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LA CERÁMICA WANKARANI Y UNA PRIMERA APROXIMACIÓN A SU RELACIÓN CON EL PERÍODO FORMATIVO DELNORTE GRANDE DE CHILE Patricia Ayala Rocabado y Mauricio Uribe Rodríguez Se presenta una primera aproximación al problema de la interacción entre el Altiplano Meridional y el Norte Grande de Chile durante el Período Formativo (ca. 2000 a.C. – 500 d.C.), específicamente a través del estudio de alfarería Wankarani y de la evaluación de su presencia en sitios formativos del norte chileno. WANKARANI POTTERY AND ITS RELATIONSHIP WITH THE FORMATIVE PERIOD IN NORTHERN CHILE: A PRELIMINARY APPROACH We offer a first approach to the interaction problem between the South Altiplanic region and Northern Chile, during the Formative Period (ca. 2000 BC – AD 500), specifically through the study of Wankarani pottery and an evaluation of its presence in Formative sites of Northern Chile. Patricia Ayala Rocabado: Magister de Antropología, Universidad Católica del Norte, San Pedro de Atacama, . E-mail: [email protected] Mauricio Uribe Rodríguez: Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, Santiago. E-mail: [email protected] El presente trabajo centra su atención en el Período Formativo Andino (ca. 2000 a.C. – 500 d.C.), caracterizado por el proceso de consolidación de la vida aldeana y el desarrollo de las formaciones económicas agrícolas, ganaderas y/o pescadoras, que impulsaron un crecimiento demográfico gradual así como el florecimiento de organizaciones políticas y religiosas cada vez más complejas. En este período es cuando se concreta una serie de innovaciones tecnológicas como la alfarería, la metalurgia y la construcción de sistemas agro- hidráulicos, además de un desarrollo significativo del arte textil con el uso de fibras vegetales y animales, la cestería, la lito-escultura y la arquitectura. Otra de sus características relevantes, sobre todo para los Andes Centro-Sur, es el claro desarrollo del tráfico de caravanas de llamas, a través del cual estas sociedades interactuaron entre sí y accedieron de manera directa o intermediada a recursos de los diversos ambientes andinos (Mujica 1985; Núñez y Dillehay 1978). A lo largo de este extenso período son varias las sociedades diseminadas por el Altiplano Circumtiticaca y Meridional, la costa, los valles occidentales y orientales, interesándonos en este caso aquella entidad conocida como Wankarani (ca. 2000-100 a.C.), cuya distribución espacial se extiende al norte y noreste del Lago Poopó (ver Figura 1). Hasta el momento, más de 15 sitios conforman esta ocupación formativa caracterizada por asentamientos ubicados en los faldeos de cerros próximos a fuentes de agua, los que destacan por su forma de “túmulos”, producto de la superposición de distintas ocupaciones a través del tiempo, su coloración grisácea resultado de la acumulación de cenizas, por su patrón arquitectónico circular y los entierros debajo o cerca de los pisos habitacionales (Bermann 1995; Condarco 2001; Estévez y Bermann 1996, 1998; Pärssinen 1999). Se plantea que estos asentamientos fueron ocupados por comunidades agro-ganaderas, que no dejaron la caza ni la recolección, y que correspondían a sociedades semi- Textos Antropológicos, 2003, Volumen 14, Número 2, pp. 7-29 Carreras de Antropología y Antropología, Universidad Mayor de San Andrés, La Paz

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TEXTOS ANTROPOLÓGICOS Vol. 14, No. 2

LA CERÁMICA WANKARANI Y UNA PRIMERA APROXIMACIÓNA SU RELACIÓN CON EL PERÍODO FORMATIVO DELNORTE

GRANDE DE CHILE

Patricia Ayala Rocabado y Mauricio Uribe Rodríguez

Se presenta una primera aproximación al problema de la interacción entre el AltiplanoMeridional y el Norte Grande de Chile durante el Período Formativo (ca. 2000 a.C. –500 d.C.), específicamente a través del estudio de alfarería Wankarani y de la evaluaciónde su presencia en sitios formativos del norte chileno.

WANKARANI POTTERY AND ITS RELATIONSHIP WITH THE FORMATIVEPERIOD IN NORTHERN CHILE: A PRELIMINARY APPROACH

We offer a first approach to the interaction problem between the South Altiplanic regionand Northern Chile, during the Formative Period (ca. 2000 BC – AD 500), specificallythrough the study of Wankarani pottery and an evaluation of its presence in Formativesites of Northern Chile.

Patricia Ayala Rocabado: Magister de Antropología, Universidad Católica del Norte,San Pedro de Atacama, . E-mail: [email protected] Uribe Rodríguez: Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales,Universidad de Chile, Santiago. E-mail: [email protected]

El presente trabajo centra su atención en elPeríodo Formativo Andino (ca. 2000 a.C. –500 d.C.), caracterizado por el proceso deconsolidación de la vida aldeana y eldesarrollo de las formaciones económicasagrícolas, ganaderas y/o pescadoras, queimpulsaron un crecimiento demográficogradual así como el florecimiento deorganizaciones políticas y religiosas cadavez más complejas. En este período es cuandose concreta una serie de innovacionestecnológicas como la alfarería, la metalurgiay la construcción de sistemas agro-hidráulicos, además de un desarrollosignificativo del arte textil con el uso defibras vegetales y animales, la cestería, lalito-escultura y la arquitectura. Otra de suscaracterísticas relevantes, sobre todo paralos Andes Centro-Sur, es el claro desarrollodel tráfico de caravanas de llamas, a travésdel cual estas sociedades interactuaron entresí y accedieron de manera directa ointermediada a recursos de los diversosambientes andinos (Mujica 1985; Núñez yDillehay 1978).

A lo largo de este extenso período son variaslas sociedades diseminadas por el AltiplanoCircumtiticaca y Meridional, la costa, losval les occidenta les y or ienta les ,interesándonos en este caso aquella entidadconocida como Wankarani (ca. 2000-100a.C.), cuya distribución espacial se extiendeal norte y noreste del Lago Poopó (ver Figura1). Hasta el momento, más de 15 sitiosconforman esta ocupación formativacaracterizada por asentamientos ubicados enlos faldeos de cerros próximos a fuentes deagua, los que destacan por su forma de“túmulos”, producto de la superposición dedistintas ocupaciones a través del tiempo,su coloración grisácea resultado de laacumulación de cenizas, por su patrónarquitectónico circular y los entierros debajoo cerca de los pisos habitacionales (Bermann1995; Condarco 2001; Estévez y Bermann1996, 1998; Pärssinen 1999).

Se plantea que estos asentamientos fueronocupados por comunidades agro-ganaderas,que no dejaron la caza ni la recolección, yque correspondían a sociedades semi-

Textos Antropológicos, 2003, Volumen 14, Número 2, pp. 7-29Carreras de Antropología y Antropología, Universidad Mayor de San Andrés, La Paz

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autónomas, unidas por lazos de parentesco ytradiciones comunes, más que a una entidadpolítica singular (Ponce Sanginés 1970). Una desus manifestaciones más representativas seríanlas cabezas líticas con aspecto de camélidos,posiblemente utilizadas en ceremonias familiaresde carácter compartido por estas entidades, quizásdurante los momentos más tardíos del formativo(Guerra 1995).

Sin embargo, a diferencia de lo que sucede conotras sociedades formativas del Lago Titicaca,los Valles Orientales de Cochabamba o del NorteGrande de Chile (Brockington et al. 1995;Dauelsberg 1985; Faldín 1991; Lecoq y Céspedes1997; Muñoz 1989; Núñez y Moragas 1983;Ponce Sanginés 1971; Sinclaire et al. 1998;Tarragó 1989; Uribe y Ayala 2003), la alfareríaWankarani sólo ha sido brevemente descrita,siendo los datos más recurrentementemencionados su monocromía, sus superficies“espatuladas”, su pasta con “mica”, la ausenciade asas, los bordes “en coma”, las improntas decestería y la presencia de figurillas antropomorfasy “sopladores” (Ponce Sanginés 1970; Walter1994; Wasson 1967).

Una excepción la constituyen los trabajosrealizados en la región de La Joya (Oruro), enlos cuales se caracterizaron y definieron dostipos cerámicos formativos (Bermann y Estévez1995; Estévez y Bermann 1996, 1998). Encualquier caso, gran parte de la alfarería de lossitios Wankarani conocidos hasta ahora no hasido tipificada, por lo cual podría decirse que esescasa la información que se tiene acerca de laindustria cerámica de esta entidad, siendonecesario realizar estudios más profundos quedocumenten las colecciones e integren análisisespecial izados que permitan generarinterpretaciones más sustantivas acerca de estedesarrollo altiplánico.

Paralelamente, al estudiar el Período Formativodel norte de Chile, los vínculos con el AltiplanoCi rcumt i t i caca y Mer id iona l e s t ánconstantemente presentes en la literaturaespecializada, responsabilizándolos en granmedida del cambio arcaico-formativo e, incluso,de la introducción de la alfarería en la vertienteoccidental de los Andes Centro-Sur (Núñez yMoragas 1983). En efecto, durante varios añosel proceso formativo del Norte Grande ha sidovisualizado como producto del desplazamientode poblaciones altiplánicas durante la fasellamada Alto Ramírez (500 a.C. – 300 d.C.), laque inicialmente fue propuesta para los VallesOccidentales y con posterioridad se hizoextensiva al resto del norte chileno (Llagostera

et al. 1984; Núñez 1971, 1982; Rivera 1976 y1980; Rivera et al. 1996). Algunos estudiososproponen un acceso diferencial de parte de laspoblaciones altiplánicas a la región,conformándose así variedades zonales productode una asimilación local de los aportes foráneos,según la relación establecida con determinadaexpresión formativa altiplánica (Muñoz 1983,1987; Mujica 1985; Santoro 1981). En cambio,ciertas investigaciones plantean una verdaderaexpansión altiplánica, mientras otras postulanque esto fue producto de los diferentesmecanismos de interacción e intercambiogestados a lo largo del período (Núñez 1971,1976; Núñez y Dillehay 1978). En años recientesdicha “expansión” ha sido cuestionada en algunasregiones (Castro et al. 1992; Núñez 1992;Sinclaire 2003; Thomas et al. 1989), yactualmente está siendo discutida en base adiferentes indicadores materiales del NorteGrande (Ayala 2002).

Los planteamientos referidos al arribo depoblaciones altiplánicas a este territorio, sesustentan en la aparición -sin antecedentesprevios- de ciertos cultivos y en las semejanzasiconográficas establecidas entre ciertos textilesde los Valles Occidentales con la alfarería ylitoescultura Pucara; en conjunto con laconstrucción de estructuras de planta circular,un patrón funerario “tumular” y cerámicaespatulada, formalmente análogos a los delAltiplano Meridional, similar a lo descrito paraChiripa y Wankarani. Respecto a este últimoindicador, sin embargo, consideramos que lasrelaciones establecidas entre la alfarería del NorteGrande con las del Altiplano Cicumtiticaca yMeridional se basan en criterios muy generalesy dispares, que no tienen un carácter definitorioni diagnóstico dentro de las amplias posibilidadestecnológicas, morfológicas y estéticas que ofrecela alfarería. En este sentido, no queda claro si loque proponen nuestros colegas es la presenciade cerámica indiscutiblemente Wankarani oChiripa en el norte de Chile, o si más bien setrata de alfarería estilísticamente emparentadacon dichos desarrollos, ya que aparte dedescripciones genéricas, no se maneja unatipología de referencia ni se conoce larepresentatividad de los materiales supuestamentealtiplánicos en los contextos formativos locales.

Consecuente con lo anterior, con este trabajodiscutimos que la existencia de atributoscompartidos no puede ser interpretada sólo comoparte de un proceso de mera difusión –como seha tendido a plantear hasta el momento–, sinotambién como resultado de experienciassemejantes y múltiples formas de interacción.

Figura 1. Ubicación de los sitios Wankarani cuya alfarería fue analizada en este trabajo. 1. Túmulo Wankarani, 2. TúmuloUspa-Uspa.

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Por ejemplo, la situación representada por unmomento de transformaciones generalizadas delas bases económicas y estructuras sociales delas poblaciones formativas (Barnett y Hoopes1995). A esto se suma que la escasez de análisisy la falta de documentación de la cerámicaWankarani impide utilizar la informaciónexistente como un referente comparativosatisfactorio, a partir del cual contrastar lasmaterialidades del Altiplano Meridional con lasdel norte de Chile, y evaluar la validez de lasinterpretaciones sobre el período en este territorio.En particular, las relaciones con el altiplanocomo causales del cambio cultural acaecido enla vertiente occidental andina.

En suma, los objetivos de este artículo son, porun lado, aportar con una caracterizaciónsistemática de la cerámica Wankarani delAltiplano Meridional y, a partir de esto, aportarcon una nueva reflexión sobre el problema de lapresencia altiplánica en el Norte Grande de Chiledurante el Período Formativo.

Material y metodología

En este trabajo se profundiza el conocimientoacerca de la alfarería Wankarani en tanto una delas manifestaciones más características delformativo altiplánico de los Andes Centro-Sur.De acuerdo con ello, este estudio se centró enel análisis de la colección de piezas completasdel túmulo Wankarani (Guerra 1995), por tratarsedel sitio-tipo y porque precisamente a partir deél se han trazado importantes conexiones conChile. De este modo, se propuso estudiar lacolección original para tener una visión deprimera mano del material, compuesto porcontenedores, instrumentos y figurillas. Paracompletar el análisis, se sumó la muestra defragmentos del túmulo Uspa-Uspa (Condarco2001), ya que este sitio entrega información decontextos más domésticos que los representadospor las piezas completas de Wankarani -pertenecientes más bien al ámbito funerario-, yporque además provee de datos estratigráficossignificativos que no se tienen para el sitio-tipo.En este sentido, esperamos que la comprensióntecnológica, morfo-funcional, decorativa yconductual de esta muestra y la consecuentedefinición de una industria o sistema deproducción cerámica Wankarani, proporcioneun conocimiento posible de ser aplicado ycomparado con el material fragmentario quecomúnmente aparece en los sitios formativosdel norte chileno, estableciendo finalmente suorigen local o foráneo en Chile.

Por lo tanto, con este análisis esperamos detectar

las prácticas e ideas compartidas por la alfareríade ambos territorios durante el período y, de esamanera, evaluar el grado de interacción einfluencias entres sus poblaciones.

La metodología de análisis comprendió el fichajedel material para derivar en su clasificación,elaborando bases de datos, seleccionandoatributos o variables a estudiar a través deestadística descriptiva como conteos, porcentajeso frecuencias que han sido vertidos en gráficosy tablas, concluyendo en una tipología final.

En primer lugar, la clasificación se basó en unreconocimiento visual y macroscópico de lostiestos (apoyado en una lupa “cuenta hilos”),realizando una descripción estandarizada a travésde fichas de las características de las pastas, lostratamientos de superficie, la morfología ydecoración de las vasijas, poniendo énfasis enla observación de los aspectos tecnológicos másque externos o estéticos (superficie y decoración),evitando las distorsiones que generalmentepromueven dichos atributos (Sinclaire et al. 1998;Uribe y Ayala 2003; Varela 1992). Parasistematizar estas observaciones, en una segundaetapa, se construyeron bases de datos donde se

integró y ordenó cuantitativamente lainformación seleccionada, utilizando el númerode piezas o fragmentos respectivamente. Porotro lado, a partir de ello se hicieronapreciaciones acerca de la manera cómo sehabría usado la alfarería depositada yabandonada, la que es distinta según lascircunstancias ocurridas, lo cual ayuda a teneruna idea de las actividades que se desarrollaronsincrónica o diacrónicamente en el sitioestudiado. Para ello, entre otras variables, seconsideró la forma de las vasijas, lo que secomplementó con la abundancia o escasez delmaterial, su restaurabilidad, desgaste o erosióny comportamiento estratigráfico, intentandoestablecer conductas de descarte producto de laactividad humana (Adán 1996). Luego, sesintetizó el comportamiento tipológico yconductual del material a través de surepresentación gráfica, para introducirnos en sudistribución contextual y temporal, derivándoselos patrones de funcionalidad y cronologíamencionados.

En definitiva, las pastas y formas de la cerámicaen conjunto, con el tratamiento y acabado delas superficies y sus característ icasdepositacionales, han sido los atributos relevantesque seleccionamos para generar los tipos quedefinirían lo Wankarani. Entonces, la totalidaddel material registrado ha sido tratado de acuerdoal marco metodológico reseñado, de cuyaaplicación particular se deriva nuestracaracterización de la alfarería Wankarani, conel propósito final de establecer su vínculo conlas cerámicas formativas del Norte Grande deChile y ciertas consecuencias sobre la interaccióny/o difusión que abordamos en esta ocasión.

Caracterización de la colección del túmulode Wankarani

La colección Wankarani del MuseoAntropológico “Eduardo López Rivas” de Oruro,está constituida por 83 piezas enteras que fueronanalizadas separándolas según su morfologíaen Vasijas (V), Cucharas (C) y Figurillas (F),además de torteras y/o instrumentos de los cualessólo se hizo un reconocimiento visual que,posteriormente, fue complementado con elanálisis de la fragmentería del Túmulo Uspa-Uspa. Es importante considerar que -salvo suorigen funerario- se trata de piezas sin contexto,situación que sin duda limitan el análisis einferencias de este trabajo, lo que no pudo serresuelto debido a la dificultad de acceder a lainformación original de las excavaciones deWankarani.

Vasijas no-restringidas (V.1)

En este caso se diferenciaron las categoríasescudillas-miniaturas (V.1A), tazones-miniaturas(V.1B) y vasos-copas (V.1C) (Figuras 2 y 3). Elaspecto general de la pasta varía de granuloso aarenoso, densas en inclusiones negras, grises,mica y cuarzos, de tamaño grueso a finoprincipalmente y de forma angular a tabular. Nose observan cavidades, la fractura es irregular,con probabilidad poco resistente y su color varíade parejo a disparejo producto de una cocciónoxidante irregular, dejando tonalidades grises yrojizas. La principal técnica de manufacturaparece haber sido el ahuecamiento de una bolade arcilla en el caso de escudillas-miniaturas, entanto el enrollamiento anular a partir de un discose usó para las escudillas-tazones y los vasos-copa. A esto se suma un manejo ocasional tantodel engobe como del pulido y una cocciónbastante irregular que deja superficies manchadaso grises.

Las escudillas-miniaturas son de cuerposemiesférico a elíptico, de no más de 3 cm dealto. Sus bordes son evertidos, directos, de labioconvexo y sin engrosamiento, mientras que las

Figura 2. Cerámica (miniaturas) del Túmulo Wankarani.Figura 3. Cerámica (vasijas) del Túmulo Wankarani.

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bases pasan de convexas a levemente planas.Las superficies varían de color café rojizo a rojoy están alisadas por ambas caras, aunque demanera irregular por el exterior (espatulado). Unejemplar con cuerpo doble exhibe decoraciónpintada, positiva, monocroma y geométrica, ennegro sobre rojo, correspondiente a una líneaondulada negra, dispuesta anularmente por elexterior. Por su parte, los tazones-miniaturas sontroncocónicos a elípticos, de 4 a 7 cm de alto,con bordes similares a los anteriores, pero debase plana. Asimismo, las superficies sondistintas, porque se encuentran diferencialmentetratadas. Ambas caras aparecen revestidas rojasy pulidas, o sólo el interior pulido-revestido conla externa alisada espatulada (aunque tambiénel pigmento pudo haberse perdido). Un par deellas exhibe decoración pintada muy similar alas escudillas-miniaturas. Se trata de figuras ennegro, ubicadas en el interior, correspondientesa círculos concéntricos y semicírculos con unalínea ondulada simétricamente dispuestos enlados opuestos del borde, con un punto o una“x” en el fondo de la vasija. Por último, losvasos-copas también tienen cuerpo troncocónicoy mantienen la morfología del borde, pero midenentre 16 a 17 cm de alto y la base se extiendecomo un pie hasta alcanzar un diámetro cercanoal de la boca. Sus superficies son de coloresgrises y están simplemente alisadas por ambascaras, aunque dejando cierto espatulado en elinterior.

En general, se aprecia una maestría dispar en laconstrucción de estas vasijas, detectándose tiestosde perfil bastante irregular y prácticamente sinpulido. En cambio, hay otras que presentan untrabajo de excelente calidad, evidente en ladecoración pintada de algunas. Por otra parte,se encuentran vasijas nuevas y usadas, estandovarias de ellas erosionadas, por lo cual muchasparecen no haber sido exclusivamente hechaspara el ritual funerario.

Vasijas restringidas simples (V.2)

En este caso sólo se diferenciaron las categoríasbotellas-miniaturas (V.2A) y cuencos (V.2B)(Figura 2). El aspecto de las pastas es muysemejante al de las vasijas no-restringidas, engeneral granuloso a arenoso, destacando unavariedad algo mayor de inclusiones (negras,grises, mica, cuarzos, cafés). Asimismo, el restode las características sigue comportándose de lamisma manera en términos de tamaño y formade los clastos, la presencia de cavidades, formade la fractura, resistencia, color y cocción. Latécnica de manufactura por ahuecamiento de unabola de arcilla se usó para construir las botellas-

miniaturas, en tanto que para los cuencos éstase combinó con el enrollamiento anular a partirde un disco. El manejo del engobe y pulido siguesiendo ocasional, y continúan apareciendo lassuperficies grises y manchadas.

Las botellas-miniaturas tienen cuerpo elíptico(vertical), de 4 a 7 cm de alto, su borde esinvertido, directo, inflectado y bien extendido,de labio convexo y sin engrosamiento, mientrasque la base varía de convexa a levemente plana.Las superficies cambian de rojizo a gris y estánalisadas por ambas caras, aunque ocasionalmentela externa aparece revestida roja y pulida. Laexistencia de agujeros perforados en la gargantaantes de la cocción en uno de los ejemplares,podría tener una connotación utilitaria y/odecorativa. Por su parte, los cuencos son decuerpo sub-esférico, más diversos yevidentemente más grandes, alcanzando los 10a 25 cm de alto. Sin embargo, los bordes y lasbases son muy parecidas a las formas anteriores,salvo que el labio puede aparecer biselado, entanto es posible que las bases tengan un rebordeanular. Las superficies son oscuras y estánalisadas por ambas caras, pero también aparecennegras y pulidas, sobre todo en el borde. Una delas piezas más grandes lleva dos asasmamelonares adheridas de manera vertical, enlados opuestos de la boca, mientras que otra conbase anular presenta una elaborada decoraciónmodelada compuesta por una figura naturalista,correspondiente a un rostro zoomorfo frontalparecido a un simio. Este fue hecho pordesplazamiento en negativo (desde adentro), conagregado y extracción de arcilla (nariz y orejasse aplicaron, el resto del rostro fue hecho pordesplazamiento e incisos), al que se unieronprotuberancias como “chichones” por los ladosy atrás (por desplazamiento desde el interior).

Al igual que en el caso anterior, se aprecia unamaestría muy dispar en la construcción de estasvasijas, detectándose tiestos de perfil bastanteirregular y casi sin pulimento, a diferencia deotros ejemplares que presentan un trabajo deexcelente calidad, evidente en la decoraciónzoomorfa de uno de ellos, donde se recurrió amúltiples técnicas. Por último, aunque estánerosionadas, es probable que las vasijas seencuentren nuevas como usadas, algunas inclusoaparecen “matadas” con agujeros intencionales,realizados como parte de un ritual específico.

Vasijas restringidas independientes (V.3)

En este caso se diferenciaron las categorías jarros(V.3A), subdivididos en simples (V.3A.1) ycomplejos (V.3A.2), cántaros (V.3B) y ollas

(V.3C) (Figura 3). El aspecto general de suspastas es muy similar al de las vasijas restringidassimples, excepto porque el tamaño de lasinclusiones se vuelve mediano y más homogéneo,aparte que en un caso se detecta una pasta muycompacta o colada. Además, se detecta unamayor proporción de burbujas y aparecen algunosrestos orgánicos; con todo, la fractura siguesiendo irregular a regular, con probabilidad másresistente, y el color varía de parejo a disparejo,producto de una cocción oxidante completa airregular. Continúa el empleo de ahuecamientopara la construcción de las miniaturas, en tantoel enrollamiento anular fue la modalidad másusada para contenedores mayores. Por otro lado,al contrario de antes, aparece un manejo totaldel engobe y del pulido, especialmente en losjarros, así como una cocción mucho más regularque deja piezas completamente rojas por fueray el borde, con escasas manchas.

Respecto a los jarros, los simples presentancuerpo elíptico (vertical) y cuello hiperboloide,alcanzando diversos tamaños entre los 6 y 30cm de alto, desde miniaturas hasta piezas grandes.El borde es evertido, de labio convexo y sinengrosamiento, la base es plana y llevan un asaen arco de correa, labio-adherida verticalmentedel borde al hombro. Las superficies seencuentran tratadas de manera distinta, estandorevestidas y pulidas desde la unión del cuerpocon la base hasta el interior del borde, dejandouna banda anular en el labio; en cambio, pordentro el resto se halla alisado en su totalidad.Tampoco faltan piezas completamente alisadasy/o con manchas de cocción. La mayoría exhibeuna leve protuberancia sub-cónica en la unióndel asa con el labio que podría corresponder aalguna clase de decoración modelada, hecha pordesplazamiento de arcilla. Por otra parte, un parde piezas presentan decoración pintada, positiva,geométrica y negro sobre rojo que recuerdan ladecoración de las vasijas no-restringidas. Se tratade figuras hechas en negro, en el exterior de lasvasijas, específicamente en la garganta de losjarros, destacando una banda anular compuestapor una línea ondulada entre paralelas.

Por su lado, los jarros complejos se diferencian,aparte de su cuerpo ovoide, porque el cuello esmuy estrecho e irregular, mostrando en el ladoopuesto del asa un desplazamiento a modo depico o vertedera. El labio puede ser biselado, lasbases planas y alcanzan a medir entre 13 a 21cm de alto. Las superficies también presentanun tratamiento diferencial, combinando elrevestimiento rojo con el alisado y pulido,inclusive dentro de la misma pieza. Incluso,quizás como decoración, una de ellas aparece

alisada y con dos bandas anulares de pinturanegra, una que cubre desde el cuello (por ambascaras) hasta el hombro y el asa, mientras la otraabarca todo el diámetro máximo del cuerpo. Másclaro aún, dentro de esta clase se encuentra unavasija con pasta colada que además se diferenciadel resto porque exhibe decoración pintada,positiva, bicolor, naturalista y geométrica, negrosobre rojo. Se trata de figuras negras, en elexterior de las vasijas y sobre el diámetro máximodel cuerpo, correspondiente a una banda anularde figuras zoomorfas con el aspecto de camélidos(con dos orejas paradas y cuatro patas), dispuestasde manera equidistante una de otra.

Los cántaros, en tanto, por su pasta granulosacon inclusiones diversas y heterogéneas entamaño y forma, recuerdan más a las pastas delas vasijas no-restringidas y restringidas simples.Para su manufactura, el enrollamiento anular fuela técnica preponderante. A esto se suma unmanejo ocasional del engobe y del pulido, losque no van necesariamente juntos, y una coccióna veces irregular pero que no deja manchas. Suscuerpos varían de ovoides a esféricos y su cuelloes hiperboloide, alcanzando entre 12 y 53 cm dealto, registrándose miniaturas y piezas grandes.

Las mayores diferencias con los jarros refierena las bases que varían de convexas-apuntadas alevemente planas, y el uso de dos asas en arco,cilíndricas, adheridas verticalmente a la alturadel diámetro máximo, en lados opuestos delcuerpo. Las superficies son rojizas a grises y, engeneral, se encuentran alisadas, a lo más conalgunas huellas de pulimento aunque esténrevestidas. En el caso de aparecer engobe, éstese extiende desde la unión del cuerpo con la basehasta el interior del borde, dejando una bandaanular en el labio; en cambio, el resto del interiorse halla simplemente alisado. Se detectadecoración modelada naturalista, correspondientea un pequeño rostro antropomorfo ubicado enel cuello de una vasija, donde ojos y nariz fueronhechos por aplicación e incisos respectivamente.Al contrario, otros cántaros exhiben decoraciónpintada, positiva y geométrica en negro sobrerojo como más arriba, donde se dibujaron líneasparalelas que atraviesan la pieza a lo largo. Lasmismas líneas aparecen emplazadas anularmenteen la garganta y cerca de la base, o líneasonduladas dispuestas al interior del cuello.

Las ollas, por último, comparten idénticas pastascon los cántaros y la misma técnica demanufactura, sin embargo, éstas se distinguenporque casi todos los ejemplares aparecenalisados. Salvo en los bordes donde puedeobservarse pulimento, y porque la cocción es

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muy irregular dejando bastantes manchas, lascuales también pudieron ser provocadas por suuso. De hecho, además de erosionadas, la mayoríade estas vasijas aparecen con el hollín producidopor su evidente empleo como ollas. Por estasrazones, el color de las superficies varía detonalidades rojas a grises y/o negras, estas últimaspor la exposición al fuego. El cuerpo de estasvasijas es elíptico a esférico y el cuellohiperboloide a troncocónico, midiendo de 9 hasta24 cm de alto, porque existen tanto miniaturascomo piezas grandes. El resto de lascaracterísticas morfológicas vuelve a ser muysemejante a los cántaros, aunque las bases puedenvariar entre planas a convexas y, principalmente,porque llevan dos asas en arco, lisas o de correa,labio-adheridas verticalmente en lados opuestosdel cuello. En ningún caso se registró decoración.

Como se ha visto a lo largo de esta descripción,se distinguen dos grandes grupos en términosde la maestría o calidad que se aprecia en lamanufactura de las vasijas. Por una parte, sehallan los jarros simples, cántaros y ollas quemuestran una gran variedad interna que incluyetiestos de perfil irregular a regular, en su mayoríaalisados, otras veces pulidos, también revestidosrojos e incluso decorados por modelado o pintura,apreciándose ejemplares de excelente calidad apesar de su sencilla elaboración. En cambio, seaprecia una maestría considerable en laconstrucción de los jarros complejos,detectándose tiestos de perfil muy regular, casitodos revestidos y pulidos, muchas vecespintados, apreciándose una calidad máshomogénea a partir de lo cual se infiere laexistencia de una producción mucho másdesarrollada y estandarizada.

Todas estas vasijas, además de erosionadas,aparecen nuevas como usadas, e incluso algunastambién están matadas como las piezasrestringidas simples.

Cucharas (C)

Se trata de tiestos no-contenedores (Figura 4),compuestos por una pala de cuerpo semi-elípticoy un mango cilíndrico que termina en una puntaroma que a veces presenta una leve bifurcaciónen su extremo. Su longitud total alcanza los 12a 13 cm, de la cual, el mango mide entre 3 y 6cm, lo mismo que el diámetro menor de la pala.Su pasta es de aspecto general granuloso comoen los casos anteriores, pero dentro de la mismadiversidad de inclusiones ya vistas (cuarzos, lasnegras, grises y mica), destacan las inclusionesblancas, desapareciendo los clastos cafés. Semantiene el tamaño grueso a fino de ellas, así

como su forma angular a tabular, tampoco seobservan cavidades, la fractura es irregular, conprobabilidad resistente y el color varía de parejoa disparejo, producto de su cocción oxidantepero irregular. La principal técnica

de manufactura fue el ahuecamiento de unapequeña bola de arcilla para formar la cavidado pala de la cuchara, a la que posteriormente seadhirió el mango, hecho de un rollo cilíndricode arcilla. Las superficies son de color café rojizoa rojo y están alisadas por ambas caras, por logeneral de manera espatulada y a veces conmanchas grises de cocción. Sin embargo, unade ellas exhibe decoración como la descrita antes,es decir, pintada, positiva, monocroma ygeométrica, negro sobre rojo. Se trata de unalínea ondulada negra, dispuesta de maneracruciforme ocupando todo el fondo de la pala.Sus características tecnológicas evidencian unasencilla maestría en la construcción de estosutensilios, aunque se detectan tiestos de bastantecalidad. Al parecer la mayoría de estas cucharasestán usadas, observándose varias de ellaserosionadas.

Figurillas (F)

Se trata de rostros, cuerpos y partes del cuerpoque en casi todos los casos se hallan rotos, conlas cabezas y extremidades separadas del cuerpoy éste quebrado, generalmente sin piernas (Figura5). Por lo mismo, muchas veces no queda clarosi, por ejemplo, algunos rostros son parte de unavasija mayor o simplemente se trata de piezasen sí mismas. Su pasta granulosa prácticamenteno exhibe diferencias con las vasijas no-restringidas y restringidas descritas (excepto porlos jarros complejos), aunque también destacanlas inclusiones blancas que se observan en lascucharas. En su manufactura se usó un trozo dearcilla o una pequeña bola de material, a partirde lo cual se creó una placa de forma circular,elipsoide, esférica y/o cilíndrica. A esta preformase aplicó más arcilla, se desplazaron comounieron otros trozos de pasta (sobre todocilindros), y/o se realizaron incisos, con elpropósito de producir figuras antropomorfas yzoomorfas. Las superficies fueron alisadas,dejando a veces estrías de espatulado y/o huellasde pulimento. A esto se suma una cocciónbastante irregular, que la mayoría del tiempodeja piezas manchadas y grises. En general, sinembargo, se distingue una sencilla maestría enla construcción de estas figurillas, varias de lascuales parecen estar nuevas aún cuando se hallanfracturadas y erosionadas, quizás como elresultado de una ceremonia específica.

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Figura 4. Cerámica (cucharas y torteras) del Túmulo Wankarani.

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De acuerdo al modelado y la decoración esposible diferenciar figurillas antropomorfas(F.5A) y zoomorfas (F.5B). Las primeras estáncompuestas por rostros discoidales con o sincuerpo, aunque también éstos aparecenfracturados o sólo sus extremidades. A pesar quela mayoría se encuentra quebrada, su longitudtotal varía entre 7 a 12 cm de largo por 3 cm deancho, el cual es bastante constante. Un grupoimportante se compone de un trozo plano dearcilla con marco facial, ojos rasgados, narizpronunciada, a veces con agujeros nasales y unaboca insinuada por una corta raya horizontal,hechos por incisos y desplazamiento de material.Un par de ellos, parece llevar una especie detocado, agregando un par de rodetes de arcillasobre la cabeza, los que incluso pueden tenerincisos. A esto se suma un ejemplar donde lascejas y nariz forman un continuo, con pequeñasprotuberancias perforadas a modo de orejas yun escalonado inciso que adorna la frente.Pareciera que en todos estos casos las carasfueran adornos de vasijas, las cuales se agregaronal cuerpo de los tiestos. En cambio, aunque ensu mayoría quebradas, otro grupo pareciera sermás complejo, correspondiente a verdaderasfigurillas con rostro y cuerpo. Estas últimas,exhiben rostros elípticos u ovoides muy parecidosa los anteriores, salvo que aquí son recurrenteslos ojos “granos de café” y las caras se encuentranunidas a un cuerpo donde destaca el tronco convarios incisos a la altura de los hombros y unpar de puntos en el pecho como pezones. Loscuerpos fragmentados parecen corresponder aestos rostros, porque se observa el tronco conlas extremidades superiores cortas, con incisosy pezones, a lo que se agrega un par deextremidades inferiores siempre quebradas. Aestos mismos pueden pertenecer algunos cuerpossin cabeza o sólo con extremidades superioresen el tronco, como largos brazos con manosdestacadas por incisos y un punto a la altura delvientre a modo de ombligo.

Por su parte, las figurillas zoomorfas estáncompuestas por cabezas esféricas con cuello ocuerpo cilíndrico con extremidades. A pesar quela mayoría se encuentra quebrada, su longitudtotal varía entre 7 cm de largo y 2 cm de ancho.La mayoría ha sido hecha a partir de un rodetede arcilla al cual se han agregado otros trozosde material, al menos en un extremo para laformación del hocico y un par de orejas, bastantepronunciados en ambos casos. La cara ha sidocompletada a través de incisos para formar losojos, con los mismos se destacan los orificiosde la nariz, y la boca aparece levemente abierta;mientras que las orejas son dos apéndicespuntiagudos divergentes sobre la cabeza, aunque

también aparecen las orejas redondeadas. A estose suma un cuello largo que nunca aparece unidoa un cuerpo, por estar roto. Todas estascaracterísticas le dan un aspecto bien naturalistaa la representación, con probabilidad la figurade un camélido. Sin embargo, un grupominoritario corresponde a rostros compuestospor un marco facial con pequeños ojos y orejasredondas, hocico levemente pronunciado y bocaun poco abierta, hechos por incisos, aplicado y/odesplazamiento de material. Particular a estasfigurillas son cuatro extremidades, un par quesurge de la unión de la cabeza con el tronco,dejando un corto cuello, mientras que las otrasse hallan en el extremo opuesto. Todas estascaracterísticas le dan un aspecto naturalista a larepresentación, quizás de un felino o un cánido.

Caracterización de la cerámica del túmulo deUspa-Uspa

La muestra estudiada del túmulo de Uspa-Uspaestá constituida por 1988 fragmentos,provenientes de seis unidades de excavación(N196-E200, N196-E202, N196-202.4, N198-E200, N198-E202 y N234-E192), ubicadas enel sector alto del túmulo y en algunas de lascuales se llegó al estrato estéril de excavación(Condarco 2001). El objetivo de este trabajofue obtener un panorama general de la alfareríade este sitio, no considerándose en esta ocasiónun profundo análisis estratigráfico de losmateriales revisados, ya que la correspondenciaentre los niveles artificiales de excavación y losestratos naturales del terreno se encontraba enpleno proceso de elaboración al momento deeste estudio.

Estos fragmentos fueron registrados y analizadosclasificándolos, aparte del material erosionado(ERO), en ocho a nueve grupos de acuerdo a susatributos de superficie y forma, donde seincluyeron contenedores e instrumentos comocucharas, torteras u otros artefactos no-determinables. Esos ocho grupos, sin embargo,se reducen a cuatro estándares de pasta,correspondientes a pastas granulosas densas enmica (grupos 1, 2, 3 y 4), pastas granulosasdensas en inclusiones orgánicas (Grupo 5), pastasarenosas (grupos 6 y 7), pastas granulosas densasen inclusiones blancas (Grupo 8), y otras (Grupo9). Lo anterior permite distinguir que los grupos1, 2, 3 y 4 constituyen la industria cerámica másrelevante de la muestra, quizás la representantede la alfarería local durante el clímax de laocupación; en tanto, los grupos restantes puedenconsiderarse preliminarmente manifestacionesexóticas y/o intrusivas, contemporáneas o deotras épocas. Figura 5. Cerámica (figuras antropomorfas y zoomorfas) del Túmulo Wankarani.

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El Grupo 1 (Figura 6) se caracteriza por su pastade aspecto general granuloso, denso eninclusiones de cuarzos, micas (doradas), blancas,negras y cafés, de tamaños gruesos a finos yformas angulares a tabulares, destacando lasmicas que se observan a simple vista ensuperficie. No se detectan cavidades, la fracturaes irregular, con probabilidad resistente y sucolor es parejo a disparejo, debido a una cocciónoxidante incompleta o irregular que deja manchasde cocción y superficies ennegrecidas. Se infierela existencia de vasijas restringidasindependientes, grandes y pequeñas según eltamaño de los fragmentos, las que podrían habersido manufacturas por enrollamiento. Sus cuelloscorresponden a bordes evertidos, de labiosconvexos a rectos, algunos de los cualessobresalen por su engrosamiento exterior queles otorga el aspecto de “bordes en coma”. Lasbases, por su parte, son más bien, planas. Lassuperficies externas se encuentran pulidas,mientras que las internas alisadas, aunque en losbordes el pulimento se extiende por el interiordel cuello. Sus colores varían de café rojizo arojo y negro en el exterior, en tanto adentrosuelen ser más cafés. Además de loscontenedores, ciertos fragmentos fueronreutilizados como torteras y/o alisadores decerámica.

El Grupo 2 (Figura 6) presenta la misma clasede pasta y técnica de manufactura, sin embargo,no sobresalen tanto las micas y la cocción pudoser más bien mixta. Por otra parte, esta vez setrata de vasijas no-restringidas debido a lapresencia de bordes evertidos directos. Noobstante, serían contenedores igualmente grandesy pequeños, con base plana, la misma forma delabio y aspecto “en coma” que las vasijasanteriores, aunque otros bordes son levementeinvertidos producto de una inflexión en la bocadel tiesto. Como la mayoría de los bordes sonmuy rectos, es posible que se trate de vasijas decuerpo troncocónico a modo de tazones,escudillas y/o fuentes, pero tampoco faltaríanlas formas más sub-esféricas o elipsoides queen el caso de los bordes inflectados remiten aescudillas o cuencos. Otra particularidad de estaspiezas es que, a diferencia del Grupo 1, ambassuperficies se encuentran pulidas y con clarasestrías dejadas por el instrumento pulidor, cuyoscolores varían de café a rojo y negro debido ala cocción muy irregular o mixta. Aparte detorteras y alisadores, otras piezas incluidas aquícorresponden a cucharas de pala semi-elíptica,las cuales se encuentran rotas, por lo que nosuperan los 3 y 5 cm de longitud total.

El Grupo 3 con iguales atributos tecnológicos

daría cuenta de las mismas vasijas no-restringidasy restringidas de los grupos previos, puesto quese registran bordes evertidos directos y cuellos,de indudable manufactura por enrollamientoanular, pues se identificó el disco circularperteneciente a una base. Los bordes directostambién sobresalen por su engrosamiento exterior,algunos de los cuales incluso llevarían protúberosen el labio a modo de asas mamelonares, de pocomás de un centímetro de longitud. Entre lasvasijas no-restringidas seguirían predominandolas piezas troncocónicas vinculadas con tazones,escudillas o fuentes, en tanto la recurrentepresencia de hollín en las restringidas confirmanla existencia de ollas. Sin embargo, lo que destacaen este caso es que ambas superficies aparecenalisadas, a veces con claras estrías de espatulado,cuyos colores mantienen los tonos café rojizo,rojo y negro. Asimismo, este grupo tambiéncomprende torteras y alisadores.

El Grupo 4 incluye ejemplares prácticamenteidénticos a los del Grupo 3 en todos sus aspectos,salvo que tienden a sobresalir las inclusionesblancas en la pasta y porque las vasijas no-restringidas y restringidas detectadas llevaríanrevestimiento rojo. Lo anterior es evidente enlas piezas restringidas, las cuales pudieron serutilizadas como botellas, jarros o cántaros debidoa las propiedades impermeabilizantes que tienedicho revestimiento. Por lo tanto, las superficiesse hallan diferencialmente tratadas, ya searevestidas rojas y pulidas por ambas caras, orevestidas y pulidas por el exterior y sólo partedel interior. No obstante, aparecen muchasmanchas de cocción que ennegrecen lassuperficies.

El Grupo 5 se distingue por su pasta de aspectoarenoso y densidad de inclusiones orgánicas,aparte de micas (doradas) y beiges, de tamañosgruesos a finos y formas angulares y tubulares.Se notan bastantes cavidades, en su mayoríavegetales, la fractura es irregular a deleznable,con seguridad poco resistente, mientras que sucolor parejo a disparejo indica una cocciónoxidante muy incompleta o irregular. Por elmomento sólo se infiere la existencia de vasijasno-restringidas, debido a la presencia de bordesevertidos directos con labio recto sinengrosamiento, cuyas superficies rojizas a grises

habrían sido burdamente alisadas, observándoseinclusiones orgánicas a simple vista.

Los grupos 6 y 7, en cambio, presentan pastasde aspecto arenoso y poco densas en inclusionesde cuarzos, negras o grises, blancas, cafés, rojasy/o con algunas micas, de tamaños gruesos a

finos y formas redondeadas a angulares. En ellasno se observan cavidades, la fractura es irregular,con probabilidad resistente y su color parejo adisparejo fue provocado por cocción oxidanteirregular a completa, adquiriendo tonalidadesrojizas a grises. Es imposible inferir alguna clasede vasija o artefacto, debido a la ausencia defragmentos indicadores de forma, sin embargo,en el grupo 6 ambas caras se encuentran pulidaspor lo que podría tratarse de tiestos no-restringidos. Mientras que, en el Grupo 7 lassuperficies se encuentran diferencialmentetratadas, el exterior generalmente aparece pulido,

en tanto el interior siempre se halla alisado porlo que serían vasijas restringidas.

Finalmente, en el Grupo 8 vuelven a aparecerlas pastas de aspecto granuloso, pero esta vezdensas en inclusiones blancas, además de cuarzos,negras, beiges y mica, de tamaño grueso amediano y forma angular a redondeada. No seobservan cavidades, la fractura es irregular, conprobabilidad resistente y su color es parejo adisparejo debido a una cocción oxidantecompleta. Se infiere la existencia de vasijas no-restringidas y restringidas por la presencia de

Figura 6. Cerámica (bordes) del Túmulo Uspa-Uspa.

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bordes evertidos directos y cuellos, cuyassuperficies se encuentran alisadas por ambascaras y son de colores café-rojizos a grises.

Comentarios acerca de la caracterización,funcionalidad y conducta de la cerámica

Wankarani

La cerámica del túmulo de Wankarani

En la Figura 7, se puede apreciar la popularidadalcanzada por cada una de las clases definidassegún el número o frecuencia de piezas completasregistradas. De este modo, los contenedoresalcanzan el primer lugar con el 69% de lamuestra, secundadas por las figurillas quecorresponden casi al 33% de la colección y,finalmente, aparecen las cucharas que a penassuperan el 7%. Ahora bien, las vasijas que enrealidad destacan en esta colección son los jarrosrevestidos rojos, los cuales abarcan cerca de untercio de la muestra total (30%), seguidos bastantemás abajo por tazones-escudillas y ollas, siendoel resto de los contenedores completamenteminoritarios. De manera individual, por lo tanto,los jarros y figurillas aparecerían en proporcionesequivalentes, razón por la cual ambasmanifestaciones se convertirían en las másrepresentativas del sitio.

Sin embargo, muchos de los jarros señalados,escudillas-tazones y cántaros, así como ciertasminiaturas y cucharas, remiten a épocas mástardías, por ejemplo, a los Períodos Medio,Intermedio Tardío y Tardío del AltiplanoMeridional (Lecoq y Céspedes 1997). De acuerdoa ello, se habría mezclado una significativadiversidad de materiales, impidiendo dilucidarcon claridad cuál es la alfarería propiamenteformativa del sitio-tipo Wankarani. De hecho,la popularidad de jarros rojos no tiene mayoresanálogos en otras colecciones del formativoaltiplánico, siendo muy escasas tales vasijashasta el surgimiento de los desarrollos formativostardíos y medios como Pukara y lasmanifestaciones tempranas de Tiwanaku (PonceSanginés 1971; Wallace 1957). Por lo tanto, lainclusión de los jarros rojos como parte de lacerámica más característica de Wankarani esdudosa por ahora1, discutible y más cercana amomentos posteriores, tal cual lo evidencia supresencia en el sitio Jachakala donde se vislumbrauna ocupación formativa tardía y otra del PeríodoMedio (Bermann y Estévez 1993). A esto sesuman las escudillas decoradas con pintura negrade indudable estilo Chilpe, Taltape o Hedionda,correspondientes al Período Intermedio Tardío(Lecoq y Céspedes 1997; Schiapacasse et al.1989).

Con seguridad, por lo tanto, sólo se podríaconsiderar alfarería formativa Wankarani alrepertorio compuesto por las figurillas y aquellasvasijas que tienen referentes contemporáneos enel resto del altiplano y territorios aledaños comolas miniaturas, las ollas, los vasos-copas y ciertoscuencos modelados. De hecho, existen ejemplaresanálogos pero no idénticos de figurillas yminiaturas en otros sitios formativos del AltiplanoMeridional y los Valles Orientales de Bolivia,como de las quebradas de Arica, Tarapacá y elRío Loa en Chile (Bermann 1995; Meighan1980; Núñez 1968; Rivera et al. 1996; Thomaset al. 1995; Uribe y Ayala 2003). Por su parte,las ollas encuentran equivalentes en el Salar deUyuni (Lecoq y Céspedes 1997), mientras quelos vasos-copas, descritos por Bermann (1995)como tipo Negro Wilaque, se acercan a laalfarería de Cochabamba (Brockington et al.1995). De este modo, se pueden establecervínculos entre este sitio y otros desarrolloscontemporáneos de los Andes Centro-Sur,confirmando una amplia esfera de movilidad einteracción entre poblaciones altiplánicas y delos territorios aledaños más bajos.

Con todo, las vasijas que compondrían la alfareríaformativa de Wankarani sugieren unafuncionalidad acotada a actividades ceremoniales,específicamente como ofrendas, sobre todo porlas figurillas y miniaturas. Lo que también escoherente con el uso de cántaros, ollas y vasos,los cuales pudieron estar relacionados con elconsumo de alimentos o bebidas especiales enfestividades vinculadas a esas ofrendas.Paralelamente, las figurillas y miniaturas deArica, Tarapacá y el Río Loa definen un contextosimilar, por lo que las semejanzas entre estasentidades pudieron ser producto de experienciasceremoniales compartidas, sin necesidad decontactos tan directos. En este sentido, es muysugerente la información que nos ofrece elmaterial de Uspa-Uspa.

La cerámica del túmulo de Uspa-Uspa

Salvo excepciones, la mayoría de los gruposdefinidos, especialmente 1, 2, 3 y 4, por suspastas granulosas densas en micas y sumorfología, pertenecerían a una producciónalfarera propia del territorio estudiado. Alcontrario, los escasos ejemplares que presentanpastas con inclusiones orgánicas o son densasen antiplásticos blancos, serían expresiones extra-regionales que permiten trazar distintas relacionesculturales. Al respecto, cabe mencionar que laspastas con desgrasante vegetal son característicasde la alfarería Chiripa del AltiplanoCircumtiticaca (Faldín 1991; Hastorf 2001; Ponce

Figura 7. Frecuencia de clases cerámicas del túmulo de Wankarani.

Figura 8. Frecuencia de grupos cerámicos del túmulo de Uspa-Uspa.

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reutilización son únicamente el 0.1%. Tal conductase repite de manera muy parecida entre los grupos2, 3 y 4, indicándonos una manera bastantenormalizada de descartar y/o depositar losdesechos. En suma, el número de indicadores deformas corresponde a una mínima parte delmaterial (ni siquiera el 4% en el mejor de loscasos); la restaurabilidad es bajísima; es casi nulala reutilización o elaboración de instrumentos;en su mayoría son de vasijas o partes de ellasmuy parecidas (casi siempre de 5 mm), y en sutotalidad se trata de trozos muy pequeños (de nomás de 5 cm). Por lo tanto, se distingue un proceso

muy intenso de generación de desechos, peroselectivo, en el cual están participando vasijaspertenecientes a una misma industria de cerámicautilitaria que refieren a funciones muy acotadaso específicas, como si el depósito se hubieraformado con objetivos bien determinados.

En cualquier caso, lo anterior nos sugiere queno se trata de desechos comunes y corrientes, locual se encuentra apoyado por el materialerosionado que si bien es considerable (13%),es claramente menor a la presencia de los gruposen cuestión. Por lo mismo, se podría pensar que

Sanginés 1970). No obstante, cerámicasformativas con desgrasante orgánico también seencuentran en la costa de los extremos norte deChile y sur de Perú (e.g., Faldas del Morro,Azapa y Huaracane), por la cual también pudieronexistir vínculos con los Valles Occidentales,aunque las evidencias son más débiles en estesentido (Dauelsberg 1985; Feldman 1990). Encuanto a los fragmentos con inclusiones blancas,también existen semejanzas con otra cerámicaformativa del Norte Grande, particularmente conel tipo Loa Café Alisado que en reiteradasocasiones se asocia a vasijas con “borde encoma” (Agüero et al. 2001; Sinclaire et al. 1998;Uribe y Ayala 2003).

La figura 8, muestra la frecuencia de los gruposcerámicos definidos, donde el grupo 1 seconvierte en el predominante con el 41% depresencia, seguido por los grupos 3 y 2 enproporciones que representan la mitad delprimero, el resto aparece en cantidades mínimasy el material erosionado llega al 13%. De estose desprende que las vasijas restringidas pulidasson las más relevantes de la muestra, sugiriendoque las funciones re lacionadas conalmacenamiento, especialmente de líquidos( c o n s i d e r a n d o l a s p r o p i e d a d e simpermeabilizantes del pulimento), tuvieron unlugar destacado dentro de las actividadesdesarrolladas en el sitio. Un rol no menosimportante tuvieron las vasijas no-restringidasy restringidas alisadas como las ollas, sinembargo, éstas representarían funcionessecundarias. Por lo tanto, es posible que en ellugar se hayan empleado todas estas vasijas enla producción de alimentos, en especial líquidos

que aquí se guardaban o almacenaban. En estesentido, los sectores estudiados del túmulo serelacionarían con espacios específicos para laproducción y almacenamiento más que conlugares de vivienda propiamente tal, a menosque otros contenedores reemplazaran a lacerámica en sus funciones de servicio y consumode alimentos. De hecho, este énfasis funcionales coincidente con la escasa presencia del restode los grupos cerámicos, señalando una limitadadiversidad de labores, definiendo acotadas yespecializadas áreas de actividad.

Un primer acercamiento a la conductaestratigráfica de la cerámica, nos permite afirmarque los grupos predominantes aparecenprácticamente desde las primeras hasta las últimascapas, en proporciones constantes o aumentandode manera progresiva en los niveles másprofundos. Incluso, se observa que la mayorvariabilidad tipológica se ubicaría en losmomentos más tempranos de ocupación delmontículo, a diferencia de los niveles superioresque presentan una composición más restringidaa los grupos mencionados, apoyando así unahomogeneidad también observada en otros sitiosformativos del Altiplano Meridional (Estévez yBermann 1996, 1998; Wasson 1967).Considerando otras variablesdepositacionalesde la alfarería estudiada, mostradas en la Tabla1, observamos por ejemplo que, de los 1988fragmentos analizados, el grupo 1 sólo reúne el3.9% de indicadores de forma; que los promediosde tamaño y espesor de los mismos se encuentrandentro de una media (5 cm y 5 mmrespectivamente); que la restaurabilidad apenasimplica el 3%, y los instrumentos como la

Tabla 1. Resumen de principales variables depositacionales de la cerámica del túmulo de Uspa-Uspa. Tabla 2. Comportamiento de los grupos cerámicos de Uspa-Uspa de acuerdo a unidades de recuperación.

22 Ayala y Uribe LA CERÁMICA WANKARANI 23

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cuales la alfarería habría jugado un papelprimordial en tanto contenedor de líquidos, yasea como ofrendas a poner en escondrijos otumbas, e incluso usar las basuras como “challa”(Agüero et al. 2001). Hipotéticamente, por lotanto, interpretamos lo anterior como el resultadode actividades ceremoniales comunes al mundoandino, donde la utilización de bebida y comidaen el contexto ritual se emplea para la integraciónsocial (Uribe 1996).

Por lo tanto, ambas colecciones se asocian aconductas marcadamente ceremoniales, las queen el caso del túmulo Wankarani quedandemostradas por el hallazgo de más de 30 tumbasen los pisos habitacionales del montículo (Walter1994). Mientras que, en Uspa-Uspa esto serelaciona con la presencia de “cabezas-clavas”con aspecto de camélidos (semejantes a lashechas en arcilla), algunas de las cuales integranlos cimientos de recintos habitacionales, tambiénforman parte de entierros especiales o escondrijosy otras se dispusieron en la cima del túmulo(Condarco 2001; Guerra 1995; Wasson 1967).Frente a esta situación, el ceremonialismopropuesto a través de la cerámica tendría unlugar destacado en la dinámica ocupacional delos túmulos Wankarani, por lo que no se trataríade lugares únicamente residenciales o domésticos.Sino de espacios donde tuvieron lugar rituales,por ejemplo fundacionales y funerarios, decomunidades seguramente pastoriles e inclusoagrarias que, aunque autónomas (por cada túmulodistinto y relativa falta de estandarizacióncerámica), estarían realizando ciertos “sacrificios”comunes (Bermann y Estévez 1995; Condarco2001).

Consideraciones finales acerca del PeríodoFormativo y las relaciones entre Wankarani

y el Norte de Chile

El análisis de colecciones realizado permiteevaluar los vínculos trazados entre Wankarani yotras regiones de los Andes Centro-Sur, comolos Valles Orientales de Cochabamba. Pero, enparticular para nosotros, con los desarrollosformativos del Norte Grande de Chile, sobretodo aquellos de Arica, Tarapacá y del Loa, locual también es apoyado por otros materiales deestos territorios (Ayala 2002). En la práctica,dichos nexos se han establecido a partir de ciertassemejanzas de la alfarería y no por el hallazgode piezas indiscutiblemente altiplánicas en Chile(cf. Núñez y Moragas 1983). A diferencia de loque se ha propuesto hasta ahora (Muñoz 1989;Rivera 1976), consideramos que los atributos deforma y superficie no son del todo apropiadospara establecer nexos culturales con el altiplano.

Pues, éstas son características sumamentegenerales al desarrollo alfarero temprano de laépoca, haciéndose necesario resaltar indicadoresmucho más específicos y finos para determinarque los parecidos de forma y superficie respondena patrones Wankarani (e.g., estudios tecnológicos,composicionales y de procedencia). Además,estas relaciones basadas en la apariencia externade las vasijas, desde ya nos parecen discutiblespor cuanto en el mismo altiplano habría ciertadiversidad de industrias, acorde con lamencionada autonomía de sus poblaciones, quedefiniría la existencia de un “estilo” más que deun tipo cerámico Wankarani.

En cuanto a Arica, específicamente hablando,son escasas las evidencias que confirmen laexistencia de relaciones directas entre la alfareríaformativa del Altiplano Meridional con los VallesOccidentales y el litoral de Chile. Considerandoatributos formales, de pasta y superficie en suconjunto, no es posible postular la presencia decerámica Wankarani como la descrita a lo largode este trabajo (cf. Rivera 1976; Uribe y Ayala2003). Hasta el momento, las únicascoincidencias refieren a alfarería con desgrasanteorgánico entre Arica y Camarones y Uspa-Uspa;sin embargo, en el primer caso se trata de undesarrollo local (tipo Faldas del Morro-Azapa),mientras que en el segundo bien puedecorresponder a cerámica Chiripa del altiplanoCircumtiticaca.

Más al sur, en el territorio comprendido porTarapacá y el Río Loa, se conforma una situaciónparticular, ya que si bien se identificó una alfareríaclaramente local (Uribe y Ayala 2003), sí seobservan parentescos con la cerámica Wankarania través de la producción de vasijas miniatura yotras con bordes reforzados o “en coma” (tiposQuillagua-Tarapacá Café Amarillento y Loa CaféAlisado). A estas semejanzas puede sumarse lapresencia de figurillas antropomorfas yzoomorfas, de arcilla cruda o cocida, en sitioscomo Tarapacá-40, Guatacondo-1 y Ramaditas(Meighan 1980; Núñez 1968; Ponce Sanginés1970; Rivera et al. 1996). Sin embargo, tambiénexisten notables diferencias técnicas, formalesy decorativas entre dichas industrias. Respectoa las vasijas, por ejemplo, en Chile las pastas noson granulosas, predominan las inclusionesblancas y no las micas, los cuencos son lasminiaturas comunes y los bordes en coma sonmucho más redondeados o convexos. Mientrasque las figurillas de Tarapacá, al contrario de lasWankarani, suelen presentar aplicación decabellos en la cabeza y/o un faldellín miniaturacomo atuendo. Por su lado, las figurillasaltiplánicas se encuentran en “escondrijos” al

los basureros no están en este depósito, sino queaquí se concentraron sólo ciertas “basuras”,quizás las que no estorbaban a la actividad,botándose el resto en otro lugar. Para esto último,sin embargo, se habría necesitado un tiempoadicional a la actividad principal, quizás cuandoésta no se realizaba, por lo que la ocupación dellugar sería intermitente o estacional.

De este modo, se aprecia un marcado carácterfuncional de la cerámica de Uspa-Uspa, dondeel almacenamiento fue prioritario en ciertossectores del montículo, dentro de una intensaactividad y producción de desechos (no sólocerámicos), seguramente provocada por unaimportante densidad poblacional, a su vez avaladapor el énfasis del almacenaje en el lugar. Sinembargo, esta actividad involucró determinadasconductas de limpieza, donde la misma ocupaciónque produjo esa considerable cantidad defragmentos cerámicos habría despejado el lugarde los trozos grandes e indicadores de formas,dejándolos fuera de las áreas de operación,posiblemente en lugares alejados como tambiénse ha detectado en el túmulo de Chuquiña(Estévez y Bermann 1996, 1998).

Este énfasis funcional, por lo tanto, adquiere unaconnotación bastante especial y no-azarosaconsiderando lo que ocurre en Wankarani, loque sin duda debe evaluarse con el estudio deotros casos. Preliminar e hipotéticamente, lossectores del túmulo considerados por nuestroestudio insinúan que las actividades identificadasse desarrollaron dentro de una dinámica másbien ceremonial, la cual potenció el encuentrode las personas entorno al almacenamiento comoproducción intensiva de ciertos alimentos quepudieron o no consumirse en el mismo lugardurante eventos festivos. Dentro de esta dinámica,habría existido el tiempo suficiente para laacumulación y despeje ordenado del lugar comosi se tratara de eventos periódicos peroespaciados. Tal situación, nos hace pensar quelos túmulos o parte de ellos estuvieron destinadosmás a un ceremonialismo que a actividadessimplemente domésticas, siendo utilizadosintermitentemente por una cantidad importantede personas que se juntaban en eventosespeciales, productivos y/o festivos,desocupándose luego hasta el siguiente evento.

Conclusiones sobre la cerámica Wankarani

El estudio de la alfarería de estos dos sitiosformativos altiplánicos ha permitido establecerdos expresiones cerámicas dis t intascorrespondientes a una misma época y cultura,la de los túmulos Wankarani. Las piezas

completas del túmulo tipo definen una alfareríalocal caracterizada por pastas granulosas, dentrode las cuales las expresiones más tempranasserían las miniaturas, ollas, cuencos modelados,vasos-copas, figurillas y ciertas cucharas descritasaquí, destacando relaciones con las regiones delLago Poopó y La Joya que representarían elPeríodo Formativo de Oruro (Bermann 1995).En cambio, los jarros rojos, ciertas escudillas-tazones y cántaros, así como algunas miniaturas,cuencos y cucharas serían más tardíos,desarrollándose desde fines del PeríodoFormativo y durante el Período Medio tal cualse evidencia respectivamente en las fases NiñaLupita (600-800 d.C.) y Jachackala (800-1200d.C.) de esta región altiplánica (Bermann yEstévez 1995). Sin embargo, lo más destacadode lo anterior, es que esta parte de la alfareríaformativa referiría a contextos ceremoniales,donde la cerámica se emplearía como ofrenda,por ejemplo funeraria, o al menos para elconsumo de alimentos o bebidas especiales enactividades festivas. De hecho, por estaimportante carga simbólica que tuvo el túmulofue visitado e intervenido con posterioridad,mezclándose su alfarería con otras cerámicasmás tardías2.

Por su parte, la fragmentería del túmulo de Uspa-Uspa, apoya en gran medida es tasinterpretaciones, por ejemplo una alfarería localtípica por sus pastas granulosas, aunque lascaracterísticas morfológicas y estilísticas deambas colecciones difieren bastante, sobre todopor su distinta naturaleza funcional (ofrendasversus piezas utilitarias). Aquí son predominanteslos contenedores no-revestidos, es escasa laevidencia de jarros rojos, se reconocen muypocas cucharas y no se registró ninguna figurillani modelado, además que una considerablecantidad de material está compuesto por torteraso alisadores de cerámica. Por otro lado, deacuerdo a la alta frecuencia de vasijas restringidas,se infiere un notorio énfasis en las funciones dealmacenamiento, secundadas por las tareas depreparación y consumo de alimentos. Noobstante, igual que en túmulo de Wankarani seinfieren particulares conductas de depositación,ya que la limpieza de los desechos esmarcadamente homogénea, quedando clara unaselectividad en el descarte y/o incorporación delas basuras cerámicas al lugar de ocupación3.Junto con esta selección de las “basuras”,entonces, parece probable que ciertos sectoresdel sitio se hayan ocupado intensa perointermitentemente. Quizás, durante la realizaciónde actividades que implicaban la congregaciónde gente en ciertos momentos o fiestas, dondese consumen mucha bebida y comida. Y, en las

24 Ayala y Uribe LA CERÁMICA WANKARANI 25

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En el Río Loa, cursos inferior y medio, tambiénson relativas las relaciones con la alfarería delAltiplano Meridional, aparte que se suman clarosnexos con el Noroeste Argentino, conformandoasí una esfera de interacción muy amplia yevidente a medida que se asciende por esta cuenca(Uribe y Ayala 2003). No obstante, aunque sediluye la presencia de miniaturas y figurillas,entre el Río Loa Inferior y Medio se identificauna situación muy parecida a la planteada paraTarapacá, razón por la cual es posible ciertoparentesco con la alfarería Wankarani. Más aún,en las tierras altas del Río Loa, junto condifundirse las vasijas de bordes “en coma” y laaparición de cerámica de pastas granulosas ydensas en mica, se ha informado la existenciade algunos fragmentos Pukara y Qeya, al mismotiempo que son mencionados trozos de tubos osopladores como los descritos para Wankaraniy Chiripa, lo cual evidencia múltiples contactoscon toda la meseta altoandina (Ayala 2002; Castroet al. 1992; Tarragó 1989; Sinclaire et al. 1998;Sinclaire 2003). Finalmente, los oasis de SanPedro de Atacama también han sido relacionadoscon esta gran esfera de interacción trasandina(Le Paige 1964; Llagostera et al. 1984; Núñez1992; Orellana 1989; Tarragó 1989), aunque porel momento son más escasas las evidencias queavalen un proceso de interacción con el AltiplanoMeridional. No obstante, recién se estáreevaluando el vínculo Wankarani dentro de lasfases más tempranas del formativo atacameño.

En resumen, este trabajo apoya la existencia derelaciones cerámicas que remiten a conexionesentre Wankarani con los valles de Cochabambay otras partes del altiplano como la región inter-Salar de Uyuni o el altiplano del Lago Titicaca.De acuerdo a esto, lo anterior respondería aprocesos de distintas naturaleza que habríancomenzado alrededor del 1700 a.C. (PonceSanginés 1970); extendiéndose luego a lavertiente occidental de los Andes, donde secomprueba cierto vínculo con este territorio,especialmente con las quebradas de Tarapacá yel Río Loa. Esta situación confirmaría un áreade interacción ya prevista y definida para elPeríodo Formativo de los Andes Centro-Sur que,siguiendo a Lumbreras (1981), incluíaexperiencias culturales similares generadas porlas nuevas prácticas productivas, decomplementariedad y movilidad que promovíanla adopción de una formación económica-socialsustentada en la ganadería, la agricultura y elintercambio (Núñez 1989; Núñez y Dillehay

1978). Las que, seguramente, se desenvolvíanen escenarios y materialidades parecidos,asociados a creencias y ceremonialismoscoincidentes que hoy se vislumbran con mayorclaridad a través de la alfarería formativa delnorte chileno (Uribe y Ayala 2003). De estamanera, se evidenciaría un proceso en el cual seestá constituyendo un “lenguaje” ceremonialcomún, promovido por una creciente interacciónentre las poblaciones andinas del sur que, demanera general izada, se encuentrantransformando sus bases económicas y suestructura social durante el Período Formativo.Lo cual pudo promocionar solucionestecnológicas compartidas –como cerámica eneste caso– en una época durante la cual elcontacto cultural no sólo permitió el intercambiode productos, sino también de experiencias eideas. En definitiva, más que un desplazamientopoblacional o una expansión altiplánica, comose ha propuesto anteriormente, estaríamos frentea un proceso generalizado de interacción (sincentralismos), en el cual esas experienciascompartidas ligadas a los procesos deagriculturización de las poblaciones arcaicas yla movilidad convertida en pastoreo y caravaneo,serían las que de un modo más andino generaríansituaciones semejantes entre los pueblos quevivían en un espacio sin los límites de nuestrasactuales naciones.

Agradecimientos

Agradecemos a todo el personal del MuseoAntropológico “Eduardo López Rivas” de Oruroy del Museo Regional de la Cuenca de Paria,por habernos facilitado las colecciones Wankaranique se estudiaron para este trabajo; a la colegaCarolina Agüero y al equipo que representa poralentarnos a participar de esta investigación y aPaulina Chávez por sus excelentes ilustraciones.El presente artículo es resultado del ProyectoFONDECYT 1990168 “Tejidos, alfarería ycementerios: el Período Intermedio Tempranodesde Quillagua”.

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Notas

1. Por ejemplo, hasta no tener fechados absolutos,en particular por Termoluminiscencia.

2. Aparte del interés generalizado y desmedidode muchos arqueólogos por las piezas completas,por lo cual no cabe duda que la recuperación demateriales pudo estar centrada en los tiestoscompletos, decorados o más llamativos, más queen fragmentos o simples vasijas.

3. Según el supuesto que la gente no vive enmedio de sus “basuras”, sino que las organizaen su entorno (Adán 1996).

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