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jP Historia de la Juventud Peronista 1955-1988

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Historia de la Juventud Peronista 1955-1988 Osear Anzorena

Diseño de Tapa: Carmen Piaggio

©Osear R. Anzorena ©Ediciones del Cordón S.R.L.

Caldas 1348- CAP. FEO.

Queda hecho depósito que marca la ley 11.723

Impreso en La Argentina.

NOTA DEL EDITOR

Con la publicación del libro "Historia de la Juventud Peronista" de Osear Anzorena nace un nuevo esfuerzo editorial, al servicio de cosas tan olvidadas como la recup~ración de la memoria, el debate ideoló­gico, el fomento de nuevas expresiones culturales.

En estos tiempos de crísis que preanuncian la desaparición de muchos paradigmas que guiaron durante décadas a varias generacio­nes de argentinos, es bueno reafirmar nuestro compromiso con todas las expresiones del pensamiento, la literatura y la ciencia que aporten lo suyo para salir de la decadencia, la injusticia y la postergación.

A la inmensa tarea de reconstruir una Argentina más justa, más democrática y participativa; a los amigos que ya no están y a los que van a venir, dedicamos nuestro pequeño grano de arena.

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ESTE LIBRO

Cuando a mediados de 1988 comencé a trabajar en la investi­gación de este libro, me alentaba el hecho de poder escribir sobre un pedazo de la historia viva del peronismo; una historia y una realidad que hasta ese momento no había sido objeto de estudio ni de propios ni ajenos.

Asimismo me preocupaba la fom1a de llevar a cabo esta inves­tigación y su posterior elaboración y redacción, ele manera tal de po­der transmitir lo sustancial, lo vital ele este pasado y presente de la Ju­ventud Peronista.

No se trataba sólo de comentar un hecho convulsivo, ni ele do­cumentar un período determinado, sino de desentrañar cuáles son los elementos que han signado la vida de la J.P., cuál es la esencia de su razón de ser, de su militancia, de su lucha. Cuáles han sido sus idea­les, sus sueños, sus mitos, sus anhelos. De qué forma se han organi­zado, cómo han peleado, cómo pretenden construir. Cuáles son sus códigos, cómo se ha expresado su identidad peronista y cómo se han ido modificando todos estos elementos a lo largo de más de treinta años de existencia. Cuál ha sido su relación con la violencia política en los distintos momentos y cuál la evaluación realizada ele estas ex­periencias por los antiguos protagonistas y los actuales militantes. Qué nuevo perfil ha forjado la actual JP, signada por la dictadura mi­litar, la guerra de las Malvinas y el esligma de la primera derrota elec­toral del peronismo en 1983. En qué se asemeja aquella legendaria JP de la Resistencia con esta JP de internas partidarias, renovaciones y luchas electorales.

Todo esto superaba ampliamente la mera enumeración ele he­chos, la acumulación de datos, la nómina de grupos y dirigentes; que sin dejar de ser muy importante, era insuficiente.

Por esto, la decisión fue apelar al testimonio directo de diver­sos protagonistas que hayan tenido un rol preponderante en las distin­tas etapas de la Juventud Peronist.a. Sin mediatizar ni interpretar sus

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p:dahras. RespeLando sus relatos, análisis y conclusiones. Aceptando

la d1vcrsidad de opiniones. Sin pretender presentar una Juventud Pe­

ron isla uniforme y monolítica, con un desarrollo lineal , sin fracturas

ni fisuras. Por el contrario, rescatando la multiplicidad de sus prácti­

cas, su accionar empíri co y las turbulencias propias de ese fenómeno

en ebullición permanente que es el peronismo; es decir, con todas las

virtudes y limitaciones del pueblo al que pertenecen.

E! AUTOR

Febrero 1989 PRIMERA PARTE

De La Revolucion Fusiladora al

Derrocamiento de Frondizi (1955/1962)

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Si la campaña electoral de 1945 había unido a todos los partidos políticos en la "Unión Democrática"

liderados por el Embajador de EE.UU., S. llraden­cn contra del peronismo, en 1955la situación se había a~udizado. A la totalidad de los partidos se le sumaban la Iglesia Católica y sectores de las Fuerzas Armadas.

El "antiperonismo" era un extraño fenómeno so­ci al ra ramente regi strado. Unía a lo más rancio de la oligarquía vacuna con el buró político del Partido Co­muni sta, a la jerarquía eclesiástica más conservadora y reaccionaria de América Latina con el Secretariado del Pa rtido Socialista, a los radicales con los conserva­dores y a los nacionalistas católicos con los liberales or­todoxos.

Para los comunistas, Perón era un bonapartista que unía las clases sociales y retrasaba la revolución, para los grandes terratenientes un tirano que expro­piaba sus tierras para repartirlas entre los campesi­nos, para los socialistas un facho, para los católicos un sacrílego, para los radicales un dictador, para los con­sen ,adores un demagogo. Porque si el peronismo es un fenómeno complejo de comprender, sin duda, el anti­peroni smo no lo es menos. Tenía, eso sí, un denomina­dor común: el desprecio hacia los de abajo. Un senti­miento que compartían aún los que muy arriba no ha­bían ll egado: los sectores de clase media baja que ex­presaban sus ambiciones de ascenso social con su an­tiperonismo. El "medio pelo" como los llamaba E. Jau-relche. .

Exi stía un generalizado miedo al avance de la "chusma", que unía a tan diversos sectores en un acuerdo a nivel visceral.

Como parte del mismo fenómeno, con la misma

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intensidad pero con sentido inverso, entre los peronis­tas existía también una identificación de "piel". De esa piel morocha que tanto desprecio merecía. Y por esto adquiría tal valor de identidad reconocerse como pero­nistas . No hacían falta grandes explicaciones teóricas y hasta la misma doctrina y simbología peronista se re­significaban en la calle, en la confrontación con loco­tidiano. El escudo peronista, por ejemplo, con sus dos manos representando la unión del capital y el trabajo -es decir, la unión de clases- prendido con orgullo en la solapa del saco gastado de un "cabecita negra", ad­quiría una indiscutible identidad de clase.

Y la oligarquía y los sectores de poder lo sabían y por eso estaban en contra del peronismo. Pero el Par­tido Comunista pensaba que usar el escudo era susten­tar una teoría bonapartista ... y por eso estaba en con­tra del peronismo. Todo muy complicado. Por eso la gente, con la sabiduría de la intuición, simplificaba, e identificaba a sus enemigos como la "contra". Más tar­de en la época de la Resistencia les llamaría "gorilas".

Peronismo y antiperonismo eran dos identida­des llenas de carga emotivas, sociales e ideológicas. Un corte profundo en la sociedad argentina.

También es cierto que algunos estaban de un la­do pero merecían estar del otro, pero esto se fue corri­giendo. Cuando en Septiembre del 55 la Revolución "Libertadora" se puso en marcha, la mayoría de los "le­ales" militares peronistas saltaron el alambrado con la mayor de las frescuras . Muchos dirigentes y funciona­rios que engrosaban el aparato burocrático del estado peronista, salieron presurosos a saludar con sus pa­ñuelos blancos las marchas de celebración antipero­nista que se realizaban en la calle Santa Fe, brindan-

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do <'On champagne y cantando el himno francés. Perón supo con certeza que la alianza de sectores

que lo había llevado al poder en 1945 estaba inexora­blemente destruída y que sólo quedaba de su lado el pueblo trabajador. Ni más ni menos que esos millones de hombres y mujeres humildes que habían recupera­do su dignidad con el peronismo y estaban dispuestos a defenderlo. Perón debía optar entre apoyarse en su gente, profundizar un proceso que él había iniciado y dar la pelea, o de lo contrario irse.

Y así, un pequeño "fragote" militar fue suficien­te para derrocar a un gobierno elegido libremente en dos oportunidades: en 1946 por el 52,40% y en 19 52 por el 62,49% de los votos.

Se inaugura una de las etapas más negras de la historia argentina. U na etapa signada por la orfandad del pueblt>, su persecusión, prohibición y fundamen­talmente la reval).cha. El "ni vencedores ni vencidos" del Gral. Lonardi, duró escasos dos meses para dar pa­so al más descarnado revanchismo de Aramburu y Ro­jas.

Y nuevamente el antiperonismo se vuelve un fe­nómeno complejo de explicar. La Iglesia Católica, que había protestado horrorizada ante la sanción de la ley de divorcio, mira complacida el secuestro del cadáver de Eva Perón; los radicales, que habían sido los cam­peones de la lucha por las libertades individuales, pro­pician la aplicación del artículo 4161 por el que se pro­hibe el uso de la simbología peronista y hasta la sola mención del nombre de Perón; los comunistas, que de­cían representar a la clase obrera, asaltan a punta de pistola los sindicatos junto a los "Comandos Civiles"; Frondizi y los radicales intransigentes, que denuncia-

ban los contratos petroleros como un atentado a la so­beranía, ven con complacencia que la Armada Británi­ca reabastezca la flota del Almirante Rojas para derro­car a Perón, o que la primera medida económica de los "libertadores" sea afiliar el país al Fondo Monetario Internacional.

De un día para otro, esa gente humilde que se ha­bía formado en un peronismo donde las metas eran el trabajo, la prosperidad, la productividad, el bienestar del pueblo; ven arrebatadas sus conquistas sociales, sus derechos, su dignidad. Con la mayor brutalidad y violencia.

El pueblo peronista comprende lentamente que si quiere defender lo suyo, aguantar la atropellada, re­sistir el escarnio, tiene que cambiar sus valores, adap­tar su peronismo a las nuevas circunstancias. Ya no habrá productividad sino sabotaje, ya no habrá paz ni prosperidad sino pelea, ya no habrá movilizaciones de festejo sino reuniones clandestinas, la foto de Perón y Evita no serán artículos decorativos sino símbolos de resistencia, el "Viva Perón" dejará de ser un grito de alegría para convertirse en una consigna de lucha.

Pero el desamparo es m u y grande y el desafío im­ponente. No sólo se adolece de formación política para emprender la lucha, sino que también escasean me­dios, organización y dirigentes. Sólo queda la esperan­za de la vuelta de Perón y se deciden a hacerla reali­dad. Y en este nuevo peronismo se irán gestando nue­vos dirigentes.

_Tal vez la cercanía hacía imposible percibir la profundidad del cambio social y económico que impli­caba el derrocamiento del go.bierno penmista. Por lo tanto, parecía razonable, casi obvio, que un grupo de

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n11litarcs se planteara recuperar el gobierno por otro 1{<>1 pe de signo contrario. El 9 de junio de 1956, un gru­po de oficiales y suboficiales junto a algunos civiles or­ganizados, encabezados por el Gral. Valle, hicieron el intento que finalizó con una rotunda derrota y un bru­tal escarmiento. El "presidente" Gral. Aramburu man­dó a fusilar a 9 civiles y 18 militares, incluído el Gral. Valle. · .

Con respecto a este frustrado intento, Perón en­vió una carta fechada el12/6/56, a su delegado perso­nal John William Cooke en los siguientes términos:

"El fracaso de la asonada del1 O de junio ha sido la consecuencia del criterio militar del cuartelazo. Los dirigentes de ese movimiento han procedido hasta con ingenuidad. Lástima grande es que hayan comprome­tido inútilmente la vida de muchos de nuestros hom­bres, en una acción que, de antemano podía predecir­se como un fracaso. Yo vengo repitiendo, a los mismos peronistas precipitados, que no haremos camino de­trás de los militares que nos prometen revoluciones ca­da fin de semana. Ellos ven el estado popular y quieren aprovecharlo para sus fines o para servir a sus inclina­ciones de "salvadores de la patria" que un militar lle­va siempre consigo. Pero aquí se trata del destino de un pueblo y no de las inquietudes ni de las ambiciones de ningún hombre.

"(. .. )Hace cinco meses impartí las instrucciones sobre la forma en que debíamos encarar el problema: mediante la resistencia civil. Durante estos cinco me­ses no he hecho sino repetir que los golpes militares no interesaban al peronismo porque no era solución salir de las manos de una dictadura para caer en otra. Que la única solución aceptable para nosotros era la vol un-

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tad del pueblo y que para ello debíamos recurrir a las fuerzas del pueblo y no a las fuerzas militares. Que la acción de las fuerzas del pueblo eran operaciones de re­sistencia y no golpes de estado.

"(. .. )De ahora en adelante hay que organizar la lucha integral por todos los medios. Cada hombre, ca­da entidad, cada gremio, cada organización debe tener por finalidad la lucha. Pero es necesario que la lucha sea básicamente de guerrillas. La fuerza de la reacción no debe encontrar nunca donde golpear pero debe re­cibir todos los días y todo el día, los impactos de la re­sistencia. Hay miles de formas de combatir en la clan­destinidad, sin ofrecer blanco.

"La RESISTENCIA es una lucha intensa diluí da en el espacio y en el tiempo. Ella exige que todos, en to­do lugar y momento, se conviertan en combatientes contra la canalla dictatorial que usurpa el gobi.erno. A las armas de la usurpación hay que oponerle las armas del pueblo". (1)

Comienza a organizarse la Resistencia peronis­ta. En las fábricas, talleres y en los barrios de todo el país se van generando cientos de grupos que se interre-

-lacionan para reproducir cartas de Perón, salir a pin­tar consignas o el legendario "Perón Vuelve"(~), tirar una botella con bleque en la puerta de algún "gorila" y fundamentalmente colocar "caños". Como la Resisten­cia peronista no contaba con aviones para lanzar sus bombas -así como lo habían realizado los marinos junto a algunos radicales en la Plaza de Mayo el16 de junio de 1955- diseñó un primitivo caño con rosca donde se introducía el elemento explosivo. Una bomba peronista que füe bautizada popularmente con el nom­bre de "caño".

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Otra de las principales tareas de estos grupos de n•HiHLencia, en esta primer etapa, fue la de recupera­cic'ln de los sindicatos intervenidos. Todo esto se reali­zaba en forma totalmente espontánea, con la mínima experiencia adquirida, donde no existía una conduc­:ión centralizada y cada grupo le daba su impronta a la tarea.

En este marco social y en este renacer de un nue­vo peronismo va a surgir la Juventud Peronista. O las Juventudes Peronistas. Una cantidad de grupos que van emergiendo en cada barrio, cada uno con su prác­tica y particulares características. No sería lo mismo la lucha de la JP en las calles del centro de Bs.As., que la de aquellos jóvenes más ligados a los grupos de la Re­sistencia.

En 1957 son convocadas elecciones de Constitu­yentes para convalidar la anulación de la Constitución de 1949. El peronismo sigue proscripto y entonces el voto en blanco es la forma de resistir y expresar el re­pudio a la farsa seudo democrática.

En 1958 se realizan elecciones para presidente y ahí se plantea la pri,mera polémica en el peronismo. El partido radical se había dividido y el sector encabeza­do por Frondizi realiza un pacto con Perón para captar los votos peronistas. El líder justicialista manda a sus seguidores votar a la UCRI (Unión Cívica Radical In­transigente) de Frondizi, en contra de la UCRP (Unión Cívica Radical del Pueblo) liderada por Ricardo Balbín y considerado el continuismo de los "libertadores". La mayoría de los activistas de la JP y de la Resistencia, desacatan la orden y votan en blanco.

Frondizi asume la presidencia el 1 de mayo de 1958. No pasaría mucho tiempo para poder comprobar

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que realizaría exactamente todo lo contrario a lo pre­gonado durante su campaña electoral. La postura na­cionalista en política petrolera se convierte en vergon­zosos contratos con empresas extranjeras. En el mis­mo orden de cosas, Frondizi decreta la privatización del Frigorífico Nacional Lisandro de La Torre. Los pri­meros días de enero de 1959los obreros toman el frigo­rífico. Esta pelea por el patrimonio nacional y la defen­sa de la fuente de trabajo, se convierte rápidamente en el símbolo de la Resistencia peronista. "Aquí se lucha por el futuro de la clase trabajadora y por el futuro de la Nación. Los obreros argentinos no desean ver a su patria sumida en la indignidad colonial, juguete de los designios de los imperialismos en lucha", decía la pro­clama redactada por Cooke (2).

En las calles de Mataderos quedaba virtualmen­te destruído el pacto Perón-Frondizi. A partir de ahí irían en aumento los niveles de violencia y participa­ción popular en la Resistencia. El pueblo peronista da­ría así, cuenta del engaño electoral.

Cientos de artefactos explosivos siembran el te­rritorio nacional, van a la huelga los metalúrgicos, bancarios y ferroviarios, y se efectúan varios paros ge­nerales. Un grupo de militantes de la Resiste~cia, ba­jo el liderazgo del Comandante Uturunco, realizan en los montes tucumanos la primer experiencia de guerri­lla peronista.

Frondizi, a su vez presionado por sucesivos plan­teas militares, decide acentuar la represión y la entre­ga económica. Nombra Ministro de Economía al Capi­tán-Ingeniero Alvaro Alsogaray y decreta la aplicación del Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado), por la que pone en manos del ejército la represión política

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y f' IIHiica l. Por ejemplo, los bancarios en huelga son 111ovilizados militarmente, pelados y obligados a lim­ptar los cuarteles.

A partir de este momento se produce un quiebre en In forma en que se venía desarrollando la Resisten­·ia pcronista. A través del Plan Conintes se encarcela a la dirigencia y a la mayoría de la militancia de la Re­sis tencia y de la Juventud Peronista. Esto desvarata la actividad, pero por otra parte es en la cárcel donde se conocen entre sí estos cientos de compañeros, inter­cambian experiencias y realizan una discusión políti­ca que por las condiciones de la militancia no era muy común.

El otro aspecto de la política frondicista está en-caminada a encorsetar la lucha sindical. Una nueva carnada de combativos dirigentes sindicales había re­cupera do la mayoría de los sindicatos y pelea por el control de la central obrera, que permanecía interveni­da desde 1955. Frondizi pone en ejecución una palabra que después sería parte de la sigla de su partido: inte­gración. A mediados de marzo de 1961 es entregada la CGT(Confederación General del Trabajo) a una comi­sión norrnalizadora. A partir de esto el diálogo y la ne­gociación de los sindicalistas con los poderes del Esta­do sería permanente. Se iría gestando un nuevo estilo de actividad gremial, que estaría signada por la figu­ra del líder de esta nueva práctica: Augusto Vandor.

Al finalizar los mandatos de los gobiernos de va­rias provincias, son convocados los comicios para prin­cipios de 1962. Ante esta nueva coyuntura, Frondizi tiene que afrontar una disyuntiva de hierro: o proscri­bí r nuevamente al peronisrno o apostar a derrotarlo en la contie-nda electoral. Opta por esta última alternati-

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va. Sin duda, el núcleo del conflicto transitaba por el resultado de los comicios en la provincia de Bs. As .. A tal efecto Perón designa a Andrés Framiqi -dirigen­te nacional del gremio textil- para encabezar la fór­mula gubernamental. El domingo 18 de marzo de 1962 los peronistas demuestran que siguen siendo mayoría, al ganar las elecciones en diez de las catorce provin­cias.

Frondizi había apostado y había perdido. Al día siguiente firma el decreto de intervención en cinco pro­vincias, incluí da la de Bs. As .. A los diez días un nue­vo golpe militar le notifica a Frondizi que daba por con­cluída su gestión presidencial.

Se realizaba así una doble verificación. Que el peronisrno debía descartar la vía electoral para recu­perar el gobierno que le habían arrancado por la fuer­za. Y que mientras los trabajadores siguieran asu­miendo su identidad peronista, los factores de poder en la Argentina no podrían consolidar un estado demo­crático prescindiendo del peronisrno y tendrían que op­tar por una ininterrumpida sucesión de golpes milita­res y gobiernos fraudulentos.

Al decir de J. W. Cooke, el peronisrno seguía sien­do el hecho maldito del país burgués.

NOTAS: (1) "Correspondencia Perón-Cooke", Editorial

Parlamento, Bs. As. 1985. (2) Roberto Baschetti, "Documentos de la Resis­

tencia Peronista" Puntosur editores, Bs. As. 1988.

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JORGE RULLI

Tiene una personalidad que impacta, una histo­ria que conmueve y un destino que asusta. Cuando uno lo conoce, percibe con certeza que nunca ese tipo que tiene delante puede pasar desapercibido. Y no sólo por su metro noventa, sus cien kilos de bien proporciona­do físico, su barba blanca y su penetrante mirada con un celeste y único ojo que le dejara la tortura. No sólo por la energía y seguridad que trasmite en ese apretón de manos. En el transcurso de la charla con Jorge se va presintiendo al hombre íntegro, al luchador incansa­ble, al guerrero. Ese hombre que habla de la ecología o de la necesidad de elaborar un pensamiento ameri­canista con la misma pasión que a los dieciséis años sa­lió a las calles de Buenos Aires a pelear con los Coman­dos Civiles, y a formar desde sus cimientos la Juven­tud Peronista.

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TESTIMONIO Jorge Rulli (Primera parte)

Mi experiencia comienza en el 55, unos meses antes del golpe. Salgo a la calle empujado por las circunstancias, por mis compañeros, en realidad no sé exactamente porqué, el31 de agosto. Yo no me sentía demasiado peronista sobre todo por­que mis padres lo eran y estaba en la edad de la rebeldía. De todas maneras había estado en Plaza de Mayo el día del bom­bardeo y había visto la actuación de los aviones ese 16 de ju­nio. El31 de agosto cuando en el colegio nos enteramos de la renuncia de Perón -yo estaba en cuarto año en el colegio Ni­colás Avellaneda- sentí que todo cambiaba y que tenía que hacer algo. Y con un grupo de muchachos, que no iba más allá de la media docena en un colegio de 400 ó 500, nos fuimos di­rectamente hacia el local de la UES donde nos encontramos con una banda de 300 ó 400 que ya en el camino habían roto ramas de árboles y cada uno se había provisto de un garrote. Nosotros rompimos sillas y agarramos palos, no sabíamos muy bien contra qué íbamos a pelear pero estábamos decidi­dos a todo.

Salimos hacia la Plaza de Mayo y estuvimos todo el día gritando "Dale leña". Fue el día del discurso del "cinco por uno". Después nos volvimos a nuestras casas, contentos de haber vociferado todo el día y pensando que habíamos triunfado. Al otro día yo volví al Nicolás Avellaneda y tuve la experiencia de lo que era el golpe anticipado. Fuimos sancionados, castiga­dos, yo tuve que pasar un larguísimo plantón por llevar un es­cudo de la UES en la solapa; o sea, ya era territorio enemigo. El grueso de los estudiantes despotricaban abiertamente con­tra el peronismo.

El día del golpe lo viví como un traumatismo muy gran-

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du, lloré desesperado, salí a la calle a hacerle gestos violentos los autos que pasaban, que eran una caravana interminable

por el barrio de Belgrano, en donde yo vivía. Debo haberles pa­recido ridículo ya que nadie se molestó por mis gestos, por mi odio. El recuerdo de esos días es de una gran indefensión. Ve­ía pasar los tanques del ejército sobre los vagones del ferroca­rril en el puente Pacífico, iban hacia el interior, se corrían rumo­res de que se combatía en Rosario, se combatía contra la gen­te. Tiraron contra manifestaciones obreras en varios lugares. Luego se cubrieron con un manto de olvido muchas de esas matanzas.

Yo por desgracia no tuve oportunidad de integrarme a al­guna de esas manifestaciones espontáneas en esos días del 55. Anduve solo y me refugié en mi dolor. Otra sensación muy fuerte que sentí fue la de la traición. La U ni dad Básica de mi ba­rrio se convirtió en un comité de la UCR, con eso te digo todo. Gente que era connotadamente peronista colgaba la bandera argentina en el balcón. En nuestro colegio el delegado gene­ral de la UES fue uno de los cabecillas del hostigamiento an­tiperonista. Esas son imágenes muy fuertes a la edad de quin­ce años : indefensión, traición .

Hubo una profunda decepción frente a los viejos lideraz­gos. Esto era general. Para mí que tenía 15 años haber escu­chado a Di Pietro, Secretario General de la CGT, pidiendo per­dón, diciendo tonteras por la radio, fue un golpe muy grande. A mí y a mi generación nos separaron para siempre de todo lo que habían sido los dirigentes peronistas del pasado y ayudó a que nos creáramos una imagen de que el peronismo nacía con nosotros.

Esto se fue afirmando con el tiempo, éramos hijos de un nuevo peronismo que tenía poco que ver con el que era antes del 55.

El golpe militar habría de permitir que naciéramos más puros, que naciéramos otros . Esa fue toda la ideología de la JP después. Eramos otra cosa, purificados por aquel gran trasto­camiento .

Comienzo a recorrer diversos lugares tratando de jun­tarme y relacionarme con otras personas. Concurro a una con­ferenCia que daba Saúl Hecker en la sede del Partido Socialis­ta de la Revolución Nacional-que era un desprendimiento del Socialismo que se había peronizado- y no éramos más de diez personas. Ahí conozco gente que estaba como yo : deri­vando de un lugar a otro, merodeando y buscando cómo ligar­nos. Eramos los náufragos, los sobrevivientes de un gran nau­fragio que andábamos buscando armar algo nuevo. Ahí nos encontrábamos y se corrían rumores, se intercambiaban da­tos , muy cándidos , pero que eran el alimento de esa época.

Por ejemplo, una vez salió en el diario la existencia de una comisión pro premio Nobel del Gral. Perón. Yo era tan pi­be y tan ingenuo que fui a la dirección que figuraba en el dia­rio y por supuesto que no existía. Seguramente los o.breros del diario habían metido eso. También se decía que en las chapi­tas de la cerveza Ouilmes figuraba el símbolo de "Perón Vuel­ve". De esas había miles y ahí como en otros lugares te pasa­ban todo este tipo de chimento . Yo "compraba" todas . Claro, esto de alguna manera levantaba la moral, eran recursos ima­ginativos del pueblo . Un pueblo que no sabía luchar y tuvo que aprender a luchar.

Yo continué por un tiempo una militancia solitaria . De no­che salía a pintar paredes con el P y también me había hecho un sello con la misma sigla y me llevaba los papeles de las piz­zerías, -los papeles para agarrar el cacho de pizza- hacía volantes y los tiraba del puente Pacífico. También empecé a re­correr librerías y con la guita que me daba mi viejo para los es­tudios compraba libros. Compré toda la línea de libros de for­mación de los jóvenes del APRA peruano. Mi primer libro fue el que escribió Gregorio Selser sobre Sandino. También leí al­go sobre la revolución en Bolivia que me fue dando una pers­pectiva muy marcada hacia la insurrección, la cosa armada. Y por el lado de la formación de los jóvenes del APRA, una éti­ca muy estricta .

Mis primeras vinculaciones orgánicas con el peronismo

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!iU rno van a dar a mediados del 56 en las "Marchas del Si len-lO," organizadas por el periódico "Palabra Argentina", en de­

sngravio a los fusilamientos del9 de junio. Yo había comenza­do a ir a esta publicación y ahí conocí a "Tuly" Ferrari. En es­tas marchas nos iríamos a conocer muchos de los que después íbamos a mi litar juntos. A mí se me quedaron grabados rostros para toda la vida. Fue tan impactante eso de encontrar una ca­lle llena de gente. Gente como yo, de mi generación, con mis miedos, con mi desconcierto. Iguales que yo. La Marcha del Si­lencio fue sentir 2.000 ó 3.000 personas iguales a mí, en la ca­lle . Ahí nos reprimieron los "Comandos Civiles". Yo había que­dado con un gru'po y nos dispersó un tipo en calle Santa Fe, con una pistola apuntándonos a la cabeza. Nosotros no tení­amos experiencia en este tipo de combates callejeros y ade­más es muy difícil actuar con gente que no conocés. Yo me es­condí detrás de un auto, pero me quedé con la sangre en el ojo .

Fueron los antecedentes de lo que después comenza­mos a elaborar. A principios del 57 un compañero de la infan­cia, que sigue siendo amigo mío, Osvaldo Agosto, me conec­ta con la gente de Corrientes y Esmeralda. En ese momento era un grupo que se encontraba siempre en la misma esquina y se dedicaba al asunto ese de pasar rumores , se ponían bo­tones blancos en las solapas y ocasionalmente provocaban al­guna escaramuza con motivo del Decreto 4161 que prohibía cantar la Marcha y toda la simbología peronista. Cuando me enganché ahí empecé a ir todos los días. En los primeros dis­turbios me voy conectando y voy siendo distinguido por otros jóvenes de mi edad que también querían hacer cosas . Tam­bién había bastantes disturbios frente a los diarios. Se arma­ban corrillos que terminaban siempre a los puñetazos. La Na­ción de la calle Florida y La Prensa de Av. de Mayo.

En esta esquina es donde me conecto y me invitan a la casa de Susana Valle , donde se organiza uno de los primeros comandos de la Juventud Peronista. Ahí estábamos con Tuly Ferrari, Pocho y Gustavo Rearte, Héctor Spina y formamos el Comando Gral. Valle. Susana nos marca un proyecto de des-

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mantelamiento de la organización paramilitar, que eran los Co­mandos Civiles en la ciudad de Bs. As .. Se organizan varios planes que después no se realiza ninguno, pero lo que queda es la determinación de ir armando con más inteligencia el com­bate contra el Movimiento Cívico Revolucionario, que es lo que vamos a realizar los dos años siguientes. En síntesis, el obje­tivo era ganar la calle para el peronismo.

Así se inicia lo que yo llamo la batalla por el centro de Bs. As ., que fue la lucha contra los Comandos Civiles que eran una plaga terrible . Eran la expresión de la soberbia y la conciencia de poder de los sectores medios. Ejercían un antiperonismo visceral y estaban por todas partes. No había una esquina don­de te manifestaras donde no apareciera uno. Los días que in­tentábamos organizar algún acto aparecían en forma organi­zada y siempre armados. Nos dieron combate muchas veces y cayó mucha gente herida. Pero nosotros ya habíamos apren­dido a reconocernos y a pelear juntos en la calle y a confiar el uno del otro . Ya no era como el primer día, en la Marcha del Si­lencio, que el tipo que sacaba el arma y nos apuntaba, después podía guardarla, retroceder e irse. Ahora el que sacaba un ar­ma ya no se iba más. En la calle Florida hubo uno, por ejem­plo, que tiró e hirió a varios, pero nosotros nos quedamos alre­dedor rodeándolo, como en la selva, hasta que se le acab;:lron las balas y después la gente lo pateó hasta que se cansó . Yo fui el que lo alcancé. No supe hacerlo bien, ya que me podría haber matado, porque lo paré cuando él corría y lo dejé que se diera vuelta con la pistola en la mano ... decí que se le habían acabado las balas . Esto lo pensé mucho después y también lo conversábamos, ya que realmente nos iba la vida.

Nuestra pelea era a mano limpia o con cachiporras. Yo fabricaba cachiporras, a escondidas, en el taller de mi padre. Esto también generaba toda una discusión ya que las armaba livianitas porque tenía mucho temor de herir grave a alguna persona. Con lo cual después le pegabas a un tipo y no pasa­ba nada. Como me pasó a mí una vez que uno me corrió más de tres cuadras. Era un grandote que le estaba pegando a otro

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w mp<ll,ero y yo fui de atrás y le sacudí con la cachiporra. El ti­po se dió vuelta y me corrió como un loco.

Además nuestra gente era muy pobre físicamente, muy raquíticos , muy de baja estatura. Peones del centro, del Correo Central , lustrabotas, prostitutas, estudiantes pobres y obreros de distintas ramas . Nos era difícil competir con los Comandos Civiles que en general eran animales de un metro ochenta y no­venta kilos de peso, bien comidos y entrenados en deportes de equipo. No teníamos mucha chance de ganarles salvo que los superáramos en número y actuáramos por sorpresa.

Empezamos a poner en fl'larcha la cuestión de la foto de Perón. Todas las noches y varias vecespornoche colgábamos en la esquina de Corrientes y Esmeralda una foto de Perón y esperábamos que alguien pasara y la rompiera. Y la rompían cuatro o cinco veces por noche, porque el grueso de la gente que caminaba por esas calles no podía soportar la foto de Pe­rón . Era tal el odio y la soberbia que tenía esa gente que cual­quier tipo , hasta el último oficinista, se creía con derecho y has­ta con la obligación de romper la foto de Perón. Y ahí le caía­mos nosotros y entre tres o cuatro le dábamos con las cachi­porras y salía maltrecho. Ese tipo nunca más se metía a rom­per una foto de Perón. Nosotros volvíamos a colgar otra foto y esperábamos y así toda la noche, desde las ocho de la noche hasta las tres de la mañana. Caía uno detrás de otro. Es que no podían admitir que la gente se siguiera manifestando como peronista. A veces eran grupos de gente y no podíamos tocar­los y entonces los seguíamos hasta que podíamos atacarlos. Pero que se la llevaban, se la llevaban siempre y a veces los dejábamos muy mal heridos. También nosotros a veces salí­amos mal heridos, no era gratuita la cosa. Una vez pasó un gor­do con dos mujeres muy elegantes y rompieron la foto . Le di­mos con todo y después que lo habíamos tirado y pateado, la hija del general Sosa Melina que era una compañera nuestra, le rompió el paraguas en la cabeza. Resulta que el gordito era coronel del ejército. Al otro día cayeron los cadetes del Cole­gio Militar, vestidos con ropa de calle pero con puños de ace-

ro, cachiporras y a los que agarraron les dieron una paliza te­rrible, los destruyeron.

En esta práctica fuimos formando una particular organi­zación, donde cientos de compañeros nos conocíamos y nos identificábamos en la calle, sabiendo a lo sumo el nombre del otro pero desconociendo dónde vivía, quién era, nada. Sólo sa­bíamos que nos íbamos a encontrar en algún lugar, y nos en­contrábamos todos los días. Poco a poco uno iba descubrien­do en quien más podía confiar y así se fueron conformando gru­pos. Los liderazgos se reconocían de una manera no expresa, en la calle . El que mandaba era el que asumía ese rol en el mo­mento de la pelea. Claro, que casi siempre era el mismo, ya que además iba adquiriendo una experiencia de lucha y aprendía a dar órdenes.

Con el tiempo, cuando fui leyendo esos materiales sobre la guerra revolucionaria en Vietnam o en Argelia, fui compren­diendo que lo nuestro eran esbozos de ese tipo de luchas, que es la forma en la que el pueblo actúa. Corrientes y Esmeralda no era lo que tradicionalmente se denomina "un grupo organi­zado", pero sí tenía un tipo de organización, aunque no con­vencional, posiblemente más inteligente para ese tipo de pe­lea.

El proceso de erradicación de los Comandos Civiles de las calles porteñas fue bastante rápido . Simultáneamente co­menzamos a fabricar petardos. Los lustrabotas estaban todos con nosotros y ellos nos daban las latas vacías . En las farma­cias comprábamos las barritas de azufre, esas que se usan pa­ra el dolor de cuello, píldoras de clorato de potasio y las molí­amos en el paseo de la 9 de Julio, sobre los bancos de piedra, entre treinta y cuarenta muchachos, era una cosa muy abier­ta. Los días de huelga o las fechas conmemorativas del pero­nismo. sembrábamos las latitas por todo el centro provocando una sensación de caos.

Generalmente las poníamos en las vías de los tranvías que circulaban por la calle Corrientes y cuando empezaba una explosión tras otra la gente huía del centro. A esto sumale que

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nosotros armábamos escándalo, cantábamos la Marcha Pero­ntstn y creábamos un clima de intimidación que estaba clara­mente dirigido a los antiperonistas. Con este tipo de práctica lo­gramos en unos meses que del espontaneísmo gorila pasaran a la indiferencia tota!. La utilización de estos métodos y la im­portancia de hacer retroceder a la soberbia gorila no se entien­de si no se la sitúa en el clima que se vivía en ese momento. Porque si había alguien que vivía intimidado, ése era el pueblo peronista y el objetivo era revertir esa situación. Yo he visto por la calle Corrientes un pobre tipo que medio en pedo se le ocu­rrió gritar "Viva Perón" y que en forma inmediata y espontánea se juntaran más de veinte personas a pegarle, la mayoría mu­jeres, a paraguazos y patadas. Era una cosa increíble, un odio visceral. La necesidad de imponer el "orden", de erradicar es­ta "lacra" del peronismo. Era una persecusión ideológica pero no en un típico sentido de la palabra. No era que ser peronis­ta fuera ser de izquierda, ser peronista era una vergüenza, una lacra, algo que había que erradicar. Era ser basura, cosa de ne­gros . Era el desprecio de los sectores dominantes al que se ha­bía sumado la clase media. Era mucho más terrible que cuan­do te persiguen por marxista; no era ser subversivo, era ser una mierda. Entonces cuando nosotros agarrábamos uno de estos gorilas lo destrozábamos, sin palabras, sin ideología. Y ese ti­po de represalias sobre un compañero aislado no ocurrieron más.

Otra de las cosas que hici'mos varias veces es que algu­nos de nosotros iba mejor vestido, con saco y corbata, y otro grupo, que eran los más atorrantes, los más lúmpenes, se po­nían en la esquina y cantaban la Marcha Peronista. Nosotros nos poníamos en la vereda de enfrente y esperábamos que se juntara un grupo grande de gente . Escuchábamos los comen­tarios:"como puede ser esto", "es inaudito", "y la policía no ha­ce nada". Cuando habían treinta o cuarenta personas, empe-ábamos nosotros también a dar manija: "tenemos que hacer

algo", "nosotros somos los responsables", "estos negros de mierda". "C laro que sí" decían las viejas y los viejos y los ofici-

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nistas y los ejecutivos. Y cada vez se juntaba más gente y los otros seguían cantando, vivando a Perón. Los pequeño bur­gueses de la banda que nos habíamos empilchado bien para que no nos reconocieran como peronistas, volvíamos a lacar­ga: "esto no puede seguir, hay que darles un escarmiento". Y haciendo punta bajábamos la vereda y caminábamos hacia

" donde estaba la manifestacion y los tontos nos seguían. Cuan-do estábamos llegando al enfrentamiento nosotros retrocedí­amos y mientras los otros los atacaban por delante, nosotros los atacábamos por detrás. Con lo que los 40 ó 50 gorilas que iban a realizar un escarmiento salían escarmentados. Se lleva­ban unas palizas terribles.

¿Y qué pasaba? Unas semanas después de este tipo de prácticas, cuando un grupo cantaba la Marcha Peronista, la gente cruzaba la calle. Se acababa eso de : "estos negros de mierda", no hacían ningún comentario porque además no sa­bían a quién tenían alfado. Todo esto fue muy duro, había mu­cha sangre de por medio, muchos fusilados, muchos muertos y todos estos gorilas de clase media que decían "estos ne­gros ... " eran cómplices, eran corresponsables de estas perse­cusiones.

Estos métodos que pueden parecer fascistas eran los únicos que teníamos para pelear en la calle y frenar a este sec­tor que nos venía atropellando. Un importante sector al cual en ese momento no nos importaba ganar ni convencer de que los peronistas también teníamos derecho a expresarnos, simple­mente necesitábamos paralizarlos, neutralizarlos. Porque a partir de que nosotros neutralizamos todo este tipo de hostili­dades, empezó nuevamente a manifestarse el pueblo peronis­ta, que nosotros sabíamos que estaba y que era mayoría, pe­ro callaba por miedo.

Esto se vió muy claramente el día de las elecciones en que triunfó Frondizi. Se organizó una manifestación desde el Comité de la UCRI hacia el centro, vivando a Frondizi. Noso­tros, que habíamos estado con el voto en blanco igual nos su­mamos a la columna gritando "Frondizi, Frondizi". Cuando al

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r.tlo nos vamos reconociendo con otra gente y vemos que so­mos muchos peronistas que estamos en la manifestación uno larga: "Frondizi y Perón, un solo corazón", y la gente ?Orpren­dentemente se prende con la consigna. En un primer momen­to pensamos que era por reconocimiento que habían ganado por los votos peronistas, pero al rato otro se impacienta y em­pieza: "Perón sí, otro no" y ahí sucede algo increíble, todo el mundo se pone a cantar "Perón sí, otro no". En medio de es­te jolgorio , en que nos damos cuenta que esta manifestación de más de 5.000 personas, salvo alguno que se habrá abier­to, éramos todos peronistas y que nos manifestábamos porque habíamos perdido el miedo, un Comando Civil se nos planta en medio de la calle Corrientes y nos balea.

Anécdotas de escaramuzas y combates hubo muchísi­mas. Me acuerdo de otra que muestra la espontaneidad de la gente, la inventiva popular. Un 16 de septiembre, creo que de 1957, los Comandos Civiles Revolucionarios hacen un acto en Plaza San Martín. Yo no me había puesto de acuerdo con na­die pero se me ocurrió ir a ver qué pasaba. Voy y veo que del otro lado de la avenida, debajo de unos árboles, en una zona bastante oscura, había un grupo de gente. Me llama la aten­ción, me acerco y y eran gente conocida de Corrientes y Esme­ralda . Pero no mis compañeros jóvenes, gente mayor. Estaban allí para ver, despotricar, sacarle el cuero al gorilaje: "pero mi­rá estos hijos de puta", "mirá la vieja aquella". Total estábamos lejos y nadie nos escuchaba. De pronto nos damos cuenta que había otras personas aliado nuestro que estaban escuchando nuestra conversación. Gente que había ido al acto, pero que por diversos motivos se habían quedado un poco apartados. Entonces un viejo muy bien vestido, a:lto, aristocrático, con bas­tón, se desprende de nosotros, baja el cordón y retrocediendo empieza a decir, medio tartamudeando por la indignación: "pe­ro , pero qué es esto. Ustedes son peronistas . Son peronistas ." Alzando cada vez más la voz y dirigiéndose hacia el lado del ac­to , que tenía como mil personas y donde había un cordón de gente pesada, con brazaletes y sin duda enfierrados. Nosotros

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estábamos a menos de cincuenta metros y el viejo ya se nos había despegado y no lo podíamos parar y cada vez gritaba más fuerte : "pJronistas, son peronistas". Yo pensé que ahí nos mataban, porque además a muchos de nosotros nos tenían muy identificados y nos tenían un odio terrible. Yo me quedé paralizado, el grueso se quedó paralizado. Pero hubo uno, es­tos héroes anónimos de la esquina de Corrientes y Esmeralda, que con un rasgo de genio pega un grito y dice : "un peronista" y lo señala al viejo. Inmediatamente todos nos damos cuenta y empezamos a gritar: "un peronista, un peronista". El viejo se espanta y sale corriendo. Y más de la mitad de la gente que es­taba en el acto, se va como una jauría corriendo detrás del vie­jo. Este aterrorizado suelta el bastón y corre para el lado don­de está el Círculo Militar, pero la gente lo alcanza y se escuchan los gritos y los golpes. Nosotros cuando vemos este espec­táculo empezamos lentamente a retroceder, hasta que de pronto se escucha una voz que sobresale en el griterío y dice : "yo lo conozco, yo lo conozco" . Ahí salimos a escape.

En 1958 el Comando Gral. Valle se divide. Quedamos por un lado Spina y yo , como "Comando Centro". El "Coman­do Gral. V al! e" queda trabajando fundamentalmente en Ciudad Evita, en la Matanza, que era la zona de los Rearte y del Tuly Ferrari. Esta división se dió el día en que nos reunimos todos en asamblea en un autobús, en el centro , en calles oscuras. Uno de los compañeros trasladaba chicos del colegio en este autobús. Así que nos sentamos cada uno en un asiento y se hi­zo la asamblea. Y ahí nos dividimos. Había diferencias de tipo personal entre Spina y los Rearte . Yo , también por una cues­tión de tipo personal , quedé con Spina. Era el segundo delCo­mando Centro, venía Spina y yo.

No obstante la división seguimos trabajando juntos con el Comando Gral. Valle y durante el transcurso de los años 58 y 59 vamos a realizar numerosos encuentros de Juventud Pe­ronista. Hacemos una convocatoria a diversos grupos de JP y , logramos reunir más de veinte. Ahí conozco a la que va a ser luego mi esposa "Bechy", Beatriz Fortunato, que también iba a

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l.t esquina de Corrientes y Esmeralda y era muy activa. Ella pertenecía al mismo Comando que Tito Bevilacqua y Haydée l'esce , que eran la Juventud de la "Alianza Libertadora Nacio­nalista" relacionada con Oueraltó . Después estaba el grupo de Kelly que también pertenecía a la Alianza -que estaba mal visto pero también concurrí a a las reuniones-, la" Juventud de Perón" (JDP), "Montoneros de Perón", "Guardia de Hierro" y una cantidad de grupos más. También había muchos grupos que no tenían una denominación, sino que simplemente eran JP de los barrios o de las zonas como la JP de Almirante Brown, o la de Merlo, que eran las más importantes. Yo mismo, ade­más de la actividad en el "Comando Centro" había formado un grupo de JP en el barrio. Un día en una escaramuza que hay en el centro , yo no conocía a nadie, escapamos con otros com­pañeros y nos refugiamos en el subte . Me subo a un vagón y veo que conmigo viaja un morochito que yo lo había visto en el medio del despelote. Me pongo a hablar con él y viajamos jun­tos hasta Palermo. Cuando llegamos nos ponemos a caminar y me dice que va para el barrio Las Cañitas. Resultó que vivía a cuatro cuadras de casa. Al otro día nos reunimos en la casa de él y formamos un grupo. Como él era obrero y yo estudian­te le pusimos "Juventud obrera estudiantil Palermo". Yo me hi­ce novio de la hermana, él integró un pár de amigos y se armó un grupito. Como tareas pintábamos las paredes del barrio, identificábamos a los más gorilas y les ensuciábamos las ca­sas con brea. Sacábamos un pequeño diario que le llamába­mos "Sangre Nueva", que más que diario era una hoja. Este es un aspecto interesante de rescatar, lo que podemos denomi­nar "las hojas de la JP", ya que la mayoría de los grupos de JP sacaba su propio diario y así había cientos, cada uno con su propio nombre. Por ejemplo el del grupo de Bechy y Bevilacqua se llamaba "Chuza".

En el transcurso de los años 58/59 se realiza una prác­tica que tiende a estrechar vínculos entre los diversos grupos de JP, a coordinar tareas, a coordinar actividades fundamen­talmente en fechas como el1 de mayo y el17 de octubre. To-

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da esta actividad es la que va a desembocar a fines del 59 en la conformación de la "Mesa Ejecutiva de la Juventud Peronis­ta". Cuando vemos que la práctica anterior ya no funciona, que el nivel de organización ya no basta, y además gracias a Jor­ge Di Pascuale conseguimos que se nos abran las puertas del sindicato de Empleados de Farmacia, de la calle Rincón, y por primera vez tenemos un local donde reunirnos, nos propone­mos dejar este nivel primario de coordinación para acciones concretas, la unidad en la acción, para pasar a otro tipo de uni­dad, la unidad orgánica. Convocamos a una asamblea en Far­macia, resultado de la cual queda constituida la Mesa Ejecuti­va de la JP. La dirección de este organismo estaba compues­ta por cinco Secretarios y cada uno tenía un Subsecretario. En el primer nivel estaba Gustavo Rearte, "Tuly" Ferrari, Héctor Spi na, Mario "Tito" Bevilacqua y el "bigotudo" Funes. Cada uno tenía su "hombre de confianza", que organizativamente recibía el nombre de Subsecretario . Yo estaba en la Secretaría de Or­ganización junto al petiso Spina, "Bechy" Fortunato funciona­ba con Bevilacqua, "Pocho" Rearte con su hermano Gustavo, creo que Felipe Valiese con el Tuly y después había alguien más que no recuerdo.

En esta asamblea aparece por primera vez Brito Lima. Fue la única Juventud Justicialista que se hizo presente, y ahí lo conocimos. El fue como representante de la Juventud del Partido Justicialista de la Matanza. Nosotros no sabíamos que el Partido pudiera tener su propio grupo de juventud, pero nos pareció algo irrisorio ya que para nosotros la gente de la estruc­tura partidaria estaba totalmente descalificada, era la gente que había traicionado en el 55, era la gente que había puesto la bandera festejando la caída de Perón. Considerábamos que tenían intereses espúreos, electorales. Nosotros estábamos en otra cosa, en formar milicias armadas, en hacer una revo­lución total, jamás se nos hubiera ocurrido afiliarnos, sentía­mos un profundo desprecio por estos políticos liberales, ningu­no de nosotros hubiese siquiera imaginado organizar la juven­tud dentro de la estructura del Partido. Esta fue la primera di-

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lt •ru llCI<l con Britos. Cuando él se presenta como Juventud Jus­tiCinhsta, todo el mundo se mira y él queda medio desubicado,

) da cuenta que es el raro de la reunión, el moderado . Porque n ese momento las diferencias no se manejaban como dere­

cha e izquierda, se manejaban en términos de ser hombre o ser un boludo, o algo así . El se da cuenta que ser del Partido era para nosotros como ser una cucaracha, entonces en todo el transcurso de la reunión y después, trata de arrimarse a noso­tros, de caer bien, de hablar, de saber qué hacíamos, cómo ac­tuábamos, pero nadie le da bola, lo pateamos, fundamental­mente Spina lo trata siempre con mucho desprecio.

La creación de la Mesa Ejecutiva de la JP se da en for­ma coincidente con el momento más culminante de todo este período de nuestra lucha en las calles, en el año 59. Funda­mentalmente en relación con la huelga general,la toma del Fri­gorífico Lisandro de La Torre o la lucha del 3 de abril de ese año. Ese día se quemaron más de cuarenta vehículos en la Ca­pital , trabajamos a pleno, estábamos en nuestra salsa, había­mos logrado que la policía retrocediera y que la gente ganara la calle . Las hogueras crecían por todas partes. Ese era el ti­po de lucha en la que nosotros nos habíamos fogu eado . En la toma del Frigorífico es lo mismo. La lucha de todo un barrio obrero y nosotros moviéndonos como "peces en el agua". Por eso cuando leímos a Mao Tsé Tung nos sentimos plenamen­te identificados porque todo lo que explicaba de la "chispa en la pradera" y el "pez en el agua" con respecto a la guerra rural, era lo que nosotros veníamos practicando en la ciudad ; noso­tros éramos como maoístas urbanos pero que no habíamos le­ído nunca a Mao. Nuestra lucha era esa, con la gente y en las calles, éramos expertos en la lucha callejera . Si se había prac­ticado algún acto de terrorismo, había sido totalmente episódi­co, muy secundario en la práctica de la Juventud Peronista. El poner caños tenía más que ver con los grupos de la Resisten­cia, pero no con la JP.

Hubo posiblemente dos elementos que coincidieron pa­ra que junto a la creación de la Mesa Ejecutiva nos inclinára-

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mos hacia formas de lucha más "militares". Uno es que a lo lar­go de los años 57/581iquidamos el Movimiento Cívico Revolu­cionario y su brazo armado que eran los Comandos Civiles Re­volucionarios. O sea, les desalojamos de la calle y desapare­cen. Y además logramos quebrantar la moral de los sectores medios antiperonistas. Y entonces las calles son nuestras, so­bre todo las del centro de la ciudad, no encontramos resisten­cia . En ese momento, cuando los civiles antiperonistas pierden el dominio de las calles, comienza a aparecer la policía. Y en­tonces comenzamos a tener otro tipo de problemas, porque contra la policía no se podía actuar de la misma forma que con­tra los civiles . Empiezan las primeras detenciones. Empeza­mos a ser detenidos todas las semanas: averiguación de an­tecedentes. desórdenes; es un desgaste muy grande, sobre todo porque comenzamos a tener problemas con nuestros pa­dres, en casa: El otro elemento que marca nuestra inclinación hacia otro tipo de actividad es la aparición de los Uturuncos en Tucumán. Este es un fabuloso estímulo para nuestra imagina­ción. Nosotros teníamos la tendencia a afiebrarnos con esto de las esperanzas revolucioJlarias, éramos sumamente románti­cos, así que empezamos a elucubrar todo tipo de cosas. Por otra parte , en esos días. a fines del 59, se da la muerte y tor­tura de un compañero que es arrojado desnudo desde una ven­tana del Departamento Central de la Policía Federal. En el en­tierro , en el cementerio de Lanús, nos encontramos con fami­liares de los fusilados del 9 de junio , gente de la Resistencia, muchos compañeros peronistas y nos enteramos que este compañero asesinado tenía los dedos quemados, las uñas arrancadas, que había sido torturado brutalmente antes de matarlo. Muy impresionados e indignados por esto, ahí mismo decidimos pasar a otro tipo de lucha. Me acuerdo que un gru­po pequeño nos apartamos del entierro, vamos a un bar cerca­no, y ahí nos comprometemos, nos juramentamos para conse­guir las armas necesarias para el nuevo tipo de acciones que nos proponemos realizar, acciones de tipo militar.

Nuestro bautismo de fuego, nuestra primera acción mi-

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ht,\r realizada como Juventud Peronista, fue el asalto a un des­Inca mento de la aeronáutica en Ezeiza. Ese destacamento ha­bfa sido instalado ahí, con el objetivo de evitar que los vecinos de la zona ocuparan un barrio construido por la aeronáutica.

sta ocupación era a su vez el resultado de un trabajo político realizado por la JP de Ciudad Evita. Motivo por el cual los mi­licos habían establecido un cordón protector y un vivac con per­sonal armado, que fue el que asaltamos. Cuando decidimos pasar a la acción nos reunimos como siempre en el Sindicato de Farmacia, donde en la parte de atrás teníamos nuestro "cuartel". No teníamos una organización compartimentada co­mo después se estiló, sino que todos estábamos en conoci­miento de lo que se iba a hacer. Me acuerdo que Bechy con­feccionó unos brazaletes con la sigla que se le ocurrió, que era EPLN de Ejército Peronista de Liberación Nacional. Y luego nos organizamos y fuimos a la acción, así como íbamos a cual­quier lucha callejera, sin mayores cambios excepto que nos preocupamos de conseguirnos cada uno algún arma de fuego, pero algunos no la tenían. Fuimos en colectivo, simplemente, hasta Ciudad Evita. También se tomaron el colectivo otros compañeros que no iban a participar con nosotros pero que igual nos acompañaron hasta la zona, ya que ellos vivían por ahí. Entre éstos venía Brito Lima que se pasó todo el viaje ro­gándonos que lo llevásemos pero nosotros no quisimos por­que no le teníamos confianza. Pero no le teníamos confianza política, considerábamos que no era un luchador como noso­tros. Así que nos iba pidiendo reiteradamente que por favor .. . todo el camino fue rogando, sobre todo al petiso Spina, que se dedicaba a mirar para otro lado y a no darle pelota. Lo despre­ciaba profundamente.

Llegamos a Ezeiza y entramos al barrio lo más furtiva­mente que pudimos, dentro de la zona custodiada por la aero­náutica, y llegamos hasta la casa de u no de los ocupantes clan­destinos de los departamentos, que era un compañero de la Juventud Peronista. De a uno o dos fuimos entrando y luego nos echamos todos al suelo de la sala, abrimos las ventanas

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para que nadie sospechara que había alguien ahí, ya que era verano y así estuvimos horas esperando que cayera la noche y que fuera el momento propicio . Mientras, Gustavo Re arte nos explicaba la situación, cuál era el dispositivo enemigo y ade­más nos explicaba que el que había prometido las granadas no había cumplido, que no se había conseguido ningún vehículo para irse, así que había que decidir: o hacerlo con los pocos re­cursos que teníamos y luego irnos a pie o suspenderlo para otro día. Lo discutimos entre todos y decidimos hacerlo de to­das maneras. La situación en la casa era muy tensa porque en ese momento estaba pariendo ... estaba alumbrando la compa­ñera del dueño de casa, de manera que había mucho movi­miento, la partera, la madre del muchacho y se escuchaban los gritos de la chica que alumbraba y era todo muy emocionante porque nosotros también alumbrábamos un nuevo estadio de lucha revolucionaria. En medio de todos estos gritos, con las lu­ces apagadas, se veía el cielo estrellado de Ezeiza, nosotros acostados er el piso éramos unos diez compañeros cada uno con su arma y sabiendo que a lo mejor nos mataban unos mi­nutos después. Creo que fue una de las noches más cargadas que he vivido. Sobre todo porque fue la primera que velaba ar­mas. Hasta que Gustavo consideró que era conveniente , nos dispuso por grupos, nos dió a cada grupo su misión, concerta­mos nuestros relojes y bajamos. Atacamos el lugar por tres la­dos, reducimos sólo a dos soldados porque los demás huyeron y no los pudimos perseguir porque corrían despavoridos y eran quizá más que nosotros. Así que fue un éxito y un fracaso . Fue una gran disparada de parte de ellos, no nos presentaron com­bate. Y fue un relativo fracaso de parte nuestra ya que no su­pimos hacer más que dos prisioneros. Después volvimos ca­minando, cortando campo hasta Bs. As., con las armas, esa noche de lobos dispersándonos y reencontrándonos sucesiva­mente, cruzando alambrados, metiéndonos en charcos y así caminando horas y horas hasta que llegamos a las seis de la mañana a nuestras casas con nuestro botín, que era el fruto de esa primera noche de lucha armada. Esas dos ametralladoras

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P/\M que arrebatamos al enemigo se hicieron legendarias en osa etapa de lucha de la Juventud Peronista. Era de tal pobre-

nuestro arsenal que esas dos PAM provocaron' grandes cambios. Cambios de poder político ... quiero decir ... me hace acordar esas experiencias de algunos antropólogos muy ines­crupulosos , que a una pequeña comunidad tribal del altiplano le llevaron un hacha de acero y entonces provocaron una he­catombe económica, porque empezaron a producir mucho más de lo que necesitaban y se armó un despelote bárbaro. Al­go así pasó con nuestras pistolas ametralladoras.

Hicimos una reunión unos días después para evaluar nuestra situación. Gustavo fue la cabeza de esta evaluación y parecía que era el que más había avanzado en cuanto a lato­ma de conciencia de que ya éramos otra cosa y que no podí­amos seguir practicando los mismos métodos ni permanecer aislados del conjunto del Movimiento. Generalmente había­mos estado bastante desinteresados del resto del Movimien­to. Ya que habíamos llegado a este nivel de lucha no podíamos dejar de saber qué era lo que pasaba, qué era lo que estaban haciendo, qué era lo que se preveía y tratar de acomodarnos a eso. Y entonces Gustavo planteó que consideraba funda­mental viajar a Montevideo para hablar con la gente de lñiguez o para hablar con otros contactos de Pe"rón, con el mayor Vi­cente o qué sé yo con quiénes eran los que estaban allí en ese momento, porque había un comando de fronteras bien impor­tante en Montevideo. Este viaje de Gustavo, que a nosotros nos pareció bien en ese momento, se alargó mucho más de lo que imaginábamos, él quedó ausente como dos o tres meses. Nosotros nos continuamos moviendo y fueron surgiendo algu­nas diferencias entre nosotros. Yo dejé de trabajar en forma operativa con los compañeros que venía militando. Me dí cuen­ta rápidame"nte que este tipo de lucha en la que estábamos, im­plicaba otro tipo de compañeros que aquellos con los cuales estaba en la lucha callejera. O los mismos compañeros pero encuadrados en otro tipo de organización y con otros lazos de disciplina. Ahí me distancio de Spina y comienzo a trabajar con

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Cacho El Kadri y otra gente, en acciones similares, más peque­ñas, de menor riesgo, pero ya tomando conciencia que somos un grupo clandestino que busca armarse, pertrecharse, adqui­rir experiencia, que necesita documentación, que necesita in­tegrar nuevos cuadros. A la espera que volviera Gustavo que era el jefe natural que todos respetábamos, con las directivas o el conocimiento de lo que estaba pasando ya sea en Madrid, ya sea en los comandos de fronteras, con la estrategia que te­nían otros sectores del Movimiento. En este período uno de los contactos que hacemos es con Unamuno, el más chico de los Unamuno, que baja de Tucumán a curarse una enfermedad que tenía. A través de él conocemos directamente las peripe­cias de los compañeros que están en la montaña, en la guerri­lla de los Uturuncos. Nos cuenta las terribles dificultades que están atravesando, la pobreza en la que viven y que en reali­dad los compañeros que estaban peleando en la montaña eran un puñadito y estaban muy mal. En ese sentido él nos pide que los ayudemos abriendo otros frentes . Y nos ponemos a traba­jar para intentar abrir otro frente de guerrilla rural en el Chaco, cosa que nunca llegamos a hacer. Nuestra falta de previsión en este nuevo tipo de lucha, nos había conducido a que de parti­da cometiéramos una serie de errores, como darle participa­ción en estas acciones a compañeros que estaban actuando en otras cosas y también haber hecho partícipes a mucha gen­te. El asunto nuestro trasciende, lo de Ezeiza fue muy impor­tante, y muchos de nosotros que veníamos de una actividad como la de Corrientes y Esmeralda desaparecemos de un día para otro . Algunos hilan cabos : justo pasa lo de Ezeiza y fula­no y mengano desaparecen, ya no vienen más, no estarán me­tidos ... Conocían nuestra audacia, nuestra voracidad por hacer cosas, mucha gente sospecha, muchos comentan. La policía comienza a reprimir cada vez más fuerte y reprimiendo otros hechos cae un compañero que lo detienen por otra cosa, pe­ro habla de esto . Caen los primeros detenidos y se hace una bola hasta que vamos cayendo todos. Uno de los últimos en ca­er es Gustavo que lo balean en u na especie de emboscada que

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lo lineen en Bs.As. cuando él regresa. Cuando esto sucede ya ost<lbamos casi todos presos, menos Cacho que cae un tiem­pito después. Estamos hablando de mediados del60, en ple­no Plan Conintes; caemos como presos Conintes. El error nuestro fue, por falta de experiencia, que comprometimos en esa acción a la conducción misma de la JP. Cuando el grupo cae por la represión, queda descabezada la dirección política de la Juventud Peronista. No habíamos llegado a la madurez como para separar los niveles. Hasta ese momento había si­do la misma cosa la lucha en la calle y la conducción política. O sea, conducía políticamente el que conducía la lucha en la calle . Pero pasamos a la acción militar sin diferenciar estos ni­veles, y esto nos pierde porque posibilita el surgimiento de una dirección de recambio donde hay graves problemas ideológi-cos, que provocan un retroceso.

El propio ascenso de las luchas callejeras nos había ido llevando a otro tipo de lucha. Dejamos la lucha de masas pa­ra entrar en una lucha de minorías, con las dificultades de adaptación de nuestros métodos, nuestra mentalidad, nues­tras costumbres. Fue todo muy difícil, muy penoso, porque en este tipo de lucha más militar tenés que despojarte de muchas cosas, dejar de disfrutar lo que tiene de rico la vida de un mi­litante. Yo creo que nosotros nos dejamos seducir por la lucha armada, lo que pasa es que estábamos en un camino de vio­lencia en el que es muy difícil no subir estos escalones. Lo que ocurre es que no conocíamos otro tipo de lucha. Creo que es culpa de los dirigentes, los mayores que nosotros, que no su­pieron abrirnos un camino de lucha diferente. Yo los casos que conozco de dirigentes que iniciaron a otros compañeros en la lucha fue siempre en la práctica del terrorismo, pero no conoz­co a ningún viejo líder que haya iniciado a alguno de los jóve­nes en luchas no violentas. Nosotros sacábamos algunas pau­tas de lucha no violenta de las directivas de Perón, salíamos a pintar paredes: "no pague luz", "no pague impuestos", pero eran rasgos muy pequeños y no éramos capaces de integrar­los en una concepción de lucha porque no teníamos experien-

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cia ni capacidad. Y todo lo que teníamos alrededor y toque nos llegaba era la acción de ejércitos populares, ya sea de Argelia, ya sea de Uturuncos. Esto fue muy costoso. Fue muy costoso para nosotros en cuanto lo que sufrimos, lo que tuvimos que mutilarnos, los muchachos que murieron sin haber tenido una novia, los que tuvimos un noviazgo .. . mi noviazgo se gestó en la cárcel durante el Conintes, un noviazgo de visita domingo a domingo y cuando salí de la cárcel me casé a los 23 años, otros murieron antes. La táctica de la violencia usada en esos años de lucha callejera son muy difíciles de borrar. Había que ser muy duro para sobrevivir. El enemigo usaba cualquier tipo de arma, desde puño de hierro, a cuchillo, al ataque por la espal­da, y nosotros también; entonces es muy difícil manejar una concepción ética y humanista en una lucha donde tenés que atacar par;:¡ ganar, no importa si por delante o por detrás, tenés que atacar siempre para vencer, porque lo que importa es 'ga­narles la calle, no dar un combate de gladiadores. ¿ Y cómo sa­lís, cómo atravesás toda esa etapa tan dura con una concep­ción humanista? Yo creo haberme esforzado bastante por ha­cerlo, pero vi quedar en el camino, en el sentido de los valores éticos, a muchos compañeros. Lo mismo sucedió con la etapa de lucha de los años 70. Gente que termina en la paranoia, en la delincuencia común. Todas las revoluciones presentan es­te tipo de víctimas. Que no son víctimas del enemigo sino del mismo proceso de liberación. ¿Por qué?, porque no son verda­deros procesos de liberación. El verdadero proceso de libera­ción es el que te permite, liberándote a vos, liberar ·también a tu país. Cumplir los objetivos, pero también la pequeña esca­la de vida. Y nosotros no teníamos este manejo, a nosotros nos preocupaba sí, mucho, la vida del otro. Yo recuerdo muchas discusiones en el fondo del sindicato de Farmacia evaluando esta posibilidad de la muerte. Más que de ser muerto, rque no nos preocupaba en absoluto, o nos preocupaba muy poco, la posibilidad de matar a otro, que era un hecho que se nos po­día dar en cualquier momento. Yo a veces les planteaba, lo dis­cutíamos en grupo, qué pasa si yo a las cachiporras que fabri-

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o les pongo más peso. Me criticaban porque con nuestras ca­chiporras no rompíamos cabezas, pero qué pasa si le rompe­mos la cabeza a un tipo , qué hago yo, si cargo una muerte so­bre mi conciencia , qué hago. Este tipo de discusiones se agu­dizaron cuando empezamos a manejar armas. En principio di­jimos vamos a ejecutar a los verdugos, bueno ... a lo mejor yo ejecutaría a un verdugo si se considera que la Juventud Pero­nista dice : hay que matar al que mató al compañero. Pero en principio yo voy a sacarle el arma a un soldado, qué pasa si se resiste, qué pasa si lo mato, qué hago yo con mi conciencia. Es­tos eran temas muy difíciles, yo recuerdo haber pasado noches enteras discutiendo este tipo de cosas en el fondo del sindica­to de Farmacia, que implica una cosa muy romántica de nues­tra parte . Si bien actuábamos de una manera muy dura en la calle constantemente, rompiendo narices y pateando huevos, éramos tipos de una gran delicadeza porque éramos como ar­tesanos de la revolución, no éramos profesionales de la revo­lución como se dió después en los años 70. Eramos artesanos que teníamos toda esa riqueza, esa espontaneidad y esa ca­pacidad de disenso del artesano. En nuestros grupos por ejem­plo no había una mayor disciplina. Había un reconocimiento de jerarquías, pero éramos grupos muy desbolados, muy anarqui­zantes. Eso nos daba una riqueza terrible. Nunca nadie sabía de cuánta gente se compo11ía el grupo y a su vez cada uno te­nía otros y no había ese tipo de cosas de que a este hombre no lo presento porque depende de mí, no había compartimenta­ción de ningún tipo, una cosa muy especial. Eran grupos alta­mente dinámicos, estos grupos de Juventud Peronista. Y cuando armamos la Mesa Ejecutiva, que fue un intento de or­ganizar la cosa, lo que armamos fue otra superestructura su­per dinámica, que terminó metiéndose en este embrollo de la lucha armada y fuimos todos en cana. Parece que no fuimos capaces de pasar a este estadio .. . tal vez, por lo bueno que te­níamos es que no fuimos capaces. Y ahí para nosotros el Co­nintes es un golpe terrible.

También hay que recordar las instrucciones y directivas '

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que nosotros y todo el Movimiento recibíamos de Perón. Mu­chas de las cosas que nosotros decíamos y hacíamos, eran las cosas que Perón había ordenado. Y Perón había ordenado una lucha sin tregua. Esto en el lugar de trabajo , en la calle, donde fuere, no darle descanso al enemigo. Había que paralizar y ca­atizar el país y era lo que nosotros hacíamos. Salíamos a lama­ñana con la cortapluma a cortar cables telefónicos y a la noche estábamos cortando los cables de los tranvías y seguíamos pintando paredes y pintando los autos en los estacionamien­tos. Imagínate que poca gracia le haría al dueño del auto en­contrarse una PV en la puerta, pero para nosotros en ese mo­mento el tener un auto era automáticamente estar del otro la­do , lo cual implica el clasismo en que nos movíamos, clasismo intuitivo , visceral. .. esa cosa de ser de abajo, de abajo.

Los problemas de la relación con Perón se nos plante­an en torno al voto a Frondizi. En la disyuntiva si voto en blan­co o voto a Frondizi , nosotros adherimos masivamente al vo­to en blanco . Perón realiza una negociación política que a no­sotros se nos escapa, que no aceptamos y nos negamos a re­conocer y hasta un día antes de las elecciones decimos que es un fraude , que es una mentira la carta de Perón que llama a vo­tar a Frondizi , cuando ya era evidente que no la podíamos ne­gar. Y dejamos de negarla 24 horas antes, cuando ya se impo­ne, cuando la mayoría de la gente va a votar a Frondizi , cuan­do ya es evidente que es la directiva de Perón. Entonces nos llamamos a silencio pero mantenemos nuestra postura de vo­to en blanco. Esta fue una posición unánime de toda la Juven­tud Peronista. Después recibimos una carta de Perón, donde nos dice que éramos más peronistas que él y que le recorda­mos a los invencibles, a la Guardia de Napoleón, aquellos ele­gidos que él conocía uno por uno por su nombre, su familia. Y confiaba en nosotros y que estaba orgulloso de que no lo hu­biésemos acatado ... en fin, esas cosas que decía Perón. No­sotros estábamos chochos, dispuestos la próxima vez a ser más duros contra Perón ... en nombre de Perón. Era una rela­ción muy especial, muy filial, que tampoco se reproduce en los

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.tf'los 70. Había allí una profunda calidez que no se había que­brado. Después, otras relaciones ya no van a haber, las prime­ras cartas y fotos autografiadas por Perón nos llegan ya como presos Conintes.

Este tema del Conintes merece también un análisis es­pecial. Una cosa que mucha gente desconoce es que muchos compaf'leros fueron torturados por los marinos en la ESMA du­rante el Plan Conintes. Por eso yo creo que muchas de las cul­pas de las cosas que pasaron en este país la tiene cierta diri­gencia del peronismo, que nunca asumió el Plan Conintes co­mo propio, Ja represión, nunca asumió como propia la tragedia del Conintes, no denunció las cosas que ocurrieron y entonces se repitieron e~actamente, a mayor escala. La tortura se rea­lizó en ese momento en la iglesia de la Escuela de Mecánica de la Armada. Cubrieron los santos, como hacen en Semana Santa, y ahí tenían a los prisioneros y ahí torturaban. Así fue, sin ningún problema. Y esto, que se sabía, el peronismo nun­ca lo asumió. Te digo incluso cuando Framini estaba en cargos muy altos nos repudió públicamente a los presos Conintes. La gente de la Juventud Peronista que estaba presente en el ac­to lo apretó y se desdijo. Era el momento de la campaña elec­toral en la pcia. de Bs.As. en 1962 y trataban de hacer méri­tos ante los factores de poder y nosotros estábamos en la cár­cel todavía. El peronismo, que quería ganar las elecciones no nos asumía públicamente, aunque en la cárcel había persona­jes muy importantes, incluso había correos de Perón y gente de la superestructura de los sindicatos y del partido. Y esta gen­te aceptaba no ser asumidos, porque ellos también en el ton- , do pensaban igual, mientras que nosotros, los de la Juventud Peronista que estábamos en la cárcel, exigíamos constante­mente que se hablara del Conintes y que se nos asumiera, por­que explicábamos que el Conintes era el desenmascaramien-to del régimen de Frondizi, la primera vez que se sacaba la ca­reta y mostraba su rostro militar. Todo esto se va a volver a re­petir de una manera mucho más cruel en 1976.

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MABELDILEO

Con sus casi cincuenta años tiene una vitalidad envidiable. En su charla ininterrumpida, van suce­diendo anécdotas, recuerdos, ideas, broncas, añoran­zas y ternuras. Va desgranando una historia que siem­pre la tuvo como protagonista, nunca como observado­ra. Una historia que se inicia con la formación del pri­mer grupo de Juventud Peronista de Vicente López, junto a los hermanos Lizaso y continúa con su partici­pación en la Resistencia, su militancia en la estructu­ra partidaria y con el nombramiento de Delegada Na­cional de la Rama Femenina. Desde ese cargo y junto al entonces delegado personal de Perón, mayor Ber­nardo Alberte, impulsa el nacimiento de la C.G.T. de los Argentinos y posteriormente, la conformación del Peronismo Revolucionario. Une su vida personal a la de Bernardo Alberte y está junto a él hasta el últimó momento, cuando el24 de marzo de 1976los militares golpistas lo asesinan arrojándolo desde la ventana de su décimo segundo piso.

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TESTIMONIO Mabel Di Leo

Cuando cae Perón se produce un desconcierto general , militares presos, sindicalistas presos y un terrible revanchismo del gorilaje. A toda una juventud que no habíamos militado pe­ro que teníamos una ideología política -éramos peronistas­esto nos golpea, nos shockea. Pero lo que nos sacude, por lo menos a mí, y pienso que al grupo que militó conmigo y que nos incita a enfrentarnos con todo el tema de qué es el peronismo , son los fusilamientos de José León Suárez.

Mi padre participaba de la conspiración de Valle, ten ía que tomar el Departamento de Policía con Pablo Vicente . Iban a reuniones de conspiración, se encontraban en distintas pla­zas, en lugares públicos, llevaba contraseña y yo lo acompa­ñaba "para disimular", decía mi padre . Así empecé participan­do en tareas conspirativas a los dieciséis años.

Fracasa la revolución de Valle y vienen los fusilamientos en los basurales de León Suárez con el agravante de que yo iba al colegio con Jorge y Miguel Lizaso, y el fusilado es Car­los Lizaso, el hermano mayor. Y entonces, toda esa cosa que se nos viene encima de golpe. En la Argentina fusilados, com­pañeros nuestros del colegio ... era una sensación terrible de bronca, de impotencia que a mí me marcó para toda la vida.

La reacción fue que nos empezamos a buscar los que sentíamos lo mismo, los que habíamos tenido alguna reunión , los que sabíamos que había grupos peronistas. Empezamos a buscar, a canalizar esa desesperación que nos agarra de re­accionar ante lo que había pasado. La vieja dirigencia del pe­ronismo está borrada y la gente está acobardada, tiene miedo.

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A nosotros nos conmueve toda esta injusticia, toda es­ta impunidad. Al producirse el primer año de los fusilamientos, en el.homenaje en la Penitenciaría de la calle Las He ras -don­de había sido fusilado Valle- nos concentramos, convergimos todos aquellos que pensamos que había que hacer algo Es más, es ahí donde conozco a Susana Valle por.primera vez . Tomo contacto con ella y nos volvemos a encontrar también los qu e habíamos sido compañeros de colegio . "¿Seguís en Vi ­cente López?. Bueno ¿qué podemos hacer?". Y empezamos a trabajar juntos.

A la edad que teníamos qué otra cosa podíamos ser que Juventud Peronista. Ya Perón hablaba de que nos teníamos que organizar porque teníamos que funcionar en la clandesti­nidad. No te olvides que estábamos proscriptos por el decre­to 4161 . El solo hecho de pararse en una esquina y gritar "Vi­va Perón" bastaba para que te llevaran preso; esa psicosis que había, innegable, después de los fusilami entos, hacía que la gente tuviera miedo. Teníamos que buscar los medios para ex­presar todo eso que no se podía expresar; hoy la gente no lo entiende, lo del decreto 4161 . Hay alguno que dice ¿pero exis­tió?. Sí , claro que existió .

Todo esto nos pone ante una cruel situación : no existe la dirigenci.a, el que no negoció está preso o está fuera del pa­ís . Esto nos determina a hacer algo por nosotros mismos, te­níamos que buscar los mecanismos de cómo expresarnos co­mo peronistas . No teníamos estructura, porque el partido ha­bía desaparecido y los sindicatos estaban intervenidos . Enton­ces qué hacemos. Decimos , y bueno , nos constituimos como JP de Vicente López. Con el tiempo nos fuimos conociendo con otros grupos de San Isidro, San Fernando, Tigre ; más tarde constituimos Zona Norte.

· Así, junto a Jorge Lizaso, Miguel Lizaso y otro conjunto de compañeros creamos el primer grupo de JP de Vicente Ló­pez. La actividad como JP eran actos relámpagos, resistencia a la policía. Por ejemplo , con unas chapas que había consegui­do Jorge Lizaso (no sé de dónde cuernos las sacaba, de una

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omprcsa metalúrgica creo) las pintábamos de azul y le hacía­mos dos agujeros -arriba y abajo- y le dibujábamos con es­malte sintético blanco las siluetas de Perón y Evita. Como no se podía escribir ni decir ... lbamos en el camión de la empre­sa donde ellos trabajaban , con escalera arriba y el techo tapa­do de lona para que no nos viera la cana, llegábamos, subía­mos la lona y con la escalera poníamos las chapas . La cana después recorría y sacaba las chapas ; cuando se iban ellos otra vez pasábamos con el camión, otra vez poníamos las cha­pas ...

Porque no podías escribir, te llevaban preso. Pero si vos ponías la silueta de Perón la gente lo sabía perfectamente, era lo mismo. Nos corrían y nosotros volvíamos al día siguiente . Yo cuando llegaba del colegio hacía los dibujos y después me po­nía a pintar las chapas . Hoy todo esto puede resultar un infan­tilismo pero aunque te parezca mentira, a las cinco o seis de la mañana cuando la gente entraba al trabajo, en la estación Munro, Padilla, en todas las estaciones donde viajaba la gen­te trabajadora, encontrarse en los andenes la silueta de Perón y Evita ... no sabés lo que eso significaba para ellos .

Realmente la teníamos loca a la policía en esa época. Mi mamá nos esperaba a las cinco de la mañana con el desayu­no, veníamos muertos de frío con dos grados bajo cero a ve­ces . Nada más que eso era el aliciente, era decir esto sigue vi­vo , esto está de pie . Había que mantener encendida la antor­cha de la esperanza, vencer el miedo, ganar otra vez la calle, demostrarle a la gente que el retorno de Perón era el objetivo prioritario de todo el pueblo y el único camino posible era la lu­cha. Para esto la actividad era incansable. Un día salíamos a clavar las chapas, el otro a pintar la Panamericana que en ese entonces estaba todavía en construcción . Al día siguiente íba­mos con un cajón de manzanas y hacíamos un acto relámpa­go en el centro de San Isidro, veníamos a Palermo y nos pará­bamos en una esquina y decíamos un discurso, gritábamos "Viva Perón" y cantábamos la Marcha Peronista y mirábamos de donde venía la cana para escapar.

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Era una tontería hacer un acto relámpago . Juntábamos gente , invitábamos de otros lugares, inclusive mujeres activis­tas. En la noche anterior habíamos estado haCiendo una cosa, y a la noche con el caj<?ncito y mirar de dónde venía la cana pa­ra rajarnos a la otra esquina, y que la cana diera la vuelta y vi­niera. Cosa que no tenía gollete, totalmente desorganizados. Estábamos mentalizados que había que hacer algo, nada más. Después la cosa se hizo mucho más exquisita . Nos reuníamos en el taller de Burgos y nos planteábamos : "actividad política, ir a pegar carteles, pintar paredes .. . imacanudo! pero eso no puede ser todo . Empieza la época del "hay que hacer algo más". Y algo más era todo el tema de la qu ímica, caños, pre­pararnos , tratar de hacer algo aunque sean clavos miguelitos para las concentraciones , conseguir rulemanes para la Monta­da.

En el '58 se produce la vuelta de la gente que estaba exi­liada por la revolución de Valle , o desde la caída del peronis­mo. Regresa una persona que fue clave para nuestro grupo de JP: Julio Troxler. Estaba exiliado en Bolivia, vuelve en cuanto sube Frondizi y declara la amnistía. Se inserta nuevamente en Vicente López.

Nosotros empezamos a dividir nuestra actividad como JP y como colaboradores de Julio en todas las tareas que vie­ne a preparar. También participamos en el armado del partido po lítico ya que viene la orden de reorganizar el Partido Justicia­lista. La prueba está que yo tengo todavía la ficha de afiliación del año '57, cuando me afilié al Partido Justicialista por prime­ra vez.

¿Por qué? porque nos dicen que si no trabajamos en co­ordinación no sirve para nada; entonces realizamos tareas de superficie y otras que no son de superficie. Pero nos encontra­mos con un Partido Justicialista hueco, que no tenía nada. To­da la gente que ponía el hombro era la que militaba en la pros­cripción y entonces se superponían las tareas, pero no es por­que nosotros quisiéramos abarcar todo , era porque no había nadie. Todo el mundo tenía miedo, no quería comprometerse.

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1 'or otm pnrte, los muchachos no querían insertarse en la es­tructura portidaria y tuvimos grandes discusiones en esa épo­cn Querían que funcionemos como JP y colaborar en toda la tarea de la Resistencia; pero Julio siempre peleaba con noso­tros, discutía , trataba de convencernos de que debíamos tam­bién ganar espacios dentro de la estructura partidaria. De algu­na manera, teníamos que suplir las dos tareas y hubo momen­tos en que hacíamos las tres : la Resistencia, militar en la JP y

militar en el Partido. Mi tarea más fuerte fue en la Resistencia y por eso a par­

tir del '58 empieza la persecuta en mi casa, la caída de lapo­licía a buscarme porque me conectaban mucho con Julio Trox­ler . Es decir, mi tarea de superficie no alcanzaba a cubrir la otra tarea que realizaba. Julio fabricaba cosas : era un experto en armas y explosivos . Había que hacer planos para que alguien construyera y yo me encargaba de hacer todos esos dibujos a escala milimétrica, o sea dibujos técnicos para que el tipo al que se los llevaran hiciera las piezas y las ensamblara . Yo es­taba en el colegio secundario todavía.

La llegada de Julio aporta toda una serie de conocimien­tos que nosotros no disponíamos. También se produce una se­paración , porque hay un grupo de gente de trajecito y corbati­ta que cuando les mostramos ... un día Jorge Lizaso llevó un pa­quete de pólvora y un caño, para explicar cómo era. Salieron rajando , nos dejaron plantados . "¿Qué quieren hacer? ¡Qué barbaridad!". El trabajo ese de ser del partido, afiliar, ser JP sí, pero cuando se habló de llevar las cosas a otro terreno, se abrieron directamente. Así como hubo otro grupo que terminó con los Uturuncos. Es decir, había grupos de gente decidida que se dijo : "esto por la vía de la reconciliación y el trabajo po­lítico no va a llegar a ningún lado, no se puede". Había grupos

de los dos extremos. También participamos en las movilizaciones cuando to­

man el frigorífico Lisandro de La Torre , haciendo resistencia desde afuera. La JP hizo el apoyo logístico. Trataban de priva­tizar el frigorífico Lisandro de La Torre , directamente de ven-

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derlo; parecía imposible-que sucediera en la Argentina . Esto hace que nos nucleemos, que nos reencontremos con gente y aotros recién los conocíamos, ahí, trabajando, en la lucha. Los Lizaso fueron un buen nexo, nosotros teníamos eso de bueno, que como teníamos el apellido Lizaso .. . Aunque yo no lo ten­go pero era como si lo tuviera porque Carlitas era como un her­mano . Vos en todos lados decías "soy del grupo de los Lizaso" y era una garantía de que nos insertábamos en cualquier lado. No había duda dónde estábamos parados y qué queríamos con sólo mencionar a Carlos Lizaso. Eran los fusilados de Le­ón Suárez ... De alguna manera eso era bueno porque ya nos daban una ubicación concreta dentro del peronismo que a lo mejor otros no tenían y por ahí los podían cuestionar" ¿uste­des, de dónde vienen?". A nosotros no nos cuestionaron nun­ca y siempre tuvimos posiciones muy radicalizadas los de Vi­cente López .

En esa época se empieza a formar lo que sería después la mesa ejecutiva de la JP. Ya estaban todos los nombres que después han sido más o menos conocidos : El Kadri, Brito Li­ma, Spina . Toda esa gente ya se reunía en el '59/60, nos jun­tábamos clandestinamente .

Todos los grupos de la JP coordinábamos nuestro ac­cionar aunque tuviéramos un desarrollo autónomo, hasta que a mediados del '61 se produce la primera división de la JP. Pa­ra ese entonces muchos dirigentes de juventud habían caído presos por el Conintes y Albertito Brito Lima pretende copar la estructura de la JP. Un sábado de junio o julio del '61 hacemos un congreso con todos los grupos de Juventud en el salón del sindicato del Calzado, en la calle Yatay . A la izquierda nos sen­tamos los que estamos en contra de Brito Lima -de Vicente López fuimos como veinte- y a la derecha los que estaban a favor. Presidían el acto Tankof y El Kadri que, pobrecito, tuvo que bajarse después del escenario porque le dijeron tantas co­sas que tartamudeó y se fué, y quedó Tankof dirigiendo el ple­nario. Cuando Brito vió que la cosa se le ponía espesa, trató de romper todo, cuestionó a unos compañeros que estaban del la-

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do nuostro porque decía que eran de Tacuara, del grupo de Jo e 13axtor.

La cuestión es que cuando fuimos a votación le gana­mos por un voto : 171 a 170 ganamos, no lo podía creer. Dos veces hizo hacer el recuento de levantada de mano porque no se podía convencer. Cuando ya le habíamos ganado el Con­greso vino Norma Kennedy con Pocho Rearte y pudrieron to­do. Empezaron a los tiros desde el entrepiso.

El asunto es que a partir de este congreso Brito quedó por un lado y todos los grupos de JP por el otro. Como Brito ha­bía ocupado la Secretaría de Organización de la JP, cuando se produce la división él sigue presentándose a todas partes con ese cargo . De ahí viene el nombre de su grupo C. de O. (Co­mando de Organización) .

Por esa época también se empieza a producir un hecho que hasta ese momento era desconocido. Muchos grupos de JP se relacionan con distintos sindicatos y toda su actividad queda determinada por la plata que les pasan estos sindicatos, algunos inclusive se convierten en guardaespaldas o grupos de choque de algunos sindicalistas.

Esto fue lo que pudrió muchas cosas en la JP, el tener medios y no tener que laburar, porque una cosa es cuando tra­bajás y después salís a militar, y otra cuando te mantienen. Se comienzan a crear divisiones, a traer problemas, uno era JP de Alonso, otro de Vandor, otro de Cavalli, otro ... Cada sindicato tenía su grupito de JP y eso nos fagocitó, nos desmembró.

En esto el grupo de JP en que yo milité fue muy coheren­te; teníamos muy en claro que debíamos trabajar en un espa­cio político, no en la estructura gremial. Por otra parte, el caso que se da en Vicente López es bastante atípico. Ahí muchos de los compafieros de la JP ocupamos cargos en la estructura partidaria. En mi caso hay un hecho que precipita mi ingreso a la actividad en el Partido Justicialista. En el afio '59 se produ­ce la gran huelga metalúrgica. En este contexto, algunos acti­vistas del gremio realizan atentados con bombas. Benito Mo­ya que era miembro de la Comisión del Sindicato Metalúrgico,

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junto a Lucía Aráoz de La Madrid salen de la sede sindical con elementos explosivos y al llegar a una lechería de la Avenida de Mayo, no se sabe bien porqué, explotan causando un de­sastre. Un muchacho perdió una pierna, un sefior un brazo, un verdadero desastre. Moya logra escapar y la gente del sindica­to le ayuda a irse a Bolivia donde queda exiliado. Lucía, que era empleada del sindicato, va presa, la echan de su trabajo y los dirigentes metalúrgicos niegan toda vinculación con el hecho.

Lucía, además de trabajar con el gremio metalúrgico, era compafiera nuestra. Dirigía una Unidad Básica en Vicen­te López y tenía una gran relación con la JP. Cuando ella cae nadie se quiere hacer cargo de esta Unidad Básica, ya que la cana estaba muy pesada y se había armado un desbande ge­neral. Entonces se realiza una asamblea de afiliados y me eli­gen a mí en su reemplazo.

Cuando se produce la reestructuración -porque se vencen los mandatos- paso a ocupar cargos en la -Junta del Partido, primero como protesorera, después como vicepresi­denta. Por esa época empiezan a ingresar otros compafieros de JP a la estructura partidaria y ya para el'62 , cuando son las elecciones de Framini , manejábamos el Partido Justicialista de Vicente López. Alfredo Lerner era el presidente, yo la vicepre­sidenta, Jorge Lizaso el secretario general, Miguel ... todos te­níamos cargos en la Junta del Partido pero seguíamos siendo de la JP.

Fuimos autoridad del Partido justamente por la falencia de dirigentes. Los viejos se las habían tomado y no querían sa­ber nada, estaban todos debajo de la cama y la mayoría de los activistas de la Resistencia estaban presos por el Conintes. Entonces salimos nosotros a ocupar espacio y venían los com­pafieros y decían "alguien tiene que hacerse cargo ¿qué hace­mos? Si Santa Cruz está preso, Alcosta también, todos están presos, alguien tiene que hacerse cargo, responsable del Par­tido". Hacemos una asamblea de militantes, se eligen los can­didatos y adelante con la Junta del Partido. Claro, siempre en la JP hubo mucha resistencia a militar en la estructura partida-

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n.t porqu e se entendía que te burocratizabas. Yo mantuve doble actividad, en el Partido y en la JP, has­

ta que en el '65 un grupo de mujeres me viene a hablar para que me integre a trabajar en la rama femenina. "Vos sos de la JP pero igual tenés que venir porque si no .. . ¿cuándo vamos a ha­cer el trasvasamiento generacional?", me dicen. El tema era que las mujeres estaban juntando fuerzas para oponerse a De­lia Parodi , que era la delegada nacional pero que no había he­cho nada, no había organizado nada, ni dos mujeres juntas ha­bía puesto. Ahí se puede decir que termina mi actividad como JP y me integro a trabajar de lleno en la rama femenina .

Formamos un lindo grupo de mujeres, un grupo grande y llegamos a ser como cincuenta mujeres de la rama femeni­na de Vicente López. Las compañeras me dicen si me animo a planificar en los papeles un esquema de organización para la rama. Como animarme, me animo y entonces se me ocurre hacer un trabajo de secretarías. Se lo proponemos a Delia Pa­rodi que no había hecho nada. Lo que nunca supuse es que iba a terminar implementando yo la organización que había pro­yectado, porque en el '66 me nombran delegada nacional.

Así que prácticamente pasé de JP a autoridad del Par­tido Justicialista de Vicente López, a delegada nacional de la rama femenina, nombrada por Perón.

Saltée muchas etapas, fue muy corto el período para lo que llegué. No fue porque haya sido algo extraordinario, pien­so que se dio la coyuntura, era la persona indicada en el mo-mento" necesario .

Isabel Perón tenía que dejar nombrada una delegada. De las cuatro candidatas propuestas ella no quería ninguna, y sale una quinta, como siempre, de la manga de alguien que me propone . Ella no conocía a nadie, así que una u otra era lo mis­mo. La persona que me proponía era Atilio Renzi que le dijo: "hay una chica de Vicente López, una compañera joven que es­tá en la JP, que está trabajando en la rama femenina, que hi­zo un plan de organización". El sabía porque la hija trabajaba

en la rama.

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' Isabel me mandó llamar porque quería charlar conmigo

y me nombra delegada, así fue todo. Entonces ¿qué pasa? Fue muy corto el período del '57

al '66 que salgo nombrada delegada nacional, con muy poca experiencia, profunda en calidad pero poca en cantidad. De ser una militante que pegaba carteles y clavaba chapas a las cin­co de la mañana, que hacía el apoyo a la Resistencia, encon­trarme en el '66 siendb delegada nacional nomt;>rada por el pro ­pio Perón. ¿Qué te parece? No es común.

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CARLOS VILLAGRA

Si. alguien buscara alguna vez un personaje típi­co de la Juventud Peronista de la primera época, un prototipo de esa militancia espontánea, vital, llena de alegria, de broncas, de esperanzas, de mitos; tan vio­lentamente tierna (parafraseando a Cortázar). Si al­guien buscara, le diría que lo viera a Villagra.

Mientras va recorriendo en su memoria, van sur­giendo vivencias, anécdotas, recuerdos llenos de emo­ción, experiencias llenas de pueblo; y uno tiene la con­vicción de que para Carlos es una fiesta interior poder contar todo esto, compartir este pedazo de historia del peronismo, pero es también un compromiso personal de aportar a construir esta memoria colectiva, para que la conozcan y la incorporen las nuevas camadas de militantes juveniles.

Con la misma plenitud que vivió la lucha desde el llano y desarrolló su actividad como Director de De­fensa Civil de la provincia de Buenos Aires en 1973, de­sempeña actualmente su tarea como Secretario Gene­ral de Farmacias Mutuales y Sindicales.

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TESTIMONIO Carlos Villagra (Primera parte)

M irá, la mayoría de la muchachada que comenzamos en el 56/57 ya estábamos insertos en el peronismo. En mi caso, por mi padre que tuvo actuación el9 de junio con el coronel Co­gorno en La Plata, en la toma del regimiento 7 de !nfantería.

Yo tenía trece años y desde mi casa veía los aviones Gloster que bajaban y ametrallaban el regimiento . Fue un día bastante triste , porque ahí empezamos a darnos cuenta que el enemigo no tomaba las cosas en broma, y digo empezamos porque la realidad para nosotros fue muy cruda. Encontrarte con que a tu padre lo pueden fusilar, cuando aún no sabíamos de este tipo de muertes en la Argentina .

Bueno, empezamos a juntarnos entre las familias que llorábamos a los que habían fusilado y las familias que éramos perseguidas y ahí nos fuimos conociendo los hijos de los pe­ronistas. Esa fue la primer conformación de los grupos , aunque todavía no nos habíamos definido como Juventud Peronista, pero sí éramos en esencia la Juventud Peronista.

Y en nosotros nació realmente un grito de corazón, un grito de rebeldía, y ese grito, nuestro grito de bronca, era "¡Vi.­va Perón, Carajo!".

Yo vivía en La Plata, que era una zona netamente pero­nista. Tenemos que decir que en Berisso, Ensenada y La Pla­ta se reunían aproximadamente cien mil operarios : estaban la destilería, los dos frigoríficos más grandes, el grupo ferropor­tuario más importante adonde habían actuado muchos dirigen­tes. Todavía la gente recordaba mucho a Mercante. También estaban los dirigentes del astillero y los del puerto . Con todos

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ellos nos luimos formando un poquito y se nos ocurrió que de­bíamos tomar la iniciativa y empezamos a organizarnos como

JP. Nuestra primer consigna fue "voto en blanco". No creí-

mos que la directiva de votar a Frondizi fuera de Perón ... el dis­co de pasta no llegó, únicamente existió la copia de la carta fir­mada por John W. Cooke, Frigerio, Frondizi y Perón, y no nos

conformaba . La JP votó en blanco. Además , nosotros ya nos sentíamos dirigentes. Perón

estaba a 17.000 kilómetros de distancia, y nosotros estábamos acá y la cosa no iba. Frondizi era gorila, Alende era gorila, Fri­gerio era gorila. Habían sido Comandos Civiles y todo aquel que había sido Comando Civil era nuestro enemigo. Habían matado a nuestros padres, habían roto las casas , nos habían echado de la escuela, la persecución fue grandísima. Fue per­manente, tan permanente fue que el artículo 4161 nos marcó a todos : estaban prohibidos los símbolos, los discos, las can­ciones, el nombrarlo a Perón, el nombrar al peronismo, el po­nerse el escudito; todo hecho que estuviese ligado al peronis­mo no era sólo mala palabra, era muerte.

Entonces nosotros teníamos un enemigo identificado. Y Frondizi también era el enemigo , no nos ofrecía garantías y ahí fue la primer desobediencia a Perón, que después nos dimos cuenta que no fue tanta porque a la hora de contar los votos éramos más de lo que nosotros creíamos y eso nos dio la pri­mera pauta para ya organizarnos bien. Ahí fue cuando toma­mos la C.G.T. de La Plata como sede de la JP. En el subsue­lo de la C.G.T. nos llegábamos a reunir un grupo de hasta cua-

renta compañeros. Yo era el vocero de la JP de La Plata. Alguien tenía que

poner la cara, y yo era el más pendejo y entonces dijeron "es­te boludito que tenemos acá", y pasé a ser el vocero de la JP. ¿Porqué? Simple, sacar un comunicado de prensa en ese mo­mento era ir preso y meter preso a un menor. .. todavía creía­mos en la legalidad y eso era un poco la cosa . Si yo caía pre­so salía a los dos o tres días, cuando mucho me comía dos o

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tres sopapos y el "nunca más lo hagas, pibe". Llamaban a mi casa y me devolvían.

Entonces, ahí constituimos la JP.Inmediatamente viene la amnistía, nos empezamos a estructurar y nos conectamos primero con Berisso. Conformamos una mesa de JP con Be­risso, que presidía Roberto Horvath, y por Ensenada un com­pañero que se llamaba Aparicio. Se conformó una mesa, que se llamaba "Mesa de Enlace La Plata-Berisso-Ensenada". In­mediatamente tomamos contacto con Buenos Aires y ahí nos conectamos con Rulli , con Cacho El Kadri , Gustavo Rearte, Garl itos Caride, Spina, Brito Lima, Osvaldo Agosto , Julio Bor­nik, Norma Kennedy, Aponte y toda la muchachada.

La JP de Buenos Aires (Capital) empieza en las calles. Se constituye en la misma época que nosotros. No había una conducción, era una Mesa donde estaban los compañeros que habían empezado a hacer el rejunte de todos, y que habían sur­

gido como conducción. Acá hay que decir las cosas como son, porque en esa

época no estaban claros todos los tantos, lo único que estaba claro era que nosotros creíamos que acá había que hacer pe­lota a los enemigos y como no teníamos ni armas, ni medios, ni estrategias ni tácticas, había un grito que era "Viva Perón" y empezarnos a organizar para que vuelva. La necesidad era esa y entonces el compañero que había dado un par de cade­nazos más al frente del diario La Prensa o el compañero que discutía mejor, ese surgía como dirigente.

La actividad que se había dado como ejercicio de la JP era la de recuperar las organizaciones gremiales. Los que ha­bían quedado al frente de los sindicatos eran los interventores gorilas: o eran comunistas o socialistas, o conservadores o eran milicos, porque en ese momento estaban todos juntos

contra nosotros. Fuimos ocupando sindicatos, esa fue una de las funcio-

nes que tuvo la JP, y de ahí íbamos armando estructuras. Lo mismo sucedió en La Plata, tomamos FOETRA que quedó Ro-

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dríguez; tomamos UPCN; tomamos ATE, que quedó Louyura­to y Babi Molina.

Uno de los grupos que nosotros más admiramos y que más participación tuvo fue la Alianza Libertadora Nacionalista. Había compañeros trabajadores dentro de la ALN. El caso de La Plata es característico, en La Plata estaba el chino Palma, ex secretario general de la C.G.T., que era de la ALN. Nos en­señó mucho esa gente. Sobre todo nos enseñó a manejar ar­mas, y a armar cachiporras, y a cómo pegar y a cómo romper asambleas, y a cómo actuar en una manifestación.

También hubo instrucción de unos pequeños grupos de viejos anarcos. Nosotros aprendimos varias cosas de los anar­quistas, sobre todo a armar las primeras bombas con las cajas de Ouaker y los primeros instrumentos que descarrilaban a los tranvías. El vehículo más rápido y el más barato era el tranvía y los descarrilábamos porque era el que llevaba a los trabaja­dores a Berisso; entonces creábamos un paro de productivi­dad muy grande. Lo empezamos a hacer como las cosas que hacen los chicos y después nos dimos cuenta que era un arma política valiosa. Yo digo que empezamos como los indios, en pelotas, con el arco y la flecha ...

La mayoría no habíamos seguido en la escuela, o sea nos habían cortado el secundario . Entonces se planteaban al­gunas cosas, escribir volantes y había hasta faltas de ortogra­fía. Luego el tiempo hizo que nos empezáramos a capacitar, sobre todo los compañeros que estuvieron mucho tiempo pre­sos. Tenían mucho tiempo para eso. Como el caso de Carlos Caride, que estuvo preso nueve años en total.

Entre que estudiábamos a la noche, militábamos de ma­drugada e íbamos a trabajar, yo te digo que mi vida era de vein­ticuatro horas; dormía en ellaburo porque al ir a trabajar al fri­gorífico me protegían mucho los compañeros que sabían que estaba en la militancia, hasta me habían falsificado el docu­mento para hacerme pasar como mayor.

El Swift seguía siendo propiedad de los ingleses, o sea

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que tenía un patrón que era mi enemigo directo, por eso me in­teresaba trabajar ahí. Además porque había compañeros muy experimentados. Los trabajadores de la carne de Berisso eran casi todos europeos : polacos, alemanes, tanos. Bueno, ellos nos enseñaron mucho y además nos querían y protegían mu­cho. Había de todo, socialistas, anarquistás, comunistas.

Yo recuerdo que dormía a más de cuarenta metros de al­tura, en los fardos que había o en las estibas de sal. Allí nos pro­tegían, nos avisaban para la hora de comer y bajábamos, ro­bábamos unos churrascos, y los hacíamos arriba de los caños conductores del agua caliente. Así nos alimentábamos. Para pasar algún mensaje, algún volantito que podíamos hacer con sellos, uno por uno, nos poníamos dentro de una zorra e íba­mos de un tramo a otro hablando con los compañeros. En los volantes poníamos "Perón, única solución" o "Viva Perón" o "Perón vuelve" o "Huelga nacional" o "El enemigo es el patrón".

Nosotros todavía considerábamos , porque así nos lo decían nuestros mayores, que si íbamos a producir un hecho revolucionario o iba a haber un intento para tomar el poder lo íbamos a hacer a través de grupos cívico-militares; que en el Ejército argentino había muchos militares patriotas, naciona­listas y peronistas. Por ese entonces comenzó a aparecer una organización que se dió en llamar COR (Central de Operacio­nes de la Resistencia), cuyo jefe era el generallñíguez. La gen­te que retornó después de la amnistía, los suboficiales y oficia­les que habían estado el 9 de junio, mi padre, nos hacían cre­er que había militares proclives a producir la vuelta de Perón. Entonces éramos un poco clasistas porque trabajábamos con los sindicatos y un poco éramos fascistas porque estábamos con los milicos. Además te aclaro que para esa época nosotros adorábamos todo lo que fuera militarismo porque en todo mo­mento lo vimos a Perón uniformado. La imagen de Perón en el caballo pinto estaba en todas las casas humildes, oculto, pe­ro estaba.

Esto demuestra la poca formación política, no sabíamos donde estábamos parados. Lo único que nosotros sabíamos

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era que Perón tenía que volver. Cuando veo a estos intelectua­les que escriben sobre el peronismo y solamente toman una parte del peronismo y lo definen como revolucionario, medio marxista, o los otros que lo definen totalmente sindicalista, o los otros que lo definen como de derecha, y bueno, yo creo que vi­vieron muy poco el peronismo.

El peronismo fue todo eso, el peronismo fue un grito de corazón, el peronismo fue que vamos a la cancha el domingo y llevamos unos volantes o colgamos un cartel, hacemos un re­gio quilombo cuando el referí se manda una cagada y gritamos "Viva Perón", así la policía nos caga a patadas a nosotros y a todos los demás y salimos cantando la Marcha. Eso era el pe­ronismo ... iOué Unidades Básicas, qué Comité, qué organiza­ción! No había nada, no había plata, no había dirigentes, no ha­bía un caraja ... ¿Sabés qué había, y mucho, sobre todo en la Juventud Peronista? Había cojones y ganas de hacer lasco­sas para que vuelva Perón, nada más.

Nuestras actividades mayores eran organizarnos para el17 de octubre , el1 º de mayo, el 26 de julio y el9 de junio que había que ir al cementerio para hacer el gran despelote por los muchachos que habían sido masacrados en León Suárez, en el 7 de Infantería, en la penitenciaría de la calle Las Heras.

Compañeras no había muchas, ellas se encargaban de hacer los volantes mientras nosotros salíamos a las obras en construcción a afanarnos los hierros, y ese hierro se convertía en clavos miguelitos. Se llamó "miguelito" porque el que lo fa-

' bricaba era un compañero metalúrgico que se llamaba así y que llegaron a cuestionarle si el clavo más efectivo era el de cuatro puntas o el de tres . Lo real es que Miguelito lo impuso porque demostró que el de tres puntas caía mejor y siempre pa­rado . Hasta llegamos a hacer asambleas para discutir cómo iba a ser el "miguelito". Esa es la historia.

Las reuniones de JP no eran ideológicas, eran para ver a quién se le iba a hacer el operativo, a quién se le iba a poner una bomba. Nosotros le poníamos una bomba al jefe de la Des­tilería de La Plata porque había cagado a varios trabajadores ,

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pero pasábamos tres o cuatro veces por la casa en bicicleta pa­ra ver que no matara a nadie . Hasta aprendimos para dónde iba la expansión, cosa que nos costó muchísimo.

También le poníamos a militares y marinos, que eran los objetivos nuestros más importantes. A veces , cuando nos so­braba alguna, la metíamos en la casa de Don Balbín, que des­pués nos llamaba y nos decía "pero dejensé de joder, mucha­chos". Esa es la verdad, Balbín vivía en La Plata , y el enemi­go acérrimo era él. Cada vez que nos sobraba una bomba iba a la casa de Balbín.

Para nosotros, tanto Balbín como los otros políticos, co­mo los milicos, sobre todo los marinos, eran todos "gorilas". No­sotros identificábamos con el nombre de "gorila" a aquel que estaba en contra: comunista, socialista , radical o lo que fuere, no teníamos en claro tampoco eso .

El que no estaba con Perón era enemigo nuestro, así de fácil. Y aquel que tuviera una gorra, aunque fuera cartero, pa­ra nosotros era enemigo.

El término "gorila" lo sacamos de la Revista Dislocada que era un programa cómico de radio que dirigía Delfor y se transmitía todos los domingos con muchísima audiencia. Ahí hacían el cantito "deben ser los gorilas, deben ser, que anda­rán por ahí". Sin duda, el máximo gorila era el almirante Rojas .

Toda la militancia nuestra tuvo un violento giro a partir del año '60, con la implantación del Plan Conintes. El Conintes viene para reprimir a la JP y a la Resistencia peronista. Los mi­litares se dan cuenta que no pueden parar la mano . Lo estaban apretando a Frondizi , día por medio había un simulacro de gol­pe; nosotros ya habíamos aprendido a hacer caños -porque nuestra generación fue la del caño- y los militares ven que se les van las cosas de la mano, que ya no son los militares pe­ronistas los que hacen los golpes para tomar los regimientos, que el pueblo empezaba a organizarse. Se dieron cuenta que con la policía sola no nos paraban . ·

Caen presos la mayoría de los dirigentes gremiales, po­líticos y de la JP. A algunos nos largaron inmediatamente pe-

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ro a los reconocidos, a los que a ellos les interesaba los deja­ban adentro. Nosotros, la mayoría éramos menores, y aunque nos dieron condena no nos podían mantener presos.

Estuvimos presos -algunos- entre veinte y treinta dí­as que duró el proceso. Nos encontramos con unos "boinas" frente a nosotros en un escritorio, que nos empezaban a decir "¿usted es peronista?". Nosotros teníamos un cagazo padre y le decíamos a todo que sí; entonces bajaban tres años a uno , a otro porque tenía la foto de Perón, a otro porque lo agarraron con volantes, con un poco de pólvora, alguna bala suelta o al­gún trabuco viejo. Qué sé yo , teníamos estupideces y algunos companeros habían hecho algunas bombas importantes como el caso de Burgos, que le bajaron veinticinco años. También a los muchachos de Córdoba que habían hecho mierda la des- '

tilería de la Shell. Una de las causas de la encanada nuestra en La Plata

fue la imprudencia de jugar a cara descubierta; nos ubicaron in­mediatamente en la C.G.T. Otra porque a Alende lo molestá­bamos mucho, él era el gobernador, lo jodíamos y llamaba muy seguido a los dirigentes de la C.G.T., a Michelini y a Monseñor Plaza y les decía: "pero estos chicos ... que se dejen de joder, me han metido treinta bombas en una noche". Entonces el je­fe de Policía que era un poco proclive al peronismo nos citaba al Departamento de Policía y avisaba "yo no los meto en cana , yo sé que anda Villagra, Saavedra, Miranda, Fulano, Menga­no, los voy a cagar a patadas. Los voy a echar de La Plata".

Con los milicos fuimos en cana, nos asustamos prime­ro y después nos dimos cuenta que nos convenía porque ahí empezamos: ¿qué hacés? ¿quién sos? ¿por qué te agarra­ron? . Sacamos direcciones y se organizó la JP en el orden na­

cional. Ellos en el Conintes tuvieron un error, nos juntaron. To-

mamos contacto en forma inmediata con todo el país y nos di­mos cuenta que éramos muchos los que hablábamos de la vuelta de Perón. Después del Conintes empiezan las divisio­nes, por ejemplo, el C. de O. se desprende de la Mesa de la JP;

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se separa Spina también con su grupo. Los que pudimos salir antes de 1~ amnistía, acompaña­

mos la campaña de Framini. Ya nos habíamos empezado a po­ner en contacto con Jorge Di Pasquale en Farmacia, que nos empezó a largar mucha línea. ¡Las pavas de mate que habre­mos tomado ahí, en la calle Rincón!

S pina se va con su grupo de Juventud y hace su sede en el sindicato del Vestido con Alonso; otro grupo se va a ATE; otro grupo se queda en la calle Yatay, en el de Calzado; otro esta­ba en el sindicato de Farmacia. Esa era la conformación de la cosa y Brito Lima con su grupo, que empieza ya a actuar en La Matanza, era bancado por la UOM. Todavía no existía eso de la derecha y la izquierda, más bien eran los vandoristas y los no vandoristas.

Algunos dirigentes gremiales empiezan a negociar. Frondizi fue el primer corruptor de la dirigencia gremial y polí­tica del peronismo. Es el piimero que compra a los dirigentes.

Para ese entonces tomamos contacto con la C.G. T. Au­téntica. En la mesa de la C.G.T. estaban Armando Cabo, Fra­mini,Dante Vi el y otros dirigentes que habían sido muy comba­tivos, Gazzera, la gente de ATE, Di Pasquale; todo lo que era el peronismo combativo. Empezamos a tener en claro lo que es la política ... empiezan las divisiones ... empezamos con esque­mas más importantes a hablar del retorno de Perón por medio de la revolución. La revolución era tirar tiros para nosotros.

Además, otros grupos se separan porque decían que así no se podía seguir trabajando: si nosotros trabajábamos como JP no podíamos salir a poner caños.

Muchos compañeros seguían presos y teníamos pro­blemas de conducción. Luego de esta ruptura que se produce dentro de la JP, nosotros los de la provincia quedamos un po­co aislados. Después yo tuve que irme de La Plata porque me echaron: habíamos puesto una excesiva cantidad de caños y no se bancaban la presencia nuestra. Tuve que irme al Para­guay.

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FELIPE VALLESE Un militante de JP

DESAPARECIDO, decían los afiches en las ca­lles de Bs.As. Debajo, una foto y un nombre: Felipe Va­liese. En la foto se veía a un hombre de expresión se­ria y mirada profunda, bigotito fino cortado a la moda y pelo negro achicándole la frente. Pero ese hombre vestido de saco y corbata, situado bajo la. palabra "De­saparecido" --esa palabra que años más tarde sería si­nónimo de genocidio-- no era más que un muchacho de 22 años cuando el 23 de agosto de 1962 fue secuestra­do por la Policía de la Provincia de Bs. As. Parecía más grande, recuerdan sus amigos, tal vez por ese sentido de responsabilidad y dedicación con que asumía sus actividades, fundamentalmente su militancia en la Juventud Peronista. A los 18 años sus compañeros de trabajo, en la fábrica metalúrgica Tea SRL., lo nom­bran delegado sindical y a los 19 sus compañeros de mi­litancia lo eligen como miembro de la Mesa Ejecutiva de la Juventud Peronista.

Sin duda, su lealtad personal pasaba por la pro­funda amistad que lo unía a los hermanos Rearte y no transcurriría mucho tiempo para que diese prueba de la misma, aún desde la mesa de tortura.

Cuando a principios de 1960 sus compañeros de la Mesa Ejecutiva deciden efectuar la primera acción de lucha armada que realizaría la JP, asaltando un vi-

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vac de la Fuerza Aérea en Ezeiza, Felipe participa sin dudarlo. Es a partir de esto que caen presos Gustavo Rearte, Spina y Rulli. Esto se suma al exilio de Tuly Fe­rrari y a la muerte de Tito Bevilacqua para que quede descabezada la conducción de la JP. Cuando comien­zan a disputarse los liderazgos vacantes, Felipe, en­frentado a Brito Lima pero también distanciado polí­ticamente de El Kadri, forma junto a Pocho Rearte, Bechy Fortunato, Julio Bornik y otros compañeros un grupo de Juventud al que denominan "Comando Insu­rrección".

El 7 de julio de 1962 un hecho desencadena la tragedia sobre la vida de Felipe. En un tiroteo en el co­rralón de la calle Gascón 257 mueren dos sargentos de la Policía de la Provincia. José María Aponte, alojado en dependencias policiales a raíz de este caso y ante los requerimientos poco amables de los compañeros de los dos sargentos muertos, marca como culpable de este hecho a Alberto ''Pocho" Rearte, quien nada tenía que ver, pero casualmente era el actual compañero de su ex mujer, Norma Kenne_dy. Y señala como posible para­dero de Rearte la casa de su íntimo amigo: Felipe Va­liese. La suerte estaba echada. La Policía de la Provin­cia, con la anuencia de sus colegas federales transgre­denjuridicción, allanan la casa de Morelos 628 en Ca­ballito, se llevan detenidos a toda la familia Vallese y montan una "ratonera" a la espera de Pocho Rearte. Felipe, que había salido unos minutos antes, es inter­ceptado en la calle Canalejas al1. 700. Ahí resiste su secuestro aferrado a un árbol hasta que los culatazos concluyen el forcegeo. A partir de ese momento se su­cederían ininterrumpidas horas de tortura acompaña­das sólo de una pregunta: "¿dónde está Rearte?". Un

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obstinado y valiente silencio sería la única respuesta que recibirían de V allese.

La JP se moviliza, sus compañeros emprenden la búsqueda pero sin saber por dónde. El único dato, el ex­clusivo indicio para su localización no es utilizado con la premura que el caso requería. Felipe es trasladado de la (jomisaría de San Martín a la Subcomisaría de Villa Lynch. Ahí aprovecha que un detenido recupera la libertad para darle un papel con su nombre y la re­comendación de que avise a los dirigentes de la UOM sobre su paradero. El mensaje llega, pero la gestión se demora. El29 a la noche se hace presente en la Subco­misaría de Villa Lynch el abogado de la UOM, Fernan­do Torres. Los policías niegan su paradero. En el libro de entrada no figura su nombre. Nunca más se sabría nada de él. Sus familiares nunca recuperarían su ca­dáver. Felipe Valiese había "desaparecido". Para siempre.

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SEGUNDA PARTE ,

De Illía al Cordobazo 1962/1969

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Las contradicciones existentes en el seno de las Fuerzas Armadas le impiden asumir en forma directa el gobierno, una vez destituido Frondizi. Nombran en­tonces a alguien que ejercería una especie de gobierno títere: el presidente del Senado, José María Guido. Di­chas contradicciones estallan en forma casi inmediata y desembocan en un enfrentamiento armado entre dos fracciones militares, que se identifican como "azules" y "colorados". El18 de septiembre se consolida el triun­fo de los azules -encabezados por el general Juan Car­los Onganía- y emiten el Comunicado 150 donde afir­man la intención de garantizar elecciones limpias y sin proscripciones para mediados de 1963, donde se eligi­ría nuevamente presidente.

El sector colorado del ejército, el más "gorila", el más ranciamente antiperonista, el que había hegemo­nizado el proceso a partir del golpe de Aramburu, el que sostenía la proscripción del peronismo hasta las últimas consecuencias, había perdido la partida. Pare cía cambiar el panorama, aunque la práctica indicaría que se trataba de un espejismo político.

Ricardo Balbín -líder del Radicalismo del Pue­blo- ante la ingrata perspectiva de tener que enfren­tar al peronismo en elecciones libres, decide dar un pa­so al costado y nominar como candidato a presidente al Dr. Illía. El12 de marzo de 1963 se realiza la "Asam­blea de la Civilidad", donde el radicalismo firma jun­to al peronismo y demás partidos políticos un compro­miso de no convalidar ningún tipo de proscripción en las próximas elecciones. Pero a último momento todos reveen su posición. El general Onganía -Comandan­te en Jefe del Ejército y líder del sector azul- ordena a su presidente títere la proscripción del peronismo. Y

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los radicales, que habían firmado que no tolerarían la proscripción, se presentan a los comicios y ganan con el escaso 25% de los votos. El segundo lugar lo ocupan los votos en blanco, con un 20%. Nuevamente quedaba invalidada para el peronismo la vía electoral. Nueva­mente el pueblo era el convidado de piedra de la polí­tica argentina.

El12 de octubre de 1963, asume la presidencia el Dr. Illía y en su mensaje dirigido a la Asamblea Le gis-. lativa, afirma: ''Todas las fuerzas políticas argentinas participan desde hoy en mayor o en menor medida, en el gobierno de la cosa pública". Esta mala caricatura de la realidad es respondida por el peronismo desde un acto realizado en Plaza Once, con motivo de celebrar­se el1 7 de octubre. La posición peronista puede sinte­tizarse en la frase pronunciada en el discurso de la di­rigente Delia Parodi: "Cuando el peronismo vaya a las urnas a votar y a elegir, recién diremos que aquí co­mienza la concordia". Pero esta movilización, que en su desconcentración es violentamente reprimida, fue so­lo un preanuncio de la embestida que se preparaba a dar el peronismo, alentado por Perón desde Madrid y encabezado por el movimiento obrero.

La CGT, que había sido entregada a una comi­sión normaliza dora a comienzos del 61, logra elegir su primer Secretario legalmente constituido a principios del63. Está encabezado por José Alonso del gremio del Vestido, aunque el real poder es detentado por V andor, desde las 62 Organizaciones. La central obrera co­mienzas~ ofensiva al gobierno radical y a princi píos de diciembre declara un paro general con movilización frente al Congreso Nacional. Se inicia así una escala­da de huelgas y movilizaciones encuadradas dentro de

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un Plan de Lucha que tiene su pico más alto a partir del 21 de mayo de 1964, cuando 800 fábricas de Capital y Gran Bs.As. son ocupadas por sus trabajadores. En dí­as sucesivos y hasta mediados de junio, la CGT reali­za seis operativos similares en los cuales casi 4 millo­nes de trabajadores ponen bajo su controlll.OOO esta­blecimientos.

A fines de 1964, Perón decide poner a prueba el discurso radical. Ante la afirmación del pleno ejercicio de las libertades individuales, el líder justicialista anuncia su retorno a la patria. Acompañado por una comitiva compuesta por Augusto Vandor, Andrés Fra­mini, Delia Parodi y Jorge Antonio, el 2 de diciembre Perón embarca en un avión rumbo a Bs. As. Al hacer escala en el Aeropuerto de El Galeao, en Río de Janei­ro, Brasil, el avión es obligado a regresar con todos sus pasajeros a España. La Cancillería brasileña aclara que: "En atención a un pedido del gobierno argentino, el gobierno brasileño accedió a interrumpir el viaje de Perón".

A mediados de enero del65 se realiza un nuevo Congreso de la CGT donde se renuevan las autorida­des. Vandor que había impuesto su hegemonía en las 62 Organizaciones sobre el sector liderado por Frami­ni, hace prevalecer el peso obtenido después del Plan de Lucha y coloca a toda su gente en el Secretariado de la central obrera. El Secretario General seguiría sien­do José Alonso. Comienza el reinado del vandorismo.

Asegurada su hegemonía en la CGT y en las 62 Organizaciones, el vandorismo centra su atención en la elección de diputados, a realizarse el14 de marzo del 65. Esta vez el peronismo podría concurrir a los comi­cios. Lo hace con un partido llamado Unión Popular,

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que conforma sus listas de Diputados con miembros del sindicalismo vandorista y de la rama política iden­tificados con este proyecto de Vandor, que se conocería con el nombre de neoperonismo o Peronismo sin Perón.

Quien dirigía el Bloque de los 52 diputados jus­ticialistas obtenidos en la elección, era Paulino Niem­bro, considerado el "padrino" político y gremial de Van­dor. Niembro era en ese momento secretario general de la filial capital de la UOM (Unión Obrera Metalúr­gica) y presidente de la Junta Metropolitana del Jus­ticialismo. De esta manera el vandorismo adquiría el total control de las estructuras gremiales y partidarias del peronismo, del bloque parlamentario y se disponía a lograr el control de las provincias donde se comenza­rían a realizar elecciones a principios del 66.

El viejo caudillo exiliado en Madrid, supo que ha­bía llegado el momento de producir algún m<>vimiento de importancia en el complejo tablero, en que se había convertido el Movimiento Peronista. Es así que decide mover la "dama", Elll de octubre de 1965 arriba im­previstamente al país, María Estela Martínez de Pe-rón.

Su llegada produce malestar en los sectores más gorilas que provocan disturbios frente al hotel Alvear, donde estaba alojada. Pero donde más malestar produ­ce esta inesperada visita, es en las huestes del vando­rismo. El "Lobo" Vandor reacciona con excelentes re­flejos políticos y a los diez días de su arribo realiza en el sindicato de Barraqueros de Avellaneda, una asam­blea de delegados gremiales y dirigentes políticos. La escusa: la institucionalización del peronismo. Ahí plantea la constitución de un comando nacional que conduzca el peronismo desde el país y no desde el exi-

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li o, ya que, según Vandor: "el peronismo tiene quepo­nerse los pantalones largos". También allí sentencia su famoso: "para salvar a Perón, hay que estar contra Perón".

A principios del 66, Perón contabiliza el primer síntoma de éxito en su política de contraofensiva al vandorismo. José Alonso, con 19 gremios de relativa gravitación en la estructura sindical, crean las "62 Or­ganizaciones de Pie Junto aPerón". Pero a los pocos dí­as, V andor logra la expulsión de Alonso de la conduc­ción de la CGT.

Isabelita había perdido su primer batalla en las elecciones de J ujuy, donde se impuso el candidato van­dorista: Humberto Martiarena. Los próximos comicios serían en Mendoza, y ahí el viejo caudillo despliega to­da su artillería. Aparece por televisión con un mensa­je grabado en Madrid, instando a votar a su candida­to, Corvalán N anclares, en contra del vandorista Serú García. Y esta vez gana la partida.

Este hecho marca definitivamente la estrategia vandorista. Estaba claro que por más que acumulara poder en los sindicatos y en la superestruct1.1ra parti­daria para enfrentar a Perón, el real poder de éste re­sidía en el apoyo incondicional de las bases y en la in­fluencia que ejercía sobre las mismas. Es decir, que mientras hubiese elecciones, Perón iba a hacer preva­lecer esta influencia y era imposible enfrentársela con alguna posibilidad de salir airoso.

A su vez, el poder militar vió desvanecer la ilu­sión de que en las futuras elecciones de marzo del67 en la provincia de Bs.As., Perón pudiera ser derrotado por una alianza vandorista-desarrollista. Esto llevó a adelantar la fecha del golpe, ya que no estaban dis-

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puestos a repetir la vergonzosa experiencia realizada con Framini en 1962.

En esta situación interna del Movimiento Pero­nista se produce, el28 de junio de 1966, el golpe mili­tar de Onganía. Y ambos sectores del sindicalismo pe­ronista -vandoristas y "De Pie"- coinciden en darle su apoyo. Perón sintetiza su posición escéptica, pero a su vez prudente y expectante, en un "hay que desensi­llar hasta que aclare". Algunos reducidos grupos del peronismo más radicalizado plantean que no van a de­sensillar, pero lo cierto es que se produce el momento más crítico y de mayor desmovilización en el peronis­mo desde 1955.

Este golpe militar a diferencia de los anteriores, · viene para quedarse ... veinte años. Para esto asume el poder total. Toma el Poder Ejecutivo, disuelve el Legis­lativo e interviene el Judicial. Ya no sólo está prohibi­do el peronismo, sino todo tipo de actividad política. También es intervenida la Universidad con una vio­lenta represión conocida como "la noche de los basto­nes largos".

Sólo el sindicalismo mantiene un fluido diálogo con el poder militar, pero esto duraría poco. A princi­pios de 1967 asume como Ministro de Economía, Adal­bert Kriegert Vasena. Es te ex ministro de Hacienda de Aramburu representaba lo más concentrado del poder económico nacional e internacional. Al conocerse su proyecto económico los sindicalistas pretenden protes­tar mediante un Plan de Lucha y ahí se acaba el diá­logo. Onganía reprime, interviene algunos sindicatos y aborta el mencionado Plan de Lucha. Declina la es­trella de Vandor. Surge un nuevo sector sindical, cono­cido como "participacionista" y liderado por José Alon-

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so y Rogelio Coria, que plantea una aún más estrecha relación con el poder militar.

En un país donde se aplica una cruda política económica, donde está prohibida toda actividad parti­daria, donde los claustros universitarios son regidos por una dura y retrógrada política represiva, donde los grupos corporativos (empresarios, jerarquía eclesiás­tica y parte de la dirigencia sindical) están en conni­vencia con el poder militar, comienzan a gestarse pro­fundos cambios sociales y políticos.

En este marco de crisis del sistema político, de los mecanismos de participación y regulación social, de la dirigencia sindical y de la izquierda tradicional, surge una "nueva oposición" política con un cuestionamien­to profundo al sistema y un planteo de enfrentamien­to frontal al mismo. A su vez, su presencia y su accio­nar contribuyen a profundizar la crisis de la que emer-gen.

Esta nueva forma de interpretar y ejecutar lapo­lítica, estos planteas de cambios estructurales por mé­todos violentos, comienzan a verificarse en todos los ámbitos de la sociedad argentina. En el sindicalismo surge la CGT de los Argentinos, con un programa fun­dacional (Programa dell de Mayo) de neto corte clasis­ta, y una postura antidictatorial, antipatronal y anti­burocrática. En la Iglesia Católica aparecen los Curas del Tercer Mundo y una infinidad de fieles que asumen la religión como una militancia para el cambio social. N o ven inconveniente de utilizar métodos violen tos pa­ra lograr dichos cambios y elaboran nuevas teorías donde se conjugan: nacionalismo, catolicismo y mar­xismo. El ámbito universitario, que había sido tradi­cionalmente punta de lanza en la lucha antiperonista,

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sufre un acelerado proceso de peronización. Reflejo, a su vez, de lo que venía sucediendo en amplios sectores de las capas medias. La izquierda tradicional-Parti­do Comunista y Socialista- estalla en mil pedazos, sufre divisiones, desprendimientos y crisis internas. Las bases cuestionan a su dirigencia las posiciones go­rilas y ven con creciente simpa tía los movimientos gue­rrilleros que se desarrollan en Latinoamérica.

El peronismo, que había quedado inerme des­pués del golpe de Onganía, comienza a acumular fuer­za a partir de su ala más radicalizada. El delegado per­sonal de Perón, Mayor Bernardo Alberte, cumple un rol fundamental en este sentido. Diversos militantes y grupos políticos, sindicales y de juventud van conver­giendo hacia un denominador común, que se conocería como Peronismo Revolucionario. Que más que un sec­tor estructurado es una línea de pensamiento en el se­no del Movimiento Peronista, que plantea adoptar mé­todos violentos para enfrentar a la dictadura y para lo­grar el objetivo histórico del "retorno de Perón y el pue­blo al poder". Como parte de esto surge el grupo de las F AP (Fuerzas Armadas Peronista::;), integrado por mi­litantes-y dirigentes de la Juventud Peronista, que re­aliza un frustrado intento de guerrilla en Taco Ralo, Tucumán, en septiembre de 1968.

Todo este proceso de acumulación de fuerzas que se venía produciendo en los distintos ámbitos, recién adquiriría dimensión de fenómeno social cuando el pueblo demuestra en las calles que estaba dispuesto a enfrentar a la dictadura. Y esto sucede el 29 de mayo de 1969, cuando miles de obreros,junto a estudiantes,

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activistas y algunos grupos organizados, le prenden fuego al proyecto militar en cientos de barricadas del Cordobazo.

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TESTIMONIO Jorge Rulli (Segunda parte)

Cómo se va desarrollando toda la estructuración de la JP a partir de mediados del año 60 en que nosotros caemos presos en el Conintes es una historia que conozco a medias, parcialmente. Lo que había sido la primera Mesa Ejecutiva de la JP había quedado totalmente desmembrada. Tuly Ferrari se había exiliado en México, a Tito Bevilacqua lo asesinan mien­tras hacía la colimba diciendo que se le había escapado un ti­ro estando de guardia, Spina, Gustavo Rearte y yo caemos presos. Bechy, Felipe Valiese y otros compañeros crean el Co­mando Insurrección y se apartan de lo que ellos caracterizan como prácticas autoritarias dentro de la Juventud Peronista, que comienza a estar hegemonizada por un lado por Cacho El Kadri y por el otro por Brito Lima.

Otro de los aspectos que se va a ir modificando a partir de los años 61/62, es la relación de los grupos de JP con los sin­dicatos. Lo que va a comenzar es una relación de dependen­cia de los grupos de Juventud Peronista con la estructura sin­dical. El que inaugura este negocio es Brito. El arma su base en el sindicato de la carne de Mataderos. A cambio de que su grupo de JP tenga local, dinero y viáticos, está a disposición de los dirigentes, para apoyar una huelga o para romper una huel­ga. El resultado es que se inaugura una nueva política de de­pendencia con diversos sindicatos en la cual se compromete la línea de la Juventud Peronista. Y va a surgir esta nueva JP que se sabe que responde a Mecánicos, Plástico, Metalúrgico, etc. El grupo de Cacho se rel;¡tciona con el Sindicato de la Cons­trucción. Cacho cae a fines del61 creo y entonces el grupo que él encabezaba queda peor, ya que era gente muy joven, muy

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inexperta y además muy duros, con una actitud muy rígida, muy sectaria. Y ahí se va imponiendo una nueva Juventud que dirige Brito Lima. También el grupo de Guardia de Hierro que empieza a crecer con el apoyo de la gente relacionada con el Comando Nacional, como Manuel Buceta y Saúl Hecker. To­do esto nosotros lo vemos desde adentro sin poder hacer prác­ticamente nada.

Los presos Conintes vamos saliendo en libertad a lo lar-go del año 63, algunos somos pasados a la Justicia Civil y los jueces nos liberan por falta de méritos y el resto sale un poco después por la amnistía. Nuestra salida produce una gran con­moción dentro de la Juventud Peronista, lo que origina que to­dos los grupos se autoconvoquen en una asamblea donde se elige un triunvirato que sería la dirección de la JP.

Está compuesto por Spina, El Kadri y yo. En la asamblea están todos los grupos, incluso Brito Lima. Ahora bien, esta asamblea de grupos elige este triunvirato que les es común a todos pero después, en. la práctica, cada uno se va con su gru­po y nosotros tres quedamos mirando para abajo y no había na­da, excepto los amigos. Este triunvirato dura muy poco y nos peleamos. Los que nos peleamos a put'letazos somos Spina y yo . Para decir la verdad mi bronca era con El Kadri, pero el que da la cara y se pelea conmigo es Spina. Yo con Cacho había tenido una muy buena relación, muy paternal de parte mía, lo que pasa es que esto se jodió mucho cuando, estando yo en cana, él se enfrenta a la que después va a ser mi mujer. Bechy fue una militante brillante, una tipa muy capaz y fue la prime­ra directora de la revista "Trinchera" (el primer órgano oficial de la JP). Cacho se enfrenta políticamente con Bechy y se enfren­ta muy duramente, desplazándola inclusive de la revista. En el triunvirato se dan las consecuencias de un debate no esclare­cido y vuelven a plantearse las mismas diferencias, pero aho­ra conmigo. El Kadri tiene las cosas muy claras: la Juventud Peronista es un ejército armado; y yo tengo las cosas muy cla­ras : la Juventud Peronista es una organización de masas pa­ra la lucha de calles, y punto. A Spina le gustan los fierros y en-

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tonces adhiere a eso de que cada joven peronista tiene que te­ner su fusil. Esto puede ser un discurso teórico y entonces no hubiera pasado nada, pero qué pasa .. . surge un personaje que es HéctorVillalón, Delegado Insurrecciona! de Perón, que abre las posibilidades de tener un fusil para cada joven peronista. Cacho y S pina viajan a Montevideo a entrevistarse con Villalón, sin avisarme nada. Según lo que me dijo posteriormente Villa­Ión viajaron con un tercero que dijo ser yo. No me consta y sos­pecho que no es verdad, pero sí creo que ellos dos viajaron con otro más y que Villalón pudo suponer que era yo. Entonces, se­gún Villalón, él se entrevista con el triunvirato de la Juventud Peronista que se compromete a tener una política armada al servicio de la nueva estrategia insurrecciona! que se está orga­nizando desde Madrid para el retorno de Perón en el año 64. Cuando ellos vuelven a Bs. As . tenemos una reunión y me informan de estos compromisos que adquirieron. Yo me suble­vo y les digo que no los acepto de ninguna manera, que no voy a permitir que conduzcan al muere a la Juventud Peronista, que produzcan una matanza de cuadros. Y como pretenden imponérseme nos vamos a las manos, me peleo muy duro con Spina, por primera vez pues teníamos una relación fraternal, incluso de mi parte hasta filial, porque él era mayor que yo y co­mienzo a militar con él desde la primera hora y se rompe ahí a los puñetazos y terminamos. Yo convoco a una asamblea de grupos de la Juventud Peronista y renuncio. Sin poder aclarar todo esto excepto en las grandes líneas, porque no los podía delatar a ellos pero tampoco me podía hacer cargo de lo que suponía iba a terminar en una matanza.

Después de presentar mi renuncia busco un contacto, viajo a Montevideo, hablo con este señor Villalón y le explico to­do esto. Entonces él me dice que creía haber hablado conmi­go también. Le digo, bueno yo ya renuncié a Juventud Peronis-

. ta, me parece criminal que se armen a los cuadros de JP, si va­mos a practicar la lucha armada tiene que haber un organismo específico para la lucha armada, pero Juventud Peronista es otra cosa y por no serlo fuimos ya a la cárcel, pasamos tortu-

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ras y esto no puede repetirse. Y entonces me dice, bueno, hay una organización para la lucha armada. ¿Cuál es? Las FAP, me dice. O sea, a mí me hubiera gustado trabajar en Juventud Peronista, pero como Juventud Peronista quiere trabajar en la lucha armada, no me queda otra que trabajar en la lucha arma­da en serio y entonces paso a conducir FAP en la Capital Fe-deral y Gran Bs.As.

Mientras tanto, Spina y El Kadri se lanzan a armar una estructura nacional de la Juventud Peronista. Cacho viaja por todo el interior y crea el MJP (Movimiento de Juventud Peronis­ta). Para esta tarea contaban con mucho dinero, no sólo el que tes pasaba Vi liatón sino que te van a pedir ayuda a Vandor y és­te se las da por demás complacido, y ahí empieza el problema. El razonamiento aparente de ellos era que trabajaban para el peronismo y no para Villalón y entonces lo van a ver a Vandor, que aporta dinero para hacer un Congreso de la Juventud Pe­ronista. Cuando Villalón se entera los excomulga. Dice, yo tos mandé a hacer esto y ahora se ponen aliado de Vandor. A lo que El Kadri y Spina le responden: aah no, nosotros somos pe­ronistas, nosotros nos movemos con todos los sectores, que­remos hacer una revolución. Villalón dice: pero no, Vandor es el enemigo, yo tes doy dinero y después le van a pedir dinero a Vandor, entonces estos juegan a dos puntas. Una cosa terri­ble, siniestra, yo me margino totalmente. Pero a nivel de Juven­tud Peronista entonces Vil talón nombra a otro tipo, que es Gus­tavo Rearte. Gustavo crea la JRP (Juventud Revolucionaria Peronista) y le va a dar batalla al MJP de El Kadri y SpiTla en el Congreso de Tucumán. Es decir, a esta altura del enfrenta­miento y del quilombo, Spina se había ido abriendo y el choque se da entre Cacho y Gustavo. Ahora bien, este enfrentamien­to que se da a nivel de JP no era más que la expresión de las dos fracciones que entran en colisión en el seno del peronismo en 1964. Por un lado Vandor y todo el aparato sindical y por el otro Vi liatón que debía implementar la estrategia insurrecional eleborada desde Madrid para desembocar en e1 Operativo Re­torno. Vi liatón aparece con una credencial que lo identifica co-

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mo delegado insurrecciona( de Perón. El "viejo" utiliza a este personaje para conseguir el financiamiento de Cuba y montar todo este operativo. Perón le hace un contacto con los cubanos para que este hombre, que era un comerciante internacional,

· un relacionadorpúblico, consiga algunos negocios. Fidelle pa­sa la exportación de tabaco y Vi liatón se queda con una comi­sión que es mucha, mucha mosca. Con esa mosca el tipo se empieza a mover e instala el Comando Insurrecciona( en Mon­tevideo. Cuando yo rompo con el triunvirato y viajo a Montevi­deo, conozco a este señor en un hotel de cinco estrellas. Sa­limos a caminar por la playa y me explica todo el plan insurrec­ciona(: se iban a instalar arsenales en lugares inhóspitos, se iban a formar grupos rurales, semi rurales y urbanos, y en un momento dado se iba a desencadenar un proceso de alza­miento generalizado con una huelga general, acciones en las

' ciudades, apoyo de algún sector del ejército, etc. En función de este plan es que armamos un-aparato nacional, una coordina­ción de grupos insurreccionales de todo el país. Estas son las FAP que actúan como el aparato clandestino del MRP (Movi­miento Revolucionario Peronista), que dirigía Pancho Gaitán. Yo era el encargado de centralizar toda la información de todos estos grupos acá en la Argentina. Recibía la correspondencia de todo el país y sin leerla la pasaba a Montevideo y de ahí se­guía a Madrid. Recibía de todos los puntos del país y toneladas, me consta que había un trabajo ciudad por ciudad. Yo estoy a cargo de las FAP en Capital y el conurbano y armo todo un dis­positivo con Magin del Carmen Guzman y otra gente de la Re­sistencia. Lo rastreamos por el continente y ubicamos a Clau­dio Diego Francia que había sido líder de la Resistencia y man­damos gente para planear su fuga de una cárcel de Ecuador. Empezamos a recuperar y a reclutar gente con el objetivo de largar la lucha armada. Organizo como quince o veinte grupos compartimentados y les doy clases grupo por grupo. Elabora­mos un informe y un presupuesto con todo lo que necesitamos y lo mandamos a Madrid. Pero ni la guita ni las armas que pe­dimos llegan nunca, lo único que llega es la posibilidad de ha-

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cer un viaje a China. Ahora bien, ¿cómo venía el tema éste del viaje a China?. Un tiempito atrás se había destapado el asun­to del asalto al Policlínica Bancario y a la mayoría de los mu­chachos de Tacuara los meten presos, pero el gordo Joe Bax­ter se logra escapar a Montevideo. Ahí se relaciona con el co­mando nuestro y corno era un tipo muy capaz y no tenía nada que hacer le empiezan a dar tareas ... un terrible error político. Una de las tareas que le dan es el de las relaciones internacio­nales, va a representar a todo este movimiento a un encuen­tro en Vietnam. A partir de esto se relaciona con los chinos y consigue una invitación para que viaje una delegación. Cuan­do viajo a Montevideo me doy cuenta que Baxter ha utilizado estos contactos internacionales en beneficio suyo y de sus compañeros. Trato de neutralizar esto y de que a China viaje gente peronista, pero como Baxtertiene los contactos hay que negociar y al final viajamos tres peronistas y cuatro de Tacua­ra. Por el grupo de ellos va Baxter, José Luis Nell, uri petiso que le decían "Pata" porque siempre tenía un olor insoportable y que años más tarde fue parte de la dirección de las otras FAP, después de Taco Ralo, y otro más que ya no me acuerdo el nombre. A China viajamos a hacer relaciones diplomáticas y a recibir entrenamiento. Vamos a presentar el peronismo, a ex­plicarlo a los más altos niveles de conducción que no tenían la menor idea, damos conferencias, charlas y más que recibir ins­trucción, ellos nos cuentan y nos explican todo el proceso de la revolución china. Lo vivimos en la práctica, no como una ilus­tración teórica. Hacernos y ponemos en práctica todo lo que ellos hicieron, de una manera rápida, y recorremos China todo en un par de meses de una forma muy intensa. Cuando volve­mos regresamos por Europa y en Suiza Villalón rompe las re­laciones con el grupo de Baxter y les corta los víveres. Ellos vuelven a Montevideo y ahí se relacionan con el incipiente gru­po de los Tupamaros y comienzan otra historia en la cual a muy corto plazo Baxter aprovecha las relaciones con los Tupama­ros para organizarse un viaje a Cuba y ahí se queda.

Cuando volvemos del viaje me encuentro con una serie

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de hechos políticos que está impulsando Villalón y con los cua­les no estoy de acuerdo, por ejemplo la creciente influencia que le estaba dando a Mario Valotta que era el director del diario "Compañero", al que Villalón asume como el órgano ideológi­co y propagandístico del Movimiento. Cuando le encomienda a Valotta gestiones en el más alto nivel doctrinario yo me opon­go y dentro de la jerarquía que tenía le digo que yo no acato. Cuando al poco tiempo se crea el MRP (Movimiento Revolucio­nario Peronista) nosotros apoyamos pero no participamos. Yo manifiesto mi disentimiento con el MRP porque es crear una fracción dentro del peronismo y sigo desarrollando mi tarea dentro de FAP en función del inicio de la lucha armada, que veo que se va postergando indefinidamente. Eran puras promesas, no nos llega nunca el dinero, no nos llegan nunca las armas prometidas y todo el dinero en cambio va para el MRP. O sea, que poco a poco voy viendo que todo él esfuerzo y todo el di­nero está comprometido en la lucha interna del peronismo. Y en función de esta lucha interna y de un terrible sectarismo, Vi­llalón que tenía el apoyo de la conducción y el retorno de Pe­rón en sus manos, va cometiendo sucesivos errores y ence­rrándose solo en una política sectaria y en vez de tener el mo­vimiento peronista termina formando el MRP, que es un grupo, y lo pone al frente a Gustavo Rearte que para ese entonces te­nía un discurso delirante y lo pone al frente ideológico a Valot­ta que es un tipo que no es peronista, venía de la UCRI creo. En esta política de locos, nosotros empezamos a poner distan­cia porque vemos que va todo al fracaso. Y cuando realmen­te fracasa, Perón cambia de montura y pone su regreso en ma­nos de la burocracia sindical. Se lo ofrece a las 62 y el vando­rismo arma el operativo retorno, pone la patota que termina en una gran payasada cuando detienen el avión en Río de Janei­ro. Pero por lo menos Perón "salva la ropa".

A partir de todo esto yo me doy cuenta que nunca hubo una real intención de iniciar la lucha armada, que Villalón lo úni­co que tuvo fueron intenciones políticas personales y que jugó el aparato de la lucha armada en función de una interna del M o-

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vi miento. O sea, que armó un dispositivo de lucha armada na­da más que para seleccionar la mejor gente del peronismo y volcarla a la interna. Porque en ese momento vos levantabas la bandera de la lucha armada y venía la mejor gente. Ahora bien, yo quería hacer la lucha armada contra los militares no contra Vandor. Yo tenía claro quién era Vandor pero también teníamos claro la consigna de la unidad en la acción, pensába­mos que a Vandor lo derrotábamos peleando contra el enemi­go común.

Nosotros mantenemos nuestro grupo y continuamos con nuestro trabajo de organización sin ninguna relación con Villalón pero éste, si bien había caído muy bajo y estaba muy desprestigiado, seguía urdiendo cosas y como ya no tenía a quien joder se dedica a1jodernos a nosotros. Hace su reapari­ción en 1966 y en vez de venirse a entrevistar conmigo que era la dirección de todo este grupo empieza a disputarme la gen­te. Entonces va a visitar a los compañeros que estaban en el aparato de informaciones, después a los que estaban trabajan­do en el ámbito universitario ... Los compañeros me avisan: mi­rá, dijo que la semana que viene va a volver a visitar nuestra ca­sa. Ese día le caímos todos. Bueno, le dije, ésta es la oportu­nidad de hablar de frente, vos me andás evadiendo, andás vi­sitando mi gente y entonces yo vengo aquí para que converse­mos, para que digas qué es lo que querés, qué te proponés, porqué hace más de un año y medio que no tengo ninguna no­ticia orgánica tuya, me mandaste un regalo cuando nació mi hi­ja, sos muy caballero, yo reconozco que sos un gentleman pe­ro resulta que vos eras conducción de un proceso revoluciona­rio. Y empezó con las explicaciones, a dar vueltas, un gran es­tafador, un gran vendedor de buzones. Yo le dije, mirá para tu suerte no somos Brito Lima si no te hubiésemos roto la cabe­za a cadenazos, pero esto se termina ya, tendrás que definir qué es lo que vas a hacer de ahora en más y yo propongo que nuestro camino se separe del tuyo. Ahí mismo se definió la co­sa y hubo gente que se quedó con él y otra que se quedó con­migo. Pancho Gaitán y todo su grupo quedó con Villalón. No-

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sotros seguimos trabajando como FAP y logramos un desarro­llo bastante importante, aunque estas FAP nunca llegaron a actuar. Es decir, actuaron pero nunca plantaron su sigla en nin­guna pared. Pero si bien nunca había salido a la luz tenía su re­conocimiento en la militancia peronista. Tal vez es por esto que los compañeros que más tarde se organizan y deciden comen­zar la lucha armada en los montes tucumanos1 en Taco Ralo, retoman como propia esta sigla que ya pertenecía al patrimo­nio del Movimiento Peronista. Pero éste es un proceso que yo no viví de cerca ya que caigo preso en el 67, justamente ac­tuando como FAP.

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DOCUMENTO JORGE RULLI:

Entrevista de Eduardo Galeano

. A los pocos días que Jorge Rulli recuperara su libertad a · fines de 1967, el escritor Eduardo Galeano le realiza una conmo­vedora entrevista que fue publicada en la revista "Che Compañe­ro" Nº 2, de abril de 1968 y posteriormente reproducida en el "Libro Negro de la Casa Rosada", editado en 1969 por la Comi­sión de Familiares y Amigos de Detenidos (COFADE):

"Me hace mucho daño recordar", declara Rulli. Sin embargo, sabe que al denunciar lo que le hicieron sirve a la causa de la dignidad del hombre, de todo hombre. ~

Después de contar cómo lo arrestaron, hiriéndole una pierna con una bala, dice que fue llevado primero a un hospital, donde se la sacaron. "Pero en seguida el médico me entregó a los policías". Lo meten en una camioneta de la comisaría. Siete policías van allí riéndose por lo que le espera: "Vas a la máquina, pibe; te vas a arrepentir de muchas cosas". Llegan a la comisaría de Ramos Mejía. Allí unos veinte agentes lo rodean. Empieza el "peloteo" de preguntas

y golpes. "Me sentía muy cercado, muy deprimido, muy perdido. Eso,

muy perdido. Y, sin embargo, al mismo tiempo, me sentía muy fuerte. Quiero decir que me sentía con mucha mística, con un fanatismo -cómo decir-, religioso, aunque a la vez me sintiera físicamente solo y perdido, y sin esperanzas, muy seguro de que iba a la picana. Te digo que me sentía muy fuerte porque me di cuenta de que debía recobrarme, recobrar mi dignidad, conquistar terreno para poder estar fuerte después, en lo que vendría".

Por un momento se detienen. Se van todos los agentes. Al irse, dan la orden de empezar el "ablandamiento". Rulli está en calzonci-

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llos y camiseta, con la camisa desgarrada, las manos ligadas con vendas, descalzo. Chorrea sangre de la cabeza vendada.

"Como siempre, había unos "duros" y otros "blandos". Era como si discutieran entre ellos. Uno me decía: "¿Cómo podés esperar algo de Perón, luchar por ese monigote?", mientras el otro me gritaba que yo era un hijo de puta por ser peronista. "No seas tonto --decía uno-, notedejés utilizar,quePerónestámuycómodoallá. Vive muy bien, mientras vos te sacrificás aquí", y el otro insistía en que todos los peronistas son unos hijos de puta terroristas, asesinos de pobres policías quede jan familias detrás. "No, no-le respondía el tercero­; todos los peronistas no son iguales, mirá que no; yo también era peronista, pero éste qué va a ser peronista, éste no es peronista, éste es un terrorista; un asesino es". Y el primero insistía: "Si vos sos peronista, para qué te arriesgás así. ¿No ves que estás haciendo de idiota útil?".

Todo esto duró una hora, más o menos. Mientras hablaban, me pegaban con los cantos de las manos en la nuca, en los riñones, en el maxilar; me pegaban permanentemente, al ritmo de la sorpresa; cuando esperaba el golpe de un lado, venía del otro; cuando me daba vuelta, lo recibía de atrás. No dejaron de hablar ni un segundo. Tampoco dejaron de pegar. Buscaban todas las variantes de quiebra de la conciencia política. Toda la tortura era para eso. Buscaban la quiebra moral, no la información". ·

Rulli alcanza a decirles que no van a conseguir nada de él. "¿Sabés adónde te vamos a llevar?". "Sí, claro que sé". "¿Por qué?" "Porque no soy el único; esto le ha pasado a mucha gente y sé lo que me va a pasar. Me va a pasar lo de Felipe Valiese. Porque yo tampoco voy a poder aguantar". Le dicen que no se preocupe, que va a aguantar todo lo que ellos quieran que aguante, que "para eso llevamos médicos a la tortura". Entra entonces el oficial. "Escuche, superior -le informan- ¿Sabe lo que está diciendo? que lo único que le pide a Dios es quedarse muerto en la tortura para comprometernos y que nos procesen a todos". Una nueva lluvia de insultos cae sobre Rulli, una nueva lluvia de golpes.

"Me vendaron los ojos y me metieron en una camioneta. Yo iba tendido en el fondo, con los pies de los tipos encima. Me di cuenta

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de que íbamos a lo lar~o de la avenida 25 de Mayo porque recorrimos todo el corso de Carnaval. Se escuchaban las risas de la gente, los estribillos de las murgas, un ruido de matracas y cornetas. Ellos me decían: "Escuchá cómo se di vierten los demás. Este es el último corso que vas a escucharen tu vida". Eso me hacía daño. Cuando me bajaron del coche, pisé pasto. Pensé que estaba cerca de una vía. Me dispuse

a recibir el balazo". Lo entmn en una casa. "No hagas ruido que vas a despertar a

los nenes", dicen las mismas voces, para que crea que no se encuentra en un local policial. Torpemente intentan confundirlo. "Este lo que no sabe es que no somos los mismos de antes", comentan entre sí en un tono audible. Lo llevan a ratras hasta una cama. Escomó flotar en el aire. Rulli tiene conmoción cerebral. Lo acuestan sobre el elástico y le atan los brazos y las piernas, no sin antes cubrirle las muñecas y los tobillos con muñequeras de goma. Terminan de romperle la camisa. Rulli siente que le atan un lacito en el segundo dedo del pie derecho; en el otro extremo del cable está la picana. Prenden la radio a todo volumen. Le pincelan el pecho con agua, a la altura del comzón, y se abren entonces las puertas del infierno.

' "No podía gritar porque me habían puesto una almohada o un trapo, no sé, en la boca. Me picaneaban en el corazón, en la entrepierna y en Jos órganos sexuales. Esas descargas de electricidad te desgarran la carne de a pedazos. Una hipersensibilidad, que sólo podés tener en circunstancias como éstas, me permitía reconocer las voces. Identifi­qué a los cuatro todo el tiempo, en cada momento, como si los estuviera viendo. Tenía los nervios a flor de piel. El que me picaneaba era un anormal, una hiena. Se reía todo el tiempo. Antes de empezar, dijo: "Qué lástima que lo tenemos que picanear en seguida. Cómo me hubiera gustado romperle el culo primero, ya que está atadito, así". Lo repitió varias veces, de diferentes maneras. Esta es la peor humilla­ción que te puedas imaginar. Estuve varios meses sin contárselo a nadie. El asunto se me repetía, como una obsesión, después, en las

pesadillas del hospital". Otro maneja la mdio y el aparato genemdor. Un tercero está en

comunicación telefónica permanente con la policía de la capital, que está torturando a otro compañero al mismo tiempo. El cuarto, el jefe,

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sentado a un costado de la cama, pregunta y anota las respuestas. Rulli niega. "No les da vergüenza hacer todo esto". Picanean, otorgan unos segundos de reposo para que recobre la respiración y la voz, pregun­tan, vuelven a picanear y así sucesivamente: quién mató al policía, quién robó el arma, quién robó el coche, hacéte cargo de eso, reconocé, danos nombres, una lista de nombres, en qué andabas, con quiénes trabajás, cuáles son tus contactos, dónde se reúnen, adónde ibas, de dónde venías; un Peugeot blanco, vos tenías un Peugeot blanco, reconocélo; quién hizo esto, quién hizo esto otro, quién tiroteó el cuartel, un coche colorado; tu compañero habla de un coche colorado; hablá, te conviene habl&; el otro está hablando, el otro dijo todo, no seas gil, no te hagas el mártir, hijo de puta, hablá.

"Buscaban una punta de madeja a partir de la historia falsa del policía muerto. Donde aflojara cualquier cosa, iba a empezar a largar y no iba a poder detenerme más. Si consentía una tontería, de ahí iban a sacar otras preguntas para hacerme delatar gente y datos del Movimiento. Ahora me sorprende la frialdad que tuve, esa cosa muy fría en el fondo mío que me permitió razonar en medio de la locura que era aquello. Yo había conversado con mucha gente torturada, cuando había estado en la cárcel. Algunos tipos tratan de no plantearse este problema, no lo asumen, pero yo sabía que en cualquier momento podía ocurrirme. Aprendí que un tipo en manos de la policía puede defenderse, puede hacer un plan y cumplirlo, que es posible engañar al enemigo, pelear contra él, combatirlo incluso en una mesa de tortura. Sentía a aquellos hombres tratando de romperme, de quebrar-, me la conciencia, y medía todo, sabía todo, estaba más lúcido que nunca. Sabía que mi relación con mi mujer se hubiera terminado. Mi relación con mi propia hija se hubiera terminado. Mi relación con los compañeros. No hubiera podido mirar más a la cara a ninguno. Y que como hombre no iba a servir nunca más para nada. Eso me protegió mucho. Descubrí que callándome tenía todo por ganar. Y si hablaba, perdía todo. Todo".

Rulli especula con el cansancio de ellos. El interrogatorio no puede durar eternamente. Trata de ganar segundos de oro. Varias veces anuncia que va a hablar. La tortura se interrumpe. Entonces, vacilando, dice: "Esteee ... bueno, ¿de qué quieren que les hable?". La

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tortura recomienza. "La electricidad me hacía saltar como enloquecido. Las con-

torsiones me hincharon a reventar las manos atadas y me provocaron una lesión de columna; los movimientos convulsivos, el golpeteo de la cintura contra la cama, fueron más de lo que la columna podía soportar: se me aplastó un disco".

Las contracciones dejan al torturado sin aliento. Rulli acentúa el efecto que producen: cada vez que le aplican la picana al corazón, queda duro, sin respirar, arqueado. "Sacala, sacala, que no respira". Le liberan la cara y le empiezan a golpear el estómago; Rulli larga el aire como si recién despertara. Pero pronto esta pequeña trampa se hace imposible: le picanean los testículos, cada vez, para ver si reacciona. Al final ya no reacciona. Ya no se propone quedar sin respiración. Simplemente, queda sin respiración. La picana ya no lo mueve. Lo desatan, cae, se agarra de la cama al caer. Entonces advierte que se trata de una cama de hierro con patas en V, como las de la policía.

"Dos noches y dos días pasé después en un pequeño cuarto de la comisaría, rodeado por una docena de agentes que se turnaban para golpearme, insultarme, amenazarme, humillarme: "Yo no sé, éstos de la Federal cómo son tan imbéciles, cómo lo capturaron con vida; en vez del balazo en la pierna debían haberle metido una bala en la cabeza; porqué no habréestadoyoenel procedimiento". Me escupían en el pecho y en la cara. Cargaban las armas delante de mí y clic, ga­tillaban: "Ah, tenés miedo". Cargaban y recargaban las armas todo el tiempo. Uno agarró un cuchillo y se me tiró encima, mientras otro me agarraba de los brazos: me empuñó los testículos y se puso a jugar con el cuchillo diciéndome que me los arrancaría de un tajo. No me permitían orinar. Tampoco me daban nada de beber ni de comer. Estaba enloquecido por el sufrimiento de la sed".

Después Rulli se salva por casualidad. Guiada por una confi­dencia, su esposa aparece en la comisaría, toma a los policías por sorpresa: no atinan a negarle que él está allí. Pudo ser internado y después de muchos tormentos comparecer ante la justicia. La Cámara de Apelaciones, ante una sala repleta de compañeros, decreta la libertad de Rulli por falta de mérito.

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ANDRES CASTILLO

El "gordo" Castillo es un representante genuino de lo que él denomina los "cruces" típicos del peronis­mo. Gente que ingresa por una punta del amplio arco ideológico que abriga el Movimiento Peronista y con­cluye en la otra. De izquierda a derecha y de derecha a izquierda se dan los cruces, como un ingrediente casi necesario del folklore peronista.

Andrés empieza su militancia en la Juventud Pe­ronista, transita por Tacuara, participa en el grupo de JP de la UOM y organiza el Movimiento N u e va Argen­tina. "Estábamos a la derecha de Brito Lima", define gráficamente. Pero también explica cuáles fueron los elementos que incidieron para que él junto a amplios sectores del Movimiento hayan· tenido "una corrida a la izquierda" a fines de los 60. Participa junto a Rodolfo Galimberti en la conformación de la JP Regionales, integra la Tendencia y desde una intensa militancia en el gremio Bancario es uno de los fundadores de la JTP (Juventud Trabajadora Peronista) e importante pro­pagandizador de la organización Montoneros.

Después del golpe militar del 76 es secuestrado y permanece detenido-desaparecido en la ESMA (Es­cuela Mecánica de la Armada) durante varios meses. Es uno de los pocos que posteriormente emergen con vida de ese centro de detención clandestina. De allí parte a España donde permanece hasta el arribo de la

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democracia. A la vuelta del exilio se reintegra a su antiguo puesto de trabajo en la Caja Nacional de Ahorro donde actualmente participa de la Comisión Interna Gremial.

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TESTIMONIO Andrés Castillo (Primera parte)

Yo nací en Villa Urquiza, en el barrio Presidente Perón, un barrio donde hasta los perros eran peronistas. Cuando vino el golpe del '55 -yo tenía 13 años- nosotros sentimos que el mundo se nos daba vuelta y una terrible agresión por el solo hecho de ser peronistas o de vivir en un barrio peronista. Pasaban los autos y nos provocaban, gritaban cosas, nos insultaban. Ahí nos empezamos a organizar con los chicos de mi edad, preparamos hondas y cuando venían los recibíamos a pedradas. Después comenzamos a hacer las primeras pintadas por el barrio y esa fue mi iniciación militante.

La primera conexión con otra gente es con un grupo que aparece, que se llamaba J. de P. (Juventud de Perón). Noso­tros no teníamos ni nombre ni nada. Es la primera relación que tenemos, no digamos orgánica en los términos de ahorá, pero en ese entonces para nosotros era una cosa totalmente orgánica. Habrá sido en el año '57; nos empezamos a conectar con compañeros de otros barrios, lo conozco a Dardo Cabo, a otro muchacho Infante que ahora está desaparecido y a una persona que con el tiempo supe que era Rulli.

Se hacían reuniones donde se realizaban algunos acuerdos. Yo te aclaro que por mi edad escuchaba lo que se decía y después salía a pintar, o sea los acuerdos eran para pintadas. Se hacían pintadas comunes con la firma J. de P. Nosotros íbamos a esas reuniones y venían algunos compañe­ros, medio clandestinos, que no sabíamos quiénes eran y entonces vos creías que era una cosa organizada; mi fantasía era que todo era perfecto, que la vuelta de Perón era una cuestión de meses.

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En el barrio no me acuerdo quién de nosotros se conec­ta con grupos nacionalistas y tenemos contacto con Tacuara. Casi todos los chicos del barrio entran en Tacuara. Yo no entro por alguna discusión, pero era simpatizante, por llamarlo así.

Tacuara levantaba la violencia como elemento de mili­tancia y para nosotros era una cosa buenísima, algo en lo cual creíamos. A partir de esto cae entre nosotros una serie de bibliografía, incluso fascista; leemos a José Antonio Primo de Rivera y tenemos una corrida hacia la derecha sin saber lo que era la derecha ni qué era el peronismo, ni la izquierda, ni qué era nada.

El jefe de Tacuara era Alberto Ezcurra. Era un jefe de negociación entre los distintos sectores que estaban en Tacua­ra -algunos netamente gorilas- que hacía que muchas veces tengamos problemas de piel con ellos, ya que nosotros seguíamos manteniendo nuestra identidad peronista.

Nos integramos por el tema del nacionalismo, de la vio­lencia, por el tema de la verdad de los puños y las pistolas por encima de lo racional, que prendía en nosotros. Yo, en reali­dad, nunca me integré orgánicamente a Tacuara pero estuv.e dando vueltas alrededor, quiere decir que iba a reuniones, a los actos, acompañaba.

Para el año '60 Tacuara crea una colateral que se llamaba Brigada Sindical Peronista, y realiza su lanzamiento en público en un acto que hace la C.G.T. en Parque Lezama.

La Brigada viene trabajando subterráneamente, pre­parándose y evidentemente toda la gente que entraba era peronista. Se suponía que iba a hacerse un trabajo sindical hasta que un día aparece en un acto público delante de la C.G.T. con un volante reivindicando a Perón. Esto provoca la ruptura, Tacuara no se lo banca.

El jefe de la Brigada Sindical Peronista había sido puesto por la dirección de Tacuara, no obstante rompe y se va con los peronistas. Este grupo se cambia de nombre y así se crea el Movimiento Nueva Argentina. Ahí me integro yo, y me vuelvo a reencontrar con Dardo Cabo pero ahora compartien-

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do el mismo ámbito de militancia. La invasión a Cuba produce un quilombo muy grande en

Tacuara; viene una gran discusión interna en la que no logra definirse porque hay gente que está a favor de la invasión por el tema del anticomunismo y gente que está en contra. Hacen un comunicado totalmente negociado donde Tacuara dice que si bien está en contra del comunismo también está en contra de la invasión, por la libertad de los pueblos. Se produce una fractura por derecha y se forma la Guardia Restauradora Na­cionalista.

Por otra parte, dentro de Tacuara se estaba generando una discusión por izquierda que es la del grupo encabezado por Joe Baxter, José Luis Nell y Jorge Cafatti y muchos de los muchachos eran peronistas, pero cuando nos vamos con la Brigada nos vamos peleados con ellos porque nosotros les exigimos a los peronistas de Tacuara que se vayan con nosotros, y no se van, con distintas justificaciones, y quedamos peleados. ·

Después vemos que en realidad ellos estaban haciendo otro trabajo, por abajo, más que nada en el tema de la milicia de Tacuara. Ellos controlaban la milicia, que era por donde pasaban los fierros. Venían juntando guita y fierros por zurda de Tacuara. Nosotros le venimos a acelerar la fractura, una cosa así.

Después del asalto al Policlínico Bancario, que es la acción más espectacular que realizan y de la que se llevan un paquete de guita, todo este grupo se separa de Tacuara y crean el MNRT (Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara). Esto sucede a fines del '63, principios del '64. Ya para ese entonces se puede decir que este grupo nos pasa por la izquierda, aunque esto no era muy difícil ya que poco a poco Nueva Argentina se va colocando a la derecha de todo el espectro político. Estábamos a la derecha de Brito inclusive, con eso te digo todo.

Nuestra relación con distintos sindicatos fue permanen­te. Primero trabajamos con Pereyra de la Construcción y

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JI

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también con los telefónicos, pero a partir que Armando Cabo -el padre de Dardo- sale de la cárcel después del Plan Conintes establecemos una estrecha relación con la UOM, y ahí nos quedamos. Para nosotros la relación con los sindica­tos , además de que nos bancaran, tenía una doble atracción. Por un lado, sentirse aliado de la clase trabajadora; y por otro, el tema de la violencia , el poner caños, soñábamos con poner caños. En este sentido Armando Cabo fue nuestro maestro. Porque no hay que olvidar que en ese momento los sindicalis­tas hacían las dos, ponían caños y h'acían sindicalismo. Esto es una cosa que a veces no es comprendida, pero todos ellos fueron combativos-desde Vandor hasta Coria~. Todos ellos fueron parte de la Resistencia . La Resistencia la hizo el movimiento obrero, que no quepa la menor duda. Después, ganaron las elecciones en los sindicatos y muchos de ellos cambiaron .. . "Este es un asunto distinto, hay que negociar", y para algunos no hubo límites para negociar.

Nuestras relaciones políticas en ese momento eran con Brito y con la UOM. En toda esa etapa se da una estrecha relación con el sindicato metalúrgico, quedamos muy pegados, nos fue tragando. Eramos como la JP oficial de la UOM. Ellos nos pagaban los volantes, nos tiraban unos mangos y todo lo que hacíamos lo hacíamos con la guita de la UOM . A tal punto se da la relación que nosotros entramos en las peleas internas de los metalúrgicos; por ejemplo, el17 de octubre de 1963 hay un acto en Plaza Once y nosotros vamos a hacer quilombo para no dejarlo hablar a Paulina Niembro. Ya ni me acuerdo por qué había surgido el problema. En ese momento nosotros éramos un grupo fuerte que movilizábamos más de doscientos com­pañeros y con todo el tema de la simbología de la derecha usábamos camisas azules, cachiporras , etcétera.

Ese día del acto nosotros llegarnos tarde a propósito y lo primero que hicimos fue agarrarnos a cachiporrazos con la gente de Brho. Se armó un quilombo bárbaro, se interrumpió el acto y mientras nosotros nos seguíamos pegando, Brito nego­cia con Dardo y nos dividimos el espacio debajo del palco,

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mitad para cada uno. Cuando le toca hablar a Niembro noso­tros no lo dejamos hablar; entonces viene Brito y nos dice que él no se mete pero que a su vez ellos no van a dejar hablar a no sé quién otro.

La división de aquella época entre algunos grupos de JP era según con qué dirigente o con qué sindicato estabas. Nosotros estábamos con la UOM, Cacho El Kadri estaba con la Construcción, Norma Kennedy estuvo un tiempo en SMATA y así otros. En nuestro casó, éramos un grupo totalmente independiente que no coordinábamos nuestra actividad con la de otros grupos. Recién en el '63 cuando se crea el MJP comenzamos a asistir a algunas reuniones que se hacían en el sindicato de los telefónicos. En ese momento ya nos habíamos integrado al Movimiento Nueva Argentina. Sin embargo, con este grupo siempre mantuvimos algunas diferencias internas; por ejemplo, junto con Dardo Cabo planteábamos que el único Movimiento era el peronista y por eso, cuando hacíamos alguna pintada, la firmábamos como Juventud Peronista, Comando Nueva Argentina.

Antes de esto - en el60/61- todos los dirigentes de JP fueron presos con el Plan Conintes; el único que quedó fuera fue Brito Lima y entonces nos relacionamos con él y tenemos una militancia de acuerdos. Después, cuando él crea el Comando de Organización, nos distanciamos un poco porqUe cada vez que íbamos a discutir con ellos Brito planteaba que los grupos tenían que mandar sus representantes. Y había veinte o treinta representantes que eran todos "falopa", eran todos de él ; nosotros queríamos discuti r uno a uno, no veinte a uno y entonces nos peleamos.

Pero hay que reconocer que Brito engancha mucha gente en los barrios, grupos "naturales" de JP, que él los "bau­tizaba", les daba un ámbito de discusión dentro del Comando y ya quedaban incorporados a su estructura. El grupo más importante de JP en ese momento era el de él. Se puede decir que tanto ellos como nosotros hacemos una corrida hacia la derecha.

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Después viene el Plan de Lucha del '63/64; la UOM va al frente y nosotros desarrollamos una gran actividad. El Plan de Lucha generó un fenómeno muy grande en el movimiento obrero. Todo el tema de las tomas de fábrica fue una experien­cia muy rica que después sirvió para otras cosas; el grupo nuestro apoyó todo esto, actuando de alguna manera como "la pesada" de la UOM. En las tomas de fábrica nosotros ayudá­bamos a apretar a la guardia, cerrábamos las puertas y de ahí no salía nadie. Arengábamos a la gente y en general estaban todos de acuerdo con la ocupación, pero si alguien no lo estaba, tampoco se animaba a decirlo.

El Plan de Lucha es asumido por todo el mundo. En ese momento Vandor era el líder, pero con la diferencia que algunos grupos -por estar pegados a otros sindicatos­tenían un poco de recelo; nosotros no, totalmente jugados con Vandor. Y es justamente a partir del Plan de Lucha cuando se agiganta la figura de Vandor, ahí surge el "Lobo". Tal vez nuestro primer distanciamiento de Vandor es a partir del fracaso del Operativo Retorno en 1964. Comenzamos enton­ces a acercarnos a otros dirigentes sindicales, fundamental­mente a José Alonso del gremio del Vestido, que en ese momento era secretario general de la C.G.T. Nuestro acerca­miento a Alonso no era conocido por Dardo.

En el '65 viene Isabel. Nosotros ya estábamos muy mal con Vandor pero éramos identificados por el resto de los grupos juveniles como vandoristas. Mientras tanto seguíamos charlando con Alonso y veníamos trabajando cada vez más en acuerdo con Brito. Cuando viene lsabelita nosotros vamos a trabajar con ella y formamos su custodia junto a la gente de Brito. La acompañamos en sus giras por todo el país y ahí comienzan las diferencias con Dardo. Nosotros estábamos separados de la UOM pero cuando lo matan a Rosendo García yo voy al velatorio y tengo una discusión con Dardo porque me dice que "la culpa la tiene la puta". Ahí nos separamos; Dardo se va con Vandor pero se va solo, no se lleva a nadie. Era el momento de mayor enfrentamiento con el vandorismo y todos

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los grupos de JP estuvieron contra Vandor. A los pocos meses viene el golpe de Onganía y casi en­

seguida me entero que Dardo estaba trabajando para hacer un viaje a las islas Malvinas. De proyectos de viajes a las islas había escuchado hablar más de veinte veces y entonces no le doy mucha bolilla. Un día me llama un amigo allaburo y me dice:"¿ Te acordásquete hablé que el Flaco se quería ir al sur? Se va". "¿Cuándo?" -pregunto. "Hoy". fue la respuesta. "¿Cómo es eso?". "Si querés engancharte conozco a alguien que va".

Me encuentro con este muchacho y me conecta con un tal Abras que trabajaba en Crónica. Lo veo a este Abras en una cita en el bajo , me da un paquete, se ríe y me dice "acá están las banderas". Me voy con él y me encuentro con el flaco Dardo en Munro, en el local de la UOM de Munro. Le pregunto cómo es la milonga y me explica "tomamos el avión", así, asá, como quien te dice tomamos un colectivo. "¿Hay lugar?" "Sí". Y me metí, y fui. Son esas cosas que uno cree que está todo planificado pero mentira, era la Armada Brancaleone total.

Yo no participo en los preparativos previos pero des­pués me entero cómo fue la cosa. Dardo con el primero que habla es con Alejandro Giovenco y le plantea hacer el desem­barco en Malvinas. Giovenco se prende como loco y empiezan a buscar la financiación, ya que fierros tenían los de la UOM. Lo van a ver a Vandor y le dicen que tienen la mitad de la plata necesaria para el viaje y que se las había dado Cao Saravia: que era un empresario nacionalista amigo de Vandor y del padre de Dardo. El Lobo al principio no estaba muy convencido pero termina poniendo el dinero que supuestamente faltaba.

Después lo van a ver a Cao Saravia y le dicen : está esta guita y falta el resto; la pone. Después a través de Abras que trabajaba en Crónica lo van a ver a Héctor Ricardo García y le piden que mande un fotógrafo. El chiste que se manda García es que el fotógrafo que manda es él mismo y viaja con el grupo que en total éramos dieciséis. El asunto es que vamos a las islas, plantamos la bandera argentina pero cuando volvemos,

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vamos todos presos. Yo me como nueve meses en cana y ahí nos volvemos a pelear con Dardo. Vandor, que supuestamen­te iba a largar un paro general, convoca al Consejo Directivo de la C.G.T. y saca un triste comunicado de apoyo. Toda esta historia se conoció como el "Operativo Cóndor''.

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TESTIMONIO Carlos Villagra (Segunda parte)

Cuando volví del Paraguay me pegué mucho a Framini. Yo dormía en una casa que tenía Rosato, por San Isidro, con Andrés Framini que lo buscaba la cana por una hu~lga extra­ordinaria que se había hecho.

Para ese tiempo empecé ya a ser un dirigente más con­formado; tomé contacto con la plana mayor del peronismo y empecé a viajar por todo el país como ménsajero de la Resis­tencia repartiendo caños por todos lados, revólveres que no servían para nada, mensajes, cartas, discos que no se tenían que golpear porque eran de pasta. Eran noches interminables, donde teníamos que estar en casas a la luz de una vela dán­dole manija a la victrola. En las casas humildes se escuchaban los discos de Perón ~on esas victrolas. Así nos empezamos a organizar, caminamos todo el país, todo.

Cuando Alonso toma la conducción de la C.G.T. norma­lizada empezamos a ir a los cursos de la Escuela Sindical. En el '64 Alonso larga las famosas tomas de fábrica. Se llegaron a tomar en un solo día mil fábricas; tan organizado y sincroni­zado fue que yo creo que llegué a participar de diez o doce to­mas. Les dábamos instrucciones a los delegados de que no de­bían resistir, que cuando llegara el juez o la autoridad pusieran las máquinas en marcha, que no había que pegarle a nadie, que no había que romper nada. Se cerraban las fábricas, seto­maban y se seguía produciendo o no, según lo que decidieran adentro; pero la fábrica estaba tomada. Ahí fuimos nuevamen­te presos. La JP trabajaba activamente, el trabajo sucio lo ha­cía la JP: piquetes de huelga, ir a tirar miguelitos, pegar los po-

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cos cartelitos que teníamos, repartir los volantes o darle un ca­chiporrazo al tipo que rompía la huelga.

Después del Plan de Lucha nos dimos cuenta que podí­amos avanzar, que ya éramos una organización. Pero no tení­amos plata. ¿Qué pasó? Como no teníamos plata un grupo de compañeros dijo "hay que salir a afanar" y salir a afanar era otra discusión dentro del seno de la JP, ya que el que afanaba era chorro y el que era chorro no era peronista.

Es que no teníamos claro qué era ser revolucionario, esa es la verdad. Todo esto de las tomas de fábrica, de hablar con los trabajadores nos va aclarando. La respuesta siempre te la da el trabajador. El trabajador dijo: "Mirá, ustedes quieren co­sas. Flaco, en el único lugar donde hay es en la fábrica; si yo afano los bulones te los doy, si vos querés que te haga los mi­guelitos, los tengo que hacer dentro del taller y en el taller ten­go a un trompa, tengo que cargar al trompa".

Los compañeros nos enseñaban a hacer las cosas co­mo correspondían. Después entramos a interioriz.arnos sobre la lucha armada de los cubanos; nos dimos cuenta que la co­sa acá no pasaba por ser tan puritano y entonces se empeza­ron a hacer operativos. El primer intento fue afanarse un carri­to lechero y entramos a repartir leche; después un camión de carne y bueno, después algunos compañeros se organizaron y empezaron a apretar a los camiones que llevaban cigarrillos porque son los mayores recaudadores. Había plata en efecti­vo y total le afanaban a los tipos que vendían vicio, de esa for­ma nos quedábamos medio puros.

Pero nosotros tuvimos contradicciones con el operativo que se hizo en el Policlínica Bancario. Ahí nos dimos cuenta que Baxter había errado el camino porque había matado a tra­bajadores y había robado el sueldo de los trabajadores. Eso sí nos golpeó mucho.

También se viene desarrollando el COA (Central de Operaciones de la Resistencia) y ellos seguían planteando que el método era a través de las organizaciones cívico-militares y casi todas las noches venía el golpe de lñíguez. Nos hacían

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dormir arriba de los techos con las pocas armas que teníamos, y duró una pila de años, cuatro o cinco. Todas las semanas es­tábamos en vísperas de un golpe.

Después del Conintes nosotros tomamos mucha distan­cia con el ejército por que decíamos: cómo pueden ser tan na­cionalistas y tan peronistas si nos reprimen. No lo veían así los dirigentes gremiales.

En el '63 aparece acá en Capital un compañero que di­ce : "Bueno, hay que producir un hecho importante porque es­tos hijos de puta no lo reconocen al General". Una cosa, nun­ca nosotros lo llamábamos compañero a Perón; siempre le de­cíamos General o simplemente Perón.

Este compañero decía "no lo reconoce~ al General, no lo dejan entraren la embajada, imagínate". Después dijo "Yo ya tengo la solución. Nos afanamos el sable de San Martín que es­tá ahí en el museo de Parque Lezama y se lo mandamos aMa­drid. El se viste con el uniforme y va a tener que recibirlo el em­bajador de España. Le devuelve el sable y le va a tener que de­volver los grados, porque cómo va a ser un general degrada­do que entregue el sable de San Martín. El mundo se entera que nosotros somos una gran organización porque hicimos es­te operativo".

Se hizo la asamblea en el sindicato textil de la calle So­lís que presidía Andrés Framini. En el salón auditorio la JP de­batió el robo o no del sable de San Martín, y cómo se iba a ha­cer el operativo. Se designó al grupo operativo, en asamblea, porque nosotros éramos democráticos.

Lo que no tuvimos en cuenta era que iba a haber una re­presión tan grande. Onganía -que ya era comandante en je­fe- desplegó su operativo. La represión fue muy grande y tu­vimos que salir a negociarlo. 'El sable se le entregó al capitán Phillipeaux, él fue y lo negoció con Onganía. Le devolvieron los grados -a él- y los compañeros siguieron presos igual. Nos quedó mucha bronca. Después hubo una segunda toma pero sin una participación muy activa de la JP orgánicamente; hu­bo compañeros de la JP, del grupo de Spina.

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Después de las tomas de fábrica ya empezamos a tomar conciencia de que el problema pasa por otró lado. Empezamos a hablar de un proceso revolucionario, algunos grupos empie­zan a hablar de socialismo e incluso otros de lucha prolonga­da. Cooke, que estaba en Cuba, empieza a mandar mensajes que nos empiezan a dar elementos de otro tipo.

Cuando viene el golpe de Onganía llega al poco tiempo · una carta de Perón - famosa-que nos entristeció porque.de­cía "desensillar hasta que aclare" y nosotros dijimos "no desen­sillamos".

A partir del golpe de Onganía en el '66 el·peronismo en­tra en una crisis importante. Perón se da cuenta que acá hay una anarquía total, todo el mundo estaba peleado y dividido. Los sindicalistas rotos en tres fracciones, las 62 rotas, la C. G. T. Auténtica había dejado de existir. El COR por un lado, la JP por otro, dispersa en distintos grupos; la rama femenina; los viejos contra los jóvenes ... un despelote.

Evidentemente Perón se da cuenta que hay que dar otra forma de conducción, necesita poner orden. Creo que en es­ta oportunidad Peró!l estuvo acertado de poner a quien puso, por que independientemente de que Bernardo Alberte fue un militar hay que rescatarle un antecedente muy importante. En el '45, era cadete de la Escuela Militar y cuando se produce el 17 de octubre se subleva en Campo de Mayo. Y cuando Perón cae en el '55, es el hombre que acempaf'\a a Perón hasta el úl­timo minuto, porque es el edecán. El y el mayor Vicente, pisto­la en mano, lo defienden hasta el último minuto. Entonces le quedaba a Perón o Vicente o Alberte, como hombres para po­ner orden.

Se hace un congreso de JP en Montevideo en enero del '67 organizado por Vicente y se creía que iba a ser él el elegi­do. Pero unas semanas déspués se conoce la noticia de que el nuevo delegado personal de Perón era el mayor Bernardo Alberte.

Bernardo llega acá y los primeros meses se rodea de ne­fastos hombres de la derecha pero de a poco empezamos a ha-

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blar con él diversos sectores. Conversa Spina y dice "es un ti­po que escucha". También conversan con él Di Pasquale y otros compatíeros.

Empezamos a tener m~s contacto, algunos compatíe­ros nos decían" ¿por qué no se acercan? Albert e es un milico piola". y así fue. Cuando lo vimos Alberte nos dice, con la sen­cillez y la claridad que tenía, "yo necesito su colaboración"."¿ Y qué tipo de colaboración?" le pregunto. "Necesito que me acompatíen en prensa, en esto, lo otro". A mí me adjudicaron trabajar en prensa y por eso tuve participación con Bernardo. Y bueno, nos insertamos por primera vez en la conducción na­cional. Al estar en prensa caían en mis manos las cartas origi-nales de Perón. .

Me pequé mucho a Bernardo, empezamos a tener una relación bastante amistosa. Yo trabajaba en A TE (Capital), me había casado, ya no éramos tan loquitos como al principio. La revolución era posible para nosotros y empezamos a hablar de organizarnos en forma totalmente distinta; la gente quería la lu­cha, quería enfrentarse al sistema. Cuando decimos sistema ya decimos otra cosa que la que decíamos, ya no era sólo la vuelta de Perón; ya no era la piedra o poner un "catío". Ya de­Cimos hay que cambiar el sistema, producir una revolución; ya se empezó a decir la lucha va a ser larga y prolongada, la re­volución la debe hacer el peronisl'1:lo. sí o sí.

Habíamos visto lo que había pasado en la Revolución Cubana. El peronismo había realizado su experiencia con los Uturuncos y sabíamos que eran posibles muchas cosas y asal­tos que se habían hecho -que nosotros llamábamos expro­piaciones- Más aún, en algunos volantes publicamos que cuando vol vi era Perón iban a ser devueltas las cosas expropia­das :-¡qué taradez!- Me acuerdo que en un asalto en Lanús se le dejó un volante diciendo que se le iba a devolver elimpor­te que se le había sacado. Ya comenzamos a no creer más en los militares patrióticos y ya no creíamos más en los militares nuestros que nos decían que iban a hacer un golpe; ni en los dirigentes luminosos del sindicalismo; Ahí empezamos a rom-

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per con el sindicalismo y empezó a aparecer una palabra que fue traidores. No se le llamaban burócratas, para nosotros bu­rócratas era una palabra de lujo. "¡Traidor!" y se acabó, para nosotros era un enemigo. Caria era un enemigo, Vandorera un enemigo y ya incluso hasta el mismo Framini era cuestionado.

Nosotros le veníamos manifestando a Alberte que hay que integrar a otros sectores para la lucha y que uno de esos sectores que nos faltaban era el estudiantado. Albert e después de hacer la normalización de la C.G.T. -que es la C.G.T. de los Argentinos- que para nosotros es un gran apoyo, empie­za a trabajar sobre los sectores estudiantiles y ahí es cuando empezamos nosotros como militantes a penetrar dentro de las facultades.

Con esos sectores estudiantiles, con sectores gremia­les ya imbuidos de un proyecto revolucionario COfT10 es el pro­grama del1 ºde Mayo, con dirigentes claros, con combatientes ya en la clandestinidad, la cosa avanza, el pueblo interpreta. Había una prensa, había elementos y ya se había hecho car­ne en nosotros que esto se debía definir. Había que enfrentar a la dictadura militar y darle la batalla para terminarla. Nosotros perfilamos que a través de los sectores estudiantiles podría darse un hecho que llamara a las clases medias a participar en forma más activa, y ahí encaminamos la cosa. La prueba es­tá en que los primeros hechos que salen se producen antes del Cordobazo.

El Movimiento Nacional Justicialista apoya con comuni­cados directos, marchas y ·manifestaciones en la calle encabe­zadas por Albert e. Eso nos da a nosotros un respaldo total por­que por primera vez un representante de Perón -su delega­do personal- sale a la calle a enfrentar a la policía, al régimen, al sistema. Esa es la presencia de Albert e, eso es lo valioso de Alberte. Entonces es ahí donde tomamos participación aCtiva y la juventud sale ya organizada, corno organización combati­va, a pelear. Todo frente era bueno: la calle, los actos, las fá­bricas. En todos los lugares empezamos a darle combate, en la universidad, en todos lados se hacen frentes.

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Así llegamos al Cordobazo, participamos nosotros bas­tante orgánicamente del Cordobazo, tanto es así que caemos presos inmediatamente. Algunos compañeros en Córdoba, otros en Tucumán, otros en Rosario, lo cual demuestra que es­tábamos caminando por el país y que no fue tan improvisado.

A mediados del '68 Perón reemplaza a Alberte por Pa­ladino. El vandorismo ataca apenas se produce C.G.T. de los Argentinos, va sobre Perón y le manifiestan que ellos se van a quedar fuera de eso, que ellos habían negociado con Onganía la paz ... desensillar hasta que aclare. Y Perón, ante el emba­te de este sector ve necesario contemplar otra ala negociado­ra, que después se perfila a través de Paladino y que le diera más contacto con las Fuerzas Armadas. Y bueno .. . Perón ma­nejaba la estrategia y la táctica, él era el comandante en jefe. No nos gusta, pero ya la cosa estaba avanzada y seguimos adelante.

Para ese entonces Alberte empieza a puiJiicar su perió­dico "Con todo". Al "yorma" se le arriman Alfredo Carballeda, Susana Valle, Gustavo Rearte, García Elorrio, los curas tercer­mundistas, y muchos otros compañeros.

El Peronismo Revolucionario camina por todo el país. En enero de 1969 se hace un congreso en Córdoba donde se discute si el peronismo revolucionario va a tomar la teoría fo­quista o la teoría de la lucha larga, prolongada y en todos los terrenos. Triunfa la teoría de la lucha larga y prolongada que lle­varon a cabo las formaciones especiales. LaJP se funde en las organizaciones de lucha y ahora la cosa no pasaba por poner caños. Aparecen las armas y vuelve a despertarse el grito de corazón. Empiezan a resurgir las pintadas en la calle del Perón Vuelve (P), se profundiza una teoría de lucha distinta donde se pensaba en lo que se hacía, y con qué finalidad se hacía. Es decir, ya no era ir a robar para poder organizarse sino que los compañeros dicen "expropiar con fines revolucionarios", "to­mar armas para fines revolucionarios" y los documentos lo se­ñalan claramente.

El peronismo cambiá de etapa nuevamente y los jóve-

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nes toman la conducción de la lucha; ya no nos dolía tanto ro­bar un coche -€ra una expropiación- y los compañeros ma­nejaban dinero. Estábamos conformados distinto, ya éramos personas grandes, concientes, sabíamos que nos iba la vida. Alberte apoya todo esto, tanto apoya que hay documentación fehaciente en la que Perón le da instrucciones para que lo lle­ve a cabo; hay cintas, cartas y filmaciones de Perón apoyan­do a las formaciones especiales en la lucha contra la dictadu­ra.

Por primera vez nos sentimos nosotros oficialmente y orgánicamente trabajando. El vandorismo a ese hecho no lo re­pudia, no lo ataca y se llama a silencio. Gran parte de la mili­tancia de JP se vuelca a la actividad revolucionaria. Los prime­ros hechos que hacemos nosotros no molestaban al pueblo, eran hechos simpáticos. Expropiarle algo a un terrateniente no era antipático para el pueblo.

Los hechos que separaron al pueblo de la militancia re­volucionaria, sin quererlos despreciar, los hicieron los Monto­neros después del 73; pero los primeros hechos de las orga­nizaciones peronistas estaban con el pueblo, muy cerca del pueblo. Hasta ahí iba fenómeno. Vino el hecho de Aramburu, que también fue simpático para la población peronista porque si tenían un enemigo, esos eran Aramburu y Rojas. Junto con el canalla de Manrique tenían una historia terrible : habían sa­cado el cadáver de Eva Perón, habían masacrado a nuestros hermanos, padres. Manrique actuó en contra de Borro cuando tomó el Lisandro de la Torre; lo llevó de la mano a Valle para fusilarlo, son nefastos.

La gente tenía las pelotas por el suelo de que Perón no pudiera volver al país; habían probado de todo y no pasaba na­da.

Para este entonces Perón ya mandaba cartas y nos se­ñalaba mucho lo que estaba sucediendo en el mundo. Noso­tros esperábamos noticias de Perón para aclararnos lo que ve­nía por medio de la prensa. El nos explicó lo que pasó con De Gaulle, nos enseñó quién era Mao, lo de Nasser, ya había sa-

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lido victoriosa la lucha de Argelia, la de Vietnam, sabíamos quién era Ho Chi Minh ; todas esas cosas nos fueron aclaran­do el panorama. Guevara había estado en Bolivia y la gente iba viendo estos hechos y por eso comprendía la lucha nuestra, por eso no la repudiaba. Al contrario, la acompañaba porque el objetivo de la vuelta de Perón no se había dado y el pueblo en su inmensa mayoría era peronista y en su minoría que era go­rila estaba plantada por los acontecimientos que se vivían, de golpe en golpe ... estaban hartos de los milicos. Ya habían pa­sado por la experiencia de Alsogaray de pasar el invierno, ya habían cobrado en bonos, todos esos hechos hacían que la gente estuviera más bien a favor. Nos miraban con simpatía; éramos un poco los Robín Hood. La gente interpretaba la lu­cha, hasta ahí acompañó.

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OSVALDO AGOSTO

Su tránsito por la militancia peronista se inicia cuando en 1954 es nombrado delegado de la UES en el Colegio Carlos Pellegrini; "éramos oficialistas en esa época" recuerda alegremente. El golpe del 55 lo sor­prende en plena adolescencia. Participa activamente en Corrientes y Esmeralda y en el "Comando Centro" junto a S pina y Rulli y de ahí en más su vida estaría sig­nada por su permanente acitividad en el peronismo. Su espíritu vibrante, ingenio y ocurrencias son motivo de risueñas anécdotas por parte de sus antiguos com­pañeros de militancia. Si bien su nombre aparece recu­rrentemente cuando se pretende reconstruir la histo­ria de la Juventud Peronista no se lo podría catalogar como un dirigente, tal vez como un militante de prime­ra línea que le agrada actuar fuera de la vidriera del gran público. Aún mantiene ese estilo. Actualmente es asesor del vicegobernador de la Prov. de Bs. As., Luis Macaya, y basta permanecer un rato en su oficina del Banco Provincia -donde es miembro del directorio-para poder comprobar que Osvaldo Agosto es figura

decisiva cuando se entretejen los complicados vericue­tos de la conducción peronista. Cuando habla de la JP, la cara se le llena de alegría. Se define como auténtico peronista y sin duda lo es.

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TESTIMONIO Osvaldo Agosto

Yo te puedo contar un hecho que tuvo cierta trascenden­cia, todavía se recuerda, que fue el primer robo del sable del General San Martín. Ya para esa época -estamos hablando de 1963- en la JP había distintas agrupaciones, líneas, se ha­bían intentado algunos Congresos como para unificar la con­ducción, algunos habían salido bien otros fracasaron. El pero­nismo había convocado al voto en blanco cuando fue proscrip­to y las elecciones las había ganado lllía. Había un gravísimo bajón de militancia, el peronismo estaba en crisis, una de las tantas crisis que pasó. Entonces se nos ocurrió con Bonaldi que había que hacer un hecho espectacular y surgió la idea del robo del sable. Nosotros tuvimos la intención de que se firma­ran todos los comunicados y todo el hecho como Juventud Pe­ronista sin ningún tipo de aditamento, ni Comando de esto, ni Brigada de aquello, simplemente como Juventud Peronista y así se hizo. Se formó un grupo donde había compañeros de Capital y Gran Bs.As. Estaba yo, Bonaldi, el arquitecto Emilio que nunca quiso que se dijera el apellido, un muchacho 9e la Prov. de Bs.As., Gallardo, que fue el responsable de que to­do el operativo fracasara, y el marido·de la hermana de Carlos Caride, Luis Sansoulet, que fue desaparecido durante la última dictadura militar.

Me toca a mí ser el nexo de todo y el responsable del operativo, el único de la célula que conocía a todos los que par­ticipaban y dónde se iba a esconder el sable. El hecho tuvo una repercusión espectacular. Sacamos un comunicado donde en­tre otras cosas se pedía el retorno del General Perón, la liber­tad de los presos políticos, la devolución del cadáver de Eva

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Perón, la anulación de los contratos petroleros. Esto fue una cosa fulminante y levantó el espíritu militante en todo el pero-

nismo. La acción en sí fue una cosa sencilla. Desde el punto de

vista operativo fue como sacarle un caramelo a un chico. No­sotros nos reuníamos y planificamos todo en el sindicato de ATE, de la calle Belgrano. El sable estaba en el Museo Histó­rico Nacional y lo único que tuvimos que hacer fue reducir al se­reno y llevarnos el sable, una pavada. Lo importante de todo esto fue la impresionante repercusión que tuvo y no por la es­pectacularidad del operativo sino por lo que implicaba que la Juventud Peronista se robara el célebre sable corvo de San Martín y reclamara a cambio una serie de reivindicaciones po­líticas profundamente sentidas por todo el pueblo. Te imagi­nás, las elecciones de lllía habían sido a principios de julio, los radicales estaban eufóricos y nosotros a mediados de agosto le afanamos el sable. Era como decirles ustedes nos pueden proscribir todas las veces que quieran pero nosotros vamos a seguir peleando. Yporotro lado era como poner al General Pe­rón al mismo nivel que el General San Martín, y en realidad pa­ra nosotros era así y eso no se lo podían bancar. Cuando re­pusieron el sable en el Museo hicieron un despliegue bárbaro, lo llevaron en un caballo blanco, los Granaderos tocando la banda, fue un escándalo de proporciones. Pero para nosotros lo más importante era el aspecto psicológico que produjo en la militancia, esto se logró y la operación hubiera sido todo un éxi­to si un hecho imprevisto no nos hubiera desbaratado las co-

sas. A los pocos días del operativo este muchacho Gallardo

cae preso por otra cosa que no tenía nada que ver con noso­tros y la cana le debe de haber dado un cachetazo para que ha­ble y diez para que se calle, porque el asunto es que nos man­dó a todos presos. Yo estaba durmiendo a la mafiana y me lla­ma Julito Bornik, que estaba detenido, lo habían secuestrado en la Brigada de San Martín o en Vicente López y lo obligan a que me llame por teléfono. Me da un mensaje medio raro y me

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dice otro nombre pero yo no me avivo porque estaba medio dormido y le digo bueno, venite a casa al mediodía y le doy la dirección. Sigo durmiendo y al rato cae la Policía de la Provin­cia , rodea la manzana y me lleva preso. Yo vivía en Capital pe­ro como este Gallardo había caído en la provincia, todos los procedimientos los hacía la Policía de la Provincia. Bueno, vie­nen unos días de unas palizas bárbaras pero no pueden pro­bar nada, me tienen que llevar a Tribunales, me defiende Ven­tura Mayoral y al poco tiempo salgo en libertad. Mientras tan­to la gente que tenía el sable había perdido todo contacto con el resto de los compañeros. El sable yo se lo había dado para que lo guardara a un grupo donde había gente de Mar del Pla­ta, estaba el que años después fuera Ministro de Bienestar So­cial, Aníbal Demarco, pero este grupo no tenía ningún contac­to con la gente que había realizado el operativo, el único nexo era yo y estaba preso. Justo en esos días había regresado de España el Capitán Phillipeaux, -que era un militar peronista que había estado en el golpe de Valle- y los compañeros es­tos lo consultan, "mire, tenemos esto y no sabemos qué hacer'' y a Phillipeaux, digamos, le salió el milico de adentro: "y cómo van a hacer esto, es una barbaridad, hay que devolverlo". Es­tos compañeros que habían quedado aislados del resto y no sabían que hacer con el sable se lo dan a Phillipeaux para que lo devuelva y así termina la historia.

Ahora bien, yo te podría asegurar sin ningún temor a equivocarme que este fue el hecho que tuvo mayor consenso

. en todos los grupos de JP. Fue una decisión del conjunto de la Juventud Peronista, ahí había gente que en ese momento es­taba en la conducción y la casi totalidad de los grupos de Ju­ventud de Capital y provincia de Bs. As., habría algún grupo que no participó pero te digo que realmente fue una decisión consultada con la mayoría de los grupos. Inclusive, salvo Bo­naldi y yo, los otros compañeros que participaron eran de dis­tintos grupos. Lo mismo con los compañeros que se encarga­ron de imprimir el comunicado o los que lo distribuyeron por los diarios, fue bien amplia la participación.

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DOCUMENTO

Gustavo Rearte

Fue dirigente sindical, líder de la Juventud Peronista y pe­leó duramente durante dieciocho años para que el pueblo retor­nara al gobierno y Perón a su patria. Cuando esto fue una reali­dad, Gustavo ya estaba al límite de una enfermedad incurable y falleció ellº de julio de 1973. Pocos días después -10 de julio de 1973-la revista "El Descamisado" Nl! 8 sacaba esta nota en su homenaje:

"Soy peronista como se es hincha de Gardel o de Boca", de­cía Gustavo, con el metro ochenta de estatura, las manos grandes per­manentemente balanceadas,la militancia iniciada el23 de septiembre de 1955, cuando se asomó al departamento de su vecino en el mono­block de Villa Celina y le dijo a Martín Ugarte: "hay que hacer algo".

Unos afias antes había sido enviado por su empresa a la Casa de Gobierno. Necesitaban un mecánico para los flamantes acondicio­nadores de aire. Allí lo conoció a Perón. El General se acercó a los obreros (SIAM había enviado a sus mejores técnicos) y les explicó que los aparatos daban calor en vez de frío;que por momentos no fun­cionaban. Después les preguntó cómo estaban compuestos, qué pie­zas era necesario cambiar~ Y agregó: "¿Necesitan algo muchachos?". Gustavo le pidió una casa: el departamento en los pabellones de Ce­lina, en La Matanza.

Con U garte empezó a caminar por la zona. Ya trabajaba en Ja­bón Federal, donde participó de las primeras huelgas obreras de resis­tencia a la dictadura "libertadora". Mientras, iba conectándose con los activistas de otros gremios (Frigorífico Nacional, Metalúrgicos) par­ticipando después en la fundación de la Intersinilical y, posteriormen­te, en las 62 Organizaciones.

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Reconquistó con otros compafieros el gremio de Jaboneros, del que fue elegido secretario general, el primero despu6s de la inter­vención gorila.

Comenzaba, a la vez, una tarea que lo llevaría al primer plano del Movimiento Peronista: la organización de la Juventud Peronista. Relacionándose con activistas de otros barrios y los del futuro "Co­mando Centro" (H6ctor Spina, Jorge Rulli) iniciaría una etapa que culminó en la constitución de la Mesa Ejecutiva de la Capital y el Gran Buenos Aires.

Durante la resistencia a la tiranía de Aramburu, Gustavo Re­arte estuvo ligado a la CGT Auténtica (Armando Cabo) y fue inte­grante del equipo formado por Magín del Carmen Guzmán, Francia y otros. Entonces el Comando Nacional intentaba ejercer la conduc­ción del Movimiento, abandonada por los dirigentes partidarios y trai­cionada por el último presidente del Comando Superior, Leloir.

Cuando el general Perón ordenó votar a Frondizi para inte­rrumpir el continuismo de la dictadura fusiladora, Gustavo Rearte, pese a estar identificado con el voto en blanco, recorrió el interior del país transmitiendo la directiva del Conductor. El 23 de febrero de 1958 triunfó la UCRI y el24 al amanecer fue detenido, junto a su her­mano y otros militantes de la Juventud mientras gritaban por la calle VivaPerón.

Continuó actuando en actividad política y gremial, dedicándo­se a la formación de cuadros jóvenes y a la estructuración de una he­rramienta organizativa en el Partido de la Matanza.

En los meses posteriores debió exiliarse en el Uruguay. Las ausencias, sin embargo, eran rápidamente concluidas para permane­cer junto a sus compafieros en Buenos Aires. Una vez establecido el Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado) fue intensamente bus­cado por el gobierno de Frondizi, a través de comisiones militares de­pendientes del Consejo de Guerra del Primer Cuerpo de Ej6rcito (pre­sididQ por el teniente coronel Comila) y brigadas especiales de la Po­licía Federal para la persecución de la Juventud Peronista al mando del comisario inspector Romeo Pepino. En virtud de una ratonera, ar­mada con la complicidad de un entregador policial y ladrón de terce-

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ra categoría (René), fue baleado por la espalda, en la esquina de Ro­dríguez Peña y Sarmiento.

Nueve perfomciones en el intestino, cuatro horas tirado en un coche en movimiento antes de ser entregado al Hospital Rawson. Pa­só por la enfermería y cárceles de Devoto, Caseros, Olmos, comisa­rías y tribunales.

Antes de promulgarse la ley de Amnistía en julio de 1%3 un pedido de veinte años de condena lo amenazaba en los Tribunales Mi­litares. En libertad, se esforzó con Jorge Rulli, Héctor S pina, Envar El Kadri y otros compañeros en reorganizar la Juventud Peronista, a ni­vel nacional. Las acciones, sin embargo, no dieron resultado. Del pri­mer Congreso Nacional de la Juventud Peronista surgirían la Juven­tud Revolucionaria Peronista, cuya conducción estaría a cargo de Gustavo, y el Movimiento de la Juventud Peronista,liderado por En­var El Kadri.

En los últimos días de noviembre de 1963 viajó a España, vi­sitando por primera vez al general Perón en el exilio. Acababa de in­corporarse al Movimiento Revolucionario Peronista, integrando su conducción y redactando su Declaración de Principios.

Más tarde viajaría a Cuba, se acercaría aJohn William Cooke; colaboraría con el mayor Alberte, designado delegado personal del general Perón; volvería nuevamente a sufrir encarcelamientos y fun­daría, en 1970, el Movimiento Revolucionario 17.

En agosto de 1961, un mes antes de ser baleado por la policía, escribía en el periódico "Trinchera": "Sólo nos queda el camino de la violencia ... y la historia nos enseña qU,e la supervivencia del Pueblo está condicionada por la desaparición de la oligarquía. Renunciar a la lucha es renunciar al destino de la humanidad argentina por pura co­bardía".

"Si la ~ngie de los Gainza Paz, los Aramburu, los Rojas, los Lamuraglia, es el precio que exige la historia para que no se mueran de hambre nuestros changuitos, que su sangre sea derramada".

"No propiciamos doctrinas de odio, luchamos por una causa de amor cuyo objetivo es el hombre americano. Por eso no daremos el alto al fuego hasta que la infamia, el privilegio y el colonialismo no queden definitivamente borrados de esta tierra generosa".

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ANGEL TABORDA

Su padre llegó al país en 1904 emigrando de su España natal. La militancia en el anarquismo y la par­ticipación en la FORA como dirigente del gremio de la carne lo condujo a una segunda migración, hacia las provincias del Norte. Trabajó en la Forestal y arribó al Chaco. "Mi vieja era chaqueña y mi viejo era español, va al Chaco y dice 'por dónde empiezo' y empezó por mi vieja", comenta Cacho Taborda. Y ahí nació él y sus hermanos, en la provincia del quebracho y el algodón. Y de ahí vino con toda la familia a los pocos meses del derrocamiento del gobierno peronista.

Todavía era un chiquillo. Acá en Bs.As., traba­jando como obrero metalúrgico se iría haciendo hom­bre y participaría activamente de todo el proceso de lu­cha del peronismo. De un pueblo peronista que se re­sistía obstinadamente a la proscripción y al pisoteo. Un pueblo peronista al cual Cacho Taborda pertenece genuinamente. Y desde ese lugar su relato personal adquiere dimensión de gesta popular. Con una sabidu­ría que tan poco tiene que ver· con el conocimiento aca­démico relata sus vivencias, elabora sus experiencias y recuerda con emoción a los compañeros que ya no es­tán.

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TESTIMONIO Angel Taborda

Barranqueras se llama el pueblo de donde soy, en el Chaco, y de ahí salimos para venir a Buenos Aires con toda mi familia a mediados del '56; tenía apenas trece años.

Y ahí empieza una etapa distinta en mi vida, de peón ru­ral paso a laburar como aprendiz en una fábrica metalúrgica. Pero antes de entrar de lleno en esta historia, me gustaría co­mentar algo que me parece importante y que siempre charlá­bamos con ese gran amigo y compañero que fue Martiniano Martínez.

Nosotros vinimos a Buenos Aires, en realidad, como vi­nieron todos los compañeros, los "cabecitas negras", buscan­do condiciones de laburo. Buenos Aires era la cosa que atra­ía, que se laburaba, que se pagaba bien; la migración interna. Pero la realidad es la siguiente, y me parece importante saña­larla, y es que la experiencia mía como la de otros muchachos es que .. . cómo nosotros ... la puta! desde esos lugares tan mar- -~ ginales, tan .. . tan de parias -digamos- hicimos un recor.ridQ · que atravesamos un montón de cosas, de etapas en la vida, de protagonismos. Y todavía estamos protagonizando por lo rpe­nos un nivel interesante, intentando hacer cosas, particípando de la realidad nacional. Ahora, ¿cuál es la cuestión de fondo? y esta es la reflexión: yo creo que somos un aborto de la natu­raleza en el sentido de cómo atravesamos la línea de fuego so­cial. ¿Por qué? Porque según las estadísticas hay quinientos millones de habitantes en América Latina, de los cuales cien-to treinta, ciento cuarenta son marginales totales; nosotros so­mos parte de esa.marginalidad total que están condenados a muerte, estamos condenados a muerte.

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El Chaco tiene la tasa más alta de mortalidad infantil, hasta hoy en día. Entonces vos ves que mueren por distintas razones un montón de pares tuyos; siempre decíamos con Martiniano que él, de estar juntando bosta en Paso de Los Li­bres -Corrientes-llegó a ser secretario general deSMATA y presidente de la agrupación y tuvo un protagonismo de la gran puta.

Nosotros somos los que zafamos y escapamos a esa muerte segura provocada por la realidad socioeconómica, la realidad de la dependencia, la condena a muerte que te gene­ra el poder mundial. No solamente que te matan de un tiro si­no que te van matando de distintas maneras y en el Chaco y en Corrientes, en la zona del noreste se ve la crueldad de lo que es la matanza sistemática de generaciones enteras. Quería decir esto porque siempre me pongo como un afortunado, al­guien que pudo atravesar toda esa condena, esa condena his­tórica.

Cuando llego a Buenos Aires un muchacho santiague­ño es el que me consigue laburo y a los seis días me vengo a laburar a una fábrica metalúrgica como aprendiz. Era pende­jito. En esa etapa me sorprende la primer lucha frontal, la pri­mer huelga ; creo que es en el'59 que los metalúrgicos estuvi­mos cuarenta y dos días de huelga. Ahí el delegado nos hizo hacer "piquete" y conocí qué era hacer un piquete de huelga. La cosa era irse al bar de la esquina de la fábrica y fijarse que no entrara nadie ; fue la primer experiencia de lucha social con­creta que tuve y me acuerdo que esa vez aguantamos los cua­renta y dos días.

Después me voy a vivir a Solano, y en San Francisco So­lano, después de un tiempo, conozco a Martiniano que era un dirigente más grande. Nos vamos juntando con Suárez -fun­dador de la JP-, un grupo de gente, dirigentes que me van me­tiendo en algunas reuniones de barrio. Pero después nosotros cambiamos de vivienda y nos vamos a Lanús. Ahí empiezo a juntarme con gente de Avellaneda y me conecto con el grupo del Negro Raimundo Villaflor.

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Raimundo venía con Blajaquis y Zalaiar de la primer etapa de la Resistencia. El Negro Villaflorfuefundadorde laJP de Avellaneda y su padre había sido el primer intendente de Avellaneda en el gobierno de Perón. Tenía toda una historia como militante de la línea más combativa del peronismo; la tra­yectoria de todo este grupo la cuenta muy bien Rodolfo Walsh en el libro" ¿Quién mató a Rosendo?"

Me integro a trabajar con este grupo de Avellaneda al­rededor del '60. Era una barra grande, estaban Blajaquis, los hermanos Villaflor-Raimundo y Rolando-, el Negro Grana­to, Zalazar, el Negrito Alonso y otros compañeros. En la primer etapa no éramos una organización sino grupos semi organiza­dos; nosotros estábamos conectados con mucha gente, dele­gados de la zona, de las fábricas, no solamente metalúrgicos. Eramos un grupo de jóvenes de la Resistencia. Se puede de­cir que nuestra práctica no era la típica de un grupo de la JP; más bien éramos un grupo de jóvenes relacionados a la Resis­tencia Peronista y a la actividad sindical que se desarrollaba en la zona.

Eramos un grupo más de los tantos que había en el pa­ís, que a su manera intentaban resistir a todo lo que estaba pa­sando, a la situación imperante. Intentábamos primero ser un grupo organizado; segundo éramos jóvenes, trabajadores y militantes; tercero que teníamos relaciones con casi todos los grupos y con muchos delegados de la zona. Cada uno venía de su fábrica, de su barrio, intentando resistir como podía.

La ventaja nuestra es que éramos un grupo más o me­nos organizado que nos veíamos dos o tres veces por sema­na, teníamos un funcionamiento, discutíamos de política y ca­da vez nos convencíamos más que la lucha de la Resistencia iba a ser por un camino violento. Lo que pasa es que no veía­mos otra solución, todo el grupo estaba motivado por radicali­zar el accionar; había una cosa que nos unía y era que sabía­mos que íbamos a agarrar los fierros, o sea que la cosa era vio­lenta; no había otra manera de protagonizar una resistencia si no incluía la cuestión violenta.

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En principio era colocar caños y nos preparábamos pa­ra cosas mayores. El objetivo nuestro era hacer un grupo de re­sistencia organizado, te diría hasta armado inclusive. Ese era nuestro objetivo e integrarnos a todos los sectores de la Resis­tencia nacional. No había conducción, no era que respondía­mos a un mando de la Resistencia peronista ... hacíamos lo que podíamos. Eso sí, en las huelgas que se daban en la zona, no­sotros respaldábamos, nos conectábamos, tratábamos de darles apoyo logístico, hasta sacarles volantes de adhesión y repartirlos por otras fábricas, hacer pintadas, participar en las colectas para juntar fondos.

Este grupo tenía relaciones con algunos sindicatos, en­tre ellos el SMATA adonde estaba Martiniano Martínez, que ya actuaba a nivel nacional del gremio. Pero no dependíamos de ningún sindicato; este grupo era un poco atípico porque no era como otros grupos de Juventud que dependían de un sindica­to, era totalmente independiente.

Cuando en el'63 la C.G.T. larga el Plan de Lucha, nues­tro grupo decide realizar una acción en apoyo a las huelgas. En ese entonces ya éramos un grupo organizado, estábamos pensando en otr~s cosas, era la línea más dura, más comba­tiva. Ojo que el Negro Raimundo laburaba en fábrica, era me­talúrgico, no era un político profesional; era un laburante que había hecho un proceso activo en una parte de la Resistencia. En realidad, todos los muchachos del grupo éramos de origen humilde y casi todos trabajábamos en fábrica; otros hacían changas.

Ahí ya teníamos una casa para reunirnos, hacíamos reuniones con otros grupos. La primer acción que hicimos de importancia es esta que te cuento, en el'63. Era víspera de una huelga grande, y nosotros habíamos elegido como blanco, al lado def cementerio de Agüero una casilla de madera que era un puesto policial; el objetivo era quemarlo, quemarlo en el mo­mento de la huelga. Veníamos preparándonos tres o cuatro dí­as antes, organizando todo, teníamos unas pistolas chiquitas y habíamos preparado combustible en unos tachos. Discutí-

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mos todos los esquemas, quién iba adelante, atrás; si había problemas, no había problemas; cuál era la ruta, por dónde pa­saba. La cuestión es que llevamos todo, éramos como diez más o menos. Habíamos quedado en la casa toda· la noche despiertos para cumplir el objetivo y a eso de las tres y media de la mañana decidimos largar la cosa. Como conocíamos to­dos los recovecos nos largamos en fila india por la villa -Villa Corina creo que se llama-. Antes de salir de la villa nos para­mos y va un grupo para ver cómo está el objetivo. V.oy yo con otro muchacho y cuando salimos y nos confrontamos con el puesto estaba lleno de milicos, pero milicos con FAL, qué sé yo, terrible, habían reforzado todo, estaban todos patrullando, ha­bía huelga, .. bueno, imagínate .

Le informamos al Negro, entonces desistimos y, cuan­do volvemos, que volvemos en fila india con los tachos, cuan­do vamos pasando la villa, de un ranchito sale uno del patio y nos grita "e eh! che e! ¿se labura?". "Noo! Estátodo parado", de­cimos nosotros, y seguimos atravesando toda la villa. "Ah , bue­no, entonces me voy a dormir'', dijo el gordo en camiseta.

Mientras tanto en el país estaban pasando cosas, había grupos produciendo cosas que eran parte de la Resistencia. Nosotros seguíamos militando en las fábricas, seguíamos ha­ciendo cosas, seguíamos propagandizando, nos reuníamos con otros compañeros intentando ampliar el marco de nuestro grupo.

A todo esto a mí me rajaron de la fábrica, después en­tro a otra en Avellaneda y ahí soy delegado; la fábrica suma­ba en total ochocientos cincuenta obreros metalúrgicos. Ya era un joven militante sindical y político.

Después de esa fábrica voy trabajando y entro a Gene­ral Motors, y ahí, por ejemplo, en una huelga de General Mo­fors hablé delante de tres mil obreros, y yo era un pendejo. Des­pués de eso limpiaron a todos los activistas, y a la lona. Labu­ré en muchas fábricas metalúrgicas, fui tres veces delegado de metalúrgicos ; en ese momento vos intentabas organizar algo en la fábrica y te rajaban.

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A principios del '66 se produce el tiroteo en la confitería La Real, en Avellaneda, donde Vandor y su gente matan a Bla­jaquis y Zalazar y ahí se da un momento muy embromado pa­ra nuestro grupo. A mediados del año ·se produce el golpe de Onganía; a todo esto nosotros veníamos en conversaciones con el Gordo Cooke. El y su compañera Alicia Eguren -la fla­ca Alicia-, siempre venían a Avellaneda y nos reuníamos; te­níamos largas charlas. Ahí empezó una cosa más ideológica; el Gordo era un teórico del peronismo revolucionario, y además tenía la experiencia y relación con la Revolución Cubana.

Nos integramos al grupo de Cooke que era el ARP (Ac­ción Revolucionaria Peronista) . Empezamos a acompañarlos al Gordo y a Alicia en sus giras por el interior. Después vienen los viajes a Cuba; el Gordo gestiona el viaje de varios del gru­po nuestro para entrenarnos y prepararnos·. Van Granato, Alonso, el Negro Raimundo y otros muchachos, algunos fue­ron dos veces. El Negro viene con una formación sólida y ahí sí, empieza una etapa más de avanzada.

Mientras ocurría este proceso nos conectamos con los curas del Tercer Mundo y yo ahí participo activamente, voy a Tucumán y caigo en cana.

Viajamos mucho al interior y se desarrollaba una inten­sa actividad para ir formando una estrategia nacional para el posible lanzamiento de nuevas formas de lucha en la Resisten-cia.

Paralelamente a esto surge la C.G.T. de los Argentinos, y nosotros nos metemos a participar de lleno. La C.G. T A, fun­damentalmente en los años '68 y '69 , se constituye en el núcleo convocante de toda la militancia más o menos radicalizada, con posiciones combativas. Todos nosotros tuvimos una par­ticipación muy activa en este proceso y una estrecha relación con Ongaro y toda la gente que condujo laC.G.T. A, ya que Os­valdo Villaflor -primo del Negro- funcionaba con nosotros, y a su vez era dirigente del gremio gráfico.

Una vez llegó la información de que iban a boletear a On­garo y entonces el grupo nuestro le hizo la custodia. Estuvimos

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en la casa de Ongaro una semana; ahí teníamos reuniones un poco más profundas, ya se debatía si otras formas de lucha, por ejemplo, no solamente el tema de la resistencia sin­dical-que con eso no bastaba- en el marco de la Revolución Cubana que motivaba, ya estaba en boga, en discusión.

Bueno, participábamos en todo, desde la distribución de los diarios de la C.G.T. A. , hasta los actos, los plenarios. Te puedo decir que estuvimos en un noventa por ciento de lo que hacía la C.G.T. A. y con Osvaldo nos fuimos a Tucumán para hablar con todos los compaf'leros de ahí. Hicimos reuniones en los ingenios; era todo el proceso de la C.G.T. A. que iba inten­tando ampliar su espacio, ahí hubo una relación plena.

En ese período formamos el Bloque de Agrupaciones Peronistas de la zona sur, en apoyo a la C.G.T. de los Argen­tinos que nucleaba a todos los activistas políticos y sindicales, como también a los grupos de la JP de la zona.

Activistas sindicales que actualmente son dirigentes, pero no eran dirigentes en ese entonces, por ejemplo Pedra­za de ferroviarios, que era un militante más, del montón. Todo ese nivel de gente estábamos juntos intentando nucl~ar ato­dos los sectores de la militancia que coincidí<m con la C.G.T. A., para desarrollar un trabajo político territprial y sindical en la zona. Ese era un poco el objetivo con la posiCión más o menqs de la C.G .T. A.

El Negro Villaflor y la mayoría del grupo de Avellaneda a partir del af'lo '70 se integra a las FAP; se veía la integración a esta organización y la práctica de la lucha armada como la continuación lógica de nuestra militancia peronista como el ú­nico camino para enfrentar a la dictadura.

Yo sigo laburando en fábrica y estoy en todo lo que se hace más o menos de importancia en la zona sur. Entro a !a­burar a una fábrica metalúrgica en Ouilmes, un proceso intere­sante, porque ahí se dieron cosas interesantísimas. Estuve del af'lo '70 al '76 hasta que caí preso saliendo de la fábrica, sien­do delegado.

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DAVID RAMOS

Tal vez la característica que más claramente im­pacta al conocerlo es la convicción que trasuntan sus palabras y la certeza inequívoca de que lo que expresa es exactamente lo que piensa. David es un tipo que mi­ra de frente y sin duda la diplomacia no es su fuerte . Ha sido un hombre de acción para el cual el peronismo no es sólo una identidad política sino, y fundamentalmen­te, una forma de ser, de actuar, de sentir.

Hoy, con la barba blanca y su pañuelo al cuello, con un chamuyo lunfardo y con ese toque particular que distingue a quien ha pasado varios años de su vi­da tras las rejas, recuerda una larga militancia pero­nista que lo llev.ó a participar de una experiencia que culminó en Taco Ralo. Una experiencia que si tuviése­mos que titular la llamaríamos "Cuando la Juventud Peronista fue al monte".

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TESTIMONIO David Ramos

Mi primer accionar político fue en un acontecimiento de bastante importancia, que en La Plata después iba a generar montones de militantes: la huelga de Laica o Libre en 1958.

Yo vivía en esa ciudad que era fundamentalmente estu­diantil, adonde habían empleados públicos, una población del interior muy grande y muchísimos e$tudiantes latinoamerica­nos. En la universidad no había un pensamiento nacional, el pensamiento era siempre gorila -salvo excepciones- y don­de la expresión peronista y obrera la ponían Berisso, Ensena­da y algunos gremios de la ciudad de La Plata. Pero normal­mente era una ciudad de sectores medios, con un "medio pe­lo" bastante insoportable; la posibilidad de la militancia se da­ba en los barrios periféricos y si no directam·ente en Berisso y Ensenada.

La huelga estudiantil por Laica o Libre en la época de · Frondizi fue una cosa que dividió claramente a la población de la ciudad y donde la juventud participó masivamente. Una huel­ga larga con tomas de colegios, tomas de universidades. En esos días la conozco a la Negra Amanda Peralta que era diri­gente de un colegio secundario. Participamos de todo eso y además fue una forma de conocerse y de iniciarse en un accio­nar social. Lo que más nos identifica con la Negra es que los dos nos reconocíamos como peronistas, cosa rara en ese mo­mento en el ámbito estudiantil. La Negra Amanda ya militaba en la JP de La Plata.

En el año '58, después de esa huelga, me junto con otra gente y surge la idea loca de irme a pelear a Cuba. Todavía Fi­del Castro no había asumido el poder y tomamos contacto con

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un grupo que se llamaba Pro Cuba Libre. Eramos todos chicos . de barrio, ser peronista fue muy signante; yo además memo­vía en el centro, tenía en ese momento diecisiete atíos. Uno re­cibía también las cosas que pasaban en la zona: las huelgas de Berisso, Ensenada, la huelga bancaria.

Nosotros seguirnos con esa forma de militancia barrial y eso se va extendiendo con el encuentro de diferentes grupos de compañeros que tenían accionar en distintos lugares; traba­jábamos en el barrio como era la militancia de esa época, des­de la solidaridad, la discusión, escuchar algunas veces las cin­tas de Perón, leer las famosas cartas del General.

Se hacían actividades sociales fundamentalmente y yo además no tenía un compromiso político a nivel de estructura. Muchas de las cosas para mí estaban bastante oscuras, bas­tante difíciles de entender: los diversos grupos, las diferentes cosas. Con el paso del tiempo se va perfilando todo eso, des­cubríamos que el accionar en los barrios no bastaba, que era necesario tomar otras formas organizativas.

Las discusiones con la izquierda -que en La Plata era fuerte en la parte universitaria- eran permanentes. Nosotros sentíamos la obligación de aprender, de robar conocimientos para poder defender nuestras cosas. Recuerdo que una vez un compañero para ganar una elección, una postura, lo nombró a Mao en una reunión donde estaba toda la zurda; todo lo que él necesitaba decir lo dijo, poniéndolo en la boca de Mao para que le dieran pelota.

Por eso, cada vez que iba alguien a La Plata, o lográba­mos llevar a alguien para que hablara -Jauretche, Cooke o montoto-intentáb.amos exprimirlo como una naranja. Encon­trarnos con compañeros que tenían una mayor formación o que habían participado más directamente de un accionar po­lítico, era discutir como locos durante horas, para ir formando un chamuyo, un discurso propio.

Es así que uno tenía contacto con compañeros que ha­bían sido presos del Plan Conintes, gente que había estado mucho más activamente en toda la etapa de la Resistencia y

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que ya andaban buscando otras formas de organización. Por ese entonces se produce una revolución que para

nosotros fue signante: la argelina. Yo creo que nosotros des­de el punto de vista de la posibilidad de "hacer un cambio" en las ciudades en aquella época, nos conmueve realmente todo lo que era la guerra en Argelia. Por el tema insurrecciona!, el te­ma de la liberación, por sus teóricos, por lo que era la identidad en el Tercer Mundo.

Después viene -ya en el anos '62-la famosa elección de Framini con el programa de Huerta Grande. Yo estaba en el servicio militar y participo en la campana cuando puedo. Es cuando descubro que con gritar "la vida por Perón" no basta­ba. Cuando a Framini no le entregan la gobernación queda nuevamente invalidado el camino de las elecciones y la demo­cracia.

Entonces la idea mía es que en esos momentos hay que dejar de hablar y hay que empezar a accionar para la vuelta de Perón, lo que nosotros llamábamos "el retorno de Perón y el pueblo al poder''.Cuando entro en esa forma de pensar, creo además que la resistencia espontánea de la gente no basta y un día tomo contacto con un grupo que iba a largar la guerrilla. Me pongo a charlar con la gente que era de ese grupo, que re­sultó ser del EGP (Ejército Guerrillero del Pueblo), era el gru­po de Masetti. Poco después fueron detenidos en la Provincia de Salta.

En el af'lo '64 tomo contacto con un grupo que venía de Palabra Obrera. Los troskos habían planteado la proletariza­ción de sus cuadros y los habían mandado a todos a !abu­rar-menos a Nahuel Moreno, lógicamente- y a hacer entris­mo en el peronismo. De ahí sale un grupo de gente que se plan­tea alzarse en armas, hacen una autocrítica de su accionar dentro del trotskismo, asumen el movimiento nacional y rom­pen con Palabra Obrera. Entre ellos está el Vasco Bengochea. Se incorporan con otra gente que pertenecía a la Juventud Pe­ronista donde estaba la Negra Amanda Peralta, que me propo­ne ingresar al grupo. La muerte de los compaf'leros en la explo-

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sión de la calle Posadas -en la que mueren algunas personas que vivían en el edificio más algunos compaf'leros que estaban en el departamento- aborta este proyecto.

Nunca se supo bien qué pasó y no quedó nadie para contarlo. Se había hecho acopio de material en ese departa­mento porque se iban a ir a Tucumán en cualquier momento. Hay una explosión, muere el Vasco y otros compaf'leros, y al resto nos salta captura.

Como consecuencia de esa captura, caigo preso. Me detienen el14 de agosto de 1964 y paso ocho meses en cana. Ahí pude poner en práctica todo lo que me habían transmitido los compaf'leros, desde saber hablar con las manos hasta te­ner una conducta diferente dentro de lo que es un penal. Co­nocí tres penales: Olmos, la Unidad 9 de La Plata y Caseros.

Cuando salí retorné a La Plata a seguir participando con otros compaf'leros que estaban trabajando políticamente. En­tré a trabajar con los metalúrgicos y organizamos una huelga. Me echan. Participamos en las manifestaciones por la invasión a Santo Domingo y apoyamos activamente, como grupo de Ju­ventud Peronista, una huelga bastante larga en la Petroquími­ca. Apoyamos en la olla popular, consiguiendo dinero, víveres, cooperando con ellos en las diferentes seccionares que tenían en la huelga .. . todo lo que fuera grupo de solidaridad.

Después de eso vino el golpe de Onganía en el'66 y yo me voy más de medio af'lo a Trelew, en la Patagonia. Cuando volví me reencontré con ex compat'leros, con la Negra Aman­da, que estaban trabajando en el grupo de Cooke, el ARP (Ac­ción Revolucionaria Peronista) . Esto ya era a principios del'67.

Nos metemos a trabajar en el ARP y nos comenzamos a vincular con otra gente que tenía posiciones similares a la nuestra. En ese momento surgen un montón de grupos, grupi­tos, grupúsculos que desde el peronismo sustentan una posi­ción combativa y comienzan a plantear la lucha armada como el único camino posible y efectivo para enfrentar a la dictadu­ra militar y lograr el retomo de Perón. Esto no surgía como re­sultado de ningún elaborado análisis teórico sino que era la

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conclusión evidente de toda la práctica de resistencia que ve­nía desarrollando el peronisrno desde 1955.

Nos habían sacado del gobierno a los tiros y llevábamos más de una década de proscripción. Se había intentado el gol­pe de Valle y había concluido en masivos fusilamientos. Se ha­bían realizado frentes y convenios electorales, habíamos vota­do en blanco, habíamos ganado las elecciones con Framini y nuevamente nos habían proscripto. Sabíamos que éramos mayoría, que el pueblo era peronista pero que todo intento de recuperar el gobierno y lograr el retorno de Perón había sido re­ventado por el gorilaje.

Sabíamos positivamente -después de más de diez af'los de Resistencia- que el accionar de meter caf'los no te­nía ningún resultado, nada más que caer compaf'leros presos y de vez en cuando que muriera alguien que no tenía nada que ver.

Se había peleado también desde los sindicatos y desde la C.G.T. con grandes huelgas o con el famoso Plan de Lucha, pero después de 11.000 establecimientos fabriles tomados no se había podido generar ninguna cosa concreta. Habíamos ge­nerado sí un vacío de poder, y volteamos a lllía. Pero voltea­mos a lllía y viene Onganía que está apoyado por el vandoris­mo, y eso se revierte en contra de la gente de nuevo.

También participamos en el conflicto entre los "de pie" y los "sentados" que planteaban que había que estar "en contra de Perón para salvar a Perón". Nosotros habíamos participa­do en la custodia de Isabel y apoyado a Alonso en su enfren­tamiento con Vandor.

Intentamos hacer las cosas, nos reprimieron; el gobier­no avalaba la intervención yankee a Santo Domingo, nosotros nos levantábamos en contra y nos reprimían a garrotazos en la calle; nos prohibían el17 de octubre, nos perseguían en la universidad. En fin, una serie de cosas que iban generando un caldo de cultivo como para decir "bueno, señores, basta, se acabó".

Saquemos el macro análisis político, caigamos en la

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bronca que teníamos. Reconozcamos de una vez cómo noso­tros nos movíamos, que no era desde el gran análisis político sino desde la bronca que veníamos acumulando desde el '55, luchando por el retorno de Perón. Bronca porque lo único que habían hecho era cagamos a trompadas, meternos presos, torturarnos, y en nombre de no sé qué. Cada vez era mayor la dependencia, cada vez el nivel de la entrega era mayor.

Y frente a todo esto comienza a surgir la lucha armada como el único camino posible, el único válido, el único que fal­taba transitar. Aunque este tema de la lucha armada tampoco era nuevo en el Movimiento; basta recordar a los Uturuncos en el '59 y otras acciones que se habían realizado.

Sin duda, Onganía actúa como el desencadenante final de todo este proceso ya que era lo único que faltaba, un gobier­no militar que disolviera todos los partidos políticos y dijera que se iba a quedar por veinte años. No es casual que la mayoría de los grupos del peronismo que venían ligados a una línea más o menos combativa -ya sean de JP o activistas sindica­les- comienzan a hablar de lucha armada.

Y así nos empezamos a vincular entre estos grupos. No­sotros tomamos contacto con uno que estaba en Villa Jardín y que tenía más o menos nuestro mismo planteo. Ahí estaban Gerardo Ferrari , Ferré Gadea, el ciego Deslarme, el Narigón, el Tano, el Cura, la Petreca -que después se casó con el Ta­no- y estaba otro al que le decíamos el Huevón. La mayoría eran ex seminaristas o curas, y también había gente de la vi­lla.

Estábamos en la tesitura que mejor que decir es hacer y empezamos a hacer. Se genera entonces una crisis en nues­tro grupo y rompemos con el ARP. En un momento , quedamos la Negra Amanda, su compañero Néstor Verdinelli y yo, solos. Decimos "somos tres, suficiente" y seguimos para adelante. Al poco tiempo nos contactamos con un compañero que venía de la experiencia del MNRT (Movimiento Nacionalista Revolucio­nario Tacuara) y que había estado viviendo un tiempo en Uru-

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guay con José Luis Nell y otros muchachos de ese grupo. Es­te compatíero, Gustavo -le decíamos "el Pata"- viene un día y dice "yo tengo contacto con una gente, un grupo que plantea la lucha armada" y apareció Cacho El Kadri. Cacho tenía un grupo de compatíeros, todos viejos militantes de JP, que vení­an de la experiencia del MJP (Movimiento de Juventud Pero­nista) y que además también tenía relación con la gente de Vi­lla Jardín.

Un día Cacho plantea que tenía contacto con otro gru­po de compatíeros, que eran muy importantes, qué sé yo, que se estaban organizando, etcétera. Y apareció el compatíero importante que se estaba organizando: era Garlitos Caride.

Así surgen las FAP, las Fuerzas Armadas Peronistas, que a su vez este nombre ya tenía historia dentro del peronis­rno. Venía de la época de Rulli, pero como siempre, en el pe­ronismo nada es privativo de nadie; nosotros tomamos el nom­bre como propio y le empezamos a meter.

La idea nuestra era que si éramos una organización que nos planteábamos el retorno de Perón, teníamos que ser na­cional y para eso había que tratar con gente de todas las pro­vincias. Aprovechamos la vieja estructura del Movimiento que era el MJP y convocamos entonces compatíeros de las diferen­tes provincias para el retorno de Perón, con la idea de levan­tarnos en armas con esa bandera. Nuestra principal consigna era "por el retorno de Perón y el pueblo al poder".

Comenzamos a realizar acciones acá en Buenos Aires para conseguir medios económicos y pertrecharnos; nuestro objetivo era instalar un "foco" de guerrilla rural en los montes tu­cumanos. El lugar elegido fue Taco Ralo y hacia allí partieron compatíeros de todo el país. La idea era que en el monte es­tuvieran los compatíeros más representativos de la Juventud Peronista de las distintas provincias. Así estaban el "Chancho" Lucero de Rosario, ei"Aguila" Olivera de Santa Cruz, el Negro Laredo de Corrientes, la Negra Amanda y yo de La Plata y Ca­cho El Kadri, que era reconocido como dirigente a nivel nacio-

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nal de la Juventud Peronista. Había otros compatíeros, en to­tal éramos trece.

Estamos dando un nombre porcada provincia porque la idea era que el día que se operara se iba a operar en todos los lados, todos juntos con un mismo volante; todo el grupo que era MJP en las diferentes provincias se asume corno FAP, y tam­bién otra gente que no era de MJP.

En Taco Ralo caemos presos antes de poder empezar a accionar. Caemos prematuramente, todo se aborta por la ig­notancia militar que teníamos nosotros en ese momento. Por eso yo pienso que e~to se puede analizar desde dos puntos de vista. Desde un punto de viste políticq creo que a nosotros nos llevaron a eso y lo que estábamos haciendo era lo correcto. Lo correcto no es lo ideal, no creo que un estado de guerra pue­da ser nunca lo ideal pero sí que no nos quedaba otra salida; políticamente no quedaba otro camino. El problema estaba en cómo se encaraba eso militarmente, y si nosotros estábamos en condiciones de hacerlo.

No teníamos ninguna experiencia rural y no teníamos una gran sistematización de lo que podía se runa estrategia mi­litar. Más bien guitarreábamos y tocábamos de oreja.

El problema más grande se plantea a partir de que no­sotros caemos presos en Taco Ralo; nos descabezan en ese momento y se pierde el contacto que había entre el interior y Buenos Aires y al frente del grupo nuestro queda gente que no era la más representativa. No era la más capaz, estaba en pé­simas condiciones de supervivencia y se alía en ese momen­to a sectores que no tenían las cosas muy claras. Se pierden entonces los contactos que les habrían permitido mantener esa orgánica nacional.

El error nuestro es que, por querer ser representatLvos -ya que íbamos a firmar como representantes desde el mon­te-nos llevarnos a tipos que eran importantísimos, convocan­tes. Había gente en Tucumán que tenía mucha mayor capaci­dad que la gente que quedó; eran cuadros políticos como El

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Kadri, el Chancho, el Aguila. Eran representativos de su zona y de su gente. Los llevamos ahí y la gente que quedó no pudo bancarse la realidad que debieron afrontar.

De todas maneras, yo haría un corte de lo que fue nues­tra etapa y la etapa de lo que después se llamó la Tendencia.

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DOCUMENTO

Carta de Perón a las F AP

Mis queridos compañeros: He recibido vuestra carta del año pasado que recién me llega

por mano del compañero don Pablo Vicente y deseo agradecerles el recuerdo, como el saludo, que retribuyo con mi mayor afecto. Por las nobles palabras que allí leo me he podido dar cuenta que se trata de valerosos compañeros, que vienen jugando la vida por los ideales que desde hace un cuarto de siglo sostenemos los peronistas. Por ello, co­mo jefe del Movimiento me siento en el deber de hacerles llegar,jun­to con mi encomio, el agradecimiento de todo el peronismo.

Como ustedes muy bien saben, el momento es para la lucha, no para la dialéctica política, porque la dictadura que azota a la Patria no ha de ceder en su violencia sino ante otra violencia mayor. El Pue­blo está en su derecho de luchar por su destino, hoy comprometido por la irresponsabilidad de estos traidores entregados al imperialismo yanqui. Los pueblos que no son capaces o no quieren luchar por su li­beración merecen la esclavitud. Pero mientras haya hombres que, co­mo ustedes, están resueltos a esa lucha, la Nación no tiene nada que temer y el Pueblo puede enorgullecerse de contarlos en sus filas.

He recibido toda la información sobre las acciones que han re­alizado y no puedo menos que lamentar las consecuencias que los ha llevado a ustedes a prisión, pero es preciso comprender que ninguna empresa está librada de errores y de sus consecuencias. Cuanto les ha pasado a ustedes servirá de experiencia para que no les pueda pasar a los compañeros que tomando vuestras banderas han de llevarlas al triunfo. La lucha tiene esas características: los vencedores a menudo se sustentan sobre la sangre generosa de los que cayeron o de las pe-

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nurias que pasaron sus precursores. Vivimos momentos difíciles pa­ra el destino de la Patria y es de buenos hijos de ella hacer lo posible para asegurar un futuro mejor. En este quehacer no puede haber es­fuerzo despreciable y todo cuanto han realizado forma parte del cua­dro de honor del verdadero Peronista que, por su naturaleza, no pue­de serclamatorio sino objetivo y comabativo en alto grado. Yo los fe­licito a lodos ustedes y deseo que junto con mi saludo más afectuoso y mi admiración más sincera, les llegue mis mejores deseos y votos por un futuro venturoso.

"Ustedes son las guerrillas que vienen a combatir a los que nos quieren vender la muerte climatizada con el rótulo de porvenir" de­cía un famoso letrero en el barrio Latino de París en mayo de 1968. Yo puedo decirles a ustedes lo mismo, con la exhortación más firme para que sigan adelante persuadidos de que cuanto hagan por laPa­tria ahora, les será agradecido por los argentinos del mai'iana. Un gran abrazo. Juan Domingo Perón (12 de febrero de 1970).

(Publicada en "Cristianismo y Revolución" N2 25, setiem­bre de 1970).

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TERCE,RA PARTE

Del Auge de Masas al Golpe de · · Estado (1969/1976)

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El Cordobazo actúa como elemento conmocio­nante en la estructura política argentina, generando las más diversas reacciones en los sectores de poder, grupos y dirigentes políticos que buscan el reacomoda­miento en un escenario que había variado fundamen­tal y definitivamente.

Hechos que hasta un mes antes eran impercep­tibles, se constituían en datos de la realidad que no po­dían ser ignorados bajo el riesgo del suicidio político.

El protagonismo activo del pueblo en sus recla­mos, la confianza en su movilización más que en las viejas estructuras y dirigentes, la aceptación de la vio­lencia como método válido para enfrentar la represión, la derrota de las fuerzas policiales, la participación di­recta de las Fuerzas Armadas en la represión, el pre­dominio de las protestas en el interior del país, la unión de los es ludian tes con los obreros, la estructuración de

, una "nueva oposición" y la creciente politización de los conflictos, son hechos que marcarían a fuego a toda una generación y que influirían en forma definitoria en los próximos cinco años de la vida política argenti-na.

El proyecto político y económico que había dado origen al golpe de Onganía quedaba inexorablemente sepultado en las calles cordobesas. Y aunque Onganía se obstinaba en desconocerlo, numerosos sectores po­líticos, económicos y militares que habían apoyado en­tusiastamente aquel golpe, percibían la necesidad de una rápida rectificación para paliar el descontento po­pu.lar y evitar en un futuro un cambio más profundo.

· La estrategia estaba diseñada y la fecha puesta. El 29 de mayo de 1970, día del ejército argentino, las Fuerzas Armadas deberían destituir a Onganía y po-

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ner en su reemplazo al Gral. Pedro E. Aramburu. Pe­ro un imprevisto hecho alteró definitivamente los pla­nes. El secuestro y posterior ejecución de Aramburu por la organización Montoneros, dejó al Gral. Lanusse -Cde. en Jefe del Ejército e ,inspirador de este plan-sin el candidato ideal a "presidente".

Cuando días más tarde se produce el golpe, el cargo ~s ocupado por un ignoto general que desempe­ñaba funciones de inteligencia en EE.UU.: Marcelo Levings ton.

El agravamiento de las condiciones socio-econó­micas, las masivas y violentas movilizaciones popula­res que jalonaron el territorio nacional a partir del Cordobazo y el cierre de todos los canales de actividad y participación, constituían el cuadro de situación en el que se insertaría la violencia política. En el trans­curso de 1970 comienzan su actividad pública diversas organizaciones guerrilleras peronistas (F AP, F AR, Montoneros, Descamisados) y de izquierda (ERP, FAL, CPL).

Antes que finalizara el año se conocería un acuerdo firmado entre diversos partidos políticos. Es­te pacto llamado la "Hora de los Pueblos", nucleaba a . peronistas, radicales y otros partidos menores en tor­no a un único objetivo: exigir elecciones a la dictadura militar.

La protesta, la movilización masiva, la agitación callejera, las expresiones violentas, se habían trans­formado en las formas predilectas de encauzar el des­contento generalizado en todo el país. Es así que en marzo del 71 se produce un segundo cordobazo --cono­cido como Viborazo---que termina de dar por tierra con este segundo período de gobierno militar.

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La nueva etapa de la dictadura· que se inicia con el Gral. Lanusse, es un intento de las Fuerzas Arma­das de replegarse en forma ordenada a los cuarteles y volver a los mecanismos democráticos. Es también la necesidad de incorporar a Perón y al peronismo a la vi­da pública argentina.

La vigencia de la dictadura militar, la proscrip­ción política y el exilio del líder peronista eran los prin­cipales elementos que legitimaban el accionar guerri­llero. Lanusse, con su Gran Acuerdo Nacional, inten­ta revertir esta situación. Su proyecto político parte de. la base que, de pretender perpetuar el régimen militar o intentar una institucionalización con el peronismo proscripto se crearían las condiciones para un levanta­miento nacional. '

Lanusse comienza una serie de negociaciones con Perón a través de su delegado personal, Jorge D. Paladino. Pero si Lanusse pensó seriamente que Perón se encuadraría mansamente dentro de los lineamien­tos del GAN, poco duró su ilusión. Hacia fines de 1971, el líder justicialista fue endureciendo sus posiciones y radicalizando su discurso político. Paladino fue reem­plazado por Cámpora y Rodolfo Galimberti designado ' como representante de la Juventud Peronista ante el Consejo Superior Justicialista. Con este nombramien­to Perón otorgaba la más importante carta de ciudada­nía dentro del peronismo a las que él denominaba "for­maciones especiales", es decir, a la guerrilla peronista.

A mediados de 1972 se realiza un proceso de uni­ficación de diversos grupos de Juventud Peronista en una estructura nacional conformada por siete regio na­les, con un Consejo encabezado por Galimberti. Esta estructura, que se conoció como JP Regionales y que en

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escaso tiempo alcanzó total preponderancia en la vida del peronismo, centró su discurso político en la movi­lización, el enfrentamiento a la dictadura y el apoyo irrestricto a las organizaciones armadas peronistas (fundamentalmente a Montoneros).

Esta estructura le permitiría a su vez a estas or­ganizaciones, la utilización de todos los espacios de ac­tividad legal que se iban abriendo a partir del GAN (Gran Acuerdo Nacional). La actividad política ya no se suscribiría al ámbito estudiantil, ni los recluta­mientos se realizarían en reducidos círculos de mili­tantes. A partir de allí se abrirían cientos de l~ales partidarios y Unidades Básicas en barrios y villas, se realizarían actos políticos y movilizaciones barriales, se lanzarían campañas de pintadas como la ya famosa LUCHE Y VUELVE. La JP se transformaría a corto plazo en el organismo con mayor poder de movilización dentro del peronismo, lo que le permitiría incidir en la interna partidaria y ser considerada dentro del esque­ma desplegado por el líder justicialista.

Esta nueva presencia de la JP coincide con dos elementos que crearían una coyuntura apropiada pa­ra su meteórico desarrollo. Uno fue el rompimiento de negociaciones de Perón con Lanusse y el creciente en­frentamiento desarrollado a partir de ·allí. El segundo fue la soledad política del delegado de Perón,Héctor Cámpora, quien no era visto con buenos ojos desde la estructura sindical y por lo tanto se apoyó en la JP. N a-ce así el "fenómeno Montonero". .

Cuando el1 7 de Noviembre del 72 Perón retornó a su patria, interrumpiendo así un exilio de 17 años y 52 días, fueron mayoritariamente los sectores de JP los que aportaron sus militantes para marchar bajo la

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lluvia, desafiando un operativo de seguridad que con­tó con el despliegue de tropas y que reprimió brutal­mente a quienes profiaron intentar su encuentro con el líder.

La tarea central de Perón fue preparar sus hues­tes para la contienda electoral. En alianza con otros partidos políticos conforma el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), cuyos candidatos serían Héc­tor Cámpora y Solano Lima. Antes de fin de año, Perón retorna a Madrid.

El líder justicialista endurece día a día su discur­so. Y a no sólo habla de transvasamiento generacional, socialismo nacional y guerra revolucionaria, sino que por ejemplo, cuando un periodista le consulta su opi­nión acerca de la muerte del Contralmirante Berisso en manos de un comando de las F AR, Perón responde: "Si tuviera 50 años menos no sería incomprensible que anduviera ahora colocando bombas o tomando justicia por propia mano" (Rev. Panoram~ 411173). Marcaba así, en los primeros días de 1973, la tónica que toma­ría la campáña electoral del FREJULI, que estaría he­gemonizada por la JP e incrementaría su virulencia a medida que se fuera acercando el día de los comicios.

Elll de marzo el país entero se vuelca a las ur­nas, las que arrojan un veredicto a favor del Frente Justicialista con un casi 50% de los votos.

A partir de esto se inaugura una etapa signada por la lucha tendencia! en el Movimiento peronista. Fi­nalizada la agitación y movilización características de la campaña electoral, se abre un interregno donde ca­da sector, fracción o grupo, se lanza a la conquista de posiciones de poder que le permitan incidir en la nue­va situación que queda planteada a partir del25 de

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Mayo, en que el peronismo vuelve a ser gobierno. Sec­tores sindicales y políticos, moderados y de derecha co­mienzan a tejer una sólida alianza ante el resquemor que les produce el incesante avance de JP/Montoneros, bajo el ala del Tío Cámpora.

A fines de abril, Perón destituye a Rodolfo Ga­limberti, marcando así el primer hito de enfrenta­miento entre dos concepciones (la de Perón y la de Montoneros) que habían convivido circunstancial­mente brindándose mutuos servicios, pero que a par­tir del11 de marzo comenzaban a transitar un camino que los conduciría al inexorable enfrentamiento.

No obstante, a esta JP todavía le restaba vivir su día más glorioso y éste fue el25 de Mayo. Allí lidera­ron la movilización en Plaza de Mayo, impusieron sus consignas y posteriormente condujeron nutridas co­lumnas hacia el penal de Villa Devoto, donde liberaron a todos los presos políticos.

Pero esta gloria sería tan fugaz, como vertigino­so había sido su ascenso. A partir del regreso de Perón a la patria comenzaría un complejo, sinuoso y san­griento camino, donde los enfrentamientos internos y la agudización de las contradicciones del peronismo esterilizarían su función de gobierno, desmovilizarían al pueblo y no colmarían las espectativas acumuladas en 18 años de proscripción.

Donde los Montoneros se sentirían con derecho a disputarle la conducción del Movimiento al propio Pe­rón·apelando a todos los métodos, aún al asesinato del secretario general de la CGT, José Rucci. Y donde Pe­rón se enfrentaría a los Montoneros utilizando inclusi­ve a los sectores más nefastos del peronismo, como ser el Lopezrreguismo. Sectores que hegemonizarían el

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Movimiento y el gobierno a partir de la muerte del lí­der.

La presidencia de Isabel estaría signada por la crisis económica (Rodrigazo), la persecución ideológi­ca (clausura e intervención a medios de comunicación; Misión Ivanissevich), el terrorismo de Estado (Triple A) y las cruentas luchas internas. Elementos que sin duda habrían sido sancionados por el voto peronista y el del pueblo en general, si los militares no hubieran in­terrumpido este proceso a través del golpe del 24 de marzo de 1976.

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TESTIMONIO Andrés Castillo (Segunda parte)

Cuando salgo de la cana a mediados del67 me encuen­tro que mi grupo, Nueva Argentina, se había convertido en la ultra derecha. Hacemos un par de reuniones y lo rompemos. Yo y otros más, medio de pesados no más, decimos "esto no es de nadie" y se terminó. Después de eso no me integro a ningún grupo, ni trabajo políticamente. Te digo que en el66, 67 no pa­saba nad?, después del golpe de Onganía fue el bajón más grande que tuvo el peronismo. A partirdel68, que me nombran delegado en la Caja de Ahorro, me dedico a la tarea sindical. Empezamos a participar de la experiencia de CGT de los Ar­gentinos y a partir de toda esta actividad sindical y del clima po­lítico que se comienza a vivir después del Cordobazo yo voy ra­dicalizando mis posiciones. Viajamos a Córdoba, empezamos a relacionarnos primero con el gremio bancario, después con la gente de Atilio López, con Tosco y con toda la izquierda. Se pone de moda el tema de Sitrac-Sitram, todo el mundo fasci­nado con este fenómeno y ahí viene, en el caso mío como en el de muchos compalíeros, una corrida hacia la izquierda, ver­tiginosa. Te diría que esto fue un fenómeno generalizado en to­dos los grupos de JP. Aparte, ya e·n ese momento habían co­menzado a surgir grupos nuevos, antes nos conocíamos todos y empiezan a aparecer caras nuevas, pibes ... había un claro corte generacional.

. La presencia del Mayor Alberte como delegado de Pe­rón legalizaba a lo que podemos llamar izquierda dentro del pe­ronismo, que se identificaba como Peronismo Revolucionario y después se conoció como Tendencia Revolucionaria del pe­ronismo. Ahora bien, para aquellos que siempre fuimos pero-

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nistas ortodoxos -pero no como la ortodoxia de ahora sino de Perón- este pasaje hacia posiciones más duras era una co­sa natural, despacito, tranquilo y como tomarlo con vaselina.

Mi trabajo era gremial y en la CGT de los Argentinos, hasta que aparece la Tendencia, empezarnos a reunirnos, era una cosa muy vaga. En el caso mío te diría que la cosa pasa­ba por dar el apoyo a las organizaciones armadas, sin profun­dizar mucho más. Como que había que apoyar a la gente que estaba peleando, que era el mayor nivel de conciencia, una co­sa así. Y ahí empecé a trabajar, a conectarme, a charlar con gente de Montoneros, aunque en realidad tenía más afinidad ideológica con la FAP. Mi primera adhesión a las organizacio­nes armadas pasaba fundamentalmente por esos mitos y esos clishés que uno tenía: "son los mejores compañeros", "los que están peleando son los mejores compañeros", quiere decir que lo ideológico, si están equivocados, si es foquismo, no es fo­quismo, si la guerra prolongada o no, me importa tres carajas, "el que pelea merece más que nosotros, que estamos acá dis­cutiendo o peleando una medialuna con el presidente de la Ca­ja", era mi planteo. Y así vamos conociendo a otros compañe­ros que pEiJnsaban igual, fundamentalmente a nivel sindical.

Todo esto empieza a adquirir un vuelco masivo a partir de que Perón lo nombra a Galimberti en el Consejo Superior. Cuando vuelve lsabelita a fines del 71, yo estoy nuevamente en su custodia y ahí lo conozco a Galimberti y digamos que ten­go una coincidencia de entrada. Bueno, en realidad yo ya loco­nocía de antes porque Galimberti venía de Tacuara, pero en esa época yo no le daba bola, era mucho más chico que yo, un pende jito. Además, cuando nosotros producimos la fractura en Tacuara es de los que no se van, así que le teníamos bronca, "ahora son peronistas", decíamos. El loco Galimberti había for­mado un grupito nacionalista que después se hace peronista y que eran diez tipos y lo que hacían era la reivindicación de la lucha armada y eso nos hizo tener los primeros acuerdos. Ga-· limberti hace la misma que había hecho antes Brito. Crea una mesa, un lugar de discusión, ahí en la calle Chile donde esta-

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ba el Partido y una vez por semana había una reunión donde venía cualquier tipo de cualquier grupo, entonces él iba juntan­do gente y organizando la JP, con el aval que le daba ser el de­legado de Perón para la Juventud. Aunque en realidad ese fue un cargo que nunca existió, lo creó el loco, eso me consta. Pe­rón lo nombra en el Consejo Superior, pero cuando Galimber­ti llega a Ezeiza dice: "soy el delegado de Perón de la JP. Lo que Cámpora es a la rama política, yo soy a la Juventud". Eso lo in­ventó él y por supuesto que Perón no le va a decir que no, si fra­casa lo echa a patadas y si le viene bien, que lo haga. Además, lo que quería Perón era eso, alguien que juntara y organizara a la Juventud y que enfrentara a la dictadura. Para la gente de afuera Galimberti era un Montonero y por eso fue tan impactan­te que Perón lo nombrara. Te aclaro que en ese momento no era Montonero, no estaba encuadrado, pero teóricamente era un Montonero y por eso mismo lo nombra Perón. Lo nombra porque no era Montonero, y eso es lo que no comprenden ni Galimberti ni los Montoneros. El loco Galimberti se lo había ga­nado a Perón porque era muy atorrante, muy loco, el loco es te­rrible. Esto me lo ha contado gente que se agarraba la cabeza, de cargarlo a Pe'rón, "pero Perón usted usa zapatos blancos, es un antiguo", lo cargaba a Perón, cuando nunca nadie se ha­bía animado a cargarlo, pero a Perón lo fascinaba la desfacha­tez del loco y le decía cualquier barbaridad. Además iba y pu­teaba a todos, "este es un traidor", "este es un hijo de puta", no se salvaba nadie. Perón sabía'que Galimberti no era Montone­ro porque él mismo se lo decía "yo no soy montonero". Enton­ces Perón hace la justa. En el momento de crecimiento de la iz­quierda, que necesita de la izquierda, de los Montoneros, de la lucha armada, nombra a un tipo que parezca pero que no sea; que sea de él. Que no tuviese un grupo importante. JAEN (Ju­ventud Argentina para la Emancipación Nacional), el grupo del loco, eran diez tipos. Tal vez el más débil en términos numéri­cos y de poder político. Entonces el juego de Perón es claro, nombra al que menos tiene. De todos los que en ese momen­to getoneaban en los grupos de JP y que levantaban la lucha

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armada, el que menos tenía era él. Lo que sí tenía era la amis­tad o la relación con Montoneros, que también a Perón le ve­nía bien. Entonces, con el nombramiento de Perón y con la gui­ta que le tiraban los Montoneros, Galimberti comienza a cami-

nar. Había que ir a Misiones, levantaba la mano en el Con-

sejo y ahí iba él. Y donde iba armaba quilombo. A muchos la-dos yo iba con él.

Todos los grupos de JP que lo iban a ver él los "bautiza-ba" y listo, ya está, adentro, y por supuesto les bajaba la línea pro montonera. En ese momento los grupos que surgían de to­dos lados veían a los Montoneros como el referente y eso cre­ce, crece, crece. Te diría que en la calle Chile cuando empe­zamos seríamos diez, doce tipos y después se llenaba de gen­te, no había lugar. Ahí lo diluye a Brito, porque Brito por otro la­do es el que pesa de entrada. Brito iba y charlaba pero no arre­glaba y después los hechos le pasan por encima.

Los otros dos grupos importantes que no estaban en la línea montonera eran FEN (Frente Estudiantil Nacional) de "pajarito" Grabois y Guardia de Hierro del "gallego" Alvarez. Ahora, fijate vos una cosa, porque esto creo que ocurre nada más que en el peronismo. El loco Galimberti que venía de Ta­cuara termina liderando la izquierda del peronismo y pajarito Grabois, que cuando se hace peronista se definía como mar­xista-leninista, termina en el sector más conservador, casi de derecha, con miedo a hablar del socialismo, cuando en ese momento el que estaba bajando el "socialismo nacional" era el mismo Perón. Yo la primera vez que escuché hablar de "socia­lismo nacional"fueenumÍcintade Perón. Este erauntemaque dividía las aguas con estos grupos y el otro era el de la lucha armada. Ellos estaban en contra y nosotros a favor. El otro gru­po que tenía una posición similar a la del FEN y Guardia era "Los Demetrios", pero corno ellos eran "verticalistas" de las ór­denes de Perón apenas llegó el loco con su nombramiento fue Néstor Ortiz, que era el getón de Demetrios, y le dijo que se po­nía a sus órdenes, y nunca jodieron demasiado, por otra par-

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te estaban bastante desprestigiados porque habían quedado muy pegados a Paladino.

A principios de 1972 organizamos el primer acto de JP, en el club Cambaceres de Ensenada. Se hace ahí porque no había ningún lugar donde se pudiera garantizar que no fuera copado por FEN y Guardia de Hierro. En Ensenada había un laburo bastante bueno y además les creaba mayor dificultad para llevar gente. Pero como en ese momento las cosas suce­dían con una rapidez vertiginosa, a los dos meses hacemos un segundo acto, el famoso de Castro Barros en la Federación de Box y ahí cambia la relación de fuerzas. Ahí Dardo Cabo le ha­ce una jugada a Grabois y al gallego Alvarez. El tema es el si­guiente, Dardo tenía un grupo que se llamaba "Agrupación Pe­ronista 17 de Octubre" y junto a pajarito y al gallego habían for­mado la Mesa de Transvasamiento Generacional, que funcio­naba como una especie de superestructura de los tres grupos. Pero ya en ese momento Dardo se había integrado a los "Des­camisados" que era una "orga" que después se termina inte­grando a Montoneros. Te cuento que una vez cae Dardo a las reuniones que organizábamos con Galimberti en la calle Chi­le y nosotros lo queríamos echar y entonces lo llama aparte al loco y hablan, cuando vuelven el loco me hace una sel'la y me dice que me quede en el molde, yo no entendía nada pero des­pués me explica que Dardo le había dicho que venía en repre­sentación de "Descamisados". Por supuesto que el gallego no sabía nada de esto, y ahí viene la jugada. Cuando se negocian las características del acto entre los distintos grupos, Dardo queda como primer orador. Me acuerdo que cuando llego al ac­to ya no había más lugar, todo lo tenía copado FEN y Guardia de Hierro. El primero que habla es Dardo y dice "nosotros, los que tenemos más de 30 al'los tenemos que renunciar a la JP". Esta era una evidente maniobra para descolocarlo al Gallego. La gente lo aplaude a Dardo y cuando quiere hablar el gallego no lo dejan, lo chiflan y se arma un quilombo bár6aro. El galle­go agarra el micrófono y dice "si no hablo yo no habla nadie", un quilombo. Entonces Galimberti dice "hay que 9ejar hablar al

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compañero" y habla. El último discurso lo dice Galimberti y se come el acto. Y se lo come porque era más vivo, era mejor ora­dor y porque se venía dando un proceso; todas esas tribunas de FEN y Guardia de Hierro terminaron siendo Montoneros. El Fenómeno del "jotapeísmo" fue así. Muchos venían militando en otro lado. Y se come el acto en el momento en que se da la mayor guerra de consignas. Había dos gritos, los que estába­mos abajo gritábamos "Perón, Evita, la Patria Socialista" y to­das las tribunas donde estaban FEN y Guardia gritaban "Pe­rón, Evita, la Patria Peronista".Cuando habla Galimberti los gri­tos se acentúan y entonces él dice que las dos consignas son lo mismo, porque la patria peronista es la patria socialista y arri­ba empiezan a cantar "la patria peronista, la patria socialista". Le falla la propia gente al FEN y Guardia. Yo cuando ví eso di­je "chau", se terminó el gallego Alvarez, se terminó pajarito Grabois, se terminó todo. Y así fue, porque la mayoría de Ja gente que venía de esos grupos terminó en Montoneros.

A los dos o tres meses de este acto se hace un Congre­so en Santa Fe donde se larga la JP Regionales. La estructu­ración de la Juventud Peronista por Regionales es una mani­jeada de los Montoneros. Es decir, surge de la dirección de Montoneros y la implementa Galimberti. La idea era que la JP fuera el correlato de superficie de Montoneros y por lo tanto se utiliza el mismo organigrama, la misma estructura organizati­va. Dentro de este esquema ninguno podía tener cargo direc­tivo de JP si no era Montonero. Si no era y quería estar, tenía que encuadrarse. Eso ya marca una práctica distinta con la his­toria de la Juventud Peronista. Es la lucha por la hegemonía a partir del aparato, con la ventaja del aluvión, por eso pasó de­sapercibido, si vos eras militante intermedio no veías la "apa­rateada". Por otro lado toda la gente que andaba alrededor de ellos acordaba con Montoneros aunque no supiera bien qué era. Esto era parte de la mística del combatiente, se hizo toda una fantasía con el combatiente, por ahí muchos de los dirigen­tes de Montoneros no había tirado nunca un tiro pero era así la cosa. Lo que es cierto es que ellos ven con claridad de que vi e-

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ne el proceso electoral y que ese proceso tiene que seNir pa­ra la acumulación de fuerzas y para la movilización, mientras otros grupos como la FAP no apuesta a eso, no creen en las elecciones. Con las FAR sucede lo mismo, con la diferencia de que ellos tenían complejo de no ser peronistas y entonces cuando comienzan a ver el fenómeno de Montoneros, rebobi­nan enseguida y se meten en la campaña electoral.

El7 de septiembre de ese año, 72, se cumplían dos años de la muerte de Aba! Medina y Ramus y entonces organizamos un acto en la estación de William Morris y ahí el loco arma un quilombo de puta madre. El acto lo prohibe el gobierno y cuan­do llegamos está lleno de canas. El loco dice vamos a poner la palma lo mismo. Como no nos dejan pasar nos enfrentamos a la cana a las puteadas. Uno de los vigilantes tira un gas lacri­mógeno que le pega en el estómago a un pibe de laJP, Ramón Cesaris, y lo mata. Se arma una gresca de proporciones. En to­do ese despelote nos sacan una foto a los tres que íbamos ade­lante: Galimberti, yo y el vasquito, que se tapa la cara con la pal­ma. Ahí se hace famoso Galimberti. Sale la foto por televisión y por todos los medios y Lanusse diciendo "estos son los agi­tadores profesionales".

Después de esto viene la movilización por el primer re­torno de Perón el 17 de noviembre y luego la campatia electo­ral. En todo este proceso se da un crecimiento vertiginoso de JP y de los Montoneros en todo el país. Sobre todo en el inte­rior, no sabés lo que era el interior, llegaba el loco a la estación y venían los pibes, las viejas, todo el mundo, también la buro­cracia política del lugar. Ahí el loco se largaba su discurso y se armaba cualquier quilombo. Se iba Galimberti y atrás venían los Montoneros. El loco los bautizaba y los Montos les daban la comunión.

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DOCUMENTO

JP REGIONALES- AUTORRETRATO

1973 es el año de mayor auge del "fenómeno montonero" y por lo tanto, de máximo crecimiento de la JP Regionales. A los efectos de poder analizar este proceso desde distintos ángulos, es interesante saber cómo se veían ellos a sí mismos, en ese momen­to de cresta de la ola. En el N11 8 de la revista "El Descamisado" del 10 de julio de 1973, salía un artículo que se titulaba:

"El país se pregunta: ¡Qué es la Juventud Peronista?". "La Juventud Peronista que actualmente moviliza en todo el

país a centenares de miles de activistas era una pequeña organización que agrupaba nucleamientos de influencia zonal o regional hacia me­diados de 1971, cuando se aproximaba la defenestración de Jorge Da­niel Paladino como delegado personal del general Perón en Argenti­na.

En ese momento, Puerta de Hierro tenía ya resuelto promover a Rodolfo Galimberti y Fra,ncinsco Julián Licastro como delegados juveniles ante el Consejo Superior del Movimiento, una maniobra que estaría llamada a convocar enorme influencia en l .. marcha posterior de los acontecimientos.

En octubre de ese año se concreta la liquidación de Paladino, un político profesional que había canjeado su rol de funcionario dePe­rón por el de emisario de la dictadura militar, que -en aquel enton­ces- procuraba con la conducción de Alejandro Lanusse darse una "salida" política electoral.

El nombramiento de Héctor José Cámpora como delegado de Perón cancela el ciclo de Paladino que entendió la táctica de "La Ho-

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ra del Pueblo" (alianza con el radicalismo de Ricardo,Balbín) como una "alvearización" del peronismo. Creyó que se trataba de armar un peronismo educado, bien pensante y prolijo, habituado a las prácticas parlamentarias y académicas, sin bombo ni marchita. Se equivocó, se­gún habrían de demostrarlo posteriormente los sucesos, internos en el Movimiento.

La JP de los caudillísmos Al momento de asumir Galimberti y Licastro, Juventud Pero­

nista era un conglomerado de pequeños reductos combativos e intran­sigentes unidos más en tomo a lealtades personales que en función de prácticas organiza ti vas. Así, compañeros como Gustavo Rearte, En­var El Kadri, Carlos Caride, Dardo Cabo o Jorge Rulli nucleaban en tomo suyo a diversos encuadramientos de activistas con reducida in­serción en la base.

Las formidables consecuencias del Cordobazo y las primeras grandes batallas ganadas por las organizaciones político-militares del Movimiento en aquel momento (Montoneros y F AP) en la detención y ajusticiamiento de Pedro Eugenio Aramburu provocaron un gran desconcierto al no poder ser capitalizadas de inmediato por la militan­cia. La rica coyuntura que se abría no podía ser abarcada desde JP con una política precisa y el lanzamiento -en marzo de 1971- de la es­trategia lanussiana del autodenominado "Gran Acuerdo Nacional" era visualizado como algo importante de parte del enemigo, aunque de modo muy poco preciso.

Dos tendencias se perfilaban en ese momento, particularizan­do una de ellas en el fenómeno electoral desgajado del todo el proce­so de la guerra integral encabezado por Perón, mientras que la otra acentúa su solidad dad política y material con las formaciones espe­ciales. Otra polémica que agita a parte de la militancia es la que se da entre el vasto sector del activismo que reivindica la consigna "Perón presidente" y los grupos que plantean una alternativa independiente, encamados primordialmente por las F AP y el Peronismo de Base. Esa propuesta de nominar a Perón como único e innegociable candidato del Movimiento a la presidencia de la nación significa -precisamen­te-el primer acercamiento al fenómeno electoral por parte de JP. Sin

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embargo, cuando se da comienzo al proceso de afiliación masiva al Partido Justicialista, el brazo electoral que utiliza el Movimiento en la legalidad del régimen, todos los sectores que comenzaban a acep­tar la complejidad del proceso no se hallan en condiciones de aceptar el desafío y encarar las tareas partidarias adecuadamente. En este ca­so habrá de privar el escepticismo por los años de persecución, ilega­lidad y proscripciones. Esto habrá de prevalecer por encima de la puesta en práctica de una línea política correcta.

Rodolfo Galimberti se constituye en la expresión superestruc­tura! de este rico fenómeno de crecimiento político y organizativo de la JP. También Licastro había sido designado por el general Perón co­mo consejero juvenil, pero el ex oficial no se hace cargo de ese aspec­to.

Ensenada marca el comienzo En febrero de 1972 se organiza en Ensenada el primer acto pú­

blico unitario de masas convocado por la Juventud Peronista. Bajo un signo inequívocamente antiburocrático (el nutrido público corea in­sistentemente consignas antivandoristas) y acentuando la solidaridad juvenil con las formaciones especiales, se concreta este primer hecho político expresivo de la creciente capacidad de convocatoria de la JP. Oradores centrales so~ Alberto Brito Lima y Galimberti, pero tam­bién habla Miguel Garaycochea, del Movimiento Revolucionario Pe­ronista (MRP) y un comunicado de las FAR marca la aprobación que esta organización político-militar peronista da al proceso electoral en ciernes. Haciendo referencia a dirigentes sindicales burocratizados, Galimberti anuncia que "¡los vamos a pisar como cucarachas!". Dí­as después con.traataca la Unión Obrera Metalúrgica, que se siente aludida.

Prosiguiendo ese proceso de organización y movilización de las bases, ell 2 de mayo se moviliza en Merlo el activismo de JP en un acto en el cual se verifica nuevamente la capacidad de convocatoria ya insinuada anteriormente. Caminando por las calles de esa ciudad, unos dos mil activistas se convierten en diez mil manifestantes, los cuales son --<:omo era habitual en esa época- reprimidos por las fuerzas represivas. El saldo de Merlo es que era necesario darse un

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principio de organicidad, manteniendo coordinadores regionales y creando instancias organizativas superiores. Ese será' el embrión del actual estado organizativo de la JP.

El 9 de junio se realiza en el estadio de la Federación Argen­tina de Box (Castro Barros 75) un acto unitario convocado por el de­legado Galimberti y del cual toman parte los principales nucleamien­tos de la JP, incluyendo el Movimiento de Bases Peronistas (Rober­to Grabois), la Mesa de Transvasamiento Generacional (Alejandro Alvarez), la Agrupación Peronista de Bases 17 de Octubre (APEBA 17, Dardo Cabo), el Encuadramiento de la Juventud (Demetrios, Nés­tor Ortiz) y el Movimiento Revolucionario Peronista (MRP, Garay­cochea). Cierra el acto Galimberti y finalmente se dirige a la militan­cia reunid~ el delegado personal de Perón, compañero Cámpora. Un mensaje del jefe del Movimiento leído como conclusión del acto acentúa las grandes líneas de Unidad, Organización y Solidaridad. Caracterizan a la jornada la expresiva solidaridad con los militantes y combatientes de las formaciones especiales y -en general- con los activistas de la guerra revolucionaria, presidido esto por la memo­ria de Evita y la insistencia de proclamar a Perón como único candi­dato a presidente. La fecha era propicia, en la medida que recordar el martirologio de Juan José V al le y los caídos en José León Suárez pro­piciaba expresar esa línea.

Un mes después, el9 de julio, se pone en práctica en todo el pa­ís el nuevo esquema organizativo regional de JP con la constitución de las nuevas autoridades juveniles por regional.

La demostración del crecimiento El gran acto realizado en la cancha de Nueva Chicago luego de

que Lanusse pretende humillar torpemente a Perón al afirmar que "no le da el cuero", demuestra el crecimiento incesante de JP. Más de quince mil jóvenes escuchan a diversos oradores, incluyendo a Ro­dolfo Ortega Pefia, Mario Hernández, Horacio Farmache, Norma Kenncdy y Rodoffo Galimberti. Acá también cierra el acto Cámpo­ra, en lo que se constituye una respuesta global del Movimiento a la provocación de la dictadura y una exaltación más del recuerdo de Evi­ta. .

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No han pasado treinta días cuando, el22 de agosto, la Marina de Guerra asesina a dieciséis combatientes revolucionarios, en el más salvaje de los crímenes políticos conocidos en los últimos años de his­toria argentina. El homicidio de la base aeronaval Almirante Zar de Trelew sacuden al país y al mundo, conmoviendo a JP hasta sus ci-

mientos. Será precisamente la militancia juvenil del peronismo la que

asegurará el velatorio de los restos de muchos de esos guerrilleros ase­sinados, en la sede del Partido Justicialista, pese a la profanación de los cadáveres perpetrada por tropas del Ejército y la Policía. Los fu­nerales se convierten así, en razón de la presencia de la JP en las ca­lles, en un hecho de masas, pese a la represión intensa perpetuada por los uniformados. Afirma así la JP su solidaridad militante con los combatientes, a la par que evita su aislamiento del conjunto del pue-

blo. Días antes de Trelew había sido muerto el montonero Carlos

Capuano Martínez, que es velado en la Unidad Básica Juan José Va­lle de la circunscripción 14 de la Capital, lo cual permite también que JP se convierta en herramienta indispensable en la reivindicación po-pular de los mártires.

Luche y vuelve Luego de Nueva Chicago se lanza a nivel nacional la campa-

ña "Luche y Vuelve", mientras Cárnpora recorre las provincias en un esfuerzo combinado de agitación y movilización. Una vez más se re­vela el espíritu de convocatoria que anima a JP, mientras van crista­lizando formas organizativas nuevas.

El retorno a la patria de Perón es-de este modo-la única es­trategia correcta para evitar las mil trampas tendidas por la sinuosa co­rruptela dellanussismo al pueblo peronista. Mientras Lanusse y su ca­marilla se regodean creyendo que a Perón "no le da el cuero", JP y los sectores revolucionarios y leales del Movimiento afirman a todo tra­po "Perón vuelve". Y el17 de noviembre, en medio de las balas, los gases lacrimógenos, la lluvia y los tanques, Perón reafuma su condi­ción de Líder, único, indiscutido.

Para JP no hay otra corrección de su línea que movilizar y or-

ganizar. Es que esa movilización destinada a garantizar la unión en­tre la masa y su Líder es un hecho revolucionario en sí, como se ha de­mostrado desde el 17 de octubre. Hecho temido por los sectores con­ciliadores y reformistas del Movimiento, como lo demuestra san­grientamente el 20 de junio de Ezeiza.

En Gaspar Campos, roto por Perón y la movilización popular el cerco intimidatorio y represivo tendido por las fuerzas gorilas, la ju­ventud peronista da rienda suelta a su alegría. El Líder está en casa y allí se trazan los grandes planes para la batalla del 11 de marzo.

La batalla electoral La nominación de Cámpora también debe ser peleada en el

Movimiento, puesto que no faltan los traidores que se oponen a esa candidatura, alegando un presunto ultraperonismo, que no es otra co­saque neoperonismo, o sea antiperonismo. Serán precisamente Nor­ma Kennedy y Rogelio Coria, entre otros, quienes hacen frente a Cámpora, mientras que JP expresa su solidaridad total con la lealtad de Cámpora al Líder. Será la gran consigna "Cámpora al gobierno, Pe­rón al poder" el grito de guerra que -recuperado por el propio Pe­rón- moviliza en todo el país a cientos de miles de activistas de la JP en una triunfal campaña electoral que lleva al triunfo del 11 de mar­zo. La batalla también significa que JP deba pelear por efectivizar el veinticinco por ciento que le corresponde en las listas electorales, por­centajé que en muchos distritos no se cumplen por la presión de los sectores conciliadores y -también- por imprevisión o ingenuidad de los compañeros. Pero JP ya está consolidada como rama del Mo­vimiento, y lo que es más importante, como su brazo movilizador y organizador por excelencia. Además, JP aporta algo decisivo al Mo­vimiento al explicitar la diferenciación entre poder y gobierno. Las elecciones del11 de marzo -dice JP- son una batalla, la batalla por el goQierno, pero en el marco de una guerra larga e integral, la guerra por el poder.

Es JP quien bautiza "tío" a Cámpora, porque Perón es el "vie­jo", caudillo indiscutido que dirige las operaciones estratégicas de la juventud.

Luego del "ballotage" del 15 de abril se produce el relevo de

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Galimberti, a quien el conductor responsabiliza por una serie de erro­res políticos cometidos en la dirección deJP, fundamentalmente apre­suramiento, infantilismo y cierto elitismo en el modo de implemen­tar una política que --en cambio- no es cuestionada. La elección de los personajes que asisten al dramático relevo de Galimberti (viejos tránsfugas del Movimiento como Alberto Campos, Manuel Damiano, Pascual Breglia, Norma Kennedy, Jorge Osinde) revela que Perón ha utilizado a la escoria -una vez más- para impedir que ésta se capi­talice con una decisión que él considera necesaria.

El desafío del gobierno El imponente 25 de mayo vuelve a ratificar el poder moviliza-

dar de la JP, que organiza a los contingentes populares frente a la Ca­sa Rosada, asegura el orden y dirige el inolvidable "devotazo", cuan­do se concreta la ansiada libertad de los combatientes.

Precisamente al descartarse deliberadamente la participación de JP en la faz organiza ti va del retomo definitivo de Perón el20 de ju­nio, las bandas mercenarias alquiladas por Osinde en el Ministerio de Bienestar Social masacran a una cantidad todavía no determinada de compañeros, demostrando el terror pánico que inspira en los sectores encarnados por Osinde el poder movilizador de JP.

Pero ese mismo día 20 se demuestra, a través de las densas y nutridas columnas de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), la inserción enorme que ha logrado esa política en el seno del pueblo. Desde barrios y ciudades avanzan los muchachos de JP, organizando y protegiendo a compa­ñeros que van a ver a Perón.

El camino recorrido en estos últimos veinte meses es enorme y significativo, por cuanto se han registrado avances cualitativos y cuantitativos notables, a medida que es visualizada como la vanguar­dia de masas de un proceso de guerra integral particularmente acre­centado por la llegada de un Gobierno Popular y la presencia de Pe­rón en el país.

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La estructura re~ional de la .Juventud Peronista

A lo largo y ancho de todo el país, JP está subdividida en sie­te regionales. Cada Regional tiene un Delegado, formando estos sie­te dirigentes el Consejo Superior de la Rama, máxima conducción na­cional responsable ante el General Juan Perón.

Los compañeros que ostentan dicho cargo por Regional, son: REGIONAL 1 -Juan Carlos Añón (provisorio) (Capital Federal, Buenos Aires, La Pampa) REGIONAL 2- Jorge Obeid "" (Santa Fe, Entre Ríos) REGIONAL 3 -Miguel Angel Mossé (Córdoba, Santiago del Estero, Catamarca) REGIONAL 4- Guillermo Amarilla (Formosa, Chaco, Corrientes, Misiones) REGIONAL 5- Ismael Salame (Salta, Jujuy, La Rioja, Tucumán) REGIONAL 6- Luis Orellana (San Juan, Mendoza, San Luis) REGIONAL 7- Hernán Ossorio (Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego) Asesor del Presidente de la República en Asuntos de la J uven-

tud: Juan Carlos Dante Gullo."

Revista "El Descamisado" NQ 8 (10/7/73).

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JUAN CARLOS ANON

Aunque han pasado muchos años, algunas canas adornan sobriamente su cabellera y unos kilos de más engrosan su cintura, al encontrarse con Juan Carlos Añón uno no puede dejar de recordarlo cuando su foto aparecía asiduamente en las páginas de "El Descami­sado" como uno de los principales dirigentes de la JP Regionales.

Es alto, rubio y un auténtico exponente de ese proceso que los sociólogos y politólogos han denomina­do nacionalización de las capas medias, de fines de la década del '60 y comienzos de los '70. Cuando -según Añón- "los sectores medios de la sociedad argentina revalorizaron el contenido nacional y popular de la ex­periencia peronista".

Estudió cine en La Plata y su egreso es coinciden­te con las movilizaciones del Cordobazo, lo que marca su inicio en la militancia política. Un par de años más tarde, al constituirse las JP Regionales, emerge como uno de sus más notorios referentes.

Aún mantiene esta doble vocación por el cine y la política. Actualmente desarrolla funciones en el go­bierno de la provincia de Buenos Aires y ha participa­do activamente en las campañas electorales del gober­nador Cafiero.

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TESTIMONIO Juan Carlos Añón

A partir del golpe de Onganía, en el '66, hace crisis la ile­galidad profunda del sistema democrático previo. Esto gene­ra que no se visualizaran instancias políticas de resolución de las co-ntradicciones que tenía la Argentina en ese momento. Y para un importante sector la única posibilidad de cambio, de re­al modificación, pasa no por la política sino por una transforma­ción más sustancial y concreta de la sociedad.

Nosotros habíamos formado un equipo de trabajo y te­níamos un proyecto de hacer una película sobre la historia de las luchas del pueblo argentino. Estábamos trabajando con documentación, partíamos de los orígenes, de las primeras lu­chas obreras, la Semana Trágica. En ese momento irrumpe el fenómeno del Cordobazo y esa película que iba a ser una his­toria de las luchas de hace sesenta años se transformó en la historia de las luchas actuales y realizamos un film con este equipo que se llamó "Argentina, tiempo de violencia".

Hicimos una experiencia con la C.G.T. de los Argenti­nos, y esta película se puso como una herramienta al servicio de los sectores que estaban en ese momento militando. Ahí se nos plantea a nosotros la contradicción.

Cuando la gente veía la película y planteaba qué hacer, la teníamos que estar derivando a las organizaciones que es­taban ·en ese momento trabajando ; entonces asumimos direc­tamente la integración política con la Juventud Peronista y a partir de ese momento el cine empieza a ser desplazado por el accionar de la militancia que es mucho más fuerte . Algunos siguen haciendo cine y otros pasamos a la práctica política.

Había todo un proceso que indicaba, por lo menos esos

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eran los análisis que nosotros hacíamos, que las posibilidades de un cambio concreto en la realidad argentina tenía dos ejes. Por un lado el peronismo, que había estado en todos los afias de la Resistencia al frente de las reivindicaciones y de las lu­chas del pueblo argentino en su conjunto, en particular de los trabajadores. La otra variable, el otro eje era que, como esta­ban cerradas las posibilidades políticas del sistema no queda­ba otra vía que la insurrección popular o la lucha armada, al margen de las instancias o mediaciones políticas que el siste­ma había permitido hasta ese momento y que habían demos­trado sucesivos fracasos. No se había logrado la reivindica­ción máxima que era la vuelta de Perón y la legalización polí­tica del peronismo. Entonces, estos dos ejes confluyen y yo en lo particular empiezo a hacer una tarea política concreta en la Juventud Peronista.

Había gente que trabajaba en el frente sindical; noso­tros empezamos a trabajar en el frente barrial, en el Gran Bue­nos Aires, y se da todo un proceso de crecimiento y de nucle­amiento de estos grupos políticos. Por un lado, estaba el na­cimiento de las organizaciones armadas peronistas y por otro lado había una serie de grupos, desde el Peronismo de Base (PB), trabajos barriales, trabajos reivindicativos o reivindicati­vo-políticos, que van convergiendo en una especie de estrate­gia de conducción, de acuerdo más o menos común.

Este fenómeno que se viene dando hace eclosión a par­tirdel'69. Ya había una instancia previa que podía ser la cons­titución de la C.G.T. de los Argentinos y por otro lado el accio­nar de los grupos armados que también es una forma de nu­cleamiento y de ir sumando sectores aislados en una estrate­gia más global. Un intento de eso es la integración de las dis­tintas organizaciones armadas que estaban en el peronismo. Comienza un período de confluencia. Las organizaciones de base se dan nucleamientos ya no sólo a partir de la realidad de un barrio sino de ir sumando en una estrategia más o menos común. Esta situación se va dando en el '70. La caída de On­ganía, y después con Levingston y Lanusse posibilita una épo-

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ca de avance de lo que serían los sectores populares, en su or­ganización, en su formación, en la vinculación de distintos gru­pos que vienen con distintas ideologías o distintas prácti9as. Por ejemplo, el grupo social de .la Iglesia, a partir de los Sacer­dotes del Tercer Mundo, o los grupos que desde la izquierda empiezan a asumir la realidad del peronismo.

Yo me acuerdo que se arma una Coordina.dora de la mi­litancia peronista -en el afio '70 o '71- que funcionaba liga­da a Telefónicos, a Guillán. Nos reuníamos en el sindicato, y ahí éramos diecisiete o dieciocho grupos de la más diversa ex­tracción; estaba desde el C. de O. con Brito Lima, hasta gru­pos de barrio, grupos ligados a sindicatos, nosotros que éra­mos los grupos de cine, gente que estaba trabajando en parro­quias, en iglesias. Se plantean algunas acciones, por ejemplo los actos relámpago que era lo que se podía hacer en ese mo­mento para el17 de octubre. Estaba también como grupo más constituido Guardia de Hierro; estaba también Encuadramien­to y otros grupos de JP que eran todavía bastante dispersos.

En esos afias se empieza a editar "Cristianismo y Revo­lución" y funciona prácticamente como vocero de distintos sec­tores de la militancia que estaban trabajando. "Cristianismo y Revolución" se plantea incluso una forma de dar a conocer más masivamente las elaboraciones que cada grupo iba ha­ciendo.

Ahí empiezan a aparecer los primeros comunicados de las organizaciones armadas.

El crecimiento co'ncreto de la JP ya como instancia or­gánica, no tan anárquica, no tan espontánea, se da a partir del afio '72 que comienza a desarrollarse una relación entre la or­ganización armada y la organización territorial. Hay un hecho que .es bastante importante, en el '72 Perón institucionaliza a la Juventud Peronista.

Cuando se crea el Consejo de la JP se adopta una es­tructura nacional que es la que se transforma en la JP de las Regionales; hay un Consejo Nacional que está integrado por siete regionales que abarcan las distintas zonas del país. Se

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empiezan a institucionalizar conducciones ya no sólo a nivel superestructura! -a nivel nacional como la de Galimberti co­mo consejero de la Juventud y la de la JP Regionales- sino en cada uno de los territorios.

Yo tengo bastante participación en el armado de la es­tructura de las regionales, sobre todo a partir de la organiza­ción por territorios; nosotros institucionalizar11os la JP Regio­nales, la Regional! que abarcaba Buenos Aires y todo el Gran Buenos Aires que numéricamente era una de las más impor­tantes. Organizamos un Consejo Regional de toda la Capital y Gran Buenos Aires, pero además hacemos consejos por zo­na: zona norte, sur, oeste, Capital y dentro de las zonas, por distritos. Yo participo en la integración de este Consejo y en la propuesta organizativa hacia abajo de cada uno de estos con­sejos, que a su vez repiten esta misma organización en cada uno·de los distritos. Por ejemplo, nosotros armamos el Conse­jo de JP de zona sur con dos responsables en cada uno de los partidos que estaban en la zona sur del Gran Buenos Aires, y a su vez estos arman un consejo de cada partido. Estaban la JP de Lanús, la JP de Avellaneda y hacia abajo posibilitan en­tonces que las que tienen una tarea en ese territorio formaran parte del Consejo del distrito. Por ejemplo, en Lanús había ocho o diez grupos de compat'leros que tenían trabajo en dis­tintos barrios. Entonces, se crea una instancia organizativa pa­ra toda esta dispersión que ya venía funcionando como JP, pe­ro donde cada grupo trabajaba aisladamente. Esto permite que sean elegidos representantes de cada grupo, en cada una de las instancias, en las Unidades Básicas. También había lo­cales de la JP que estaban funcionando y mandaban un dele­gado al Consejo del Partido. El Consejo del Partido mandaba a su vez delegados al Consejo Regional, el Consejo Regional tenía un delegado que integraba la Conducción Nacional y así se arma una estructura que abarcaba todo el país. Esta estruc­tura, si bJen es cierto que se lanza de arriba hacia abajo, posi­bilita qué en la base los grupos que estaban descolgados se engarzaran y tuvieran una posibilidad de representación.

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Esta historia la conozco bien, cómo se organiza la cosa de la JP. Los cargos de arriba estaban puestos, a Galimba lo pone Perón, el Conseje de las Regionales prácticamente lo de­cide la Organización. Todos los tipos que estaban en la con­ducción nacional eran cuadros de Montoneros; quiere decir que ninguno de esos tipos, ya no sólo Galimberti, ninguno de los otros siete eran tipos representativos. En Regional 1 está Gullo que venía de una experiencia universitaria, no era ni por las tapas el tipo más representativo que había. No era de la JP y tenía una militancia muy accesoria.

Ahora, por otro lado ¿qué era esa militancia de la JP? La JP eran un montón de grupitos -antes que se diera esta es­tructura organizativa- totalmente desarticulados y sin ningún tipo de propuesta común. En ese sentido la situación previa no es muy distinta a la que puede ser hoy. ¿Qué es lo que le da a todos estos grupos una organicidad, lo que arma una orgá­nica de todo eso? Es esta estructura, el Consejo Nacional, los Consejos Regionales y los Consejos de Distrito. Yo planteo la cosa del Consejo de Distrito y me costó un huevo y la mitad del otro conseguirlo. Había personas que no querían saber nada de poner tipos representativos de cada zona y hubo que hacer toda una negociación, por eso puse dos tipos -uno un com­pañero y el otro representativo de la realidad-. Y eso fue lo que posibilitó crecer.

En ese sentido, digamos que toda esta conducción que aparece --<fonde algunos pueden tener más experiencia de militancia que otros, unos más pública, otros más clandesti­na- no eran los tipos más representativos de la Juventud que existían en ese momento. Tampoco es un proceso estricta­mente arbitrario. Perón no elige a Galimberti porque sí, porque le guste, porque tenía una cara bonita; lo elige porque está sig­nificando toda una línea política. Galimberti significa una línea -más allá de que pertenezca o no a una organización deter­minada- que levanta el concepto de enfrentamiento y lucha contra el sistema. La consigna no era Perón vuelve en son de paz, la consigna era "luche y vuelve". Quiere decir que el regre-

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so de Perón estaba en un contexto de ser la reivindicación más sentida de las luchas del pueblo desde el '55 hasta el '73. La síntesis de esos dieciocho años de lucha, era la vuelta de Pe-rón.

El grupo que de alguna manera toma la conducción en ese momento, puede ser mucho más representativo de los sectores medios recientemente llegados al campo del peronis­mo que de otros sectores que venían con una trayectoria más auténticamente peronista pero... ¿qué sucede? Que estos sectores eran minoritarios y que siempre el accionar de la Ju­ventud estuvo ligado al accionar sindical, no tuvo un accionar propio, un protagonismo propio, sino que de alguna manera los grupos de antes existían en una especie de padrinazgo de otros sectores. Además, los grupos de Juventud eran siempre minoritarios dentro del mismo frente al cual ellos representa­ban.

El fenómeno que se da en los '70 es que la juventud se incorpora masivamente como sector propio, dinámico, con una realidad concreta; no por casualidad Perón plantea en el '73 que la juventud tenga el veinticinco por ciento de los cargos electivos e institucionaliza en ese momento una especie de cuarta rama que no tiene ninguna vigencia anteriormente.

Cuando se presenta Framini en el 62 y gana la provin­cia de Buenos Aires, la Juventud no estaba ni representada. Pero ¿por qué no estaba representada?.

Porque su peso y su predominio no eran tan importan­tes y comienzan a serlo en esos años por una multiplicidad de fenómenos. La Juventud de los sectores medios comienza a tener un protagonismo concreto en las luchas más profundas del pueblo argentino.

Yo creo que es una sumatoria de causas que transfor­ma a la Juventud en el sector más dinámico, de mayor creci­miento, más que el sindicalismo o que el sector poítico y lleva a que cualitativamente sea lo más significativo, que tenga so­bre sí el peso concreto del enfrentamiento contra la dictadura y ponga en cuestión al sistema.

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La radicalización de, las propuestas tiene dos vertientes en el peronismo de esos años; por un lado, el accionar histó­rico, que podría estar representado por Cooke, por ejemplo, por el MRP, el Peronismo de Base, la primera FAP. Esto ha­ce a las luchas concretas que el peronismo llevó adelante; y la otra vertiente es la incorporación de estos sectores medios que se hace de una manera muy rápida y muy grande.

Cuando se inicia el proceso electoral, el Peronismo de Basé, algunos sectores de JP y de las Organizaciones plante­an el "no" a las elecciones. Plantean directamente que la ins­tancia política no tenía nada que ver con el proceso revolucio­nario. Creo que ésta es una de las virtudes que tiene el accio­nar de la JP Regionales, que integra la lucha política a la lucha revolucionaria y levanta la consigna: "Cámpora al gobierno, Perón al poder", diferenciando bien los tantos. Una cosa era te­ner la conducción política democrática y otra tener el poder pa­ra transformar la realidad.

Toda esta etapa de aglutinamiento y de crecimiento ha­cia una situación más orgánica, más institucionalizada, tam­bién modifica las prácticas de las organizaciones armadas que pasan a conc·ebir no sólo ya la lucha armada sino un accionar más ligado a lo reivindicativo y a lo político. En ese sentido creo que Montoneros es la que entiende más claramente esta rela­ción, y pasa a ser en este proceso -sobre todo a partir del"lu­che y vuelve"- el eje vertebrador, integrador de todas estas experiencias que se fueron dando en estos años.

Creo que a partir de ahí empieza una de las circunstan­cias más dolorosas que atraviesa el movimiento popular. Se da un desfasaje, una contradicción entre este sector y el con­junto del peronismo, que lleva a enfrentamientos incluso con la conducción de Perón. Empieza lo que yo llamaría un proce­so· de desagregación de lo que era una opción, un polo revo­lucionario concreto.

Yo creo que la contradicción existió siempre, de hecho el peronismo por su misma condición de Movimiento abarca un espectro muy amplio. La designación de Cámpora fue resisti-

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da por sectores que preferían otros candidatos. Una vez gana­da la elección en marzo del '73, ya Cámpora electo y tenien­do el poder del veinticinco por ciento de los cargos, las diferen­cias entre los distintos sectores empiezan a ser más antagó­nicas. De hecho, el período de Cámpora ~e cuarenta y cin­co días- es marco de todas esas contradicciones y todas esas luchas que tienen su punto tal vez más dramático el20 de junio en Ezeiza. La contradicción se transforma en una lucha directa. que desborda el contexto en el que estaba propuesto el regreso de Perón.

Es decir, el período que va desde el 11 de marzo al 25 de mayo es un período bastante complejo en el que se produ­ce una reacción por parte de los sectores tradicionales del pe­ronismo, en particular del sindicalismo, que ven un peligro en el c~ecimiento de esta opción que simbolizaba la Juventud. La figura de Cámpora empieza a tener una dimensión más impor­tante a partir del proceso electoral y de la modificación que se da en la campatia electoral por el accionar de la Juventud.

Pasa la Juventud a tener un rol protagónico en esos me­ses, en todo lo que es el proceso electoral , la movilización, las consignas; que hace que los sectores más tradicionales del Movimiento vayan un poco a la zaga de esta capacidad de mo­vilización. Ya en vísperas de la asunción de Cámpora se hace una reunión en Puerta de Hierro en que hay una serie de infor­maciones dadas por Osinde, Brito Lima, Norma Kennedy, que no dejan bien parados a Cámpora, Galimberti y Abal Medina. A partir de esa reunión, que creo que se hace en la primer quin­cena de ábril del '73, Perón le quita la titularidad a Galimberti, queda subalternizado el rol del Consejo Superior que presidía Abal Medina y empieza a caer en desgracia la figura de Cám­pora.

La forma de proceder y actuar antes del proceso el8c­cionario, en el enfrentamiento directo con Lanusse, cam ) ·.a con la perspectiva de que el peronismo sea gobierno. Todas las consignas de lucha, duras, de hostigamiento a la dictadu­ra militar, no pueden ser trasladadas mecánicamente a la eta-

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pa que se inicia el 25 de mayo con el gobierno peronista. Ese cambio no fue bien instrumentado por Perón y fue

escasamente comprendido por estos mismos sectores. ¿Por qué? Porque de alguna manera Perón daba a este polo com- . bativo del Movimiento un rol determinado en la Resistencia y un rol muy distinto en el gobierno; esto es lo que no se com­prende. Aparte de los intereses que tienen los distintos secto­res para tener un posicionamiento en el futuro gobierno, no se entiende desde el campo de lo que podía ser la Juventud es­te cambio, esta instancia de modificación que se da.

Es un proceso que se acelera en muy poco tiempo y quedan al descubierto las contradicciones que había a nivel estratégico entre el proyecto de Perón y el proyecto que podía representar este sector del Peronismo. Es ahí donde digo que empieza la tragedia del proceso revolucionario en la Argenti­na. Esto llega a su pico más alto con la asunción del gobierno de Cámpora y el 20 de junio del '73, con el regreso de Perón. Ahí se produce un enfrentamiento concreto, donde esta con­tradicción que era secundaria pasa aocupartodo el terreno, re­legando a los amplios sectores que podían sentirse interpreta­dos por esta movilización.

El efecto más importante de lo que sucede en Ezeiza es que la movilización que hasta ese momento había llegado a ser masiva, se transforma en una movilización muy selectiva de sectores directamente involucrados. Creo que el protagonis­mo que tenía el conjunto del sector popular en todo este pro­ceso de lucha, se paraliza a través de esta contradicción. La movilización de Ezeiza juntó dos millones de personas; nunca más en la Argentina se juntó lo mismo. Esto, que es un dato cuantitativo, tiene todo un valor cualitativo, y es que la lucha ya no era contra la dictadura sino que de alguna manera se inter­nalizaba en el Movimiento. Creo que una conducción más efi­ciente de este proceso no hubiera tenido el costo que tuvo, por­que en última instancia este costo se tradujo en un debilita­miento del conjunto del Movimiento.

Cámpora dura cuarenta y cinco días, y en sesenta días

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cambia el espectro de la política en la Argentina y Perón es ele­gido con el sesenta y dos por ciento de los votos, que sería la mayor respuesta masiva popular para el proyecto de Perón.

A los dos días de ser elegido Perón, se da el aseslnaJo de Rucci. Yo creo que esto es una demostración del nivel que había alcanzado esa contradicción, ya que bajo ningún punto de vista se podía considerar que en ese momento Rucci era un traidor a la causa del pueblo:

La manera de resolver una contradicción con-la burocra­cia no era matando a los dirigentes sindicales,, como tampoco la manera de resolver una contradicción con los sectores más progresistas era haciéndolos volar a pedazos.

A'partir de ese momento este proyecto revolucionario va perdiendo espacio, va perdiendo adhesión y empieza todo un proceso de disgregación que se acentúa a partir de la muerte de Perón, en donde llega a transformarse en una especie de guerra de aparatos. Por un lado, estaba el aparato de la repre­sión -paramilitar y militar, la Triple A-; por otro lado, el apa­rato de las organizaciones armadas y en esta guerra de apa­ratos el gran ausente, el que queda afuera, es el pueblo.

Hacer un balance de toda esta experiencia es una tarea bastante compleja porque si nos tenernos que reducir a los re­sultados concretos de toda esa práctica política, tenemos que decir "sí, fracasó", y ese es un fenómeno que no se vuelve a re­petir más, ni en el peronismo ni en la Argentina. No es casual que la represión a partir del golpe del '76 recayera sobre este sector y yo creo que a toda una generación que encarnó este proyecto se la diezmó.

Ese es un fenómeno que ojalá hubiera posibilidades de que se volviera a repetir en lo que significó para toda esta gen­te, para todos estos jóvenes, para toda esta generación; el an­teponer el ideal político a todo, incluso a su propia vida.

Creo que desde esa perspectiva eso fue un fracaso; desde otra perspectiva creo que ese protagonismo fue el pun­to más alto que pudo alcanzar un proceso de cambio y de mo­dificación de las estructuras de la dependencia del país.

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El nivel más elevado de conciencia de la realidad con­creta que ha vivido la Argentina en toda su historia, no por pe­queños grupos esclarecidos sino por amplios sectores popula­res. Me acuerdo de que cuando fue el golpe de Chile, fueron ciento cincuenta mil jóvenes que se movilizaron por un hecho en un país vecino. Hoy sería totalmente impensable lograr una movilización semejante.

Cuando yo hablo del punto más alto del nivel de concien­cia alcanzado por un sector importante del pueblo no hablo de vanguardia. Yo creo que la Juventud pretendió transformarse en una vanguardia, que no lo fue, y no lo fue porque si no hu­biera llevado al conjunto del pueblo atrás. Creo qúe los errores propios más los errores ajenos le impidieron tener un rol de vanguardia, pero son cosas para mí distintas. Yo creo que no se puede ser vanguardia sin tener todo lo que la Juventud esa tenía como proyecto, espíritu de sacrificio y demás. Obviamen­te, con eso sólo no basta pero sin eso no se puede hacer nin­gún cainbio real y es lo que yo siento que hoy está ausente en todas las expresiones del peronismo. Falta mística, yo creo que el triunfo más importante que logró la dictadura militar no fueron los muertos, los desaparecidos, ni la derrota militar si­no la destrucción de todos estos valores. Toda esta mentalidad posmoderna, liberal, que hoy tienen los jóvenes, no tiene na­da que ver con los jóvenes que dieron su vida por un proyec­to de cambio. Han cambiado los valores, ya no sólo la realidad, sino la posibilidad de soñar con una realidad distinta.

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TESTIMONIO Jorge Rulli (Tercera parte)

La ruptura con Villalón me da un tiempo de reflexión del cual extraigo las siguientes conclusiones: ya no puedo seguir confiando en insertar mi accionar en un esquema de mayores dimensiones, ya no hay posibilidades de tender un puente ha­cia la conducción , hacia Perón. Ya no sería mi acción parte de un gran esquema de retorno o un esquema insurrecciona! del peronismo. Me doy cuenta que, además, ya no hay posibilida­des de hacer esto . Y entonces decido, de toda esa enorme cantidad de gente comprometida que teníamos tanto en los ni­veles potíticos como en los niveles clandestinos, quedarme con los más íntimos e iniciar una tarea a largo plazo, desde las catacumbas, desde lo más oscuro.

Comenzamos a accionar política y militarmente con un pequeño grupo y estas tareas concluyen a los pocos meses, a principios del '67, con mi detención en la zona de Ramos Me­ji a donde primero soy baleado y después sometido a torturas. Como consecuencia de ello entro en estado de coma por un paro renal que me provoca la electricidad; cuando estoy mori­bundo ya, el juez logra sacarme de la Comisaría y mandarme a terapia intensiva del Hospital Italiano . Allí permanezco algu­nos meses; me salvan la vida pero pierdo varias cosas , entre ellas un ojo. Quedo con una cantidad de lesiones producidas por los golpes, por la tortura ... , y en cierta medida los compa­ñeros me convierten en una bandera reivindicativa de la Ju­ventud Peronista.

No soy conciente de ello porque estuve un tiempo al margen, en una especie de neblina, pero en ese tiempo se con­voca a un congreso de la JP en Montevideo organizado por el

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mayor Vicente, en el que se me designa presidente honorario de ese encuentro. Además , los grupos de JP se organizan pa­ra cuidarme, se dividen los días y hacen guardias ya que lapo­licía constantemente trataba de sacarme del hospital. De ma­nera que participan de esto todos los grupos, desde la izquier­da hasta la derecha, incluso Guardia de Hierro y el C. de O. que en alguna oportunidad creo envió a alguien . .

Por supuesto que la gente que manda Guardia de Hie­rro es la gente que luego se va a abrir de Guardia de Hierro, que siguen siendo mis amigos, que lo habían sido antes, y así en varios grupos. O sea que los que optaron por acercarse a es­te combatiente moribundo eran los que de alguna manera sim­patizaban con este tipo de lucha, aunque la consideraban muy ai slada, muy suicida.

La policía , pese a estas guardias organizadas por la Ju­ventud Peronista, me arranca del hospital una noche y me tras­lada a Villa Devoto donde paso los dos últimos meses en el hospital de la cárcel con un proceso de hepatitis virósica por in­fección de la sangre de las transfusiones que me hicieron en el Hospital Italiano.

Salgo a fines de ese año porque hay un traspapelamien­to , un error, me dan la libertad por un proceso pero no se dan cuenta que hay otro , razón por la cual me voy rápidamente a Montevideo. Ya para esto, cuando yo salgo mi mujer está in­ternada en un hospital psiquiátrico, ha perdido la razón. Perdió la razón el día de la muerte del Che. Ya ella estaba muy afec­tada por mi estado , por la tortura a la que me sometieron, que­dó muy mal e hizo una primera afasia. La muerte del Che a no­sotros nos tocó muy cercano, nos afectó mucho, porque depo­sitábamos muchas esperanzas en su liderazgo. Todo este ti­po de lucha que nosotros habíamos iniciado estaba en el es­quema de la esperanza que el Che posibilitaba en un lideraz­go revolucionario continental. Habíamos sentido que lo único que podíamos hacer era lanzarnos a la lucha y en la medida que Villalón nos falló , nos lanzamos con un reducido grupo dentro de lo que era FAP ; fijamos los límites de una pequeña

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organización de combate y nos lanzamos a la acción, aunque no llegamos muy lejos.

Cuando salí en noviembre no pude ver a mi mujer has­ta algún tiempo después pues estaba en uno de sus períodos de internación en que no tienen visita. Pasaron unas semanas en que no la pude ver. Para mí fue terrible, me pasaba la no­che rondando la clínica, llorando, era mi gran amor, mi compa­t'lera y no sabía qué hacer, era muy desesperante, yo estaba muy mal. Mi pequet'la hija tenía dos at'los, así que fue todo muy duro.

En esa semana vino a Montevideo Eduardo Galeano y me hizo una entrevista donde yo volqué todo este dolor, esta pasión, esta reflexión que me había motivado la tortura. El con eso hizo un reportaje que fue muy importante para las genera­ciones de luchadores que después surgieron, tanto en el Uru­guay como en la Argentina. Fue publicado en una revista, en varios periódicos y en un libro que se llamó "El libro negro de la Casa Rosada".

Yo estaba muy sensible en esa época, casi no podía ca­minar, había estado un tiempo en silla de ruedas y había per­dido un ojo, lo que implicaba una reacomodación de mi orga­nismo al medio muy difícil.

Cuando el abogado me dice que me tengo que ir porque . si no voy a ser detenido de nuevo, yo aprovecho un ofrecimien­to que me había hecho Alicia Eguren de viajar a Cuba. Le ha­blo y me dice que sí, que está disponible y que puedo viajar a Montevideo. Yo entrego mi casa, tomo a mi mujer enferma, a mi hija pequeña y me voy a Montevideo con mis valijas y me encuentro con que allá el gordo Cooke nos empieza a dar lar­gas, de una semana para otra, de un mes para otro.

A través de él conozco a un compat'lero que nos hace­mos muy amigos y me voy a vivir a su casa, pero va pasando el tiempo, yo no tengo dinero y no veo que salga el viaje. Al fi­nal me entero por alguien que el gordo ya no maneja las rela­ciones con Cuba y que no se atreve a decírmelo. Pero que ade­más es como un secreto político que él trata que no trascien-

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da, que él sigue tirando cables pero que los cubanos no le lle­van el apunte. Mi situación era ya desesperante y, arriesgán­dome, vuelvo a Buenos Aires·.

Me entrevisto entonces con Gustavo Rearte y me expli­ca que él es el que tiene los contactos con Cuba, lamenta que no nos hayamos visto antes y me dice que no hay problema, que la semana que viene parto y efectivamente, gente envia­da porélllega a Montevideo con los pasajes y salimos para Cu­ba.

En Cuba estamos cerca de un año, las terapias que los cubanos aplican con mi mujer no les dan resultado, eran muy pobres en psicología y en psiquiatría. Yo me mejoro muchísi­mo pero trabajando solo. Me dedico a correr como puedo, al principio no podía, empiezo a tomar sol en la playa, empiezo después a practicar buceo hasta que va mejorando mi espal­da, mi columna. Sigo haciendo gimnasia y con el clima benig­no, la buena comida, el descanso, me recupero bastante.

Volvemos casi un afio después y paso porlacasade Pe­rón . Tengo una entrevista con Perón, conozco a López Rega que nos intenta ganar para su proyecto de tener fondos para el General. Tengo oportunidad de discutir con Perón varios te­mas, entre ellos el de su posible traslado a Cuba al cual se opo­nía con fundadas razones. Pese a que en Cuba había una ca­sa destinada a él que lo estaba esperando, Perón no quería sa­ber nada. Tampoco le interesaba demasiado que los cubanos supieran esto, su determinación dejaba un poco jugar la espe­ranza, pero tenía muy en claro que jamás en la vida iba a ir a Cuba, entre otras cosas porque quedaba incomunicado del mundo. En Es pafia vivía limitado pero no desde el punto de vis­ta de la comunicación, de la información, de todo lo que él ne­cesitaba para mover, para manejar sus estructuras.

Y bueno, vuelvo a Montevideo donde yo antes de irme había trabajado con un pequefio grupo en función de la situa­ción argentina, con algunos intelectuales con inserción en el medio uruguayo entre gente que cultivaba la memoria históri­ca de la patria común rioplatense. En ese tema habíamos tra-

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bajado esos meses que yo estuve ocioso ahí esperando ese pasaje que no llegaba.

Cuando vuelvo a Montevideo en el '69 resulta que ya han iniciado acciones los Tupamaros. Hay otro clima, un clima de enfervorizada actitud radicalizada, revolucionaria.

Los Tupamaros están actuando , han gestado toda una conmoción, un júbilo revolucionario, y este grupo que había seguido creciendo se sintió ganado por este ánimo y había ini­ciado acciones en el Uruguay, ya no como un grupo del pero­nismo sino como un grupo más de liberación en el Uruguay, de la Banda Oriental como decían ellos.

Yo vuelvo a casa de estos compaf'leros con todo el áni­mo de pasar clandestinamente a la Argentina, cruzando el río , pero me encuentro con una situación diferente.Estos tipos ya están actuando, están operando y yo me sumo, me siento ga­nado por el entusiasmo que había allí. De todas maneras, yo me quiero ir, quiero irme a la Argentina. Tomo contacto con los compaf'leros, cruzan varios de mis compaf'leros que habían quedado en Buenos Aires de aquella vieja organización de combate que era FAP. También cruza gente que envía Caride que es uno de los grupos que queda de la otra FAP, vincula­da a la de Taco Ralo.

Con Caride yo había tenido una excelente relación , me ofrece lo que necesite, que vuelva, que trabajemos juntos, que está a mi disposición para ayudarme a cruzar, todas esas co­sas. Yo me demoro unos días en esto de solucionar mi proble­ma de cómo cruzar, envío a mi mujer y mi hija primero y des­pués, en el momento en que estoy por partir, la casa en que es­tamos es allanada por la policía y el ejército y vamos todos de­tenidos.

Voy a quedar preso con un nombre supuesto porque te­nía documentación falsa y me condenan ... Además, era un do­cumento judío y el abogado que me vino a defender me dijo: "Usted está perdido porque aquí como argentino, como pero­nista y como judío no tiene ninguna chance, peor no puede ser la situación, le van a pegar de todas partes". Realmente lapa-

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sé muy dura, muy dura, porque no tenía visita, no tenía "paque­te", no tenía apoyo, no tenía nada hasta que nos trasladan a la cárcel de Punta Carretas donde me integro a la vida colectiva de los Tupamaros y me reencuentro con José Luis Nell.

La mamá de Nell va a ser mi visita durante mucho tiem­po. La vieja me ayudó mucho, yo voy a tener una relación muy filial con ella incluso hasta el final, hasta que ella murió en Bue­nos Aires, lo mismo que con el padre de Nell. Un poco como que éramos hermanos en la cárcel, compartíamos la visita y to­do eso .. . compartíamos los paquetes, fue un año muy lindo el que viví con él.

Finalmente me dejan en libertad y me "chupan" cuando salgo de la cárcel. Estaban Mario Kestelboim y varias perso­nas esperando, cruzaron de Buenos Aires para buscarme pe­ro no puedo llegar a ellos. Cuando estoy cruzando la calle un auto frena delante mío, bajan y me meten adentro, me internan en un cuartel y estoy un par de meses más, a disposición del Poder Ejecutivo .

En el primer vuelo de gente que sale con opción yo via­jo a Chile, con tanta mala suerte que no nos dejan entrar, so­mos rechazados. Volvemos a Montevideo y salimos dos se­manas más tarde, llego a Chile, me relaciono con el gobierno chileno a través de Clodomiro Almeyda, que era ministro de Relaciones Exteriores. Ahí me quedo un tiempo y luego vuel­vo a Buenos Aires.

Acá me empiezo a conectar con mis antiguos camara­das y con sorpresa voy descubriendo que todos están integra­dos a una u otra organización de las numerosas organizacio­nes clandestinas que habían crecido en esos años de mi au­sencia.

Estamos hablando del '71, fines del '71 . Yo trato de re­lacionarme con unos y otros, me tiran citas y no van, o cuan­do van -como pasó con las FAR- me aclaran que voy a te­ner que pagar un derecho de piso muy duro porque no me van a reconocer ningún tipo de liderazgo, ni de antecedente y que voy a tener que empezar desde lo más humilde, como un as-

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..1

pirante -.:.un aspirante a soldado-o sea que mi historia no co­rre con ellos. Muy dura la cosa.

Otros directamente me citan y no van, como en el caso de las FAP. Entonces realmente quedo muy desilucionado, decepcionado de este tipo de cosas, muy afectado. En esos dí­as soy detenido, circulaba con un documento falso que moti­va mi detención y esto hace que esté unos quince o veinte dí­as preso hasta que el abogado consigue la prescripción de aquellas viejas causas por las cuales yo me había ido a Mon­tevideo. En estos días tengo la oportunidad de estar en el pa­bellón con mis amigos, con todos los presos de Taco Ralo, con Spina, con Bonaldi. Es decir, retomo la relación con todos es­tos viejos camaradas que ya llevaban varios años en la cárcel, veo los cambios en ellos, veo los cambios en las organizacio­nes, tengo la oportunidad de hablar acerca de todas estas si­tuaciones nuevas que se estaban dando y que más tarde van a convencerme de que había habido una ruptura y que real­mente tenemos que hablar de dos peronismos, uno hasta el '69 y otro que comienza después del Cordobazo.

Quizás como conseéuencia de la traición de los líderes del peronismo ... , realmente era otra cosa. Había otros secto­res sociales participando en la lucha, fundamentalmente estu­diantes y sectores de la clase media provenientes del marxis­mo y que incorporaban un nuevo lenguaje, una nueva concep­ción, una nueva percepción de las cosas.

Había numerosos elementos de ideologismo que ya es­taban, que ya eran parte del habla y del pensar cotidiano de es­tos grupos de militancia peronista y que no provenían de la fuente sino de otras experiencias. Otras maneras de compor­tarse, otras maneras de actuar. Por ejemplo, en la cárcel ob­servo algo que era nuevo, que era la compartimentación, el he­cho de que los compañeros se separaran para hablar como en un partido de rugby, cabeza a cabeza.

De manera que con todas estas experiencias, lleno de estas emociones, de estas afectividades, salgo de nuevo a la calle a fines del '71 sin saber qué hacer y como siempre, el des-

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,

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tino me convoca, se me pone adelante. Mis viejos compañeros de las FAP del año '64 me lla­

man, me tiran una cita y me piden que vaya a trabajar con ellos a La Matanza. Hago un par de visitas para ver cómo es la co­sa y el presidente del Partido Justicialista me invita a una reu­nión a ponerme a la cabeza del proceso de reorganización de la Juventud Peronista o de las Juventudes Peronistas en La Matanza.

En principio le digo que sí y entonces me presenta un grupo de gente, representantes de distintas organizaciones o sectores con los cuales yo tendría que realizar mi tarea de co­ordinación y organización. Veo una cantidad de muchachos, realmente muy jóvenes algunos, todo muy correcto, ninguno habla más que algunas pocas cosas.

No sé quiénes son, con sorpresa me voy a enterar des­pués que era como en el libro de Chesterton "El hombre que fue jueves". Era fantástico, en ese libro él, se integra a una or­ganización en que todos eran infiltrados, unos eran de los ser­vicios, otros de la policía, otros de la Masonería. El también era un infiltrado, era una suma de agentes que se reunían encapu­chados pero no había ningún conspirador. Uno se llamaba lu­nes, el otro martes, miércoles, y él era jueves.

En este caso, eran todos "encapuchados", se hacían los boludos conmigo y yo no entendía nada. Digo encapuchados

. porque pertenecían a diferentes organizaciones y algunos in­cluso a la policía. Yo hacía el papel de ingenuo, de antiguo pre­diqador del peronismo, respetado, pero muy cándido porque no conocía esa realidad, esa nueva realidad que se estaba gestando de otro tipo de peronismo.

Me costó mucho comprenderlo. Un día a la salida de es­tas reuniones uno de los compañeros me lleva en su auto y me dice "mirá hermano, yo te tengo que aclarar la cosa cómo es, acá nadie es lo que representa" y sigue "preferiría comenzar a hablarte de mí antes de hablar de los demás". Yo pregunto "¿Qué es lo que pasa con vos?". "Y bueno, yo soy de la Pos­cura, soy un oscuro de la P". Yo no entendía nada y pregunto

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qué es esto de ser "un oscuro de la P". "Mirá -me dice~ la FAP se dividió, están los iluminados y los oscuros. Yo soy os­curo". Me explicó qué eran los oscuros de la P un poco más y bueno, que el problema "es que los otros dos son "Deseas" (de la organización Descamisados) , el otro está con Licastro", el otro no sé con quién estaba, y así. Era toda una cosa conspi­rativa de clase media. No había ninguno de la Juventud Pero­nista, eran todos tipos enviados por alguna "orga" a organizar una supuesta Juventud Peronista. Otros estaban con Gusta­vo Rearte, eran JRP (Juventud Revolucionaria Peronista).

Yo le dije "mirá, a mí se me ocurre una sola cosa, orga­nizar una JP desde la base, empecemos con alguier'l, empe­cemos con vos ya que te has confiado. Hablá con tu gente y pe­dí permiso para ser licenciado y tener de vuelta tu absoluta li­bertad y ser líder de base. Pero rompé tus lazos porque si no no tiene sentido". Este muchacho va, habla con su gente y le dicen que sí, que está bien. Rompe todo compromiso y se asu­me como un compañero de La Matanza que representa a un grupo, a un barrio. Bueno, tenemos uno, y vamos haciendo el mismo trabajo con los otros, con los que podemos.

Iniciamos un proyecto muy vasto, muy interesante, de organización de la Juventud Peronista desde las bases. Moti­vamos en cada barrio una asamblea, una reunión del activis­rno y la conformación de un grupo local y al que el barrio con­sidera representante de ese barrio lo integramos. No importa quién s.ea, nos simpatice o no, lo integramos a una Mesa Co­ordinadora donde se nuclean todos estos representantes de

· los barrios. En esa Mesa Coordinadora yo cumplo un rol de asesor o algo así y además, hago de nexo ya sea con el Co­mando Tecnológico de U castro o con otras organizaciones del peronismo nacional. Después, también con las organizacio­nes especiales.

Este planteo de organizar la Juventud Peronista desde abajo e integrar la Mesa Coordinadora se lo hacemos a otra gente que en general no lo acepta. No lo acepta porque los cri­terios eran muy distintos, eran muy verticalistas, todo se orga-

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nizaba desde arriba en base a que las cosas se habían dado vuelta y resultaba que los líderes tenían que ser los combatien­tes. O sea, el que tenía un grado militar era el que conducía po­líticamente. Esa perversión del sentido de la organización, que anteponía lo militar a lo político, nos lleva a tener serios enfren­tamientos con Montoneros en la zona.

Ese día que me habían presentado a todos estos "enca­puchados", el presidente del Partido me dice "Afuera hay un pequeño grupo de gente, estudiantes, son de la Facultad y quieren también sumarse". Salgo, y había como veinte mucha­chos y chicas que se me presentan como gente que viene de la universidad y que quiere colaborar con Juventud Peronista. No solamente eran encapuchados los de adentro, los de afue­ra también.

Después, hablando con José Luis Nell, me dice "mirá, a ese grupo que vos tenés ahí lo dirige fulanito , y fulanito es un combatiente". Así me entero que no era un grupo de estudian­tes bien intencionado que me quería ayudar sino que era un primer grupo de infiltración de Montoneros en la zona. Estaba constituido ya, con sus mandos propios. Empezamos a tener roces por las formas de actuar autoritarias y, también por dife­rencias políticas.

Nosotros teníamos una postura terriblemente insurrec­cionalista y de a poco fuimos logrando entremezclar lo militar con lo político de tal manera que nos movíamos en barrios co­mo semi liberados, donde toda la gente estaba al tanto de lo que hacíamos. A veces hasta nos consultaban los problemas de convivencia o consultaban a los líderes de la Unidades Bá­sicas. A los grupos de chicos delincuentes, asaltantes, noso­tros los reconvertíamos a grupo de activistas en favor del ba­rrio. Teníamos un control de la seguridad del barrio a partir de ese pequeño gobierno local que eran las Unidades Básicas, en las cuales se repartían medicamentos, la gente tomaba mate, a veces hasta se cocinaba, se daban consejos, las mujeres te­jían. O sea, nuestras Unidades Básicas eran como centros co­munitarios.

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Vamos desarrollando un esquema de organización de bases del cual extraemos una plataforma teórica, una pro­puesta teórica para el peronismo y el trabajo de base que pu­blicamos, creo, en la revista Primera Plana.

A nivel superestructura! del peronismo recibimos mu­cho apoyo de Licastro y esto nos asegura una especie de co­rrea transmisora hacia la superestructura que nos preserva mucho, incluso de las luchas políticas sórdidas de la zona.

Montoneros conforma una Juventud Peronista paralela, con mucho dinero, invierten sumas fabulosas en la zona para competir con nosotros. Nos roban algunos barrios. Y claro, donde nosotros llevábamos un bombo ellos llevaban treinta; donde nosotros llegábamos en bicicleta, ellos ofrecían ómni­bus para trasladarse a los actos. Reclutaban gente marginal que trabajaba con nosotros, pero ante la seducción de una ren­ta, se pasaban. Nosotros, lo comprendíamos, lo teníamos per­fectamente claro.

Llegó un momento en el año '72 que no podíamos sino más que retroceder organizados frente al avance montonero, que era con guita, con Citroen truchos y con muchos cuadros políticos, además, que nosotros no teníamos. Tenían ahí por lo menos cien estudiantes trabajando en La Matanza, muchos de ellos con su Citroen y con mucho dinero.

La organización que nos ayudó mucho fue la FAR (Fuer-zas Armadas Revolucionarias) . Ellos respaldaron de diversas maneras, a cambio de diferentes inserciones que nosotros consideramos que no eran peligrosas y a cambio -de que pu­dieran operar con libertad en nuestra zona, en la época del re­greso de Perón en Ezeiza (noviembre de 1972).

Incluso llegamos a organizar con ellos algunas opera­ciones conjuntas que no llegaron a realizarse porque uno de los condicionamientos de su unidad con Montoneros fue que rompieran relación con nosotros. Montoneros nos visualizaba como uno de sus enemigos políticos principales.

Esta relación con la FAR te demuestra que no era un problema ideológico, nosotros siempre nos definimos a la iz-

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quierda de Montoneros. Nosotros éramos mucho más clasis­tas que ellos, y éramos insurreccionalistas mientras que ellos proponían la guerra prolongada. Y nos sentíamos bien con los compañeros de la FAR -sobre todo con Osatinsky y Paco Urondo- porque aunque no coincidíamos con ellos en mu­chas cosas, sí nos parecí a que era la gente indicada para cum­plir el rol que Perón les había asignado. Porque para nosotros, la FARera una verdadera "formación especial", y nosotros éra­mos una organización de masas, insurreccionalistas. Enton­ces nos entendíamos bien aunque ellos tuvieran otros méto­dos, otras formas de actuar. Nos complementábamos.

Con quienes no podíamos complementarnos era al prin­cipio con los Descamisados y después con los Montoneros porque ellos eran una organización militar que ambicionaba li­derar a las organizaciones políticas de base. Entonces había una competencia feroz y, además, nuestras prácticas eran di­ferentes. Ellos intentaban acaudillar desde el aparato militar, desde arriba, en forma autoritaria, y nosotros teníamos una or­ganización democrática y desde abajo.

Con los Descamisados llegamos a realizar algunos pac­tos que ellos no cumplieron . El pacto era que nosotros los re­conocíamos y respetábamos en el plano militar y ellos nos res­petaban en el plano político. Lo primero que hicieron fue pre­sentar una lista alternativa para concejales, con lo cual nos en­contramos con que no eran capaces de cumplir ni durante una semana el compromiso que habían asumido, razón por la cual rompimos. Y no sostuvimos nunca más un diálogo con ellos. Después se integraron a Montoneros. .

En esa época nosotros vivíamos todos los signos,de un desmoronamiento del país, del país institucionalizado. Sentí­amos en derredor el calor de lo revolucionario, cómo la gente despertaba su conciencia, cómo se unía. A nosotros nos falta­ban cuadros para organizar tanta gente como la que se acer­caba, no sabíamos cómo encuadrarlos. Estábamos todo el día, casi no dormí 1mos, organizando cosas que se autogestio­naran porque no teníamos cómo conducirlas, organizando

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grupos autogestivos en todas partes. Era una efervecencia, una eclosión la que se vivía en La Matanza. Se vivía en todo el país pero la experiencia que tuve es que en muchas zonas esta efervecencia, esta eclosión de lo popular estaba muy con­trolada y conducida, canalizada por el zapato de hierro de la mentalidad autoritaria de los grupos revolucionarios pequeño burgueses. Intentaron hacer lo mismo en La Matanza.

Decían "éste no es el momento de la revolución porque todavía no estamos preparados". O sea, éste no debe ser el momento de la revolución no porque falten condiciones obje­tivas o subjetivas sino porque "la organización revolucionaria que somos nosotros no está madura para conducir este proce­so. Entonces, señores del pueblo, esperen, posterguen sus ansiedades". Este es un planteo muy loco, pero que se hacía así, a cara descubierta: "Montoneros no está en condiciones de conducir el proceso, de manera que el proceso revolucio­nario tiene que esperar". Nosotros decíamos todo lo contrario: "Dejémonos rebalsar por la gente", "dejemos que la gente sal­ga a la calle", "lancemos el proceso adelante", "acelerémoslo".

Nuestros boletines, nuestros manifiestos, tenían un len­guaje incendiario, no racionalizado. No de planes y objetivos revolucionarios , sino incendiario. "Este país no da más", "es­te país se desmorona", "hay que incendiarlo, hay que meterle fuego a la oligarquía en sus cubiles", "no hay que dejar a na­die vivo", "hay que hacerse cargo del país", "el poder somos nosotros, en el barrio, en las villas, en las Unidades Básicas", "asumamos el gobierno, liberemos las zonas".

Ese era nuestro lenguaje y esa era nuestra práctica. Sa­líamos por los barrios con las armas en la mano o llevábamos con evidencia ras armas colgadas, sin ningún problema. Ac­tuábamos con bastante impunidad dentro de esa zona porque la teníamos muy trabajada políticamente.

Los barrios eran nuestros, la policía no entraba, directa­mente desaparecía, no actuaba. Nosotros nunca llegamos a tener enfrentamientos con la policía excepto en alguna barri­cada que intentamos en alguna ruta grande. El común de la

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gente sabía además adonde se guardaban las armas, adonde se guardaban los mimeógrafos. Hay experiencias que sor­prendían. Gente que me buscaba, por ejemplo, y la iban pa­sando de casa en casa. Yo no tenía idea que· sabían donde es­taba yo ... Claro , lo sabían a través de una intermediación de casas, todo el barrio participaba. Esta gente que te digo que­dó muy asombrada de ver esto.

Intentamos además aplicar otros métodos, los de com­partimentación y estratificación que se daban las organizacio­nes revolucionarias, y no fue posible . Debo reconocer que no tanto por acierto nuestro sino porque la gente nos corrigió. La primera vez que en una asamblea de JP de cincuenta perso­nas un tipo pidió la palabra y desde el fondo del salón planteó "yo me enteré que ayer un grupo de compañeros intentó desar­mar un policía y a mí no me llevaron y yo quiero saber si los compañeros creen que yo no tengo huevos". A partir de ese momento no se pudo compartimentar más nada. El tipo que­ría saber si nosotros creíamos que él no tenía huevos porque no se lo había invitado, pero lo planteó en una asamblea.

Yo primero quedé aterrorizado, después me di cuenta que no, que de ahí no trascendía, que las barreras eran tales que lo podía saber todo el barrio y no se enteraba nadie. Nos costó mucho entender esto. La gente realmente lo vivía como un problema de huevos y entonces la dfsyuntiva era suspen­der los operativos o hacerlos con todos porque si no la gente se ofendía. Dijimos entonces de no hacer operativos que co­rrespondían a las "formaciones especiales" sino otro tipo de cosas en las cuales podamos participar todos . Por ejemplo, hagamos barricadas, incendiemos neumáticos, hagamos otras cosas, no desde la clandestinidad total, sino desde la se­mi clandestinidad, que la cosa no vaya más allá del bufoso y de la botella de nafta. Y esa fue un poco la consigna, no vaya­mos más allá del bufoso y del cóctel molotov porque si no es­tamos dejando al margen a la gente.

Si la guerrilla quiere actuar con la computadora que lo haga, pero no va a actuar con la gente. Va a actuar como un

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grupo de élite formado para eso, pero es otro tipo de lucha, no­sotros no nos podemos permitir en un barrio obrero ir más allá del bufoso porque la gente queda al margen y lo importante era que la gente hiciera la cosa. Se fue haciendo doctrina de todo esto, equivocándonos, acertando, golpeándonos, recibiendo las críticas de la gente, las burlas de la gente, hasta que fuimos acomodándonos y armando un argumento coherente.

Fue una experiencia muy linda y en los últimos tiempos nosotros empezamos a vincularla a incipientes grupos seme­jantes de otras zonas. Llegamos a hacer un encuentro grande de todo Gran Buenos Aires en un seminario, en una zona le­jana. Fue el primer intento de armar una Coordinadora de Ju­ventud Peronista no montonera.

Nuestra gente gritaba "FAR y Montoneros son nuestros compañeros", era el grito de toda la JP pero se nos da el pro­blema que los Montoneros en la zona nos disputaban la con­ducción. Canalizamos esto, encontramos una manera de dar­le forma a esta bronca hablando con la gente y era atacando a los paracaidistas ¿Quiénes eran los paracaidistas? Eran los estudiantes que Montoneros nos metían en los barrios para conducirnos. Nosotros no aceptábamos a los estudiantes, te-

- níamos una actitud muy clasista, muy marginal. Esto prendió mucho, esto de estar contra los paracaidis­

tas, digo. Cualquier pequeño burgués era visto como un tipo al cual en un principio se lo rechazaba y más si venía a bajar lí­nea con un planteo autoritario.

En un momento, a mí se me pone la cosa muy dura en el barrio, porque ellos estaban dispuestos a boletearnos para cortar por lo sano, por lo que le significábamos, porque éramos el obstáculo para que ellos se quedaran con La Matanza. Fui­mos a ver a Abal Medina y yo me acuerdo muy claro que le to­camos el timbre y el que nos abrió la puerta era uno de los del grupo de La Matanza. Miro para adentro y estaban todos los del grupo sentados en un sillón. Pido hablar con Abal Medina y me dicen que no está, y se cagaron de risa. Nos tuvimos que ir. Ellos manejaban entonces la conducción del peronismo, y

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nosotros todo esto lo vivíamos sin poderlo manifestar pública­mente. Vivíamos como que el peronismo estaba infiltrado por estos sectores de mierda, autoritarios, elitistas, con una visión entrista del peronismo, no revolucionaria, no clasista, no obre­ra, no popular.

La mayoría de ellos eran niñitos bien. La que conducfa el proceso en La Matanza era una nenita bien. Te cuento que a mí me pasó una cosa muy impresionante, yo hubiera queri­do que los chicos de La Matanza lo vieran. Resulta que mi pri­mera mujer, que seguía enferma psiquiátrica, vivía en el de­partamento donde murió mi hija ahora en Cabildo y Juramen­to, un departamento que nosotros teníamos alquilado desde el '67. Cuando una noche salgo de verla me encuentro a lapa­reja que conducía a Montoneros en La Matanza. En Cabildo y Juramento, como te digo, me encuentro con Maratea y Virgi­nia, su mujer. El era el combatiente máximo a cargo de la Or­ganización en La Matanza, y ella la conducción política. Me los encuentro a los dos que iban para una fiesta.

Virginia es la que después pasa a la "Lealtad" y los mon­tos la secuestran. Fue un caso muy sonado en elaño '74. La secuestran y la tuvieron "chupada" mucho tiempo hasta que se pasó. Bellísima, era psicóloga, iba de vestido largo y tapado de piel, y él iba de traje, él era ingeniero. Se quedaron pasmados cuando me vieron. Yo también, porque eran como dos artistas de cine.

Había mucho resentimiento en nosotros porque todo el grupo de Virginia, que eran unas cinco o seis chicas, era una más bella que la otra. Realmente eran como artistas de cine y los muchachos eran todos altos y profesionales·, cada uno con su Citroen. En medio de La Matanza, donde el que no era tuer­to, era rengo; el que no, le faltaba una mano; el que no, era me­dio loco. Casi todos indocumentados, desnutridos de niños, eran "la Corte de los Milagros". Y casi todos murgueros, la ex­presión más musical de ellos era la murga, los gritos en las ma­nifestaciones, los cánticos, eran del tipo murguero.

Te digo que yo no tenía las cosas ideológicamente muy

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claras, no sabía muy bien cuáles eran nuestras diferencias, las fui después elucubrando -todo el problema de la soberbia­, pero había grandes intuiciones. Por eso casi me cuesta la vi­da cuando nosotros vamos a disputarle un barrio. Mejor. dicho, un barrio que habíamos organizado nosotros y que ellos nos quitaron y lo organizaron mucho mejor que nosotros, con mu­chos recursos.

Un día, entonces, vamos al barrio, a la Unidad Básica que había sido nuestra. Ahora era de ellos y estaba Virginia Maratea. Fuimos a proponerles esta cosa nuestra, que orga­nizaran el barrio y que el representante fuera a la Mesa Coor­dinadora. Les hablo a ellos, les hago un discurso y hablo en fa­vor de las organizaciones especiales. "Nosotros, -les digo­porque seguimos las directivas de Perón, apoyamos y respe­tamos a los que trabajan en el plano militar y ellos tienen que saber que pueden contar absolutamente con nosotros, pero también vamos a ser implacables con aquellos que desde el plano militar nos intenten conducir. Porque a nosotros no nos lleva nadie de la nariz y reivindicamos en ese sentido nuestro sentido clasista, popular y obrero de gente de La Matanza. Así como vamos a dar nuestra vida en apoyo de las formaciones especiales, no vamos a permitir -entonces la se fía lo a ella­que vengan a reclutar aquí revolucionarios los hijos de las mu­jeres que vienen a estos barrios a buscar a sus sirvientas". Es­to casi me cuesta la vida porque ahí la gente nos propuso que querían reflexionar y discutir sobre lo que nosotros propone­mos y que volvamos a la semana siguiente. Nosotros no va­mos a la semana siguiente y mucho después me encuentro con un compafiero que había sido de "Lealtad" y me cuenta que "aquella noche te estuvimos esperando para matarte, nos citaron con armas y estuvimos echados en los caminos, cuer­po a tierra varias horas, esperando que ustedes llegaran". Así fue que recién en el '75 me enteré que salvé la vida de casua­lidad ...

En las elecciones nosotros logramos meter una impor­tante parte de los candidatos de la zona, pero lo que pasa des-

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pués es que viene la distribución de los cargos y ahí empiezan a presionar todos estos grupos, desde adentro y desde afue­ra. Una de las consecuencias de todo esto es que a no.Sotros nos prometen varios cargos y después en los últimos días an­tes del 25 de mayo esto se modifica y se niegan a dárnoslo. Niegan la Dirección de Cultura que me habían ofrecido y va­mos a hablar con Bidegain, a consultarlo. Hablamos con la mu­jer de Bidegain, le explicamos el problema, las promesas y el incumplimiento de parte del nuevo intendente, que era un hombre de Russo. Ella nos dijo "si lo que les interesa es la Di-

. rección de Cultura, qué esperan para tomarla". Tomarla había sido mi propuesta y los compañeros que estaban ahí habían estado en contra de mi decisión. Cuando esta mujer nos dice eso, me siento totalmente avalado, los miro y estaban todos muy callados. O sea que ella me da un gran respaldo a mí.

Directamente de La Plata volvemos a La Matanza y con un grupo de cuatro o cinco, sacamos a la gente y la tomamos. Ahí cometo un error porque estábamos actuando en la Mesa Coordinadora de La Matanza con los aliados de Caseros, Ha­edo y otros partidos de la provincia y mi actitud en este caso tu e autoritaria. Claro, había una cosa muy personal. A mí me ha­bían ofrecido la Dirección de Cultura pero yo violento una de­cisión allí y creo un hecho consumado, con un grupo de gen­te que me respondía tomo la Dirección. Después vienen todos y apoyan, empieza a venir gente de otros barrios, en camiones. Se llena de gente -había como trescientas personas aden­tro-, un quilombo, una olla popular, se hacía teatro. La gen-te del C. de O. nos tirotea por la azotea. ·

Nosotros teníamos concejales pero a nuestros conceja­les los revientan, los golpean, les sacan los revólveres. Esa fue una de las situaciones límite en los últimos días y ahí yo deci­do ir a tomar la Municipalidad. La gente dice que no, que has­ta ahí me había acompañado, pero más no. Se me revela el grupo dirigido por aquel chico oscuro de la P. Es decir, todo el peronismo auténtico y de lealtad peronista que yo había culti­vado para enfrentar a Montoneros se me vuelve en contra.

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Porque parece una desmesura, durante un gobierno po­pular, ocupar. Un poquito está bien para presionar, pero cuan­do Abal Medina habla y pide la desocupación ellos enfundan las armas, ellos quieren irse, quieren cumplir, no quieren sacar los pies del plato. Son peronistas de verdad. Eso era lo que yo había hecho.

Por otra parte, yo estaba dispuesto a todo. Me llevaba el mundo por delante, en ese momento pensaba que era la oportunidad para la audacia revolucionaria. Y que si nosotros abanadonábamos la Dirección de Cultura --{.In edificio de tres plantas- y marchamos hacia la Municipalidad, la tomamos -es una manzana entera- y provocamos un golpe de Esta~ do, una intervención en el Partido, un barajar y dar de nuevo.

Estaba dispuesto a hacerlo y me encuentro con que la gente no me acompaña. Entro en crisis con mi propia gente que busca líderes más moderados y se apoyan en Magín del Carmen Guzmán, un viejo compañero de la Resistencia, com­pañero mío de toda la vida pero que ahí se produce una rup­tura. Entonces prefiero irme y dejo La Matanza, me voy y que­do solo, empiezo mi vida desde cero.

Quedo absolutamente solo y es cuando Puiggrós me ofrece el campo de San Pedro, en la provincia de Buenos Ai­res, y yo lo acepto porque es también una manera de aceptar un exilio interior. Ellos necesitaban a alguien que se fuera a vi­vir a ese campo y bueno, sí, yo voy.

Ahí trato de pasar inadvertido durante mucho tiempo mientras voy recuperando fuerzas, también buscando un nue­vo rol. Voy definiendo otras cosas, siento que aquella militan­cia de base para mí terminó, lo que fue JP también terminó y empiezo a buscar nuevas formas de actuar, de pensar, nuevos compañeros.

Es toda la etapa mía en la Universidad de Buenos Aires, del '73 al '75. ·

Después con el tiempo fui viendo que mi camino, que mi posición política fue tomando un rumbo muy distinto al de mis

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ex compañeros de La Matanza, porque mientras yo fui adop­tando posturas cada vez más radicalizadas, ellos respetaron hasta el final el gobierno de Isabel.

Muchas veces me detuve a reflexionar cuánto habré puesto yo en aquella vieja lealtad, en aquella ortodoxia, para que ellos continuaran en ese camino. Tal vez soy injusto al de­cir que fui yo ; creo que fueron los Montoneros los que les des­pertaron el odio contra las vanguardias y el odio contra estos sectores de izquierda.

La larga lucha con Montoneros los hizo de una dureza muy grande en toda su ortodoxia, en todo su peronismo, y es­to también me terminó dejando sin base a mí. Posiblemente porque yo tenía una diferencia ideológica muy profunda pero también tenía un entendimiento. Lo mío no era tan visceral co­mo la cosa de ellos, quizás. Yo tenía una posición muy dura, muy de lucha con Montoneros pero no sería capaz de llegar a las cosas a las que después llegó mucha gente peronista, co­mo la Triple A y ese tipo de cosas.

La mía era una postura de mucha dureza aunque con­sideraba que algunos eran redimibles . En definitiva era la gen­te con la que yo compartía el camino de la revolución. Mientras que en el pueblo peronista se dieron otro tipo de cosas, se ges­taron otro tipo de elementos y creo que, en gran medida por la provocación de esta gente . Indudablemente se despertaron cosas monstruosas, viscerales, anticomunistas. Esta sober­bia de los Montoneros, su actitud despreciativa, su elitismo, su autoritarismo, despertó los peores monstruos de un sector del peronismo.

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c·UARTA PARTE

Dictadura, Malvinas y Democracia (1976/1988)

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En marzo del '76, bajo el nombre de "Proceso de Reorganización Nacional", se inicia la peor pesadilla de la historia argentina.

Decir que la dictadura militar encabezada por el Tte. Gral. Jorge Rafael Videla y su superm1.nistro Jo­sé Alfredo Martínez de Hoz, fue la encargada de situar a nuestra nación en el nuevo esquema del poder finan­ciero internacional, absorver una masa, importante de dinero que necesitaban prestar los países centrales, endeudar al país hasta el límite de lo impagable, des­truir el aparato productivo nacional; es correcto pero insuficiente. ·

El golpe del 76 se inscribe en una coyuntura in­ternacional pero también en una serie de circunstan­cias coincidentes a nivel nacional, que posibilitan que se diera bajo esas características.

Que el pueblo argentino observara derrocar al gobierno peronista sin el menor atisbo d~ resistencia, se debe posible..nente a alguna de esas circunstancias.

Isabel, como presidente de los argentinos, ya no representaba a nadie y posiblemente menos que nadie al propio peronismo. Un peronismo que había peleado 18 años para recuperar su gobierno y que muerto Pe­rón no se sentía expresado ni conten:ido por el mismo. La vieja militancia peronista, aquella de la Resisten­cia o de la legendaria JP, no tenía representación ni es­pacio político en la estructura isabelina. Es más, algu­nos habían tenido que exiliarse y otros habían muer­to en manos de las bandas parapoliciales de la Triple A, como ~l caso de Julio Troxler, Horacio Chávez, Car­los Pierini, Atilio López, Tito Delleroni y tantos otros.

Por otro lado, las supuestas "vanguardias", los grupos guerrilleros que habían acompañado al pueblo

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en su lucha contra la dictadura, se. habían convertido en "patrullas extraviadas", "aparatos" altamente mili­tarizados muy lejos de los sentimientos y expectativas populares.

A esto hay que sumarle la posición de benepláci­to con que la casi totalidad de los partidos políticos, grupos empresarios, jerarquía eclesiástica e incluso algunos sindicalistas recibieron la llegada de los mili­tares.

Y es en ese contexto de semiconsenso, escepticis­mo, desmovilización y pérdida del rumbo político, que las Fuerzas Armadas pudieron desarrollar la más bru­tal, masiva y sistemática represión. Cuyo objetivo iba mucho más allá del aniquilamiento de las organizacio­nes armadas. Apuntaba a la destrucción de la trama social.

Al exterminio de cualquier militante, activista, grupo o institución que pudiera implicar algún tipo de oposición al sistema autoritario. Para esto implemen­taron el Terrorismo de Estado, combinando la repre­sión legal y la ilegal, la pública y la clandestina. Utili­zando la metodología que posteriormente denomina­ran "guerra sucia": concentración de prisioneros, tor­turas sistemáticas, accionar represivo clandestino y desaparición de las víctimas.

Las heridas incurables, los niveles de destruc­ción en nuestra sociedad que ha dejado esta dictadura sangrienta, no se pueden cuantificar. Se irán resta­ñando las cicatrices lentamente, por largos años.

El pueblo argentino fue derrotado y este es el punto. Este hecho central es el que le da el marco de in­terpretación a lo que ha sucedido este último tiempo en la Argentina. Si no, es muy difícil comprender la cir-

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cunstancia de que durante varios años fueran sólo un puñado de valerosas madres, munidas de su p'añuelo blanco, las que enfrentaran la dictadura.

Recién el30 de marzo de 1982 se realiza un pa­ro activo convocado por el sector sindical liderado por Saúl Ubaldini; y algunos cientos de trabajadores y jó­venes enfrentan a la policía en las cercanías de Plaza de Mayo.

Pero a los pocos días, la historia tomaría otros rumbos. El 2 de abril se realiza la ocupación de las is­las Malvinas. Cuando el14 de junio la población reci­be la noticia de que los ingleses habían recuperado las islas, tuvo la certeza de que el reinado militar llegaba a su fin.

Se abre entonces un proceso electoral donde el peronismo se presenta en sociedad sin mayores inno­vaciones. Ofreciendo las mismas concepciones, pro­yectos y personajes que en su último período de gobier­no. Y el pueblo le pasa la factura. La misma que hubie­ra pasado en 1976 ... lo hace siete años más tarde. Y el peronismo conoce su primer derrota electoral.

Después de haber transitado un largo proceso de reorganización y renovación, en la actualidad el pero­nismo se encuentra ante un nuevo desafio: adaptarse a la nueva realidad social y política argentina, sin per­der su proyecto ni potencialidad transformadora.

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PATRICIA BULLRICH

Llama la atención la soltura y seguridad con que se hace cargo de su militancia en la organización Mon­toneros. Patricia se incorpora en 1973, con sus flaman­tes diecisiete años, cuando el fenómeno del ''jotapeís­!llO" se encontraba en la cresta de la ola y a los advene­dizos se los estigmatizaba con el nombre de "perejiles". Pero ella tenía una contraseña con el poder: era la cu­ñada del "loco" Galimberti.

Muchos años han pasado. Patricia partió al exi­lio y en el '82 se puso al frente de la ardua tarea de re­construir la Juventud Peronista. Fue una de sus diri­gentes más destacadas, trabajó en la renovación con­tra "los mariscales de la derrota" y actualmente mili­ta en las filas del Partido Justicialista.

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TESTIMONIO Patricia Bullrich

Yo me voy del país en el '77 y vuelvo en el '79. En ese momento nosotros producimos una fractura en Montoneros, en el exterior del país, con Galimberti a la cabeza. Yo me vuel­vo en enero del '79 -clandestina-y empiezo a hacer algunas cosas, muy poco, porque lo que se podía hacer en ese momen­to era muy poco.

La ruptura con Montoneros se da por distintas razones. En primer lugar porque había una distinta caracterización de lo que pasaba en la Argentina, de la consolidación de la dictadu­ra y en consecuencia, qué política había que hacer. Nosotros planteábamos que se debía realizar una política de resguardo de lo que quedaba porque la represión nos había destruído a los cuadros, y comenzar muy lentamente una tarea de inser­ción en el pueblo peronista. En ese momento la conducción de Montoneros lanza lo que se llama la "contraofensiva" que ter­minó en un desastre político total, además de la muerte de mu­chos compañeros .

En ese momento ellos tenían la idea de que la dictadu­ra se estaba cayendo y que a partir de eso tenían que realizar una última ofensiva, por eso la llamaban la "contraofensiva". Nosotros no estábamos para nada de acuerdo con esa carac­terización; sosteníamos que la situación era distinta. Esto ve­nía de una pelea de muchos años; yo en el último tiempo es­tuve en la Columna Norte de Montoneros que fue una de las más golpeadas y la que planteó una serie de críticas a cómo se manejaban la conducción, los fondos, la política.

Cuando se crea el Movimiento Peronista Montonero, que era una idea de superación del Movimiento Peronista, no-

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sotros decíamos que éramos una parte del peronismo y no una superación. Y bueno, había un montón de cosas de arrastre y esto se cristalizó en el momento en que se plantea el tema de la "contraofensiva".

En esa ruptura decidimos que yo me venga para acá y empiezo a trabajar lentamente, con pocas posibilidades por­que nosotros estábamos muy aislados, muy fuera del contex-

. to de lo que pasaba en la Argentina. La mayoría de los compa­f'leros estaban muertos, desaparecidos o fuera del país, y los que estaban acá, estaban muy sueltos, sin posibilidades de ha­cer nada. Ahí empezamos a sacar la revista "Jotapé", ·que to­davía existe. Era una revista muy chiquitita, hecha en un mime­ógrafo de esos manuales, que tenía tres páginas. Todo en ab­soluta clandestinidad.

A comienzos del '80 la situación para nosotros se había puesto muy difícil; ya habíamos sacado dos números y enton­ces nos volvimos a ir afuera. Yo me voy a Brasil y ahí me que­do hasta el fin de la guerra de las M alvinas. Cuando vuelvo acá intentamos juntar a algunos compaf'leros dispersos, algunos ya habían vuelto al país. Y empezamos a trabajar en torno a la idea de resurgir a la JP, de armar un espacio en el peronismo.

Las primeras cosas que se hicieron más que en la orga­nización de la JP fue en el rearmado de las Juventudes Políti­cas. Nosotros ahí participamos con otros compaf'leros -esta­ba Pablo Unamuno-. Dante Gullo en ese momento estaba preso.

No existía la JP como fuerza orgánica y movilizada, con una política propia; existían jóvenes peronistas dispersos y además con una carga muy grande del sello de lo que había si­do la JP. Vos decías que eras de la JP y te miraban ...

La JP como tal había quedado totalmente destruída. Existían algunos núcleos, algunos grupos, muy pequef'los y muy dispersos y algunos jóvenes que se integraban al peronis­mo. Pocos, muy pocos, era el gran auge de la juventud radical. El surgimiento de un 'fenómeno de la juventud ligada a Alfon­sín, no al peronismo.

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Nosotros planteamos una política de amplitud. Veíamos la necesidad de empezar a lograr seriamente un marco juve­nil que no estuviese atado a políticas de sec,ores; inclusive al­gunos de nosotros podíamos estar metidos en sectores de po­lítica del peronismo y la idea era justamente intentar mantener una cierta diferenciación de todo eso y esta es una de las gran­des discusiones que tuvimos al principio con Dante Gullo. Cuando él sale de la cárcel, entra en Intransigencia y Moviliza­ción y una de las primeras discusiones que nosotros tuvimos -que después se resolvló bien- fue que la JP no podía ser un apéndice de Intransigencia y Movilización ni de ningún sector del peronismo sino que tenía que generar una política propia en la que la juventud tuviera un lugar donde desarrollars~. Por otro lado, creo que también en todos los grupos que no vení­an de la experiencia nuestra esto estaba muy claro, nos enmar­caba permanentemente.

Al principio nos costó mucho insertarnos porque lo que existía como JP organizada -no los miles de núcleos que ha­bía por ahí- era un grupo que tenía Pablo Unamuno que ve­nía de una práctica muy ligada al Partido. A nosotros nos ve­ían como que les veníamos a copar el espacio que ellos defi­nían como del Movimiento; no como un espacio de un sector que pudiese desde ahí plantear una política hacia el conjunto del Movimiento.

Con estos compaf'leros había muchas contradicciones, no sólo por lo que planteábamos sino por el solo hecho de ha­ber pertenecido a Montoneros, había una barrera muy grande. En ese momento plantear el tema de la JP era para que te ba­jen la cortina; todo el '82, el '83 fueron terribles; un macartismo muy grande. Todo tipo que venía de ahí era mirado con horror; eso también nos llevó a una política de amplitud y a tener que reaeomodar muchas cosas en nuestro diséurso. Además, el hecho de venir de afuera del país y no haber vivido el último mo­mento del peronismo a nosotros nos había congelado en una idea, en un discurso, y al principio eso chocaba mucho. Inten­tábamos meter algunas cosas; me acuerdo que el primer logro

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enorme fue en una reunión de JP en el sindicato del Tabaco, que había compañeros de distintos barrios, y nosotros logra­mos poner en un documento la palabra "desaparecido". Fue un triunfo terrible. Así que imagínate lo que era desde nuestro dis­curso . Había sido el eje fundamental con el que nos movíamos fuera del país hacia las otras fuerzas políticas, era el centro de nuestro discurso:" ¿qué es la dictadura?: los desaparecidos". Y acá era una cosa que ni se la nombraba.

Había un gran miedo en la juventud a plantearse algu­na relación con el pasado y no podían independizar el hecho de reconocer cómo jóvenes peronistas la existencia de "desa­parecidos" por lo que había sido la represión, con que por eso no los tildaran de Montoneros. Entonces fue un momento muy difícil porque nosotros teníamos que ceder permanentemente y trqtar de ir planteando alguna cosa.

Todo esto nos llevó naturalmente a armar u na cosa más amplia y donde no se podía plantear el debate ideológico de lo que había pasado. En eso se logró crecer; hoy no encontrarás un cuadro peronista que no te asuma la historia de la JP; en el '82 no te la asumía ninguno. Hoy se puede objetivar la historia, planteando los aciertos, los errores, pero también lo que signi­ficó eso en el peronismo, la mística que tuvo. En ese momen­to no se objetivaba nada, era todo rechazo. Hoy me parece que eso ha cambiado, hoy los jóvenes peronistas -unos con más mística, otros con menos, otros inclusive tratando de copiar un modelo que ya no existe-, reivindican esa historia.

Todo ese momento es muy difícil, no podíamos lograr una síntesis en el seno de la JP y era toda una pelea porverqué orientación tomaba. Me acuerdo que en una reunión algunos compatieros plantearon que había que cambiarle el nombre y ponerle Juventud Justicialista, como manera de diferenciarse de la Juventud Peronista. Compañeros que hoy los ves y que realmente están en actitudes correctas; no tipos que te pueda decir que están en la derecha del peronismo, para nada.

Era la etapa de las elecciones donde realmente era muy difícil tratar de avanzar en el marco de la JP. Entonces algunos

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de nosotros vemos el seno de las Juventudes Políticas como un lugar donde podíamos plantear algunas políticas juveniles que nos permitieran empezar.a colierentizar algunas cosas de la JP. En ese marco se hace una manifestación importante de. las Juventudes Políticas, qtJe es la primera vez que sale des­de la década del '70.

En abril o mayo del '83, antes de las elecciones, se lo­gra una movilización muy grande: setenta mil jóvenes por la paz con Chile y por la democracia en la Argentina. La JP logra nuclear una cantidad de jóvenes importante, era una columna como de cinco mil jóvenes que nosotros no sabíamos de dón­de salían. Aparecían jóvenes peronistas de todos lados, de Unidades Básicas, sueltos. Jóvenes peronistas que se empe­zaban a sentir parte de algo que todavía era muy informe, no tenía una política clara, pero se sentían parte de eso.

Todo esto en el medio de las internas en cada lugar, don­de la juventud empieza a vivir. un modelo, una práctica política que en nuestra historia anterior de JP no la habíamos vivido. Jóvenes que participaban de las elecciones de su barrio, de su circunscripción. Entonces todo estaba muy teñido de la inter­na partidaria, del problema con las fórmulas; los que estaban con Cafiero, los que estaban con Luder, los que estaban más cerca de Lorenzo Miguel, los que estaban con los "25". Es de­cir, todos esos matices internos de peronismo influían en la for­mación de la JP y además le quitaban fuerza a la organización como tal , porque cada uno participaba en este tipo de orgáni­ca partidaria y era muy difícil darle entonces a todo eso una or­gánica propia.

Existía una Mesa Coordinadora donde estaban Pablo Unamuno, Eduardo Valdés, Alejandro Lavado que era de los univ~rsita:ios , Fernando Melillo, Garlitos Puccio, Claudia Be­llo. En fin , había distintos grupos que aparecían como una Me­sa Coordinadora, con muchas contradicciones.

Después de la elección del '83 viene el período de baja, donde empezamos a intentar buscar por lo menos un mínimo acuerdo previo. Ya estaba Dante Gullo. Los primeros tiempos

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no pasó realmente nada, fue en el verano del '84, se hacían reuniones de estos grupos pero no encontrábamos la manera de salir de esa especie de Mesa Coordinadora que frenaba cualquier tipo de iniciativa. Era imposible lograr desde ahí plan­tear políticas que salieran hacia los jóvenes. Vivíamos una si­tuación de terrible golpe porque además del tema de la derro­ta electoral, la juventud argentina no estaba objetivamente con el peronismo, se produce el gran auge del alfonsinismo.

Empezamos a centrar nuestra convocatoria en un eje in­terno, en el tema de nuclear a la juventud en contra de los "ma­riscales de la derrota". A mediados del '84 se realiza la marcha contra el FM 1 (Fondo Monetario Internacional) donde volvemos

. a encontrar en el marco 9e las Juventudes Políticas la posibi-lidad de movilización de la JP. Ahí es donde se hacen las pri­meras charlas en serio de la necesidad de buscar un ámbito pa- . ra la JP y ahí sale el primer cartel para convocar a la marcha contra el FMI que dice "JP Unidad". Lo firman Dante Gullo, no­sotros, Claudia Bello, Fernando Melillo y distintos núcleos y compañeros.

Nosotros realmente tuvimbs un gesto de ir a buscarlo a Dante, que en ese momento estaba en una gran crisis : si se­guía en Montoneros o no seguía, un momento de muchas de­finiciones. Estaba en proceso de romper pero todavía no había roto y a pesar de eso nosotros dijimos "hay que ir a buscarlo a Dante porque si no realmente no hay JP. Esto es mentira, va­mos a seguir presos de las agrupaciones que objetivamente acá no pueden convocar a la juventud".

Armamos entonces la marcha contra el FM 1, que fue una cosa importante. Necesitábamos la cobertura de otras fuerzas políticas porque la JP no sabíamos todavía exactamente qué era; este día de la marcha demostró una gran fuerza.

Teníamos el apoyo de alguna gente en el peronismo, si bien muchos nos puteaban; teníamos el apoyo de algunos di­rigentes del peronismo que por lo menos nos abrían un para­guas como para poder darle a esto un marco en el cual el pe­roriismo no dijese "ahí están de nuevo". Cafiero era uno de

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ellos; el día de la marcha contra el Fondo se asomó ~ los bal­cones por donde nosotros pasábamos y se sumó a la marcha. Saadi era otro que apoyaba y algunos dirigentes sindicales co­mo Digón, pero estábamos muy aislados.

Después de la marcha contra el Fondo decidimos empe­zar en serio un proceso de unificación de la JP y marcarle una identidad propia, no sólo en el marco de las Juventudes Polí­ticas. En agosto del '84 realizamos el primer acto de la JP, en el Luna Park. Muchos grupos de esa Mesa Coordinadora que­daron fuera del acto. En ese momento se planteaban dos mo­delos, uno representado por Pablo, Dante y yo, que sostenía la necesidad de hacer una cosa de mucha audacia, de lanzar­nos a la calle, de salir con una crítica total a la conducción del peronismo; y por otro lado, algunos grupos pequeños que te­nían mucho miedo de hacer esto o que veían que objetivamen­te no podían tener la hegemonía de JP. Nos lanzamos al Lu­na Park con una fuerza organizada muy reducida, realmente nosotros podíamos tener, trabajando seriamente, treinta o cuarenta cuadros, algunas realidades barriales dispersas, al­gunas Unidades Básicas.

El acto trajo un problema serísimo porque durante la úl­tima semana del armado del acto los oradores nos decían que sí y que no permanentemente ; tenían miedo de participar. A las nueve de la noche no había ningún orador, habían hablado en­tre ellos y no quería venfr nadie; el único que venía era el vie­jo Saadi. A las 21 Mene m manda un telegrama desde Tucumán diciendo "por problemas del viaje no puedo concurrir", a las 9.30 manda un telegrama desde Córdoba y a las 1 O aparece en el Luna Park. A esa hora ya estaba todo lleno, cosa que na­die preveía que pudiera suceder. Grosso nos había dicho que no iba a hablar, no figuraba en la lista de oradores. El Gordo Ro­dríguez no vino porque tenía problemas, y el único que venía era Saadi . Entonces empezamos a hablar y al final empezaron a caer todos: hablaron Digón, Miguel Unamuno, Saadi, Me­nem, Duhalde. Todos los diarios sacaron como que volvía la iz­quierda peronista. Clarín tituló : "La izquierda reapareció en el

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Luna Park". Este es el primer acto que realizó la Juventud Pe­ronista con convocatoria propia, el primero desde 1974. Para ese acto sale el primer afiche co.n "JP Unificada" porque en la marcha contra el Fondo era algo así como "JP Unidad", toda­vía no existía la palabra "unificada" y ese es el primer acto en el que salió.

Después del Luna Park, empezamos un proceso de re­organización de JP, con idas, con vueltas, donde nosotros co-­metemos muchos errores. Era muy difícil armarunacosadeJP independiente de lo que pasaba en el peronismo. Teníamos muchas peleas con Dante. Se arma el primer despelote gran­de cuando en enero del '85 nosotros decidimos convocar al pri­mer congreso de la JP y Dante no. Ahí ya habíamos logrado volver a sacar la .revista "Jotapé" y hacemos el primer congre­so de la JP en Córdoba. Allí se empieza a armar una realidad nacional.

Nosotros invitamos a ese congreso de una manera total­mente espontánea, no conocíamos a nadie de ningún lugar del país. Convocamos a alguna gente amiga y a partir de dirigen­tes partidarios. Se logra una cosa increíble, van más de mil qui­nientos jóvenes de todo el país, no falta ninguna provincia. Es el primer momento en que los jóvenes peronistas de todo el pa­ís -sin saber bien qué nivel de representatividad tenía cada uno; algunos la podían tener, otros no, era muy difícil- arman una instancia nacional de la JP. Por el otro lado trae el gran pro­blema de lo que es el enfrentamiento con Dante.

Las contradicciones son cada día mayores y se empie­za a retroceder en el armado de la JP-Capital, en lugar de avan­zar desde lo que había sido el acto del Luna Park. Todo esto además, en el marco del comienzo de la "renovación" en el Congreso de Río Hondo que nos empieza a sacar a nosotros del centro del protagonismo, y pone a todo un montón de per­sonajes en el primer nivel de la pelea. Una pelea de la que nos querían relegar. En el Congreso de Río Hondo la JP Unificada fue totalmente marginada.

Ahí se arma la conducción del Congreso de Río Hondo,

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una estructura nacional con Oraldo Britos a la cabeza. Le dan la secretaría de la juventud a un chico de Santiago del Estero.

Cuando intentamos entrar al Congreso, la Juventud Juarista -porque se llamaba así, JPJ- nos cantaba "ni yan­quis, ni marxistas" y no nos querían dejar entrar. Terminamos en un momento a las trompadas, a Pablo le metieron una pi­ña, a Dante no lo dejaban entrar, terrible. Lo meten a este chi­co -Gustavo Gauna-como una cosa de seguridad, de armar una JP medio tirada a la política partidaria y al final les salió al revés. Nosotros inmediatamente después del Congreso de Río Hondo nos entrevistamos con Gauna y decidimos entrar a te­ner contacto con él. Es así como hacemos el acto del 11 de marzo de 1985, acto en el que habla Oraldo Britos y De la So­ta, como miembros del Consejo de Río Hondo. Hablan también una serie de dirigentes juveniles: hablo yo, habla Dante, Gau­na, Gabriel Fux por lo que es hoy el PR (Peronismo Revolucio­nario) y hablan algunos dirigentes de la provincia, un chico de Lomas de Zamora.

En ese momento la situación ya estaba complicada por­que había diferencias entre nosotros sobre si tenía que parti­cipar o no lo que hoy es el PR, es decir, si había que darle ca­bida a los Montoneros dentro de la JP. Y ahí empieza un gran despelote y por otro lado la necesidad nuestra de buscar re­cambios en la dirigencia de JP. Ya habíamos superado una etapa; Dante había intentado buscar otros caminos y nosotros también teníamos decidido irnos de JP. Nos empezamos a di­vidir, tenemos algunos problemas con la primer interna de Ca­pital, la de Grosso, donde Pablo y yo participamos con Gros­so y Dante hace una lista aparte. Eso traía muchas contradic­ciones, era muy difícil estar juntos en una Mesa y por otro la­do enfrentarte en una interna.

·Empieza toda la política del Consejo de Río Hondo de mucho apriete para hacer las cosas muy ligadas al Partido. Es ahí cuando en Capital se dan las elecciones internas de Car­los Grosso e inmediatamente se llama a la reorganización de la JP. Nosotros estábamos bastante en desacuerdo; la cues-

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tión no era hacer un Consejo nuevo de la JP. La JP se mane­jaba desde las Unidades Básicas y en las estructuras barriales. Cuando hacés una elección con el padrón de cualquier parti­do determinado y de ahí querés sacar a los jóvenes menores de treinta años, lo más probable es que el resultado no sea re­presentativo de la realidad de las bases. En primer lugar, por­que el ochenta por ciento de los jóvenes peronistas no estaban afiliados, no era una fuerza organizada del Partido y en segun­do lugar una señora de treinta años que vive en un determina­do barrio, que tiene tres chicos, no tiene nada que ver con laJP.

. Ella es convocada a votar, pero desde una estructura distinta, no desde la movilización ... todo eso trae un proceso nuevo.

Ahí empieza el proceso de institucionalización, de nor­malización como le decían. Todo este proceso se empieza a dar a partir de 1985 y es ahí cuando un sector encabezado por Fernando Meli llo que venía trabajando con Grosso, empieza el proceso reorganizativo de juventud, a armar la elección de la JP. Pero la arman desde la estructura partidaria que habían ga­nado.

Nosotros habíamos decidido no participar activamente porque nos parecía que esta interna de JP no era una interna genuina y además yo naturalmente me tenía que ir de la JP. Ya estaba llegando a los treinta años. Dante ya se había ido. Ahí empieza todo otro proceso con Fernando Melillo a la cabeza.

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FERNANDO MELILLO

Tiene treinta años, de profesión docente y políti­camente se lo podría definir diciendo que posee la im­pronta del militante de los años '70 y la habilidad del operador político de los '80.

Tenía escasos quince años cuando sus compañe­ros del Nacional Buenos Aires lo eligen delegado del curso. Su militancia en la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) se ve alterada a causa de uno de los pri­meros y más importantes desprendimiento de c::ompa­ñeros, que a principios de 197 4 toman distancia de la línea política de Montoneros y sus organizaciones co- ' laterales. La "JP Lealtad" lo cuenta entre sus filas. Del '78 al '82 se exilia en México y a su regreso se incorpo­ra como uno más a la casi inexistente realidad de JP. Participa de todas las vicisitudes de esta reorganiza­ción y a fines del '86 es elegido Secretario General de la JP de Capital Federal.

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TESTIMONIO Fernando Melillo

Cuando avanza el tema de la Renovación y de la reor­ganización partidaria, se tira la idea de que en la JP también se tenía que dar un proceso de democratización. En el primer con­greso que se hace después del triunfo de la Renovación en Ca­pital-en el '85- ya nosotros juntamos firmas para que se hi­cieran las elecciones de la JP barrio por barrio. Lo que estaba instalado en esa etapa era la distancia enorme que había en­tre dirigentes de la superestructura de la JP y las bases, los pe­queños grupos territoriales . Ah í se pasó a la etapa de tratar de avanzar en cada lugar, de organizar cada distrito. Nosotros en el Comité Capital Federal teníamos lo que se llamaba el "En­cuentro JP Capital" cuyo referente era Gullo, pero debajo de él veníamos los que por lo generacional podríamos calificar co­mo juventud .

Eramos diferentes agrupaciones juveniles y hacíamos. encuentros donde se debatían la línea política y las propues­tas coyunturales. Normalmente se creaban comisiones que duraban un rato y se pinchaban ; no había capacidad de orga­nizar una estructura. Para poder hacer una reunión tenía que deliberar un plenario de cuarenta personas, donde además ya todo daba lo mismo. Venía un tipo que juntaba diez Unidades Básicas y venía otro qüe juntaba una.

Ahí es donde va tomando cuerpo el tema de las eleccio­nes internas, como único método para transparentar. Todo el mundo acepta como necesidad hacer las elecciones internas, todo el mundo. La diferencia estaba en si había que hacerlas por voto directo o por un sistema donde tuvieran más participa­ción las bases; era el voto por circunscripción, por barrios.

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Todo el '86 fue la discusión de las reglas de juego; el con­senso mayoritario era que había que hacer las elecciones de abajo para arriba, t>arrio por barrio, y lo que se tenía en la mi­ra eran los nuevos liderazgos publicitarios que eran Pablo Una­muno y Patricia Bullrich ; que fueron los dos que dieron la ba­talla para que hubiera voto directo, porque eran los únicos pú­blicamente conocidos y que podían disponer de algún sistema de aparatos.

Unamuno había arreglado con los Montoneros y la Bull­rich se las ingeniaba. El tema era que si hacíamos una elección distrital, voto único, las únicas figuras públicas que la gente co­nocía eran ellos. Bueno, se dio toda una lucha y finalmente pre­valeció la postura de hacer un congreso fundacional surgido de una elección circunscripción por circunscripción. Fue lo que se hizo a fines del '86.

Se realizaron las elecciones, pero en ese interín noso­tros, el grupo Octubre, propusimos en el "Encuentro de la JP" Capital hacer entre todos la "JP de la Renovación". Nosotros teníamos dos Üpos de vinculaciones políticas: una con Grosso y en lo sindical con Guillán, que todavía estaba visualizado co­mo una expresión combativa. Proponíamos que se hiciera una JP de la Renovación con una sola estructura política, pero es­to no se pudo hacer. Nosotros entonces, con otros grupos más lanzamos la "JP Renovadora". Ahí se partió la JP Capital.

Creo que el tema clave es que cuando llegan las eleccio­nes internas en JP entran por la ventana muchos de los vicios de la interna partidaria. Hay un montón de cosas que nosotros las evitamos; por supuesto fue una interna con infinitamente menos guita, infinitamente menos aparato; una interna donde votaban los militantes. De ahí surgió una estructura que en tér­minos ideales, en su normativa, era una estructura aparente­mente piola, interesante.

En las elecciones que se hicieron en los barrios según el porcentaje de los votos, tenías un piso de cuatro congresa­les, tres por la mayoría y uno por la minoría. Según el porcen­taje de votantes tenías más cantidad de congresales. Esa tam-

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bién es una innovación de la Juventud. En el padrón del Par­tido depende del número de afiliados la cantidad de congresa­les, por eso hay muchas fichas truchas. En Juventud lo que va­lía era el tipo que se movía a votar, no la cantidad de fichas que vos tenías. De eso podía surgir cualquier cosa, porque era un congreso fundacional ; no había una estructura a llenar todavía.

El 23 de noviembre se hicieron las elecciones de JP en cada barrio y se convocó el Congreso para el 27 de diciembre del '86. En ese Congreso se formó una estructura orgánica y una estructura de conducción. Nosotros no teníamos cuerpo deliberativo y ejecutivo separado, los mismos delegados al Congreso formaban el Consejo Territorial de J Pencada barrio. Los compañeros esos tenían que reunirse y elegir un secreta­rio general del barrio, esa era la conducción de JP del barrio. Del Consejo Territorial podían participar con voz, pero sin vo­to, todos los que quisieran. Al secretario general se lo manda­ba a la Mesa Representativa. Cada circunscripción tenía un re­presentante en la Mesa que.sería la estructura media, y a su vez se elegía en el Congreso una estructura de conducción eje­cutiva que era el Secretariado. Tenía secretario general, secre­tario adjunto, secretario de prensa, etcétera. Ahí yo soy desig­nado secretario general.

Ac.á hay un hecho interesante porque si bien la JP en es­te último período funcionó como estructura bastante más que el Partido, también tuvo demasiado metido adentro prácticas, estilos, suspicacias y quilombos más propios de la interna par­tidaria que de un proceso de JP.

Yo te diría que lo que vivió es un símil de algunas cosas de la interna partidaria dentro de la JP. Está muy instalado el tema de la interna, pero no sólo en la estructura, en la base mis­ma; los pibes de los barrios que se juntan en una Unidad Bá­sica, se enfrentan entre sí por conflictos que no son de ellos si­no que son del jefe, del puntero con otro puntero; este es el sig­no distintivo, profundamente distintivo con la JP de la otra eta­pa. O sea, todo el proceso que tiene su saldo positivo en la re­novación del peronismo, tiene iambién su contracara. Se ge-

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neraron mecanismos y sistemas que hacen a la ficha, al afilia­do, al puterío de la rosca y que es la penetración de metodo­logías liberales aunque vengan de la mano del discurso más combativo del mundo. En JP no hay nadie, nadie, que venga ytedigaalgoque no sea combativo, pero en la metodología pa­sa eso. Nuestra apuesta era distinta. Ahí yo asumo la máxima responsabilidad, pequé de ingenuidad, pensé que en JP íba­mos a poder construir un espacio común, una vez saldada la interna y por eso nuestra apuesta fue repartir el poder entre los distintos sectores para lograr la integración de un cuerpo co­mún. Pero fue muy difícil.

Hoy se visten de ideología los supuestos conflictos pe­ro no lo son, o al menos lo son a niveles más sutiles. Por ejem­plo, el tipo que tiene un discurso ultra revolucionario y una prác­tica de tipo rosca, de tipo crítica de pasillo o de calumnia. Pe­ro aparte esto no es nuevo; yo me acuerdo que en un momen­to que estaba este puterío un compañero me trae una cita de Mao de 1937, hablando del liberalismo en el propio Partido Co­munista Chino. Parecía de la JP. Qué sé yo las cosas que de­cía, hablar mal de los compañeros sin fundamento, no hacer la crítica y la autocritica, todo un montón de cosas de chismorreo, de puterío, que son viejas en la práctica política y que cuando no hay un crecimiento de masas se nota.

Porque no es que esto no existía en la JP anterior; exis­tía, lo que pasa es que en un fenómeno de masas eso se pier­de, y hoy eso se potencia, tiene una dimensión mucho mayor y hace más a la práctica cotidiana que la formación política y la penetración en la estructura social. Por otra parte, hoy ser di­rigente, es ser antihéroe de entrada.

Porque en seguida se emparenta al rol dirigencial con el tema partidocrático, burocrático y qué sé yo, sobre todo acá en la Capital. En otra etapa un tipo que era dirigente se pensaba que por algo era dirigente y era bueno eso, eras un tipo digno de respeto al menos que demostraras lo contrario. Ahora es al revés, sos sospechoso al menos que demuestres lo contrario lo cual es muy difícil, por otra parte.

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Hay mucha impunidad también, se puede decir cual­quier cosa desde cualquier parte . Vos podés haber estado de­bajo de la cama durante el Proceso y todos estos años juntan­do plata, de pronto decidís que querés militar y entrás a seña­lar con el dedo. Va a ser muy difícil reconstruir acá una ética y una credibilidad de la militancia.

Nosotros estamos trabajando como idea que la única manera de poder reconstruir, conducir y de hacer la JP en se­rio, es volver a la práctica de las organizaciones de cuadros. Es decir, acá hubo dos o tres formas de trabajar en JP. Una era la agrupación de JP que en realidad es un apéndice de una agru­pación mayor política partidaria. Ponéle el MRP (Movimiento Renovador Peronista) que existe como una agrupación políti­co partidaria, los jóvenes del MRP son JP del MRP, ese es un estilo.

O como fue la JP Renovadora que era una agrupación de Juventud donde había gente de diferentes agrupaciones; era un estilo agrupacional y de ahí el salto cualitativo a que no­sotros apostábamos era que a través del mecanismo institucio­nal de normalización ir a una estructura militante. Por eso ar­mamos un sistema que si funcionaba realmente iba a ser un sistema militante, porque es una estructura central con secre­tarías, una estructura que hacía el nexo con la base, que era la Mesa Representativa; de abajo para arriba y de arriba para abajo. Y el Consejo Territorial de Base que tendría que ser una estructura militante y ágil. Es más, supuestamente evitábamos tener un marco meramente deliberativo a propósito, porque decíamos "no queremos tener un Congreso donde la gente se llene la boca hablando y después, ciento cincuenta boludos que tienen que hacer lo que los otros ciento cincuenta dicen que hay que hacer, y encima los juzgan". Dijimos "que sean los mismos, los que discuten la quintaesencia y los que lo tienen que hacer todos los días, la misma estructura". O sea que bus­camos bien la cosa ejecutiva.

Yo creo que no se dio por dos motivos, uno porque ha­bía una pobreza infernal de cuadros. Cuando digo cuadro po-

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lítico me refiero a aquel que tiene capacidad de encuadrnr a otros. Los chicos que han crecido durante la dictadura y des pués han participado en todo este proceso interni sta, poseen en general niveles de formación política muy bajos , de no sa­ber escribir, no saber hacer un volante, no saber organizar un curso.

Entonces, por una parte fue por la carencia de cuadros y por la otra fue por cómo se nos metieron los mecanismos de la interna partidaria. A veces la misma interna partidaria, pero normalmente los mecanismos de la misma. Entonces, si las agrupaciones que son estructuras laxas, donde vos entrás, sa­lís, se funciona en plenario , no hay demasiado compromiso, no alcanza. Y si lo institucional tampoco alcanza proque vas a ver que de acá al año que viene la JP va a crecer; se van a incor­porar muchos jóvenes y sin embargo no hay estructuras que los contengan y los conduzcan a ningún lado. Conclusión: ni las estructuras agrupacionales - tipo laxas- ni las estructuras institucionales alcanzan para construir y conducir. Conclusión : hay que ir a otra cosa.

¿Y qué otra cosa hay? Tampoco vamos a inventar na­da nuevo. En el caso nuestro estamos viendo que hay que vol­ver a la metodología de la formación de cuadros, una cosa un poco más rígida, con más disciplina, adonde se valoren más los aspectos de la formación pol ítica y de la formación ética del militante. Adonde haya un sistema de trabajo celular, donde se pueda hacer un seguimiento más claro de la formación políti­ca y de la práctica de los compañeros . Por supuesto , tratando de evitar lo que fueron las deformaciones de las "orgas" de cua­dros: el verticalismo, la falta de discusión horizontal, todo eso.

Lo que hoy se produce es una carencia de organización por la cual los pi bes tienen la fantasía que discuten política. Pe­ro un pibe de los que dice "los de la JP institucionalizada son todos una mierda, unos hijos de puta, burócratas" y qué sé yo, ese pibe no existe en la política, directamente no existe . El tie­ne la fantasía porque se sienta como estamos ahora y habla, pero no está construyendo poder en ningún lado. Aparte, so-

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bre la base de que construye en contra llegás a un techo y des­pués ¿qué? Ahí es donde se produce la diáspora.

Entonces, qué pasa. Ese mismo pibe que tiene un dis­curso de máximo respeto de lo que debería ser la JP, lo más probable es que sea usado de recontra forro por el puntero de un barrio o por el jefe de un sindicato. Si vos no estructurás un poder desde la JP no hay forma; los pi bes no tienen dónde dis­cutir política ni quién les garantice esa discusión. La idea de la formación de cuadros pienso que tiene que avanzar no sólo en " JP sino también en el conjunto del peronismo.

No es que queramos armar una especie de partido leni­nista de la Juventud, sino que se trata de que la Juventud Pe­ronista recupere dos cosas: primero, horizonte estratégico, porque si no todo es el tactiquismo de las internas y las dispu­tas posicionales y entonces estamos cagados. Y segundo, una buena capacidad de operación táctica. Nosotros podemos jun­tar diez mil tipos laburando un mes, pero si queremos juntar quinientos en dos días no podemos, porque no tenemos un buen trabajo de cuadros. Yo creo que es la única manera de que Juventud Peronista adquiera una fuerza significativa en el peronismo.

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CLAUDIA BELLO

Tal vez por aquello de que "lo que se hereda no se hurta", Claudia Bello-hija de un dirigente radical del barrio de la Boca- antes de concluir su adolescencia tenía ya definida su vocación por la política.

Desde 1979 y teniendo dieciocho años, Claudia busca rumbos en el peronismo. A partir de la apertu­ra política, después de la guerra de Malvinas, se incor­pora a la agrupación Liberación y desde allí participa en todos los avatares de la reorganización de la Juven­tud Peronista.

Cuando se realiza la normalización de la JP en la Capital Federal, es elegida por sus compañeros para ocupar la Secretaría de Prensa y Propaganda.

En las elecciones internas del peronismo -a me­diados del '88- cuando aún las apuestas eran favora­bles a Antonio Cafiero, Claudia, a diferencia de todos sus compañeros del secretariado de JP Capital, decide jugar sus ahorros políticos a la figura de Carlos Me­nem.

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TESTIMONIO Claudia Bello

A partir de la restauración del sistema democrático, el centro de gravedad de las discusiones en el país comienza a pasar, fundamentalmente, por los espacios institucionales. Ahí es donde se produce el proceso de democratización y renova­ción del peronismo. Donde el Partido Justicialista empieza a adquirir peso y todo el mundo ve ese lugar como el prioritario, donde hay que acumular. Esto produce más desvinculación con la base obviamente, porque ni siquiera hay una política de movilización en la calle. Pero eran los lugares donde se definí­an las políticas que a la base le importaban, porque vos podés ir a un estado de movilización, pero si no hay resolución de los problemas ... entonces los problemas se resolvían ahí: en los partidos, en las discusiones entre los partidos, en la Cámara de Diputados, en el Consejo Deliberante, en esos lugares. Y toda la acumulación pasa por ahí. No es casual que la democratiza­ción de la JP se produce desde el Partido Justicialista.

Porque desde el momento en que asumen un protago­nismo principal el Partido y todos los espacios institucionales, en la JP discutimos cómo nos organizamos y resolvemos co­lectivamente convocar a elecciones internas, cuando nunca había sido ese el mecanismo de organización.

La elección surge como resultado de la dificultad en re­solver el problema de la representatividad y de la organización por otro mecanismo. Si pudiéramos hacerlo por otro mecanis­mo, lo privilegiaríamos porque la elección de última , stá vincu­lada con la interna del Partido Justicialista; entonces deja muy supeditado el armado de la JP a la realidad política del Partí-

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do . Pero ante la dispersión, el mecanismo eleclort~l ur.t olunl coque podía aglutinar y por lo menos tender a lHl il pollllcd de unidad. Si acá hubo elecciones es porque las olocclonu:. t .. \1 daban la contradicción de ese momento y si hoy 1<~ oloccion puede no seguir saldando la contradicción va a tonor c¡tJO vor con cómo nos movamos los distintos sectores do JP y cómo sea lá respuesta de la militancia. Yo creo que so abro ur1.t lns tancia diferente en JP, totalmente distinta, creo quo so ttootó una etapa.

Fueron tres etapas. Una primera, de búsqueda del ar mado del espacio político, no del armado de la JP sino del ar mado del espacio político reconociendo la historia de la JP. Una segunda etapa, de transvasamiento generacional en la JP, y crecimiento en la militancia juvenil. Y una tercer etapa que tiene que ser una política de masas, una política movimientis­ta. Creo que son tres etapas diferentes. La segunda, que es la de los procesos de institucionalización se produce en Capital, en la Pampa, en varios lugares del sur, en el Chaco. Se produ­ce en muchas provincias. En otros lugares se logra sin eleccio­nes, a través de orgánicas que contienen al conjunto de los sectores. Pero, mal o bien, en casi todos los lugares ya hay una experiencia de JP bastante interesante, bastante rica y ya hay dirigentes propios, reales; expresiones de todo un trabajo en JP.

Cuando llegamos a la elección no había forma de resol­ver el problema de la representatividad. Hacemos una elección porterritorio, barrial, para garantizar que la conducción de la JP surja por el voto indirecto, expresando las realidades territoria­les. Se arma la conducción de JP, creo que con muchas dificul­tades, pero tratando de expresar la mayor cantidad de realida­des posible en ese momento. Hoy el mapa político cambió; hay nuevas experiencias, hay compañeros que surgieron en estos últimos dos años y expresiones de JP barriales, expresiones de JP estudiantiles que necesitamos incorporar al sistema de decisiones, no sólo incorporarlos a las movilizaciones.

Mi planteo es discutir la posibilidad de organizar la u ni-

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dad de la Juventud Peronista a partir de la convergencia de to­dos i6s sectores representativos. Yo siempre defendí-una con­ducción colegiada de JP, una conducción donde esté garanti­zada la participación de todos los sectores que tienen realidad en JP, donde se diriman las políticas en la práctica.

Siempre defendí una conducción colegiada que no ten­ga un vértice, porque si hay un vértice-como muchos dirigen­tes de la JP están vinculados con dirigentes en la rama políti­ca-se corre el riesgo de que, si la interlocución de la JP la tie­ne el mismo compat'lero que pertenece a una línea del Partido Justicialista, la Juventud pueda transformarse en una variable de ajuste de la política del Partido, en lugar de ser una política propia que discute y que participa del Partido y que participa del Movimiento pero con autonomía, garantizando un espacio pro­pio.

Lo que debemos garantizar es que no quede en manos de ningún sector la representación de la JP, sino que esté en manos de una estructura colegiada donde se hace una políti­ca que garantice la interlocución con todos los sectores. Hay un ejemplo, que es la C.G. T.; en la primera etapa de transición ha­bía cuatro prosecretarios generales, hasta que fue la práctica de la C.G. T. y la base la que definió que podía estar en manos de un solo compat'lero, Saúl Ubaldini. Yo lo que planteo no es una estructura definitiva, es un espacio de convergencia de distintas políticas de JP, para que sea la práctica la que legiti­me a los dirigentes y no la superestructura del Partido Justicia­lista.

Esto se puede llevar a la elección, yo no reniego de la elección, cre0 que también la elección es un vehículo de legi­timación de los dirigentes. El tema es que nosotros tenemos que armar un sistema de coparticipación de todos los sectores de JP, porque es lo que va a garantizar la unidad y la discusión política.

Esto con respecto a la estructura organizativa de la JP, en cuanto a la militancia yo creo que lo primero que nos tiene que pasar a los compat'leros que militamos en la Juventud Pe-

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ronista, es tener un profundo compromiso con la lll ll lhJifi y non ladefensade los intereses de la gente. Creo que onnuOGit ti cala de valores la justicia, la equidad y la solidaridad llolliJI' qru ser principales.

La JP tiene como rol principal la incorporaclóll do IV nes al Movimiento, que son la garantía de la continultliU IIII LIC' rica por un problema generacional y también la incorp"' ''iJ"j " de todo lo que significa transformación dentro del Movlrnlcil tiO

La JP tiene que pelear un espacio de poder roal <~ 11111 que el militante de JP tiene que tener esta conducta, m;t,, •l( titud política, porque no es un problema de poder en ttb!;h,u to, sino que es un problema de que nosotros queremos oxpn sar realmente a la juventud que está absolutamente margttlil da, absolutamente fuera del sistema.

El tema de la falta de prejuicios me parece realmente irn portante, porque si nosotros nos movemos con categorías do análisis de otras etapas corremos el riesgo de no garantizar la unidad de la Juventud y corremos el riesgo de no visualiLttr cuáles son las contradicciones que vive la sociedad hoy, no en el '45 o la que se vivió en la década del '70.

Creo que debemos, además, privilegiar la política, no el sistema de alianzas en abstracto. La política no es un escalo namiento en el sistema de poder. Para nosotros la política os querer cambiar el sistema de poder en la Argentina. Como pe ronistas y como miembros de la JP queremos aportar a este cambio y queremos aportar desde un sistema de valores que privilegie el compromiso con lo social, la justicia, la solidaridad y sobre todas las cosas ... que se respeten las experiencias y los tiempos de la gente. Yo creo que todo lo que hemos vivido los peronistas del '83 a esta parte nos demostró cómo los pro­cesos se van dando. Es como el agua, como un río que avan­za, Perón lo decía; y a mí me quedó muy grabado, la gente pa­sa, busca la forma, siempre encuentra una fisura para pasar. Lo importante es que uno -mientras- acompat'le, organice, no se crea que esas cosas son absolutas.

Uno tiene que organizar, participar, acompat'lar, buscar-

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le la vuelta siempre teniendo en cuenta que hay que acumular organización en el pueblo, siempre teniendo en cuenta que hay que fortalecer los vínculos de solidaridad de la gente, porque a la larga es la experiencia de la gente la que permite una co­sa u otra.

Esos son valores que el pueblo va incorporando y cuan­do un pueblo tiene la experiencia de lucha del nuestro, todo eso se va transmitiendo. Las cosas no son absolutas, no son de hoy para mañana. Creo que la posibilidad de que los militantes de JP nos respetemos, sepamos que tenemos muchos años por

• delante para trabajar juntos, pase lo que pase en la Argentina, haga lo que haga la oligarquía; pero que sepamos que esta es una tarea de muchos años.

Yo no tengo ningún problema en sentarme con compa­ñeros del Movimiento Peronista o del campo nacional, siempre y cuando sea a partir de una política. Después, si va a haber di­ferencias, si vamos a estarenfrentados, hagámoslo desde la política y no desde experiencias históricas que por ahí nos en­frentaron muchas veces y que, finalmente, terminó ganando el liberalismo. Todo lo que acumule parata gente, sirve. Siempre dentro de nuestro sistema de valores, eso no es negociable. Y esos valores tienen que ver con la patria, con la gente; tienen que ver con la seguridad social; tienen que ver con la distribu­ción del poder, con la democratización del poder económico; tienen que ver con la socialización del sistema de decisiones; tienen que ver con todo eso. Y eso, sí uno lo quiere en la na­ción tiene que empezar por hacerlo en la organización a la que pertenece.

Si en función de estos valores y para avanzar en nues­tros objetivos tenemos que hablar en un medio de comunica­ción, hacer una pintada en la calle, visitar a un afiliado, o poner un "caño", tiene que ver con la etapa histórica. Pero hay un hi­lo conductor de todo esto y creo que está en la defensa y en la recuperación de toda nuestra historia.

Durante la Resistencia el nivel de combatividad de la mi­litancia era mayor porque era mayor el nivel de combatividad

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del conjunto del pueblo; uno es emergente de la gente, no sa­le de un r3pollo. Durante lo que fue la época de la década del '70, no sólo estaba toda esa historia detrás, sino que también estaban otras experiencias en otros países del Tercer Mundo. Y nosotros estamos buscando la manera de contribuir al triun­fo del Movimiento Peronista porque identificamos al triunfo del Movimiento Peronista con la necesidad de nuestra gente, de nuestro pueblo. Pero además queremos que ese triunfo garan­tice un avance en el proceso de liberación. Un proceso de libe­ración que va a tener la forma que la gente elija. Un proceso de liberación que no se va a hacer desde una élite, desde un cuer­po de tecnócratas, ni desde un gabinete. Un proceso de libe­ración que se va a hacer desde una práctica organizativa del pueblo y toda práctica organizatíva del pueblo es acumulación social. Pero lo primero que hay que entender es que acá el con­flicto es nacional, no es un conflicto de ideologías dentro de un país.

Yo creo que hay que cambiar las estructuras en la Ar­gentina, si no no hay salida. Pero un tema es hablar de una re­volución con un estado de movilización en la base muy alto, en un estado de auge de masas y otra cosa es hablar de las trans­formaciones en la estructura de poder en un momento de des­movilización. Posiblemente hoy sea más importante plantear­se una política que profundice la organización, que impulse la movílizaci~. que garantice que las políticas del peronismo en el gobierno van a hacer que la gente crea en la política, para que la gente se comprometa en este proceso. Seguramente esto es más importante que gritar liberación nacional en las ca­lles, porque esto va a ir acumulando en la experiencia de la gente; esto va a ir creando las condiciones para el momento en que podamos producir las transformaciones necesarias en la Argentina.

Yo estoy segura que el gobierno peronísta va a dar es­te espacio y creo que Carlos Menem va a comprometerse con esta política.

En el peronismo nosotros no vamos a bajar jamás la

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bandera de que el pueblo debe tener el poder y si los dirigen­tes no cumplen con esta premisa, nosotros vamos a seguir sos­teniendo que el poder lo tiene que tener el pueblo. Yo creo que la gente durante el alfonsinismo avanzó, sobre todo los secto­res medios, avanzaron hacia expectativas frustradas. Creo que ahora la gente está avanzando desde otro punto de vista, que es desde lo social, no desde las expectativas políticas si­no desde las expectativas sociales.

Si el gobierno peronista no cumple las expectativas que hay en la sociedad yo pienso estar de un solo lado, que es el de la gente y creo que la voluntad política de los militantes va a ser tratar de avanzar con la gente. Si el pueblo, si las orga­nizaciones sociales se sienten con un rol protagónico, si hace falta a los dirigentes se los cambia y nosotros nos vamos a comprometer en esto, esté quien esté en el gobierno.

Porque es muy difícil abrir el grifo y cerrarlo a mitad de camino . Cuando Carlos Menem dice en un discurso "acepten las cajas PAN (Plan Alimentario Nacional), los colchones, por­que son de ustedes". Aunque la gente sepa que es de ellos, ahora hay alguien que se lo legitima y que no es el número cien sino el número uno; entonces es muy difícil volver atrás. Y no­sotros vamos a abrir el grifo, la voluntad política nuestra es: abrir el grifo. Que la gente sienta que tiene respaldo y que el po­der está en ellos. Así como el poder está en cada afiliado en la elección interna, nosotros tenemos que ser garantía de que el poder esté en el pueblo durante el gobierno peronista. Si esto no es así y los compañeros no conducen esa voluntad popu­lar, entonces que la gente avance, esta es mi apuesta.

Porque realmente confío en nuestros dirigentes, pero fundamentalmente creo en el pueblo y entonces: con los diri­gentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes.

• • •

Los testimonios de este libro han sido recogidos entre junio y octubre de 1988.

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Gustavo Rearte .

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~'"'""<"' ·'·'~: . ..... ,.., .......... ' 1 INDICE

\ ,,, PRIMERA PARTE: De la Revolución Fusiladora al derrocamiento de Frondizi (1955-62) Pág. 9

Jorge Rulli Púg. 20 Testimonio: Jorge Rulli (Primera parte) Púg. 21 Mabel Di Leo Púg. 45 Testimonio: Mabel Di Leo Púg. 46 Carlos Villagra Púg. 56 Testimonio: Carlos Villagra (Primera parte) Pág. 57 Felipe Valiese: un militante de JP .. Pág. 66

SEGUNDA PARTE: De Illia al Cordobazo (1962-69) Pág. 69 Testimonio: Jorge Rulli (Segunda parte) Pág. 79 Jorge Rulli: entrevista de Eduardo Galeang (Documento) Pág. 88 Andrés Castillo Pág. 93

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Testimonio: Andrés Castillo (Primera parte) Pág. 95 S 1.1 ~ . t Testimonio: Carlos Villagra (Segunda parle) Pág. 103 ,( "

Osvaldo Agosto Pág. 112 Testimonio: Osvaldo Agosto Pág. 113 Gustavo Rearte (Documento) Pág. 116 Angel Taborda Pág. 119 Testimonio: Angel Taborda Pág. 120 David Ramos Pág. 127 Testimonio: David Ramos Pág. 128 Carta de Perón a las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas )(Documento) Pág. 137

TERCERA PARTE: Del auge de masas al golpe de Estado

(1969-1976) Pág. 139 Tc_stimonio: Andrés Castillo (Segunda parte) Pág. 147

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JP Regionales: Autorretrato (Documento) Mapa de JP Regionales Juan Carlos Añón Testimonio: Juan Carlos Añón Testimonio: Jorge Rulli (Tercera parte)

CUARTA PARTE: Dictadura, Malvinas y Democracia (1976/88) Patricia Bullrich Testimonio: Patricia Bullrich Fernando Melillo Testimonio: Fernando Melillo Claudia Bello Testimonio: Claudia Bello

Este libro se terminó de imprimir en Nuevo Mundo S.A., Caldas 1348, Capi­tal Federal, Argentina, en Octubre de 1989.

Pág. 154 Pág. 161 Pág. 162 Pág. 163 Pág. 174

Pág. 194 Pág. 198 Pág. 199 Pág:209 Pág.210 Pág.217 Pág.218

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Con la rigurosidad de la investigación historiográ­fica, pero también con la frescura y la pasión del re­lato de la experiencia vivi­da, Osear R. Anzorena re­construye por medio de la palabra de sus protago­nistas esta multifacética "Historia de la Juventud Peronista".

A través del testimonio de Jorge Rull i, Mabel Di Leo, Carlos Villagra, An­drés Castillo , Osvaldo Agosto , Angel Taborda, David Ramos, Juan Car­los Añón, Patricia Bullrich , Fernando Melillo y Clau­dia Bello, este libro pre­tende -como lo explica su autor en el prólogo- "de­sentrañar cuáles son los elementos que han signa­do la vida de la JP, cuál es la esencia de su razón de ser, de su militancia, de su lucha. Cuáles han sido sus ideales, sus sueños, sus mitos, sus anhelos.

De qué forma se han or­ganizado, cómo han pe­leado, cómo pretende construir" .

Ediciones DEL COA­DON presenta esta obra, persuadida del valioso aporte que significa para la recuperación de la me­moria histórica y el debate de las nuevas genera-

Osear R. Anzorena (Bs. As., 1952) es periodista, historiador y docente uni­versitario. Autor de "Tiem­po de Violencia y Utopía (1966/1976)", Ed. Contra­punto, 1988.