la autoficción en el desbarrancadero de fernando vallejo. julia musitano

9
1 La autoficción en El desbarrancadero de Fernando Vallejo Julia Musitano Facultad de Humanidades y Artes - UNR [email protected] Resumen En el presente trabajo me propongo analizar la novela El desbarrancadero de Fernando Vallejo que retoma las búsquedas narrativas del ciclo de novelas autobiográficas El río del tiempo. En el marco de las actuales discusiones teóricas sobre el giro subjetivo en la literatura y la cultura contemporáneas, y de la tendencia literaria del presente hacia ciertas escrituras íntimas, en las que las fronteras entre literatura y vida son laxas; la autoficción es la forma literaria que conviene al deseo de presentar la propia vida como un proceso paradójico, en el que lo personal y lo impersonal, lo factual y lo inventado se afirman simultáneamente. Intento aproximarme a la narrativa del autor colombiano a partir de la coexistencia de los dos impulsos heterogéneos y en tensión que Giordano identifica en las ficciones autobiográficas: las retóricas de la memoria y la escritura de los recuerdos. Los recuerdos descomponen, desorientan porque participan de una experiencia que no domina la memoria y no construyen justamente una retórica. Vallejo logra apropiarse de su vida cuando la relata, pero deja de apropiarse de ella cuando recuerda porque la escritura de los recuerdos provoca el desbarrancadero de la propia vida y es allí donde emerge lo verdaderamente literario. Palabras clave: Fernando Vallejo - Autoficción - memoria/recuerdo - olvido - muerte En el marco de las actuales discusiones teóricas sobre el giro subjetivo en la literatura y la cultura contemporáneas, y de la tendencia literaria del presente hacia ciertas escrituras íntimas, en las que las fronteras entre literatura y vida son laxas; la autoficción es una forma literaria que conviene al deseo de presentar la propia vida como un proceso paradójico, en el que lo personal y lo impersonal, lo factual y lo inventado se afirman simultáneamente. En El desbarrancadero de Fernando Vallejo aparece esta manifestación de una voluntad de experimentar con ciertas formas ambiguas de narrar la propia vida. En este texto, Vallejo retoma las mismas búsquedas narrativas que El río del tiempo (conjunto

Upload: juan-camilo-rua-serna

Post on 02-Jan-2016

137 views

Category:

Documents


3 download

TRANSCRIPT

Page 1: La autoficción en El desbarrancadero de Fernando Vallejo. Julia Musitano

1

La autoficción en El desbarrancadero de Fernando Vallejo

Julia Musitano

Facultad de Humanidades y Artes - UNR

[email protected]

Resumen

En el presente trabajo me propongo analizar la novela El desbarrancadero de Fernando

Vallejo que retoma las búsquedas narrativas del ciclo de novelas autobiográficas El río del

tiempo. En el marco de las actuales discusiones teóricas sobre el giro subjetivo en la literatura y

la cultura contemporáneas, y de la tendencia literaria del presente hacia ciertas escrituras

íntimas, en las que las fronteras entre literatura y vida son laxas; la autoficción es la forma

literaria que conviene al deseo de presentar la propia vida como un proceso paradójico, en el

que lo personal y lo impersonal, lo factual y lo inventado se afirman simultáneamente.

Intento aproximarme a la narrativa del autor colombiano a partir de la coexistencia de

los dos impulsos heterogéneos y en tensión que Giordano identifica en las ficciones

autobiográficas: las retóricas de la memoria y la escritura de los recuerdos. Los recuerdos

descomponen, desorientan porque participan de una experiencia que no domina la memoria y no

construyen justamente una retórica. Vallejo logra apropiarse de su vida cuando la relata, pero

deja de apropiarse de ella cuando recuerda porque la escritura de los recuerdos provoca el

desbarrancadero de la propia vida y es allí donde emerge lo verdaderamente literario.

Palabras clave: Fernando Vallejo - Autoficción - memoria/recuerdo - olvido - muerte

En el marco de las actuales discusiones teóricas sobre el giro subjetivo en la

literatura y la cultura contemporáneas, y de la tendencia literaria del presente hacia

ciertas escrituras íntimas, en las que las fronteras entre literatura y vida son laxas; la

autoficción es una forma literaria que conviene al deseo de presentar la propia vida

como un proceso paradójico, en el que lo personal y lo impersonal, lo factual y lo

inventado se afirman simultáneamente.

En El desbarrancadero de Fernando Vallejo aparece esta manifestación de una

voluntad de experimentar con ciertas formas ambiguas de narrar la propia vida. En este

texto, Vallejo retoma las mismas búsquedas narrativas que El río del tiempo (conjunto

Page 2: La autoficción en El desbarrancadero de Fernando Vallejo. Julia Musitano

2

de cinco novelas que narran la vida del autor desde su infancia hasta su vejez), pero con

una violencia verbal más dura y desmesurada.

El desbarrancadero es el relato de la agonía y la muerte en un mismo año de un

hermano y del padre, el primero a causa del sida y el segundo por un cáncer, en el que

se repiten al mismo tiempo ciertas temáticas anteriores de su infancia y juventud como

la búsqueda de “bellezas”, las aventuras en el Studebaker, el globo de ciento veinte

pliegos y el Admiral jet. La novela está narrada en primera persona y con nombre

propio, el mismo que aparece en la tapa del libro: Fernando Vallejo. Autobiografía y

ficción simultáneamente.

El contrato de lectura que presupone según la lectura de Lejeune (1975:13-46)

un texto autobiográfico reside en la afirmación de la identidad real ineludible que se

establece entre autor, narrador y personaje que nos envía directamente a la firma o el

nombre propio y a la posibilidad de verificación donde el autor promete decir la verdad.

En los textos de ficción, no existe tal identidad ni tal principio de verificación, sino

atestación de ficción. Entonces, la Autoficción se sitúa entre ambos estatutos narrativos,

los necesita y al mismo tiempo los excede. En la autoficción, el pacto se concibe como

el soporte de un juego literario en el que se afirman simultáneamente las posibilidades

de leer un texto como ficción y como realidad autobiográfica. El pacto, autobiográfico y

novelesco a la vez, se convierte en un pacto paradójico.

El héroe de la novela puede tener el mismo nombre que el autor, puede existir

una identidad real entre ellos y el autor puede narrar de manera ficticia su propia

historia de vida aunque utilice a un personaje con su propio nombre. La narrativa de

Fernando Vallejo lo demuestra, él es el protagonista de su relato, la tapa del libro lleva

su firma y su nombre completo designa al personaje de sus novelas. Las autoficciones

se presentan como novelas aunque la identidad entre autor, narrador y personaje siga

intacta.

La novela quiere hacernos creer que lo que cuenta es real, simula una realidad,

genera una ilusión de realidad. La autoficción genera la ilusión de que el relato de la

propia vida es real aunque no lo sea. La ambigüedad es constante porque se presentan

Page 3: La autoficción en El desbarrancadero de Fernando Vallejo. Julia Musitano

3

hechos ficticios, otros reales y otros que no pueden ser incluidos en ningunos de los dos

planos.

Desde su origen, han aparecido muchas tentativas teóricas que tienden a despejar

la ambigüedad propia del género convirtiéndolo en una versión posmoderna de la

autobiografía o restringiendo su campo al modo ficcional. Me interesa pensar la

Autoficción en su propio mestizaje sin necesidad de decantar hacia ninguno de los dos

planos y pensarla como un pacto paradójico ya que supone la afirmación de los dos

sentidos a la vez sin exigir distinción. El yo de la Autoficción es y no es

simultáneamente. “Yo soy y no soy yo”.

Las novelas del autor colombiano aportan los elementos necesarios para trabajar

el concepto de autoficción.

Vallejo lo cuenta todo, todo lo acaecido y más aún, desde su infancia y su hogar,

su juventud y su exilio voluntario hasta su vejez, hasta su muerte. Relata desde la

muerte como si sólo fuera posible el relato de la vida una vez ésta concluida. Pareciera

que necesitara contarlo todo (hasta los momentos más dolorosos de su vida) para

responder a un criterio de verdad propio de la autobiografía y simultáneamente contar

de más para responder al criterio propio de la novela: la incertidumbre. Insiste en contar

su propia vida en clave ficticia porque el orden de la ficción pertenece a un dominio

incierto en el que los límites son interrogados y es justamente donde se debilita la

certidumbre, donde hay mayor ambigüedad, es allí donde reside la fuerza literaria.

La narrativa del autor colombiano, como el fluir del río del tiempo, no cesa,

continua, su prosa fluye y fluye, se desboca, desborda, derrapa, desbarranca y se

desespera. Alimenta su caudal de agua con recuerdos, suaviza su curso con escenas

significativas de su vida y la violencia de su fuerza corrosiva acarrea contra lo

políticamente correcto. Pareciera que no puede quedarse callado, escribe con el ritmo y

la dinámica de la oralidad, con rapidez, concisión y violencia. Siempre al borde del

colmo, del abuso y de la inmoralidad, dice Astutti (2003:107), logra desviarse en el

momento justo y persistir. Monotemático y obsesivo, embiste una y otra vez contra sus

enemigos predilectos: el papa, la patria, la madre y las embarazadas. Provoca y

escandaliza. Despotrica, sí, pero no denuncia. No elige para sus injurias, como dice

Page 4: La autoficción en El desbarrancadero de Fernando Vallejo. Julia Musitano

4

Cristoff (2004), el tono del intelectual equilibrado, sino que critica los males de este

mundo sin remedio desde el sarcasmo, el cinismo y la irreverencia, con un tono que no

teme irse a la deriva y desbarrancarse.

Me interesa aproximarme a El desbarrancadero a partir de la coexistencia de los

dos impulsos heterogéneos y en tensión que Giordano identifica en las ficciones

autobiográficas: la retórica de la memoria y la escritura de los recuerdos porque en

Vallejo conviven sin incomodidad, la memoria y la imaginación, el recuerdo y el deseo

(2006:171). Cada fragmento de su vida es un recuerdo que se entrecruza con otro y lleva

a otro. La retórica de la memoria es la que se encarga de transformar la vida en relato,

de ordenar, de dar sentido a una historia. La memoria permite que el relato de una vida

se transforme en un encadenamiento verosímil de momentos verdaderos. En cambio, en

la escritura de recuerdos se explora la coexistencia de un pasado que no termina de

ocurrir y un presente en el que el propio Vallejo se figura como muerto. Escribe en

forma de recuerdo para saber por qué recuerda y para explorar los fragmentos de su vida

que se resisten al olvido. Los recuerdos descomponen, desorientan porque participan de

una experiencia que no domina la memoria y no construyen justamente una retórica. Se

establece, así, una relación tensa entre propiedad e impropiedad, es decir, Vallejo logra

apropiarse de su vida cuando la relata, pero deja de apropiarse de ella cuando recuerda

porque la escritura de los recuerdos provoca el desbarrancadero de la propia vida y es

allí donde emerge lo verdaderamente literario.

El recuerdo posee, como plantea Nicolás Rosa, el poder de sostén alucinatorio

del deseo y por ende el cuestionamiento de una realidad. La memoria funda un sujeto

que no vacila, que cree recordarlo todo, construye una identidad y su continuidad. En

los recuerdos, aparece la vacilación entre aquello que deseo ser en el presente, aquello

que desearía ser en el futuro y aquello que deseo haber sido en el pasado (Rosa

2004:51).

Ciertos acontecimientos en la infancia y la juventud del autor, narrador y

personaje se repiten hasta el hartazgo (no sólo en esta novela). Hay una insistencia en

contar ciertos sucesos como la lectura de Heidegger con la abuela Raquel, las aventuras

en el Studebaker cargado de “bellezas” con su hermano Darío, los desquicios y

Page 5: La autoficción en El desbarrancadero de Fernando Vallejo. Julia Musitano

5

llamados de atención de su madre “La Loca”, el globo de ciento veinte pliegos que una

vez se apareció en el cielo de Antioquia un diciembre en la finca de Santa Anita, las

ratas del Admiral Jet y las rabietas de su primo Gonzalo Rendón. Estos hechos que

acontecieron en el pasado pugnan por manifestarse constantemente y allí se manifiesta,

al mismo tiempo, la distancia de quien recuerda consigo mismo. Vallejo sabe, porque lo

ha dicho en Entre fantasmas, que el pasado adviene del futuro y que hay que haber

vivido una vida entera para saber con dolor que ese pasado era la felicidad (2005:183).

Repite para poder hacerse dueño de una situación que ya, en la escritura de recuerdos,

ha dejado de ser propia. Como él mismo dice: el río del tiempo desemboca en el efímero

presente. La memoria genera la ilusión de que el pasado sobrevive, que es coextensivo

del presente.

Vallejo ha dicho en varias entrevistas que escribe para olvidar, que sus novelas

funcionan como borradores de recuerdos, que, en sus propias palabras, barre toda la

basura del coconut. Sin embargo, cuanto más se olvida, más se recuerda. El olvido es la

fuente y condición indispensable para que la memoria se revele en el recuerdo. Vallejo

pone en el pasado aquello que no puede realizar en el presente y que ya no espera en el

futuro. Narra cómo aceleró la muerte de su padre porque desea que no haya existido

semejante agonía. Intenta deshacerse de su pasado con la escritura.

Sin embargo, algo curioso sucede con el relato de la muerte de su padre. Dije

antes que la escritura de Vallejo sobreviene en recuerdos, el hombre es una mísera

trama de recuerdos y así procede él sobre lo ya escrito, sobre lo ya vivido. Los

recuerdos van y vienen, retrasan y adelantan la historia a su manera, sobretodo, cuando

lo que debe contar es un momento doloroso. Comienza a relatar el momento en que se

entera de que su padre estaba enfermo y se distrae criticando a la Constitución

Colombiana y a la violencia en Medellín. Vuelve a la inminente muerte, pero sabe que

esa distracción se debe a que no puede cargar con ese recuerdo, esta vez no repite, esta

vez hay una voluntad de recordar para luego olvidar que es, como ya sabe,

intrínsecamente imposible.

El autor, narrador, personaje una mañana va al baño a buscar el Eutanal (el

mismo veneno que utilizo para sacrificar a un perro) para inyectárselo a su padre, pero

Page 6: La autoficción en El desbarrancadero de Fernando Vallejo. Julia Musitano

6

cuando se ve al espejo, ve a otro y se aparta para dejarle paso a la tercera persona

gramatical para que comience y termine de contar esa decisión que debió tomar para

acabar con el dolor de la persona que más quiso. Una vez tomada la decisión, la primera

persona gramatical retoma el relato para hundir la aguja en el tubo de plástico y

ayudarlo a morir.

Se desplaza de una primera a una tercera persona gramatical como si se

aventurara en un juego de espejos porque entiende que, como propone Bajtin, el autor,

en la autobiografía, debe ubicarse fuera de su propia personalidad, debe convertirse en

otro con respecto a sí mismo como persona, debe lograr verse con ojos de otro

(2008:24). El yo, como dice Rosa, se entera en ese momento de que era otro distinto del

que es ahora, por justamente haberlo olvidado (2004:59). O, como dice Giordano,

comprobamos que a aquel a quien le sucedieron las cosas no es el mismo que quien

recuerda y que estamos privados de saber cuál es la verdad del momento que pasó

porque no estábamos allí (2006:173). El mismo autor lo dice claro en Entre Fantasmas:

Con que eso es la vida, volverse uno fantasma de sí mismo (2005:183).

Vallejo interpela a la muerte, la personaliza como si fuese un personaje más. La

muerte en Entre fantasmas y en El desbarrancadero es vieja, estúpida, burlona,

cobardona y perezosa. Esta es una manera de volver familiar algo inquietante que es el

gran enigma del destino del hombre. El hombre pensando en la muerte, la domina, pero

pensándola desde afuera no desde adentro.

Como dije antes, Vallejo lo cuenta todo porque responde a los dos principios de

los dos grandes pactos: la veracidad y la incertidumbre. Cuenta hasta su propia muerte.

Vallejo narra desde la muerte. Muere al enterarse de la muerte de su hermano Darío,

con el teléfono en la mano. Introduce su propia muerte física y su propio entierro, algo

que está vedado no sólo en la autobiografía, como plantea Manuel Alberca (2007:269-

278), sino en la propia realidad. Es imposible estar allí cuando eso ocurre. Realiza,

entonces, la fantasía de asistir a su propia cremación y ver como ingresa el cuerpo

desnudo en el horno y contar hasta los trámites engorrosos que eso requiere en México.

Sobrevive como espectador a su propia muerte e imagina qué imagen quedará de él. En

Page 7: La autoficción en El desbarrancadero de Fernando Vallejo. Julia Musitano

7

ese momento, se ríe: Colombia es afortunada porque tiene un escritor único, uno que

escribe muerto.

La muerte es como el olvido porque es imposible estar allí cuando morimos,

recordamos o soñamos, es la no presencia ante uno mismo. La condición de que yo me

convierta en otro es el olvido. El olvido es la condición misma de la memoria, él decide

lo que se recuerda. Morir es la condición misma de la existencia, es, como dice

Jankélévitch, el sin sentido que da sentido a la vida (2004). Vallejo recuerda porque

olvida, pero lo que más desea es olvidar y vuelve a recordar porque son los recuerdos

quienes provocan el desbarrancadero de su propia vida, son ellos quienes escriben a

Vallejo.

Vallejo logra que la lectura de sus novelas constituya un juego de ambigüedad

constante en el que el lector, obligado a vacilar entre la realidad extratextual que conoce

por la misma biografía del autor y los engaños propios de un género de ficción, deba

mantener una lectura activa y atenta para poder deleitarse en el vaivén de las posiciones

cambiantes.

Vallejo es voz hablando que se escapa por la mano, la boca y los oídos de todos

a los que interpela: sus secretarias, doctores, señoritas, perros, lectores y la propia

muerte. Abandona la trama para apelar al lector, despotrica contra algo para luego

focalizarse en una escena y conmovernos. Vuelve a comentar algo para hacernos reír a

carcajadas y comienza otra vez el relato de otro recuerdo. No puede desenredar la

intrincada madeja que es su vida, pero a pesar de que todo parezca desbarrancarse, su

prosa mantiene el equilibrio del relato. La narrativa de Vallejo es excepcional porque en

un mismo párrafo sin pausas como si estuviese hablándonos reúne simultáneamente

todos sus recuerdos, sus amores, sus odios, sus tristezas y sus delirios. Todo a la vez,

condensación y ambigüedad.

Page 8: La autoficción en El desbarrancadero de Fernando Vallejo. Julia Musitano

8

Bibliografía

Alberca, Manuel (2007), El pacto ambiguo. De la novela autobiográfica a la autoficción,

Madrid, Biblioteca Nueva.

Aguilar, Gonzalo (2003), “Un maestro de la injuria. El color de la violencia”, Clarín, 18

de enero.

Arfuch, Leonor (2007), El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad

contemporánea, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.

Astutti, Adriana (2003), “Odiar la patria y aborrecer la madre: Fernando Vallejo”, en

Boletín 11 del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria, Facultad de

Humanidades y Artes, UNR.

Bajtin, Mijail (2008), Estética de la creación verbal, Siglo XXI.

Benjamin, Walter (1939), Sobre algunos temas en Baudelaire, en www.philosophia.cl,

Escuela de Filosofía, Universidad ARCIS.

Cristoff, Maria Sonia (2004), “El caballero de la prosa temeraria”, La Nación,

Suplemento Cultural, 6 de junio.

Deleuze, Gilles; Guattari, Felix (1994), Capitalismo y esquizofrenia: Mil mesetas,

Valencia, Ed.Pre-textos.

Freud, Sigmund (1916-1938), “Más allá del principio del placer”, Obras completas

Tomo III, Madrid, Biblioteca Nueva.

----------------------------------------“Recuerdo, repetición y elaboración”, Obras

Completas Tomo II, Madrid, Biblioteca Nueva.

Giordano, Alberto (2006), Una posibilidad de vida. Escrituras íntimas, Buenos Aires,

Beatriz Viterbo Editora.

Jankélévitch, Vladimir (2004), Pensar la muerte, Buenos Aires Fondo de Cultura

Económica.

Klinger, Diana (2007), “Escritas de si, escritas do outro : o retorno do autor e a virada

etnográfica : Bernardo Carvalho, Fernando Vallejo, Washington Cucurto, João Gilberto

Noll, César Aira, Silviano Santigo”, 7Letras, Río de Janeiro.

Lejeune, Philippe (1975), Le pacte autobiographique, Paris, Editions du Seuil.

Page 9: La autoficción en El desbarrancadero de Fernando Vallejo. Julia Musitano

9

Murillo, Javier, “Un huapití para Fernando Vallejo”, Revista Número 16, Bogotá, en

http://revistanumero.com