karel bofill (cuba). poemas
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Poeta cubano nacido en Hradec Králové, Checoslovaquia, en 1986TRANSCRIPT
KAREL BOFILL BAHAMONDE (Hradec Králové, Checoslovaquia, 1986)
Poeta y narrador. Ingeniero Informático. Diseñador Gráfico. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Graduado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso y del Centro de Estudios Literarios Hotel Kafka, en 2008. Ha obtenido los premios David de Poesía y Alcorta en 2009, Digdora Alonso y la beca de creación La Noche en 2011, así como Mención en los concursos José Jacinto Milanés, Reina del Mar Editores y Calendario entre los años 2007 y 2011. Ha publicado Escala en Naxos (Ediciones Matanzas, 2009), Matrioshkas (Ediciones Unión, 2010) y Fragmentos en la humedad (Editorial Cauce, 2010). En 2011 participó en el festival internacional “Cosmopoética. Poetas del mundo en Córdoba”, en su octava edición.
E-MAIL: [email protected]
CEL.: (+53) 58 21 3473
DIRECCIÓN: Daoiz, No. 29206 e/ Manzaneda y Zaragoza. Matanzas. Cuba.
CP 40100
Del libro Matrioshkas (Ediciones Unión, 2010)
(cadáver de perro negro)
el hombre que limpia la playa
en las mañanas
tiene asido por las patas traseras
el cadáver de un perro
el hombre que limpia la playa
ha abierto un agujero
en la arena pestilente
y frente a él
con la mayor naturalidad
tiene asido por las patas traseras
el cadáver de un perro
el hombre que limpia la playa
no sabe que lo observo
durante el único instante que mis ojos
son capaces de soportar
aquel triste cuadro
(en las mañanas uno es feliz a veces)
lo veo inclinado hacia delante
con las piernas separadas
entre sus piernas puedo ver
un trozo de cadáver de perro negro
tieso
que será enterrado a pocos centímetros
bajo la arena
(contra todas las reglas)
y los buitres eternos que rondan la ciudad
lo sentirán
como el último ladrido entrecortado
de su garganta
pero el hombre no sabe de esto
desconoce que entre sus piernas separadas veo como
tiene asido por las patas traseras
el cadáver de un perro
(romper almendras)
alguien rompía almendras con el busto de Martí
dónde están las rocas
con que trazaba planos en el suelo terroso
de la manigua
he buscado
más no he visto sino un agujero en la frente de plomo
y alguien que rompía almendras con el busto de Martí
sin saber que la almendra es también
una Isla
Del libro Fragmentos en la humedad (Editorial Cauce, 2010)
EN LA TERMINAL DE MATANZAS
hay algo parecido a un masturbador
mira a mi mujer y sonríe
no le importo
no se importa
solo conoce que en cada acto retorcido
existe algo así como una almendra rota
desde la que fluyen todos los placeres
en la terminal de Matanzas
soy yo el retorcido
el reducido mental
y quiero largarme con mi hedonista almendra fuera de estación
lejos de este sitio
de esta ciudad
donde ya es imposible que fluya hacia algún cauce
mi charquito de belleza
la palabra Terminal me recuerda el preludio de algún maligno fin
la palabra Matanzas lo concluye
(del libro Un niño idiota que arranca cerezas doradas, inédito)
SOY EL ALTÍSIMO
alimentado con vidriosos insectos
que provienen del mar
soy el Altísimo e insecto
aposentado en los tibios raíles del verano
vienen cargados de esa luz que provoca
cortes esofágicos
ellos vienen hasta aquí y los acepto
porque mi dolor abre la memoria de lo hermoso
ellos alimentan al Altísimo
ellos me hieren
(del libro Lo que era todo, inédito)
EN ESTOS DÍAS DE INVIERNO INSULAR
—cuando el mar se horizonta en forma bochornosa—
acostumbro recoger del suelo alguna banderita
—de esas que rehúsa tras los desfiles el pueblo derrotado—
y plegar su hoja
con la destreza típica de los actos aprendidos en la infancia
hasta lograr un barco de papel
que lanzo más allá de la exánime orilla
y abordo
pero no
¡no huyo!
tan solo quiero tenderme bajo esta vela roja de una estrella
observar las tiñosas que nos sobrevuelan
creer que son gaviotas
y recordar la paz que éramos los aguaceros y yo:
yo tenía un carrete de poliespuma
yo tenía un largo nylon de pescar
y muchos barquitos —no de banderas sino de hojas de papel común—
yo enrollaba el nylon al carrete y amarraba un barquito al nylon
yo me asomaba al postigo y lanzaba el barquito a la sucia corriente del contén
(yo decía río)
y lo dejaba ir
y lo observaba sortear baches (yo decía rápidos) y basura (yo decía piratas)
y lo dejaba ir hasta el final del nylon
y lo recogía
y muchas veces no había nada en el extremo
y otras había un trozo de papel abierto-sucio de limo (yo decía algas)
y era feliz aquello
no había estas horribles tiñosas que hacen ver todo del mismo color
que traen sobre mi banderita
sobre mí
toda su peste
EN EL MURO DE MI PATIO
nacieron manchas negras de humedad
y pobreza
formaban allí los restos de una monumental batalla
donde algunos corceles y perros rapiñaban
el moho de los hombres caídos
desde el centro de la tierra
—casi a la altura de mis ojos—
un gusano subía al campo
a desolarlo todo
en el muro del patio
un terrible cuadro se dibujaba
solo para mí
nunca quise contar aquella historia
no quise mostrar tanto dolor imaginado
al cubrir el antiguo paredón del patio
con el blanquísimo espeso implacable vinil de la adultez
y la aparente riqueza
descubro que Dios y todo lo hermoso
es una historia terrible que de niño alguien presenció
bajo cada restauradora capa de pintura
un infernal gusano nos embosca
para mi madre
Pudiera yo, hijo mío,
(…) muriendo
Mis años dándote,
Envejecerte súbito,
La vida ahorrarte!–
JOSÉ MARTÍ
ARROZ
y huevo frito
uno sobre el otro
como una montaña de nieve
donde
según mi madre yo
jugaba
es más brillante toda
mi fortuna
bajo la luz circular
checoslovaca
más portable
contenida en porcelana
checoslovaca
más fácil de comer
en el ancho tenedor
checoslovaco
más placentera
frente al televisor
checoslovaco
todo era mejor y era
lo mismo
cada tarde
checoslovaca
en casa
cubana
donde yo
checoslovaco
veía a mi madre
cubana
ante el único plato de la mesa
poner el huevo frito
al fondo
esparcir sal
cubrir todo con arroz
y hacer una montaña
que para ella nada tenía que ver
con la nieve ni el retozo
más bien con aquella
que trajo toda
esa miseria
(del libro Ventana tropical, inédito)
para Jose, mi padre, y por él
MI PADRE
corta la losa de barro y la sierra
pierde su
indigente dentadura
en esas tardes de división
hay que tapiar las puertas y agujeros
del cuerpo
por donde el polvo
colorado se introduce
el suelo en esas tardes
se enrojece sobre el gris
nace una ocre naturaleza
donde se marcan dos huellas
son los pies de mi padre
son las pisadas de una rara
bestia en el desierto primigenio
de la creación
digo Creación:
mi padre suda y coloca
las mitades una encima
de otra
como un calcáreo feto
humano mi padre
suda gotas en su continuidad
forman sobre el polvo sobre la división
brotada de su frente y su antebrazo
un hilo meandro arteria un caudal
de sangre reptante
busca un cuerpo para
alimentar busca a Dios mi padre
lo lleva adentro
LA LIBÉLULA
observa hijo cómo
atrapada estática semeja
tu onirismo
obsérvate en alguna faceta de sus múltiples
ojos tu viaje
cómo se hace estomacal o
sulfúrico hasta la realidad
sus alas géminis
batiendo el aire ante tu vista –cristalito
de su multiplicidad– géminis
que nada mueven nada
pueden transportar de un sitio
a otro
tus brazos hijo
fuertes son como todo lo inútil provocando
desplazamiento motion
de un cuerpo físico como la realidad
que de súbito desclava
tu cabeza
hijo observa
la libélula su estaticidad
¿si no fuera? ¿sus cristales
te reflejarían?
liberémosla
en su desplazamiento –motion
esmirriado– se mueve
algo tan enorme que tus brazos jamás
admitirán
abre la boquita al avioncito
la libélula es tu alimento
digiere tus brazos
ya no serán
tan poderosos ni servil
la gelatina en tu cabeza
liberémosla
hijo has mutado hacia mí
ahí ves
cómo se aleja en su vuelo
instantáneo te extravía
¡en mi recuerdo
la libélula era
una pesadilla tan hermosa!
si regresa no
imagino qué será
de nosotros