estudio de proporciones

Fig. l.-"EI Dorífero", de Policleto.Fig. 2. - ' Apolo de Belvedere", atri-buido a Leócares.

FIG. 2

Policleto, Praxíteles, Leócares. Los tres fueron escultores famosos de la antigua Grecia. Los tres trataron de resolver un problema cuya solución definitiva no ha sido hallada hasta principios de nuestro siglo: el problema de las proporciones ideales en la figura humana.

En resumen, ésta es la historia:En el siglo v antes de Jesucristo —hace de esto 2.500 años—, Poli- cieto

escribió un tratado, que tituló El Canon, estableciendo en el mismo la siguiente regla: Para obtener la perfecta proporción de unas partes del cuerpo respecto a otras, la figura deberá medir siete cabezas y media de altura (1). Predicando con el ejemplo, Policleto aplicó este canon a todas sus esculturas (figura 1).

(1) Como usted sabe, entendemos por CANON la regla o sistema que determina y relaciona las proporciones de la figura humana, partiendo de una medida básica, llamada a su vez MODULO. El

7

posible decir que, a partir de entonces, todos los artistas, dibujantes, pintores y escultores, utilizarían el canon de siete cabezas y media, para representar la figura del hombre idealmente proporcionado. Sin embargo...

No habían transcurrido todavía 100 años, cuando un nuevo genio, Praxíteles, establecía un canon de ocho cabezas; y casi al mismo tiempo, otro famoso escultor, Leócares, modelaba el célebre Apolo de Belvedere, una de las estatuas más bellas del mundo, basando sus proporciones en un canon de ocho cabezas y media (figura 2).

¿Quién de los tres tenía razón? ¿Qué canon debería adoptar el ar tista en el futuro?

Es evidente que los,pintores y escultores del Renacimiento —2.000 años después de Policleto— se hicieron las mismas preguntas. Y es evidente, también, que no hallaron a las mismas una respuesta satisfactoria.

—¡ Siete y media! —decía Miguel Angel, cuando esculpía su famoso «David».

—¡Ocho! —aseguraba Leonardo de Vinci, queriendo probarlo con un canon calculado por él mismo.

—¡ Ocho y media! —terciaba de nuevo Miguel Angel, que nunca gustó de reglas fijas, presentando esta vez sus dibujos de la Albertina.

—¡¡Nueve!! —afirmaba Boticelli, mostrando su «San Sebastián».

(1) Como usted sabe, entendemos por CANON la regla o sistema que determina y relaciona las proporciones de la figura humana, partiendo de una medida básica, llamada a su vez MODULO. El

posible decir que, a partir de entonces, todos los artistas, dibujantes, pintores y escultores, utilizarían el canon de siete cabezas y media, para representar la figura del hombre idealmente proporcionado. Sin embargo...

No habían transcurrido todavía 100 años, cuando un nuevo genio, Praxíteles, establecía un canon de ocho cabezas; y casi al mismo tiempo, otro famoso escultor, Leócares, modelaba el célebre Apolo de Belvedere, una de las estatuas más bellas del mundo, basando sus proporciones en un canon de ocho cabezas y media (figura 2).

¿Quién de los tres tenía razón? ¿Qué canon debería adoptar el ar tista en el futuro?

Es evidente que los,pintores y escultores del Renacimiento —2.000 años después de Policleto— se hicieron las mismas preguntas. Y es evidente, también, que no hallaron a las mismas una respuesta satisfactoria.

—¡ Siete y media! —decía Miguel Angel, cuando esculpía su famoso «David».

—¡Ocho! —aseguraba Leonardo de Vinci, queriendo probarlo con un canon calculado por él mismo.

—¡ Ocho y media! —terciaba de nuevo Miguel Angel, que nunca gustó de reglas fijas, presentando esta vez sus dibujos de la Albertina.

—¡¡Nueve!! —afirmaba Boticelli, mostrando su «San Sebastián».

—¡ ONCE ! —parecía gritar, años más tarde, El Greco, pintando figuras alargadas como fantasmas.

En el año 1870, un antropólogo belga llamado Quételet, decidió estudiar el problema a fondo, para poner fin a esta polémica interminable. Eligió para ello treinta individuos de constitución diferente, comparó las medidas y proporciones de unos con otros y obtuvo un promedio que él consideró satisfactorio, resultando de ello un canon de siete cabezas y media, una figura «ideal» muy parecida al Dorífero.

] Tenía razón Policleto !

¡Espere, espere!, dijo, por último, otro científico, Stratz, a principios de nuestro siglo. «Policleto tenía razón... si hemos de referirnos a las proporciones de un hombre normal y corriente, a un tipo que por ser resultado de un promedio no puede ser, precisamente, el tipo ideal.»

En otras palabras, Stratz, afirmó que para hallar la representación de un tipo ideal, debe partirse de un grupo de individuos previamente seleccionados. De acuerdo con esta teoría Stratz eligió a un grupo de individuos altos, atléticos, bien proporcionados; calculó sobre éstos el promedio y obtuvo entonces la figura verdaderamente ideal: un hombre cuyas proporciones respondieron al canon de ocho cabezas.

¡Espere, espere!, dijo, por último, otro científico, Stratz, a principios de nuestro siglo. «Policleto tenía razón... si hemos de referirnos a las proporciones de un hombre normal y corriente, a un tipo que por ser resultado de un promedio no puede ser, precisamente, el tipo ideal.»

En otras palabras, Stratz, afirmó que para hallar la representación de un tipo ideal, debe partirse de un grupo de individuos previamente seleccionados. De acuerdo con esta teoría Stratz eligió a un grupo de individuos altos, atléticos, bien proporcionados; calculó sobre éstos el promedio y obtuvo entonces la figura verdaderamente ideal: un hombre cuyas proporciones respondieron al canon de ocho cabezas.

ofrece la imagen de un hombre sumamente esbelto, heroicamente propor-cionado... demasiado para responder a un ideal conocido, real. Y añadamos, en fin, que probablemente Leócares, el autor del Apolo de Belvedere, adoptó este canon, no por error, sino con plena conciencia de lo que hacía, pensando que esa «maravillosa irrealidad» era la que mejor correspondía a la figura de un dios que, como Apolo, era, además, el dios de las bellas artes en la Grecia antigua.

El problema quedaba resuelto. Gracias a lo dicho y hecho por nuestros antecesores, podemos llegar a las siguientes conclusiones:

1.° - Existen tres cánones para determinar las proporciones de la figura humana:a) Un canon de siete cabezas y media para la figura normal(Fig. 3)b) Un canon de ocho cabezas para la figura ideal (Fig. 4)c) Un canon de ocho cabezas y media para la figura heroica(Fig. 5)

2 ° - El canon corrientemente usado por el artista será el de OCHO

ofrece la imagen de un hombre sumamente esbelto, heroicamente propor-cionado... demasiado para responder a un ideal conocido, real. Y añadamos, en fin, que probablemente Leócares, el autor del Apolo de Belvedere, adoptó este canon, no por error, sino con plena conciencia de lo que hacía, pensando que esa «maravillosa irrealidad» era la que mejor correspondía a la figura de un dios que, como Apolo, era, además, el dios de las bellas artes en la Grecia antigua.

El problema quedaba resuelto. Gracias a lo dicho y hecho por nuestros antecesores, podemos llegar a las siguientes conclusiones:

1.° - Existen tres cánones para determinar las proporciones de la figura humana:a) Un canon de siete cabezas y media para la figura normal(Fig. 3)b) Un canon de ocho cabezas para la figura ideal (Fig. 4)c) Un canon de ocho cabezas y media para la figura heroica(Fig. 5)

2 ° - El canon corrientemente usado por el artista será el de OCHO

Este es el . centro, 4 coincidiendo con el pubis

Las tetillas ■ coinciden con el módulo n'2. I

El ombligo se sitúa en el módulo n.° 3

La mano es igual a la altura de la cara.

La rodilla queda encima del módulo 6.

Figura de perfila la pantorrilla sobresale del • nivel verticalk dado por las r nalgas y los ■ omoplatos.

El nivel de los hombros coincide con la subdivisión A, situada a un tercio del módulo número 2.Las tetillas coinciden exactamente con la línea divisoria del módulo número 2.El ombligo aparece un poco más abajo de la línea divisoria número 3.Ambos codos quedan situados, prácticamente, al nivel de la cintura, un poco más arriba del ombligo.

11

El nivel de los hombros coincide con la subdivisión A, situada a un tercio del módulo número 2.Las tetillas coinciden exactamente con la línea divisoria del módulo número 2.El ombligo aparece un poco más abajo de la línea divisoria número 3.Ambos codos quedan situados, prácticamente, al nivel de la cintura, un poco más arriba del ombligo.

rio tener en cuenta estos factores variables. A principios de siglo la si lueta o tipo «ideal» de mujer era muy otro del que «se lleva» ahora. Prevalecía entonces la cintura de avispa —lograda a fuerza de corsé, cordones y «chacha»— con la sistemática estrangulación del talle y el desbordamiento general del busto y las

rio tener en cuenta estos factores variables. A principios de siglo la si lueta o tipo «ideal» de mujer era muy otro del que «se lleva» ahora. Prevalecía entonces la cintura de avispa —lograda a fuerza de corsé, cordones y «chacha»— con la sistemática estrangulación del talle y el desbordamiento general del busto y las 14