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Revista Estudios, Universidad de Costa Rica. No. 20, pág. 13-25, lSSN: 1659-1925/2007 l f LA CAMPAÑA NACIONAL 1856-1857 Y LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO NACIÓN 'Carmen María Fallas San RESUMEN Este artículo argumenta que en la década de 1850 la Campaña Nacional dio impulso al proceso de construcción del estado nación en Costa Rica. Las proclamas del presidente Mora y del obispo Monseñor Anselmo Llorente que llamaron a empuñar las armas en defensa de la patria, la familia, la religión y las propiedades, contribuyeron a despertar en la población la conciencia de que formaban una comunidad única y diferente y la movilizaron para luchar contra los que amenazaban su independencia. El recibimiento como héroes de los soldados que regresaban victoriosos de las batallas de Santa Rosa, Rivas yel río San Juan fomentó el nacionalismo e incrementó el prestigio de los jefes militares y la imagen del ejército como representante de los intereses de la sociedad en su conjunto. Con la Campaña Nacional, además, la autoridad ejercida por el presidente se vio fortalecida y legitimada al asociarse a Mora con la defensa de la soberanía. Palabras clave: Guerra contra los filibusteros - Estado - Nacionalismo - Juan Rafael Mora Porras - Memoria ABSTRACT This article argues that in the decade of the 1850s the National Campaign prompted the nation state building process in Costa Rica. President Mora's and Bishop Monsignor Anselmo Llorente's proclarnations calling to take arms in defense of fatherland , family, religion and properties contributed to awaken in the population the consciousness that they were pan of a unique and differenl community, and mobilized them to fight against those who threatened its independence. The welcome as heroes of the soldiers who returned victorious from the battles of Santa Rosa, Rivas and the San Juan river encouraged nationalism and increased the prestige of the military chiefs and the image of the army as representative of the interests of the society in general. With the National Campaign, as well, presidential authority was strengthened and legitimized by associating Mora with the defense of sovereignty. Keywords: War against Filibusters- State - National Juan Rafael Mora Porras- Memory INTRODUCCIÓN "La marcha pacífica y feliz que presentaba Costa Rica al terminar /855 había sido interrumpida por las graves circunstancias que vivía Nicaragua. El cuadro de concordia y amistad con los países extranjeros, de orden, paz y prosperidad en el interior había sido alterado por los peligros que amenazaban nuestra codiciada nacionalidad. Esos peligros habían obligado a abandonar nuestro sostenido l r- I r principio de neutralidad ya emprender la guerra contra los filibusteros." (ANCR Congreso no.//86/). Así describía el presidente Juan Rafael Mora Porras, en un discurso pronunciado en agosto de 1856 ante el Congreso, lo que había representado el emprender la lucha contra los pla- nes expansionistas del filibusterismo de William Walker. El estado costarricense se encontraba en proceso de formación para el momento en debió.

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Revista Estudios, Universidad de Costa Rica. No. 20, pág. 13-25, lSSN: 1659-1925/2007

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LA CAMPAÑA NACIONAL 1856-1857Y LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO NACIÓN

'Carmen María Fallas San

RESUMEN

Este artículo argumenta que en la década de 1850 la Campaña Nacional dio impulso al proceso deconstrucción del estado nación en Costa Rica. Las proclamas del presidente Mora y del obispo MonseñorAnselmo Llorente que llamaron a empuñar las armas en defensa de la patria, la familia, la religión y laspropiedades, contribuyeron a despertar en la población la conciencia de que formaban una comunidadúnica y diferente y la movilizaron para luchar contra los que amenazaban su independencia. El recibimientocomo héroes de los soldados que regresaban victoriosos de las batallas de Santa Rosa, Rivas yel río SanJuan fomentó el nacionalismo e incrementó el prestigio de los jefes militares y la imagen del ejércitocomo representante de los intereses de la sociedad en su conjunto. Con la Campaña Nacional, además, laautoridad ejercida por el presidente se vio fortalecida y legitimada al asociarse a Mora con la defensa dela soberanía.Palabras clave: Guerra contra los filibusteros - Estado - Nacionalismo - Juan Rafael Mora Porras -Memoria

ABSTRACT

This article argues that in the decade of the 1850s the National Campaign prompted the nation statebuilding process in Costa Rica. President Mora's and Bishop Monsignor Anselmo Llorente's proclarnationscalling to take arms in defense of fatherland , family, religion and properties contributed to awaken in thepopulation the consciousness that they were pan of a unique and differenl community, and mobilizedthem to fight against those who threatened its independence. The welcome as heroes of the soldiers whoreturned victorious from the battles of Santa Rosa, Rivas and the San Juan river encouraged nationalismand increased the prestige of the military chiefs and the image of the army as representative of the interestsof the society in general. With the National Campaign, as well, presidential authority was strengthened andlegitimized by associating Mora with the defense of sovereignty.Keywords: War against Filibusters- State - National Juan Rafael Mora Porras- Memory

INTRODUCCIÓN

"La marcha pacífica y feliz que presentaba Costa Ricaal terminar /855 había sido interrumpida por lasgraves circunstancias que vivía Nicaragua.El cuadro de concordia y amistad con los paísesextranjeros,de orden, paz y prosperidad en el interior había sidoalteradopor los peligros que amenazaban nuestra codiciadanacionalidad.Esos peligros habían obligado a abandonar nuestrosostenido

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principio de neutralidad ya emprender la guerracontra losfilibusteros." (ANCR Congreso no.//86/).

Así describía el presidente Juan RafaelMora Porras, en un discurso pronunciado enagosto de 1856 ante el Congreso, lo que habíarepresentado el emprender la lucha contra los pla-nes expansionistas del filibusterismo de WilliamWalker. El estado costarricense se encontraba enproceso de formación para el momento en debió.

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enfrentar por primera vez por la vía armada unaamenaza a su integridad territorial En los treintay cinco años que habían transcurrido desde laindependencia en 1821, Costa Rica, a diferen-cia de otros países hispanoamericanos, habíaemprendido sin muchos tropiezos la tarea dedotar al dotar al estado de sus tres componentesfundamentales: el sistema de dominación, la baseeconómica y la nación. (Oszlack,1981: 19).

Hacia mediados del siglo XIX, la supresiónde los localismos, que anteriormente habían pro-vocado inestabilidad política, había contribuido ala centralización del poder y la creación de unafuerza armada subordinada al ejecutivo, esen-ciales para establecer el sistema de dominación.Por otra parte, el establecimiento de relacionesdiplomáticas con Gran Bretaña, Francia, EstadosUnidos, y España entre otros países, con el propó-sito de obtener reconocimiento en la comunidadinternacional como estado independiente, forta-leció el comercio exterior. El inicio del comerciodirecto de café con Gran Bretaña a principios dela década de 1840, impulsó el desarrollo de unsector exportador que se convirtió la base econó-mica del estado. Con el objetivo de favorecer laexpansión de las exportaciones de café, el estadoimplementó políticas orientadas a la construccióny mejoramiento de caminos y puertos, contratosde navegación, código de comercio, firma detratados, habilitaciones, la creación de un bancoemisor, la venta de terrenos y otros.

Este artículo plantea que en la décadade 1850 la Campaña Nacional dio impulso alproceso de construcción del estado nación cos-tarricense. Las proclamas del presidente Moray del obispo Monseñor Anselmo Llorente quellamaron a empuñar las armas en defensa de lapatria, la familia, la religión y las propiedadescontribuyeron a despertar en la población la con-ciencia de que formaban una comunidad únicay diferente y la movilizaron para luchar contralos que amenazaban su independencia. El reci-bimiento como héroes de los soldados que regre-saban victoriosos de las batallas de Santa Rosa,Rivas y el río San Juan fomentó el nacionalismoe incrementó el prestigio de los jefes militares yla imagen del ejército como representante de losintereses de la sociedad en su conjunto. Apenas

transcurridos unos meses desde la rendición deWalker en mayo de 1857, la administración Moradio disposiciones para recompensar los serviciosprestados en la guerra contra los filibusteros ypara conmemorar las batallas de Santa Rosa yRivas de manera que entraran a formar parte dela memoria nacional.

Con la Campaña Nacional, además, laautoridad ejercida el presidente se vio fortale-cida y legitimada al asociarse su persona conla defensa de la soberanía. Forjó sentimientosde lealtad entre el mandatario y costarricensesde muy distinta condición económica y socialque perduraron aún después de 1859 cuando porvicisitudes de la política Mora fue obligado aabandonar el poder.

lo EL EJÉRCITO: GUARDIÁN DELORDEN INTERNO Y DE LAINTEGRIDAD TERRITORIAL

Juan Rafael Mora asumió la presidenciaa finales de 1849 en sustitución del doctor JoséMaría Castro que había renunciado a su cargo.Su designación por el Congreso fue recibida conbeneplácito por la mayoría de la elite cafetalera ycomerciante de la que era miembro distinguido.Desde el principio de su gestión, Mora aplicópolíticas encaminadas a fortalecer el aparatodel estado. Tuvieron prioridad las disposicionesorientadas a que el ejército tuviera el monopolioen el uso de la fuerza y fuera el pilar principalde apoyo del poder ejecutivo. El presidente dejóclaro en sus discursos que consideraba necesariohacer reformas en el ejército para que dejara deser como en años anteriores, un instrumento delocalismos y facciones que promovían inesta-bilidad, y se transformara en un cuerpo subor-dinado del poder ejecutivo y garante del orden.Aduciendo que la concentración de la fuerzaarmada en un solo cuartel en la capital facilitabalos pronunciamientos contra el gobierno, en 1850Mora dispuso el establecimiento de un segundocuartel en San José, el de Artillería. Para ase-gurar aún más la lealtad de los jefes militaresnombró en el puesto de comandante, del nuevocuartel a su cuñado José María Cañas, persona de

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su entera confianza, reemplazándolo posterior-mente con su hermano José Joaquín Mora.

Hacia mediados del siglo XIX seguíavigente la organización del ejército heredadade la colonia según la cual estaba formado poruna fuerza permanente integrada por un númeroreducido de hombres en servicio activo y porlas milicias, compuestas por varones en edadesentre 15 y 50 años que solo eran llamados atomar las armas en casos de emergencia pero queestaban obligados a participar en ejercicios deentrenamiento periódico. En diciembre de 1850se promulgó un Reglamento de Milicias que dis-puso que la fuerza permanente tuviera infantería,caballería, artillería, ingenieros y estado mayor.Además, reguló lo referente a salarios y a uni-formes. Por otra parte, la administración Moraestableció una escuela militar en San José a finesde 1852 y contrató como instructor a FernandoSalisch, un militar polaco retirado. El objetivofue mejorar la disciplina y capacitación de losmilicianos. Se hicieron esfuerzos para hacer de larevista anual de ejército un acto tan lucido comouna fiesta nacional que se veri ficaría con la solem-nidad para que correspondiera a la instrucción ydisciplina de las tropas. (Fallas, 1982: 37-58).La anexión del partido de Nicoya a Costa Ricaen 1824 dio origen a diferencias limítrofes conNicaragua que afectaron las relaciones entreambos países por muchos años. De manera quelos esfuerzos orientados a la profesionalizacióndel ejército y a su equipamiento se realizaroncontemplando también la función del ejércitocomo garante de la integridad territorial del país.La administración Mora aún antes de que Walkerllegara a Nicaragua informó que estaba tomandoprevisiones ante una eventual amenaza externa.

En 1854 en la memoria al CongresoManuel José Carazo, ministro de Hacienda yGuerra, informó que "circunstancias recientes"habían motivado al gobierno a tomar la decisiónde aumentar de 6.500 a 9.000 el número deplazas del ejército. Para ese fin las provinciasde Alajuela y Heredia deberían aportar 1000hombres cada una y el resto se reclutaría enGuanacaste. El ministro Carazo señalaba queel gobierno había aprovechado la paz de la quedichosamente disfrutaba el país para consagrar

constante atención al Departamento de Guerraadoptando la sabia y bien conocida máxima"Si vis pacem para bellum", "si quieras la paz,prepara la guerra." (ANCR. Congreso no.7483).Agregaba Carazo que Costa Rica era el únicopaís de todos los hispanoamericanos que habíalogrado organizar su ejército sometiéndolo adoctrinas marciales pero:

"sin debilitar el espíritu de civismo del cualestaba poseído hasta el último soldado, el cualtambién estaba listo para defender sus mássacrosantos derechos, entre ellos el primero:la integridad de la república."(ANCR. Congreso no. 7483).

Al mencionar "circunstancias especiales"Carazo aludía a la preocupación que había cau-sado en Costa Rica la reanudación de accionesen Nicaragua dirigidas a reclamar y recuperarNicoya. (Sibaja, 1974). En el discurso pronuncia-do con ocasión de la revista anual del ejército enenero de 1855, el presidente Mora hizo alusiónindirecta a esa situación. Dijo a las tropas que secongratulaba por verlas reunidas cuando resona-ba el estrépito de las armas en los países vecinosdel norte y del sur. De momento, afirmó, nohabía posibilidad de que se alterara el feliz ordende cosas, agregando:

"todavía por esta vez el fusil seguirá descansandoen vuestros hogares, cediendo lugar a losinstrumentos de trabajo que aseguran lasubsistencia de vuestras familias."(Boletín Oficial 3 de enero de 1855).

El presidente manifestó a las tropas sucompromiso de no omitir esfuerzos para prolon-gar el estado de paz, merced al cual la repúblicaveía afianzada su celebrada prosperidad y su cré-dito en el exterior. La neutralidad sería la divisaen todos sus actos, explicó Mora, pero no perdíade vista las contingencias que podían complicarla situación en Centroamérica. La circunspec-ción política, decía, lamentablemente no bastabapara alejar los riesgos que se querían evitar si laturbulencia o la ambición ajenas venían a echaramenazas y provocaciones en la balanza que se _

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pretendía mantener equilibrada. Mora continuódiciendo:

"la neutralidad no depende solamente delgobierno que se empeña en observar/a, sinodel extraño que tiene interés en que no existay procura comprometerla por pretensiones ini-cuas o graves injurias."(Boletín Oficial 3 de enero de 1855).

En caso de que se dieran esas pretensioneso injurias se sacrificaría la neutralidad "sin reparoal honor y al interés del Estado, porque prefierolos azares de la lucha a una paz indecorosa, com-prada con vergonzosas concesiones o el silenciode la pusilanimidad," terminaba afirmando Mora.(Boletín Oficial 3 de enero de 1855).

El ministro de Hacienda y Guerra informóen la memoria al Congreso en 1855 que no habíasido posible alcanzar la meta de aumentar elnúmero de milicianos. Por otra parte, señaló queaunque los almacenes se encontraban bien sur-tidos de armamento, pólvora y demás utensiliosde guerra, el gobierno deseaba introducir al paísen el uso de armas mejoradas por los recientesdescubrimientos hechos en Europa. Para cumplircon ese propósito, se habían pedido a Inglaterra500 rifles Minié, indicando que eran los usadospor el ejército inglés en Crimea, tres baterías decañones de campaña, tres piezas de bronce y dosde fortificación todos con su respectivo parque.(ANCR. Congreso no. 20838). El pedido habíallegado en abril de 1855. A pesar de que los dis-cursos enfatizaban que en la única guerra en queel gobierno iba a participar era en la que ya teníadeclarada contra "la pereza, la ociosidad y losdemás vicios que afectan el bienestar de la socie-dad," esa compra de material bélico coincidiócon las tensiones con Nicaragua por el asunto deNicoya. De manera, que los milicianos que fuerona luchar contra los filibusteros ya habían recibidoalgún entrenamiento en las artes militares y partede ellos peleó con armamento moderno.

11. EL LLAMADO A LAS ARMAS

El enfrentamiento entre liberales y con-servadores que había sumido a Nicaragua en

una guerra civil, facilitó la llegada de WilliamWalker en 1855 y la ejecución de sus planes dedominio de un país al que la apertura de unavía de tránsito interoceánico en vapores porel Río San Juan y el lago le habían convertidoen estratégico. Se había desatado la tempestadsobre Centroamérica, aquella que venían pro-nosticando Mora y sus colaboradores, así comoaquellos que dentro y fuera de la región seguíancon atención los acontecimientos en Nicaragua,En consecuencia, el 20 de noviembre de 1855, elpresidente Mora hizo la bien conocida proclamaadvirtiendo a los costarricenses del peligro querepresentaba la presencia de Walker y llaman-dolos a estar alerta sin interrumpir las laborespero con las armas preparadas para ir a la guerra.Inició la proclama diciendo:

"La paz, esa venturosa paz que, unida avuestralaboriosa perseverancia, ha aumentado tantonuestro crédito, riqueza y felicidad,está pérfidamente amenazada.Una gavilla de advenedizos, escoria de todoslos pueblos, condenados por la justicia de launión americana, no encontrando ya dondehoy están con qué saciar su voracidad, pro-yectan invadir a Costa Rica para buscar ennuestras esposas e hijas, en nuestras casas yhaciendas, goces a sus feroces pasiones, ali-mento a su desenfrenada codicia."(Calvo, 1955: 23-24).

En febrero de 1856 Mora se negó a reci-bir al coronel Louis Schlessinger, enviado deWalker, a quien se le ordenó salir del país tanpronto como llegó a Puntarenas. A fines de esemismo mes, el día 27 el Congreso autorizó omní-moda mente al poder ejecutivo para que, por sí oen unión de fuerzas aliadas de los demás paísescentroamericanos, emprendiera una guerra paraexpulsar a los filibusteros de Nicaragua. Con esaautorización, el presidente aumentó el númerode efectivos del ejército a 9.000, levantó unempréstito de 100.000 pesos, dio un decreto enel que no reconoció como legítimo al gobiernode Nicaragua y dispuso la marcha del ejército. Elprimero de marzo, Mora dio segunda proclamaen cuyo primer párrafo expresó:

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FALLAS: La campaña nacional 1856-1857 y la construcción del Estado Nación

"Compatriotas:¡A las armas! Ha llegado el momento que osanuncié.Marchemos a Nicaragua a destruir esa falangeimpía que la ha reducido a la más oprobiosaesclavitud.Marchemos a combatir por la libertad denuestros hermanos.Ellos os llaman, ellos os esperan para alzarsecontra los tiranos. Su causa es nuestra causa.Los que hoy los vilipendian, roban y asesinan,nos desafían audazmente e intentan arrojarsobre nosotros las mismas ensangrentadascadenas. Corramos a romper la de nuestroshermanos y exterminar hasta el últimode sus verdugos."(Calvo, 1955: 28).

La decisión del presidente de marchar ala guerra no fue compartida por todos los miem-bros de la elite. Varias personas pensaron que sedebía optar por una estrategia defensiva más queofensiva. Hubo reservas sobre la capacidad delgobierno para financiar el costo que tendría unacampaña militar en el exterior y sobre carenciade suficiente personal con experiencia en el artede la guerra así como sobre los efectos que podríatener sobre el normal desempeño de las activida-des productivas, en especial sobre la cafetalera.El haber encontrado tropas de Walker dentro deterritorio costarricense con las que se enfrentóel ejército expedicionario el 20 de marzo enla hacienda de Santa Rosa, evidenció que elpresidente Mora tomó la decisión correcta deno esperar más y marchar para hacer frente ala amenaza filibustera. En el discurso ante elCongreso, arriba citado, Mora se defendió de lascríticas que había recibido por ponerse al frentedel ejército sin tener experiencia militar y porerrores tácticos en las batallas de Santa Rosa yRivas señalando que:

"si los costarricenses no hubieran dado elejemplo y nadie hubiera actuado, todoslloraríamos el infausto error de haber yacidoen una cobarde o estúpida indolencia."(ANCR. Congreso no.l1861).

Manifestó además el presidente su con-vicción de que ya no era posible para Costa Rica

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mantener una política de "retraimiento e inde-cisión" con respecto a Centroamérica y que launión regional era vital para la supervivencia denuestros países. La desunión, afirmó:

"era un peligro por el espíritu de empresade unos, el de anexión de otros y el de rapiñade muchos.La desunión sería el suicidio infaliblede nuestras débiles nacionalidades. Debíamosunimos olvidandocelos, egoísmos, errores y odios."(ANCR. Congreso no.JJ86J).

El llamado a defender la patria inspiró aTadeo Nadeo Gómez, a escribir canciones y poe-sías que fomentaron sentimientos nacionalistas.Esas composiciones, inicialmente publicadas enlos periódicos, fueron recopiladas en 1857 en ElClarín Patriótico. El español Alejandro CardonaLlorens compuso la música del himno de Gómeztitulado "Antes de salir el ejército para la cam-paña", cuya letra exhortaba a los costarricensea la lucha. Dos estrofas de ese himno se citan acontinuación:

"Nuestra raza desprecian altivos.Aborrecen el nombre español:les parece que esclavos nacimos,condenados a eternaopresión; y ellos creen de nosotrosser dueños ... que debemos temblar a su voz ...temblarán los impíos traidores de la patria a lavoz del cañon:""Si a la lid el clarín nos convoca, si retumballamando el cañón,A empuñar nuestras armas corramos,respirando venganza y furor.La victoria nos de sus laureles:Ella siempre el esfuerzo premió;O la muerte primero a una vidaDe ignominia de luto y de horror."El coro repetía:"Preparemos las armas invictasEn defensa de patria y honor;Les dará nuevo lustre la gloria,Nuevo brillo los rayos del sol."(Quesada, 2006. Anexo:241-243).

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III. EL EJÉRCITO VENCEDOR

La música de la banda militar tuvo unpapel importante en la tarea de inspirar y trans-mitir entusiasmo, patriotismo y júbilo durantela preparación para la guerra. Estuvo tambiénpresente al momento de la entrada a la capitaldel ejército en mayo de 1857 después de vencera los filibusteros. Las crónicas de la llegadade las tropas mencionaban la presencia de una _multitud de personas a lo largo de los principalescaminos que aclamaba y vitoreaba a los líderesy soldados a su paso. La capital fue adornadacon arcos de palma, flores y banderas, se escu-charon vivas sonoras, el clamor de campanas ymúsica marcial. Antes de que volvieran a suscasas después de meses de enfrentar las pena-lidades del combate se le entregó a cada uno delos soldados "un vestido completo, una cuartay un rollo de tabaco." (Zeledón, 2006: 311-314).Tadeo Nadeo Gómez compuso también un himnopara celebrar el triunfo de ejército expediciona-rio. Lo tituló "A los vencedores en Santa Rosa".La tercera estrofa cantaba:

"¡Loor eterno a los fuertes guerrerosque el orgullo insolente humillaron,y a la patria adorada brindaroncon su esfuerzo una gloria inmortal!A su paso laureles nacieron;la victoria los guió denodados,y con ella se vieron vengadosde enemiga traición criminal."

Después de cada estrofa repetía

"[Gloria a Costa Rica!¡Gloria a su gobierno!Galardón eterno,como sin igualGloria a los valientes,Jntrépidos,fierosDe filibusteros¡Azote fatal!"(Quesada, 2006. Anexo: 245-247).

La patria estaba en deuda con su presi-dente, los oficiales y los soldados. En octubre

de 1857, el diputado Juan Bautista Bonilla pre-sentó un proyecto de ley para que la nación losrecompensara por sus servicios en la CampañaNacional. Bonilla proponía que se decretanascensos militares con opción a puestos públicosa jefes y oficiales se hubiesen distinguido en laguerra y que se distribuyeran sumas de dineroentre ellos. El proyecto contemplaba, asimismo,que en la hacienda Santa Rosa se mandara alevantar a costa de la nación un monumento que"eternizaría la memoria de aquella acción y delas víctimas inmoladas allí." Además establecíaque el poder ejecutivo invitaría a los gobiernosdel resto de Centroamérica a levantar un monu-mento en la plaza de Rivas a fin de perpetuar lamemoria de las acciones militares que ocurrieronen esa ciudad y del triunfo de las fuerzas de laregión. (ANCR. Congreso no. 5189).

El proyecto con algunas modificacionesse convirtió en decreto el 26 de octubre de 1857y el presidente le dio el ejecútese al día siguien-te. En virtud de ese decreto se le concedió aJuan Rafael Mora el título de capitán general ya José Joaquín Mora el de teniente general. Alpresidente se le otorgaron 20.000 pesos y a JoséMaría Cañas 15.000 pesos por las pérdidas quesufrieron en sus intereses por ocuparse de laguerra. Esas sumas se les pagarían de inmediatoy con prioridad sobre otros gastos mientras quela entrega de un estipendio y de otras ayudaspara los soldados y las viudas, huérfanos yotros familiares debería esperar a que las cir-cunstancias del erario 10 permitiesen. (ANCR.Congreso no.5189)

El artículo sétimo de proyecto mandabaque el gobierno colocara en el centro de la fuentepública que la municipalidad iba a construir enla plaza mayor, nombre con el que se conocía elparque central, un monumento que eternizara lamemoria de los triunfos de Santa Rosa, Rivas yel San Juan. El artículo octavo estipulaba queen recuerdo del triunfo completo de las armascentroamericanas y de la rendición y expulsiónde las fuerzas filibusteras, el día primero demayo sería feriado y se celebraría en toda larepública con la solemnidad posible saludándoseel pabellón en la aurora de dicho día con veintiúncañonazos. (ANCR. Congreso no.5189).

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FALLAS: La campaña nacional 1856-1857 y la construcción del Estado Nación

El derrocamiento de Mora dejó en suspen-so la aplicación de los artículos sétimo y octavodel decreto, más no el que ordenaba los ascensos.El 24 de agosto de 1859, Vicente Aguilar, minis-tro de Hacienda y Guerra del nuevo gobiernoencabezado por Montealegre, le comunicó alcomandante general que el ejecutivo se habíaservido acordar promociones de oficiales que sedistinguieron en la guerra contra los filibusteros.Aguilar explicaba que habían trascurrido casi dosaños desde la promulgación del decreto sin quese hubiese dado cumplimiento y por consecuen-cia de esa omisión "la nación no ha satisfecho ladeuda sagrada que contrajo con los defensoresde su integridad, soberanía e independencia."(ANCR. Guerra no. 4791: 76-77).

En efecto, había habido omisión, puescomo se indicó el decreto solamente se apli-có para los dos Mora y Cañas, hecho que fueduramente criticado por sus adversarios, y laspromociones probablemente fueron bien mere-cidas. Sin embargo, cabe apuntar que la lista delos beneficiados la encabezaban los oficiales quehabían gestado el golpe de cuartel contra Mora yque Montealegre ordenó las promociones a esca-sos diez días de haberse producido ese. Así, elcoronel Lorenzo Salazar fue ascendido a Generalde División, el sargento mayor Máximo Blancoa General de Brigada y los sargentos mayoresLuis Pacheco, Sotero Rodríguez y ClodomiroEscalante a tenientes coroneles. (ANCR Guerrano.4791: 76-77). Los servicios a la patria de otrosoficiales y de quienes sirvieron como soldadosrasos fueron retribuidos posteriormente con pen-siones del estado para ellos o sus familiares.

A fines del siglo XIX se dio cumplimientoal artículo sétimo del decreto de 1857 antes men-cionado. Las gestiones para colocación del monu-mento conmemorativo de la Campaña Nacional seiniciaron en 1888 cuando el presidente BernardoSoto y el secretario de Hacienda autorizaron aManuel María Peralta, ministro plenipotenciarioen Francia, a contratar la construcción del monu-mento. Se tomó la decisión de ubicarlo en la Plazade la Estación, a la que se le cambió el nombrepor el de Parque Nacional, debido a que el ParqueCentral no ofrecía las condiciones propicias paraalbergar el monumento dada su magnitud y la

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existencia de arboledas que estorbaban. Ademásla Plaza de la Estación, por ser el sitio de llegadadel ferrocarril del atlántico era la puerta de entra-da a la capital. Después de la laboriosa tarea decolocar los cimientos, el pedestal y las piezas, elMonumento Nacional estuvo listo para su inau-guración la cual se fijó para el 15 de setiembre de1895 en el marco de tres días de festejos oficia-les. En el acto solemne se contó con la presenciade veteranos de la Campaña Nacional y de dele-gaciones de los otros países centroamericanos,invitadas de honor del gobierno. (Fumero, 1998y Zeledón, 2006:349-361).

La Comisión Permanente del Congresofacultó al poder ejecutivo a fundir tres cruces deoro que serían entregadas durante la ceremoniade develización del Monumento Nacional a losdescendientes de los líderes de la guerra contralos filibusteros. Camilo Mora fue condecoradocon la cruz de oro de su padre y en cuya inscrip-ción se leía "A la memoria del Benemérito gene-ral don Juan Rafael Mora. La patria agradecida."Igualmente fueron condecorados con una cruzde oro los descendientes de José Joaquín Moray José María Cañas. Asimismo, el ejecutivo fueautorizado a condecorar con una medalla deoro con la inscripción "A los veteranos de lasCampañas de 1856 y 1857. La Patria reconocida"a cada uno de los jefes y oficiales que sirvieronen el ejército expedicionario. A los individuosde la tropa se les condecoró con una medallade plata con la leyenda "A los soldados de lasCampaña de 1856 y 1857.La Patria reconocida."Todas tuvieron al reverso grabado en relieve elMonumento Nacional y la fecha 15 de setiembrede 1895. (Fumero, 1998:112).

IV. MORA EL DEFENSORDE LA SOBERANÍA

Para financiar los preparativos para la gue-rra, a fines de febrero de 1856, Mora dispuso pordecreto levantar un empréstito nacional de 100.000pesos entre las personas con mayores recursosde las cuatro ciudades principales. En San Josése recaudarían 45.000 pesos, 20.000 en Cartagoy Heredia y 15.000 en Alajuela. Se nombraron

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comisiones que escogieron a los ciudadanos quedebieron contribuir al préstamo. A esas personasse les pagó un interés del uno por ciento mensual.(Obregón Loría, 1976:70). Además, de la impo-sición de préstamos obligatorios, se gestionó unpréstamo externo, el cual se obtuvo del gobiernode Perú por cerca de 20.000 libras esterlinas. Sinembargo, esa suma fue recibida tardíamente en1857, después de terminada la guerra. (GonzálezVíquez, 1925: 177-184)..

A pesar de los esfuerzos por aumentar losrecursos para enfrentar la amenaza filibustera,la guerra consumió casi por completo los fondosdel tesoro público. Como se había anticipado, elnormal funcionamiento de las actividades pro-ductivas en 1856 se vio afectado por la falta debrazos, en un país donde ya de por sí había esca-sez de mano de obra. Hubo faltante de alimentosbásicos como el maíz, el trigo y las papas. Laepidemia del cólera entre mayo y julio de ese añocontribuyó a agravar la difícil situación, pues eltotal de fallecidos osciló entre un 8 y un 10 porciento de la población total. (Molina, 2000:42).

En ese contexto de crisis económica, fis-cal y demográfica en el que se habían hecho rea-lidad las predicciones de aquellos que expresarontemores por las consecuencias tendría una guerraen el exterior, podría pensarse que se habría ges-tado un clima de oposición generalizada a la pre-paración de una nueva ofensiva para continuar laguerra. Ocurrió lo contrario, cientos de costarri-censes dieron un voto de confianza al presidenteMora y ofrecieron contribuciones voluntariaspara reanudar las campañas militares contra losfilibusteros. El periódico Boletín Oficial publícóen noviembre de 1856 las listas levantadas entrelos vecinos de San José, Heredia y Alajuela consus respectivas donaciones e informaba que sesabía que en Cartago también se estaban reali-zando suscripciones. El periódico transcribió unacarta enviada por los contribuyentes de San Joséal presidente en la que decían:

"Los abajo firmados convencidos de que en laceleridad y energía con que se haga la guerra alos injustos invasores de Ceruroamérica estribala salvación común; satisfechos de la opiniónde V. E., notoria a todos los costarricenses, y

sabiendo que si no ha continuado las hostili-dades con decidido vigor, es, porque exhaustoel erario y teniendo que contrariar una cobar-de, aunque insignificante oposición, no quiereVuestra Excelencia desplegar la fuerza de sucarácter ni hacer uso de sus omnímodas facul-tades que la nación le ha concedido, hasta unextremo. Ante V.E. comparecemos ofreciendonuestras personas y bienes en general." (BoletínOficial 19 de noviembre de 1856).

Seguidamente adjuntaban la lista de con-tribuciones que incluyeron café en cantidadesentre 100 y 10 quintales, ganado, caballos, dineroen efectivo y servicios. Tal fue el caso de EmilioSegura que al ofrecer 51 pesos dijo estar "prontoa marchar" y Joaquín Fernández que prometió20 quintales de café y "mis servicios gratis comomilitar." (ANCR Gobernación no. 26134). Entrelos donantes estuvo el Obispo Llorente que ofre-ció 100 pesos. En el siguiente número del mismoperiódico se publicaron listas de contribucio-nes voluntarias de otras localidades del país.Los contribuyentes voluntarios heredianos sepronunciaron en forma similar a los josefinos.Manifestaron al presidente:

"Conocemos la decisión de V. E. por dar cimaa la empresa vital de nuestra emancipación,convencidos del inminente peligro que corremossi prolongamos por más tiempo la criminalindiferencia que nos anonada y asimila a fríosautómatas: creemos que la exhaustes del erarioy la consideración de V.E. por las ocurrenciaspasadas, le atan para" emprender de nuevo eldeseado aniquilamiento de la falange devasta-dora." (Boletín Oficial, 19 de noviembre 1856).

Por esas razones, continuaban, creían sudeber el ofrecer un empréstito voluntario.

El presidente respondió a esa muestra deapoyo indicando que el gobierno veía con sumogozo esas manifestaciones generosas, ese espíritunacional que se levantaba pródigo de su sangre yde su fortuna y que aceptaba con júbilo esas ofer-tas pero no como donativos sino como emprésti-tos. Ese pueblo, continuaba Mora, que daba todosu apoyo a la patriótica cruzada:

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"es un pueblo digno de llamarse pueblo repu-blicano y libre porquetiene en su corazón, elsentimiento de su dignidad, porque nada habráque le haga retroceder en la noble resoluciónque ha tomado porque ha querido y quiere viviro morir aspirando el aura de libertad." (BoletínOficial 19 de noviembre de 1856).

Mora agregaba que la suscripción habíasido promovida por "nobles patricios" que habíancreído que el gobierno vacilaba por falta derecursos para reanudar la guerra, a pesar de quecontaba ya con la autorización del Congreso. No,explicaba Mora, el gobierno no vacilaba ni vaci-laría nunca pues eso sería insultar a la nación,apostatar de sus creencias, sería como inclinar lafrente y esperar que el hacha del filibusterismocayera sobre nuestras cabezas. La razón para lademora, añadía, se encontraba en los repetidospartes que enviaba el general Cañas aconsejandoque no marcharan más tropas por tierra porquelos caminos estaban intransitables. Mora agregóque se preparaba una campaña en que el almaserían los vapores, de los cuales carecía el país,pero que se estaba trabajando con tesón paraadquirirlos. (Boletín Oficial 19 de noviembrede 1856). Efectivamente, los combates decisivospara la rendición de Walker involucraron a losvapores en la vía del tránsito.

El apoyo al presidente y la confianzadepositada en él probablemente fueron fortaleci-das por las composiciones de El Clarín Patrióticoescritas en honor de Mora. El elogio a su lideraz-go se pone de manifiesto a continuación en dosestrofas de una de esas composiciones:

"De guerra y peste el bárbaro exterminioCosta Rica impertérrita deplora,Desde que un vil traidor a su dominioLa quiso sujetar en mala horaMas érais ¡oh gran Mora!Jefe de la nación costarricenseA quien otro magnánimo no venceEn laudable designio.Mas, vos Señor, cual roca imperturbableque en medio del océano enfurecidoEternamente firme, incontrastableTempestades sin fin ha resistido;

todo lo habéis podidoimpávido arrostrar con celo ardiente,y vuestro nombre a la futura gentellegará, perdurable."(Quesada, 2006: 237).

El nombre de Mora ha llegado hasta lasgeneraciones del presente tal y como lo predecíaEl Clarín Patriótico y ha perdurado. No obstante,la transmisión entre generaciones no fue ininte-rrumpida. Confl ictos de intereses, descontentopor medidas arbitrarias, por su nepotismo y porla reelección para un nuevo periodo de seis años,enfrentaron a Mora con varios de los miembrosmás influyentes de la elite y condujeron a suderrocamiento en 1859. (Fallas, 2004: 99-116).Dos días después de su caída fue escoltado aPuntarenas donde se embarcó hacia El Salvador,país en el que estableció su residencia. Mora, sinembargo no se resignó a su suerte y durante unaño trabajó activamente en la organización deuna expedición armada para recuperar el poder.La existencia de un grupo de personas que semantuvieron leales a Mora y estuvieron dispues-tas participar en planes de levantamiento parareinstalarlo en la presidencia marcó una diferen-cia sustancial con otros golpes de estado en losque no hubo resistencia.

Entre setiembre de 1859 y setiembre de1860 hubo cerca de ocho intentos de tomarlos cuarteles para desconocer al presidenteMontealegre gestados por oficiales de baja gra-duación: subtenientes, tenientes y capitanes. Lamayoría de ellos había tenido una actuacióndestacada en la Campaña Nacional e intentaronobtener apoyo de los milicianos y de la poblaciónen general recordándoles los méritos de Mora enla derrota de los filibusteros. Por ejemplo, JesúsVargas trató de convencer a un grupo de vecinosde Santa Ana de marchar con la tropa a San Joséa tomar los cuarteles diciéndoles que en lo únicoque había delinquido don Juanito había sidoen "ir a Nicaragua a poner el pecho al frente"(ANCR. Guerra no. 10445). Los expedientes dela serie Guerra del Archivo Nacional referentes alos implicados en las conspiraciones gestadas porlos partidarios de Mora revelan la participaciónen ellas de figuras destacadas en los combates

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en el río San Juan: Juan María Castro, SalvadorMora, Dionisio Jiménez, Próspero Montes deOca, Adolfo Escobar y Juan Estrada, entre otros.Los dos primeros estuvieron junto a Mora enPuntarenas cuando desembarcó para encabezarun levantamiento general en setiembre de 1860.Ese fracasó por varios factores, entre ellos erro-res en el planeamiento, en la estimación de lafuerza militar con la que se contaba y principal-mente por el conocimiento anticipado que tuvo elgobierno y que le permitió detener a los líderesy a bloquear los caminos para evitar que Morarecibiera el apoyo que necesitaba. Las tropasoficiales al mando del general Máximo Blancoderrotaron a los moristas. Mora fue sometido aun consejo de guerra verbal y fue condenado a lapena de muerte ya que al invadir el país cometióel delito de alta traición. Fue fusilado el 30 desetiembre de 1860. (Meléndez, 1968:120-121).

Los hechos que antecedieron a la muertede Mora, que el único jefe de estado costarricenseal que se aplicó la pena capital en el siglo XIX,desataron pasiones y produjeron una profundadivisión en torno a su figura y a sus actuaciones.Sus opositores entre la elite criticaron duramen-te su administración calificándola de tiránica,señalando ambiciones desmedidas por el podery el control de los fondos públicos además deresponsabilizarlo por el derramamiento de sangreocasionado por su invasión. (Ver: Oficial 1860 y1861) En las filas de los moristas se encontrabanfamiliares y amigos cercanos, miembros de laelite, así como, militares de baja graduación,taquilleros de licores, pequeños comerciantes yagricultores e individuos de las clases populares.Para ellos Mora seguía siendo el presidente legí-timo que había caído víctima de una traición delos comandantes. Se mantuvieron fieles a él y loapoyaron por la lealtad que sentían por el líder dela guerra contra los filibusteros. Asimismo, otroscomo Vicente Montero, artesano y el músico de labanda marcial, recordaban que "don Juanito habíahecho muchos edificios y el país había reportadobajo su gobierno muchos bienes mientras queestos ladrones que están en los cuarteles no quie-ren más que robar". (ANCR. Guerra no.8873).

Al episodio trágico de los sucesos desetiembre de 1860 siguió un periodo en el que

en las esferas oficiales se cubrió con un velode olvido la contribución de Juan Rafael Moraal desarrollo de la institucionalidad del Estadoy su protagonismo en la Campaña Nacional.Es probable que su recuerdo siguiera vivo enlos hombres y mujeres protagonistas de losacontecimientos que le hicieron acreedor de unlugar privilegiado en la memoria de la gesta de1856 y 1857 los cuales le guardaron afecto yconsideración. No obstante, el reconocimientooficial de sus méritos demoró años. Casi uncuarto de siglo después de su muerte, en 1873,tres diputados, Carlos Sancho, Miguel Macayay Rafael Barroeta elevaron una propuesta paraque el Congreso mandara a celebrar en honorde Mora honras fúnebres oficiales dignas de unantiguo servidor de la república. Los diputadosmanifestaron:

"El tiempo ha despejado las nubes que oscure-cían los méritos y servicios del señor don JuanRafael Mora. La historia le hace honor_ponede presente a los ojos de los costarricenseslos grandes e importantes servicios que aqueleminente república prestó a su patria: los sacri-ficios que hizo en su larga carrera pública.Aparte de los progresos tangibles, intelec-tuales y materiales que promovió o a queprestó mano fuerte durante su administra-ción, descuella muyalta, muy reluciente, laparte activa, la dirección personal y eficazque tomara en pro de la nacionalidad deCosta Rica cuando el filibusterismo- potentey amenazante se hallaba a nuestras puertasCuando invadido insolente y atrevidamentenuestro querido y sagrado suelo por una partidade aventureros, apoyados por su más que aven-turero jefe, la rechazó a fuego y sangre_la hizoretroceder a la república de que alevosamente,se había, aunque muy de paso, apoderado."(ANCR Congreso no.8643).

Opinaban que Mora había pagado con suvida las faltas que más tarde se le atribuyeron yque la patria tenía una deuda inmensa con eseesclarecido patriota. Los diputados exhortarona los miembros del Congreso a dejar a la his-toria imparcial hacer las apreciaciones de los

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actos públicos de Mora y "con la hidalguía quecumple al republicano, no recordemos más quesus inapreciables, oportunos hechos para honrarsu memoria." Una comisión especial emitió undictamen en el cual se compartía el criterio delos diputados proponentes de que era a la historiay no a ellos a la que le correspondía presentar ala posteridad a Mora en su verdadero aspecto.Señalaba la comisión que "quizás la generaciónactual no puede todavía desprenderse de esashuellas, que han quedado aún, de las pasionespolíticas que dominaron en esa época no lejanatodavía, no obstante considerárseles extinguidas.Las apoteosis así como los rencores dejan trasde sí recuerdos por mucho tiempo." (ANCRCongreso no. 8643). Los miembros de la comi-sión acogieron la propuesta de que la naciónpagara a los restos de Mora el tributo de su agra-decimiento. Sin embargo, indicaron que si dejusticia se trataba sería una falta imperdonable nohacer mención de José María Cañas, "un perso-naje cuya pérdida llora todavía Costa Rica y cuyamemoria está en el corazón de este pueblo agra-decido. Cañas infatigable y constante guerrero dela independencia e integridad nacional." (ANCR.Congreso no.8643). Propusieron además que sediera reconocimiento a otro costarricense ilustre,Braulio Carrillo, haciendo cumplir el decreto de1848 que disponía el traslado de sus restos desdeEl Salvador para hacerle honras fúnebres y depo-sitarIos en un lugar distinguido.

Asimismo, la comisión recomendó que elpoder ejecutivo hiciera construir un mausoleo enel panteón general de la capital y depositara en ellos restos de los finados Mora, Cañas y Carrilloy que tuviera capacidad para recibir los de otrospersonaje beneméritos a quienes la repúblicaotorgara esa distinción. Se dieron dos lecturas aldictamen de la comisión. La tercera lectura se diotres años más tarde, en julio de 1876 y se firmóun decreto que recogía la propuesta y destinabaun presupuesto de 20.000 pesos para el mausoleo.Si bien el 15 de setiembre de 1895 se colocó laprimera piedra del mausoleo, ese nunca se cons-truyó. Las honras fúnebres para Mora y su estatuadebieron esperar la llegada del nuevo siglo.

Una de las primeras mociones en esa direc-ción, la impulsó en 1912 el diputado alajuelense

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Manuel Peralta que propuso que se colocara unbusto de Mora en algún lugar preferente parahonrar su memoria. Al año siguiente, 1913, CletoGonzález Víquez en un artículo en el periódicoLa Información exhortó a celebrar suntuosamen-te el centenario del nacimiento de Mora. La ideatuvo acogida y se nombró una comisión para losactos conmemorativos que tuvieron lugar el 15de setiembre de 1914. En esa fecha se colocó unalápida conmemorativa en la casa donde nació yseguidamente hubo una procesión CÍvica y mili-tar hacia el cementerio general donde se inauguróun busto en el sitio en el que reposan sus restos.(Castro, 1915: 95-98). Quince años más tardese erigió una estatua en honor de Mora frenteal edificio de Correos y Telégrafos la cual fueinaugurada el 1 de mayo de 1929. En esa fecha,Luis Dobles Segrega, Secretario de EducaciónPública, pronunció un discurso en el que dijo:

"Hemos venido en torno a este var6nfuerte por-que él fue, y sigue siendo, la campana de nues-tra libertad. Vibró todo él, cuando era carnemortal, y los labriegos sencillos, que araban alamparo de una paz venturosa, suspendieron lafaena, otearon el horizonte, comprendieron lainmensa responsabilidad que tenían de legarlibre a sus hijos la tierra que libre heredaron delos mayores ... Que su ejemplo se imite, siempreque sea preciso combatir por el honor y la inde-pendencia de Costa Rica." (La Tribuna. Jueves2 de mayo de 1929. Citado en Urbina sj)

Finalmente, Costa Rica saldaba la deudaque tenía pendiente con el estadista visionarioque supo conducirla con firmeza en uno de losmomentos más críticos de su historia.

CONCLUSIÓN

La Campaña Nacional como lucha porla libertad es considerada como una guerra porla independencia. Esta no se libró contra losejércitos españoles, como en otras colonias deHispanoamérica, sino contra las huestes filibus-teras que pretendían dominar Centroamérica.La amenaza a la existencia de Costa Rica como

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una nacion soberana fortaleció el patriotismoy movilizó a la población a la lucha. La guerracontra los filibusteros fue una experiencia quecontribuyó a fortalecer una identidad colectivaentre los costarricenses otorgándole rasgos mejordefinidos a la nación, componente ideal imagina-rio del estado.

El liderazgo del presidente Mora y lavaliente actuación del ejército en la defensa dela soberanía contribuyeron a la aceptación de laautoridad. El prestigio ganado en la CampañaNacional por los militares Máximo Blanco yLorenzo Salazar les hizo figuras de peso en lapolítica de la década de los años sesenta. La ame-naza de una agresión desde el exterior justificó lainversión en armamento y en entrenamiento delas tropas fortaleciendo su capacidad de ejercerel monopolio de los medios de coerción, funda-mental para que el Estado imponga un sistemade dominación.

Aquellos costarricenses que sacrificaronsu vida por la libertad de la patria en loscombates de 1856 y 1857 forman parte de lamemoria nacional. Están representados en JuanSantamaría, el humilde alajuelense héroe de labatalla de Rivas. Las estatuas, los monumentos,los himnos, las canciones y los poemas rindenhomenaje a los héroes de la Campaña Nacional ynos exhortan a ser hoy, como lo fueron ellos ayer,celosos guardianes de nuestra independencia.

FUENTES

Documentos del Archivo Nacional de Costa Rica(ANCR)

Serie Congreso: no. 5095 Memoria de RelacionesExteriores, 1856

no. 5097 Memoria de Hacienda, 1856

no. 5189 Reconocimiento a los Mora y Cañas por laguerra contra los filibusteros, 1857

no. 7447 Mensaje del Presidente Mora al Congreso,1855

no. 7483 Memoria de Hacienda, 1854

no. 7527 Memoria de Relaciones Exteriores, 1855

no. 8643 Reconocimiento de servicios a la patria deJuan R. Mora,1873-1876

no. 11861. Mensaje del Presidente Mora al Congreso,1856

no. 20838 Memoria de Hacienda, 1855

Serie Guerra: no.4791 Comunicaciones ministeriales,1859

no. 8873 Información levantada para averi-guar si hubo conato de sedición contrael gobierno, 1859

no.10445 Instrucción para averiguar los moto-res y cómplices de la conspiracióncontra el gobierno provisorio en Pacaca, octu-bre-noviembre 1859

PeriódicosBoletín Oficial 1855 - 1857Nueva Era 1859 - 1860

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