La Agenda dedon Luis

¡Señor!Que mi vida sea una antorcha

que ilumine –hasta morir–la vida de las almas

(Luis Zambrano)

La Agenda de don Luis

La Agenda de don LuisEdita:INSTITUCIÓN HOGAR DE NAZARET

© textos: Antonio Luis Martínez Núñez

Dep. Legal: BA-55/2005

Imprime: Tecnigraf

Introducción

El título de estas páginas no se corresponde exacta-mente con el contenido de las mismas, ya que si laagenda nos da la oportunidad de recordarnos las cosaspendientes, en ésta no vamos a encontrar ningunaanotación personal de Luis Zambrano, sino hechos desu vida.

¿Entonces?...

sí cabría que tú y yo, al conocer su trayectoria yponernos en contacto con su talla espiritual, tomemosbuena nota en nuestra propia agenda y tratemos dellevar a la vida, cuanto de significativo encierran laspáginas, que tenemos a la vista.

El pensamiento autógrafo de D. Luis nos ayude enel empeño.

Texto autógrafo del siervo de Dios

“Tenían una sola alma y un solo corazón” dicen losHechos de los Apóstoles en el Cap. IV, v. 32,refiriéndose a la primitiva comunidad cristiana.La renovación religiosa de la Iglesia, enseñó el ConcilioVaticano II, se había de realizar volviendo a losprincipios. Pero ¿qué hemos hecho? ¿qué estamoshaciendo? Efectivamente allí está la luz y allíencontramos el amor, y allí se manifiesta patente elsacrificio y el “Cor unum et anima una”, y el camino yel fin.¿Es que la luz de la palabra de Dios ha dejado deiluminar a los hombres? ¿O es que nosotros, loscristianos comprometidos de nuestro siglo, la hemosocultado bajo el celemín? Hasta formar “un solocorazón y una sola alma” ¡cuánto hay que bregar! Escierto que la tempestad arrecia. Pero… ¡adelante!Contamos con el Señor.

Transcripción del texto manuscrito de D. Luis

La Agenda 7

23 / Diciembre / 1909

En esta fecha nace don Luis en el seno de una familia de sencillosartesanos pero merecedora del respeto y la estima que expresa elsiguiente testimonio de Luisa Sara Periáñez:

«Su familia tenía una fe recia y era de una piedadacentuadísima. Personas trabajadoras y buenos cristianosa carta cabal. El oficio del señor Antonio era el de sacris-tán. Su madre, la señora Josefa, venía a realizar en laparroquia los trabajos específicamente femeninos, talescomo arreglar la lamparilla del Sagrario, lavar los mante-les y reparar los ornamentos sagrados.»

En este ambiente, no es de extrañar que el nacimiento del cuartohijo se rubrique, dos días después, con el nuevo nacimiento del Bautis-mo, en el que se le impone los nombres de Luis Gonzaga y Valentín.

Día solemne aquel cuatro de junio del año 1914: el Señor Obispo,don Adolfo Pérez Muñoz estaba de visita pastoral en La Fuente. Enaquella época era todo un acontecimiento la visita del Obispo. Comoestas visitas episcopales teníanlugar de tarde en tarde, laconvocatoria para recibir elsacramento del Espíritu erageneral, sin importar la edad delos niños. Así ese día, Luisito esconfirmado aunque no tenía nicinco años.

Si fue solemne aquel memo-rable día de la Confirmación, nose puede decir otro tanto delveintiocho de enero de 1916, díaen el que nuestro biografiadohace su Primera Comunión.

La Agenda 8

Buscando por los archi-vos algún recuerdo de talefemérides, todo intento hasido inútil. No se conservamemoria de boato externoalguno que rodeara aquellacelebración: ni banquete, nifotografía, ni regalos, nisiquiera traje nuevo.

Su hermano José norecordaba nada de aquellaceremonia, salvo que suhermano Luis llevaba unlacito blanco; y doña LuisaSara puntualizó en unaocasión que el tal lacito eraprestado.

Esa pobreza en cuanto a lo material, hace resaltar que aquella fami-lia cristiana va a lo esencial y, de acuerdo con las normas del Papa SanPío X que iban en favor de la temprana primera Comunión de losniños a los siete años, y aún antes, si las circunstancias del niño lopermitían, piden al cura párroco permiso para que su hijo Luis de seisaños de edad recibiese por primera vez la Eucaristía.

Para cerrar este capítulo dedicado a su infancia, le interesará allector saber que la familia Zambrano Blanco no sólo trata de educarcristianamente a sus hijos en el seno familiar, sino que encomiendaparte de esta tarea a las manos expertas de los maestros cristianos quetrabajan en las escuelas parroquiales del Ave-María.

La Agenda 9

30 / Septiembre / 1922

En la tarde de ese día, Luis ingresa en el Seminario Diocesano SanAtón de Badajoz. Así alcanza la meta que ya había superado, hacíavarios años, su hermano José que también fue sacerdote.

Si no tenemos muchas noticias sobre la primera infancia de Luis,son relativamente abundantes los datos sobre su incipiente vocaciónsacerdotal.

El mismo Luisito nos deja testimonio de su proceso vocacional enlas cartas que dirigía a su hermano, ya seminarista.

Siente deseo de ser sacerdote, pero intuye que no es cosa humanaque el pueda decidir y, con clarividencia impropia de un chico de suedad, escribe a su hermano seminarista:

«Pide mucho por mí para que el Espíritu Santo me ilumi-ne y me dé vocación y me vaya a esa contigo.»

Para preparar el ingreso en el Seminario sus padres se preocuparonde buscarle un profesor particular. Luis se volcó en aquella preparacióncomo se lo comunica a su hermano:

«Pide mucho por mí que me voy a poner a estudiar para serun gran hombre de provecho como tú vas a serlo» (4-5-1922).

Ciertamente se ve bien acogido en el Seminario. Eran cincuentay nueve alumnos los que ingresan aquel año para comenzar laprimera etapa de los estudios eclesiásticos. No todos están igual-mente preparados y, según la costumbre del momento, se escogen alos alumnos más aventajados para desempeñar el papel de auxiliardel profesor y ayuda de los compañeros más retrasados. Luis es unode los privilegiados.

De su estancia en el Seminario y breve paso por la Universidad deComillas quedan pocos testimonios escritos pero suficientes para darnosidea del talante de un joven que sintiendo la llamada del Señor aspira

La Agenda 10

ante todo a la santidad y ésta vivida en la entrega que exige el ministeriosacerdotal.

Termina sus estudios teológicos con veintidós años y habiendo reci-bido las Órdenes menores. Por su extremada juventud, le destinancomo ayudante de los formadores del Seminario Menor de Villafrancade los Barros, donde permanece el curso 1933-1934.

La Agenda 11

24 / Junio/ 1934

En la mañana de aquel día y en la Iglesia del Cristo del Rosario deZafra, el Obispo don José María Alcaraz y Alenda impone sus manos yordena de presbítero a Luis.

Para los lectores que han seguido el itinerario de Luis en sus añosde formación, les parecerá normal que en el momento oportuno llega-ra el día de su ordenación sacerdotal. Pero no eran tan fáciles las cosas.Pretender ordenarse sacerdote en la España republicana y anticlericalde 1934 era una heroicidad que corona no sólo a nuestro biografiadosino a aquellas generaciones sacerdotales que dieron fruto abundante ala Iglesia llegando incluso al martirio.

La Iglesia y la España de aquel entonces no se presentan comocobijo seguro para los jóvenes que se ordenaban sacerdotes.

Fueron cinco días solamente, pero para Luis resultaron una eterni-dad. Según la costumbre, el recién ordenado no celebra la eucaristíahasta el día de su Primera Misa que solía ser un día de fiesta señalado.En este caso fue el día de san Pedro y en la parroquia de su pueblo.

De nuevo nos encontramos con las personas que rodearon la infan-cia de Luis. Cada una tuvo su protagonismo correspondiente.

Nos volvemos a encontrar con Antonio y Josefa, sus padres. Pocosaños antes habían estado en situación parecida, cuando cantó misa suhijo José, pero hay cosas a las que nadie se acostumbra. Junto a laemoción y a la alegría, que embargaban aquellos corazones cristianosque transmitieron tan certeramente la fe a sus hijos, también se hacina-ban un cúmulo de preocupaciones.

El 24 y el 29 de junio de 1934 son dos fechas de su vida, que jamáspasaron a ser meras notas de agenda, sino que fueron el inicio de unaapasionada vida entregada al ministerio sacerdotal. Es como una llamainterior que invade todos los rincones de su alma y llega a ser el troquelque le marca a él y a todo lo que le rodeó.

La Agenda 12

Con trazos elocuentes describe la vocación sacerdotal en carta diri-gida a don José Flores:

«Llegaste a la cumbre del sacerdocio y hasta entonces,¡cuánto hizo contigo el Señor! Eras la madera tosca, el leño deque habla san Agustín, una vulgaridad, no servías para nada;quizá había en tu corazón inclinaciones opuestas a ese llama-miento sacerdotal, y sin embargo, clavó su divina mirada en ti,y no en lo que eras, sino en lo que habías de ser, en lo que habíade poner en ti y hacer de ti...

No; ya no es hora de revolver y mirar atrás; sí es hora derectificar. A eso has ido a la parroquia, a rectificar; y en ella nopuedes ni debes hacer otra cosa que rectificar tu vida de Semi-nario y conseguir lo que no pudiste conseguir. Para ello tienesun tesoro inagotable en Jesús Sacerdote-Hostia, oculto en elSagrario; de ese sagrario has de sacar todo lo sacerdotal quenecesites. ¡Y es tanto!»

Ante todo le descubre el secreto de una vida sacerdotal vivida eníntima comunión con Cristo presente en el sagrario:

«Soñabas con una parroquia y con las almas; sentías anhe-los de apóstol, de conquistarlas para el Señor. Ya las tienes.¿Qué te preocupa?

¿Dificultades? Muchísimas. ¿Vencerlas? Sí. ¿Cómo? Arrodi-llado ante tu sagrario estudia el estado de tu parroquia y Jesúste inspirará. ¿Sería posible, acaso, que te olvidaras de esa llave-cita que seguramente llevas siempre contigo y besas tiernamen-te porque guarda a quien te guarda a ti.»

Pero no le propone una vida sacerdotal llena de intimismo espiri-tualista, sino que la comunión con Cristo le debe hacer solidario consu entrega a los hombres:

«Enterado de tu misión, hora es ya de salir. Sal, sí; ve a esepueblo de tu parroquia; sal de tu casa, despójate de ti; esto essacrificio, esto es amor. Tú eres el que tienes que salir y buscarlas almas, no ellas a ti, aunque lo hagan; tú eres para ellas, no

La Agenda 13

ellas para ti; y tienes que ir a encontrarlas en sus casas y hasta,si fuera necesario, en el paseo y en el casino.

Desde la mesa de despacho, en medio de una vida comodo-na, no se salvan las almas. Hay que salir de casa y de sí, dejar-lo todo y andar hasta descarnarse los pies como Cristo, sudarsangre, si fuera posible, y morir crucificado.»

Pero le recuerda que ese estar con los hombres no debe quedarseen eso sólo, sino que es para anunciar la Buena Noticia:

«Predica con tu palabra y con tu ejemplo; que ambas cosasentremezcladas tienen una fuerza persuasiva que arrastra.Sacerdote que no se lleva tras sí las almas con su porte modesto,carácter dulce y atrayente, con su espíritu sacrificado, no esdigno de su misión.

No te canses de hablar y predicar, no te canses de aconsejar.Un caso simpático de un niño, una escena familiar, un rasgo detu vida parroquial, no deben pasar desapercibidos para ti y sinel consiguiente comentario. El Santo Cura de Ars lo hacía, pordecirlo así, en sesión continua y permanente. Y esa predicaciónque la hagan también todas las almas a quienes lleguen tuinfluencia bienhechora, que propaguen la doctrina de Jesucris-to, expuesta por ti en la Santa Misa, en la lectura espiritual.»

Para terminar este capítulo dedicado no tanto a las ideas sino a lavivencia del sacerdocio, recojo un pensamiento de nuestro sacerdoteque puede servir de síntesis:

«Que mi vida sacerdotal sea una antorcha que ilumine,hasta morir, la vida de las almas.»

La Agenda 14

9 / Julio / 1934. Ribera del Fresno

En la Curia diocesana aparece como fecha del nombramiento el díanueve de julio. El día catorce llega a Ribera del Fresno.

Desde los primeros días de su estancia, por las calles de Riberacomienza a ser punto de mira y objeto de curiosidad aquel curita jovenci-to, alto, más bien delgado, de pelo negro y moreno de piel, con eleganciaen su porte más que en su vestiduras talares y, sobre todo, con una sonrisaen los labios, que será llave que abra todas las puertas, bálsamo que curetoda fricción, palabra silenciosa que habla de amor y de misericordia yrecuerdo indeleble para todos los que tuvimos la suerte de conocerla.

Ciertamente, su sonrisa fue un tesoro para Luis (o mejor dicho, donLuis, ¡que ya es sacerdote!). La mantendrá hasta el final de su vida, enmomentos alegres y en situaciones dramáticas, como veremos. Le dabaserenidad, ecuanimidad. ¿Era algo natural o afloraba en ella el fruto deuna vida interior que se acaparaba de todo el hombre y conseguía hacer-lo instrumento aptísimo para el ministerio al que había sido llamado?

La Agenda 15

Un manteo para todos

Los sacerdotes de aquella época llevaban una capa muy amplia llama-da manteo. El de don Luis era tan amplio que bajo sus pliegues se cobi-jan un puñado de chavales, de los muchos que iban con él a todas partes.

Era una escena que recuerda un poco la figura de don Bosco y quefue familiar para las otras parroquias donde estuvo don Luis. Sentía unapredilección por los niños tan evidente que los atraía como un imán.Además sabía que por los niños se acercaba a los mayores.

La presencia masiva de niños y niñas junto al sacerdote fue el prin-cipio de todo lo demás. La mayoría de los padres estaban marcados porel anticlericalismo de los años precedentes a la guerra civil. Ven atóni-tos cómo “un cura” engatusaba a sus hijos. Hubo prohibiciones,disgustos. La constancia de los niños pudo más, y al final todos teníanlibertad para seguir en el grupo.

Don Luis no se queda en ese paso del juego y de la amistad. Ya enel Seminario había preparado abundante material catequético, basadoen los libros del gran catequista don Daniel Llorente. Monta una cate-quesis que ha dejado como recuerdo imborrable para aquellos peque-ños, que, ahora adultos, afirman que era una de las catequesis mejormontada de la diócesis llegando a tener, en los años posteriores a laguerra civil, más de quinientos catequizandos.

La Agenda 16

Un punto de referencia

Aquellas horas de espera solitaria de los primeros tiempos se fueronconvirtiendo en horas de siega de una abundante mies. Días hubo que,de madrugada, se oían los pasos apresurados de las madres y de lashijas que querían ser las primeras en acercarse a aquel confesonario, dedonde salían renovadas y con la certeza de que, a través de aquel jovensacerdote, Dios mismo les mostraba el camino a seguir.

Fueron las primicias de una vida entregada al ministerio de la direcciónespiritual que solamente la muerte truncaría.

Un volcán

No se sabe qué día de la semana llegó don Luis por primera vez aRibera, pero sí se sabe que la misa del domingo que le tocó celebrarfue como un temblor de tierra para el pequeño grupo de personas queasistieron a ella. Aquello no era un hombre, era un volcán que lanzabala Palabra como una lava que si quemaba era para curar viejas heridas yabrir horizonte de santidad en las almas.

Don Luis sabe que el Señor le ha dado el don de la palabra, el caris-ma más apreciado en un pastor y lo pone al servicio total de la comuni-dad. No se reserva descanso alguno, ni la afonía que frecuentementeapagaba su voz, le hará callar.

Un ponderado juicio sobre don Luis como ministro de la Palabrade Dios nos lo ofrece quien fue su primera colaboradora en Ribera yhasta su muerte. Ella nos cuenta:

«Exponía la palabra de Dios con una unción especial quellegaba a todos y muchas veces nos dijo que hablaba iluminadopor el Espíritu Santo, y esta palabra, con gran sentido de laresponsabilidad, la fortalecía con su testimonio. Su ilusión fueimitar a Cristo, hablar como hablaba Cristo, introducir a Cristoen todas las almas, por ello nos decía constantemente: “Jesucris-to, Jesucristo y nada más que Jesucristo”.»

La Agenda 17

25 / Diciembre / 1935

El día de Navidad de mil novecientostreinta y cinco se consagra quien fue elprimer miembro y será la DirectoraGeneral de la Institución Hogar deNazaret: María Gragera Vargas-Zúñiga.

Es difícil distinguir en don Luis alpárroco y al fundador. Hay una talimbricación entre la labor parroquial yla finalidad del Instituto “Hogar deNazaret” que se puede llegar a afirmarque fue fundador de tal instituciónporque fue párroco y su ministerioparroquial fue tan fecundo y alcanzó tandiversas facetas, porque fue fundador.

Este cariz parroquial de la Institución Hogar de Nazaret ha conse-guido abrirla a la amplia realidad de la misión de la Iglesia:

— en el apostolado específicamente parroquial: animación litúrgicay dedicación al altar, catequesis y pastoral juvenil y presencia enla ayuda asistencial;

— en el servicio a los más pobres: deficientes, sordos, ancianos,marginados sociales;

— en educación y formación cristiana: escuela, alfabetización, talle-res, colegios y residencias para estudiantes desde niñas hastauniversitarias.

Éstas son noticias muy oficiales. Se diría casi frías. Los recuerdos dequienes vivieron aquella aventura nos acercan a los hechos.

Primero es la Acción Católica femenina, después montar un tallerde costura para enseñar a las niñas y adolescentes, más tarde vino lanecesidad de dar clase a los niños sobre todo en verano, etc. Pero deje-mos hablar a una de las protagonistas de tanta aventura:

La Agenda 18

«Y así, de un modo natural, trabajando en y para la parro-quia surgió el primer grupo, el primer “Hogar de Nazaret”.Lo atestigua Piedad que teniendo ella su propio taller de costu-ra lo entregó para que fuese de la parroquia...

Ella habría sentido alguna influencia de D. Luis que lacambió. Fue por la Directora por donde empezó todo. Ella esta-ba muy “subida” y empezó a ser de otra manera, muy servi-cial.

La Institución comenzó de la nada. En la casa de por enci-ma de la Directora empezaron a haber clases. Eran Dña.Amalia y Dña. Macrina las que enseñaban allí un tiempo.Luego aquello siguió con mi taller. Pero yo dejé el taller, o se lodi al Señor. La primera escuela de obreras funcionó también,en la C/ El Hoyo.

El taller tenía de todo: clases, costuras, lecturas, vida espiri-tual, paseos organizados, Círculos de Estudios de la AcciónCatólica, etc. La vida espiritual que teníamos era mucha,porque D. Luis nos lo inculcó así.

El Hogar empezó así, casi sin saberlo, sin saber por qué.Nos fuimos metiendo poco a poco. La primera fue la Directora.En seguida, la que entró a continuación fui yo: Piedad Rodrí-guez. Siguió Antonia Fernández (q.e.p.d.) y luego otras comoTeresa Guerrero e Isabel Correa. Teresita Guerrero enseñómucho aquí en Olivenza.

D. Luis nos decía que fuéramos muy fieles y nos aconsejabasiempre lo mismo, un gran amor al Sagrario.»

A la sombra de Nazaret

Otro aspecto fundamental de la nueva Institución era la de haber nacidoa la sombra de Nazaret. Concretamente, el núcleo de la espiritualidad quese quería vivir en ella se inspira en el cálido ambiente que se viviría en elseno de la Sagrada Familia, escondida en un humilde “hogar de Nazaret”.

A don Luis le viene de lejos la devoción por los misterios encerradosen aquel bendito Hogar. De pequeño bebe de ese manantial en la piedadfamiliar. De sus últimos años de teología tenemos la lista de una serie de

La Agenda 19

meditaciones compuestas por él y que se conservan. En ella podemos leertítulos tan sugestivos como:

«Jesús bajo María y José. Obediencia de Jesús en Nazaret.Humildad de Jesús en Nazaret. Trabajos de Jesús en Nazaret.Utensilios de la Sagrada Familia para comer en Nazaret: comi-das, muebles. La Stma.Virgen y el Niño Jesús.San José y el Niño Jesús.El Niño Jesús y la Stma.Virgen y San José, etc.».

Lo reiterativo de los temasdenota signos evidentes de quese trata de una materia milveces meditada, llegando aencontrar en cada pequeñodetalle materia abundante parala contemplación.

La Providencia

Es difícil establecer el orden histórico. ¿Qué es primero la actitudprovidencialista de don Luis ante la urgencia de recabar fondos paramantener la casa o el nombre de “La Providencia” con la que se bauti-za para señalar que se pone en manos de la Divina Providencia elmantenimiento de la misma?

Es en el año 1941. Dar de comer no era suficiente. Hay que darcobijo, “hogar” sobre todo a ancianos que carecen de la menor asisten-cia social y que por enfermedad o limitaciones de la edad, no puedenseguir viviendo en sus pobres casas. Así surge “La Providencia” deRibera del Fresno. Más tarde aparece la de Almendral.

Característica de estas casas es la de acoger a los menos favorecidos.Quizá sea la razón por la que la casa de Ribera pronto pasa de ser asilode ancianos a ser un centro para subnormales. Este centro es el pioneroen Extremadura en hacer esta función social, tan valorada actualmente.

27 / Octubre / 1941: Almendral

En este día el corazón de don Luislate de un modo especial: tiene queabandonar Ribera y especialmente alos primeros miembros de su inci-piente fundación. El Obispo le tras-lada a Almendral para hacersecargo de las dos parroquias sitas enel citado pueblo.

No lleva dos meses en Almen-dral, cuando escribe una carta a subuen amigo don José Flores y enella refleja su estado de ánimo anteaquel traslado tan poco esperado:

«La separación aún se sientey más por las circunstancias, quede silla a silla te las diría a ti.

Sin embargo, ahora y siempre hemos de bendecir al Señor,aunque a nosotros sirva de humillación tantas cosillas. Algobueno y mucho ha de sacar de aquí. Desde luego, que debes estarpreparado para esta separación, que es muy dolorosa, aunque lomitigue el cumplimiento de la voluntad del Señor. “Fiat nbissecundum verbum tuum”.»

Fue breve la estancia de don Luis en Almendral, pero lo suficientepara dejar la fundación de un Hogar, una Providencia y, lo que es másseñalado, la impronta de su presencia sacerdotal que marca a cuantosse acercan él.

Nos basta para confirmarlo, el testimonio de un hombre que fuemonaguillo suyo, que ha madurado con la edad pero que aún mantieneel cálido recuerdo de los pocos años vividos junto a nuestro sacerdote.Dice así:

La Agenda 20

La Agenda 21

«Lo primero que recuerdo de D. Luis, fueron los paseos quedaba con nosotros a “Cabezo Redondo”, nos llevaba arropadoscon su manteo y la gente al vernos, decía: —Ya va la gallinacon los pollitos. Lo pasábamos con D. Luis muy bien pues noscontaba chistes y ejemplos de vidas de santos muy bonitos y nosentretenía mucho cuando nos preguntaba: ¿a ver quién llegacon la lengua a la punta de la nariz? y todos hacíamos la prue-ba sin éxito alguno. A la gente menuda nos absorbía el seso yestábamos pendientes de cuándo nos iba a dar la Virgencita yotras cosas por el estilo. Esa fue nuestra infancia, que muchosniños de hoy, teniendo toda clase de cosas, quisieran tener paradisfrutar de manera sana.

Fue un sacerdote estupendo. No se metía en la política queentonces era muy difícil sustraerse de ella, pero cuando era necesa-rio y el caso lo requería, ponía los puntos sobre las íes, lo dijeraquien lo dijera. Lo acompañábamos a la visita de los enfermos yllevábamos cosas de nuestras casas, para ellos, que D. Luis repar-tía en nuestro nombre.

En las excursiones a “Cabezo Redondo”, nos enseñó acompartir todo, para que no fuéramos egoístas el día de maña-na y ayudáramos a quien pasara necesidad. Supo hacer queconserváramos la inocencia y nuestra sana fe, pues era unenamorado del candor de los niños y así se lo decía a los mayo-res: que protegieran este tesoro de valor incalculable a los ojosde Dios.»

22 / Julio / 1945: Olivenza

No es un traslado más. Don Luis llega a Olivenza no habiendocumplido todavía los treinta y seis años y deja su queridísima parroquiaoliventina de la Magdalena cuando va a cumplir sus sesenta años. Estosdatos manifiestan que lo más maduro y granado de su vida parroquialtiene lugar en esta ciudad fronteriza.

Nada es igual a lo que había vivido. Desde su nueva parroquia,quedan lejos aquellos gozosos años de Ribera del Fresno y la vida casifamiliar de su estancia en Almendral.

En una carta fechada casi seis meses más tarde, comunica don Luis a laUnión Fraterna de los antiguos alumnos de Comillas, su nueva situaciónpastoral y, como se le había pedido, hace una lista de todos sus cargos:

«Soy Presidente de honor de las Conferencias de San Vicen-te de Paúl, de esta ciudad, que tienen los hombres; Consiliariodel Centro interparroquial de la Juventud Masculina de A.C.;idem de la Juventud Femenina de mi parroquia; Prefecto deestudios del Colegio de segunda enseñanza del Corazón deJesús para niños; Profesor de Religión de los siete cursos deBachillerato en el mismo y Administrador-Patrono de laFundación “Soto Fernández” para estudiantes universitarios ydoncellas que contraen matrimonio.»

Es evidente que el recién llegado cura párroco de la Magdalena nose duerme en las pajas y consigue bien pronto abrirse un sitio no sóloen la parroquia sino también en la ciudad.

No pudo incluir en sus noticias, por haber tenido lugar a finalesdel año de la fecha, la fundación de las “Escuelas parroquiales delPatronato de San José” que tenían como destinatarios niños, jóvenesy adultos pobres. Con una labor educativa y asistencial, de la queestuvo encargado, desde el principio Francisco González Santana,que en esta y en otras labores parroquiales, se mostró fidelísimo cola-borador de don Luis.

La Agenda 22

La Agenda 23

El año siguiente comienza a editar la hoja parroquial MADRE YGUÍA y, precisamente, el veintiuno de junio de 1953, fiesta de laonomástica de don Luis y con motivo del octavo aniversario de su estan-cia en Olivenza, se edita un número extraordinario de la misma en el quese recoge datos sobre sus actividad pastoral: en ese período de tiempo sehan creado las cuatro ramas de la Acción Católica, la Junta Parroquial, laAdoración Nocturna, tres cofradías penitenciales de Semana Santa ycinco diversas asociaciones dedicadas al culto eucarístico. Se llega acontabilizar el número de comuniones que asciende a 288.000.

La casa ya está construida en cuanto a las estructuras. Quizá erauna de las parroquias mejor organizada de la diócesis. Con el tiempo,se va haciendo la obra del calado en profundidad con una constantelabor pastoral que, sin abandonar la intensa tarea diaria, nunca olvidaaprovechar cualquier oportunidad para acercarse sacerdotalmente acuantas personas se cruzan por su camino.

El día de la Virgen

En el templo abarrotado, las palabras del obispo que presidía lasexequias de don Luis resonaron contundentes: «Rendir un homenaje adon Luis sería rendir un homenaje a la Eucaristía y a la Santísima Virgen».

Parangonando la frase episcopal, se puede afirmar que ponerse encontacto con la vida y los escritos de don Luis, es ponerse en contactocon la Santísima Virgen.

Aún circula en estampas, la primera oración mariana que hemospodido recoger en uno de sus autógrafos y que posiblemente componeen sus últimos años de Seminario.

Revela una devoción a la Madre del cielo que compagina una varo-nil entrega con una adhesión llena de matices amorosos. Abundante-mente difundida, sigue siendo para muchos fieles la oración del mes demayo. Dice así:

«Aquí me tienes de nuevo, Madre mía Inmaculada, noquiero que te falte mi amor ni uno de los momentos de este mesbendito; por eso, al llegar a tus plantas en este día, depositoaquí mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una pala-bra, todo mi ser. Para que no vea ni oiga cosa alguna que tedesagrade, ni mueva mi lengua sino para alabarte y no lata micorazón sino para amarte.

No te separes ni un momento de mí. Sé tú quien presida eneste mes mis estudios y trabajos y vele mis preocupaciones y missueños. Que jamás pierda yo la paz y la alegría de mi concien-cia separándome de Ti, pues eres mi luz, mi fortaleza y miconsuelo. Amén.»

La evangélica frase “por los frutos los conoceréis” nos orienta adescubrir la calidad de la devoción a la Virgen que albergaba aquelcorazón sacerdotal, a través de su apostolado mariano.

En el pensamiento de don Luis, no se trata solamente de unaacción más o menos espectacular. En nota manuscrita del año 1937 sepresenta todo el mes de mayo como preparación para ese día, invitan-do a la Asociación de Hijas de María a ofrecer sus oraciones y sacrifi-cios por el éxito apostólico de la jornada mariana. También se incluyeen dicha nota el propósito de invitar al Seminario para que se trasladea Ribera y participe de los actos.

Consta que ese año se contó con la presencia del Obispo que quiso asíbendecir una iniciativa tan rica.

La Agenda 24

La Agenda 25

Tenemos noticias de la celebra-ción consecutiva de ese día dedica-do a la Virgen durante los añosque estuvo don Luis en Ribera, enAlmendral y en Olivenza hasta losaños sesenta.

Para seguir las huellas del cons-tante afán de este sacerdote parainfundir el amor a la Virgen seríanecesario tener acceso a su labor enel confesonario, en la direcciónespiritual, en la conversación alpaso, pues eran momentos queaprovechaba para inculcar un acer-camiento a la Madre como caminocorto para llegar al Hijo. Losmismo habría que decir de sucorrespondencia espiritual, de sushomilías, de sus escritos pastorales.

El día de la Asunción de 1951 escribe un editorial con un títulobello: “Santa María de los Altos Sueños”, en él podemos leer:

«¡Sí, Ella es también para nuestros sueños!Es sublime soñarse con la Madre con rosas en los pies y

querubes alados; con una sonrisa sencilla y sin perfumes, quenos libra de la fatal sonrisa del mundo embustero.

Soñarse con la Virgen para después rezarle Avemarías,piropos sobrios, aprendidos de los labios del Arcángel fuerte;porque el avemaría es anuncio de vida y hay que rezarlo comola alondra en el árbol, como en los labios un beso».

Un paso más, éste dado en su intimidad, nos acerca a su devociónpersonal a la Virgen.

Un signo que nos revela que para él la devoción a la Virgen ocupahasta los más recónditos lugares de su alma y hasta los momentos

más banales de su jornada. No sabemos cuándo se le ocurre la idea peroseguro que fue a los pocos años de su estancia en el Seminario: se tratade llevar siempre consigo una pequeña imagen de la Virgen.

La mesa de trabajo se convierte en altar improvisado al depositarlasobre la misma. Sus manos son carroza que portan y acarician a la Seño-ra cuando camina por las calles. Su corazón filial hace de aquellos gestosun homenaje de oración y de entrega filial.

No la quiere sólo para él. Cuantas personas se acercan al confeso-nario, cuantos niños corren a su encuentro tienen la oportunidad debesar la bendita imagen.

Muchos son los pensamientos acerca de la Virgen que, a lo largo de suvida, escribe don Luis sobre libros o estampas marianas. Como muestrade su intuición y su facilidad para exprimir un pensamiento transcribo elcomentario que hizo a la frase: “No te merezco, Madre, pero te necesito”:

«Necesitas a “la Madre”. Necesitas conocer su Corazón.Necesitas la dulzura de su mirada. Necesitas la suavidad de suspalabras. Necesitas la pureza de sus afectos. Necesitas lalimpieza de sus pensamientos. Necesitas los sacrificios de suvida. Necesitas su protección. Necesitas su amor. Necesitas suluz. Necesitas su consuelo. Necesitas transformarte porquemuchos sienten la necesidad de llegar a María y acaso nolleguen, sino por ti. Necesitas a la “Madre”. No lo olvides».

Un día importante

Es la fiesta de San José. Ya es suficiente fiesta. Para don Luis y el“Hogar de Nazaret” se trata de un día mucho más grande: se aprueba,por fin, la fundación, que desde ese día por derecho diocesano es unaPía Unión.

Por la mañana a las nueve, ese día de san José comienza con misarezada de “comunión general”. A las doce y media, la misa solemne.

El bellísimo templo de la Magdalena está como en los mejores días.Cirios y flores blancas realzan el retablo de la capilla mayor. Los niños

La Agenda 26

La Agenda 27

de la Escolanía de la Escuela parroquial de San José visten sus túnicasblancas con cenefa bordada. Las niñas tanto del Colegio de Santa Tere-sa como las de la Casa Tutelar, lucen sus uniformes correspondientes.

De todas las casas de la Institución se dan cita en aquella eucaristíalas esclavas que pudieron dejar sus labores. Junto a la Directora Gene-ral, se hacen una piña alrededor de don Luis.

Como manda el protocolo, el Sr. Obispo envía como legado suyo a uncanónigo, a Monseñor don José Fernández Sánchez-Solana, Arcediano dela Santa Iglesia Catedral.

Aunque es quien celebra la eucaristía, su presencia en aquella celebra-ción se debe a que es el portador del tan deseado Decreto de Aprobación.

En el momento oportuno, revestido con sus capisayos de monse-ñor, sube al púlpito y da lectura al tan ansiado documento de aproba-ción episcopal.

Tras la lectura de tan solemne documento, el canto del TE DEUMrubrica la ceremonia.

La fiesta continúa en el corazón de don Luis y, junto a él, todas lasEsclavas se gozaban de que, al fin, la Iglesia había puesto un sellooficial a lo que hacían.

Con los pies en la tierra

Creo que el lector ya conoce demasiado bien a don Luis para nocaer en la tentación de creerle tan subido en las cosas del espíritucomo para olvidar la realidad de cada día de un pueblo, que no secomponía solamente de los grupos selectos que asiduamente acudíana la parroquia.

La guerra civil había terminado según los libros de historia, pero noen los corazones. A la llegada de don Luis en Olivenza aún había muchasheridas abiertas en los dos bandos. La situación también afectaba de unmodo especial a las relaciones de las clases populares con la Iglesia. Siera antigua su frialdad religiosa, después de aquellos acontecimientos

era patente su confabula-ción de no volver a entraren las iglesias, dondetendrían que confraterni-zar con personas pertene-cientes al otro bando.

La labor de reconci-liación de don Luis nosólo consigue que lasmasas populares vuelvana entrar en la Parroquiasino que su labor esmucho más profunda,consiguiendo adentrarseen los corazones de fami-lias enteras que aúnsangraban por las heri-das recibidas.

Los años de la posgue-rra si fueron abundantesen odios y rencillas, más

lo fueron en estrecheces económicas, que en muchas familias seconvirtieron en auténtica hambruna.

PastorDe nuevo, nuestro biografiado se tiene que encarar con proble-

mas que ya había abordado y casi resuelto en sus anteriores parro-quias. Si quería ser el pastor de todos sus feligreses, deseaba másardientemente ser el padre de los pobres, de ahí que en su laborpastoral encontremos una serie de gestos y de actitudes que denotansu dimensión social, que, sin llegar a ser una pastoral obrera acuñada,se le acerca bastante.

Con realismo cristiano no piensa primeramente en cambiar lasestructuras sociales para llegar a una situación más justa, sino que es

La Agenda 28

La Agenda 29

como buen samaritano que ayuda al que está caído al borde delcamino.

En su propia casa monta un comedor donde a distintas horas sepueden ver a niños y a ancianos. Desde allí se lleva la comida a los quepor diversas razones no van al comedor. Días hubo que personalmentetuvo que ir a pedir a las casas de los pudientes. No consiente en pasar.No va de visita: es como un pobre que pide a la puerta.

Consciente de que la acción caritativa no es solamente responsabili-dad del pastor, intenta concienciar a la comunidad parroquial y,adelantándose en el tiempo, funda Secretariado parroquial de Caridad.

Esta acción caritativa de preocupación por los pobres, se va enri-queciendo, en el nuevo contexto social de Olivenza, en una auténticainquietud pastoral por la “cuestión obrera” que es objeto de muchas desus predicaciones y llega a cristalizar en obras concretas.

El pastor no puede desaprovechar aquel acercamiento a la claseobrera y les entra por la religiosidad popular fundando una Cofradíapenitencial para obreros que los aglutina en torno a la parroquia,haciéndoles protagonistas de algo tan relevante en los años cincuentacomo eran las procesiones de Semana Santa. Consiguen tener dospasos procesionales y casi doscientos nazarenos, todos ellos obreros yoliventinos: se ha conseguido la integración tan deseada.

Yo planté

Desde la isla de Efeso, san Pablo describe su labor apostólica en lacosmopolita ciudad de Corinto con esta escueta expresión: “Yo planté”(I Cor. 3,6). También nos puede servir para resumir todo lo que donLuis hizo en Olivenza durante los veinticuatro años de ministeriosacerdotal en su parroquia de la Magdalena.

Con paciencia y sin descanso ha conseguido horadar muchosmuros, cada día era más evidente, que sin hacer sombra a las otraspresencias sacerdotales, la ciudad se fue rindiendo ante el atractivo yreclamo pastoral de aquel sacerdote.

La Agenda 30

31 / Octubre / 1969. Badajoz

El futuro se podía atisbar por el nuevo presente, pero una llamada delObispado, una entrevista con don Doroteo y todo se trastoca. Era fina-les de junio de 1969.

El Obispo le manifiesta su deseo de que se hiciese cargo de laparroquia más importante de Badajoz: San Juan Bautista. Una vezmás, la virtud de la obediencia se impone por encima de todo senti-miento y proyectos personales y la aceptación de don Luis es inme-diata. El día treinta y uno de octubre de 1969 toma posesión de sunueva parroquia.

Esto supone el salto cualitativo de llegar a una zona eminentementeurbana, enclavada, por aquel entonces, en el mismo corazón de la capi-tal. La feligresía se compone mayoritariamente de familias de clasemedia y alta. Con toda seguridad, un campo absolutamente nuevo paranuestro sacerdote.

Por aquel entonces, la pastoral en las parroquias no estaba tan estruc-turada como ahora. Llegar a una nueva parroquia era como entrar en uncampo baldío en el que era posible, pero difícil, intentar cualquier tipode cultivo.

La trayectoria pastoral de don Luis permite al lector suponer que, apesar de ser ya sexagenario, el encanto extraordinario de su mismapersona, le abriría las primeras puertas y fue así exactamente.

En efecto, a los pocos días la parroquia se llena de niños, que hayque hacer turnos para que puedan ayudar a misa, que a los quince díasde estar en la parroquia forma el coro infantil y que después de misa dedoce empezó a tener reunión con los niños

El punto de encuentro con la chiquillería fue el grupo escolar GeneralNavarro, enclavado en la parroquia pero nutrido mayoritariamente porniños de los barrios periféricos, ya que los niños de la feligresía estudia-ban en colegios privados.

La Agenda 31

También vuelve a tener séquito infantil. Al finalizar los cultosvespertinos se le ve salir de la parroquia arropado por un grupo que nolo deja hasta llegar a la Casa Central de la Institución, donde tiene suacostumbrada tertulia con los miembros de la misma.

Un joven de aquella época que fue captado por la típica acogida dedon Luis y se benefició de su dirección espiritual y que hoy es sacerdo-te en la Orden de los Hermanos de San Juan de Dios, nos informa queno sólo fueron niños los que avivaron aquella parroquia:

«Era un apóstol de la Palabra. La Misa de los jóvenes delos domingos a las once, siempre llena. Hablaba nuestrolenguaje. Su convocatoria en el Instituto Zurbarán, tenía eco.Íbamos al mes de María hacia la una y media. Nos metía atodos allí.»

Con los adultos la táctica de nuestro biografiado es sobre todo eldon de la palabra, que le lleva a una entrega total al ministerio de lapredicación, sabedor de que era un regalo de Dios que tiene que poneral servicio de los hombres.

Igual que en sus antiguas feligresías, la homilía corta en la misadiaria y más larga en las misas dominicales, es el alimento que ofrecesin desmayo a sus feligreses, que poco a poco se fueron dando cuentadel talante sacerdotal de don Luis.

Se puede decir que hasta que la edad y la enfermedad no le impidie-ron el ministerio de la palabra, su entrega fue total. Ciertamente no esuna oratoria florida lo que lo singularizó en este quehacer. Es su unción,su convicción de que es el Espíritu Santo quien le asiste en esos momen-tos y en las largas horas que dedica a la preparación de las homilías.

Pero aquel buen pastor no siembra su palabra sacerdotal sólo en elámbito de la celebración eucarística. Conoce su eficacia y la derramabapor doquier.

Sería difícil presentar su constante actitud de anunciador del evan-gelio. Basten algunas anécdotas que la calidad del personaje nos permi-te elevar a la condición de categoría.

La Agenda 32

Su paso por las calles de la capital no es algo indiferente. Su presen-cia: sotana y dulleta limpísimas, saludo cordial con la teja en la mano yla sonrisa en los labios, pasos de hombre que sabe a dónde va o deenfermo que se siente llamado a ir por encima de sus fuerzas. Todo ellohace que aquel sacerdote no pase desapercibido. Puede ser representati-vo de esto el gesto de un viejo aristócrata que, al encontrarse con él, ledice: “A sacerdotes como Vd., le cedo la acera”.

Pero donde la palabra de don Luis tiene la máxima proximidad yprofundidad es en el momento del consejo, de la dirección espiritual ode la confesión.

Tener situada la parroquia en el centro de la ciudad, en un lugar depaso obligado para mucha gente, se convierte para don Luis en la granocasión de ser el vigía de Dios que aguarda pacientemente la llegada dela oveja perdida, o la asidua confesión de almas en busca de perfección.A este ministerio dedica más tiempo cuando la edad y la enfermedad leimpiden dedicarse a otros trabajos. Los últimos años son de dedicacióncasi completa al confesonario.

La Agenda 33

Maestro de espíritu

Entre la huella que le dejó haber sido formado espiritualmente porhijos de Ignacio de Loyola y la atracción que siempre sintió por Teresade Jesús, el espíritu de don Luis se fue troquelando en una vivenciaespiritual del misterio cristiano que consiguió hacer de él un buenmaestro de espíritu.

Sabe acoger al que se acerca a su confesonario para cumplir conPascua y acierta a descubrir los secretos del reino de la gracia a los quevan a él para preguntarle, como el joven rico del evangelio: “¿Qué mequeda por hacer?”.

Son multitud los que, a su muerte, sintieron una total orfandadespiritual, pues con sus restos mortales, dejaba enterrada la partemás noble de sus vidas. Era difícil empezar de cero y mucho másencontrar un guía que acertase a tomar el timón con la misma maes-tría como lo había hecho, el que había sido para muchos de ellossencillamente “el padre”.

Los últimos años

La memoria que deja tras de sí un gran hombre hace difícil abordarlos capítulos finales de su biografía. En estos casos la muerte no supo-ne un corte ni una separación del personaje. Acaso sea esta la razón porla cual los literatos suelen llamar “inmortales” a estos hombres.

Tengo estos sentimientos a la hora de plasmar por escrito los últi-mos años de don Luis.

La hermana enfermedad

Con esta expresión franciscana se puede describir el maridaje casiperfecto que se produce entre don Luis y las diversas enfermedadesque tuvo, durante sus últimos diez años.

Asume tan a la perfección la hora del dolor que se puede decir que lohace olvidar a los que le rodean. Tan normal fue para él la salud como la

La Agenda 34

enfermedad, que el doctor don Rafael Fernández de Soria, cardiólogoque lo trató durante aquellos años, escribe en su testimonio:

«Nunca me causó la impresión de un hipocondríaco, opersona obsesionada por la salud. Nunca. Siempre que lo lleva-ban a mi consulta, iba a la fuerza. Él no quería ir. Ibasonriente, pero diciendo: “Aquí me traen”. Más bien eraMaría Gragera la que explicaba los síntomas de su enferme-dad. Y él sonreía, asintiendo. Nunca ingresó por su voluntad.

No le oí quejarse nunca. Incluso en el tratamiento de laleucoplasia de lengua. Al decirle yo: “Esto debe ser muy doloro-so, don Luis”, él sonreía».

Según el citado doctor, don Luis comenzó padeciendo una bronco-patía crónica por enfisema pulmonar, que le producía disnea, con algu-nos episodios agudos que hicieron necesarios varios internamientos enel Hospital Provincial durante aquellos últimos años de su vida.

Aproximadamente un año antes de su muerte se le detectó uncáncer de lengua o leucoplasia. Según el citado doctor se trata de unproceso muy doloroso, sobre todo en aquellos años que para tratarlose le ponía unas agujas de radium, la lengua se inflama y el acto dedeglutir es muy doloroso. Al final solamente podía tomar líquidoscon una pajita.

A pesar de todo este diagnóstico, como dije al principio, la vida deLuis fue un constante esfuerzo de confraternización con el dolor y lafatiga que le producían su males.

En los últimos años, su acción ministerial se reduce a largas horasde confesonario y a la celebración de la Eucaristía.

En manos del Padre

Para la gran familia de la Institución que le rodea, comienza unacuenta atrás en la que cada día es como un cangilón de noria que traemenos agua que el anterior. Es evidente que están asistiendo a los últi-mos días de la vida de su padre y fundador.

La Agenda 35

A pesar de la radioterapia, el cáncer de lengua avanza, la inflama-ción hace casi imposible la alimentación por vía oral y los dolores insu-fribles. Se decide una intervención quirúrgica que, tras diez días dehospitalización, se lleva a cabo el trece de enero en la Residencia Sani-taria del Perpetuo Socorro de Badajoz.

Dado de alta del postoperatorio, a los ocho días lo trasladan al Cole-gio Menor de la Institución. A los tres días tiene que ser llevado conurgencia al Hospital Provincial a causa de una insuficiencia respiratoria.

Fue un momento doloroso para todos. Se quiere disimular pero lagravedad del enfermo hace presagiar que es la última salida de una desus casas.

Uno de los que lleva la camilla conocía al enfermo y como paradarle ánimo le comenta: “Don Luis, ¡cuanto hay que luchar por lavida!”. Sin titubear, don Luis le responde: “¡Cuánto hay que ofrecer!”.

No fue una frase. Expresaba su actitud sacerdotal que tantas veceshabía ofrecido el Santo Sacrificio sabiéndose totalmente comprometi-do en él. Si era sacerdote, otro Cristo, también como su Señor, eraHostia que se ofrecía al Padre por la salvación del mundo. Él mismohabía escrito en su libro ANTORCHA:

«La simiente tiene que morir, para renacer en la espigacomo Cristo resucitado. Pero “morir”... es tan doloroso... Sinembargo es necesario morir a tanto gusto y a tanto capricho,como surge del interior de nuestras almas para dar paso a esaespiga llena de fruto que después llegará hasta identificarsecon el mismo Dios formando la Hostia Pura y Santa, que enel Santo Sacrificio de la Misa, se ofrece al Padre por toda lahumanidad.»

Actitud de ofrenda

La expresa varias veces a lo largo de sus últimos días.

Se dio tal fusión entre el dolor y el deseo de ofrecerse que, cuandouna de sus hijas le pregunta si sufría mucho, la respuesta que le da sólo

La Agenda 36

se puede entender desde la plena identificación con el misterio deentrega, que se dio en la Cruz:

—“Yo no sufro, porque todo lo ofrezco con mucho gusto al Señor.”

Alguien le sigue el hilo del pensamiento y haciendo referencia a lavieja fórmula litúrgica del ofertorio de la misa le respondió: “Enton-ces... ¿el “Suscipe Sancte Pater” ( “recibe Padre Santo”) lo está hacien-do realidad?”

Con voz cansada pero en la que se atisbaba una fuerte convicción,responde:

—“Eso es lo que me sostiene.”

Tras un silencio, que por la solemnidad del momento les pareció atodos los presentes enormemente largo, intenta hablar otra vez. Trasun esfuerzo logra expresar totalmente su pensamiento:

—“Acepto mis dolores por la santificación de los sacerdotes y seminaristas.”

Es la rúbrica a una vida entregada, preocupada por el sacerdocio.

A petición propia, el veintinueve de enero recibe la Unción de losenfermos. Pide que sea don Agustín Pérez del Casar, capellán de laInstitución. Es una celebración sobrecogedora. Más que nunca para lospresentes la Eucaristía es la reunión de la familia de Dios.

Las palabras entrañables del sacerdote celebrante sirven de urdim-bre a toda la celebración. Al llegar a la oración de los fieles, don Agus-tín pregunta a don Luis si quería añadir alguna petición y de su cora-zón paternal sale su último deseo:

“La fidelidad de mis hijas.”

A lo largo de aquellos día la noticia de la gravedad del enfermo seconvierte en una cita en la que todos querían estar presentes. Habíanprohibido las visitas. Pero cientos de personas, todas sus hijas y dece-nas de sacerdotes, no quisieron perder el momento de cruzar una

La Agenda 37

mirada, quizá oír una palabra o, por lo menos, recibir un gesto debendición de aquel sacerdote santo que se les iba de las manos.

Hasta que las pocas fuerzas que le quedan se lo permiten, esbozauna sonrisa o hace un gesto con la mano. A todos los visitantes les espatente que han tenido un encuentro personal con él.

La madrugada del CATORCE DE FEBRERO se presagia comosu última noche. A su vera, sus hijas y dos sacerdotes, don AgustínPérez del Casar y don Manuel Santos.

Viendo que se acerca el fin, María Gragera le pide una última pala-bra para la Institución. De nuevo un silencio largo. Varios intentos dehablar. Al final de su boca seca sale una voz tenue que dice:

—“Fidelidad, Fidelidad .”

No pudo decir más. Era suficiente como para que todas sus hijas, alconocer aquellas últimas palabras de su padre fundador, se sintieranconvocadas al reto de proseguir en sus vidas el aliento que la muertehabía cortado.

A las CATORCE HORAS Y QUINCE MINUTOS de ese día,San Valentín, la muerte física hizo posible que su alma fuese acogidapara siempre en manos del Padre.

Ha muerto don Luis

Como un grito llega la noticia a muchos lugares. En La Fuente,Ribera, Almendral, Olivenza y todos los pueblos y ciudades dondeestaba presente el Hogar de Nazaret, cientos de personas se disponen aestar presente en el último adiós al “padre”.

Se traslada el cadáver a la capilla de la Casa Central de la Institu-ción. Desde el momento de su muerte hasta la hora del sepelio cele-braron la eucaristía ante su cadáver quince sacerdotes. El Obispo seacercó a la capilla ardiente para rezar un rosario.

La afluencia de fieles de todas clases fue constante.

La Agenda 38

Exequias

A la tarde siguiente, en su última parroquia, la de San Juan Bautista,tienen lugar.

Preside Monseñor Montero, obispo diocesano, y concelebran donDoroteo Fernández y Fernández, Obispo dimisionario de Badajoz,don Jesús Domínguez, obispo de Coria-Cáceres y cerca de un centenarde sacerdotes y el Pueblo santo de Dios que, rodeando los miembrosde la Institución se hizo presente en un número incalculable de fielesque no sólo abarrotaba el amplio templo parroquial, sino que se apiña-ba a las puertas del mismo.

La celebración comienza con una monición cuya primera frase darazón de aquella convocatoria:

«Amigos. Muchos de los que estamos aquí somos conscientesde que el Ministerio Sacerdotal de este Párroco ha marcadonuestra vida e iluminado el camino de cuantos recurrimos a élen toda ocasión.»

Con su palabra fluida y siempre justa a la hora de adjetivar, el obis-po don Antonio Montero hace de la homilía uno de los momentos másmemorables de aquella celebración.

Aunque reconoce que las rúbricas le impedía hacer un elogio fúne-bre de don Luis, sin embargo, no puede pasar por alto lo que habíasignificado aquella figura sacerdotal y la supo presentar acertadamentecon palabras que sirven de colofón a esta biografía:

«—Con don Luis Zambrano pierde esta Comunidad dioce-sana a un pastor de almas, a un testigo fiel de Jesucristo, a unguía del espíritu ...

—Recogemos los sacerdotes, de su ejemplo, el servicio cons-tante a la palabra de Dios, a la catequesis, al apostolado juve-nil, a la homilía bien preparada, a la labor de confesonario, atodo lo que significa la delicadeza de alma, que vosotras habéisconocido bien de cerca y todos hemos comprobado, que le hacíaser un cultivador muy esmerado de cualquier carisma que

La Agenda 39

brotara dentro del Pueblo de Dios. Y ha sabido, silenciosamen-te, respetuosamente, con extremada delicadeza, seguir el creci-miento en el Señor de almas innumerables, no sólo de mujeresconsagradas, sino de personas de todas las categorías en elPueblo de Dios...

—Podríamos rendir siempre un homenaje a don LuisZambrano, que tendría que ser un homenaje a la Eucaristía,también podría ser un homenaje a Nuestra Señora. Su sacerdo-cio ha estado marcado por esta devoción tierna y filial, que él conla palabra y el ejemplo ha testimoniado desde su juventud hastasu madurez.»

La memoria del justo

En el presbiterio, al lado del evangelio, en la capilla del ColegioMenor “Santa Teresa”, el edificio más emblemático de la Institución,reposan los restos mortales de don Luis.

Desde aquel atardecer del 15 de febrero de 1983, es un lugar derecuerdo, de confidencia y, más de una vez, de reconciliación con losvalores que durante su vida encarnó y predicó “el padre”.

La Institución Hogar de Nazaret se siente vinculada a aquel lugar,no sólo por naturales vínculos afectivos hacia quien fue su fundador,sino, y sobre todo, por el reto de compromiso que supusieron sus últi-mas palabras “FIDELIDAD, FIDELIDAD”.

La Agenda 40

29 / Diciembre / 1998: la causa de beatificación

El 29 de diciembre de 1998 se abre el proceso diocesano de la causade beatificación de don Luis que se clausura el 15 de febrero de 2002,y enviado a la Sagrada Congregación de los Santos, en Roma.

I. S. HOGAR DE NAZARET

Santo Domingo, 73 • 06001 BADAJOZTels. 924 224 452 / 924 220 431