la bendición está en uno mismo

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salvacion

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  • JIDDU KRISHNAMURTI

    La bendicin est en uno mismo

    ltimas charlas pblicas en Bombay en 1985

  • Si este libro le ha interesado y desea que le mantengamos informado sobre nuestras publicaciones, escrbanos indicndonos qu temas son de su inters (Astrologa,Autoayuda, Ciencias Ocultas, Artes Marciales, Libros Infantiles,

    Naturismo, Espiritualidad, Tradicin) y gustosamente le complaceremos.

    Puede consultar nuestro catlogo en www.edicionesobelisco.com

    Coleccin Obras de KrishnamurtiLa bendicin est en uno mismo

    ltimas charlas pblicas en Bombay en 1985Jiddu Krishnamurti

    1. edicin: mayo de 2013

    Ttulo original: That Benediction is where you are - The Last Bombay Talks 1985

    Traduccin: FKL Maquetacin: Joan Rosique Riudoms

    Correccin: M. ngeles OliveraDiseo de cubierta: Enrique Iborra

    2001 Krishnamurti Foundation Trust, Ltd.Brockwood Park. Bramdean, Hampshire SO24 0LQ. England

    (Reservados todos los derechos) de los Comentarios sobre el vivir, Krishnamurti Foundation of America

    Fotografa de la cubierta de Krishnamurti Foundation Archives (KFT &KFA) All rights reserved

    2013, Ediciones Obelisco, S. L.(Reservados todos los derechos para la presente edicin)La presente edicin en lengua espaola ha sido contratada

    [con la licencia de la Krishnamurti Foundation Trust (KFT) www.kfoundation.org, e-mail: [email protected]

    y la Krishnamurti Foundation of America (KFA) www.kfa.org, e-mail: [email protected])]

    con la Fundacin Krishnamurti Latinoamericana (FKL) www.fkla.org, e-mail: [email protected].

    Edita: Ediciones Obelisco, S. L.Pere IV, 78 (edif. Pedro IV) 3. planta, 5. puerta

    08005 Barcelona,- Espaa Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23E-mail: [email protected]

    Paracas, 59 C1275AFA Buenos Aires - ArgentinaTel. (541-14) 305 06 33 - Fax: (541-14) 304 78 20

    ISBN: 978-84-9777-953-1Depsito legal: B-9.973-2013

    Printed in Spain

    Impreso en Espaa en los talleres grcos de Romany/Valls, S.A. de Capellades (Barcelona).

    Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicacin, incluido el diseo de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada

    en manera alguna por ningn medio, ya sea electrnico, qumico, mecnico, ptico, de grabacin o electrogrco, sin el previo consentimiento por escrito del editor. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrcos, www.cedro.org)

    si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra.

  • ndice

    Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Extractos de Krishnamurti . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

    Primera charla pblica

    Nuestro cerebro, que es asombrosamente libre en una direccin, en lo psicolgico est atrofiado . . . . . . . . . 17Segunda charla pblica

    El pensamiento y el tiempo siempre van unidos. No son dos movimientos independientes . . . . . . . . . . . . . . . . . 35Tercera charla pblica

    El sufrimiento es parte de su inters propio, de su actividad egotista y egocntrica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53Cuarta charla pblica

    Existe una meditacin que no sea producto del pensamiento? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

    Fundaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87

  • 7Introduccin

    Este libro contiene la ltima serie de charlas pblicas que Krishnamurti ofreci en Bombay en febrero de 1985. Como de costumbre, deba regresar un ao ms tarde para ofrecer las charlas pero, por desgracia, no fue posi-ble; una enfermedad terminal le oblig a viajar directa-mente de Madrs (Chennai) a Ojai (California), donde falleci el 17 de febrero de 1986.

    Krishnamurti visit Bombay por primera vez en 1921, y celebr charlas pblicas desde 1924 hasta 1938. Despus de la independencia de la India en 1947, estuvo en cierto sentido vinculado a la ciudad de Bombay has-ta 1985. Adems de las charlas pblicas, mantuvo una serie de dilogos con pequeos grupos de amigos. As fue como se iniciaron los dilogos como una forma de comunicacin, y muchos de ellos estn publicados en libros, como Tradicin y revolucin o Ms all del pensa-

  • 8miento. Tambin entabl conversacin con estudiantes y profesores de la Universidad de Bombay en 1969, y con el Instituto Indio de Tecnologa en 1984.

    Durante dcadas, Krishnamurti fue testigo del pre-ocupante crecimiento de Bombay, que pas de ser una ciudad costera azotada por el viento a una metrpolis superpoblada, ruidosa y contaminada; en muchas de sus charlas se refiri a ese problema. No obstante, para l, estos problemas sociales no eran otra cosa que los sn-tomas de un profundo desorden latente en la psiquis de cada ser humano.

    Por lo general, las charlas pblicas tenan lugar los fines de semana en la Escuela de Arte J. J., que, a pesar de estar ubicada en el centro de la ciudad, tena un amplio parque de rboles. Bombay fue, sin duda, el lugar del mundo que reuni al pblico ms numeroso de Krishna-murti, en especial entre los aos 1970 y 1980. Adems, sus charlas en esta ciudad reunan una amplia muestra de los distintos estratos sociales: eruditos, intelectuales, polticos, hombres de negocios, artistas, amas de casa, sanyasis y estudiantes, as como hindes, musulmanes, cristianos, budistas, jainistas y parsis.

    Las charlas pblicas de este libro son extraordinarias por las perspectivas y los matices inusuales de Krishna-murti al tratar temas psicolgicos. Por ejemplo, en la se-gunda charla pblica, plantea varias preguntas relaciona-das con la inseguridad, la fragmentacin, la identificacin y el miedo, pero insiste en la importancia de limitarse a es-

  • 9cuchar la pregunta sin hacer nada ms. Escuchar, afirmaba, es como plantar una semilla en la tierra, Lo importante es hacerse la pregunta []. Dejar que la pregunta se conteste a s misma, como una semilla en la tierra. Entonces ver que la semilla florece y se marchita. No la desentierre a cada momento para ver si crece. Ese concepto es como un estribillo que se repite a lo largo de la charla pblica.

    Se percibe una conmovedora intensidad en el conte-nido y el tono de la ltima charla, en la que Krishnamur-ti nos apremia a que nos demos cuenta de que estamos desperdiciando nuestras vidas al no liberarnos de nuestras heridas, nuestros conflictos, nuestros miedos y nuestros su-frimientos, y al seguir en nuestro estrecho mundo de la especializacin. Esa libertad, segn l: Es el primer pa-so. La charla termina con un profundo sentimiento re-ligioso y una intensa afirmacin: As, pues, si pone todo su corazn, toda su mente, todo su cerebro, surge algo que est ms all de todo tiempo. Ah es donde reside esa bendicin. No est en los templos, en las iglesias o en las mezquitas. Esa bendicin se encuentra donde uno est.

    Este libro tambin incluye una serie de extractos de Krishnamurti que expresan la belleza de la orilla del mar de Bombay y la atmsfera de la ciudad, as como su sen-sibilidad hacia las personas, ya fueran ricas o pobres.

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    Extractos de Krishnamurti

    El mar estaba en calma y casi no haba olas en la arena blanca. Alrededor de

    la extensa baha, al norte, se extenda la ciudad, y, al sur, las palmeras casi rozaban el agua. Apenas visibles, ms all de los bancos de arena, estaban los primeros tibu-rones, y un poco ms lejos las barcas de los pescadores, construidas con troncos atados con fuertes sogas. Nave-gaban rumbo a una pequea aldea al sur de las palmeras. La puesta del sol resplandeca, no donde uno hubiera es-perado verla, sino al este; era un contraocaso, y las nubes, inmensas y compactas, mostraban todos los colores del espectro. Era un espectculo realmente fascinante, tan-to, que resultaba casi doloroso contemplarlo. Las aguas reflejaban los colores brillantes y trazaban un camino de exquisita luz hasta el horizonte.

    (Captulo 13. La Virtud, Comentarios sobre el vivir - tomo I)

  • 12

    El mar estaba muy calmado aquella maana; ms que de costumbre, ya

    que el viento del sur haba dejado de soplar, y el mar se tomaba un respiro antes de que empezaran los vientos del nordeste. El sol y el agua salada haban blanqueado la arena, y se adverta un intenso olor a ozono mezclado con el de las algas. Todava no se vea a nadie en la playa, y uno tena el mar para s mismo. Grandes cangrejos, con una pinza mucho mayor que la otra, se desplazaban despacio, curioseando, al mismo tiempo que agitaban en el aire la pinza ms grande. Tambin haba cangrejos ms pequeos, cangrejos comunes, que corran hacia el agua que lama la orilla, o entraban como una flecha en los orificios redondos que se haban formado en la arena humedecida. Centenares de gaviotas se haban posado por doquier; descansaban o se acicalaban el plumaje. El borde del sol empezaba a asomar sobre el mar, trazando una senda dorada sobre las aguas en calma. Todo pare-ca esperar este momento, y cun rpido pasara! El sol sigui ascendiendo sobre el mar, que permaneca tan cal-mado como un lago resguardado en algn bosque fron-doso. Ningn bosque poda contener aquellas aguas, ya que eran demasiado inquietas, potentes y amplias; pero aquella maana reposaban apacibles, amigables y atrac-tivas.

    Bajo el rbol que creca encima de la arena y del agua azul, transcurra la vida independiente de los cangrejos, del agua salada y de las gaviotas. Grandes hormigas ne-

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    gras se movan con rapidez sin decidirse adnde ir. Su-ban al rbol y, de repente, se precipitaban hacia abajo sin razn aparente. Dos o tres de ellas se detenan impa-cientes moviendo sus cabezas de un lado a otro y, ms tarde, se abalanzaban con un fiero arranque de energa sobre una parte de la madera que con anterioridad de-ban haber examinado cientos de veces; volvan a estu-diarla con vida curiosidad, y, un segundo despus, per-dan inters por ella. Haba una gran calma debajo del rbol, aunque todo rebosaba de vida alrededor de uno mismo. No soplaba una brizna de aire que agitase las hojas, pero cada hoja estaba llena de la belleza y la luz de la maana. Palpitaba en el rbol una intensidad no la espantosa intensidad del conseguir, del lograr, sino la de ser completo, sencillo, la de estar solo y, no obstante, ser parte de la Tierra. Los colores de las hojas, de las flores, del oscuro tronco se intensificaban mil veces, y las ramas parecan sostener los cielos. Haba una increble claridad, brillantez y vida a la sombra de aquel rbol solitario.

    (Captulo 18. Para cambiar la sociedad, uno tiene que

    romper con ella, Comentarios sobre el vivir - tomo III)

  • 14

    Haca un calor hmedo, y el ruido de la gran ciudad saturaba el aire. La brisa

    del mar era clida y haba un olor a petrleo y alquitrn. Aunque el sol haba empezado a ponerse, tiendo de rojo las aguas distantes, el calor segua siendo insoportable. Se retir el numeroso grupo que llenaba la sala y salimos a la calle.

    Los papagayos, como resplandecientes destellos de luz verde, regresaban a sus ramas para pasar la noche. Por la maana temprano volaban hacia el norte, donde haba huertos de rboles frutales, verdes prados, campos abiertos, y al atardecer regresaban de nuevo para pasar la noche en los rboles de la ciudad. Su vuelo nunca era suave, sino agitado, ruidoso y llamativo. Jams volaban en lnea recta como el resto de las aves, sino que constan-temente viraban de derecha a izquierda y, de repente, se dejaban caer sobre el rbol. Cuando volaban eran las aves ms revoltosas, pero qu hermosas eran, con sus picos rojos y su plumaje verde dorado, una autntica gloria de luz. Los buitres pesados y feos descendan volando en crculos para pernoctar sobre las palmeras.

    Se acerc un hombre tocando una flauta; era un sir-viente. Subi la cuesta al son de su meloda y nosotros le seguimos; luego, sin dejar de tocar, dobl por una de las calles laterales. Resultaba extrao or aquella flauta en una ciudad tan ruidosa, pero su msica penetraba hasta lo ms profundo del corazn. Era tan hermosa que du-rante un tiempo seguimos al flautista. Cruzamos varias

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    calles y llegamos a una de ms ancha, ms iluminada. Un poco ms adelante, a la vera del camino, haba un grupo de personas sentadas con las piernas cruzadas, y el flautista se uni a ellas. Nosotros tambin lo hicimos, y permanecimos todos sentados alrededor de l mientras segua tocando. La mayora de ellos eran chferes, sir-vientes y vigilantes con varios nios y dos o tres perros. Pasaron algunos automviles; uno de ellos, conducido por un chfer, tena encendida la luz interior y se vea slo a una seora vestida de manera elegante. Se acer-c otro vehculo; el chfer baj y se sent con nosotros. Todos conversaban animadamente, gesticulaban y rean, pero el sonido melodioso de la flauta nunca amainaba; era un verdadero deleite.

    Al rato nos fuimos y tomamos un camino que conduca al mar, pasadas unas casas de gente rica muy bien ilumina-das. Los ricos se rodean de un peculiar ambiente. Por ms cultos, discretos, tradicionales y educados que sean, tienen un aire de seguridad y altivez impenetrables, una slida cer-teza y rigidez difciles de traspasar. No poseen la riqueza, sino que sta les posee a ellos, lo cual es peor que la muerte. Su vanidad es filantropa; se creen guardianes de su riqueza, y se dedican a la beneficencia, hacen donaciones; son los realizadores, los emprendedores, los donantes. Construyen iglesias y templos, pero su dios es el dios de su oro. Con la pobreza y degradacin que existe, uno debe ser muy in-sensible para ser rico. Algunos de ellos vienen a preguntar, a polemizar, a encontrar la realidad; pero hallarla es extre-

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    madamente difcil tanto para el rico como para el pobre. Los pobres ansan ser ricos, poderosos, y estos ltimos estn atrapados en la red de su propia accin; aun as, son cre-yentes y se atreven a acercarse a la religin. Especulan, no solo en los mercados, sino tambin con lo supremo. Juegan con ambas cosas, pero solo consiguen la prosperidad que les permite sus corazones. Sus creencias y ceremonias, sus esperanzas y temores nada tienen que ver con la realidad, porque sus corazones estn vacos. Cuanto mayor es el as-pecto externo, mayor es la pobreza interna.

    (Captulo 7. El rico y el pobre, Comentarios sobre el vivir -

    tomo I)

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    Primera charla pblica

    Nuestro cerebro, que es asombrosamente libre en una direccin, en lo psicolgico est atrofiado

    ste es un dilogo entre nosotros, una conversacin en-tre dos amigos. Por tanto, no ese trata de una conferencia para instruir, informar o guiar. Evidentemente, juntos, vamos a hablar de muchas cosas; no se trata de convencer de nada o de informar de nuevas ideas, nuevos concep-tos, conclusiones o ideales. Juntos, vamos a observar el mundo entero tal y como es, vamos a ver lo que sucede, no slo en esta parte del mundo, sino tambin en el resto del planeta. Juntos, quien les habla quiere decir juntos. As que juntos vamos a observar sin ninguna influencia y sin ningn prejuicio lo que sucede globalmente.

    Por tanto, sta es una charla seria, y no intelectual, emocional o devocional. De modo que debemos ejer-citar nuestros cerebros; ser escpticos, dudar; debemos cuestionar y no aceptar nada de lo que diga nadie, inclui-dos todos sus gurs y libros sagrados. El mundo est en

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    crisis, una crisis que no es meramente econmica, sino ms bien psicolgica. Hemos vivido en la Tierra durante millones de aos y, en este largo perodo, hemos pade-cido toda clase de catstrofes y guerras. Han desapare-cido civilizaciones enteras y tambin aquellas culturas que moldearon la conducta de los seres humanos. Ha habido grandes lderes, tanto polticos como religiosos, con todos sus engaos a los seres humanos. Y despus de esa enorme evolucin del cerebro humano, somos lo que siempre hemos sido: primitivos, brbaros, crueles, y nos preparamos para la guerra. Hoy en da, cada na-cin almacena armamento. Y los seres humanos siguen atrapados en esa rueda del tiempo. No hemos cambia-do mucho; seguimos siendo brbaros, con toda clase de creencias y supersticiones. Pero al final, dnde estamos?

    Por favor, hablamos juntos de estas cosas. No se trata de que el orador lo explique todo; es algo muy obvio. Us-ted y quien les habla, juntos, estamos examinando con detenimiento, con diligencia, en qu nos hemos conver-tido, qu somos. As que preguntamos: cambiaremos con el tiempo? Es decir, con el tiempo, en cincuenta mil o un milln de aos, cambiar la mente humana, el ce-rebro humano? O el tiempo no tiene ninguna impor-tancia? Hablemos de todas estas cosas.

    Los seres humanos estn psicolgicamente heridos. En todo el mundo, los hombres padecen un enorme sufrimiento, dolor, pena, soledad y desesperacin. Sin embargo, el cerebro ha creado las cosas ms maravillo-

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    sas, tanto ideolgica, como tecnolgica y religiosamente. El cerebro tiene una capacidad extraordinaria; pero s-ta es muy limitada. En lo tecnolgico hemos avanzado a gran velocidad; no obstante, en lo psicolgico, en lo interno, somos muy primitivos, brbaros, crueles, irre-flexivos, insensibles e indiferentes con lo que sucede. No slo nos mostramos indiferentes frente a la corrupcin que se extiende en el mbito ecolgico, sino tambin a la que existe en nombre de la religin, de la poltica, de los negocios, etctera. La corrupcin no slo consiste en pasar dinero por debajo de la mesa o entrar mercancas de contrabando en el pas, sino que empieza all donde existe inters propio, que es el origen de la corrupcin.

    Estamos pensando juntos o slo escuchan a quien les habla? Conversamos como dos amigos que pasean a lo largo de un camino, un camino en el mundo global, un camino dentro de nosotros mismos: lo que somos, en lo que nos hemos convertido y por qu nos hemos con-vertido en eso que somos. Es necesario que recorramos este camino juntos. No se trata de que el orador haga el camino y le indique el mapa, la carretera y la ruta. Sino, ms bien, estamos juntos, y quien les habla quiere decir juntos. l no es un gur. No debemos seguir a nadie en el mundo del pensamiento, en el mundo de la psique. Dependemos demasiado de la ayuda de los dems, pero nosotros no les estamos ayudando. Seamos muy claros sobre este punto: quien les habla no les est ayudando, porque ya hemos tenido demasiados ayudantes, y no so-

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    mos capaces de permanecer solos, de pensar las cosas por nosotros mismos; no somos capaces de mirar el mundo y nuestra relacin con el mundo, ni ver si realmente somos individuos o una parte de la humanidad. No ejercita-mos nuestros cerebros, que son enormemente capaces. Utilizamos nuestra energa, nuestra capacidad, nuestro entendimiento intelectual en una nica direccin, en la tecnolgica. Sin embargo, nunca comprendemos la con-ducta humana ni por qu somos lo que somos despus de este largo perodo de evolucin.

    Como acaba de decir quien les habla, l no les ayu-dar; sino que juntos estamos mirando, comprendiendo. Por supuesto, la ayuda de un mdico o de un cirujano puede ser necesaria; pero tambin dependemos de los gobiernos, por ms corruptos que sean; o del cartero, del lechero, etctera. Pero pedir ayuda a travs de la ora-cin, de la meditacin, resulta totalmente intil. Hemos dependido de ella, hemos tenido miles de gurs y miles de libros, tanto religiosos como no profanos y, a pesar de todos ellos, seguimos paralizados. Hemos ganado mu-chsimo dinero, hemos conseguido tener grandes casas, automviles, etctera, pero en lo psicolgico, en lo inter-no, en lo subjetivo, seguimos prcticamente paralizados, porque dependemos de que los dems nos digan lo que debemos hacer o pensar. De modo que, por favor, quien les habla dice, con el mayor respeto, con toda seriedad y con todo el corazn, que no trata de ayudarles. Al con-trario, estamos juntos.

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    As pues, usted y el orador debemos investigar lo si-guiente: nuestra relacin con el mundo, que se torna ms y ms complejo; nuestra relacin unos con otros, por ms ntima que sea; nuestra relacin con un ideal; nuestra relacin con nuestro gur, y con aquello que llamamos Dios. Tenemos que investigar seria y profundamente esa cualidad del cerebro que comprende o que tiene una per-cepcin directa sobre el mundo externo y todo nuestro mundo interno. Debe quedar claro que no tratamos de indicar un camino, un mtodo, un sistema, ni de ninguna manera tratamos de ayudarle. Todo lo contrario, somos seres humanos independientes. sta no es una afirmacin cruel o indiferente. Ms bien somos como dos amigos que hablan juntos de estas cosas, tratando de comprender el mundo: el entorno, todas las complicaciones de la econo-ma y la divisin de las religiones y de las naciones. Amis-tad significa que no intentamos persuadirnos, imponer-nos ni impresionarnos unos a otros. Somos amigos, y, por tanto, hay cierta cualidad de afecto, de entendimiento, de intercambio. Nosotros estamos en esa posicin.

    De modo que empecemos primero por ver qu es nuestro cerebro. Quien les habla no es un especialista del cerebro, pero ha hablado con diferentes personas que s lo son. El cerebro, ubicado en el interior del crneo, es un instrumento extraordinario. Ha acumulado un enorme conocimiento de casi todo, ha inventado las cosas ms increbles, como las computadoras, los veloces medios de comunicacin y los instrumentos de guerra. En ese cam-

  • 22

    po, el cerebro tiene libertad absoluta para inquirir, para inventar y para investigar. Empieza con el conocimiento, y acumula ms y ms saber. Si cierta teora no funciona, la descarta. Sin embargo, el cerebro no es tan libre a la hora de investigar el yo; est condicionado, moldeado, programado para ser hind, musulmn, cristiano, budis-ta, etctera. Como una computadora, el cerebro humano est programado: que si son necesarias las guerras, que si hemos de pertenecer a cierto grupo, que si nuestras races son parte del mundo, etctera. Y eso es verdad, no es una exageracin. Todos estamos programados por la tradicin, por la constante repeticin en los peridicos y revistas, por miles de aos de presin. El cerebro tiene libertad en una direccin: en el mundo de la tecnologa; pero ese mismo cerebro, que es enormemente capaz, se ve limitado por su propio inters. Nuestro cerebro, que es por completo libre en una direccin, en lo psicolgico est atrofiado.

    Es posible que el cerebro humano sea del todo libre para tener una energa enorme? No para hacer fechoras, no para tener ms poder o dinero (aunque se debe tener un poco de dinero), sino para inquirir, para descubrir una manera de vivir libre del miedo, del sentimiento de soledad, del sufrimiento, y para preguntarse por la na-turaleza de la muerte, de la meditacin y de la verdad. Es posible que el cerebro humano, que ha sido condi-cionado durante miles de aos, sea totalmente libre? O los seres humanos estn condenados a ser unos esclavos

  • 23

    y a no conocer nunca qu es la libertad? No se trata de una libertad abstracta, sino de la libertad del conflicto, porque vivimos en l. Un factor comn en todos los seres humanos, desde que nacen hasta que mueren, es esa lu-cha constante, esa bsqueda de seguridad, por eso nunca la encuentran, y al sentirse inseguros buscan seguridad. Y bien, es posible que los seres humanos en este mundo moderno, con todas sus complejidades, vivan sin sombra de conflicto? Porque el conflicto distorsiona el cerebro, reduce su capacidad, su energa y, por tanto, pronto se agota. A medida que uno envejece, puede observar en s mismo ese permanente conflicto.

    Qu es el conflicto? Por favor, no esperen a que res-ponda; eso no tiene ninguna gracia. Hgase esa pregun-ta, ejercite su mente para descubrir cul es la naturaleza del conflicto. Es evidente que donde hay dualidad hay conflicto: yo y usted, mi esposa y yo, la divisin en-tre el meditador y la meditacin. Mientras exista divisin entre nacionalidades, entre religiones, entre la gente, en-tre el ideal y el hecho, entre lo que es y lo que debe-ra ser, habr conflicto. sa es la ley. Siempre que haya divisin, la que existe entre el rabe y el judo, entre el hind y el musulmn, entre padre e hijo, etctera, habr conflicto. Eso es un hecho. Esa divisin tambin es el ms: No lo s, pero si me da unos aos ms, lo sabr. Espero que entiendan esto.

    Quin crea esa divisin entre lo que es y lo que debera ser? Existe una divisin entre lo que llamo Dios,

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    siempre que esa entidad exista, y yo mismo; hay una di-visin entre querer paz y estar en conflicto. sa es la ver-dadera realidad de nuestra vida cotidiana. Por eso quien les habla pregunta, igual que ustedes tambin deberan hacerlo: quin crea esa divisin, no solo en lo externo sino tambin internamente? Por favor, hganse esa pre-gunta. Quin es el responsable de esa confusin, de esa interminable lucha, dolor, soledad, desesperacin, y de esa sensacin de sufrimiento de las que, segn parece, el ser humano nunca puede escapar? Quin es el res-ponsable de todo ello? Quin es el responsable de esa sociedad en la cual vivimos? En este pas hay una enorme pobreza. Entienden todo eso o nunca han pensado en ello? O estn tan ocupados con su propia meditacin, con sus dioses, con sus metas, con su propios problemas, que nunca han pensado en ello, que nunca se lo han cuestionado?

    Hay varias cosas implicadas en todo ello. Aquellos que son bastante inteligentes, conscientes y sensibles siempre han buscado una sociedad igualitaria. Se han preguntado: puede haber igualdad de oportunidades, se pueden eliminar las diferencias de clases de modo que no haya divisin entre el trabajador y el director, entre el carpintero y el poltico? Y nosotros queremos saber: hay justicia en el mundo? Ha habido diversas revolucio-nes, como la francesa o la rusa, que intentaron establecer una sociedad donde hubiera igualdad, justicia y bondad. Pero no tuvieron xito; todo lo contrario, de diferente

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    manera regresaron al viejo modelo. As pues, tienen que investigar no slo por qu los seres humanos viven en constante conflicto y sufrimiento y por qu buscan se-guridad, sino tambin la naturaleza de la justicia. Existe realmente justicia en este mundo? La hay? Uno es inte-ligente y otro no lo es. Uno goza de todos los privilegios y otro no tiene ninguno. Uno vive en una casa enorme y otro en una choza con apenas una comida al da. Luego, hay realmente justicia? No es importante descubrirlo por uno mismo y, por tanto, ayudar a la humanidad? [Lo siento, no quise decir ayudar; retiro esa palabra]. Para comprender y descubrir si en realidad existe la natura-leza de la justicia, debemos investigar con gran ahnco la naturaleza del sufrimiento, y si de verdad es posible eliminar el inters propio. Tambin debemos investigar qu es la libertad y qu es la bondad.

    Cada ser humano ha creado esa sociedad en la que vivimos, con su codicia, su envidia, su agresividad y su bsqueda de seguridad. Nosotros hemos creado la socie-dad en la que vivimos, para luego convertirnos en unos esclavos de esa sociedad. Entienden todo esto? A partir del miedo del ser humano, del sentimiento de soledad y de la bsqueda de la seguridad (sin nunca entender qu es la inseguridad y buscar siempre la seguridad) hemos creado nuestra cultura, nuestra sociedad, nuestras reli-giones y nuestros dioses. As pues, volvamos al principio. Quin ha establecido esa divisin? Porque la divisin y el conflicto existen. Eso es una verdad absoluta. Piense

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    en ello, seor. No ha sido el pensamiento el que ha di-vidido el mundo en cristianos, budistas, judos, rabes, hindes y musulmanes? Ha sido el pensamiento?

    En consecuencia, preguntamos: qu es el pensa-miento? Vivimos a travs de la accin del pensamiento. Se trata del factor central de nuestras acciones. No es cierto? Por medio del pensamiento ganamos dinero, el pensamiento me separa de usted, separa al esposo de la esposa, el ideal de lo que es. Y bien, qu es el pensa-miento? Qu es pensar? Pensar no es una actividad de la memoria? Por favor, seores, no acepten nada de lo que dice quien les habla. Deben incorporar el beneficio de la duda y cuestionar sus propias experiencias, sus pro-pias ideas. Quien habla dice, como amigo, a quien puede escucharle, y eso depende de ustedes, que el pensamiento ha creado esa divisin. El pensamiento es el responsable de las guerras y de todos los dioses que ha inventado el hombre. El pensamiento es quien ha llevado al hombre hasta la Luna, ha creado la computadora y todos estos instrumentos extraordinarios del mundo de la tecnolo-ga. Y el pensamiento tambin es el responsable de la di-visin y del conflicto entre lo que es y lo que debera ser. Esto ltimo es un ideal; es algo que se debe alcanzar, algo que se tiene que lograr, pero tambin es alejarse de lo que es. Por ejemplo, los seres humanos son violen-tos. Y esto se trata de un hecho obvio. Incluso despus de un largo perodo de tiempo, el hombre no est libre de violencia. Pero ha inventado la no violencia. No slo

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    la ha creado, sino que tambin la busca. Sin embargo, si realmente es honesto debe reconocer que es violento. Al buscar eso que llama la no violencia, siembra sin cesar la semilla de la violencia. Eso es algo evidente; es un hecho.

    En este pas se habla mucho de no violencia, lo cual es vergonzoso, porque todos somos violentos. La violencia no es slo fsica; tambin ese puede considerar violencia la imitacin, el conformismo, alejarse de lo que es, de modo que la violencia slo puede eliminarse completa-mente de la mente humana, del corazn humano, cuan-do no hay un opuesto. El opuesto es la no violencia, lo cual no es algo real, sino que no es ms que un escape de la violencia. Si uno no escapa, entonces slo existe violencia. Pero no somos capaces de afrontar ese hecho. Siempre escapamos de l hecho, buscamos excusas, razo-nes econmicas, innumerables mtodos para superarla, pero la violencia sigue ah, y el mismo hecho de tratar de superarla es parte de la violencia.

    Para afrontar la violencia, es necesario prestarle aten-cin y no escapar de ella. Debe ver qu es, ver la violencia que hay entre hombre y mujer, tanto de gnero como de otras formas. No hay violencia cuando uno busca ms y ms, e intenta llegar a ser ms y ms? Trate de ver la violencia y permanecer con ella; no escape, no in-tente reprimirla ni trascenderla, ya que todo ello implica conflicto. Viva con ella, mrela; de hecho, valrela, y no la traduzca a partir de sus deseos, sus agrados o desagra-

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    dos. Tan slo mrela y obsrvela con enorme atencin. Si presta atencin completa a algo, es como encender una luz brillante, y entonces ver todas las cualidades, las sutilezas, las implicaciones, ver todo el mundo de la vio-lencia. Cuando uno ve algo con mucha claridad, ese algo desaparece. Pero rehusamos ver las cosas de ese modo.

    Ahora bien, preguntamos: quin ha creado el con-flicto entre los seres humanos, con el entorno, con los dioses, con todo? Alguna vez se han preguntado por qu se consideran individuos? Lo son realmente? O han si-do programados para creer que lo son? Su conciencia es igual que la del resto de seres humanos: sufren, se sienten solos, tienen miedo, buscan placer y evitan el dolor. Eso mismo sucede en cada ser humano de este mundo, lo que es un hecho psicolgico. Puede que usted sea ms alto, ms moreno, ms rubio, pero todo eso son ornamentos externos, como el clima, la comida, etctera. Y la cultura tambin es algo externo. No obstante, en lo psicolgico, en lo subjetivo, nuestra conciencia es comn al resto de los seres humanos. Puede que eso no le guste, pero es un hecho. De modo que psicolgicamente no es diferente del resto de la humanidad. Usted es la humanidad. No diga: S; no tiene ningn sentido slo aceptarlo como una idea. Es un hecho irrefutable que usted es el resto de la humanidad, y no alguien diferente. Tal vez tenga un mejor cerebro, ms riquezas, ms astucia y mejores libros; pero deje todo eso a un lado porque son cosas superficia-les, son adornos. En el interior, cada ser humano de este

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    mundo comparte con usted el sufrimiento. Se da cuenta de lo que eso significa? Significa que cuando dice que es el resto de la humanidad, tiene una enorme responsabili-dad. Significa que tiene un enorme afecto, amor y com-pasin, y no esa idea tonta de que todos somos uno.

    Debemos investigar qu es pensar y por qu se ha tornado tan importante. Sin memoria es imposible pensar. Si no tuviramos memoria no podramos pen-sar. Nuestros cerebros (que son igual que los del resto de la humanidad, y no son pequeos cerebros indepen-dientes) estn condicionados por el conocimiento, por la memoria. Y ambos se basan en la experiencia, tanto del mundo cientfico como del mundo subjetivo. Nues-tras experiencias, por ms sutiles, por ms espirituales y por ms personales que sean, siempre son limitadas. Por eso nuestro conocimiento, que es el resultado de la experiencia, tambin es limitado. Podemos aadir ms y ms conocimiento, pero por ms que pongamos, lo que acumulamos es limitado. Estamos diciendo que al ser la experiencia limitada, el conocimiento tambin lo es, ya sea ste del pasado, del presente o del futuro.

    Conocimiento significa memoria, la que se guarda en la computadora o en el cerebro. As pues, el cerebro es memoria. Y sta dirige el pensamiento, lo cual es un hecho. De ah que el pensamiento siempre sea limitado. De acuerdo? Es lgico, racional, no es algo inventado; es as. La experiencia es limitada; por consiguiente, el conocimiento tambin lo es.

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    A continuacin, preguntamos: existe otra actividad que no se divida, que no est fragmentada, que no se separe? Existe una actividad holstica que nunca divida, como el usted y el yo? La divisin es la que crea el conflicto. Ahora bien, cmo lo descubrir por s mismo, es decir, ver que el pensamiento divide, que crea conflic-to, que forma una sociedad y luego se separa de ella? El pensamiento es el nico instrumento que hemos tenido hasta ahora. Uno puede decir que hay otro instrumento que es la intuicin. Pero puede ser irracional; es posible inventar algo y vivir en esa ilusin.

    Con toda seriedad preguntamos (si uno ha compren-dido la naturaleza del pensamiento y si existe otra accin o forma de vivir que nunca sea fragmentada, separada como el mundo y yo, o yo y el mundo): existe ese estado del cerebro, o ese estado del no cerebro, que sea total-mente holstico, completo?

    Lo descubrirn si son serios, si son libres. Tienen que liberar todo lo que han acumulado, pero no fsicamente (por favor, no cancelen su cuenta bancaria, aunque de to-dos modos no lo harn), sino tratar de eliminar todo lo acumulado a nivel psicolgico. Esto resulta bastante difcil; significa que deben ser libres. Como saben, etimolgica-mente la palabra libertad tambin significa amor. Cuan-do hay libertad, ninguna limitacin y esa enorme profun-didad, tambin hay amor. Para descubrirlo, y para que aparezca esa forma de vida holstica libre de inters propio, uno debe estar libre de friccin y conflicto en la relacin.

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    Vivimos relacionados. Podemos vivir en el Himalaya, en un monasterio, en una pequea choza o en un pala-cio, pero no es posible vivir sin relacionarse. Relacionar-se significa estar relacionado, estar en contacto con, no slo fsica o sexualmente, sino tambin estar en total contacto con el otro. No obstante, nunca estamos de es-te modo con el otro. Incluso en la relacin ms ntima, hombre-mujer, cada uno persigue sus ambiciones perso-nales, sus propias realizaciones, su forma de vivir opuesta a la del otro, del mismo modo que dos lneas paralelas que nunca se encuentran. En esa clase de relacin siem-pre existe algn conflicto. Afronten ese hecho.

    Y bien, qu crea el conflicto entre dos seres huma-nos? En su relacin con su esposa, con su esposo o con sus hijos (que es la relacin ms ntima), qu crea el conflicto? Hganse esa pregunta, seores. No se debe a que tiene una imagen de su esposa y ella tiene una ima-gen de usted? Esa imagen que se ha construido con mu-cho, mucho cuidado, ya sea en un perodo corto o muy largo, ese registrar constante en el cerebro de la relacin con el otro, crea la imagen de su esposa o su esposo; y esa imagen es la que divide. En especial, cuando vive en la misma casa con todo ese caos, entonces escapa hacindo-se monje o lo que sea. Pero all tambin tiene sus propios problemas, sus propios deseos, sus propias bsquedas, que de nuevo se convierten en conflicto.

    Podemos vivir sin ninguna imagen del otro, real-mente sin ninguna imagen? Lo han intentado alguna

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    vez? Observen la lgica, el sentido comn: mientras fun-cione la maquinaria que crea las imgenes, que registra insultos o halagos, eso crea una imagen del otro, y sta es el factor que divide. Luego, es posible vivir sin ninguna imagen? En ese momento descubrir qu es la verdadera relacin, porque no habr ningn conflicto en la ella, lo que es del todo necesario si se quiere comprender la limitacin del pensamiento e investigar una manera de vivir holstica, libre de cualquier fragmentacin.

    Otro factor se debe a que desde la infancia nos han educado para que tengamos problemas en nuestras vidas. Cuando nos envan a la escuela tenemos que aprender a leer, a escribir, etctera. Aprender a escribir constituye un problema para el nio. Por favor, sigan esto con deteni-miento. Las matemticas, la historia, la qumica se con-vierten en un problema, de modo que, desde la infancia, se educa al nio para que viva con problemas, ya sea el de Dios, o muchsimos ms. Por eso, nuestros cerebros estn condicionados, educados, acostumbrados a vivir con problemas, puesto que desde la infancia lo hacemos. Qu sucede cuando educamos al cerebro con proble-mas? Nunca los resuelve, slo genera otros. Cuando un cerebro est entrenado para tener problemas, para vivir con ellos, al tratar de solucionar uno, en ese mismo acto de solucionarlo, crea otro problema. Desde la infancia nos han entrenado y educado a vivir con problemas, por tanto, al estar asentados en ellos, nunca los solucionamos del todo. Slo un cerebro libre, que no est condicio-

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    nado para tener problemas, puede solucionarlos. Tener problemas continuamente es una de nuestras lacras por-que, en consecuencia, nuestros cerebros nunca estn en calma, libres para observar, para mirar.

    Por esa razn preguntamos: es posible no tener nin-gn problema y afrontarlos? Sin embargo, para com-prenderlos y resolverlos por completo, el cerebro debe ser libre. Observe la lgica. sta, junto con la razn, son necesarias. Slo entonces puede ir ms all de la lgica y de la razn. Pero si uno no es lgico, si no avanza paso a paso, se engaar siempre y terminar viviendo en algu-na clase de ilusin. Descubrir una manera de vivir que permita enfrentar los problemas, resolverlos y no que-dar atrapado en ellos requiere una enorme observacin y atencin, darse cuenta y asegurarse de que nunca, ni por un segundo, se engaa a s mismo.

    Primero debe haber orden. Y ste slo surge cuando no hay problemas, cuando hay libertad, pero no la liber-tad para hacer lo que uno quiera, porque eso no es liber-tad en absoluto. Elegir este gur o aquel otro, este libro o aqul no es ms que otra forma de confusin. Donde hay eleccin, no hay libertad. Uno slo elige cuando el cerebro est confundido. Cuando ste tiene claridad, en-tonces no cabe la eleccin, ya que tan slo hay percep-cin directa y accin correcta.

    2 de febrero de 1985