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KinKaban, Año I, N° 1 (ene-jun, 2012), pp. 8-14
Revista electrónica del CEIC M
Centro de Estudios Interdisciplinarios de las Culturas Mesoamericanas, A.C.
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Dossier
DEPÓSITOS RITUALES. CONSECUENCIAS DE LA GUERRA EN DOS SITIOS MAYAS PREHISPÁNICOS
Violeta Vázquez Campa
Posgrado Antropología/FFyL/UNAM, CEICUM
Resumen Los depósitos rituales son un elemento generalizado en la arqueología de Mesoamérica y por supuesto en el área maya. Los
arqueólogos mayistas les dieron el nombre de “escondites”, ofrendas y depósitos de fundación implicando una función del
depósito. Por tal razón he considerado necesario realizar un análisis detallado de los depósitos rituales de acuerdo a sus
contextos. En este artículo incluyo sólo los contenidos en juegos de pelota y que según mis observaciones pueden ser pro-
ducto de rituales realizados por los gobernantes a consecuencia de las guerras entre los pueblos. De tal forma, el presente
artículo incluye los datos arqueológicos y parcialmente epigráficos, así como un análisis preliminar que vislumbra la corre-
lación entre actividades rituales, arquitectura y dinámicas sociopolíticas de los grupos gobernantes.
Abstract In Mesoamerican archaeology the ritual deposit is an element frequently found. The archaeologists who study these ele-
ments in the Maya area refer to them as cache, offering and foundation deposits. In this study I analyze these ritual deposits
detected in the archaeological records, according with their context in which they emerged. It includes only analyze ele-
ments buried in ball courts, as according to my observations, it may be the result of a ritual event as cause or consequence of
war between groups, conducted by people whom wielded considerable sociopolitical power. I also include archaeological
data, partially epigraphic data, and a preliminary analysis that suggests the link between ritual activities, architecture, and
sociopolitical dynamic among the groups in power.
Introducción
Un depósito ritual es un conjunto de objetos valiosos, sa-
crificiales y ceremoniales que fueron dejados intencio-
nalmente y que tenían un carácter ritual. Ambos, sacrificio
y ofrenda, son lo que constituye el depósito ritual
(Dehouve 2007:15-16). A estos depósitos, dentro de la
arqueología, se les ha dado diferentes nombres limitando
su función y se les llama ofrendas genéricamente. En la
literatura americana y francesa se les da el nombre de
cache, definido como “escondite” (Coe 1959:77; Oxford
2003). “La palabra cache se usa para definir un grupo de
objetos encontrados regados en un área, pero que se en-
cuentran relacionados entre sí, una colocación común es
estar asociados a una estela” (Ricketson y Ricketson
1937:139).
Dentro de esta investigación un depósito ritual ar-
queológico es entendido como el conjunto de objetos que
fueron dejados de forma intencional y que son el residuo
de un evento ritual el cual puede estar conformado por
diferentes objetos como vasijas, jades, conchas, obsidia-
nas, sílex, puntas de raya, entre otros. Los contextos
donde se localizan este tipo de depósitos son de tipo
domésticos y públicos, como unidades habitacionales de
comuneros, de elites y en la arquitectura monumental.
Debido a la variedad de contextos en los que se pueden
encontrar este tipo de depósitos, se ha establecido como
parte de la metodología la realización de tipologías y ba-
ses de datos para poder determinar si se trata de un solo
evento o si existen patrones que nos indiquen que fuera
una práctica repetitiva, la cual le asigna su carácter ritual.
Se cree, tradicionalmente, que algunos de estos de-
pósitos rituales pueden estar conectados con actividades
económicas y su contenido puede ser indicador de inter-
cambios a larga o corta distancia. Empero, considero que
este tipo de depósitos rituales están ligados a asuntos
políticos y religiosos. Como la concentración y legitimi-
zación del poder, la manipulación de las masas por parte
de la élite gobernante y la necesidad de agradar a los dio-
ses para mantener el equilibrio del cosmos. En este sen-
tido, es importante señalar el acercamiento que tiene la
arqueología simbólica, la cual, al igual que el resto de las
arqueologías es materialista, pero no sólo eso, sino que
también analiza el efecto simbólico que se produce, re-
Depósitos rituales
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produce y transforma, mediante las relaciones de los
agentes, el sistema lógico de los significados para atribuir
un sentido a sus prácticas y significado a sus representa-
ciones (Iwaniszewski 2007:205). Por otro lado, los estu-
dios transculturales indican que ciertos aspectos
producidos por el comportamiento social pueden ser “fo-
silizados” en la arquitectura, en los patrones espaciales, en
las costumbres funerarias, en el arte y en los eventos ri-
tuales (Hendon 1991:894). De acuerdo con esta posición,
el análisis de los contextos puede hacer que el estudio del
acto social, expresado materialmente en los depósitos
rituales, sea más productivo y quizás se pueda entender,
por lo menos una parte de la ceremonia ritual (López
Luján 2005:38), lo cual es uno de los objetivos a perse-
guir en esta investigación.
Depósitos rituales en la actualidad
En diversas poblaciones del área maya, se realizan even-
tos rituales que implican la colocación de depósitos. En
dichos actos, celebrados bajo diferentes circunstancias y
necesidades como son el nacimiento, el matrimonio, la
dedicación de la casa, el ciclo agrícola, la festividad del
santo o la celebración de los muertos, utilizan general-
mente el mismo tipo de objetos para ofrendar como son:
cigarros, pan, alcohol, gallinas, cacao, maíz, tamales,
atole, bebidas fermentadas, flores y copal. Algunos de los
ejemplos mejores documentados son los depósitos reali-
zados con motivo de la construcción de casas, festividad
de muertos y los realizados en honor a la deidad de los
cerros. Durante los eventos mencionados arriba se elabo-
ran depósitos rituales similares a los recuperados arque-
ológicamente con diferentes objetos y posiblemente con
cargas simbólicas distintas.
Rituales en Casas
Entre los Tzotziles de Zinacantan en los altos de Chiapas,
se han documentado rituales de dedicación de casas, uno
de los cuales resumo a continuación. Para construir una
casa, ellos cortan la madera en otoño durante la fase de
luna llena, para poder dejarla secar e iniciar la construc-
ción en primavera. Realizan dos ritos, el primero se llama
Hol Chuk o “atado de la cabeza del techo”, que se realiza
cuando las paredes están terminadas y las vigas del techo
colocadas. Consiste en colgar una cuerda del techo de la
casa y amarrar a cuatro pollos por las patas, degollarlos y
enterrar las cabezas al centro del piso. Después los pollos
se cocinan y el techo y sus cuatro esquinas son alimenta-
dos con caldo de pollo y aguardiente. Esto es realizado
por los trabajadores, que al final consumen el pollo y
beben el aguardiente. El segundo rito se llama Ch’ul
Kantela o “sagrada vela” y es realizado inmediatamente
después de terminar la casa. Lo realiza un Chaman y sirve
para compensar al señor de la tierra e invocar a los dioses
ancestrales para que doten la casa de un alma propia. El
ritual consiste en colocar una cruz en el patio de la casa
amarrándola a una estaca central, él reza y los músicos
tocan el violín, el arpa y la guitarra, se ofrecen velas blan-
cas y se quema copal en un brasero. Después, se va aden-
tro de la casa, donde se cuelga una cuerda al centro del
techo y un número determinado de gallos y gallinas, según
el sexo y la cantidad de las personas que habitaran la casa.
Al centro de la casa, exactamente donde cuelgan las aves
degolladas y se hace un hoyo para que caiga su sangre.
Ahí mismo se entierran las cabezas y las plumas, como
ofrenda al señor de la tierra. Un gallo negro se reserva
para que el Chaman lo mate torciéndole el cuello, le es-
cupe aguardiente y le lanza un puño de tierra, completo se
entierra en el hoyo con la cabeza al poniente, como los
niños sin bautizar, y apisonan la tierra como una tumba
sobre la cual colocan una cruz de treinta centímetros en el
extremo oriental, adornada con hojas de pino y geranios
rojos. Después se realiza una pequeña procesión dentro de
la casa, en sentido contrario a las agujas del reloj, hacen
oraciones en cada esquina, plantan velas, dos blancas y
una de cebo y riegan caldo de pollo y pox. Al final tienen
una comida ritual de pollo, posteriormente se prepara
velas y flores para visitar cuatro montañas sagradas en las
cuales ofrecerán velas, copal, aguardiente y plegarias a los
dioses ancestrales. De regreso a la cruz del patio de la
casa, se hacen plegarias y se entra a la misma, se reza en
la tumba del gallo y bailan. La ceremonia termina con una
comida ritual (Vogt 1993:85-89). En esta dedicación de
una casa es interesante notar el hecho que las ofrendas son
enterradas bajo el piso, al centro de la casa. Similar a
algunos depósitos rituales arqueológicos.
Los depósitos rituales de Hanal Pixan
Son depósitos rituales que se realizan a los difuntos, em-
pezando el 31 de octubre con el recibimiento a los niños o
Mejen Pixán, alma pequeña. Los depósitos que se colocan
para estos pequeños pueden ser pan dulce, chocolate ba-
tido en agua caliente (con batidor y molino de madera).
Cuando se terminó de batir el chocolate se ponen en tres
jícaras, si se trata de niñas, porque su vida gira en torno a
las tres piedras del fogón, o en cuatro jícaras si se trata de
niños, por ser cuatro las esquinas de la milpa. También se
les puede poner comida como caldo de pollo que ayuda a
crecer y a tener fortaleza y energía. O escabeche de pollo,
relleno blanco o negro de pavo, y alguna otra comida
preferida del difunto. Todos los utensilios dónde se depo-
sita la comida deben de ser de barro o jícara, no en vidrio,
plástico o metal, ya que el alma podría ver su reflejo,
asustarse e irse.
Los depósitos rituales que se le les ofrecen al Nojox
Pixán, o alma grande, son diferentes alimentos y objetos,
el más importante es un tamal, en forma circular envuelto
con hoja de plátano llamado “mucbipollo” (tamal de pollo
cocido bajo la tierra, trad. mía). Es de masa de maíz re-
lleno de pollo o puerco con una salsa especial a base de
achiote. Se colocan de acuerdo al sexo del difunto, si es
mujer son tres y al centro, en forma triangular; y si es
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varón, son cuatro, duplicados de dos en cada esquina de la
mesa-altar (Várguez Eb 2007:11-12,26-27).
Depósitos rituales al dios de la lluvia
En varios pueblos mayas aún se prepara una bebida lla-
mada chilate, entre los Ch’ortis de Quetzaltepeque en
Guatemala, por ejemplo, se llama Chilate o sa’, una be-
bida tradicional a base de maíz y cacao. Esta bebida es
equivalente al sakha’ o saka’, por otros grupos mayas.
Una variedad que se utiliza para depósitos rituales es el
saksa’ o “bebida de maíz blanco”. El chilate caliente con
cacao se sirve en las festividades que se realizan durante
la época de secas. El chilate negro para los depósitos ri-
tuales es diferente, el cacao no es tostado y es preparado
con agua virgen de manantial. En un ritual que realiza el
23 de abril casi a la media noche, en el lugar conocido
como “puerta de las lagunas que hay en el cerro”, los
Ch’ortis realizan una celebración al dios de la lluvia, en la
cual le ofrecen: cinco tamalitos, un tamal grande, un altero
de tortillas de maíz, una gallina, una jícara con chilate
caliente y chocolate, un huacal con chilate negro frío, un
cerro de empanadas mezcladas con frijol negro, pan dulce
envuelto en ropa blanca, un vaso alto con café, una botella
de licor y un paquete de cigarros en el centro. Todo esto,
lo disponen en un área rectangular en el piso limitada con
cuatro velas en cada esquina y una al centro, a manera de
quincunce. Se riegan cinco jícaras de chilate negro en “la
puerta de las lagunas del cerro” y un pavo es sacrificado y
se ofrenda su sangre (Kufer y Heinrich 2006:395).
Es evidente que el cacao o Theobroma encierra un
simbolismo único: es “el alimento para los dioses”. Es
interesante recordar que en el análisis epigráfico de cerá-
micas, se menciona que las vasijas de los personajes eran
para “beber atole afrutado con cacao”. Por otro lado, un
estudio químico hecho a un tipo de jarras efigie con asa
vertedera, procedentes de contextos arqueológicos, resul-
taron que contenían Theobromina (Powis, et al. 2002:85).
Con estos ejemplos, es indudable que el cacao tenía un
papel muy importante, de valor y de prestigio, que era
ofrendado a dioses y gobernantes. Además, era el símbolo
de la oscuridad, la noche, lo femenino, la muerte y la
cueva, ya que es en este lugar dónde se transforma y re-
nace. Por lo tanto, el cacao está asociado con este proceso.
Su color obscuro envuelve múltiples significados: muchas
deidades mayas antiguas, imágenes de santos modernos y
vírgenes en el área maya son negros y posiblemente la
devoción ellos esté asociada con el color del cacao.
En resumen, es indudable que en la época actual se
siguen realizando rituales dirigidos a diversas necesidades
de las comunidades. Es importante resaltar aquí la canti-
dad, la calidad y el tipo de objetos que se depositan en
estos rituales.
Depósitos rituales en la epigrafía
Apoyados en los datos que nos otorga la lingüística y la
epigrafía, sabemos que existen diferentes formas de refe-
rirse a un depósito ritual: maay (regalo, ofrenda, tabaco),
matan (regalo), sih= sihjay (ofrenda, don, regalo), y
yak’awa (se dio, se entregó, se ofrenda). Estas formas o
entradas en la escritura jeroglífica nos dan una guía hacia
donde ir en busca de depósitos rituales o lo que quedó de
ellos, a continuación presento un ejemplos que refieren al
tipo de ritual y lo que pudo ser el depósito ritual.
Ritual de och k’ahk’ asociado a dedicación de templos y casas
La ceremonia de och k’ahk’ realizada durante el periodo
Clásico maya es posible que sea similar a la ceremonia de
ocna descrita por Fray Diego de Landa. Este ritual pudo
estar relacionado con la quema de copal para inaugurar las
casas y los edificios. Los epigrafistas utilizan el término
lak como sinónimo de plato/incensario (Stuart 1998).
Linda Schele (2001) creía que la casa es la representación
del universo, por ello debió ser tan importante la realiza-
ción de rituales para dotar a las casas de un “alma propia”
(Vogt 1993:85). Además de la posible quema de incienso
relacionada con la inauguración de la casa, existe eviden-
cia que indica que “algo” era depositado. Por ejemplo, en
los glifos del Dintel 23 de Yaxchilán (Figs. 1 y 2),
ubicado en el edifico 23 del mismo sitio, se lee “en 723
d.C. fue cerrada o atada la puerta de la casa de la señora
K’ab’al Xook” y en el mismo, en el lado b, se lee que
“entró el fuego a la casa” de la misma señora. En este
caso, se realiza un depósito ritual a la casa: el dintel
mismo; es posible que existieran otros realizados al
edifico que no fueron identificados como tales al
momento de la excavación. Lo único que sabemos sobre
la estructura 23 es que bajo los cuartos principales estaban
las tumbas de la señora K’ab’al Xook y de Itzamnaaj
B’alam II (Hernández Espinosa y Márques Morfín
2004:199; Martin y Grube 2000:126; Tate 1993:203). El
resto de la información sobre este edificio y de las
excavaciones del sitio en general no están publicadas ni
disponibles como informe en el archivo técnico del INAH.
Otro ejemplo de dedicación de casa, lo encontramos
registrado en el Dintel 56, estructura 11 de Yaxchilán. En
este dintel se describe “entrada del fuego a la casa de la
señora Sak Biyaan”, otra esposa de Itzamnaaj B’alam II
(Fig. 3).
En resumen, la evidencia epigráfica indica que los
mayas del Clásico realizaban diversas ceremonias que
implicaban la petición, el agradecimiento o el permiso
para realizar una actividad. Estos rituales dejaron como
huellas objetos ceremoniales y textos jeroglíficos que
ayudan a comprender, cuando menos, una pequeña parte
de los rituales que llevaban a cabo.
Depósitos rituales
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Figura 1. Dintel 23, Estr. 23, Yaxchilán. Upasil yootot "Es la entrada de la casa". Dibujo de I. Graham 1996.
Figura 2. Dintel 23b, Estr. 23, Yaxchilán. Dibujo de I. Graham 1996.
Figura 3. Dintel 56, Estr. 11, Yaxchilán, ritual de dedicación och k’ahk’ “entró el fuego a … la casa de la señora Sak Biyaan”.
Dibujo de I. Graham 1996.
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Depósitos rituales arqueológicos en Juegos de Pelota
Cobá
El juego de pelota del grupo D, cerca del
inicio del Sacbé 4, es del tipo abierto con
dos estructuras paralelas, cancha estrecha y
anillos. En sus taludes se encontraron tres
paneles (1,2 y 4) y la Estela 30. Este juego
de pelota está orientado noreste-suroeste. En
las exploraciones que se realizaron al centro
de la cancha se encontró una cista circular la
cual contenía un depósito ritual compuesto
por una concha Spondylus americanus en
cuyo interior había 47 objetos, 23 de jadeíta,
18 de concha, dos de caracol, una perla, una
navaja de obsidiana, un fragmento de pirita y
otro de hematita especular. La cerámica
asociada al depósito corresponde al 700-800
d.C. (Con 2000:29-30).
El juego de pelota del grupo Cobá se
localiza al costado noreste de la gran plaza y en la esquina
noreste de la Acrópolis, es del tipo abierto con dos edifi-
cios paralelos orientados a 9° y anillos (Fig. 4). El de-
pósito ritual se encontró en una cista circular al extremo
sur de la cancha cerca de la banqueta del cuerpo este, bajo
el piso de estuco, sobre el relleno (Fig. 5). Consta de 44
objetos como piedra verde, jadeíta, obsidiana, pirita, con-
chas grabadas y caracol, además de numerosas laminillas
de los mismos materiales que formaron parte de un mo-
saico que pudo estar montado sobre una superficie pere-
cedera (Con 2000:31).
Juego de Pelota hundido de Toniná
El depósito ritual fue encontrado en
una cista circular hecha con piedra,
ubicado al centro del Juego de
Pelota hundido (Fig.6). Contenía 9
fragmentos de obsidiana gris
translúcida de Guatemala, una
esfera de concha, seis fragmentos
de estuco, cinco son pendientes,
además, había restos vegetales
impresos en una base calcárea,
posiblemente colocados intencio-
nalmente. La cubierta de esta cista
circular era un disco, el Monu-
mento 69 con fecha 9.13.19.12.5 8
Chikchan 18 Ch’en (8 de agosto de
711 d.C.) y con un personaje que
aparece sentado sobre una banqueta
con signos de concha evocando al
inframundo y sosteniendo la barra
de mando (Fig. 7).
Otro depósito fue localizado
en una cista circular de piedra,
ubicada al sur del Juego de Pelota hundido. Contenía 10
fragmentos de navajillas de obsidiana gris translúcida de
doble punta y una cuenta de concha (Becquelin y Baudez
1984:166-168).
El último depósito se localizó en una cista circular de
piedra, ubicada al norte del Juego de Pelota hundido.
Contenía 11 fragmentos de navajillas de obsidiana gris
translúcida algunas de doble punta, una recipiente minia-
tura de jadeíta, un cubo de piedra verde, un artefacto des-
conocido en piedra verde, dos cilindros de piedra verde,
un fragmento de elemento aplicable de mosaico de hema-
tita, una cuenta de concha y un fragmento de borde de
concha (Becquelin y Baudez 1984:166-168).
Figura 4. Juego de Pelota del Grupo Cobá con depósito ritual.
Redibujado de Con 2000.
Figura 5. Juego de Pelota del grupo Cobá, con la protección de la excavación del depósito ritual al sur
de la cancha. Foto de la autora.
Depósitos rituales
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Comentarios finales
Cobá fue una ciudad que ejerció gran influencia en la
costa nororiental de la Península de Yucatán entre los
años 200-600 d.C. Este poder que logró conseguir la ciu-
dad estaba sustentado en el dominio de amplios territorios
agrícolas e hidráulicos, que posiblemente incluían
el control de algunos puertos de importan-
cia como el de Xelha. Después del 600
d.C. el fortalecimiento de las ciuda-
des del Puuc Yucateco, así como la
posterior aparición de Chichen
Itzá en el panorama sociopolí-
tico de la península, significa-
ron cambios en la estructura de
poder de Cobá y sus relaciones
con otras ciudades importan-
tes, que la abrían obligado a
modificar sus dominios territo-
riales. Este reacomodo socio-
político, implicó cambios a ni-
veles internos en el sistema
religioso y de afianzamiento del
poder, una de estas modificaciones
fue la realización de rituales en los jue-
gos de pelota, lo cuales dejaron como evi-
dencia los depósitos rituales que
aquí se han presentado y que fue-
ron fechados para el 700 d.C.
En Toniná, después que el gobernante 8 ejerció el
control sobre el valle y principalmente tomando cautivo al
gobernante de Kalolté, inició
una serie de remodelaciones
por la ciudad. Esencialmente
en el Juego de Pelota
hundido, donde cambió el
piso y quizá removió el disco
central original para colocar
el Monumento 69 en su lugar,
pero primero, realizó una
ceremonia que incluye el
depósito ritual dentro de cada
cista, ubicadas al centro y en
los extremos de la cancha
(Ayala Falcón 1995:221),
estos depósitos fueron
fechados alrededor del año
700 d. C. por el equipo de
arqueólogos franceses.
Adicionalmente en el propio
monumento 69 está inscrita la
fecha de 8 Chikchan 18 Sak
9.17.11.12.5 (5 septiembre de
775 d.C.).
Es interesante observar
que los depósitos rituales de
los juegos de pelota fueron
dejados en cistas circulares en lugares clave del juego de
pelota, al centro y en los extremos de la cancha, y que
contenían objetos como conchas, navajillas de obsidiana,
piedras verdes y jadeíta, pirita y hematita. No está de más
remarcar el significado que tienen estos objetos y que
indudablemente se encuentran asociados al ambiente del
inframundo. Las cistas perfectamente
construidas y tapiadas facilitan el ambiente
acuático; es decir, son impermeables, y
se encuentran reforzadas con la
presencia de objetos de concha que
se asocian al inframundo y con
las navajillas de obsidiana, que
como dice el Popol Vuh corta
con su filo los aires de Xibalba.
Los objetos de jadeíta que
representan el maíz, el sustento
eterno materializado en una
roca, y la fertilidad misma,
tienen que estar en el ambiente
del inframundo para dar su fruto;
así mismo la hematita simboliza la
sangre ofrecida en autosacrificio. El
conjunto de estos objetos personifican
y facilitan la comunicación del mundo de
los vivos con el mundo de los muertos y de los
dioses, aunado al simbolismo que
encierra la cancha y el juego de
pelota en sí con cuestiones
religiosas, políticas y militares, como lo demuestran los
diferentes monumentos de cautivos asociados a los juegos
Figura 6. Juego de Pelota de Toniná, visto de norte a sur. Con Indicación de M69 (central)
y M89 (al norte). Foto de la autora.
Figura 7. Monumento 69 de Toniná. Dibujo de
Ian Graham 1996.
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de pelota. También es interesante revisar la iconografía
del M69, el personaje con la barra de mando, sentado
sobre una “banqueta” con signos de conchas, evocando
una vez más al inframundo.
De esta forma podemos observar, al igual que en si-
tios como Tikal y Caracol, que después de un evento de
guerra y captura de personajes, los sitios que tienen el
predominio o el sitio vencedor, realiza rituales que deja-
ban como huella abundantes depósitos rituales en dife-
rentes contextos. Esta acción conseguía reforzar el vínculo
con los dioses y fortalecer la relación con los integrantes
de la comunidad. Pero no sólo se limitaba al aspecto ritual
y bélico, sino que era parte de la economía de los pueblos.
En este sentido, la parte económica del ritual es entendida
como la materialización de los valores y creencias a través
de la adquisición y el consumo para conseguir dar forma y
significado a la interpretación. Usando esta definición, se
enfatiza la dinámica y los procesos de materialización en
ambos términos, social y económica, en los cuales todos
los miembros de la sociedad pueden participar en las ne-
gociaciones, reproducciones, como apoyo, y en la trans-
formación de los significados culturales a través del
mundo material. Por lo tanto, el término “economía del
ritual” es utilizado como una construcción teórica para
inspirar y organizar preguntas acerca de cómo las prácti-
cas económicas son ritualizadas, cómo las prácticas ritua-
les son economizadas y cómo estas acciones secuenciales
o simultáneas comunican y constituyen la visión del
mundo (Wells y Davis-Salazar 2007:3).Aunque aquí sólo
vimos los depósitos rituales asociados a los juegos de
pelota, el resto no son excluyentes. Es indudable que el
depósito ritual tiene un carácter económico, político y
religioso, además de plasmar la visión del cosmos, es
utilizado por los gobernantes para reafirmar y legitimar
su poder.
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