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20 ANIVERSARIO DE LA CAÍDA DEL MURO DE
BERLÍN
Por: Geraldina González de la Vega (Licencia Creative Commons)
Para los Rudolf, mi familia.
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I. El Muro de Berlín a 48 años de distancia
El muro no apareció de la noche a la mañana, sino que se fue construyendo
poco a poco. Para la década de los ochenta el muro se veía así: En la zona de la
RDA se levantó un muro de cemento de unos cuatro metros de alto y una valla
interior con barricadas y alambrada con un cinturón iluminado, llamado “la
franja de la muerte”. Las torres de vigilancia eran de cemento, seguidas de las
vallas de señal, las zanjas de bloqueo para autos y los anexos para la revisión
con perros.
Después de la guerra, Alemania (y Berlín) quedan divididas en cuatro
zonas, que al final se convertirán en dos: la oriental a manos de los
soviéticos y la occidental a manos de los aliados. El enfrentamiento de
intereses entre los dos grandes poderes llevan al comienzo de la Guerra
Fría entre 1947/48. La primera crisis de Berlín se da en el marco de la
reforma monetaria introducida en el territorio occidental en junio de
1948. La URSS decide no participar en el establecimiento de una
economía de mercado en su zona y bloquea Berlín occidental (WB)
durante 11 meses. En 1949, se organizan constitucionalmente la
República Federal Alemana (RFA) y la República Democrática Alemana
(RDA). La segunda crisis de Berlín sucede a partir de un últimatum que el
líder soviético, Nikita Jrushchov, lanza en noviembre de 1958. En él da
seis meses a los aliados occidentales para entrar en negociaciones para
un tratado de paz y la transformación de WB en un estado libre. Así
mismo, amenaza con la firma de un tratado de paz unlitateral con la RDA
lo que le transmitiría el control de las vías de comunicación hacia WB.
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Los aliados no respondieron y se negaron a negociarlo durante dos años.
La URSS no tomó medidas inmediatas.
El plan económico de la RDA no estaba funcionando, escaseaban muchos
productos básicos y se limitaban derechos. Entre 1949 y 1961 cerca de
2,7 millones de personas abandonaron el territorio de la RDA. A
principios de 1961, el Secretario General del SED, Walter Ulbricht,
propone a Jrushchov cerrar las fronteras para evitar la fuga de cerebros y
solicita un crédito de 800 millones de marcos alemanes. Ulbricht
consideraba que de seguir así, la RDA entraría en una seria crisis de
abastecimiento y producción con lo que la aspiración comunista de
probarse mejor que el capitalismo, fracasaría. El 30 de enero, Jrushchov
accedió al préstamo.
El 20 de enero de 1961 toma posesión como Presidente de los Estados
Unidos, John Fitzgerald Kennedy. En su discurso de inauguración ofrece
un nuevo comienzo a los enemigos. Sin embargo, para el 17 de abril, JFK
apoya la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba. El 4 de junio, se reunen
en Viena, JFK y Nikita Jrushchov. Jrushchov aprovecha el desastre de
Bahía de Cochinos para presionar a los Estados Unidos, y repite su
ultimátum de 1958.
El 15 de junio de 1961 Walter Ulbricht da una conferencia de prensa
donde responde a una pregunta de una periodista del Frankfurter
Rundschau con una frase que pasaría a la historia “Nadie tiene intención
de construir un muro.” La intención era influir la decisión de Jrushchov
de aprobar el sellado de fronteras con occidente, provocando el éxodo de
más ciudadanos de la RDA. El 25 de julio de 1961, JFK apareció en TV
aclarando la situación de Berlín. Subraya la importancia de WB para el
“mundo libre” y establece los tres puntos o posición mínima sobre éste
territorio aliado: el libre acceso a WB, el derecho al despliegue de tropas
en WB y la capacidad de superviviencia de WB. Jrushchov tomó muy mal
las palabras de Kennedy y unos días después congela las pláticas
bilaterales para el desarme.
Con esto, se abre una nueva crisis para Berlín lo que trae de nuevo a la
mente de Jrushchov la solicitud de Ulbricht sobre sellar las fronteras. El
Archivo de Historia Estatal Ruso permitió muy recientemente el acceso a
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sus documentos, entre los que se encontró el protocolo de la plática en
Moscú, previa a la reunión del Pacto de Varsovia, entre Ulbricht y
Jrushchov el día 1 de agosto de 1961. En ella, ambos Secretarios
Generales acordaron la construcción de un muro que dividiría a Berlín.
Para Jrushchov la construcción del Muro implicaría tanto la estabilización
de la RDA como la cementación del status quo en Europa. “Le damos,
camarada Ulbricht, una, dos semanas, para que se construya ese muro
que deberá pasar a lo largo de las fronteras de los sectores.”
Ulbricht volvió el 5 de agosto a Berlín e informó al Politburó el día 7, y
envió la información a la Asamblea Popular para que realizara una sesión
especial el día 11. Designó a Erich Honecker, entonces Secretario de
Seguridad, como encargado de poner en práctica los detalles de la
Operación ‘Rose’. Honecker, quien sucedería a Ulbricht en su carácter de
Secretario General del SED (hasta 1989), a su vez se coordinó con Erich
Mielke, el Ministro de Seguridad Nacional y director (hasta 1987) de la
Stasi.
Para el 31 de julio de 1961 el campamento de urgencia de Berlin-
Marienfelde registraba 30,444 refugiados de la RDA. Según datos del
Bundeszentrale für politische Bildung, la pérdida total de población de la
RDA durante los primeros 12 días del mes de agosto de 1961 fué de
16,785 personas.
El 11 de agosto se anunció a los periodistas fieles al SED y a jefes
regionales y se les instruyó para la propaganda que justificara la acción y
se ayudara a calmar a la población de la RDA. El mismo día, la Asamblea
Popular confirma la decisión y avala las medidas ya puestas en marcha
para evitar “la caza y el comercio de personas que realiza Alemania
occidental y WB”. Una vez levantado, el muro fué denominado “Muro de
Protección Antifascista”.
El mismo sábado 12, Walter Ulbricht invitó a la primera plana del
Gobierno y de los “partidos políticos” a la casa de gobierno de Döllnsee,
conocida como Haus zu den Birken. Por la noche, después de la cena,
“consultó” con sus ministros y los líderes de los partidos la medida. Horas
antes, funcionarios del Gobierno en Berlín habían comenzado a imprimir
el decreto ya aprobado por los ministros.
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La operación de clausura de las fronteras comenzó a la 1 am del domingo
13 de agosto de 1961, se colocaron centinelas cada 2 metros para evitar
escapes mientras se construyeron barricadas en las calles con alambres
de púas, tanques y bardas de concreto improvisadas. Se apagó la
iluminación pública. 68 de 81 puntos de cruce serían barricados.
La bitácora de la jefatura de la Policía Popular del 13 de agosto contiene
entradas a partir de las 4.25 am y en ella se puede leer cómo se
desarrolló el domingo en Berlín oriental a la vista de la policía. Se puede
leer que la zona de mayor conflicto fué Berlin Mitte, cerca de la Puerta de
Brandenburgo, donde se formaron grupos de hasta 5000 del lado
occidental y de menos de 300 del lado oriental. En general la gente de OB
se mostraba más pacífica (por temor) que la de WB, quienes tenían mayor
libertad para demostrarse. La policía apuntaba placas y/o nombre y
generales de personas que lanzaban insultos o condenaban el hecho. La
gente de WB buscaba romper o quitar las vallas y los alambres, animaba
a la gente de OB a hacer lo mismo. En Treptow, cerca de las 12 del día
los tanques dispersaron a unas 1500 personas que se habían juntado y
comenzaban a reclamar. Cerca de la 1 de la tarde se envían tanques a la
Puerta de Brandenburgo. Ese día, la bitácora reporta 12 fugas exitosas, la
gran mayoría por agua. La gente se tiraba a los canales y la gente de WB
los ayudaba a cruzar hasta el otro lado.
Ese 13 de agosto se cerró el último paso entre la RDA y la RFA que
quedaría sellado por 28 años. Entre 1961 y 1989 más de 700 personas
perdieron la vida al intentar huír por las fronteras, de ellos, más de 150
murieron por disparos o explosiones de minas. En el Muro, murieron
cerca de 136 personas.
II. La Revolución Alemana de 1989
„No pierdan la confianza ni el coraje. Aunque las tiranías parecen hechas
para durar la eternidad, sus días están contados.” Palabras del
Vicepresidente Lyndon B. Johnson el 19 de agosto de 1961 en Berlín
occidental, 6 días después de que comenzara a levantarse el Muro de
Berlín. El 19 de agosto de 1989 el Muro seguía allí y la confianza y el
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coraje de muchos ya había desaparecido. Entre 1961 y 1989, 5075
personas lograron traspasar el Muro exitosamente.
El 3 de octubre se celebra en Alemania el día de la Reunificación. Es el
único día libre por un festejo de carácter civil. Tres son los conceptos
básicos que describen los sucesos entre 1989 y 1990: La Caída del Muro
(Der Mauerfall) el 9 de noviembre de 1989; el cambio (Die Wende) que
se entiende como el proceso de cambio político, económico y social entre
la Caída y la Reunificación; y la Reunificación (Die Wiedervereinigung)
que formaliza la integración de la RDA a la RFA, el 3 de octubre de 1990.
1. Der Mauerfall (La Caída del Muro)
La Caída del Muro puede ubicarse desde principios de la década de los
ochenta. El “imperio soviético” estaba interconectado, y aunque lo que
sucediera en Polonia no necesariamente tendría efectos inmediatos en
Alemania, sí en el largo plazo debilitaba al régimen dirigido desde Moscú.
Las razones por las que el Muro se cayó fueron fallas internas al sistema.
El comunismo falló económica y políticamente. Y fueron en los dos
ámbitos en donde poco a poco se fueron debilitando, a distinto ritmo y
con distinta intensidad, los regímenes de los 6 estados soviéticos y la
URSS. En esta nota me enfocaré solamente al caso alemán.
La Caída del Muro no sucedió en una noche como se acostumbra decir.
Suena romántico, pero al igual que su construcción, fué producto de una
cadena de acontecimientos. Para llegar a su construcción, y a su
destrucción, tuvieron que moverse muchas piezas del ajedrez alemán e
internacional. Entre el 13 y el 14 de agosto de 1961 se pusieron las
primeras barreras entre Berlín oriental y Berlín occidental; entre el 9 y el
10 de noviembre de 1989, los alemanes orientales derrumbaron y
brincaron esas barreras, que para finales de la década era ya todo un
sistema de contención y muerte. El Muro de Berlín marcó
simbólicamente la separación y la tensión de un mundo confrontado por
dos formas de pensar. La guerra fría, la OTAN y el Pacto de Varsovia, la
libertad y la igualdad. Durante cuatro décadas los satélites soviéticos
intentaron demostrar la capacidad del comunismo de generar
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prosperidad e igualdad. El problema es que olvidaron un ingrediente
básico para la felicidad: la libertad.
Antes de la construcción del Muro, las relaciones entre ambos estados
alemanes estaba marcada por la doctrina Hallstein, impulsada por
Konrad Adenauer, que proponía no reconocer a la RDA como estado
independiente y no tener relaciones con los estados que la reconocieran.
Con la construcción del muro y la enorme tensión internacional de los
siguientes meses, el gobierno de la RFA debe rectificar y comienza a
aplicar la propuesta apoyada por Willy Brandt y desarrollada por Egon
Bahr “Cambio a través del acercamiento”. Para 1966, Brandt funge como
Ministro de Exteriores y aplica la llamada política de “pequeños pasos” a
través de la cual se buscaba aminorar los efectos terríbles de la división
del país. En 1969 Brandt es electo Canciller, su gobierno de coalición
logró un acercamiento con la RDA, cuyo gobierno conducido por Erich
Honecker exigía el reconocimiento. La base para la “política alemana-
alemana” fué el tratado firmado entre ambos estados en 1972. En él
ambos estados se reconocen y establecen ciertas reglas de “vecindad y
cooperación”. Establecen representaciones permanentes y se determina
que son de diferentes puntos de vista respecto de la cuestión nacional y la
ciudadanía alemana. Con ello, las relaciones son llevaderas durante poco
más de dos décadas, aunque la RDA siguiera tildando de enemiga a la
RFA.
Con este acercamiento, la Stasi fortalece su aparato en el extranjero y en
1974 se descubre en el llamado “Guillaume Affair” que un asesor cercano
al canciller Brandt era un espía de la RDA. Esto provoca la renuncia del
soñador Brandt, quien es sustituído por el pragmático Helmut Schmidt,
también apoyado en una coalición entre su partido, el SPD y los liberales
del FDP.
Durante la década de los setenta la RDA muestra al mundo la prosperidad
económica del “Estado de los obreros y los campesinos”. El mundo
maravillado veía cómo el comunismo generaba también un milagro
económico, parecido al de la década de los cincuenta en la RFA. Los
números mostraban porcentajes de crecimiento y desarrollo. Las
medallas en los deportes. Alemania oriental era ejemplo de prosperidad.
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La realidad es que todo era un aparador. Las ciudades, en las calles no
visitadas por turistas, estaban en ruinas. El sistema económico estaba
apoyado en cimientos bastante endebles. La RDA no tenía una industria
productiva, importaba tecnología de occidente para poder sostener su
industria. Su sistema estaba basado en préstamos a la URSS y a
occidente. La URSS proporcionaba materia prima y petróleo a precios
bajos y controlados, a cambio de los productos alemanes. Durante la
primera crisis del petróleo de 1973 la URSS se vió obligada a subir sus
precios, después de todo, tenía también un pueblo que mantener. Pero el
shock vino con la segunda crisis de finales de los ochenta, la URSS se ve
obligada a reducir sus envíos y provoca una deuda masiva para la RDA. El
sistema bienestar alemán prometía apoyo del Estado “desde la cuna hasta
la tumba”, y si el régimen de Honecker no quería volver a ver las
revueltas de 1953, tenía que mantenerlo. La sustitución de garantía de
subsistencia por libertad era lo único que mantenía al pueblo de Alemania
oriental “tranquilo”, de manera que el régimen optó por inflar la deuda
para seguir gastando en el Estado bienestar y claro, en el ejército y la
seguridad. La RDA era del Pacto el segundo país que mayor presupuesto
destinaba a éstos rubros, cerca del 5.8%, por debajo sólamente de la
URSS. Y claro, había que mantener el Muro y a la Stasi. La Stasi, para
mediados de los ochenta, tenía un agente por cada 63 habitantes.
Comparativamente, durante los más álgidos años del Tercer Reich, se
estimaba que había un agente de la Gestapo por cada dos mil. En la
frontera se tenían desplegados 933,000 policías y agentes secretos. En la
RDA vivían 17 millones. Hasta 1970 el costo del muro fue de 100 millones
de marcos orientales. Hasta la fecha no se sabe cuanto costó. Se calcula
que para 1983 los costos del Muro podrían haber ascendido a mil
millones de marcos.
Para poder mantener este “tren de vida”, el régimen oriental tuvo que
apoyarse en, sí, el capitalismo. Además de las deudas por importaciones,
la RDA se aprovechaba de la RFA para reparaciones en carreteras,
mantenimiento de edificios y lugares históricos, obligaba a los visitantes a
un cambio de divisas mínimo diario. Y lo peor, “intercambiaba”
prisioneros ideológicos, por altas sumas de dinero. Según las bitácoras de
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la RFA, el régimen comunista, entre 1964 y 1990, obtuvo 3, 446 millones
de marcos alemanes por intercambio, o venta, de prisoneros. Se habla de
100mil marcos por prisionero o más. También, se aceptaron préstamos,
que se calcula, ascendían a los 1 o 2mil millones anuales. Durante el
gobierno de Helmut Kohl, se negociaron una serie de créditos, a éstas
alturas el gobierno de la RFA prefería que los alemanes orientales
pudieran tener una vida más o menos digna, y en la medida en que el
gobierno de la RDA dependiera de la RFA sería más fácil negociar la
flexibilización del régimen. Kohl autorizó que el entonces Ministro
Presidente de Baviera, Joseph Strauss negociara los créditos con
Alexander Schalck-Golodkowski, jefe de la empresa Coordinación
Comercial (KoKo por sus siglas en alemán). Una empresa capitalista en la
RDA, de dudosa legalidad, dedicada a financiar al régimen. La línea de
crédito fué de mil millones en 1982 y otros mil en 1983. A estas alturas
la URSS tenía ya suficientes problemas internos y gastos derivados de la
guerra en Afganistán, como para ocuparse de sus satélites.
Por el lado político, la firma del “Acta final de la Conferencia sobre la
Seguridad y Cooperación en Europa”, conocida como los Acuerdos de
Helsinki, en 1975 por parte 38 países, incluyendo el bloque soviético,
tuvo como consecuencia la formación de grupos de oposición dentro de la
RDA. Los líderes del bloque comunista pensaron que la firma de los
Acuerdos era un triunfo para ellos, pues se reconocía su territorios y su
soberanía, y destacaba el principio de no intervención. Lo que nunca
pensaron es que los Acuerdos tendrían efectos internamente. Y es que
dentro de los compromisos de Helsinki, los firmantes se comprometían a
respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales, la
igualdad de derechos y el derecho a la autodeterminación de los pueblos.
Gracias a ello, los ciudadanos de la RDA, como los de Polonia,
Checoslovaquia, URSS, Hungría, Bulgaria y Rumania, podían exigir a sus
regímenes el respeto a su derecho de tránsito, a la libertad de expresión,
de reunión, de creencias, de religión. Los Acuerdos de Helsinki
provocaron una reacción al interior de la RDA que no se esperaba.
Inmediatamente comenzaron a incrementar las solicitudes de visado, el
respeto al tratado ante instancias internacionales y extranjeras. Se
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formaron grupos organizados como Helsinki Watch, que después se
transformó en Human Rights Watch o la Carta 77 de Vaclav Havel en
Checoslovaquia. El régimen de Honecker reaccionó aumentando las
unidades especiales del Stasi, más agentes infiltrados y provocadores que
buscaban desanimar a los ciudadanos a exigir el respeto a los Acuerdos.
Evidentemente, las iglesias, Protestantes y Católicas de Alemania
aprovecharon la situación, se llegó a un concordato: el gobierno toleraría
la religión, si las iglesias prometían controlar a sus fieles. Fué de ésta
forma como las iglesias se convirtieron en un sitio de protesta, más que
de práctica de la fé. La gente se unió, no porque buscara una guía
espiritual, sino porque buscaba oponerse al régimen. La elección de Karol
Wojtyla en 1978 como Juan Pablo II fué por ello crucial. No sólo para su
natal Polonia, donde presionó suave y diplomáticamente, sino para los
estados soviéticos en general. Ya no era cuestión de fe, sino de libertad.
En los ochenta las piezas del tablero comenzaron a acomodarse: la
situación económica era cada vez más precaria, tanto en la RDA, como en
todo el bloque. La dependencia de occidente era cada vez más evidente y
se cumplía la profesía de posguerra “el comunismo caerá por su propio
peso”. La situación política ya tampoco era controlable, a pesar de que la
Stasi pretendía dominarlo todo pues contaba con millones de empleados,
y también pagaba los servicios de “espías sociales”, desde el vecino o el
amigo, hasta el chofer del autobus o la cajera del supermercado, por
ejemplo; pero la docilidad de los ciudadanos se fué perdiendo, la
propaganda ya no surtía efectos y la oposición abierta y /o clandestina era
cada vez mayor.
En 1981 toma posesión como Presidente de los Estados Unidos, Ronald
Reagan y se elige a Francois Miterrand como Presidente francés, en 1982
es electo Canciller de la RFA, Helmut Kohl y desde mayo de 1979 el Reino
Unido tenía como Primer Ministra a Margaret Tatcher. El cuarteto más
poderoso de la OTAN pertenecía al mismo bloque ideológico. Mientras
tanto, en la URSS los líderes no duraban más de 2 años. En 1982 muere
Brézhnev, en ‘84 Andrópov y en ‘85 Chernenko. Hasta que en marzo de
1985 se elige como Secretario General del PCUS a Mijaíl Gorbachov,
leninista convencido que acaba reformando la URSS.
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La llegada de Gorbachov al Kremlin y las reformas impulsadas ayudan a
desmantelar el desvencijado aparato comunista. No tenía intenciones de
suprimir el comunismo, al contrario, pretendía renovarlo. La Perestroika
(reestructuración), la Glasnost (apertura) y la Uskoreniye (aceleración) no
eran más que intentos de modernización del sistema. Estas
modernizaciones del jóven de Moscú, no cayeron nada en gracia a los
viejos de Berlín. Erich Honecker a sus 73 años, estalinista de cepa, no
veía con gran simpatía lo que sucedía ni en Moscú, ni en Hungría ni
mucho menos a pocos kilómetros de su frontera, en Polonia. Las
relaciones entre la RDA y Moscú se tornaron cada vez más frías.
Aún así, la política del Gobierno de Kohl fué suavizando el autoritarismo
de la República Democrática. Se removieron los disparadores
automáticos y las minas de las fronteras, se comenzaron a permitir viajes
y los funerales en Moscú permitieron a Kohl acercarse a Honecker,
mostrarle que tenían más en común entre ellos, que entre la RDA y la
URSS. Se cuestionó la orden de disparo en las fronteras. En 1987
Honecker realizó una visita a Bonn y en el mismo año, Ronald Reagan
pronuncia su conocido discurso en Berlín en el que conmina a Grobachov
a abrir el muro. El status quo de Berlín, y en general la división alemana,
era ya evidente. Lo importante de esas palabras fueron que Reagan volvió
a abrir esa cuestión con su llamado, puso el tema de nuevo sobre la mesa.
Para 1989, faltaba poco para que el castillo de naipes se derrumbara. El
régimen de Honecker hizo todo lo que estaba a su alcance para tirarlo.
Ese año la RDA celebraba su cuarenta aniversario. En enero Honecker
declaró que el Muro estaría unos cincuenta o cien años más. En marzo,
en Polonia se sientan en las mesas redondas el Solidaridad de Walesa y el
Gobierno, se permite al sindicato participar como partido político en las
elecciones de ese verano. En abril, el gobierno levanta la orden de
disparar a matar a quienes intentaran cruzar el Muro. El 2 de mayo el
gobierno de Hungría desmantela sus fronteras con Austria. El 7 de mayo
se convocan a elecciones comunales en la RDA, en Berlín el SED gana
con el 98,5% de los votos. La gente está furiosa, ya no soporta los timos y
ninguneos del Estado, ello provoca los “lunes de rezo” que se organizan
desde la Nikolai Kirche en Leipzig, comienzan con 2mil personas, para
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otoño, salen a las calles y llegan al medio millón. El 4 de junio sucede la
masacre de Tian’anmen, el mismo día en Polonia, el partido de Walesa,
gana muy altos porcentajes. Ese mismo mes, Gorbachov visita Alemania
occidental, lo que es visto con cierta reticencia en la RDA, renuncia a la
doctrina Brezhnev o de obligación de intervenir en caso de insurrección
en los satélites soviéticos. En julio, ciudadanos de la RDA comienzan a
migrar a Hungría y acaban, sorpresivamente, en Austria. En agosto se
llevan a cabo en Hungría los días de campo paneuropeos con los que
miles de alemanes logran huír a Austria. En septiembre se instala en
Polonia el primer gobierno no comunista de posguerra. Durante el verano
miles de alemanes comenzaron a invadir las embajadas de la RFA en
Hungría, Checoslovaquia y Polonia pidiendo asilo. Los jardines estaban
llenos de campamentos de refugiados.
Para el 30 de septiembre el Ministro de Exteriores, Hans-Dietrich
Genscher avisó en la embajada de Praga a los más de 4mil refugiados,
que podían salir de allí. A pesar de que Erich Mielke, jefe de la Stasi,
había desarrollado un plan para contenerlo, para el 2 de octubre se
reunieron en Leizpig más de 10mil personas. El 3 el gobierno suspendió
las visas para salir de la RDA a Checoslovaquia. Aún así, Honecker tenía
lista su fiesta del 40 aniversario de la República Democrática Alemana,
jóvenes y niños de todos los rincones, miembros de la Juventud Libre
Alemana (FDJ en alemán) arrivaron a Berlín para el desfile. Honecker no
supo si sonreir o llorar cuando la gente recibió al Secretario General del
PCUS con cantos “¡Gorbi, Gorbi, sálvanos!” El 9 de octubre la
manifestación de lunes en Lepzig llegó a los 70 mil. Los hombres del SED
(partido socialista unificado de Alemania) estaban preocupados.
Honecker no podía sostener más el régimen, decidieron que era hora de
removerlo. Egon Grenz, miembro del comité central del partido, se alió
con otros, y el 18 de octubre obligaron a dimitir a Honecker. Grenz fué el
último Secretario General del SED y jefe de Estado de la RDA.
Para el 23 de octubre las marchas de lunes en Leipzig agrupaban ya a
unos 300mil, aunado a ellas, crecía la oposición organizada. Grupos que
querían formar partidos políticos al estilo del Solidarnosc polaco para
competir en elecciones abiertas. Entre ellos Neue Forum que se convirtió
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después en Bündnis 90 y que hoy forma parte del partido Verde alemán.
Krenz recibió un reporte sobre la crítica situación económica: la RDA
estaba en bancarrota y los plazos para los pagos con la RFA ya estaban
vencidos. Para el 1 de noviembre, Krenz revocó la prohibición de viajes al
este, lo que provocó de nuevo el éxodo de muchos alemanes. El 4 de
noviembre se realizó una enorme manifestación en Berlín oriental. La
gente pedía elecciones y el SED no sabía qué hacer. Comenzaron a caer
las renuncias sobre las mesas del partido. El partido comenzó a enviar
mensajes incoherentes. La Stasi comenzó a desaparecer fichas. El 6 de
noviembre Leizpig vió 500mil personas marchando y gritando consignas
de todo tipo, que podían englobarse en “queremos libertad”. El Politburó
emitió una resolución el día 9 de noviembre. Se darían visas a todos para
permitir la salida a Checoslovaquia, se decidió llamarla “permisos
inmediatos de salida permanente”. Se reunió el comité y se convocó a una
rueda de prensa a las 6 de la tarde, en la que Günter Schabowski, vocero
del comité, daría los avisos como lo hacía usualmente. La leyenda cuenta
que todo se trató de una confusión, Schabowski leyó el aviso sobre las
nuevas reglas de viaje, sin darse cuenta que sus palabras implicaban la
apertura de fronteras. Un periodista preguntó, “¿a partir de cuándo se
darán los permisos de salida permanente?”, Schabowsky cansado, miró
su papel y respondió: “ a partir de ahora”.
La Caída del Muro de Berlín, es el concepto pop más usual y usado por
todos para referirse al proceso de cambio y fin de la división alemana y
de la Guerra Fría. El cambio o Die Wende es un concepto cultural
nacional, en Alemania la gente no habla de “la caída del Muro” sino de “el
cambio”, el punto histórico de referencia es “el cambio”. El tercer
concepto, la Reunificación, es el concepto técnico que explica la
formalización de la integración de la RDA a la RFA y que connota la
integración económica, jurídico-política de un país a otro.
2. Die Wende (El Cambio)
Se llama “el cambio” al periodo entre las elecciones simuladas del 7 de
mayo de 1989 y la primera elección libre de la RDA el 18 de marzo de
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1990. El concepto de “Die Wende” abarca los acontecimientos que
durante los últimos años de la década de los ochenta, llevaron a la caída
del Muro de Berlín y a la terminación del régimen autoritario en la RDA.
El día 9 de noviembre de 1989 se anunció en una conferencia de prensa
la modificación a los permisos de salida de los ciudadanos alemanes
orientales. La noticia leída por el vocero Günter Schabowski, fue
inmediatamente transmitida en los noticieros tanto de la RDA como de la
RFA y por las agencias de noticias internacionales. A las pocas horas se
reunieron cientos de personas en los puntos de cruce como el Checkpoint
Charlie. Allí comenzaron a exigir los alemanes, todos, de uno y otro lado,
la libertad para el cruce de la frontera sellada por el Muro. Los policías
fronterizos (GrePos) al no tener órdenes precisas pemitieron la salida,
comenzaron por sellar los documentos de los alemanes orientales
retirándoles la nacionalidad, pero al ver que las olas de ciudadanos que
querían cruzar „al otro lado“ era incontrolable, abrieron las puertas.
Alemanes de uno y otro lado cruzaron, la noche y los días que siguieron
se convirtieron en una fiesta. Muchos decidieron derribar pedazos de la
pared contra la que durante 28 años chocaron los sueños de 16 millones
de personas. Los alemanes de la RFA dieron la bienvenida a sus
hermanos orientales con plátanos y otros productos que escaseaban o de
plano no existían en la RDA. Las filas de „Trabis“ cruzando las fronteras
eran interminables. El gobierno de la RFA, en ese entonces dirigido por
Helmut Kohl, optó por regalar un dinero de bienvenida a los hermanos
orientales (Begrussungsgeld). „Si el DM (marco alemán) no viene a
nosotros“, decían, „nosotros iremos a él.“ Entre el 9 de noviembre de
1989 y el 18 de marzo de 1990 la situación era un tanto incierta. Hubo
alemanes de la RDA que prefirieron esperar a que les fuera oficialmente
permitida la salida, pues temían un regreso del régimen y un nuevo cierre
de fronteras, lo que les impediría volver a ver a familiares que se
quedarían de ese lado. Otros de plano aprovecharon la confusión y
dejaron la RDA para establecerse en la RFA. La salida de las familias de
la Alemania oriental era canalizada a través de campamentos localizados
cerca de las fronteras. Allí se cambiaban los documentos, se daba techo y
comida a los refugiados y se les reubicaba dentro del territorio de la
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Alemania occidental. Era un nuevo comienzo. Las profesiones y estudios
de los alemanes del este eran dificilmente revalidados, algunas carreras
de la RDA no existían en la RFA o peor, eran totalmente obsoletas. Los
estudios básicos tenían que ser revisados, revalidados y en ocasiones,
recursados. Las escuelas recibían alumnos que debían ser puestos al
corriente, sobre todo en materias como el inglés y las relacionadas con
educación para la ciudadanía.
La integración de los alemanes orientales en Alemania occidental no es
hoy un hecho consumado, puede escucharse todavía la referencia --y la
diferencia-- entre „ossies“ (orientales) y „wessies“ (occidentales). Los
principales reclamos de los ossies, son que los wessies son muy
arrogantes, frívolos y egoístas, mientras que los wessies reclaman que los
ossies no son competitivos, son quejumbrosos y les gusta depender del
Gobierno. El individualismo y el espíritu competitivo --y egoísta, propio
del capitalismo se revela, muchas veces, de forma negativa ante quienes
venían acostumbrados a la solidaridad y el compañerismo.
Las diferencias históricas, sociales y culturales se hacen patentes en una
multitud de formas que van desde las caricaturas hasta las relaciones
familiares. Los niños de la RDA crecieron con el Sandmännchen, con la
Jugendweihe o la iniciación de la juventud de la FDJ, viajaron en „Trabis“
o „Laras“ al Mar Báltico a las playas nudistas de la FKK, comían pepinos
agrios Spreewaldgurken y fueron educados para ver a Occidente como
„el enemigo“. Los niños de la RFA leían historietas de Asterix y Obelix,
admiraban a los Dallas Cowboys, comían döners y plátanos, paseaban en
autos Volkswagen y viajaban en avión a Mallorca. Pero todos admiraban a
McGyver, unos libremente, otros, clandestinamente.
„El cambio“ en Alemania no ha concluído. La tercera economía del mundo
vive, a 20 años de distancia, profundas diferencias entre este y oeste. Si
uno visita ciudades o partes no turísticas de ciudades en la ex-RDA puede
uno encontrarse todavía multifamiliares, viviendas en ruinas, iglesias y
otros edificios derruídos, fábricas abandonadas, caminos rotos; una
población vieja, jóvenes sin futuro, falta de esperanza y oportunidades.
No es casual que el trabajo y los servicios con mayor auge en el territorio
que ocupara la RDA sea el relacionado con la salud y el cuidado de
15
ancianos. Los jóvenes que viven allá no tienen oportunidades, por lo que o
emigran a occidente o son esponjas para ideologías radicales de derecha
o de izquierda. Alemania no es un país xenófobo, lo digo como extranjera
que allí vive; sin embargo, en los Parlamentos de Turingia y de Sajonia
estuvieron representados los nacionalistas del NPD, quienes, por fortuna,
sufrieron claras derrotas en las últimas elecciones. El pasado 27 de
septiembre, el partido de izquierda, Die Linke, conformado por disidentes
de la Socialdemocracia y remanentes del SED de la RDA, obtuvo altísimos
porcentajes en la región oriental de Alemania. Los movimientos hacia
ambos extremos no son más que reacciones ante una situación económica
que no presenta perspectivas alentadoras a los jóvenes.
A propósito de los 60 años de la Ley Fundamental el pasado 23 de mayo,
algunos intelectuales y políticos comentaron que la integración de la RDA
a la RFA fué quizá demasiado rápida. La diferencia económica entre
ambas alemanias a principios de la década de los noventa era abismal,
ello impidió la posibilidad de que las ciudades de la ex-RDA pudieran
competir con las demás ciudades alemanas. La prosperidad económica de
la RDA no era más que una simulación propagandística. Alemania
oriental, al igual que los demás satélites soviéticos, dependían
económicamente, primero de la URSS y en sus últimos años, de las
relaciones comerciales con Occidente y estaban totalmente endeudadas.
Para 1989 la RDA estaba en bancarrota, por ello, el esfuerzo para
integrarse a la RFA fué enorme y en algunos casos la competencia acabó
por liquidar a las empresas, los trabajadores y los profesionistas. El ritmo
de crecimiento de las ciudades ubicadas en la ex-RDA debió de haber sido
el mismo que el de Polonia, República Checa, Hungría, Bulgaria o
Rumania, sin embargo recibieron inmediatamente la presión de occidente
y del hecho de que desde octubre de 1990, formaban ya parte de la Unión
Europea, y de Alemania, la Alemania económicamente próspera y fuerte.
Aunque se estableció un impuesto destinado a la ayuda de los nuevos
estados que mediante el proceso de reunificación se integraron a la RFA
(sobre ello la nota del sábado próximo), a diferencia de los demás países
de la Europa central y del este que tuvieron un periodo de unos 10 a 15
años para emparejarse con occidente, la RDA comenzó inmediatamente a
16
introducir la economía de mercado, las reglas del Estado de Derecho y la
democracia (los llamados criterios de Copenhage).
Los ciudadanos de la RDA se integraron relativamente fácil a una cultura
política democrática y constitucional, sin embargo, la crisis económica y
laboral se manifiesta hoy como la gran desilusión democrática. Algunas
personas, y en algunos lugares, „añoran los viejos tiempos en que no
había que preocuparse por subsistir“, después de todo el régimen
comunista garantizaba un mínimo „de la cuna a la tumba“. Aún así es
posible decir que en Alemania la generalidad se siente afortunada: el 74%
de los alemanes que viven en la región oriental se siente orgulloso de su
sistema de libertades y de su Estado de Derecho, mientras que el 65% se
siente orgulloso de su Ley Fundamental. En cambio, en la región
occidental, los porcentajes son un tanto más altos: el 88% se siente
orgulloso del sistema y el 77% de su Constitución.
„Die Wende“, el cambio, es un proceso que lleva ya 20 años, pero que no
puede considerarse como acabado. Para que Alemania deje de realizar
encuestas dividiendo entre Alemania oriental y occidental, para que los
compañeros del trabajo o de la universidad dejen de catalogarse como
ossies o wessies y para que los jóvenes tengan las mismas oportunidades
desde Jena hasta Darmstadt y desde Rostock hasta Füssen, falta todavía
el esfuerzo de algunas generaciones. Las universidades de hoy están
llenas de jóvenes que en su mayoría no les tocó vivir esa división: el Muro
de Berlín, la RDA, el comunismo, la URSS y los „ossies“ son parte de los
libros de historia. Quizá será a ellos a quienes les toque reunificar a
Alemania, verdadera y completamente.
La Reunificación o Die Wiedervereinigung, es el concepto técnico que
explica la formalización de la integración de la RDA a la RFA y que
connota la integración económica, jurídico-política de un país a otro.
Después de la Caída del Muro (9 de noviembre de 1989), los alemanes
comenzaron a hablar de El Cambio, mientras que los políticos procuraron
hablar de la Unidad Alemana (Deutsche Einheit) tal y como apareció en el
Tratado que formaliza la integración de la RDA a la RFA. De hecho, el día
3 de octubre se celebra el día de la Unidad Alemana y no de la
17
Reunificación. Sin embargo, habría que aclarar que en la gran mayoría de
textos se habla de Reunificación, como proceso y de Unidad, como estado
de cosas. Podríamos decir que la Reunificación comenzó el día 10 de
noviembre de 1989 y se consolidó el día 3 de octubre de 1990, fecha en
que la RDA oficialmente desapareció y se integró a la RFA vía el artículo
23 de la Ley Fundamental de Bonn.
„ No fuimos lo suficientemente fuertes como para plantearnos la tareade la Unidad. Agradecemos a las personas de la RDA.“ Egon Bahr (asesor de Willy Brandt en cuestiones de política exterior)
3. Die Wiedervereinigung
Después de la conferencia de prensa de Schabowski las fronteras fueron
invadidas por alemanes de ambos lados, al principio los policías
fronterizos habían optado por la expatriación, pero al ver que el número
de personas aumentaba cada vez más, prefirieron abrir las fronteras. Los
noticieros de la RFA, cuya señal era recibida de manera clandestina en
los hogares de la RDA, informaron que las fronteras entre ambas
alemanias estaban abiertas; ello provocó que más alemanes orientales
salieran y buscaran cruzar del otro lado. La noche se convirtió en una
fiesta para los ciudadanos y en una pesadilla para el Gobierno de la RDA.
Ese 9 de noviembre por la noche, el Bundestag sesionaba en pleno en su
sede en Bonn, se había convocado a una sesión para votar una
modificación al Código Civil, en materia de asociaciones. Cuando se
inauguró la sesión, se informó sobre la noticia que se había dado en el
canal de la ARD, los diputados sin entender al principio de qué se trataba
intentaron continuar con la sesión, hasta que uno comenzó a entonar el
himno “Einigkeit und Recht und Freiheit” (Unidad, Justicia y Libertad).
Acto seguido cada partido subió a tribuna para presentar un
posicionamiento.
Al otro día aparecieron en el Ayuntamiento de Schöneberger en Berlín, el
canciller de la RFA, Helmut Kohl y el ex-canciller y ex-alcalde de Berlín
occidental, Willy Brandt. Ambos pronunciaron discursos llenos de
emotividad. Se han puesto palabras en boca de Willy Brandt que pasarían
a la historia: “ahora crece junto, lo que junto debía estar”, pero en
18
realidad no se escuchan esas palabras en ninguna grabación de sus
discursos a propósito de los sucesos del 9 de noviembre. El gobierno de
Kohl estableció de inmediato el Begrußungsgeld o dinero de bienvenida,
consistente de 100DM, lo que provocó las épicas filas de Trabis en la
frontera. Así mismo, líderes de la RFA prometieron que habría elecciones
libres y secretas para mayo de 1990, mismas que tuvieron que ser
adelantadas por las constantes protestas.
El 13 de noviembre la Asamblea del Pueblo (Volkskammer) eligió como
nuevo Ministro Presidente a Hans Modrow. En octubre, Egon Krenz había
sido electo Secretario General del SED y Jefe del Consejo de Estado. El
Gobierno de la RDA se componía por una jefatura de Estado colectiva
representada por el Consejo de Estado, el Jefe del Consejo de Estado era
considerado el Jefe de Estado, y el Jefe del Consejo de Ministros, el jefe
de Gobierno. Normalmente se reunieron en una sóla figura los cargos de
Presidente del Consejo de Estado y Secretario General del Partido, ambos
cargos estuvieron durante casi toda la existencia de la RDA en manos de
sólo dos individuos: Walter Ulbricht (1950-1971) y Erich Honecker (1971-
1989).
Por parte del Gobierno de la RFA, el canciller Kohl presentó ante el
Bundestag, el día 28 de noviembre, el llamado “Plan de Diez Puntos”
conforme al cual debería lograrse la unión de ambas alemanias. Helmut
Kohl presentó su plan en su declaración gubernamental en el marco del
debate sobre el Presupuesto. La secreta formulación de lo que sería el
libreto para la reunificación sorprendió a los miembros de la coalición
gobernante, al igual que a los miembros de la oposición y a los aliados (si,
todavía). El Plan proponía entre otras cosas ayuda humanitaria,
económica y sanitaria para la RDA, así como la estructuración del cambio
de los sistemas político y social. Proponía el trabajo conjunto en diversas
áreas: económica, tecnológica, científica, cultural y ecológica y el
establecimiento de una Confederación de las dos alemanias, una vez
electo un gobierno de manera democrática. Los puntos seis y siete
determinaban las directrices para incorporar a la RDA a Europa. El punto
diez reconoció la importancia de que fuera el pueblo alemán quien
decidiera libremente la reunificación. Mediante el Plan de Diez Puntos,
19
Helmut Kohl tomó las riendas del proceso de integración de la RDA a la
RFA. El Plan fué aprobado por la Unión, el FDP y el SPD, mientras que los
Verdes mantuvieron cierta distancia.
El Tribunal Constitucional Federal había resuelto1 que la RFA era la
Alemania sucesora de la Confederación del norte de 1866 y la
Constitución de 1871 (Bismarksche Reichsverfassung). Esta resolución es
importante pues es la piedra de toque para la unión: la RFA tenía
continuidad estatal con el imperio alemán y estaba incompleta, pueblo y
territorio de la RDA debían regresar a ser parte de Alemania.
Jurídicamente la reunificación implicó la incorporación de la RDA al
ámbito de validez de la Ley Fundamental de Bonn.
En diciembre de 1989 se reformó la Constitución de la RDA, entre otras,
se hicieron modificaciones que posibilitaran las próximas elecciones, se
removió la pretensión de gobernar del SED y fué electo Manfred Gerlach
por el Partido Liberal Democrático de Alemania como sustituto de Egon
Krenz, quien a su vez había ocupado apenas un par de meses la silla de
Honecker. El día 7 de diciembre se instaló la primera de varias Mesas
Redondas (16) celebradas entre los grupos de oposición y los llamados
partidos de bloque, es decir, aquellos partidos que eran tolerados por el
SED en la RDA. Las Mesas Redondas influyeron en la fecha de las
elecciones y fueron tomadas como modelo para los municipios, donde se
celebraron elecciones libres en mayo de 1990. En las Mesas participaron
como moderadores miembros de las iglesias católica y protestante.
A partir de enero de 1990 el proceso de unidad se aceleró, ésta fué más
una obra del pueblo de la RDA. Las primeras elecciones libres se
celebraron el 18 de marzo de 1990, la coalición llamada Allianz für
Deutschland formada por el CDU-Este, el DSU y el DA obtuvo el 48.15%
de los votos, para formar gobierno se tuvo que formar una Gran Coalición
con el SPD y los Liberales. El 12 de abril, Lothar de Maizière fué electo
Ministro Presidente, el último, de la RDA. Angela Merkel, la actual
canciller alemana, fué designada vocera del Gobierno. Thomas de
Maizière, hermano de Lothar, fué Jefe de la Cancillería y ahora Ministro
1 BVerfGE 36,1 y BVerfGE 77,137.
20
del Interior en el primer y segundo Gobiernos de Merkel,
respectivamente.
En la primera declaración gubernamental de de Maizière la cuestión no
era ya si se quería la reunificación, pues el mandato que habían obtenido
los de la Alianza era negociar el fin de la RDA y caminar hacia la
reunificación, la pregunta era “cómo”. Debido a las enormes diferencias,
sobre todo económicas, en cuanto a estándares de vida y sustento de la
población entre una y otra alemania es que se decidió que sería
indispensable comenzar (como lo hiciere en 1948 Ludwig Erhard) a
establecer una economía de mercado y unificar la moneda. El 18 de mayo
se firmó el Tratado para la Unión Económica, Social y Monetaria, que
entró en vigor el 1 de julio de 1990, con ello el DM se convirtió
oficialmente en la única moneda en ambas alemanias y se logró un paso
indispensable para la unificación de ambos Estados. Sabine Bergmann-
Pohl, quien fuera electa Presidenta de la Asamblea Popular y
oficialmente, la Jefa de Estado, anunció en la madrugada del 23 de agosto
el resultado de la votación de la Cámara: El recién electo Parlamento de
la RDA sería disuelto. La decisión se basó en los acontecimientos de 1989
y los resultados de la elección de marzo, pero también en el Tratado de
Unificación que allanaría el camino para unirse con la RFA.
El 31 de agosto de 1990 se firma el Tratado de Unificación
(Einigungsvertrag) entre ambas alemanias. En él se pactaron las
modalidades de la unificación basado en el artículo 23 de la Ley
Fundamental de Bonn (la Constitución de la RFA de 1949). Este Tratado
es básico para la vida constitucional alemana, pues en él se pacta que la
Ley Fundamental será válida para todo el pueblo alemán, establece que
será el día 3 de octubre el día de la integración oficial de la RDA a la RFA
y que las reformas constitucionales necesarias se deberán hacer en un
plazo de dos años. Así mismo dispone que serán enviados 144
representantes al Bundestag y Bundesrat, y que Berlín será la capital
federal. Mediante el Tratado se establece la integración de los nuevos
estados federados a la RDA cuyas fronteras fueron fijadas mediante una
ley constitucional pasada en la Cámara de la RDA de julio de 1990:
Brandemburgo, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Sajonia, Sajonia-
21
Anhalt y Turingia, los cuales se incorporaron formalmente a la República
Federal Alemana con base en lo establecido desde 1949 en la Ley
Fundamental (antigüo artículo 23). Berlín, al estar dividida, como el
territorio de Alemania, fué también unificada, es decir, Berlín oriental se
integró a Berlín occidental.
Desde principios de 1990, comenzaron las negociaciones para la unión
con los Aliados. Después de la guerra, los Aliados habían conservado,
todavía en 1990, ciertos derechos sobre los territorios vencidos. Desde
febrero se reunieron los ministros de exteriores de las dos alemanias con
los de los cuatro aliados. Había muchos inquietos con la reunificación
alemana, sus vecinos principalmente temían que Alemania reclamara los
territorios perdidos con la guerra; hubo algunos líderes, como Margaret
Tatcher, que mostraron su incomodidad con una Alemania unificada. Al
final la diplomacia ganó la partida. Durante una visita a la cabaña de
cacería de Mijail Gorbachov, Helmut Kohl y su ministro de exteriores,
Hans-Dietrich Genscher, lograron la aprobación para la devolución de la
totalidad de su soberanía a Alemania (completa) y a aceptar su
membresía en la OTAN. El apoyo de Gorbachov era una condición sine
qua non para los Estados Unidos. De manera que gracias al llamado
“éxito del Cáucaso” Alemania recuperó después de 46 años el derecho a
autodeterminarse. El 12 de septiembre de 1990, el Tratado de
Liquidación Final con relación a Alemania, conocido como el Tratado dos
más cuatro, fue firmado en Moscú entre la RFA, la RDA y las cuatro
potencias que ocuparon la Alemania nazi tras el fin de la Segunda Guerra
Mundial: Francia, el Reino Unido, los Estados Unidos y la Unión
Soviética, y se restableció oficialmente la soberanía de ambos estados
alemanes.
Como lo estableció el Tratado de Unificación, el día 3 de octubre de 1990
a las 12 en punto desde el edificio del Reichstag, que hoy alberga al
Bundestag, sonó la campana de la libertad, se izó la bandera alemana
negra, roja y dorada y se entonó el himno nacional “Einigkeit und Recht
22
und Freiheit”. El Presidente Federal, Richard von Weisäcker, leyó el
nuevo preámbulo de la Ley Fundamental2:
“Consciente de su responsabilidad ante Dios y ante los hombres, animado de la voluntad de servir a la paz del mundo, como miembro con igualdad de derechos de una Europa unida, el pueblo alemán, en virtud de su poder constituyente, se ha otorgado la presente Ley Fundamental.Los alemanes, en los Länder de Baden-Wurtemberg, Baja Sajonia, Baviera, Berlín, Brandeburgo, Bremen, Hamburgo, Hesse, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Renania del Norte-Westfalia, Renania-Palatinado, Sajonia, Sajonia-Anhalt, Sarre, Schleswig-Holstein y Turingia, han consumado, en libre autodeterminación, la unidad y la libertad de Alemania. La presente Ley Fundamental rige, pues, para todo el pueblo alemán.”
A partir de ese momento se disolvió la Asamblea Popular de la RDA y me
atrevo a decir, formalmente se acabó la guerra. Alemania estaba unida de
nuevo bajo un régimen de libertades.
El Canciller Kohl envió un mensaje al mundo diciendo que “Alemania
reconoce su responsabilidad moral y jurídica resultado de su historia y
que Alemania tomará mayor responsabilidad para lograr la paz en el
mundo.” El Gobierno alemán firmó posteriormente un tratado con Polonia
para definir de manera permanente las fronteras entre ambos países a lo
largo de la línea Oder-Neisse, y renunciar a cualquier reclamación sobre
Silesia, Pomerania Oriental, Danzig y Prusia Oriental. El 2 de diciembre
de 1990 se realizaron elecciones debido a la Reunificación con el
propósito de darle legitimidad al gobierno federal ahora ya, conjunto.
Helmut Kohl fué ratificado con una mayoría de 43.8% y gobernaría
durante ocho años más siendo el Canciller que más años ha gobernado
Alemania (1982-1998).
III. “Los de abajo en Alemania”
Con todo mi cariño y respeto a G.K.
Alemania, una, celebra este noviembre el 20 aniversario del primer paso
hacia su unidad y de su paz. La historia contada es la de los aliados que
triunfaron contra el régimen del terror nazi, también es la de los líderes
de los gobiernos que surgieron del reparto del territorio alemán, la
República Federal y la República Democrática. Las notas y comentarios
que vemos y leemos son, siempre, la narrativa de pocos. Sin embargo,
2 El Preámbulo fué modificado por la reunificación. El anterior mencionaba como meta la Unidad de Alemania.
23
casi nunca se cuenta la historia del hombre y de la mujer comunes, cuyas
vidas fueron llevadas por la corriente de las decisiones de “los de arriba”
y cuyos hijos y nietos siguen hoy pagando crímenes que sus abuelos no
cometieron, sino que más bien sufrieron. Que hoy se siga llamando al
pueblo alemán, pueblo nazi –en el sentido criminal de la palabra-, o la
equiparación del nazi con el alemán o viceversa, un prejuicio que todavía
hoy existe, es un cliché del que no han podido desprenderse, que no deja
de ser doloroso, y despierta en todos los alemanes un complejo de culpa
colectiva por lo que algunos de sus compatriotas y antepasados
cometieron. Cargan sobre sus hombros un crímen tan horroroso, que ni
siquiera están dispuestos a discutir las circunstancias del caso personal,
las particularidades de su familia o su persona. El pueblo alemán debe
ser separado de “lo nazi” y debe darse una justa dimensión al caso. Los
crímenes que cometió una bandada de desquiciados no fueron cometidos
por Alemania, en un sentido nacional, geográfico e histórico. El que un
grupo de individuos haya tomado como rehén a esa nación no hace a esa
nación cómplice de sus crímenes, mucho menos por generaciones. Creo
que se requiere de una lectura mucho más cuidadosa del desarrollo de los
eventos entre una elección mayoritaria, la instalación de una dictadura y
la decisión de exterminar seres humanos. Creo que como seres humanos
debemos cargar todos con el recuerdo de lo sucedido durante el régimen
nacionalsocialista, porque los alemanes, como todos los individuos que
habitamos y que lleguen a habitar este planeta, tenemos la
responsabilidad de evitar que vuelva a suceder. Desafortunadamente, los
nazis también eran seres humanos, antes que alemanes. A los tropiezos y
calamidades humanas, estamos todos expuestos, como víctima y como
victimario.
Dicho ello, quiero contar una historia.
Conocí a un viejo de pelo blanco y manos fuertes, de ojos tristes y sonrisa
serena. Yo no hablaba alemán, apenas comprendía un par de palabras. Él
me abrió su corazón y las puertas de su casa. Una tarde me mostró su
álbum de fotos. Fotos de su infancia en la granja de sus padres en los
Sudetes. Luego, una foto de él y su hermano mayor con uniforme militar,
24
sí, ese uniforme que vemos en las películas de Hollywood. Mientras me
mostraba esta fotografía, él me miraba a los ojos, y me decía con la
mirada y con movimientos de manos, que él no quería y que él no creía en
aquello por lo que fue obligado a pelear. No tendrían más de 18 ninguno
de los dos. Sentí un escalofrío por la espalda. ¿Habrá pensado su madre
en tomar esa fotografía como último recuerdo de sus dos hijos? Siempre
he pensado que las personas deberíamos de platicar más con los viejos, a
éste, me dieron ganas de abrazarlo. Sus ojos se pusieron agüados. Él y
Joseph habían sido obligados a luchar por su patria, no había salida.
Quizá no está de más contar que en 1944, los aliados ya estaban
derrotando al ejército alemán y que las fuerzas de la Wehrmacht estaban
muy mermadas, por lo que optaron por recultar por la fuerza a todos los
niños y jóvenes del país con capacidad física para el combate. Para esa
época, los reclutados eran prisioneros en potencia, esperando lo mejor.
No quiero ni imaginar el sufrimiento de esos padres cuando sus hijos
fueron llevados al frente. Ni menos quiero imaginar la angustia de no
saber nada de ellos, como hasta la fecha ha sucedido con Joseph. Los
hermanos fueron enviados a distintos campos de batalla. Peter cayó preso
en la zona de Oberbayern en lo más profundo del estado de Baviera,
afortunadamente en manos de los franceses.
La siguiente foto era de una fiesta en alguna campiña, gente alegre en
largas mesas. Otra de una boda. Otra de varios jóvenes saludando desde
un balcón. Varias fotos de Peter con amigos. Me entero que se trata de un
viñedo en Alsacia. Un vinicultor francés de buena voluntad requería
manos fuertes para recoger la uva, y acudió a los campos de
concentración fronterizos a reclutar algunos jóvenes soldados alemanes
para ello. El “patron” (en francés), como lo llamaba Peter, había sido un
ángel venido del cielo, en las barracas ya había una epidemia que estaba
matando a los prisioneros. Peter inmediatamente aceptó la oferta,
después de todo, venía de una familia de agricultores. Sabía trabajar la
tierra y merecía su libertad. El patron y su mujer cuidaron de los chicos,
les dieron techo, trabajo, comida y mucho vino. Peter cuenta con una
gran carcajada inocente: ¡nos daban vino blanco todo el día! “Teníamos
permitido beber cuanto vino blanco quisieramos y bueno, hacía calor...”
25
La historia de Joseph opaca la cara de Peter. “Sólo sabemos que fué
enviado a Rusia”. Pensé “ojalá que Joseph haya formado una familia allá,
como Peter la formó acá” aunque sabía que ese deseo era imposible.
Pasaron los años, y un día, por razones que desconozco Peter fué liberado
o quizá era libre de irse desde siempre, y prefirió quedarse un tiempo
allá. No lo sé. Regresó a Alemania a buscar a sus padres que en términos
de los tratados y decretos que siguieron a la capitulación del Tercer Reich
habían sido desterrados y despojados de sus tierras. Por su pertenencia a
la religión católica, fueron enviados a la ciudad de Zeitz, hoy ubicada en
el estado de Sachsen-Anhalt, pues se determinó que la parroquia de Zeitz
sería un lugar digno para los refugiados, además de que contaba con
pocos católicos. Como los padres de Peter, muchas otras familias de los
Sudetes y de Prusia oriental fueron desterrados y repartidos en muchas
ciudades alemanas. Algunos “tuvieron suerte”, pues fueron ubicados en lo
que sería la República Federal Alemana. Otros como Peter fueron
ubicados en lo que sería la República Democrática Alemana.
Cuando Peter se despidió del Monsieur Loubet prometió volver pronto.
Peter no sabía que, otra vez, su vida sería coartada por “los de arriba”.
El Gobierno de la RDA les prohibió salir del país y en 1961, se levantó
una pared con rifles apuntando a cada alemán tras ella, con ello, se
ahogaron los sueños de Peter de volver a Alsacia y de enterrar a sus
padres en los Sudetes. Cualquier plan de ver el mundo se acababa de
destruir. Peter, un agricultor, no pudo volver a la tierra. Zeitz era una
ciudad industrial importante de la RDA, tuvo que ingresar a trabajar a
una fábrica como soldador. No pudo cultivar la tierra como hubiera sido
su deseo, sino laborar durante el resto de sus días en una fábrica. Peter
se casó y tuvo 4 hijos, nunca faltó comida en su mesa, pero nunca pudo
probar unos camarones o una malteada de plátano. Nunca pudo conocer
a su cuñado Martin, el hermano de Ilse su mujer. Martin trabajaba en
Göttingen y con el muro no pudo volver a ver a sus padres, ni a su
hermana. Ilse y sus padres se perdieron la boda de Martin y no
conocieron a su hijo Tobias hasta 1990.
Los hijos de Peter e Ilse, como todos los niños, fueron obligados a entrar
a la organización de pioneros Thälmann, donde recibían adoctrinamiento
26
comunista y se les preparaba para ser “buenos camaradas”. Tenían que
cuidarse de no decir nada contra el régimen enfrente de amigos y
extraños, después de todo hasta las paredes oían en la RDA. Ilse
trabajaba en otra fábrica que elaboraba carreolas. Los programas de
televisión, las películas, los libros y revistas eran todos los permitidos por
el Estado, claro, aquellos que no estuvieran viciados por el “fascismo
capitalista” que intentaba permear las mentes. Peter e Ilse tenían un
departamento pequeño con dos recámaras y un baño. Allí vivieron los 6
apretados hasta que Jochen, el mayor, se casó a los 20 años con Maria de
19. Era muy común que los jóvenes se casaran a esa edad, después de
todo era la única forma de tener independencia. Después siguió Arianne a
los 19, Sonja a los 21. Las vacaciones las pasaban a veces en el mar
Báltico. Peter soñaba todas las noches que llevaba a su familia a Alsacia.
En lugar de viajar, Peter coleccionaba postales.
Esa tarde que me enseñó sus fotos, me mostró su colección de postales,
desde entonces me decidí a aumentarla. Cada pie que pongo en una
nueva ciudad, lo pongo por Peter. Una tarde de 1986 Daniel, el más
pequeño de sus hijos, tomó sus cosas y dió un beso a su madre y una
palmada en el hombro a Peter, Peter sintió que era una despedida. No
estaba equivocado. Daniel intentó escapar a la RFA junto con su pareja.
Peter e Ilse se enteraron por la radio, Daniel K. y Lothar F. fueron
descubiertos en su intento de escape por dos vigías de torre o GrePos,
quienes abrieron fuego hasta que ambos estuviesen muertos o heridos.
Daniel, logró esconderse bajo un trailer que estaba cerca, fué muerto con
un tiro en la cabeza. Daniel siempre soñó con conocer Sudamérica, dice
Peter. Quería ir a las playas en Brasil, desde que vió una postal que Peter
había recibido de Copacabana, Daniel quedó enganchado con la idea.
Tres años más tarde la RDA habría desaparecido, se lamentaba Peter,
Daniel no tenía por qué haber muerto, si hubiera tenido un poco de
paciencia, si no hubiera perdido la esperanza...
El 9 de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín y comenzó el cambio.
Peter me enseñó el video, no pude contener las lágrimas. A pesar de que
no entendí nada de lo que el locutor decía, las imágenes decían más que
mil discursos y mil palabras. Nunca había comprendido la dimensión de
27
ese suceso. La experiencia de ver ese video que nos mostraba algo que
apenas hacía 12 años había sucedido, con gente que lo había vivido, fué
algo que me marcó para siempre. Estar sentada en la sala de Peter para
quien la libertad era tan nueva me hizo valorar la mía. Después de todo
yo era una mexicana en Alemania, una mexicana que había conocido
muchos países y nunca tuvo el límite a su libertad. Peter de 75, tenía 12
años de poder decidir qué ver, qué leer, qué comer, qué vestir, qué hacer,
qué pensar, a dónde ir, por quién votar, y yo, tenía 29 de 29.
La cara de Peter y de Ilse, la imagen que se grabó en mi memoria para
siempre de personas cruzando por entre las paredes derribadas de un
muro en sus Trabis azul clarito siendo recibidas por sus compatriotas con
plátanos. Los cláxons, la euforia, las lágrimas, las risas. El enojo y la
felicidad reunidos en una escena de colores que contrastaba con el blanco
y negro de todas las demás fotografías que me mostró Peter de su vida en
Zeitz. Sonja y su familia inmediatamente tomaron sus cosas y se mudaron
a Hamburgo. Jochen y Maria se quedaron, pero sus hijos partieron en
1991 a estudiar en Stuttgart y en München. Arianne y su familia se
fueron a vivir a los Estados Unidos.
Peter se hizo de un jardín a las afueras de Zeitz donde dedica todo el día
a cultivar una vid pequeñita que da unas uvitas, los mejores melocotones
y tomates del mundo. Recibe postales cada mes de sus hijos y sus nietos,
y mías. Peter tiene un bisnieto mexicano. En 1993, a sus 66, Peter se
compró un Renault y manejó desde Zeitz hasta Alsacia a buscar a
Monseiur Loubet. Lo encontró. Se abrazaron muy fuerte. Loubet le dijo:
Peter, creo que sólo te estaba esperando. A los dos meses murió, la
diabetes lo estaba comiendo, ya era viudo y el viñedo no existía más.
Peter vive hoy todavía en Zeitz, cumplió 80, le gusta visitar a sus hijos y
nietos y maneja a gran velocidad por las autobahns y sueña con todos los
lugares que ha visitado, gracias a sus postales.
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