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Basta escucharles tres, cinco o siete palabras para darse cuenta que estas personas hablan con la sencilla verdad y no con las grandes dotes de la mentira...

Tienen muchos pro-yectos en sus mentes: construir un centro de acopio con la coope-rativa hermana “Flor de Dalia” y maquilar raíces y tubérculos, fortalecer...

Apesar de todas las adversidades “que puedan pasar”, lo último que se pierde son las esperanzas… Ese es el razona-miento defi nitivo al que llegaron...

El misterio de colocar sus cosechas y pro-ductos en mejores nichos de mercado, conquistar mejo-res precios y al-canzar mayores utilidades...

Al parecer hoy se hacen más reales las posibilidades de hacer mayores inversiones en sus fi ncas y

mejorar sus condiciones de vida...

Ellos todavía no pintan su destino con sensibles expresiones de fi no artis-ta, sin embargo como seres humanos ya tienen trazadas sus metas y sus esfuer-zos...

Que sea una empre-sa rentable donde se practique un trato justo con los socios, ese es el objetivo que tienen trazado 140 productores agropecuarios...

Fueron muchos los ar-gumentos revelados

por las personas que ya no querían

pertenecer a una or-ganización, cuyo prin-

cipal objetivo es llevar desarrollo...

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n los útimos tres años la Aso-ciación para la Diversifi cación

y el Desarrollo Agrícola Comunal (ADDAC), promovió la conformación y fortalecimiento de ocho cooperativas en

Waslala (RAAN), Rancho Grande, La Dalia, El Tuma, San Ramón, Matagalpa, Pancasán (Matagalpa) y Pueblo Nuevo (Estelí). Este acontecimiento es el producto de toda nuestra labor organizativa en 19 años de existencia; hoy por hoy las cooperativas son en cada zona de trabajo el receptáculo del quehacer institucional, con el objetivo de capacitarlas y prepararlas para garantizar el desarrollo sostenible y alternativo de 81 comunidades y de las familias que albergan las ocho organizaciones. Fácil no ha sido; ni para los trabajadores de esta institución, ni para cada socio de las cooperativas iniciar y mantener el rumbo positivo. Se acumula un 18 por ciento de deserción en general, pero todo tiene un precio y es el que se debe pagar por garantizar una organización con principios, valores y compromisos humanos, socioambientales y con efi ciencia empresarial. Estos criterios ade-más de hacerlos verdaderamente sostenibles, los hará referenciales para el Desarrollo Rural de nuestro país. Estamos confi ados en que estos núcleos atomizados y seleccionados serán capaces de permanecer, fortalecer y emerger con vigor y salud organizativa para hacer efectivos sus compromisos y benefi cios con su membresía. También ADDAC ratifi ca su compromiso de no desatenderles en su labor de acompañamiento y asesoría, para

lo cual debemos tener una diná-mica seria y efectiva de forta-lecimiento organizativo. No nos podemos quedar atrás en el proceso, para ello contamos con el ánimo y capacidades de todos los trabajadores, que junto a los organismos de co-operación que solidaria, fraternal y confi adamen-te depositan sus aportes fi nancieros que son de pueblos hermanos; para hacer posible este exten-so y tracendental proceso. Agradecemos en especial a Brucke-Le-Pont que hace posible de manera transversal el fortalecimiento cooperativo en sus dimensiones cualitativas y cuantitativamente.

Julio Gómez MartínezPresidente Ejecutivo ADDAC

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asta escucharles tres, cinco o siete palabras para darse cuenta que

estas personas hablan con la sencilla verdad y no con las grandes dotes de la mentira. El valor de todos ellos lo encon-tramos en sus aptitudes positivas, para lidiar con las adversidades y salir airosos en un país donde muchas veces lo pri-mero que se pierden son las esperanzas... Sus sueños se cuentan por montones… Pero lo más importante es dar el primer paso y alcanzar lo que para muchos puede ser inalcanzable. Ese paso difícil lo dieron 97 mujeres emprendedoras y 228 hombres pequeños y medianos pro-ductores de 10 comunidades de Waslala (Hierbabuena, El Achiote, Kusulí, El Ci-prés, Caño Los Martínez, Los Chiles, El Papayo, El Guabo, Zinica y Las Jaguas), quienes crearon en 2006 la Cooperativa de Servicios Múltiples “Nueva Wasla-la, 23 de Junio R.L.”. Ese nacimiento se produjo porque “la gente cree en sí misma y también cree en el resto de las personas”: Eso siente Santos Luciano Torres, Presidente de la cooperativa, con relación al comportamiento que tienen la mayoría de los socios. Las pequeñas fi ncas de los 325 socios representan un área de 3 mil 942 manzanas donde cul-tivan café, cacao maíz, frijoles, plátano, malanga, quequisque y desarrollan la ganadería de carne y leche. Aunque se desconocen los datos económicos de las fi ncas, se supone que la producti-vidad y las ganancias que generan son enormes por el enfoque orgánico dado a los sistemas productivos y las bondades agroecológicas de la zona. Esta coopera-

tiva es apadrinada por la AD-DAC, con el fi nanciamiento de INTERMON/OXFAM y Brucke-Le-Pont; y la mayoría de sus socios trabajan con ese organismo desde hace más de ocho años.

Aptitud positiva para iniciar

Un año y medio después (diciembre de 2007) la cooperativa cosecha buenos frutos y “eso se debe a que vamos ma-durando en la organización”, nos explica Laureano Gaspar Montoya, quien trabaja con su familia en la fi nca El Coyol de 10 Mz. ubicada en Zinica. Montoya, de 60 años, no puede ser más categórico: “Con el tiempo hemos aprendido que es bueno estar organizado, porque uno sólo no consigue nada”, y reitera con mucha satisfacción al referirse a la cooperativa que “siento pertenecer a algo y que hay algo porqué seguir adelante”. Otro productor que demuestra entusiasmo es Pedro Efraín Murillo Flores, de 36 años, quien reside con su esposa y ocho hijos en Linda Vista, fi nca de 13 manzanas en El Papayo 2. Flores confía en el trabajo que hacen los dirigentes de la cooperati-va: “esas gestiones darán bienestar a los socios y a la misma comunidad, espero que haya más progreso…”. Es cierto que Lorenza Pérez Olivas, de 33 años, no tiene fi nca, pero esa limitante no le impide pertenecer a la cooperativa; ella sólo tiene su casa en Zinica, es casada, tiene dos hijas, pero trabaja en la fi nca de su papá y además es promotora de salud en la zona. Parte de su patrimonio son

tres vacas paridas valoradas en 30 mil córdobas; a veces siembra maíz y frijoles y dice que para el ciclo de apante, con créditos otorgados por la cooperativa, sembrará tres manzanas de frijol rojo y frijol negro. Lorenza está convencida que esa cosecha se venderá a través de los canales de comercialización de la cooperativa y como consecuencia traerá mejores precios y aumentará el capital de los socios. “Vamos a comercializar con la cooperativa, porque las ganancias de la cooperativa también son mis ganancias”. Así de sencilla es la fi losofía que explica esta humilde mujer. Pero Santos Luciano refl exiona que en este tipo de organiza-ciones los socios tienen derechos y debe-res y, al contrario de los socios solidarios, a algunos no les gusta la responsabilidad, no les gusta el compromiso; se lamenta porque “estas aptitudes llevan al fracaso de una organización” y sugiere que ese destino no lo tendrá la cooperativa que dirige. Abel Antonio Otero Flores, de 22 años, quien vive en la fi nca El Jardín del Edén, Caño Los Martí-nez, piensa de una for-ma más amplia; él se fi ja en los numerosos benefi cios de la orga-nización; “hay mu-chas ventajas en la comercialización de los produc-tos y cose-chas”, y se

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pregunta: ¿una sola persona es capaz de colocar grandes volúmenes de producción? Inmediatamente responde: “la cooperativa y sus socios sí lo pueden hacer”. El joven productor supone que la cooperativa puede competir como los grandes; “ya comen-zamos a gatear, luego vamos a caminar y después vamos a correr”. Al mismo tiempo hace relación que “Nueva Waslala, 23 de Junio” ha alcanzado en sus 18 meses lo que otras cooperativas no alcanzaron en cinco años o más años de existencia.

unque las 3 mil 942 manzanas que representan las fi ncas de

los 325 socios tienen un gigantesco potencial, la mayoría de éstas se en-cuentran semiparalizadas por la falta de fi nanciamiento para desarrollar una actividad productiva intensiva y com-petitiva. “Es evidente que sin dinero no se puede ir a ningún lado”, eso recalca Jasmina del Carmen Blandón, Gerente de la cooperativa, y destaca que se han entregado pequeños crédi-tos de cinco a diez mil córdobas para diferentes actividades. La cooperativa cuenta con un patri-monio líquido de 293 mil córdobas y el centro de acopio del proyecto cacao; en un futuro la cooperativa manejará como patrimonio aproxi-madamente 300 mil córdobas, que es el fondo comunal revolvente que maneja ADDAC en las comunidades. En esta dirección se hicieron impor-tantes gestiones con otros organismos para obtener fi nanciamiento para la siembra y comercialización de frijol, la comercialización de café y elevar la calidad y comercialización de cacao.Por ejemplo, ADDAC fi nanció con apoyo de CRS 348 manzanas de frijol negro y frijol rojo en apante de 2007. La producción de 400 quintales de café oro (350 orgánico y 50 conven-cional) en este año, se vendió a “Aldea Global” a 151 y 121 dólares cada

quintal, respectivamente. Por otro lado se fi rmó convenio con el fabricante de chocolate Ritter Sport de Alemania, para exportar anualmente 20 toneladas de cacao orgánico fermentado. La novedad con el cacao es que al productor le pagan 2 mil 800 córdobas por quintal o sea 800 córdobas más, comparado con el precio del mercado local; además se instaló un centro de acopio de cacao en baba; los encarga-dos del acopio y benefi ciado, que son socios de la cooperativa, dicen que el cacao alcanza hasta 93 por ciento de fermentación y cero por ciento de moho interno. También se hacen los contactos con la cooperativa hermana “Ríos de Agua Viva, 21 de Junio” de Rancho Grande, para construir un centro de acopio de raíces y tubérculos (malanga y quequisque) y maquilar la enorme producción que existe en los dos municipios. Pero las inversiones no solo alcanzan la parte productiva, sino que se piensa en grandes obras sociales. Los socios tienen sueños de poner en funcionamiento la clínica médica con atención básica y especia-lizada dos veces por semana, fomentar el ecoturismo en las fi ncas y crear las condiciones para tal fi n, construir un centro de capacitación, otorgar becas a los hijos de los socios, un comisa-riato dónde poder comprar y vender a precio justo…

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ienen muchos proyectos en sus mentes: construir un centro de

acopio con la cooperativa hermana “Flor de Dalia” y maquilar raíces y tubérculos (malanga, quequisque, yuca…), fortalecer la comercializa-ción de los grupos de negocios (café, cacao, fríjol, maíz, miel, laboratorio de producción de hongo, hortalizas, ganadería, costura, pulpería, panade-ría…), fundar una clínica con aten-ción médica y odontológica, comprar un camión para agilizar la venta de las cosechas y productos, ampliar la cobertura del comisariato … Y para conseguir todos los sueños, los 136 socios de la cooperativa “Ecológica 9 de Noviembre” se preparan con mucho entusiasmo; reconocieron pertenecer a un colectivo y trabajar por la sostenibilidad del mismo. De acuerdo Marjories Siles Zamora, de 27 años, Presidente de la cooperativa, esa es la matriz que enlaza el desarro-llo de la gente y la comunidad. Desde el nacimiento en 2005, Marjories, le imprime dinamismo a los negocios de la cooperativa; entre sus gestiones más notables se observan la comer-cialización de 750 quintales de café

orgánico y convencional (cosecha 2007), el contrato de venta de 1800 quintales de frijol negro (apante 2007), la construcción de la ofi cina de la cooperativa, el comisariato… Sin embargo, no todo es positivo. En primera de 2007 se entregó a 25 socios semilla para sembrar 56 man-zanas de frijol negro, igual sucedió con fríjol rojo: se fi nanció a 50 socios para sembrar 81 manzanas, pero por factores agroclimáticos el 90 por ciento de los beneficiados fracasó con sus cultivos. Sólo se recuperó el 60 por ciento de lo comprometido con el frijol negro y en frijol rojo un porcentaje mejor. Al respecto, con mucha sensatez los socios asumieron sus responsabilidades, destacó Mar-jories, “se comprometieron que en la próxima cosecha pagarán la deuda”. “Hemos superado muchos tropiezos, porque hay confi anza entre los socios y la administración”. Las gestiones se trasladan a otros niveles: con la alcal-día El Tuma-La Dalia se resolvió la reparación de siete kilómetros del ca-mino El Tuma-Verapaz y El Tuma-El Cielo. Además, consiguieron árboles maderables y frutales para reforestar

las fi ncas. Aunque todavía hoy el capital se considera insufi ciente para desarrollar la producción

intensiva, se posee un gigan-tesco capital humano que

es la clave para el desa-rrollo sostenido.

uave y pausado, así habla; con la señal que cualquiera puede asociar o

confundir con un ser pesimista y derrotado. Nada tiene que ver con las familias acauda-ladas y poderosas del país; no nació en cuna de oro y no posee un alucinante latifundio. Sin embargo, a medida que avanzamos en la conversación, nos aproximamos a una persona alegre y optimista que ha sabido sortear con paciencia las adversidades de su entorno, marcado por decenas de años de atraso y marginalidad. Es afortunado por poseer esa cantera de opti-mismo que no se encuentra por los caminos ni le cae del cielo, sino que le nace desde muy adentro de su corazón, desde un sitio que se llama conciencia. Esa fortuna le permitió a Luis Amado Mendoza Barrera abrirse entre la avalancha de la pobreza: durante su infan-cia en las haciendas como peón (o esclavo) y hoy como propietario de una pequeña fi nca. Luis Amado, de 54 años, y su esposa Patrocinia Centeno Martínez, de

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39 años, son dueños de Los Nogales, una fi nca de 7 ½ manzanas, ubi-cada en la comunidad El Consuelo (El Tuma). El principal rubro es café, existen tres manzanas

con manejo orgánico, también hay ca-cao, naranja, maracuyá, limón, aguacate, banano, malanga, plátano, quequisque… Luis Amado es sincero y sin muchos rodeos manifi esta: “llegar hasta donde estoy no ha sido nada fácil”; en ese esfuerzo de superación él tuvo la oportu-nidad de “recibir la ayuda de ADDAC”, organismo que le facilitó en una “primera etapa material genético, gallinas, cerdos, herramientas y capacitación; todo como un fondo revolvente que manejaba la comunidad”. Lo más importante fue un préstamo de 100 mil córdobas (10 años de plazo y tres de gracia) que ADDAC le otorgó en 2005 para comprar la fi nca Los Nogales; pero como Luis Amado no quiere “tener muchas deudas pendientes, en el primer años pagué 60 mil córdobas” y piensa cancelar en el 2008 con las utili-dades que le generará la venta a través de “mi cooperativa” de 40 quintales de café oro orgánico producidos en su fi nca.

Otro rol con la cooperativa

Luis Amado es uno de los 84 so-cios: 24 mujeres y

60 hombres de nueve comu-nidades de El

Tuma (Hilipo, El Diamante, El

Consuelo, Aguama-rilla, Verapaz, Tapas-

le, El Cielo, El Arado y Aguamarillas), quie-nes se organizaron en la Cooperativa de Servicios Múltiples

“Ecológica 9 de Noviembre R.L.”. La cooperativa es apoyada por ADDAC, con fi nanciamiento de Brucke-Le-Pont y CRS. Todos los socios están claros que con esta nueva faceta de sus vidas “o sea con la cooperativa, se puede alcanzar mejor desarrollo, mejores mercados, ob-tener otros tipos de créditos”. Al fi nal de cuenta “lo que queremos es que nosotros los productores mejoremos en todos los aspectos”, recalca Benedicto González Hernández, de 71 años, propietario de la fi nca La Fortuna de 7 ½ manzanas, ubicada en la periferia Este del caserío El Tuma. Las cosechas de maíz, frijo-les, plátanos, yuca, quequisque, arroz, achiote, bananos, noni y café son libres de contaminantes químicos, porque todo su manejo es orgáni-co; “esas enseñanzas las aprendí en nueve años de trabajar con ADDAC”, y asegura que este “organismo ayuda a los campesinos pobres, sin ninguna distinción”.

Hay que tener conciencia socialo conciencia individual

Benedicto recuerda que en 2003 se dieron los primeros pasos para formar la cooperativa “Ecológica 9 de Noviembre”, porque la estructura que se tenía era de tipo comunal y no representaba ninguna solidez jurídica para competir en el libre mercado. “Los compradores del mercado justo no nos podían comprar a nosotros como individuales, pues sólo compran a las cooperativas”, argumenta el productor.

Le preguntamos ¿cómo vio la decisión de organizarse en cooperativa? y sin preámbulos y con excesiva seguridad e imaginación responde: “la iniciativa es muy buena, la cooperativa lleva al desa-rrollo: el desarrollo es apoyar la siembra, comercializar las cosechas y llevar pros-peridad a sus socios, y la comunidad”. Y reitera que ante todo la “cooperativa dis-pone de estatutos donde se acogen obli-gaciones y se ganan derechos”. “Muchos socios se retiraron porque no compren-dieron la importancia de ser responsable

y no le dieron la importancia de pertenecer a una orga-nización”, se lamenta Don Be-nedicto, pero no

s e

cansa de reiterar: “Debemos cumplir nuestras obligaciones y luego recla-mar nuestro derecho”. El ya canceló 538 córdobas como aporte al capital inicial; aporta tres córdobas mensuales para gastos administrativos, asiste a las reuniones... Refresca su memoria y se remonta a 2006 “cuando mi cooperativa comercializó a buen precio mi cosecha de seis quintales de achiote y los casi 50 quintales de maíz”. Ese año los comer-ciantes pagaban a 150-160 córdobas el quintal y “la cooperativa me los pagó a 180 córdobas, gané 20 córdobas por quintal, esa fue mi ganancia, y eso que estamos comenzando; cuando avance-mos más tendremos mejores ingresos”.

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a producción artesanal de semilla certifi cada, la compra de 15 vacas

paridas, la instalación de dos molinos, el establecimiento de un comisariato, la construcción de 60 viviendas y la edifi cación de las ofi cinas de la coope-rativa, siembra de hortalizas, avicultura, pulperías, panaderías… Estas son parte de las tareas programa-das para resolver algunas demandas de los socios. Son nuevas inversiones que la cooperativa “Flor de Jamaica 23 de Agosto”, hará en 2008 y para tal efecto ya se hacen los contactos para sembrar 40 manzanas para la producción artesa-nal de semilla certifi cada (20 manzanas de maíz y 20 de frijoles rojo). En el caso del frijol rojo con toda la tec-nología, cada manzana puede requerir hasta ocho mil córdobas en inversión y si las condiciones agroecológicas son las óptimas, los rendimientos

promedios en la zona de la cooperati-va oscilarán entre 9-12 quintales por manzana. Aunque la cooperativa no posee muchos recursos económicos, se piensa en la adquisición de 15 vacas paridas con la ayuda de instituciones de Gobierno u otros organismos que quieran fi nanciar el proyecto.La idea es insertarse en este rubro com-petitivo y hacer crecer el patrimonio de la cooperativa, argumenta Urania del Carmen Tinoco, Presidenta de la cooperativa. Desarrollar la ganadería y ejecutar la siembra de semilla certi-fi cada son dos proyectos ambiciosos de la cooperativa, pero también se busca fi nanciamiento para la construcción de 60 viviendas, becas para los hijos de los socios… En síntesis se busca mayores contactos para crear más oportunidades y hacer sostenible la “Flor de Jamaica 23 de Agosto”.

pesar de todas las adversidades “que puedan pasar”, lo último que

se pierden son las esperanzas… Ese es el razonamiento definitivo al que llegaron 115 socios de la Cooperativa de Servicios Múltiples “Flor de Jamaica 23 de Agosto R.L.”, después de pasar diversas difi cultades en sus dos años y medio de existencia. Unos se resienten porque “creemos que el tiempo se detuvo y no miramos un despegue de la cooperativa”; pero muchísimos están dis-puestos a aportar su laborioso esfuerzo para enderezar el rumbo de la cooperativa. Ellos pueden ser capaces de cambiar la realidad e inteligentes para sostener un proyecto de vida, objetivo por el cual, se decidió crear la “Flor de Jamaica 23 de Agosto”. Sin embargo, para lograr estas aspiraciones se necesita un poco de sentido común y aptitud positiva para el cambio; sentir que se perte-nece a algo, que la persona es útil, que se es un ser plenamente vivo… Con estos valores es posible cambiar lo incambiable.

“Todos somos la cooperativa”

La mayoría de los socios querían hacer una organización solidaria, sostenible… Donde se compartieran las utilidades y pérdidas, razona, Urania del Carmen Tinoco Sevilla, Presidente de la cooperativa, quien afi rma, “eso es lo que estamos tratando de hacer con la cooperativa”. “Flor de Jamaica 23 de

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Agosto”, nació con el apoyo de ADDAC y el fi nanciamiento de Brucke-Le-Pont. Compuesta por 115 pequeños y media-nos productores de seis comunidades de San Ramón (San Juan, El Carrizo, El Horno, Aldea Yukul, El Naranjo y San Pablo). Las pequeñas fi ncas de los socios representan unas 645 manzanas; área destinada mayoritariamente al cultivo de maíz, frijoles y un poco de ganado. Las condiciones agroecológicas sólo permiten la siembra de dos ciclos (pri-mera y postrera) entre mayo y noviem-bre; el resto del año algunas personas “la pasan con lo que pudieron acopiar de la cosecha, se van a cortar café o trabajan como peones en otras fi ncas”. Urania del Carmen cree que pertenecer a una cooperativa es “responsabilidad muy grande”, porque se trata de “hacer crecer los intereses y el progreso de una colectividad” y la dinámica involucra “desde el socio más grande, hasta el más pequeño económicamente”. En este sentido “el socio tiene que pensar en la responsabilidad con el crédito: tienen que usar el crédito para las actividades que fue solicitado, pagar en tiempo y forma, no caer en mora…”, argumenta Urania del Carmen, quien recalca, “el cooperado debe cumplir con los valores de honestidad, respeto, autoayuda, paz, amor, solidaridad…”

Socios quieren trabajar Agustina Sánchez Flores y María Isabel Barrera Sánchez, ambas de 60 años, no temen en el fracaso de la cooperativa porque creen que cada socio sabe el papel

que juega dentro de la organización; confían que “muy pronto veremos buenos resultados en la gestión de la cooperativa”. Estas señoras se dedican a la siembra de maíz y frijoles en sus pequeñas parcelas, en la comu-nidad de San Pablo; pero cuando no pueden cuidar de sus cultivos “pagamos a un mozo 35 córdobas al día y más la comida”.

En el ciclo de primera “pretendí vender la cosecha a la cooperativa”, revela María Isabel, pero por necesidad vendió la co-secha a un vecino: “en ese momento me urgían los riales y decidí vender”. Ella no descarta vender el próximo año a la coo-perativa, porque esa práctica garantiza la sobrevivencia de la misma. Agustina tie-ne un criterio amplio y radica en que los socios deben ayudar más al desarrollo… “Además de vender a la cooperativa, si uno tiene buena cosecha puede aportar dinero al fondo de la cooperativa”. Para Félix García Rodríguez, de 46 años (Co-munidad San Pablo), y Luciano García Hernández, de 54 años (Comunidad El Horno), la lealtad es el principal valor para hacer progresar una organización y no el egoísmo e individualidad que han practicado ciertos socios. En agosto de 2007 la cooperativa hizo un ejercicio de acopio y comercialización con la cosecha de primera, sorpresivamente sólo ocho socios decidieron apoyar la gestión con la venta de 12 quintales de frijoles. En ese momento se logró acopiar 44 quintales de frijoles y con su venta se

obtuvo ganancias de 660 córdobas que ingresaron a las arcas de la cooperativa. Félix García se lamenta por el com-portamiento de muchos socios que no quisieron vender parte de su cosecha; “es una lástima, porque esa ganancia que se obtuvo también le pertenece a los socios que no vendieron con la cooperativa”. Santos Daniel Hernández López, de 30 años (Comunidad El Naranjo), y María Yolanda Granados, de 26 años (Comu-nidad San Pablo), tienen otra visión de la realidad que haría posible la capita-lización del patrimonio de la “Flor de Jamaica 23 de Agosto”. Están de acuerdo en “hacer inversiones en rubros compe-titivos como el engorde de ganado, la siembra de hortalizas...”. Otra realidad es que las fi ncas de los socios “se reducen a pequeñas parcelas, el que más tierras tiene son 10 manzanas, con eso no se puede hacer mucho y la mayoría carece de agua”, explica Santos Daniel, quien es optimista y cree en las posibilidades de ampliar su parcela, “hay que pensar también en un banco de tierra, para hacer grandes cosas”. La gente no es ingenua, no es tonta; al contrario, es laboriosa, in-teligente, hábil, capaz… Hoy ellos tienen la oportunidad y el compromiso de hacer grande una familia llamada “Flor de Ja-maica 23 de Agosto”, con ello están las posibilidades de progresar y realizarnos como seres humanos.

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esulta difícil para un ser huma-no aceptar el ofrecimiento de

pertenecer a una organización cuando a ésta se le relaciona con la manipu-lación política, el fraude y, peor aún, con la malversación de sus fondos. Los temores derivados de centenares de ex-periencias repugnantes, que muchos de nosotros hemos visto en el campo y la ciudad, paulatinamente quedan conge-lados como vagos recuerdos en la mente de quienes se arriesgan a vincularse a este tipo de organización.

El giro para arrancar de raíces el mal y crear una organización cimentada en la solidaridad y respeto, lo dieron 94 mu-jeres y 228 hombres de Rancho Grande, departamento de Matagalpa. Ellos son 322 pequeños y medianos productores de nueve comunidades (Carpas Nº 1, 2 y 3; Colonia Agrícola Nº1 y 2; La Lana, El Comejen, La Nueva y Manceras), quienes decidieron fundar en 2006 la Cooperativa de Servicios Múltiples “Ríos de Agua Viva 21 de Junio R.L.”, para encontrar mejores oportunidades productivas, llevar prosperidad a la fa-milia y al círculo comunal, asegura Leo-nel García, de 36 años, propietario de la fi nca Santa Rosa, en Las Carpas 3.

Capacitación aclarar las cosas Para insertarse en el mundo de las cooperativas, ellos tuvieron que pasar más de 40 horas de capacitación sobre el interesante movi-miento cooperativo. Aquí se empaparon de las bondades

que representa estar organizado, de los derechos y los deberes de los socios, y sobre todo se hizo énfasis al esfuerzo colectivo para llenar de grandeza a la cooperativa.

Todos los miembros de la “Ríos de Agua Viva 21 de Junio”, tienen amplia experiencia en la organización comunal, porque llevan tres, cinco o más años de trabajar con ADDAC, con el espaldo fi nanciero de Trocaire y Caritas Nueva Zelanda; cuyo principal objetivo es transferir tecnología en el enfoque de los cultivos orgánicos. La mayoría de los productores aprove-charon el fi nanciamiento otorgado por ADDAC a través del fondo revolvente comunal, mientras a otros esta relación de trabajo les dio mucha prosperidad hasta de ser dueños de una pequeña fi nca... Pero algo que tomaron en cuen-ta estos benefi ciarios es que “las cosas no son para siempre y que un día se terminan”, refl exiona Mónico Antonio Villagra Siles, de 50 años, quien es Presidente de la cooperativa. Sin dar muchas vueltas al asunto razona, “ahora nos toca a nosotros seguir adelante y dar continuidad al desarrollo que trajo ADDAC a las comunidades”.

l misterio de colocar sus cosechas y productos en mejores nichos de mer-

cado, conquistar mejores precios y alcanzar mayores utilidades, es despejado a medida que se insertan en el complejo y competitivo mundo de la comercialización. Sin duda el es-fuerzo de los 322 socios y las gestiones de sus directivos genera resultados muy alentadores desde todos los puntos de vista. Los socios poseen tres mil 82 manzanas y en ellas culti-van con enfoque de agricultura orgánica café, cacao, maíz, frijoles, malanga, quequisque, yuca, plátano, bananos, cítricos, hortalizas y desarrollan la ganadería mayor y ganadería menor (pelibuey, cerdos, gallinas...). Y gracias a las generosas condiciones agroecológicas de la zona y al manejo de los cultivos, estos rubros obtienen altos rendimientos por man-zana y excelente calidad en las cosechas. Un logro muy importante fue alcanzado por la Asociación de Cacaoteros; sus 156 miembros son socios de la cooperativa y ellos fi rmaron un convenio, con el fabricante de chocolate de Alemania, Ritter Sport, para vender 20 tone-ladas de cacao orgánico al año. Los términos del convenio están enfocados en mejorar la parte agronómica del cultivo, alcanzar los estándares de calidad de cosecha a través de la fermentación y la comercialización. Actual-mente hay 150 manzanas de cacao (54 orgá-

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Socios asimilan responsabilidades

Las opiniones de Cristina Chavarría, de 40 años, propietaria de la fi nca La Ca-sualidad, en Las Carpas 1, y Francisca Pérez Hernández, de 38 años, dueña de la fi nca La Maravilla, en Colonia Agrícola 1, son relativamente idénti-cas, porque refl ejan el sentimiento de personas honestas: “Es malo sólo acos-tumbrarse a recibir regalos y no aportar nada al desarrollo del colectivo”. Ellas recomiendan a los socios “echar a cami-nar las ideas para crecer y capitalizar el patrimonio de la cooperativa”, porque creen que “la experiencia es mucha y el amor es inmenso”, para alcanzar lo que las personas se proponen.

Una experiencia interesante que se puede considerar una escuela es Thelma Rivera Guido, de 28 años, quien vive en la fi nca La Laguna de 6 Mz. propiedad de su papa, en la comunidad La Lana. Ella tiene tiempo para ser la Tesorera de la Junta Directiva Comunal en La Lana, ser Secretaria del Comité de Bienestar Social en la Cooperativa, cuidar a su hijo de tres años y dedicarse a las labores agrícolas… Es increíble como Thelma no pierde el sentido de la vida, se sien-te un ser plenamente vivo y resuelve

con optimismo muchos acontecimientos de su existencia. No se resig-na ante la realidad y sin pesimismo reitera “no tenemos mucha tierra, Yo no tengo nada, sólo una vaquita que parirá en cinco meses (abril 2008) y algunas galli-nas”. Thelma es extraor-dinariamente sencilla, ella tiene muchos sue-ños: “como mujer ne-cesito vivir mejor, tener estudios, buena salud, comprar en el futuro una pequeña fi nca y obtener

más créditos para trabajar”.

¿Qué aportan los socios?

Vender a mejores precios las cosechas, hacer inversiones en las fi ncas, renovar cultivos de exportación, comprar insu-mos agropecuarios y herramientas a pre-cios preferenciales, abrir el comisariato, obtener fi nanciamientos para la siembra de frijoles… Estas oportunidades fueron facilitadas por gestión de la cooperativa para sus socios.

A pesar de todos los beneficios que se derivan de estos negocios, algunos socios venden sus cosechas fuera de los canales de comercialización de la cooperativa a sabiendas que las utilida-des también les perteneces a ellos. ¿Qué signifi ca eso?, le preguntamos a Blanca Estela Pérez Flores, de 43 años, dueña de la fi nca El Diamante, en Las Carpas 1. “Nosotros no podemos andar por un lado y por otro, es necesario que los socios hagan conciencia y que ayuden a capitalizar la cooperativa”. “¡Dan, darán¡ dicen las campanas”. Esa opinión seguramente la comparten Blanca Estela y la mayoría de los socios de la “Ríos de Agua Viva 21 de Junio”.

nica y 96 en transición) cuyo rendimiento es de 6-8 quintales por manzana; la mayoría del área son plantaciones nuevas y cuando éstas alcancen su madurez fi siológica, asociado con la adopción de nuevas tecnologías de manejo del cultivo, se estima que los rendimientos sean de 12-15 quintales por manzana. También los integrantes de la Asociación de Cafetale-ros lograron vender su cosecha calculada en 1500 quintales de café (667 orgánico y 833 convencional) a Aldea Global, en 151 y 131 dólares, respectivamente. Para los frijoleros la cooperativa consiguió a través de ADDAC y CRS, financiamiento para sembrar 500 manzanas de frijoles (150 frijol negro y 350 frijol rojo). La cosecha de aproximadamente 12 mil quintales de frijol se pretende vender a precio de mercado, a un promedio de 600 córdobas (31 dólares) por quintal. En el 2008 se dará seguimiento a todas estas gestiones y se invertirá en la compra de 50 vacas paridas, la construcción de una maquiladora de raíces y tubérculos con su hermana “Nuevo Wasla-la, 23 de Junio”, la ampliación del centro de acopio de cacao... “Ríos de Agua Viva 21 de Junio”, no solamente busca el bienestar de sus socios, sino el de la comunidad: hoy se gestiona la construcción de 300 letrinas, la reparación de cuatro kilómetros de caminos y el montaje de tres puentes colgantes.

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l parecer hoy se hacen más reales las posibilidades de hacer mayo-

res inversiones en sus fi ncas y mejorar sus condiciones de vida. Y es que medida que avanzan las gestiones de la coope-rativa, sus socios observan un horizonte cada vez con menos obstáculos y lleno de oportunidades para alcanzar esa ansiada prosperidad. Así distingue el panorama Maritza Helena Videa Calero, de 35 años, habitante de la comunidad La Pava, Pueblo Nuevo (Estelí). Es interesante cómo Maritza Helena, madre de dos me-nores, planifi ca su tiempo y alterna dos actividades muy difíciles y apasionantes: enseña a niños de primaria en la escuela “María Luisa Videa” y trabaja con su marido en actividades agropecuaria en la fi nca El Arenal, de 30 manzanas, en la misma comunidad. Ella es parte de los 325 pequeños y me-dianos productores (114 mujeres y 211 hombres) de 19 comunidades de Pueblo Nuevo (Tierras Blancas, Los Atillos, El Pencal, El Guácimo, La Pava, Las Lajas, San José, El Horno, El Llano 1, San Fran-cisco, El Colorado, Los Horcones…), que fundaron en 2006 la Cooperativa de Servicios Múltiples “Ecológica 15 de Mayo R.L.”, con apoyo de ADDAC y el fi nanciamiento de Brucke-Le-Pont. “Las ganas de trabajar y de prosperar”, es el único propósito que empujó la voluntad de estas humildes personas a sembrar esa semilla de esperanza. Y esas esperanzas son las que motivan a Maritza Helena, tesorera de la cooperativa, para orientar sus esfuerzos por incrementar el patri-monio colectivo. Ella no esconde sus

anhelos: “En cinco o diez años pienso tener una fi nca de 20 manzanas y de-sarrollar la ganadería de engorde”, en estos lugares donde cada manzana de tierra se oferta entre 500 a un mil dólares; pero hoy lo que quiere es un crédito que le permita adquirir terneros para desarrollo y novillos de engorde, además de la siembra de maíz y frijoles.

Una cooperativa con nuevo enfoque

“Al principio miraba todo difícil, te-nía miedo al fracaso“”, revela Norlan Justiniano Sevilla Umanzor, de 30 años y propietario de la fi nca El Cóbano de 40 manzanas, en la comunidad de San José, cuando se difundió la decisión de organizar la cooperativa “Ecológica 15 de Mayo”. Norlan tiene nueve años de trabajar con ADDAC y en ese momento de su vida aprendió “muchas cosas bue-nas sobre la agricultura orgánica”. Por ejemplo, se reeducó en desarrollar obras de conservación de suelos, a manejar los cultivos con enfoque orgánico, elaborar insecticidas naturales… Para Norlan otro aspecto importante es que este organismo “me enseñó cómo pagar los préstamos sin la necesidad de coerción, sin caer en mora; si tenemos que vender un chancho tenemos que dejar un porcentaje para abonar al crédito”. ¿De dónde viene ese temor de pertenecer a una cooperativa?, le preguntamos a Norlan. Él respondió: “He visto muchas cooperativas que fra-casan por el mal manejo que se les da,

quedaron sin tierras, con grandes deudas, los socios no cumplen sus compromi-sos…” Es cierto que le dio temor la idea de organizarse, pero Norlan se apoderó de su confi anza y decidió probar “miré que era algo diferente, una cosa seria, una cosa con pie y cabeza, que nos ayudaría a salir adelante; los socios están con ánimo y entusiasmo de trabajar, de ir adelante, de no dejar caer la cooperativa”, piensa el productor.Marlon Ramón Videa Calero, de 33 años, dueño de la fi nca Buena Vista de 12 manzanas en la comunidad El Cuje, percibe la cooperativa como un sitio don-de convergen los valores del trabajo, ho-nestidad, disciplina, responsabilidad… “Yo tenía un mal concepto sobre las cooperativas porque eran mal manejadas, eran destruidas, pero esa idea cambió con las 40 horas de capacitación que recibí”. Esa capacitación les proporcionó a los socios nuevos elementos de juicio, para crear un concepto diferente

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sobre el movimiento cooperativo. Marlon Ramón está muy claro que la cooperativa no puede benefi ciar por igual a todos los socios, “porque las necesidades son dife-rentes y porque se tienen que diversifi car los rubros”. “Lo importante es que la coo-perativa funcione bien en el futuro y ayude al desarrollo de todos los socios”.

Ideas similares tiene Santos Balladares Ramos, de 68 años, propietario de la fi nca El Cerro, de 20 manzanas, en la comunidad Las Lajas, porque cree que lo vital dentro de la cooperativa es la voluntad de traba-jar por los demás y hacer bien las cosas. Con certeza asegura que “el que no quiere trabajar que se retire, pero que se vaya sin deudas, que se vaya solvente”. Balladares Ramos no quiere una organización donde sólo se benefi cien unos pocos, se imagina “una cooperativa donde todos los socios amplíen sus inversiones en la fi nca, haya más comercialización y mejores ingresos por las ventas”. Cree que en cinco años “si nosotros le echamos todas las fuerzas y si Dios nos da vida, estaremos mejor que a como la vemos: con comida y plata para trabajar”, y sigue reiterando “pero si la echamos todas, esta cooperativa crecerá”.

unque los recursos de que dispone la cooperativa “Eco-

lógica 15 de Mayo” son extremada-mente limitados para satisfacer las necesidades productivas de los socios, al fi nal se defi nió dar pequeños cré-ditos a los socios que los soliciten. Sin embargo, la política crediticia es exigente para “mantener un orden en estos delicados aspectos”, medita Efraín Merlo Rodríguez, presidente de la cooperativa. Para optar a un crédito es necesario estar solvente, tener ga-rantías y que la solicitud sea aterrizada con la realidad, “no se puede entregar fi nanciamiento a socios con mora o dar crédito para un negocio que resul-tará en fracaso”, recalca el directivo. En un reciente diagnóstico se defi nió que para desarrollar un pequeño nego-cio o sembrar maíz o fríjol se requiere de diez mil córdobas; un ternero en desarrollo, tres mil 500 córdobas; un novillo de engorde, seis mil córdobas; una vaca parida, diez mil córdobas,

y para bueyes, nueve mil córdobas. Actualmente, la cooperativa posee un fondo social de aproximadamente 116 mil córdobas, un aporte anual de 9 mil 700 córdobas de varios socios que poseen una ruta de transporte co-lectivo y ocho mil córdobas por nego-cios de comercialización; además del fondo revolvente de casi un millón de córdobas que maneja ADDAC en las 18 comunidades y que ingresará a las arcas de la cooperativa en 2008. Con estos fondos se pretende resolver rela-tivamente las exigencias de los socios, argumenta Merlo Rodríguez, pero “a medida que capitalicemos el patrimo-nio de la cooperativa, paulatinamente resolveremos las necesidades”. En este sentido ya se hicieron ensayos de comercialización en primera de 2007: se acopiaron 460 quintales de fríjol negro y dicha transacción dejó buenas ganancias a la cooperativa. Para las próximas tempora-das se pretende aumentar el acopio y diversificar los negocios.

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llos todavía no pintan su destino con sensibles expresiones de fi no

artista, sin embargo como seres huma-nos ya tienen trazadas sus metas y sus esfuerzos están enfocados en conquistar todo lo que se proponen. Y es que todo en la vida tiene un principio y un fi nal, la gente está harta de tantas adversidades y miseria en un país donde, según informes de Naciones Unidas, el 70 por ciento de la población está en la extrema pobreza. “La conquista que todos nos proponemos es salir de ese entorno olvidado en que estamos en el campo y vivir como seres humanos”, considera Samuel Ramón López, de 50 años, propietario de la fi nca La Esperanza, de 7 ½ manzanas, en Wasaka Sur-Este, La Dalia. El primer avance para concretar esos objetivos se

dio el 10 de noviembre de 2004, cuando

55 mujeres y 96 hombres, todos peque-ños producto-

res agropecuarios de siete comunidades de La Dalia (Granadillo 1 y 2, San Benito, Wasaka Sur-Este, La Pita, El Tigre y Wasaka Abajo), fundaron con apoyo de ADDAC y la cooperación eco-nómica de Trocairte, la Cooperativa de Servicios Múltiples “Flor de Dalia R.L.”. Desde ese momento Samuel Ramón es Presidente de la cooperativa; nos cuenta que la travesía recorrida ha sido relati-vamente positiva, porque se alcanzaron acuerdos que en otros tiempos como pequeños productores individuales no se divisaban.

La organización comunal es indispensable para crecer

Pero la matriz de la cooperativa se en-cuentra en la comunidad, donde la Aso-ciación para la Diversifi cación y el De-sarrollo Agrícola Comunal (ADDAC), organizó y maximizó la organización co-munal; además, brindó fi nanciamiento a través de fondos revolventes y préstamos institucionales a los habitantes de las sie-tes comunidades donde el proyecto tuvo infl uencia. La idea de organizar la coo-perativa se remonta hace diez años. En ese momento las circunstancias no eran favorables para lanzar la cooperativa, apunta Samuel Ramón, quien con mucha frescura recuerda que “en ese tiempo muchas cooperativas se formaron y por diversos motivos cayeron en la r u i n a ” , entonces decidie-

ron esperar otros acontecimientos que propiciaran su nacimiento e insertarse con solidez en el libre mercado. La “Flor de Dalia” nació con 211 socios; tuvo una baja considrable de sus miembros y hoy cuenta con 151 socios. Todos fueron capacitados sobre la filosofía del movimiento cooperativo y “algunos creyeron que el fi nanciamiento les caería del cielo; que le regalen las cosas resulta fácil”, asegura el directivo. Sin embargo, “los que se quedaron es la gente sólida, la gente que piensa y cree en el futuro y desarrollo empresarial”. Tres años después se observan buenos resultados en la cooperativa: “Hay fi nanciamiento para inversiones en las fi ncas, hay co-mercialización, hay nuevos ingresos, hay un grupo de jóvenes emergentes, hay un grupo de mujeres con pensamiento empresarial…”.

Nacimos con una visión empresarial

Las fi ncas de los 163 socios de “Flor de Dalia” poseen aproxi-madamente un mil 326 manzanas de tierras donde se cultivan orgá-n i c a m e n t e café, cacao, hortal izas , plátano, ba

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nanos, maíz, frijoles, caña, frutales… Están organizados en lo que ellos denominan “grupos de interés”; los productores de café se aglutinan en el grupo café, igual sucede con el grupo ganado, grupo apícola, grupo empresarial de mujeres dedicadas a la panadería, costura, pulperías, ganadería mayor, crianza de pelibuey y aves de co-rral. Los grupos de interés se promueven con sus productos y cosecha en diferentes mercados, todos han alcanzado resultados signifi cativos en la comercialización: los cafetaleros venden bien su café orgánico y convencional; los apicultores, además de elevar su producción, están asociados con una empresa exportadora de miel de abeja y hasta consiguieron fi nanciamiento de una institución del Gobierno. Igual suerte pasan los frijoleros que tienen contrato con una exportadora para vender frijol negro, mientras que el fríjol rojo lo venden en el mercado nacional, los ganaderos obtienen buenos ingresos por la venta en pie de sus animales.

i los precios internacionales del café experimentan un signifi-

cativo incremento, es posible que los productores del grupo café obtengan 40 dólares adicionales por cada quintal de café, respecto al precio inicialmente convenido con las exportadora de café. De existir esta variante el quintal de café orgánico se les pagaría a los pro-ductores a 191 dólares y el convencio-nal a 151 dólares; así quedó establecido en el contrato de compra-venta de 200 quintales de café orgánico y 100 quin-tales de convencional correspondiente a la cosecha 2007, suscrito entre direc-tivos de la cooperativa “Flor de Dalia” y Aldea Global. Con la cosecha de apante, estimada en un mil 200 quintales de frijol negro, también se experimentó similares al-ternativas con otra comercializadora: El precio por quintal se fijó en 22 dólares, pero si se encuentra otro canal donde se obtengan mejores precios, la cooperativa tiene la opción de vender en esa ventana de comercialización. Sin el respaldo de la cooperativa, segura-mente los 23 socios del grupo apícola no hubiesen alcanzado un proyecto cuyo monto es de 12 mil 220 dólares fi nanciados por IDR, el PNUD y la contraparte de los socios aportado por la cooperativa. Ese dinero será destinado para la com-pra de material apícola, herramientas, certifi cación de miel orgánica, trans-ferencia de tecnología y reforestación de las fi ncas. Los fondos de la “Flor de Dalia” rasgan los 300 mil córdobas,

una suma relativamente pequeña para fi nanciar las exigencias productivas de sus 163 socios; sin embargo la cartera de créditos es de 96 mil córdobas diri-gidos a fi nanciar la semilla para siembra de maíz y frijoles, créditos personales, mantenimiento de café, apicultura…

Es asombroso cómo hacen estos pro-ductores para maximizar este pequeño presupuesto y adaptarlo a las necesida-des de los socios; lo más increíble aún son las decenas de proyectos que pre-tenden desarrollar si encuentran algún organismo que los fi nancie. Tienen en proyecto instalar una maquiladora de tubérculos y raíces con su cooperativa hermana “Ecológica 9 de Noviembre”, ampliar las inversiones en café, cacao, desarrollar la gana-dería estabulada, establecer un comi-sariato y desarrollar las capacidades de jóvenes y niños…

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ue sea una empresa rentable donde se practique un trato

justo con los socios, ese es el objetivo que tienen trazado 140 productores agropecuarios con relación a su coo-perativa. Trabajo tesonero, respon-sabilidad, honestidad, solidaridad… “Son insumos que necesitamos para hacer posible estas metas que nos propusimos”, indica, Santiago Milán Gutiérrez, Presidente de la cooperati-va, quien menciona las innumerables necesidades de los socios y de ellas una decena se consideran prioridades del Consejo Administrativo. Son priori-dades encontrar créditos para sembrar 120 manzanas de papa, 30 manzanas de cebolla, 30 manzanas de frijoles (15 de negro y 15 rojo) y 140 manzanas de maíz. Estos fi nanciamientos son millo-narios. Sólo para poner ejemplos: La inversión en una manzana de papa se estima en 40 mil córdobas, 20 mil en una manzana de cebolla, casi ocho mil córdobas en maíz y frijoles. También se necesita la infraestructura para aco-piar esa producción y comercializarla en el momento preciso. Toda esta plata o parte de ella se necesita para el ciclo

de primera de 2008, detalla Santiago Milán, quien ya se puso en contacto con instituciones del Gobierno central y otros organismos para encontrar ese respaldo. El patrimonio de “Flor de Pino” es de unos 110 mil córdobas más 200 mil córdobas del fondo re-volvente que maneja ADDAC en las tres comunidades y que ingresarán al fondo de la cooperativa en 2008; igualmente un terreno de un cuarto de manzana y las ofi cinas cuya estructura está valorada en 650 mil córdobas. En esa sede funcionará en febrero de 2008 el comisariato donde ofertarán amplia variedad de productos de consumo humano e insumos agropecuarios a precios favorables. Dice Santiago Mi-lán, “el comisariato es muy importante porque los socios ya no se expondrán a la incomodidad de viajar a la ciudad y traer los productos a un costo más elevado”. Es una realidad que los socios no tendrán motivos para hacer fracasar ésta interesante experiencia; seguramente en un futuro cercano y con el trabajo perseverante e incesan-te, el patrimonio de la cooperativa se multiplicará y se cubrirá la mayor parte de las necesidades de sus socios.

erá posible que un individuo cambie su realidad económica y social, en

un entorno salpicado de egoísmo en donde las oportunidades son consideradas meras casualidades o simplemente milagro. En la vida todo es posible: “con un poquito de fe y un poquito de trabajo se pueden al-canzar todos los anhelos”, responde Carlos Suárez Morraz, de 56 años, propietario de tres cuartos de manzana en Llano Grande. Carlos es un productor experimentado, ha trabajado casi con todos los rubros que se adaptan a las condiciones agroecológicas de la zona: Tomate, zanahoria, chiltoma, cebo-lla, papa, maíz, frijoles, pipían, ayote… Él sabe ingeniárselas para hacer de esa pequeña área una parcela económicamente rentable y orgánicamente sostenible; en el ciclo de primera (2007) invirtió aproximadamente siete mil 500 córdobas en la siembra de cebolla sebaqueña y obtuvo 14 mil córdobas de ganancias. Carlos Suárez es parte de 125 pequeños y medianos productores (51 mujeres y 74 hombres) miembros de la Cooperativa de Servicios Múltiples “Tres Pinos R.L.”, fun-dada el 20 de septiembre de 2006 con 125 socios. La cooperativa cuenta con el apoyo organizativo de ADDAC y el fi nanciamiento de ASLN, FDH y Brucke-Le-Pont. Los 125 socios actuales y 16 por ingresar tienen sus fi ncas de aproximadamente 590 manzanas

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en Llano Grande, Piedra de Agua y El Carrizo, comunidades ubicadas a siete kilómetros al noreste de la ciudad de Matagalpa.

Necesitan otros mecanismosde comercialización

Parte de la siembra de cebolla sebaqueña, Carlos la cubrió mediante un préstamo de seis mil córdobas solicitados a través de su cooperativa a ADDAC, organización campesina que lucha por el derecho a la vida. Para darnos una imagen fotográfi ca de la realidad, en ese ciclo la inversión por manzana alcanzaba unos 17 mil cór-dobas: La libra de semilla se cotizaba en 400 córdobas y se necesitan cinco libras por manzana, entre otros insumos y mano de obra que no vamos a mencionar. Si las condiciones agroecológicas son favorables y el manejo de la plantación es excelente, se pueden obtener por

manzana rendimientos de 30 mil moños (cuatro o cinco unidades cada uno) y si el productor tiene suerte los comercian-tes en los mercados se los pueden comprar en un córdoba cada moño. Estos productores se han preocupado toda su vida por el precio en que venderán sus cosechas, “por eso es que luchamos y nos organizamos en la coo-perativa”, refl exiona Carlos, cuyo principal objetivo es romper con el mo-nopolio de los comerciantes. “Ellos nos compran casi regalada la cosecha, pero la venden a elevados precios”, Él es un ejemplo clásico de la relación produc-tores y comerciantes, “me compran a un córdoba el moño y después lo venden en cinco o seis córdobas”. Los productores de papa son otras víctimas del mercado, ellos venden el quintal a 200 córdobas, pero el comerciante dependiendo de la época el mismo quintal lo rematan a 400, 500, 600 o más córdobas.

La cooperativa puede resolver

muchos pro-blemas

Al igual que Car-

los; Luis A m a d o

Sáenz, Isbel Montenegro , Germán Sáenz, Marcelina Ze-ledón, Mauricio López, Ivania

Rodríguez y todos los so- cios de la “Tres Pinos”, tie-nen las esperanzas en

que esta situación que les trae pérdidas incalculables llegue a su fi nal. Desde ya la cooperativa hace gestiones para hallar justos canales de comercializa-ción y fi nanciamiento para la siembra, asevera Marcelina Zeledón, de 42 años, Vicepresidente de la cooperativa. Ya se hacen trámites para hacer posibles estas ideas; se pretende sacar un préstamo para construir en 2008 un centro de acopio de papa, frijoles, maíz… Y esperar el momento preciso para vender y sacar mejores ganancias. Pero ante todo los socios “debemos hacer consciencia para vender con la cooperativa y de esta forma todos salgamos ganando”, reconoce Luis Amado Sáenz, de 60 años, productor de la zona, haciendo referencia a que no se tiene cultura de vender las cose-chas como un bloque sólido. “Aquí el productor tiene la costumbre de vender aisladamente y al momento de ofertar las cosechas el comerciante nos compra a como él quiere”. Es muy probable que los socios de “Tres de Pino” cambien su realidad; ya tienen otro motivo para hacerlo, ahora está la cooperativa para hacer posible esos sueños.

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ueron muchos los argumentos re-velados por las personas que ya no

querían pertenecer a una organización, cuyo principal objetivo es llevar desarro-llo para sus miembros y la comunidad. La gente dijo que la cooperativa nunca despegaba, otros pensaron que se benefi -ciarían de inmediato o que los proyectos les caerían del cielo; algunos señalaron que los 550 córdobas de aporte inicial era mucho dinero y no tenían capacidad de pago, entre otros señalamientos. Nacieron con el apoyo de ADDAC y la Real Embajada de Noruega en 2005 con 530 miembros, luego ingresaron 60 más y hoy sólo quedan 322 socios (121 mu-jeres y 201 hombres), decididos a hacer funcionar esa noble organización llama-da Cooperativa de Servicios Múltiples, “Flor de Pancasán, 8 de Marzo R.L.”. Estos 322 socios son originarios de 18 comunidades de la zona seca y húmeda del municipio de Matiguás (San José de La Mula, Maizama, Apantillo, El Jobo, El Bálsamo, Azancor, Sitio Histórico, Santa Cruz, Las Parcelas, Las Vegas, Upá, El Laberinto, San Pedro, El Jinete…) y sus fi ncas representan aproximadamente 5 mil 717 manzanas de tierra. En esas áreas cultivan con manejo orgánico café, maíz, fríjol, frutales, malanga, quequisque, yuca, plátano, banano, caña… También, desarrollan la ganadería mayor y ganade-ría menor (engorde de pelibuey, cerdos y aves de corral).

¿Infl uyó la baja de ese grupo?

“A mí me decían los socios que ha-

bía mucha rigurosidad y eran muy estrictos, pero el asunto es ser responsable y cum-plir con el reglamento”, aclara Melba Hurtado Herrera, de 40 años, habitante de la comunidad El Jobo. Melba tiene tres años de trabajar con ADDAC y verdaderamente ese periodo lo aprove-chó al máximo. Recuerda que ADDAC fi nanciaba con fondo revolvente gallinas, cerdos, herramientas, plantas, semilla y materiales para hacer infraestructuras básicas en las fi ncas como biodigestores o pilas de almacenamiento de agua de consumo humano. Su primer fi nancia-miento fue un cerdo, luego le prestaron cinco mil córdobas a un año de plazo y lo pagó en nueve meses; las ganancias las invirtió en la compra y venta de cer-dos. Después sacó otro crédito de cinco mil córdobas y las ganancias fueron destinadas a comprar una vaca que le costó cuatro mil córdobas. Con todo ese esfuerzo, Melba, que es madre soltera, compró un terreno de 12 x 17 metros, donde construyó una casa para sus tres hijos. “Antes no tenía nada, hoy poseo la vaca, tengo mi negocio y lo más im-portante la casa”, resume esta laboriosa mujer, que también invierte sus ánimos como Vocal del Comité de Vigilancia de la cooperativa y Tesorera de la Junta Directiva Comunal de El Jobo. Melba nunca había trabajado en una cooperativa y dijo que ingresaría para saber cómo se desempeñaba; “pensé que si no estaba organizada a lo mejor tendría obstáculos

para hallar fi nanciamiento o trabajar”. Le preguntamos: ¿Te parece correcto estar en la cooperativa? y alegremente responde: “Sí, estoy satisfecha y segura que la cooperativa dará seguimiento al progreso que trajo ADDAC a las comu-nidades; muchos de los que se fueron están arrepentidos, porque ahora miran que la cooperativa marcha bien y tiene futuro”.

Hay confi anza para salir adelante

María Ernestina López, de 42 años, de El Bálsamo, y José René Valle Flores, de 32 años, de El Jobo, reconocen en que hay difi cultades, “pero así es con toda organización que da sus primeros pasos” y más aún cuando se trata de un proyecto con alcances sociales para individuos y la comunidad entera. Hay que entender, dice José René, que “en la cooperativa no hay benefi cios personales, regalos o limosnas para unos cuantos socios”. María Ernestina sospecha que la gestión de la cooperativa traerá ventajas pro-ductivas y comerciales, “que los socios aprovecharan para superar en la vida”. A pesar de todas las limitaciones, Pedro José Espinosa Jarquín, de 33 años, con esperanzas observa cada día los negocios

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in duda alguna el logro más importante alcanzado por la

cooperativa fue la construcción del Centro de Acopio Ecológico de leche, ubicado en la comunidad El Jobo y valorado en aproximadamente 200 mil dólares. En el centro se pretende aco-piar la mayor cantidad de leche en la zona y pagarla a precio justo al produc-tor. Las responsabilidades del centro están compartidas entre ADDAC con un 60 por ciento y el restante 40 por ciento le corresponde a la cooperativa, asegura René Abel Alfaro Zeledón, Presidente de “Flor de Pancasán 8 de Marzo”, quien se comprometió a hacer rentable la obra. La cooperativa cuenta con un patri-monio de unos 485 mil córdobas entre capital propio y transferencias realiza-das por ADDAC; también se cuenta

con casi dos millones de córdobas en dinero líquido y materiales para cons-trucciones productivas en las fi ncas. Pero las gestiones están encaminadas a comercializar las cosechas que pro-ducen los socios. La cosecha de café orgánico (2007) se vendió a CODEV (Canadá) a 161 dólares cada quintal y los 55 quintales de café convencional a Aldea Global. Cuando salga el maíz y frijol de apante se piensa acopiar la toda la cosecha que se pueda, con el fi n de obtener las mayores ganancias posibles. Los socios están claro que deben dar el ejemplo, para “motivar a los demás productores a integrarse a nuestra cooperativa”. “La cooperativa es el único medio de desarrollo y al mismo tiempo contribuye a elevar el nivel de vida de los socios”.

por la gestión de la cooperativa; “creo que la cooperativa marcha correctamente, está resolviendo algunas necesidades de los socios pero no puede darnos todo, porque está comenzando a trabajar”. En los últimos años Pedro José aprendió mucho sobre la fi losofía de la agricultura orgánica, logro que su fi nca de 12 manzanas, ubicada en Santa Cruz, ganara el segundo lugar del concurso “Parcelas Ecológicas”. En esa área maneja seis vacas paridas, un toro, una vaca, un caballo, cerdos y gallinas, además tiene una galera de 22 x 7 metros con sala de ordeño, un biodigestor para producir gas y una pila donde produce abono lombrihu-mus. Pedro José tiene el anhelo de ampliar su infraestructura productiva, “pero eso sólo lo puedo lograr con el apoyo de la cooperativa”. Cree que en unos dos años los socios pueden obtener picadoras de pastos, bombas de agua, paneles solares...

La cooperativa hace los negocios necesarios

Sin duda la construcción de la ofi cina de la “Flor de Pancasán, 8 de Marzo”, cuya sede se ubica en El Jobo, fue una certera decisión tomada por los socios; cada uno aportó 130 córdobas para comprar el terreno (valorado en 40 mil córdobas) y un día de trabajo para la construcción del edifi cio. El costo del inmueble de aproximadamente seis mil dólares fue asumido por la Real Embajada de Noruega y el mismo estará funcionando en enero de 2008. Pero las cosas no quedan allí. Ya se piensa en instalar un comisariato donde los socios, además de comprar todos sus insumos agropecuarios y de consumo humano, vendan parte de sus productos y cosechas generadas en sus fi ncas. También se prepara un plan de capacitación que incluye la transferencia de tecnología en la mayoría de rubros que se manejan en esta zona. No cabe dudas que los productores que se quedaron con la cooperativa están convencidos en hacer de ésta una empresa modelo y económicamente rentable.

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El biodigestor es una pila cuya dimensión es de 2 metros de ancho, 3 de largo y 1.6 de alto; la parte superior de la pila se sella herméticamente con plástico es-pecial de polietileno (para capturar el gas) y sobre éste se coloca la tubería que enlaza la estructura con la cocina. Varios grados de desnivel favorecen el fácil desplazamiento del gas por la tubería, eso signifi ca que el biodigestor se ubica en una posición mas baja respecto a la vivienda. Terminada la construcción se llena con 40 sacos de estiércol fresco de ganado, pelibuey o cerdo y agua; 15 días después comienza la producción de biogás para un uso diario aproximado de cuatro a cinco horas. Dependiendo del uso se alimenta con un batido de estiércol fresco y agua a razón de un balde cada dos o tres días.