la actualidad de jesucristo: indagación metódica
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La exposición sintetiza una investigación, cuyo germen se encuentra en esta pregunta rectora: ¿se puede plantear una metódica teológica que permita una actualidad de Jesucristo? Al final de la extensa reflexión la respuesta es positiva, con algunas condiciones: es posible, siempre y cuando esta metódica se refiera a un marco (cuya triple característica es ser reflexivo, metódico y teológico) que propicie cultivar horizontes que permitan que emerja lo vívido.TRANSCRIPT
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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE TEOLOGÍA – UNIDAD DE POSGRADOS
PONENCIA DE SUSTENTACIÓN DOCTORAL – Marzo 9 de 2016.
LA ACTUALIDAD DE JESUCRISTO: UN PLANTEAMIENTO DESDE LO
METÓDICO
Carlos Eduardo Román Hernández
Luis Guillermo Sarasa Gallego S.J. (Director)
Patricio Andrés Merino Beas (Segundo Examinador)
La ponencia que presento, cuyo título corresponde al trabajo investigativo que defiendo, la
sitúo un poco al margen del habitual debate académico y sus acostumbradas exigencias de
demostración, prueba y comunicación; un poco alejado del impacto que solemos pretender
de Jesucristo respecto de nuestras vidas, y sus frecuentes deslices hacia una retórica de
acuerdos de lenguaje; un poco en actitud de crisis frente a nuestras cotidianas posturas
normativas. Un poco, digo, buscando, con ustedes, hilar una conversación que nos permita
evocar y percibir diversos asuntos, que ojalá trastoquen la línea de estos 50 minutos que
acaban de comenzar.
[A]
[A1] Todo lo que ahora empiezo a exponer proviene de una investigación cuyo germen se
encuentra en esta pregunta rectora: ¿se puede plantear una metódica teológica que
permita una actualidad de Jesucristo? Al final de la extensa reflexión la respuesta es
positiva, con algunas condiciones: es posible, siempre y cuando esta metódica se refiera a
un marco (cuya triple característica es ser reflexivo, metódico y teológico) que propicie
cultivar horizontes que permitan que emerja lo vívido. Lo que acabo de leer es,
propiamente hablando, el enunciado o tesis teológica con la cual concluye la investigación.
Es este el contenido último de mi ponencia, y sobre el cual invito a ustedes, no una
abstracta comunidad científica sino hombres y mujeres encarnados, a que conversemos para
evocar, percibir e hilar en torno a lo que pueda ser lo más importante de nuestro destino.
2
[A2] Para empezar, es conveniente precisar el uso propio de los términos aludidos. La
investigación, ya lo dije, propone un marco, esto es, un conjunto limitado de perspectivas,
un horizonte que coadyuva a la captación de algo fontanal. De manera ilustrativa, piensen
ustedes en la economía: una cosa es el marco del pensamiento económico desde del
horizonte del crecimiento y la rentabilidad, y otra cosa es plantear su marco desde el
horizonte del decrecimiento y el buen vivir. Ahora bien, sea en uno u otro horizonte, es
muy frecuente que sus elementos rectores sean entendidos en un sentido normativo (el
camino señalado que conviene seguir) antes que en su sentido propio que es más
constatativo, un camino recorrido a la luz de algo que aún no se ha terminado de captar;
ese algo se va constatando en tanto anima ese camino y en tanto el camino mismo en su
caminar nos lo va ofreciendo.
Lo dicho ya nos avisa de la necesidad de lo reflexivo en nuestro marco, para evitar la
tentación de lo normativo. Somos “Camino que caminando / se va cuajando en mi ser”, al
decir de uno de los poetas de nuestra Facultad. Lo reflexivo nos permite captar “los
caminos que hice ayer; /abriendo siempre en mis ojos / otros caminos que hacer”.1 Para
decirlo de otra manera: en lo reflexivo podemos tomar nota de la manera como pensamos
mientras pensamos, y esto nos sitúa en nosotros mismos con nuestras estructuras del
conocer.
Aquí resulta muy útil el planteamiento, o mejor, la invitación de Lonergan, quien propone,
como muchos saben, un “marco destinado a favorecer la creatividad y la colaboración”.2
Recojo algo de este marco lonerganiano para proponer mi propia noción de metódica.3
Reflexionar sobre el método, recuerda Lonergan, es algo que se puede hacer de tres
maneras. O bien se le concibe más como un arte que una ciencia, o bien se estudian
procedimientos y se formulan leyes, o bien se trata de captar lo más general y fundamental
1 “Camino”, poema de Rodolfo Eduardo de Roux, S.J. En: Barrera, Neira y Sierra (comp), Camino de sombra
y luz, 7. 2 Lonergan, Método en teología, 9.
3 No he entrado a discutir ni he asumido, en mi investigación, la noción de metódica de Lonergan, aunque la
mía en parte la replica en tanto apunto al sujeto y su interioridad. Lo metódico, en Lonergan, implica lo crítico
y lo comprehensivo. Indica en Insight: “(…) la posibilidad de una filosofía que sea a la vez metódica, crítica y
comprehensiva. Será comprehensiva porque abraza en una sola visión cualquier aseveración en cualquier
filosofía. Será crítica porque discrimina los resultados del deseo desasido y desinteresado de comprender y,
por otro lado, los resultados del soslayo de la comprensión. Será metódica porque traspone las aseveraciones
de los filósofos y los metafísicos hasta sus orígenes en la actividad cognoscitiva, y determina si esa actividad
es o no aberrante por recurso, no a los filósofos ni a los metafísicos, sino a los actos de intelección, los
métodos y los procedimientos de los matemáticos, los científicos y la gente con sentido común” (15)
3
respecto de los procedimientos de la mente humana, a través de los cuales se discierne “un
esquema normativo de operaciones recurrentes y relacionadas entre sí que producen
resultados acumulativos y progresivos”, que es lo que interesa al teólogo canadiense en
tanto método.4 En lo dicho, es posible observar que aquel arte y aquel estudio de
procedimientos y formulación de leyes nos permite enunciar y proponer una serie de pasos
formales (dinámicos, progresivos, acumulativos, en ocasiones reflexivos) para el logro de
cierto fin, o, de una manera más técnica que llamaré metodología, la elaboración de ciertas
estrategias de construcción discursiva y pensante. Escarbando a través de la dimensión
normativa que pueda tener una metodología, nos encontramos con su dimensión
constatativa, aquello de lo cual la metodología es su manifestación (sea consciente de ello,
o no, quien la enuncia o la aplica): el método, en sentido lonerganiano. De manera que,
puedo formular: llamo metódica a esta pareja mutuamente imbricada, pero susceptible de
diferenciación, de metodología y de método.
Esto es, por decirlo así, condición humana: somos metódicos. Intentar captar esto que
somos nos sitúa en nosotros mismos. Al pensar sobre nuestro pensar empezamos a tomar
posesión de sí. Y de sus muchas dimensiones y maneras, esta reflexividad de la metódica
nos permite dar cuenta de nuestro propio modo, escucha e interpretación que surge en ese
encuentro del humano concreto que somos y el dato revelado. Dando cuenta, tomamos nota
de nuestra intimidad que se encuentra con la intimidad de aquella Palabra Encarnada, y nos
capacitamos para enrutarnos hacia su invitación de humanización desde lo más humano
nuestro. De allí mi insistencia en adjetivar esta metódica como teológica.
Lo que interesa de todo esta formulación de marco es, por supuesto, que coadyuve a una
actualidad de Jesucristo. Este término, Jesucristo, puede ser una simple formulación vacía
pero conveniente a un marco de lenguaje compartido o, en el peor de los casos, fructífera
para los “arrecifes de autoengaño y mendacidad”5 que tantas veces nos acompañan. Digo
4 Lonergan, Método en teología, 11-12. La cita, en p.12. Al interior de este horizonte de su noción, en Método
en teología le interesa a Lonergan describir “los diversos grupos de operaciones que los teólogos han de
realizar en el cumplimiento de sus diversas tareas” (investigación, interpretación, historia, dialéctica,
explicitación de los fundamentos, establecimiento de doctrinas, sistematización, comunicación; ibíd., 9). Por
demás, Lonergan mismo matiza el verbo utilizado: describir no en el sentido de presentar “un modelo (…)
que hay que copiar o imitar” o de presentar “una descripción de la realidad o una hipótesis acerca de ella”,
sino en el sentido de presentar “un conjunto inteligible y articulado de términos y relaciones que puede ser útil
tener a disposición al ir a describir la realidad o a construir hipótesis sobre ella” (ibíd., 10) 5 Alison, El retorno de Abel”, 11.
4
actualidad, entonces, en el sentido de captar y recrear su significación, su sentido, y aún
más, su vividez, términos sobre los cuales ya hablaré.
[A3] Dicho esto, puedo indicar ya los términos que contiene el marco que propongo. Son
cinco, centrales, dinámicos y entrelazados, que denomino marco biográfico, estructuras,
manera de operar, metodología, y método. Conforman estos, como conjunto en relación, el
contenido de mi tesis teológica, de los que ustedes leen en este momento una breve
referencia.6 Antes de pasar a exponerlos los contextualizo con una rápida indicación de
cómo se construyó todo esto en el cuerpo del trabajo que tienen mis lectores entre manos.
Mi investigación inició con una doble constatación. Por un lado, el estudio sobre el Jesús
histórico es imprescindible para una adecuada elaboración teológica y cristológica,7 o de
otra manera, para encaminar un discurso cristológico para que tenga sentido y significación
(actualidad). Por otro, sin embargo, ese mismo estudio es un campo de posiciones
encontradas infinitas, por lo que parece que esta actualidad está en permanente crisis. De
allí la pregunta rectora que planteé, recuerdan. Me propuse entonces explorar con minucia,
en la primera parte (de dos) de mi trabajo, tres sendas obras contemporáneas sobre el Jesús
histórico para captar su metódica,8 y a partir de allí y en aprendizaje con ellas, preguntarme
por la posibilidad de (y elaborar un) marco metódico en la dirección planteada, asunto que
abordé en la segunda parte de mi trabajo.
Las tres obras las comprendí como representativas de ciertas maneras de asumir al Jesús de
la historia, representantes de tres diversos modelos heurísticos que considero centrales en el
quehacer académico contemporáneo.9 El primer modelo lo llamo Jesús histórico, cuyo
espectro nos expone el abordaje científico y objetivo al Jesús de la historia, y bien
representado en la obra de John P. Meier, Un judío marginal. Denomino Jesús real al
6 La lectura de la ponencia se acompañó de una proyección. Lo que aquí se alude, corresponde a esta escritura
visualizada por los oyentes: A3: Sobre los contenidos (términos) de la tesis: Término 1: referido a la
presencia de la biografía, y la muy diversa manera como ésta moldea los planteamientos teóricos de los
autores. Término 2: referido a la presencia de la estructura, y la muy diversa manera como es propuesta por
los diversos autores. Término 3: referido a la presencia de la manera de operar en cada autor, según la manera
particular como hacen presente su biografía y explicitan su estructura. Término 4: se refiere a la presencia de
metodologías diversas (estrategias de construcción discursiva). Término 5: se refiere a la presencia del
método, o la escenificación del mismo sujeto operando. 7 Jesús, sin Cristo, es asunto de una simpatía, pero sin fundamentación última. Cristo, sin Jesús, es confianza,
pero sin norma objetiva de verificación. Cfr. González Faus, La Humanidad Nueva, 15. 8 Las obras que analicé, como cualquier otra obra sobre el Jesús histórico, por lo normal son claras respecto de
las metodologías que asumen, pero opacas respecto de la propia forma de operar de su enunciador, esto es,
respecto del método. 9 Mis razones, en: Román, La actualidad de Jesucristo, 25-26.
5
segundo modelo, con la obra Jesús recordado (que forma parte de la más amplia El
cristianismo en sus comienzos) de James D.G. Dunn como representativa de una
perspectiva que, más allá del método histórico-crítico, plantea que en la tradición de los
evangelios se refleja y evidencia al Jesús histórico. Tal reflejo y/o objetividad es imposible
puesto que somos situación-en-lenguaje y lenguaje-en-situación, nos dirá el tercer modelo,
Jesús reconstruido, de la mano de John D. Crossan en sus obras El Jesús de la historia y El
nacimiento del cristianismo.
Para el análisis de estas obras, planteé unos asuntos que, a lo largo del análisis y reflexión
con cada uno de estos autores, y de escritura del capítulo correspondiente, se fueron
confirmando y corrigiendo. Estos asuntos fueron, a su vez, generando unas preguntas
respecto de la intención de plantear mi marco. Abordar estas preguntas me permitieron
emitir unos elementos de juicio respecto de los autores leídos, a la vez que revisar mis
propias nociones de método, y esto a su vez, me permitió formular los elementos que
contiene mi marco que en su nominación replican aquellos asuntos primeros. El resultado
de todo esto fue como una especie de escritura circular o en espiral, donde como serpiente
me muerdo constantemente la cola. Pero esto es anécdota, simplemente para que sitúen,
insisto, el contenido que ahora me apresto a exponer de una manera mucho más linear.
Hablo entonces de la captación de cierto asunto, de la pregunta que genera, y de las
articulaciones que provoca en dirección a cada uno de los cinco elementos de la tesis.
[B]
[B1] Empiezo con el elemento marco biográfico, que en principio, debería ser algo obvio.
Prácticamente todos los autores reconocen “la inevitable influencia de la propia postura
personal” 10
en aquello que investigan, pero, ¡qué pronto desconocen lo inevitable en lo que
denominarán lo “riguroso y crítico”!11
Sin embargo, porque es inevitable, permanece, y esa
permanencia genera una orientación particular que nos ayudará a comprender muchos de
los asuntos posteriores. Miren ustedes el caso de Meier: su abierta apuesta por la
objetividad de sus enunciados no evita que su biografía se haga presente, a la manera de
una proyección de un sujeto sapiente llamado “criterio” que le permite generar lo que
considera la objetividad de los datos; su ‘enigma insinuante’ se desliza hacia el ‘producto
10
Meier, Un judío marginal, tomo 1, 32. 11
Aguirre (ed), Así empezó el cristianismo, 8.
6
exento de arbitrariedad’. No es el caso de Dunn o Crossan, pero con una importante
diferencia. Dunn es un honrado y erudito sacerdote cuyo centro es asumir y ayudar a asumir
un compromiso existencial con la audición de la Palabra y su respuesta, y en este sentido
asume la tarea de indagación sobre el Jesús histórico, generando una imagen que se dice
transparente desde el texto normativo, a tal punto que puede afirmar: “por medio de la
tradición de Jesús podemos oír y encontrar a Jesús tal como él habló y debatió, se relacionó
a la mesa y curó”.12
Crossan también se compromete con su biografía, pero como un punto
del juego interpretativo (que implica conflictos interpretativos) con el que el oyente de hoy
se enfrenta a la tradición; el papel de su biografía es ser lo más consciente posible del
porqué construye unas opciones interpretativas y no otras, generando preguntas en muy
diversos niveles: hermenéutico (el problema de cómo concebimos y nos relacionamos con
la realidad desde el lenguaje), antropológico (el problema de pensar las sensiblidades que
aprecian o desprecian la carne)13
, histórico y político (el problema de pensar las
manifiestaciones poscivilizatorias y civilizatorias de toda cultura), y teológico (el problema
de pensar la clase de Dios que adoramos).
Es posible, entonces, que todo este análisis quede sintetizado en la formulación del asunto y
la pregunta que ustedes ya han leído en la pantalla.14
En efecto, cada obra sobre el Jesús
histórico es un discurso, un proceso de enunciación que concentra los sentidos y
significaciones que elabora un autor, y que a su vez propone y orienta sentidos y
significaciones. Ese autor, en su papel de enunciador, habla desde su práctica social, de su
vida vivida. Con tranquilidad podemos decir que, en efecto, toda teoría es una biografía, y
preguntarnos si esto acarrea consecuencias respecto del marco buscado.
Ensayemos una respuesta.15
Decir inevitable biografía es asentar que somos un lugar y una
época, una producción histórico social, una manera de habitar el mundo tanto personal
12
Dunn, Jesús recordado, 1002. 13
Sarcofilia y sarcofobia, las llama. 14
Esta es la visualización: B.1. En torno del marco biográfico. Asunto: Todo discurso es un proceso de
enunciación que concentra y propone sentidos sobre la práctica social vivida, y por esto mismo, contiene a su
enunciador. Un discurso teórico (p.ej., referido a la investigación sobre el Jesús histórico), participa de tal
condición. En tal sentido, toda teoría es una biografía. Pregunta: ¿Tiene esto alguna implicación respecto de
los horizontes metódicos para dar sentido y significación al Jesús de la historia? 15
Esta es la visualización que acompaña a la respuesta: Proposición: No podemos dejar de reconocer la
subjetividad histórica y cultural que nos modela y que modela las significaciones y sentidos de aquello que
captamos como Jesús de la historia. Sólo en este reconocimiento y explicitación, podemos entrar en diálogo
creativo y liberador con la vividez que arropa a las significaciones de las fuentes evangélicas.
7
como colectiva, una subjetividad histórica y cultural no esencial, no individuo, sino sujetos
en curso, subjetividad desde la que observamos y constituimos el mundo. Cuidado: no se
niega la cualidad objetiva del mundo, sino se reconoce el papel de la subjetividad en su
constitución.
Todo esto puede sonar interesante, pero el investigador suele desconocerlo, apartarlo, o
simplemente no tiene tiempo para trabajarlo con rigurosidad, dejándolo apuntado en su
cuaderno personal, si acaso. Es decir, se oculta –se nos oculta, nos ocultamos de–, todas las
estrategias culturales y personales de minimización, de claudicación, de cauterización,
frente a ese extraño modo de vida presente en aquel siglo I, y que implicó el aprecio por el
cuerpo humano y la resistencia a todo lo que le lastima. Y entonces, si tratamos de re-
conocer dicho modo de vida reconociendo la subjetividad desde donde la captamos, quizás
nos capacitemos a empezar a fijar las mentes en las cosas de arriba (Col 3,2) captando,
primero, una no-neutralidad que se empieza a hacer próxima cuando es captada
empáticamente desde el hoy de los cuerpos lastimados.
No podemos dejar de reconocer la biografía para construir una actualidad de Jesucristo.
Sobre el asunto y a través de la pregunta así respondida, propongo el primer elemento del
marco, tal cual lo leen en pantalla, que en su formulación intenta ser tanto constatativo
como normativo (y así también, en las formulaciones que seguirán). Toda nuestra teología
se pretende discurso sobre Dios, en tanto su Palabra toma la iniciativa y se expresa
plenamente en Jesús, de quien confesamos es el Cristo. Pero esta confesión es un tipo de
reflexión socialmente situada en su finalidad y origen, y es esta situación la que ayuda a
decir quién es Cristo ahora, respecto de aquel Jesús de entonces.
[B2] Paso ahora al segundo elemento del marco, que denomino estructura, siguiendo el
mismo esquema. Con esta palabra refiero las recurrencias creadoras de significación que se
elaboran en un discurso por parte de un autor. Con lo dicho hasta el momento, con facilidad
es discernible que estas estructuras encuentran su humus en la biografía, y cada estructura
particular es, así, una metáfora de un estilo de pensamiento, una forma de asumir los datos
de la historia, de entrelazarlos, de comprenderlos. Miren ustedes: las estructuras centrales
que ubico en la obra de Meier, todas ellas cimentan un sentido muy especializado de la
historia como discurso científico. Dunn, por su parte, ubica sus estructuras en un espacio
que pretende contribuir a la escucha con sentido de la memoria de Jesús; sin embargo,
8
queda cauterizada la historia bajo un discurso de corte más pastoral. Lo propio de Crossan
es un discurso interactivo, en la medida que sus estructuras pretenden llevar al lector a un
más allá de lo que ellas mismas contienen, hacia lo que él llama un desafío del Dios de
justicia respecto de nuestras maneras habituales de comprender, las cuales suelen generar
diferencias, exclusiones, expulsiones.
Para mi intención actual, lo que importa de todo esto es la formulación-síntesis y la
pregunta consecuente que ya han leído en pantalla.16
Su respuesta la elaboro desde algunas
inquietudes previas, que proporcionan contenido a algunas partes de su formulación.17
En efecto, decir que siempre elaboramos significaciones es decir, primero, que ese universo
de sentido que siempre nos acompaña –y sentido entendiéndolo como esa sensibilidad pre-
significativa o regazo ecológico sensoriomotriz que configura nuestro hábitat, la base vital,
el mundo mismo– es encauzado en los procesos de significación. De esta manera, la
dimensión de sentido se hace discontinua respecto de la dimensión de significación (es
ruptura con/selección de el sentido), aunque conserva su continuidad con ella (por ser su
regazo).
Hilemos con esto. Lo discontinuo entre significación y sentido quiere decir que cuando
damos sentido al Jesús de la historia al interior de una confesión de fe, es un sentido
modelado desde lo habitual de nuestros saberes, lo que hay qué pensar, sentir, vivir, etc. No
solo se trata de algo normal, habitual, sino que, en términos positivos, se trata de una
censura, que permite la significación y la selección de ciertos sentidos. Pero aquello que se
deja de lado, también es sentido, y porque todo el sentido es regazo, aquello que se deja de
lado permanece. De este sentido que se deja de lado desde nuestra censura positiva, hay
uno muy especial y muy difícil de admitir por lo que de desestructurante representa para
16
Visualización: Asunto: Todo proceso de enunciación (discurso) genera y propone estructuras, desde las
cuales se direccionan las significaciones y sentidos. El discurso investigativo sobre el Jesús histórico participa
de tal condición. En tanto conjunto de estructuras mutuamente solidarias, son metáfora de un estilo de
pensamiento. Pregunta: ¿Cuál es la implicación de un estilo de pensamiento particular, o un estilo de
pensamiento generalizable, respecto de los horizontes metódicos para dar sentido y significación al Jesús de la
historia? 17
Visualización que acompaña a la respuesta: Proposición: No podemos dejar de reconocer y exponer los
términos y relaciones desde las cuales creamos nuestras estructuras, pues estas, en tanto metáforas del pensar,
capacitan o incapacitan para dejarse apelar por lo familiar y extraño de lo vívido, esto es, por la puesta en
cuestión desde la experiencia negativa de contraste, de lo que, desde la significación, solemos concebir como
familiar y extraño. Nota sobre la vividez: referida a “un modo de vida que implica aprecio por el cuerpo
humano y que resiste frente a todo lo que amenaza los cuerpos de los niños, de las mujeres y de los hombres
sobre este planeta”. (Cita: Sawiki, Seeing the Lord, vii)
9
nuestros hábitos personales y sociales, y que ya había sido captado por la tradición
profética que nos acompaña: el grito, o protopalabra, o experiencia negativa de contraste,
ausencia de sentido que clama por ser reconocida en el sentido y significación. Es lo vívido,
o vividez, que conmueve y reformula el sentido y la significación habituales.
Con esto en mente, pasemos del asunto y la pregunta que han leído en pantalla a mi ensayo
de respuesta. Decir estructura es asentar que siempre se presenta una orientación del
sentido desde el proceso de significación que soslaya otros posibles sentidos, y que siempre
es susceptible de censurar la vividez. Pero siendo esta vividez lo más propio de una
tradición de la cual nos preciamos, la pregunta por la estructura se hace también urgente,
como lo fue la pregunta por la biografía, respecto de nuestra intención de generar un marco.
Mi respuesta, similar a la anterior, trata un ejercicio de auto-reconocimiento del propio
operar respecto de las estructuras. Reconocer la censura que opera en nuestras estructuras
nos puede capacitar a captar aquellas partes del universo de sentido que hemos desplazado,
el cómo y el porqué de ese desplazamiento, a captar los límites que nuestras estructuras nos
imponen e incluso, desde esos límites, a canalizarlas hacia lo más humano del sentido, lo
vívido, esa ausencia de humanidad que grita por ser reconocida como humanidad y que
remueve permanentemente toda estructura. Es, pues, inevitable necesidad procurar generar
estructuras que nos permitan romper con ellas mismas para estar en camino permanente de
captar lo más propio de ese Jesús que se encarga de su realidad, para así nosotros también
encargarnos de ella.
[B3] Con esto, el tercer elemento de mi marco se comprende con facilidad. Es, digámoslo
así, un punto articulador de los dos ya reseñados con los que vienen, pues lo que todos
hacemos, en la práctica, es operar de cierta manera, operación que contiene (refrena)
nuestra biografía, que contiene (abarca) la estructura que generamos, y que contiene (abarca
y refrena) nuestras metodologías y métodos. En su operación, Meier opera desde y con
criterios de historicidad, para decir, imparcial y objetivamente, qué material de los datos
evangélicos se remonta a Jesús. Más que datos imparciales, Dunn considera rasgos/temas
característicos de una tradición que nos pone en presencia de Jesús. No se trata de una
presencia transparente ni de rasgos/temas, dirá Crossan, sino de procesos que develan y
cuestionan los modos de actuar, sentir, pensar... Son muchas más las aristas de lo que los
10
escasos minutos me permiten exponer, pero ya con esto nos hacemos una idea del asunto y
de la pregunta que allí se genera.18
Si todos tenemos “maneras de operar”, es decir, un proceso de significación en curso
propuesto por la subjetividad de un enunciador y manifestado en cierto estilo de
pensamiento o estructura, que pone en juego ante sus lectores sus propios términos y
relaciones, por esto y a la luz de todo lo anterior, podemos decir que la propia manera de
operar es oportunidad de recreación y de oclusión de la significación, del sentido, de lo
vívido. Una respuesta, de nuevo en términos de reconocimiento:19
reconocer nuestras
maneras de operar nos permite laborar nuevas cientificidades que nos involucren como
sujetos desde la totalidad de nuestras facultades, nos ayuda a asumir flexiblemente nuestros
esquemas dinámicos de operaciones y alcanzar nuevas seguridades epistemológicas como
modos de construcción de realidad en permanente debate que, sin embargo, no olvidan su
referente parcial, concreto e interesado.
Los dos últimos elementos de mi marco se alimentan, por supuesto, de lo anterior, y
conforman propiamente lo metódico, al interior de lo cual lo precedente es su preparación.
[B4] El cuarto elemento del marco, metodología, procede del asunto de describir y
reconstruir el argumento de aquellas estrategias de construcción discursiva de nuestros
autores. Estrategias muy diversas, claro está, pero con puntos más o menos comunes en la
elaboración de lo que llamo dispositivos retóricos.20
Desde las posiciones reseñadas en los
asuntos anteriores, es clara una proposición desde la cual se articula la apropiación o
rechazo de otras proposiciones; con su enunciador objetivo, dogmático o crítico, Meier,
18
Visualización: Asunto: En su proceso de enunciación, todo discurso presenta la manera de operar de un
enunciador. A través de su operación en curso, es posible examinar cómo comprende su enunciador (p.ej.,
quien se ocupa del Jesús de la historia) en su juego de términos y relaciones. Pregunta: Si se desea indicar o
proponer horizontes metódicos para dar sentido y significación al Jesús de la historia, ¿cuáles son los términos
y relaciones básicos para generar un consecuente proceso discursivo de creación de significación y sentido? 19
Visualización que acompaña a la respuesta: Proposición: Los términos y relaciones han de establecerse de
manera tal que posibiliten debatir la manera como se construye la significación, tanto del presente como del
pasado, tanto de los enunciadores actuales como de los enunciadores del pasado. En tal debate se cifra la
posibilidad de nuevas imágenes que permitan el evento de la emergencia de lo vívido. Lo vívido, en el caso de
la tradición judeocristiana, refiere la “proto-palabra, la exclamación o interjección de dolor (…) [que
manifiesta] el límite de la revelación humana, y divina, que situándose fuera del sistema, lo pone en cuestión”.
(Las cita que acompaña esta formulación pertenece a Dussel, Hipótesis para una historia de la teología en
América Latina, 10) 20
Llamo dispositivo retórico a la interacción entre el conocimiento y la acción formativa que configura la
realidad; esta interacción proporciona los conceptos que han de aplicarse y el conocimiento para configurar la
realidad, así como nuevos conceptos de realidad; busca, además, persuadir sobre lo sostenido en su
argumentación. Al respecto: Román, La actualidad de Jesucristo, 85.
11
Dunn y Crossan (respectivamente) coinciden en elaborar estrategias devocionales respecto
de sus paradigmas implícitos (objetivista, empirista, posmoderno, respectivamente)… En
fin, que lo que interesa de todo esto, es constatar que toda estrategia de construcción
discursiva (metodología) posee siempre un resultado último: la institucionalización de
ciertas significaciones, de ciertos sentidos.
A esta institucionalización la llamo, en el cuerpo de mi trabajo, micropolítica, y es lo que se
juega en cualquier metodología. La inevitable institucionalización o bien cierra el sentido y
la significación, o se presenta de tal manera que se hace susceptible a construir nuevas
significaciones y captar nuevos sentidos. La pregunta que se ha generado es casi obvia –
ustedes la acaban de leer–,21
y fíjense que la respuesta –en tanto formulación de este cuarto
elemento del marco– ya no sólo va con aliento constatativo y normativo, sino desafiante:22
si bien acercarse al Jesús de la historia es acercarse desde una metodología que siempre lo
va a institucionalizar, es posible plantear metodologías que permitan procesos des-
institucionalizadores, incluso para con ella misma, procesos que partan desde el evento de
lo vívido, que no es más que lo que proporciona densidad a lo que pretendemos como teo-
lógico en nuestra tradición judeocristiana: la imagen del otro que, desde el grito de su
protopalabra, nos compromete en la fraternidad humana.
[B5] Lo constatativo, normativo y desafiante acompañan también el quinto y último
elemento de mi marco, y además, fíjense ustedes que aquí podemos caminar no sólo un
poco más rápido sino retomar mis intenciones de generar un marco metódico, pues en
realidad y desde el principio, ya estábamos hablando de método, que en tanto operaciones
recurrentes y relacionadas entre sí es, en realidad, la escenificación del mismo sujeto
operando, sujeto encarnado en una biografía desde la cual genera sus estructuras para
21
Visualización: Asunto: Todo discurso contiene una metodología. En tanto estrategia de construcción
discursiva, todo discurso establece dispositivos retóricos de apropiación y rechazo, de validación de un tipo de
enunciador, de devoción, de ilusión, de enmascaramiento y de develamiento. Cada dispositivo y conjunto de
dispositivos contiene su propia posibilidad y sus propios dilemas en lo particular, pero en lo general participan
de un mismo movimiento: la institucionalización de una significación, de un sentido. Pregunta: ¿Está
abocado la exploración de horizontes metódicos para dar sentido y significación al Jesús de la historia, a la
institucionalización? ¿Qué quiere decir esto, si es así? 22
Visualización que acompaña a la respuesta: Proposición: Un proceso discursivo de creación de
significaciones y sentidos ha de estar dispuesto, en su discurrir, a captar y exponer lo vívido del rostro del otro
como un trabajo de conmoción de fronteras de la significación y el sentido, para “cambiar el horizonte de lo
que es pasado, presente y futuro, de lo que es y puede ser, de lo posible e imposible”. (La cita que acompaña
esta formulación pertenece a: Pakman, Texturas de la imaginación, 150)
12
operar de cierta manera frente a cierto asunto y optando por ciertas estrategias de
construcción discursiva.23
Unas rápidas notas de esto, en nuestros autores. En Meier, la escena nos narra la adecuada
búsqueda del Jesús histórico que se abstiene de buscar significaciones teológicas,
feministas, conflictuales, sociales, etc.; en Dunn, el paisaje narrado pretende una
transparencia captada a través de la tradición oral, que ha quedado viva en los evangelios y
es fuente para la vida actual, pero tan prístino, que es casi una acuarela decorativa; en
Crossan, se despliega el drama de una práctica interpretativa que juega, a su vez, con las
prácticas interpretativas del pasado, y en tanto drama no deja de provocar al afecto. Por
supuesto, es inevitable un juicio o toma de posición frente a los autores, que cada quien hila
al tenor de la propia sensibilidad, juicio que ya ustedes habrán adivinado de mi parte y en
mis palabras. La manera como opera el método en Crossan establece un debate
transcultural en términos de un Dios violento en confrontación con un Dios no violento,
manifestado en lo que él llama civilización y pos-civilización; Dunn opera en términos de
una continuidad fundamental, que diluye las realidades en conflicto de la historia e
incapacita para asumir las realidades en conflicto de nuestra historia, tendencia también
observable en Meier al operar desde supuestos objetivistas. ¿Qué han hecho los autores
escogidos, como representantes de ciertos modelos de indagación en torno del Jesús
histórico, respecto de su intencionalidad hacia lo teológico? Uno insiste en ponerla entre
paréntesis para no nublar el juicio histórico; los otros dos pretenden integrarla, uno en
términos de continuidad fundamental desde la historia y otro en términos de desafío
fundamental hacia la historia. En este sentido, estimo que una indagación bajo los preceptos
del modelo heurístico del Jesús histórico tiende a cerrar la historia, una indagación bajo los
preceptos del modelo heurístico del Jesús real tiende a congelarse en doctrina; y una
indagación bajo los preceptos del modelo heurístico del Jesús reconstruido tiende a asumir
el riesgo de reconocer una alteridad permanente que suscita permanentes preguntas y (auto)
cuestionamientos.
23
Visualización: Asunto: Todo discurso contiene un método, susceptible de generalización a manera de un
modelo. [Y retomando el asunto propio de la tesis…]Buscando una generalidad mayor, el modelo puede
suscitar preguntas que apunten a la constitución de una metódica teológica plausible para una actualidad de
Jesucristo. No ha de buscar el caso particular, sino avanzar procesualmente desde el caso particular, realizar
un juicio sobre la reflexión metódica y su importancia, y desde allí proponer un marco reflexivo metódico que
coadyuve a la tarea teológica de dinamizar la actualidad de Jesucristo. Pregunta: ¿Es posible tal juicio y tal
propuesta?
13
Pero noten, a la luz de lo que he tratado de constatar, que en esta puesta en escena siempre
está la sombra de una revelación que excede cualquier audición, explicación y
actualización, por ser una vividez desde el sufrimiento que perturba cualquier micropolítica
y nos provoca a entroncarnos en la tarea de suscitar el evento que alguna vez censuramos y
que siempre nos pone en cuestión. Para decirlo con insistencia: esta vividez es desde donde
acontece la revelación judeocristiana, y siempre perturba, excede y provoca cualquier
explicación, audición y actualización de esa misma revelación. Por esto, la formulación que
ustedes leen: un discurso sobre el Jesús histórico que no sea capaz de plantearse-en o
articularse-con la frontera de la trascendencia –aquella vividez donde se manifiesta el deseo
de un Dios de justicia–, puede tener valiosa capacidad instrumental o teórica, pero será
incapaz de disimular su vacuidad sociopersonal.
Por esto mismo, se contiene en este último elemento de marco lo que he venido hablando.24
Metodología, o desafío de ejercitar una genuina subjetividad potenciada por el emerger del
evento de lo vívido, que nos permite cuestionar y conmover las fronteras que la
significación inevitablemente establece. Manera de operar, o desafío de generar términos y
relaciones que permitan capacitarnos para recuperar la corporeidad negada, lo que es el más
profundo deseo de Dios manifestado en la tradición profética. Estructura, o desafío de
postular recurrencias significativas que nos capaciten para percibir aquella situación
original anterior a toda significación, vividez forjada desde la ausencia de humanidad.
Biografía, o desafío de responsabilizarnos abiertamente de nuestra situación, para
confrontarnos con aquella otra situación de la que decimos un modo de vida donde se
evidencia la transparencia de Dios.
Que Jesucristo sea actual, esto es, que tenga significación y sentido, depende (no
exclusivamente: en el horizonte de la propuesta de marco que acabo de presentar) de asumir
una metódica que permita explicitar horizontes o perspectivas que ayuden a la emergencia
de lo vívido, que es la frontera de la trascendencia. Y esto se dice así porque nuestro
universal concreto se sitúa en tal frontera.
24
Visualización de la respuesta: Proposición: Lo que ha de explicitar un sujeto para dar sentido y
significación al Jesús de la historia, aún con los riesgos, ambigüedades e imprecisiones que ello entrañe, es su
propia subjetividad histórica y cultural, sus propias estructuras como metáforas de un pensar tanto personal
como colectivo, sus propios términos y relaciones, su propio proceso discursivo de creación de sentidos y
significaciones, en relación con la posibilidad que establecen tales elementos para suscitar el evento de lo
vívido, que pone permanentemente en cuestión tales elementos.
14
[C]
En suma, la tesis teológica pretendida se explaya en esos cinco términos que indiqué como
“proposición” en lo precedente, y de los cuales espero haber dado cuenta de sus relaciones
fundamentales. Solo me resta algunas cuestiones últimas, que expongo a manera de seis
notas finales de carácter muy personal, puesto que en realidad son pistas de mi biografía y
de mis estructuras, desde las cuales opero.
[C1] La primera nota refiere la escenificación dramática que, en últimas, he tratado de
realizar. Miren ustedes:25
Primero, he objetivado a un sujeto particular en su operar
personal y cultural, sujeto que es tal o cual erudito del Jesús histórico, sujeto que soy yo, y
sujeto que eres tú (aunque de este último desconozco si fuiste afectado). Segundo, he
problematizado esas objetivaciones, no por afán erudito sino porque allí nos jugamos la
vida. Tercero, he solicitado nuevas maneras de asumir nuestra labor, admitiendo tanto el
experienciar propio que modela la interpretación como aquella vividez que cuestiona toda
interpretación. Con esto, cuarto y último, pretendo que nos situamos en la misma frontera
de la trascendencia.
En cada una de las cinco tesis de mi marco se contienen estos cuatro movimientos, y a su
vez, cada movimiento contiene y anuncia el subsecuente: al hacer el ejercicio de develar y
cuestionar nuestra subjetividad contenida en estructuras, empezamos a problematizarlas y
objetivizarlas en nuestras propias maneras de operar que procuran captar la palabra de la
trascendencia desde nuestras propias metódicas; a su vez, esto nos sitúa en la frontera de la
trascendencia que, como vividez, nos cuestiona permanentemente.
[C2] La segunda nota26
subraya la importancia de esta vividez o frontera de la
trascendencia. He insistido en una materialidad de la existencia que ha sido negada y que
clama por su recuperación, como lugar fundamental del origen del deseo de Dios para con
la humanidad. Esto es decir, siguiendo corrientes teológicas liberacionistas, que captamos
la trascendencia al interior de la vida real y material, pero en especial y sobre todo a través
25
Visualización de esta nota: De lo dinámico de la tesis: Objetivar al sujeto objetivante en su operar personal
y cultural; Problematizar sus objetivaciones, en referencia a sus consecuencias en torno del progreso y la
decadencia, de la pluralidad o el dogmatismo, de la emergencia o censura aberrante de lo vívido (y no en
referencia a la cientificidad de sus metodologías); Construir una nueva cientificidad que, sin abandonar el
detalle accesorio o la escenografía histórica, las supere, para incluir el todo más amplio del experienciar
humano que con su acontecer particular modela la interpretación, y el todo de lo vívido, que cuestiona al
experienciar humano y sus desarrollos; Establecer la posibilidad de un objetivado preludio a la trascendencia
desde la misma indagación histórica, en tanto en esta indagación ya está, pero no objetivado, dicho preludio. 26
Esta y las siguientes notas, se acompañaron simplemente de una cita ilustrativa, que aquí no reproduzco.
15
de una vida real y material negada que sueña y apuesta por su dignidad a pesar del
irreconocimiento y el desprecio. En Jesús se encuentra este movimiento, cuya vida vivida y
asesinada sólo puede ser convocada (no simplemente datada o recordada) a través de los
diversos sentidos y significaciones que reconstruimos a lo largo de la historia. Pero, dado
que estos sentidos y significaciones censuran aquella vividez, hemos de apreciar la
censura: en términos negativos, porque ella hace de la salvación algo ahistórico y
desencarnado, excusa para proyectos victimizadores con la palabra liberación; en términos
positivos, porque permite actualizar la salvación desde aquel concreto de dignidad a nuestro
concreto de dignidad, y aún desde nuestro concreto encontrar posibilidades insospechadas
en aquel (por ejemplo, piensen ustedes, sin entrar en debate sobre sus logros, límites o
inadecuaciones, en las teologías queer, que pretenden visibilizar a todos los invisibles, a los
raros, a los diferentes, a los más marginados del régimen heterosexual, blanco, y
capitalista).
[C3] La tercera nota comenta lo que percibo como novedad e impacto de la tesis
presentada, asunto que prefiero pensar en términos de carácter estimulante e inspirador. Lo
es así, primero, en tanto dar cuenta, analítica y diferenciadamente, de las estrategias de
construcción discursiva y pensante de nuestros autores y de su esquema de operaciones
recurrentes y relacionadas entre sí, es también dar cuenta de nuestra propia metódica. Por
esto mismo, segundo, damos cuenta del modo de reflexión, escucha e interpretación que
surge en el encuentro del humano concreto que somos y el dato revelado. Tercero, estimula
e inspira a proponer nuevos sentidos y significaciones respecto de Jesucristo, que en su
historicidad fue un evento concreto, material, vívido, un modo de vida que, convocado
desde la materialidad de nuestras luchas históricas por la dignidad, nos ayuda a tomar
posesión de nosotros mismos en dirección a lo más auténticamente humano y divino, que es
solicitar la existencia del Otro. Estimula e inspira, finalmente, a revisar y cuestionar la
manera como modelamos, en tanto creyentes, nuestros sentidos y significaciones, nuestras
compresiones discursivas, nuestras opciones éticas, respecto del mundo amplio de la
cultura.
[C4] En la cuarta nota me responsabilizo por un límite importante de mi tesis. Un marco
como este no es absoluto ni el único posible. Es, como dije, un horizonte, que para nuestro
caso se propone en el escenario académico. Esto quiere decir, sencillamente, que pensar el
16
pensar se formaliza diferenciadamente en el escritorio o en el día a día veredal o barrial, en
el debate universitario o en la actividad social. Y es allí, en las voces de la biblioteca o de la
calle, en los rumores de la institución o de la comunidad, donde se hace posible dicho
marco, no aquí en la escritura. Este marco es, sobre todo, algo que hace plausible –en tanto
digno de ser considerado– una actualidad de Jesucristo.
[C5] En la quinta nota me arriesgo a indicar una dirección para concretar y hacer realizable
este marco. Si bien no hay una respuesta dada, porque en particular en estos asuntos las
respuestas pertenecen al tiempo oportuno del momento del encuentro, y en general por ser
esto un horizonte, sí barrunto que en la construcción de la respuesta deben jugar tres
exigencias y cuatro verbos, que explican mi posición de partida en esta exposición que
empieza a tocar a su fin. Las exigencias: primero, ser tarea colectiva, creativa, colaborativa,
puesto que es así como somos una producción histórico-social; segundo, ser tarea
abiertamente interdisciplinar, puesto que aquello dicho y por decir sobre Jesucristo es
encarnado estética y antropológicamente, en prácticas de género, de raza, de clase, en
términos de reproducción y de crítica institucional, etc., por lo cual siempre hemos de
contar con el concurso de muy diversas disciplinas y arriesgarnos permanentemente en sus
fronteras; tercero, ser tarea crítico-emancipadora, en revisión permanente de las fronteras
que alzamos y que derribamos desde nuestros fundamentos. Los verbos ya los han
escuchado ustedes: percibir, hilar, evocar, conversar. En una formulación ya clásica entre
nosotros, se entiende la teología como acto segundo, y como acto primero el contemplar y
practicar la voluntad de Dios. Es decir, estas cualidades del enunciar, argumentar,
demostrar, probar, y comunicar, vienen precedidas y alimentadas por el percibir, el hilar, el
evocar y conversar, pero a su estas son encauzadas por aquellas (el enunciar, etc.), con
todas las dificultades a las que hemos aludido.
[C6] La sexta y última nota subraya el carácter de desafío que he pretendido mi marco. El
desafío es provocar, desde este acto segundo que es la teología, la emergencia de aquel acto
primero. En el ámbito específico de mi tesis, la insistencia ha sido: para una actualidad de
Jesucristo, hemos de asumir un marco metódico que nos estimula a revisar nuestros marcos
metódicos, y que nos capacite a recuperar lo vívido de la revelación en Jesús, que nuestros
mismos marcos metódicos tienden a soslayar o minimizar.
17
Señores, chronos muere, por lo menos para esta exposición, pero espero haber dejado
suficientes migas de pan para darle oportunidad al aiôn y al kairós de lo que ahora sigue –
así lo espero– en la conversación.27
Muchas gracias.
BIBLIOGRAFÍA CITADA
Aguirre, Rafael (ed). Así empezó el cristianismo. Estella: Verbo Divino, 2010.
Alison, James. El retorno de Abel. Las huellas de la imaginación escatológica. Barcelona: Herder,
1999.
Barrera, Jaime, Neira S.J., Germán, y Sierra, Francisco (comp). Camino de sombra y luz. Homenaje
al P. Rodolfo Eduardo de Roux, S.J. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de
Teología, 2005.
Dunn, James D.G. Jesús recordado. Estella: Vebro Divino, 2009.
González Faus, José Ignacio. La humanidad Nueva: ensayo de Cristología. Santander: Sal Terrae,
1984.
Lonergan, Bernard. Insight. Estudio sobre la comprensión humana. Salamanca: Sígueme, 1999.
Lonergan, Bernard. Método en teología. Salamanca: Sígueme, 2006.
Meier, John P. Un judío marginal: nueva visión del Jesús histórico. Tomo 1: Las raíces del
problema y la persona. Estella, Verbo Divino, 1997.
Román, Carlos. La actualidad de Jesucristo. Un planteamiento desde lo metódico. Bogotá:
Manuscrito, 2016.
Sawicki, Marianne. Seeing the Lord. Resurrection and Early Christian Practices. Minneapolis:
Fortress Press, 1994.
Serna Arango, Julián. Somos tiempo. Crítica a la simplificación del tiempo en Occidente.
Barcelona: Anthropos, 2009.
27
Retomo, con esta indicación, lo reseñado por Serna, Somos tiempo. Chrónos refiere el “futuro que hace
tránsito al pasado a través del presente, (…) relevo del ayer por el mañana a través del hoy” (ob.cit., 26); aiôn,
el “encuentro del pasado presente con el futuro presente (…) haciendo evidente su multiplicidad” (ibíd., 39-
40); kairós, el tiempo oportuno que trasmuta a chronos en aiôn (ibíd., 42-54). Por esto, el tiempo en su
cualidad, es triple, contrario a la simplificación del tiempo en occidente: “Chrónos proporciona uniformidad
(…); aiôn, sentido (…); kairós, futuro; chrónos deviene como sucesión, aiôn como simultaneidad, kairós
como singularidad; chrónos suministra linealidad; aiôn, pluralidad; kairós, bifurcación, es decir, historia”.
(ibíd., 54)