la caserita: familiaridad entre vendedores y compradores en un mercado pequeño de san borja

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ESCUELA DE HUMANIDADES FACULTAD DE COMUNICACIÓN La Caserita: Familiaridad entre vendedores y compradores en un mercado pequeño de San Borja Semiótica de las Prácticas Sección: 811 Profesor del curso: José García Contto Yuuki Kumagai, [email protected] Luis MIguel Peña, [email protected] Clelia Quiroz, [email protected] Ricardo Valle, [email protected] Ciclo 2015 - 1

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Este es un trabajo de semiótica que analiza la relación existente entre compradores y vendedores de un pequeño mercado del distrito de San Borja en Lima, Perú.Se realizó para el curso de Semiótica de las prácticas a manera de trabajo final.

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Page 1: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

ESCUELA DE HUMANIDADES

FACULTAD DE COMUNICACIÓN

La Caserita: Familiaridad entre vendedores y compradores en un

mercado pequeño de San Borja

Semiótica de las Prácticas

Sección: 811

Profesor del curso: José García Contto

Yuuki Kumagai, [email protected]

Luis MIguel Peña, [email protected]

Clelia Quiroz, [email protected]

Ricardo Valle, [email protected]

Ciclo 2015 - 1

Page 2: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

La Caserita: Familiaridad entre vendedores y compradores en un mercado pequeño de San Borja

Yuuki KumagaiLuis Miguel Peña

Clelia QuirozRicardo Valle

Resumen

El presente artículo se enfoca en las interacciones sociales ocurridas en el mercado “Pequeños Agricultores” ubicado en la cuadra 31 de la avenida San Luis en San Borja. Se analizaran los intercambios sociales para estudiar la familiaridad que se origina entre los caseritos del mercado. Mediante la observación participante se recogieron los datos del objeto de estudio. De esta información pudimos analizar las escenas prácticas, estrategias y estilos de vida desde el punto de vista de las prácticas semióticas.

Palabras Clave

Casera(o), familiaridad, interacción, mercado, relaciones.

Abstract

This article focuses on the social interactions that took place at the “Pequeños Agricultores” marketplace, located on the 31st block of San Luis Avenue in San Borja. We will analyze the social exchanges to study the familiarity that is generated among the “caseritos” in the marketplace. Through participant observation we collected the data on our study object. Using that information we could analyze the practical scenes, strategies and lifestyles from the semiotic practices point of view.

Keywords

Casera(o), familiarity, interaction, marketplace, relationships1. Introducción

Page 3: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

En nuestra ciudad, existen aproximadamente 1200 mercados populares

que se debaten a diario en una pugna por clientes con las grandes cadenas de

supermercados que gobiernan la ciudad (El Comercio, 2009). Estos mercados

operan y se disponen a través de la mayoría de distritos brindando una opción

económicamente más cómoda, y por qué no, más familiar para sus fieles

caseritos.

La mayor cantidad de asistentes al mercado pertenecen a los NSE C, D y

E (IPSOS, 2013) y son amas de casa. Los vendedores, en su mayoría mujeres

migrantes o de familias de migrantes, las esperan todos los días, pero

mayoritariamente los fines de semana. Según Dietrich Zapff (2012), Gerente

comercial de la investigadora de mercados CCR, "el mercado para las amas de

casa que salen a comprar es importante. Primero, por la cercanía, porque en él

encuentran un ambiente muy familiar. Sienten que ahí tienen la asesoría de su

casero de qué cocinar y cómo cocinar. Tienen la ventaja de que les puedan fiar,

de la yapita, etc."

En el presente trabajo ahondaremos en la relación que se forma entre las

y los caseros. Es decir, entre el o la compradora y el o la vendedora. En

especial, nos centraremos en el fenómeno de la familiaridad que pueden tener

uno con otro. Esta existe dada la reiteración de las compras y tiene como

consecuencia una serie de conductas observables.

El estudio se realizará en un pequeño mercado de San Borja en el que los

vendedores y los compradores se conocen y ven frecuentemente. Cabe resaltar

que esta zona solía ser un Asentamiento Humano hasta el año 2004 bajo el

nombre de “Pequeños Agricultores - Todos los Santos” (Municipalidad

Metropolitana de Lima, 2004).

2. Marco Referencial

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No existen estudios similares al que realizamos. Sin embargo, en el año

2012, Lawhon y Chion, analizaron espacios de multiplicidad en Cusco, entre

ellos los mercados. Su punto de vista fue el de la creación de cosmopolitanismo.

En su estudio se indica cómo convergen diversas culturas en espacios del

hemisferio sur que concentran gran cantidad de extranjeros y están abiertos en

doble vía, a compartir su cultura y albergar culturas extrañas. El estudio termina

denominando a Cusco como una ciudad global.

Por otro lado, Linda Seligman (2000) estudia los mercados populares de

Cusco. Ella se enfoca en explicar sus posiciones geográficas y cómo su locación

puede crear conflictos entre vendedoras errantes. Aunque este trabajo si explora

las relaciones sociales, se enfoca en un nivel mucho más amplio del problema.

Para realizar nuestro estudio, nos enfocamos en un mercado pequeño del

distrito de San Borja. El lugar se encuentra sobre la cuadra 31 de la Av. San

Luis, lugar que hasta el año 2004 correspondía al Asentamiento Humano

“Pequeños Agricultores - Todos los Santos” (Municipalidad Metropolitana de

Lima, 2004). En este espacio, se reúnen vendedores (en su mayoría mujeres

migrantes) y compradores de por la zona. Entre ellos se ha creado un vínculo de

familiaridad y se llaman “casero(a)” unos a otros.

Este estudio es de corte cualitativo. Se utilizó una técnica de observación

participante para hacer el levantamiento y recopilación de de información y

datos. Para la observación se usó una guía semiestructurada basada en los seis

niveles de análisis de Cultura de Fontanille.

La población a estudiar está conformada por todos los vendedores - los

mismos que se encuentran entre los 36 y 60 años, son de ambos géneros y

pertenecen a los NSE C y D - y compradores - de ambos géneros, pero en su

mayoría amas de casa de entre 25 a 54 años de edad de los NSE C y D - del

mercado “Pequeños Agricultores” de San Borja.

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La muestra fueron tres vendedoras y cinco compradoras. Las

observaciones se realizaron en un fin de semana del mes de Mayo del año

2015.

El estudio se da en medio de un contexto actual en el que los mercados

existentes en Lima Metropolitana compiten con las grandes cadenas de

supermercados que dominan la ciudad y el mercado de la venta de víveres. (El

Comercio, 2009). Existen supermercados orientados para los diferentes niveles

socioeconómicos y todos ellos se encuentran bien surtidos de productos para

satisfacer a sus clientes y ganar nuevos conforme pasa el tiempo.

Definitivamente, los supermercados llevan la ventaja ante los mercados

de barrio, ya que ofrecen una variedad de productos superior y en algunos casos

también una calidad diferenciada por precios más altos. Asimismo, cuando el

precio se vuelve un problema, los supermercados han logrado mantener un

equilibrio aceptado por sus clientes al introducir ofertas y promociones

suculentas para ellos. Tomemos por ejemplo el “Cuponazo” del supermercado

Plaza Vea, parte de la cadena Supermercados Peruanos. Mediante esta

promoción, ciertos días son escogidos para dar un cupón o vale de compra de

S/.50 por cada S/.100 de compras que sus clientes realicen. EL cupón indica al

cliente cuándo puede hacer uso del premio y el monto mínimo de compra para

que sea válido.

Lo cierto es que promociones como la explicada o similares crean

también cierto tipo de conveniencia y lealtad hacia el supermercado. El usuario

recibe un beneficio concreto, pero también el supermercado se asegura de que

ese cliente regresará a la tienda. Todos los supermercados tienen mecanismos

como el explicado o al menos que cumplen el mismo fin.

Por otro lado, el mercado de barrio se vale de la solidaridad y la relación

entre caseritos para agregar su buena cuota de beneficios como las yapas, los

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fíos o créditos y el precio diferenciado. A pesar de esto, solo ciertos niveles

socioeconómicos son los predominantes usuarios de los mercados de barrio -

NSE C, D y E. (IPSOS, 2013)

De ello podemos desprender que los vendedores de los mercados se ven

en una tarea difícil por conservar a sus caseritos y formar nuevos lazos con otros

parroquianos que acuden al mercado. Es una manera de crear lealtad hacia

ellos y sus puestos para poder seguir funcionando y no desaparecer ante la

ardua competencia de los supermercados.

3. Marco Teórico

Caseritas(os) y Familiaridad

Según la Real Academia Española , en países como Perú, Bolivia, Chile y

Ecuador la palabra “casero” o “casera” es un sinónimo de la palabra

“parroquiano”; es decir, persona que acostumbra ir a un mismo lugar

regularmente. Así como también se le denomina al vendedor asiduo, respecto

de su cliente.

Por su parte, el concepto de familiaridad, si bien guarda relación con el

parentesco, dado el contexto económico en el que también se ubica esta

investigación, dicha palabra se encuentra relacionada con la definición de la

familiaridad de marca, la cual es empleada en el campo del márketing. Las

definiciones que se han usado para formar un estándar aceptado

académicamente serán expuestas a continuación.

Según Baker, Hutchinson et al, (1986) la familiaridad es:

“una construcción unidimensional que se encuentra

directamente relacionada a la cantidad de tiempo que se ha

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pasado procesando información sobre la marca, con

independencia del tipo de contenido que haya sido procesado”

(Baker, Hutchinson et al., 1986: 640)

Por otro lado, Alba y Hutchinson (1987) produjeron una investigación que

usó la definición descrita líneas arriba y ofreció una visión alternativa y algo más

concisa sobre la familiaridad. Se enmarcó en el terreno de la cognición y la

conducta del consumidor. Los autores indicaron que la familiaridad era

determinada por “el número de experiencias relacionadas con el producto que el

consumidor ha acumulado”. (Alba y Hutchinson, 1987: 411)

Como se define en los conceptos expuestos, podemos adaptar el término

al ámbito del mercado de barrio, teniendo como idea que cada casero

representa una marca, sobre todo si es que no venden productos con marcas

sino a granel, como en el caso de las verduras, las frutas, el pollo, la res, etc. La

familiaridad en este contexto estaría directamente relacionada a la cantidad de

veces en que el comprador acude al vendedor, ya que estas visitas o procesos

de compra constituyen las experiencias relacionadas con el producto que el

consumidor ha acumulado.

Técnicamente, la familiaridad en este contexto inicia cuando el

consumidor o cliente “necesita algo”, es decir, el producto. Esta primera

necesidad hace que el cliente tenga una “excusa” para dirigirse al mercado y

adquirir el producto que busca. Por otra parte, la familiaridad del vendedor se

inicia cuando recibe continuamente a dicho cliente, le ofrece sus productos y

recibe dinero a cambio. La frecuencia y la relación informal hace que la

familiaridad se intensifique, formando incluso lazos de amistad.

Las Raíces Culturales de la Relación entre Caseritas(os)

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Tal como se mencionó anteriormente, la palabra “casera” radica

principalmente dentro del contexto lingüístico de ciertos países sudamericanos,

el cual suele ir sujeto a un diminutivo: “caserita” para expresar cariño y

confianza. Y es que dependiendo del trato que se le da a una vendedora, esta

puede convertirse en tu “casera”. En una nota, Isabel Mercado (2015) advierte

que la casera:

“Dueña como es de la situación, tiene la libertad de expresar su

cariño o su desdén al ocasional comprador. Si está de buenas elige una

buena balanza y practica aquello del "justo peso” (y precio, si las cosas

van verdaderamente bien). Si está de malas, puede decidir no vender el

ansiado objeto de deseo. Es tu bienestar el que depende de ella, no al

revés.”

(Mercado, 2015)

Asimismo, la palabra tiende a ser más usada en femenino ya sea para

referirse a la compradoras como a la vendedoras. De acuerdo a Hermida, Peña

y de Veintimilla (2013):

“Pese a que antiguamente el comercio estaba destinado solamente

para los hombres, dentro de los mercados existe una mayor presencia de

mujeres tanto en el grupo de expendedoras como en el de consumidoras.”

Esta tendencia se da ya que el mayor número de asistentes son mujeres

en ambos casos y de diversas edades. El motivo por el cual se viene realizando

dicha labor por parte de un público femenino, probablemente tenga que ver con

la organización social de los mercados; y es que cada uno de los puestos tiende

a ser una empresa familiar.

“Este tejido social comienza con un productor que trabajó la tierra y

cuidó los cultivos; un primer comerciante que transportó los productos desde las

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fincas; un segundo y hasta un tercer intermediario que lleva el producto hasta el

mercado, en donde será vendido por las expendedoras, también llamadas

usuarias del mercado o caseras. [...] Sin embargo, cabe recalcar que toda la

familia juega un papel importante dentro del complejo sistema social del

mercado, ya que, en su mayoría, los puestos y oficios son desarrollados por

varios miembros de la familia, incluyendo a los/as niños/as. El papel del

parentesco y de la “herencia” de los puestos de venta son los factores

principales que permiten el acceso de nuevas personas al mercado. Esta

herencia no sólo se expresa en el acceso sino también en la transmisión del

oficio.”

(Hermida, Peña, y de Veintimilla, 2013)

Para contextualizar mejor esta situación, es importante retroceder algunos

pasos en la historia y recoger importantes datos de grandes personajes. En un

artículo, Aliaga Linares (2002) acota que:

“Desde sus inicios las ciencias sociales han intentado entender las

dinámicas que ligan a los individuos unos con otros y cómo estas relaciones

establecen roles y mantienen o cambian las estructuras sociales de la sociedad.

Durkheim, padre de la sociología, se ocupaba del problema de la integración

social y entre sus múltiples explicaciones surgieron los conceptos de anomia,

solidaridad orgánica y mecánica, etc. Marx interesado por el cambio social

contribuyó a esta inquietud científica desde la óptica del poder y su expresión en

la lucha de clases, de ahí desarrolla conceptos importantes tales como

relaciones sociales de producción, estructura y superestructura, entre otros.

Dentro de este interés por explicar al individuo en sociedad y sus relaciones, se

inscribe tanto la perspectiva de redes sociales como la de capital social.”

Entonces, podemos decir que los vínculos establecidos se recrean cara a

cara porque éstos superponen a la transacción económica su normatividad

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social. Esta superposición de los vínculos genera roles mixtos en los cuales los

clientes o proveedores también son familiares, vecinos, amigos, caseros, etc. Es

decir, que existen otras razones más para que se dé una relación más estrecha

entre la vendedora y la compradora. A continuación, Aliaga Linares (2002) lo

explica:

“En el caso de las relaciones de los comerciantes ambulantes con los

familiares es más evidente la tensión entre una racionalidad de cálculo

económico y otra emocional. El ‘casero’ también presenta esta misma tensión de

modo muy particular. Encontramos argumentaciones en las cuales la relación

cliente o proveedor se refleja cargada con algún nivel de involucramiento

emocional. Por ejemplo una ambulante señala cuando nos comenta la relación

con sus proveedores: “Les tengo confianza porque me están dando la mano y no

es dable que cuando tenga plata compre en otro lado”, confundiendo las

facilidades que le otorga con un acto de solidaridad o el cumplimiento de la

norma de reciprocidad “hoy por ti, mañana por mí”. En otro caso, ante un cliente

que ha preferido comprar en otro lado, una ambulante aplica la siguiente

estrategia: “Ah, donde la encuentro la saludo y le digo caserita ¿está de viaje?

No ha venido a visitarme estos últimos días”. En esta afirmación se observa una

sutil condena al no comprar como sinónimo de desatención a la amistad en la

cual la compra va más allá de esta funcionalidad económica y tiene calidad de

‘visita’.

Por lo tanto, con el casero, si bien se tiene una relación comercial en la

cual uno es cliente y otro proveedor, ésta tiene una normatividad que caracteriza

un tipo de comercio tradicional. El casero es aquel a quien siempre se compra

por motivos que se sustentan en las ventajas de precio, oferta, garantía, etc.;

pero también y especialmente porque se cree en él. El casero no sólo es un

comprador de siempre sino además un cliente o proveedor fiel con el que se

puede conversar hasta cuestiones personales. Es por ello que la personalización

de los vínculos sociales en el mercado hace evidente que existen motivos extra

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económicos que sustentan una transacción comercial. Si bien esta afirmación no

es nada nueva, se sostiene que la personalización de los vínculos de mercado

en el comercio ambulatorio - la cual trae consigo una norma social y se traduce

en el cumplimiento de algún compromiso con el otro - tiene una incidencia mayor

que en otro tipos de comercio.”

(Aliaga Linares, 2002)

Por otra parte, esta situación puede ser llevada a un extremo,

generándose una especie de competencia desleal entre los vendedores,

situación que ellos mismos consideran condenable.

“La alta personalización de las relaciones con los clientes lleva a una

competencia que exalta el plano emocional en la búsqueda por ganar clientes,

limitando la capacidad de intermediación en este plano de los vínculos sociales.

Como un comerciante bien lo expresa: “Acá a veces los compañeros cuando

uno vende no comprenden esa situación (…) por eso digo el que vendió, vendió”

Asumir una competencia abierta a la caza de los clientes del otro es muy

condenable y quien asume una postura así puede generar resentimientos.”

(Aliaga Linares, 2002)

El Sistema Económico del Mercado

El mercado, como tejido social complejo, concilia sistemas económicos

tradicionales y modernos. Como lo explican Hermida, Peña y de Veintimilla

(2013), por un lado encontramos la moneda y el valor monetario, y por el otro la

solidaridad económica con yapas, fíos, y precios diferenciados.

Dentro de esta yuxtaposición, el mercado de barrio tiene una manera de

sostenerse a sí mismo. Incluso con la gran competencia que tienen frente a los

supermercados con suculentas ofertas, el mercado halla un equilibrio. Por

ejemplo, los puestos que venden comida preparada, compran insumos de los

Page 12: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

demás puestos, Mientras que el resto de puestos compra su desayuno y

almuerzo de los puestos que venden comida preparada. (Hermida et al., 2013)

El hecho de que los mercados tengan ahora muchísima competencia por

la presencia de grandes cadenas de supermercado (El Comercio, 2009) hace

que muchas veces las caseras se congreguen en el mercado por un tema de

intercambio social y no siempre como parte de una actividad económica.

(Hermida et al., 2013)

Los Seis Niveles de Análisis de la Cultura

Según Fontanille (2013) cada cultura puede ser descrita y comprendida,

en lo que concierne a las formas semióticas que la constituyen, desde muchos

puntos de vista que caracterizan cada uno a un nivel de objetos de análisis. Se

distinguen seis niveles distintos: los signos, los textos, los objetos, las prácticas,

las estrategias y las formas de vida.

Los signos son las unidades mínimas de significación y contenido. Los

textos son conjuntos significantes compuestos que pueden ser de naturaleza

verbal, icónica, gestual, etc. Los objetos son entidades semióticas

tridimensionales y físicas. Sirven de soporte a los textos. Las prácticas son

cursos de acción definidas por la acción en curso y los roles que se sostienen en

ella. Este curso de acción encuentra significación en el detalle de sus peripecias.

Subiendo un nivel, las prácticas se combinan y superponen para constituir

estrategias. Estas últimas aportan un horizonte de valores dominantes, así como

un estilo estratégico. Las formas de vida constituyen el nivel más superior y en

ellas se puede identificar estilos estratégicos coherentes, recurrentes,

relativamente independientes de las situaciones temáticas y suficientemente

poderosos para influenciar todas las prácticas y todas las manifestaciones

semióticas de un grupo o tipo social y cultural.

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Como explica el autor, los niveles se ordenan de manera jerárquica y

cada nivel superior integra y reconfigura los elementos de los niveles inferiores.

Regímenes de Interacción

En “Interacciones Arriesgadas”, Eric Landowski afirma:

“El modelo articula cuatro regímenes de interacciones: La

programación, la manipulación, el ajuste y el accidente, cada uno

de los cuales se apoya en una “lógica” semiótica específica, en una

suerte de estilo del sentido; respectivamente: en la regularidad, en

la intencionalidad, en la sensibilidad y en el azar.”

(Landowski, 2009)

Pero, ¿qué implica este régimen de interacción y por qué estas interacciones

entre sujetos suponen un riesgo? El autor lo explica de la siguiente manera:

“Somos seres humanos y sociales “condenados al sentido”, o más

precisamente “condenados a construir el sentido” en nuestras

interacciones con las cosas y con los otros. Condenados, es decir,

en equilibrio inestable entre la insignificancia de la pura repetición y

el sinsentido del caos sensorial y de los accidentes. Dicha moral

es, pues, una moral del riesgo aceptado, del riesgo de oscilar en

todo momento de un lado o de otro de esa línea de la cresta

semiótica. Pero es también una moral (o más bien una ética) de la

interacción, puesto que toda la argumentación tiene por horizonte

de referencia el respeto del otro como sujeto, y, desde un punto de

vista sintagmático, la “realización mutua” de los sujetos en la

interacción.”

(Landowski, 2009)

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Se comprende que los riesgos de los que se habla implican las distintas

situaciones que se desprenden en el contacto entre dos sujetos en la realización

de las prácticas semióticas (la manipulación, por ejemplo). Dicha interacción

está sujeta a riesgos medianamente controlados por moral y ética, como sugiere

Landowski, el “respeto” por el otro sujeto.

En el presente caso, podemos observar una relación que inició muy

probablemente con lo que Landowski denominaría régimen de manipulación

respecto a ser y parecer casero.

[...]la manipulación haya su fundamento en la motivación propiamente

subjetiva: al sujeto le importa tanto ser reconocido como tal, con todas la

cualidades y competencias que eso conlleva, que se siente obligado a

actuar conforme a lo que aplica la imagen que desea ofrecer (y ofrecerse)

de sí mismo. [...] donde su confrontación pone en juego el reconocimiento

de uno de los agentes por el otro. ( 2009:29)

Como ya lo hemos señalado en las afirmaciones de Aliaga, existe una mutua

conveniencia entre comprar en el mercado y vender a un cliente fiel. Ambas

partes adoptan estrategias para legitimar y perpetuar la relación. Es decir, hay

un riesgo aceptado donde el vendedor otorga yapas o genera confianza a través

de los estímulos que de a su casero, lo manipula.

Finalmente, dicha interacción adopta cierta familiaridad, lo que hace que

lentamente se convierta en regularidad. De ahí que la manipulación pase a un

segundo plano y los caseros ya están programados para continuar con su

relación bilateralmente cómoda y sustentada en la conveniencia mutua.

Sin embargo, este aspecto más relacionado con el régimen de regularidad para

Landowski también condena en caso de faltar al contrato implícito en esta

familiaridad generada que se fundó de una manipulación sutil.

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4. Problema de Investigación

El presente trabajo indaga de qué manera interactúan los caseros en un

mercado y cómo puede analizarse esta interacción desde el punto de vista de

los seis niveles de análisis de la cultura de Fontanille y los regímenes de

regularidad.

5. Análisis semióticos y aplicación de referentes teóricos.

Como hemos podido apreciar a lo largo de la demarcación conceptual,

nuestro estudio hace énfasis en las prácticas al interior del mercado y las

relaciones generadas por dichos comportamientos. Las prácticas observadas

componen una larga lista basada en la compra y venta (otorgar yapas y

solicitarlas, por ejemplo). Esta base financiera decanta también en el surgimiento

de la familiaridad y la confianza entre los actantes, modificando sus prácticas,

definiendo sus roles dentro de la estrategia y, finalmente, orientandolos hacia un

estilo de vida.

A un nivel superior, las prácticas se combinan y se superponen para

construir estrategias. Las estrategias aportan específicamente un <<horizonte>>

de valores dominantes (en nombre de los cuales las prácticas son ordenadas y

dispuestas entre sí), así como un <<estilo estratégico>>, es decir, una cierta

manera observable y caracterizable de tratar las relaciones entre las prácticas y

de ajustarlas unas a otras. (Fontanille, Jacques. 2013:70)

Conforme hemos observado durante el trabajo de campo, se pueden

desprender algunas estrategias de las relaciones existentes entre caseros en el

mercado. En primer lugar, la casera dueña de puesto exhibe estrategias

relacionadas a la familiaridad más frecuentemente que estrategias relacionadas

a su actividad económica como vendedora. Las estrategias principales que se

han identificado de su parte son ganar caseritas(os) e incrementar la lealtad

hacia su puesto.

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Aunque ambas estrategias están muy relacionadas, las caseras ganan

clientes cuando se trata de una nueva persona. En cierta medida, la casera

decide si el nuevo comprador es de su agrado y le brinda un trato más amable

que de costumbre, pero no tan amable como lo haría con uno de sus fieles

caseritos. Este contacto inicial se refuerza en unas cuantas ocasiones más

cuando esta persona retorna al puesto satisfecha con su experiencia anterior.

También aquí la vendedora puede exhibir prácticas generosas como pequeñas

yapas. Por otro lado, para incrementar la lealtad a su puesto, la casera trabaja

con sus caseritos asiduos. Con ellos es más que amable, se interesa por cómo

están y por sus vidas personales, puede preguntar por la familia y también

comentar de la suya. Hay ocasiones en que las conversaciones no pareciera

que son entre una compradora y una vendedora, sino más bien entre amigas

muy queridas. Y esto es lo que va desarrollando la casera con sus caseritos, una

pseudoamistad llena de favores y generosidad mutua.

Al otro extremo de la relación, la caserita compradora también cuenta con

sus propias estrategias, como en el caso anterior, se busca el beneficio propio,

pero se actúa con reciprocidad para obtenerlo. Las estrategias que exhibe la

compradora o comprador son obtener beneficios diferenciados y hacer rendir el

dinero.

Los beneficios diferenciados que la compradora quiere obtener son en

concreto tres: las yapas, los fíos o créditos y el precio diferenciado. Todos ellos

vienen acompañados de un trato diferenciado que se caracteriza por ser muy

amable o familiar, claro está que a la compradora le interesan más los beneficios

añadidos. Para obtenerlos, la compradora sabe que debe hacerse de una

casera, sabe que tendrá que acudir al mismo puesto repetidas veces para que la

casera la reconozca y se vuelva una de sus caseritas. Para ello reiterará las

visitas al puesto que ella haya escogido y se mostrará abierta a la conversación,

primero no muy profunda. Además se mostrará amable con su vendedora. Una

Page 17: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

vez formado el vínculo, la compradora podrá valerse de los beneficios que

obtiene por ser una caserita asidua para hacer rendir mejor su dinero. Por

ejemplo, puede saber que a ella su casera le cobra solo un sol por kilo de papa

cuando el precio real es S/. 1.50. Es el beneficio de ser fiel a su casera y

probablemente de haber acudido al mismo precio por años. Cuando las caseras

dueñas de los puestos olvidan otorgar cierto beneficio, las compradoras no son

lentas para solicitarlo, puede ser una yapa o un simple “le debo” o “mañana le

pago”.

Ya identificadas las estrategias principales que delimitan la familiaridad

entre caseritas, podemos diferenciar las dos formas de vida que reúnen a las

estrategias mencionadas. Para identificarlas, tomaremos en cuenta que:

[...]se puede hablar de formas de vida cuando se identifican estilos

estratégicos coherentes, recurrentes, relativamente independientes de las

situaciones temáticas y suficientemente poderosos para influenciar todas

las prácticas y todas las manifestaciones semióticas de un grupo o de un

tipo social y cultural. (Fontanille, Jacques. 2013.)

Esta congruencia no es más que la repetición de patrones en la relación

de los actantes y respetarlos como si se tratara de un contrato. En dicho

intercambio, los roles están fijados y hay que ser y parecer casero o casera.

Solo así, la motivación de ambas partes alcanzará su objetivo.

En la escena del mercado, la primera forma de vida es la de la casera

vendedora que se encuentra en el puesto. Haciendo uso de sus estrategias

podrá seguir subsistiendo como casera. Su rol es conocido y se puede observar

en casi todas las responsables de puesto en los mercados populares y en otros

centros de comercio de similares condiciones.

Respecto a este estilo de vida del “casero”, entendemos que la simple

yapa como gesto de confianza configure todo el sistema, ya que una forma de

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vida puede ser convertida en práctica, o ser integrada en una práctica.

(Fontanille, Jacques. 2013:72)

Al otro lado de la relación tenemos la forma de vida de la caserita

compradora o el caserito comprador. Mediante sus estrategias mantiene su rol

correspondiente. Si otorgar la yapa es la acción característica de la vendedora,

la acción característica de la caserita compradora es visitar los mismos puestos

reiteradamente y con cierta frecuencia. Solo de esta forma puede hacerse llamar

caserita, de otro modo, solo sería una compradora más.

Es importante resaltar que ambas formas de vida son dependientes una

de la otra. Es por este motivo que surge un régimen de creencia entre los

actores. “Ese régimen de creencia tiene el estatuto de una promesa

(proporcionada por la forma semiótica) y de una aceptación de la promesa (que

resulta de la confrontación con las huellas de la experiencia) en el corazón de

esa promesa más o menos aceptada se desarrolla un diálogo entre dos cuerpos,

el cuerpo propio del intérprete y el cuerpo-objeto propuesto” (Fontanille,

Jacques. 2013) Dicha promesa, la del casero, remite a esa relación exclusiva en

la que “tú me compras a mí y a nadie más porque te trato bien, te doy beneficios

y nos tenemos confianza.”

Aceptar esa promesa es asumir el riesgo en la interacción. Así lo explica

Eric Landowski.

Por muy grande que sea la diversidad de las formas de interacción,

es posible mostrar, como trataremos de hacerlo, que esa diversidad

remite a un número muy limitado de principios elementales relativos a la

manera de construir las relaciones del sujeto con el mundo, con el otro y

consigo mismo, principios que comprometan implícitamente, una

concepción determinada del sentido. (Landowski, 2009:17)

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El riesgo como tal surge en la naturaleza manipulatoria de la relación

instaurada por las facilidades y favores otorgados al casero a cambio de la

fidelidad esperada. Landowski detalla bien dicho rasgo característico.

El núcleo de la problemática concierne a las diferentes formas del “hacer

hacer”. Una primera serie de procedimientos, del tipo de la tentación (o de la

promesa) y de la amenaza, obtienen su eficacia, respectivamente persuasiva o

disuasiva, del valor, positivo o negativo, de los objetos con los cuales el

manipulador se compromete a retribuir - a ese recompensar o castigar - al sujeto

manipulado, según que se acepte o rechace actuar conforme a la voluntad de su

coparticipante. De ese modo, el proceso apela a la capacidad de las partes para

comprar entre sí el valor de los diferentes valores en juego; dicho de otro modo,

para evaluar las ventajas y los costos de la transacción considerada.

(Landowski, 2009: 24)

Así también, debemos entender que [...]la manipulación haya su

fundamento en la motivación propiamente subjetiva: al sujeto le importa tanto ser

reconocido como tal, con todas la cualidades y competencias que eso conlleva,

que se siente obligado a actuar conforme a lo que aplica la imagen que desea

ofrecer (y ofrecerse) de sí mismo. [...] donde su confrontación pone en juego el

reconocimiento de uno de los agentes por el otro. (Landowski, 2009:25).

Como ya hemos mencionado antes, implica un ser y parecer casero. Es

decir, preocuparse realmente por la relación con el cliente, ser su amigo,

ahondar en la confianza que se ha generado y que sea inaceptable romper los

códigos implícitos.

”Sea lo que fuere, el manipulador propone siempre al otro una

forma u otra de intercambio - regateo económico o chantaje al honor, o

por lo menos, al amor propio-, ya sea que, para lograr sus fines, trate de

mostrar algo tentador [...].” (Landowski, 2009:25)

Page 20: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

La familiaridad instaurada a posteriori puede ser entendida también como

la aceptación del riesgo en la manipulación y se va colocando más dentro del

régimen de la regularidad, relacionada con el operar y la coerción social, como

señala Landowski, hacia lo común y lo aceptado por la sociedad.

La “operación” se confunde con la ejecución de una “performancia”

que tiene como efecto directo la transformación de algún “estado de las

cosas”, la “manipulación” apunta a transformar el mundo pasando por el

relevo de un modelaje estratégico previo que tiene en mira, si no en todos

los casos los “estados de alma”, al menos la competencia de otro sujeto,

el “querer hacer” que lo determinará a actuar, ya sea operando por sí

mismo efectivamente sobre el mundo como tal, ya sea manipulando a su

vez a otro sujeto, ya sea incluso - ¿Por qué no? – según otro

procedimiento que aún queda por identificar y por definir. (Landowski,

2009:20)

Landowski nos habla también de una “programación” dentro de este

régimen, determinando un juego de roles que en nuestro caso de investigación

es la relación comprador-vender (caseros), limitándolos a seguir patrones de

conducta y establecer un estilo de vida.

“[...]la noción de programación misma remite a la idea de “algoritmo

de comportamiento”; y finalmente, esa idea se traducen en términos de

gramática narrativa, en la noción precisa de rol temático. [...]Así ocurre en

particular en el universo del cuento popular, donde la identidad de todo

actor, concebida de manera radicalmente sustancialista, se reduce a la

definición de un rol temático-funcional de cual, por construcción, ya se

trate de una cosa o de una persona, no podrá escapar de modo alguno.

Si un personaje es definido como “pescador”, solo pescará; si otro es

“rey”, actuará siempre como rey: cada cual se limita en suma, a “recitar su

lección”.“ (Landowski, 2009:20,21)

Page 21: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

6. Conclusiones

● En la escena práctica del mercado y sus relaciones de compra podemos

distinguir cuatro estrategias principales. Dos correspondientes a la casera

vendedora: ganar caseritos e incrementar la lealtad a su puesto; y dos de

la caserita compradora: obtener beneficios diferenciados y hacer rendir el

dinero.

● Las dos formas de vida identificadas en la escena práctica del mercado

son la casera vendedora y la caserita compradora. Ambas están bastante

marcadas por sus roles en la familiaridad que se forma entre ellas. Su

relación es casi simbiótica.

● El régimen de interacción analizado es el de la manipulación. Ambos roles

en la relación de familiaridad ejercen manipulación recíproca que se basa

en la promesa “tú me compras a mí y a nadie más porque te trato bien, te

doy beneficios y nos tenemos confianza.”

● Ambas formas de vida aplican estrategias para satisfacer únicamente sus

propios intereses respectivamente a costas del otro, a pesar de mantener

una supuesta relación amical basada en la “confianza”. Así mismo, ambas

partes son conscientes de ello por lo que se llegará a una negociación en

la cual son beneficiados por igual.

● Para ser considerado “casera” o “casero”, ambas partes deben aparentar

serlo y seguir ciertos comportamientos que fácilmente pueden ser

confundidos por una amistad. Sin embargo, esta “pseudoamistad” está

fuertemente condicionada a la compra y venta que se da entre caseros.

De modo que esta “amistad” en realidad no existe.

● Como se mencionó, esta relación se produce solo si se cumplen dos

condiciones. En primer lugar, una parte debe ofrecer algún producto, en

este caso serían vegetales, verduras, productos para la cocina,

ingredientes, especias, etc. La otra parte debe dar algo a cambio si es

Page 22: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

que quiere conseguir alguno de estos productos. Vemos que la relación

se basa en el intercambio.

● Una vez que se haya forjado una relación de confianza mínima (se

pueden necesitar meses e incluso años), la casera vendedora puede

encontrarse lista para fiarle a la casera compradora; es decir, otorgarle un

producto a crédito (lleva ahora, paga después).

● La casera vendedora solo puede fiar si es que está completamente

segura de que la compradora pagará. Para esto, incluso

inconscientemente, observa su comportamiento mientras la va tratando y

conociendo. Esto podría significar mucho para la casera compradora,

debido a que en algún momento puede que no disponga de dinero

suficiente para comprar, sin embargo, su comportamiento constante,

frecuente y honesto harán que la vendedora le fíe.

● En este sentido es que se produce la familiaridad. Se da un primer

contacto, ambas partes se conocen. La vendedora observa a la clienta.

En este contexto notamos que la vendedora tiene más que perder porque

es la que le fía a la compradora. La clienta o compradora debe demostrar

que se puede confiar en ella; lo hará siendo constante y frecuente en sus

visitas y compras. Si ambas partes superan esta prueba, se empezará a

producir la familiaridad, e incluso, llegar a una amistad.

7. Referencias

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expertise”, Journal of Consumer Research, vol. 13, n. 4, pp. 411-545.

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familiarity and advertising: effects on the evoked set and brand

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%20MERCADOS,%20NUESTRO%20PATRIMONIO

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Development, 29(1), 1.

● Zapff, D (2012). La incidencia de las misiones de compra en la selección

del canal. Lima: CCR Publicaciones.

8. Anexos

A. Indagación de Campo

a. Reporte Yuuki Kumagai

i. Personajes

Niña 1:

De piel trigueña, contextura gruesa, cabello largo, oscuro y

lacio amarrado con un colette de color blanco. Aproximadamente

tiene 12 años. Viste un polo de algodón rosado y unas leggins

color turquesa. Usa unas sandalias de plastico color celeste. El

dinero lo lleva en su propia mano.

Su postura refleja aburrimiento. Se ve algo jorobada, con los

hombros caídos. Si bien se encuentra esperando a recibir su

compra, su cuerpo no está dirigido a la vendedora sino

Page 25: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

parcialmente hacia la calle. De vez en cuando se acomoda y posa

una de sus manos sobre sus caderas a modo de asa. Su mirada

más que a prestar atención a la verdulera, está fija en la calle y en

cada persona que pasa por su lado. No muestra interés alguno en

la vendedora o en lo que está comprando. Incluso cuando la

verdulera le habla, no la mira para responder.

No habla mucho. Y cuando lo hace, tiene una voz aguda y

un volumen bastante bajo. La verdulera debe acercarse un poco

para escucharla. Solo habla para responder a la verdulera con

respecto al peso de las verduras y los productos que piensa llevar.

Al responder, es bastante tajante. Y con ello se vuelve a hacer

notoria su falta de interés.

Recibe las bolsas de las verduras, observa el interior como

dudando de la compra y pregunta el total. Al recibir la respuesta,

mira su mano y, con la ayuda de la otra, cuenta el dinero y se lo

entrega a la verdulera. Al recibir el vuelto nuevamente cuenta la

cantidad y cierra su puño. Agradece en voz baja y se va.

Ama de Casa 1:

Es una mujer de aspecto atlético. De cabello corto y pintado

de color rojizo, piel trigueña, altura promedio (aproximadamente

1.60 cm). Tiene un aproximado de 45 años. Lleva puesta una gorra

de color negro, un polo blanco deportivo de material sintético,

mallas deportivas color negro y unas zapatillas negras con toques

blancos. En su brazo izquierdo lleva colgando un par de bolsas

plásticas, aparentemente de una compra anterior. No lleva nada en

sus manos, salvo las bolsas de compras. De modo que se puede,

inferir que vive cerca.

Page 26: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

Su postura es bastante erguida. Se encuentra esperando a que la

atiendan. De vez en rato se agacha levemente hacia las verduras

para observarlas y le pregunta el precio a la verdulera, quien se

encuentra despachando a otra clienta. Aproximadamente, esta

ama de casa se quedó en el puesto de la verdulera unos 10

minutos. Más en comparación con otras compradoras. Una vez

que la atienden, es muy minuciosa en cuanto a la calidad de cada

una de las verduras. De modo que le pide a la verdulera que le

muestre cada una de las verduras que va a colocar en la bolsa y le

señala desde su sitio qué verduras quiere. Incluso se acerca al

estante de verduras a tomar una papa con su mano y la gira para

observar cada ángulo de ésta. Luego de inspeccionarla, se la

entrega a la verdulera para que la coloque en la bolsa y vuelve a

su posición inicial. La situación se repite de un par de veces más,

hasta que ella misma se queda en el estante para sacar las

verduras que ella misma ha seleccionado.

Cuando termina de seleccionar las verduras, vuelve de una

vez por todas a su sitio original y pide el total de una forma gentil.

Su forma de hablar es amena y cariñosa. Cuando la verdulera le

dice el precio total, asiente con su cabeza repetidamente y saca de

una de sus bolsas un monedero bastante pequeño color marrón.

Con él empieza a rebuscar el dinero y saca monedas y un billete

doblado. Paga, espera a recibir el vuelto. Al recibirlo, se queda

observándolo como para corroborar que está bien. Incluso por un

momento mantiene su mirada hacia otro lado y parece balbucear

algo entre labios, como sacando cuentas. Al terminar de

corroborar, agradece con una sonrisa y le dice que ya volverá

pronto. Antes de irse, le grita a la carnicera: “¡Chau, caserita!”.

ii. Acciones

Page 27: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

Negociar:

Este tipo de transacciones se dan básicamente en un tono

casi de súplica. Se da entre las compradoras y las vendedoras

continuamente. Este tipo de transacciones se dan básicamente en

un tono casi de súplica y bastante amical.

Cuando el precio no es del agrado del comprador o cuando

el peso ha pasado el límite, se recurre a una negociación para

acordar un precio que haga feliz a ambas partes. De modo que

ambas tratan de llegar a un acuerdo ya sea rebajando el precio a

cambio que lleve algo más o cediendo una verdura extra a cambio

que pague por un poco más del peso deseado. Así, se aseguran

ambas partes que próximamente seguirán teniendo el mismo trato

amigable y futuras compras, yapas, rebajas, etc.

Sencillar/ Asencillar dinero:

Tanto los compradores como los vendedores pueden pedir

sencillo; es decir, pagar con monedas o cambiar el billeto o

moneda por otros de menor denominación. (David Nostas, 2004)

.

Por lo general, quienes incentivan este tipo de acción son

los compradores, ya que al ser quienes estan en constante

transacción de dinero necesitan poseer todo tipo de cambio; es

decir, monedas de todo tipo y billetes. En caso de ser el comprador

quien haga esta petición, pueda deberse a que realizará

posteriormente alguna compra pequeña y cuenta solo con billetes.

Por otro lado, según una nota periodística realizada por

Robles (2009) para La República, esta palabra o jerga proviene del

Page 28: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

léxico empleado en las combis. Y Julio Hevia afirma que las jergas

que nacen en determinados segmentos de la sociedad establecen

una identidad ante la colectividad y marcan diferencias con otros

grupos. De esa forma, el trato entre comprador y vendedor o

“caserita” que se da en un mercado remarca la relación especial

que hay entre estas dos personas. Así como la confianza que hay

en el trato para realizar dicha acción.

b. Reporte Luis Miguel Peña

i. Personajes

Verdulera:

Es una mujer de estatura media (1.55 aprox), cabello corto y

teñido de castaño oscuro, contextura gruesa y tez trigueña. Tiene

aproximadamente 45 años. Viste un delantal morado, blusa verde,

falda y zapatos negros.

Se encuentra sentada frente a una mesa pequeña en donde

corta las verduras y las coloca en bolsa para despachar a sus

clientes.

Cuando el cliente se acerca, se para de su puesto y

conversa con ella primero. Luce relajada y en confianza con esta

compradora, la cual solicita un tipo particular de frutas. Entretanto,

su casera le conversa sobre el hijo que tiene y que llora todo el

tiempo. La verdulera atina a decirle: “Así son todos”.

Aparentemente es una madre experimentada.

Su estación de trabajo tiene dos funciones, luego de

despachar las verduras saca un catálogo de “Unique” para ofrecer

productos cosméticos a las caseras que lo soliciten, parece

Page 29: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

conocer a varias de ellas desde hace largo tiempo. Aparenta

también una relación de confianza y de amistad que ha crecido

progresivamente.

Cuando la casera se retira, la verdulera regresa a su sitio y

continúa trabajando con las verduras (cortando, empacando). Hay

niños en el lugar, los hijos de algunas de las vendedoras del

mercado comunal. Ha habido una riña entre dos de estos niños y la

verdulera se refiere a las madres diciendo “debieron quedarse con

su papá”.

Casera charapa:

Mujer de estatura media (1.55 aprox), cabello largo y negro

sujetado por una liga blanca, contextura media y tez trigueña.

Viste una blusa blanca con pecas y una falda negra. Viste

sandalias semi cerradas de color marrón. Tiene aproximadamente

25 años.

Ingresa al mercado buscando frutas y se encuentra con su

casera. Primero le cuenta sobre su hijo y que no deja de llorar. La

casera le responde: “Así son todos” para referirse a los niños.

La relación es agradable, existe confianza. Busca un tipo

específico de fruta, menciona que “en su tierra no tienen que

comprar las frutas, las sacan de los árboles”, dando a entender que

da más información de la necesaria a la gente que trabaja allí: hay

confianza y cuenta su vida en otro lugar probablemente porque no

tiene a muchas personas en la capital. Su manera de hablar

evidencia un origen selvático.

Page 30: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

Las mujeres que atienden en el lugar parecen tener

experiencia con los niños, dos de ellas los tienen allí. La

interacción no se limita a la casera y la verdulera, sino que se

extiende a las demás verduleras presentes. En las tiendas

aledañas al mercado comunal también hay madres jóvenes que se

ocupan de otros negocios. Todas se ayudan entre ellas en el

cuidado de los pequeños.

Al finalizar la compra se retira con las frutas en una bolsa

plástica, se despide y señala que volverá pronto.

ii. Acciones

Aconsejar - dar consejo:

Debido a que hay más mujeres que hombres trabajando y

acudiendo a este mercado comunal, la relación y las

conversaciones giran en torno a temas como la crianza de los

niños y el mantenimiento del hogar.

La compradora que fue a buscar fruta mencionó que su hijo

no dejaba de llorar y lo hizo como si la gente ya lo conociera y

también como si se tratara de una situación recurrente que ya ha

contado a las vendedoras.

La respuesta por parte de las verduleras es inmediata,

conversan sobre el niño mientras llevan a cabo la venta y selección

de frutas, etc. Entonces, la relación entre las mujeres que compran

y venden está basada en la confianza por verse seguido, vivir

cerca y también a causa de la empatía que refiere ser madre en

alguna etapa de sus vidas.

Page 31: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

Actuar como madre (vigilar, reñir, consentir):

Según Bolwy (1968), “La relación del niño con su madre es

el nexo más importante que tiene lugar durante la primera infancia.

Es la madre quien lo alimenta y lo asea, la que le abriga y le presta

las atenciones que constituyen la respuesta frente a sus primeras

necesidades de bienestar.”

En el caso de este mercado comunal, todas las madres

ejercen la maternidad indistintamente con el grupo de niños y niñas

que allí conviven. Entonces, desligamos varios comportamientos

maternales.

Hubo una riña entre dos de los niños, Piero y Jerico. La

madre de Piero es la juguera y en ese momento no se encontraba

allí. Jerico estaba al cuidado de una de las verduleras. Le compro

un dulce para calmarlo y por hacerlo abandonó momentáneamente

sus labores y las otras mujeres asumieron su trabajo hasta que la

acción de consentir se resolviese. Cuando la juguera regresó le

informaron de lo sucedido y entre todas las mujeres lograron

sobrellevar la situación. Mientras tanto, seguían atendiendo a los

clientes que llegaban eventualmente.

Encandilar para vender productos de belleza:

La verdulera ha identificado que al generar confianza y

hablar de otros temas también se puede explotar otros aspectos de

la relación con sus caseras. Es posible ahondar en la relación

mujer - mujer que ya se pudo observar con los consejos dados

respecto a la maternidad y debido a que muchas de las

vendedoras del lugar son madres jóvenes.

Page 32: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

Entonces, la introducción de ventas en otro tipo de

necesidades se hace posible y tal es el caso de los productos

cosméticos de belleza que la verdulera ofrece cuando ha finalizado

con las ventas regulares. Por lo observado, lleva diferentes

cuentas de varias caseras y siempre muestra su catálogo con

novedades. No solo las compras y los consejos son importantes,

también existe un espacio para la belleza y el cuidado aconsejado

entre mujeres. La tabla de picar se convierte entonces en un

mostrador de catálogo para productos cosméticos.

c. Reporte Clelia Quiroz

i. Personajes

Ama de casa 1;

Mujer trigueña de aproximadamente 1,60 cm de estatura,

contextura gruesa, caderas anchas. Tiene aproximadamente 30

años. Cabello negro y lacio amarrado con un colette de tela

morada. Tiene un polo gris de manga corta con un estampado de

dibujo animado. Usa un pantalón de lycra negro y entallado.

Usa medias negras y zapatillas del mismo color, la marca no

es conocida, por lo tanto es una imitación. Lo único que tiene en su

mano izquierda es un monedero de cuerina color marrón y sus

llaves. Está vestida de manera muy informal (deportiva), lo cual

denota que sólo salió por un momento de su casa, justamente a

comprar los ingredientes para el almuerzo.

Una vez que le dio las indicaciones a la casera sobre precios y

cantidades de los productos que necesita, se encuentra parada

frente a la vendedora, apoyada en su pierna derecha, está relajada

Page 33: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

viendo los productos mientras conversa de temas superficiales con

ella. Sus brazos están cruzados, parpadean muy seguido. En su

mano derecha tiene un papel pequeño y algo arrugado; mientras

habla con su casera lo consulta y pone cara pensativa. Sigue

leyendo y le indica a la casera un nuevo producto y cantidad, y

consulta por el precio.

Siguen conversando no muy animadas hasta que la casera le

da una bolsa celeste con los productos, paga, se despiden

cordialmente y el ama de casa da media vuelta y se va.

Vendedora:

Es una mujer baja (aproximadamente 1,55 cm de estatura), de

contextura delgada; piel trigueña y cabello negro y amarrado por

una liga. Nariz algo pronunciada, y mejillas hundidas. Tiene

aproximadamente 35 años.

Tiene un polo negro de manga larga, con las mangas

remangadas para poder cortar mejor las verduras. Usa un pantalón

polar morado y un mandil rosado con cuadraditos blancos (muy

sucio).

Usa zapatos negros sin taco que están opacos por la suciedad

del lugar.

Se muestra alegre, conversadora y jovial pero apurada. Habla

de temas superficiales e intenta hacer reír a la compradora. Es ella

la que genera la conversación.

Page 34: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

Es muy ágil en sus movimientos ya que hace todo sola y

necesita ser lo más rápido y efectiva posible. Cobra el dinero, corta,

limpia, embolsa, entrega, etc.

ii. Acciones

Conversar:

Es una acción que todos, entre vendedores y compradores,

hacen día a día mutuamente. Ya sea entre los mismos vendedores

o entre las caseras que se encuentran al llegar a comprar.

Las conversaciones suelen ser bastante joviales, amenas y

hasta divertidas. Siempre empiezan conversando sobre temas

superficiales, chismes, noticias del país, etc. Si la permanencia de

la compradora es prolongada, incluso pueden tocar un tema

delicado.

Pagar:

Como se mencionó anteriormente, una de las compradoras

llevaba un monedero pequeño de cuerina. Cuando la verdulera le

entregó sus productos, ella, apresuradamente, abrió el cierre de su

monedero y se dispuso a contar el sencillo que tenía. La mayoría

de las compradoras no llevan billetes, muchas veces por temor a

que se le caigan o que les roben cantidades grandes de dinero.

Una vez que reunió suficientes monedas para pagarle a la

verdulera, los volvió a contar en su mano y, sonriendo, se los

entregó. Intercambiaron unas últimas palabras y se despidieron

cordialmente.

Page 35: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

d. Reporte Ricardo Valle

i. Personajes

Ama de casa 1:

Es una mujer de piel trigueña con mejillas enrojecidas, de

estatura promedio (1.64 m aprox.), de contextura gruesa, pero sin

ser subida de peso, con cabello lacio oscuro arreglado en una cola

que va detrás de su nuca. Tiene unos 46 años.

Viste prendas cómodas de tipo deportivo: una polera con

capucha a la espalda de color gris claro y de un material tipo polar;

un pantalón de buzo negro algo entallado; zapatillas blancas con

adornos de color rosado y fucsia; una cartera beige de cuerina que

se cuelga al lado derecho y donde al parecer mantiene el dinero

junto con otros objetos de valor; y un colet para el pelo de color

naranja claro con motivos florales.

Mantiene una postura relajada de pie. Siempre pendiente a

lo que hace su casera con sus verduras. Las manos a la altura de

la cintura, pero al frente del cuerpo, como presta a coger los

productos por los que espera.

Mantiene una mirada seria como distraída o pensativa, pero

cuando conversa con su casera sonríe, conversa, se mueve un

poco, los ojos se le achinan. Cuando la casera regresa a pesar las

verduras, su rostro regresa a la seriedad.

Page 36: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

Se expresa acerca de las verduras que desea, da

indicaciones sobre cuál escoger. Habla de precios, pregunta por

ellos. Indica cantidades y consulta a sí misma si aún necesita algo

o si algo se le escapa ya que no consulta una lista. Pregunta el

precio final y ayuda a la vendedora con los cálculos, habla de

sumas y dígitos. Usa muchos diminutivos. Agradece a su casera y

se despide.

La mujer tiene un acento que no es limeño, muchas veces

sus intervenciones son en entonación ascendente como si fueran

preguntas.

Verdulera 1:

Es una mujer de piel blanca algo pálida, de estatura baja

(1.57 m aprox), de contextura gruesa, un poco subida de peso, con

cabello lacio marrón arreglado en una cola que está algo

desordenada. Tiene unos 55 años. Lleva las manos sucias con

tierra de los vegetales y sus uñas han acumulado suciedad del

quehacer diario.

Lleva puesta una chompa negra con las mangas recogidas,

no es muy gruesa; un pantalón de polar rojo; por encima de la

chompa, lleva un mandil marrón con puntitos claros, este se

encuentra algo sucio y ajado en la parte baja, de todas las veces

que la mujer se limpia las manos en él. Lleva puestos zapatos sin

taco que dejan descubiertos sus dedos, pero lleva medias de nylon

color piel transparentes. Tiene un par de lentes que le cuelgan del

cuello y un par de aretes brillantes en las orejas. De los bolsillos de

su mandil extrae lapiceros, cuadernillos, monedas y billetes.

Page 37: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

Se encuentra de pie y en movimiento. Se agacha y se

yergue una y otra vez buscando las verduras que está

despachando. Usa sus manos para embolsar, pesar, pelar, picar,

todo de manera muy rápida. Cambia su mirada de la mercadería al

comprador y viceversa. No se sienta, no descansa, no para.

Mantiene la mirada alerta en el momento del despacho, fija

los ojos en el comprador o compradora cuando se le hacen

pedidos de verduras, continúa rauda y concentrada despachando.

Cuando simplemente interactúa con sus caseros, sonríe, ríe, se

coge la cara.

Hace preguntas al comprador o compradora, pregunta por

su familia, por sus hijos, por qué va a cocinar, todo antes de

despachar. Cuando está despachando, habla de las verduras, las

nombra, pregunta si está bien lo que escoge, pregunta por

cantidades, comunica el peso y el precio a sus compradores.

Realiza cálculos matemáticos en voz alta, da el precio final y habla

de descuentos y yapas o regalos de hierbas que puede dar a sus

compradores. Se despide y agradece por la compra.

Tiene un acento de la sierra, habla rápidamente y en

algunos casos es difícil entender lo que dice. Cuando interactúa

con sus compradores, tiene un tono amable y risueño.

ii. Acciones

Saludar:

Los vendedores y compradores realizan esta acción. Se

saludan verbalmente y en algunos casos intercambian besos o

Page 38: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

algún contacto físico. Esta acción marca el inicio de la interacción

entre ambos y evidencia la familiaridad y cortesía entre estos

actores. Según Gimenez (2005), este tipo de interacciones en un

contexto como el estudiado, se da como mecanismo de

socialización y convivencia, entendiendo esta última no como la

ausencia de conflicto sino como los mecanismos para gestionarlo

positivamente. En realidad varias de las acciones a analizar caerán

bajo esta descripción, pues todas se basan en la convivencia y la

relación entre el vendedor y el comprador; o entre los caseros.

Conversar de temas distintos a las compras:

Los vendedores y compradores realizan esta acción unos

con otros. Se preguntan cómo están y a veces por otros familiares.

Son conversaciones cortas antes de iniciar la compra. Esta acción

añade familiaridad a la transacción de comprar los víveres.

Humaniza a las personas participantes porque se reconocen sus

vidas y lo que a ellas respecta. Según Rafael Muñiz (2014),

experto en marketing, los buenos vendedores entablan una

conversación inicial para llamar la atención del cliente y darle un

ambiente de confianza. Esto, añadido a la satisfacción con los

productos, genera una relación entre comerciante y cliente que

puede perdurar para compras futuras.

Escoger víveres:

Esta acción la realizan con más frecuencia los vendedores,

quienes revisando su mercadería ven qué producto ha sido

solicitado por el comprador. En algunos casos, el comprador

vigilante da indicaciones sobre la elección. En esta acción el

vendedor está eligiendo entre varias opciones (sobre todo cuando

Page 39: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

hablamos de frutas o verduras) y dependerá de su criterio para

escoger una buena, madura o en correctas condiciones. Cuando

existe suficiente confianza, los compradores podrán solicitar el

cambio de la elección inicial o acercarse a las góndolas o

depósitos de los productos y escogerlos ellos mismos.

Solicitar yapas:

Esta acción la realizan los compradores y generalmente se

da cuando están comprando frutas o verduras u otros productos

sueltos fácilmente cuantificables. Esto se da cuando el comprador

tiene la confianza necesaria con los vendedores y, en algunos

casos, es casi una condición para regresar al mismo vendedor en

otra oportunidad. Según Zapff (2012), esta posibilidad de tener

descuentos o yapas, es uno de los factores decisivos que hacen

que los compradores se inclinen por ir a un mercado antes que

otros centros de comercio.

Otorgar yapas:

Los vendedores hacen esta acción. En algunos casos se da

en respuesta a la solicitud de su casero, o en otros, por iniciativa

propia. La yapa se otorga agregando un producto pequeño

gratuitamente o cuando el peso requerido de un producto (frutas,

verduras u otros productos que venden por peso) la balanza marca

unos cuantos gramos de más. Como ya se mencionó, según Zapff

(2012), la figura de la yapa hace que los compradores se acerquen

al mercado para realizar sus compras haciendo rendir su dinero.

Según la sección Emprendedores de Peru21 (2014), dar yapa es

una buena forma de engreír al cliente y fidelizarlo. De esta forma,

Page 40: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

el vendedor asume el costo extra de la yapa y el comprador

percibe que está recibiendo un producto gratis.

Despedirse:

Los compradores y vendedores toman parte de esta acción.

Esta cierra el intercambio, finaliza la compra y la interacción. Suele

ser, en el caso de estos actores, cercana y hasta cariñosa en

algunas ocasiones. Se hace de esa forma para mantener la

relación casera-casera en buenas condiciones. Como en el caso

del saludo, esta es una de las interacciones básicas de la

convivencia, las mismas que aportan para una gestión positiva de

los conflictos. (Gimenez, 2015)

B. Propuesta Analítica de Niveles

a. Lenguaje Corporal

Signos tensión en los brazos, cadencia en las pisadas,

posición de las manos, temblor en el cuerpo.

Textos los estados físicos (cansado, relajado, apático)

que se pueden expresar en la manera de caminar

o cómo están colocados los brazos y las manos

sobre el cuerpo.

Objetos el cuerpo (menos el rostro)

Escenas Prácticas aparentar cansancio, mostrar un estado enérgico,

lucir tenso o calmado

Page 41: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

El lenguaje corporal puede comunicar estados de ánimo, estados

físicos e incluso la intención de flirtear con otras personas. Sin embargo,

cada manifestación del cuerpo debe estar colocada en un contexto

específico para poder comunicar un texto adecuadamente. Según Allan

Peace, autor de “El Lenguaje Corporal” Varias manifestaciones corporales

una tras otra no necesariamente van a expresar la información que

creemos que expresa. Por ejemplo, si me rasco mucho la cabeza cuando

hablo con alguien puede significar que tengo piojos tanto como que no

está seguro de que lo que le están diciendo sea del todo cierto. El

contexto en el que dicha manifestación corporal se resuelve determinará

entonces de qué información se trata.

Siguiendo esa línea, en diferentes momentos del día, las

vendedoras comunican su estado energético a través de sus lenguajes

corporales. La verdulera de tez más clara y cabello lacio suele quedarse

hasta el final los días domingo y al atender durante las últimas horas su

cadencia es pesada y lenta, en contrapartida a su buena disposición para

atender a los clientes mediante exhaustivas preguntas sobre las cosas

que necesitan. Así pues, podemos entender que la vendedora está

cansada y que ha tenido un arduo día de trabajo. Del mismo modo,

cuando una caserita llegó ese día, ambas se sentaron al lado de la mesa

de cortar verduras. Los brazos de la verdulera, antes tensos, se relajaron

y los colocó sobre su regazo. Ambas conversaron. Sin embargo, al

ingresar un nuevo cliente, las manos inmediatamente pasaron a las

caderas mostrando algo de fatiga pero al momento se dispuso a atender.

Una vez finalizada la compra, sus brazos volvieron al regazo.

b. Lenguaje Gestual

Signos Miradas, posición de cejas, ángulos de la boca,

Page 42: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

movimiento de la nariz

Textos Es lo que expresan tanto los vendedores como los

consumidores haciendo uso de sus respectivos

rostros: felicidad, asco, aburrimiento, etc.

Objetos Rostro

Escenas Prácticas Comunicar, esconder sentimientos, transmitir

emociones, advertir estados, indicar atención,

reforzar el lenguaje verbal, confundir, etc

En el lenguaje gestual (facial), los signos vienen a ser toda

posición o movimiento de las cejas, ojos, nariz y boca que los actores

realizan. De modo que al entrelazarse todos, expresarán una emoción

que reflejará determinados textos. Según Paul Ekman (Serperuano, 2014)

existen 6 emociones básicas que todo ser humano posee. Las cuales son

la felicidad, cólera, sorpresa, asco, tristeza y miedo. Por ejemplo, si una

vendedora tira hacia arriba las comisuras de sus labios en forma de una

sonrisa y contrae los músculos de sus mejillas alrededor de sus ojos al

atender a una clienta; está expresando alegría y satisfacción por la

preferencia de esta clienta. Ese vendría a ser su texto. Siente felicidad. Si

en cambio, la recibe con el ceño fruncido y con las comisuras de los

labios en dirección opuesta, estaría expresando fastidio por la presencia

de la clienta. Igualmente, si un cliente se muestra con la nariz arrugada, el

labio curvado y las cejas fruncidas; estaría demostrando aversión con

respecto a la suciedad del local, el vendedor o la mala calidad de un

producto. Unas cejas altas, ojos bastante abiertos y una boca levemente

abierta con la mandíbula caída puede denotar sorpresa, ya sea en cuanto

al elevado precio de un producto en el caso de un cliente o a la falta de

cambio que se pueda dar en ambos casos.

Page 43: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

Por otro lado, las miradas reflejan la dirección de la atención. Si

uno mantiene la vista en determinada dirección, el interés se verá

enfocado en aquello que se está observando. Si una persona se

encuentra interactuando con otra, ya sea conversando o realizando

cualquier otra actividad que necesita de la participación de dos personas,

y una de ellas se encuentra focalizando su mirada hacia una dirección

contraria a la de las persona en cuestión, queda inferido que su mente se

ha visto cautivada por alguna otra cosa o persona distinta. Es decir, no

tiene interés o no le importa el asunto de la otra persona.

De cierta manera, el objeto rostro nos delata. Si bien en cuanto a

sus escenas prácticas puede comunicar emociones, puesto que este

vendría a ser su más básico uso práctico; por otro lado, también puede

esconderlos. Una vendedora o clienta que haya tenido un mal día puede

esconder su tristeza o rabia a través de una sonrisa, para que de esa

manera logre mantener la preferencia o reciba un mejor trato

respectivamente. Asimismo, el lenguaje facial sirve para reforzar el

lenguaje verbal. Si entre vendedor y comprador se saludan cordialmente y

al mismo tiempo se emplea una sonrisa, la cordialidad de las palabras se

ve reforzada por la felicidad que se transmite. Y de esa misma manera,

otra escena práctica vendría a ser, por ejemplo, el uso de esta sonrisa

para que la vendedora o compradora transmita felicidad a la contraparte y

que esta se vea influenciada por esta alegría para responder de la misma

forma. En caso de demostrar lo contrario, la otra persona será advertida

por el objeto rostro. Así podrá guardar distancia al realizar su transacción

o se moderará al conversar con ella. Si ha advertido enojo en la

vendedora, sabrá que no es recomendable pedir una yapa, por ejemplo.

No obstante, se puede dar el caso de enviar mensajes erróneos al

no ir de la mano con el lenguaje verbal. Esto se puede dar de forma

Page 44: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

inconsciente. Si un comprador o vendedor no se encuentra prestando

atención a la hora de realizar su transacción, la otra persona involucrada

puede tomarlo como una falta de respeto. Sin embargo, como he

mencionado anteriormente, esto se puede dar de modo inconsciente. Si

una de las dos personas se encuentra observando la calle durante dicha

transacción, es probable que el ruido de la calle o el pasar de los autos

haya llamado su atención. Así como el ambiente que la rodea o los

posibles peligros la mantengan alerta.

c. Lenguaje Ropa/Accesorios

Signos Prendas de vestir, accesorios

Textos lo que se expresa con las prendas: “quiero estar

cómoda”, “soy la vendedora”, “tengo frío”, “voy a

realizar muchas actividades hoy”, “soy práctica”,

“la apariencia es secundaria”.

Objetos Atuendo

Escenas Prácticas protegerse del ambiente, ayudar a la movilidad,

dar comodidad, facilitar tareas, identificación.

Los signos en el lenguaje de la ropa son las distintas prendas de

vestir que los actores lucen en esta situación semiótica. Estos elementos

se configuran en diversos textos. Por ejemplo, cuando vemos a la

persona que tiene puesto sobre su ropa un mandil algo arrugado y sucio,

podremos reconocer a la vendedora de verduras. Su ropa tiene ese texto

“soy la vendedora” o “soy la verdulera” reconocible por el resto de

personas en el lugar. Otro caso es el de algunos compradores que tienen

puesta ropa muy cómoda y funcional con pocos accesorios, en algunos

casos no se verán tan coordinados, pero son funcionales para su

Page 45: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

propósito de ir de compras al mercado. Sus textos nos pueden decir:

“quiero estar cómoda”, “la apariencia no es muy importante”, “soy

práctica” o “tengo muchas cosas que hacer hoy”. En otros casos, el texto

conformado por las prendas de vestir nos dará indicaciones de cómo

percibe el individuo el clima. Por ejemplo, si usa varias prendas largas,

pesadas o de materiales gruesos, su texto nos dirá que tienen frío.

Todos estos textos se inscriben en el objeto atuendo, que puede

ser bastante variado entre los individuos que acuden al mercado. Sin

embargo, distinguiremos que existe un atuendo común para las

vendedoras del mercado. La mayoría lleva por encima de la ropa un

elemento unificador que las distingue del resto, además de su posición en

cada puesto. El mandil, del que se valen para proteger sus vestimentas y

en el que guardan varios objetos útiles como cuadernos para hacer

cuentas, lapiceros y monedas, es un elemento distintivo de las

vendedoras.

El atuendo se puede inscribir en distintas escenas prácticas.

Principalmente, los individuos lo usan para protegerse del ambiente que

los rodea. En algunos casos será de la temperatura, en otros del polvo y

la suciedad. Otro escenario práctico en el que se inscribe el atuendo es

en el de dar comodidad, las personas que usan prendas holgadas o

deportivas posiblemente formen parte de esta acción. El atuendo también

puede facilitar tareas, esto se ve reflejado en el uso de ciertos accesorios

como una cartera en la que tener el dinero y otros accesorios o

herramientas. El mandil también ayudará a las vendedoras para facilitar

ciertas tareas. Finalmente, otra escena práctica es la de identificarse ante

el resto a través del atuendo. El caso más claro es el de la adición del

mandil a la ropa para significar que la persona portadora trabaja en el

mercado, es una vendedora o vendedor.

Page 46: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

d. Lenguaje Verbal

Signos Palabras, frases, textos.

Textos Es lo que vendedores y consumidores expresan

con lo que dicen: su situación anímica (feliz,

enojado, triste, etc), interés en productos, solicitar

“yapa” o descuento.

Objetos Oral y escrito

Escenas Prácticas Comunicación, intercambio de ideas,

conversaciones, solicitar productos, averiguar

precios, contar historias o datos curiosos, etc.

Los signos en el lenguaje verbal son todas las palabras, frases o

textos que expresan los actores en cada situación semiótica. Podemos

saber mucho de una persona tan solo por su lenguaje verbal. Si una

persona pide un producto con un tono de voz elevado y dice algo grosero,

podemos notar que está molesto o amargado. Si otra persona entra a

pedir un producto con voz temblorosa podemos saber que está triste. Así

mismo, si una verdulera habla con voz alegre y trata de “amiga, hermana,

caserita” a la compradora, podemos saber que está feliz o eufórica.

Lo que dicen y la manera cómo lo dicen, es decir, el tono de voz,

expresa mucho sobre ellos; por ejemplo sus estados de ánimo, sus

intereses, sentimientos, preguntas, etc. Estos elementos serían sus textos.

Los humanos somos seres sociables y gregarios por naturaleza y,

por lo tanto, tenemos la necesidad de relacionarnos continuamente con

los demás y dejar constancia de nuestra existencia. Muchas veces la

comunicación oral (la descrita anteriormente) no es suficiente o no se

Page 47: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

puede utilizar según el contexto, por lo tanto, los humanos contamos con

un segundo recurso: el lenguaje escrito. Es decir, todo registro físico (o

digital). En estos casos y, de acuerdo a nuestro contexto, tanto

vendedoras como compradoras pueden comunicarse mediante un texto

escrito. Las vendedoras lo usan principalmente para hacer sus cálculos

(sumas, restas, multiplicaciones y divisiones), mientras que las

compradoras llevan en una pequeña libreta u hoja de papel todos los

productos que necesitan comprar para su hogar.

Como se mencionó líneas arriba, las principales escenas prácticas

con la utilización del lenguaje verbal que, en el contexto de compra y

venta en un mercado pequeño, se pueden desarrollar pueden ser

principalmente la comunicación, ya sea formal (vendedora-compradora) o

más informal y amical, si ambos actores se vuelven más cercanos.

También intercambian ideas, recomendaciones, datos, <<información, ya

sea en un ambiente cercano e interno, relacionada a los productos,

precios, vecinos, etc, o también información más general sobre el ámbito

político o económico del país.

Por lo visto en el trabajo de campo, podemos constatar que el

lenguaje verbal que utilizan en el mercado es informal. La relación es

bastante cercana entre vendedoras y compradoras. Incluso hasta son

amigas. Principalmente utilizan la comunicación oral, a no ser que la

vendedora tenga que hacer grandes cálculos y/o la compradora tenga que

acordarse de muchos productos por comprar, en ambos casos recurren al

texto.

C. Reflexión y Análisis por Niveles

a. Signos

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Posición de los brazos

La forma en la que los brazos están dispuestos o colocados

indican también intenciones o estados de ánimo. Así, si una persona está

sentada y sus brazos están relajados y sobre el regazo indicará una

actitud de escucha y de relajación. Sin embargo, si sus brazos están

cruzados podría significar algún tipo de preocupación respecto a lo que

está escuchando. Cuando las verduleras se sientan a conversar con sus

caseras y tocan temas distintos a las ventas habituales, sus brazos

recorren estas posibilidades de acuerdo al tema de conversación que se

está tratando. En determinado momento, sentada, vuelve a cortar algunas

verduras y empacarlas pero luego regresa a la actitud de escucha. Esto

mostraría alguna falta de interés en un tema pero luego vuelve a

conectarse con el relato de su casera.

Cadencia al caminar

Caminar no solo es funcional, dependiendo de la velocidad o del

peso que se ejerce al hacerlo también implica una carga emocional,

psicológica o de estado físico. Segun Peace, por ejemplo, si la persona

camina ligero y con pasos largos podría decir que es impetuosa, ansosa o

agresiva. Por el contrario, si camina con pasos firmes y pausados, pero

no lentos y extremadamente cuidadosos, puede decir que es una persona

serena y decidida. Del mismo modo, si su cadencia es lenta o

accidentada también podría marcar fatiga. Distinto a si es ligero y preciso,

derrochando vitalidad.

Mirada

La mirada es la acción de posar la vista en algo o alguien. Refleja

nuestros intereses y emociones más internas, por ello se dice que los ojos

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son las ventanas del alma. Al iniciar una interacción con una segunda

persona, si la mirada está fija en el otro actor, se infiere que se está

prestando atención. Sin embargo, si la mirada está distante y ajena,

perdiéndose con el entorno, no se está tomando atención y mucho menos

se tiene interés en la otra persona o en la misma acción que se viene

realizando. En caso de que un vendedor no tenga la mirada fija en un

posible comprador cuando éste se acerque a preguntar el precio de algún

vivere, el comprador se puede ver ofendido por la mala atención que se le

está brindando y puede preferir irse a comprar a otro lado.

Cejas

Las cejas en las personas sirven para reforzar la expresión de los

ojos. Una persona que carece de cejas no expresaría lo mismo que

aquella que sí las posea. La posición de éstas puede remarcar una

emoción. Unas cejas levantadas pueden expresar sorpresa, desconcierto

o alegría. Sin embargo, es así por sí solas. Por el contrario, unas cejas

más contraídas pueden expresar tristeza. Aquellas que se muestran

fruncidas y arrugan la zona de entreceja, muestra enojo o ira.

Nariz

La nariz al carecer de movimiento en comparación con los ojos,

cejas y boca, no llega a expresar muchas cosas. Sin embargo, al ser el

órgano del sentido del olfato justamente ha de expresar un sentimiento en

relación a este. De esta forma, cuando se arruga la nariz uno está

demostrando aversión hacia algo o alguien. Bien puede darse para un

olor desagradable y una persona o acción no deseada.

Boca

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La sola curvatura de la boca ya sea dirigiendo las comisuras de los

labios hacia arriba crea una sonrisa, la cual a su vez indica felicidad. Pero

si éstas se ven dirigidas hacia abajo, informan tristeza. Existe una gran

cantidad de movimientos, ángulos y posiciones que se pueden dar con la

boca. Por lo general cuando uno se encuentra pensando o realizando

algún cálculo matemático, como en este caso ya sea el comprador o el

vendedor muy probablemente moverán sus bocas hacia un costado y la

posicionarán levemente en diagonal.

Prendas de vestir

Las diversas prendas que usan los actores se conjugan en

distintos atuendos. Por sí mismas tendrán cierta significación. El pantalón

de buzo o las zapatillas, por ejemplo, nos dan la idea de comodidad o de

algo relacionado al deporte, ya que corresponde a la isotopía de la ropa

para competencia o actividades físicas. Por otro lado, prendas como una

chompa de lana nos darán la idea de calidez, tal vez por la percepción de

bajas temperaturas atmosféricas. Contrariamente, los zapatos con puntas

descubiertas que exponen los dedos nos darán la idea de frescura y

ventilación.

Entre todas las prendas, resalta el mandil de los vendedores. Este

mandil se agrega a las demás prendas y hacen que la persona que lo

tiene puesto sea reconocido como un casero, un vendedor, un

responsable de puesto. Es él o ella de quien el comprador obtendrá lo

que necesite. El mandil denota entonces especialidad y cierta autoridad.

Accesorios

Los accesorios complementan a las prendas de vestir y podrán

añadir a la significación del atuendo en sí. Un par de pendientes vistosos

en una verdulera denotan una preocupación por el arreglo personal, ya

Page 51: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

que sin importar que las tareas que va a realizar sean bastante manuales

y posiblemente la ensucien, la verdulera no duda en arreglarse y tratar de

lucir presentable, o lo que es más, arreglada.

Una cartera colgada del brazo de una compradora significará

preparación, ya que ha puesto en su bolso las cosas que necesitará para

hacer las compras, así como otros accesorios: su dinero, una lista, un

celular, etc. La calidad de la cartera nos dará una idea del poder

adquisitivo de quien la lleva. El hecho de si la cartera coordina bien con el

resto de las prendas nos dará una idea de cuánto le importan a la

persona su apariencia e imagen personal.

Palabras

Una palabra es un segmento que, en conjunto forman una frase, y

de acuerdo a la “fuerza” de la palabra, puede expresar mucho o nada.

En nuestro contexto, las palabras pueden decir mucho, debido a que

no hay mucho tiempo que invertir cuando una persona va a comprar a un

mercadito. Por lo general es la vendedora la que se encarga de hacer

preguntas y la compradora de afirmar o negar. También puede ser al

revés, la compradora es la que más genera conversaciones y la verdulera

solo conteste.

Todo esto dependerá también del estado de ánimo de las personas.

Generalmente, cuando una persona está deprimida, no busca interactuar

mucho con los demás, por lo tanto su comunicación se verá limitada a

unas cuantas palabras.

Por otro lado, cuanto más feliz esté alguien, más sentirá la necesidad

de relacionarse y compartir. Por lo visto en la investigación, la mayoría de

gente que va al mercado se encuentra con buen estado de ánimo, por lo

Page 52: La Caserita: Familiaridad Entre Vendedores y Compradores en Un Mercado Pequeño de San Borja

tanto busca un espacio para compartir lo que piensa y/o siente con

personas que considera de confianza.

Frases

Las frases son el conjunto de palabras que buscan dar sentido a

una idea, puede ser pensamiento, sentimiento, o cualquier cosa que

necesite ser expresada. Es más fácil conocer a una persona por sus

frases u oraciones (lo que habla), que solo por palabras.

Muchas de las personas que van a comprar ya son conocidas para

las vendedoras, quienes las consideran sus “caseritas”, porque son

clientas asiduas al lugar, difícilmente cambian de vendedor. Entonces se

crea un lazo de amistad bastante agradable, porque solo van a comprar y

a conversar. Entre sus frases u oraciones más conocidas puede ser la

solicitud de “yapa” (o un poco más) por parte de la compradora, “¿no

tiene sencillo?”, por parte de la vendedora, frases de saludo y de

despedida cordiales, oraciones sobre chismes del vecindario, cuestiones

personales, temas políticos y económicos del país, etc.

Textos

Con textos nos referimos a la forma escrita de plasmar o expresar

una idea. En el mundo hay diversas formas de hacerlo, desde textos

escritos hasta fotografías, pinturas, gráficos, etc.

Nos vamos a centrar en nuestro contexto: el mercado. Como se

mencionó líneas arriba, los principales textos escritos que encontramos

en esta situación son los creados tanto por vendedoras y compradoras.

Por parte de la vendedora encontramos principalmente hojas

pequeñas sobre las que están escritos cálculos de suma, resta,

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multiplicación y división. También pueden haber datos precisos, como

teléfonos, direcciones y pedidos específicos de sus compradoras.

Por parte, en cambio, de las compradoras, encontramos que por lo

general suelen llevar unas pequeñas hojas en las cuales está escrita una

lista de productos que desean comprar cierto día específico para su

hogar.

b. Textos - Enunciados

Lo que se quiere decir con el cuerpo

Dicho antes, la forma en la que los brazos están dispuestos sobre

el cuerpo o el ritmo en el caminar de una personas pueden ofrecer

información valiosa sobre su estado de ánimo o sus intenciones. Así, si

un actor desea interpretar a un hombre viejo, ansioso y agresivo pues

caminará sobre la tarima de manera rápida, con el cuerpo hacia adelante,

ejerciendo peso sobre cada pisada y cierto tambaleo si es que desea

acentuar la edad. Entonces, la combinación del lenguaje corporal puede

brindarnos información sobre la edad, estado de ánimo e intenciones de

acuerdo a la combinación empleada.

Lo que se quiere expresar con el rostro

Ya sea con una mirada, un movimiento de labios, una

posición de cejas, etc. o haciendo uso de todos estos elementos del

rostro humano al mismo tiempo, se puede reproducir un texto bastante

complejo.

Como ya se mencionó anteriormente, una mirada indica

principalmente el interés de una persona hacia algo o alguien. Donde se

haya posado la vista, será donde la atención se ve dirigida. Así, si dos

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personas están conversando y una tiene una mirada esquiva, movediza o

se encuentra observando cualquier otra cosa, su texto nos indicaría que

no le importa el tema de conversación, la otra persona o que está

aburrida.

El texto también puede referirse a los estados de ánimo de la

persona en cuestión. Una simple sonrisa puede indicar felicidad. Una

nariz arrugada asco. Unas cejas fruncidas, molestia. Y así

sucesivamente. Hay muchas combinaciones en cuanto a las posiciones

de éstas o inclusive la curvatura de los labios. Hasta el más mínimo

movimiento es un indicio de algo diferente.

Lo que se quiere decir con la ropa

Dependiendo de la combinación y la naturaleza de las prendas

usadas para construir el texto de la ropa. Si vemos prendas

descoordinadas, sabremos que el texto es “la apariencia es secundaria”.

Mientras tanto, si vemos que el atuendo reúne accesorios vistosos y

seleccionados para que coordinen con las demás prendas, el texto será

“me importa verme presentable”.

El texto expresado también puede ser acerca de la percepción

climática del momento. Si las prendas se conjugan en una combinación

abrigadora, sabremos que su texto es “hace frío aquí”. Por otro lado, si las

prendas se juntan en una combinación más bien ligera y ventilada, el

texto será “hace calor”.

La ropa también nos dará un texto que exprese el poder adquisitivo

de quien la lleva puesta. Si vemos prendas gastadas y maltratadas por el

uso excesivo, sabremos que la persona que las viste puede no tener

mucho dinero para comprar ropa nueva.

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Finalmente, la ropa también nos dará información sobre quién es

quién en el mercado. Los que usen mandiles y otros accesorios similares

serán identificados como los vendedores, los encargados de proveer a los

asistentes al mercado de todo lo que necesiten y en muchos casos con

rebajas o yapas.

Lo que vendedores y consumidores expresan con lo que dicen.

Entre las cosas que vendedores y compradores pueden expresar con

su lenguaje verbal están sus intereses en productos, pedir sencillo,

solicitar “yapa” o descuento, e incluso, si se da la suficiente confianza, su

situación anímica.

Interés en productos

Esta es la razón principal por la que las vendedoras se acercan al

mercado. A veces solo van a ver qué pueden comprar, otras veces van a

sabiendas del precio y los productos y compran lo que deseen o

necesiten.

Solicitar “yapa” o descuento.

Cuando los compradores solicitan una “yapa” (más producto gratis) o

descuento, lo hacen con voz cordial y adornando las palabras, todo esto

en busca de convencer al vendedor de que le dé lo que solicita.

Situación anímica

Esto se da cuando la confianza entre compradores y vendedoras ha

aumentado, ya sea por la cordialidad en las mismas personas o por los

años que se conocen.

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c. Objetos

Cuerpo

Con el cuerpo los textos se transmiten mediante la combinación de

uso de las partes. Se revelará el estado anímico y físico a través de las

maneras de utilizarlo. Los movimientos son considerados como signos y

su carga motivada se traduce en textos. Por ejemplo, colocar las manos

tensas sobre la cintura es distinto a colocarlas relajadamente dentro de

los bolsillos del pantalón. Ambas maneras de colocar las manos

transmiten cargas distintas, la primera de disgusto y la segunda de

desinterés al conversar con alguien o simple relajación al transitar por la

calle.

Rostro

A través del objeto rostro, los textos que se mencionaron

anteriormente pueden ser expresados haciendo un uso interrelacionado

de cada signo. Si bien cada ser humano es único y posee diferentes

rasgos que los diferencien los unos con los otros, por su propia

naturaleza, todos poseen un par de cejas, dos ojos, una nariz y una boca.

A pesar de esto, existen diversas combinaciones, las cuales todo ser

humano repite a lo largo de su vida puesto que a raíz de esto irá

expresando una emoción que será decodificada por otros.

Las emociones ya sea de una forma consciente o inconsciente

serán reveladas de una forma forma física gracias al rostro, puesto que es

un objeto físico. Y en caso de tratarse de una expresión inconsciente, el

sentimiento oculto y en sí intangible e invisible, será revelado al exterior.

Atuendo

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El objeto atuendo es en el que se inscriben los textos expresados

por la combinación de diferentes prendas de vestir y accesorios. Cada

atuendo es único y dependerá de la persona que lo arme. A partir del

atuendo y el análisis de sus partes se podrán llegar a diversas ideas o

mensajes que la persona que viste dicho atuendo expresa intencional y

no intencionalmente.

El atuendo es considerado como objeto físico y cargado de

significado, en nuestra investigación nos da mucha información del grado

de formalidad (o informalidad) que existe en el mercado, pues la

informalidad está asociada a la familiaridad. Además nos da información

de identificación de los distintos personajes.

Oral

Es todo lo que se expresa mediante el habla. Son las palabras o

frases que la personas expresamos mediante lo que decimos y emitimos

con sonidos que se transforman en ideas.

En el contexto, es todo lo que los actores dicen con la boca, los

sonidos que emiten. Pueden transformarse en risas, conversaciones

cortas o largas, solicitud de productos, descuentos, etc.

Escrito

Como se mencionó, en el contexto lo escrito se ve mucho más

limitado que lo oral o hablado. Pues es una manera más lenta y tediosa

de expresar una idea. Por lo tanto, vendedoras y compradoras solo ponen

de manifiesto ciertas cosas en una hoja, como por ejemplo las cuentas,

cálculos, etc, también sirve como ayuda memoria, para que las

compradoras recuerden los productos que tienen que comprar.

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d. Escenas Prácticas

Aparentar fatiga o cansancio

Al final de la jornada del día domingo se pudo observar a una de

las verduleras sentada junto a una casera. Ambas conversaban pero la

postura refería relajación. Las manos de la verdulera estaban colocadas

sobre las piernas, sin tensión. Cuando ingresó otro cliente, se tensaron y

se incorporó lentamente. Su forma de atender mostró fatiga a través de la

cadencia de los pasos. Si bien fueron rápidos, no fueron ligeros. La

ansiedad por atender, culminar y volver a sentarse para seguir en

relajación junto a su otra casera fue notoria.

Transmitir emociones

Una escena práctica es la de transmitir emociones. No se refiere al

hecho de “comunicar emociones”, sino a transmitirlas. Es decir, compartir

la emoción y de esa manera hacer que otra persona posiblemente sienta

algo similar. Por ejemplo, si un cliente se acerca con una sonrisa y

sumándole a esto hace uso de una conversación bastante amena, el

comprador probablemente responderá a esto de la misma forma; ya que

un buen trato siempre es visto de forma positiva. Si por el contrario, el

cliente se acerca con una expresión amargada y se expresa

negativamente, recibirá una respuesta muy distinta a la anterior.

En el caso de los vendedores, estos suelen lucir sonrisas en sus

rostros para que ya sean sus posibles compradores como los habituales,

se sientan a gusto con su servicio y se cree un lazo de confianza. Y así,

en una posterior visita, asegure una próxima venta.

Reforzar el lenguaje verbal

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El lenguaje gestual va de la mano con el lenguaje verbal. Si bien

principalmente sirve para expresar emociones, uno de sus usos más

habituales es aquel que refuerza lo hablado. Así cuando una persona

hable, le insertará intensidad a las palabras. Cuando tanto los

compradores como vendedores entablan una conversación ya sea en

cuanto a la compra o específica o alguna clase de vivencia, su rostro

reflejará varios cambios a la larga, los cuales servirán para dramatizar

algún acontecimientos o para intensificar la acción por hacer. Si un

comprador no se encuentra a gusto con la calidad de algún vivere, el

decirlo pueda no ser suficiente para el vendedor. Entonces al notar el

disgusto del rostro del cliente, se pondrá más a su disposición y querrá

cambiar dicho malestar para generar una experiencia reconfortante en la

compra-venta.

Indicar atención

Con el rostro también se puede indicar que uno está prestando

atención. Esta acción puede relacionar tanto a la misma persona como a

otra o a su entorno, puesto que puede uno dirigir su interés a través de su

mirada y la dirección del rostro ya sea a otro ser humano como a lo que lo

rodea. Un comprador puede concentrar su atención en el vendedor, el

mismo mercado, su dinero, las verduras, personas, etc. Por su parte, los

vendedores estarán más atentos en su propio negocio y bienes, sus

asiduos y posibles compradores y la competencia.

Identificarse mediante el atuendo

Como se ha podido verificar en líneas anteriores. Existen ciertos

atuendos, o atuendos que cuentan con ciertos signos que harán que el

portador sea identificable. Especialmente hablamos de los atuendos que

incluyen mandiles, ya que estos nos permitirán identificar a los caseros

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vendedores o responsables de puestos. También podremos identificar al

comprador deportista o a la ama de casa práctica.

Protegerse del ambiente

Otra acción que se realiza con el atuendo es funcional y se trata de

crear una barrera entre el ambiente y la persona. El ambiente incluye los

elementos propios del clima, así como los elementos pertenecientes al

medio en el que uno se encuentra. En algunos casos, se usará el atuendo

para protegerse del frío; en otros, del polvo o la suciedad.

Facilitar tareas

El atuendo puede también dar mayor movilidad a su portador. Si

está compuesto de prendas holgadas y cómodas, sabremos que facilita

los movimientos y el desplazamiento. Por otro lado, si incluye elementos

de almacenamiento como los bolsillos del mandil o una cartera amplia,

sabremos que se usa para ayudar la portación de otros elementos como

el dinero, un teléfono celular, un pequeño cuaderno de cuentas, etc.

Comunicación

La comunicación es el principal instrumento que tienen los humanos

para socializar, por lo tanto es una herramienta básica en esta situación,

en la que no solo buscan socializar, sino también adquirir productos de

buena calidad y al más bajo precio posible por una parte (compradoras), y

recibir dinero y ganancias por otra parte (vendedoras).

Solicitar productos

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Una de las razones principales por las que las compradoras van al

mercado es para ver y solicitar productos que van a consumir o utilizar en

su hogar. Para esto es básico que puedan comunicarse de forma oral,

pues ganan tiempo y generan empatía. Algo que sería difícil de crear de

manera escrita.

Averiguar precios

Otra de las razones por las que las compradoras se comunican con

las vendedoras es para saber el precio de lo que quieren comprar. Puesto

que en este tipo de mercados es difícil encontrar el precio de los

productos, ya que se encuentran sueltos y falta pesar; la necesidad de

comunicación aumenta.

Intercambio de ideas

Las personas que trabajan ahí y también las que van a diario a

comprar, no solo se centran en hacer lo que tienen que hacer y punto.

Muchas veces intercambian datos, sobre todo cuando no se conocen

mucho. Como buscan socializar, empiezan con temas superfluos y

generales.

Conversaciones

Una vez que se generó más empatía entre vendedores y

compradores, empiezan a producirse conversaciones más ágiles y

cordiales

Contar historias o datos curiosos

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Cuando la confianza entre vendedora y compradora ya ha llegado a

niveles altos, se genera un tipo de comunicación más informal, alegre y

cordial. Es cuando empiezan no solo a conversar sobre productos,

precios y temas generales, sino también sobre asuntos más personales,

de su entorno e incluso chismes sobre los vecinos.