas perspectivas qué es el clientelismo político, llegando a una

construcción “ideal” (en el sentido weberiano) del concepto de prácticas clientelares, concordando en

que las mismas generan una estructura de dominación que muchas veces es invisible para los actores.

También se analizó en qué estuvo basada la participación social que los programas sociales

promovieron desde lo que se llamó el Estado de Bienestar y que tipo de práctica participativas se

buscan actualmente con los programas sociales descentralizados y focalizados.

A través de la investigación empírica se han descubierto tres elementos que se dan

combinados: una no preponderancia de “prácticas clientelares” en el acceso a programas

sociales en el Municipio de Luján de Cuyo, una participación acotada y marginada del

sistema de los beneficiarios de los mismos y un alto grado de habitus clientelar o cultura

clientelar en los beneficiarios de los mismos. Esto significa, , que las nuevas políticas sociales no

necesariamente están generando prácticas clientelares en sus beneficiarios (por algo intrínseco a

ellas), por lo menos en el Municipio estudiado aunque sí están generando prácticas no participativas,

o una participación acotada al proyecto en el cual el agente está inserto. De ninguna manera, estos

programas están integrando a los sectores más vulnerables con el resto de la sociedad, sino, al

contrario, los aíslan más.

Surgieron del análisis nuevas preguntas que se intentaron explicar ¿Porqué no están generando

prácticas clientelares si el nivel de habitus clientelar es elevado?

En la búsqueda de respuestas al mismo se analizó primero la hipótesis cultural de Auyero y se

descubrió que habían características específicas del Municipio de Luján de Cuyo en el momento social

y político actual que podían estar influyendo en ese resultado, sobre todo la falta de apoyo de masas

al partido gobernante.

Sin embargo, este desfazaje también puede ser explicado desde el punto de vista de la teoría

de la práctica de Bourdieu la cual nos indica que si bien los habitus son un modo de generar y

percibir prácticas sociales, estos no son “invariables”. Los hábitus pueden variar sólo, cuando se

encuentran frente a nuevas condiciones de existencia que lo obligan a buscar nuevas estrategias

para sobrevivir, para adaptarse. Pero básicamente, aun no podemos saber si estos habitus

clientelares son residuos del pasado que actúan en las prácticas de resolución de problemas presentes

pero están prontos a cambiar frente a nuevas condiciones de existencia no favorables para su

reproducción o si las nuevas políticas sociales están generando o regenerándolos. Lo que sabemos es

que existe en un alto grado y que, como su función es generar prácticas ajustadas a sus

disposiciones, podríamos esperar, si se mantienen las demás variables constantes, que en el futuro el

nivel de prácticas clientelares aumente.

De lo anterior se puede deducir que un cambio en institucionalidad de la política social,

implementada desde la política y por los políticos, que controle su uso clientelar, puede ser el nuevo

marco, las nuevas condiciones de existencia por medio de las cuales se generen los nuevos habitus y

con estos las nuevas prácticas participativas, no clientelares. Pero no solo una decisión política forma

parte de las nuevas condiciones de existencia. Hay otros factores que pueden influir como el grado

de organización social de los beneficiarios, el ejercicio de control de los actos públicos, los recursos

destinados a la política social.

Para terminar, hay algunas cuestiones a tener en cuenta cuando se inician procesos de

reforma de este tipo, y en este sentido es que las Ciencias Sociales, y específicamente la Sociología

tiene mucho que aportar: muchas veces una descentralización puede llegar a responder a cuestiones

más políticas que técnicas o de búsqueda de beneficios sociales. La posibilidad de acumular poder

político a nivel local es muchas veces lo que lleva a los Municipios a aceptar acriticamente la

descentralización de la implementación de las políticas sociales, ya que estos no se encuentran

preparados económica, institucional, ni profesionalmente para afrontar tales tareas. Por esto

mismo es que hay que tener en cuenta al momento de estudiar los efectos de la descentralización,

no sólo QUIEN otorgará la ayuda social (si la Nación, la Provincia o el Municipio), sino COMO se

otorgará esta ayuda de ahora en más. O sea, cuál es el sentido con el que se entregan los bienes, qué

lazo envuelve a los mismos, cuál es su función y su destino, cómo son recibidos y percibidos por los

beneficiarios.

Hay que tener presente el importante papel decisorio que juegan los funcionarios “electos” o

“designados por el poder político electo” en las etapas finales de la implementación concreta de las

nuevas formas de la política social. Esto es, en la promoción de proyectos y beneficiarios susceptibles

de ser beneficiarios de bienes o servicios sociales. Las recomendaciones de racionalización de las

políticas sociales no pueden desconocer su alta dependencia de fenómenos que responden a otro tipo

de lógica proveniente de relaciones concretas de poder entre los grupos de una sociedad

determinada.

Esto no significa resignarse ante las posibles prácticas clientelares que intersecten a las

políticas pensadas. Se debe reconocer la posibilidad de ocurrencia de estos fenómenos y contemplar

en el diseño de las políticas (el cual deberá ser compartido con los funcionarios públicos), criterios y

procedimientos que atenúen o eludan su influencia a lo que hay que sumar el control del Estado y de

la sociedad que debe ser lo que posibilite este nuevo paradigma. Y no hay control sin participación

social por lo que el componente “participativo” de los programas sociales debe ser redefinido de

manera de que posibiliten una participación “ampliada”.

Una futura investigación se cree que podría continuar con un monitoreo sobre el nivel de

prácticas y habitus clientelar en los beneficiarios de programas sociales, para investigar si el alto

nivel encontrado aquí, disminuye o aumenta, con lo cual detectaríamos el papel que las nuevas

políticas sociales tienen sobre la generación del habitus. El instrumento de análisis de las practicas

clientelares utilizado aquí puede ser perfeccionado utilizando nuevas perspectivas. Por último, se

debería profundizar el estudio y diseño de políticas sociales y modos de implementación, tendientes

a construir una nueva cultura política. Una política social que, a la vez que ayude a solucionar los

problemas de subsistencia diaria ayude a generar una cultura política que valore los derechos de las

personas a tener una vida digna, autosustentable y en libertad.

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