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Julio Herranz Migueláñez

de Asís y los lugares franciscanos

RANCISCO

Diseño: Juan Pedro Cantero Hellín Estudio SM

© 2014, Julio Herranz Migueláñez© 2014, PPC, Editorial y Distribuidora, SA Impresores, 2 Parque Empresarial Prado del Espino 28660 Boadilla del Monte (Madrid) [email protected] www.ppc-editorial.com

ISBN 978-84-288-2752-2Depósito legal: M-17.929-2014Impreso en la UE / Printed in EU

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la Ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autori-zación de los titulares de su propiedad intelectual. La infracción de los derechos de difusión de la obra puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos vela por el respeto de los citados derechos.

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I. A)1) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111. Asís en la vida de san Francisco . . . . . . . . . . . . . . . 15

1. El marco socio-político y religioso de la ciudad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 2. Callejeando por Asís y sus alrededores . . . . . . 20

2. La casa-hogar familiar de san Francisco . . . . . . . 27 1. El lugar de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 2. El lugar de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34

3. San Damián . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38 1. El lugar de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38 a) Un hito en la conversión . . . . . . . . . . . . . . . . 40 b) Hermanos y hermanas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 c) Una luz en la noche . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 2. El lugar de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60

4. Rivotorto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 1. El lugar de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66 a) Primeros pasos de la Fraternidad . . . . . . . . . 66 b) El Propositum vitae . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 c) Forma y guía de los Menores . . . . . . . . . . . . . 78

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2. El lugar de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 835. La Porciúncula: Santa María de los Ángeles . . . . 86

1. El lugar de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 a) Vocación evangélica y misión . . . . . . . . . . . . 88 b) El lugar de la Fraternidad de los Menores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92 c) La hermana Clara . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98 d) La Virgen María y la «indulgencia de la Porciúncula» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 e) La consumación dichosa . . . . . . . . . . . . . . . . 105 2. El lugar de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111

II. E! "#$%& A!'&($) * +,+ )!(&-&-#(&+ . . . . . . . 1171. El santuario del monte Alverna . . . . . . . . . . . . . . 119

1. El lugar de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 a) Un anhelo cumplido: el retiro eremítico . . 120 b) La estigmatización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130 2. El lugar de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139

2. El eremitorio de Montecasale . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 1. El lugar de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 2. El lugar de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146

III. L#+ +)$%,)(.#+ /()$0.+0)$#+-&! ')!!& -& R.&%. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147

1. Fontecolombo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150 1. El lugar de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150 a) La redacción definitiva de la Regla . . . . . . . 152 b) Francisco y la enfermedad . . . . . . . . . . . . . . 155 c) La restitución de todos los bienes al Señor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158

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2. El lugar de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1602. Greccio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162

1. El lugar de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163 a) Contemplando al Niño en el pesebre . . . . . 163 b) Moraba a gusto en Greccio . . . . . . . . . . . . . . 168 2. El lugar de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169

3. Poggio Bustone . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173 1. El lugar de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173 2. El lugar de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178

4. Santa María de la Foresta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180 1. El lugar de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180 2. El lugar de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183

IV. O!"#$ %&'(")$ *"(+,-$,(+#$ . . . . . . . . . . . . . . . 1851. El eremitorio de Las Cárceles en Asís . . . . . . . . . 1852. El eremitorio de San Urbano (Narni) . . . . . . . . . . 1903. El eremitorio de Le Celle de Cortona . . . . . . . . . . 1934. La basílica de San Francisco en Asís . . . . . . . . . . . 196

C"#+#%#'.( /) %( 0-/( /) $(+ F"(+,-$,# . . . . . . 200

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S!"#$% & $'()*!$+,($%

1. Escritos de san Francisco Adm Admoniciones AlD Alabanzas al Dios altísimo Cánt Cántico de las criaturas 2CtaF Carta a los fieles, segunda redacción CtaL Carta al hermano León ExhCl Exhortación cantada a Clara y sus

hermanas OfP Oficio de la Pasión OrSD Oración ante el Cristo de San Damián Rb Regla bulada de los Hermanos Menores

(1223) REr Regla para los eremitorios Rnb Regla no bulada de los Hermanos

Menores (1209-1222) SalVM Saludo a la bienaventurada Virgen

María Test Testamento VerAl La verdadera alegría

2. Fuentes biográficas AP Anónimo de Perusa, Juan de Perusa 1Cel Vida primera de san Francisco (Vita I),

Tomás de Celano

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2Cel Vida segunda de san Francisco (Vita II), Tomás de Celano

3Cel Tratado de los milagros de san Fran-cisco, Tomás de Celano

CLl Consideraciones sobre las llagas EP Espejo de perfección Flor Florecillas de san Francisco J. de Giano Crónica, Jordán de Giano LM Leyenda mayor, san Buenaventura LP Leyenda de Perusa TC Leyenda de los Tres Compañeros

3. Otros AFH Archivum Franciscanum Historicum

(revista) AIA Archivo Íbero Americano (revista) LCl Leyenda de santa Clara Proc Proceso de canonización de Clara de Asís RCl Regla, santa Clara SelFran Selecciones de Franciscanismo (revista) TestCl Testamento, santa Clara

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P!"#"$%&'()$

Para conocer a Francisco de Asís, su experiencia humana y espiritual, su forma de vida y espiritualidad, es necesario dejarse seducir por la atmósfera de los llamados lugares franciscanos, los lugares de su vida y de la memoria de su vida.

El término «lugar» (locus) tiene para Francisco y la pri-mera generación franciscana un sentido específico, aunque genérico: lugar es la vivienda de los hermanos y/o el sitio en el que trabajan, en el que asimismo oran y descansan. Inicialmente fueron sobre todo lugares de refugio en cue-vas, chozas y leproserías, y más tarde, con la creciente se-dentarización de la Fraternidad, eremitorios, casas e iglesias pequeñas y pobres. Incluso podemos percibir en Francisco una precisa intencionalidad en el uso del término, por opo-sición tanto a monasterio como a convento, por más que sea este último el término que enseguida se impuso para desig-nar la vivienda de los hermanos. Nuestro trabajo se ciñe a los lugares más importantes de la vida del santo: los de Asís, el monte Alverna y su santuario y alrededores, los eremito-rios del valle de Rieti y sus santuarios, y solo a manera de apéndice ofreceremos unos breves apuntes sobre algunos otros de los conocidos como lugares franciscanos.

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Sobre estos lugares se ha interesado la historiografía franciscana a lo largo de los siglos, aunque gran parte de sus publicaciones no salgan bien paradas a la luz del espíritu crítico de la historiografía reciente. El poeta danés y biógra-fo de san Francisco, Johannes Joergensen, despertó un nue-vo interés por ellos: el del peregrino, poeta, buscador y hom-bre espiritualmente inquieto, con su libro, Pilgrimsbogen («El libro del peregrino»), publicado en 1903.

En los últimos veinticinco años han sido numerosas las publicaciones de conjunto sobre los lugares franciscanos, además de las varias e interesantes monografías y guías tu-rísticas. Merecen destacarse tres. La primera es Assise et les ermitages, sur les pas de saint François. Guide spirituel, de Théophile Desbonnets, publicada en París en 1971 y revi-sada y completada en 1994. La obra está destinada a pere-grinos y turistas, para los que transcribe los testimonios de las fuentes biográficas franciscanas sobre cada uno de los lu-gares, seguidos de una breve descripción de los mismos en la actualidad.

La segunda publicación es Por los caminos de Francisco de Asís. Notas para el itinerario por los lugares franciscanos (Oña-te, 1990), escrita por Fernando Uribe y destinada asimismo a peregrinos y turistas con el propósito de acercarles la figu-ra de Francisco de Asís desde los lugares de su vida, que pre-senta en cuatro momentos: la historia, la descripción, el elenco de los textos de las fuentes franciscanas sobre cada uno de ellos, y unos breves apuntes de actualización.

De muy distinto signo, y de gran interés desde el punto de vista histórico-crítico, es el libro de Luigi Pellegrini, I luoghi di frate Francesco. Memoria agiografica e realtà storica

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(Milán, 2010), que recoge y actualiza diversos trabajos del autor publicados con anterioridad, fruto de más de treinta años de investigación. El estudio se circunscribe a Asís (aunque a San Damián no se le concede un tratamiento ex profeso en la vida de Francisco), el valle de Rieti y el monte Alverna. Se sirve de los testimonios de las fuentes del pri-mer siglo franciscano, confrontándolas entre sí y con diver-sos fondos documentales, y renunciando a todo concordis-mo fácil, aunque en ocasiones se muestre hipercrítico y parezca ignorar la incuestionable, aunque compleja, com-plementariedad de las fuentes. El libro es referente obliga-do para todo estudio sobre el tema.

La presente publicación no está destinada a peregrinos ni a turistas, ni tiene por objeto la reconstrucción crítica de la historia de los diversos lugares en la vida de san Francis-co, aunque se sirve de los últimos estudios al respecto, lo que constituye una de sus aportaciones a las escasas publi-caciones en lengua española sobre los lugares franciscanos. Lo que aquí nos interesa de los diversos lugares es, ante todo y sobre todo, Francisco de Asís y la experiencia del santo que en ellos se gesta; y solo derivadamente la memo-ria franciscana que en ellos se conserva, su historia y arte.

Por lo demás, los datos y hechos de la vida del santo de Asís vinculados a los diversos lugares están propuestos sin una preocupación por reconstruir con ellos su biografía, aun-que no de manera esencialista, sino en relación directa con el devenir de su vida, sin olvidar en ningún momento el carác-ter propio de las fuentes biográficas franciscanas: hagiogra-fía medieval, y la fragmentariedad de las mismas, para no ceder a la tentación de llenar con la propia imaginación sus

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lagunas en la información; y sin olvidar tampoco que se trata de escritos de muy diversa inspiración y nacidos en momen-tos y con intereses muy diversos, también en lo que se refiere a los lugares de la vida de san Francisco.

En el tema que nos ocupa no podemos pretender la obje-tividad absoluta, pues la historia no es una ciencia exacta y en ella se dan la mano los hechos y el significado que les da unidad y hace de ellos una verdadera historia, y este no es posible precisarlo sino por las vías de la subjetividad de la interpretación del que escribe, en relación, más o menos di-recta, con los modos de leer, los intereses, las esperanzas del propio contexto sociocultural, eclesial y franciscano.

Dado el carácter de este trabajo, se ha tratado de reducir al mínimo las referencias a los estudios sobre cada uno de los lugares, como también a las fuentes biográficas, que los interesados podrán en este caso completar recurriendo a las tablas de concordancias y a los índices de materias que pue-den verse en José Antonio Guerra (ed.), San Francisco de Asís. Escritos, biografías, documentos de la época. Nueva ed. co-rregida y actualizada. BAC. Madrid, 2003.

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I

A!"!

«Francisco es un misterio –escribía el gran maestro de la historia de la Iglesia, Joseph Lortz–, y un misterio no se desvela a la ligera: hay que prolongar el contacto con él, y entonces podrá ocurrir que nos entregue algo de su esen-cia íntima, fecundando el alma y llenándola de alegría» 1. Para desvelar el misterio Francisco de Asís –por más que siempre nos quedemos en los umbrales del mismo– es de-terminarte dejarse guiar por su palabra (escritos) y por su vida (fuentes biográficas), colocarle en su tiempo y en su es-pacio geográfico, y seguir materialmente sus pasos reco-rriendo Asís.

Pocos personajes de la historia están tan ligados a un lu-gar como san Francisco, unido a Asís con todo su ser: en Asís nace, muere y se desenvuelve gran parte de su vida, no obstante su continuo peregrinar y sus frecuentes períodos de retiro en la soledad 2: desde el principio hasta el final de su aventura humana amó ardientemente a su pueblo y sus gentes. Sin embargo, la actitud de sus conciudadanos hacia él, y a la inversa, está marcada por los contrastes.

1 J. L#$%&, El santo incomparable. Pensamientos en torno a Francisco de Asís. Madrid, 1964, pp. 9-10.

2 Cf. A. V'()*+&, François d’Assise, entre histoire et mémoire. París, 2009, pp. 25-26.

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En su juventud, el joven hijo de Bernardone volcó so-bre su pueblo su generosidad, su carácter emprendedor, su participación en las luchas por la libertad ciudadana y la expansión de la influencia de Asís…; y sus gentes le co-rrespondieron, por más que sus excentricidades juveniles, sus callejeos a la cabeza de los jóvenes hicieran pensar a más de uno que quizá no estuviera en sus cabales (TC 2-3); pero, cuando después de un período de ocultamiento en su proceso de conversión regresa a Asís, desmejorado físi-camente y descuidado en su porte, las gentes le tiran pie-dras y le tratan de loco; y el rechazo se irá acrecentando a medida que él se vaya haciendo extraño a su ciudad y pase a vivir fuera de sus muros, en el entorno de pequeñas er-mitas, albergues de mendigos y transeúntes, y leproserías. Pero su salida de la ciudad poco o nada tiene que ver con la fuga mundi, ni tampoco se explica suficientemente des-de un mero ideal de caridad con los leprosos y margina-dos: sale de Asís para «seguir las huellas de Cristo» (Rnb 1,1) y afirmar su señorío absoluto sobre todo, y se desvincu-la de la trama social y económica de su ciudad para hacer que entren en ella aquellos a los que el poder y la riqueza habían dejado al margen, y buscando la paz y la solidari-dad de su pueblo.

La misma hostilidad o resistencia que encontró el hijo de Bernardone la encontraron algunos de los jóvenes de Asís que, comenzando con Bernardo de Quintaval y Pe-dro, sin ningún tipo de proselitismo o reclamo por parte de Francisco, fueron uniéndosele a partir de la primavera de 1208: en una sociedad en la que eran sacros los derechos del linaje no le era fácil a uno deshacerse de sus bienes,

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por lo que la entrada en la nueva Fraternidad provocaba siempre una especie de trauma social y suscitaba en la opinión pública desprecio y rechazo a quienes no respeta-ban las normas de los derechos de sucesión y las estrate-gias familiares.

También la Fraternidad de Francisco y sus hermanos nació, creció y se configuró en comunión, y al mismo tiempo en contraposición, con la situación religiosa, so-cial, cultural y económica del comune de Asís, que ejercía una constante presión sobre ellos.

El proyecto de vida y servicio de la Fraternidad se pro-pone objetivos religiosos, sociales y económicos contra-rios a los del nuevo Asís, y los hermanos tienen un con-cepto muy distinto del orden social sobre el que se fundamenta la verdadera paz: esta no puede fundarse so-bre ningún tipo de poder, y mucho menos sobre las armas con las que el comune trata de hacerse valer y llevar a cabo su política expansionista; no bastan para construir la paz los acuerdos y consensos, en los que siempre hay quienes influyen más y sacan mayor partido; la verdadera paz solo puede levantarse sobre actitudes decididamente evangéli-cas y sobre el deseo ardiente de la fraternidad, a nivel reli-gioso y social.

Ante la ambición de riqueza por parte de los poderes eclesiásticos y comunales, los hermanos apuestan por la pobreza como libertad frente a la pasión por el tener y por la solidaridad; frente a un trabajo mal retribuido, visto por aquellos en función sobre todo de la ganancia mate-rial y el progreso, el trabajo de los hermanos se orienta pri-mordialmente al servicio, prioriza las relaciones con los

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demás sobre los beneficios y busca una distribución equi-tativa del producto social 3.

Francisco y sus hermanos tuvieron que mantenerse muy vigilantes para no ceder ante las intimidaciones y seduccio-nes del orden religioso y comunal asisiense, que se esforza-ba por conseguir que los hermanos aceptaran sus objetivos y puntos de vista (Rnb 14-17), cosa que, no obstante todo, conseguiría en parte mediante la inserción de la Fraterni-dad en la vida ciudadana –en fecha no fácil de concretar– concediéndole, para bien y gloria del comune, un estatus socio-religioso que neutralizaba en parte su propuesta de transformación socio-eclesial 4, al tiempo que la Fraterni-dad se transformaba en Orden, orientaba su acción a los servicios eclesiales y pastorales, y abandonaba progresiva-mente su primigenio modelo económico-social.

Asís acoge ahora gustosa a Francisco: es la reconciliación del pueblo y sus gentes con el santo, al que como a tal trata y cuida y prodiga sus cuidados para que no muera fuera de su ciudad (LP 96). Y este, aunque no parece ignorar la ambi-güedad de la acogida que se le hace a él y a sus hermanos, bendice a su ciudad (LP 5).

3 Cf. D. F!""#, Francisco de Asís y el movimiento franciscano. Oñate, 1996, pp. 88-92.

4 Cf. ibid., pp. 109-132.

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Asís está en el corazón de la región italiana de Umbría, atra-vesada por las derivaciones de los montes Apeninos, que descienden suavemente hacia los pequeños valles, el más importante de los cuales es el conocido como la valle Um-bra, o también la valle Spoletana: una amplia y extensa lla-nura en la que se encuentra Asís, edificado sobre una colina y recostado en la falda de la montaña, según era habitual en el Medievo, para asegurar mejor su defensa. Destaca por el color rosáceo de sus edificios, construidos con piedra rosa y blanca extraída de uno de sus montes: el Subasio.

Los orígenes de la ciudad parecen remontarse a las anti-guas tribus de los umbros, que compartieron el lugar con los etruscos en el siglo (' a. C. A finales del siglo ((( a. C. se inició la dominación romana, de la que se conservan nu-merosos testimonios urbanísticos y arqueológicos, como la portada de la Iglesia de Santa María sopra Minerva, los res-tos del foro romano debajo de la plaza del Comune y la gran cisterna sobre la que se levanta la torre de la catedral de San Rufino. La tradición quiere que su primer evangeliza-dor fuera el obispo san Rufino, martirizado hacia el año 238. Con la decadencia del Imperio romano, Asís sufrió sucesivas oleadas de invasores. A partir de la creación del Sacro Imperio Romano Germánico, en el 962, pasó a for-mar parte de este.

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1. El marco socio-político y religioso de la ciudad 5

1. El Asís de la vida de Francisco vive bajo el signo de un cambio de época en el Occidente cristiano. Desde la segun-da mitad del siglo !"", toda Italia, y particularmente Italia septentrional y central, conoce un gran desarrollo econó-mico, directamente asociado a un desarrollo demográfico. Es la hora de la emancipación del pueblo con respecto a los señores feudales y del surgimiento de los «comunes» o ciu-dades libres; es la hora del nacimiento de la burguesía co-munal –formada sobre todo por los mercaderes, y especial-mente los de tejidos–, que ataca la posición social y económica de los señores feudales y la nobleza, y exige participación política y autonomía; y es la hora también de una economía basada cada vez más en el dinero y no en el intercambio de especies.

Pero es asimismo la hora del nacimiento del «proletaria-do» urbano, formado por masas indefensas de gentes que, libres del señor feudal y del monasterio, y atraídas por la industria, huyen del campo a la ciudad en busca de un nue-vo tenor de vida y son víctimas de la explotación del comer-cio y de un trabajo precario y mal retribuido, origen de una pobreza mayor y más radical que la del hombre del campo y de nuevas formas de explotación y marginación.

5 Cf. A. F#$%"&", Nova vita di S. Francesco, Roma, 1981; S#'"(%) I&%($&*-+"#&*,( -" S%.-" F$*&'(/'*&", Assisi al tempo di San Francesco. Atti del V Convegno Internazionale. Assisi, 13-16 ottobre 1977. Asís, 1978, pp. 53-70, 123-179, 271-336; N. D’A'.&%#, Assisi nel Medio Evo. Studi di storia ecclesiastica e civile. Asís, 2002.

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Los problemas de la pobreza se ven agravados por la fal-ta de un sentido social de la misma. Comienzan a aparecer, sin embargo, algunas voces en el campo de la reflexión ecle-sial que denuncian ciertas situaciones injustas como caldo de cultivo de la pobreza; se acusa a los obispos de ser infie-les a su ministerio, convertidos en ecónomos de un patri-monio que es también de los pobres; se elabora la teoría de la extrema necesidad, afirmando la inocencia del que roba para acallar su hambre; se lleva a cabo una nueva jerarqui-zación de los pecados capitales: la avaricia, vinculada a la economía, pasa a la cabeza, junto con la soberbia, que era el vicio por antonomasia de la época feudal. Y lo que es más importante, poco a poco se abre paso la contestación de este orden social, nuevo y viejo: es la lucha de los menores y asa-lariados frente a los mayores, que da origen a continuos en-frentamientos y firmas de paz.

Y junto a esta contestación surge otra en la que venían a encontrarse la realidad social y las nuevas exigencias espiri-tuales: es la búsqueda de la pobreza en los ambientes monásti-cos y canonicales, que está en el origen de múltiples reformas, y sobre todo en las nuevas formas de vida religiosa y en los movimientos pauperísticos. Como realidad última, bajo esta opción por la pobreza se esconde un nuevo modelo de Iglesia y de su ordenamiento, y una nueva comprensión de la identi-dad cristiana: junto a la imagen de una Iglesia emperatriz y señora se abre paso la de una Iglesia al margen del poder, el prestigio y la riqueza, y versada en el servicio y la pobreza, y una nueva definición de la identidad cristiana, que los movi-mientos laicales y pauperísticos encuentran propuesta en el evangelio de la misión: restaurar la pobreza apostólica es su

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máximo ideal, al que unen generalmente la denuncia de la jerarquía eclesiástica que no vive según esta norma.

2. El Asís de la vida de san Francisco es una población en rápido crecimiento demográfico, que no se corresponde con su crecimiento económico: la fuente primera de su de-sarrollo económico son los campos circunstantes, que están en manos de los eclesiásticos –clero episcopal y monjes– y de los señores feudales, y las nuevas actividades comercia-les y artesanales, en función sobre todo del consumo local.

Asís es, por otra parte, una pequeña ciudad sacudida por numerosos conflictos y luchas directamente relacionados entre sí: las luchas por la independencia frente al poder del emperador, que desde 1177 tenía su representante en el cas-tillo, y cuyo poder comenzó a desintegrarse a partir de la muerte de Enrique IV en 1197; las luchas con las ciudades vecinas, y particularmente con la única que le hacía som-bra en el entorno, Perusa, que compite con Asís por hacerse con el dominio de las tierras entre ambas ciudades; las lu-chas por la libertad, capitaneadas por la nueva burguesía, tanto frente a la autoridad imperial como frente a los viejos señores feudales, que quieren seguir gozando de sus privile-gios; las luchas entre imperio y papado.

En la juventud de Francisco están documentadas dos firmas de paz entre los grupos enfrentados en Asís: una en 1203, entre el pueblo y la nobleza, y la otra en 1210, entre mayores (nobles y burgueses) y menores (artesanos y sier-vos); y en ese mismo año Asís pasó a ser un verdadero comu-ne, culminando un proceso iniciado en 1198: es una ciudad libre que elige a sus autoridades, dicta sus leyes, cobra sus impuestos y tiene bienes comunales.

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Asís es además una ciudad fuertemente marcada por la pobreza, acrecentada por las consecuencias de un huracán que tuvo lugar el mismo año del nacimiento del santo y trajo consigo un largo período de carestía y hambre en gran parte de Italia. Son numerosos los marginados en la ciudad y en el campo, los mendigos y los leprosos, exclui-dos de hecho y de derecho de la vida civil y relegados en varios albergues y leproserías del entorno de Asís, por más que no sea fácil precisar el carácter propio de cada uno de estos lugares. En el entorno de Santa María de los Ángeles, en el paraje donde hoy se levanta la Casa Gualdi, se encon-traban el hospital-albergue para pobres, conocido como Hospital de Selvagrossa, y el Hospital de San Salvatore delle Pareti, y en las cercanías de Rivotorto estaba la que presu-miblemente era la única leprosería de Asís: San Lázaro de Arce. Muy próximo a esta se encontraban un albergue para pobres, conocido como San Rufino de Arce, y el Hos-pital de Fontanelle, atendido, al parecer, por los Crucíferos, a los que hace referencia Francisco en la Verdadera alegría (VerAl 14) 6.

3. En lo que a la Iglesia se refiere, el obispo y el clero episcopal son propietarios de casi la mitad del territorio de Asís, incluidas las iglesias y monasterios, que poco a poco, con el apoyo del papa, fueron logrando la autonomía frente al poder episcopal.

6 Cf. M. S!"#$, «La lebbra e i lebbrosi nel medioevo e ad Assissi», en Convi-vium Assisiense 11 (2009), pp. 31-52; A. B. L%"&!'$, Le carte del Sacro Convento d’Assisi (Istrumenti 1168-1300). Padua, 1997, pp. 102-106.

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En este tiempo, el obispo de la diócesis de Asís alcanzó el culmen de su poder y de su riqueza, hasta el punto de apare-cer como el señor feudal más rico de todo el entorno, ávido de bienes materiales y sediento de poder, para mantener los cuales lucha con todas sus fuerzas contra las autoridades del comune, que no quieren doblegarse a sus deseos; contra los canónigos, que no quieren pagarle tributos, y contra los mo-nasterios, que quieren liberarse del vínculo de la sujeción al poder episcopal 7.

Son varios los monasterios benedictinos en Asís: los mas-culinos de San Pedro y el de San Benito en el Subasio, y los femeninos de San Donato, San Apolinar y el de San Pablo de las Abadesas en Bastia Umbra 8. Existe también al menos una comunidad de «mujeres religiosas», expresión de la bús-queda femenina de nuevas formas de vida religiosa fuera del monaquismo tradicional: tiene su sede en la iglesia de Santo Ángel de Panzo, en la falda del Subasio, que acogió a Clara unas semanas antes de establecerse en San Damián junto con el pequeño grupo de mujeres jóvenes que se le ha-bían unido.

2. Callejeando por Asís y sus alrededores

Asís conserva cierto aire de ciudad medieval, con sus edifi cios de piedra, sus plazas y sus pequeñas, sinuosas y empinadas

7 A. F!"#$%$, Nova vita di S. Francesco, o. c., p. 32.8 Cf. S!&$'#( I%#'"%)*$!%)+' ,$ S#-,$ F")%&'.&)%$, Assisi al tempo di

San Francesco, o. c., p. 127.

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calles, testigos de la infancia de Francisco y de su juventud, callejeando al frente de un alegre grupo de jóvenes que can-tan sus serenatas (1Cel 6; 2Cel 7; TC 7-9); las plazas y calles que lo acogen después de su conversión, entre el desprecio de la gente y la vergüenza de la mendicación del sustento cotidiano o de la limosna de unas piedras para la recons-trucción de San Damián y el aceite para la lámpara de la iglesia (TC 21-24); las mismas calles y plazas testigos, más tarde, de la predicación del santo (1Cel 52; LP 80) y escena-rio de la gozosa acogida que, al final de sus días, le hacen sus gentes, orgullosas de la gloria de su conciudadano.

1. Testigos mudos de la inseguridad generalizada, de los continuos enfrentamientos entre ciudades y de las guerras intestinas son sus murallas, el sinfín de puertas tapiadas en la parte baja de sus casas y las señales, en la planta alta, de pequeñas puertas a las que se accedía desde el exterior con una escalera de mano y eran el paso a la vivienda de la fami-lia, en la que sus miembros podían pasar tranquilos la no-che al reparo de asaltos y ataques. Se conservan aún restos de sus murallas del siglo !""", mucho menores que las ac-tuales, y algunas de sus puertas, lugar de paso frecuente de Francisco y sus primeros hermanos, como la puerta Perlici y la de San Giacomo, ambas del siglo !"".

2. Asís está jalonado de pequeñas y grandes plazas: San Rufino, Santa Clara, Chiesa Nuova, Obispado, San Francis-co… Algunas son también testigos de la vida de Francisco, aunque hayan sufrido pequeñas o grandes transformacio-nes urbanísticas con posterioridad a su muerte. Merece destacarse la Plaza del Comune –el antiguo foro romano–, co-razón urbanístico de la ciudad y mercado. La plaza conserva

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de la época el palazzo del podestà –del que ya se habla en 1212, aunque su construcción se concluyó algunos años después de la muerte del santo– y la portada de la iglesia de Santa María sopra Minerva, ejemplo típico de templo roma-no (siglo !), primera sede del podestà comunale (al menos des-de 1204) e iglesia cristiana a partir del siglo "#! 9.

En la Plaza de la catedral de San Rufino se encontraba la casa de la familia de Clara de Asís, perteneciente al reduci-do grupo de las familias de la nobleza ciudadana: aunque no se conserva, se conoce su ubicación gracias a un acta no-tarial de 1148, por la que el abuelo de la santa se compro-metía a no levantar más el palacio familiar con objeto de salvaguardar la vista general de la plaza y de la catedral.

La Plaza de San Jorge, hoy Plaza de Santa Clara, fue el escenario de la ceremonia de canonización de Francisco de Asís, presidida por el papa Gregorio IX, el 16 de julio de 1228. En ella se encontraba la iglesia de San Jorge, con su escuela y hospital-albergue para pobres y transeúntes, que desde finales del siglo "!! era propiedad del obispo, de quien pasó posteriormente a manos de los canónigos de la catedral de San Rufino 10. Era una iglesia parroquial en sen-tido lato, con un sacerdote que, en total dependencia de los canónigos, prestaba sus servicios pastorales y era rector del hospital-albergue y de la escuela. En esta iglesia descansa-ron los restos de Francisco desde el 4 de octubre de 1226

9 Cf. M. B!$%&'(!, Assisi, l’alba del Comune. Tipico esempio di come si formava un Comune nedioevale. Santa María de los Ángeles - Asís, 2005, pp. 5-71.

10 Cf. M. B!$%&'(!, «La Chiesa di S. Giorgio in Assisi», en AFH 83 (1990), pp. 3-49.

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hasta el 25 de mayo de 1230, y más tarde los de Clara, des-de su muerte en 1253 hasta octubre de 1260, en que fueron trasladados a la cripta de la actual basílica de Santa Clara, levantada sobre el solar del hospital-albergue de San Jorge y algunas tierras colindantes: la antigua iglesia, de reduci-das proporciones, quedó entonces dentro del recinto con-ventual, sirviendo de capilla o coro de la comunidad, que algunos años más tarde pasaron a lo que actualmente se co-noce como capilla de San Jorge, donde puede verse el origi-nal del «Cristo de San Damián». En esta iglesia predicó en varias ocasiones san Francisco y en la escuela aneja apren-dió las primeras letras.

3. Son varias las iglesias, capillas y ermitas de Asís que se remontan a los tiempos del santo, y en las que, en más de una ocasión, él y sus compañeros se recogieron en oración, encontraron cobijo y dieron prueba de su celo por el deco-ro de los lugares de culto: la ya referida iglesia de San Jorge; las de San Pedro y Santa María de las Rosas, de los siglos !"-!""; la de San Pablo, mandada construir en el siglo !" por los monjes del monasterio de San Benito del monte Suba-sio, que tenían en ella su sede en la ciudad; la de San Este-ban, cuya construcción finaliza a comienzos del siglo !"""; la de San Giacomo de Murorupto, adosada a las murallas de la ciudad, junto a la puerta de Santiago; y las de San Nicolás y San Damián.

Destaca entre ellas la catedral de San Rufino, cuya cons-trucción se inició en 1140, implicándose directamente en ella el comune, el obispo y el clero episcopal. Se levanta sobre el lugar de una antiquísima capilla, en la que se colocaron los restos del patrono de la ciudad, sustituida en el siglo !" por

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una iglesia mayor, a la que se trasladó la cátedra episcopal desde la iglesia de Santa María la Mayor del obispado. Su interior fue totalmente rehecho en el siglo !"#, en abierto y estridente contraste con su bella portada románica que co-nociera el santo.

Aunque en vida de Francisco la nueva catedral está en construcción, es entonces la única parroquia en sentido es-tricto en Asís, una vez que se trasladó a ella, desde Santa Ma-ría la Mayor, la pila bautismal en la que fueron bautizados Francisco, Clara y algunos de sus primeros compañeros, si bien no puede asegurarse que esto hubiera tenido lugar en San Rufino. San Buenaventura hace constar –acaso como una anticipación intencionada– que mientras los hermanos tenían aún su morada en Rivotorto (1208-1210) era cos-tumbre de Francisco predicar el domingo en la catedral, quedándose a pasar la noche precedente en una choza o case-ta del huerto de los canónigos anejo a San Rufino (LM 4,4) y hoy parte de las dependencias de la catedral: el llamado Ora-torio de San Francisco.

Tiene también especial importancia en la vida del san-to la iglesia de San Nicolás, que era la parroquia, en sentido lato, de la familia del santo 11. Estaba en un ángulo de la plaza del Comune: fue abandona como lugar de culto a partir del terremoto que asoló Asís en 1832, y de ella se conserva la cripta, sede del Museo arqueológico. En esta iglesia tuvo lugar la consulta del evangelio por parte de Francisco y sus primeros compañeros, recurriendo a las

11 Cf. A. F$%&#'#, Nova vita di S. Francesco, o. c., pp. 120-121.

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llamadas sortes apostolorum o, quizá, a la búsqueda ex profe-so de algunos textos concretos que habían sido determinan-tes en el proceso de conversión y clarificación vocacional del propio Francisco.

Entre las iglesias de Asís vinculadas a la vida del santo merece asimismo una mención especial la de Santa María la Mayor o del obispado, primera catedral de Asís. Destrui-da la primera por un incendio, a mediados del siglo !"" se comenzó la construcción de la actual, que no se concluyó hasta 1228. Junto a la iglesia se encontraba el Palacio episco-pal –distinto del que hoy puede verse–, en el que tuvieron lugar algunos hechos especialmente significativos de la vida de Francisco, como la renuncia a todos sus bienes ante el obispo –que lo citó a juicio por solicitud de su padre, Pe-dro Bernardone– y varios encuentros entre Francisco y los obispos Guido I y Guido II, y especialmente el primero, protector y consejero del santo. En este palacio se alberga a Francisco desde finales de agosto y durante buena parte de septiembre de 1226, cuando, ante el agravamiento de sus múltiples enfermedades, se decide su traslado desde Bagna-ra a Asís con objeto de que no muriera fuera de la ciudad. Y en este mismo palacio y en ese mismo tiempo el santo pudo componer la última estrofa de su Cántico de las criaturas: la última estrofa, para la última hermana, la muerte.

4. El Asís actual conserva también varios edificios civiles relacionados con la vida de Francisco, el primero de los cuales es el castillo o Rocca Maggiore, colocado estratégica-mente como una gran fortaleza, con la que comenzaban las murallas de la ciudad. Su ubicación hace de él un magnífico observatorio sobre gran parte de los lugares y poblaciones

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del valle de Espoleto relacionados con la vida del santo: el monte Subasio, Las Cárceles, Santa María de los Ángeles, Rivotorto, Espelo, Foligno, Collestrada… y, en el extremo occidental, Perusa. En los primeros años de la vida de Fran-cisco residía en él Conrado de Tutzenfeld, lugarteniente del emperador. Los restos del actual castillo pertenecen a la re-construcción que del mismo se hizo en el siglo !"#, al haber sido destruido el anterior en 1198 por las gentes de Asís en su lucha por la libertad frente al poder imperial.

No lejos de la plaza de la catedral de San Rufino se en-cuentra el Palacio de los cónsules, ante los que fue citado Fran-cisco por su padre, que reclamaba de él los bienes que le había usurpado y estaba destinando a los pobres y a las iglesias ne-cesitadas. El edificio actualmente existente, aunque bastante retocado, parece ser de mitad del siglo !""", y a él se traslada-ron, en el siglo !#, las comunidades fusionadas de los monas-terios de San Apolinar y de San Pablo de las Abadesas.

En las cercanías del palacio episcopal se encuentra la Casa de Bernardo de Quintaval, uno de los primeros compa-ñeros-seguidores de Francisco, al que la crítica histórica con-sidera uno de los nobles más ricos de la ciudad, doctorado en ambos derechos en la Universidad de Bolonia y con gran as-cendiente sobre la población, tanto en los asuntos públicos como privados. El santo le profesó profunda estima y vene-ración por lo excepcional y radical de su renuncia a los bie-nes, y le hizo objeto de una especial bendición en su lecho de muerte. Una inscripción latina en la portada de la casa la identifica: «Aquí Bernardo de Quintaval ofreció a san Fran-cisco cena y hospedaje, y lo vio en éxtasis».

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En la casa-hogar familiar de Francisco se forma su persona-lidad: las relaciones con sus padres y hermanos, y las expec-tativas de estos sobre su persona, forjan sus valores, afectos, actitudes y modos de ser desde su mismo nacimiento. Cada familia vive y participa en estas relaciones de una manera propia, pero el ambiente familiar tiene siempre, y de mane-ra determinante, unas funciones educativas y afectivas muy importantes. Y en la casa-hogar familiar se desenvuelve la vida de Francisco hasta sus 24 o 25 años.

1. El lugar de la vida

1. Francisco nació del matrimonio formado por madonna Pica y Pedro Bernardone, que estaba de negocios en Fran-cia cuando vino a la luz el hijo, a quien se le impuso el nom-bre de Juan. Habida cuenta la importancia que en el Medievo se daba al nombre, como símbolo y augurio de la vida futu-ra del recién nacido, Bernardone se negó a aceptar para su hijo el nombre del Bautista, y, tal vez a causa de los buenos negocios que acababa de realizar en tierras francesas, le hizo llamar Francesco, nombre inusual, aunque no desco-nocido (TC 2).

La familia pertenecía a la clase de los comerciantes de telas: los nuevos ricos, promotores de una nueva cultura y