juan 7, 37-39 el espíritu, agua de la vida

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EL ESPÍRITU, AGUA DE LA VIDA A propósito de Jn 7, 37-39 Bernardo Estrada 1. ESTUDIO DE LA PERÍCOPA El texto que pretendemos analizar, en homenaje al prof. A. García-Moreno, infatigable estudioso del Evangelio según san Juan, presenta una bibliografía abundante; nos limitaremos a señalar los tí- tulos más significativos 1 . La perícopa se encuadra en la fiesta de los Tabernáculos, en un pasaje que para algunos autores forma parte de la segunda escena del cap. 7, teniendo en cuenta una división tripar- tita del mismo. La introducción (Jn 7, 1-13) contiene la duda inte- rrogativa en torno a la presencia de Jesús en la Ciudad santa con mo- tivo de la fiesta; después se tiene la primera escena (7, 14-36) que se desarrolla en torno a dos diálogos de Jesús: el derecho a enseñar, to- 151 1. J.-P. AUDET , «De son ventre couleront des fleuves d’eau». La soif, l’eau et la parole, RB 66 (1959) 379-386; M. BALAGUÉ, Flumina de ventre credentis (Jn 7, 38), EstBib 26 (1967) 187-201; M.E. BOISMARD, «De son ventre couleront des fleuves d’eau». La ci- tation scripturaire in Jean vii, 38, RB 65 (1958) 523-546 y la ulterior precisación en «De son ventre couleront des fleuves d’eau». Les citations targumiques dans le quatrième évangile, RB 66 (1959) 374-378; F.-M. BRAUN, L’eau et l’Esprit, RT 49 (1949) 5-30; J. CABA, Jn 7, 37-39 en la teología del IV Evangelio sobre la oración de petición, Greg. 63 (1982) 647-675; J.B. CORTES, Torrentes de agua viva. Una nueva interpretación de Jn 7, 37-38, EstBib 16 (1957) 279-306; IDEM, Yet Another Look at John 7, 37-38, CBQ 29 (1967) 75-86; J. DANIÉLOU, Le symbolisme de l’eau vive, RSR 32 (1958) 335-346; P. GRELOT , De son ventre couleront des fleuves d’eau vive, RB 66 (1959) 369- 374 y la corrección posterior que hizo en A propos de Jean VII, 38, RB 67 (1960) 224-225; IDEM, Jean VII, 38: eau du rocher ou source du temple?, RB 70 (1963) 43-51; Z.C. HODGES, Problem Passages in the Gospel of John. Part 7: Rivers of Living Water. John 7, 37-39, BS 136 (1979) 239-248; M. MIGUENS, El agua y el Espíritu en Jn 7, 37-39, EstBib 31 (1972) 369-398; A. PINTO DA SILVA, Giovanni 7, 37-39, Sal. 45 (1983) 575-592; una bibliografía más detallada y actualizada se encuentra en la pri- mera página del artículo di G. BIENAIMÉ, L’annonce des fleuves d’eau vive in Jean 7, 37-39, RTL 21 (1990) 281-310; 417-454.

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  • EL ESPRITU, AGUA DE LA VIDAA propsito de Jn 7, 37-39

    Bernardo Estrada

    1. ESTUDIO DE LA PERCOPA

    El texto que pretendemos analizar, en homenaje al prof. A.Garca-Moreno, infatigable estudioso del Evangelio segn san Juan,presenta una bibliografa abundante; nos limitaremos a sealar los t-tulos ms significativos1. La percopa se encuadra en la fiesta de losTabernculos, en un pasaje que para algunos autores forma parte dela segunda escena del cap. 7, teniendo en cuenta una divisin tripar-tita del mismo. La introduccin (Jn 7, 1-13) contiene la duda inte-rrogativa en torno a la presencia de Jess en la Ciudad santa con mo-tivo de la fiesta; despus se tiene la primera escena (7, 14-36) que sedesarrolla en torno a dos dilogos de Jess: el derecho a ensear, to-

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    1. J.-P. AUDET, De son ventre couleront des fleuves deau. La soif, leau et la parole,RB 66 (1959) 379-386; M. BALAGU, Flumina de ventre credentis (Jn 7, 38), EstBib26 (1967) 187-201; M.E. BOISMARD, De son ventre couleront des fleuves deau. La ci-tation scripturaire in Jean vii, 38, RB 65 (1958) 523-546 y la ulterior precisacin enDe son ventre couleront des fleuves deau. Les citations targumiques dans le quatrimevangile, RB 66 (1959) 374-378; F.-M. BRAUN, Leau et lEsprit, RT 49 (1949) 5-30;J. CABA, Jn 7, 37-39 en la teologa del IV Evangelio sobre la oracin de peticin, Greg.63 (1982) 647-675; J.B. CORTES, Torrentes de agua viva. Una nueva interpretacin deJn 7, 37-38, EstBib 16 (1957) 279-306; IDEM, Yet Another Look at John 7, 37-38,CBQ 29 (1967) 75-86; J. DANILOU, Le symbolisme de leau vive, RSR 32 (1958)335-346; P. GRELOT, De son ventre couleront des fleuves deau vive, RB 66 (1959) 369-374 y la correccin posterior que hizo en A propos de Jean VII, 38, RB 67 (1960)224-225; IDEM, Jean VII, 38: eau du rocher ou source du temple?, RB 70 (1963) 43-51;Z.C. HODGES, Problem Passages in the Gospel of John. Part 7: Rivers of Living Water.John 7, 37-39, BS 136 (1979) 239-248; M. MIGUENS, El agua y el Espritu en Jn 7,37-39, EstBib 31 (1972) 369-398; A. PINTO DA SILVA, Giovanni 7, 37-39, Sal. 45(1983) 575-592; una bibliografa ms detallada y actualizada se encuentra en la pri-mera pgina del artculo di G. BIENAIM, Lannonce des fleuves deau vive in Jean 7,37-39, RTL 21 (1990) 281-310; 417-454.

  • mando ocasin de la curacin de un paraltico en sbado (cfr. Jn 5,1-15), y el origen de Jess contemplado desde la perspectiva de su re-torno al Padre. La segunda escena (7, 37-52) considera particularmen-te la enseanza sobre el agua viva. Al final, en el captulo siguiente,Jess se manifestar como luz del mundo.

    La fiesta juda de los Tabernculos constituye el teln de fon-do de todo el captulo. En ella se conmemoraba el perodo durante elcual el pueblo de Israel camin en el desierto y habit en tiendas.Posteriormente, despus de la dedicacin del Templo por Salomn,la fiesta adquiri una solemnidad especial (cfr. 1Re 8, 2)2.

    La fiesta se relacionaba tambin con el da triunfal del Seorque llega a Jerusaln como rey mesinico; en ese da Dios derramarsobre la ciudad su espritu de compasin y de splica (cfr. Zac 12,10) y har brotar una fuente purificadora para la casa de David queno slo alcanza Jerusaln (cfr. Zac 13, 1) sino tambin el Mediterr-neo y el mar Muerto (cfr. Zac 14, 8)3.

    Cada uno de los siete das de fiesta se formaba a primera horauna procesin en la fuente de Guijn, de donde un sacerdote sacabaagua mientras el coro repeta la antfona: sacaris agua con gozo delas fuentes de salvacin (Is 12, 3), regresando luego todos al Templopasando a travs de la Puerta del Agua, y derramndola alrededor delaltar4.

    Se comprende entonces cmo la fiesta constituye un marco es-pecialmente adecuado para las palabras de Jess, y en concreto paraaquellas del final del captulo. El texto que particularmente nos ocu-pa se coloca en el sptimo da5, el da ms grande (th`/ ejscavth/ hJmevra/th`/ megavlh/) desde el punto de vista ritual y ceremonial:

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    2. Lgicamente la fiesta radicaba en las tradiciones agrcolas de Israel, en este casola cosecha de la uva y del olivo en otoo; por eso se podra decir que su origen es a lavez sedentario y nmada; cfr. G.W. MACRAE, The Meaning and the Evolution of theFeast of the Tabernacles, CBQ 22 (1960) 259s.

    3. Cfr. R.E. BROWN, El Evangelio segn san Juan I-XII (Cristiandad, Madrid1979), 559.

    4. Cfr. G.R. BEASLEY-MURRAY, John (Word, Waco 1987), 113.5. No es del todo claro si se trata del sptimo, como piensa G. BEASLEY-MURRAY,

    John, 114, refirindose al da en el que se derramaba solemnemente el agua sobre el al-tar, o del octavo da como reafirma recientemente R. FABRIS, Giovanni (Borla, Roma1992), 460, siguiendo la tradicin mishnaica. Cfr. C.K. BARRETT, The Gospel Accor-ding to Saint John (SPCK, London 1978), 326.

  • 37El ltimo da de la fiesta, el ms solemne, Jess puesto enpie, grit: Si alguno tiene sed, venga a m, y beba 38el que crea enm, como dice la Escritura: De su seno corrern ros de agua viva.39Esto lo deca refirindose al Espritu que iban a recibir los que cre-yeran en l. Porque an no haba Espritu, pues todava Jess no ha-ba sido glorificado.

    En torno a las palabras que Jess proclama se presentan dosinterpretaciones; segn la tradicin occidental (Ireneo, Hiplito,Tertuliano, Cipriano)6 y algunos Padres de la Siria oriental (Afraates,Efrn)7, la fuente de agua viva es Jess mismo. A favor de esta inter-pretacin, que es la que aparece segn la puntuacin del texto elegi-do y que es apoyada por no pocos autores modernos (Boismard,Brown, Bultmann, Dodd, Jeremias), se encuentra el sugestivo para-lelismo que ofrece el texto: el sediento del 37b acude a Jess del mis-mo modo que el creyente en 38a, bebe de l8. Esta puntuacin evitael uso del nominativus pendens, poco comn en Juan. En una segun-da interpretacin Orgenes, seguido por algunos padres orientales9 ycorroborado ms tarde por Ambrosio, Jernimo y Agustn, proponeel creyente como aquel de quien brotan los ros de agua viva. La apo-yan modernamente, entre otros, Barrett, Haenchen, Lightfoot, Mi-chaelis. El papiro Bodmer p66 presenta una puntuacin acorde coneste sentido10, que por otra parte aparece en no pocas versiones, cat-licas y protestantes. A favor de esta interpretacin est el inicio de lafrase con un participio, construccin frecuente en el cuarto Evange-lio: Juan comienza de este modo los perodos sintcticos en 41 oca-siones11. Parece que entre los exegetas modernos pierde terreno laaplicacin al creyente12, a favor de la interpretacin cristolgica.

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    6. Un estudio bastante completo sobre la interpretacin patrstica del pasaje es elde H. RAHNER, Flumina de ventre Christi. Die patristische Auslegung von Joh. 7, 37-38,Bib. 22 (1941) 269-302; 367-403.

    7. Cfr. M.E. BOISMARD, De son ventre couleront des fleuves deau. La citationscripturaire in Jean VII, 38, RB 65 (1958) 535, que en su artculo descubre la concor-dancia de visin de algunos autores de la Siria oriental con la interpretacin patrsticaoccidental.

    8. Cfr. J. BLENKINSOPP, The Quenching of Thirst. Reflections on the Utterance inthe Temple, John 7, 37-9, Scripture 12 (1960) 45-46.

    9. Cfr. J.B. CORTS, Torrentes de agua viva, 287.10. Cfr. G.D. KILPATRICK, The Punctuation of John 7, 37-38, JTS 11 (1960) 340-342.11. Cfr. F.-M. BRAUN, Leau et lEsprit, RT 49 (1949) 5-30.12. Cfr. R. SCHNACKENBURG, El Evangelio segn san Juan II (Herder, Barcelona

    1980), 215.

  • El texto que nos interesa presenta dos pasajes paralelos en elmismo Evangelio; en el primero, el dilogo con la Samaritana, Jessafirma: Todo el que beba de esta agua, volver a tener sed; pero elque beba del agua que yo le d, no tendr sed jams, sino que el aguaque yo le d se convertir en l en fuente de agua que brota para vidaeterna (Jn 4, 13-14). Segn esto, se podra pensar en el creyente comofuente del agua vivificante para las dems personas? Las palabras deJess parecen corroborarlo13. A primera vista el pasaje presenta lasmismas caractersticas de Jn 7, 37-39; el creyente llega a ser l mismouna fuente. Pero en Jn 4, 14 aparece un detalle nico que no apareceen Jn 7, 38: el agua salta con mpetu, con gran fuerza (nico lugardel Nuevo Testamento donde el verbo a{llesqai se emplea para elagua; los otros dos lugares en los que aparece, en Hechos 3, 8 y 14,10, se refiere a enfermos de parlisis que, al ser curados, se alzan sal-tando).

    Dos objeciones se hacen para que se pueda hablar de un para-lelismo en sentido completo; en primer lugar, en Jn 4, 14 no se hacemencin de las entraas (ejk th`~ koiliva~), de la interioridad de lapersona, de la cual manara el agua de la vida14, como sucede en 7,38; sin embargo, esta expresin puede hacer referencia al hombrecomo un todo. Adems en Jn 4, 14 Jess compara a quien acepta elagua que l dona (y por tanto cree en l) como fuente que mana vi-gorosamente. Una segunda objecin sera que en Jn 4, 14 el receptorllega a ser una fuente de agua, pero no para otros; se debe tener encuenta sin embargo que tampoco en Jn 7, 38b se habla de ser fuentepara los dems, an cuando manen de su interior los ros. En uno yotro pasaje la imagen supone necesariamente la donacin y la comu-nicacin: un manantial o un torrente no se alimentan a s mismos,estn para dar el agua a otros.

    Existe otro pasaje que se puede poner en paralelo con Jn 7,37-39 y que favorece la primera interpretacin, aquella que identifi-ca a Jess con la fuente de agua viva. Se trata del momento en el queel costado de Cristo viene perforado por la lanza del soldado roma-no. Cristo realiza en su persona, mediante el fluir de sangre y agua, lafigura de la roca golpeada por Moiss, segn Num 20, 11 donde se

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    13. Cfr. C.H. DODD, The Interpretation of the Fourth Gospel (Cambridge Univer-sity Press, Cambridge 1968), 349, n. 2, piensa el contrario, porque segn su opininno se encuentra en la literatura jonica ningn paralelo a este respecto.

    14. Esta es la objecin principal que hace M.E. BOISMARD, De son ventre, 538.

  • dice que Moiss la golpe dos veces15, lo que vendra a significar tpi-camente el fluir de la sangre y del agua. Si en Jn 7, 39 se dice que elagua simboliza el Espritu16, lo mismo se puede decir de esta escena:el evangelista indica ahora a Jess como quien dona el Espritu,fuente de vida an despus de su muerte. Es sta una imagen espe-cialmente expresiva, teniendo en cuenta que en el Medio Oriente,donde la escasez de agua es proverbial, se aprecia de modo particularel ciclo vital que se genera mediante el agua en una sociedad eminen-temente agrcola como era aquella de la antigedad.

    Vistos los dos pasajes paralelos que parecen apoyar una u otrainterpretacin, no es fcil decidirse al buscar el sentido ms claro deltexto. No obstante, pensamos que se deba preferir la exgesis cristo-lgica, entre otras cosas porque no se podra decir que Jn 4, 14 favo-rezca exclusivamente la imagen del creyente como manantial de aguaviva. En efecto, la Samaritana saca agua del pozo del mismo modoque lo haca el pueblo de la fuente de Silo; una y otra circunstanciamueven a Cristo a hablar de un agua superior, de la que l es fuentey manantial. La interpretacin cristolgica y aquella que presenta alcreyente come fuente de agua viva no parecen tan distantes y tanopuestas como se podra pensar en un primer momento; al contra-rio, el hecho de que sea Jess el origen del agua de la vida implicaque la pueda comunicar a otros con tal abundancia, que ellos a su vezllegan a ser un manantial de agua salvfica. Pero la fuente original essiempre Jess17. Se pensara entonces en el creyente como una fuen-te intermedia un canal a travs del cual surgen las aguas vivifican-tes18. El sentido ms probable del pasaje es por tanto el cristolgico:se tratara de una reflexin personal del evangelista sobre Jess, se-guida de un comentario a sus palabras cuando el Seor cita al profe-ta Isaas19.

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    15. M.E. BOISMARD, De son ventre, 539, cita a propsito el Targum del Pseudo-Jo-natn donde se dice: Moiss golpe la roca dos veces: la primera de ellas sali sangre,la segunda, agua. Aunque la semejanza puede ser fortuita o puede reflejar una polmi-ca anti-cristiana (el comentario no aparece en el ms antiguo Targum palestino) no dejade ser interesante. En la fiesta de los tabernculos se colocaban junto al altar dos reci-pientes de plata, uno para el agua y otro para el vino, que el sacerdote de turno llenabay presentaba como ofrenda a Dios. Cfr. G.R. BEASLEY-MURRAY, John, 113.

    16. Cfr. A. GARCA-MORENO, El Evangelio segn San Juan. Introduccin y Exgesis(Badajoz-Pamplona 1996), 194.

    17. Cfr. J.B. CORTS, Yet Another Look, 76.18. Cfr. Z.C. HODGES, Rivers of Living Water, 242s.19. Cfr. A. PINTO DA SILVA, Giovanni 7, 37-39, 591s.

  • Igualmente interesante es la bsqueda del pasaje de la Escrituraque se encuentra detrs de Jn 7, 38. Comparando las palabras al aguaque surge de un manantial, se podra pensar en Pr 18, 14 o en Is 58,11; en este ltimo Dios promete convertir a sus fieles en una fuentecuyas aguas brotan incesantemente. Quiz el texto ms significativosea el de la roca, golpeada por Moiss, de la que man agua en abun-dancia (cfr. Ex 17, 6; Num 20, 11)20, especialmente si se tiene encuenta que Pablo considera la roca una figura de Cristo (cfr. 1Cor 10,4). La interpretacin cristolgica del pasaje est en consonancia con latendencia del Evangelio de san Juan a privilegiar los smbolos que pro-vienen del libro del xodo como el cordero (Ex 1, 29), la serpiente debronce (3, 14), el paso del mar Rojo (6, 16-21), el man (6, 31). Unltimo texto al cual parecen referirse las palabras de Jess es el del sal-mo 78, 15s.: abri la roca en el desierto y les dio a beber agua abun-dante; sac agua de la pea, hizo correr las aguas como ros21.

    De todos modos no parece que exista en concreto un pasajenico que ofrezca una solucin satisfactoria. Boismard, estudiandodetalladamente el texto en tres targumim diferentes, lleg a la con-clusin que la expresin de su seno (ejk th`~ koiliva~ aujtou`) se re-fiere probablemente a la palabra aramea wg (en estado enftico, awg)que se traduce no pocas veces por vientre, correspondiente al tr-mino griego koiliva, que al mismo tiempo indicara un lugar de pro-veniencia cuando se usa unido a algunas preposiciones22. La frase desu seno querra entonces decir de l, refirindose a la persona ensu totalidad23. De modo semejante ese autor estudia la expresinagua viva que en hebreo tiene el significado originario de aguacorriente, en oposicin al agua estancada y llega a la conclusinque el texto est formado posiblemente de dos citaciones targmi-

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    20. G. BIENAIM, Lannonce, 431, sostiene que el texto-base de la cita sea Ex 17, 6.21. La tradicin rabnica ha fundido este texto con el de Hab 3, 9: T desnudas

    tu arco, sacias su cuerda de saetas. De ros surcas t la tierra. Desde el punto de vistahistrico-crtico no se ve el motivo para una fusin de tradiciones de diversos episo-dios; de hecho el texto de Habacuc no tiene que ver directamente con la narracin dela roca en el desierto. Cfr. G. BIENAIM, Lannonce, 440.

    22. Cfr. M.E. BOISMARD, De son ventre, 543; P. GRELOT, De son ventre coulerontdes fleuves deau vive, RB 66 (1959) 369, califica esta interpretacin de excelente.Ilustrativo el estudio de M. MIGUENS, El agua y el Espritu, 384-386, que proponeuna serie de pasajes de los libros sapienciales donde habra una identificacin devientre con corazn en cuanto sede de conocimientos y afectos.

    23. Cfr. J.-P. AUDET, De son ventre couleront des fleuves deau. La soif, leau et laparole, RB 66 (1959) 379-386.

  • cas24: del salmo 78, 16 (Y fluy agua de la roca, y descendieron to-rrentes de agua), y de Is 48, 21s (No padecieron sed en los seque-dales a donde los llev; hizo brotar para ellos agua de la roca. Rompila roca y corrieron las aguas)25.

    Despus de haber visto, aunque sea en modo somero, la doblevertiente hermenutica del pasaje, y su posible inspiracin en la lite-ratura veterotestamentaria, terminemos el anlisis de la percopa des-de el punto de vista retrico y literario. A este propsito Caba ha in-dividuado en Jn 7, 37-39 una estructura concntrica26:

    A Jess puesto en pie, grit, diciendo:B Si alguno tiene sed,C venga a m,B y bebaC el que crea en m;B como dice la Escritura: De su seno corrern ros de agua vivaA Esto lo deca refirindose al Espritu que iban a recibir los

    que creyeran en l.

    El texto se abre y se cierra con la referencia a Jess que habla, ycontiene en el centro un paralelismo climctico (sed-beber-ros deagua). Tambin aqu el razonamiento converge hacia Jess como fi-gura central, como fuente que comunica las aguas de vida y permiteque ellas sean donadas a otros.

    2. EL ESPRITU DE SABIDURA Y DE VIDA

    La referencia que hace san Juan en 7, 39a encuentra algunascorrespondencias veterotestamentarias, especialmente si se piensa enel Espritu como sabidura. En el libro de los Proverbios se dice:Convertos por mis reprensiones: voy a derramar mi espritu paravosotros, os voy a comunicar mis palabras (Pr 1, 23). Se trata de lasabidura que alza la voz (cfr. Pr 1, 20), del mismo modo como lo

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    24. Cfr. M.E. BOISMARD, De son ventre, 545.25. P. GRELOT, De son ventre, 372-374, ya no est tan de acuerdo como en el pri-

    mer caso; cfr. la respuesta de M.E. BOISMARD, De son ventre couleront des fleuvesdeau. Les citations targumiques dans le quatrime vangile, RB 66 (1959) 374-378.

    26. Cfr. J. CABA, Jn 7, 37-39, 651; A. PINTO DA SILVA, Giovanni 7, 37-39, 579-583 compara el pasaje con Is 55, 1-3a y despus desarrolla una serie de paralelos se-mejantes con otros textos del Evangelio de san Juan.

  • hace Jess (e[kraxen, grit) en Jn 7, 37b. El verbo hebreo que usapara indicar la efusin del espritu es [bn que indica fluir, brotar confuerza, tumultuosamente, en una figura similar a la de los torrentes,pero todava ms a la del agua que salta en Jn 4, 14. Lo que se comu-nica son las palabras de sabidura, segn la forma clsica del parale-lismo semtico; as el derramar el espritu y comunicar la sabiduraaparecen como expresiones equivalentes27.

    Ahora bien, no es extraa a los libros sapienciales de Israel lacomparacin entre las palabras de sabidura y de vida. Ejemplos quelo constatan se encuentran en la Biblia hebrea (cfr. Pr 10, 11, 13, 14;14, 27; 16, 22; 18, 4; Job 26, 4; 32, 8; Is 40, 13s.) y en los LXX (cfr.Sir 21, 13s.; 24; 47, 14s.), mientras que en la literatura de Qumrnse habla del conocimiento y de la sabidura como fuente de abun-dancia (4Q286 f1ii:6). Estos textos proyectan una luz sobre el senti-do de las palabras de Jess, y especialmente sobre la reflexin posteriorde Jn 7, 39a: Esto lo deca refirindose al Espritu que iban a recibirlos que creyeran en l. En concreto, se ve con ms claridad cmo elEspritu, en la figura del agua que Jess hace brotar del creyente, apa-rece como portador de la enseanza que procede de Cristo.

    Quien escucha sus palabras de modo autntico, con un escu-char cualificado, pone en ejercicio y de manifiesto su fe en l. Estoviene confirmado en el versculo siguiente donde aparece el partici-pio oiJ ajkouvsante~ referido a los que han odo sus palabras y han cre-do en l (cfr. Jn 7, 40). Una actitud de este estilo est ya implcita enla locucin el que escucha mi palabra: parece que all se entiende elescuchar como aceptar su palabra, y por tanto creer en ella, tener feen la misin de Jess. La estrecha unin entre escuchar y creer encuen-tra un fundamento en el texto jonico28.

    La fe en las palabras de Jess supone dos etapas segn Jn 7,37-39: en un primer momento se conoce y se acepta la invitacin (7,37s); posteriormente tiene lugar la donacin del Espritu (7, 39)29.Esa fe implica igualmente el pedir en nombre de Jess, no slo por-que el Padre concede todas las cosas en su nombre, sino tambinporque pedir a Jess significa tener amistad con l30.

    EL ESPRITU, AGUA DE LA VIDA. A propsito de Jn 7, 37-39

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    27. Cfr. M. MIGUENS, El agua y el Espritu, 374.28. Cfr. A. PINTO DA SILVA, Giovanni 7, 37-39, 582s. En su estudio el autor pre-

    senta tres pasajes ms del Evangelio de san Juan donde se confirma esta realidad, y se-ran: Jn 5, 24; 8, 47; 10, 26s.

    29. Cfr. R. FABRIS, Giovanni, 436s.30. Cfr. J. CABA, Jn 7, 37-39, 665.

  • El primer estadio indica un conocimiento imperfecto, una re-velacin si se la pudiera llamar de esa manera velada, en cuan-to no se consigue en ese momento alcanzar la verdad de las palabrasde Jess. Despus de la glorificacin se llega al estado de plenitud,del conocimiento y de la visin profunda de Jess mediante el Esp-ritu. En esa etapa es posible pedir en su nombre (cfr. Jn 14, 14), sa-biendo que al pedir se alcanza la alegra que proviene de Jess31, elgozo pleno de conocerlo32.

    El Espritu aparece entonces el soplo de la verdad a partir de lagloria a la que Cristo ha vuelto muriendo por los suyos. Aquel soplono sera otra cosa que el continuo ir y volver al misterio de Cristo,que con la cruz ha colocado definitivamente la verdad en el esplen-dor del Verbo originario33. En estas circunstancias el Espritu no slonos abre a la verdad misma, Jesucristo, sino que hace que su misinse prolongue a travs de los siglos para actuar la salvacin universal.En la persona, en la vida y en las obras de Jess el Espritu manifies-ta la verdad plena despus de la pascua34.

    El verbo doxavzein es el que expresa de modo ms claro en elcuarto Evangelio la accin que da origen, en un segundo momento,al envo del Espritu y por consiguiente quita el velo que impeda alos discpulos captar en profundidad los dichos y hechos de Jess. Enla promesa de 7, 39 dice el evangelista que los discpulos non habanrecibido el Espritu, o{ti jIhsou`~ oujdevpw ejdoxavsqh, pues todava Je-ss no haba sido glorificado.

    El testimonio del Espritu no slo mueve a penetrar en el anun-cio de Jess sino tambin a contemplarlo como un don que, despusde su muerte, nos entrega; en el texto se dice expresamente que toda-va no haba sido dado. Al final del Evangelio se habla de la sangre ydel agua que manaron del costado de Cristo (cfr. Jn 19, 34), hechoque ha sido interpretado por no pocos estudiosos como la donacindel Espritu a la Iglesia. Dos textos corroboran esta afirmacin; enprimer lugar Juan describe la muerte de Jess con una rica sobriedad:E inclinando la cabeza entreg el espritu (Jn 19, 30); en segundo

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    31. Cfr. B. ESTRADA, Lieti nella speranza. La gioia nel Nuovo Testamento (Apollina-re Studi, Roma 2001), 274.

    32. Cfr. J. CABA, Jn 7, 37-39, 669.33. Cfr. H. SCHLIER, Meditazioni sul concetto giovanneo di verit, en IDEM, Rifles-

    sioni sul Nuovo Testamento (Paideia, Brescia 1976), 355.34. Z.C. HODGES, Rivers of Living Water, 243.

  • trmino narra el evangelista que, aparecindose a sus discpulos soplsobre ellos y dijo: Recibid el Espritu Santo. A quienes perdonis lospecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengis, les que-dan retenidos (Jn 20, 22b-23).

    La recepcin del Espritu se realiza en una doble vertiente: poruna parte las palabras del Jess terreno slo descubren su contenidodespus de su glorificacin; por otra, sus promesas de salvacin sehacen efectivas slo despus del misterio de la Cruz y de la Resurrec-cin. Ya lo hemos visto como Espritu que ilumina y hace compren-der las enseanzas del Maestro; contemplmoslo ahora como Espri-tu de vida.

    En el cuarto Evangelio la figura de Jess viene presentada casien estado glorioso; se trata de un Jess que viene mostrado comoquien tiene poder absoluto sobre su existencia da y retoma su vidacuando quiere y que considera su muerte como glorificacin; esste un proceso que inicia con la cruz35. De modo similar, en compa-racin con los sinpticos que son bastante discretos a la hora demencionar el Espritu, Juan tiene mucho que decir. El evangelista lopreanuncia como Espritu del reino. Jesucristo manifiesta en su obrarterreno, durante su ministerio y vida pblica, la incoacin del reinode Dios; pero el estado crucial de la realizacin del dominio salvficose lleva a cabo al final, mediante su muerte y resurreccin36. En esemomento se hace presente el Espritu comunicando la vida del reinoa los creyentes que el Padre le confi.

    La imagen del Espritu como don y comunicador de la vidaest unida estrechamente al simbolismo del agua. Pero antes de pro-fundizar en esta realidad debemos preguntarnos: podran hacer refe-rencia estas aguas al bautismo? Brown se hace esta pregunta pensan-do en una velada alusin al simbolismo sacramental, considerandoalgunos pasajes paralelos (y en especial Jn 3, 15) del cuarto Evange-lio37. Barrett responde negativamente en cuanto que el evangelista,no desconociendo el misterio bautismal, hace ver que en Jn 7, 37-39las aguas son imagen del Espritu y no un medio a travs del cual stese comunica, como sucede en el bautismo38. Si a esto se aade la au-

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    35. Cfr. J. CABA, Jn 7, 37-39, 661.36. Cfr. G.R. BEASLEY-MURRAY, John, 117.37. Cfr. R.E. BROWN, Juan II, 563.38. Cfr. C.K. BARRETT, John, 329.

  • sencia total de cualquier trmino que haga referencia al bautismo, sepuede conocer la intencin de Juan al respecto.

    En Is 55, 1, las aguas simbolizan los bienes de Yahweh. Se tra-ta de aguas gratuitas donadas por Dios que en el texto proftico apare-cen en contraste con el alimento obtenido mediante el esfuerzo huma-no, un alimento que se pretende a toda costa y que en boca del profetano tiene ningn valor, porque se obtiene a partir del intil esfuerzoidoltrico39. As se entiende que la accin de beber venga a significar laacogida de los bienes salvficos. En ese trasfondo las palabras de Jess,encuadradas en el gran da de la fiesta, se revelan como lenguaje quelleva consigo el cumplimiento de las esperanzas de salvacin40. En efec-to, la expresin jonica el ltimo da se compara a aquella de mida con la que Jess indica el final de los tiempos, el da de su resu-rreccin y de la glorificacin de los creyentes41, dotado de una fuerteresonancia escatolgica42. Las aguas vivas parecen hacer referencia aZac 14, 8, a propsito del combate final, del da de Yahweh en elque Dios manifestar su realeza, har ver su poder salvfico.

    La mencin del agua en Jn 7, 37 encuentra un paralelo en elagua escatolgica paradisaca del Templo, enmarcada en la fiestade los Tabernculos43. Aunque el pasaje de Ex 17, 6 es un punto de re-ferencia insoslayable en cuanto presenta una imagen clara de la libacindel agua que el pueblo de Israel efectu durante su travesa en el desier-to, la literatura rabnica la relaciona despus con la libacin de la fuenteque mana del Templo44. La primera imagen evoca el pasado; la segundael futuro. En la primera la tradicin rabnica se interesaba en la fiesta delos Tabernculos, teniendo como punto de referencia la roca del xo-do; en la segunda se piensa en el sentido del agua vivificante anunciadapor Zacaras. Las dos figuras estn en tensin interpretativa: la primerase desarrolla en el mbito histrico, la segunda en el escatolgico45.

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    39. Cfr. E. FARFN NAVARRO, El desierto transformado (PIB, Roma 1992), 104s.40. Cfr. R. FABRIS, Giovanni, 461.41. Cfr. Z.C. HODGES, Rivers of Living Water, 247.42. Cfr. G. FERRARO, Lo Spirito e Cristo nel vangelo di Giovanni (Paideia, Brescia

    1984), 143.43. No es improbable que el autor del evangelio haya tenido presente Ap 22, 1:

    Luego me mostr el ro de agua de Vida, brillante como el cristal, que brotaba deltrono de Dios y del Cordero.

    44. En efecto, en la tradicin juda coexisten las figuras de fuente y de roca, encuanto las dos pertenecen al ciclo relativo al xodo. Cfr. Tosefta Sukkah, 3, 3.

    45. Cfr. G. BIENAIM, Lannonce, 445.

  • A lo anterior se puede aadir el hecho de que el profeta Zaca-ras menciona explcitamente la fiesta de los Tabernculos (cfr. Zac14, 16); de hecho el cap. 14 de Zac hace parte de las lecturas sinago-gales para esta celebracin46. La cita de Zac 14, 8, es significativa; allse dice: suceder aquel da que saldrn de Jerusaln aguas vivas, mitadhacia el mar oriental, mitad hacia el mar occidental; en la tradicinrabnica Jerusaln es considerada el centro del mundo, y el monteSin el Templo, el centro de Jerusaln47. No pocos autores su-brayan cmo el texto proftico se inspira en Ez 47, que simbolizaigualmente el juicio final en trminos apocalpticos y escatolgicos48.El texto de Ez 47, 1-12 es, en efecto, apropiado porque representa elTemplo come una roca de la cual fluye un manantial, la fuente de lavida. Aunque en Ezequiel no se habla de manera esplcita de aguasvivas, la imagen es inequvoca: en el texto proftico se describe unainundacin fluvial que se extiende a travs de la tierra desrtica y larevive. Las aguas de Zac 14, 8 que brotan de Jerusaln surgen en de-finitiva del lugar de la presencia divina, de debajo del umbral de laCasa (Ez 47, 1).

    Como en el caso de la revelacin, el evangelista alude me-diante una invitacin a acercarse y beber a una relacin de fe: seacerca a Jess quien cree en l y de l recibe la vida, el don mesini-co del Espritu. Jess invita a calmar, a saciar la sed mediante la fe enl y en sus promesas; los dones que ofrece, o mejor an, el don delEspritu se configura como agua que fluye a torrentes del corazn deCristo. Se trata sin duda de la vida sobrenatural, acompaada de losbienes que Dios dona para alcanzarla y poseerla: basta slo pedirloen nombre de Jess (cfr. Jn 14, 14). La sed se calmar mediante elEspritu que mana de su costado abierto, del mismo modo que de suser surgen los bienes para los necesitados. Es un mrito de Caba elhaber puesto de relieve la relacin entre el agua de la vida y la ora-cin de peticin, teniendo como punto focal el corazn de Cristo49.

    A partir de estos textos aparece la persona de Jess como reali-dad plena de simbolismos, que ponen de relieve lo que realiza a favor

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    46. Cfr. C. PERROT, Le lecture de la Bible dans la synagogue. Les anciennes lecturespalestiniennes du shabbat et des ftes (Gerstenberg, Hildesheim 1973), 277.

    47. Cfr. H.S.J. THACKERAY, The Septuagint and Jewish Worship (British Academy,London 1923), 64-67.

    48. Cfr. P. REYMOND, Leau vive et sa signification dans lAncien Testament (Brill,Leiden 1958), 234-236.

    49. Cfr. J. CABA, Jn 7, 37-39, 661.

  • de los creyentes50. En el clmax de la fiesta juda el Hijo de Dios per-cibe la sed espiritual de todos aquellos que basaban su fe en el Diosde Israel a travs del culto del Templo; ante ellos se presenta y los in-vita en un primer momento a recibir de l el agua de la vida; pero elSeor va mucho ms all. En la fiesta Jess se configura como el san-tuario escatolgico del que proviene el agua viva, el Espritu. En el gran,ltimo da, el creyente el que se acerca a Jess y bebe de l lle-gar a ser como el templo descrito por Ezequiel: una fuente abun-dante de agua que vivifica el mundo, un canal a travs del cual el Es-pritu de Dios puede obrar con profusin de dones51.

    Llegados a este punto se impone una reflexin conclusiva. Laabundante bibliografa en torno a este pasaje, que puede ser califica-do, sin ambages, de crux interpretum, ha presentado no pocos puntosde vista, a veces divergentes, en cuanto a su sentido. Soy de la opi-nin que se deba sin embargo privilegiar la concepcin cristolgica,contemplando Jess como aquel que dona el Espritu.

    La imagen del Espritu como agua viva me parece que sepuede entender contemplando dos vertientes que manan de la mis-ma fuente. Por medio de l y a travs de l brota el Espritu del cre-yente en la medida en que se identifique con Jesucristo, crea en suspalabras y beba de su enseanza.

    En primer lugar se debe considerar el Espritu como torrentede sabidura y ciencia; en otra ocasin he tenido la oportunidad dehacer ver con un poco ms de profundidad cmo la revelacin de Je-ss viene comprendida en plenitud segn el texto jonico gra-cias al Espritu que viene dado a los discpulos despus de la glorifi-cacin del maestro52.

    En segundo trmino el Espritu aparece como torrente devida. El texto de Jn 7, 37-39, adems de la referencia a Ex 17, 6 y aotros textos veterotestamentarios, focaliza Zac 14, 8 y Ez 47, 1-12donde el manantial de aguas vivas fluye del Templo de Jerusaln. Je-ss mismo, presentndose a su pueblo como templo de Dios (cfr. Jn2, 21), se configura como fuente del Espritu que mana de su costa-do abierto y por tanto como prototipo de la presencia divina entre

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    50. Cfr. Y. SIMOENS, Selon Jean (Institut dtudes thologiques, Bruxelles 1997),341.

    51. Cfr. Z.C. HODGES, Rivers of Living Water, 248.52. Cfr. B. ESTRADA, La missione dello Spirito di verit nel vangelo di Giovanni,

    Annales theologici 12 (1998) 375-405.

  • los hombres. El cristiano que se une a su Seor llega a ser otro tem-plo, otro manantial, que no slo posee la vida pneumtica sino tam-bin la puede comunicar a otros. Para algunos esa unin e identifica-cin se obtiene mediante la oracin y la peticin, siguiendo el ejemplode cuanto dicho en Jn 14, 14. En mi opinin es la fe la que, segn eldiscurso jonico, efecta esa transformacin en templos de Dios y endonadores del Espritu Santo.

    No pienso que se pueda llegar a pensar en un nuevo paraso53

    como tema central de Jn 7, 37-39, aunque no se puede negar que lareferencia a Ez 47 permite una idea semejante, que de todos modosno ocupara el lugar de privilegio en la interpretacin del texto. Es lafigura de Jess como templo de Dios por excelencia, de la que manael Espritu, la que constituye el ncleo interpretativo de este texto delcuarto Evangelio.

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    53. Esta es la idea de G. BIENAIM, Lannonce, 454, al final de su estudio.