josé maría arguedas_traductor del manuscrito de huarochirí

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  • 7/25/2019 Jos Mara Arguedas_traductor Del Manuscrito de Huarochir

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    Cuadernos del CILHA

    ISSN: 1515-6125

    [email protected]

    Universidad Nacional de Cuyo

    Argentina

    Len Llerena, Laura

    Jos Mara Arguedas, traductor del Manuscrito de Huarochir

    Cuadernos del CILHA, vol. 13, nm. 17, 2012

    Universidad Nacional de Cuyo

    Mendoza, Argentina

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=181725277001

    Cmo citar el artculo

    Nmero completo

    Ms informacin del artculoSistema de Informacin Cien

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Po

    http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=181725277001http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=181725277001http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=1817&numero=25277http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=181725277001http://www.redalyc.org/http://www.redalyc.org/revista.oa?id=1817http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=181725277001http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=1817&numero=25277http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=181725277001http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=181725277001http://www.redalyc.org/revista.oa?id=1817
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    CILHA - a. 13 n. 17 - 2012 - Mendoza (Argentina) ISSN 1515-6125

    Jos Mara Arguedas,traductor del Manuscrito de Huarochir

    Laura Len Llerena

    Northwestern [email protected] Unidos

    Resumen: El estudio de documentos coloniales escritos en lenguas indgenas exige unacuidadosa evaluacin de la cuestin de la traduccin como prctica y tambin como conceptoarticulador de las dinmicas en las zonas de contacto. A propsito de las recientes reedicionesde la primera traduccin al espaol (1966) del Manuscrito de Huarochir, documento escrito enquechua alrededor del final del siglo diecisis, propongo en este ensayo revisitar los debatesque surgieron en torno a esa traduccin hecha por el novelista y antroplogo Jos Mara

    Arguedas. (Des)calificada por algunos crticos como una traduccin literaria y potica, lareconsideracin crtica que propongo del intertexto y del contexto del trabajo de Arguedaspermite revalorizar esa traduccin como una prctica que intenta superar el proceso meramenteinterlingstico para convertirse en una intervencin esttico-poltica en dos frentes: poniendoen evidencia el proceso de reduccin al que fue sometida la lengua quechua en el perodocolonial y planteando la expansin semntica y sobre todo social de aquella lengua en el Perdel siglo veinte.

    Palabras claves: Manuscrito Huarochir; Jos Mara Arguedas; Traduccin.

    Title and subtitle: Jos Mara Arguedas, translator of the Huarochir Manuscript.

    Abstract: The study of colonial documents written in Amerindian languages requires a careful

    evaluation of translation as practice but also as a concept that articulates the dynamics of thecontact zone. Considering the most recent re-editions of the first Spanish translation (1966) ofthe Huarochir Manuscript, a document written in Quechua by the end of the sixteenth century,I revisit in this essay the debates provoked by that translation, work of the novelist andanthropologist Jos Mara Arguedas. Disqualified by some critics as a literary and a poetictranslation, the critical reconsideration of the intertext and context of Arguedass work that Ipresent here makes it possible to reevaluate that work of translation as a practice that attemptsto go beyond the mere interlinguistic process and become an aesthetic-political intervention intwo fronts: by evincing the process of reduction that was imposed onto the Quechua languagein the colonial era, and by proposing the semantic and the social expansion of that language intwentieth century Peru.

    Keywords:Huarochir Manuscript; Jos Mara Arguedas; Translation.

    Recibido:17/IV/2012 Aceptado: 25/VII/2012 Cuadernos del CILHA - a. 13 n. 17 - 2012 (74-89)

    mailto:[email protected]:[email protected]:[email protected]
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    Introduccin

    Escrito en quechua entre finales del siglo XVI e inicios del siglo XVII y traducido a variosidiomas en el siglo XX, el texto annimo conocido como el Manuscrito de Huarochir (MH) hasido acertadamente calificado por uno de sus traductores modernos como intraducible en

    todos los sentidos usuales (Salomon, 1991: 30)1. Esa caracterstica responde, por un lado, ala compleja legibilidad que el documento propone tanto por el uso particular de la lenguaindgena como por lo que constituye el objeto de la narracin. Por otro lado la traducibilidad,o ms bien la inteligibilidad de ese documento para los traductores y lectores modernos estcondicionada por el marco epistemolgico y poltico que informa las expectativas deaquellos. En este ensayo pretendo discutir estos aspectos a partir del contexto y delintertexto en el que se inserta la produccin de la primera traduccin completa al espaoldel MH (1966), a cargo del antroplogo y novelista Jos Mara Arguedas.

    El Manuscrito de Huarochir es un complejo texto de autora annima indgena con unaextensin de cincuenta folios organizados en 31 captulos y 2 suplementos en los que se

    presentan narraciones sobre la vida, las creencias y las prcticas de los habitantes de laregin de Huarochir (Per), desde el pasado prehispnico hasta el perodo colonial en el quefue creado. Se trata del nico texto escrito en quechua con extensin y formato de libro quepresenta un contenido que no se ajusta al de los textos de evangelizacin en quechuaauspiciados por la Iglesia catlica2.

    Las primeras menciones sobre la existencia del manuscrito se dieron a finales del siglodiecinueve aunque an sin considerrsele objeto de estudio3, y recin en 1939 fuetraducido, aunque de manera parcial y al alemn, por Hermann Trimborn en Leipzig4. En1942 Hiplito Galante public en Madrid una edicin facsimilar de los primeros 31 captulosdel MH, acompaados de una traduccin del quechua al latn y del latn al castellano. Se

    puede argumentar que la incorporacin del Manuscrito de Huarochir al campo de estudiosde la historia y la antropologa ocurri plenamente a partir de 1966 gracias a la traduccin

    1 Traducido al alemn por Hermann Trimborn (1939, 1967); al latn por Hiplito Galante (1942); alespaol por Jos Mara Arguedas (1966), Jorge Urioste (1983) y Gerald Taylor (1987, 1999 y 2008); alfrancs por Gerald Taylor (1980); al polaco por Jan Szeminski (1985); al holands por Wilhem Adelaar(1988) y al ingls por Frank Salomon y Jorge Urioste (1991).2Existe una larga e irresuelta polmica en torno a la atribucin de autora del MH. Los textos centralesen ese debate son el Estudio biobliogrfico de Pierre Duviols (Dioses y hombres: 218-240);

    Introduccin a la edicin de 1987 de Gerald Taylor (Ritos y tradiciones: XIII-XXXIV) y Notes on the

    Authorship of the Huarochiri Manuscript de Alan Durston (2007: 227-241).3Clements R. Markham, en 1875 (Narratives of the Rites and Laws of the Yncas. Works Issued by theHakluyt Society, First Series, n. 48. London: Hakluyt Society, 1873: 123-146), y Marcos Jimnez de laEspada (Tres relaciones de antiguedades peruanas. Madrid: Imprenta de M. Tello) en 1879, fueron losprimeros en mencionar la existencia del documento en quechua.4Trimborn present en 1967 una traduccin completa al alemn de los 31 captulos y 2 suplementos delMH.

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    completa de todo el documento quechua al espaol a cargo de Jos Mara Arguedas,publicada bajo el ttulo de Dioses y hombres de Huarochir.

    La relevancia que cobr la traduccin de Arguedas est vinculada, por un lado, a que supublicacin se dio en el contexto de renovados debates en los estudios andinos desde

    disciplinas como la historia, la antropologa y la lingstica. Por otro lado, las dificultades delproceso de traduccin del quechua al espaol ya haba llevado a Arguedas a volcar una seriede reflexiones sobre el encuentro conflictivo de mundos distintos, de tiempos asincrnicos yde lenguas que no hallan traduccin en varios de sus ensayos, poemas y obras literariasprevias a la traduccin del MH. Pero sera despus de concluida esa traduccin y en lapreparacin de la que sera su novela pstuma, El zorro de arriba y el zorro de abajo(1971),que Arguedas reflexionara con mayor intensidad no slo en torno a la labor del traductorsino tambin en relacin al rol social y cultural de la lengua quechua. En su ltima novela,cuyo ttulo hace referencia a dos personajes del MH, Arguedas tambin plante una serie deposibilidades para el estudio del MH desde el campo de la literatura, como lo seal MartinLienhard (1990). La novela de Arguedas a su vez gener mayor inters por el texto indgena

    colonial y fue as que en 1975 entr en circulacin con amplia difusin una segunda edicinde Dioses y hombres de Huarochir5.Ese mismo ao, el gobierno revolucionario del generalJuan Velasco Alvarado reconoci al quechua como segunda lengua oficial del Per, junto conel espaol, argumentando la centralidad de la revalorizacin de lo indgena para el proyectonacional promovido por su gobierno (Adelaar y Muysken, 2004: 256)6. Desde entonces sehan hecho sucesivas reediciones de la traduccin de Arguedas, siendo las ms recientesaquellas impulsadas por Luis Millones y Hiroyasu Tomoeda (Lima: Fondo Editorial de laUniversidad Antonio Ruiz de Montoya, 2007) y por Jos Ignacio zquiza (Madrid: EditorialBiblioteca Nueva, 2011).

    A la traduccin de Arguedas se le suele adjudicar un valor literario y potico, con ambos

    calificativos funcionando tanto de manera positiva como negativa. La historiadora MaraRostworowski se refiri a esa traduccin como carente de rigurosidad y de exactitud, peropor otro lado afirm que se trataba de una traduccin potica que expresa la sensibilidaddel alma andina en toda su frescura y encanto manteniendo la ingenuidad de loscuentistas (1987:10). En cambio, el lingista Gerald Taylor argumenta que lo queusualmente se define como potico en la traduccin hecha por Arguedas son loscontrasentidos producidos por las as llamadas traducciones literales (sobre todo cuando setrata de una lectura confusa de una paleografa defectuosa) y la insistencia en considerarformas sintcticas obligatorias caractersticas del idioma (el empleo del discurso directo, porejemplo) como reflejos estilsticos de la tradicin oral (1999, xxxiii). Taylor public en 1987una nueva traduccin que revisaba la traduccin de Arguedas, que desde 1966 haba sido la

    5La primera edicin fue una publicacin conjunta del Museo Nacional de Historia del Per y el Institutode Estudios Peruanos. La segunda edicin estuvo a cargo de la editorial siglo XXI de Mxico.6Sobre el proyecto poltico nacionalista del gobierno de Velasco Alvarado, vase La revolucin peruana:ideologa y prctica poltica de un gobierno militar 1968-1975, (Consejo Superior de investigacionescientficas, Universidad de Sevilla, 2002) de Juan Martn Snchez.

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    nica traduccin completa del MH al espaol. Bajo el ttulo de Ritos y tradiciones deHuarochir del siglo XVI, Taylor present una edicin bilinge quechua-espaol que incluyeuna cuidadosa transcripcin paleogrfica, una reconstitucin fonolgica, un glosario queanaliza los diferentes posibles significados de palabras utilizadas en el MH que se refieren aimportantes conceptos del mundo sagrado, social y poltico, y tambin una serie de notas en

    las que se discuten los problemas lexicales, dialectales y geogrficos relacionados a la reginde Huarochir. La revisin crtica de Taylor estaba respaldada por diversos estudios delingstica histrica, descriptiva y comparativa realizados por Alfredo Torero, Gary Parker,Rodolfo Cerrn-Palomino, Willem Adelaar y el mismo Taylor en las dcadas transcurridasentre esta nueva traduccin y la de Arguedas. Pero an ante la traduccin de Taylor algunosestudiosos continuaron criticando, casi en los mismos trminos en los que se refirieron a latraduccin de Arguedas, la ausencia de fidelidad y reclamando por una traduccin literaldel manuscrito colonial (Taylor, 1982).

    Roswith Hartmann haba sealado que los numerosos errores de la transcripcinpaleogrfica que sirvi como base para la edicin de 1966 del MH hacan sorprendente que

    Arguedas hubiese podido producir una traduccin que no obstante concuerda con lo quedice el texto original (1975: 33-34). Hartman implcitamente apunta a lo que, ms adelante,va a afirmar como la meta de toda traduccin: la exactitud. La traduccin de Arguedas,segn Hartmann se aproximaba al manuscrito quechua con cierta liberalidad,reproduciendo a veces las frases no con todos los detalles y matices que contienen,ampliando o parafrasendolo a veces, lo cual en algn que otro caso puede resultar en unamodificacin de lo que quiere expresar el pasaje en cuestin(1975: 34-35).

    Adems de afirmar en la introduccin a la edicin de 1966 que su traduccin no es nipuede ser la ms perfecta posible (14), Arguedas haba expresado antes de la impresin deese texto serias preocupaciones por la calidad de su trabajo, y como se puede ver en una

    carta que le envi al antroplogo John Murra en octubre de 1966, en esa autocrtica tambinplanteaba algunos de los caminos que deban seguirse para una futura traduccin mejorada:

    Me llega tu carta luego de dos das de trabajo y de preocupacin extremados a consecuencia delos errores de traduccin que comet en los dos suplementos. Trabaj todo un da con [Alfredo]Torero y vamos a concluir la revisin maana. La traduccin, desgraciadamente, tiene defectos.Debi haberse hecho en equipo, calmadamente, los tres: t, Torero y yo. Torero domina elquechua antiguo mejor que el actual. He consultado con l tambin las objeciones que haces.Es algo desagradable recordar que cuando trabajaba en la traduccin yo haba renunciado ya aseguir viviendo y trabaj bajo la presin de la angustia y del apresuramiento; aparte de eso, elmanuscrito es por muchas razones un material difcil y demasiado importante. No creo que unasola persona pueda traducirlo con la mayor aproximacin posible. Si yo hubiera recibido una

    siquiera mediana formacin antropolgica y, adems, hubiera sabido algo de lingstica, depaleografa y de dialectologa quechua, podra haber hecho la traduccin como es debido. Perome dej cautivar por la parte mtica y mgica, y ahora que analizo la traduccin sobre fro y conalgo ms de informacin especial sobre su importancia, me causa algo de terror y deadmiracin al mismo tiempo por la obra que hice. Fue una audacia que felizmente comet.Porque, con todos sus defectos, la traduccin es un medio de comprender cun necesario esemprender otra verdaderamente cuidadosa, hecha con calma, con efectiva consulta. Creo que,

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    por lo mismo que han de tener que sealarse los defectos de mi traduccin se deber hacer laotra. Me parece que debes sealar con toda precisin los errores que admito al hacer tu nota 7.Fue una lstima que no la leyramos como tu dices, pero t andabas apurado y yo atingido pormis traumas y conflictos (Lpez Baralt, 1998: 133-136).

    La publicacin apresurada del texto no le permiti incorporar las observaciones que habahecho en otros textos previos respecto a la relacin entre lengua y colonizacin, la prcticade la traduccin, y la relevancia del estudio de documentos coloniales para intervenircrticamente en los debates contemporneos sobre identidad, marginacin y nacin. En esteensayo incorporar algunas de esas observaciones as como referencias al marcoepistemolgico que informaba las expectativas que las ciencias sociales tenan en relacin alMH.

    Arguedas: Dioses y Hombres de Huarochir

    La breve introduccin que Arguedas escribe para Dioses y Hombres de Huarochir condensauna serie de preocupaciones respecto al valor del documento colonial para el estudio de lahistoria andina desde distintas disciplinas acadmicas pero tambin revela la intencin dehacer que su traduccin alcanzara a un pblico ms amplio 8. El manuscrito quechua, segnArguedas, constituye una fuente excepcional comparable al Popol Vuh, una pequea Bibliaregional que informa al lector sobre el pasado prehispnico y los primeros contactos con elmundo hispnico. Esta informacin permitira tambin ingresar en la mentalidad de loshabitantes de Huarochir que a pesar de la perplejidad ante el irrevocable establecimientoprogresivo del orden colonial espaol, mantenan una postura de orgullo y de esperanza(1966: 9).

    El anlisis del contenido del manuscrito y la evaluacin de sus caractersticas formales llevaa Arguedas a establecer una comparacin con Ollantay y Usca Paukar, a las que consideracreaciones literarias pero de importancia documental relativa, y tambin con la NuevaCornica y Buen Gobierno (c. 1615) de Guaman Poma de Ayala, al que califica como uninmenso documento inevitablemente convencional, con todas las limitaciones y riqueza deuna obra inspirada por el amor y el odio, el credo confuso, la sabidura un tanto libresca

    7 Arguedas se estara refiriendo a un estudio etnogrfico que Murra haba prometido entregar paraincluirlo en la edicin de 1966 del MH, segn lo que explica Alfredo Torero en su libro pstumoRecogiendo los pasos de Jos Mara Arguedas (2005). Segn Torero, Murra no entreg el prometidoestudio sobre los relatos del manuscrito porque stos, en lugar de sustentar sus tesis msticas,innatistas, de sociedades andinas siempre solidarias, sin ricos ni pobres, y de archipilagos multitnicos

    cuyos recursos explotaban sin conflictos las ms diversas etnas, las contradecan flagrantemente...(26).8 Arguedas reconoce que cont con la cooperacin del lingista Alfredo Torero en la traduccin deldocumento quechua, y seala que la transcripcin paleogrfica estuvo a cargo de Karen Spalding. Esaedicin cont tambin con el aporte del historiador francs Pierre Duviols, que present un detalladoestudio biobibliogrfico sobre Francisco de vila, cura extirpador de idolatras contemporneo a lacreacin del Manuscrito de Huarochir.

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    (9). Afirma, en cambio, que el MH es el mensaje casi incontaminado de la antigedad (9),una voz limpia de preocupaciones e intenciones literarias que lo remitan a los cuentosquechuas odos en su infancia a narradores indgenas e incluso especula que muchasleyendas y cuentos folklricos tienen su origen ms probable en las leyendas que en estaobra aparecen (10-11).

    Respecto del proceso de creacin del manuscrito annimo, Arguedas sugiere que lanarracin pudo ser dictada por informantes que habitaban los pueblos de los que se narranhistorias o bien escrita por alguien que era participante, y no simple observador, de loshechos descritos. Tambin afirma que el estilo del manuscrito es predominantemente oral yque lo narrado revela que se trataba de indios comunes, convertidos al cristianismo perosumergidos an y de manera muy encarnizada en la antigua religin, empleando unlenguaje que fue creado para describirlo y transmitirlo ms a la experiencia mtica que a laintelectual (10).

    En cuanto al contexto colonial de creacin del manuscrito quechua, Arguedas seala que el

    lenguaje empleado en las narraciones transmite las perturbaciones que en este conjuntohaban causado y a la penetracin y dominacin hispnica Es el lenguaje del hombreprehispnico recin tocado por la espada de Santiago (9). En el ensayo La literaturaquechua en el Per, de 1948, Arguedas ya haba expresado inters en explorar el procesode colonizacin de la lengua quechua. Refirindose a la literatura pastoral colonial enquechua auspiciada por la Iglesia seala que sta ha recogido todos los trminos decontenido abstracto que haban sido formados en el idioma quechua. Hasta qu punto talespalabras han sufrido alteraciones en su significado primitivo con su adopcin por el lenguajeconfesional catlico? sa es una cuestin que deber ser estudiada ms tarde con eldetenimiento que su cautivante inters despierta (156).

    El Manuscrito de Huarochir tambin incorpora palabras que corresponden a variedades dequechua de los departamentos Junn, Hunuco, Ancash y Pasco, de la provincia deCajatambo y de algunos distritos de Yauyos del departamento de Lima. Y aunque Arguedasera hablante nativo de quechua chanka (hablado en Ayacucho, Huancavelica y Apurimac) yestaba familiarizado con otras variedades de quechua, reconoce que le lengua del MH nome iba a ser siempre tan familiar (1966: 13). El estudio de la lengua empleada en el MH haresultado ser un gran desafo parcialmente resuelto gracias a los trabajos que en lasdcadas siguientes hicieron lingistas e historiadores como Gerald Taylor, Csar Itier y AlanDurston, trabajos a los que me referir ms adelante.

    Arguedas advierte que el uso de algunos trminos en el contexto narrativo no haca posible

    descifrar su significado sino de manera deductiva, cuyo resultado l mismo evala como nodel todo satisfactorio y por lo cual hace un llamado para que se perfeccione la traduccinque l presenta. Arguedas no dej de revisar y corregir su propia traduccin an cuando eltexto ya haba sido entregado para ser impreso, de lo cual queda constancia en algunascartas que por esos das intercambi con el antroplogo John Murra y el breve documentotitulado Acotaciones a la traduccinque acompaa a la edicin de 1966, donde Arguedas

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    seala tanto errores en la transcripcin paleogrfica como tambin en su traduccin. Peroms all de la correccin de esos errores, Arguedas continuara evaluando el efecto que latraduccin tena en su propio proceso de creacin. En esa direccin parece apuntar lo queArguedas escribe a Gonzalo Losada en diciembre de 1967:

    La traduccin de los maravillosos mitos quechuas recogidos por el padre vila a fines del sigloXVI en la provincia de Huarochir, me dejaron casi sin fuerzas y determinaron en gran parte quese desencadenaran las circunstancias que me llevaron a ese malhadado accidente9; pero en laentraa de esos mitos he encontrado la clave que resolvi la maraa en que se haba convertidoel plan de mi nuevo relato. Trataremos de encontrar un modo activo, real, agudo y cargado desustancias de mostrar un universo que ha cambiado, no tanto como aparentemente parece,desde esa edad del mito hasta sta en que, aparentemente, lo ms temido es al mismo tiempola mayor riqueza que posee el ser humano. Yo, en cincuenta y seis aos, he cambiado, donGonzalo, desde el puro mito, desde lo mgico casi total, hasta lo que ya parece ser el siglo XXI.No es fcil sobrevivir a un cambio, a un proceso de cambio tan feroz. No he sobrevivido an deltodo (Arguedas, 1990: 389-390).

    La carta deja en claro los efectos de la traduccin sobre el traductor, sobre su cuerpo y suescritura. Agotamiento, enfermedad, y al mismo tiempo efecto crtico, encuentro de unaclave, y despus del riesgo y de la violencia enfrentados en la tarea de la traduccin, pasajea un cambio energtico (Mi cuerpo est como especie de batera: requiere slo unapequea carga inicial para que se eche a andar y vaya acumulando y transformando unacreciente cantidad de energa (1990: 390) y a un cambio estructural: las cuestionesimpuestas por esta traduccin, donde el lenguaje se presenta como el lugar del encuentroentre mito e historia, conducen a Arguedas a reflexionar sobre las formas mismas de sunueva novela, El zorro de arriba y zorro de abajo. En ese sentido concuerdo con EdmundoGmez Mango cuando afirma que esa novela presenta al lenguaje entendido este en susentido ms ampliocomo su protagonista primordial (1990: 366).

    Cuando se retorna a la introduccin de Dioses y Hombresconsiderando las reflexiones deArguedas sobre el proceso de traduccin y el estado de los estudios andinos en la dcada de1960 se infiltra la duda de si esa evaluacin aparentemente ingenua del documentoquechua, de su contexto de creacin y de su relevancia para el Per del siglo veinte noresponda a lo que l consideraba eran las expectativas de las ciencias sociales y,especficamente, las expectativas de lo que deba ser una traduccin cientfica. Siete aosantes de la publicacin de Dioses y Hombres, John Murra haba empezado a convencer aArguedas de embarcarse en la tarea de traducir el MH alegando la importancia que ese textotendra para el folklorista, el antroplogo social y quizs el lingista(Lpez Baralt, 1998:22). En ese mismo ao de 1959, Arguedas le respondi que tratara de publicar un captulo

    del documento quechua y le haremos un comentario, exaltando la obra, especialmente suvalor para el estudio del folklore y de la historia (Ibid: 31). Aos despus, en una reseasobre Dioses y Hombres, Murra escribi que la publicacin de esa traduccin haba sido algoprematura y que no satisfaca ni la demanda de una edicin al alcance de un pblico amplio

    9Arguedas se refiere a su primer intento de suicidio.

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    (la primera edicin slo cont con 1000 ejemplares) ni la necesidad de una edicin anotadaque estimulara a otros investigadores interesados en textos escritos en lenguas andinas(1970a: 445).

    Desde la segunda mitad del siglo diecinueve, el estudio de documentos escritos en quechua

    prioriz aquellos textos de arte dramtico, y particularmente la pieza teatral Ollantay, ytambin textos pastorales (oraciones cristianas, catecismos, etc.), poesa y autossacramentales como Usca Paucar, textos a los que Arguedas menciona en su introduccina Dioses y Hombres como constituyentes de una tradicin narrativa que serva comoantecedente para aproximarse al estudio del MH. Pero estudiosos de las culturas indgenascomo Tschudi y Middendorf dejaron de lado la prosa narrativa verncula de su poca y,como apunta la linguista Roswith Hartman, fuera de Adolfo Vienrich, que recopilnarraciones quechuas que fueron publicadas en 1905 y 1906, en el Per el inters por lainvestigacin de narrativas indgenas empez a perfilarse recin entre las dcadas de 1920 y1930. A partir de la dcada de 1950 se marc una segunda etapa de esa lnea deinvestigacin con la labor de recopilacin demitos, leyendas y cuentos peruanosasumida

    por Arguedas y los estudios de Efran Morote Best sobre tradicin oral en el rea andina(Hartmann, 1987: 324-325). Durante las dos dcadas siguientes los debates en el campo delos estudios andinos experimentaron una intensa renovacin promovida por la publicacin yreedicin de documentos coloniales tan variados como la Miscelnea Antrtica de MiguelCabello Valboa (1951 [1586]), la Historia del Nuevo Mundo de Bernab Cobo, (1956[1653]); la Instruccin de Cristbal de Albornoz (1967 [1555]), y los tres diccionarios ygramticas ms tempranos de la lengua Quechua (Domingo de Santo Toms, 1951 [1560];Annimo, 1951 [1586]; Gonzlez Holgun, 1952 [1607-08]) (Murra, 1970b).

    Hasta aproximadamente la dcada de 1980 el campo de los estudios andinos dio relevanciaa las investigaciones del llamado folclor, y en este espacio se prestaba particular atencin a

    la tradicin oral por la va de los cuentos populares. stos interesaban en tanto fuente dela cual se podra extraer informacin para completar las lagunas en la documentacin escritasobre la historia cultural andina pero se prest poca atencin a la investigacin por mediodel trabajo de campo y el anlisis de textossobre el sentido o los sentidos que los relatospodan tener para su narrador o su auditorio especfico. Por otra parte, el inters de laetnologa andina en la tradicin oral por lo general estuvo enfocada a encontrar en ellamitos y explicarlos (siguiendo los principios estructuralistas) como el fruto de relacionesinternas (la estructura) y de transformaciones de sus unidades constitutivas(Itier, 2007:13). En ese contexto, considerar la traduccin de Arguedas como literaria serasinnimode imprecisa para el uso que las ciencias sociales podan darle al manuscrito quechua.

    Itier seala que los estudios de folclor y la etnologa dieron poca relevancia a las categorasoriginales de los textos, y al aislar a stos de sus respectivos contextos sociales y literarioslos estudiosos de la tradicin oral andinacasi no han podido descubrir otras problemticasque aquellas, esperadas, de la opresin y la explotacin (2007: 14). Aade que mientrasMorote Best entenda que la dimensin esencial de la cultura era la expresin de la lucha declases y, por tanto, buscaba en los cuentos folclricos un cuestionamiento a la dominacin

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    social, Arguedas buscaba en aquellos relatos testimonios sobre la manera con la que elpueblo quechua miraba el conflicto secular que lo opona a los descendientes de loscolonizadores (14). Tambin afirma Itier que la mayora de ensayos interpretativospublicados hasta finales de la dcada de 1980 por investigadores andinos o extranjerossiguieron la va de Arguedas, buscando en la literatura oral un mecanismo de resistencia

    social y cultural (Ibid). Recin a partir de la segunda mitad de la dcada de 1980 losinvestigadores volcaron su atencin al estudio de los textos quechuas coloniales comofenmenos socioculturales, es decir, el anlisis de los efectos de la colonizacin en el rolsocial y poltico de esa lengua, lo que dio paso a una nueva historia crtica de la llamada

    lengua general (Itier, 1995).

    El quechua del MH es una de las variantes del quechua comnmente llamado Quechua A oQuechua II. Al menos una de esas variantes se difundi por el territorio andino antes delestablecimiento del imperio incaico, y los Incas promovieron uno de los dialectos delQuechua II como la lengua administrativa, probablemente distinta al Quechua de Cuzco. Asu vez, la lengua general promovida por los colonizadores parece tener su origen en varios

    de los dialectos que componen el Quechua II, y esta lengua auspiciada por sermonarios,catecismos, gramticas y vocabularios fue empleada como una suerte de lingua franca tantopor los doctrineros de indios como por las autoridades indgenas en sus relaciones con losespaoles (Salomon, 1991; Taylor, 1987)10.

    Durston afirma que los textos producidos en quechua para propsitos de adoctrinacincristiana hacan uso de los recursos poticos y gramaticales de esa lengua (tomando elquechua cuzqueo como base), empleando en algunos casos imgenes y tropos que debanactivar simultneamente diferentes registros interpretativos, proponiendo implcitamentesimilitudes entre la religin cristiana y la andina (2007: 313). Arguedas ya haba hecho unaevaluacin en ese sentido en su ensayo de 1948 sobre la literatura quechua, argumentando

    que el criterio esttico de los misioneros que tradujeron himnos y oraciones cristianas delespaol al quechua permiti la creacin de traducciones ms intensas e influyentes que lostextos originales. Eso era posible porque el quechua es, por su propia naturaleza, un mediode expresin ms ntimo, ms cargado de smbolo y de aliento, para la traduccin dealgunos sentimientos humanos que son predominantes y caractersticos de los pueblosagrcolas.... (1948 [2004] 154-155). Para Arguedas la intensidad del efecto de esastraducciones era tambin fruto del conocimiento que los misioneros adquirieron de lapsicologa indgena, lo que permiti que la obra misional alcanzara una audacia que seexplica nicamente por este dominio de la cultura nativa (Ibid: 155). Tal audacia se revelaen traducciones en las que la correspondencia literal no era tan importante como el medioesttico elegido para transmitir el mensaje traducido: Parece evidente que los misioneros

    compusieron los himnos catlicos adaptndolos a los gneros ms adecuados de la propiamsica indgena (Ibid: 155). Arguedas, asumiendo un rol similar al de aquellos misioneros

    10 Sobre la lengua general vase: Cerrn-Palomino, Rodolfo, Panorama de la lingustica andinaRevista Andina 3 (2) 1985: 509-572; Taylor, Gerald Un documento quechua de Huarochir-1607Revista Andina 3(1) 1985: 157-185; Durston, Alan Pastoral Quechua.

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    en la negociacin intercultural en el Per del siglo veinte, tambin se aleja de la traduccinliteral y propone, en su traduccin de los waynos o canciones en quechua que presentabaen el libro Canto Kechwa (1938), traducciones un tanto interpretativas, que quizdesagradarn un poco a los fillogos, pero que sern una satisfaccin para los que sentimosel kechwa como si fuera nuestro idioma nativo (1938 [2004]: 23). Esa traduccin

    interpretativa, o ms bien expansiva la explica de la siguiente manera: En Sin nadie, sinnadie.. me he tomado la libertad de crear una metfora que no est expresa en el versokechwa, con el objeto de igualar a la fuerza potica del ltimo cuarteto de esa cancin En

    Dile que he llorado... he aumentado el primero y el ltimo pie, para describir al picaflorsiwar que es el tema de la cancin (Ibid: 23).

    Hay que recalcar que la traduccin de discursos pastorales al quechua, particularmente apartir del Tercer Concilio de Lima (1582-1583) estuvo marcada por una serie de restricciones(dialectales, de empleo de trminos y campos semnticos) y por el establecimiento dejerarquas entre la cultura indgena y la europea, elementos que dieron paso a la articulacinde un tipo de quechua propiamente pastoral (Durston, 2007: 310-312)11. De acuerdo a

    Durston, no se esperaba que los indios se apropiaran del quechua pastoral ni que ste seempleara para comunicar contenidos ajenos a la doctrina cristiana, en contraste con lalengua general que, como se explic antes, pas a ser lingua franca para las interaccionescotidianas entre indios y espaoles. Arguedas plante los lmites del quechua pastoral de lasiguiente manera:

    Slo los devotos, los cantores, los frailes, podan escribir en quechua, y nicamente sobre temassantos. No se conceba otra literatura en quechua Por qu estos cantores, sacerdotes ydevotos no salieron al limitado campo de lo profano? Se le habra dado al quechua la msgrande posibilidad de perfeccionamiento. Pero la naturaleza de la conquista y la colonizacin, elhecho histrico, haca imposible tal cosa. Para eso habra sido necesario que se tuviera unconcepto distinto del pueblo conquistado, que ste hubiera sido tratado de un modo

    absolutamente diferente; es decir, que el hecho histrico en su totalidad hubiera sido otro y noel que fue (1948 [2004]: 158).

    El proceso de establecimiento de un quechua pastoral basado en el quechua cuzqueotambin revela una forma de control colonial que promueve el reconocimiento de unatradicin lingstica y culturalla cuzqueacomo superior a cualquier otra, contribuyendoa la esencializacin y manipulacin de lo indgena; ligado a ello, la prctica de traduccinfuncionaba como un instrumento de exgesis intercultural y de poltica colonial (Durston,2007: 313). La fuerza, sobre todo poltica, de aquella esencializacin de lo indgena se dejasentir an en los primeros textos del propio Arguedas, en los que parece a veces postular laexistencia de una lengua quechua y una identidad indgena casi homognea, ambas ideas

    hasta cierto punto coherentes con el deseo de alcanzar una alianza social y poltica en unanacin caracterizada por la marginalizacin o directamente la exclusin de sectores de la

    11De ah que el Tercer Concilio de Lima asumiera la labor de producir una cantidad importante de textosen quechua, estableciendo mediante estos las restricciones y jerarquas mencionadas. en relacin alproceso de traduccin.

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    sociedad imaginados como lo indgena. El MH sin duda desafa cua lquier intento dehomogeneizar o reducir la multiplicidad tanto lingustica como cultural de la reginandina, y en El zorro de arriba y el zorro de abajose pueden percibir los efectos que ellotuvo en Arguedas.

    Si bien se puede afirmar que la lengua general es la lengua en la que se escribi el MH, laspeculiaridades del texto sugieren la existencia de otras lenguas habladas cotidianamenteen contraste con la quasi artificialidad de la lengua generalen la regin al momento de lacreacin del texto. Este es un elemento importante pues no es inconcebible que las prcticasreligiosas o incluso los testimonios orales que dan forma al MH hayan sido realizados en unalengua distinta no slo a la lengua general sino incluso distinta a cualquier variante delquechua (Salomon, 1991: 30; Taylor, 1985: 162).

    De acuerdo a Taylor, en el siglo diecisiete existan en Huarochir otros idiomas noemparentados con el quechua, y que muchos autctonos no conocan la Lengua General(1987: 16). Quien quiera que fuera el redactor del MH perteneca, segn la evaluacin

    hecha por Taylor de la evidencia que proporciona el mismo texto, a la comunidad de loscheca de San Damin; era un indio ladino que dominaba, aunque no sin errores, elcastellano y la Lengua General, lengua del Manuscrito (17). Segn Taylor, aun en la dcadade 1980 sobrevivan en la provincia de Yauyos dialectos quechuas con caractersticassemejantes a las que se identifican como sustrato de la variante de la Lengua Generalutilizada por el redactor del manuscrito (20). Tambin afirma que se detectan en el t extocolonial numerosas interferencias de un dialecto aru (de la familia del aymara), y apunta laprobabilidad de que la situacin lingustica de Huarochir en los siglos XVI-XVII fueraanloga a la que prevaleca en Yauyos a principios de este siglo: es decir que reflejaba unpolilectismo impresionante (21).

    Al margen de la complejidad de la lengua en la que se escribi el MH, una de las mayoresdificultades que presenta ese texto es que se trata de un documento compuesto parapersonas familiarizadas con los ritos y el ambiente evocados pero que el lector modernono necesariamente entiende (Taylor, 1987: 20). Taylor subraya la necesidad del estudio dela dialectologa quechua para reconocer elementos de sustrato que aparecen en el texto,pero tambin de recurrir a los estudios de religin comparada para analizar pasajes decontenido ritual difcilmente traducibles. En ese sentido, Taylor responde a aquellos crticosque reclaman que el traductor se limite a correspondencias literales, indicando que esa

    literalidad supone una correspondencia basada en la combinacin de glosas recogidasacrticamente en diccionarios coloniales como el de Domingo de Santo Toms y el deGonzlez Holgun y el conocimiento de los dialectos de quechua mejor documentados y

    estudiados, el de Cusco y Ayacucho. Afirma adems que ese criterio presupone lainexistencia de transformaciones lingsticas y sociales en el mundo andino desde laconquista hasta hoy (21). En buena cuenta, el poco inters en reconocer lastransformaciones mencionadas por Taylor se puede explicar retomando la cita anterior deDurston sobe la esencializacin y manipulacin de lo indgena.

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    En una conferencia organizada en Lima en 1994 en homenaje a Jos Mara Arguedas, JosTamayo Herrera, miembro de la Academia Mayor de la Lengua Quechua, afirm que elquechua de Arguedas no eraun quechua indgena, indio, ni por su bagaje semntico, ni porsu sintaxis.En comparacin con el quechua de lingistas como Csar Itier y Gary Parker,Arguedas hablaba un quechua inferior en tanto no utilizaba el quechua indgena, utilizaba el

    quechuaol. Ahora, no utilizaba un quechuaol de la variedad Cusco-Collao, ni tampoco deldialecto ayacuchano, sino una mezcla de ambos Era un hbrido; quechua Cusco-Collao,quechua ayacuchano, quechuaol, eso era lo que hablaba Arguedas (Martnez, 1995: 111).La mencin de la mezcla y del quechuaol resultante no es arbitraria pues en granmedida son los argumentos que la Academia Mayor de la Lengua Quechua, institucinpblica creada mediante decreto de ley por el Estado peruano en 1990, presenta comofundamentos para el reconocimiento del quechua como lengua oficial. La Academia apoya elreconocimiento de una sola variedad del quechua, el llamado quechua Inka (quechua delCusco) y promueve la defensa de la pureza de la lengua. Se pasa por alto, en esadeclaracin de principios, el proceso histrico de la colonizacin de las lenguas amerindiascomo el quechua, proceso que se sostiene en estrategias como el de la reduccin -en las

    variedadades regionales, los campos semnticos y la el rol social de la lengua oral- de esaslenguas a herramientas tiles al poder colonial y, en tiempos ms recientes, al poder de losestados-nacin. La reduccin de la lengua es, por supuesto, mucho ms que la modificacinlxica y semntica, se trata de un proceso de supresin de una herencia intelectual andina(Rowe, 1995: 355). Arguedas, como seal antes, no desconoca las variedades regionalesdel quechua ms bien, como lo record Rodrigo Montoya en el debate con Tamayo en lamencionada conferencia, Arguedas escriba tratando de conciliar, haciendo lo posible paraque la escritura de un dialecto no impidiera el entendimiento de las personas que conocen elquechua de otros dialectos (Martnez, 1995: 136).

    La evaluacin de Tamayo sobre el quechua de Arguedas, o la escritura en quechua de

    Arguedas, sin duda se acerca a la postura que dos aos despus tom Mario Vargas Llosaen La utopa arcaica. Jos Mara Arguedas y las ficciones del indigenismo(1996). All VargasLlosa afirma que el quechua hablado por los personajes de las obras de Arguedas no es unatranscripcin sino una creacin que tiene poco que ver con el habla real. Paradjicamente,mientras Vargas Llosa reclamaba una falta de mtodo cientfico (transcripcin) en lascreaciones literarias de Arguedas, el ensayista francs Roger Caillois haba concluido queYawar Fiestaera una novela excesivamente etnogrfica (Vargas, 1965).

    Ms recientemente, Jean Franco ha afirmado que si bien Arguedas no era indgena, laeleccin que hizo de representar esa cultura y celebrarla en sus novelas, cuentos, poesa ytraduccin no est relacionada al provincialismo del cual se le acus ni de sentimentalismo,

    ms bien apuntaba a dar reconocimiento a una lengua y a una cultura cuyas sutiles formasde expresin eran enriquecedoras y al mismo tiempo difciles de traducir, pero que l creadeba establecerse como un lenguaje literario. Franco discute la opinin de Vargas Llosasobre el quechua empleado por los personajes de la narrativa arguediana, subrayando quelas traducciones son siempre versiones, y algunas versiones afortunadas consiguen echar luzsobre las diferencias entre las lenguas y explotar las cualidades de ambas. Tambin afirma

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    que aunque el lenguage literario es una invencin, esto no implica que no pueda poner enevidencia el dao causado por una modernidad que va de la mano con la explotacin feudal(it does not mean that it cannot foreground the damage wrought by modernity spliced ontofeudal exploitation) (Franco, 2012). Arguedas escriba en quechua y en espaol pero, comolo explic l mismo en numerosas ocasiones, el lenguaje literario que se propuso desarrollar

    para sus personajes era una exploracin de los puntos de contacto y de desencuentro entreambas lenguas, diferentes culturas y el problema de las clases sociales y la lengua hablada(y escrita).

    Conclusiones

    A partir de las crticas que se hicieron a Arguedas como traductor no solo del MH sepuede afirmar que l siempre excedi el rol de traductor que parecan querer imponerle lasciencias sociales. En ese exceso se inserta un desafo a la traduccin literal, dejando aldescubierto lo insostenible de la idea del encuentro no problemtico de culturas y lenguascon estructuras simblicas, sociales y polticas distintas y no necesariamente reconciliables.

    En ese sentido tambin se puede afirmar que la prctica de traduccin que asume Arguedasdel quechua al espaol y viceversano es literal, no es cientfica, sino poltica: por unlado, es una prctica que elabora diversos modelos para transitar entre culturas y paraproblematizar el concepto mismo de cultura y, por otro lado, es un acto de reivindicacin yde reterritorializacin (Brisset 2001; Clifford 1997). En la obra de Arguedas, el acto detraducir se perfila como una intervencin sobre la relacin entre el pasado y el presente, yentre una lengua socialmente marginada y una hegemnica (Rowe, 2000). Por eso esimportante subrayar su insistente desapego a la traduccin literal: la excede porqueincorpora en sus traducciones las dinmicas de las relaciones sociales que quedan borradasde los diccionarios y las gramticas.

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