juan j. rousseau - discurso sobre la desigualdad

130
IMPRIMIR DISCURSO SOBRE EL ORIGEN DE LA DESIGUALDAD JUAN JACOBO ROUSSEAU

Upload: daniela-araque

Post on 09-Nov-2015

220 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Jean J Rousseau Discurso sobre la desigualdad

TRANSCRIPT

  • IMPRIMIR

    DISCURSO SOBRE EL ORIGEN DE LADESIGUALDAD

    JUAN JACOBO ROUSSEAU

  • 2 1999 Copyright www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    3

    DISCURSO

    SOBRE EL SIGUIENTE TEMA PROPUESTOPOR LA ACADEMIA DE DIJON

    CUAL ES EL ORIGEN DE LA DESIGUALDAD ENTRE LOSHOMBRES?

    ESTA ELLA AUTORIZADA POR LA LEY NATURAL?1

    Non in depravatis, sed in his quaebene secundum naturam se habent,

    considerandum est quid sit naturale.ARISTOT, Politic. Lib. I, cap. II.

    1 La Academia en esta ocasin no discerni el premio a Rousseau sino acierto abate llamado Talbert. (EE.).

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    4

    ADVERTENCIA SOBRE LAS NOTAS

    He aadido algunas notas a esta obra, segn mi costumbre perezo-sa de trabajar sin ilacin. Dichas notas se alejan algunas veces bas-tante del objeto, para ser ledas con el texto. Las he, por esta razn,colocado al fin del Discurso, en el cual he procurado seguir, haciendotodo lo posible, el camino ms recto. Los que se sientan con nimopara comenzar de nuevo, podrn divertirse una segunda vez batiendolos zarzales y tentando de recorrerlos. Poco se perder con que losotros no las lean en lo absoluto.

    A LA REPUBLICA DE GINEBRA

    Honorables y soberanos seores:

    Convencido de que slo al ciudadano virtuoso corresponde rendira su patria honores que pueda conocer como suyos, hace treinta aosque trabajo por merecer poder ofreceros un homenaje pblico, y enesta feliz ocasin que suple en parte lo que mis esfuerzos no han podi-do hacer, he credo que me sera permitido consultar el celo que meanima ms que el derecho que debera autorizarme. Habiendo tenidola felicidad de nacer entre vosotros, cmo podra meditar sobre laigualdad que la naturaleza ha establecido entre los hombres sobre ladesigualdad que ellos han instituido, sin pensar en la profunda sabidu-ra con que la una y la otra felizmente combinadas en este Estado,concurren, de la manera ms semejante a la ley natural y la ms favo-rable a la sociedad, al mantenimiento del orden pblico y al bienestarde los particulares? Escudriando las mejores mximas que el buen

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    5

    sentido pueda sugerir sobre la constitucin de un gobierno, he sido detal manera sorprendido de verlas todas en prctica en el vuestro, queen el caso mismo de no haber nacido dentro de vuestros muros, mehabra credo obligado a ofrecer este cuadro de la sociedad humana, aaquel que, de todos los pueblos me parece poseer las ms grandesventajas y haber el mejor prevenido los abusos.

    Si me hubiese sido dado escoger el lugar de mi nacimiento, habraescogido una sociedad de una magnitud limitada por la extensin delas facultades humanas, es decir, por la posibilidad de ser bien gob-ernada, y en donde cada cual bastase a su empleo, en donde nadiefuese obligado a confiar a otros las funciones de que estuviese encar-gado; un Estado en donde todos los particulares, conocindose entres, ni las intrigas oscuras del vicio ni la modestia de la virtud, pudie-sen sustraerse a las miradas y a la sancin pblicas, y en donde, eseagradable hbito de verse y de conocerse, hace del amor de la patria elamor de los ciudadanos con preferencia al de la tierra.

    Yo habra querido nacer en un pas en donde el soberano y el pue-blo tuviesen un mismo y solo inters, a fin de que todos los movi-mientos de la mquina social no tendiesen jams que hacia el biencomn, lo cual no puede hacerse a menos que el pueblo y el soberanosean tina misma persona. De esto se deduce que yo habra queridonacer bajo el rgimen de un gobierno democrtico, sabiamente mode-rado.

    Yo habra querido vivir y morir libre, es decir, de tal suerte sumi-so a las leyes, que ni yo ni nadie hubiese podido sacudir el honorableyugo; ese yugo saludable y dulce que las cabezas ms soberbias so-portan con tanta mayor docilidad cuanto menos han sido hechas parasoportar ninguno otro.

    Yo habra querido que nadie en el Estado pudiese considerarsecomo superior o por encima de la ley, ni que nadie que estuviese fuerade ella, pudiese imponer que el Estado reconociese, porque cualquieraque pueda ser la constitucin de un gobierno, si se encuentra en l unsolo hombre que no sea sumiso a la ley, todos los dems quedan ne-

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    6

    cesariamente a la discrecin de l (a); y si hay un jefe nacional y otroextranjero, cualquiera que sea la divisin de autoridad que puedanhacer, es imposible que ambos sean bien obedecidos ni que el Estadosea bien gobernado.

    Yo no habra querido vivir en una repblica de instituciones nue-vas, por buenas que fuesen las leyes que pudiese tener, por temor deque, constituido quizs el gobierno de manera diferente de la adecuadapor el momento, no conviniendo a los nuevos ciudadanos o los ciuda-danos al nuevo gobierno, el Estado fuese sujeto a ser sacudido y des-truido desde su nacimiento; porque sucede con la libertad como conesos alimentos slidos y suculentos o con esos vinos generosos propiospara nutrir y fortificar los temperamentos robustos que estn acostum-brados, pero que deprimen, arruinan y embriagan a los dbiles y deli-cados no hechos a ellos. Los pueblos una vez acostumbrados a teneramos o seores, no pueden despus vivir sin ellos. Si intentan sacudirel yugo, lo que hacen es alejarse de la libertad, tanto ms cuanto que,tomando por ella el libertinaje o el abuso desenfrenado que les esopuesto, sus revoluciones los llevan casi siempre a convertirse en sedi-ciosos, no haciendo otra cosa que remachar sus cadenas. El mismopueblo romano, modelo de todos los pueblos libres, no estuvo en ab-soluto en condiciones de gobernarse cuando sacudi la opresin de lostarquinos. Envilecido por la esclavitud y los trabajos ignominiosos quele haban impuesto, no fue al principio sino un estpido populachoque fue preciso conducir y gobernar con la ms grande sabidura, a finde que, acostumbrndose poco a poco a respirar el saludable aire de lalibertad, esas almas enervadas o mejor dicho embrutecidas por la tira-na, adquirieran por grados esa severidad de costumbres y esa grande-za de valor que hicieron de l al fin el ms respetable de todos lospueblos. Yo habra, pues, buscado por patria, una feliz y tranquilarepblica, cuya ancianidad se perdiese en cierto modo en la noche delos tiempos, que no hubiese experimentado otros contratiempos queaquellos que tienden a manifestar y a afirmar en sus habitantes el va-lor y el amor por la patria y en donde los ciudadanos, habituados des-

    win7Resaltado

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    7

    de mucho tiempo atrs a una sabia independencia, fuesen no sola-mente libres, sino dignos de serlo.

    Yo habra querido escoger una patria sustrada, por benfica im-potencia, al amor feroz de las conquistas, y garantizada por una po-sicin ms dichosa an, del temor de ser ella misma conquistada porotro Estado; un pas libre, colocado entre varios pueblos que no tuvie-sen ningn inters en invadirlo y en donde cada uno tuviese inters enimpedir a los dems hacerlo; una repblica, en una palabra, que noinspirase la ambicin a sus vecinos y que pudiese razonablemente con-tar con el apoyo de ellos en caso de necesidad. De ello se deduce que,colocada en una posicin tan feliz, no tendra nada que temer si no erade ella misma y que si sus ciudadanos se ejercitasen en las atinas, fue-se ms bien por conservar o sostener entre ellos ese ardor guerrero yesa grandeza de valor que sienta tan bien a la libertad y que sostienesu amor, que por la necesidad de proveer a su propia defensa.

    Yo habra buscado un pas en donde el derecho de legislacin fue-se comn a todos los ciudadanos, porque, quin puede saber mejorque ellos, bajo qu condiciones les conviene vivir reunidos en unamisma sociedad? Pero no habra, con todo, aprobado plebiscitos se-mejantes a los de los romanos, en donde los jefes del Estado y los msinteresados en su conservacin, eran excluidos de las deliberacionesde las cuales dependan a menudo su felicidad y en donde, por unaabsurda inconsecuencia, los magistrados eran privados de los derechosde que gozaban los simples ciudadanos.

    Por el contrario, yo habra deseado que, para impedir los proyectosinteresados y mal concebidos y las innovaciones peligrosas que per-dieron al fin a los atenienses, nadie tuviese el poder de proponer a sufantasa nuevas leyes; que ese derecho perteneciese solamente a losmagistrados, que usasen de l con tanta circunspeccin, que el pueblopor Su parte fuese tan reservado a dar su consentimiento a dichas le-yes y que su promulgacin no pudiese hacerse sino con tal solemni-dad, que antes que la constitucin fuese alterada, hubiese el tiempo deconvencerse, que es sobre todo la gran antigedad de las leyes, lo que

    win7Resaltado

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    8

    las hace santas y venerables; que el pueblo desprecia pronto las que vecambiar todos los das y que acostumbrndose a desatender o des-cuidar los antiguos usos, con el pretexto de hacerlos mejor, introducena menudo grandes males para corregir pequeos.

    Yo habra huido sobre todo, como necesariamente mal gobernada,de una repblica en donde el pueblo, creyendo poder privarse de susmagistrados o no dejndoles sino una autoridad precaria, guardaseimprudentemente la administracin de los negocios civiles y la ejecu-cin de sus propias leyes: tal debi ser la grosera constitucin de losprimeros gobiernos inmediatamente despus de haber salido del esta-do primitivo, y tal fue aun uno de los vicios que perdieron la repblicade Atenas.

    Pero habra escogido una en donde los particulares, contentndosecon sancionar las leyes y con decidir en cuerpo y de acuerdo con losjefes los ms importantes negocios pblicos, establecieran tribunalesrespetados, regularizando con esmero los diversos departamentos,eligieran todos los aos los ms capaces y ms ntegros de sus con-ciudadanos para administrar la justicia y gobernar el Estado y en don-de la virtud de los magistrados llevando como distintivo la sabiduradel pueblo, los unos y los otros se honrasen mutuamente. De suerteque, si alguna vez malas interpretaciones viniesen a turbar la con-cordia pblica, aun esos mismos tiempos de ceguedad y de error, fue-sen marcados por demostraciones de moderacin, de estimacin rec-proca y de un comn respeto por las leyes, presagio y garanta de unareconciliacin sincera y perpetua.

    Tales son, honorables y soberanos seores, las ventajas que yohabra buscado en la patria en que hubiera escogido, y si laProvidencia hubiese adems aadido una situacin encantadora, unclima templado, un pas frtil y el aspecto ms delicioso que se puedaconcebir bajo el cielo, yo no habra deseado como colmo de mifelicidad, sino gozar de todos esos bienes en el seno de esa dichosapatria, viviendo apaciblemente y en agradable sociedad con misconciudadanos, ejerciendo con ellos y a su ejemplo, la humanidad, la

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    9

    amistad y todas las virtudes, y dejando tras de m la honrosa memoriade un hombre de bien y de un honrado y virtuoso patriota.

    Si, menos dichoso o demasiado tarde juicioso, me hubiese visto re-ducido a terminar en otros climas una dbil y lnguida carrera, deplo-rando intilmente la tranquilidad y la paz de las que una juventudimprudente me hubiese privado, habra al menos alimentado en mialma esos mismos sentimientos de que no haba podido hacer uso enmi pas, y penetrado de una afeccin tierna y desinteresada por misconciudadanos distantes, les habra dirigido desde el fondo de mi co-razn, ms o menos, este discurso:

    "Mis queridos conciudadanos o, mejor dicho, mis queridos herma-nos: Puesto que los lazos de la sangre como los de las leyes nos unencasi a todos, grato me es no pensar en vosotros sin pensar al mismotiempo en todos los bienes de que gozis y de los cuales nadie de vos-otros tal vez conoce mejor el valor que yo que los he perdido. Mientrasms reflexiono sobre vuestra situacin poltica y civil, menos puedoimaginarme que la naturaleza de las cosas humanas pueda permitiruna mejor. En todos los otros gobiernos, cuando se trata de asegurar elmayor bien del Estado, todo se limita siempre a proyectos y a simplesposibilidades; para vosotros, vuestra felicidad est hecha; no tenissino que gozar de ella, y no tenis necesidad para ser perfectamentedichosos que saber contentaros con serlo. Vuestra soberana, adquiridao recobrada con la punta de la espada y conservada durante dos siglosa fuerza de valor y de prudencia, est al fin plena y universalmentereconocida. Tratados honrosos fijan vuestros lmites, aseguran vues-tros derechos y consolidan vuestro reposo. Vuestra Constitucin esexcelente, dictada por la ms sublime razn y garantizada por poten-cias amigas y respetadas; vuestro Estado est tranquilo, no tenis niguerras ni conquistadores a quienes temer; no tenis otros amos quelas sabias leyes que vosotros mismos habis hecho, administradas pormagistrados ntegros escogidos por vosotros; no sois ni suficiente-mente ricos para enervaros por la molicie y perder en vanas delicias elgusto por la verdadera felicidad y slidas virtudes, ni bastante pobres

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    10

    para tener necesidad de otros recursos extranjeros que aquellos que osprocura vuestra industria; y esa libertad preciosa que no se sostiene enlas grandes naciones sino a costa de impuestos exhorbitantes, no oscuesta a vosotros casi nada conservarla.

    "Que dure por siempre, para la felicidad de sus ciudadanos yejemplo de los pueblos, una repblica tan sabia y afortunadamenteconstituida! He all el solo voto que os resta hacer y el solo cuidadoque debis tener. A vosotros slo toca en adelante hacer no vuestrafelicidad, vuestros antecesores os han evitado el trabajo, sino a hacerladuradera sirvindoos con sabidura de ella. De vuestra unin perpetua,de vuestra obediencia a as leyes, de vuestro respeto por sus ministrosdepende vuestra conservacin. Si existe entre vosotros el menor ger-men de agrura o desconfianza, apresuraos a destruirlo corno funestalevadura que ser causa, tarde o temprano, de vuestras desgracias y dela ruina del Estado. Os conjuro a todos a que os reconcentris en elfondo de vuestro corazn y que consultis la voz secreta de la concien-cia. Conoce alguien de vosotros en parte alguna del universo uncuerpo ms ntegro, ms esclarecido, ms respetable que el de vuestramagistratura? Todos sus miembros no os dan el ejemplo de la mode-racin, de la simplicidad en las costumbres, del respeto a las leyes y dela ms sincera reconciliacin? Dad, pues, sin reserva a tan sabios je-fes, esa saludable confianza que la razn debe a la virtud; pensad queson escogidos por vosotros y que los honores debidos a los que habisconstituido en dignidad recaen necesariamente sobre vosotros mismos.Ninguno de vosotros es tan poco instruido para ignorar que en dondecesa el vigor de las leyes y la autoridad de sus defensores, no puedehaber ni seguridad ni libertad para nadie. De qu se trata, pues, entrevosotros, sino es de hacer con gusto y con confianza lo que de todosmodos estis obligados a hacer por verdadero inters, por deber y porrazn? Que una culpable y funesta indiferencia por el sostenimientode la constitucin no os haga jams descuidar o desatender en caso denecesidad los prudentes avisos de los ms ilustrados y de los ms celo-sos de entre vosotros; pero que la equidad, la moderacin y la ms

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    11

    respetuosa energa continen sirviendo de norma a todos vuestros ac-tos y dad, a todo el universo, el ejemplo de un pueblo ufano y modesto,tan celoso de su gloria como de su libertad. Cuidaos sobre todo, y steser mi ltimo consejo, de no escuchar jams interpretaciones falsas ydiscursos envenenados cuyas causas secretas son a menudo ms dai-nas que las acciones de que son objeto. Toda una casa se despierta sealarma a los primeros gritos e un buen y fiel guardin que no ladrasino a la aproximacin de los ladrones, pero se aborrece la importuni-dad de esos animales alborotadores que turban sin cesar el reposo p-blico y cuyos avisos continuos e impertinentes no se hacen justamentesentir en los momentos en que son necesarios."

    Y vosotros, honorables y soberanos seores, vosotros dignos y res-petables magistrados de un pueblo libre, permitidme que os ofrezcaparticularmente mis homenajes. Si hay en el mundo un rango propiopara ilustrar a los que lo ocupan, es sin duda aquel que dan el talentoy la virtud, se de que os habis echo dignos y a cual vuestros con-ciudadanos os han elevado. Su propio mrito aada an al vuestro unnuevo resplandor, pues escogidos por hombres capaces de gobernar aotros para ser ellos gobernados, os considero tan por encima de otrosmagistrados como por encima est el pueblo libre, y sobre todo el quevosotros tenis el honor de conducir, por sus luces y raciocinio, delpopulacho de los otros Estados.

    Same permitido citar un ejemplo del cual deberan haber queda-do mejores huellas y que perdurar por siempre en mi memoria. Ja-ms me acuerdo sin que sea con la ms dulce emocin, de la memoriadel virtuoso ciudadano que me dio el ser y que a menudo aliment miinfancia del respeto que os era debido. Yo lo veo todava, viviendo delsudor de su frente y nutriendo su alma con las verdades ms sublimes.Veo ante l a Tcito, a Plutarco y a Grotius, mezclados con los ins-trumentos de su oficio. Veo a su lado un hijo querido, recibiendo conmuy poco fruto las tiernas instrucciones del mejor de los padres. Perosi los extravos de una loca juventud me hicieron olvidar durante al-gn tiempo tan sabias lecciones, tengo al fin la dicha de experimentar

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    12

    que, por inclinado que sea al vicio, es difcil que una educacin en lacual el corazn ha tomado parte, permanezca perdida para siempre.

    Tales son, honorables y soberanos seores, los ciudadanos y aunlos simples habitantes nacidos en el Estado que vosotros gobernis;tales son esos hombres instruidos y sensatos de quienes, bajo el nom-bre de obreros y de pueblo, tienen en otras naciones tan bajas y tanfalsas ideas. Mi padre, lo confieso con gozo, no era un hombre distin-guido entre sus conciudadanos, no era ms que lo que son todos, y talcual l era, no hay pas donde su sociedad no haya sido solicitada yhasta cultivada con provecho por los hombres ms honrados. No mepertenece a m, y gracias al cielo, no es necesario hablaros de los mi-ramientos que pueden esperar de vosotros hombres de ese temple,vuestros iguales tanto por educacin como por derecho natural y denacimiento; vuestros inferiores por su propia voluntad, por la prefe-rencia que le deben a vuestros mritos, que ellos mismos os han acor-dado, y por la cual vos les debis a vuestra vez una especie dereconocimiento. Veo con una viva satisfaccin con cunta dulzura ycondescendencia temperis con ellos la gravedad adecuada a los mi-nistros de la ley; cmo les devolvis en atenciones y estimacin lo queellos os deben en obediencia y respeto, conducta llena de justicia y desabidura propia para alejar cada vez ms el recuerdo de sucesos des-graciados que es preciso olvidar para no volverlos a ver jams; con-ducta tanto ms juiciosa cuanto que este pueblo equitativo y generosohace de su deber un placer, le gusta por naturaleza honraros y los msardientes sostenedores de sus derechos son los ms dispuestos a res-petar los vuestros.

    No es sorprendente que los jefes de una sociedad civil amen sugloria y su felicidad, pero lo es demasiado para el reposo de los hom-bres que aquellos que se miran como los magistrados o, mejor dicho,como los dueos de una patria ms santa y ms sublime testimonienalgn amor por la patria terrestre que los sustenta. Cun placenterome es poder hacer en favor nuestro una excepcin tan rara y colocaren el rango de nuestros mejores ciudadanos esos celosos depositarios

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    13

    de dogmas sagrados autorizados por las leyes, esos venerables pastoresde almas cuya viva y dulce elocuencia lleva tanto mejor a los corazo-nes las mximas del Evangelio, cuanto que comienzan por practicar-las ellos mismos! Todo el mundo sabe con qu xito el gran arte de lapredicacin es cultivado en Ginebra; pero demasiado acostumbrado aor decir una cosa y ver hacer otra, pocos son los que saben hasta qupunto el espritu cristiano, la santidad de las costumbres, la severidadconsigo mismo y la dulzura con los dems, reinan en el nimo denuestros ministros. Tal vez corresponde nicamente a la ciudad deGinebra presentar el ejemplo edificante de tan perfecta unin entreuna sociedad de telogos y gentes de letras; confiado en gran parte ensu sabidura y en su moderacin reconocidas y en su celo por la pros-peridad del Estado, es en lo que fundo la esperanza de su eterna tran-quilidad, y observo con un placer mezclado de asombro y de respeto,con cunto horror miran las espantosas mximas de esos hombressagrados y brbaros de quienes la historia provee mas de un ejemplo, yquienes, por sostener los pretendidos derechos de Dios, es decir, suspropios intereses, eran tanto ms vidos de sangre humana, cuantoms se lisonjeaban de que la suya sera respetada.

    Podr yo olvidar esa preciosa mitad de la repblica que hace lafelicidad de la otra y cuya dulzura y sabidura sostienen la paz y lasbuenas costumbres? Amables y virtuosas ciudadanas, el destino devuestro sexo ser siempre el de gobernar el nuestro! Feliz, cuandovuestro casto poder, ejercido solamente por medio de la unin con-yugal, no se haga sentir ms que por la gloria del Estado y en pro delbienestar pblico! Es as como las mujeres gobernaban en Esparta y esas como vosotras merecis gobernar en Ginebra. Qu hombre brba-ro podra resistir a la voz del honor de la razn salida de la boca deuna tierna esposa? Y quin no despreciara un vano lujo viendovuestra simple y modesta compostura, que por el esplendor que tienede vosotras semeja ser la ms favorable a la belleza? Es a vosotras aquienes corresponde mantener siempre con vuestro amable e inocenteimperio y por vuestro espritu insinuante, el amor a las leyes en el

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    14

    Estado y la concordia entre los ciudadanos; reunir por medio de felicesmatrimonios las familias divididas, y sobre todo corregir con la per-suasiva dulzura de vuestras lecciones y con las modestas gracias devuestras plticas, las extravagancias o caprichos que nuestra juventudva a adquirir en otros pases, de donde, en lugar de aprovechar detantas cosas tiles que existen, no traen sino, revestidos de un tonopueril y aire ridculo, aprendidos entre mujeres perdidas, la admira-cin de yo no s qu pretendidas grandezas, frvolas compensacionesde la servidumbre, que no valdr jams lo que vale la augusta libertad.Sed, pues, siempre lo que sois, las castas guardianas de las costumbresy de los dulces lazos de la paz, y continuad haciendo valer en todaocasin, los derechos del corazn y de la naturaleza en beneficio deldeber y de la virtud.

    Me lisonjeo de que no ser desmentido por los acontecimientosfundando sobre tales garantas la esperanza de la felicidad comn delos ciudadanos y de la gloria de la repblica. Confieso que con todasesas ventajas, ella no brillar con ese resplandor con que la mayora sedeslumbra y cuyo pueril y funesto gusto es el enemigo ms mortal dela felicidad y de la libertad. Que una juventud disoluta vaya a buscaren el exterior placeres fciles y prolongados arrepentimientos; que laspretendidas gentes de gusto admiren en otros lugares la pompa de losespectculos y todos los refinamientos de la molicie y del lujo: en Gi-nebra no se encontrarn sino hombres, pero tal espectculo tiene, sinembargo, su valor, y los que lo busquen valdrn bien por los ad-miradores de los otros.

    Dignaos, honorables y soberanos seores, recibir todos con lamisma bondad, los respetuosos testimonios del inters que me tomopor vuestra prosperidad comn. Si he sido bastante desdichado paraser culpable de ciertos transportes indiscretos en esta viva efusin demi corazn, os suplico los perdonis en honor a la tierna afeccin deun verdadero patriota y al celo ardiente y legtimo de un hombre queno aspira a otra felicidad mayor para s, que la de veros a todos dicho-sos.

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    15

    Soy con el ms profundo respeto, honorables y soberanos seores,vuestro muy humilde, obediente servidor y conciudadano.

    J. J. ROUSSEAU.En Chambery, 12 de junio de 1754.

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    16

    PREFACIO

    El ms til y el menos avanzado de todos los conocimientos hu-manos, es en mi concepto, el relacionado con el hombre (b); y meatrevo a decir que la sola inscripcin del templo de Delfos, contenaun precepto ms importante y ms difcil que todos los contenidos enlos grandes volmenes de los moralistas. Asimismo considero que elobjeto de este discurso es una de las cuestiones ms interesantes que lafilosofa pueda proponer, como tambin desgraciadamente para nos-otros, una de las ms espinosas para los filsofos resolver. Porque,cmo conocer la fuente de la desigualdad entre los hombres, si antesno se les conoce a ellos? Y Cmo llegar el hombre a contemplarsetal cual lo ha formado la naturaleza, a travs de todos los cambios quela sucesin del tiempo y de las cosas ha debido producir en su com-plexin original, y distinguir entre lo que forma su propia constituciny lo que las circunstancias y su progreso han aadido o cambiado a suestado primitivo? Semejante a la estatua de Glauco, que el tiempo, elmar y las tormentas haban de tal suerte desfigurado que pareca msbien una bestia feroz que un dios, el alma humana, alterada en el senode la sociedad por mil causas que se renuevan sin cesar, por la adqui-sicin de una multitud de conocimientos y de errores, por las modifi-caciones efectuadas en la constitucin de los cuerpos y por el choquecontinuo de las pasiones, ha, por decirlo as, cambiado de aparienciahasta tal punto, que es casi incognoscible, encontrndose, en vez delser activo que obra siempre bajo principios ciertos e invariables, envez de la celeste y majestuosa sencillez que su autor habale impreso,el deforme contraste de la pasin que cree razonar y el entendimientoque delira.

    Y lo ms cruel an, es que todos los progresos llevados a cabo porla especie humana, la alejan sin cesar de su estado primitivo. Mientrasmayor es el nmero de conocimientos que acumulamos, ms difcilnos es adquirir los medios de llegar a poseer el ms importante de

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    17

    todos; y es que, a fuerza de estudiar el hombre, lo hemos colocadofuera del estado conocible.

    Fcilmente se concibe que en estos cambios sucesivos de la cons-titucin humana, es donde hay que buscar al origen primero de lasdiferencias que distinguen a los hombres, los cuales son, por ley natu-ral, tan iguales entre s, como lo eran los animales de cada especieantes que diversas causas fsicas hubiesen introducido en algunas deellas las variedades que hoy notamos. En efecto, no es concebible queesos primeros cambios, cualquiera que haya sido la manera como sehan operado, hayan alterado de golpe de igual suerte, todos los indivi-duos de la especie, sino que, habindose perfeccionado o degeneradolos unos y adquirido diversas cualidades, buenas o malas, que no eranen lo absoluto inherentes a su naturaleza, hayan permanecido los otrospor largo tiempo en su estado original. Tal fue entre los hombres laprimera fuente de desigualdad, la cual es ms fcil de demostrar engeneral que de determinar con precisin sus verdaderas causas.

    No se imaginen mis lectores que yo me lisonjeo de haber logradover lo que me parece tan difcil ver. He raciocinado, me he atrevido ahacer algunas conjeturas, pero ha sido ms con la intencin de escla-recer la cuestin, llevndola a su verdadero terreno, que con la espe-ranza de solucionarla. Otros podrn fcilmente ir ms lejos en estava, pero a nadie le ser dado con facilidad llegar a su verdadero fin,pues no es empresa sencilla la de distinguir lo que hay de original y loque hay de artificial en la naturaleza actual del hombre, ni de conocerperfectamente un estado que ya no existe, que tal vez no ha existido,que probablemente no existir jams y del cual es necesario, sin em-bargo, tener nociones justas para poder juzgar bien de nuestro estadopresente. Sera preciso que fuese ms filsofo que lo que puede ser elque emprendiese la tarea de determinar con exactitud las precaucionesque deben tenerse en cuenta para hacer sobre esta materia slidas ob-servaciones; y por esto juzgo que una buena solucin del problemasiguiente, no sera indigna de los Aristteles y de los Plinios de nues-tro siglo: Qu experiencias seran necesarias para llegar a conocer

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    18

    el hombre primitivo y cules son los medios para llevar a cabo esasexperiencias en el seno de la sociedad? Lejos de emprender la so-lucin de este problema, creo haber meditado bastante sobre l paraatreverme a decir de antemano que los ms grandes filsofos no serncapaces de dirigir tales experiencias, ni los ms poderosos soberanosde realizarlas; concurso este que no sera razonable esperar que sellevase a efecto, sobre todo con la perseverancia, o mejor an, con elcontingente de luces y de buena voluntad necesarias de ambas partespara alcanzar el xito.

    Estas investigaciones tan difciles de ejecutar y en las cuales se hapensado tan poco hasta ahora son, sin embargo, los nicos medios quenos quedan para vencer una multitud de dificultades que nos impidenadquirir el conocimiento de las bases reales sobre las cuales descansala sociedad humana. Esta ignorancia de la naturaleza del hombre, esla que arroja tanta incertidumbre y oscuridad sobre la verdadera defi-nicin del derecho natural; pues la idea del derecho, dice Burlamaqui,y sobre todo la del derecho natural, son evidentemente ideas relativasa la naturaleza del hombre. Es, pues, de esta misma naturaleza, conti-na el citado autor, de su constitucin y de su estado de donde debendeducirse los principios de esta ciencia.

    No sin sorpresa y sin escndalo se nota el desacuerdo que reinasobre tan importante materia entre los diversos autores que la hantratado. Entre los ms serios escritores, apenas si se encuentran dosque opinen de la misma manera. Sin tomar en cuenta los filsofosantiguos, que parecen haberse dado a la tarea de contradecirse mutua-mente sobre los principios ms fundamentales, los jurisconsultos ro-manos sometan indiferentemente el hombre y todos los dems anima-les a la misma ley natural, porque consideraban ms bien bajo estenombre la ley que la naturaleza se impone a s misma, que la que ellaprescribe, o mejor dicho, a causa de la acepcin particular que talesjurisconsultos daban a la palabra ley, la que parece no tomaban en estaocasin ms que por la expresin de las relaciones generales estable-cidas por la naturaleza entre todos los seres animados por su comn

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    19

    conservacin. Los modernos, no reconociendo bajo el nombre de leyms que una regla prescrita a un ser moral, es decir, a un ser inteli-gente, libre y considerado en sus relaciones con otros seres, limitan alsolo animal dotado de razn, es decir, al hombre, la competencia de laley natural, pero definindola cada cual a su modo, bsanla sobreprincipios tan metafsicos, que hay, aun entre nosotros mismos, pocaspersonas que puedan comprenderlas y encontrarlas por s mismas. Desuerte que todas las definiciones de estos sabios, en perpetua con-tradiccin entre ellos mismos, slo estn de acuerdo en lo siguiente:que es imposible comprender la ley natural y por consecuencia obede-cerla, sin ser un gran razonador y un profundo metafsico; lo que sig-nifica precisamente que los hombres han debido emplear para el esta-blecimiento de la sociedad, luces y conocimientos que slo se desarro-llan a fuerza de trabajo yen muy reducido nmero de talentos en elseno de la sociedad misma.

    Conociendo tan poco la naturaleza y estando tan en desacuerdosobre el sentido de la palabra ley, sera muy difcil convenir en unabuena definicin de la ley natural.

    As, pues, todas las que se encuentran en los libros, adems deldefecto de no ser uniformes, tienen el de ser deducciones de diversosconocimientos que los hombres no poseen naturalmente, y de ventajascuya idea no pueden concebir sino despus de haber salido del estadonatural. Se comienza por buscar las reglas, las cuales, para que seande utilidad comn, sera preciso que los hombres las acordasen entres; y luego dan el nombre de ley natural a esa coleccin de reglas, sinotra razn que el bien que se cree resultara de su prctica universal.He all sin duda, una manera muy cmoda de componer definiciones yde explicar la naturaleza de las cosas por medio de conveniencias casiarbitrarias.

    Pero, entre tanto no conozcamos el hombre primitivo, es intil quequeramos determinar la ley que ha recibido o la que conviene ms a suconstitucin. Todo lo que podemos ver claramente con respecto a estaley, es que para que lo sea, es necesario no solamente que la voluntad

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    20

    de quien la cumple sea consultada, sino que es preciso an, para quesea natural, que hable directamente por boca de la naturaleza.

    Dejando, pues, a un lado todos los libros cientficos que slo nosensean a ver los hombres tales como ellos se han hecho, y meditandosobre las primeras y ms simples manifestaciones del alma humana,creo percibir dos principios anteriores a la razn, de los cuales el unointeresa profundamente a nuestro bienestar y a nuestra propia conser-vacin, y el otro nos inspira una repugnancia natural a la muerte o alsufrimiento de todo ser sensible y principalmente de nuestros seme-jantes. Del concurso y de la combinacin que nuestro espritu est enestado de hacer de estos dos principios, sin que sea necesario el con-tingente del de la sociabilidad, es de donde me parece que dimanantodas las reglas del derecho natural, reglas que la razn se ve obligadaen seguida a restablecer sobre otras bases, cuando, a causa de sus su-cesivos desarrollos llega hasta el punto de ahogar la naturaleza.

    De esta suerte no se est obligado a hacer del ser humano un fil-sofo antes que un hombre; sus deberes para con los dems no le sondictados nicamente por las tardas lecciones de la sabidura, Y mien-tras no haga resistencia al impulso interior de la conmiseracin, jamshar mal a otro hombre ni a ser sensible alguno, excepto en el casolegtimo en que su vida se encuentre en peligro y vase forzado a de-fenderla. Por este medio se terminan tambin las antiguas contro-versias sobre la participacin que corresponde a los animales en la leynatural; pues es claro que, desprovistos de inteligencia y de libertad,no pueden reconocer esta ley; pero teniendo algo de nuestra naturalezapor la sensibilidad de que estn dotados, se juzgar justo que tambinparticipen del derecho natural y que el hombre se vea forzado haciaellos a ciertos deberes.

    Parece, en efecto, que si yo estoy obligado a no hacer mal ningunoa mis semejantes, es menos por el hecho de que sea un ser razonableque porque es un ser sensible, cualidad que, siendo comn a la bestia yal hombre, debe al menos darle el derecho a la primera de no ser mal-tratada intilmente por el segundo.

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    21

    Este mismo estudio del hombre primitivo, de sus verdaderas nece-sidades y de los principios fundamentales de sus deberes, es el nicobuen medio que puede emplearse para vencer las mil dificultades quese presentan sobre el origen de la desigualdad moral, sobre los ver-daderos fundamentos del cuerpo poltico sobre los derechos recprocosde sus miembros y sobre multitud de otras cuestiones semejantes, tanimportantes como mal aclaradas.

    Considerando la sociedad humana con mirada tranquila y desinte-resada, me parece que no se descubre en ella otra cosa que la violenciade los poderosos y la opresin de los dbiles. El espritu se rebelacontra la dureza de los unos o deplora la ceguedad de los otros, y co-mo nada es menos estable entre los hombres que estas relaciones exte-riores que el azar produce ms a menudo que la sabidura y que sellaman debilidad o poder, riqueza o pobreza, las sociedades humanasparecen, al primer golpe de vista, fundadas sobre montones de arenamovediza. Slo despus de haberlas examinado de cerca, despus dehaber separado el polvo y la arena que rodean al edificio, es cuando sedescubre la base inamovible sobre la cual descansa, y cuando seaprende a respetar sus fundamentos. Ahora, sin el estudio serio delhombre, de sus facultades naturales y de sus desarrollos sucesivos, nose llegar jams a hacer estas distinciones, ni a descartar, en la actualconstitucin de las cosas, lo que es obra de la voluntad divina de loque el arte humano ha pretendido hacer. Las investigaciones polticasy morales a que se presta el importante tema que examino son, pues,tiles de todas maneras, ya que la historia hipottica de los gobiernoses para el hombre una leccin instructiva a todas luces. Considerandolo que seramos abandonados a nosotros mismos, debemos aprender abendecir la mano bienhechora que, corrigiendo nuestras institucionesy dndoles una base duradera, ha prevenido los desrdenes que po-dran resultar de ellas y hecho surgir nuestra felicidad de los mediosmismos que parecan destinados a colmar nuestra miseria.

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    22

    Quem te Deus esseJassit, et humana qua parte locatus es

    Disce. (in re,

    PERS, Sat. III, v. 71.

    DISCURSO

    Tengo que hablar del hombre, y el tema que examino me dice quevoy a hablarles a hombres, pues no se proponen cuestiones semejantescuando se teme honrar la verdad. Defender, pues, con confianza lacausa de la humanidad ante los sabios que a ello me invitan y me con-siderar satisfecho de m mismo si me hago digno del tema y de misjueces.

    Concibo en la especie humana dos clases de desigualdades: la unaque considero natural o fsica, porque es establecida por la naturalezay que consiste en la diferencia de edades, de salud, de fuerzas corpo-rales y de las cualidades del espritu o del alma, y la otra que puedellamarse desigualdad moral o poltica, porque depende de una especiede convencin y porque est establecida o al menos autorizada, por elconsentimiento de los hombres. sta consiste en los diferentes privile-gios de que gozan unos en perjuicio de otros, como el de ser ms ricos,ms respetados, ms poderosos o de hacerse obedecer.

    No puede preguntarse cul es el origen de la desigualdad natural,porque la respuesta se encontrara enunciada en la simple definicinde la palabra. Menos an buscar si existe alguna relacin esencial en-tre las dos desigualdades, pues ello equivaldra a preguntar en otrostrminos si los que mandan valen necesariamente ms que los queobedecen, y si la fuerza corporal o del espritu, la sabidura o la virtud,residen siempre en los mismos individuos en proporcin igual a supodero o riqueza, cuestin tal vez a propsito para ser debatida entre

    win7Resaltado

    win7Resaltado

    win7Resaltado

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    23

    esclavos y amos, pero no digna entre hombres libres, que razonan yque buscan la verdad.

    De qu se trata, pues, precisamente en este discurso? De fijar enel progreso de las cosas el momento en que, sucediendo el derecho a laviolencia, la naturaleza fue sometida a la ley; de explicar por medio dequ encadenamiento prodigioso el fuerte pudo resolverse a servir aldbil y el pueblo a aceptar una tranquilidad ideal en cambio de unafelicidad real.

    Los filsofos que han examinado los fundamentos de la sociedad,han sentido todos la necesidad de remontarse hasta el estado natural,pero ninguno de ellos ha tenido xito. Los unos no han vacilado ensuponer al hombre en este estado con la nocin de lo justo, y de loinjusto, sin cuidarse de demostrar que debi tener tal nocin, ni aunque debi serle til. Otros han hablado del derecho natural que cadacual tiene de conservar lo que le pertenece, sin explicar lo que ellosentienden por pertenecer. Algunos, concediendo al ms fuerte la auto-ridad sobre el ms dbil, se han apresurado a fundar el gobierno sinpensar en el tiempo que ha debido transcurrir antes que el sentido delas palabras autoridad y gobierno, pudiese existir entre los hombres.En fin, todos, hablando sin cesar de necesidad, de codicia, de opre-sin, de deseos y de orgullo, han transportado al estado natural delhombre las ideas que haban adquirido en la sociedad: todos han ha-blado del hombre salvaje a la vez que retrataban el hombre civilizado.Ni siquiera ha cruzado por la mente de la mayora de nuestros con-temporneos la duda de que el estado natural haya existido, entretanto que es evidente, de acuerdo con los libros sagrados, que el pri-mer hombre, habiendo recibido inmediatamente de Dios la luz de lainteligencia y el conocimiento de sus preceptos, no se encontr jamsen tal estado, y si a ello aadimos la fe que en los escritos de Moissdebe tener todo filsofo cristiano, es preciso negar que, aun antes delDiluvio, los hombres jams se encontraron en el estado netamentenatural, a menos que hubiesen cado en l a consecuencia de algn

    win7Resaltado

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    24

    suceso extraordinario, paradoja demasiado embrollada para defender yde todo punto imposible de probar.

    Principiemos, pues, por descartar todos los hechos que no afectanla cuestin. No es preciso considerar las investigaciones que puedenservirnos para el desarrollo de este tema como verdades histricas,sino simplemente como razonamientos hipotticos y condicionales,ms propios a esclarecer la naturaleza de las cosas que a demostrar suverdadero origen, semejantes a los que hacen todos los das nuestrosfsicos con respecto a la formacin del mundo. La religin nos mandacreer que Dios mismo, antes de haber sacado a los hombres del estadonatural inmediatamente despus de haber sido creados, fueron desi-guales porque as l lo quiso; pero no nos prohibe hacer conjeturasbasadas en la misma naturaleza del hombre y de los seres que lo ro-dean, sobre lo que sera el gnero humano si hubiese sido abandonadoa sus propios esfuerzos. He aqu lo que se me pide y lo que yo me pro-pongo examinar en este discurso. Interesando el tema a todos loshombres en general, procurar usar un lenguaje que convenga a todaslas naciones; o mejor dicho, olvidando tiempos y lugares para no pen-sar sino en los hombres a quienes me dirijo, me imaginar estar en elLiceo de Atenas, repitiendo las lecciones de mis maestros teniendo alos Plutones y a los Xencrates por jueces y al gnero humano porauditorio.

    Oh, hombres! Cualquiera que sea tu patria, cualesquiera que seantus opiniones, escucha: He aqu tu historia, tal cual he credo leerla,no en los libros de tus semejantes, que son unos farsantes, sitio en lanaturaleza que no miente jams. Todo lo que provenga de ella sercierto; slo dejar de serlo lo que yo haya mezclado de mi pertenencia,aunque sin voluntad. Los tiempos de que voy a hablarte son muy re-motos. Cunto has cambiado de lo que eras! Es, por decirlo as, lavida de tu especie la que voy a describir de acuerdo con las cualidadesque has recibido y que tu educacin y tus costumbres han podido de-pravar, pero que no han podido destruir. Hay, lo siento, una edad en lacual el hombre individual quisiera detenerse: t buscars la edad en la

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    25

    cual desearas que tu especie se detuviese. Descontento de tu estadoactual por razones que pronostican a tu malhadada posteridad disgus-tos mayores an, querrs tal vez poder retroceder, siendo este senti-miento el elogio de tus antepasados, la crtica de tus contemporneos yel espanto de que tengan la desgracia de vivir despus de ti.

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    26

    PARTE PRIMERA

    Por importante que sea, para juzgar bien el estado natural delhombre, para considerarlo desde su origen y examinarlo, por decir as,en el primer embrin de la especie no seguir su organizacin a travsde sus sucesivos cambios; no me detendr a investigar en el sistemaanimal lo que pudo ser en un principio para llegar a ser lo que es en laactualidad. No examinar si sus uas de hoy, fueron en otro tiempo,como piensa Aristteles, garras encorvadas; si era velludo como unoso y si andando en cuatro pies (c) dirigiendo sus miradas hacia latierra en un limitado horizonte de algunos pasos, no indicaba a la vezque su carcter, lo estrecho de sus ideas. Yo no podra hacer a esterespecto sino conjeturas vagas y casi imaginarias. La anatoma com-parada ha hecho todava pocos progresos, las observaciones de losnaturalistas son an demasiado inciertas para que se pueda establecersobre fundamentos semejantes la base de un razonamiento slido. As,pues, sin recurrir a los conocimientos sobrenaturales que tenemos alrespecto y sin tornar en cuenta los cambios que han debido sobreveniren la conformacin tanto interior como exterior del hombre, a medidaque aplicaba sus miembros a nuevos ejercicios y que se nutra conotros alimentos, lo supondr conformado en todo tiempo tal cual loveo hoy, caminando en dos pies, sirvindose de sus dos manos comohacemos nosotros con las nuestras, dirigiendo sus miradas sobre lanaturaleza entera y midiendo con ella la vasta extensin del cielo.

    Despojando este ser as constituido de todos los dones sobrenatu-rales que haya podido recibir y de todas las facultades artificiales queno ha podido adquirir sino mediante largos progresos; considerndolo,en una palabra, tal cual ha debido salir de las manos de la naturaleza,veo en l un animal menos fuerte que unos y menos gil que otros,pero en conjunto mejor organizado que todos; lo veo saciar su hambrebajo una encina, su sed en el arroyo ms cercano, durmiendo bajo el

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    27

    rbol mismo que le proporcion su sustento, y de esta suerte satisfacertodas sus necesidades.

    La tierra abandonada a su fertilidad natural (d) y cubierta de in-mensos bosques que el hacha no mutil jams, ofrece a cada paso ali-mento y refugio a los animales de toda especie. Los hombres, dise-minados entre ellos, observan, imitan su industria y se instruyen ashasta posesionarse del instinto de las bestias, con la ventaja de quecada especie no tiene sino el suyo propio y de que el hombre, no te-niendo tal vez ninguno que le pertenezca, se los apropia todos, comose nutre igualmente con la mayor parte de los diversos alimentos (e)que los otros animales se dividen, encontrando por consiguiente susubsistencia con ms facilidad que ellos.

    Habituados desde la infancia a las intemperies del aire y al rigorde las estaciones; ejercitados en la fatiga y obligados a defender, des-nudos y sin armas, sus vidas y sus presas contra las otras bestias fe-roces, o a escaparse mediante la fuga, los hombres adquieren un tem-peramento robusto y casi inalterable. Los nios, que vienen al mundocon la misma excelente constitucin de sus padres y que la fortificanpor medio de los mismos ejercicios, adquieren as todo el vigor de quees capaz la especie humana. La naturaleza obra precisamente con elloscomo la ley Esparta con los hijos de los ciudadanos: hace fuertes yrobustos aquellos que estn bien constituidos y suprime los dems,diferente en esto, de nuestras sociedades, en donde el Estado, haciendolos hijos onerosos a sus padres los mata indistintamente antes le habernacido.

    Siendo el cuerpo del hombre salvaje, el solo instrumento que co-noce, lo emplea en diversos usos, para los cuales por falta de ejercicio,los nuestros son incapaces, pues nuestra industria nos quita la fuerza yla agilidad que la necesidad le obliga a l a adquirir. En efecto, si hu-biera tenido un hacha, habra roto con el brazo las gruesas ramas delos rboles? Si hubiera dispuesto de una honda, habra lanzado con lamano una piedra con tanta violencia? Si hubiera tenido una escala,habra subido a un rbol con tanta ligereza? Si hubiera posedo un

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    28

    caballo, habra sido tan veloz en la carrera? Si dais al hombre civili-zado el tiempo de reunir todos estos auxiliares a su alrededor, no pue-de dudarse que aventajar fcilmente al hombre salvaje; pero siqueris ver un combate ms desigual an, colocadlos a ambos des-nudos, el uno frente al otro, y reconoceris muy pronto la ventaja detener constantemente todas sus fuerzas a su servicio, de estar siempredispuesto para cualquier evento y de llevar siempre, por decirlo as,todo consigo (f).

    Hobbes pretende que el hombre es naturalmente intrpido y quenicamente desea atacar y combatir. Un filsofo ilustre piensa lo con-trario, y Cumberland y Puddenford aseguran tambin que no hay nadams tmido que el hombre primitivo, que siempre est temblando ydispuesto a huir al menor ruido que escucha o al ms pequeo movi-miento que percibe. Puede ser tal vez as, pero, con respecto a aquellosobjetos que no conozca y no dudo en lo absoluto que le aterrorice todoespectculo nuevo que se ofrezca a su vista, siempre que no puedadistinguir el bien y el mal fsico que debe esperar, ni haya comparadosus fuerzas con los peligros que tenga que correr, circunstancias rarasen el estado natural en el cual todas las cosas marchan de manera tanuniforme y en el que la superficie de la tierra no est sujeta a esoscambios bruscos y continuos que causan las pasiones y la inconstanciade los pueblos reunidos en sociedad. Pero viviendo el hombre salvajedispersado entre los animales y encontrndose desde temprana edaden el caso de medir sus fuerzas con ellos, establece pronto la compara-cin y sintiendo que los sobrepuja en habilidad ms de lo que ellos leexceden en fuerza, se acostumbra a no temerles. Poned un oso o unlobo en contienda con un salvaje robusto, gil, valeroso, como lo sontodos, armado de piedras y un buen palo y veris que el peligro serms o menos recproco y que despus de varias experiencias semejan-tes, las bestias feroces que no les gusta atacarse mutuamente, dejarntranquilo al hombre a quien habrn encontrado tan feroz como ellas.Con respecto a los animales que tienen ms fuerza que el hombredestreza, hllase ste en caso anlogo al de otras especies ms dbiles

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    29

    que l y que no por eso dejan de subsistir, con la ventaja para el hom-bre que, no menos dispuesto que ellos para correr, y encontrando enlos rboles un refugio casi seguro, tiene a su arbitrio aceptar o rehuirla contienda. Aadamos el hecho de que, segn parece, ningn animalhace la guerra por instinto al hombre, salvo en el caso de defensa pro-pia o de extremada hambre, ni tampoco manifiesta contra l esas vio-lentas antipatas que parecen anunciar que una especie est destinadapor la naturaleza a servir de pasto a otra.

    He aqu, sin duda, las razones por las cuales los negros y los sal-vajes se preocupan tan poco de las bestias feroces que puedan encon-trar en los bosques. Los caribes de Venezuela, entre otros, viven, porlo tocante a esto, en la mayor seguridad y sin el menor inconveniente.Aunque estn casi desnudos, dice Francisco Correal, no dejan de ex-ponerse atrevidamente por entre los bosques, armados nicamente conla flecha y el arco, sin que se haya odo decir jams que ninguno hasido devorado por las fieras.

    Otros enemigos ms temibles y contra los cuales el hombre no tie-ne los mismos medios de defensa, son las enfermedades naturales, lainfancia, la vejez y las dolencias de toda clase, tristes seales de nues-tra debilidad, de los cuales los dos primeros son comunes a todos losanimales y el ltimo, con preferencia, al hombre que vive en sociedad.Observo adems, con relacin a la infancia, que la madre, llevandoconsigo por todas partes su hijo, tiene mayores facilidades para ali-mentarlo que las hembras de muchos animales, forzadas a ir y venirsin cesar, con sobra de fatiga, ya en busca del alimento para ellas, yapara amamantar o nutrir sus pequeuelos. Es cierto que si la madrellega a perecer, el hijo corre mucho riesgo de perecer con ella; maseste peligro es comn a cien otras especies cuyos pequeuelos no estnpor largo tiempo en estado de procurarse por s mismos su alimento, ysi la infancia es ms larga entre nosotros, la vida lo es tambin, dedonde resulta que todo es ms o menos igual en este punto (g), aunquehaya con respecto al nmero de hijos (h), otras reglas que no incum-ben a mi objeto. Entre los viejos que se agitan y transpiran poco, la

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    30

    necesidad de alimentacin disminuye en relacin directa de sus fuer-zas, y como la vida salvaje aleja de ellos la gota y el reumatismo, y lavejez es de todos los males el que menos pueden aliviar los recursoshumanos, extnguense al fin, sin que los dems se perciban de que handejado de existir y casi sin darse cuenta ellos mismos.

    Respecto a las enfermedades, no repetir las vanas y falsasdeclamaciones que hacen contra la medicina la mayora de las gentesque gozan de salud; pero s preguntara si existe alguna observacinslida de la cual pueda deducirse que, en los pases en donde este arteest ms descuidado, por trmino medio, la vida en el hombre sea mscorta que en los que es cultivado con la ms grande atencin. Y cmopodra ser as, si nosotros mismos nos procuramos mayor nmero demales que remedios puede proporcionarnos la medicina? La extremadesigualdad en la manera de vivir, el exceso de ociosidad en unos, elexceso de trabajo en otros; la facilidad de irritar y de satisfacer nues-tros apetitos y nuestra sensualidad; los alimentos demasiado escogidosde los ricos, cargados de jugos enardecientes que los hacen sucumbirde indigestiones; la mala nutricin de los pobres, de la cual carecen amenudo y cuya falta los lleva a llenar demasiado sus estmagoscuando la ocasin se presenta; las vigilias, los excesos de toda especie,los transportes inrnoderados de todas las pasiones, las fatigas ydecaimiento del espritu, los pesares y tristezas sin nmero que seexperimentan en todas las clases y que roen perpetuamente las almas,he ah las funestas pruebas de que la mayor parte de nuestros malesson nuestra propia obra y de que los habramos casi todos evitadoconservando la manera de vivir sencilla, uniforme y solitaria que nosestaba prescrita por la naturaleza. Si sta nos ha destinado a vivirsanos, me atrevo casi a asegurar que el estado de reflexin es unestado contra natura y que el hombre que medita es un animaldepravado. Cuando se piensa en la buena constitucin de los salvajes,al menos la de aquellos que no hemos perdido con nuestros fuerteslicores; cuando se sabe que no conocen casi otras enfermedades que

    win7Resaltado

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    31

    las heridas y la vejez, crese que es tarea fcil la de hacer la historiade las enfermedades humanas siguiendo la de las sociedades civiles.

    Esta es, por lo menos, la opinin de Platn, quien juzga, por cier-tos remedios empleados o aprobados por Podalirio y Macan duranteel sitio de Troya, que diversas enfermedades que los dichos remediosdeban excitar no eran todava conocidas entonces entre los hombres,y Celso refiere que la dieta, hoy tan necesaria, no fue inventada sinopor Hipcrates.

    Con tan pocas fuentes verdaderas de males, el hombre en su es-tado natural apenas si tiene necesidad de remedios y menos todava demedicinas. La especie humana no es a este respecto de peor condicinque las otras, y es fcil saber por los cazadores si en sus excursionesencuentran muchos animales enfermos. Muchos hallan, en efecto,algunos de ellos con heridas considerables perfectamente cicatrizadas,que han tenido huesos y aun miembros rotos y que se han curado sinotro cirujano que el tiempo, sin otro rgimen que su vida ordinaria yque no estn menos bien por no haber sido atormentados con incisio-nes, envenenados con drogas ni extenuados por el ayuno. En fin, portil que pueda ser entre nosotros la medicina bien administrada nodeja de ser siempre cierto que si el salvaje enfermo, abandonado a suspropios auxilios, no tiene nada que esperar si no es de la naturaleza,en cambio no tiene que temer ms que a su mal, lo cual hace a menu-do su situacin preferible a la nuestra.

    Guardmonos, pues, de confundir al hombre salvaje con los quetenemos ante nuestros ojos. La naturaleza trata a todos los animalesabandonados a sus cuidados con una predileccin que parece demos-trar cun celosa es de su derecho. El caballo, el gato, el toro, el asnomismo, tienen la mayor parte una talla ms alta, todos una constitu-cin ms robusta, ms vigor, ms fuerza y ms valor cuando estn enla selva que cuando estn en nuestras casas: al ser domesticados pier-den la mitad de estas cualidades. Dirase que todos nuestros cuidados,tratando y alimentando bien estos animales, slo logran degenerarlos.Lo mismo pasa con el hombre: hacindose sociales y esclavos, trnase

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    32

    dbil, tmido y servil, y su manera de vivir delicada y afeminada ter-mina por enervar a la vez su fuerza y su valor. Aadamos que entrelas condiciones de salvaje y civilizado, la diferencia de hombre ahombre debe ser ms grande an que la de bestia a bestia, pues ha-biendo sido el animal y el hombre tratados igualmente por la natura-leza, todas las comodidades que ste se proporciona ms que los ani-males que domina, son otras tantas causas particulares que le hacendegenerar ms sensiblemente.

    No es, pues, una gran desgracia, para los hombres primitivos, nisobre todo un gran obstculo para su conservacin la desnudez, lafalta de habitacin y la privacin de todas esas frivolidades que noso-tros creemos necesarias. Si no tienen la piel velluda, ninguna falta leshace en los pases clidos, y en los pases fros saben bien aprovechar-se de las de los animales que han vencido. Si no tienen ms que dospies para correr, tienen dos brazos para proveer a su defensa y a susnecesidades. Sus hijos empiezan a caminar tal vez tarde y penosa-mente, pero las madres los conducen con facilidad, ventaja de quecarecen las otras especies, en las que la madre, siendo perseguida, seve constreida a abandonar sus pequeuelos o a arreglar su paso al deellos.*

    En fin, a menos que se acepte el concurso de circunstancias sin-gulares y fortuitas de las cuales hablar ms adelante y que podran noocurrir jams, es evidente, que el primero que se hizo un vestido o seconstruy una habitacin, se proporcion cosas poco necesarias,puesto que se haba pasado hasta entonces sin ellas, y no se explicapor qu no podra soportar, ya nombre, un gnero de vicia que ha so-portado desde su infancia.

    Solo, ocioso y siempre rodeado de peligros, el hombre salvaje debegustarle dormir y tener el sueo ligero, como los animales que pen-sando, poco, duermen por decirlo as, todo el tiempo que no piensan.Constituyendo su propia conservacin casi su nico cuidado, debe sercausa de que sus facultades ms ejercitadas sean aquellas que tienenpor objeto principal el ataque y la defensa, ya sea con el fin de sub-

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    33

    yugar su presa, ya sea para evitar seria l de algn otro animal, re-sultando lo contrario con los rganos que no se perfeccionan sino pormedio de la molicie y de la sensualidad, que deben permanecer en unestado de rudeza que excluye toda delicadeza. Encontrndose, en con-secuencia, sus sentidos divididos en este punto, tendr el tacto y elgusto de una tosquedad extrema y la vista, el odo y el olfato, de lams grande sutilidad. Tal es el estado animal en general y tal es tam-bin, segn los relatos de los viajeros, la de la mayor parte de los pue-blos salvajes. As, no se debe extraar que los hotentotes del cabo deBuena Esperanza, descubran a la simple vista los navos en alta mar, ala misma distancia que los holandeses con los anteojos; ni que lossalvajes de la Amrica descubriesen a los espaoles por el rastro comohabran podido hacerlo los mejores perros, ni que todas esas nacionesbrbaras soporten sin pena su desnudez, refinen su gusto a fuerza depimienta y beban los licores europeos corno agua.

    He considerado hasta aqu el hombre fsico; tratemos de obser-varlo ahora por el lado metafsico y moral.

    No veo en todo animal ms que una mquina ingeniosa, a la cualla naturaleza ha dotado de sentidos para que se remonte por s mismay para que pueda garantirse, hasta cierto punto, contra todo lo quetienda a destruirla o a descomponerla. Percibo precisamente las mis-mas cosas en la mquina humana, con la diferencia de que la natura-leza por s sola ejecuta todo en las operaciones de la bestia, en tantoque el hombre concurre l mismo en las suyas como agente libre. Launa escoge o rechaza por instinto y el otro por un acto de libertad, loque hace que la bestia no pueda separarse de la regla que le estprescrita, aun cuando le fuese ventajoso hacerlo, mientras que el hom-bre se separa a menudo en perjuicio propio. As se explica el que unpichn muera de hambre al pie de una fuente llena de las mejoresviandas y un gato sobre un montn de frutas o de granos, no obstantede que uno y otro podran muy bien alimentarse con lo que desdean,si les fuese dado ensayar, y as se explica tambin el que los hombresdisolutos se entreguen a excesos que les originan la fiebre y la muerte,

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    34

    porque el espritu pervierte los sentidos y la voluntad contina hablan-do aun despus que la naturaleza ha callado.

    Todo animal tiene ideas, puesto que tiene sentidos y aun las coor-dina hasta cierto punto. El hombre no difiere a este respecto de la bes-tia ms que por la cantidad, habiendo llegado algunos filsofos hasta aafirmar que la diferencia que existe es mayor de hombre a hombre quede nombre a bestia. No es, pues, tanto el entendimiento lo que estable-ce entre los animales y el hombre la distincin especfica, sin su cali-dad de agente libre. La naturaleza ordena a todos los animales y labestia obedece. El hombre experimenta la misma impresin, pero sereconoce libre de ceder o de resistir, siendo especialmente en la con-ciencia de esa libertad que se manifiesta la espiritualidad de su alma,pues la fsica explica en parte el mecanismo de los sentidos y la for-macin de las ideas, pero dentro de la facultad de querer o mejor di-cho de escoger, no encontrndose en el sentimiento de esta facultad,sino actos puramente espirituales que estn fuera de las leyes de lamecnica.

    Pero, aun cuando las dificultades que rodean todas estas cuestio-nes permitiesen discutir sobre la diferencia entre el hombre y el ani-mal, hay otra cualidad muy especial que los distingue y que esincontestable: la facultad de perfeccionarse, facultad que, ayudada porlas circunstancias, desarrolla sucesivamente todas las otras y que resi-de tanto en la especie como en el individuo; entre tanto que un animales al cabo de algunos meses, lo mismo que ser toda su vida, y su es-pecie ser despus de mil aos la que era el primero. Por qu nica-mente el hombre est sujeto a degenerar en imbcil? No es que vuelveas a su estado primitivo y que, mientras que la bestia que nada haadquirido y que por consiguiente nada tiene que perder, permanecesiempre con su instinto; el hombre perdiendo a causa de la vejez o deotros accidentes todo lo que su perfectibilidad le haba hecho alcan-zar, cae de nuevo ms bajo aun que la bestia misma. Sera triste paravosotros estar obligados a reconocer que esta facultad distintiva y casiilimitada es el origen de todas las desgracias del hombre, que es ella la

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    35

    que le aleja a fuerza de tiempo de ese estado primitivo en el cual des-lizbanse sus das tranquilo e inocente; que es ella la que, haciendobrotar con el transcurso de los siglos sus luces y sus errores, sus viciosy sus virtudes, lo convierte a la larga en tirano de s mismo y de la na-turaleza (i). Sera espantoso tener que ensalzar como un ser bienhe-chor al primero que sugiri la idea al habitante de las orillas del Ori-noco del uso de esas planchas que aplicaba sobre las sienes de sus hi-jos, asegurndoles una imbecilidad., al menos parcial, y por lo tantosu felicidad original.

    Entregado por la naturaleza el hombre salvaje al solo instinto, oms bien indemnizado del que le falta, tal vez por facultades capacesde suplirle al principio y de elevarlo despus mucho ms, comenzar,pues, por las funciones puramente animales (j). Percibir y sentir sersu primer estado, que ser comn a todos los animales; querer y noquerer, desear y tener, sern las primeras y casi las nicas funcionesde su alma hasta que nuevas circunstancias originen en ella nuevasmanifestaciones.

    A pesar de cuanto digan los naturalistas, el entendimiento huma-no debe mucho a las pasiones, las cuales dbenle a su vez tambinmucho. Mediante su actividad nuestro corazn se perfecciona, puesansiamos conocer porque deseamos gozar, siendo imposible concebirque aquel que no tenga ni deseos ni temores, se d la pena de razonar.Las pasiones son el fruto de nuestras necesidades y sus progresos el denuestros conocimientos porque no se puede desear ni tener las cosassino por las ideas que de ellas pueda tenerse, o bien simple impulsinde la naturaleza; y el hombre salvaje, privado de toda luz, no sienteotras pasiones que las de esta ltima especie, es decir: las naturales.Sus deseos se reducen a la satisfaccin de sus necesidades fsicas (k);los solos goces que conoce en el mundo son: la comida, la mujer y elreposo; los solos males que teme, el dolor y el hambre. He dicho eldolor y no la muerte, porque el animal no sabr jams lo que es morir.El conocimiento o la idea de lo que es la muerte y sus terrores ha sido

    win7Resaltado

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    36

    una de las primeras adquisiciones que el hombre ha hecho al alejarsede la condicin animal.

    Serame fcil, si me fuese necesario, apoyar lo expuesto con he-chos y hacer ver que en todas las naciones del mundo los progresosdel espritu han sido absolutamente proporcionales a las necesidadesnaturales o a las que las circunstancias las haya sujetado, y por consi-guiente a las pasiones que las arrastrara a la satisfaccin de tales nece-sidades. Podra demostrar cmo en Egipto las artes nacen y se ex-tienden con el desbordamiento del Nilo; podra seguir sus progresosentre los griegos, en don e se las vio germinar, crecer y elevarse hastalos cielos entre las arenas y las rocas del tica; sin lograr echar racesen las frtiles orillas del Eurotas; hara notar, en fin, que en generallos pueblos del Norte son ms industriosos que los del Medioda, por-que pueden menos dejar de serlo, como si la naturaleza quisiera asigualar las cosas dando a los espritus la fertilidad que niega a la tie-rra.

    Pero, sin recurrir a los inciertos testimonios de la historia, quinno ve que todo parece alejar del hombre salvaje la tentacin y los me-dios de dejar de serlo? Su imaginacin no le pinta nada; su coraznnada le pide. Sus escasas necesidades puede satisfacerlas tan fcil-mente, y tan lejos est de poseer el grado de conocimientos necesariospara desear adquirir otros mayores, que no puede haber en l ni previ-sin ni curiosidad. El espectculo de la naturaleza termina por serleindiferente a fuerza de serle familiar, pues impera en ella siempre elmismo orden y efectanse siempre idnticas revoluciones. Ningnasombro causan a su espritu las ms grandes maravillas y no es en len donde hay que buscar la filosofa que necesita el hombre para saberobservar una vez lo que ha visto todos los das. Su alma, que nadaconmueve, se entrega al solo sentimiento de su existencia actual sinninguna idea del porvenir, por prximo que pueda estar, y sus. pro-yectos, limitados como sus conocimientos, extindense apenas hasta elfin de la jornada. Tal es todava hoy el grado de previsin del caribe,que vende por la maana su lecho de algodn y viene llorando por la

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    37

    tarde a comprarlo nuevamente, por no haber previsto que tendra ne-cesidad de l la prxima noche.

    Cuanto ms se medita sobre este tinto, ms crece a nuestra vista ladistancia que media entre las sensaciones puras y los simples cono-cimientos, siendo imposible concebir cmo un hombre habra podidopor sus propios esfuerzos, sin el auxilio de la comunicacin y sin elaguijn de la necesidad, franquear tan grande intervalo. Cuntos si-glos han tal vez transcurrido antes que los hombres hayan estado encapacidad de ver otro fuego que el del cielo! Cuntos azares dife-rentes no habran experimentado antes de aprender los usos ms co-munes de este elemento! Cuntas veces no lo habrn dejado extin-guirse antes de haber adquirido el arte de reproducirlo! Y cuntasveces tal vez cada uno de estos secretos habr muerto con el que lohaba descubierto! Qu diremos de la agricultura, arte que exigetanto trabajo y tanta previsin, que depende de tantas otras artes, queevidentemente no es practicable sino en una sociedad por lo menos co-menzada, y que no nos sirve tanto a recoger de la tierra los alimentosque suministrara bien sin ellos, como a hacerla producir con pre-ferencia aquellos que son ms de nuestro gusto? Pero supongamos quelos hombres se hubiesen multiplicado de tal manera que las pro-ducciones naturales no bastasen a nutrirlos, suposicin que, dicho seade paso, demostrara una gran ventaja para la especie humana en estamanera de vivir; supongamos que sin forjas ni talleres, los instrumen-tos de labor cayesen del cielo en manos de los salvajes; que stos hu-biesen aprendido a prever de lejos sus necesidades; que hubiesen adi-vinado la forma cmo se cultiva la tierra, cmo se siembran los granosy se plantan los rboles; que hubiesen descubierto el arte de moler eltrigo y hacer fermentar la uva, cosas todas que ha sido preciso que lefuesen enseadas por los dioses, pues no se concibe cmo las hubierapodido aprender por s mismo; quin sera, despus de todo eso, bas-tante insensato para atormentarse cultivando un campo del cual seradespojado por el primer venido, hombre o bestia indiferentemente, quela cosecha le agradase o conviniese? Y cmo se resolvera ninguno a

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    38

    pasar su vida en un trabajo penoso, del cual est seguro que no recibi-ra la recompensa necesaria? En una palabra: cmo situacin seme-jante podra llevar a los hombres a cultivar la tierra antes de que fueserepartida entre ellos, es decir, mientras que el estado natural no hubie-se dejado de subsistir?

    Aun cuando quisiramos suponer un hombre salvaje tan hbil enarte de pensar como nos lo pintan nuestros filsofos; aun cuando hi-cisemos de l, a ejemplo de ellos, un filsofo tambin, descubriendopor s solo las ms sublimes verdades, dictndonos por efecto de susrazonamientos muy abstractos, mximas de justicia y de razn sacadasdel amor por el orden en general o de la voluntad conocida de su crea-dor; aun cuando lo supiramos, en fin, con tanta inteligencia y cono-cimientos como los que debe tener, en vez de la torpeza y estupidezque en realidad posee, qu utilidad sacara la especie de toda estametafsica, que no podra trasmitirse a otros individuos y que por con-siguiente perecera con el que la hubiese inventado? Qu progresopodra proporcionar al gnero humano esparcido en los bosques y en-tre los animales? Y hasta qu punto podran perfeccionarse e ilus-trarse mutuamente los hombres que, no teniendo ni domicilio fijo nininguna necesidad el uno del otro, se encontraran quiz dos veces ensu vida, sin conocerse y sin hablarse?

    Pinsese la multitud de ideas de que somos deudores al uso de lapalabra; cunto la gramtica adiestra y facilita las operaciones delespritu, y pinsese en las penas inconcebibles y en el largusimo tiem-po que ha debido costar la primera invencin de las lenguas; adanseestas reflexiones a las precedentes, y se juzgar entonces cuntos mi-llares de siglos habrn sido precisos para desarrollar sucesivamente enel espritu humano las operaciones de que era susceptible o capaz.

    Same permitido examinar por un instante las dudas sobre el ori-gen de las lenguas. Podra contentarme con citar o repetir aqu lasinvestigaciones que el abate de Condillac ha hecho sobre esta materia,las cuales confirman plenamente mi opinin y han sido tal vez las queme han hecho concebir las primeras ideas al respecto; pero la manera

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    39

    como este filsofo resuelve las dificultades que l mismo se planteasobre el origen de los signos instituidos, demostrando que ha supuestolo mismo que yo traigo al debate, es decir, una especie de sociedad yaestablecida entre los inventores del lenguaje, creo, remitindome a susreflexiones, deber aadir a las suyas las mas para exponer las mismasdificultades con la claridad que conviene a mi objeto. La primera quese presenta es la de imaginar cmo han podido llegar a ser necesarias,toda vez que los hombres no tenan correspondencia alguna ni necesi-dad tampoco de tenerla lo cual no permite concebir ni la invencin, nisu posibilidad, no siendo como no lo era, indispensable. Yo podradecir, como tantos otros que las lenguas han nacido de las relacionesdomsticas entre padres, madres e hijos; pero adems de que tal aseve-racin no resolvera el punto sera cometer la misma falta de los que,razonando acerca del estado natural, trasladan a l las ideas adquiri-das en la sociedad, contemplan la familia reunida siempre en unamisma habitacin, guardando sus miembros entre s una unin tanntima y tan permanente como la que existe hoy entre nosotros, endonde tantos intereses comunes los une muy diferente al estado primi-tivo, en el cual no teniendo ni casas, ni cabaas, ni propiedades deninguna especie, cada uno se alojaba al azar y a menudo por una solanoche; los machos y las hembras se unan fortuitamente, segn se en-contraban y segn la ocasin y el deseo, sin que la palabra fuese unintrprete muy necesario para las cosas que tenan que decirse. Astambin se separaban con la misma facilidad (l) La madre amamanta-ba sus hijos primero, por propia necesidad y luego, a fuerza de cos-tumbre, por amor; pero tan pronto como stos estaban en disposicinde buscar por s mismos su alimento, no tardaban en separarse de lamadre, y como no haba casi otro medio de volverse a encontrar si seperdan de vista, en breve terminaban por no reconocerse los unos alos otros. Ntese adems que teniendo el hijo que explicar todas susnecesidades y estando por consiguiente obligado a decir ms cosas a lamadre que sta a l, debe corresponderle la mayor parte en la inven-cin, y ser el lenguaje por l empleado casi obra exclusiva suya, lo

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    40

    cual ha multiplicado tanto las lenguas como individuos hay que lashablen, contribuyendo a ello la misma vida errante y vagabunda queno permita a ningn idioma el tiempo de adquirir consistencia, puesdecir que la madre ensea al hijo las palabras de que deber servirsepara pedirle tal o cual cosa, demuestra bien cmo se ensean los idio-mas ya formados, pero no la manera cmo se forman.

    Supongamos esta primera dificultad vencida; franqueemos por unmomento el inmenso espacio de tiempo que ha debido transcurrir en-tre el estado natural y el en que se impuso la necesidad de las lenguase investiguemos cmo pudieron comenzar a establecerse. Nueva difi-cultad peor an que la precedente, porque si los hombres han tenidonecesidad de la palabra, y aun cuando se comprendiese cmo los soni-dos de la voz han sido tomados corno intrpretes de las ideas, queda-ra siempre por saber quines han podido ser los intrpretes de estaingeniosa convencin que, no teniendo un objeto perceptible, no po-dan indicarse ni por el gesto ni por la voz; de suerte que apenas sipodemos formarnos aceptables conjeturas sobre el origen de este artede trasmitir el pensamiento y de establecer un comercio entre los esp-ritus; arte sublime que est ya muy distante de su origen, pero que elfilsofo ve todava a tan prodigiosa distancia de su perfeccin, que nohay hombre bastante audaz que pueda asegurar que la alcanzar ja-ms, aun cuando las resoluciones naturales que con el transcurso deltiempo se efectan fuesen interrumpidas o suspendidas en su favor,aun cuando todos los prejuicios al respecto fuesen obra de las acade-mias o stas permaneciesen en silencio ante ellos y aun cuando pudie-sen ocuparse de tan espinosa tarea durante siglos enteros sininterrupcin.

    El primer lenguaje del hombre, el lenguaje ms universal, el msenrgico y el nico del cual tuvo necesidad antes de que viviera ensociedad, fue el grito de la naturaleza. Como este grito no era arran-cado ms que por una especie instinto en las ocasiones apremiantes,para implorar auxilio en los grandes peligros o alivio en los malesviolentos, no era de mucho uso en el curso ordinario de la vida en la

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    41

    que reinan sentimientos ms moderados. Cuando las ideas de loshombres comenzaron a extenderse y a multiplicarse y se estableci en-tre ellos una comunicacin ms estrecha, buscaron signos ms nu-merosos y un lenguaje ms extenso; multiplicaron las inflexiones de lavoz aadindole gestos que, por su naturaleza, son ms expresivos ycuya significacin depende menos de una determinacin anterior. Ex-presaban, pues, los objetos visibles y mviles por gestos y los que he-ran el odo por sonidos imitativos; pero como el gesto no puede indi-car ms que los objetos presentes o fciles de describir y las accionesvisibles, que no son de uso universal, puesto que la oscuridad o la in-terposicin de un cuerpo las inutiliza, y puesto que exige ms atencinque la que excita, descubrieron al fin la manera de substituirlo pormedio de las articulaciones de la voz, las cuales sin tener la mismarelacin con ciertas ideas, son ms propias para representarlas todascomo signos instituidos; substitucin que no puede hacerse sino decomn acuerdo y de manera bastante difcil de practicar por hombrescuyos groseros rganos no tenan todava ejercicio alguno, y ms dif-cil an de concebir en s misma, puesto que este acuerdo unnimedebi tener alguna causa y la palabra debi ser muy necesaria paraestablecer su uso.

    Cabe suponer que las primeras palabras de que hicieron uso loshombres tuvieron en sus espritus una significacin mucho ms exten-sa que las que se emplean en las lenguas ya formadas, y que igno-rando la divisin de la oracin en sus partes constitutivas, dieron acada palabra el valor de una preposicin entera. Cuando comenzarona distinguir el sujeto del atributo y el verbo del nombre, lo cual nodej de ser un mediocre esfuerzo de genio, los sustantivos no fueronms que otros tantos nombres propios y el presente del infinitivo elnico tiempo de los verbos. En cuanto a los adjetivos, la nocin deellos debi desarrollarse muy difcilmente, porque todo adjetivo es unapalabra abstracta y las abstracciones son operaciones penosas y poconaturales.

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    42

    Cada objeto recibi al principio un nombre particular, sin poneratencin a los gneros y a las especies, que esos primeros institutoresno estaban en estado de distinguir, presentndose todos los individuosaisladamente en sus espritus como lo estn en el cuadro de la natura-leza. Si un roble se llamaba A, otro se llamaba B, pues la primera ideaque se saca de dos cosas es que no son las mismas, siendo preciso amenudo mucho tiempo para poder observar lo que tienen de comn;de suerte que, mientras ms limitados eran los conocimientos msextenso era el diccionario. El obstculo de toda esta nomenclatura nopudo ser vencido fcilmente, pues para ordenar los seres bajo denomi-naciones comunes y genricas, era preciso conocer las propiedades ylas diferencias, hacer observaciones y definiciones, es decir, conocer lahistoria natural y la metafsica, cosas muy superiores a las que loshombres de aquel tiempo podan realizar.

    Por otra parte, las ideas generales no pueden introducirse en el es-pritu ms que con ayuda de las palabras, abarcndolas el entendi-miento slo por preposiciones. Es sta una de las razones por las cua-les los animales no pueden formarse tales ideas ni adquirir la perfecti-bilidad que de ellas depende. Cuando un mono va sin vacilar de unanuez a otra, puede pensarse que tenga la idea general de esta clase defruta y que establecer pueda el arquetipo de las dos? No, sin duda,pero la vista de una de las dos nueces, trae a su memoria las sensa-ciones que ha recibido de la otra y sus ojos, transformados hasta ciertopunto, anuncian a su paladar la diferencia que va a experimentar alsaborear el nuevo fruto. Toda idea general es puramente intelectual, ypor poco que la imaginacin intervenga, convirtese bien breve enparticular.

    Ensayad trazaros la imagen de un rbol en general, y jams lo al-canzaris, pues a pesar vuestro lo veris pequeo o grande, escaso dehojas o frondoso, claro u oscuro, y si dependiese de vosotros ver sola-mente en l lo que tiene todo rbol, tal imagen no sera la verdaderaencarnacin de l. Igual cosa sucede con los seres puramente abs-tractos, que slo se conciben por medio del discernimiento. La defi-

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    43

    nicin del tringulo os dar de ello tina exacta idea: tan pronto comoconcibis uno en vuestro cerebro, ser aquel y no otro, sin que podisevitar formroslo ya con las lneas sensibles, ya con el plano brillante.Es preciso, pues, enunciar proporciones, es necesario hablar para tenerideas generales, toda vez que tan pronto como la imaginacin se de-tiene, el espritu se inmoviliza. Si los primeros inventores no han po-dido por lo tanto dar nombre ms que a las ideas ya concebidas,dedcese que los primeros sustantivos no fueron jams sino nombrespropios.

    Mas cuando, por medios que no logro concebir, nuestros nuevosgramticos comenzaron a extender sus ideas y a generalizar sus pala-bras, la ignorancia de los inventores debi sujetar este mtodo a lmi-tes muy estrechos, y como haban multiplicado demasiado los nombresde los individuos por falta de conocimientos acerca de los gneros y delas especies, hicieron despus pocas de stas y de aqullas a causa deno haber considerado los seres en todas sus diferencias. Para haberhecho las divisiones debidamente, habrales sido preciso experiencia yluces que no podan tener, ms investigaciones y un trabajo que noqueran darse. Si hoy mismo se descubren diariamente nuevas espe-cies que hasta el presente habanse escapado a nuestras observaciones,calclese cuntas han debido sustraerse a la penetracin de hombresque slo juzgaban de las cosas por su primer aspecto! En cuanto a lasclases primitivas y a las nociones generales, es superfluo aadir quehan debido tambin pasrseles inadvertidas. Cmo habran podido,por ejemplo, imaginar o comprender las palabras materia, espritu,substancia, moda, figura, movimiento, si nuestros filsofos que se sir-ven de ellas hace tanto tiempo apenas si alcanzan a comprenderlasellos mismos, y si las ideas que se les agrega, siendo puramente meta-fsicas, no podan encontrarles ningn modelo en la naturaleza?

    Me detengo en estas primeras consideraciones y suplico a mis jue-ces que suspendan su lectura, para considerar, respecto a la invencintan slo de los sustantivos fsicos, es decir de la parte de la lengua msfcil de encontrar, el camino que an queda por recorrer para explicar

  • www.elaleph.comJuan Jacobo Rousseau donde los libros son gratis

    44

    todos los pensamientos de los hombres, para adquirir una formaconstante, para poder ser hablada en pblico e influir en la sociedad:suplcoles que reflexionen acerca del tiempo y de los conocimientosque han sido necesarios para encontrar los nmeros (n), las palabrasabstractas, los aoristos y todos los tiempos de los verbos, las partcu-las, la sintaxis, ligar las preposiciones, las razonamientos y formartoda la lgica del discurso. En cuanto a m, espantado ante las difi-cultades que se multiplican, y convencido de la imposibilidad casidemostrada de que las lenguas hayan podido nacer y establecerse pormedios puramente humanos, dejo a quien quiera emprenderla, la dis-cusin de tan difcil problema, el cual ha sido el ms necesario de lasociedad ya ligada a la institucin de las lenguas o de las lenguas in-ventadas al establecimiento de la sociedad.

    Cualesquiera que hayan sido los orgenes, vse, por lo menos, elpoco cuidado que se ha tomado la naturaleza para unir a los hombrespor medio de las necesidades mutuas ni para facilitarles el uso de lapalabra; cun poco ha preparado su sociabilidad y cun poco ha puestode su parte en todo lo que ellos han hecho para establecer estos lazos.En efecto, es imposible imaginarse por qu un hombre, en estado pri-mitivo, pudiera tener ms necesidad de otro hombre que un mono o unlobo de su semejante, ni aun aceptada esta necesidad, qu motivo po-dra obligar al otro a satisfacerla, ni tampoco en este ltimo caso, c-mo podran convenir en las condiciones.

    S que se nos repite sin cesar que no hubo nada tan miserable co-mo el hombre en ese estado; pero s es cierto, como creo haberlo pro-bado, que no pudo sino despus de muchos siglos, haber tenido eldeseo y la ocasin de salir de l, debe hacerse responsable a la natu-raleza y no a quien as haba constituido. Pero, si comprendo bien estetrmino de miserable, l no es otra cosa que una palabra sin sentido oque no significa ms que una dolorosa privacin y el sufrimiento delcuerpo y del alma. Ahora bien, yo quisiera que se me explicara culpuede ser el gnero de miseria de un ser libre cuyo corazn disfruta depaz y tranquilidad y cuyo cuerpo goza de salud. Yo preguntara cul

  • www.elaleph.comDiscurso sobre el origen de la desigualdad donde los libros son gratis

    45

    de las dos, la vida civilizada o la natural, est ms sujeta a hacerse in-soportable a los que gozan de ella. No vemos casi a nuestro alrededorms que gentes que se lamentan de su existencia, y aun muchas que seprivan de ella tanto cuanto de ellas depende, siendo apenas suficientela reunin de las leyes divinas y humanas para contrarrestar este de-sorden. Pregunto si jams se ha odo decir que un salvaje en libertadhaya pensado siquiera en quejarse de la vida y en darse la muerte.Jzguese, pues, con menos orgullo, de qu lado est la verdadera mi-seria. Nada, por el contrario, hubiese sido tan miserable como el hom-bre salvaje deslumbrado por las luces de la inteligencia, atormentadopor las pasiones y razonando sobre un estado diferente del suyo. Poresto, debido a una muy sabia providencia, las facultades de que estabadotado deban desarrollarse nicamente al ponerlas en ejercicio, a finde que no le fuesen ni superfluas ni onerosas antes de tiempo. Tenacon el solo instinto, todo lo que le bastaba para vivir en el estado natu-ral, como tiene con una razn cultivada lo suficiente para vivir ensociedad.

    Es de suponerse que los hombres en ese estado, no teniendo entreellos ninguna especie de relacin moral ni de deberes conocidos, nopodan ser ni buenos ni malos, ni tener vicios ni virtudes, a menosque, tomando estas palabras en un sentido material, se llame vicio enun individuo a las cualidades que puedan ser perjudiciales a su propiaconservacin y virtudes a las que puedan contribuir a ella, en cuyocaso el ms virtuoso sera aquel que resistiese menos los simples im-pulsos de la naturaleza. Mas, sin alejarnos de su verdadero sentido, esconveniente suspender el juicio que podramos hacer sobre tal situa-cin y desconfiar de nuestros prejuicios hasta tanto que balanza enmano, hyase examinado si hay ms virtudes que vicios entre loshombres civilizados, o si sus virtudes son ms ventajosas que funestosson sus vicios; si el progreso de sus conocimientos constituye una in-demnizacin suficiente a los males que mutuamente se hacen a medi-da que se instruyen en el bien que deberan hacerse, o si no seencontraran, en todo caso, en una situacin ms dichosa no teni