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Jugársela

Jugársela

Edición: Secretaria de Política Sindical - Salut LaboralUGT Catalunya

Redacción, diseño y corrección: l’Apòstrof, scclImpresión: ArtyplanDepósito legal: B-25.254-2009

A las nueve y cuarto de la mañana, Tomás y sucompañero de trabajo, Jesús, llegan a una plantadepuradora con la furgoneta de la empresa, unaFord Transit blanca de más de quince años. Du-rante el trayecto, bromean por la lentitud delvehículo, que pierde mucha velocidad en lassubidas, y comentan que con la política de ahorroque reina en la empresa les regalarán un patinetepor no cambiarles de vehículo.

_Mejor que se gasten el dinero en nosotros queen furgonetas. Como nos echen, ya verás comonos reiremos._Prefiero ir a trabajar en patines a que nos echen.

Hace años que Tomás y Jesús trabajan juntos, setienen confianza y bromean con todo. Hoy estánde muy buen humor, porque es viernes y por latarde no trabajan. Además, ambos están solterosy tienen planes para el fin de semana.

La depuradora donde hoy tienen que trabajar laconocen bastante bien. La empresa, subcontratadapor la depuradora, los ha enviado allí varias vecesa cumplir tareas de limpieza y mantenimiento.Hoy van para reparar el colector, que tiene unagrieta que provoca un escape. En pocas horashabrán terminado.

Salen de la furgoneta y, antes de recoger losequipos, hacen el tradicional lanzamiento de mo-neda al aire. Si sale cara, Tomás bajará al pozo yJesús se quedará afuera, vigilándolo y ayudándolo.Ellos lo llaman hacer de pinche. Si sale cruz, seráal revés. Jesús está muy bromista, porqueúltimamente la suerte le acompaña. Saben que eltrabajo duro lo realiza quien está dentro.

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_Mira, mira la moneda... ¿Ves? Tiene una cara yuna cruz. Después no me digas que está trucada..._Venga, ¡tira y calla!_¿Estás seguro de que no la quieres tirar tú?_¡Venga, joder!

Jesús lanza la moneda muy arriba. La moneda nopara de dar vueltas. Cuando cae en su mano, Jesúsle da la vuelta a la muñeca y pide a su compañeroque escoja.

_¿Así o así?_¡Así, pesado!

Sale cara. Jesús sonríe. Bajará Tomás.El trabajo que tienen que hacer no es difícil, perosí desagradable, porque el agujero donde Tomásdeberá introducirse apesta. Hace unas semanas,en un control rutinario de la depuradora, un técnicodetectó un escape en el colector que estaba origi-nando un pequeño bache en la carretera que pasapor encima. Algunos conductores ya se habíanquejado en el Ayuntamiento. Según el informedel técnico, una junta del colector se ha separado,lo que provoca filtraciones de agua que ablandanel terreno de la autovía. El trabajo de Tomásconsistirá en repicar el hormigón envejecido, queya ha perdido adherencia, llegar hasta la partesana y recubrir la zona con mortero de reparación.

El terreno que ocupa la depuradora es inmenso.La primera vez que Tomás y Jesús la visitaron,se perdieron. Entonces, bautizaron la depuradoracon el nombre de la mega. Con el tiempo, handeformado la expresión, y hay días en los quetambién la llaman la meca, porque, según aseguran,es la catedral de las depuradoras. Hace años quela depuradora funciona y no se han producido

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demasiadas averías, solamente las habituales enuna obra de estas dimensiones.

A medida que avanzan por las instalaciones, elambiente se va haciendo más pestilente. Jesús nopara de recordar a su amigo que tiene chiripa, queesta es la tercera vez seguida que la suerte estácon él y que le toca quedarse afuera en vez deentrar a la alcantarilla. Tomás aguanta estoicamentelas bromas de Jesús sin rechistar, pero lo mira dereojo, con ganas de soltar algún improperio.

_Ya ves, la suerte me acompaña, amigo._No seas fanfarrón, Jesús. Sólo tienes suerte en

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esto. En otras cosas, tus éxitos son más bienmodestos.

Observan los letreros de este espacio inhóspito.Son triángulos de color amarillo que les adviertende todo tipo de peligros: peligro de atmósferasuboxigenada, peligro de atmósfera asfixiante,peligro de atmósfera tóxica, peligro de atmósferasobreoxigenada, peligro de atmósfera inflamable,peligro de atmósfera explosiva... En el interior decada uno de los triángulos, se ven dibujos conllamas, calaveras, signos de admiración, explosio-nes e incluso una persona desmayada. Siemprese cachondean de estos dibujos.

_Aquí todo es un peligro. ¡Cuidado, no andes nihables, que puede ser peligroso!_Encargaré un triángulo donde ponga “Peligro,tramposo a la vista”, y que se vea a alguien comotú que lanza una moneda al aire._No sabes perder, Tomás, no sabes perder...

Jesús y Tomás llegan a unos barracones dondedejan el equipaje. Tomás se cambia de ropa. Seencuentran a Luis, técnicamente denominadorecurso preventivo, que es el encargado de velarpor la seguridad y la salud de los trabajadores.Luis les saluda efusivamente. Lo conocen de otrasveces que han realizado tareas de mantenimiento.La primera vez que lo vieron, Luis les explicó,con ademán serio, el procedimiento que debíanseguir para evitar riesgos. Hoy no lo hace, porquesabe de sobras que los trabajadores conocen lasmedidas que deben tomar para evitar cualquieraccidente.

_¿Qué tal, chicos?_Pues muy bien.

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_¿A quién le toca bajar hoy?_A Tomás._¡Qué morro tienes, Jesús! Siempre le toca aTomás.

Los tres ríen. Luis les explica que a las diez yapodrán empezar. A esa hora, está previsto quedesvíen el tráfico de la carretera que pasa sobreel colector, para que los operarios puedan accedersin problemas al pozo de entrada donde se encuen-tra el escape.

Cuando Jesús y Tomás están listos, Luis les acom-paña al punto de acceso del colector. Lo primeroque hacen es abrir la tapa del agujero, para quese ventile. No usan ningún aparato de ventilaciónmecánico, porque lo han olvidado en la furgonetay ahora ninguno de los dos quiere volver. Además,el diámetro del agujero es suficientemente ancho_mide casi dos metros_ y puede ventilarse biende forma natural. Miran el reloj. Todavía faltanveinte minutos para las diez, tiempo suficientepara asegurar una ventilación óptima.

Luis rellena la autorización de trabajo mientrasles pregunta si tienen planes para el fin de semana.Él también está soltero y siempre que los ve leshabla de los locales que ha frecuentadoúltimamente. Hoy les comenta, con cara burlona,que desde hace unos meses es asiduo a un bar delPoblenou donde los fines de semana tocan músicaen directo.

_Como me tienen muy visto, tengo un trato favo-rable de las camareras._¡Eres un golfo!_A ver si os pasáis un día de estos y tomamosunas cervezas.

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Mientras hablan de lugares nocturnos, Luis observala tapa del pozo abierta.

_¿No lleváis el equipo de extracción?_Está en la furgoneta. Si hace falta, vamos abuscarlo, pero vaya, con que se ventile un ratoserá suficiente._Cómo se nota que es viernes y que tenéis ganasde acabar... De acuerdo, cuando esto esté bienventilado podéis bajar.

Luis acaba de rellenar de forma mecánica elpermiso de trabajo y se lo entrega a Jesús. Enprincipio, la autorización debe describir de formadetallada el tipo de incidencia que tienen quesolucionar los operarios, el tiempo aproximadoque necesitarán para resolverla, los posibles peli-gros de la instalación, las medidas preventivasque se han tomado y las herramientas que tienenque utilizar los trabajadores, pero Luis no tardani un minuto en llenarla y firmarla.

_Sólo estaré un rato con vosotros. Anteayer, sedetectó un problema con el espesador de lodos yahora viene una brigada a repararlo. Es la primeravez que vienen, y tendré que estar muy atento.Volveré aquí antes de que terminéis. Cualquiercosa me llamáis, ¿eh?_Tú tranquilo. Ya sabes que no somos novatos._Calculo que en tres horas habréis terminado. Mepasaré hacia la una._Hasta luego.

Tomás y Luis cogen los medidores y compruebanel nivel de oxígeno del colector. 20,4%, perfecto.Miden también otros gases contaminantes: el ácidosulfhídrico marca 22 ppm (partes por millón) yel metano, 0,9 ppm. Todo está correcto.

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Consultan el reloj. Son las diez y cinco. Jesúsmonta el trípode con el sistema anticaídas. Tomásse coloca el calzado con las protecciones, el arnés,se ata la cuerda de seguridad, se ajusta el frontaly, finalmente, los guantes y la mascarilla.

_Cuando quieras, Jesús._¿No tendrías que llevar el equipo de respiraciónautónomo?_Tampoco huele tan mal. Con la mascarilla essuficiente. Además, los niveles están bien. Y siel otro día bajó un técnico a hacer el diagnósticodel escape, no lleva tanto tiempo cerrado._Pues adelante.

Tomás empieza a descender lentamente por losescalones que están empotrados en la pared. Colo-quialmente se llaman pates. La junta que debereparar se encuentra a dos metros y medio de lasuperficie. A medida que va bajando, va percibiendoel hedor típico de huevos podridos. Es un olorrepugnante. Tomás siempre ha pensado que suequipo de seguridad debería incluir un ambientador.

Mientras tanto, arriba, Jesús prepara el morteroy habla continuamente con su amigo.

_¿Qué, cómo va? ¿Me oyes?_Sí, te oigo. Aquí todo bien.

Siempre, siempre, siempre que le toca meterse enuno de esos agujeros, Tomás recuerda la mismaanécdota: el día antes de que empezara a trabajar,su madre se presentó en su casa con una jaula yun canario. “Es para que lo lleves contigo altrabajo”, le dijo. Y, acto seguido, le explicó quesu abuelo, que era minero, bajaba a la mina conun canario.

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“Estos animales son muy útiles, hijo, son un gransistema de alarma”, especificó la mujer el día quefue a ver a Tomás con la jaula y el canario. Ytenía razón, la madre: el canario es un gran avisa-dor. Y no porque el animal silbe o agite nerviosa-mente las alas cuando detecta peligro, sino porquelos gases tóxicos matan al pájaro antes que alhombre.

Tomás no se atrevió a contradecir a su madre. Sucara era de preocupación. Además, conociéndola,se habría pasado la última semana enganchada ainternet recopilando casos de accidentes laborales.Por ese motivo, el día antes de que empezara atrabajar de técnico de mantenimiento de pozos,alcantarillas, túneles y depuradoras, Tomás escu-chó a su madre, miró al canario confinado dentrode la jaula y cambió de tema para quitarle impor-tancia al asunto de los accidentes.

_¿Y se puede saber cómo se llama este pájaro?_El nombre es cosa tuya.

Tomás se fijó en la agenda de sobremesa. Señalabael 3 de febrero.

_Se llamará Blas.

Siempre, siempre, siempre, pues, que Tomás tieneque introducirse dentro de un espacio reducido,oscuro y a menudo pestilente, como este colector,piensa que Blas le acompaña. Y ríe al imaginarsela cara que pondría Jesús si le viese bajar con elcanario en el hombro.

Han pasado casi cuatro años desde el día en quesu madre apareció con Blas y, aunque en casa

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apenas presta atención al pájaro, cuando trabajalo tiene muy presente. A menudo, Tomás hablasólo y, cuando lo hace, es como si se dirigiera aBlas: “¿Qué, Blas, ya es hora de volver, eh?”,“Qué peste hay aquí, ¿verdad, Blas?”. Cuandoalguien que le oye le pregunta que con quiénhabla, él siempre responde que con su socio.

Tomás llega al punto del escape y avisa a suamigo.

_¡Aquí está!_Muy bien. Empieza a picar el hormigón. ¡Cuandotermines, te bajo el mortero!

Tomás canturrea mientras pica, con un martilloy una escarpa, la junta que se ha estropeado.

_¡Este hormigón se desmenuza fácilmente! Pareceun polvorón. Tendré que picar bastante._Me sabe mal que lo tengas que hacer solo. ¡Siquieres, nos turnamos y bajo de aquí un rato!“Ahora el señor tiene mala conciencia, eh, Blas.”_No importa. Ahora que he empezado, ya lo acaboyo.

Jesús vuelve a medir el nivel de oxígeno y el deotras sustancias. Apenas han variado desde laúltima vez.

_Jesús, creo que ya he terminado. ¡Necesito elmortero!

Jesús, con una cuerda, baja un canasto con elmortero preparado.

_¿Tienes las herramientas?_Sí, lo tengo todo.

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Una vez tiene el mortero, Tomás empieza a repararla junta. El hedor es cada vez más intenso, y eloperario se coloca bien la mascarilla.

“Ya verás, Blas, esto lo terminamos enseguida.”_¿Va todo bien, Tomás?_Sí, sí, ningún problema. El agujero es más grandede lo que creía y me tendré que estar un buen rato.

Jesús enfoca con una linterna a Tomás y observaque está trabajando animosamente. También leoye hablar solo.

_¿Qué, ya estás hablando con tu socio?_No sabes lo que te estás perdiendo, Jesús. Estajunta que estoy arreglando es preciosa. Y el olor...no te lo puedes ni imaginar... Es mejor que midesodorante. ¿Qué, tienes envidia?_¡No veas! Oye, voy un momento al barracón, queme estoy meando. ¿Te subo o sigues con el mortero?_Ve, ve. Yo me quedo. Va todo bien._En tres minutos estoy aquí.

Mientras Jesús va al baño, Tomás se siente muyacalorado. Le apetece quitarse la mascarilla, peroallí dentro apesta.

“Blas, si te desmayas avísame y te subo.”

Tomás va tapando el agujero cada vez más lenta-mente. Nota que le sudan las manos y que semarea. También le pican los ojos y la garganta.Tose. Antes nunca había sentido esas molestias.De todas formas, respira hondo y continúa. Ahorase arrepiente de no llevar el equipo de respiraciónautónomo. Siempre da pereza, porque la bombonapesa bastante, pero esta vez lo tendría que haberhecho. Además, ahora que lo piensa, tampoco ha

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cambiado el filtro de la mascarilla que lleva.Cuando vuelva Jesús, le dirá que le suba.

Cuando sale del baño, Jesús se encuentra con unosconocidos en el barracón. Hacen el mismo trabajoque él, pero trabajan en otra empresa. Ahora hacíameses que no coincidían. Aunque está trabajando,Jesús se para un par de minutos a conversar conellos. Jorge, el más veterano, le comenta que hasido padre. Jesús le felicita.

_Hablamos otro rato que Tomás está allá abajo._Ve, ve.

Camino del colector, Jesús mira el reloj y se dacuenta de que se ha entretenido más de lo debido.Se siente mal. Solamente han transcurrido cincominutos desde que le ha dicho a Tomás que seiba, pero a él no le gustaría que le dejasen solodentro de un agujero como aquel. Tomás es unbuenazo y no se enfadará, pero otro sí que semolestaría. Y con razón. Se apresura hasta llegaral agujero.

_Tomás, ¿cómo va eso?Silencio. Lo vuelve a intentar._¡Eh, Tomás! ¿Estás bien?

Ni una mosca. Jesús se intranquiliza. Con losmedidores de gases, se da cuenta de que el nivelde oxígeno ha bajado hasta el 17% y que haaumentado la concentración de ácido sulfhídrico.Se pone muy nervioso. De pronto, olvida lo quedebe hacer. No sabe si avisar a Luis, a una ambu-lancia o llamar a la empresa. Marca el 112. Ledicen que en pocos minutos llegará una dotaciónde bomberos y una ambulancia. Le subrayan que,si hay riesgo de explosión, debe salir de allí. Pero

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no hay riesgo, y Jesús no quiere abandonar a suamigo. Cierra los ojos cinco segundos e intentacalmarse. Cuando los abre, observa el trípode y,justo allí, el dispositivo para que pueda subir aTomás. Ahora recuerda que su amigo va atado ylleva arnés. Solo hay que girar la manivela parasubirlo. Lo intenta, pero no puede. Es como sihubiera un obstáculo. Resignado, tira de la cuerdapara recoger el canasto con el mortero. Está mediolleno. O medio vacío. Tomás no ha podido terminarel trabajo. Jesús llama a su amigo. Es en vano.

_¡Tranquilo, Tomás, te sacaremos de aquí!No hay respuesta._Tomás, ¡lo siento...! ¡No me tenía que haber ido!

Silencio sepulcral.Mientras espera a la ambulancia y a los bomberos,llama a Luis.

_Luis, no sé qué ha pasado, pero Tomás no meresponde. He llamado a Emergencias._¡Mierda, no me tenía que haber ido! Voy ense-guida._Soy imbécil, Luis. Mientras Tomás trabajaba,me he ido al baño y, cuando he vuelto, ya no merespondía._No podemos hacer nada, ahora. Lo más impor-tante es que los bomberos lleguen enseguida y lesaquen. Esperemos que no pase nada.

El verbo que ha usado Luis, “esperemos”, todavíalo angustia más. Jesús está tan nervioso que fumaríaun cartón de tabaco entero, pero en estas instalacionesestá prohibido. Se mete las manos en los bolsillosy palpa el euro que antes ha servido para decidirquien de los dos bajaba. Ahora se siente responsablepor no haber bajado él. Piensa que lo de lanzar la

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moneda al aire no lo volverá a hacer. Cree que lomás justo es que cada vez baje uno. Desde que seandan con el juego de la moneda, a Tomás le hatocado bajar muchas más veces que a él.

De repente, le vienen a la cabeza pensamientosdesastrosos. ¿Y si Tomás muere? No sería elprimer caso. No hace ni dos años, murieron enÁlava dos trabajadores mientras realizaban tareascomo las de Jesús y Tomás. Se acuerda perfecta-mente, porque se armó mucho revuelo en la em-presa. Un operario estaba dentro de un depósitode lodos intentando poner en marcha una bombay se mareó inhalando gases tóxicos. Otro operario,al ver que tenía problemas, bajó a ayudarlo, perofue inútil: también perdió el conocimiento y sedesmayó. Entonces, dos trabajadores más quisieronacceder al depósito para socorrer a los compañeros.Sólo uno de los cuatro consiguió salir por supropio pie; los otros tuvieron que ser rescatadospor los bomberos. De los tres heridos, dos falle-cieron. En el informe que se hizo público al cabode unas semanas, se determinó que las instalacio-nes no contaban con los medios de evacuación yde emergencia adecuados.

Jesús se imagina a Tomás muerto y la angustiase apodera de él. ¿Cómo ha podido ser tan estúpidode abandonar su lugar de trabajo mientras Tomásestaba allá dentro? ¿Qué le dirá a su madre cuandola tenga delante para darle el pésame? Jesús, queestá muy alterado, piensa que quizás ni él ni Tomásse toman el trabajo suficientemente en serio. Eljuego que se llevan con las monedas, por ejemplo,no lo tendrían que hacer. Quizás Tomás hoy hapasado una mala noche y no se encontraba bienpara bajar... No ha tenido la delicadeza de pregun-társelo. Se siente culpable de todo.

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El sonido de las sirenas de los bomberos y laambulancia hace que aparque por unos minutoslos pensamientos trágicos. Los bomberos bajancorriendo y preguntan a Jesús si ha sido él quienha llamado. Quieren saber lo que ha pasado y eltiempo que hace que su compañero está dentro.En ese momento, llega Luis, que escucha conatención las explicaciones de Jesús.

_He ido al baño y, al volver, mi compañero nome respondía. De esto no hace ni diez minutos._¿Has comprobado el nivel de oxígeno?_Hace cinco minutos era del 17%.

Luis lo mira con cara de circunstancias. Sabe quecon ese índice cualquier persona puede perder elconocimiento.

_¿Lleva equipo de respiración autónomo?_Sólo lleva una mascarilla.

Ahora Jesús se acuerda de que las mascarillas noprotegen contra la deficiencia de oxígeno y quelo único que hacen es filtrar el aire que se respirapara retener las impurezas. Además, sólo sonadecuadas en atmósferas con concentracionesmoderadas de contaminantes. Ahora mismo, nadieestá seguro de que los niveles de toxicidad seansólo moderados. En cambio, si hubiera llevadoun equipo de respiración, Tomás podría haberrespirado sin problemas, independientemente dela atmósfera que hubiera, y se hubiera protegidode una hipotética deficiencia de oxígeno o deconcentraciones elevadas de contaminantes. Esuna lástima que Jesús recuerde ahora todo esto ydos horas antes estuviera pensando en las musa-rañas.

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Tres bomberos bajan al instante equipados conbombonas de oxígeno. Mientras tanto, la ambu-lancia prepara una camilla y una mascarilla dereanimación. Un bombero que se ha quedadoarriba se acerca a Jesús y Luis.

_¿Qué otros gases puede haber ahí dentro?_Ácido sulfhídrico y metano._¡Uf!

Jesús y Luis aprovechan el compás de espera hastaque saquen a Tomás para medir los niveles deconcentración de estos gases. Los resultados noson muy buenos: el metano llega a 3,9 y el ácidosulfhídrico ha subido hasta 41 ppm, una cifrabastante peligrosa para la salud, porque, ademásde causar malestar agudo para quien lo inhala,puede provocar también la muerte.

_Como Tomás no se recupere, te juro que dejo eltrabajo y lo dejo todo._No ha sido solo culpa tuya. Yo también soyresponsable. En teoría, tengo que estar con vosotrosmientras trabajáis.

La conversación se interrumpe en el momento enque uno de los bomberos sale del agujero.

_¡Una camilla, rápido!

Dos bomberos más evacuan el cuerpo de Tomás. Alsalir, se da un golpe en la cabeza con la tapa de entrada.Un bombero mira a Luis con cara de incrédulo.

_¿No debería llevar casco este hombre?Luis reacciona:_¡Mierda, el casco! ¡No sé por qué no nos lohemos puesto!

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Tomás está inconsciente. Los de la ambulancia leaplican oxígeno puro y, poco a poco, va recuperandola conciencia. Mientras tanto, los bomberos midencon sus aparatos los niveles de los gases.

_Creemos que se ha intoxicado con gas de alcan-tarilla.

El diagnóstico se confirma más tarde en el hospital.Tomás se encuentra en una camilla de un box deurgencias donde deberá permanecer hasta el díasiguiente. Jesús está a su lado.

_Toma, esto es para ti.

Le entrega la moneda de euro que han utilizadoantes para decidir quien bajaba.

_Muchas gracias, generoso._Me sabe muy mal, Tomás. Me siento muy cul-pable._Otro día, ponte unos pañales y así no me dejarástirado cuando vayas a mear._Lo lamento mucho, en serio._Estoy bromeando, hombre._Ya lo sé, pero es que te podrías haber muerto.Cuando lo pienso... No nos tendríamos que tomarel trabajo tan a la ligera._Yo siempre me lo tomo muy en serio._Venga, Tomás, que tú eres tan perezoso comoyo. Que esto no habría pasado si hubieras llevadoun equipo de respiración autónomo. Que a los dosnos daba pereza volver a la furgoneta..._..._¿Y qué me dices del casco? Mira que olvidarnosdel casco..._Sí, sí... Esto no tiene que volver a ocurrir. ¿Quéhacemos, ahora?

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_Tú esta noche te quedas aquí. Mañana te llevoa casa y me aseguraré de que no te mueves de allíhasta el lunes. Y yo me tomaré una tila.

Al día siguiente, Tomás es dado de alta y Jesúslo acompaña a casa. Al abrir la puerta, oye a Blas.El animal siempre pía de alegría cuando lo ve.Hoy, excepcionalmente, Tomás se acerca parasaludarlo. Nunca hubiera imaginado que echaríade menos a ese animal que no pesa ni 150 gramos.Se asegura de que todas las ventanas del piso estáncerradas y abre la jaula. Blas no se atreve a salir.

_Basta ya de espacios confinados. ¡Vuela, Blas,vuela!

Se sienta en el sillón y lo mira. Justo en esemomento, le sobreviene el susto del accidente. Semete la mano en el bolsillo y manosea el euro desu amigo. Lo lanza al aire. Sale cara.

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Secretaria de Política Sindical - Salut LaboralRambla de Santa Mònica 10, 08002 Barcelona

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