la abeja haragana

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La Abeja Haragana Había una Vez en una colmena una abeja que no quería trabajar, es decir, recorría los árboles uno por uno para tomar el jugo de las flores, pero en vez de conservarlo para convertirlo en miel, se lo tomaba del todo. Era, pues, una abeja haragana. Todas las mañanas, apenas el sol calentaba el aire, la abejita se asomaba a la puerta de la colmena, veía que

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Page 1: La Abeja Haragana

La Abeja Haragana

Había unaVez en una

colmenauna abejaque no quería

trabajar, es decir,

recorría los árboles uno

por unopara tomarel jugo delas flores,pero en vez de

conservarlopara

convertirloen miel, selo tomabadel todo.

Era, pues,una abejaharagana.Todas lasmañanas,

apenas el solcalentabael aire, laabejita se

asomaba a la puerta dela colmena,

veía quehacía buentiempo, se

peinaba con las patas,

como hacenlas moscas,

y echaba

Page 2: La Abeja Haragana

entonces avolar, muy

contenta dellindo día.Zumbaba muerta de

gusto de floren flor,

entraba en la colmena

volvía a salir,y así se lo

pasaba todoel día mientras

las otrasabejas se mataban

trabajandopara llenarla colmena

de miel,porque lamiel es el

alimento delas abejas

recién nacidas.Como las

abejas sonmuy serias,comenzarona disgustarse

con el proceder dela hermanaharagana.

En la puertade las

colmenas haysiempre unas cuantas abejasque están deguardia paracuidar que no

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entren bichosen la colmena.Estas abejas

suelen sermuy viejas,

con granexperienciade la vida, y tienen el

lomo peladoporque han

perdido todoslos pelos derozar contrala puerta dela colmena.

Un día, pues,detuvieron a

la abejaharagana

cuando iba aentra, diciéndole;

“Compañera:es necesarioque trabajes, porque todas

las abejas debemostrabajar”.La abejitacontestó:“Yo ando

todo el día volando y me canso mucho”.

“No es cuestión de que te

canses mucho-respondieron,sino de que trabajes un

poco. Esla primera

Page 4: La Abeja Haragana

advertenciaque te

hacemos”.Y diciendo

así la dejaronpasar.

Pero la abejaharagana nose corregía.De modo

que a la tardesiguiente

las abejas que estabande guardiale dijeron:“Hay que trabajar,

hermana”.Y ella

respondióenseguida:

“¡No escuestión de que lo hagas

uno deestos días

-le respondieron-,sino mañana

mismo.Acuérdate de

esto”.Y la dejaron

pasar.Al anochecersiguiente se

repitió lamisma cosa.

Antes de que le dijerannada, laabejita

exclamó:

Page 5: La Abeja Haragana

“¡Sí, sí,hermanas!

¡Ya meacuerdo delo que he

prometido!”“No es

cuestión de que te

acuerdesde lo prometido

-le respondieron-,sino de que

trabajes.Hoy es 19de abril.

Pues bien,trata de

que mañana20, hayastraído una

gota siquierade miel.

Y ahora. Pasa”.Y diciendoesto, se apartaron

para dejarlaentrar.

Historia de dos cachorros de coatí

Había una vez uncoatí que tenía

tres hijos. Vivían

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en el montecomiendo frutas,raíces y huevos

de pajaritos.Cuando estaban

arriba en losárboles y sentíanun gran ruido, setiraban al suelo

de cabeza ysalían corriendo

con la colalevantada.

Una vez que loscoatícitos fueronun poco grandes,

su madre losreunió un díaarriba de unnaranjo y les

habló así:“Coaticitos:ustedes son

bastante grandespara buscarse

la comida solos.Deben aprenderlo,

porque cuandosean viejos

andarán siempresolos, como todos

los coatís.El mayor de

ustedes, que esmuy amigo de

cazar cascarudos,puede encontrarlos

entre los palos podridos, porqueallí hay muchoscascarudos ycucarachas.

El segundo, que

Page 7: La Abeja Haragana

es gran comedorde frutas, puede encontrarlas eneste naranjal;

hasta diciembrehabrá naranjas.El tercero, que

no quiere comersino huevos de

pájaros, puede ira todas partes,

porque en todaspartes hay nidosde pájaros. Pero

que no vayanunca a buscar nidos al campo,

porque es peligroso.Coaticitos: hay unasola cosa a la cualdeben tener granmiedo. Son los perros. Yo peleé

una vez con ellos,y sé lo que les digo;

por eso tengo undiente roto.

Detrás de los perrosvienen siempre los

hombres con ungran ruido, que mata.Cuando oigan cercaeste ruido, tírense

de cabeza al suelo, por alto

que sea el árbol.Si no lo hacenasí los mataráncon seguridad

de un tiro”.Así habló la madre.Todos se bajaron

entonces y se

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separaron,caminando de

derecha a izquierda y deizquierda a

derecha, como si hubieran perdidoalgo, porque así

caminan los coatís.El mayor, quequería comer

cascarudos, buscóentre los palospodridos y las

hojas de los yuyos,y encontró tantos,que comió hasta

quedarse dormido.El segundo, que

prefería las frutasa cualquier coas,

comió cuantasnaranjas quiso,porque aquel

naranjal estabadentro del monte,y ningún hombre

vino a incomodarlo.El tercero, queera loco por os

huevos de pájaro,tuvo que andar

todo el díapara encontrar

únicamentedos nidos