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La armonía entre la experiencia cristiana y la interpretación profética. Las realidades cristianas reveladas en los cuadros proféticos del Apocalipsis. Jlouís Títere

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La armonía entre la experiencia cristiana y lainterpretación profética.

Las realidades cristianas reveladas en los cuadros proféticos del Apocalipsis.

Jlouís Títere

El Propósito Moral de la

ProfecíaLa armonía entre la experiencia cristiana

y la interpretación profética

Las realidades cristianas reveladas en los

cuadros proféticos del Apocalipsis

Louis F. WereTraducido por

Gwendoline de Biaggi

DESCUBRAEdiciones

EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

PROLOGO

Louis Fitzroy Were, es un perfecto desconocido para mu­chos adventistas. Sin embargo ha sido uno de los más grandes intérpretes de la profecía que dado la Iglesia. Aunque vivió en una época cuando la mayor parte de los expositores se había in­clinado hacia el literalismo geográfico, mayormente influidos por algunos errores enseñados por Uriah Smith, Were no sola­mente percibió los defectos hermenéuticos de la posición here­dada y asumida sino que, con coraje y erudición, finalmente lo­gró enderezar la posición mayoritaria de la Iglesia hacia el rumbo establecido por los esposos White 80 años antes.Tan grande fue la contribución realizada por Louis F. Were, que el mismo y tan reconocido Dr. Hans K. LaRondelle, fallecido profesor emérito de la Universidad Andrews, reconoce haber si­do iluminado e interesado en las profecías gracias a los escritos del autor de esta obra.Con el anhelo de que las lúcidas ideas de Were continúen lle­vando a los creyentes cada vez más cerca de “la palabra profética más segura”, es que ponemos en tus manos este valioso libro!

Edgardo D. Iuorno, Editor.

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

PREFACIO

La salvación se enseña no sólo en los evangelios sino tam­bién en las profecías. El autor ha procurado dejar clara la verdad vitalmente importante de que la verdadera interpretación de las profecías ilustra cómo se logra la salvación, y fortalece también al alma para resistir el pecado. Por cuanto la Palabra de Dios es "semilla" que, a través de la obra del Espíritu Santo, general nueva vida (1 Pedro 1:13), dicha vida es reavivada y fortalecida cada vez que se lee y recibe la Palabra de Dios en el alma (1 Tes. 2:13). El "nuevo" hombre vive y crece "de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mat. 4:4;1 Pedro 2:2; 2 Pedro 3:18).

Para purificar la vida (l Pedro 1:22) y edificar el alma (He­chos 20:32), el Salvador recalca la necesidad de prestar atención a "toda palabra" de las Sagradas Escrituras (Mat. 4:4). El enemigo infatigable del hombre procura anular para los estudiantes de la Biblia la energía vivificadora contenida en algunas importantes profecías de las Sagradas Escrituras, y lo logra mediante interpre­taciones erróneas.

El Salvador no solo dice "Escudriñad las Escrituras"(Juan 5:39); sino que también pregunta "¿Cómo lees?" (Luc. 10:26). Mediante interpretaciones erróneas es posible "añadir" a, o "qui­tar" de la Palabra de Dios, y contra ello se nos advierte específi­camente (Apoc. 22:18-19). El que estudia las Escrituras de tal modo como para presentarse "a Dios aprobado", se dice de él que es un "obrero que notiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”. (2 Tim. 2:15).

Una comprensión correcta de las profecías bíblicas com­prueba la enseñanza evangélica de que la Presencia inmanente

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

del Salvador ofrece protección y liberación de los enemigos hos­tiles; se logra lavictoria mediante la permanencia del Espíritu de Dios en la vida.

Este librito es publicado con la oración de que Dios bendiga a sus lectores con una comprensión más clara del propósito mo­ral de las profecías, y con la comprensión de que Cristo el Rey de gloria reina en el corazón de quien confía y le da la victoria sobre el pecado, "Somos más que vencedores de Aquel que nos amó" (Rom. 6:37). "Cristo en vosotros, la esperanza de gloria". (Col. 1:27).

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

ÍNDICE

Las Escrituras Fueron Dadas para Revelar a Jesús 7

Los Judíos Fracasaron en Estudiar las Escrituras a la luz del Propósito Moral de Dios 10

La Historia se Repite 19

El Sofisma Fundamental del Futurismo 30

Sofismas Futuristas Adicionales 33

El Futurismo y el Libro del Apocalipsis 35

El Pentecostés arrojó Luz sobre el PropósitoMoral de la Profecía 38

¡Jesús Reina Ahora! 40

Todas las Escrituras Vibran con MensajesMorales Procedentes de un Salvador Viviente 43

La Aplicación Individual de la Historia y la Profecía 49

Aplicando el Principio en Relación al Estudiodel "Armagedón” 56

El Propósito Moral de las Profecías de Daniel 65

Realidades Cristianas Reveladas enlas Imágenes Proféticas del Apocalipsis 70

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

"Cristo en Vosotros" - La Seguridad de Victoria

Apéndice: Un Breve Bosquejo 92

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

CAPITULO UNO

LAS ESCRITURAS FUERON DADAS

PARA REVELAR A JESÚS

Correctamente entendidas, las profecías son tan importan­tes y contienen tanto del Evangelio como otras porciones de la Escritura. Dios inspiró a los profetas para que escribieran las profecías de las Escrituras, a fin de que por ellas los hombres pudiesen hallar la salvación. La Biblia no es un libro compuesto de porciones que contienen los hechos esenciales del Evangelio, y otras menos importantes que contienen las profecías. Satanás procura anular el propósito moral de las profecías, y mediante falsas interpretaciones, privarlas de su vitalidad.

Las palabras introductorias del Apocalipsis nos informan definidamente que las profecías de este libro maravilloso fueron dadas como "la revelación de Jesucristo" (Apoc. 1:1). Un estudio de los principios básicos sobre los cuales se fundamenta el Apo­calipsis nos permite establecer que todas las profecías de la Bi­blia son una "Revelación de Jesucristo" como Salvador de los que ponen su confianza en Él, y Destructor del mal. Las Interpreta­ciones proféticas que no exponen en luz más clara el Evangelio de Cristo no son inspiradas por Dios. Interpretaciones proféticas que no tienen su centro en Jesús como Salvador, o como Des­tructor del mal, son aplicaciones equivocadas de la Escritura.

En el santuario antiguo, y más tarde en el templo de los judíos, solamente a los consagrados al santo oficio del sacerdocio se les permitía contemplar las maravillosas glorias que podrían verse dentro del edificio sagrado. Y sólo a aquellos cuyas vidas están consagradas a Dios se les permite ver la hermosura interior del templo de la verdad. Jesús les dijo a los dirigentes judíos: "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí" (Juan 5:39).

El Nuevo Testamento muestra cómo se cumplieron en Je­sús las profecías del Antiguo Testamento. En la revelación del Evangelio, el Nuevo Testamento emplea 1500 citas de sentencias y frases de los escritos del Antiguo Testamento. El primer ver­sículo de Mateo señala una de las razones principales por las cuales se escribieron el libro de Mateo y el Nuevo Testamento; esto es, demostrar el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento en Jesús y su obra de salvación. Es a través de Jesús que las profecías del Antiguo Testamentó hallan cumplimiento. (Véase 2 Cor. 1:20; Hechos 13:27-37). El libro de Mateo contie­ne 99 referencias directas a los escritos del Antiguo Testamento. Nueve veces empleó la fórmula, "Para que se cumpliese" (véase Mat. 1:22-23; 2:15,1 7,23, etc.), y en otras ocasiones se refirió al cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento dicien­do: "Porque así está escrito por el profeta (Mat. 2:5); "Así cum­plió lo dicho por el profeta" (Mat. 27:9); "Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas" (Mat. 25:56); "Porque escrito está" (Mat. 26:31, etc.). Así ilustra Mateo la preocupación de los escritores del Nuevo Testamento por mos­trar que el nacimiento, la vida, el ministerio, la muerte, la resu­rrección, y el desarrollo de Su Iglesia y la obra de ella cumplie­ron las profecías del Antiguo Testamento.

Las primeras palabras que leemos en el Evangelio de Ma­teo dirigen nuestra mente a las profecías que les fueron dadas a David y Abraham. Mientras que Salomón fue el hijo que se sen­tó sobre el trono de David inmediatamente después de la pre­dicción, el cumplimiento más abarcante y completo había de lo­grarse por alguien que sería "más que Salomón" (Mat. 12:42). La Paz y la sabiduría manifestados en la primera parte del reinado de Salomón, cuando la gente venía desde lejos para aprender de él, hallan su aplicación más amplia en Cristo. David habla de

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

tener un hijo que se sentaría sobre su trono (2 Sam. 7:12-13,16; Luc. 1:32-33). A Abraham se le prometió un hijo que sería un canal de bendición. Isaac fue el cumplimiento inmediato de esta promesa, pero Isaac prefiguraba el cumplimiento más amplio en Jesús quien, a través de su iglesia, bendice a todo el mundo (Gal. 3:15,29; 4:28). Las profecías del Antiguo Testamento que preanuncian la venida de los hijos de Abraham y de David con­vergen en el primer versículo de Mateo: "Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham". Así, desde su mismo comienzo, el Nuevo Testamento toma las cosas del Anti­guo y las aplica a Cristo y Su obra de redención. Cristo y Su sal­vación es el tema central de la Biblia, y el propósito de hacer cla­ro el camino de la salvación fue el único por el cual se escribie­ron las Escrituras. Así como el sol se refleja en cada gota de ro­cío, de la misma forma Jesús, "la Luz del mundo", brilla en cada capítulo de la Biblia.

"En toda pagina, sea de historia, preceptos o profecía, las Escrituras del Antiguo Testamento irradian la gloria del Hijo de Dios.

Por cuanto era de institución divina, todo el sistema del ju- daísmo era una profecía compacta del Evangelio. Acerca de Cris­to 'dan testimonio todos los profetas' (Hechos 10:43). " (DTG:211).

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

CAPITULO DOS

LOS JUDÍOS FRACASARON EN ESTUDIAR LAS ESCRI­TURAS

A LA LUZ DEL PROPOSITO MORAL DE DIOS

Una Solemne Amonestación para Hoy

Los religiosos judíos fueron maestros en el conocimiento exterior de las Escrituras; sin embargo, a pesar de toda su lectura del Antiguo Testamento, no entendieron las profecías. Las pro­fecías no sólo se cumplieron abundantemente delante de sus ojos, sino que ellos mismos ayudaron a cumplirlas y no obstante fueron tan ciegos espiritualmente que no reconocieron su cum­plimiento. Pedro declaró: "Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días" (Hechos 3:24). Pablo proclamó: “Porque los habitantes de Jerusalén ... las palabras de los profetas... cumplieron al conde­narle... aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús" (Hechos 13:27-33).

Si las profecías del Antiguo Testamento, que los judíos conocían tan bien, por cuanto "se leen todos los días de reposo", se cumplieron con tanta exactitud, ¿cómo fue posible que fueran tan ciegos a su cumplimiento? - ¿especialmente cuando ayudaron en forma tan indigna a cumplirlas? En Hechos 13:27 se nos in­dica la razón: "Porque los habitantes de Jerusalén y sus gober­nantes no conociendo a Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, las cumplieron al condenarle". Porque no conocieron a Jesús—y ello se debió a que no vivían en armonía con Dios que había enviado a Jesús - leyeron equivoca­damente las profecías del Antiguo Testamento respecto a la ve­nida del Mesías y el establecimiento de Su reino. Si hubiesen

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

aceptado a Jesús como su Señor, Él les habría libertado del pe­cado, y con poder para vivir una vida de victoria habrían tenido discernimiento espiritual como para ver el propósito moral de la profecía.

Como lo dice una autora:"Los dirigentes judíos habían estudiado las enseñanzas de

los profetas acerca del reino del Mesías; pero lo habían hecho, no con un sincero deseo de conocer la verdad, sino con el pro­pósito de hallar con qué sostener sus ambiciosas esperanzas" (DTG:183).

Si hubiese habido armonía de corazón con el propósito de Dios, habría habido clara comprensión de dicho propósito.

Al examinar las interpretaciones correctas de las profecías relativas a sucesos presentes y futuros, se hallará que armonizan con la experiencia cristiana actual. Cuanto más conozcamos del carácter de Dios y cuanto más nos parezcamos a Él, más capaci­tados estaremos experimentalmente para comprender las Escri­turas. "Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de glo­ria, os de espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimien­to de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento" (Efe. 1:17-18). "Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Se­ñor y Salvador Jesucristo" (2 Pedro 3:18). Cuanto más crezcamos en gracia, tanto mayor será nuestro conocimiento de nuestro Salvador - conocimiento práctico, experimental. "El alma que se vuelva a Dios en ferviente oración diaria para pedir ayuda, apoyo y poder, tendrá aspiraciones nobles, conceptos claros de la ver­dad y del deber". (DMJ:74).

"No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mat. 4:4). Nuestro Señor citó de Deut. 8:3, donde esta declaración aparece como la razón moral por la cual Dios les dio el maná a los hijos de Israel. Deseaba que la aplicasen personalmente en relación con el Salvador. Si los judíos de los días de nuestro Señor hubiesen experimentado

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

en sus corazones la renovación diaria del maná del cielo - si hu­biesen vivido cada día mediante toda palabra de Dios - habrían aceptado gustosamente la aplicación espiritual del maná que el Salvador hizo de sí mismo. (Véase Juan 6:31-66. "Al oírlas, mu­chos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?... Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con el"). Como sus vidas no estaban en armonía con las Escrituras, no las entendían.

Los Judíos Estudiaron las Profecías, pero sin Dis­cernimiento Espiritual

A medida que declina la condición espiritual de una igle­sia, se presta más atención a la parte externa de la religión y me­nos a lo interior - una cáscara inerte en vez del grano vivo. Cosas literales que fueron instituidas a causa de su significado espiri­tual, pierden su significado espiritual, y el servicio de la iglesia degenera en formalismo; se recalca la letra a medida que se des­vanece el espíritu. Así pasó en las experiencias del antiguo Israel, y se ha repetido en la experiencia de la iglesia cristiana. "Los ju­díos perdieron la vida espiritual de sus ceremonias, y se aferra­ron a las formas muertas". (DTG:21).

Como ejemplo de la pérdida de la percepción espiritual que sufrieron los judíos, nótese el siguiente pasaje:

"Dios le había dicho a Moisés acerca de sus leyes: 'Has de atarlas por señal en tu mano, y estarán por frontales entre tus ojos' (Deut. 6:8). Estas palabras tienen un significado profundo. A medida quese medite en la Palabra de Dios y se la practique, el ser entero quedará ennoblecido. Al obrar con justicia y misericordia, las manos revelarán, como señal, los principios de la ley de Dios... Los ojos dirigidos hacia un propósito noble, serán claros y vera­ces... Pero los judíos del tiempo de Cristo no discernían todo

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eso. La orden dada a Moisés había sido torcida en el sentido de que los preceptos de la Escritura debían llevarse sobre la perso­na. Por consiguiente se escribían en tiras de pergamino o filacte- rias que se ataban en forma conspicua en derredor de la cabeza y de las muñecas" (DTG:563-564).

Su orgulloso disposición a ostentar una apariencia de jus­ticia a los ojos de sus semejantes los hacía interpretar las Escritu­ras en forma correspondiente. Si hubiesen sido mansos y humil­des de corazón, habrían discernido el contenido espiritual de Deut. 6:8.

Isaías había profetizado: "Y se manifestará la gloria de Jeho- vá, y toda carne juntamente la vera; porque la boca de Jehová ha hablado" (Isa. 40:5). Pero antes de que se manifestase la gloria visible de Dios en el segundo advenimiento, la gloria espiritual de Dios sería revelada en el carácter y la vida del Señor Jesús. Si los judíos hubiesen estado disfrutando de una bienaventurada comunión con Dios y hubiesen comprendido su carácter, ha­brían discernido la gloria de Dios en la vida de Jesús, y habrían comprendido que el profeta habló de la revelación de la gloria espiritual de Dios como anterior a la de Su gloria literal.

La necesidad que los judíos tenían de visión espiritual, tam­bién fue ilustrada por su ceguera en captar el significado de la profecía de Hageo 2:7-9. Acerca de esta profecía, la autora del CS:26-27 comenta:

"Este templo (el de Salomón) resultó ser el edificio más soberbio que este mundo haya visto. No obstante, el Señor de­claró... 'Mayor será la gloria postrera de esta Casa que la gloria anterior... llenaré esta Casa de gloria, ... Pero el segundo templo no igualó al primero en magnificencia ni fue santificado por las señales visibles de la presencia divina con que lo fuera el templo de Salomón, ni hubo tampoco manifestaciones de poder sobre­natural que dieran realce a su dedicación... Durante varios siglos los judíos se habían esforzado para probar cómo y dónde se ha­

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

bía cumplido la promesa que Dios había dado por Hageo. Pero el orgullo y la incredulidad habían cegado su mente de tal modo que no comprendían el verdadero significado de las palabras del profeta. Al segundo templo no le fue conferido el honor de ser cubierto con la nube de la gloria de Jehová, pero sí fue honrado con la presencia de Uno en quien habitaba la plenitud de la Di­vinidad ... Por la presencia de Cristo, y sólo por ella, la gloria del segundo templo superó la del primero".

Si los judíos hubiesen tenido la relación debida con Dios habrían reconocido la grandiosidad y gloria de Dios que reful­gían del carácter de Cristo; y así habrían visto el cumplimiento de la profecía de Hageo. Cuando Jesús dijo: "Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí" (Mat. 12:6), habrían recono­cido la presencia del Dios a quien únicamente creían mayor que el templo. (Véase 2 Crón.6:18).Habrían visto el cumplimiento de la profecía de Mal. 3:1: "Yvendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros bus-

/ • !! cáis .Jesús también dijo: "La reina del Sur se levantará en el jui­

cio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar" (Mat. 12:42). Si los judíos hubiesen leído la historia del Antiguo Testamento correctamente, habrían visto que la historia de personas notables tales como Salomón fue registrada en las Escrituras para simbolizar la venida de Al­guien mayor: esto es, el por tanto tiempo prometido Mesías; y cuando Jesús hizo estas declaraciones habrían visto prontamente el glorioso privilegio de que disfrutaban.

El Antiguo Testamento contiene muchas predicciones re­lativas al reino del Mesías.

"En el tiempo... cuando apareció nuestro Señor, había una expectativa general entre los Judíos con respecto a la venida del Mesías, y su reino era llamado 'el mundo venidero’, 'la Jerusalén

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

celestial', 'el reino de los cielos’, o 'de Dios’. Entrar en el reino significaba llegar a ser su discípulo. Los judíos tenían conceptos muy errados acerca de su naturaleza; y era necesario que nuestro Señor los corrigiese. Esto lo hace en Sus enseñanzas, y en las de Sus discípulos. La naturaleza del reino de Dios debe ser apren­dida, por lo tanto, del Nuevo Testamento". (Angus’s Bible Handbook:203).

Cuando el Mesías vino "a lo suyo", "los suyos no le recibie­ron" (Juan 1:11). Los judíos rechazaron a Cristo porque Su in­terpretación de las profecías del Antiguo Testamento acerca del reino esperado no era la que ellos deseaban. Sus corazones no estaban preparados para la clase de reino que Él predicaba. Dice la escritora ya citada:

"Algunos de los fariseos habían venido a Jesús y le habían preguntado 'cuándo había de venir el reino de Dios’. Habían pa­sado más de tres años desde que Juan el Bautista diera el mensa­je que a manera de toque de trompeta había repercutido por el país: 'Arrepentios; que el reino de los cielos se ha acercado’. Y sin embargo los fariseos no veían señal alguna del establecimien­to del reino. Muchos de aquellos que habían rechazado a Juan y que a cada paso se habían opuesto a Jesús, estaban insinuando que su misión había fracasado. Jesús contestó: 'El reino de Dios no vendrá con advertencia (manifestación exterior, V. M) ni di­rán: Helo aquí, o helo allí: porque he aquí el reino de Dios entre vosotros está’. El reino de Dios principia en el corazón. No bus­quéis aquí o allá manifestaciones de poder terrenal que señalen su comienzo... Por cuanto no va acompañada de pompa mun­danal, estáis en peligro de no discernir la gloria de mi misión"(DTG:467).

Los judíos aguardaban con ansias el tiempo cuando, con el advenimiento del Mesías, todas las predicciones relativas a la exaltación de Israel en su reino literal alcanzarían su gran cum­

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

plimiento. Debido a su carencia de espiritualidad, no podían captar la naturaleza doble del reino del Mesías.

Por cuanto no deseaban ver esta doble naturaleza profeti­zada por los videntes de Israel, no prestaron oído a la verdad de que la primera fase del reino tenía que ver con humillación y lu­cha contra el mal interior. Cristo tenía que sufrir antes de entrar en la gloria, (Luc. 24:25-26, 45; 1 Pedro 1:11). En forma similar, el "Israel" asociado con Él también sufriría primeramente antes de reinar en gloria con El. (2 Tim.2:l2, 1 Pedro 4:13).

El orgulloso corazón humano quería compartir la gloria, pero no la humillación y el sufrimiento esenciales para la entra­da al reino. (Hechos 14:22). La primera fase de! reino del Me­sías es el reino de la gracia, durante el cual se da tiempo y opor­tunidad para la preparación del corazón para la gloria venidera.

"La vida" es un sinónimo del "reino de Dios" (Mar. 9:45, 47; Mat. 13:9). En el reino de la gracia Jesús imparte vida espiri­tual. En el reino de !a gloria concede la vida eterna. Cristo por Su Espíritu, reina ahora en cada corazón de la tierra que se so­mete a él. (Col. 1:13,26-27; 3:4; 1 Juan 3:14; 5:11-13; Juan 3:3,7; Fil. 3:20: Heb. 12:23; Efe. 2:6, etc.). Este era el reino que se había "acercado". (Mat. 3:2;4:17, etc.) Este fue el tema de los sermones de Pablo. (Véase Hechos 20:25; 28:23,31). Las profecías relativas al reino del Me­sías se están cumpliendo ahora espiritualmente, pero es necesa­rio tener ese conocimiento experimental del Espíritu inmanente de Cristo, a fin de apreciar plenamente su cumplimiento pre­sente.

El fracaso en leer las profecías a la luz de !a obra de salva­ción de Cristo hizo que los judíos interpretasen erróneamente las profecías que conocían tan bien. A menos que nuestra inter­pretación de las profecías revele a Cristo, nosotros también deja­remos de captar su verdadero significado. Los judíos fueron lle­

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

vados a rechazar a Cristo a causa de su interpretación errónea de las profecías relativas a Israel: se olvidaron del propósito moral de la profecía, o lo pasaron por alto - la salvación personal del pecado. "Y llamarás su nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados" (Mat.1:21). El orgullo espiritual, el egoísmo y el pecado de sus corazones opacaron su discernimien­to espiritual.

"Aunque los judíos deseaban el advenimiento del Mesías, no tenían un verdadero concepto de su misión. No buscaban la redención del pecado, sino la liberación de los romanos... Ha­bían estudiado las profecías, pero sin percepción espiritual... El orgullo obscurecía su visión. Interpretaban las profecías de acuerdo con sus deseos egoístas". (DTG:22).

Los Judíos fueron Literalistas Rígidos.-

Los judíos fueron rígidos literalistas en la interpretación de las Escrituras. Cuando Jesús le dijo a Nicodemo, "Os es nece­sario nacer de nuevo", Nicodemo pretendió entender sus pala­bras literalmente, como si Jesús se refiriese a un nacimiento físi­co. Jesús, por supuesto, se refería a un nacimiento espiritual. (Véase Juan 3). Cuando Jesús dijo: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré, dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas Él hablaba del templo de su cuerpo". (Juan 2:19-21). Basa­dos en la profecía de Mal. 3:1 y 4:5, los judíos esperaban el re­tomo literal de Elías a la tierra antes de la venida del Mesías. Es­to dio origen a la pregunta: ¿Cómo podía Jesús ser el Mesías siendo que Elías no había aparecido aún en persona? (Mat. 17:10; Juan 1:21). Jesús respondió a la objeción presentada por los fariseos declarando que la profecía de Malaquías referente a la venida de Elías se cumplió en el ministerio de Juan el Bautis­ta, que Elías era un símbolo del Precursor. (Véase Mat. 17:11- 13). Cuando Jesús dijo: "El que come mi carne y bebe mi sangre

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

tiene vida eterna", hablaba de una relación espiritual en térmi­nos de un símbolo del Antiguo Testamento. Los oyentes judíos de Jesús, debido a que eran literalistas, entendieron mal Sus pa­labras. La autora del DTG:353-356, hace el siguiente comentario sobre este incidente del ministerio terrenal del Salvador:

"La misma verdad que estaba simbolizada en la ceremonia pascual, estaba enseñada en las palabras de Cristo. Pero no la discernían tampoco. Entonces los rabinos exclamaron airada­mente: '¿Cómo puede este darnos su carne a comer?’, afectaron comprender sus palabras en el mismo sentido literal que Nico- demo cuando preguntó: '¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo?'... Torciendo sus palabras esperaban crear prejuicios con­tra él en la gente. Cristo no suavizó su representación simbóli­ca... Los judíos incrédulos se negaron a ver otra cosa sino el sen­tido más literal de las palabras del Salvador... A ellos (sus segui­dores que rechazaban sus verdades espirituales definitorias) no les interesaba el misterioso reino espiritual del cual les hablaba".

Los judíos fueron expositores de la profecía "pero sin cap­tación espiritual"; no estudiaron las profecías a la luz del propó­sito moral de Dios; no estudiaron las profecías a fin de que por ellas fuesen fortalecidos para vencer el pecado en el corazón. Y, sin embargo, habían sido dadas con este propósito.

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

CAPITULO TRES LA HISTORIA SE REPITE

Hoy, en forma similar, muchos millares de profesos cris­tianos estudian las profecías y las interpretan tan erróneamente como lo hicieran los judíos: su interpretación de las profecías es­tá de acuerdo con la de los judíos que rechazaron a Cristo, y se opone en realidad a las claras enseñanzas del Nuevo Testamen­to. Los judíos señalaban a las profecías que describían el triunfo de Israel sobre sus enemigos (tales como las de Eze. 38,39; Joel 3; Zac. 12 y 14, etc.) y se sentían seguros de la protección y ben­dición de Dios. Hoy, los expositores cristianos enseñan lo mis­mo respecto a aquellas profecías. Aquellos como estos han pasa­do por alto las cualidades espirituales que se les exige a aquellos cuya victoria y bienaventuranza se describe: pasaron y pasan por alto el propósito moral de las profecías.

En los días de nuestro Señor, cuando los judíos leían la promesa contenida en Jer. 31:31-37, la aplicaban incondicio­nalmente a su nación. Una autora, cuyas obras dan evidencia de aguda penetración espiritual, dice:

"Los judíos habían interpretado erróneamente la promesa de Dios de favorecer eternamente a Israel (se citan entonces las palabras de Jer. 31:33-34). 'Así ha dicho Jehová: Si... estas leyes (sol, luna y estrellas) faltaren delante de mí, dice Jehová, también la simiente de Israel faltará para no ser nación delante de mí to­dos los días'. (Jer. 31:35-37). Los Judíos consideraban que su descendencia natural de Abraham les daba derecho a esta pro­mesa. Pero pasaban por alto las condiciones que Dios había es­pecificado. Antes de hacer la promesa había dicho: Daré mi ley en sus entrañas; y escribiréla en sus corazones... '.

"El favor de Dios se asegura a aquellos en cuyo corazón es­ta escrita su ley”. (DTG:80-81).

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El Nuevo Testamento enseña claramente que la iglesia he­redó todas las promesas y bendiciones aseguradas a Israel. A los judíos, Jesús les dijo:

"El reino de Dios será quitado de vosotros (Israel literal) y será dado a gente (Israel espiritual) que produzca los frutos de el". (Mat. 21:43). A los que producen el "fruto del Espíritu" (Gal. 5:22-23) en la viña del Señor (Mat. 21:33-43; Juan 15:1-11, etc.) se les asegura la bendición y protección de Dios. "Vosotros (la iglesia) sois... nación santa". (1 Pedro 2:9). Que la iglesia es ahora la nación de Israel, está sostenido a través de todo el Nuevo Tes­tamento. Este hecho ha sido recalcado por muchos notables comentadores de la Biblia. Citaremos aquí a uno que representa una gran cantidad de otros que también podrían ser citados: "La iglesia cristiana absorbe lo Judío, hereda sus privilegios, y adop­ta, con un significado más amplio y noble, su fraseología... El Is­rael de Dios, la iglesia de Cristo, toma el lugar de la nación de Israel. 11 (Ellicott's Commentary. Notes on Revelation:95,125).

No puede enfatizarse demasiado que en esta declaración se expresa la clara y frecuentemente repetida enseñanza del Nuevo Testamento y la explícitamente expresada declaración de iglesias y comentadores protestantes. Pero desgraciadamente, el enemigo de la verdad ha estado trabajando asiduamente para cegar a la gente a la verdadera interpretación de las Escrituras, de modo que no vean el propósito moral de las profecías, de comprensión tan vital en esta hora del destino. La creencia de la iglesia atesti­guada por el tiempo, de que las profecías del Antiguo Testamen­to relativas al reino hallaron su cumplimiento más pleno, moral, en la iglesia del Nuevo Testamento, está siendo puesta a un lado en favor de una enseñanza relativamente nueva y decididamente revolucionaria llamada Dispensacionalismo, que declara que es­tas profecías "pasan por alto" la época de la Iglesia, y se cumpli­rán literalmente en un reino judío que vendrá a continuación. Esta enseñanza revolucionaria trastorna en forma drástica la in­

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terpretación del libro del Apocalipsis, y los estudiantes del Apo­calipsis debieran considerar con oración si su interpretación de dicho libro no está siendo influida por los principios del Futu­rismo. Condenando este sistema de interpretación, el Dr. Os- wald T. Allis señala su error fundamental:

"El Dispensacionalismo tiene su origen en un literalismo defectuoso y antibíblico, el que, en el importante campo de la profecía, ignora el carácter simbólico y preparatorio del Antiguo Testamento .... Este sistema Dispensacional de interpretación de las Escrituras es muy popular hoy en día. Las razones no son di­fíciles de descubrir. La interpretación literal parece facilitar el es­tudio de la Biblia. También parece reverente. Presenta el si­guiente argumento: Dios debe haber dicho justamente lo que quiso decir, y debe significar justamente lo que Él dijo; y lo que Él dijo debe ser tomado exactamente tal como lo dijo, es decir, literalmente. Pero el Nuevo Testamento deja bien claro que la interpretación literal fue una piedra de tropiezo para los judíos. Les ocultó las verdades más preciosas de las Escrituras. El templo y su adoración eran símbolo de la obra de Cristo como sumo sa­cerdote (Juan 2:19). Pero los judíos no comprendieron la aplica­ción que Él le hizo a sí mismo, y usaron sus palabras para lograr Su destrucción (Mat.26:61)... Vino para cumplir la ley y los pro­fetas. Pero el cumplimiento que Él lesofreció a los judíos fue tan diferente de sus anhelos y expectati­vas literales y carnales, que enviaron a su Rey al Calvario". (Pro- phecy and the Church:256,258).

La historia se repite. Los judíos esperaban un dominio te­rrenal y temporal. Exigían el cumplimiento literal, incondicional de las profecías relativas a "Israel", negándose a aceptar que ha­bían perdido su derecho a ellas a causa de su falta de cumpli­miento de las condiciones. A causa de sus falsas interpretaciones de las profecías relativas al reino prometido a Israel, los judíos rechazaron a Cristo y Su reino espiritual. Similarmente, hoy en

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día, muchos profesos cristianos caen en el mismo error de inter­pretar las profecías relativas a "Israel" en un sentido literal pales­tino, dejando de ver que los judíos, por su rechazo y crucifixión de Cristo, perdieron todo derecho a las mismas. Así como el sis­tema de interpretación literal centrado en Palestina fue lo que motivo el rechazo de Cristo y Su reino espiritual por los judíos, así, hoy en día, el sistema de interpretación literal con centro en Palestina - el Futurismo -hace que la gente entienda en forma equivocada y rechace el mensaje de Cristo para los últimos días respecto a los últimos sucesos en Su reino espiritual de Israel. Este mensaje está claramente enunciado en el libro del Apoca­lipsis, pero debido a que está expresado en terminología del An­tiguo Testamento su real propósito moral no es comprendido por los que siguen el sistema futurista de interpretación.

A causa de que las imágenes pertenecientes a Israel son usadas en forma tan abundante en el libro del Apocalipsis, los futuristas sostienen que es un libro que tiene que ver mayor­mente con el judío literal en Palestina. El dejar de comprender el principio del Nuevo Testamento de que la terminología del Antiguo Testamento se emplea ahora en un sentido espiritual, mundial, en relación con la iglesia, es responsable de mucha confusión teológica. "Israel'es la palabra clave que desentraña los problemas proféticos - especialmente los del libro del Apocalip­sis. Sólo al relacionarse con la iglesia es como pueden compren­derse plenamente las profecías. Muchos comentadores recalcan con acierto que "el simbolismo del Apocalipsis es plena y exclu­sivamente judío"; solamente los israelitas espirituales pueden en­tender las profecías del Apocalipsis. Se calcula que por lo menos 550 citas del Antiguo Testamento se hallan en el libro del Apo­calipsis. El siguiente trozo de The Revelation of St. John, escrito por W. Milligan, pág. 27-30, ilustra lo que otros han destacado respecto a la naturaleza exclusivamente judía del Apocalipsis:

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"La iglesia cristiana, aún entre los gentiles, había sido in­jertada en el tronco de David. Tenía su interés centrado en Sión y Jerusalén y veía en Babilonia el tipo de sus enemigos; se sentía a sí misma el verdadero Israel de Dios. Conocía muy bien el ta­bernáculo y el templo, con sus columnas y su incienso, con sus distintos altares, con las vestiduras del sumo sacerdote, con los candeleros de oro de siete brazos, con el arca del testimonio, con el maná escondido, y con los rollos de pergamino escritos tanto por dentro como por fuera. Estos símbolos estaban, por lo tan­to, estrechamente adaptados a su condición, y deben haberle si­do aplicados con poder especial.

''Pero el simbolismo del Apocalipsis es total y exclusiva­mente judío. Hasta ‘la corona de la vida' del cap. 2:10, no es la corona del vencedor de los juegos griegos, sino la corona hebrea de realeza y alegría - la corona del rey Salomón, con que le coro­nó su madre en el día de su desposorio, y el día del gozo de su corazón. (Cant. 3:11). La 'piedrecita blanca' con el nombre nue­vo escrito encima, del capítulo 2:17, no es sugerido por la pie- drecita blanca que, echada en la caja de los votos de las cortes paganas de justicia, expresaba que el juez absolvía al preso, sino con toda probabilidad por la placa brillante llevada sobre su frente por el sumo sacerdote. Y todos los buenos comentadores están de acuerdo que las palmas del capítulo 7:9 no son las pal­mas de los vencedores paganos ya sea en la batalla o en los jue­gos, sino las palmas de la Fiesta de los Tabernáculos en la cual en la más jubilosa de todas sus fiestas nacionales Israel celebraba aquella vida de independencia en la cual entró cuando marchó desde Rameses hasta Sucot, y cambió sus moradas en los tórri­dos campos de ladrillos de Egipto por el aire libre del desierto, y las 'cabañas' que levantó en el campo abierto. Los símbolos del Apocalipsis han de ser juzgados con los sentimientos de un Ju­dío, y no con los de nuestro propio país o época".

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Después de presentar otros rasgos de "Israel" en el Apoca­lipsis, Milligan continúa:

"Si de las trompetas nos volvemos a las copas los siguientes detalles llaman nuestra atención:1. La misma mención de copas nos conecta de inmediato no con el mundo, sino con la iglesia. Las vasijas así designadas no eran redomas, sino fuentes o platos, anchos y playos, más bien que angostos y profundos. Eran las dádivas presentadas por los príncipes de las doce tribus de Israel para el servicio del Taber­náculo (Núm. 7), "y se usaban para ofrecer sobre el altar de oro del santuario, el incienso que había sido encendido con brasas del altar en el atrio. Eran instrumentos de servicio religioso, y eran peculiarmente adecuados, según la ley de recompensa que impregna todo el Apocalipsis, para contener los Juicios del To­dopoderoso, preparados para... la iglesia infiel... (las plagas, prin­cipalmente, caen sobre Babilonia espiritual - la iglesia apóstata).2. Una observación similar se aplica al hecho de que, según se menciona en el capítulo 15:5 los ángeles que llevan las siete úl­timas plagas salen del templo o santuario interior del tabernácu­lo del testimonio en el cielo, vestidos como sacerdotes con lino de blanco puro, y con cintos dorados". (pág. 54-55).

"El Libro está absolutamente impregnado de las memorias, los incidentes, los pensamientos, y el lenguaje del pasado de la iglesia. En tal grado es este el caso que difícilmente contiene al­guna figura que no haya sido extraída del Antiguo Testamento, o una sola frase completa que no esté más o menos compuesta de materiales de la misma fuente. Nada puede transmitir una impresión plena y adecuada a cerca de este punto, salvo el estu­dio cuidadoso del libro mismo en este aspecto particular de su contenido". (pág. 72).

Y entonces enumera ejemplos de las muchas personas, lu­gares, incidentes, etc., asociados con el antiguo Israel y mencio­nados en Apocalipsis. Milligan continúa entonces:

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"El gran terremoto del capítulo 6 está tomado de Hageo; el sol que se vuelve negro como saco de cilicio, y la luna que se vuelve como sangre en el mismo capítulo, de Joel; las estrellas que caen delcielo, la higuera que echa sus higos, los cielos que se enrollan como un rollo, en el mismo capítulo, de Isaías; las langostas del capítulo 9 de Joel; la vendimia de la tierra en el capitulo 14 de Joel; y el pisar del lagar en el mismo capítulo de Isaías; las alas de águila sobre las cuales la mujer es llevada para protección al de­sierto son las de Deuteronomio e Isaías, y toda la descripción de la Nueva Jerusalén del capítulo 21, está moldeada sobre Eze- quiel.

"Si consideramos varias de las visiones mayores, nos im­presiona la misma lección - la del trono en el cielo, del capítulo 4, tiene su prototipo en Isaías y Ezequiel; la de la apertura de los sellos, en el capítulo 6, en Zacarías; la de la bestia del mar, en el capítulo 13, en Daniel; la de las olivas, del capítulo 11, en Zaca­rías; la de la medición del templo, en el capítulo 21, en Ezequiel y Zacarías; la del librito, en el capítulo 10, en Ezequiel.

"O, nuevamente, tomando cualquier visión en forma ais­lada y examinando sus detalles, hallaremos que sus diversas par­tes son a menudo reunidas de distintos profetas, o distintas por­ciones del mismo profeta. Así, en la primera visión del libro, la del Redentor glorificado, en el capítulo 1:12-20, los candeleros de oro se toman de Éxodo y Zacarías; la vestidura hasta los pies de Éxodo y Daniel; el cabello como blanca lana, de los mismos dos profetas; los pies como bronce bruñido, de Ezequiel; la es­pada de dos filos, de Isaías y los Salmos; el rostro como el sol brillando en su poder, del Éxodo; la caída del vidente como muerto a los pies de la persona que se le aparece, del Éxodo, Isaías, Ezequiel y Daniel: la imposición de la mano derecha de Jesús sobre el vidente, de Daniel.

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Es imposible ampliar el tema sin recorrer cada capítulo, versículo y cláusula del libro, que es un perfecto mosaico de pa­sajes del Antiguo Testamento, ora citados en forma verbal, ora referidos en una alusión definida; sacados de una escena de la historia judía, o de dos o tres juntas... Los libros sagrados de su pueblo le eran más que familiares. Habían penetrado todo su ser... En toda la extensión de la literatura sagrada o religiosa no puede hallarse otro ejemplo de una fusión tan perfecta de la re­velación dada a Israel con la mente de quien o expresaría las ideas de Israel, o daría expresión, por medio de los símbolos su­plidos por la historia de Israel, a los pensamientos más puros y elevados de la fe cristiana" (pág. 75-76).

"Si de las personas, pasamos a lugares, se observa la misma regla. Jerusalén y el Monte Sión, Babilonia y el Eufrates, Sodo­ma y Egipto, todos nombres que nos resultan familiares en la historia de Israel, juegan su parte a fin de expresar la santidad y felicidad de los santos, o la inminencia del juicio, o los transgre- sores de los cuales los justos deben separarse. La batalla de Ar- magedón tiene referencia indudable a una o la otra, si no a am­bas, de las dos grandes matanzas relacionadas en el Antiguo Tes­tamento con la llanura de Megido (Jueces 5:19; Salmo 89:9; 2 Reyes 23:9)...

"Al mismo tiempo nada puede explicar el último ataque sobre los santos como una reunión de Gog y Magog de los cua­tro rincones de la tierra, sino el hecho de que estos nombres ya habían sido consagrados a un propósito similar en las profecías de Ezequiel (cap. 38,39)". (Ibíd. 72-73).

A Commentary of the Bible, by Bishops and other Clergy of the Anglican Church, dice con respecto a Apoc. 20:8 así:

"Los términos ‘campamento' y 'ciudad' son imágenes to­madas prestadas de la condición de Israel en el desierto, y en la Tierra Prometida. (Exo.14:19; Salmo 107:36)".

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El énfasis "hebreo" corre a través de todo el Apocalipsis. Hasta a muchas palabras griegas Juan les da un "fuerte tinte he­breo". Nótese el siguiente resumen tomado de la pluma de W. Milligan:

"El escritor hebraíza, entonces, intencionadamente... Nada puede ser más definido que su declaración (de Ewald) de que la imitación de expresiones idénticas hebreas en el Apocalipsis lle­ga al punto de introducir numerosos cambios en la construcción griega con la intención de imitar las construcciones de la lengua hebrea. "(Milligan, The Revelation of St. John. pág. 260).

Refiriéndose a Apoc. 9:11, el mismo erudito declara:"Cuando nos dirigimos a la raíz del nombre griego Apo-

lión... descubrimos que expresa el mismo significado que en el hebreo".

Urias Smith, en su Daniel y Apocalipsis:47, dice: "Su nombre. En hebreo; 'Abadon', el destructor; en griego, 'Apo- lión', uno que extermina o destruye. Al usar dos nombres dife­rentes en dos idiomas distintos es evidente que es el carácter, más bien que el nombre del poder, lo que se desea representar... tal como se expresa en ambos idiomas, se trata de un destruc­tor".

Al describir la destrucción de los enemigos de la iglesia, Juan es cuidadoso en recalcar el simbólico "lugar que en hebreo se llama Armagedón" (Apoc. 16:16). Así como el carácter del poder, y no su nombre literal, es lo que se expresa en el nombre hebreo de Apoc. 9:11, es también debido al carácter o significa­do de la palabra Armagedón "en la lengua hebrea" que se la menciona en Apoc. 16:16. El significado de Armagedón está dado por Christopher Wordsworth:

"Armagedón o Harmaguedón está formado por dos pala­bras hebreas - una, har, que significa monte; la otra, cortar en pedazos; y así significa monte del exterminio o de la matanza".

El Commentary de Ellicott declara:

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“‘El griego está moldeado por las tendencias hebreas del escritor'... Así el fuerte colorido hebreo es precisamente lo que esperaríamos de uno... que comenta constantemente esperanzas y profecías mesiánicas". (pág. 5-6).

"La prevalencia de notables influencias hebraicas en el Apocalipsis, bien podría corresponder a una fecha posterior" (pág. 11).

"El interprete se ve demasiado pronto atrapado por seme­janzas externas.. y presta demasiado poca atención a principios interiores espirituales y éticos. ... De estos principios los princi­pales parecen ser los siguientes: (1) deben considerarse los pasa­jes raíces en las profecías del Antiguo Testamento" (pág. 12, 15).

En The New Testament in Greek. General Epistles and Revelation, el obispo C. Wordsworth declara:

'La dicción del Libro de Apocalipsis es más hebraica que la de cualquier otra porción del Nuevo Testamento. Adopta giros idiomáticos hebreos y palabras hebreas. Consistentemente pasa por alto las leyes de sintaxis gentil, y hasta galantea con anoma­lías y solecismos; cristianiza palabras y sentimientos hebreos y los reviste con un ropaje evangélico, consagrándolos a Cristo. Así, por ejemplo, nunca usa la forma griega Hierosoluma, sino que siempre emplea el hebreo Hierusalem; y por este nombre nunca designa a la Sión literal, sino a la iglesia cristiana".

Mediante numerosas Ilustraciones el obispo Wordsworth demuestra el marco y sentimientos hebreos, etc. que prevalecen en todo el Apocalipsis. Dice además:

"En un espíritu similar de catolicidad genuino, expan­diendo la mente, y espiritualizando el lenguaje de la nación Ju­día, invistiéndoles con la luz del Evangelio, el Apocalipsis se re­fiere a la Iglesia Universal de Cristo, bajo los términos de una nomenclatura hebrea, con los nombres de las doce tribus de Is­rael'. Así extiende el panorama del pueblo hebreo, y ensancha los muros de Sión y las fronteras

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de Palestina hasta abarcar dentro de su esfera a toda la familia humana... El Apocalipsis también eleva el corazón y la voz de la nación hebrea, hasta el atrio de la iglesia glorificada. Aquí el lenguaje hebreo resuena en el solemne servicio del ritual celes­tial, en el cual el coro angelical canta alabanzas a Dios, Amen, Aleluya. ... Trata de una manera similar con la profecía hebrea. Es característica de la profecía hebrea repetir las mismas predic­ciones en distintos momentos. El Apocalipsis sigue un plan simi­lar".

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CAPITULO CUATRO EL SOFISMA FUNDAMENTAL

DEL FUTURISMO

El libro del Apocalipsis fue escrito para la iglesia de Jesu­cristo (véase Apoc. 1:11; 22:16; 2:7,11,29; 3:6,13,22, etc.), y al final nuestro Señor dice: "Yo Jesús he enviado mi ángel para da­ros testimonio de estas cosas en las iglesias" (Apoc. 22:16). Sin embargo, a pesar de las declaraciones del Señor dadas en el Apocalipsis, y a pesar de las claras enseñanzas del Nuevo Testa­mento acerca de la iglesia como el "Israel de Dios" (Gal. 6:16, etc.), los futuristas sostienen que debido a que contiene tantas imágenes pertenecientes a "Israel", el libro trata principalmente del judío literal en Palestina!

A fin de evaluar correctamente cualquier doctrina es siempre necesario observar cuidadosamente sus principios bási­cos. Dejaremos que la Biblia del Dr. Scofield (que habla por el futurismo) presente el principio fundamental del Futurismo:

El Futurismo niega "que la iglesia sea el Israel verdadero, y que el preanuncio del Antiguo Testamento acerca del reino se haya cumplido en la iglesia" (p. 989).

Esto, según lo probamos ya, es contradicción directa de la clara enseñanza del Nuevo Testamento, y también de la ense­ñanza, probada por el tiempo, de la Iglesia Cristiana durante muchos siglos. Los futuristas pasan por alto las claras declara­ciones de las Escrituras que dicen que "vino sobre ellos (la na­ción literal de Israel) la ira hasta el extremo" (1 Tes. 2:16); que como nación han sido tan quebrantados que "no se puede res­taurar más”. (Jer. 19:11); y que Cristo les declaró explícitamente: "El reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente (la iglesia, 1 Pedro 2:9) que produzca los frutos de él" (Mat. 21:43).

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Los futuristas, al no aceptar la enseñanza del Nuevo Tes­tamento de que el Israel espiritual - la iglesia - ha tomado el lu­gar del Israel nacional, aún fundamentan sus doctrinas y sus es­peranzas para elmundo en la creencia de un cumplimiento literal, Palestiniano, de las profecías pertenecientes a Israel. Así la Biblia de Scofield, en la página 1226, comenta: "La promesa del reino a David y a su simiente, descrita en los profetas (2 Sam.7:8-17, refs.; Zac. 12:8) entra al Nuevo Testamento sin cambio alguno (Luc. 1:32- 33)". Pero Scofield pasa por alto el hecho de que así como la iglesia hereda todo lo que perteneció a Israel (en el sentido más elevado), así también hereda la fraseología del Israel nacional: las mismas palabras y apelaciones se refieren a ambos. En otras pu­blicaciones el autor ha dado veintenas de ejemplos tomados del Nuevo Testamento. No hay cambio en la fraseología empleada en el Nuevo Testamento, pero hay positivamente un cambio respecto al pueblo a quien esas profecías y apelaciones se aplican ahora. En el Nuevo Testamento, se refiere a la iglesia en un len­guaje que el Antiguo Testamento emplea para referirse a Israel. Las profecías y bendiciones que en una época se aplicaron a la nación de Israel ahora se refieren a la iglesia. Debido a que la iglesia y sus enemigos se describen de este modo en el Apocalip­sis, los futuristas ven sólo a la nación judía literal y a Palestina en las muchas referencias a las cosas de Israel contenidas en el libro del Apocalipsis. El Apocalipsis sólo puede ser correctamente comprendido, y discernido su propósito moral, cuando los suce­sos históricos, personas, nombres, números, tonalidades, etc. del Antiguo Testamento, etc. se aplican espiritualmente en relación a Cristo y Su iglesia.

En forma similar a la teología judía de los días de Jesús, el futurismo se basa en una interpretación rígida, literal de las Es­crituras. Concerniente a esta posición futurista, el Dr. O. T.Allis dice:

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"Es la pretensión insistente de sus defensores que, sólo cuando se la interpreta literalmente, es interpretada correcta­mente la Biblia; y denuncian como 'espiritualizadores' o 'alegori- zadores’ a los que no la interpretan con el mismo grado de litera­lidad con que lo hacen ellos. ... La cuestión de las interpretacio­nes liberal versus simbólica es, por lo tanto, la que debe enfren­tarse desde el mismo comienzo. Y debe hacerse notar de inme­diato que la cuestión no puede ser declarada una simple alterna­tiva, o literal o figurada. Ningún literalista, por concienzudo que sea, toma toda la Biblia literalmente. Ni los que se inclinan a un método mas simbólico de interpretación, insisten en que todo es simbólico. Ambos principios tienen su debido lugar y sus nece­sarias limitaciones.... Las en ..... más preciosas de la Biblia sonespirituales; y estas realidades espirituales y celestiales a menudo se exponen bajo la forma de objetos terrenales y relaciones hu­manas. ... Y las cosas espirituales son más reales y más preciosas que las cosas visibles, tangibles, efímeras. Porque ‘las cosas repre­sentadas tienen mucho más de realidad y perfección en sí mis­mas que las cosas por las cuales las representamos'. Las palabras 'Este es mi cuerpo' no pierden, sino que ganan, en significado, cuando se rechaza como antibíblico el sentido literal. " (Prop- hecy and the Church:16-18).

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CAPÍTULO c i n c o

SOFISMAS FUTURISTAS ADICIONALES

La adherencia al principio de que las profecías que se ex­presan con terminología perteneciente a "Israel" deben cumplir­se literalmente en relación a judíos literales, posterga el cumpli­miento para algún tiempo en el futuro. Así los futuristas, debido a que no pueden considerarse como ya cumplidas, o en vías de cumplimiento hasta después del "rapto" de la iglesia. Está más allá del alcance de este necesariamente limitado bosquejo el dis­cutir el tema en sus múltiples detalles. Sin embargo, señalamos que los futuristas enseñan que las peculiaridades judías volverán a la vida: los sacrificios de animales volverán a ofrecerse. Scofield ha procurado resolver la dificultad presentada por numerosos textos del Nuevo Testamento que enseñan explícitamente que el ritual mosaico de sacrificios y el sacerdocio aarónico fueron abo­lidos, y que el sistema simbólico de la expiación del Antiguo Testamento halla su cumplimiento en la expiación e intercesión del Señor Jesucristo como sumo sacerdote.

Scofield dice: "Sin duda estas ofrendas serán conmemora­tivas, mirando hacia atrás, a la cruz, así como las ofrendas bajo el pacto antiguo eran anticipatorias, y miraban hacia adelante, a la cruz" (pág. 390). En esta, como en tantas otras ilustraciones que podrían darse, vemos el triste resultado de seguir un sistema de interpretación que exigen que las cosas pertenecientes a "Israel" se cumplan literalmente.

Es suficiente condenación del futurismo su posición de re­legar al futuro el cumplimiento de profecías tales como Zac. 13:1 ("en aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David, y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado, y de la inmundicia"), y Dan. 9:24. El comentario futuris­ta es: "Está aún en el futuro el día cuando será abierto un ma­

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nantial para la iniquidad del pueblo de Daniel (Zac.13:l), y se proveerá justicia para ellos".

Los profetas bíblicos emplearon el método de hablar de sucesos mundiales en un lenguaje que, a primera vista, pareciera indicar a Palestina como el lugar de su cumplimiento. Pero un estudio más detenido revela que toda la historia de la salvación está presentada en una fraseología similar. Así todo el conjunto de las cosas literales y locales de la economía mosaica prefigura­ba sucesos mundiales relacionados con la iglesia cristiana. (Véase 1 Cor. 10:6,11). Esta ha sido la convicción de los intérpretes protestantes; durante siglos. Aunque expresada en una fraseolo­gía que indica que aquel manantial para la purificación estaría ubicado literalmente en Jerusalén, la mayoría de los cristianos, no obstante, aplicó este versículo como refiriéndose a la corrien­te carmesí que fluyó del Salvador en su muerte en el Calvario. Todos podemos en forma simbólica, o por la fe, sumergirnos en ese precioso manantial dondequiera nos hallemos literalmente ubicados sobre la tierra. El conocido himno de Cowper "Hay una fuente sin igual" debe sus hermosas aunque dolorosas imá­genes a este versículo. Comparando Zac. 14:8 y Eze. 47:1-12, vemos que en el pensamiento de Zac. 13:1, agua es símbolo de limpieza y purificación. (Véase también Eze. 36:25; Apoc. 7:14, etc.) El negarse a ver el contenido simbólico de las Escrituras empleadas por el Espíritu Santo para presentar verdades espiri­tuales es el fundamento de los errores del catolicismo romano.

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CAPÍTULO s e i s EL FUTURISMO Y EL LIBRO

DEL APOCALIPSIS

Así como lo hicieron los judíos, lo hacen también los fu­turistas - no disciernen el verdadero propósito moral de las pro­fecías pertenecientes a Israel. “Se emplea terminología del Anti­guo Testamento en el Apocalipsis porque la iglesia ha tomado el lugar de Israel; porque la iglesia es Israel". Dios tenía una razón moral para darle a Jacob e! nombre "Israel" - porque su carácter fue cambiado después de su noche de oración. (Véase Gen. 32:24-30; Oseas 12:3-4). Jesús es "el Rey de Israel". (Véase Juan 1:49).

Y "el Rey de Israel", que conoce a sus hijos, le dijo a Nata- nael (que había pasado algún tiempo con su Dios, en oración, en su lugar secreto debajo de la higuera): "He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño". "El remanente de Israel" (Sof. 3:13) estará formado por aquellos de quienes se di ce: "En sus bocas no fue hallada mentira (Apoc. 14:5). Un verdadero israeli­ta (así como Jacob y Natanael, etc.) conoce por experiencia lo que significa derramar su alma delante de Dios, aferrándose a Él y confiando en Su amor y misericordia. Sólo los que así tienen comunión con Dios, y en quienes "no hay engaño", pueden comprender o aceptar plenamente el mensaje de Cristo en el Apocalipsis. El Apocalipsis puede ser comprendido sólo a !a luz de los elementos literales del antiguo Israel. Debido a que recha­zaron esta posición, los futuristas no pueden entender el verda­dero propósito moral de la mayoría de las profecías del Apoca­lipsis. Las aplican literalmente en relación con el judío literal en Palestina. Como nada ha sucedido aún literalmente, según su interpretación de estas cosas de "Israel", por lo tanto, dicen ellos, estas cosas deben ser aún futuras. Así razonaban los judíos en los días de Cristo, y le rechazaron. De este mismo modo los futuris­

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tas están ciegos al cumplimiento actual de las profecías apocalíp­ticas y rechazan el mensaje vital de Cristo para ellos hoy.

El concepto futurista declara que el Anticristo y las profe­cías relativas a su "guerra" contra los "santos", tratan de una per­sona que aún ha de surgir para hacer su obra mortífera contra los judíos literales en Palestina. El sistema futurista de interpre­tación ha sido fomentado por el papado porque apunta hacia un anticristo militar - un personaje literal - que surgirá en Palestina en el futuro, y así distrae la atención de ver en el papado al An­ticristo - una organización espiritual - descrito en el Apocalipsis.

El asunto de si el "Armagedón" se emplea en un sentido li­teral o simbólico nos coloca frente a una decisión respecto al sis­tema de interpretación que emplearemos. El futurismo enseña que todos los asuntos Judíos en el Apocalipsis han de ser toma­dos literalmente - inclusive el "lugar llamado en la lengua hebrea Armagedón". "Armagedón”, dicen ellos, es una batalla militar li­teral, durante la cual el Señor libra al remanente judío literal en Palestina de sus enemigos nacionales, encabezados por la bestia y el falso profeta. Cuando el "Armagedón" se interpreta según el principio expuesto en el Nuevo Testamento, a saber, de que la Iglesia es ahora el Israel de Dios, se ve que "Armagedón" es un conflicto espiritual que involucra la iglesia y los principios mora­les que representa. Cuando se enseña como batalla militar, la descripción profética de "Armagedón" no tiene propósito moral; pero cuando se enseña en relación a la destrucción de los enemigos de la iglesia y el triunfo de la iglesia - entonces con­tiene un propósito moral vital.

La solemne amonestación de Dios contra la adoración de la "bestia" y "su imagen", o la recepción de su "señal", como tam­bién tantas otras de las asombrosas profecías del Apocalipsis, pierden su propósito moral para hoy cuando se las interpreta se­gún el sistema futurista, que las aplica al futuro en relación con judíos literales en Palestina. Los que leen estas profecías según el

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futurismo lo hacen como espectadores, o como individuos cuya curiosidad mental es estimulada para saber qué sucesos ocurri­rán a otras personas que vivirán en Palestina en el futuro. Pero el Señor dio estas profecías como mensajes vitales para Sus ver­daderos israelitas que viven en la actualidad.

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CAPÍTULO s i e t e

EL PENTECOSTÉS Y EL PROPOSITO MORAL DE LA PROFECÍA

Aun los discípulos fueron lentos en apreciar la interpreta­ción que su Maestro hacía de las profecías del reino en el Anti­guo Testamento. Ellos también miraban hacia una liberación temporal del yugo romano, y así no estuvieron preparados para el terrible chasco de ver crucificado a su Señor. Una escritora declara:

"Antes de la crucifixión, el Salvador había predicho a sus discípulos que iba a ser muerto y que resucitaría del sepulcro. ... Pero los discípulos esperaban la liberación política del yugo ro­mano..... Desterraron de su mente las palabras que necesitabanrecordar, y cuando llegó el momento de prueba, los encontró sin la debida preparación. La muerta de Jesús destruyó sus esperan­zas igual que si no se la hubiese predicho". (CS:652).

Si los discípulos hubiesen tenido una comprensión correc­ta de las profecías, habrían celebrado una reunión de alabanza en reconocimiento del maravilloso cumplimiento de la profecía en la muerte y resurrección de su Señor. Aún en el día de la re­surrección tos discípulos no conocían la verdadera interpreta­ción de las profecías concernientes a Israel. Antes que Jesús se revelara a sí mismo a los dos discípulos de Emaús, les explicó las profecías, porque "era necesario que comprendiesen el testimo­nio que le daban los símbolos y las profecías del Antiguo Testa­mento. Su fe debía establecerse sobre éstas. Cristo no realizó ningún milagro para convencerlos, sino que su primera obra consistió en explicar las Escrituras. Ellos habían considerado su muerte como la destrucción de todas sus esperanzas. Ahora les demostró por los profetas que era la evidencia más categórica para su fe. ... los milagros de Cristo son una prueba de su divi­nidad; pero una prueba aun más categórica de que Él es el Re­

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dentor del mundo se halla al comparar las profecías del Antiguo Testamento con la historia del Nuevo". (DTG:739-740).

Ideas antiguas son difíciles de desarraigar, y aún después de la resurrección los discípulos todavía abrigaban conceptos equivocados respecto al cumplimiento de las profecías acerca del establecimiento del reino de Cristo. (Hechos 1:6). Jesús les había ordenado que predicasen "El reino de los cielos se ha acercado". (Mat. 10:7). Pero no fue hasta el tiempo del Pentecostés, hasta que hubieron pasado semanas en oración y abandonado todo aquello que no estaba en armonía con Cristo, cuando los discí­pulos captaron realmente el propósito moral de las profecías.

"Justamente antes de dejar a sus discípulos, Cristo explicó claramente una vez mas la naturaleza de su reino. Les recordó las cosas que les había dicho anteriormente respecto a ese reino. Declaró que no era su propósito establecer en este mundo un reino temporal". (Hechos de los Apóstoles: 23).

"Por causa de su egoísmo y mundanalidad, ni los discípu­los de Jesús podían comprender la gloria espiritual que él procu­raba revelarles. No fue sino hasta después de la ascensión de Cristo al Padre y del derramamiento del Espíritu Santo sobre los creyentes, cuando los discípulos apreciaron plenamente el carác­ter y la misión del Salvador". (DTG:467).

No fue hasta el derramamiento del Espíritu Santo que los discípulos comprendieron la interpretación espiritual de las pro­fecías del Antiguo Testamento referentes al reino. Después de Pentecostés, mientras enseñaban una salvación literal, física en el futuro, también enseñaban que la salvación espiritual era una bendición presente; (Véase 1 Pedro 1:5; 1 Tes. 5:8; Rom. 13:11; Heb. 9:28; Isa. 25:9, etc.) Los discípulos no pudieron, al princi­pio, ver "la gloria espiritual" de la obra de Cristo que cumplía las predicciones del Antiguo Testamento "por causa de su egoísmo y mundanalidad".

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

CAPÍTULO o c h o ¡JESÚS REINA AHORA!

Las Escrituras claramente anunciaban que las profecías re­lativas al reino del Hijo de David habían de cumplirse por Su muerte y resurrección. (Véase Hechos 2:29,32; 13:22-24,32-34; Rom. 1:4; 2 Tim. 2:8). Pablo predicó el reino de Dios y de Cris­to como una realidad presente, a la cual todo creyente del evan­gelio fue, y es trasladado instantáneamente. (Col. 1:12-13; 1 Cor. 15:11; Hechos 20:24-25, etc.) Dios "levantó a Jesús por Sal­vador a Israel" (Hechos 13:22-23; Luc. 2:10-11,30-32,68-70; He­chos 5:30-31). Por la obra del Espíritu Santo en el reino de gra­cia espiritual del Mesías, Cristo está salvando ahora, redimiendo a Israel de entre "todos los pueblos" (Luc. 2:30-32, etc.) Esa sal­vación está en "Sión" (Joel 2:32; Rom. 11:26; 9:33; 1 Pedro 2:4- 7), la iglesia, donde Jesús reina.

Cuando los discípulos, que aun pensaban en el cumpli­miento inmediato, literal de las profecías del reino del Antiguo Testamento, le preguntaron "Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiem­pos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero re­cibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo". (Hechos 1:6-8). El reino literal será establecido después de terminada la época evangélica en el segundo advenimiento, y el tiempo de dicho suceso está oculto del hombre, pero el cum­plimiento de las profecías relativas al reino del Mesías se está cumpliendo ahora por el poder del Espíritu Santo. “Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder”. (1 Cor. 4:20).

¡Jesús reina ahora! Las profecías concernientes al reino del Mesías se están cumpliendo ahora! Este era el emocionante con­tenido de la predicación de los apóstoles después del derrama­miento del Espíritu Santo en Pentecostés! Era este reconoci­miento del cumplimiento de las profecías del reino en relación

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

con la iglesia lo que dio poder a su predicación, y suscitó tam­bién la ira de los judíos contra ellos. Lo que los judíos conside­raban como totalmente futuro, y de cumplimiento literal en re­lación con la nación de Israel, los apóstoles lo predicaban como cumpliéndose en la obra de la predicación del evangelio. Un es­tudio del Nuevo Testamento - de los sermones registrados allí, o de las epístolas, etc., escritas después de Pentecostés - revelará claramente este hecho.

En el día de Pentecostés, el inspirado Pedro declaró que Jesús fue resucitado para sentarse en un trono; que era "Señor y Cristo". (Véase Hechos 2:30-36). El sermón de Pedro estuvo compuesto mayormente de citas del Antiguo Testamento. La primera de estas es de Joel (2:28-32), y Pedro cita estos versículos dirigidos al antiguo Israel y los aplica a todos los que quisieran creer en Jesús como "Señor y Cristo". “Toda carne”, "todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo". En Su comisión a los discípulos, Jesús dijo:

"Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones" (Mat. 28:18). Así el Señor resucitado hablaba como un rey que está por recibir su reino, y tomar su lugar a la diestra de la Majestad en lo Alto. Pedro, en Hechos 2:33, describe el derramamiento del Espíritu predicho por Joel como una demostración del hecho de que Él ya había recibido y estaba ejerciendo ahora esa autoridad real. Esto sólo puede significar que Jesús había tomado posesión de su reino, y que este gran suceso inaugural de la edad de la iglesia debía de ser considerado como el cumplimiento de la profecía mesiánica. El Rey está ahora ejerciendo su poder soberano. Nó­tese este significado en versículos tales como Hechos 3:16; 4:10,30; 5:31, etc.

Pedro citó de Salmo 110:1: "Jehová dijo a mi Señor: Sién­tate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Jehová enviará desde Sión la vara de tu poder; domina

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

en medio de tus enemigos". Jesús está ahora reinando "en me­dio" de Sus "enemigos". La cita que hizo Pedro de Joel 2:32 (véase Hechos 2:21 y compárese con Joel 2:32) también muestra que a partir de! tiempo de Pentecostés !as profecías relativas a Sión, Jerusalén, la tierra de Israel, etc. , eran interpretadas como cumpliéndose en relación con la obra de Cristo en e! evangelio. Como Jesús reina en la iglesia, SuSión o Jerusalén espiritual, los que en la profecía de Joel (véase Joel 3) son descritos como reunidos en el valle de Josafat para hacer guerra contra el pueblo de Dios que está dentro de Jerusa- lén, deben referirse a los que se oponen a la obra del evangelio. Esta interpretación colocaba a los judíos, no como los favoreci­dos de Dios dentro de Jerusalén; sino entre los que estaban afuera, los enemigos de Dios. Tal interpretación suscitó la ira de los judíos, quienes creían que esas profecías se cumplirían lite­ralmente en relación con la nación literal de los judíos.

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

CAPITULO NUEVELAS ESCRITURAS VIBRAN CON MENSAJES MORALES

PROCEDENTES DE UN SALVADOR VIVIENTE

En el Pentecostés los discípulos de Jesús estuvieron acor­des con la interpretación de Pedro, porque él hizo su declara­ción "poniéndose de pie con los once" (Hechos 2:14). Su aplica­ción espiritual presente de las profecías del reino (que los judíos aplicaban solo en un sentido estrictamente literal al futuro) hizo que el Antiguo Testamento fuese un libro nuevo y viviente para ellos y sus oyentes. No era ya un libro con áridos registros del pasado y bendiciones futuras sin relación al presente, sino un Libro con un pasado y un futuro que vivían en el presente - un libro viviente que vibraba con los mensajes de un Cristo vivien­te. No sólo había pruebas proporcionadas por el Antiguo Tes­tamento mismo, sino que el Cristo viviente, mediante Su Espíri­tu omnipresente, otorgaba una experiencia que armonizaba con esa interpretación.

El Nuevo Testamento enseña claramente que, desde el re­chazo de la nación judía, la iglesia es ahora el "templo" en el cual reina Cristo por Su Espíritu. "El hombre de pecado" - el falso rey - que había de sentarse "en el templo de Dios como Dios, ha­ciéndose pasar por Dios" (2 Tes. 2:3-4) es el papado dentro del templo espiritual - la iglesia profesamente cristiana. Los futuris­tas - ya sean papales o supuestamente protestantes - aplican esta profecía en relación con un templo literal que aun ha de cons­truirse en la Jerusalén literal por un enemigo de los Judíos litera­les. El futurismo no ve el propósito moral de las profecías relati­vas al "templo de Dios" al cual se refieren 2 Tes. 2:3-4 y otras profecías acerca del templo, tales como las descritas en Eze. 40­48 y en Apoc. 11:1. Al aplicar estas profecías literalmente en re­

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

lación con el futuro y con Palestina, fracasan en entender el real propósito moral para lo cual fueron dadas.

Pablo no sólo habló de la iglesia como "templo" de Dios, sino también de cada individuo. (Efe. 2:21-22; 1 Cor. 3:16-17; 6:19, etc.) El tabernáculo en el desierto fue hecho conforme al "diseño" celestial (Exo. 25:9,40). Después de que Moisés hubo completado todo detalle de la estructura y todo el amoblado "conforme a todo lo que Jehová le mandó" (Exo 40:16,19,21,23,25,27,29,31), "la gloria de Jehová lo llenaba (al tabernáculo)". (v. 35). Lo mismo ocurrió en ocasión de la dedi­cación del templo de Salomón, (l Reyes 8:10,12; 2 Crón. 5:13- 14; 7:2). La lección espiritual es obvia: cuando hacemos todo lo que el Señor nos ordena que hagamos, nosotros también sere­mos colmados de la gloria de Dios. La orden del Nuevo Testa­mento: "Sed llenos del Espíritu" (Efe. 5:18) equivale a instarnos a obedecer a Dios en todo, porque solamente de este modo inundará el alma con su gloria el Espíritu de Dios”... el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen" (Hechos 5:32).

El templo descrito tan minuciosamente en Eze, 40-48, también tiene su cumplimiento actual en la iglesia cristiana, y en cada creyente individual. Tanto individual como colectivamente el Mesías está ahora construyendo su "templo" en el cual Él reina ahora con poder. (Zac. 6:12,15; 1 Cor. 3:16-17; 6:19; Efe. 2:21- 22, etc.) Las medidas más minuciosas y más exactas de cada par­te del templo son experimentadas por los que procuran hacer so­lamente lo que está en armonía con la vara de medir divina. (Compárese Eze. 40:3, etc. con Apoc. 11:1). La experiencia cris­tiana armoniza con la interpretación. Todas las escenas del tem­plo en la Biblia - ya sea que estén registradas en la historia del antiguo Israel o en las porciones proféticas de las Escrituras - fueron escritas para simbolizar el propósito moral de Dios, y pa­ra que por ellas los individuos pudiesen hallar el camino de la

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

salvación. Esta verdad ha sido claramente señalada por la autora del libro titulado El Deseado de Todas las Gentes. Esta bien co­nocida escritora dice:

"Desde las edades eternas, había sido el propósito de Dios que todo ser creado, desde el resplandeciente y santo serafín hasta el hombre, fuese un templo para que en él habitase el Creador. A causa del pecado, la humanidad había dejado de ser templo de Dios... Pero por la encarnación del Hijo de Dios, se cumple el propósito del Cielo. Dios mora en la humanidad, y mediante la gracia salvadora, el corazón del hombre vuelve a ser su templo. Dios quería que el templo de Jerusalén fuese un tes­timonio continuo del alto destino ofrecido a cada alma" (DTG:132).

"En la purificación del templo, Jesús anunció su misión como Mesías y comenzó su obra, ... al limpiar el templo de los compradores y vendedores mundanales, Jesús anunció su misión de limpiar elcorazón de la contaminación del pecado - de los deseos terrena­les, de las concupiscencias egoístas, de los malos hábitos, que co­rrompen el alma”. (DTG:132-133).

El magnífico templo de Salomón simbolizaba a la iglesia y a cada creyente. Concerniente a la construcción de este templo sobre el Monte Moriá leemos: "Y cuando se edificó la casa, la fa­bricaron de piedras que traían ya acabadas, de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro" (1 Reyes 6:7). La cons­trucción silenciosa deeste templo simbolizaba la construcción del templo espiritual de Cristo mediante la obra silenciosa del Espíritu de Dios. (Véase Efe. 2:21-22). La autora de Profetas y Reyes, dice en la página 26 de ese libro:

"De una belleza insuperable y esplendor sin rival era el pa­lacio que Salomón y quienes le ayudaban erigieron para Dios y

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

su culto. Adornado de piedras preciosas... era un emblema ade­cuado de la iglesia viva de Dios en la tierra, que a través de los siglos ha estado formándose de acuerdo con el modelo divino, con modelo divino, con materiales comparados al 'oro, plata, piedras preciosas’, 'labradas a manera de las de un palacio'. (1 Cor.3:12; Salmo 144:12). De este templo espiritual es la princi­pal piedra del ángulo, Jesucristo mismo; en el cual, compaginado todo el edificio, va creciendo para ser un templo santo en el Se­ñor .

"Por medio de Cristo se había de cumplir el propósito simbolizado por el tabernáculo - ese glorioso edificio, cuyas pa­redes de oro brillante reflejaban en matices del arco iris las cor­tinas bordadas con figuras de querubines, la fragancia del in­cienso que siempre ardía y compenetraba todo, los sacerdotes vestidos con ropas de blancura inmaculada, y en el profundo misterio del recinto interior, sobre el propiciatorio, entre las formas de los ángeles inclinados en adoración, la gloria del lugar santísimo. Dios deseaba que en todo leyese su pueblo su propó­sito para con el alma humana". (Educación:33-34).

"Aunque el ministerio había de ser trasladado del templo terrenal al celestial, aunque el santuario y nuestro gran Sumo Sacerdote fuesen invisibles para los ojos humanos, los discípulos no habían de sufrir perdida por ello. ... Mientras Jesús ministra en el santuario celestial, es siempre por su Espíritu el ministro de la iglesia en la tierra”. (DTG:138).

"Estamos en el día de la expiación, y hemos de trabajar en armonía con la obra de Cristo de purificar el santuario de los pecados del pueblo. ... Los que no simpatizan con Jesús en su obra en las cortes celestiales, que no purifican el templo del al­ma de toda contaminación. ... se unen con el enemigo de Dios y del hombre". (RH, 21 de Enero de 1890).

"Su iglesia ha de ser un templo erigido a la semejanza divi­na, y el arquitecto angelical ha traído su áurea vara de medir del

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

cielo, y cada piedra debe ser labrada y escuadrada según la medi­da divina y pulida para brillar como emblema del cielo, irra­diando en todas direcciones los rayos brillantes y claros del Sol de justicia". (TM:13).

En estas citas vemos aplicado el principio de que el taber­náculo en el desierto, el templo de Jerusalén, y el templo descri­to en la profecía, simbolizaban el propósito moral de Dios para Su iglesia y para cada individuo.

Incidentes tales como la destrucción del templo de Salo­món por los babilonios (2 Crón, 36:17-19); el traslado a Babilo­nia de los vasos pertenecientes a la casa de Dios (2 Crón. 36:18; Esdras 1:7-11; Dan. 1:2) y el uso que les dieron allí en el servicio de sus dioses falsos (Dan. 5:2-3); la liberación y retorno del anti­guo Israel de su cautiverio babilónico, la reconstrucción del templo destruido y de la ciudad de Jerusalén, etc., todo está re­gistrado en las Escrituras (Esdras, Nehemías, Hageo, etc.) con un propósito moral. Mientras que el estudio de la historia sagrada es interesante y provechoso en sí mismo, no obstante la razón principal por la cual fueron registrados estos incidentes es para que por ellos pudiésemos recibir fortaleza espiritual. "Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escri­bieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Es­crituras, tengamos esperanza" (Rom. 15:4). No solo podemos discernir la construcción de la Iglesia de Cristo y de cada creyen­te individual en la construcción del tabernáculo y del templo, sino que también puede verse la restauración del alma o de la iglesia apóstata como habitación de Dios en la reconstrucción y restauración del templo y sus servicios después de su asolamien­to y destrucción por mano de las fuerzas de Babilonia. Una es­critora, quien siempre destaca la lección moral de los registros históricos de las Escrituras, dice:

"La obra de restauración y reforma que hicieron los deste­rrados al regresar bajo la dirección de Zorobabel, Esdras y

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

Nehemías, nos presentan un cuadro de la restauración espiritual que debe realizarse en los días finales de la historia de esta tierra. ... Fue variado lo que experimentó mientras reedificaba el tem­plo y el muro de Jerusalén; y fuerte la oposición que hubo de arrostrar. ... La restauración espiritual de la cual fue símbolo la obra realizada en tiempos de Nehemías se halla esbozada en es­tas palabras de Isaías: 'Edificarán los desiertos antiguos, y levan­taran los asolamientos primeros y restaurarán las ciudades asola­das’. ‘Edificarán de ti los desiertos antiguos y los cimientos de generación y generación levantarás; y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar'. (Isa.58:12)". (Pro­fetas y Reyes:499-500).

El daño hecho durante la Edad Media por la Babilonia es­piritual al templo espiritual y a la ciudad de Dios (Apoc. 11:1-2) se está reparando. Los vasos quitados de la casa de Dios en Jeru- salén (Dan. 1:2)y usados en el servicio del falso sistema de adoración babilónico de Satanás (Dan. 1:2; 5:1-4) están siendo restaurados a la casa de adoración verdadera. (Esdras 1:1-11; Mat. 17:11). La reconstruc­ción y restauración del individuo y de la iglesia como templo de Dios son ilustrados en la experiencia de Israel.

Recordando siempre el principio del Nuevo Testamento, de aplicar la historia y la profecía del Antiguo Testamento en re­lación con el propósito moral de Díos, no sólo hace que el libro sea un libro viviente, que pulsa con poder y propósito, sino que nos guía en nuestra interpretación de las profecías.

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

CAPITULO DIEZLA APLICACIÓN INDIVIDUAL DE LA

HISTORIA Y LA PROFECÍA

La interpretación que el Nuevo Testamento hace de las profecías del Antiguo relativas al reino y la obra del Mesías, las aplica tanto individual como colectivamente a la iglesia. Es im­portante considerar la aplicación individual de la profecía. To­das las profecías bíblicas tienen como centro a Jesús, y, cuando se las comprende correctamente, tienen que ver con individuos. Dios trata con individuos: "todo aquel” (Juan 3:16; Apoc.22:17). Los Diez Mandamientos están escritos en número singu­lar. Las promesas son "al que venciere" (Apoc. 2:7,11,17,26; 3:5,12,21). Jesús dice: "El que tiene oídos para oír, oiga". (Mat. 11:15). Ocho veces en el Apocalipsis Jesús apela también al indi­viduo: "El que tiene oído, oiga”. (Apoc. 2:7,11,17,29; 3:6,13,22; 13:9). La aceptación de Cristo es un asunto personal. El que se escriba la ley de Dios en el corazón es una obra individual. (2 Cor. 3:3; Salmo 40:8; Eze. 11:19-20; 36:26; Heb. 6:8-13).

La liberación de Israel de la esclavitud de Egipto no sólo simboliza la liberación de la iglesia, sino también la del indivi­duo de la esclavitud del pecado. El cruce a salvo de la nación is­raelita a través de las aguas del Mar Rojo (l Cor. 10:1-2,11); los israelitas que participaron del maná y bebieron del agua de la roca (l Cor. 10:3-4,11); la marcha de la nación de Israel a través del desierto hasta la tierra prometida (l Pedro 2:11); el santuario en el medio del campamento de Israel (Juan 1:14); los servicios diarios del santuario (Heb. 13:10-15; Rom. 12:1, etc.); la purifi­cación del santuario (l Juan l;9, etc.) la escritura de la ley de Dios sobre dos tablas de piedra (l Cor. 3:3); el templo (Juan 2:21; 1 Cor. 3:19); los reyes y los sacerdotes de Israel (Apoc. 1:6; 5:10; 20:6), etc. se aplican en el Nuevo Testamento, en relación al cre­yente individual, además de hacerlo a la iglesia como un todo.

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

De este modo el Señor nos ha mostrado que nuestra interpreta­ción del contenido de las Escrituras, ya sea de la historia de su­cesos pasados de la experiencia del pueblo de Dios, o relativo a profecías concernientes al futuro, debiera tener un mensaje pre­sente para el individuo. De este modo el Libro vibra con un mensaje viviente de poder y autoridad; de este modo aprende­mos también a evaluar la corrección de las interpretaciones de la profecía.

Las bendiciones que se exponen en la Palabra de Dios como herencia futura de los santos pueden aplicarse al creyente hoy. Así Pablo cita de Isa. 64:4, y aplica las promesas de las cosas futuras como pertenecientes al presente: "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero DIOS NOS LAS REVELÓ A NOSOTROS POR EL ESPÍRITU”. (1 Cor. 2:9-10). "He aquí, yo hago nuevas todas las cosas". (Apoc. 21:5) es la promesa de Dios relativa al reino eterno. "He aquí, todas son hechas nuevas" (2 Cor. 5:17), declaró Pablo de los que están "en Cristo". En otros pasajes, el que escribe ha mostrado por una cantidad de ejemplos que las bendiciones futuras se aplican co­mo realidades espirituales presentes a los que están "en Cristo".

Así como los sucesos del pasado de Israel se aplican en el Nuevo Testamento en relación a las experiencias presentes de individuos y de la iglesia (l Cor. 10:6,11), y aquello que es futuro se aplica también del mismo modo, la Biblia es, por lo tanto, un libro viviente, lleno de mensajes para el presente. Lo pasado y lo futuro se convierten en realidades presentes. Las experiencias de hoy armonizarán con las experiencias registradas en la historia del antiguo pueblo de Dios, y también armonizan con lo que es­tá revelado con respecto al futuro reino de la gloria. La vida ac­tual del cristiano no es algo enteramente diferente de las expe­riencias de las experiencias de Israel; no es algo enteramente ex­

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

traño a las experiencias y sucesos futuros en el reino de gloria de Dios.

Con estos principios guiadores delante de nosotros en nuestro estudio de la Biblia, esta se convierte en un libro vivien­te, vibrante de significado concerniente a Cristo y a cada creyen­te individual. En el registro inspirado de la creación también podemos ver la obra del Espíritu Santo sobre nuestros caracteres todavía informes, sacando orden del caos, luz de las tinieblas, etc. En el registro del diluvio podemos ver también nuestro res­cate por medio del arca que Dios ha provisto. La liberación de los israelitas de Egipto prefigura nuestra liberación del pecado.La intención del faraón de mantener al pueblo de Dios en la es­clavitud ilustra cómo procura Satanás mantenernos bajo su po­der. Mientras procuramos servir a Dios, Satanás trata de hacer más difícil el camino, así como el faraón hizo más difícil la suer­te de Israel. Cuando huimos de Egipto, Satanás nos persigue pa­ra matarnos o tomarnos cautivos nuevamente. Nuestra fe es probada junto al Mar Rojo. Dios nos abre una senda de escape de nuestros enemigos. Llegamos a las aguas amargas que sólo son endulzadas por el Renuevo (Cristo) (Zac.6:12, etc.). Tam­bién somos alimentados con el maná celestial, que debe ser in­gerido todos los días; bebemos del agua de la vida que fluye de la Roca herida (1 Cor. 10:1-4); somos mordidos por serpientes pe­ro curados al mirar a Cristo (Juan 3:14, etc. ); atacados por enemigos a medida que peregrinamos hacia la tierra prometida, los vencemos mientras nuestro gran Líder ruega por nosotros en lo alto; gustamos por anticipado de los frutos de la herencia ve­nidera; cruzamos las frías olas del Jordán y entramos triunfantes en Canaán.

En el santuario y sus servicios vemos ilustraciones claras y definidas de los distintos puntos relacionados con el plan de la redención. El cordero inocente, sin tacha, inmolado por los pe­cados de un individuo, presenta un cuadro impresionante de la

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

muerte expiatoria de Cristo. La gráfica imagen de los israelitas refugiados detrás de los dinteles salpicados de sangre mientras pasaba el ángel de la muerte, describe en forma dramática la efi­cacia de la sangre de Jesús que nos salva de la ira de Dios contra el pecado. Por los cuadros presentados en las narraciones sagra­das de las hazañas físicas de Sansón, vemos claramente ilustra­ciones del poder del Espíritu Santo en nuestra vida, que vence las dificultades y los peligros que nos presentan nuestros enemi­gos. (Véase Dan. 11:32; Efe. 6:10). El victorioso conflicto de Da­vid con Goliat nos provee un cuadro claro de lo que significa vi­vir la vida victoriosa por el poder de Cristo. Satanás, nuestro Goliat, es demasiado fuerte para que lo matemos, pero con Pa­blo podemos decir: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Fil. 4:13). Obtenemos "la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1 Cor. 15:57).

Los incidentes históricos registrados en el Antiguo Testa­mento nos proveen de imágenes verbales mediante las cuales Dios nos enseña verdades espirituales. En ellos hemos de ver co­sas de alcance mundial: similitudes correspondientes al reino es­piritual, que se han de "discernir espiritualmente" (1 Cor. 2:14).

El Nuevo Testamento muestra el principio de discernir "espiritualmente" las "cosas espirituales" en las narraciones histó­ricas del Antiguo Testamento. De este modo "Dios nos las reveló a nosotros" - las cosas "que Dios ha preparado para los que le aman". El ojo natural no discierne estas "cosas espirituales" y a menudo interpreta literalmente aquello que se debiera "discernir espiritualmente". (Véase 1 Cor. 2:6-16).

Un escritor muy conocido dice:"Sin duda nuestro prejuicio natural favorece la así llamada

interpretación 'literal' de las profecías en cuestión; porque para el hombre natural las cosas que se ven son las cosas reales; y ten­demos a aferramos tenazmente a dicha opinión, a pesar de la clara enseñanza del Nuevo Testamento de que las cosas visibles

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son sombras tenues de las cosas invisibles, siendo estas últimas las realidades espirituales y eternas con las cuales tienen mayor­mente que ver las promesas de bendición futura. ... Evidente­mente, entonces, nuestra dificultad en entender profecías de la clase a la cual nos referimos más arriba se debe a nuestra falta de fe y a nuestro embotamiento espiritual". P. Mauro, The Hope of Israel:15,17.

Los judíos, que aún se aferraban tenazmente a la creencia de que las profecías relativas a Israel debían cumplirse literal­mente por medio de la nación judía, estaban tan cegados que no reconocieron el cumplimiento de aquellas profecías en las expe­riencias del Mesías y del Israel espiritual. Fracasaron en recordar que esas profecías eran para los que experimentaron en sus vidas las cosas descritas en la palabra profética. Hoy, en forma pareci­da los teólogos modernos están tan cegados con la creencia de un cumplimiento literal palestino de las antiguas profecías dadas a Israel, que no reconocen el cumplimiento espiritual que se está produciendo ahora.

El río de agua viva espiritual emerge ahora de esta iglesia y templo individual para bendecir a un mundo necesitado. (Eze. 47:1-12; Joel 3:18; Zac. 14:8; Juan 7:37-39; 4:10,14; Apoc.22:17). La lluviatardía espiritual está cayendo ahora y es experimentada por mi­llares de cristianos en todas partes del mundo. Su experiencia armoniza con la interpretación. (Joel 2:23-29; Zac. 10:1). La reunión espiritual del pueblo de Dios se está realizando ahora. (Apoc. 18:4; Isa. 11;11-12). De la confusión de Babilonia acuden a Jerusalén, "los fundamentos de paz". Los muros de la Jerusalén espiritual se están construyendo ahora. (Isa. 60:1-11). Cada cre­yente es consciente de la presencia protectora de Dios. (Zac. 2:5). En la Persona de Su Espíritu Santo, Jesús reina ahora en la Jeru- salén espiritual. (Miq. 4:7; Joel 3:17,21; Isa. 24:23; Eze. 48:35, etc.) Los que están "en Cristo "conocen esto por gozosa expe­

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riencia. Satanás procura ahora reunir sus huestes contra el Israel espiritual. (Eze. 38, 39; Joel 3; Zac. 14). El creyente sincero sabe por su experiencia diaria que pelea la buena batalla de la fe con­tra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Pelea mejor quien, mañana tras mañana, visualiza el campo de batalla y se apresta para el conflicto con las fuerzas combinadas bajo el estandarte de Gog - Satanás, y que marcha al campo de batalla "con la cruz de Jesucristo al frente". La completa derrota de los enemigos del pueblo de Dios, tan gráficamente descrita en Eze. 38,39 es la bienaventurada seguridad para Su pueblo de que es recipiente de Su cuidado y protección, y que triunfará sobre sus enemigos.

“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo" (2 Cor. 2:14). La victoria de Israel descrita en Eze. 38,39; Joel 3; Zac. 14, tiene una importancia diaria para el cristiano cuando (tal como debe ser) se aplica en armonía con su expe­riencia; pero estas profecías, cuando se aplican literalmente en relación con naciones que aún han de guerrear en Palestina, no pueden tener importancia para la experiencia presente del cris­tiano. Cuando estas profecías se aplican al futuro de las naciones del mundo, ella podrá agradar la mente, pero no puede tener un mensaje para el corazón del cristiano; no puede ser de ayuda es­piritual para el cristiano en su lucha contra las fuerzas del mal desplegadas contra él. Pero debiera recordarse que Dios no ins­piró a hombres para que escribiesen profecías - especialmente profecías largas tales como Eze. 38, 39 - meramente para trans­mitir asuntos de interés puramente mental; influyó para que se escribiese aquello que ayudaría a los cristianos en su conflicto con las fuerzas del mal. Desde el rechazo de la nación judía co­mo la nación escogida de Dios, las profecías relativas a Israel ha­llaron su cumplimiento en relación con la iglesia de Dios - el Is­rael espiritual. (Gal. 6:16, etc.) Las profecías que describen una reunión de fuerzas malignas contra "Israel" describen ahora la

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guerra espiritual. "Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti conspirare, delante de ti caerá. ... Ninguna arma forjada contra ti prosperará". (Isa. 54:15,17). En su experiencia diaria el cristiano ferviente dice: "Aunque un ejercito acampe contra mí, no temerá mi corazón". (Salmo 17:3).

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CAPÍTULO o n c e

APLICANDO EL PRINCIPIO EN RELACIÓN ALESTU- DIO DEL "ARMAGEDON"

Al aplicar el principio de la armonía entre la interpreta­ción y la experiencia cristiana en relación con la descripción del Revelador acerca del Armagedón (Apoc. 16:12-16), comproba­mos que, como descripción de una batalla militar entre naciones en Palestina, no tiene mensaje alguno para el cristiano en su conflicto con los poderes del mal. En cambio, cuando se lo in­terpreta como la culminación de la gran controversia entre Cris­to y Satanás, inmediatamente se vuelve de gran interés y utilidad para el cristiano que está ahora empeñado en la batalla contra las fuerzas del mal. La primera promesa dada fue acuella en la cual el Señor le prometió al hombre que estaría con él en el con­flicto contra las fuerzas del mal. (Véase Gen. 3:15). En la Palabra de Dios, a través de los siglos podemos rastrear el desarrollo de aquella "guerra" o "controversia". Se nos amonesta diciendo "tu, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo" (2 Tim, 2:3), y que militemos "la buena milicia" (1 Tim. 1:18). Por la palabra "guerra" o "batalla" el Revelador describe la gran con­troversia entre Cristo y Satanás, desde el tiempo en que se en­frentaron en el cielo hasta la consumación de todas las cosas al fin del milenio. (Véase Apoc. 12:7,17; 13:7; 16:14; 19:19; 20:8). El propósito por el cual se escribió la Biblia fue para hacer sabio al hijo de Dios respecto de la "guerra" espiritual, y para darle fuerzas para pelear "la buena batalla de la fe" (l Tim. 6:12). Cuando los profetas del Señor describen el conflicto espiritual que se libra entre los que sirven en el ejército del Señor y los que están de parte de parte de! enemigo del Señor, comparan al cris­tiano con un soldado, con su armadura puesta, peleando con una espada espiritual - la Palabra de Dios. (Véase Efe. 6:11-17). Este conflicto es tan real como cualquier guerra entre las nacio­

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nes, y es más continuo y más abarcante que cualquier lucha ma­terial entre naciones, y requiere del cristiano tanta paciencia, perseverancia, y lucha incesante como cualquier conflicto inter­nacional. El conocimiento de esta enseñanza bíblica ha inspira­do compositores a escribir himnos tales como "Firmes y adelan­te, huestes de la fe". Bajo nombres tales como "Armagedón”, y "El Conflicto Final", los himnólogos le han dado a la iglesia cris­tiana himnos que expresan la interpretación inspirada de las imágenes de la "guerra" del Apocalipsis. Estos piadosos escritores de himnos han expresado la interpretación sostenida por los hombres y mujeres de Dios más espirituales y consagrados. La iglesia cristiana ha perdido su poder para la batalla contra el mal en proporción a su pérdida de la visión espiritual otorgada por la verdadera interpretación de estos cuadros de "guerra" del Apocalipsis. Es el propósito de Satanás debilitar a la iglesia pro­moviendo la difusión de falsas interpretaciones, que hacen que la gente no vea su propia conexión personal y vital con la batalla entre las fuerzas del bien y del mal: que o están de parte del Se­ñor en su ejército, o de parte del enemigo del Señor. Al enseñar que estas profecías tratan de alguna guerra material entre las na­ciones allá lejos en Palestina, la gente queda cegada a la solemne verdad de que estas imágenes de la "guerra" del Apocalipsis fue­ron dadas por nuestro Señor para mostrar que, por nuestra aceptación o rechazo de Él y de Su verdad, nos ponemos de su parte o estamos en contra de Él.

Si el "Armagedón solamente tuviera que ver con una futu­ra guerra militar en Palestina, no podría tener valor espiritual presente ni futuro para el cristiano, porque estaría completa­mente en el futuro; pero como conclusión del conflicto espiri­tual, tiene un mensaje definido para los que ahora están empe­ñados en dicho conflicto. Si los "reyes del oriente” se refiriese a poderes militares enfocados por la luz profética solamente en ocasión de la sexta plaga, la profecía no podría tener un mensaje

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para nadie hasta el tiempo de la sexta plaga, y aun en dicho momento tal información no sería de ayuda para nadie! Pero cuando los "reyes del oriente" son interpretados como los ejérci­tos celestiales encabezados por nuestro Señor Jesucristo que llega para librar a Su pueblo y destruir a sus enemigos babilónicos, la profecía es inmediatamente elevada a la posición de ser una bendición presente para los que creen en el Señor. Una profecía de sucesos militares futuros se limitaría al tiempo referido, y no significaría más que eso, siendo totalmente independiente de la experiencia cristiana; pero como ya ha demostrado el autor en una obra más extensa, las profecías relativas a los sucesos futuros en el gran conflicto entre las fuerzas del bien y del mal tienen una bendición actual para los que están empeñados en dicho conflicto. El Líder de las fuerzas del bien, y el que dirige las fuer­zas del mal, y los principios involucrados, son los mismos en to­das las etapas del conflicto espiritual, y, según se muestra en mi publicación anterior mencionada, una descripción profética de sus etapas finales, es aplicable en principio a las demás partes del conflicto. Después de los 1000 años mencionados en Apoc. 20, los impíos procuran derrocar a los santos; pero han intentado hacer lo mismo a través de todos los siglos del conflicto. El Se­ñor que reina dentro de la Nueva Jerusalén frustra el propósito de los impíos y destruye a los enemigos de Su pueblo; pero el Señor siempre ha reinado en medio de Su pueblo y siempre lo ha hecho triunfar - aun frente a la adversidad.

La experiencia cristiana está en armonía con la interpreta­ción de que la expresión "los reyes del oriente” se refiere a la ve­nida de los ejércitos celestiales encabezados por nuestro Señor. Habiendo explicado plenamente todos los demás ángulos de esta profecía en otras publicaciones, referimos al lector a las mismas para su consideración detallada. Aquí, donde el espacio es limi­tado, reducimos nuestras observaciones a lo que afecta en parti­cular la experiencia cristiana y a Cristo como "la salida del sol".

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En todas las Escrituras se dice que Cristo es el "Amanecer" o "nacimiento del sol". (Véase Luc. 1:78; Mal. 4:2, etc.) Se decla­ra que es "la luz del mundo”. (Véase Juan 9:5; 1:5,9; 3:19; 8:12; 12:35,46; Efe. 5:14; 2 Pedro 1:19; Apoc. 2:28; 22:16, etc.) Estas explícitas declaraciones, repetidas tan a menudo, debieran guiar en su interpretación de Apoc. 16:12 a los estudiantes de la Bi­blia que aman a Cristo. En el Apocalipsis (5:5) Jesús, el Hijo de David, se declara ser "el León de la tribu de Judá". Así como la tribu y el estandarte de Judá estaban "al Oriente, al Este" (Núm. 2:1-3), sabemos que la referencia del Revelador al "León de la tribu de Judá" nos muestra la relación del Este con Jesús, como "el León de la tribu de Judá", Aquel que conduce a Su pueblo a través de las arenas del desierto hasta la tierra prometida. En las Escrituras el león es empleado como símbolo de fuerza para des­truir enemigos, y cuando Jesús venga por segunda vez, la des­cripción lo presenta como "el Redentor... Fuerte" (Jer. 50:34) que viene desde el Este - "desde donde sale el sol" - como Ciro (cuyo nombre significaba "el sol") para liberar a Israel de la escla­vitud de Babilonia. (Jer. 50:33; Isa. 41:2,25; 45:1,13; 46:11). La misma palabra griega para "Este" (anatole) se emplea en Apoc. 7:2 (donde se describe un mensaje de Cristo como procediendo desde "donde sale el sol"), y Apoc. 16:12. La misma palabra, ana­tole, también se emplea en Luc. 1:76, donde definidamente se denomina a Jesús como "la Aurora". Zacarías declaró "Nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinie­blas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz".

Jesús es la fuente de luz espiritual, consuelo y crecimiento del alma así como el sol es la fuente de luz literal, calor y creci­miento de todas las cosas en este mundo. Sin la luz del sol toda vida perecería; sin la luz de Jesús toda vida espiritual perecería. Esta verdad está bien expresada en las palabras del conocido himno "Sol de mi ser".

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Se dice que Cristo es "la luz de los hombres”, “la luz” (Juan 2:4,7-8). Juan declara que "Dios es luz" (1 Juan 1:5). Santiago di­ce que Dios es "el Padre de las luces" (Sant. 1:17). El salmista di­ce: "Sol y escudo es Jehová Dios" (Salmo 84:11). Isaías nos asegu­ra que "Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu glo­ria" (Isa. 60:19-20). "Jehová es mi luz" (Salmo 27:1). "Con él mo­ra la luz" (Dan. 2:22). Jesús vino para ser "Luz para revelación a los gentiles" (Luc. 2:32). "Te alumbrará Cristo" (Efe. 5:14). "Ca­minaremos a la luz de Jehová”. (Isa. 2:5). "En tu luz veremos la luz" (Salmo 36;9). "Los santos en luz" (Col. 1:12). "La luz del evangelio" (2 Cor. 4:4). "Su luz admirable" (l Pedro 2:9). La igle­sia evangélica es comparada a "una mujer vestida de sol" (Apoc. 12:1). "La enseñanza es luz" (Prov. 6:23). "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino". (Salmo 119:105). "La expo­sición de tus palabras alumbra" (Salmo 119:130). "La senda de los justos es como la luz de la aurora" (Prov. 4:18). Estas son al­gunas entre muchas expresiones semejantes que se hallan en to­da la Palabra de Dios. El reino de Cristo se describe en las Escri­turas como el reino de luz (Luc. 16:8, etc.) y el reino de Satanás como el reino de las tinieblas (Efe. 6:12; Col. 1:13, etc.).

Debiera recalcarse que la luz de Jesús, "la luz del mundo", "el Sol de justicia", llega a los creyentes, como el sol que se levan­ta en los cielos orientales, disipando las tinieblas y dando luz a los que previamente estaban en tinieblas. "Como el alba está dispuesta su salida" (Oseas 6:3). "Entonces nacerá tu luz como el alba" (Isa. 58:8). "Hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones" (2 Pedro 1:19). "Mas a vo­sotros... nacerá el Sol de justicia" (Mal. 4:2). "Yo soy... la estrella resplandeciente de la mañana" (Apoc. 22:16).

Las bendiciones de la luz del evangelio se mencionan co­mo provenientes del Este. "Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones;

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mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu na­cimiento" (Isa. 60:1-3). Sobre un mundo en tinieblas espirituales está brillando la luz del mensaje evangélico. Proviene del "Sol de justicia"; llega como la salida del sol (Apoc. 7:1-3) su gloria se es­parce con poder creciente en toda la tierra. Pronto "la tierra" será "alumbrada con su gloria" (Apoc. 18:1). Así se refieren las Escri­turas a la luz espiritual del Evangelio que viene "desde el Este" o "desde donde sale el sol" y esto también se refiere a la gloria lite­ral de Cristo quien vendrá "desde el Oriente" (Mat. 24:27; Apoc. 16:12, etc.)

La experiencia cristiana armoniza con la interpretación que aplica (Apoc. 16:12) en relación a Cristo y Su gloriosa obra de redención. La luz es en realidad un rayo de poder y energía.La luz del evangelio es un poder vibrante derramado por "el So! de justicia" sobre los que la buscan. La luz comunica energía y fortalece lo más íntimo del alma. Compenetra el alma y la men­te, y estos reaccionan sobre el físico haciéndolo sano y feliz. La luz del "Sol de justicia" desciende sobre los corazones honrados y los eleva, exalta, refina y purifica. La luz es el dador de todas las cosas dignas o valederas.Todo lo malo delante de ella como los murciélagos ante el ama­necer. Todas las cosas que amenazan a la humanidad medran en las tinieblas. Todas las cosas de la Luz se glorían en la luz. La luz glorifica los colores de la tierra y eleva a la humanidad en su aprecio por lo bello. La luz se usa hoy en sus muchas formas en los hospitales para rejuvenecer a la gente y sanar a los enfermos. La luz del evangelio resplandece y sana las almas enfermas de pe­cado. Apoc. 16:12 enseña que el Dador de la luz regresa con las huestes de la luz para destruir al reino de las tinieblas. Así como la salida del sol es una experiencia diaria, así el creyente en Jesús sabe que los "sanadores" del "Sol de justicia" (Mal. 4:2) salen dia­riamente sobre él, disipando las tinieblas. Cada día su vida ar­

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moniza con la verdadera interpretación de Apoc. 16:12. Al in­terpretar Apoc. 16:12-16 en relación a una futura guerra militar, se pierde de vista el propósito moral de esta profecía, para agra­do de Satanás.

La referencia del Revelador al secamiento del río Eufrates (Apoc. 16:12), cuando se aplica militarmente en relación al futu­ro, carece de significado para los cristianos que viven hoy; pero cuando se aplica, como debe hacerse, al conflicto entre las fuer­zas del bien y del mal, tiene un mensaje espiritual para cada cre­yente actual. Babilonia fue edificada sobre el Eufrates, las aguas del cual se predijo que se secarían. (Jer.50:38; 51:36; Isa. 44:27.) Esto provee al Revelador con la expresión que usa en Apoc. 16:12. Juan obtuvo sus figuras respecto a la Babilonia espiritual de las predicciones de Isaías de la destrucción de la Babilonia li­teral por Ciro, quien es un símbolo de Cristo. Los traductores creyeron que el Revelador usó el secamiento del río Eufrates en la caída de la antigua Babilonia para obtener sus figuras para el derrocamiento de Babilonia espiritual porque en la nota margi­nal de Apoc. 16:12, han colocado Jer. 50:36; (no figuran en la Versión Valera 1960), donde se profetizaba el secamiento del río Eufrates. Y que consideraban la referencia a "los reyes del Orien­te" como relativa al derrocamiento de la antigua Babilonia por Ciro, es evidente por e! hecho que colocaron Isa. 41:2,25, (tam­poco figura) que predecía la venida de uno "del Oriente", "desde la salida del sol". En Isa. 44:24-28 y 45:1, se presenta a Ciro co­mo símbolo del Mesías. Ciro, quien derrocó a la antigua Babi­lonia literal, después del secamiento del Eufrates, es un símbolo de Cristo, quien derrocará a la Babilonia espiritual después de secar la inundación de las aguas de persecución de la Babilonia moderna, por las manifestaciones de Su "ira" (Eze, 38:18), al de­tener el intento de las mortíferas "multitudes" babilónicas (Apoc, 17:1,15) de asesinar al pueblo de Dios.

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Queda claro que las profecías de Isaías relativas a la venida del Todopoderoso Salvador de Israel para traer ''salvación eter­na" y "mundo sin fin", están relacionadas con Ciro, el "ungido" ("Mesías") del Señor, quien destruyó a la Babilonia literal. (Véase Isaías, caps. 41-48).

El nombre "Ciro" significa "el sol", y Ciro en su obra de destruir a Babilonia y librar a Israel, simboliza a Jesús, "el Sol de justicia" (Mal. 4:2). Las referencias a Ciro como viniendo del "Este", "de la salida del sol" son un juego de palabras sobre el significado de su nombre. Hay también un juego espiritual en la designación de Jesús como "el Sol de justicia" que "en sus alas traerá salvación". Jesús es la verdadera "Aurora": "La Aurora des­de lo alto", que vino "para dar luz a los que habitan en tinieblas" (Luc. 1:78; Isa. 9:2; 42:6-7). Es obvio que las cosas que escribió Isaías con respecto a Ciro (Isa. 45:1,3, 13; 46:11, etc.) son sím­bolos de la redención mayor que será realizada por el Ciro ma­yor, el gran Rey-Pastor, el Ungido de Dios o "Mesías" el Liberta­dor del Israel espiritual.

Después de haber introducido a Ciro en Isa. 41, en 42:1-7, etc., se bosqueja la obra del "siervo" de Dios - el Mesías venidero - para sacar "de la cárcel a los presos, y de casa de prisión a los que moran en tinieblas" (Isa. 42:7). Así como Ciro, el "ungido" del Señor (Isa. 45:1) puso en libertad a Israel (Isa. 45:13), así también el Ciro mayor, el "Ungido" del Señor (Isa. 61:1), sería enviado "a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel" (Isa.61:1). De este modo, la obra de redención del Mesías es descrita en relación a la profecía concerniente a la obra de Ciro quien libertó a Israel de su cautiverio babilónico. Pero no es necesario esperar hasta la sexta plaga para que el Se­ñor intervenga, seque las aguas del Eufrates y traiga liberación a los que se hallan en cautiverio babilónico. Nuestro Señor trae liberación de la esclavitud del pecado hoy, hoy pondrá en liber­tad a su pueblo (Luc. 4:18-21) y secará las aguas que amenazan

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con anegarlos. (Véase Isa. 43:2; 59:19; 8:7; 28:1-2; 2 Sam. 22:5; Salmo 69:1-2,14-15).

Para ilustrar aun más el principio de que una verdadera interpretación de las profecías - particularmente las que descri­ben los sucesos finales de la tierra - siempre será "una revelación de Jesucristo" como el Salvador de Su pueblo, y el Destructor de sus enemigos, y que también tiene que ver con la experiencia cristiana presente, nos referiremos brevemente al libro de Da­niel.

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CAPÍTULO d o c e EL PROPOSITO MORAL DE LAS

PROFECIAS DE DANIEL

Las profecías no fueron escritas meramente como mojones en la senda hacia el reino de Dios. Mientras que la iglesia puede hallar gozo en medir la distancia que aun queda por transitar en la carretera del tiempo, al notar cuantos mojones ya han queda­do atrás y cuantos aún faltan por pasar antes de la venida de Cristo, debiera recalcarse que este no es su propósito principal. La profecía deDaniel, capítulo dos, fue dada para enseñar que el surgimiento y la caída de los imperios no se debe a las fortunas fluctuantes de monarcas y de dadores, sino a la providencia suprema de Dios (Dan. 2:20-22); que las naciones son derrocadas cuando se oponen y estor­ban el propósito moral de Dios en la tierra; que debido a que los hombres son egoístas no pueden levantar un imperio duradero; que Dios establecerá un reino compuesto de personas que han aprendido a obedecer Su voluntad. En Mat. 21:44, Jesús aplica esta profecía en relación al individuo que acepta o rechaza el evangelio. Nuestro Señor no empleó esta profecía para declarar que el cuarto reino (representado por las piernas de hierro) ha­bía venido y que, por lo tanto, el fin debía estar acercándose, sino que aplicó el establecimiento del reino de piedra - su propio reino eterno - en relación al presente, a la elección moral del in­dividuo.

Daniel, capítulo tres, muestra el conflicto entre los reinos de Dios y de Satanás. El rey de Babilonia, bajo la dirección de Satanás (véase Isa, 14:4,12), procuró frustrar el cumplimiento de la profecía dada por Daniel, y registrada en el capítulo anterior. En sus esfuerzos intentó obligar a los hebreos a quebrantar la ley moral de Dios. El libro de Apocalipsis aplica este conflicto moral

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

entre la ley del rey de Babilonia y la Ley de Dios en relación al tiempo presente y al individuo. La gente de la Babilonia literal debía adorar "la estatua de oro" que Nabucodonosor, rey de Ba­bilonia, había levantado. Este hecho se declara seis veces - Dan. 3:5,7,10,12,14,18. En el Apocalipsis, la amonestación de Dios contra la adoración de la bestia y de su "imagen” se menciona también seis veces - Apoc. 13:15; 14:9,11; 16:2; 19:20; 20:4. "Si alguno adora a la bestia y a su imagen".

El cuidado de Dios por sus hijos leales es ilustrado por el hecho de que "libró a sus siervos que confiaron en el " (Dan. 3:28). Daniel, capítulo seis, revela las conspiraciones de hombres y demonios para apartar a la gente de su lealtad hacia la Ley de Dios, y la prueba y el triunfo por el poder de Dios de los que permanecen leales a El. Nuevamente se recalca la liberación de los que sirven a Dios continuamente. (Véase Dan. 6:14,16,20- 27). La liberación mencionada en Dan. 12:1 no está desconecta­da de las otras liberaciones mencionadas anteriormente en el li­bro de Daniel; sino que, mas bien, las liberaciones anteriores ilustran la liberación mencionada en Dan. 12:1. El propósito por el cual se escribió la ultima profecía larga de Daniel, no fue para señalar una supuesta reunión de naciones en Palestina para un "Armagedón" que no tiene nada que ver con el propósito moral de Dios (una guerra entre las naciones no tiene importan­cia moral para la experiencia individual del cristiano). En reali­dad esta profecía no dice absolutamente nada respecto a un su­puesto conflicto de naciones en Palestina; no dice nada acerca de un "Armagedón" militar, pero sí señala la liberación de la muerte por manos de la Babilonia espiritual de los que han obedecido la Ley de Dios.

El tiempo de angustia mencionado en Dan. 12:1, ocurre al tiempo del derramamiento de las siete ultimas plagas de Apoc. 16. Cuando Jesús ("Miguel”) se levante dejará de interceder en favor del hombre; ya no retendrá Su intercesión los vientos de

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lucha, conmociones y dificultades mundiales. Hoy Jesús interce­de a favor de los que procuran ayuda divina para el desarrollo de sus caracteres. Esta profecía amonesta respecto al tiempo cuando cesará la obra intercesora de Jesús. Es a este gran suceso decisivo que apunta Dan. 12:1. El destino eterno de toda la familia hu­mana ya habrá sido entonces decidida. Ciertamente esta es una razón moral sumamente solemne para dar esta profecía. Cuando Jesús complete Su ministerio celestial caerán las siete últimas plagas de Apoc. 16 sobre los que han rechazado el Mensaje de Cristo para los últimos días; caerán sobre la gente porque han adorado a la bestia y a su imagen (Apoc. 16:2), y porque han planeado la muerte del pueblo de Dios (vs.5-6, etc.). Caerán so­bre "el trono de !a bestia y su reino" (v. 10); caerán sobre "Babi­lonia" (v. 19). Interpretar la sexta plaga en relación a asuntos pu­ramente militares, está definidamente fuera de armonía con el claramente expresado propósito moral de Dios al enviar' las pla­gas. Las plagas son derramadas sobre los devotos de un falso sis­tema de adoración; sobre los que adoran a la bestia y a su ima­gen; sobre los que, al seguir ese falso sistema de culto, son halla­dos viviendo en desobediencia a la Santa Ley de Dios. Se dice definidamente que son las plagas de Babilonia. (Véase Apoc. 16:19; 18:4,8,10, etc.)

En el primer capítulo de Daniel hemos demostrado el he­cho de que el comer alimentos sanos es importante para la vida del cristiano. Los alimentos limpios y sanos tienen relación di­recta con la vida limpia y el pensamiento claro. El cristiano ne­cesita de toda la fortaleza mental y espiritual que puede reunir en la gran batalla de la vida. En Daniel, capítulo uno, Dios muestra la relación moral entre el alimento y la religión; indica que las profecías profundas de Daniel serán mejor comprendi­das cuando se observa cuidado al comer los mejores alimentos que puedan obtenerse.

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

En los otros capítulos de Daniel (que no hemos discutido directamente en este breve bosquejo), el propósito moral es cier­tamente claro para todos los que las han estudiado en forma adecuada. En el capítulo cuatro, el orgullo es humillado. El capí­tulo cinco enseña a las naciones y a los individuos que hay un limite para el pecado y la blasfemia más allá del cual no se per­mite pasar. El fin del tiempo de gracia de la Babilonia espiritual, al cual se nos llama la atención en Dan. 12:1, es ilustrado por el fin del tiempo de gracia de la Babilonia literal mencionado en Daniel, capítulo 5. La caída de Babilonia literal ante los ejércitos del Este (Isa. 41:2; 46:11) ocurrió después de que hubo termina­do su tiempo de gracia (Dan. 5:27-30), en la misma forma la caí­da de la Babilonia espiritual, ante los ejércitos del cielo que apa­recen en los cielos orientales (Apoc. 16:12; 19:11-20) sucederá después que haya terminado su tiempo de gracia (Apoc. 15:6-8; 18:4-8).

En el capítulo siete de Daniel podemos rastrear el curso de la controversia entre Cristo y Satanás, desde la Babilonia literal, centro del reino de Satanás, hasta la Babilonia espiritual, centro actual del reino de Satanás. El reino de Satanás persuade a la gente de que la Ley de Dios ha sido cambiada (Dan. 7:25), pero el Juicio se inicia (Dan. 7:9-13) y el reino de Cristo será final­mente establecido y poblado por los que permanezcan leales a la ley moral (Dan. 7:14,22,26,27).

En los capítulos ocho y nueve, el propósito moral de la profecía se presenta en forma conspicua. El énfasis está sobre el verdadero sistema de culto de Dios y el falsificado sistema de adoración de Satanás. Los versos 23-25 del capítulo 8, describen la obra tanto de la Roma pagana como de la papal; los saqueos obrados por la Roma pagana se dirigieron contra judíos literales; los saqueos de la Roma papal, lo fueron contra judíos espiritua­les. Una vez más la Roma papal, que es el centro del reino de Sa­tanás - la Babilonia espiritual del libro de Apocalipsis - es conec­

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

tada con la antigua Babilonia. Los 2300 días de Dan. 8:14 y las 70 semanas (de este período de tiempo) que fueron separados para la nación literal de Israel (Dan. 9:24) habían de comenzar con el decreto que permitía a los judíos regresar a Palestina de su cautiverio babilónico. Los babilonios habían destruido su templo y su amada ciudad, Jerusalén (2 Crón. 36:19; Dan. 9:76- 19), y la providencia de Dios les permitió salir de Babilonia y re­gresar a reconstruir y restaurar el templo, y a Jerusalén y su vida nacional. (Dan. 9:25). Restando las 70 semanas, o 490 años, asignados a los judíos como su período de prueba, de los 2300 días o años, quedan 1810 años. Muchos expositores han visto que esta larga profecía termina en o alrededor de 1844. Pero ¿cómo aplican esta profecía y con relación a que? La aplican en relación con el retorno de los judíos literales a Palestina y su eventual rehabilitación nacional. De este modo pierden de vista el propósito moral de la profecía en relación con el actual reino espiritual de nuestro Señor. La salida de Babilonia por el anti­guo pueblo de Dios se aplica en Apoc. 16:4 en relación a la elec­ción moral de gente quepresta atención al llamado de Cristo para servirle y dejar la Babi­lonia espiritual, el lugar de falsa adoración. En el Nuevo Testa­mento, el "templo" se aplica en relación a la condición moral de un grupo de personas (la iglesia) o de cada individuo. De este modo la aplicación nacional de sucesos que habían de ocurrir al fin de la profecía de los 2300 días, abandona la aplicación moral empleada por el Nuevo Testamento. El pueblo de Dios está sa­liendo hoy de la Babilonia espiritual, regresando a la Jerusalén espiritual, y está reparando las brechas en el muro de la ciudad de nuestro Dios, y el servicio del templo de la verdadera adora­ción se está reconstruyendo.

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

CAPITULO TRECEREALIDADES CRISTIANAS REVELADAS EN LAS

IMÁGENES PROFETICAS DEL APOCALIPSIS

La vida cristiana es muy real, y Dios desea ayudar a Sus hi­jos a captar sus realidades. Correctamente comprendido, el Apocalipsis provee imágenes proféticas que permiten al cristiano visualizar las realidades del conflicto espiritual. Una escritora ha declarado:

"Si nuestra visión espiritual pudiese despertarse veríamos almas agobiadas por la opresión y cargadas de pesar. ... Veríamos ángeles volar prestamente en ayuda de estos seres tentados, para rechazar las huestes del mal que los rodean y colocar sus pies so­bre el fundamento seguro. Las batallas que se riñen entre los dos ejércitos son tan reales como las que entablan los ejércitos de es­te mundo, y son destinos eternos los que dependen del resulta­do del conflicto espiritual". (PR:130).

Cuanto más recuerde el cristiano que este conflicto se li­bra constantemente, más comprenderá lo que sucede a su alre­dedor y en relación con su propia salvación, y más alerta, vigi­lante y preparado estará. Satanás siempre trata de hacer parecer las realidades como irreales o lejanas. Lo invisible y eterno se vuelve vago e indefinido. La urgencia y la necesidad de vigilancia quedan embotadas por una multitud de cosas mundanales - co­sas que parecen muy reales, pero que después de todo no son las cosas reales. Pablo declaró: "No mirando nosotros las cosas que se ven. sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”. (2 Cor. 4:18).

Los cristianos tienen que luchar contra la tendencia siem­pre presente de relegar las realidades espirituales a la trastienda, y permitir que las cosas temporales de este mundo oculten las invisibles cosas eternas. Para ayudar al cristiano a fijar imágenes claras en su mente, a fin de obtener de ellas fortaleza y consuelo,

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EL PROPÓSITO MORAL DE LA PROFECÍA

Dios hizo que los profetas empleasen figuras llamativas y plenas de color en sus descripciones proféticas. Los educadores recalcan acertadamente el valor de "la educación visual". Debido a que Dios dotó a la mente con la capacidad de imaginar cuadros - de visualizar lo que leemos u oímos - inspiró de tal manera la escri­tura de Su Santa Palabra que ella forma una larga galería de cuadros verbales - "imágenes", "similitudes", "figuras".

Los incidentes históricos registrados en el Antiguo Testa­mento nos proveen de cuadros verbales por los cuales Dios nos enseña verdades espirituales. En ellas hemos de ver cosas de al­cance mundial: semejanzas correspondientes en la esfera espiri­tual, que "se han de discernir espiritualmente" (l Cor. 2:14). El Nuevo Testamento, y particularmente el Apocalipsis, revela el principio de discernir ”espiritualmente" las "cosas espirituales" en las narraciones históricas del Antiguo Testamento. El ojo natu­ral no ve estas "cosas espirituales", y a menudo Interpreta lite­ralmente aquello que debiera "discernir espiritualmente". (Véase 1 Cor. 2:6-16).

En el Antiguo Testamento siete candeleros de oro pro­veían la única luz en el santuario judío; en el primer capítulo del Apocalipsis estos siete candeleros representan la experiencia de la Iglesia cristiana a través de la era cristiana. (Apoc. 1:20). Co­mo su divino Autor, la Iglesia es "la luz del mundo" (Mat. 5:14; Juan 9:5). La imagen provista de un mundo en tinieblas, alum­brado solamente por la iglesia, debiera obrar como un estimu­lante para provocar el celo de dejar que la luz del Salvador res­plandezca en todo su esplendor.

En una publicación anterior, el autor ha mostrado que el Apocalipsis, en toda su extensión, emplea el principio de que las cosas del Antiguo Testamento proveen figuras que representan asuntos mundiales en relación a nuestro Señor y Su Iglesia y Sus enemigos.

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El Apocalipsis es rico en cuadros verbales, y a veces los que interpretan literalmente todos los detalles de estas descripciones gráficas conciben y sostienen errores, en vez de la interpretación simbólica que les corresponde. Citaremos unos pocos ejemplos solamente.

Las doctrinas del tormento eterno y un diablo rojo con co­la, etc. tienen su base en tomar literalmente y con rigidez figuras literarias y símbolos. (Véase Apoc. 12:3-4; Isa, 14:9-20; Eze. 32:18-32; Luc. 16:19-31, etc.).

Los emblemas del cuerpo quebrantado de nuestro Señor, y Su sangre derramada - el pan y el vino usado en la Cena del Se­ñor - son símbolos espirituales. Al tomar literalmente la declara­ción de Cristo: “Este as mi cuerpo... esta es mi sangre", los cató­licos romanos fueron llevados al error de la transubstanciación. Los protestantes repudian la idolatría de la misa al interpretar la declaración de Cristo simbólica y no literalmente. El error con­siste a menudo en la interpretación literal de aquello que Dios quiso que se aplicase espiritualmente.

Los cuatro seres celestiales de Apoc. 7:1-3 no están esta­cionados literalmente en los cuatro rincones de la tierra, con el propósito de controlar e impedir que vientos literales soplen desde las cuatro direcciones del compás. Se trata de una repre­sentación simbólica del control del Señor, a través de Sus minis­tros angelicales, de los asuntos mundiales de modo que no im­pidan la terminación de Su obra en la tierra.

"Subía de donde sale el sol" (v. 2): llega un mensaje de Cristo así como el sol sale con creciente esplendor hasta alcanzar la gloria meridiana. (Véase Apoc. 16:1). Así ha de aumentar la luz hasta el fin. Las imágenes proféticas relativas a la venida del ángel desde el Este, los cuatro ángeles que sostienen los cuatro vientos, y el sellamiento de las tribus de Israel, no ha de tomarse literalmente, sino como una representación simbólica de la ter­

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minación de la obra de Cristo en la tierra. Un escritor bien co­nocido ha declarado:

“‘Los cuatro ángulos de la tierra', y los 'cuatro vientos de la tierra', son evidentemente frases que deben transmitir la idea de la extensión mundial de las condiciones que describe el Revela­dor. El sello del Dios vivo, las ropas blancas, y las doce tribus también son símbolos, porque nadie supondría que se habría de imponer un sello literal en la frente de los siervos de Dios; ni que los santos lavaron literalmente sus ropas en la sangre de Cristo; ni que la obra del sellamiento estuvo limitada a las doce tribus literales de Israel, de las cuales todo medio de identifica­ción está perdido por muchos siglos. ... Mucho del verdadero significado de pasajes tales de las Escrituras como Apoc. 7, se pierde cuando se intenta enfocarlos en forma literal. En cambio muchas verdades hermosas se revelan en estos pasajes simbóli­cos, cuando podemos definir el simbolismo que se usa". A. W. Anderson, The World's Finale:69-72. (No subrayado en el origi­nal).

A fin de capacitar a Sus hijos para captar la grandeza de las verdades espirituales que les fortalecerán y animaran, que cauti­varán su atención y les impresionarán poderosamente. Dios ins­piróa Sus profetas para que pintasen cuadros profetices que hicieran que lo que Él procura impartirles se destaque como si estuviese sucediendo literalmente delante de nuestros ojos. Ayudaría a los lectores del Apocalipsis a obtener una comprensión correcta del propósito moral del Apocalipsis si recordaran que la iglesia está presentada como si fuera el Israel que mora en Canaán revi­viendo las experiencias simbólicas del Israel literal (1 Cor. 10:1- 11), así también las experiencias simbólicas del Israel literal (1 Cor. 10:1-11), así también las experiencias por las que pasa la iglesia cristiana, y que son descritas en las profecías del Apoca­lipsis, son descritas como si la iglesia, como Israel, aun morase

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en la Tierra Santa. Muchos comentadores han llamado la aten­ción a este hecho. Un Commentary on the New Testament, pu­blicado por la "Society for Promoting Christian Knowledge" dice en sus notas sobre la batalla del Armagedón: "Debemos recordar que en todo este libro Canaán representa la localidad de la igle­sia de Dios. El sector desde el cual los enemigos se reunían con­tra la Canaán terrenal era el Norte. Así desde las orillas del Eu­frates llegó el asirio, ... el caldeo, el destructor de Jerusalén ... No hemos de pensar aquí en alguna gran batalla que ha de librarse en este punto definido (Megido). Esto sería olvidar lo que siem­pre hay que tener presente, que en todo este libro, Jerusalén, Sión, la Tierra Santa y sus diversas localidades, son símbolos de la iglesia cristiana, de su santuario, o de sus enemigos... La bata­lla es una figura, empleada con toda naturalidad, como las pala­bras con las cuales describimos el predominio del bien sobre el mal, en el cual es casi imposible dejar de usar expresiones pres­tadas del campo de batalla - lucha, derrota, triunfo, victoria, y otras semejantes. Las visiones del Apocalipsis son para el ojo lo que las palabras metafóricas son para los oídos - símbolos, imá­genes ideales, no reales, de lo que ha de acontecer".

Antiguamente, Israel era referido como "el pueblo a él cer­cano" (Salmo 148:14). El santuario, y más tarde el templo, la morada de Dios, estaba ubicado en el medio de Israel. Israel acampaba alrededor y cerca del santuario, mientras que el mun­do gentil estaba lejano; un pueblo "alejado". Este hecho físico es empleado por Pablo para presentar una imagen de una verdad espiritual. Al escribir acerca de los creyentes que ahora eran el Israel de Dios; y de los que no estaban "en Cristo", como los "gentiles", Pablo les dice a los que previamente habían sido clasi­ficados como “gentiles": "Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne. ... en aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel. ... Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais

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lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. ... Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca" (Efe. 2:11-22). De este modo Pa­blo presenta a la iglesia constituida ahora de judíos y gentiles, como si fuera el Israel que vive "cerca" de Dios en Jerusalén, mientras que los no creyentes son representados como "gentiles" que están "lejos". Jesús, el Revelador (véase Apoc. 22:16), repre­senta a la iglesia como si estuviera "con Él" "en el monte Sión" (Apoc. 14:1). En Apoc. 11:1-2 la iglesia es descrita como si fuera "el templo" y "la ciudad santa". En Apoc. 14:20 la destrucción de los impíos es simbolizada como uvas que son holladas en un la­gar "fuera de la ciudad". La ciudad, por supuesto (hasta después de los 1000 años), se refiere aquí a la iglesia de Dios. Los 1600 estadios o 300 Km. se refieren al circuito del Santo Sacrificio donde, en su visión simbólica de la iglesia, Ezequiel presenta un grandioso templo y ciudad sobre "un monte muy alto" en "la tie­rra de Israel". (Eze. 40-44). Juan aplica esta visión concerniente a la ciudad, el templo y la ofrenda santa en "la tierra de Israel", en un sentido mundial.

En su Notes on the Book of Revelation, A. Barnes dice acerca de la frase "y fue pisado el lagar fuera de la ciudad": "La representación fue hecha como ocurriendo fuera de la ciudad; es a saber, la ciudad de Jerusalén, porque ella es representada como la morada de lo santo ... El lagar generalmente estaba en el viñe­do - no en una ciudad - y así se lo representa aquí. En la forma como apareció al ojo de Juan, no está dentro de los muros de al­guna ciudad, sino fuera. Y la sangre salió del lagar. La represen­tación significa que habría una gran destrucción, bien represen­tada por el zumo que fluye de un lagar. Aun hasta los frenos de los caballos. La idea es que habría una gran matanza. ... Los enemigos de la iglesia serían completa y finalmente derrocados, y que la iglesia, liberada por lo tanto de todos sus enemigos, sería triunfante".

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Estas representaciones gráficas tenían el propósito de ani­mar los corazones de los fieles y de consolarlos en sus pruebas y persecuciones. Satanás, quien procura desviar los ojos de tos santos de la seguridad que estos versículos contienen para ellos, de que sus enemigos serán derrotados, hace que sean propaladas ideas erróneas, como que estos versículos se refieren a un con­flicto militar, literal, en Palestina, fuera de la ciudad de Jerusa- lén; que los 300 Km. se refieren a la extensión de Palestina, etc. ASÍ como los enemigos de Dios y de Su iglesia no son racimos de uvas literales (véase APOC. 14:17-20), su vendimia no es una reunión literal. Dios ordena a los ángeles: "Vendimia los racimos de la tierra (es decir, la viña mundial) ... y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. Y fue pisado el lagar fuera de la ciu­dad".

Aquellos que mueren en la destrucción de Armagedón se dice que perecen "fuera de la ciudad" - la Sión espiritual, la Jeru- salén espiritual. "Porque en el monte de Sión y en Jerusalén ha­brá salvación" (Joel 2:32). Así se asegura "salvación" a los que, prestando atención al llamado de Cristo, salen de la Babilonia espiritual y entran en la ciudad espiritual de Jerusalén.

La iglesia está representada como estando sobre el Monte de Sión "con" el Señor Jesús. (Apoc. 14:1). Por una unión espiri­tual están tan realmente "con Él" (Apoc. 17:14) como si lo estu­vieran allí literalmente. Cuando los reyes de la tierra - los go­biernos de la tierra - pelean "contra el Cordero", se dice que Su iglesia "está con Él". (Véase Apoc. 17:12-14; 16:14-16; 19:19-20). Así la reunión de las naciones para pelear "contra el Cordero" y Su iglesia, no es una reunión literal sobre el Monte Sión en la ciudad literal de Jerusalén, sino la unión de los elementos del reino de Satanás para una acción coordinada contra la iglesia del Señor, exactamente como si hubiese dos ejércitos involucrados;

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uno en Jerusalén, y el otro reunido afuera, en "el valle de Josafat" - el valle del "juicio de Dios".

La vendimia de las uvas maduras en el lagar que se en­cuentra fuera de la ciudad de Jerusalén y del Monte Sión, y la reunión de todas las naciones y gentes para luchar contra Cristo y su iglesia son ambas representaciones simbólicas de los mismos sucesos. La cosecha del mundo que se menciona en Apoc. 14:14-20 se presenta como ocurriendo en "el valle de Josafat". Compárese Joel 3:13 con Mat. 13:35-40 y también Joel 3:13 con Apoc. 14:14-20. Al comparar Joel 3:2,11-12, con Mat. 25:31-33, vemos que Jesús aplica "el valle de Josafat" y la reunión de todas las naciones en él, como símbolo del juicio mundial de "todas las naciones'' al tiempo de Su segundo advenimiento. La aplicación literal de estos versículos a una reunión de naciones para hacerse la guerra las unas con las otras, oculta la grandeza y la solemni­dad de las figuras simbólicas que presentan un cuadro emocio­nante e impresionante, que representa el gran día del juicio cuando toda la gente - las ovejas y los cabritos - serán juzgados y eternamente separados.

Los intentos de aplicar literalmente representaciones sim­bólicas dramáticas arruinan el cuadro que el inspirado artista verbal pintó y crea concepciones absurdas, que no sólo ocultan la verdad presentada por el símbolo, sino que a veces llevan a la superstición y al error. Como ejemplo citamos Apoc. 17:14: "Pe­learán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá". Alguien que escribía defendiendo con fervor la enseñanza de que el Armage- dón se relaciona con naciones en Palestina, después de citar Apoc. 17:14, dice: "Parece que cuando Jesús venga como Rey de reyes y Señor de señores, los diez reinos estarán en posición de oponerse a Su causa". Otro versículo que se cita pera apoyar la creencia de que las naciones serán reunidas por Satanás en Pa­lestina, y que en la Segunda Venida de Cristo estas naciones guerrearán contra el Señor, es Apoc. 19:19: "Y vi a la bestia, a los

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reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejercito.

¡Qué insensatez tan grande es imaginar a un ejercito terre­nal atacando literalmente al Todopoderoso Hijo de Dios y a las huestes del cielo en la segunda venida! El segundo advenimiento será la ocasión de un despliegue de poder omnipotente mayor que lo que puede humanamente concebirse. El resplandor de la venida de Cristo destruye a los impíos. (2 Tes. 2:8, etc.) Cuando se abren los cielos como se declara en Apoc. 19:11, en vez de que la bestia y los ejércitos de la tierra (Apoc. 19:19-20) hagan guerra literalmente contra el Rey de reyes y su ejército celestial, huyen aterrorizados de la gloria del Señor, pidiendo a las mon­tanas que los oculten ''del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero". (véase Apoc. 6:14-17). Se nota­rá que en estos versículos, como en Apoc. 19:1-19, el Revelador describe el mismo gran día del Señor, la misma apertura de los cielos, los mismos "reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre". Por lo tanto es obvio que la reunión de "la bestia y los reyes de la tierra, y sus ejércitos" "para guerrear contra el que montaba a caballo y con­tra su ejercito", no puede de manera alguna referirse a una reunión literal de naciones en Megido para guerrear literalmente contra el Señor en su segundo advenimiento, porque "todos los hombres - "todo siervo y todo libre' - no estarán literalmente en Megido. Entendiéndolos simbólicamente, vemos que los no sal­vados de todo el mundo son representados como si todos ellos sirvieran como divisiones bajo la bandera de Satanás. El Revela­dor declara definidamente que en este gran ejército que él des­cribe simbólicamente están descritos como ejércitos "todos, li­bres y esclavos, pequeños y grandes". (Apoc. 19:17,16). Cuando el Señor, en su segunda venida, destruye a todos "los irregenera­dos, aunque simbólicamente descritos como ejércitos reunidos y muertos juntos, sin embargo, son literalmente muertos por el

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Señor en todo el mundo. “Y yacerán los muertos de Jehová en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el otro", (Jer. 25:33). Así la reunión de "todas las aves que vuelan" para comer la carne de "todos los hombres" (APOC. 19:17-18) no podría ser una reunión literal de las aves en la tierra literal de Israel, por­que "todos los hombres" serán destruidos por el Señor "desde un extremo de la tierra hasta el otro", Juan obtiene estas figuras de la ignominia y la totalidad de la destrucción de los enemigos de Dios de la profecía relativa a Gog y su ejercito, (Véase Eze, 39:4, 17-20), Esto muestra que la profecía de Ezequiel (caps, 38,39) debe ser entendida como una presentación simbólica del con­flicto espiritual mundial, que termina en la destrucción final de aquellos que sirven bajo la bandera de Satanás, En Apoc, 20:3,9, tenemos la interpretación del Señor de la profecía de Ezequiel relativa a las multitudes en el ejército de Gog - son las multitu­des engañadas por Salarás: los enemigos de nuestro Señor,

En Salmo 45:3-7 el conflicto espiritual del Señor es pre­sentado simbólicamente, En Heb, 1:8-9 estos versículos son apli­cados a nuestro Señor, La misma descripción simbólica se em­plea en Apoc, 10:11-14 para describir el retorno del Señor a fin de completar su guerra contra el mal, al destruir a aquellos que previamente habían tratado de perseguir y destruir al pueblo de Dios, La descripción que hace el Revelador de Jesús que viene con "los ejércitos" del cielo para hacer "querrá" contra la bestia y los ejércitos de la tierra, tiene la obvia intención de ser entendi­da simbólicamente, ¿Montará Jesús literalmente "un caballo blanco" "en el cielo? (Apoc, 19:11), Previamente el Revelador lo había presentado en su segundo advenimiento sentado en una nube con una hoz en la mano, (Véase Apoc, 14:14-16), ¿Cabal­garán literalmente "en caballos blancos" los múltiples millones de ángeles? (Apoc, 19:14) ¿Saldrá "una espada aguda" literal “de su boca"? (v, 15), La "espada aguda" de nuestro Señor es Su pala­bra, (Véase Heb, 4:12; Efe, 6:17, etc,) ¿Vendrá literalmente "ves­

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tido de una ropa teñida en sangre"? ¿Pisará entonces literalmente "el lagar"? (Apoc. 19:13,15). ¿Invitará un ángel literalmente "a todas las aves que vuelan" a venir "a la gran cena de Dios" para comer "carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos"? (Apoc. 19:17-18) "La bestia" y "los reyes de la tierra y" "sus ejércitos" no estarán li­teralmente "reunidos para guerrear contra el que montaba el ca­ballo, y contra su ejercito" (Apoc. 19:19). Nuestro Señor Jesús, el Revelador (Apoc. 22:16), describe simbólicamente el conflicto espiritual mundial. Cualquier intento de literalizar esta presen­tación simbólica oculta el propósito moral que debía describir.

Una muy leída escritora cristiana, recalcando la necesidad de observar el carácter simbólico del Apocalipsis, dice:

"Este libro (Apocalipsis) exige un estudio cuidadoso, con oración, no sea que se lo interprete según las ideas de los hom­bres, y se de una construcción falsa a la sagrada palabra del Se­ñor, que en sus símbolos y figuras significa tanto para nosotros. ... En el Apocalipsis se describen las cosas profundas de Dios".

De acuerdo con el principio enunciado, esta misma autora ha aplicado a menudo en forma simbólica, y en relación con la gran controversia entre Cristo y Satanás, los mismos pasajes de la Escritura que hemos estado considerando. Describiendo grá­ficamente el conflicto entre las fuerzas del bien y del mal, en ar­monía con lo que hemos mostrado es la interpretación correcta de los pasajes referentes a la "guerra" simbólica presentada en el Apocalipsis, esta popular autora dice:

"Vi en visión dos ejércitos empeñados en terrible conflic­to. Una hueste iba guiada por banderas que llevaban la insignia del mundo; la otra, por el estandarte teñido en sangre del Prín­cipe Emanuel. ... Una compañía tras otra del ejército del Señor se unía al enemigo, y tribu tras tribu de las filas del enemigo se unían con el pueblo de Dios observador de los mandamientos.... La batalla seguía rugiendo. La victoria alternaba de un lado al

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otro. ... El Capitán de nuestra salvación ordenaba la batalla y mandaba refuerzos a sus soldados. Su fuerza se mostraba pode­rosamente. ... mientras que, vencedor y dispuesto a vencer, los conducía, paso a paso.

"Al fin se ganó la victoria. El ejército que seguía la bandera que tenía la inscripción: 'Los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”, triunfó gloriosamente. ... La iglesia es ahora militante. ... Pero llega el día en que la batalla habrá sido peleada, la victoria ganada. ... Pero la iglesia debe pelear contra enemigos visibles e invisibles, y peleará. . . . Los hombres se han confederado para oponerse al Señor de los ejércitos. Estas confederaciones conti­nuarán hasta que Cristo ... se vista las vestiduras de venganza”. (3JT:224-225).

Los que salen de Babilonia (Apoc. 18:4) y son reunidos para estar "con Cristo" "en el monte de Sión" tienen el "sello de Dios" en sus frentes. (Véase Apoc. 7:1-4; 14:1). Los que están reunidos para pelear "contra el Cordero ... y los que están con él" (Apoc. 17:14; 19:19) tienen "la marca de la bestia" en sus frentes o en sus manos. (Véase Apoc. 13:16-17; 14:9-11; 19:20). Tan vital es para los que viven en esta gran hora del destino que entiendan claramente los asuntos en juego, tan importantes son las verdades que el Señor presenta en el Apocalipsis, que Él pro­yecta imágenes simbólicas, vivientes sobre la pantalla de la pro­fecía a fin de atraer y captar la atención. Al interpretar estas imágenes literalmente con referencia a Palestina (se les da un marco palestino, porque la iglesia está representada como si es­tuviera con Cristo sobre el monte Sión, etc.), Satanás hace que los importantes mensajes apocalípticos de Cristo pierdan su sig­nificado y su vitalidad.

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CAPITULO CATORCE "CRISTO EN VOSOTROS"

LA SEGURIDAD DE VICTORIA

No se enseña en las Escrituras una verdad más necesaria ni más consoladora que la que nuestro Señor Jesucristo reina en el corazón de cada creyente. La frecuencia con la cual este hecho sublime se declara en el Nuevo Testamento, debiera por cierto impresionarnos con su gran importancia. El apóstol Pablo, cuyo extenso conocimiento del Antiguo Testamento y cuya enseñanza especial bajo el divino Maestro (véase Gal. 1:12; Efe. 3:3, etc.), le dieron una interpretación clara y cristalina de las profecías rela­tivas al reino del Señor en medio de su pueblo "Israel", enseñó triunfantemente que el Señor Jesús reina en el corazón de cada creyente, como también en el cuerpo de la iglesia. Declaró que estaba dotado especialmente con sabiduría "para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifes­tado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las rique­zas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria" (Col. 1:25-27).

Las profecías del Antiguo Testamento declaran que Dios - "El Santo de Israel" - reina "en Sión" y que, por Su presencia y poder, los enemigos de Israel serán derrotados, e Israel triunfará gloriosamente sobre ellos. (Véase Salmo 2:1-9; Joel 2:1,15,32; 3:16-17,21: Abadías 17; Miq.4:2,7; Eze. 39:7, etc.) Isaías declaró: "Vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levanta­rá bandera contra él. Y vendrá el Redentor a Sión y a los que se volvieron de la iniquidad en Jacob, dice Jehová". (Isa. 59:19-20). Notemos la aplicación inspirada que Pablo da a este versículo en relación a los "gentiles" -"alejados de la ciudadanía de Israel" (Efe. 2:12) - por su aceptación de Cristo como Señor, llegan a ser miembros del "Israel de Dios" (Gal. 6:16), no siendo ya "extran­

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jeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miem­bros de la familia de Dios" (Efe. 2:19). Pablo enseñó que el ver­dadero Israel de Dios estará compuesto de judíos y gentiles libe­rados del pecado: "Y luego todo Israel será salvo, como está escri­to: Vendrá de Sión el Libertador, que apartará de Jacob la im­piedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus peca­dos" (Rom. 11:25,27). Bajo las provisiones del Nuevo Pacto,Dios ha prometido que "sepultará nuestras iniquidades" (Miq. 7:19), "quitará nuestra tendencia a pecar. "Porque Dios no forza­rá la voluntad, nosotros debemos cooperar con El entregándole nuestros corazones en una consagración diaria. Así, día tras día, el Señor escribe Su Santa Ley en nuestros corazones, como tan misericordiosamente lo ha prometido hacer. (Jer. 31:31-34; Heb. 8:8-12). Aprendamos a decir con el Salmista: "¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación”. (Salmo 119:97). El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy" (Mat. 6:11). "Y (Jesús) de­cía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame" (Luc. 9:23). "Cada día muero" (l Cor. 15:31). "Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos... el interior no obstante se re­nueva de día en día". (2 Cor. 4:10, 16).

El mayor problema en el mundo es, y ha sido desde la en­trada del pecado, el de la victoria diaria, personal sobre el peca­do. En muchos himnos cristianos se expresa esta gran necesidad del hombre. El cristianismo es más que las buenas nuevas de que Dios perdona el pecado; también proclama que Dios pro­mete poder, diariamente, para vencer e! pecado.

El pecado solo puede ser vencido cuando Cristo mora en el corazón. Este es el gran tema sobre el cual se detiene a menu­do el apóstol Pablo. En su capítulo de "mucho más" (Romanos 5) declara con elocuencia radiante: "Pues mucho más estando ya justificados en su sangre, por Él seremos salvos de la ira. Porque

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si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida... mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesu­cristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia... Mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor Nuestro". (Rom. 5:9-21). Pero se les asegura una vida libre de pecado a todos los que permiten que Jesús reine en el trono del corazón. El pecado, como poderoso tirano, reina en el cora­zón y arrastrará al hombre a la destrucción eterna; pero Jesús salvará del pecado a todos los que ponen su confianza en Él. El pecado es poderoso, pero “'mucho más” poder se le concede al creyente para que "reine en vida"... mediante Jesucristo. "Mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su viga, vivida en el corazón. Con Cristo que vive y reina en el corazón queda ase­gurada la victoria sobre e! Pecado. En el capítulo seis de Roma­nos, Pablo continúa recalcando esta enseñanza esencial de la li­bertad del pecado a través del Cristo inmanente. En lugar de que el pecado reine en el corazón (Rom. 6:12), el creyente tiene a Cristo que reina en su corazón y le da libertad del poder del pecado (véanse vs. 11, 12-22). Después de describir la batalla contra el mal y la búsqueda de santidad por el alma sincera (Rom. 7), Pablo presenta el secreto de la santificación - el Espíri­tu de Cristo inmanente. Dice: "Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muer­te... si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros... Si Cristo es­tá en vosotros... el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espí­ritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en voso­tros el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará tam­bién vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vo­sotros". (Rom. 8:2-11). La victoria sobre el pecado queda asegu­rada por medio del Espíritu de Cristo, inmanente, viviente y

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pulsante, que vivifica el cuerpo mortal y le concede poder para resistir el mal. Habiendo mostrado que Judíos y gentiles creyen­tes participan por igual de estos privilegios, Pablo aplica enton­ces, en relación con la victoria del cristiano sobre el pecado, la profecía de Isaías de la venida del Redentor a Sión, que quitará "de Jacob la impiedad" y hará huir a los enemigos.

Las profecías del Antiguo Testamento relativas al Señor reinando en Sión, y la victoria de Su pueblo, no han de ser en­tendidas como separadas de la historia de la salvación del peca­do, porque la salvación del pecado es el propósito moral por el cual fueron escritas. Esta interpretación de las profecías del An­tiguo Testamento fue, sin duda, entendida por algunos israelitas devotos en los tiempos antiguos, pero a partir del día de Pente­costés el Espíritu Santo las hizo abundantemente claras. Pablo, en particular, recibió revelaciones especiales para hacer claras es­tas cosas a los gentiles y a los "santos: a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los genti­les; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria" (Col. 1:25- 27).

En su Greek Dictionary of the New Testament, el Dr. Strong dice con respecto a "Sión": "Figuradamente es la Iglesia (militante o triunfante)". Importantes derivados de la palabra hebrea para "Sión" son: "resplandecer desde lejos, es decir, ser eminente; también permanente... fortaleza, victoria". Cada cre­yente en Cristo puede conocer por experiencia personal el glo­rioso cumplimiento presente de las profecías del Antiguo Tes­tamento relativas al reinado del Señor "en Sión", porque del reinado del Señor Jesús en el corazón vendrá "fortaleza" para vi­vir una vida de "victoria".

La victoria sobre el pecado por medio del poder de un Cristo inmanente es "la esperanza de gloria". "El Espíritu de ver­dad... mora con vosotros, y estará en vosotros... y yo en vosotros ... y mi Padre le amará, y vendremos a el, y haremos morada con

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él". (Juan 14:17-23). “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros?". (1 Cor. 6:19). "Dios está entre vosotros" (1 Cor. 14:25). "Jesucristo está en vosotros”. (2 Cor. 13:5). "Vosotros sois de Dios... y los habéis vencido: porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4). "Fortalecidos con poder en el hombre inte­rior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones". (Efe. 3:16-17). "Con Cristo estoy juntamente crucifi­cado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios" (Gal. 2:20).

En Heb. 12:22 leemos: "Sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles". Sión es un monte celestial cuyo mismo nombre significa lleno de sol, y es la ciudad del Dios viviente. Las expresiones "monte de Sión" y "Jerusalén la celestial", no solo se refieren a la futura capital gloriosa del eterno reino del Mesías en la tierra renovada (Apoc. 21 y 22), sino también a la morada y trono presentes del Señor Jesús en Su iglesia y en cada creyente. Los que aceptan a Jesús como su Señor y Salvador entran a "la Jerusalén celestial", y mientras son leales a los mandamientos de Dios (Apoc. 22:14) están a salvo y seguros, como si estuvieran en una poderosa Fortaleza. Estas fi­guras expresivas se presentan a menudo en las Escrituras. Isaías dice: "En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá: Fuer­te ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro. Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de verda­des. Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado" (Isa. 26:1-3). En estas pa­labras inspiradas, el profeta evangélico nos asegura que las puer­tas de esta "fuerte ciudad" son abiertas para todos los que guar­dan la verdad, y que los que confían en Dios serán guardados a salvo dentro de los "muros y antemuros" de "salvación" y tendrán "completa paz". Nuevamente leemos de la pluma de Isaías: "A tus

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muros llamarás salvación, y a tus puertas Alabanza, ... Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria" (Isa. 60:18- 20). El Salmista dice: "Abridme las puertas de la justicia: Entraré por ellas, alabaré a Jah. Te alabaré porque... me fuiste por salva­ción". (Salmo118:19-21). "Torre fuerte es el nombre de Jehová: a Él correrá el justo, y será levantado". (Prov. 18:10). "Jehová es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador... mi escudo... mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste... el fuerte de mi salvación" (2 Sa­muel 22:2-3). Véase también Salmo 18:2; 144:2, etc.

Esta figura de un individuo o de la iglesia, que mora con seguridad dentro de los poderosos muros de una fortaleza inex­pugnable, se traslada a las animadoras figuras de! libro del Apo­calipsis, donde se presenta la gran lucha entre las fuerzas del bien y del mal de un modo tan gráfico y tan realista que algunos, que no disciernen el propósito moral del simbolismo empleado, creen que describen una guerra militar.

La mejor manera de memorizar es de reducir a un símbolo aquello que deseamos aprender de memoria y por la ley de la asociación ese símbolo recuerda a la mente todo lo que está aso­ciado con el mismo. Los símbolos presentan las verdades en la forma más atrayente e informativa. Poderosas verdades son así condensadas y presentadas en forma sencilla y clara. Por esta ra­zón el Gran Maestro presenta las enseñanzas vitales del Apoca­lipsis en forma simbólica.

Instamos al lector a que cultive la imagen simbólica del alma como una fortaleza: cuando se ve rodeado y asaltado por muchos enemigos - el orgullo, el egoísmo, la envidia, los celos, la codicia, pensamientos oscuros, negativos, etc. - que procuran lo­grar entrada a la ciudadela del alma, el tenebroso invasor es re­chazado y se gana la victoria por medio del Rey Jesús - la Luz y Dador de la Vida - que mora adentro. El incubar esta enseñanza en la mente de Sus hijos, y capacitarlos para captar estos hechos

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conmovedores de la salvación, es el propósito moral con el cual el Señor inspiró a Juan para que presentase las imágenes simbó­licas del Apocalipsis: ellas presentan realidades cristianas.

Una escritora cuyos escritos han sido leídos ampliamente, y que aplica las figuras marciales del Apocalipsis como descripti­vas del gran conflicto entre Cristo y Satanás, emplea las mismas figuras bíblicas que hemos presentado para enseñar que la victo­ria del individuo sobre el pecado depende de la presencia de Cristo en el corazón.

"Cuando el alma se entrega a Cristo, un nuevo poder se posesiona del nuevo corazón. Se realiza un cambio que ningún hombre puede realizar por su cuenta. Es una obra sobrenatural, que introduce un elemento sobrenatural en la naturaleza huma­na. El alma que se entrega a Cristo, llega a ser una fortaleza suya, que Él sostiene en un mundo en rebelión, y no quiere que otra autoridad sea conocida en ella sino la suya. Un alma así guarda­da en posesión por los agentes celestiales es inexpugnable para los asaltos de Satanás. ... La única defensa contra el mal consiste en que Cristo more en el corazón por la fe en su justicia". (DTG:291).

En otro libro, esta escritora emplea las mismas figuras al describir el poder de la Iglesia para resistir los asaltos de sus enemigos:

"La iglesia es la agencia de Dios para la proclamación de la verdad... si le es leal y obediente a todos sus mandamientos, ha­bitará en ella la excelencia de la gracia divina. Si manifiesta ver­dadera fidelidad, si honra al Señor Dios de Israel, no habrá po­der capaz de resistirla". (HAp:479-480).

Los individuos y la iglesia son comparados a "una ciudad asentada sobre un monte " (Mat. 5:14). La iglesia Cristiana y los creyentes individuales son representados en la profecía de Eze- quiel (caps. 40-48) como un templo edificado sobre "un monte muy alto". Jesús dijo: "Sobre esta roca (ÉI mismo, "la Roca eter­

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na") edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella", (Mat. 16:18). El Nuevo Testamento enseña que la iglesia es ahora la Sión de Dios, Su ciudad de Jerusalén, y que las profecías relativas a enemigos que sen destruidos al atacar a Je- rusalén y al pueblo de Dios, muestran su propósito moral en re­lación con la victoria de cada creyente individual en Cristo, y de la iglesia como un todo.

En el libro del Apocalipsis, el centro de la tormenta de los siglos es la ciudad de Jerusalén, cuyo nombre significa "funda­mentos de paz"; Jerusalén, la ciudad del "Príncipe de Paz", Para entender correctamente el Apocalipsis, debe interpretarse a Jeru- salén como el centro de la batalla entre el bien y el mal, En el Antiguo Testamento, Jerusalén fue el centro del Israel como na­ción y muchas de las naciones enemigas de Israel pelearon con­tra Jerusalén - la ciudad de "paz", Aunque sus enemigos la rodea­ron, la paz reinaba dentro de la ciudad mientras Israel era fiel,En esto vemos simbolizada a la iglesia como un todo, y también a cada individuo, Por medio de su lealtad al Dios de Israel, la iglesia y los cristianos individuales se convierten en centro de ataque de los enemigos, excitados para "guerrear" contra el Santo Hijo de Dios que está dentro, Pero mientras los enemigos espiri­tuales se reúnen fuera de los muros de la "ciudad santa" (Apoc, 11:2, etc.), el corazón está en paz con Dios,

Los enemigos del pueblo de Dios que se reunían literal­mente y atacaban a la ciudad de "paz" del pueblo de Dios, son presentados en las figuras espirituales del Apocalipsis como sím­bolos de los enemigos que se reúnen espiritualmente alrededor para atacar la ciudad espiritual, El Apocalipsis proyecta esta re­presentación hacía adelante, hasta el fin del milenio; luego, to­dos los enemigos literales resucitados del antiguo Israel y todos los enemigos de la iglesia se reunirán literalmente alrededor de la ciudad literal (Apoc, 20:8-9), en la cual reina el visible Hijo de Dios, el Destructor del mal que le hace la "guerra" a Él y a Su

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pueblo. En Joel 2:32, se otorga liberación de los enemigos que están fuera de la ciudad al "remanente" que está dentro de Jeru- salén: "Porque en el monte de Sión y en Jerusalén habrá salva­ción, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual el ha­brá llamado". Como ya hemos visto, es de esta profecía que Pe­dro, en su discurso lleno del poder del Espíritu, cita en el día del Pentecostés y la aplica en relación a la salvación por medio del Rey Jesús, que es "Señor y Cristo". Hay casos en el Antiguo Tes­tamento cuando la nación de Israel halló liberación dentro de Jerusalén por medio del poder de Dios (véase 2 Reyes 18:17-37; 19:1-37; Isa. 37:32-36, etc.). Al fin del milenio, cuando los enemigos de Dios y de Su pueblo se reúnan para atacar "el cam­pamento de los santos y la ciudad amada" (Apoc. 20:8-9), serán destruidos por medio del poder todopoderoso del "Rey de Justi­cia", el Señor Jesús, que reina en medio de ellos.

Todos los nombres propios, lugares y designaciones del Apocalipsis son empleados en un sentido simbólico hasta la des­cripción que hace el Revelador de la santa ciudad - la Nueva Je­rusalén - al fin del milenio. De este modo, el Señor ilustra el principio que debe ser empleado para "trazar bien" el Apocalip­sis, y otras porciones de las Sagradas Escrituras. El milenio es la línea divisoria entre la aplicación de lo espiritual y la aplicación de lo literal, así como la cruz puso fin al sistema literal, nacional, simbólico e introdujo el período de lo simbolizado, lo espiritual, o de aplicación a la iglesia. El Apocalipsis revela claramente la triple aplicación de las cosas de Israel, pero como ya hemos tra­tado de ese tema en otro libro, no lo discutiremos en detalle aquí.

Así como la historia del antiguo Israel se aplica en el Nue­vo Testamento en la forma de figuras o símbolos para describir las experiencias de la iglesia, y como la iglesia es representada como habiendo asumido el lugar de Israel como nación, hasta en su ubicación geográfica en Palestina, así, en el Apocalipsis el

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Señor ha descrito las experiencias presentes de Su iglesia con términos simbólicos. Aunque asediada por muchos enemigos, la iglesia, "sobre el monte Sión" (Apoc. 14:1,20; Eze. 40:2; 43:12; 47:1, etc.), como poderosa fortaleza, inexpugnable ante los asal­tos del enemigo, será "más que" vencedora "por medio de aquel que nos amó" (Rom. 8:37). "Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1 Cor.15:57).

La gran controversia entre las fuerzas del bien y del mal sobre la cuestión de la obediencia a la Ley de Dios culminará en "el conflicto final". La presentación vivida de esta batalla espiri­tual es el propósito moral por el cual se han dado las gráficas imágenes simbólicas en el Apocalipsis.

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APÉNDICEUN BREVE BOSQUEJO

La creencia de que el "Armagedón" será un conflicto mili­tar en Palestina, es parte del sistema futurista que se basa en una aplicación literal de las cosas del antiguo Israel, en contraste con la aplicación espiritual del Nuevo Testamento en relación con la iglesia.

Los errores del catolicismo romano tienen su origen en la aplicación literal de las cosas de Israel como nación. Los futuris­tas protestantes quizás no se dan cuenta de que su interpreta­ción de la profecíaestá vinculada con los errores del catolicismo romano; pero am­bos tienen el mismo fundamento. El futurismo ha sido fomen­tado por el catolicismo romano a causa de su potente fuerza contra el verdadero protestantismo.

El Dr. H. G. Guinness, en su Approaching End of the Age, páginas 100-101, escribe así acerca del punto de vista futu­rista: "En su forma actual, sin embargo, puede decirse que se originó a fines del siglo XVI, con el jesuita Robera, quien tra­tando como Alcázar de quitarle al papado la afrenta que le arro­jaba la interpretación protestante, intentó hacerlo refiriendo es­tas profecías al futuro distante... Durante un período considera­ble esta opción se limitó a los romanistas (lo subrayado es mío), y fue refutada por varias obras maestras protestantes".

La Iglesia Católica Romana justifica sus edificios y ritual complicado, etc., señalando las cosas literales del antiguo Israel. (Véase su Question Box. pág. 187-189; y Keenan's Catechism, pág. 193-212, etc.)

El siguiente breve bosquejo tiene el propósito de presentar "mucho en poco" y provocar al lector a estudiar con mayor dete­nimiento los principios fundamentales de la interpretación.

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“El Misterio de la Piedad” (1 Tim. 3:16)

“El Misterio de la Iniquidad” (2 Tes. 2:7)

Aplicación espiritual de las co­sas de Israel

Aplicación literal de las cosas de Israel

Templo - Iglesia (1 Cor. 3:16; Efe. 2:21).

Templo

Sacerdotes - en la tierra, todos los creyentes (1 Pedro 2:9)

Sacerdotes

Incienso - la oración (Salmo 141:2; Apoc. 5:8)

Incienso

La cruz - la abnegación diaria (Luc. 9:23)

El crucifijo

Luz en el Templo - la Biblia (Salmo 119:105; 2 Cor. 4:4, etc.)

Velas

Pan - Palabra de Dios (Juan 6:27-66)

La ostia - misa

Agua - Espíritu Santo que tra­baja a través de la Palabra de Dios (Tito 3:5; Efe. 5:26)

“Agua” bendita

Fuego en el cual se quema la es­coria:

1) Obra del Espíritu Santo (Mat. 3:11; Isa. 4:4; 1 Pedro 1:7; 4:12)

2) La obediencia a la ver­dad purifica (1 Pedro 1:22)

Purgatorio

REY - CRISTO - INVISIBLE (1 Tim. 1:17)

Papa - Cabeza visible

Espíritu Santo - Representante Invisible (Juan 14:17)

Supuesto representante de Cristo; trono visible en Roma

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Trono en cada corazón (Rom. 5:17-21)

(Apoc. 16:10; 17:18).

Reino - Espiritual. Los libera­dos del pecado (Col. 1:13).

Reino literal: Poder literal.

Guerra - Guerra espiritual, con­flicto mundial. “Milites por ella la buena milicia” (1 Tim. 1:18).

Guerra - Conflicto militar en Palestina.

“Pelea la buena batalla de la fe” (1 Tim. 6:12)

Batalla - Conflicto militar en Palestina

Paz - en el Nuevo Testamento, unas 110 veces; Pablo, unas 52 veces, paz espiritual - Dios y el alma.

Paz - “paz” militar

Enemigos - “Gentiles”, “nacio­nes”; los que no son israelitas (Efe 2:11-12; Apoc. 11:2) en cualquier parte del mundo.

“Naciones”, “Gentiles” - na­ciones literales al Este de Pa­lestina.

Israel - Iglesia en todo el mun­do (Gal. 6:16; Apoc. 7:1-4, etc)

“Israel” - unos pocos Judíos li­terales en Palestina.

Israel atacada por enemigos - enemigos espirituales (Eze. 38,39; Joel 3; Zac. 14; Apoc. 14:1,20; 16:12-16; 17:14, etc.)

Israel atacada por enemigos - naciones literales atacarán a Judíos literales en Palestina.

Enseña que Anticristo es un di­rigente espiritual; una Iglesia falsificada que “hace guerra con­tra los santos” (Apoc. 13:7).

Enseña que el Anticristo es un dirigente militar; una persona que dominará a ‘Judíos litera­les en Palestina’.

Tiempo simbólico: (Dan. 7:25; Apoc. 11:2; 12:6,12; 13:5). Afecta a la iglesia.

Tiempo literal (3 V2 años lite­rales); que afecta a Judíos lite­rales en Palestina.

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