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La ciudad celtibérica de Segeda I. Nuevos hallazgos Francisco Buri11o Mozota* Universidad de Zaragoza. [email protected] RESUMEN: El "Proyecto Segeda" se inicia en 1998. Su desarrollo ha permitido identificar la ciudad celtibérica de Segeda, citada en las fuentes escritas en el 153 a.C. en el Poyo de Mara (Segeda), su destrucción y abandono y la construcción, junto a sus ruinas, de una nueva ciudad en Durón de Belmonte de Gracián. A juzgar por la pervivencia de las emisiones monetales esta ciudad continua con el mismo nombre (Segeda II.), hasta su desaparición con las guerras sertorianas (Burillo, 1999, 2001a) 1 . Fuentes escritas, monedas y yacimientos arqueológicos La identificación de la ciudad de Segeda, citada en las fuentes escritas, con la ceca celtiberica, que actualmente se lee como sekeida (Rodríguez Ramos 2001 -2002), y con los yacimientos arqueológicos del Poyo y Durón, es consecuencia de un largo proceso de investigación interdisciplinar. Segeda pertenece a esa selecta nomina de ciudades prerromanas que aparece mencionada con cierto detalle en las fuentes escritas clásicas, en concreto al narrar los acontecimientos que se sucedieron en Hispania en los años 154-153 a.C. (Apiano, Iber. 44~47; Diodoro 31, 39-41 y Floro 1, 34, 3). Descripciones como la de Apiano “No muchos años después estalló otra grave guerra en España, por la causa siguiente: Segeda es una grande y poderosa ciudad de los celtíberos llamados belos, adscrita a los pactos de Sempronio Graco. Sus habitantes se propusieron que la gente vecina de ciudades más pequeñas abandonasen sus lugares y se congregasen en su ciudad, a la que rodearían de una muralla de cuarenta estadios de circunferencia, obligando a esto a la vecina tribu de los titos. Enterado el Senado, les prohibió construir ninguna muralla”, permitió a los historiadores de la Antigüedad mencionar esta ciudad a la hora de citar los pactos de Graco o la etapa de la guerra Celtibérica que concluyó con la caída de Numancia en el 133 a. C. 1 Este trabajo se desarrolla dentro del proyecto I+D: BHA2001.2439. ,financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y los fondos FEDER. Las excavaciones arqueológicas han sido subvencionadas por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón y la Diputación Provincial de Zaragoza. 1

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La ciudad celtibérica de Segeda I. Nuevos hallazgos

Francisco Buri11o Mozota* Universidad de Zaragoza. [email protected] RESUMEN: El "Proyecto Segeda" se inicia en 1998. Su desarrollo ha permitido identificar la ciudad celtibérica de Segeda, citada en las fuentes escritas en el 153 a.C. en el Poyo de Mara (Segeda), su destrucción y abandono y la construcción, junto a sus ruinas, de una nueva ciudad en Durón de Belmonte de Gracián. A juzgar por la pervivencia de las emisiones monetales esta ciudad continua con el mismo nombre (Segeda II.), hasta su desaparición con las guerras sertorianas (Burillo, 1999, 2001a)1.

Fuentes escritas, monedas y yacimientos arqueológicos

La identificación de la ciudad de Segeda, citada en las fuentes escritas, con la ceca celtiberica, que actualmente se lee como sekeida (Rodríguez Ramos 2001 -2002), y con los yacimientos arqueológicos del Poyo y Durón, es consecuencia de un largo proceso de investigación interdisciplinar.

Segeda pertenece a esa selecta nomina de ciudades prerromanas que aparece mencionada con cierto detalle en las fuentes escritas clásicas, en concreto al narrar los acontecimientos que se sucedieron en Hispania en los años 154-153 a.C. (Apiano, Iber. 44~47; Diodoro 31, 39-41 y Floro 1, 34, 3). Descripciones como la de Apiano “No muchos años después estalló otra grave guerra en España, por la causa siguiente: Segeda es una grande y poderosa ciudad de los celtíberos llamados belos, adscrita a los pactos de Sempronio Graco. Sus habitantes se propusieron que la gente vecina de ciudades más pequeñas abandonasen sus lugares y se congregasen en su ciudad, a la que rodearían de una muralla de cuarenta estadios de circunferencia, obligando a esto a la vecina tribu de los titos. Enterado el Senado, les prohibió construir ninguna muralla”, permitió a los historiadores de la Antigüedad mencionar esta ciudad a la hora de citar los pactos de Graco o la etapa de la guerra Celtibérica que concluyó con la caída de Numancia en el 133 a. C.

1 Este trabajo se desarrolla dentro del proyecto I+D: BHA2001.2439. ,financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y los fondos FEDER. Las excavaciones arqueológicas han sido subvencionadas por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón y la Diputación Provincial de Zaragoza.

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1.- Situación de Segeda.

La existencia de un manuscrito del año 1133 en el que se señala que Segeda se sitúa en Canales de

la Sierra (Rioja) dará lugar a que se defienda esta ubicación (Zapata 1657), hasta que Cornide en el siglo XIX plantee que dicha población se encuentra en territorio de los berones y no de los belos como señala Apiano (Taracena 1929, 28).

En Segeda surgió la ceca más antigua del Sistema Ibérico Central, con emisiones anteriores al 153 a. C., y la de más larga perduración pues llega hasta la etapa sertoriana. Con lo cual se nos indica la pervivencia de la ciudad de Segeda, al menos, en el tiempo durante el que acuña (Burillo 2001 b; Gomis 2001). Pero la trascripción de la leyenda monetal ha tenido variaciones hasta llegar al nombre de sekeida, así durante el siglo veinte se ha leído sekaida (Untermann 1997), sekaiza (Villar 1995), segaisa (Caro Baroja 1954), segida (Schulten 1933) y secaisa (Gómez Moreno 1949). Yen el siglo XIX segisa / sethisa (Pujol y Camps 1885), lo que unido a la abundancia de su monetario en diferentes lugares de la Península motivo la identificación inicial de esta ceca con diferentes rugares, como Sax próximo a Almansa, Schulten (1914, 139) en su publicación sobre Numancia ubica Segeda en el alto Jalón, guiado por la posición de las otras ciudades, como Ocilis y Nertobriga, que intervienen en los mencionados acontecimientos bélicos, pero no la identifica con un lugar concreto donde se situaba la Segisa bastetana (Delgado 1876, 371 ), incluso en Cartagena (Zobel, 1880).

La primera relación de la ceca sekeida con el yacimiento de Durón de Belmonte de Gracián (Segeda II) la encontramos en Pujol y Camps (1885) al señalar la frecuencia de sus hallazgos monetarios en dicho lugar, pero no se decide a identificar ambos testimonios. Durón era conocida par la existencia de una muralla de sillares, citada ya por Labaria en el siglo XVII (García Mercadal 1959, 122) y la aparición de diferentes restos arqueológicos, entre las que se destacaban los mosaicos (La Fuente 1884).

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Pero será nuevamente Schulten, en su preocupación por situar Segeda, quien publique en 1933 un artículo en el que por primera vez se unifican los datos de las fuentes escritas sobre Segeda, la ceca emisora y los restos arqueológicos existentes en Durón de Belmonte de Gracián, con una extensión con categoría de ciudad y una muralla que identificaba con la mencionada en la declaración de guerra hecha por Roma. Esta propuesta si bien tuvo algunas criticas (Burillo 1976; Martín Bueno 1977 y Domínguez 1983) no aportaron argumentos suficientes como para cuestionarla de forma definitiva.

La localización en el inmediato Poyo de Mara de un extenso asentamiento con categoría de ciudad planteo el problema de su identificación, resuelto al adscribirle la primera ubicación de Segeda I, a la que se refieren los textos clásicos. Tras su destrucción en el 153 a. C. se construyo una nueva ciudad en el inmediato Durón de Belmonte de Gracián. Y si bien no existen en los textos clásicos menciones de Segeda vinculadas con acontecimientos históricos posteriores, sabemos de la continuidad de la ciudad con el mismo nombre al seguir conservándolo en las monedas que se siguen emitiendo hasta la etapa sertoriana.

Fig. 2. Ortofoto con la situación de Segeda I y II. 1: excavación área 1; 2 : excavación área 2; 3: excavación área 3; A: prospección zona sedimentaria; B: prospección eléctrica; C: cata, localización muro; D: cata, identificación de basurero; E: prospección, posible fortín; F: cata. descubrimiento de posible fortín; G: cata, hallazgo de la muralla; H: prospección, posible fortín; I: prospección, lienzo de muralla.

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Fig.3. Foto aérea de Segeda I

Los argumentos que inicialmente sirvieron para señalar dos fases de la ciudad de Segeda en dos

ubicaciones inmediatas se apoyaron en la aplicación de las herramientas analíticas de la Arqueología Espacial a sociedades de rango estatal (Burillo y Ostalé 1983- 84).

Fig. 4. Excavación realizada en la ladera del Poyo de Mara, Segeda 1, área 2.

Según la denominada ley “rango-tamaño”, dos asentamientos de la extensión del Poyo y Durón sólo

podían corresponder a ciudades. Según la teoría del “Lugar central” estas ciudades no podían ser contemporáneas. Por lo tanto, la única propuesta aceptable es que nos encontráramos ante dos fases diferenciadas en su ubicación de la misma ciudad. Los materiales arqueológicos recogidos en la superficie de los dos yacimientos no contradecían la hipótesis anterior. De esta manera tuvo respuesta a las criticas hechas de la datación de los restos constructivos aparecidos en Durón, como la muralla y los mosaicos de opus signinum descubiertos, que junto con las características topográficas del lugar elegido, coincidía con el surgimiento en el valle medio del Ebro de otros asentamientos similares denominados como “ciudades en llano” (Burillo 1986). Los resultados de las excavaciones arqueológicas realizadas en Segeda I han demostrado la veracidad de la hipótesis y su abandono en el 153 a. C. (Burillo 2001-2002).

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El urbanismo en Segeda El “Proyecto Segeda” comenzó con la realización de prospecciones intensivas que sirvieron para

delimitar la extensión de las dos ciudades y de un campamento romano próximo. Estos tres yacimientos forman la Zona Arqueológica de Segeda, declarada Bien de Interés Cultural.

En el año 2000 se inician las excavaciones arqueológicas. Las actuaciones realizadas se han encuadrado en dos ámbitos íntimamente relacionados: el proyecto de investigación y la gestión del B.I.C. Los tres yacimientos ocupan terrenos cultivables y en la actualidad estamos asistiendo a un proceso de cambio de cultivos al imponerse explotaciones mayores dedicadas a vides en espaldera y con regadío gota a gota, lo cual da lugar a una demanda constante de propietarios que optan por este nuevo sistema de cultivo. La protección existente del B.I.C. da lugar a que se tengan que realizar catas arqueológicas previas con el fin de autorizar o no la demanda existente. Dichas actuaciones han permitido descubrir estructuras de carácter defensivo y evidencias de expansión de la ciudad. Gracias al apoyo económico de la Diputación Provincial de Zaragoza se ha podido solucionar el problema causado al propietario en cuya finca se localizaban los restos arqueológicos que impedían el cambio de cultivo, bien acordando un precio de compra, bien intercambiando la finca por otra. El Primer Asentamiento de la Ciudad

La ocupación más antigua de la ciudad se realizó en la elevación del Poyo. Las excavaciones realizadas se han centrado en la ladera oriental. Los resultados obtenidos no permiten saber la fecha del origen de la ciudad, hecho que con toda probabilidad podrá conocerse cuando se inicie la excavación de la cima. La aparición fuera de su contexto originario de cerámica de la Edad del Bronce, datada en el segundo milenio, hace suponer una ocupación en esta época, en un lugar no determinado.

Todo el cerro se encuentra aterrazado, la emergencia de alineamientos de piedras calizas permite

identificar algunos de los límites de las antiguas terrazas y diferenciarlos de los correspondientes a los campos de cultivo modernos.

Fig.5. Excavación realizada en la zona sedimentaria entre el Poyo y la rambla de

Orera, Segeda I, área 3. Sobre base de fotografía aérea realizada par MRW-

ZEPPELINE.

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Las excavaciones realizadas han puesto al descubierto dos sectores, aparentemente pertenecientes a

dos edificios diferenciados, separados por un muro común, con base de mampostería caliza, sillares de yesos y tapial con cantos rodados y, con divisiones internas realizadas con muros con diferentes soluciones técnicas: mampostería adobes y tapial. Ambos sectores, parcialmente excavados, se encuentran escalonados, unidos en una de sus esquinas por una plataforma de grandes bloques de piedra y arcilla que eleva la cota natural del lugar ocupado.

La erosión sufrida en la ladera del sector 1 permite comprobar el sistema de aterrazamiento empleado, excavando la marga natural en la zona elevada pero rellenando con gravas y piedras la Zona inferior para conseguir la horizontalidad. Sobre él se levanta el pavimento de unos 10 cm de espesor, fabricado en dos habitaciones con fragmentos de piedras de yeso trabadas con yeso. Se ha descubierto parte de una gran estancia junto a la Zona de la ladera, conserva el muro de aterrazamiento con una altura de 2, 60 m, evidencia de que este edificio contaría al menos con dos plantas. La mampostería se hallaba revocada de arcilla, encalada y con una banda de pintura negra en la línea del suelo, a modo de zócalo. En una de las esquinas de la estancia aparece un estructura de yeso, de dos metros de largo por uno de ancho, que se asemeja a una «bañera». Los análisis realizados por Jordi Juan-Tresserra han demostrado la presencia de tartratos, correspondientes a sales características de los residuos de vino, por lo que la estructura se identifica como lagar. Hecho muy importante dado que la presencia de consumo de vino en Segeda, identificada en algunas copas se vinculaba inicialmente a la existencia de restos de ánforas de origen itálico, mostrándonos el lagar la elaboración par los propios segedenses.

Fig. 6. Basamento correspondiente a un posible fortín, Segeda II.

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La Expansión Urbana

Entre la elevación del Poyo y la rambla de Orera se extiende una amplia área sedimentaria, donde se realizó una excavación de 201 m2 en un punto situado a 40 metros de a falda del cerro. Bajo una capa de sedimentos cuyo espesor oscila entre 1, 60 y 2, 40 metros se descubrió parte de una manzana de viviendas.

Se identificaron tres casas, a juzgar por la presencia de otros tantos hogares, dos de ellos situados en el centro de grandes estancias sin compartimentación interna con una extensión algo superior a los 40 m, hecho que contrasta con las viviendas de cronología similar con pequeñas estancias descubiertas en el poblado de los Castellares de Herrera de los Navarros (Burillo 1983). Una de ellas se articula con un espacio alargado que estaría al aire libre en cuyo suelo se localizó un horno de fundición de hierro y, al final del mismo, una cisterna, estas viviendas tienen los muros medianiles. Su trazado reticular es indicio de una clara planificación, fruto de un programa urbanístico que se desarrollaría por la zona sedimentaria, y donde es fácil suponer la existencia de calles con desarrollo paralelo a las del cerro y a la rambla de Orera y otras perpendiculares a la misma.

El sistema constructivo utilizado contrasta por su simplicidad con el empleado en la ladera del Poyo. No existe obra de cantería y se utilizan los cantos rodados para cimentar los muros de tapial, realizados con la misma tierra sedimentaria, y construir casas de una sola planta. Los suelos lo forman el mismo nivel natural, que se ha horizontalizado sin llegar a conseguirlo dado el desnivel existente dentro de las propias estancias.

Fig. 7. Lienzo de muralla Segeda I G, al fondo el Poyo donde se sitúa el núcleo original de la ciudad.

La sencillez constructiva de estas casas de un sólo piso, los grandes espacios sin compartimentar y

la ausencia de canteros o yeseros, muestra que estas viviendas se levantaron de forma rápida, sin contar con especialistas, lo que unido al diseño urbanístico que siguen, ha llevado a la conclusión de que nos

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encontramos ante el testimonio, arqueológico del relato de Apiano arriba citado, la prueba del sinecismo ejercido por Segeda sobre sus vecinos, entre ellos los titos (Burillo 2003). El Sistema Defensivo

Las prospecciones arqueológicas realizadas permitieron identificar, a partir de las fotos aéreas y de los restos encontrados en superficie, tres estructuras constructivas aisladas pero alineadas a lo largo de la franja de campos por donde discurre el actual camino vecinal de Viver y que se sitúa próxima a los 600 m. en dirección Sur de la elevación del Poyo. La aparente sincronía de las escasas cerámicas recogidas en superficie en los citados tres lugares con 195 aparecidas en la excavación del cerro dio lugar a poder relacionar dichas evidencias con la ciudad de Segeda, y ello a pesar de existir una franja de separación sin restos arqueológicos.

En agosto del 2001 se realizaron unas catas arqueológicas, en una de ellas, en concreto en la parcela 58192 del polígono 11 de Mara, descubriéndose la base de una estructura constructiva realizada con sillares de yeso de medianas dimensiones trabados con arcilla. Su basamento de 3, 89 m de anchura, unido a la información proporcionada por la foto aérea que mostraba la existencia de una estructura de planta rectangular, ha permitido identificar este lugar con un fortín. Se realizó una excavación circular en su entorno inmediato sin que apareciera ninguna evidencia arqueológica, por lo que los restos descubiertos se encontraban aislados.

La solicitud de llevar una conducción de agua a través del camino vecinal de Viver motivó la realización de unas catas arqueológicas en diciembre de 2001. En el tramo que discurre entre las parcelas 47 y 235 se realizó un cata de 9 m de longitud que permitió identificar una estructura constructiva de desarrollo longitudinal y de 4, 10 m de anchura. Presentaba dos alineaciones de doble hilada de piedras calizas de grandes dimensiones, con un metro de altura en la cara externa y un relleno interior de piedras medianas. Se realizaron otras excavaciones a lo largo de dicho camino encontrando evidencias de su continuidad, pero con claras muestras de haber sido desmantelada dada la aparición de bloques de piedra aislados.

Fig. 8. Monedas de sekeida aparecidas en las excavaciones de Segeda 1, área 3.

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Dicha estructura se identificó con la muralla a la que las fuentes escritas hacían referencia en el 154 a. C., muralla que a tenor de los resultados de la excavación no llegó a completarse. Por otra parte, aparecieron muestras claras del desmantelamiento de la misma, hecho que bien pudo realizarse con la construcción de Segeda II, dado que si bien las murallas que presenta en la zona más alejada son de sillares de yeso, el tramo existente en la zona más próxima a Segeda I se realizó con mampuestos de caliza de similares dimensiones a los descubiertos en el tramo señalado.

No se puede señalar si la muralla de Segeda I tenía previsto enlazar con los mencionados fortines. A pesar del resultado negativo visto en uno de ellos, su posible trazado se aproxima a la ubicación de los mismos.

La cultura material

Las excavaciones realizadas en Segeda I han proporcionado un importante conjunto de cultura material, actualmente en proceso de estudio. Entre los hallazgos descubiertos destacamos las monedas y cerámicas. Las monedas

Ya hemos comentado que la ciudad de Segeda acuñó monedas con la leyenda indígena transcrita actualmente como sekeida. La abundancia de su monetario explica la existencia de varios estudios dedicados a su análisis y ordenación (Domínguez 1983; Ostalé 1987; Gomis 1994 y en prensa; Villaronga 1988) o a su dispersión (Medrano 1987; Blázquez Cerrato1995; Gomis 1996). Entre los estudios realizados debe destacarse la tesis doctoral monográfica que, sobre esta ceca, ha realizado M. Gomis (2001). Lo que lleva a poder afirmar que nos encontramos ante la ceca celtibérica mejor estudiada.

Puede decirse que nos hallamos ante las emisiones monetales más antiguas del Sistema Ibérico central. Su comienzo ha sido discutido, pero al ser la ceca indígena más representada en el campamento romano de Renieblas III, levantado por Nobilior en el 153 a. C. junto a Numancia (Schulten 1929, 242; Arriols y Villaronga 1984), existe consenso en señalar el inicio de sus emisiones con anterioridad a esta fecha (Crawford 1969, 74; Romagosa 1972; Hildebrant 1979 y Jimeno y Martín Bravo 1995, 185). Esto es, se confirma que Segeda I, abandonada según las fuentes escritas en el mismo momento, acuñó monedas en una etapa que debe situarse entre los pactos de Graco y la citada fecha histórica. A esta primera fase corresponden las acuñaciones que llevan en el anverso el motivo del cánido y en el reverso el jinete portador de estandarte con ave rapaz.

Sekeida continuó emitiendo monedas hasta la destrucción de Segeda II, que se sitúa en la etapa sertoriana. Las nuevas acuñaciones presentan en el reverso el jinete con palma o lanza. Dos aspectos interesa destacar de las mismas: la continuidad de las emisiones de denarios, lo que permite analizar en estos momentos un claro ejemplo de jerarquización del territorio (Burillo 1982; 1995; Villaronga 1988) y la presencia destacada en el sur de la Península, especialmente en la zona extremeña de la Beturia céltica (Blázquez Cerrato 1995; Otero 1993), donde encontramos otras informaciones que relacionan este territorio con el ámbito celtiberico. Así la presencia de la ceca tamusia que se creía, por el signario

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Fig. 9. Cerámicas aparecidas en las excavaciones de Segeda I, área 3.

de la leyenda y su iconografía monetal, radicada en la zona del Jalón. También la toponimia de algunos oppida, que aparecen en un interesante texto de Plinio (N.H, III, 13): “Los celtici venidos de la Lusitania son oriundos de los celtiberia, y ello se manifiesta por los ritos religiosos, por la lengua y los nombres de los oppida que en la Baetica se distinguen por sus cognombres: Seria, llamada Fama Iulia, Nertobriga, dicha Concordia Iulia, Segida, apellidada Restituta Iulia...”. Aspectos que han sido interpretados conjuntamente con la llegada de celtiberos a este territorio, relacionada con las explotaciones mineras y transformaciones metalúrgicas (Burillo 1998, 312; García-Bellido 1995; 2001). Incluso Mª. P. García y Bellido y C. Blázquez (2001, 367) se preguntan si, al igual de tamusia, no existirían acuñaciones de sekeida y titiakos en el territorio de la Lusitania y Beturia.

Respecto a los hallazgos monetales procedentes de las excavaciones arqueológicas realizadas en Segeda I, las cuatro monedas localizadas, un as en el área 1 y dos ases y un semis en el área 3, corresponden a las emisiones de la ceca de sekeida anteriores al 153 a. C. (Burillo 2001-02), hecho que confirma la cronología de destrucción de la ciudad.

Las cerámicas

Entre los restos de cultura material descubiertos las cerámicas Son con creces el conjunto más importante, lo que permite analizarlo para conocer aspectos tan destacadas como la cronología de los hallazgos, las relaciones económicas o el proceso de transformación cultural seguido en la ciudad de Segeda.

Las excavaciones realizadas por el Conde de Samitier (1907) en una necrópolis celtibérica situada en Belmonte, próxima al yacimiento de Durón donde se sitúa Segeda II, y aparentemente no muy distante a Segeda I, aunque en situación actual desconocida, proporcionaron una serie de urnas sin ajuar. La decoración de esta cerámica sirvió a Bosch Gimpera (1915-20,1932) para llenar el hueco existente entre el grupo del centro del Ebro, Azaila (llamado entonces La Zaida) y Numancia, sirviéndole para explicar la penetración de la cultura ibérica a la Meseta oriental. Años después, Bosch Gimpera (1958,60) seguirá poniendo a Belmonte como ejemplo de la llegada la parte oriental de la Celtiberia de la cultura ibérica influenciada, a su vez de la cultura griega. La presencia de motivos con tallos serpenteantes de yedra entre las decoraciones descubiertas servirá a Cabré (1944, 19) para situar la necrópolis de Belmonte entre la nómina de yacimientos vinculados a Azaila. Parte de este conjunto cerámico fue donado por los descendientes de su descubridor al museo de Zaragoza, lo que ha permitido conocer con mayor detalle sus características formales (M. Beltrán 1991,219; 1992). Tras los resultados de las excavaciones realizadas en el área 3 de Segeda I, podemos decir que existen claras diferencias con el conjunto cerámico señalado, lo que lleva a situarlo en una cronología posterior al 153

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a. C. y coetáneo a una fase del desarrollo de la ciudad de Segeda II, y por lo tanto anterior a su destrucción en la etapa sertoriana. Lo que, a su vez, lo haría también sincrónico a los hallazgos cerámicos de Azaila, que han abandonado la evolución cronológica desarrollada por Cabré (1994) y Bosch Gimpera (1958) para situarse la mayor parte de ellos en un momento cronológico anterior a su destrucción, situada actualmente por M. Beltrán (1984) en la mencionada etapa sertoriana.

Entre las cerámicas localizadas en las excavaciones del área 3, destaca el conjunto de técnica ibérica. Los 15 kalathos identificados, forman un conjunto destacado, cuatro de ellos proceden del ámbito ampuritano (Conde 1992) y seis de dos alfares diferenciados de origen local (Cano et alii. 2001-02). Debe destacarse los estudios que sobre la capacidad de estas vasijas ha realizado J.C. Calvo (2001-02), que demuestran la existencia de una unidad similar a la cótila griega de 0, 283L, con dos ejemplares con 40 unidades, uno con 25 y otro con 10.

El resto del conjunto cerámico indica la presencia de abundantes ejemplares correspondientes a formas muy concretas, con paralelos claros en el valle medio del Ebro, caso de vasos crateriformes, caliciformes, oinocoes, cuencos, copas, etc. (Cano et alii. en prensa). El conjunto no presenta una especificidad que permita atribuirlo al ámbito celtibérico y diferenciarlo del ibérico. La situación fronteriza del lugar donde se encuentra Segeda explica esta indefinición, tanto por la llegada de cerámicas procedentes de otros territorios, como por la fabricación en alfares locales, todavía sin identificar, de formas y decoraciones influenciadas por el ámbito ibérico. No obstante, como se ha señalado en los kalathos, es posible identificar dos alfares locales con decoración que podemos considerar celtiberica. Uno de ellos presenta un engobe blanco y pintura negra y otro utiliza pintura rojiza pero con motivos de líneas curvas irregulares, característicos de este territorio. Dos copas decoradas con estos motivos imitan, en tamaño reducido, la forma campaniense A Morell 68.

Una serie de vasijas han sido realizadas a mano. Unas destinadas a la cocción, con formas de pared vertical y cordón ungulado, tipología que si no se hubiera hallado contextualizada con las cerámicas a torno de técnica ibérica sería de difícil clasificación cronológica. Otras corresponden a copas imitando los ejemplares en uso de técnica ibérica y campaniense. También han aparecido cerámicas de cocina realizadas a torno con formas que se encuentran presentes en otros yacimientos contemporáneos, como los Castellares de Herrera de los Navarros (Burillo 1983).

Las cerámicas importadas no han sido muy numerosas, un borde de ánfora cuya tipología se encuentra a caballo de las últimas producciones grecoitálicas y las primeras Dressel 1A. Cuatro fragmentos de Campaniense A correspondientes a la forma Lamb31b y tres de Cales, formas Lamb. 28 y 33b (Burillo 2001- 02). Este conjunto cerámico homogéneo no discrepa con la cronología dada al final de Segeda I, como el hecho de ausencia de formas o producciones de cerámica fina presentes en los posteriores campamentos del cerco numantino (Sanmarti y Principal 1995). B

IBLIOGRAFÍA

ARRIOLS. P.R. y VILLARONGA. L., 1984, “Troballa esporádica de bronzes romans republicans” Gaceta Numismática, 74-75, pp. 113-117. BELTRÁN LLORIS. M., 1984, “Nuevas aportaciones a la cronología de Azaila”. Museo de Zaragoza. Boletín 10, Zaragoza, pp. 125-152. BELTRÁN LLORIS, M., 1991, “Museo de Zaragoza. Memoria 1991”, Museo de Zaragoza. Boletin 10, Zaragoza, pp. 216-219.

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