Índice

Introducción .......................................................................................................................... 9

EUROPASuiza / Francia / ItaliaTres grandes de los Alpes. Mont Blanc (4.807 m), Monte Rosa (4.634 m)y Grand Paradiso (4.061 m) .................................................................................................... 14EspañaTeide. De mar a mar (3.718 m) ............................................................................................... 24PortugalLa travesía de Madeira .......................................................................................................... 34Pico. El techo lusitano (2.351 m) ............................................................................................ 42IslandiaHvannadalshnúkur (2.111 m). El techo de Islandia ................................................................ 50FranciaLa Alta Ruta de Córcega (GR-20) ............................................................................................ 58

ASIALa cordillera del Himalaya ..................................................................................................... 68NepalNepal, el país del trekking ..................................................................................................... 70Trekking de los Annapurnas ................................................................................................... 72Valle de Lantang .................................................................................................................... 82

ÁFRICATanzaniaKilimanjaro (5.895 m) ............................................................................................................. 90KeniaMonte Kenia (5.199 m) ........................................................................................................... 98MaliTrekking por el País Dogón ................................................................................................... 104Francia colonialLa travesía de Reunión (GR-R2) ........................................................................................... 112MarruecosToubkal (4.165 m) ................................................................................................................. 120Mgoun (4.068 m) .................................................................................................................. 126

Índice

AMÉRICAMéxicoLa Barranca del Cobre .......................................................................................................... 134Los volcanes de México. Citlaltépetl (5.611 m) y Popocatépetl (5.465 m) ........................... 142VenezuelaHumboldt (4.942 m) .............................................................................................................. 150Auyán Tepui (2.400 m) .......................................................................................................... 156EcuadorEcuador, un país de contrastes ............................................................................................ 164La cordillera de los Llanganates (4.571 m) .......................................................................... 170Saraurcu (4.670 m) ............................................................................................................... 178Sumaco (3.732 m) ................................................................................................................. 184Al sur de la Cordillera Real. Tungurahua (5.023 m) y Sangay (5.230 m) .............................. 192Dos grandes nevados. Cotopaxi (5.897 m) y Carihuairazo (5.116 m) ................................... 198PerúEl camino inca a Machu Picchu ............................................................................................ 204Las principales cordilleras de Perú ...................................................................................... 207ChileChile, 4.000 km de montañas ............................................................................................... 210Choquelimpie (5.298 m) ....................................................................................................... 216Licancábur (5.916 m) ............................................................................................................ 224Pajonales (5.958 m) .............................................................................................................. 230Cerro Doña Inés (5.075 m) y Cerro de la Azufrera de los Cuyanos (5.921 m) ....................... 236Sierra Nevada de Lagunas Bravas (6.127 m) ....................................................................... 242Ojos del Salado (6.893 m) .................................................................................................... 248El centro de Chile. Tupungatito (5.640 m), La Paloma (4.910 m) y Cerro del Plomo (5.424 m) .. 254El sur de Chile. Villarrica (2.840 m), Llaima (3.125 m), Antuco (2.979 m) y Chillán (3.186 m) .... 262Trekking de las Torres del Paine ........................................................................................... 268ArgentinaAconcagua (6.959 m) ............................................................................................................ 274USA-HawáiMauna Loa (4.169 m) ........................................................................................................... 280

Cuadro resumen ................................................................................................................ 286Bibliografía escogida ...................................................................................................... 288Bibliografía consultada .................................................................................................. 289Cronología y agradecimientos ....................................................................................... 294

9

C UANDO ME PROPUSIERON HACER UNA NUEVA EDICIÓN modificada de mi anterior libro(Trekking y ascensiones por las montañas del mundo) no me sentí entusiasmado con laidea, porque suponía volver a escribir más de lo mismo, sin aportar nada nuevo. Y, además,me obligaba a encerrarme entre cuatro paredes para intentar obtener información de se-

gunda mano sobre zonas en las que hacía demasiado tiempo que había estado. Como preferíaseguir dando forma a otros proyectos, o escribiendo sobre nuevas aventuras, propuse a Desni-vel hacer una mezcla de ambas cosas. Podíamos intentar aprovechar todo el material anterior,actualizado y adaptado al nuevo formato, pero incluyendo nuevas experiencias vividas en otrasmontañas durante los últimos años. Aunque algunas de ellas no superaban la cota mínima de los4.000 metros que yo me había fijado en la edición anterior, me parecían actividades interesan-tes para el montañero medio.

Hubo acuerdo y me embarqué en una tarea que de antemano sabía que no iba a ser fácil por-que tenía que incluir el doble de rutas en un libro con formato mucho más pequeño y asequiblea un mayor número de personas. Y tampoco quería renunciar a contar historias, no quería haceruna simple y anodina guía práctica, algo de lo que siempre había huido.

Si he conseguido hacerlo bien es algo que sólo vosotros podéis juzgar, porque en este largoproceso me he enfrentado a los mismos miedos y dudas de siempre: ¿es bueno seguir publican-do? ¿Serán correctos los datos proporcionados? ¿Habré sido capaz de transmitir mis emocionessin caer en la pedantería o en la sensiblería?

Respecto a la publicación de mis libros, debo decir que continúo escribiendo porque sigo ali-mentándome de esas mismas fuentes antes de emprender cada uno de mis viajes, viendo imá-genes y leyendo las historias que otros cuentan. Aunque en cierta medida los escritores somosun poco culpables de la masificación que se ve en algunas zonas del planeta, también somosconscientes de que no somos nosotros los malos de la película, porque en torno a la montañahay negocios mucho menos lícitos, movidos por personas sin escrúpulos con un único fin: obte-ner beneficios rápidamente.

Cuando intento imaginar el futuro me invade una oleada de pesimismo porque he visto de-masiados cambios en muy poco tiempo. Casi estábamos solos cuando fuimos a Ojos del Sala-do, y algo parecido pasó en el Aconcagua. Pero han pasado 20 años desde entonces y ahora hayque pagar bastante dinero para acercarse a esas montañas, hay que hacer las gestiones a tra-vés de agencias y hay que enfrentarse a las cuestas acompañados por hordas de personas quetuvieron la misma genial idea que nosotros.

Sé que hay etapas en la vida en las que a los seres humanos les gustan las cifras, pero aho-ra no volvería a algunas de estas montañas porque existen infinidad de alternativas igual de vá-lidas. Prefiero ir a otras menos conocidas o ascender por valles solitarios y salvajes acompaña-do de buenos amigos, que a la postre es lo que más valoro. Introd

ucció

n

Alpes

E L ENCUENTRO CON LOS ALPES fue unescalón lógico a superar en mi vida demontañero, porque resultaba inevita-ble la ambición de estar en los luga-

res donde nació la actividad que ha animadogran parte de mi vida. Aunque en esa cordi-llera no encontré la pureza que luego des-cubrí en otros lugares del planeta, que dudacabe de que todo allí parecía pensado parael disfrute: cientos de senderos balizados,paisajes inmaculados, torreones gigantes deroca maciza, bosques tupidos, cascadas, ríossalvajes, bellas casitas de colores… Todoese cúmulo de sensaciones fue dejándome

un melancólico/idílico poso, pero ensegui-da me di cuenta de que a esas montañas lesfaltaba algo, el hechizo que más tarde encon-tré en lugares más exóticos y remotos, don-de todo resultó más incierto, donde pude em-plear más a fondo los instintos primarios quetodos llevamos dentro, anulados por la civi-lización, por la vida organizada en la que sue-le transcurrir nuestra existencia.

Aposté bastante fuerte para mi bautizo al-pino y fracasé en mi primer intento al Cervi-no, una actividad demasiado dura para un no-vato como yo. Aunque los amigos con los queiba consiguieron la ansiada cumbre, yo tuve

Aunque en España hay montañas suficientes como para disfrutar toda una

vida, nuestro espíritu también quiere enriquecerse con experiencias vivi-

das en otros lugares. ¿Por qué no concederle ese capricho comenzando

este largo periplo en los Alpes, en las montañas que más cerca tenemos?

14

Tres grandes de los Alpes

Mont Blanc 4.807 mMonte Rosa 4.634 mGran Paradiso 4.061 m

15

Nid d’Aigle,el punto de partidahacia el Mont Blanc.

Alpes

16 M O N T B L A N C / M O N T E R O S A / G R A N P A R A D I S O

que conformarme con alcanzar el refugio Sol-vay, en plena arista Hörnli, a unos 4.000 m dealtitud. Nervioso por lo que se avecinaba, es-peré impaciente su regreso para iniciar unacomplicada bajada en la que al final nos atra-pó la tormenta, obligándonos a vivaquear enmedio de la pared.

Nuestra siguiente escala en ese viajefue el Mont Blanc (4.807 m), el techo de laEuropa Occidental, y cuando llegamos allí ha-bía mucha gente desanimada en el valle, es-perando el ansiado cambio de tiempo que alfinal se produjo.

Desde el valle de Chamonix partieronhace poco más de 200 años el doctor M. G.Paccard y el buscador de cristales J. Balmat.Su intención era encontrar el ansiado pasoque les permitiera alcanzar la cumbre más altade los Alpes. El amanecer del 8 de agosto de1786 fue el día esperado. Horace Bénédict deSaussure, el científico ginebrino que acariciódurante años la idea, pudo entregar la recom-pensa ofrecida a esos primeros hombresque llegaron a la cumbre, intentándola él mis-mo el año siguiente. Acompañado por su cria-do y por 17 guías cargados con abundante ins-trumental físico, ascendió por una ruta quefue considerada durante bastantes años lanormal a esa montaña. El relato de su as-censión tuvo resonancia mundial y eclipsó du-rante bastantes años la auténtica gesta vivi-da por los primeros conquistadores.

Aunque Chamonix ya no era el lugar virgi-nal que encontraron esos exploradores, seguíaestando rodeado de paisajes espectacularespor encontrarse en el centro de un amplio va-lle situado a una cota relativamente modes-ta, unos 1.000 m.

Izquierda. El MontBlanc visto desde

la Aiguille du Midi.

Derecha. El refugioVittorio Emanuele II,

al pie del GranParadiso.

Sin apenas preámbulos, y queriendo apro-vechar la racha de buen tiempo que parecía ha-berse instalado en el valle, tomamos el trencremallera que conducía hasta el Nid d’Aigle.Se veía perfectamente la subida y el cielo es-taba limpio de nubes. Todo parecía perfecto.Había mucha gente tomando el sol en laspraderas de la estación, pero sólo unos pocosiniciamos el peregrinaje hacia el refugio deGoûter. Nos cruzamos con grupos que regresa-ban de la cumbre y en sus rostros observa-mos señales inconfundibles del esfuerzo rea-lizado, en completo contraste con nuestrosgestos radiantes, deseosos de vivir intensosmomentos en esa mítica montaña. Aunque elcamino era fácil, pasamos miedo al cruzar uncorredor descompuesto por el que periódica-mente caían grandes bloques de piedra. Trasél encontramos una zona rocosa asegurada conalgunos pasamanos con cables de acero.

Es difícil describir la impresión que noscausó la verbena de gente que encontramosen el refugio. Aunque en aquellos momen-tos nos sentimos defraudados porque no eralo que deseábamos ver, sabíamos que éramosun poco esclavos de los números, y el techode los Alpes ejercía una atracción lógica, irre-sistible. Dormimos tirados en los peldaños deuna escalera porque no quedaba ni un huecolibre en el suelo, y a unas horas intempesti-vas de la noche nos pusimos en pie. Intenta-mos ser rápidos, pero cuando quisimos dar-nos cuenta una extensa caravana deluciérnagas avanzaba a través del bellísimofaldón blanco de la montaña. Había un cieloprístino, tachonado de estrellas.

A lo lejos, en el valle, la gente aún dormíaapaciblemente y la quietud de las calles au-

De camino haciael Mont Blancsaliendo desde laAiguille du Midi.

guraba placidos sueños. Superada la radicaloposición del cuerpo a abandonar lugares re-lativamente cómodos, constatamos que lo quehacíamos era muchísimo más hermoso que lamuerte temporal en la que nos sumíamos cadanoche. Caminábamos al encuentro del sol. Aun-que el frío era intenso, el ejercicio lo hacía so-portable. La rampa que había tras el refugio Va-llot fue la más empinada, pero encontramosla nieve perfecta y los crampones cumplierona la perfección con su cometido. Iban quedan-do olvidados los fantasmas que habíamoscreado en nuestra cabeza y desaparecieron lostemores cuando vimos que la realidad no eratan complicada como la habíamos imaginado.Sobre la afilada arista somital encontramos unazanja de casi un metro de profundidad, excava-da por las infinitas personas que transitabanpor allí cada temporada. ¡Qué diferente debióde ser la ascensión de Paccard y Balmat! So-los, con equipos menos sofisticados y con unperfecto desconocimiento del terreno.

En el horizonte empezó a despuntar unagran bola anaranjada, irreal, eléctrica, delica-da y hermosa. El viento azotaba cada vez másintensamente nuestros rostros y el frío hacíamás lentos y difíciles los movimientos. Cuan-do alcanzamos la cumbre nos sentimos eufó-

ricos, pero pronto surgió la preocupación por-que un gran manto de nubes estaba ascendien-do rápidamente desde la vertiente italiana. Ha-bía que salir de allí cuanto antes. Ya tendríamostiempo de descansar.

Mi siguiente contacto con los Alpes fueuna excursión relámpago y en solitario al Par-que Nacional Gran Paradiso, cerca del vallede Aosta, en Italia. Todo era similar: decenasde cascadas precipitándose por abruptos des-filaderos, grandes paredes, campos verdes,agua bullendo por cada rincón y cientos decasas de madera decorando armoniosamen-te el paisaje.

Los muflones que había junto al caminoque conducía al refugio Vittorio Emanuele IIparecían más relajados que nuestras inquie-tas cabras montesas, como si fuesen anima-les domesticados. Como llegué muy tempranoal refugio pasé la tarde buscando el camino co-rrecto en medio del caos rocoso que habíaantes de alcanzar el glaciar. Me invadió unaprofunda sensación de paz. Todo el tiempo quenos faltaba en las ciudades parecía sobrar allí.Cada átomo del paisaje merecía mi atención yregresé contento al refugio al atardecer. Susinquilinos parecían tan radiantes como yo envísperas de su ascensión.

17

Me puse en pie con los primeros madru-gadores y sin grandes titubeos conseguimossalvar el tramo más complicado de noche. Lasfuerzas de cada cual fueron formando peque-ños grupos, y a mí me tocó ir con un alemánque llevaba un paso similar al mío. Sin con-tratiempos, alcanzamos la arista cimera para

encontrarnos allí con un aéreo paso final enel que fue atascándose la gente porque en elsuelo había una fina película de hielo. Unoscatalanes que llegaron unos minutos despuésinstalaron una cuerda como medida de segu-ridad, e inmediatamente todos los indeci-sos atravesamos el paso, festejando sobre lacumbre el nacimiento de un nuevo día.

Pasaron unos años antes de que se pre-sentara una nueva ocasión de regresar a estahermosa cadena de montañas. Nuestra in-tención era intentar el Monte Rosa, la segun-da cima más alta de los Alpes, y para ellopartimos desde Zermatt, pueblo asentado bajolas faldas del Matterhorn o Cervino, que es-taba tan hermoso como siempre.

En Rotenboden descendimos del tren cre-mallera y emprendimos la bajada por un per-fecto sendero que conducía hacia el fondodel glaciar Corner, que cruzamos siguiendo lasbanderolas que había puestas para señalar laruta. Con sumo cuidado, encordados en algu-nos tramos, alcanzamos la plataforma rocosadonde se asentaba un magnífico refugio cons-truido en el año 1885.

Nuestro amigo Julián decidió esperarnosallí y Jesús y yo emprendimos la ascensiónmuy de madrugada, llegando sin contra-tiempos a los primeros neveros. Como iba mu-Alp

es18

Subiendo al MonteRosa, con el

Cervino al fondo.

Abajo. En la cumbredel Gran Paradiso.

El Collado delSatteltole, dondeestá el desvíohacia Dufourspitze,la punta más altadel Monte Rosa.

El refugio desde el que se inicia laascensión a estamontaña.

cha gente delante, nos limitamos a seguir sushuellas, sin encordarnos, hasta llegar alSatteltole, el collado que separaba las pun-tas Nordend y Dufourspitze. Impotentes, vi-mos cómo nuestras fuerzas nos estaban aban-donando cuando más las necesitábamos.Cabalgando por una arista cada vez más exi-gente, fuimos dejando a un lado las abruptasladeras de la vertiente italiana.

Aunque no veíamos la cumbre, sabíamosque estaba cerca porque había cordadas queregresaban de ella. El cansancio me impidiódisfrutar del maravilloso paisaje y convirtió losúltimos metros en un calvario difícil de descri-bir. Tras escalar un pequeño muro rocoso, vi-mos la cima cerca del final de la arista. Sobreella, durante unos minutos nos liberamos dela angustia vivida en el tramo final.

La bajada se hizo larga, muy larga, comosi el bajón viniera de golpe. Los asiduos a esetipo de ascensiones en los Alpes se pusieronlos esquís en el Collado del Satteltole y baja-ron ligeros para evitar las peores horas del día,ésas en las que el sol ejerce despóticamentesu poder. Fue entonces cuando empezamos aver cada una de las grietas que había en el gla-ciar, y fue entonces cuando nos dimos cuentade lo temerario que había resultado ir sin en-cordarnos por la noche. En un par de ocasio-

nes, Jesús tuvo que saltar al otro lado de lasgrietas porque cedieron bajo su peso.

Lentamente fuimos perdiendo altura, y miamigo, con pequeños engaños, fue arrastrán-dome hacia el refugio, tirando de alguien com-pletamente congestionado, adormilado y de-rrotado.

Los sufrimientos se olvidaron pronto y delviaje sólo quedó la esencia, como casi siem-pre, retocada con tintes de nostalgia. Mi cuer-po se recuperó una vez más y unos días des-pués estaba preparado para emprender unnuevo camino.

19

Ref. del’Aig. duGoûter

Ref. deTête Rousse

Ref. Vallot

Bellevue

Hotel duPlan de

l’Aiguille

1.794

2.386

3.167

4.362

3.817

Nid d’Aigle

Les Houches

4.807

4.748

4.112

4.465

4.052

4.304

4.248

3.665

3.863

3.842

4.069

0 m 3 km21Chamonix

Gl. des Bossons

Gl. d

e Tac

onna

z

Gl. de Bionnassay

Gl. d

u Dôm

e

Gl. de Miage

L‘Arve

Mont Blanc

Mont Brouillard

Mont Maudit

Aig. de Tricot Aig. deBionnassay

Aig. Grises

Dômesdes Miages

Aig. duGoûter

Aig. du Midi

Mt. Blancdu Tacul

Mt. Blancde Courmayeur

Dôme duGoûter

Aig. Blanchede Peuterey

a Grenoble

a Le Fayet

a Martigny

Túnel duMont Blanc

Mont BlancPocas montañas son tan célebres comoel Mont Blanc, y ninguna desde hacetanto tiempo. Su primera ascensión,allá por el año 1786, marcó el origende la actividad alpinística tal y comohoy la conocemos.

Su fácil acceso, su altitud y la ma-jestuosidad de los parajes que la ro-dean convierten a esta montaña en unade las más visitadas de los Alpes.

Para emprender la subida alMont Blanc habrá que subir desde LesHouches en teleférico hasta Bellevue(1.794 m), y allí enlazar con un peque-ño tren cremallera hasta el Nid d’Ai-

gle (2.386 m), o bien subir directamen-te a ese lugar en tren desde St. Gervaiso Le Fayet. Desde allí arranca un sen-dero que sube hacia el Désert de PierreRonde, asciende bajo la cresta de Rog-nes y luego, cambiando de dirección,prosigue por el espolón que desciendede la Aiguille du Goûter. Medianteuna travesía se llega al refugio de laTête Rousse (3.167 m), después del cualhay que atravesar un peligroso corre-dor (ojo con las piedras) y continuar as-cendiendo hacia el siguiente refugio, elde Goûter (3.817 m, 4-5 h).

Desde el refugio, donde se pasala noche, hay que salir muy de ma-

drugada, subiendo primero a la dere-cha por la arista y luego en diagonala la izquierda en dirección hacia elDôme du Goûter, cuya cumbre sedeja a un lado. Cerca del Col duDôme (4.237 m, 2 h) veremos las hue-llas que van hacia el refugio Vallot(4.362 m, 2 h 30 min).

Desde allí la ruta continúa porla arista Oeste y franquea la GrandeBosse (4.513 m) y la Petite Bosse(4.547 m), para proseguir hacia unazona rocosa, Rochers de la Tournette(4.677 m). Un poco después la aristase estrecha y lleva hasta la mismacumbre (4 h 30 min).

Para la subida al Mont Blanc sonnecesarios crampones y piolet. La cuer-da es imprescindible si se desciendepor los Grands Mulets, ya que hay tra-mos bastante agrietados. Es una mon-taña demasiado visitada y frecuente-mente se producen angustiosasaglomeraciones de gente.

Algunos datos curiosos• La primera ascensión a esta mon-

taña fue realizada por J. Balmat yM. Paccard en 1786.

Cartografía utilizada• Carte nationale de la Suisse

nº 292 (Courmayeur).Mapa escala 1:50.000.

Guía práctica M. Blanc, M. Rosa y G. Paradiso

En memoria deM. Paccard y J. Balmat.

Cornergrat

Glaciar Corner

Glaciar Grenz4.609

4.634

4.199

4.027

4.206

4.490

4.545

4.165

4.527

Monte Rosa

Rimpfischhorn

Allalinhorn

Täschhorn

Alphubel

Dom

Breithorn

Liskamm Dufourspitze

Nordend

DentHérens

4.171Cervino o

Matterhorn

ZinalrothornDentBlanche

Weisshorn

4.478

Zermatt

Macugnaga

Tasch

BreuilCervinia

Randa

4.221

4.0634.357

4.506

3.317

TheodulPass

2.795

0 10 km

a Visp a Visp

Monte RosaEl macizo del Monte Rosa, aunque esun poco más bajo que el Mont Blanc,tiene suficiente categoría y personali-dad como para ofrecer infinidad de po-sibilidades a los amantes de la aventu-ra. Situado en Suiza, en los denominadosAlpes Peninos, no es una cumbre ais-lada, sino un conjunto de varias puntas,siendo las más conocidas Dufourspitze(4.634 m) y Nordend (4.609 m).

Para alcanzar el refugio delMonte Rosa habrá que tomar en Zer-matt un tren cremallera llamado Gor-nergrat y descender en la estación Ro-tenboden (2.582 m).

Un bonito camino desciende has-ta el glaciar Corner, que atravesare-mos prestando atención a las grietasque hay antes de la morrena del Platt-je. Yendo en dirección a los contrafuer-tes rocosos que hay entre los glacia-res Corner y Grenz, encontraremos elprimer refugio, a 2.795 m, en el que sepasa la noche.

Desde allí, un buen sendero ser-pentea entre las rocas de la morrenadel glaciar Grenz hasta el glaciardel Monte Rosa, donde conviene en-

cordarse ya que se encuentra bastan-te agrietado.

Hasta los 4.200 m (Satteltole)la ruta es común a las dos puntas delMonte Rosa: hacia el este se va aNordend y hacia la derecha a Du-

fourspitze, la más alta, que fue la queescogimos nosotros.

Un tramo bastante pendiente con-duce al Sattel (4.339 m), donde comien-za la arista Oeste. Es una arista estre-cha, descompuesta y con hielo en

21

Atravesando el glaciar Corner del Monte Rosa.

a Aosta a Valnontey

Pont

0 m 4 km2 km

3.609

3.642

3.544

3.4543.411

3.385

3.923

3.833

3.778

3.5523.273

3.116

3.7772.996

3.075

3.642

4.061Gran Paradiso

Piccolo Paradiso

Bca. di Moncorvè

Bca. de Monciair

Mare Percia

Pte. Foura

Cima di Seivaz

Cimadell’Arolley

Denti del Broglio

Bca. de Montandayne

Herbetet

Pta. Money Grand Serra

Pta. Leiser

La Tresenta

Ciarforon

Pta. Ceresole

Tta. di Valnontey

Ref. F. Chabod

Ref. VittorioEmanuele

1.960

2.732

algunos tramos. Casi al final de la mis-ma hay que subir por una corta chime-nea (II+, III), tras la cual aparece la cima(7 h), un maravilloso mirador desde elque se ven numerosas cumbres. Desta-can el inconfundible Cervino, el Wies-horn, el Breithorn o la Dent Blanche.

Aunque no es una ruta técnicamen-te difícil, es bastante larga y exigebuena forma física. Hay que madrugarbastante ya que el cruce del glaciar alregreso puede ser peligroso si encon-tramos la nieve demasiado blanda.

Algunos datos curiosos• La primera ascensión a la punta Du-

fourspitze fue realizada en 1855 porC. Hudson, E. J. Stevenson, C. & G.Smyth, J. Birbeck y U. Lauener.

• La primera a la punta Nordend serealizó en 1861 por T. F. Buxton, E.N. Buxton, J. J. Cowell y M. Payot.

Cartografía utilizada• Carte nationale de la Suisse, nº 284

(Mischabel). Mapa escala 1:50.000.

Gran ParadisoEs la cumbre más alta del Parque Na-cional Gran Paradiso, enclavado al surdel valle de Aosta, en Italia. El punto departida para hacer la ruta Normal de estamontaña es el pueblecito de Pont, situa-do al final de la carretera que sube porel valle del torrente de Savara, uno delos afluentes del río Dora Baltea.

La zona está bastante transitadadurante los meses de verano ya quePont (1.960 m) es el punto de partida de

muchos de los itinerarios que discurrenpor el interior del parque. La ruta de su-bida es un camino en perfecto estadoque conduce hasta el refugio VittorioEmanuele II, a 2.732 m (2 h 30 min). Conuna capacidad de unas 150 plazas, estásituado en un lugar ideal, con magnifi-cas vistas sobre el Ciarforon.

Desde allí, el inicio del camino noestá demasiado claro, por lo que con-viene darse un paseo el día anteriorpara explorar el laberinto de bloquesque existe en esa zona.

Hay que salir del refugio en senti-do norte, entre los bloques de la morre-na, y superar una loma antes de dejarde verlo definitivamente. Luego, giran-do hacia la derecha, nos dirigiremos ha-cia los primeros neveros y ganaremosaltura por el glaciar hasta alcanzar, yabastante arriba, una rimaya que se cru-za sin demasiados problemas.

Una vez sobre la arista cimera, alfondo de la misma se ve la cumbre,presidida por la imagen de una virgen.Para llegar a ella (5 h) habrá que atra-vesar un paso bastante aéreo en el queconviene ir asegurado.

Son imprescindibles crampones,piolet y buena ropa de abrigo. Comopara casi todas las cumbres altas delos Alpes, lo mejor es salir antes delamanecer para encontrar la nieve enbuenas condiciones.

Algunos datos curiosos• Los ingleses J. J. Cowell y W. Dun-

das, junto a los guías M. Payot y J.Tiaras, fueron los primeros que su-bieron a esta cumbre en 1860.

• La primera ascensión con esquís larealizaron, en 1913, P. Preuss y W.Vob Bernuth. Desde entonces seha repetido en infinidad de ocasio-nes, convirtiéndose en una marchaclásica.

Cartografía utilizada• Il Parco Nazionale del Gran

Paradiso. Istituto GeograficoCentrale. Mapa escala 1:50.000.

Guía práctica M. Blanc, M. Rosa y G. Paradiso

23

La virgen que hayen la cumbre del

Gran Paradiso.