kl voseo en el habi.a dr cordoba -...

14
KL VOSEO EN EL HABI.A DR CORDOBA: DOS FUERZAS EN PUGNA Nora L i/í Prevede/lo Mi intención es presentar ante ustedes la gravitación que en la historia de una norma Jiug-üística rlel raís (en nuestro caso la de Córdoba). tiene el prestigie de modelos diferentes que, en la pugnR p(>l" imponerse , triunfan alternativamente después de un largo forcejeo, aunque no en forma total. El fenómeno elegido es el voseo porque, al afectttr el sistema más sólido y característico de la lengua (el sistema morfológico) convierte en rasgo identifica- dor, de tal manera que r>ei"mite a los hablantes de una región sentirse "diferentes" de lo." de otra que es tuteante. ne la relevancia que este fenómeno t1ene en el español rle América Índices : 1 °) La nutrida y multifacética bibliografía que incluy( los nHÍs enfoques: desde la descripción del hecho en el hahla de una región o en la del continente, ha$ta su historia, que va desrle los orígenes en la EspAña del siglo XII a su adopción por algunos pueblos de Arnél-ica, pasando por las posibles circunstancias que servirían para explicar el mosaico de formas que lo curacterizan. 2°) Su indusión entre las peculiaridades que constituyen isogios11s 287

Upload: hoangdan

Post on 30-Nov-2018

213 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

KL VOSEO EN EL HABI.A DR CORDOBA: DOS FUERZAS EN PUGNA

Nora L i/í Prevede/lo

Mi intención es presentar ante ustedes la gravitación que en la historia de una norma Jiug-üística rlel raís (en nuestro caso la de Córdoba). tiene el prestigie de modelos diferentes que, en la pugnR p(>l" imponerse , triunfan alternativamente después de un largo forcejeo, aunque no en forma total.

El fenómeno elegido es el voseo porque, al afectttr el sistema más sólido y característico de la lengua (el sistema morfológico) S(~ convierte en rasgo identifica­dor, de tal manera que r>ei"mite a los hablantes de una región sentirse "diferentes" de lo." de otra que es tuteante.

ne la relevancia que este fenómeno t1ene en el español rle América ~on Índices: 1 °) La nutrida y multifacética bibliografía que incluy( los nHÍs variudo~ enfoques: desde la descripción del hecho en el hahla de una región o en la del continente, ha$ta su historia, que va desrle los orígenes en la EspAña del siglo XII a su adopción por algunos pueblos de Arnél-ica, pasando por las posibles circunstancias que servirían para explicar el mosaico de formas que lo curacterizan. 2°) Su indusión entre las peculiaridades que constituyen isogios11s

287

válidas para la delimitación de áreas dialectales, puesto que el voseo responde al primero de los criterios que, según Rona, permite calificar como "importante" a un rasgo lingüístico: los "que una vez producidos siguen actuando, a su vez, en la conciencia de los hablantes, para intensificar el sentimiento de diversificación, aflojando de esta manera los lazos que unen las distintas zonas dialectales"!.

No hay duda de que este "sentimiento de diversifica­ción "supone el de unidad: nuestro hablante tiene concien­cia de que su modalidad regional de lengua es una variante del español común, con el cual coincide en el sistema, pero del cual difiere en la norma, es decir, en la preferencia generalizada por una u otra forma de realización del sistema. La generalización de las formas, que tiene que ver con el prestigio del grupo que las usa, nunca es instantánea y total, ya que la fuerza que la impulsa, neológica o innovadora, debe enfrentarse con la resistencia de una fuerza conservadora, la de la norma arcai?.ante o simplemente anterior, que es suplantada por aquélla no siempre de manera definitiva -como decía-, puesto que las circunstancias favorables al triunfo de una u otra se dan pendularmente.

En el caso del español de América las fuerzas en pugna se corresponden, como lo señala Guitarte, con la norma peninsular, q-.. se mantiene a lo largo de la época colonial, y las normas ca pi talines, que surgen con la emancipación de los países americanos en las primeras · décadas del siglo XIX; pero que se anuncian en lo que Guitarte llama "período de florecimien­to del mundo colonial" y, dentro de él, particularmente el siglo XVII, es decir, el momento en que "las dificultades de la metrópoli... harán espaciarse las comunicaciones y debilitarán el vigor de la acción estatal, acentuando las tendencias a la autosuficiencia en Hispanoamérica"2. Lo característico de la etapa de la independencia es, entonces, el desplazamiento del ideal lingüístico que, de Madrid, pasa a las capitales que surgen, y la diferencia­ción de los países al adquirir perfiles propios.

288

En C6rdoba, los dos ideales lingüísticos que originan las dos fuerzas en pugna son: por una parte, el "Espaftol de la Conquista", que se mantiene como modelo más o menos hasta Caseros, y, por otra, el habla de Buenos Aires que, desde la instauración del Virreinato es para Córdoba motivo de enfrentamiento.

Qué entiendo por "Espaf\ol de la Conquista" y por qué Córdoba lo mantiene como modelo hasta época tan tardía. La expresión "espaf\ol de la Conquista" es un calco de "cultura de la Conquista" que Foster define como el resultado de la "selección y subsiguiente integración de elementos de todas las variadísimas subculturas (nosotros diríamos "de todas las variadísimas modalidades lingüísticas") de Espafta", adaptado a una nueva realidad: la americana J. Quiere decir esto que no me refiero al español que, como lengua, se reconoce únicamente en el dialecto castellano (García de Diego habla del español como "complejo dialectal4 y esto no sólo hoy, sino también en sus orígenes); tampoco a la norma de una determinada regipn: ni la norma madrilei'\a, ni la norma andaluza (y no nombro otras por ser éstas las más prestigiosas en tiempos de la conquista): el "espaflol de la Conquista", que recibe América en la primera mitad del siglo XVI, es, como lo describe Menéndez PidaJ5 una lengua común de tipo castellano con sello andaluz. Entiéndase norma castellana con fenómenos andaluces ya generalizados, como el seseo. La lengua con estas características se difunde en el siglo XVI por el continente, pero no se conserva igualmente a lo largo de todo el territorio: pensemos en las ciudades costeras que reciben periódica­mente la visita de la flota de Indias y con ella los neologis­mos andaluces; en las cortes virreinales de Héxico y Lima, tan vinculadas a· la corte madrilei'ia · y, por eso mismo, tan propensas a asimilar el neologismo castellano; finalmente, en la enorme extensión de la región mediterránea, alejada de los contactos con la península y, por eso, conservadora de las formas originarias.

Esta Última es la situación en que se encuentra

289

Córdoba, cuya posJcJon geográfica la convierte, desde el primer momento, en confluencia de ruhts que conducen al corazón del continente: de ella sale el camino Real al Alto Perú y a ella llegan, para comunicarse con el norte, los de Chile y Mendoza, por un lado, y el de Buenos Aires, por el otro.

Cuando en 1613 nace la Universidad, Córdoba ya no es sólo centro geográfico, sino también cultural que atrae a la juventud de la provincia de Tucumán, del Río de la Plata y de Paraguay. El prestigio de sus claustros no disminuye ni siquiera en el período de postración que sucede a la expulsión de los jesuitas, algo anterior a la fundación del Virreinato rle! Río de la Plata, que emplaza el centro político en Buenos Aires. El momento era propicio para Córdoba que volviera sus ojos hacia el puerto, pero continúa ligada al Alto Perú y a Cuyo, sobre todo a esta última región, a donde se orienta, en definitiva, su mayor comercio cuando por Real Orden de 1783 se crean en .el Virreinato dos Intendencias, una de las cuales, la de Córdoba, incluye a las actuales provincias de San Juan, San Luis, Mendoza y La Rioja.

En la misma medida en que las comunicaciones de Córdoba se orientaban hacia el norte y oeste de la colonia, se distandaba de Buenos Aires, ciudad con la cual, erigida yA en CJl[>ital, se enfrenta en una no disimulad& competencia Cbltural a partir de un amago de traslado de la Universidad, lo que provocó la reacción de la clase ilustrada 6.

También en el terreno político se rebela ante lo que entiende actitudes de prepotencia de la ciudad portuaria: primero fueron las invasiones inglesas cor. la consiguiente obligación de recibir prisioneros de guerra considerados enemigos de la fe; . más tarde

, ' la Revolucion de Hayo, no apoy8da por toda la clase dirigente, que despierta creciente recelo por cuanto anuncia la superioridad de JJuenos Aires v 11:1 subordinaciÓn de las provincias, y constituye un:1 am~naza a la Iglesia. En este mArco se inscriben la gestión del gobernador .José Javier Díaz, quien "inaugurn un régimen político

290

que prácticamente importaba la segregación de Córdoba del concierto de las provincias hermanas"7 y la proclama de Juan Bautista Bustos de 1820, en el sentido de que "Córdoba, como tal, provincia soberana y libre, no conoce dependencia ni debe subordinación a otra"8.

El enfrentamiento continúa hasta el gobierno de López, en que se vislumbra el cambio que habrá de manifestarse después de Caseros y que se concretará en una nueva orientación de los contactos.

Lo que importa poner en evidencia con este panorama de lo que sería una primera etapa en la historia lingüística de Córdoba es: 1 °) que Córdoha durante el período hispánico se encuentra enclaustrada en su condición de ciudad mediterránea como centro, no sólo geográfico, sino (y fundamentalmente, por las consecuencias que tuvo) cultural; 2°) que esa situación se ve favorecida por diversos factores, entre los cuales juega un papel protagónico el enfrentamiento con Buenos Aires que hubiera posibilitado su contacto con el exterior; 3°) que en esas condiciones es explicable que CÓrdoba se aferrara a la tradición que mantuvo vigente el modelo del conquistador, y 4 °) que dicho modelo no se desvaneciera con la emancipación, sino se proyectara hasta mediados del siglo XIX. ·

Cómo se refleja esta realidad en la lengua, más concretamente, en el voseo, que es el fenómeno a considerar.

Por ser una for·ma de tratamiento de segunda persona en relación dialogal, la limitaciones en su uso están determinadas por el estilo de lengua que, en la época -que consideramos, reduce la aparición del voseo a los epistolarios y a los expedientes de Tribuna­les que transcriben literalmente las declaraciones, Y por el tipo de relaciones que se establecen en esa sociedad. Así vemos que los documentos consultados indican que, hasta el siglo XVIII, Vuestro tferced C'ra la forma usual de cortesía en la relación simétl'ica no solidaria (entre iguales de alto rango social) y en la de poder (de inferior a superior), incluida la relación familiar hijo/padre, mujer/marido, alternando, en

291

este Último caso, Vm. con \lOS + verbo en segunda persona del plural. Como es de suponer, esta situación reduce notablemente los contextos de voseo haciendo más difícil el logro de nuestro objetivo.

En el material consultado, los primeros casos de voseo aparecen en la segunda mitad del siglo XVII. Son tres cartas que muestran en su brevedad la complejidad de los tratamientos. La primera, de 1667, es de don Jerónimo. Luis de Cabrera, nieto del Fundador, Y' está dirigida a la joven Micaela de Mercado. En ella se repite un uso testimoniado por primera vez por Rernal Díaz del Castillo9 con vos como sujeto de verbo en plural, la alternancia de las formas complementarias os 1 te y el posesivo tu: "y ser dueño de poderlo haser, como por este lo sois bos".· "que acudiendo a conocer este bien y ajustaros al gusto de tu padre que tanto te estima y debeis. tendreis a Dios"; "tu padre a quien después de Dios deberiois servir bos y tu madre y con su gusto obrar lo que desearen", ACC, T.II, p.1~5.

La segunda, de 1674, de un padre a su hija, respeta la norma madrileña de tuteo exclusivo: •cuido de ella que mas falta te ha de hacer a ti que a mi"; "Di. hija, a Martín", ACC, T. 11, carta 188.

La tercera, de 1686, escrita por una mujer a su marido, con formas de plural en los dos paradigmas: "no haber tenido noticias ni razón de vos -no he tenido por novedad que tanto me o/ltttWes. Pero ya sera tiempo de que os vea otra vez en mi compañia de que os encargo y ruego", LF, p~30. Aquí encontramos como novedad frente a los ejemplos anteriores el verbo de segunda plural con terminación monoptongada: "olvidés", que reaparece en documentos del siglo XVIII ("y asi podis vos averiguar", LF, p.53) y del XIX ("Otro dice que dijo enfurecida: parece que no tenes mas vida que hacer burla", AT, E.4, 1.14, e.19), alternando en los mismos hablantes con formas con terminación plena ("se alegrara que esteis bueno", LF, p. 53; ''Tan linda que sois para reirte de todos", AT, E.4, 1.14, e.19).

Los ejemplos presentados hasta aquí dan cuenta, en lo que respecta al empleo de los tratamientos, de

292

dos modalidades: una mantiene vivas las vacilaciones de la "lengua de la Conquista", admitiendo la convivencia de singular y plural; la otra responde a la norma madrilef\a que ha resuelto ya la crisis, fijando definitivamente los paradigmas. Ambas se mantienen hasta mediados del siglo XIX con predominio de la segunda, en la que asoman esporádicamente las vacilaciones. Narciso Lozano escribe a uno de sus hermanos en 1850: "a ti os cuesta lo que te remití con el tropero Echenique solo ochenta pesos", "la (la carta) Jeas. la cierres y entregues". Doc. 8127.

Sin embargo, en la lengua oral el voseo debió ser uso tempranamente generalizado ya que en 1609, en las reglas que debían observar los estudiantes de la Compaf\Ía de Jesús, leemos esta prohibición: "No jueguen de manos ni diciendose palabras InJuriosas ni poniendose nombres ni apodos ni se llamaran de vos a unos a otros (sic); sino guardandose todo respeto"lO. Esta actitud condenatoria trascendió de las clases altas, de tal manera que una mulata, en 1791, se queja de que la maltraten "como la mas ruin y fascinerosa del mundo, que soy una mulata y -perdoneme Vmd. del modo de hablar- de... y vos y de m.. . da"ll que pone en evidencia el carácter injurioso de este tratamiento.

Más tarde, en la Gramática Castellana de Antonio Valdez, editada por la imprenta de la Universidad en 184 7, a propÓsito del paradigma de la conjugación se sef\ala en nota de la pág.40: "Es tambien vicio pronunciar ois en lugar de oyes y asi se puede advertir en otros de iguales naturaleza (sic)". Llama la atención el que no haya completado esta regla condenando el uso de vos para segunda singular, que ya estaba en boca incluso de los espafioles radicados en América. Así, Gaspar Lozano, que en carta de .1799 registra sólo formas de tuteo, escribe en 1831: "La adjunta va abierta para que vos y Mariano se enteren".

Esta omisión del gramático debe interpretarse en el contexto del cambio que se estaba gestando: en los siglos XVII y XVIII no podemos hablar todavía de voseo tal como se entiende en la actualidad, de ahí

293

que el carácter de forma estigmatizada que en los ejemplos citados adquiere el pronombre, no esté ligado a criterios de corrección idiomática, sino a la carga semántica que asume vos cuando desciende del nivel hidalgo al plebeyo o vulgar en la España del siglo XVI. Pero ya en el XIX, vos~ que continúa usándose, está libre de esa referencia peyorativa por lo que puede imponerse como tratamiento de singular que, r>ara los hablantes cultos, exige la concordancia en número con el verbo. En consecuencia -como dice Valdez-es oyes y no oís la forma correcta.

Veamos ahora cómo se manifiesta por esa época el voseo en Buenos Aires. Fontanella de Weinberg que ha dedicado numerosos artículos aJ tema, en El español bonaerense (Hachette, 1987) y spbre la base de una documentación más rica que la manejada en los trabajos que le precedieron, concluye reconociendo que, ''en el habla urbana de los niveles medio y alto durante la primera mitad del siglo XIX predomina un sistema constituido por los pronombres vos 1 tú para sujeto ... acompañados de formas verbales tuteantes" (p.l25). Es decir que el proceso que llevará a la adopción de determinadas formas de los paradigmas pronominal y verbal para el tratamiento de segunda persona singular se da paralelamente en el habla de las dos ciudades, sin que pueda decirse que .kl capitalina sea modelo de la cordobesa, puesto que, además de los enfrentamientos y la escasez de contactos, en ésta la norma es la resultante de una tradición ·idiomática que se vino gestando sin solución de continuidad desde los tiempos de la fundación. Tanto en una como en otra ciudad la "crisis de los tratamientos" tarda en resolverse por la presión de la fuerza conservadora, que liga a los hablantes a formas ejemplares provenientes de la Península.

La segunda etapa en la historia del español de Córdoba empieza despúes de Caseros con la fractura del bloque opositor a Buenos Aires, del que resultan dos facciones: la de los partidarios de la Confederación y enemigos de Buenos Aires y la de los miembros de la vieja clase dirigente, que se rinden su progreso y

294

civilización para hacer posible la organización definitiva del país.

Ahora la mirada de Córdoba se orienta al puerto y los nuevos contactos se ven favorecidos por la construc­cion de caminos, los servicios de "Mensajerías Nacionales" (los primeros entre Córdoba y Rosario), el tendido de líneas de ferrocarril, la implantación del telégrafo, que facilita primero las comunicaciones con Buenos Aires (1869) y Rosario (1870) y luego con las otras provincias y con Europa.

A este mayor contacto de CÓrdoba con las ciudades costeras se suma la nueva configuración de la sociedad, originada en la apertura de la Universidad a toda la juventud sin distinción de linaje y en la particular gravitación que los descendientes de inmigrantes tuvieron en la estructura social. Surge así un nuevo grupo con aspiraciones sociales y políticas: la clase media, integrada por los que ascienden prestigiados por un título universitH ­rio, y por descendientes de inmigrantes, que dan orip,-en a un nuevo tipo de gobernador de provincia que aparece en tiempos de Roca. Esta nueva clase, no atada a lo tradicional, favorece el desplazamiento paulatino de Córdoba hacia la aceptación de Buenos Aires como centro de poder político y, a largo plazo, como foco de irradiación lingüística.

Cómo se presenta el voseo en esta etapa. Hasta las primeras décadas del siglo XX se mantienen las construcciones de voseo pronominal (vos, más que como sujeto se usa normalmente con función de comple­mento término de preposición) con tuteo verbal. Ejemplo aislado es una carta de Cayetano Lozano, de 1871, que retorna a la arcaica alternancia singular/plural: "Viaiad por mi y ti", "pues espero de tu generosidad me comunicaréis tus impresiones", "Creed que tengo para ti" (Doc.2093). Más tarde, la lengua escrita revela el uso exclusivo de tuteo, lo que no significa que se abandonara el voseo: sólo queda reducido a "e:::;tado latente" por la presión ejercida por la escuela y por la prédica de los puristas.

Para Buenos Aires, Fontanella de Weinberg

295

seftala, desde la segunda mitad del siglo XIX, "un uso similar al actual, con una pauta pronominal integrada por vos/vos, te/tu y formas verbales voseante monoptonga­das para presente e imperativo" (p.125).

No es ésta la realidad del habla de Córdoba, donde la estratificación social no debe desdeftarse porque tiene su correlato lingüístico en sociolectos que se mantienen claramente diferenciados desde el siglo XVIII hasta la actualidad, en que tienden recién a borrarse los límites en la generación de los más jÓvenes, de tal manera que no puede presentarse el voseo como un fenómeno Único.

La persistencia de la diferenciación, basada en la conservación de rasgos constantes, permite inferir las características del voseo durante el período de latencia a partir del estado en que se encuentra en nuestros días. La investigación 12, que se ha hecho a través de encuestas, observaciones directas y grabacio­nes en cintas magnetofónicas del habla ~otidiana en distintos niveles socioculturales, generaciones y sexos, permite esbozar el siguiente cuadro: En el nivel alto, las dos generaciones extremas presentan situaciones radicalizadas: en la misma medida en que los más JOvenes se resisten al tuteo, la tercera generación rechaza toda forma de voseo, entre los varones, y contemporiza con tuteo verba~entre las mujeres. La generación intermedia alterna ambas preferencias. En el nivel medio, el voseo homogéneo (vos andás, vos tenés) es opción única en todas las generaciones. En el bajo, la primera generación se así mila al gusto anterior, mientras la tercera y en parte la segunda, sobre todo varones, mantienen con gran vitalidad la construcción "vos andái(s)", "vos tenéi (s)", al lado de las terminaciones monoptongadas "vos andás", "vos tenís".

Como vemos, el voseo en cuanto uso de segunda persona del plural pronominal y/o verbal como tratamiento de segunda singular es un hecho generalizado en CÓrdoba lo mismo que en Buenos Aires. Las diferencias se refieren a la modalidad: mientras en esta ciudad -según cita

296

de Fontanella de Weinberg- es homogéneo, en Córdoba presenta tres variantes: 1) voseo heterogéneo, que aparece no sólo en subjuntivo, sino también en indicativo, en el nivel alto; 2) voseo homogéneo con terminación verbal monoptongada, que abarca el nivel medio y, parcialmente, el alto y el bajo; 3) voseo homogéneo con terminación verbal plena, en algunas generaciones y estilo del nivel bajo.·

Esta distribución del fenómeno permite reconocer la presencia de dos fuerzas que actúan con desparejas potencia y probabilidad de buen éxito: la que impulsa la norma tradicional, conservada en reductos de las dos clases sociales de la Colonia, con pocas perspectivas de vida puesto que está limitada a la tercera generación; y la que impulsa la not:!lla capitalina, difundida en el nivel medio y en las ·generaciones jóvenes de los otros niveles y, en consecuencia, con un futuro más promisorio.

El desplazamiento de la norma hispánica por la capitalina después de la emancipación en los países americanos, que señalara Guitarte, se va cumpliendo, así, muv lentamente en la ciudad de Córdoba, frenada, no pre~isamente por la vigencia del ideal académico que induce al tuteo, sino por la falta de prestigio que para el hablante cordobés tiene la norma de Buenos Aires. Una encuesta sobre la actitud que los hablantes de esta ciudad tienen ante su lengua, muestra que sólo eJ R% de los informantes reconocen el habla bonaeren­se como modelo. Diferentes son los resultados de la que se aplicó en Rosario, que arroja un 30% a favor del habla de Buenos Aires y el Litorall3. Conviene advertir que estos porcentajes dan cuenta de actitudes conscientes, que no tienen la misma presencia en los hablantes de todos los niveles cuando se trata de adherir a usos lingüísticos ajenos: en Córdoba, esa conciencia lingüística funciona en los mejor formados idiomáticamen­te, que evitan asimilarse al voseo porteño al identificarlo con el habla de las barriadas; los del estrato medio, con una conciencia lingüística más bien laxa, buscan esa asimilación como una manera de disimular su condición

297

de provincianos. Finalmente y a manera de conclusión, resta

puntualizar: 1 °) Que el voseo en Córdoba es la manera como

los hablantes resuelven la "crisis de los tratamientos" y, como tal, no es un hecho trasplantado, sino originario y coincidente con la solución adoptada en el resto del país.

2 °) Que el voseo no se siente ya como una mancha en la lengua, sino como un signo de identidad, de madurez lingüística.

3°) Que las diversas modalidades que el voseo presenta en el habla de esta ciudad constituyen un exponente válido de la vitalidad de la lengua, que se manifiesta a través de soluciones propias a crisis idiomáti·· cas sin renunciar a su tradición, ni renegar de posibles interferencias debidas al contacto con otros grupos de la misma comunidadl4.

Universidad Nocional de Córdoba

298

IOTAS

1 Pedro J. RONA. Algunos asSlctos metodoló~icos de la dialectolo­gía hispanoamericana. Mónte~deo, 1958, p. 2.

2 Guillenno GUITARTE. "Perspectivas de la investigación diacróni­ca en Hispanoamérica. México, ONAM, 1980, p.125.

3 George FOSTER. "Aspectos antropológicos de la conquista espallola de América". En Estudios Americanos, Vol. VIII, N° 35-36. Sevilla, 1954. p.163.

4 Vicente GARCIA DE DIEGO. NEl castellano corno complejo dialectal y sus dialectos internos": En RFE, XXXIV, 1950, pp. 107-124.

5 Ram6n MENENDEZ PIDAL. "Sevilla frente a Madrid. Algunas precisiones sobre el espaftol de América". En Miscelánea homena~e a André Martinet. Canarias, Universidad de la laguna, 196 , pp. 990' 165.

6 A esa intención obedece la carta del Obispo Abad !llana al Conde de Aranda del 7 de junio de 1768: "he oido que la ciudad de Buenos Aires ha pedido ~ V.M. que lleve alla la Un ivers ida d de esta de Cór·doba . . . Buenos Aires puede a 1 ega r la muchedumbre de sus vecinos, la magnificencia de sus edificios, i en suma ser tal que si estuviera en Europa pudiera repetir para corte. Pues si es una ciudad de tanta ostentación ¿por que inv1dia a Córdoba una prerrogativa de que la tienen en posesion tantos Pontífices y tantos reyes? Buenos Aires es ciudad opulenta y florida. No asi Cordoba. ~or eso necesita mas del amparo de V .M." citada por Juan M. Garro en Bosqueio histórico de la Universidad de Córdoba. Buenos Aires, Impren a de Juan M. Bfedma, 1882. p.13o.

7 Archivo del Ooctor GreTorio Funes. Prólogos de Héctor Olmedo Gort~s. Buenos Aires, mprenta de la Biblioteca ~acional, 1848. ::>. 76.

8 Efrafn BISCHOFF. Historia de la provincia de Córdoba. Buenos Aires, Géminis, 1970. p.177.

9 Recogido por Rafael LAPESA. "las formas verbales de segunda persona y 1 os ori genes de 1 voseo". En Actas de 1 I I I Congreso Internacional de Hispanistas. México, rr--!olegio de Méx1co, 1976'.

10 Cita de Pedro GRENON. "Apodos históricos. Relaciones documen­tales". En Historia. Revista Trimestral, ano 1, No 2. Buenos Aires, 1955. pp. 97-110.

11 P. Pedro GRENON, Documentos históricos. Sección literatura. Tomo 11. Córdoba, 1924. p.71.

299

12 El voseo es el segundo tet1111 del Progralllil de Investigación Interuniversitaria •Estudio del espaflol hablado en la Argentina mediterránea". El equipo de Córdoba, uno de 1 os once que participan en el Programa, está integrado: Directoras, Oras. Alicia Malanca de Rodrfguez Rojas y Nora Lilf Prevedello; Investigadoras, U c. María Teresa Toniolo y Silvia Andri; Encuestadores: Prof. N1na Crespo. Teresa Monatyrsk1 y Enrique Aurora.

13 Halanca, Alicia, Prevedello, Nora Lilf y Toniolo, Marfa Teresa, "Actitud del hablante ante su lengua. Resultado de una encuesta realizada en Córdoba (Argentina)•. En LEA. Ediciones Cultura Hiseánica. Madrid, 1987, págs. 33-47. -wefida DOMNI DE HIRANDE. Actitud, valoración y normas lingüísticas regionales y suprerregionales". En Revista Universidad, N° 93, Santa Fe, 1979. pp. 39-49.

14. Documentos analizados: ACC: Album de cartas coloniales. Recopilación hecha por el P. Greno~doba, 1965. [F: Utera­tura femenina, Tomo 11 de Documentos históricos. Sección literatura. Recopilación del P. Pedro Grenon, Córdoba, 1924. Doc.: Documentos del Instituto de Estudios Americanistas. Escuela de Historia de la Facultad de Filosofh y Humanidades (Universidad Nacional de C·5rdoba.

Las cartas consultadas son del epistolario de las familias Lozano y Cafferata.

300