la conciencia vertiente subjetiva de la moralidad

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LA CONCIENCIA VERTIENTE SUBJETIVA DE LA MORALIDAD. Un cerro tiene dos vertientes por una se sube y por otra se baja y viceversa. También el comportamiento moral del hombre tiene dos vertientes: la objetiva y la subjetiva. La vertiente objetiva son lo valores, las normas leyes y nos sirven para realizarnos como personas. La vertiente subjetiva, en cambio, es la conciencia, es decir el reflejo interior de los valores, el eco de la voz, la toma de conciencia de nuestros deberes. Cuando uno camina en la noche no hay estrellas ni luz alguna, camina inseguro, con prudencia para no tropezar, y también siente un cierto miedo o angustia porque no sabe dónde pone los pies. En estas ocasiones nos damos cuenta de la preciosidad de la luz, así, por lo que se refiere a la conciencia, nos damos cuenta de su importancia cuando no oímos más su voz, cuando se hace insegura y no sabemos cómo actuar y que elegir. La conciencia se la puede comparar con los ojos, es como la facultad visiva de la persona, no es ella la luz sino la capacidad para ver. La luz son los valores, las normas que nos orientan y guían nuestra vida. Sin embargo, de nada servirían si no tuviéramos ojos vara ver u oídos para escuchar el llamado de los valores. La conciencia es la interiorización de los valores, la voz del interior, que, como eco, nos revela manifiesta lo que tenemos que hacer. Evidentemente no todos los hombres tienen la conciencia despierta y lúcida. Es una voz que viene como la luz del sol,

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Page 1: La Conciencia Vertiente Subjetiva de La Moralidad

LA CONCIENCIA VERTIENTE SUBJETIVA DE LA MORALIDAD.

Un cerro tiene dos vertientes por una se sube y por otra se baja y viceversa. También el comportamiento moral del hombre tiene dos vertientes: la objetiva y la subjetiva.

La vertiente objetiva son lo valores, las normas leyes y nos sirven para realizarnos como personas.

La vertiente subjetiva, en cambio, es la conciencia, es decir el reflejo interior de los valores, el eco de la voz, la toma de conciencia de nuestros deberes.

Cuando uno camina en la noche no hay estrellas ni luz alguna, camina inseguro, con prudencia para no tropezar, y también siente un cierto miedo o angustia porque no sabe dónde pone los pies.

En estas ocasiones nos damos cuenta de la preciosidad de la luz, así, por lo que se refiere a la conciencia, nos damos cuenta de su importancia cuando no oímos más su voz, cuando se hace insegura y no sabemos cómo actuar y que elegir.

La conciencia se la puede comparar con los ojos, es como la facultad visiva de la persona, no es ella la luz sino la capacidad para ver.

La luz son los valores, las normas que nos orientan y guían nuestra vida. Sin embargo, de nada servirían si no tuviéramos ojos vara ver u oídos para escuchar el llamado de los valores.

La conciencia es la interiorización de los valores, la voz del interior, que, como eco, nos revela manifiesta lo que tenemos que hacer.

Evidentemente no todos los hombres tienen la conciencia despierta y lúcida. Es una voz que viene como la luz del sol, igual para todos, para los que quieran y para los que no quieren ver. Pero esto no basta. Hay ciegos para los cuales la luz no brilla, hay personas a quienes los valores morales no les dicen nada.

Amorales son aquellos que tienen la conciencia muerta o paralizada. Son amorales, sin conciencia. Amorales son los que reprimieron o hicieron callar la conciencia hasta tal punto que ya no funciona más, ya no oyen su voz, ya no son sensibles a sus llamados.

¿es posible matar la conciencia?¿es posible sacarse los ojos que nos muestran la verdad? Sí es posible. El hombre puede, por su propia culpa, volverse ciego.

SI TU NO VIVES COMO PIENSAS

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Hay un refrán muy interesante y claro que dice así: “si tú no vives como piensas, la conciencia es la voz de la persona misma que habla desde el lugar más profundo de su misterio. Si la persona hace callar esta voz, como despertador o brújula en el camino. Hasta puede deformarse y convertirse en una falsa guía, una voz que acabará por aprobar lo que se quiere o no se quiere renunciar.

En los primeros años de la vida, sobre todo en la adolescencia, esta voz, si ha sido formada rectamente, es nueva, clara y generosa, sabe distinguir con seguridad entre lo que está bien y lo que está mal. Disconforme con esta voz, esta se apaga y al final puede volverse engañosa.

Pongamos por caso que una nueva empleada se dé cuenta de que sus colegas tienen preferencias o reciben coima o trampean para redondear su sueldo. En un primer momento es natural que esta empleada desapruebe esta conducta inmoral, que no se conforme y denuncie la corrupción del ambiente de trabajo. Pero pongamos el caso de que se deje seducir por el sistema de fácil ganancia, que empiece también ella a trampear como las otras. Dirá dentro de sí misma: al fin y al cabo yo no soy un bicho raro, será que me educaron según principios morales demasiados rígidos, si no me conformo me caerán encima todas las demás y perderé mi trabajo, etc. Y en la práctica de la vida, empezará a seguir otro rumbo que no es el indicado por su conciencia. Después de algún tiempo esta empleada no se sentirá ni siquiera remordimiento de lo que está haciendo, le parecerá lo más natural hacer lo que hacen todas las demás. Hasta llegara a pensar que finalmente vive con los pies en la tierra y que está muy bien lo que hace.

Si no vives como piensas ( si tu conducta no sigue la conciencia) terminarás pensando que tú quieres). Será conciencia falsa, corrompida, prácticamente una trampa peligrosa.

LOS FAROS QUE ILUMINAN EL CAMINO

la conciencia también puede servir como luz de posición. No ilumina el camino, pero nos ayuda a conocer donde estamos estacionados.

En la conciencia “concomitante”. Una vez decidido un camino o una empresa, buena o mala, la conciencia disminuye un poco su alerta. Estamos todos empeñados en la acción, preocupados por lo que hemos decidido llevar a término. Ya no hay más tiempo para discutir o volver atrás. La conciencia concomitante no está en condición de frenar la acción, pero sigue inquietándonos.

Una tercera función de la conciencia, es la de iluminar el camino ya hecho. Es la conciencia “consecuente”, como el espejo retrovisor en el coche que nos permite ver lo que paso con el perro que hemos atropellado. Ya no sirve más para evitar el

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mal que hicimos, pero tiene su importancia en la vida. Es el remordimiento y el descontento que revela el falso camino que hemos emprendido.

Es ya demasiado tarde para evitar el desastre, pero, para la próxima vez, estaremos más alerta. Lamentar y arrepentirse por lo que se hizo no es lo mejor, pero es algo, es una experiencia que podrá sernos útil mañana.

EN CONTRADICCION DE NOSOTROS MISMOS

Cuando en la práctica seguimos en un camino equivocado y la conciencia no reprocha y denuncia nuestro obrar, nos sentimos tremendamente molestos. Nos damos cuenta de que vivimos como quebrados, la verdad moral nos dice lo que debemos hacer y en la vida practica seguimos la voz del instinto o del placer, vivimos en contradicción de nosotros mismos.

Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. 18Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. 19Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico

Romanos 7, 18-19

EL ACEITE PARA NUESTRA LAMPARA

Es un deber del hombre seguir la voz de su conciencia. Es la íntima ley o intima norma. Nunca podemos contrariar esta voz, siempre tenemos que obedecerle porque es nuestra luz en el camino, nuestra lámpara.

Si caminamos con la luz que tenemos y la alimentamos continuamente, encontraremos en el camino de la vida una luz siempre más luminosa, nuestra conciencia se hará siempre más clara y segura.

LA CONCIENCIA RECTA

Una conciencia recta en una conciencia que busca sinceramente la verdad, la busca con el deseo de encontrarla y no con la oculta esperanza de evitarla. Si alguien pide un consejo y acaricia la esperanza de que se le conteste de una manera que favorezca sus inclinaciones, nunca encontrará a quien le diga la verdad. El que le diera un consejo contrario a sus deseos, se convertiría en su enemigo. Para evitar un encontronazo con la verdad que no gusta, se pide consejo después de haber seleccionado a los consejeros. Está en una mala conciencia. En cambio, si la conciencia busca la verdad de manera imparcial, sin reparos o temores, la conciencia será recta, honesta, guía autentica para el camino.