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229 revista española de pedagogía año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 229-256 La comprensión de la vivienda como un dominio vital de los… La comprensión de la vivienda como un dominio vital de los seres humanos [1] por Joaquín GARCÍA CARRASCO Universidad de Salamanca 1. Introducción Algo hay en el concepto entorno, algo tiene, ponemos o incorporamos del entor- no para que la gavilla de términos con referencia espacial proporcione una fuen- te permanente de metáforas, con las que describir experiencias vitales de los se- res humanos: «mundo interior», «campo de conocimientos», «página» (de pago, huerta), «cultura» (actividad de labranza y cuidados en la finca), «ambiente de cla- se» o «ciberespacio». Ese algo del espacio, aunque perceptivamente se muestre como un «fuera», termina por aparecer forman- do parte de la propia intimidad; el respe- to y la protección de la intimidad dicen relación al ámbito de la conciencia y la experiencia personal, y a zonas espacia- les en las que transcurren determinados procesos de conciencia y de experiencia. El «domus», la casa, —considerado domi- nio vital por excelencia de los humanos— , no podría entenderse sin referirse a formas particulares de vivencia, de con- vivencia y, en muchos casos, de crianza; de ahí su denominación de vivienda. Hoy, en nuestras culturas, entendemos que todo lo relacionado con el domicilio, con el lugar donde se vive, todas las prácti- cas en el hogar, y todos los elementos del hogar, constituyen elementos esenciales del sentido de la vida humana. Para com- prender el sentido de la vivienda y el por qué de su condición de espacio de forma- ción, creemos benéfico sondear las expe- riencias, las vivencias, que llevaron a los humanos a diseñar estos lugares de inti- midad, contrapuestos a los espacios abier- tos o a los espacios públicos; se dice de la vivienda que es el lugar primario, la zona fundamental de construcción del sujeto. La categoría espacio, para la comprensión del fenómeno global de la educación, se trae a cuento con demasiada parsimonia [2]. Mostraremos que el espacio, en tanto que dominio en el que se vive, no es me- ramente escenario, sino que se define, se delimita y adquiere sentido, en interac- ción con las acciones vitales de los orga- nismos. Intentaremos demostrar que en la institución de un espacio humano y en la valoración de su calidad intervienen,

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II, n.º 228, mayo-agosto 2004, 229-256

La comprensión de la vivienda como un dominio vital de los…

La comprensión de la viviendacomo un dominio vit al de los seres

humanos [1]

por Joaquín GARCÍA CARRASCOUniversidad de Salamanca

1. IntroducciónAlgo hay en el concepto entorno, algo

tiene, ponemos o incorporamos del entor-no para que la gavilla de términos conreferencia espacial proporcione una fuen-te permanente de metáforas, con las quedescribir experiencias vitales de los se-res humanos: «mundo interior», «campode conocimientos», «página» (de pago,huerta), «cultura» (actividad de labranzay cuidados en la finca), «ambiente de cla-se» o «ciberespacio». Ese algo del espacio,aunque perceptivamente se muestre comoun «fuera», termina por aparecer forman-do parte de la propia intimidad; el respe-to y la protección de la intimidad dicenrelación al ámbito de la conciencia y laexperiencia personal, y a zonas espacia-les en las que transcurren determinadosprocesos de conciencia y de experiencia.El «domus», la casa, —considerado domi-nio vital por excelencia de los humanos—, no podría entenderse sin referirse aformas particulares de vivencia, de con-vivencia y, en muchos casos, de crianza;de ahí su denominación de vivienda. Hoy,

en nuestras culturas, entendemos quetodo lo relacionado con el domicilio, conel lugar donde se vive, todas las prácti-cas en el hogar, y todos los elementos delhogar, constituyen elementos esencialesdel sentido de la vida humana. Para com-prender el sentido de la vivienda y el porqué de su condición de espacio de forma-ción, creemos benéfico sondear las expe-riencias, las vivencias, que llevaron a loshumanos a diseñar estos lugares de inti-midad, contrapuestos a los espacios abier-tos o a los espacios públicos; se dice de lavivienda que es el lugar primario, la zonafundamental de construcción del sujeto.La categoría espacio, para la comprensióndel fenómeno global de la educación, se traea cuento con demasiada parsimonia [2].

Mostraremos que el espacio, en tantoque dominio en el que se vive, no es me-ramente escenario, sino que se define, sedelimita y adquiere sentido, en interac-ción con las acciones vitales de los orga-nismos. Intentaremos demostrar que enla institución de un espacio humano y enla valoración de su calidad intervienen,

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de manera relevante, variables conviven-ciales, para bien y para mal; y que, porlo tanto, la calidad del hogar, en definiti-va, se mide por la calidad convivencial.La razón fundamental estriba en que den-tro de los espacios convivenciales es don-de se completa la construcción del sujeto.De ahí que la casa, en tanto que lugarfundamental de convivencia, constituyael espacio primordial para la construc-ción-destrucción del sujeto.

Emplearemos como método en la ar-gumentación la epistemología evolutiva;es decir rastrearemos los argumentosdentro de las tramas que conectan elmundo de la vida hasta llegar a la casade los humanos. Se trata de un ejerciciode que denominaremos humanismo depertenencia: un estudio de la vivienda hu-mana que muestre su rol en la educaciónal tiempo que la conecta al mundo de lavida; un testimonio de antropología de laeducación que rompa y abandone la dico-tomía entre naturaleza y cultura, que col-me la brecha semántica entre las cienciasy letras, que muestre la necesidad de laintegración entre el acondicionamiento dela vivienda y el acondicionamiento de laconvivencia, para que la casa sea espaciode construcción y no de destrucción delsujeto. Una reconstrucción del espacio devivienda desde la transversalidad del co-nocimiento.

2. Cada especie se trata con elespacio por una doble vía

El espacio como un continuo donde to-das las cosas están es una abstracciónfísica, geológica o astronómica, porque nohay espacio sin cosas. Incluso el espacio

como mundo de la vida, también consti-tuye una abstracción biológica, porque elespacio vital lo instituyen los propios se-res vivos. La experiencia primaria de es-pacio de vivienda, tema de este trabajo,parece estar elaborada en los organismossuperiores con materiales que procedenpor dos vertientes: (i) la una perceptiva,desde ella el entorno está formado y dife-renciado por paquetes de señales con sen-tido; por aquí el espacio funciona comoatractor y activador para la práctica defunciones perceptivas (funciones menta-les de reconocimiento), por aquí el espa-cio es reconocido [3]; de hecho, hay tantosmundos de vida como espectrosperceptivos puedan identificarse en losorganismos, cada especie tiene el suyo[4]; (ii) la segunda es la vertiente emotivay acarrea estados internos emocionalesque predisponen a la acción (qualias, tra-mas emocionales, funciones mentalesemotivas); por aquí el espacio es califica-do como situación. La experiencia vital,dentro de la historia evolutiva, terminósiendo dual: cognitiva y emotiva. Esasdos categorías las aplican muchas espe-cies de seres vivos como criterios para laidentificación y valoración de sus domi-nios vitales. Desde los rasgos semióticosse nota la realidad espacial, desde los es-tados internos se siente la amabilidad es-pacial; realidad y amabilidad; la dinámicade la construcción de la experiencia sealimenta de notación y sensación; la delos sujetos humanos, de realidad y senti-miento.

En este trabajo, analizaremos la vi-vienda de los humanos, asumiendo unaperspectiva denominada por KonradLorenz epistemología evolutiva, buscan-

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do tramas que conectan nuestro modo dehabitar con la historia evolutiva de losdominios vitales en el mundo de la vida,de esa manera obtendremos aportacionesde sentido a la materialidad de la vivien-da, intentando explicar por qué la casaha terminado por convertirse en una ne-cesidad vital.

3. Todos los mundos de vida ytodos los dominios vitales soninterdependientes

Hay tantos mundos de vida como es-pecies anden viviendo, tanto percibiendocomo conmoviéndose. Cada modo de vidaacontece y adquiere sentido en un con-texto que le es propio, que es intransferi-ble, que se define y se borra con el. Concada especie extinguida se elimina un ca-pítulo del libro de la vida y una manerade sacar provecho del espacio.

Cuesta un poco mas calibrar la medi-da en la que, siendo propios de cada es-pecie, todos esos mundos son inter-dependientes. En la cultura occidental sepensó el espacio de vida dentro de unhumanismo pergeñado a partir de carac-teres de exclusividad, desde la concep-ción del hombre como rey de la creación,un humanismo de dominancia. Está cre-ciendo la sensibilidad ecológica, conse-cuencia de la percepción del deterioroambiental y de la insostenibilidad de undesarrollo incongruente con el equilibriode la biodiversidad; ese sensibilidad pro-mueve una cultura ambiental que indu-ce un humanismo de dependencia con elmundo de la vida en su conjunto. La in-formación sigue fluyendo, incluso hemostraspasado la frontera del denominado

programa de la vida; en el 2003 hemosplasmado el borrador muy avanzado delgenoma de los humanos e identificado,con notable fiabilidad, sus 3.000 millo-nes de bases [5]. Hemos comprobado quetodo el mundo de la vida está construidocon los mismos materiales. Debemos al-canzar, con todos los matices oportunos,un humanismo de pertenencia: ni comodominantes ni como dependientes, sinocomo pertenecientes, en tanto que siendoy viviendo como seres vivos. Este es elmarco de referencia desde el que enten-der la condición humana de fondo, su di-versidad, no sólo la sociocultural, porquelos humanos actuales tendrán quehabérselas con nuevas formas de tratocon la intimidad, no únicamente con susadentros, sino con las diferentes mora-das en la que su vida transcurre, desdeel nivel genético al social.

La exigencia de dominio vital es unatrama que conecta todo el mundo de lavida y alcanza al humano. Intentaremos,desde esta perspectiva, profundizar en lasemanticidad de la vivienda, pero no me-ramente en el sentido de casa o aparta-mento, sino en el de zona especialmentedelicada del andar viviendo. El conceptode dominio vital tiene un componente designificado espacial y otro de quehacer,de locus-dónde y de qué se está haciendo,de realidad y de amabilidad posible, por-que el espacio es contexto de reconoci-miento y contexto de padecimiento;acontece con la humilde silla y acontececon el socio.

4. Modos de vida, modos de habita-ción y modos de ser

Los dominios vitales siempre están

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definidos y marcados por paquetes de se-ñales con sentido, en la práctica se insti-tuyen como un nodo de relaciones, unaencrucijada, entre un específico modo devida (arquitectura comportamental) y unhábitat determinado. El modo de vida sedescribe como etograma (sistema de com-portamientos) y el hábitat se mapea eidentifica en su especificidad por un con-junto multidimensional de variables. Larelación entre esas dos complejidades estan estrecha que causa el hecho de quecada hábitat sea específicamente único;dicho de otro modo, la identidad de laespecie se puede describir o por suetograma o por su ecograma, por suautopoiesis o por su ecopoiesis, por su vi-viendo (modo de vivir) o por su vivienda(modo de habitar).

Un dominio puede representarse porun polinomio de variables (temperatura,humedad, pH del agua, recursos alimen-ticios…,); para cada variable existe unrango entre cuyos límites se entreteje laoportunidad y se muestra la adaptabili-dad de cada especie [6]. Cuando un en-torno cambia o es posible la adaptación ola desaparición. La trama de variablesque definen un hábitat es realmente comoun hiperespacio (de múltiples coordena-das), no es euclidiano; en ese espacio que-darían representadas variables abióticas(temporales, espaciales, territoriales) yvariables bióticas (competidores, depre-dadores, etc); esta integración de varia-bles conduce a la noción de nicho ecológicode un organismo o de una especie. El ni-cho, como un nido invisible, se expresamediante conceptos territoriales,situacionales y circunstanciales, muestrael conjunto de interacciones organismo-

entorno en el que transcurre una vida, eincluye el papel que cada especie de vidajuega dentro de cada ecosistema: la ur-dimbre de los modos de vida y sus accio-nes en el territorio. Algunos biólogos serefieren al hábitat como el foco de laorientación vital del organismo, en tantoque el nicho lo toman como el centro desu profesión y trabajo biológico; pero escomo pato y ansarón dos nombres parauna misma realidad auto-ecopoiética. Laaplicabilidad de estos conceptos no cam-bia con el tamaño de los organismos. Deahí que el concepto de habitat, nichoecológico, dominio vital, pueda rastrearsedesde los organismos celulares hasta losseres humanos [7]. Dado que el nicho esespacio de sobrevivencia, la permanen-cia de una especie depende del carácterúnico del mismo, de la particularidad conla que lo explote. Todas las especies po-drían asumir la proclamación humana denecesitar un sitio donde vivir, o de nopoder vivir en cualquier sitio. La histo-ria de la evolución podría escribirse comola evolución de los dominios vitales, delos espacios de vida, de los lugares deresidencia. La historia de la selección na-tural podría narrarse como la de la com-petencia interespecífica, que conduce ala divergencia ecológica, a las diferenciasde morada.

La identidad biológica de cada espe-cie quedará definida por el modo de estarviviendo, y por la singularidad de su ni-cho ecológico, la originalidad de su vi-vienda. Quien quiera estudiar las formasde vida tendrá que decidir ante una posi-ble bifurcación metodológica: estudiar elmodo de vida desde la perspectivaetológica (comportamental) o desde la

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perspectiva ecológica (ecosistémica). Am-bas, Etología y Ecología están unidas porla raíz, las diferencia un cambio en unaletra: estudiar el comportamiento animalo la morada de los animales, si compor-tamiento y morada se toman por lo queson en realidad, son proyectos equivalen-tes. Tanto vale estudiar el modo de vidahumano como estudiar en plenitud loscaracteres de su vivienda, los etológicos(el comportamiento de los inquilinos) olos ecológicos (los elementos significati-vos en la materialidad de la vivienda).

Estudiar la vivienda humana, consi-derando únicamente la casa, como edifi-cio, examinar la casa atendiendoexclusivamente al montaje arquitectóni-co, desatendiendo para la propia nociónlos procesos que dentro de ella transcu-rren o apenas llegan a devenir, es que-dar atrapados en la metonimia. Secomprende la atención a la materialidadde la vivienda, porque conseguir la casaes el signo más tangible de tener posibi-lidades de vida; vivir en la propia casa,parece la muestra pública más palpablede autonomía. No obstante, consideramosbuena estrategia, también, salir de losproblemas de la adquisición de vivienda,que nos sitúan dentro de las condicionesdel mercado, de la posición o el estatus, eindagar en la antropología de la vivien-da, escarbar en el hecho de que la vi-vienda, aun siendo construida, entró aformar parte de la condición humana in-tegral, en algún momento de la historiaevolutiva, como si la naturaleza humanaexigiese, un apéndice hecho de mampos-tería. Para proceder a esta investigaciónveo buen criterio explorar la vivienda en

estado salvaje, antes de que aparezca enbarrios domesticados, con el objeto de quenos aflore toda su semanticidad.

5. Las funciones de reconocimientoy los dominios vitales en estadosalvaje5.1. Funciones mentales y ecología dela localización

La vida tiene que ver, desde el princi-pio, con el lugar y con el movimiento enel lugar. Nació en un medio fluido [8] ypronto significó una ventaja disponer demedios para moverse en él, yendo al en-cuentro de los recursos de vida, sin tenerque esperar a que las corrientes del flui-do los pusieran al alcance. Vivir tiene,pues, mucho que ver con movimiento ylocalización, con notación de señales ysensación (amabilidad) por las que se re-conocen los lugares óptimos para alimen-tarse, esconderse o encontrar socioreproductor; y sobrevivir estará vincula-do con fenómenos de dispersión, despla-zamientos, vagabundeo o lugar de reposo,tanto si se trata animales cazadores soli-tarios, como el gato, o de animales socia-les como los chimpancés. La vinculacióncon el lugar de vida, con la «morada»,depende de la interpretación y el recono-cimiento de señales, en vistas a podervivir. A veces, la localización se decidepor señales muy simples: hojas acicularesde pinos o anchas hojas de árbolescaducifolios señalan territorios para di-ferentes especies de aves. En éstas, laelección del lugar de nidificación puededepender de la frondosidad del árbol adiferentes alturas del suelo, o de la pre-sencia y distancia de otros individuos,

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competidores o depredadores; en todos loscasos, la vida acontece en dominios defi-nidos por haces de señales con sentido.Pero, no acaba el análisis de estos domi-nios vitales si meramente se describenlos caracteres geográficos, materiales oestructurales, de los territorios de movi-lidad, porque en su identificación, uso yfunciones, están implicados sistemas com-plejos adaptativos (sistemas intenciona-les). Podemos afirmar que el nomenclatorde la biodiversidad, el catálogo de las di-ferentes formas de habitación, el inven-tario de las funciones de los organismosen sus hábitats, podría sistematizarsemediante una nómina de diversos tiposde mentes [9]; es la interdependencia yla calidad de la actividad lo que reflejala verdadera condición de la habitación,el verdadero proceso de habitar [10]. Enmuchos insectos la selección del sitio dehabitación se vincula a la discriminaciónde estímulos quimiosensoriales, caracte-res ópticos del suelo o propiedades tácti-les del sustrato, entre otras muchas. Enel caso de las abejas, muy bien estudia-do, la localización del sitio, la construc-ción del panal, la fuente del alimento, lamigración de los enjambres, todos estosprocesos de selección constituyen un cál-culo de costes energéticos y compensa-ción reproductiva [11]. Por todo ello, ladescripción del modo de habitación de laabeja no se puede agotar levantando aldetalle el plano de la colmena, no tienesentido hasta que se llene de actividad.

Las funciones de relación, el procesode cohabitación, entre los organismos ysus dominios vitales, lugares de andarviviendo, constituyen capítulos genuinosde inteligencia animal (en cualquiera de

sus formas), como si el modo de habita-ción o el sentido de la vivienda dependie-ra de las calidades de las funcionesmentales que exhiben las diferentes es-pecies [12]. Tampoco se puede olvidarque, cuando la representación espacial noestá conformada únicamente con objetos,sino que intervienen acontecimientos, en-tonces estamos ante un proceso de iden-tificación espacio-temporal del dominiovital. Incluso entre los humanos, cuandouna familia se muestra mal avenida seexpresa la disfunción con expresionescomo «aquí no se puede vivir»; dejan cons-tancia de que el dominio vital incorporaen su definición y calificación las formasde la experiencia.

5.2. Tenacidad del apego al territorioLa identidad de una especie animal

tanto está señalizada por su aparienciacomo por su dominio vital, por su territo-rio. En los humanos es evidente este se-gundo aspecto: además de la vinculaciónal dominio vital, el apego al lugar de re-sidencia. Lo primero que aprendió a de-cir ET en lenguaje humano (elextraterrestre) fue «mi casa». Este apegoa la morada constituye, igualmente, unapauta que nos conecta con el mundo dela vida. El vínculo al territorio de habi-tación, también denominado tenacidaddel lugar, se muestra de manera espec-tacular en especies que retornan al mis-mo sitio donde nacieron para consumarun nuevo proceso de reproducción. Paramantener y sostener este apego territo-rial, muestran extraordinarias aptitudesde reconocimiento [13]. Otros animalesse servirán para reconocer un territoriode complejas relaciones entre objetos. La

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importancia de este apego a los dominiosvitales se mide por el alto coste energéti-co que supone para las diferentes espe-cies la selección y defensa de las áreasde cría o de avituallamiento, el retornoal punto del que fueron desplazadas, o laexplotación de áreas situadas a enormesdistancias en el caso de las especiesmigratorias aéreas o marinas.

Pudiendo ser varios los dominios enlos que los seres vivos actúan, en unos seprocuran y recolectan el alimento, hayalgunos especiales, como los de la repro-ducción y la crianza de unos vástagos pre-carios de movilidad— nido, madriguera,guarida, criadero, ura…—, que adquie-ren relevancia especial por lo que en ellosacontece. Muchos mamíferos que no sue-len defender sus territorios de caza, sídefienden, en cambio, áreas muy limita-das, para ellos de importancia excepcio-nal: el territorio de guarida, la lobera ola cueva del oso. Lo que en cada sitio seanda haciendo proporciona el contexto delque obtener la significación del lugar; elvalor de cada habitación depende de sufunción como contexto de acción.

También los humanos, tienen diver-sos espacios de andar viviendo y sienteneste apego al territorio de crianza, si hubotiempo para crear el vínculo: lo mantie-nen de por vida como rasgo de identidad,se muestra en forma de ansiedad en lamudanza y en el sentirse perdido en te-rritorios extraños, el premio a una vidaemigrante, con éxito, frecuentemente seconcreta en poder volver. ¿Qué es lo queune a la tierra, cuál es el cemento terri-torial que tanto vincula a los humanoscon su vivienda?

6. Al alba en el dominio vital de loshumanos

Hemos indicado que el dominio vitalse delimita en una intersección, coordi-nación de interacciones, entre modos bio-lógicos de ser y comportarse de losorganismos y modos de ser y permitir serde los entornos ambientales. Esa inter-sección se encuentra atravesada de opor-tunidades de vida y funciones mentalesde reconocimiento y emoción. Por eso po-demos denominar al dominio vital hiper-espacio, porque se trata de un dominiodefinido por múltiples variables. Esto esprecisamente lo que conviene rastrearpara conseguir plenitud de semanticidaden la comprensión del dominio vital delos humanos.

Indiquemos unos cuantos pasos en esecamino. El fundamental es entender queel vivir, en gerundio, cuyo caráctermultidimensional es el que identifica ydelimita un dominio vital, tiene, por estemotivo, mas que el carácter de un locus-dónde la propiedad de un locus-operatorio, que se especifica por lo que seestá haciendo, por lo que se puede hacer.¿Qué anduvieron haciendo o queriendohacer los seres humanos hasta construiro demandar una vivienda, con necesidadvital?

¿Qué se anduvo haciendo para que seiniciara el itinerario evolutivo humanoque terminó identificando a los humanos,siempre, como inquilinos? La respuesta,como decimos, no puede olvidar que elconcepto de dominio vital implica, no sólodonde-lo hacían, sino lo-que hacían. Elcatálogo de peculiaridades para iniciar

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la cuenta de los humanos es muy largo.Morris Desmond se ha hecho famoso porcalificar al humano de « mono desnudo»[14], quizá sea más correcto mono lampi-ño, equivalente a proponer que, lo pri-mero, fue perder el pelo en la dehesa;Rabelais propuso «animal que ríe», Des-cartes «animal racional», Thomas Huxley«animal moral»; otras opciones son «ani-mal cultural», «animal parlante» …Y Da-vid Premack, el primatólogo, «animalpedagógico» (sin pretender molestar a na-die), haciendo referencia a los procesosculturales y a las prácticas deenculturación. Pascal Picq y YvesCoppens [15], dos antropólogos de reco-nocida solvencia, han dirigido una colec-ción de tomos bajo el lema «Aux originesde l’humanité» (Los orígenes de la Hu-manidad), cuyo volumen segundo se titu-la «Le propre de l’homme» (lo propio delos humanos). Allí indican que la posi-ción de primer indicio humano la tienela bipedia, el sistema locomotor que so-porta la manera de caminar, con ampliaunanimidad entre los paleoantropólogos.La selección de tal modo de marcha hade tener que ver con maneras ventajosasde satisfacer necesidades vitales [16]. Enla importancia de la bipedia coincideRichard Leakey, quien estima que la con-dición de bípedo merece la denominaciónde «humano», para todos nuestrosancestros con bipedia [17]. En el caso hu-mano se debe explicar por qué la bipediase encuentra asociada en el proceso evo-lutivo al desarrollo del cerebro. Algunos,componen una deducción rápida: cami-nan sobre las extremidades inferiores, li-beran las superiores y quedan dispuestaspara el manejo de útiles. De aquí, pasana imaginar el nacimiento de la vivienda

como un espacio construido, como puroejercicio técnico. Del mismo modo que seaplicó la inteligencia técnica a la cons-trucción de útiles de caza, se aplica tam-bién a la construcción de abrigo, a latransformación de espacios de intimidad.

Lovejoy entiende que la presión selec-tiva, la ventaja de la liberación de lasmanos, se encuentra asociada con el ac-ceso a nuevas fuentes de alimentos, a larecolecta de alimentos para las hembras,que podrán dedicar más energía al cui-dado de las crías. La locomoción se mues-tra en coderiva con la complejidad de laconducta social. Conjeturo el nuevo esce-nario, en este otro planteamiento, comoespacio de relaciones trenzado con víncu-los de parentesco, organizado para com-partir medios de vida, como recinto decooperación en el beneficio definitivo dela supervivencia y de la descendencia. Siel dominio vital se instituye, en todas lasespecies vivas, como nodo o intersecciónentre hábitat y profesión o actividad bio-lógica, la vivienda de los humanos tam-bién se sitúa en la confluencia entrehábitat y profesión, entre el domino vitaly las categorías de actividad que le sonpropias, entre ecograma y etograma. Unode los rasgos característicos de la profe-sión de los humanos pienso que estuvoen sus caracteres convivenciales: en laconvivencia como modo de vida. La his-toria que lleva de la vida en grupo nóma-da, pasando por campamentos, hastallegar a la cabaña, se puede escribir demuchas maneras, tal vez complementa-rias, pero no tengo dudas que una de ellases la una historia evolutiva de conviven-cias.

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Están planteadas, pues, dos perspec-tivas para comprender la dinámica evo-lutiva de la humanización y su modo dehabitación: la perspectiva del útil, quealcanzaría al útil de cobijo, y la perspec-tiva social. Sorprendió, en su momento,comprobar la cultura de útiles entre loschimpancés, pero sorprendió aun másverlos tramando alianzas y reconciliacio-nes [18]. Estos antepasados nuestros noconstruyeron cabañas, aunque alguna delas especies, los gorilas, todas las nocheshacen una cama. Por estos motivos a laprimera perspectiva para la huma-nización se la denomina «modelo tecnoló-gico» y a la segunda «modelo maquia-vélico» [19].

7. Comprensión técnica ycomprensión social del andar a lavivienda7.1 Reducción de la inteligenciaoperatoria a las habilidades técnicas

La sobriedad de la ciencia nos predis-pone a comprender el andar a la vivien-da en términos biológicos y evolutivos.E. Carbonell y R. Sala, pertenecientes algrupo de directores de investigación enel yacimiento de Atapuerca, entienden elandar viviendo como conjunto de estra-tegias en función de éxito evolutivo, jue-gos y trucos de envite donde lo que sepone en juego es la descendencia, unacompetencia que denominan «inteligen-cia operativa» [20], cuya manifestaciónes la «aplicación técnica», como eje cen-tral de nuestra «autoecología». Esta apli-cación técnica, afirman, inicia el procesode cultura; a partir de ese momento, elderrotero cultural de la humanización sebifurcará forzado por la selección natu-

ral. La historia de la humanización con-sistirá, desde la bifurcación, en la histo-ria de cambios que guía la seleccióntécnica. Constituye una auténtica tradi-ción identificar inteligencia operatoriahumana con habilidades técnicas. En laespecie humana, la naturaleza «ha adop-tado la selección técnica como mecanis-mo de adquisición de complejidad» [21],hasta el punto de que la originalidad deletograma de los humanos la cifran estosautores en el comportamiento extraso-mático de la producción de instrumen-tos. Para un estudio de la dinámicaevolutiva cultural la elección de esta uni-dad de análisis, la inteligencia operativaasociada con la técnica, tiene la ventajade poder tratar con evidencias empíricas(útiles y fósiles), poder inferir funcionesmentales operatorias asociadas a la solu-ción de problemas vitales y poder dedu-cir mediaciones relacionales de incor-poración de conocimiento [22].

Estamos dando a entender lo que real-mente piensan muchos: además de losprocesos evolutivos biológicos asociadosal «gen» (segmento de ADN) y que estu-dia la genética, entre humanos tienen lu-gar otros procesos evolutivos, dereplicación y reproducción de información,vinculados a la noción de «meme» (partí-cula de cultura) y que estudia lamemética. El término meme fue introdu-cido por R. Dawkins [23] en los años se-tenta del pasado siglo, ya hay autoresque asumen el concepto para el plantea-miento sistemático de la evolución cultu-ral [24]. R. Aunger ha acometido, connotable éxito, la descripción de losreplicadores culturales, en tanto que es-trategia biológica para aumentar la efi-

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ciencia en la resolución problemas. Esaestrategia es el aprendizaje socialmentemediado, como zona en la que tiene lu-gar la replicación cultural, el donde sehace patente la dinámica reproductivo-evolutiva de los memes [25]. Si esto esasí, nuestra relación con el espacio tam-bién se encuentra socialmente mediado:la localización, delimitación, organizacióndel espacio, entre los humanos, ademásde por requerimientos de nicho ecológicodebió estar asociada a requerimientos cul-turales, a todas las exigencias que fueconstruyendo la evolución cultural delgrupo de los humanos.

Si el trabajo colectivo, la subsistenciacooperativa, aparece como ventaja bioló-gica y lleva a éxito adaptativo, entonces,¿por qué no tomar la casa, dentro delobjetivo de este trabajo, como la aporta-ción de una estrategia técnica a la solu-ción de un problema de subsistencia,planteado en términos de relaciones so-ciales? Esto supondría demostrar dos co-sas: (i) que el denominado compor-tamiento social, en la línea humana, estambién una inteligencia operatoria, quecontribuye de manera esencial aoptimizar la ecuación costo-beneficio enla relación con los dominios de subsis-tencia; y (ii) demostrar que el asenta-miento, como una de las formas derelación del grupo humano con el espaciorecibió presión decisiva, no sólo de la re-lación espacial de subsistencia, sino deuna relación espacial de convivencia.

A favor de lo primero, intentaremosaportar argumentos desde la etología quedemuestran la complejidad de la conduc-ta social de los primates, especialmente

de los chimpancés, y del carácteroperatorio que presenta la competenciasocial humana. A favor de lo segundotraeremos datos sobre la aparición de lacabaña.

7.2. El comportamiento social comoexpresión, también, de inteligenciaoperatoria en los primates

Desde1860 hasta 1950 la prehistoriade la humanidad se ha estudiado ras-treando civilizaciones artesanas y cultu-ras fabriles, por entender que lasimplicaciones mentales y sociales del con-cepto de cultura tienen que ver con elempleo de artefactos; quedaban desdi-bujados los comportamientos necesariospara la transmisión-reproducción de es-tos patrones de comportamiento técnicoa generaciones sucesivas. Se entendía quela historia humana empieza con el Homofaber:

«En lo que concierne a la inteli-gencia humana no se ha subrayadobastante que la invención mecánicaha sido la dinámica esencial, que to-davía hoy nuestra vida social gravitaentorno a la fabricación y utilizaciónde instrumentos artificiales, que lasinvenciones que jalonan la ruta delprogreso han marcado, al mismo tiem-po, la dirección. Apenas lo estamospercibiendo, porque las modificacionesde la humanidad cabalgan habitual-mente sobre las transformaciones delutillaje» [26].

Las dudas se inician cuando Goodalldescubre en 1960 empleos de herramien-tas entre los chimpancés del valle Gombe

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Stream en Tanzania [27]; a parecidos des-cubrimientos llegó, por las mismas fechas,Toshisada Nishida en Mahale, tambiénen Tanzania. A estos nombres se fueronuniendo los de W.C. McGrew, M.Tomasello y otros. Se ha llegado a reunirun elenco de hasta 65 pautas de compor-tamiento de chimpancés «susceptibles deentrar en la categoría de expresión cul-tural», en muchas de ellas con implica-ción de objetos [28]. Ahora estamos, pues,con inteligencia práctica y aprendizajesocialmente mediado a uno y otro lado,en la hominización y en la humanización.Ambos caracteres no son, en sus mani-festaciones más primigenias, rasgo exclu-sivo humano, sino que se sospecha quese retrotraen en la evolución hasta el or-den de los 14 millones de años [29] , en-tre ancestros comunes a chimpancés yhumanos.

Franz Waal, a partir de la observa-ción de chimpancés, referencia una granvariedad de «mecanismos sociales» apli-cados a la resolución de problemas prác-ticos; confirma reconocimientos indivi-duales, esenciales para el mantenimien-to de jerarquías; habla de «concienciatriádica», en tanto que «capacidad de per-cibir relaciones sociales que se dan entreotros individuos y formar relaciones trian-gulares variadas», (…) conductas de in-tervención dirigidas a provocar recon-ciliaciones, interferencias, coaliciones ochivatazos…» [30]. Las «coaliciones conventaja mínima» suponen que «puedenprever lo que va a ocurrir… y prever va-rios pasos (submetas) por delante de losacontecimientos» [31]. Si sorprendió latecnología de partir nueces —implicabúsqueda y acarreo de piedra yunque y

piedra martillo hasta los nogales—, nodebiera escamotearse que, entre los chim-pancés de la selva de Taï, las madresreparten nueces con sus hijos durante unlargo período de tiempo, garantizandocomplemento en la dieta del retoño [32];y mayor refinamiento tiene aún la repar-tición de carne tras una cacería entre losmiembros del grupo, aun sin vínculos deparentesco.

A la importancia del aprendizaje so-cialmente mediado, en una u otra formaexigible a todo proceso de reproduccióncultural, se une la importancia inductorade la evolución adaptativa de la estruc-tura anatómica. La función de locomo-ción bípeda origina diseños anatómicosen la pelvis de las hembras que estre-chan el canal del parto, en aparente con-tradicción con el crecimiento de lacapacidad craneana, lo que llevaría a par-tos poco saludables. La evolución lo haresuelto mediante huesos blandos en elcráneo al nacer, es decir, mediante el na-cimiento en estado ontogenético inmadu-ro, y un largo período de exterogestación[33]. Estas características bioanatómicas,y las sociales anteriormente descritas,debieron encontrarse en el inicio de la«división del trabajo», el fortalecimientode los vínculos de pareja, la cooperaciónde machos en la búsqueda de alimento ycopartición de alimentos respondiendo a«normas» complejas de estatus y jerar-quía. Aunque territorialmente no fuesendesde el principio áreas estables, las prác-ticas sociales instituyeron espacio deinteracción por el que transcurrir la vidadel grupo, una zona de sostenimientogrupal y unos escenarios de actores so-ciales en los que se establecen roles, se

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reconocen y se reproducen prácticas cul-turales [34]. En suma, comprueba unavertiente evolutiva en la que el espaciono solamente se define como área de ex-plotación, sino como área de convivencia.

En el fondo, lo que más impresionó alos primatólogos ni siquiera fue el em-pleo de herramientas, sino el hecho deque esa competencia se transmitiera poraprendizaje socialmente mediado. En lasestructuras de esos procesos sociales deincorporación de habilidad se encuentranenhebrados dos categorías diferentes deprocesos y funciones mentales: los quecorresponden a la predisposición a apren-der de otros (sobre todo de la misma es-pecie) y los correspondientes a lapredisposición a aprender algunas cosas(no acerca de cualquier cosa); ni apren-dían de cualquiera ni aprendían cualquiercosa. En la predisposición a aprender seintroducen matices intersubjetivos, yaque se ha advertido que la imitación nosigue rutas aleatorias, sino más bien lasde parentesco y proximidad en la escalasocial [35]. Esto no se puede explicar den-tro de un marco meramente conductista,de estímulo-recompensa, porque se danpatrones culturales dirigidos a una metaque tan solo proporciona bienestar subje-tivo, como por ejemplo el juego con pie-dras entre macacos japoneses (hasta ochomodalidades de juego) [36]; en otros ca-sos, el período de aprendizaje puede du-rar años y la recompensa se retrasa demanera que no puede ser su expectativael motivo que sostiene el proceso de imi-tación; el aprendizaje del cascado de nue-ces puede durar de 3 a 6 años. Estasdependencias y aprendizajes llegan a te-ner valor de supervivencia, valor adap-

tativo; la supervivencia del grupo depen-de sobremanera de estos patrones, porinsertarse en su ecología de subsisten-cia, de esta manera el grupo adquieredependencia del rasgo adquirido y estese inserta como componente significativodel modo de vida. El proceso de transmi-sión cultural exhibe toda una teoría defunciones mentales complejas. F. Waaldenomina esta situación como «Aprendi-zaje observacional basado en lazos de pa-rentesco y en la identificación de loscongéneres» [37], «es una forma de apren-dizaje originada en el deseo de ser comootros» y en la satisfacción correspondien-te de este deseo. Las ventajas o recom-pensas objetivas serían secundarias.

De este modo, la protocultura del es-pacio está tan asociada a la «capacidadde invención» como a patrones socialesde reproducción-imitación [38]. El modode vida social, y las funciones mentalesque lo promueven, también están en elorigen de la institución cultural de espa-cio social; sin embargo, a no ser por laconstrucción de la cama, en lo referenteal espacio social, los primates no son ar-tesanos espaciales, no construyen espa-cios de intimidad, ni grupal ni familiar,aunque cada patrón de comportamientopueda asociarse a nichos espaciales deactividad, porque todos los comportamien-tos están, de alguna manera, favorable-mente localizados.

«…el utillaje aparece no como elgran estructurador de la civilización,sino tan sólo como una respuesta téc-nica, o como tentativa de respuestatécnica a los problemas de sobreviven-cia y de coexistencia, de adaptación y

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primera apropiación de un medio esen-cialmente polimorfo, con imperativosfavorables o constrictivos…» [39].

7.3. El comportamiento social comointeligencia operatoria en los humanos

En la evolución de los humanos, espe-cialmente para el segundo sistemareplicante o selección cultural, fue venta-joso acrecentar la «autoridad de primerapersona», la conciencia del proceso decomportamiento cognitivo y emocional, ylas conjeturas, las convicciones y las pre-dicciones acerca de estos estados menta-les en el otro, como criterio para orientarel propio comportamiento. Algunos filó-sofos llegan más lejos y estiman que, apesar de las apariencias, no tenemos unentendimiento más privilegiado de la pro-pia intimidad que el que podemos tenerde alguien a quien observamos [40]. «Aho-ra los filósofos se han dado cuenta deque parte de nuestra comprensión de losconceptos (o predicados mentales) consis-te en saber qué tipo de comportamientoobservable justifica la adscripción de es-tos conceptos en los demás» [41]. Es comosi la calidad de nuestra autoridad de pri-mera persona dependiera de la capaci-dad de ponernos en el lugar del otro; comosi en la medida en que nos cerramos a lacomprensión de otros enturbiáramosnuestra propia comprensión. En cualquiercaso, queda patente que el potencial delas funciones mentales humanas está vin-culado a las funciones mentales de en-tendimiento social.

El escenario típico del funcionamien-to mental piagetiano es el del sujeto y unentorno de objetos. El entorno de apren-

dizaje conductista es el de un sujetocomportamentalmente flexible, un mun-do de estímulos y un supermercado dealternativas de recompensa. Mente-mun-do y mente-sociedad pareciera que siguenderroteros separados, en ambas propues-tas. Se piensa la inteligencia humanacomo un taller de artesano o un labora-torio de científico, laborioso y desapasio-nado; pero, los espacios humanosmuestran, la relevancia vital de las prác-ticas de convivencia, que son tambiénprácticas por necesidad vital.

Si, como hemos comprobado, en nues-tro entorno evolutivo es tan importanteel aprendizaje socialmente mediado [42],si este es un escenario protocultural pri-mario se comprende la hecatombe que su-pone para la construcción del sujeto elabandono, o los casos de deprivaciónsociocultural grave, el fenómeno delhospitalismo o los niños de horfanato, los«incluseros». Desde el punto de vista deuna antropología de la educación, esteaspecto de la semanticidad del compor-tamiento, junto a otros, pensamos que de-bió estar en el origen de la configuracióndel espacio convivencial que dio origen ala cabaña, a través de transiciones, decampamentos y otras modalidades deasentamientos. En el comportamiento delos adultos humanos aparece una claraintención de contribuir y asegurar el mar-gen potencial de éxito en la construcciónde la experiencia de la criatura. Vygotskycree que esa ayuda-mediación es funda-mental para el aprendizaje del esquemabásico de acción entre los humanos. Losdominios vitales de los humanos se vaninstituyendo de manera relevante inclu-yendo en la definición, en la evaluación

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de la amabilidad del espacio y en las ini-ciativas y modos de habitación la praxisrelacional. Nosotros los humanos com-prendemos la vivienda en el contexto dela lectura de la mente de los demás:

«Toda nuestra vida de relación sebasa en supuestos tales como que losdemás —como nosotros mismos— tie-nen representaciones e intenciones,creencias y deseos, recuerdos y per-cepciones. Los humanos no sólo tene-mos una mente, sino que sabemos quelos otros humanos la tienen. Constan-temente «leemos» la mente de los otrosen sus expresiones y sus acciones, ensus palabras y sus hechos. Sin estacapacidad no sería posible compren-der la naturaleza de la inteligenciahumana ni los secretos de su origen»[43].

7.4. Los dominios humanos comoespacios convivenciales

La categorización de los espacios don-de viven los humanos, su andar a la vi-vienda, se deriva de un cogollo decompetencias de comunicación y enten-dimiento al servicio de la cooperaciónsobrevivencial; esta es una forma embrio-nal de actuar con conocimiento, una ca-tegoría básica de práctica humana y esun contexto adecuado para comprenderla presión evolutiva que lleva al lenguaje[44]; en su origen no debió encontrarseúnicamente presión para la comunicaciónde información respecto al entorno, comoen la comunicación de las llamadasreferenciales de los monos verdes o totasque investigaron R. M. Seyfarth y D. L.Cheney [45], sino la ventaja de una co-

municación en primera persona con com-prensión de la representación mental enotros. En estas prácticas intervienen todoun almacén de representaciones de esta-dos (temor, desconfianza, deseo, motivo,ilusión, ….) que componen lo que deno-mina Angel Rivière «sistema conceptualespecífico», que es un sistema diferentedel que construimos para el entendimien-to del mundo físico químico o el de losentes matemáticos. Disponemos, pues, desistemas que Llinas [46] denomina «sis-temas hipercompletos» de medios de ex-presión, mediante los que proporcionarindicios de tales estados interiores; dosde los dispuestos por la evolución con estecometido son el movimiento, que propor-ciona el instrumento de la seña [47], (elcambio en la forma y la posición) y ellenguaje que proporciona el instrumentode los instrumentos de comunicación; ellenguaje optimiza las posibilidades decualquier otro sistema de comunicación.Disponemos de una competenciainferencial para deducir, por los indiciosexpresivos, los estados mentales-intencionales del Otro, entre los que seencuentran todo su correspondiente sis-tema conceptual-representacional acercade sus propios estados interiores o el deterceras personas. Disponemos de unacompetencia deductiva-inductiva median-te la cual somos capaces de imaginar-predecir y explicar el comportamiento deotros o dar cuenta del propio.

Todo este sistema de comprensiónrelacional podemos analizarlo como unamodalidad de cómputo lógico, ad hoc paracontextos relacionales; y también comoun sistema cognitivo que privilegia el as-pecto de creencia o suposición, acerca del

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significado o la explicación del comporta-miento propio o ajeno (de ahí su denomi-nación desconcertante de «Teoría de lamente»). También empleamos este siste-ma mental como recurso, enfoque o estra-tegia, para la comprensión del compor-tamiento de otras especies o incluso elfuncionamiento del Universo, como ocu-rre en los mitos y en el animismo (a esteempleo de nuestra actividad mental comorecurso para describir el comportamien-to de otras especies Dennet lo denominaenfoque intencional). Si consideramos elasunto desde un punto de vista prácticoeste aparato mental tiene una enormeutilidad cooperativa y competitiva parala sobrevivencia y funciona claramentecomo otra forma de inteligenciaoperatoria, resolvemos ingentes cantida-des de problemas ejercitando esta inteli-gencia operatoria social. Esta destreza semuestra como un recurso pragmático [48].

Para la construcción de una vivienda,los humanos disponen de dos fuentes deinformación, territorial y social, y dispo-nen de dos sistemas operatorios o inteli-gencias prácticas, las funciones mentalesoperatorias que aplicaron a la construc-ción de herramientas y las funciones men-tales operatorias que aplicaron a lasprácticas convivenciales, entre las queformaban parte las de eseñanza-aprendi-zaje. Ningún simio que emplea herra-mientas presenta comportamientos deeste último tipo. Esta función adaptativase observa únicamente en humanos. Elproceso de extragestación, como lo deno-minan los investigadores de Atapuerca,en los humanos, incluyen las prácticasde crianza. Las dos categorías de funcio-nes mentales operatorias descritas sir-

ven a esas prácticas y las dos se impli-can en la configuración de los diseños ins-trumentales y en la proxémica (semánticaespacial) de la convivencia y la crianza.

A la competencia mentalista la califi-ca A. Rivière de «sistema conceptual» por-que se construye y expresa en términosde pensamientos, creencias, deseos, re-cuerdos, apreciaciones…, de ellos se en-cuentran plagados los textos literariosque cuentan historias de relaciones hu-manas. Dennet la denomina actitud in-tencional asociando este concepto, demanera privilegiada, a los de deseo ycreencia [49]. Bruner advierte la limita-ción con que se trata el tema y pone unachinita en el asunto diciendo que faltanlas «actitudes emocionales», una tara detoda la historia filosófica occidental. Aun-que no podamos desarrollar la cuestión,el lector no puede perder de vista que losdominios vitales humanos están imbui-dos de conocimiento y de pegajosidad, deentendimiento y emoción, de semiótica dellugar y de sensaciones en el lugar, de locual resulta un «mejor esto (acción) aquíy lo otro (acción) allí». En un animal así,como es el humano, el dominio vital que-da calificado, muestra su valor de ama-bilidad, de manera especial en las zonasde proximidad.

Cerramos aquí el primer argumento:el denominado comportamiento social, enla línea humana, es también una inteli-gencia operatoria, que contribuye de ma-nera esencial a maximizar la ecuacióncosto-beneficio en la relación con los do-minios de subsistencia; creemos que elaumento progresivo de la complejidad yrelevancia de determinados patrones y

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prácticas sociales de convivencia es unreferente fiable para la selección y con-formación de espacios que se encuentrenen la línea que lleva a la casa. Más aún,creemos que la casa se encuentra, entrehumanos, dentro de la línea de seleccióncultural, que potencia iniciativas y dise-ños para la optimización de los efectosde las prácticas convivenciales, especial-mente las de cooperación grupal de sub-sistencia y de crianza. Creo que lasexigencias de convivencia son, sobre todo,las que dirigen, las cada vez más selecti-vas zonas de intimidad; la gestión de laconvivencia estaría en el origen, como hi-pótesis, de la aparición de la casa, comoespacio clave para el desarrollo y la for-mación primaria del tipo de mente pro-pia los humanos, la vía por la que terminóla casa transformándose en una necesi-dad vital.

Esta hipótesis intentamos corroborar-la con el segundo argumento prometido:demostrar que el campamento y final-mente, la cabaña, constituyen una de lasformas de expresión cultural de la rela-ción del hombre con el espacio; éstas re-cibieron en su institución una presióndecisiva, no sólo de la relación espacialde subsistencia, sino de una relación es-pacial de convivencia. Argumentaremosseguidamente a partir de la interpreta-ción de datos empíricos relacionados conla sedentarización.

8. Los seres humanos no terminannunca de hacer su casa

En este momento tenemos todos losmateriales necesarios para completar elobjetivo de nuestra indagación. Roger

Lewin al plantearse las relaciones entrecuerpos, cerebros y energía, y las estra-tegias relativas a la producción de des-cendencia [50], recuerda la advertenciade H. Horn: «en el juego de la vida unanimal apuesta su descendencia frente aun ambiente más o menos caprichoso»[51]. En el juego de la sobrevivencia in-dividual el envite es la subsistencia, peroen el de la especie es la descendencia. Laforma de producción (inteligencia técni-ca) apunta a espacios de andar viviendoy la socialidad (relaciones de grupo, rela-ciones de sexoreproductoras, relaciones decrianza, inteligencia social) apunta, ade-más, a espacios de vivienda.

8.1. El afincamiento en un territorioEntramos, definitivamente, en la com-

prensión del establecerse, afincarse y per-manecer de modo estable en un territorio.Desde el punto de vista empírico lasedentarización debe ser estudiada convariables de vivienda-habitación y sus for-mas (campamento, asentamiento, abrigos,cabaña, poblado, urbanización); pero es-tos datos son instrumentos de corrobora-ción de hipótesis acerca de prácticas ycomportamientos del grupo que sesedentariza. El grupo, en la gran mayo-ría de las especies de primates está tran-sido, y tipificado por la coordinación defunciones biológicas respecto a la búsque-da de alimento, el cuidado de las crías,la defensa de los depredadores, todo elloen interacción permanente con oportuni-dades y conformaciones territoriales; in-cluso la anatomía corporal responde aesta interacción con el que denominába-mos anteriormente hiperespacio de viven-cia (por las múltiples variables implicadas

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en su amabilidad). Por eso todos lospaleoantropólogos coinciden en que losbípedos son animales de sabana y en quenuestros ancestros fueron animalesarborícolas. También se encuentran ca-racterizados por una intensa actividad deinteracción social, prácticas de socialidad,sin una aparente utilidad vital, una telade Ariadna de permanente tejer y deste-jer afinidades y alianzas, incluso juegosy juegos con piedras.

Aunque no tengamos huellas fósilesde estos comportamientos de los ancestroshumanos, no se puede entender lasedentarización sino en el nodo en el quese entrecruzan las prácticas espacialesde subsistencia (técnicas) y las prácticasespaciales de socialidad (sociales). Estehabría de ser el marco de referencia y elcontexto de donde brote el sentido de lasfunciones que toman el espacio de habi-tación como tema de diseño (construcciónde vivienda). De hecho, la habitabilidadde una vivienda se define en las conver-saciones por el modo cómo se vive en ella,prácticas y experiencias, y por la maneraen la que la propia casa da oportunidadde vivir, sensaciones y vivencias.

En el nodo de interacciones entresemánticas espaciales y relacionesconvivenciales confluyen todas las varia-bles relevantes para las decisiones y va-loraciones de la vivienda. Intuyo que elpatrón de habitación se define en fun-ción de objetivos estratégicos en espaciosde subsistencia y objetivos tácticos desocialidad; la doble inteligencia práctica,técnica y social, planificará las estrate-

gias, diseñará las tácticas de consecuciónde esos objetivos, habrá de tomar deci-siones y anticipar situaciones en relacióncon la localización y el diseño de los em-plazamientos, sus usos y sus tiempos deocupación.

En el andar por la vida, tener espaciolo tomamos como signo de poder y opor-tunidad, se representa como posición ypapel de actor en el escenario social; sepercibe asimismo como tener público, te-ner quien te mire y escuche, en el que serefleje la propia identidad y retorne enforma de reconocimiento e importancia[52]; se entiende como marco de referen-cia, agarradera, dentro del cual encon-trar sentido para la experiencia [53].

Los primeros asentamientos debieronoriginarse en la confluencia de la subsis-tencia y la convivencia, en la manera detratar el espacio cuando se introdujo lacarne en la dieta, la necesidad de mani-pular las piezas con instrumentos y laevaluación del costo-beneficio de compar-tirla. «Potts sugiere que la mejor estrate-gia habría sido guardar las herramientasen refugios esparcidos por todo el territo-rio y entonces transportar a los cadáve-res capturados al refugio más cercano.Esta es la solución más eficiente, ya queminimiza la cantidad de energía necesa-ria para viajar con herramientas de pie-dra y carne», y concentrar allí hembras ycrías [54]. El dominio vital humano, aun-que haya colonizado casi toda la Tierrano puede comprenderse sin subrayar laimportancia de estos lugares de prácticasocial.

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8.2. ¿Neolítico o sedentarización?Prioridad de la inteligencia prácticasocial sobre la inteligencia prácticatécnica

Gómez Fuentes, arqueólogo de la Uni-versidad de Salamanca, con atrevimien-to, propone nada menos que cambiar ladenominación de Neolítico por la deSedentarización. El concepto de Neolíticose encuentra asociado a la cultura de úti-les de piedra, entendido como el indica-dor por excelencia del progreso en lainteligencia práctica de los humanos, se-gún ya hemos comentado. El autor sesuma a un nuevo grupo de investigado-res que toma como objetivo de la prehis-toria reconstruir, en perspectiva holística,los modos de vida y su evolución en elgrupo de los humanos; esta perspectivaes la que promueve el análisis de las di-ferentes variables, comportamentales yespaciales, y cómo se integran, propor-cionando una imagen de sus cambios enel tiempo; si se reconstruyen las inter-pretaciones es razonable que se modifi-quen los conceptos que las referencian[55]. El privilegio del útil y la técnicasesgan la comprensión del dominio vitalhumano y el modo de interacción entrelas variables que lo definen, siempre setoma la técnica como el organizador yguía de los que mana la presión selectivapara la evolución de las funciones men-tales y las prácticas espaciales.

La prioridad del útil vuelve a mos-trarse en la secuencia, comúnmente ad-mitida, agricultura - ganadería - seden-tarización. Esa secuencia obtiene apoyodel hecho de que , durante millones deaños, fueron los humanos (grupos) nóma-

das carroñeros-cazadores-recolectores.Richard Lee califica este modo de vida,la captura de piezas y la recolecta de gra-no-fruto, como «la adaptación más plenay persistente que el hombre ha logradojamás» [56]. Es corriente afirmar que unarazón poderosa para la transformacióndel cazador errante en poblador sedenta-rio fue la agricultura, precedida por re-colección simultaneada con la cacería,antecedida por la caza selectiva, la reco-lección estacional y el refinamiento enlos útiles.

Gómez Fuentes muestra que los da-tos arqueológicos que proporciona J.Cauvin en Tell Mureybet, Jericó y otrosasentamientos sirio-palestinos [57] argu-mentan sólidamente sobre una preceden-cia de la sedentarización, respecto a laagricultura y la ganadería. La modifica-ción del tipo de residencia, el paso de lahabitación en la cueva paleolítica a lasedentarización en terrazas, la transiciónde la cueva a la cabaña, pudo ser conse-cuencia del incremento demográfico y dela exigencia de mejor desenvolvimiento ygestión de la convivencia en grupos ma-yores, junto a otras variables. La fijaciónde la convivencia a un territorio consti-tuye la interfaz previa a la construcciónde residencia. Valorar la relevancia deeste proceder supone, entre otras cosas,entender la socialidad como un procesointelectual tan práctico, tan operatorio,tan adaptativo, como la propia prácticade la caza o la práctica de la recolección.Ni siquiera los primeros poblados de ca-bañas de planta oval o circular, como lasde Nahal Oren, exigirían posesión de tie-rra (referencia a la prioridad agrícola),dado que la primera sedentarización pudo

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asociarse en los primeros asentamientoscon actividades productivas de caza ma-yor, caza menor y recolecta de grano sal-vaje. Los hallazgos avalan la prioridadde la sedentarización; de ahí que GómezFuentes proponga que el concepto desedentarización suplante al de neoli-tización:

«Como índices empíricos para po-der definir la sedentarización se pro-ponen los siguientes: a) la construccióndel poblado, o en época más tempra-na la ocupación de la terraza próximaa la cueva, lugar de habitación del mo-mento anterior, asentamiento con fosa,etc.; a.1) la presencia de sepulturasen el poblado; b) la existencia de acti-vidades domésticas, o el inicio de lapuesta en práctica de nuevas técnicascomo el pulimento de la piedra; y, c)la explotación del entorno, espacio quemuy bien puede tener ecosistemas va-riados, la llanura, la montaña, etc.»[58].

Gómez Fuentes lo expresa diciendo «elgrupo humano se despega de la tierra»,insinuando una especie de liberaciónecológica: si el lugar elegido no ofrece elresguardo de la caverna, sabe cómo pro-curarlo, aunque se trate de terraza abier-ta a la intemperie. Esta idea de liberaciónecológica, sigue manteniendo la idea de«dominio» y autonomía que parece inspi-rar el privilegio del útil (dominio de le-yes de la naturaleza). Sin embargo H.van Lier, de quien recibí mi primera im-pregnación de sensibilidad espacial, envez de percibir desapego a la tierra y alespacio, entiende que, siempre que se ini-cia un cambio importante en el modo de

vida, es en sinergia, en concurso activo yconcertado, con ellos; concibe el autor laevolución tecnológica como oleadas suce-sivas de sinergias con el entorno. En 1965reparaba en que se avecinaba una nuevaandanada de sinergias asociadas a tec-nologías innovadoras, hablaba de «nuevaedad» [59] y de las Humanidades del si-glo XX que habrían de venir de la manocon ella [60]. El sentido de sinergia loexpresa Gómez Fuentes, cuando resu-miendo el concepto de sedentarizaciónafirma: «la tierra pasa de ser objeto detrabajo a ser instrumento». Estimo quesería mejor afirmar que pasa de lugar enel que conseguir subsistencia a instru-mento dentro de prácticas de subsisten-cia-convivencia. La sedentarizaciónadquiere la forma de un espaciomultivectorial de adaptaciones vitales(técnicas y sociales), de aplicaciones deinteligencia práctica social y de inteligen-cia práctica técnica, dentro de cuyos di-seños y artificios se encuentran los quetoman la propia tierra, los recursos delterreno, como instrumento para generartransiciones e interfaces en la vivienda,en el andar viviendo. En las cuestionesde vivienda, del andar viviendo, no vin-cular las variables de inteligencia socialcon las de la inteligencia técnica, crea lasinécdoque que reduce el entendimientode la vivienda a la expresión y productode una técnica de construcción, por másinfluencias que luego se adjudiquen a laarquitectura respecto a lo que dentro deella acontezca. La comprensión de la apa-rición de la cabaña, de la cultura huma-na de la fabricación de viviendas requiere,al mismo tiempo, de entendimiento y con-ceptos de economía de subsistencia, y deentendimiento y conceptos de consisten-

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cia de convivencia. Como tanto lo uno,como lo otro, son quehaceres de vida escomprensible que los humanos sigan sinacabar nunca con la casa.

9. La imaginación, función mentalen las prácticas de vivienda

M. Blondel, de quien procede el califi-cativo de Homo faber, al introducir el tér-mino incluyó intuiciones muy sugerentes.La expresión Homo faber, la construyóinspirado y seducido por el verbo griego«poiein». El consideraba la inteligenciapráctica en todas sus manifestaciones yno meramente en un sentido fabril. Enel trabajo con instrumentos, en las prác-ticas operatorias reflexivas y en las prác-ticas operatorias culturales, no solamenteinterviene el cómputo y la lógica, el en-sayo y el error, sino el desorden, laextrapolación, el desbordamiento creativode una cenicienta mental como la imagi-nación cuyas riendas dirigen lasimpredictibles emociones y las brumosassensaciones. Blondel ve la inteligenciapráctica ejercitándose en el espacio y enel grupo, manipulando y comunicando,jugando con movimientos y con formas,trabajando con representaciones visuales,auditivas, táctiles, cenestésicas, emocio-nales y cognitivas; con todo ello imagi-nando, anticipando, ensayando, calibran-do estrategias, tácticas, predicciones, re-sultados y emociones creativas; ve la in-teligencia operatoria…

«…aplicada a toda suerte de ope-raciones, desde las que modelan el ba-rro hasta las realizaciones mas altasdel artista y el poeta. Meter las ma-nos en la masa, esculpir una Minerva,

encarnar la poesía pura en la materiapreciosa de palabras evocadoras ycadenciosos sonidos, es en todos loscasos ejercer el oficio de fabricaciónidealista que lleva a definir el hom-bre: Homo faber. El primer juego deniño, consiste en manejar las cosaspara construir el apoyo o la moradade sus sueños. En los útiles mas rudi-mentarios del lenguaje y la industriahasta las creaciones más libres del ge-nio, en todas partes se encuentra lamateria animada, transfigurada, su-blimada por el obrero humano, domi-nado por el deseo de rehacer el mundoen propio beneficio, en vistas a la rea-lización de un orden que responda me-jor a sus aspiraciones» [61].

En el caso de los humanos intervie-nen, en la identificación, diseño e insti-tución de la zona de andar viviendo,objetivos y metas, conocimientos y creen-cias, patrones culturales y valores. Lacomprensión de la complejidad de la zonade vivienda requiere de perspectivas geo-gráficas, ecológicas, etológicas, económi-cas, psicológicas y sociales. En rigor, laconsideración antropológica de la zona devivienda requiere de estrategias demacroscopía, exige la disposición de ins-trumentos mentales para la observaciónde tal complejidad; ese macroscopio searma con aparatos conceptuales de pro-cedencia necesariamente interdisciplinar.E. T. May acuñó el término de «proxe-mística» para referirse al tratamiento delas prácticas comportamentales integra-das a lugares, y a la inducción del lugarpara concepción de prácticas, la llamaday el lenguaje del lugar [62].

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En una primera aproximación, las sen-saciones espaciales son multimodales: vi-suales, auditivas, cinestésicas (depsicomotricidad), olfativas, térmicas, so-bre cada una de ellas intervino moldean-do una cultura imaginativa, unainteracción entre «lenguaje del espacio»y «lenguaje del cuerpo». Como indica J.L. García, «el territorio es un espacio so-cializado y culturizado, del tal maneraque su significado sociocultural incide enel campo semántico de la espacialidad»[63]. De ello se deduce que puedenrastrearse en las diferentes culturas in-finidad de formas de dominio vital delespacio, asociadas a las diferentes moda-lidades perceptivas, a pautas poblacio-nales de ocupación, a pautas diferencialesde vida familiar y vida colectiva, a cate-gorías de patrones económicos, a sime-trías-asimetrías de estructura social y deactividad cooperativa, aparcelamiento es-pacial y modalidades de organizacióngrupal y familiar, al planteamiento dediferentes formas de territorialidad ex-clusiva asociadas a diferentes formas dereclamación de intimidad.

El espacio debe analizarse entre loshumanos en tanto que aportador de com-ponentes relevantes, complejos y diferen-ciados a un mundo de significados. Deahí que esos significados tanto puedanextraerse mediante observación de unacomunidad cultural, que da muestrasostensivas de los significados a través dela asociación entre prácticas y lugares,como indagarse entre los componentessemánticos del lenguaje con el que la co-munidad intercambia esos significadosdentro de narraciones, en las que se de-claran usos y significados espaciales

consensuados; en esas narraciones se danjustificaciones de las prácticas en el lu-gar y justificaciones espaciales de lasprácticas; como cuando se inicia una na-rración «este lugar invita…»

9.1. Carácter realizativo de la experien-cia humana

Los receptores sensoriales de todos losorganismos están destinados a notar apa-riencias del mundo, algunos prefierenemplear el término captura, como si lamente anduviera a la caza de señales;tal actividad de andar notando, y sus mo-dos, es la mitad del billete para el viajede andar actuando, el modo de notar esla vía del modo de actuar. F. Broncano,para resaltar este aspecto, habla de que«la experiencia perceptiva» es «fáctica orealizativa», sus «condiciones de éxito de-penden de la inserción efectiva en la rea-lidad y en el flujo de información queproviene de ella» [64]. Los organismos noson representantes de un sistema de flu-jo de información, son actores cuya acti-vidad hace referencia a algo consignificado vital; de ahí que la competen-cia de cada organismo en el mundo ladenomináramos profesión, pues delimitaun dominio vital y expresa una habili-dad práctica. Por eso afirma FernandoBroncano, con gran agudeza, que la ex-periencia florece no en el seno de la pasi-vidad sino en el afán de una habilidad.Descarta así la pasividad de los ingenuos,que creen en la mente como espejo, y ladesmesura activa de los constructivistas,que piensan el mundo como una cons-trucción social; los unos se quedan sincomprender la exploración del organis-mo y los otros se quedan sin la objetivi-

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dad de la experiencia. La experiencia noelude el mundo, aunque alude a nuestromodo de ser corpóreo y mental, de ahíque la zona de intimidad pueda indicarespacio y objetos físicos (una habitación,el coche, la mesilla de noche, los libros,el diario, la ropa, la vivienda etc.), unespacio de estados emocionales (lo quesiente por alguien o por algo, lo que secree que otro siente por mí), una tramade pensamientos (lo que uno piensa o creeaquello por lo que lucha o defiende), unespacio relacional, un ámbito laboral…

Si somos exigentes en la reflexión so-bre la vivienda, lo que la arqueología con-sigue, las estructuras evidentes, pro-porcionan los hechos empíricos de la in-teligencia operatoria; la disposición de loshechos en el espacio y el tiempo nos per-mite construir hipótesis, estructuras la-tentes (inteligencia operatoria social), quecorroboramos a partir de las relacionesdemostrables entre los hechos obtenidosy mediante analogías con el comporta-miento de primates y simios [65]. La vi-vienda-asentamiento, en tanto nicho(«couche») cultural, informa de necesida-des, deseos, que llevaron a los humanosa trasformar, modificar o construir espa-cios de habitación, de gran variedad deestructuras y formas, dependiendo de lasfunciones prácticas imaginadas para vi-vir en ellos, vivir de ellos, vivir por ellos:asentamientos, cuevas, abrigos, cabañasde superficie (construidas de diferentesmateriales), cabañas subterráneas, pobla-dos… tumbas. Decían H. Maturana y F.Varela que el conocimiento y la culturanos trae mundos a la mano [66].

9.2. Imaginación y sensación en laproxemística (lenguaje del espacio)humana

El campamento («site») más antiguodescubierto, denominado DK, es KoobiFora, descubierto por M. Leakey en losaños 1960, datado con 2,5 millones deaños [67]; proporciona datos «técnicos»(estructuras evidentes) en relación con ladecisión de asentar: localización próximaal agua, murete contra viento, relacióncon lugares de caza, relación con activi-dades de despiece, fábrica de talla plani-ficada de rocas duras; no disponemos dedatos sociales (estructuras latentes), nimucho menos de cómo la imaginación in-tervino en el proceso práctico de relacio-nar viento-murete, artesanía delparapeto, ahondamiento del suelo, espa-cio de extracción de piedras materia pri-ma, espacio para tallar, espacio paradespiezar, espacio para sestear, jugar, ce-lebrar, copular… Tenemos que imaginarnosotros en la mayor oscuridad empíricay dando enormes saltos en el tiempo.

La primera cabaña conocida, la deTerra Amata en Niza [68], también pa-leolítica, indica dominio del fuego. Estatécnica se consigue tras todo un prodigiode observación de las dinámicas del en-torno, de imaginación y de habilidadoperatoria hasta convertir algo, tan in-material, en instrumento para la reali-zación de nuevas prácticas de todo tipo:calentamiento, cocinamiento, alargamien-to del día, arma disuasoria paradepredadores, punto de celebración y len-guaje, fuente de pigmento. El fuego esun elemento técnico que abre un nuevocapítulo de transiciones arquitectónicas

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en la evolución del «hogar familiar». Conel fuego, con el lenguaje, como datos em-píricos, llegan a las manos de las habili-dades operatorias imaginativas elementosinmateriales (el fuego, el pigmentado, elcoloreado, el pintado…), todos los cualesdebieron intervenir en las transiciones dela vivienda. Tal vez nunca podamos de-mostrar empíricamente el rol que debiójugar el trato con las inmaterialidades,algo que solemos asignar a la estética,en la evolución de la vivienda. Vigotskiabrió una vía para comprender este ám-bito, dentro de las experienciasrealizativas, al definir el arte como téc-nica de las emociones [69]. ¿Cuál fue lamedida en la que la configuración del es-pacio de vivienda se debió a la cultura dela emocionalidad y de la comprensión einvestigación de la amabilidad en las es-tructuras, en las formas de los objetos,en las sensaciones de los ambientes?

En la relación costo-beneficio entresubsistencia y asentamiento tuvieron loshumanos que tomar decisiones de movi-lidad-proximidad entre los diferentes ac-tores del grupo, especialmente en funcióndel género y en función de la edad; comotuvieron que tomar decisiones respecto acomponentes de vivienda, los elementosmóviles y los elementos fijos, decisionesde acampamiento y decisiones de trans-porte. De entre todos los elementos delespacio de residencia destacan tres, pre-sentes en toda la historia: el hogar, ellecho y el techo. La casa se diversificasiguiendo dos criterios de recrecimiento—la separación en habitaciones y el ayun-tamiento de estancias (graneros, corra-les, cercas…)—; dos criterios de límite—cerramientos y aberturas—; tres crite-

rios de nivel —subterránea, en planta oen pisos— que introduce el concepto deescalera, otro prodigio de imaginación.Leroi-Gourhan hace una clara síntesis delos parámetros que han dirigido la evolu-ción de la vivienda, marcada de maneraevidente por rasgos de tecnología y ca-racteres de etnicidad, como ocurre con laindumentaria. No podemos olvidar quela etnicidad se encuentra asociada a ras-gos de territorialidad (cultura de ocupa-ción), a rasgos de narratividad (culturade conversación, de temas y diferencialesemocionales asociados a temas), a rasgosde familiaridad (criterios de parentescoy de próximos) y a tradiciones de todotipo. Levi Strauss complementa esta his-toria de etnicidad de la vivienda con lahistoria de la etnicidad de la familia [70].

Si dentro de esos patrones de evolu-ción ha habido cambios a lo largo deltiempo, menos cambios estructurales bá-sicos que de apariencias y estéticas (tec-nologías de emocionalidad), sobre todo sehan ido produciendo cambios en las es-tructuras latentes de convivencialidad,que afectan a planteamientos generalesde una antropología de la educación.También aquí encontramos dos ejes o pa-trones de evolución del grupo residenteen la misma casa [71]: en el campo delas alianzas (matrimonios) en vistas a ladescendencia [72] y en el de las filiacio-nes. E. Roudinesco [73] resume esta evo-lución e indica las transformaciones másaparentes en el momento actual. De un«grupo familiar» organizado para el sos-tenimiento del patrimonio de subsisten-cia y de descendencia, a una familiaorganizada en torno a una «lógicaafectiva». En el recorrido aparecieron

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presiones que transformaron la distribu-ción de «autoridad», la naturaleza de lasalianzas, los conceptos de filiación y loscriterios de normalidad en la relación. Lasvariantes actuales son múltiples: sepa-raciones y recomposiciones conyugales,parejas de hecho, parejas de individuosdel mismo sexo, diferentes modalidadesde promoción de descendencia e institu-ción de filiación [74], diferentes catego-rías de convivientes.

La antropología de la educación ha te-nido hasta el momento una perspectivageneracional, lo que situaba la relaciónde filiación en el fundamento de la for-mación del sujeto humano, lo que equi-vale a considerar la casa como lainstitución formativa por excelencia y lamás determinante. El concepto de domi-nios vitales, espacios de andar viviendo(vivienda sin metonimias ni sinécdoques),más amplio que el de domicilio, obliga aconsiderar los otros espacios de relacio-nes (comunidad de iguales, lugar de tra-bajo, lugar de ocio, lugar de afiliaciónpolítica…) con parecida relevanciaformativa, obligando a revisar el valorde muchas investigaciones [75]. Debere-mos retomar como marco de referencia elespacio comunitario, entendido como co-munidad de prácticas [76], reconstruyen-do el concepto de educación informal, entanto que sistema de los dominios realesde andar viviendo. Y, sobre todo, por exi-gencias de una epistemología evolutiva,tendremos que romper la antinomia na-turaleza-cultura [77], porque hemos dehacer compatibles e integrables los dossistemas replicantes, el biológico y el cul-tural. Como propone F. B. M. de Waal,

«quizás haya llegado el momento de aban-donar la dicotomía» [78].

9.3. Las imágenes de la viviendacuando cambian los sistemas decomunicación

No he encontrado referencias a si elformato de la vivienda cambia, ni la me-dida en la que pudo hacerlo, como conse-cuencia de la introducción de la escritura,la aplicación de la función gráfica a lacomunicación simbólica, si no es por lavía de la decoración, las Cuevas deAltamira o los templos egipcios decora-dos con pictogramas y jeroglíficos.

Lo que si estamos comprobando es queen el concierto de comprensiones y trans-formaciones del concepto de dominios vi-tales está aflorando un nuevo punto devista que invierte radicalmente las in-terpretaciones del hombre respecto al es-pacio. En la denominada Sociedad de laInformación el imaginario espacial de lasTIC es sorprendente. Habla dedeslocalización y desterritorialización, elfin de las fronteras y el fin de los territo-rios [79]. Tal vez todo esto invite a plan-tearnos la antropología de la educacióndesde el principio, pensando a los huma-nos como seres vivos, cuya primera de-manda es de calidad de espacio vital; talvez los únicos que se deslocalizan son losque tienen ordenador en su casa, practi-can con él en el trabajo o toman dinero yrealizan gestiones en cualquier sitio me-diante autómatas. Se están desloca-lizando muchas prácticas humanas.

Sigue siendo una evidencia patente lanecesidad vital de dominios conviven-

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ciales, aun cuando en casa se viva solo;lo que pasa cuando se carece de el lomuestran los niños supervivientes alabandono, como Victor del Aveyron. Nopodrá faltar en ese replanteamiento laatención a las estructuras latentes en losdominios vitales humanos, para poderresponder a una pregunta que no permi-te demoras: ¿Por qué, si la casa es domi-nio vital del hombre sedentario, delhombre que comienza a dominar la sub-sistencia precaria del errante, que ha per-manecido como estructura evidente deentendimiento social, aparece como unespacio alarmante de violencia domésti-ca y malos tratos, junto con las cárcelesy los burdeles? Antes de responder reco-miendo la lectura en clave espacial, de lahistoria de Gennie [80], calificada en losmedios de comunicación como «la últimaniña salvaje», descubierta en 1972 en laciudad de los Ángeles, durante trece añosrecluida en una habitación, a la que nisiquiera llegaban los ruidos de la calle,sujetada por un arnés, de día sentada enuna silla con agujero para sus necesida-des, de noche metida en un saco, sin quenadie le dirigiera la palabra. Cuando ladescubre la policía y la entrega a la cien-cia, los expertos se preguntaban si eraprofundamente incapaz por haber sidoaislada, o fue aislada por haber sido in-capaz. Trece años de aislamiento la con-virtieron en humanamente irrecuperable.

He pretendido en este artículo mos-trar que, para preguntas de viviendacomo éstas, no se puede recurrir sólo atemas de inteligencia práctica técnica,sino a temas de inteligencia práctica so-cial. La casa es un «hiperespacio» privi-legiado para lo uno y lo otro.

Dirección del autor: Joaquín García Carrasco, Universi-dad de Salamanca, Facultad de Educación, Paseo deCanalejas 169, 37008 Salamanca.

Fecha de recepción de la versión definitiva del artículo:20.V.2004.

Notas[1] Este trabajo, para su redacción final, ha recibido el

beneficio de los comentarios y críticas de Ángel Garcíadel Dujo y de Teresa Romañá.

[2] La categoría medio o la arquitectura institucional hansido más atendidos; con amplitud, la psicología delespacio. En el entorno pedagógico español, bajo laperspectiva que seguiremos escarbando en este tra-bajo, fue un momento importante la tesis de doctora-do de Teresa Romañá (1992) «Entorno físico yeducación. Hacia una pedagogía del espacio construi-do por el hombre»; se encuentra microfilmada en losfondos documentales de la Universidad de Barcelona.El contenido se recoge actualizado en ROMAÑA, T.(1994) Entorno físico y educación: reflexiones peda-gógicas (Barcelona, Promociones y Publicaciones Uni-versitarias). Como último testimonio, en los inicios del2004, y siguiendo las mismas pistas, se ha defendidootra tesis en la Universidad de Salamanca: MUÑOZRODRIGUEZ, J.M. (2004) Pedagogía de los espacios.Bases teóricas para el análisis y reconstrucción de laeducatividad de los espacios ( Universidad deSalamanca). La investigación ha sido dirigida por elProf. Ángel García del Dujo.

[3] DENNETT, D. C. (2000) Tipos de mentes. Hacia unacomprensión de la conciencia (Barcelona,Debate).

[4] GARCÍA CARRASCO, J., GARCÍA DEL DUJO, A. (2001)Procesos primarios de formación del pensamiento yla acción. Teoría de la Educación,T.II., pp. 64 y ss(Salamanca, Editorial Universidad de Salamanca,Salamanca) Dedicamos un capítulo entero a lo que allíse denomina «ecopoiesis» , aludiendo a la dimensiónecológica de la identidad, en contraposición a la«autopoiesis» o dimensión subjetiva de la misma iden-tidad.

[5] AGUADO, B. (2003) Proyecto Genoma y posgenómica,pp. 311-343, en Cincuenta años de ADN, la doblehélice. (Madrid, Espasa-Calpe).

[6] ALCOCK, J. (1978) Comportamiento animal. Enfoqueevolutivo, p. 23 (Barcelona, Salvat).

[7] VENDRELL, B., GUERRERO, R., BERLANGA, M. (2004)Ecosistemas mínimos, pp. 36-37, Investigación y cien-cia, Enero.

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[8] MAYNARD SMITH, J., SZATHMARY, E. (2001) Ochohitos de la evolución. Del origen de la vida a la apari-ción del lenguaje. Metatemas-67 (Barcelona, La Caixa);SIMPSON, S. (2003) Las primeras formas de vida adebate, pp. 52 y ss. Investigación y Ciencia, Junio;HAZEN, R. M. (2001) Origen mineral de la vida, pp. 48y ss, Investigación y ciencia, Junio.

[9] DENNETT, D. C. (2000) Tipos de mentes. Hacia unacomprensión de la conciencia (Barcelona,Debate).

[10] MARCO, A. (1994). Autoecología y biología repro-ductora del lagarto verdinegro (Lacerta schreiberi,Bedriaga, 1878) en una población de media montañaen la Sierra de Béjar (Salamanca). Tesis doctoral. Uni-versidad de Salamanca; MARCO, A. (1996).Sedentarismo, áreas de campeo y selección demicrohábitats en el lagarto verdinegro Lacertaschreiberi, pp. 45-61 Doñana, Acta Vertebrata, XXIII:1.

[11] ALCOCK, J. (1978) O.c., p.340-343.

[12] VAUCLAIR, J. (1995) L’intelligence animal, pp. 33 yss. (París, Editions du Seuil).

[13] SLATER, P. J. B. (2000) El comportamiento animal, p.42 (Madrid, Cambridge University Press). P.e., lascurrucas mosquiteras que anidan bien al norte de Eu-ropa y luego migran hasta muy al sur de África, atra-vesando en su periplo incluso el desierto del Sahara.

[14] DESMOND, M. (1993 v.o. 1967) El mono desnudo(Barcelona, RBA).

[15] PICQ, P., COPPENS, Y. (2002) Le propre de l’homme,en Aux Origines de l’humanité, vol II (París, Fayard).

[16] LEONARD, W. R. (2003) Incidencia de la dieta en lahominización, pp.12 y ss, en La conducta de losprimates, Investigación y Ciencia, Col. Temas-32.

[17] LEAKEY, R. (2000) El origen de la humanidad (Madrid,Debate). «Yo creo que la evolución de la locomociónerguida , que distinguía a los antiguos homínidos deotros simios de la época, fue fundamental en la histo-ria humana consiguiente. Una vez que nuestro lejanoancestro se convirtió en un simio bípedo se hicieronposibles muchas otras innovaciones evolutivas, juntocon la aparición final de Homo» (p.13).

[18] WAAL, F. (2002 v.o. 1992) De la réconciliation chezles primates (Flammarion). En este libro, el autor dacuenta de sus observaciones de chimpancés, dos es-pecies de macacos, bonobús y comentarios sobrehumanos.

[19] CELA CONDE, C., AYALA, F. J. (2001) Senderos de laevolución humana, pp. 370-371 (Madrid, Alianza).

[20] CARBONELL, E., SALA, R. (2002) Aún no somos hu-manos. Propuestas de humanización para el tercermilenio, p. 7 (Barcelona, Península).

[21] CARBONELL, E., SALA, R. (2002) O.c., p. 36.

[22] CARBONELL, E., SALA, R. (2002) O.c.. «Hace pues2,4 millones de años —no nos cansaremos de repe-tirlo— algunos primates empezaron a golpear piedraspara fabricar instrumentos que usaban para cortar ytriturar huesos. De esta manera, los homínidos delPlioceno africano podían cortar la envoltura de piel ygrasa de los animales y conseguir su biomasa, asícomo llegar hasta el tuétano y obtener de él proteínasde alta calidad, sobre todo para los bebés y niños.Fue éste, sin duda, un avance extraordinario, una ad-quisición fundamental para el desarrollo de nuestrogénero» (p. 38).

[23] DAWKINS, R. (1985 v.o. 1976) El gen egoísta, pp.281 y ss. (Barcelona, Salvat). El último capítulo dellibro reza en el título «Memes: los nuevos repro-ductores».

[24] BLACKMORE, S. (2000) La Máquina de los memes(Barcelona, Paidós).

[25] AUNGER, R. (2004) El meme eléctrico. Una nuevateoría sobre cómo pensamos (Barcelona, Paidós).

[26] BERGSON, H. (1907) La evolución creadora, p. 138(Madrid, Espasa-Calpe).

[27] GOODALL, J. (1986) En la senda del hombre. Vida ycostrumbres de los chimpancés, pp. 208 y ss.(Bercelona, Salvat).

[28] WHITEN, A., BOESCH, CH. (2003) Expresiones cultu-rales de los chimpancés, pp. 36 y ss., Investigación yCiencia, Temas-32.

[29] Nota del editor, en Id., p. 72.

[30] WAAL, F. (1993) La política de los chimpancés. Elpoder y el sexo entre los simios, p. 265 (Madrid,Alianza).

[31] Id., p. 281.

[32] PICQ, P., COPPENS, Y. (2002) O.c. p.190.

[33] CELA CONDE, C. J. (2001) Senderos de la evoluciónhumana, p. 182 (Madrid, Alianza).

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[34] WAAL, F. (2002) El simio y el aprendiz de Sushi. Re-flexiones de un primatólogo sobre la cultura (Barcelo-na, Paidós).

[35] WAAL, F. (2002) O.c., pp. 169 y siguientes.

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Page 28: La comprensión de la vivienda como un dominio vital de los ... · vivencia y, en muchos casos, de crianza; de ahí su denominación de vivienda. Hoy, en nuestras culturas, entendemos

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Joaquín GARCÍA CARRASCO

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Resumen:La comprensión de la viviendacomo un dominio vit al de los sereshumanos

Analiza el concepto de dominio vital,como marco de referencia para un estu-dio evolutivo del concepto de vivienda en-tre humanos. Se diferencian dos formatosde funciones mentales operatorias: inte-ligencia práctica técnica e inteligenciapráctica social. Ambas se analizan en con-texto animal y en contexto humano. Apartir de este análisis se estudia lasemanticidad de la vivienda humana, jus-tificando el que las prácticas de convi-vencia en este espacio contribuyen a laconstrucción del sujeto humano.

Descriptores: Dominio vital, casa, co-existencia, comportamiento social.

Summary:The meaning of the house as a vitaldomain of human beings

The article analyzes the concept of vi-tal domain, as a frame of reference foran evolutionary study of the concept ofhousing among humans. Two formats ofoperating mental functions are differen-ciated: technical practical intelligence andsocial practical intelligence. Both areanalyzed in animal and human contexts.From this analysis the semantics of thehuman housing are studied, justifyingthat the practices of coexistence in thisspace contribute to the construction ofthe human subject.

Key Words: Vital domain, housing,house, coexistence, social behavior