josÉ garcÍa-duran de lara y pedro puig bastard

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CRITICA DE LIBROS La calidad de la vida en España. Hacia un estudio de indicadores sociales JOSÉ GARCÍA-DURAN DE LARA Y PEDRO PUIG BASTARD (Madrid, Ed. Moneda y Crédito, S. A., 1980, 556 pp.) A nadie se le oculta que la conta- bilidad nacional, económica y social, en España está aquejada de grandes lagunas y defectos. Por esta razón, todo intento de mejora de este cam- po ha de ser recibido con aplauso por parte de políticos, economistas, cien- tíficos sociales y ciudadanos en gene- ral. La sociedad participativa difí- cilmente puede discurrir por cauces racionales sin una información adecua- da que permita enfrentar críticamen- te las aspiraciones a las posibilidades. Esto es especialmente cierto cuando se trata de la contabilidad social y no estrictamente económica. «La cuestión que se plantea en este estudio —nos dicen sus auto- res— consiste precisamente en el es- tablecimiento de jalones hacia esa me- dición más amplia del bienestar so- cial.» Se trata de centrar la atención en los objetivos sociales alcanzados co- mo expresión real de la calidad de la vida de la comunidad. No han faltado economistas que alertasen sobre la frágil relación entre bienestar econó- mico y bienestar total. El mismo J. S. Mili confesaba no agradarle «el ideal de vida que defienden aquellos que creen que el estado normal de los seres humanos es una lucha ince- sante por avanzar». Considera cierta- mente mejor esta lucha por la rique- za que las luchas guerreras, pero la lucha por la riqueza no pasa de ser, según él, una de las fases del progre- so industrial. Se trata, evidentemente, de llamar la atención sobre el produc- to final de la actividad económica y social. En este sentido, la presente obra significa para España uno de los esfuerzos más destacados por desbro- zar el campo hacia un sistema de in- dicadores sociales capaces de medir el bienestar social y la calidad de vida. La obra está dividida en dos par- tes fundamentales. La primera se ini- cia con una amplia discusión de los procedimientos actuales de contabili- dad nacional en cuanto medición del bienestar económico: «... la crítica al producto nacional bruto no se refiere sólo a las dificultades de la relación entre el bienestar económico y el bien- estar total, sino a su incapacidad para reflejar de forma adecuada el bien- estar económico a secas. Esto se de- be a que el PNB es un indicador de la producción y la actividad, no del consumo. Hay que distinguir, por tanto, en- 15 SI pp. 145-171

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CRITICA DE LIBROS

La calidad de la vida en España. Hacia un estudio de indicadores sociales

JOSÉ GARCÍA-DURAN DE LARA Y PEDRO PUIG BASTARD

(Madrid, Ed. Moneda y Crédito, S. A., 1980, 556 pp.)

A nadie se le oculta que la conta-bilidad nacional, económica y social,en España está aquejada de grandeslagunas y defectos. Por esta razón,todo intento de mejora de este cam-po ha de ser recibido con aplauso porparte de políticos, economistas, cien-tíficos sociales y ciudadanos en gene-ral. La sociedad participativa difí-cilmente puede discurrir por caucesracionales sin una información adecua-da que permita enfrentar críticamen-te las aspiraciones a las posibilidades.Esto es especialmente cierto cuandose trata de la contabilidad social y noestrictamente económica.

«La cuestión que se plantea eneste estudio —nos dicen sus auto-res— consiste precisamente en el es-tablecimiento de jalones hacia esa me-dición más amplia del bienestar so-cial.» Se trata de centrar la atenciónen los objetivos sociales alcanzados co-mo expresión real de la calidad de lavida de la comunidad. No han faltadoeconomistas que alertasen sobre lafrágil relación entre bienestar econó-mico y bienestar total. El mismoJ. S. Mili confesaba no agradarle «elideal de vida que defienden aquellosque creen que el estado normal de

los seres humanos es una lucha ince-sante por avanzar». Considera cierta-mente mejor esta lucha por la rique-za que las luchas guerreras, pero lalucha por la riqueza no pasa de ser,según él, una de las fases del progre-so industrial. Se trata, evidentemente,de llamar la atención sobre el produc-to final de la actividad económica ysocial. En este sentido, la presenteobra significa para España uno de losesfuerzos más destacados por desbro-zar el campo hacia un sistema de in-dicadores sociales capaces de medir elbienestar social y la calidad de vida.

La obra está dividida en dos par-tes fundamentales. La primera se ini-cia con una amplia discusión de losprocedimientos actuales de contabili-dad nacional en cuanto medición delbienestar económico: «... la crítica alproducto nacional bruto no se refieresólo a las dificultades de la relaciónentre el bienestar económico y el bien-estar total, sino a su incapacidad parareflejar de forma adecuada el bien-estar económico a secas. Esto se de-be a que el PNB es un indicador dela producción y la actividad, no delconsumo.

Hay que distinguir, por tanto, en-

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tre los niveles de 'actividad y pro-ducción' y de 'bienestar económico',entendiendo por bienestar económicofundamentalmente los niveles de con-sumo de bienes y servicios. Pero, ade-más, entre el bienestar económico yel total cabe distinguir un escalón in-termedio, que podemos denominar'calidad de vida' y que se referiríaa los aspectos medibles, aunque difí-cilmente en dinero, del bienestar. Enéste cabe asimismo distinguir entreobjetivos civiles (de libertad —queno debe ni puede subordinarse al cre-cimiento económico ni a la mejora delos servicios sociales— y de partici-pación) y objetivos sociales. El aná-lisis de los objetivos civiles escapa engran parte al campo que mejor cono-ce el economista, y, por ello, aun re-conociendo su preminencia en el ran-go de objetivos, este estudio, realiza-do por economistas, no penetra en sudiscusión» (pág. 19).

La contabilidad nacional está obli-gada a suministrar —según los auto-res de esta obra— tres tipos de res-puestas: registro contable de los re-cursos y del resultado final de la ac-tividad; análisis de la eficacia, y unindicador general del crecimiento delbienestar material y de la capacidadproductiva de la comunidad.

Un análisis crítico y con perspec-tivas a largo plazo frente a las cifrasde la contabilidad nacional ha de ocu-parse de problemas derivados de lasfuentes utilizadas y de sus procedi-mientos de cálculo, de problemas detipo global y de problemas de tiposectorial. En este sentido, los autoresdiscuten, a base de ejemplos, 12 pro-blemas destacados de la contabilidadnacional. Al final de su discusión di-cen, en resumen: «entre las correc-ciones importantes (que necesita y ca-be hacer a la contabilidad nacional)

figurarían los costes de la amenidadurbana, la deducción de buena partedel consumo público e inversión pú-blica, la consideración del empeora-miento de los stocks (desde el nú-mero de incapacitados hasta la ero-sión del suelo o la pérdida de calidadde las aguas), la consideración del re-querimiento del crecimiento —tantoen capital tangible como intangible—,la deducción de los gastos 'lamenta-bles' en su acepción estricta. Com-pensando esas correcciones negativashabría que sumar el valor del ocio yde las actividades no orientadas almercado» (págs. 55-56).

Los autores se ocupan a continua-ción del sentido del crecimiento eco-nómico. Esta cuestión ha ido crecien-do en relevancia a medida que lassociedades se alejan del desarrollismo,etapa en que las consecuencias socia-les inmediatas se percibían general-mente de forma positiva y excusabanuna consideración crítica del sentido,si bien no faltaron voces que se ocu-paron de eso. Los últimos lustros ofre-cen ya serios debates en torno a loslímites del crecimiento en razón delos recursos: Informes del Club deRoma; partidarios de la «revoluciónverde»; programa «Interfuturos»; in-forme de ARROW para la FundaciónFord, etc. De la consideración de esosinformes y enfoques extraen los auto-res algunas consecuencias sobre lamundialización de los problemas so-ciales y las posibilidades de que sepersiga un mejor equilibrio mundialen la asignación de recursos para evi-tar «malestares indecibles en algunaszonas de la tierra». España ha de estaratenta a esta dinámica mundial.

El capítulo III de la primera partede la obra plantea «la posibilidad deque un sistema de indicadores sirvacomo complemento del producto na-

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cional bruto a efectos del seguimientode los logros alcanzados por los diver-sos países y regiones. Al mismo tiem-po se presentan reflexiones sobre lautilización de ese sistema de indicado-res finales y otros intermedios comoguía para la adopción de decisiones depolítica social, es decir, medidas po-líticas y económicas orientadas a lamejora de la calidad de la vida» (pá-gina 97).

En cuanto a la posibilidad, los au-tores pasan revista a los distintos ti-pos de modelos de «indicadores so-ciales» que se han utilizado o inten-tado (de previsión de tensiones; desimple información o de «ilustración»;de explicación del cambio social y depredicción de efectos, etc.).

El movimiento actual de búsquedade «indicadores sociales» de produc-to final respondería a un modelo se-lectivo de estadísticas sociales en ra-zón de su utilidad explicativa «en elseno de una teoría del cambio social».Los autores se inclinan por este mo-delo, en la línea de Terleckyj y de laOCDE. En la línea de Terleckyj yahan elaborado trabajos relevantesKing, Fox y, para ámbitos locales,Speed, trabajos que se discuten enparte aquí.

Por lo que se refiere al diagnósticosobre la realidad social de España,los autores recuerdan las tres aplica-ciones recientes de la metodología delos indicadores sociales: 1. Métodode McGranahan para el Instituto deInvestigación del Desarrollo Social delas Naciones Unidas (1970). 2. Mé-todo de análisis de componentes prin-cipales de M. A. King (17 indicado-res) (1974); y 3. Método de Drew-nowski a la búsqueda del indicadorsintético.

La parte primera de la obra se cie-rra con un capítulo sobre la necesi-

dad y la posibilidad del llamado «Ba-lance social de la empresa» o «cuen-ta de resultados sociales». Los auto-res analizan con cierto detenimientoel tema repasando los modelos deCorcoran y Leinniger, de Linowes,de Chevalier, del Instituto Batelle deGinebra y Frankfurt, de la compañíaamericana «ABT Associates», etc. EnEspaña se tiene la experiencia inicialdel INI (1977) en algunas de sus em-presas. Los autores de esta obra re-pasan las posturas optimistas, pesi-mistas y moderadas al respecto, peroprefieren no emitir su juicio por elmomento.

La segunda parte de la obra estádedicada casi íntegramente al análisispara España de algunos indicadoresde los principales componentes delbienestar. No es posible dar cuentadetallada en esta reseña de los por-menores. Hay que limitarse a seña-lar la intención con que los autoresse ocupan en capítulos sucesivos deesos indicadores sectoriales relativosa enseñanza, salud, pobreza y desigual-dad social, condiciones de vida en eltrabajo, vivienda y urbanismo, segu-ridad frente a la violencia y el robo,calidad del medio ambiente, empleodel tiempo y, finalmente, distribuciónterritorial de la calidad de la vida.Los mismos autores avisan que no setrata de un verdadero informe socialaplicado a España. La intención delos autores está orientada a discutir«los indicadores más adecuados paracada uno de los componentes de larenta total y la posibilidad de su ob-tención en España, es decir, cuestio-nes de definición y de búsqueda dedatos» (pág. 200). Ciertamente laobra responde bien a este propósito.En cada uno de los capítulos se tratade dar respuesta a qué tipo de indi-cadores puede ser más útil a la hora

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de medir el resultado final en el sec-tor; se recuerdan antecedentes deotros países u organismos, se hacenalgunas elaboraciones empíricas cuan-do se dispone de datos para Españacon vistas a ejemplificar o incluso deavanzar algo en la medición del bien-estar del sector considerado, etc. Engeneral, toda esta segunda parte loque se pone de manifiesto es la ca-rencia de soporte empírico para lamayor parte de los indicadores debienestar considerados pertinentes enel caso español y el camino que quedapor recorrer. La mayor parte de lasveces que se manejan datos empíricosproceden de fuentes esporádicas, node fuentes que aporten material parauna sedación sistemática, como seríade desear.

Con frecuencia los autores inicianel capítulo con una discusión de losindicadores propuestos por la OCDEpara el sector. Ejemplifican con datosespañoles o extranjeros. Aportan adi-ciones que consideran más adecuadasen general o para el caso español. Yuna y otra vez concluyen señalandola carencia de soporte empírico porel momento. De todos modos, no fal-tan indicadores de diagnóstico para lasociedad española, así como fijaciónde objetivos prioritarios en base aldescubrimiento de necesidades o as-piraciones especialmente sentidas atenor de los datos que, de forma untanto esporádica, se analizan en losdiferentes capítulos.

La parte final de la obra está cons-tituida por un breve capítulo resumenen el que los autores proponen dos lis-tas de indicadores que consideran ade-cuados para la elaboración de un in-forme social. La primera lista constade 36 indicadores, número muy seme-jante al de la lista de la OCDE, peronotablemente diferente en contenido.

Según los autores, «la especificidad depatrones de vida de la población es-pañola hace dudar a algunos de laaplicabilidad de criterios foráneos»(pág. 505). Quizá ellos mismos sos-tengan esta opinión a juzgar por elcontenido de su obra. Esta primeralista se refiere a indicadores de «pro-blemática extrema», la mayoría refe-ridos a resultados finales y el resto ala accesibilidad física o económica,siempre relativos al extremo inferiorde la distribución, es decir, al númerode personas situadas por debajo deciertos mínimos.

La segunda lista se reduce a 24 in-dicadores. Mezcla indicadores de «pro-blemática extrema» con indicadoresde aspectos finales de interés paratoda la población. La lista pretendeser operativa como punto de partidapara la información a la opinión pú-blica sobre los grandes objetivos dela comunidad y para la racionalizaciónde las decisiones presupuestarias enfunción de las posibilidades de cam-bio social.

Lo que destaca en ambas listas sonlas lagunas de datos. En la primerasólo se cuenta actualmente con fuentedirecta de datos para 8 de los 36 in-dicadores. En la segunda, de los 24datos propuestos, sólo 9 cuentan condatos elaborados.

Las líneas anteriores dan cuentaapresurada de la intención y el con-tenido de la obra. Hay que repetirque los autores cumplen airosamenteun cometido, claramente delimitado.Pero no queremos cerrar esta reseñasin dejar apuntado que la lectura dela obra ha conseguido acentuar esasensación de incomodidad y de insa-tisfacción en que nos movemos en Es-paña frente al tema de los indicadoressociales. ¿Cuándo será posible el pasode la ejemplificación esporádica a la

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contabilidad sistemática de lo social?¿Cuándo una iniciativa pública, dota-da de los medios pertinentes, prota-gonizará esa gran tarea de unificación,consecución y elaboración de datosque sirvan de soporte sistemático aun renovado sistema de indicadoressociales? ¿Cuándo dejaremos de zam-bullirnos en nuestras peculiaridadespara medirnos en el ámbito europeo ymundial como lo están haciendo yadesde hace algún tiempo, con dificul-tad pero con tenacidad, otros paísesno menos orgullosos de sí mismos?

Al gran esfuerzo realizado por los

autores de esta obra, y que merecetodo encomio, tendríamos que objetarúnicamente, por lo que a su plantea-miento general se refiere, su proclivi-dad a innovar en un campo donde, anuestro entender, interesa mucho másdotar de contenido para España algu-no de los sistemas de indicadores so-ciales ya en marcha —como el de laOCDE, a la que pertenece España—que estudiar otras propuestas que res-pondan a nuestras presuntas peculia-ridades.

MANUEL JUSTEL

El poder de las minorías: Psicología social de la influenciade las minorías e ilustración experimental

G . MUGNY

(Ediciones Rol, Barcelona, 1981, 171 pp.)

Se dice que la psicología social estáen crisis. Exagerada apropiación qui-zá entre nosotros cuando tal vez asis-timos al alumbramiento de la disci-plina.

Pero, sin duda, somos deudores deuna herencia caracterizada por la cri-sis de constitución de la psicología so-cial, con la dialéctica entre los sesgosde un contenido psicológico o socio-lógico y de un método positivista ono.

Además, una ciencia multiparadig-mática como la psicología social sufrelos envites de quienes al pretenderdiferenciarla y consolidarla han de lu-char por vencer la crisis de legitima-ción que la caracteriza.

La psicología social intenta con-quistar la bienquerencia de los legiti-madores tanto académico-científicos

como sociales. Y el esfuerzo por que-rer ser científica según los patronesdel santuario académico, puede ale-jarla de hecho de la implicación so-cial.

Por otra parte, el privilegio de loselementos predictivos o explicativosen el enfoque diferenciador de unaciencia sin duda cantona a la psicolo-gía social en niveles altamente dispa-res, favoreciendo, respectivamente, lavertiente descriptiva o histórica delacontecer humano.

Atentos a las querellas epistemoló-gicas sobre la psicología social, nuncaquizá mejor situados para que poda-mos desarrollar una psicología socialacorde con nuestra idiosincrasia y enconformidad con las opciones crítica-mente más avanzadas en el panoramade la ciencia occidental.

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Y en este sentido el acercamientoa los problemas que entre nosotrosson relevantes creemos merecen elaplauso.

Así, ante la crisis hoy sufrida porla cultura occidental y tan sentida porlas instancias tradicionalmente acos-tumbradas al dominio de la situación,cabe poner sobre el tapete del que-hacer científico del psicosociólogo elestudio de los procesos de influenciasocial.

El resurgir de las minorías, orgu-llosas de su autonomía, de su identi-dad y de su diferenciación, empujóa los psicosociólogos a estudiar losprocesos involucrados en la influen-cia social de los marginales *.

No por nada la psicosociología ex-plícita una de las raíces de su crisisen la compaginación de las vertientesindividuales y colectivas del compor-tamiento humano.

La psicosociología, al estudiar elcomportamiento concreto del hombreen situación social, afirmaba la urdim-bre múltiple de todo comportamiento.Urdimbre que implicaba «encarnar»la tarea del psicosociólogo en un con-texto determinado y sin miedo a des-enmascarar tanto sus propias limita-ciones ideológicas como las de quie-nes ocupan puestos de dominio.

El esfuerzo actual de la psicosocio-logía europea con el primer impactode la obra de Moscovici (1979) ha su-puesto introducir realismo en el estu-dio de la psicosociología.

Frente a un modelo funcionalistapreocupado por la uniformización so-cial, por el control social, en un siste-

* Marginal por oposición a margina-do es el sujeto creativo original, inde-pendiente, que es consciente de su "su-jetamiento" e intenta liberarse del mis-mo. El marginado es el sujeto sujetadoe incapacitado fácticamente para lucharpor su independencia.

ma social supuestamente óptimo, es-table, en el que la influencia sólo seconcibe como expresión de las rela-ciones de poder habidas en otro cam-po y, en todo caso, como simple re-formismo desde arriba (cfr. Hollan-der, 1960, con su teoría del «créditoidiosincrático»). Moscovici ha sabidointroducir un modelo genético o inter-accionista para el que la aparente es-tabilidad de un sistema es sólo unmomento en un proceso de cambio so-cial, las normas serían coyunturalesy la marginación necesaria cuando fue-ra innovadora.

Que el modelo funcionalista se ha-ya desarrollado básicamente a partirdel influjo norteamericano, no deja deconfirmar la importancia del entrama-do ideológico-situacional del investi-gador. A la dependencia concreta cla-ve de unos se opone la negociacióninteractiva de los otros.

Además, en un momento de cam-bio acelerado en que la urgencia porvivir se interactúa con el sentido prag-mático de las realizaciones, inclusoteórica, nada más pertinente que elsurgir de una psicosociología de la mo-dificación social en pro de una psico-sociología colectiva.

La prolongación de la teoría deMoscovici, que nos ofrece Mugny, tie-ne el mérito de proponer un conteni-do coherente en un campo rico en ex-perimentaciones fragmentadas, a lapar que se integra plenamente dentrodel marco teórico sobre la articula-ción de niveles (Doise, 1979).

El acercamiento teórico a las ex-plicaciones que la psicosociología pro-pugna en el estudio de los fenómenossociales, de los procesos que articulanlos diversos niveles de análisis de larealidad social sin duda permiten unaconcepción de la psicosociología másdefinitiva que las simples disputas so-

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bre metodología y jerarquización desus objetos de estudio.

En este caso concreto, el esfuerzopor esclarecer los procesos de influen-cia social en los grupos minoritariosarroja, sin duda, luz paradigmática pa-ra futuros estudios.

Por otra parte, el rigor del estudiojunto a la opción en favor del acer-camiento experimental, añade a la teo-ría propuesta, tal seriedad que, sinduda, marca un hilo señero pródigoen fecundos resultados para el deve-nir de la psicosociología.

Rompiendo lanzas en pro del es-tudio de los procesos por los que lasminorías llegan a influir en las mayo-rías, el autor no ha rehuido su com-promiso político, ni mucho menos.

Sin duda, en un momento especial-mente sensible a la negociación y alrespecto de la idiosincracia «sabida»,resultará pertinente recordar las con-clusiones que nos ofrece Mugny.

La teoría de la consistencia, expre-sada por Moscovici, se matiza dentrode un contexto amplio de relacionesde la minoría, no sólo con el poderestablecido y las normas establecidas,sino también con la población a laque intenta influenciar. Los estilos dela negociación de la minoría, junto alos modos de representación de quedispone la población, son elementosmoduladores de dicha influencia.

Por otra parte, el conocimiento delos mecanismos de encubrimiento conque el poder establecido enmascaralas relaciones sociales, especialmentela naturalización de las normas esta-blecidas, sin duda será un aldabonazoen el intento por afirmar nuestra pro-pia identidad social.

Pues, sin duda, la influencia social,matizada por la imagen positiva o ne-gativa que de la marginalidad se nostransmite, repercute en la propia iden-

tidad psicosocial. Aceptar una influen-cia es ajustarse a los modelos estereo-tipados de los grupos de referencia yde pertenencia de la fuente emisora.

No es puro azar que sea en Gine-bra donde compensando el cariz indi-vidualizante, de nivel 1 \ de la teoríapiagetiana, arraigue la formulación dela teoría de los niveles. Luchando porrescatar a la psicosociología de los va-lles del psicologismo y dentro del cam-po de la influencia social minoritaria,el autor sabe tener en cuenta opor-tunamente la riqueza propia de losdiferentes niveles con que podemosanalizar la realidad social.

Ahora quisiera rememorar algunosde los puntos críticos que, con ocasióndel seminario de Doise en Ginebraen febrero de 1979 y en presencia deMoscovici, se pusieron sobre el ta-pete.

1 "Tal y como Doise ha demostrado,un mismo fenómeno puede recibir ex-plicaciones que se sitúan en diferentesniveles. Básicamente se distinguen cua-tro niveles:

O bien se busca la explicación del fe-nómeno en los procesos que puedencaptarse a nivel individual (interesanentonces los "afectos" y las modalida-des de tratamiento de la informaciónque recibe el organismo);

O bien... se intentará explicar el fe-nómeno estudiado únicamente en térmi-nos de relaciones "inmediatas" que seentablan entre dos o más individuos.

(...) Existe un tercer nivel que fun-damenta su explicación en las posicio-nes sociales que ocupa el individuo olos individuos cuyo comportamiento seestudia. Se dirá que los "sujetos" se in-sertan en las relaciones que mantienencon los grupos sociales y las categoríassociales a las que pertenecen o no.

Finalmente, un cuarto nivel de expli-cación considera las normas más gene-rales de comportamiento de una socie-dad y, pues, de la ideología dominanteen un momento determinado de la his-toria de dicha sociedad." (MUGNY, 1981,p. 5.)

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Fácil sería pensar que la teoría delos niveles de articulación (Doise,1979) viene a ser un compromiso desolución a la crisis del método expe-rimental con su polémica entre unapsicosociología basada en el indivi-duo o basada en lo colectivo.

Pero no se trata de compromiso,sino de una teoría explicativa que ar-ticula los diferentes niveles por losque tanto desde el individuo comodesde lo colectivo pueden compren-derse los mecanismos sociales. Igual-mente, esta teoría pudiera ser una al-ternativa reconciliatoria dentro de lapsicosociología europea en su críticaal marxismo; ya que, incluyendo te-mas del análisis marxista, introduceun acercamiento no marxista de losmismos.

Pero, sin duda, subsisten pregun-tas básicas sin resolver:

— ¿ Acaso los niveles son reales osimples entes epistemológicos?

— La desarticulación de los nive-les, que hasta ahora servían debase para la diferenciación dedisciplinas como la psicología,la psicosociología y la sociolo-gía, al desaparecer en pro deuna solubilidad articulatoria,¿no supondrá la aniquilación deanteriores disciplinas en favorde una psicosociología de am-plias fronteras?

Y, en este caso, el fácil paso deun nivel a otro, ¿no puede ser la tác-tica escurridiza de un diletantismocientífico que permite saltar de uno aotro siempre que surjan dificultadesen un nivel concreto?

Además, el vínculo que existe en-tre los diferentes niveles, ¿implicacausalidad en el nivel 4, mientras quelos otros tres son simples moderado-res?, o ¿los cuatro niveles son si-

multáneamente explicativos? ¿El he-cho de privilegiar los niveles 3 y 4 su-pone un juicio crítico recriminativo so-bre los experimentadores que hastaahora han solido limitarse a los nive-les 1 y 2?

Así, en el clásico experimento deAsch (1951 y 1956), el efecto de dis-criminación perceptiva desde una pers-pectiva de nivel 2 se trata de un pro-blema de conformidad con la mayo-ría, y desde una perspectiva de nivel 4el grupo del experimento (aunque ma-yoritario numéricamente en la situa-ción) es minoritario respecto a la nor-ma social imperante (Mugny y Papas-tamou, 1979). En ambos casos lasconfirmaciones son generales y váli-das. ¿En dónde se sitúa, pues, el ob-jeto real de la psicosociología? ¿Enqué nivel?

No cabe duda de que permanecenmuchas preguntas en el aire. Pero ca-be resaltar cómo la teoría de los ni-veles acepta el protagonismo dinami-zante del nivel 4, como luz que atra-viesa los otros niveles. Esta transver-salidad, analógicamente valorizada porlos institucionalistas franceses (La-passade, 1975), articula los diferentesniveles sincrónica y diacrónicamente.

Sin duda nos hallamos ante el alum-bramiento de una psicosociología al-tamente comprometida en el quehacerpolítico a la vez que exigentementeajustada al caminar del trabajo expe-rimental.

La teoría de Mugny sobre la in-fluencia social de grupos minoritariospodrá ser discutida en el alcance con-creto de alguno de los experimentosreseñados, pero, sin duda, tiene el mé-rito de presentar una síntesis cohe-rente, comprensiva, implicadora y fun-cional.

El esfuerzo por esclarecer científi-camente los procesos involucrados en

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el quehacer creativo de las minorías,ha de permitirnos disponer de los ins-trumentos de análisis y modificaciónsuficientes, como para incidir respon-sablemente en la vida política de cadadía.

Leyendo a Mugny uno se percatade que las críticas sobre la artificiali-dad de la psicosociología o sobre sufunción garante de la ideología domi-nante, se esfuman y, en cambio, sealumbra una psicosociología de la rup-tura, de la marginalidad, hecha de

REFERENCIAS

HOLLANDER, E. P. (1960): "Competenceand conformity in the acceptance ofinfluence", Journal of Abnormal andSocial Psychology, 61, 360-365.

Moscovia, S. (1979): Psychologie desminorités actives. París, Presses Uni-

creatividad, empeño y coraje. Nadiemejor que el psicosociólogo para com-prometerse en su rol de conciencia-dor, esclareciendo los procesos queencadenan o liberan la conducta delhombre en interacción.

A cuantos intentan propulsar unapsicosociología joven, científicamenteválida y socialmente comprometida, elestudio de Mugny les servirá de pau-ta y de acicate.

SILVERIO BARRIGA

versitaires de France (Trad. castella-na en Morata, 1981).

DOISE, W. (1976): L'articulation psycho-sociologique et les relations entregroupes. Bruxelles, De Boeck (Trad.castellana: Psicología social y relacio-nes entre grupos, Barcelona, Rol,1979).

La emigración española en la encrucijada.Marco general de la emigración de retorno

JOSÉ A. GARMENDIA (Comp.)(Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1981)

La emigración, uno de los fenóme-nos sociológicos que ha tenido mayorimportancia en la conformación de laestructura social española en los últi-mos años, es el objeto de estudio delpresente libro.

Su relevancia ha sido puesta de ma-nifiesto en múltiples estudios, y noes para menos si consideramos la im-portancia numérica que estos movi-mientos humanos han tenido, y su in-cidencia en la dinámica social de Es-paña.

Aunque las estadísticas proporcio-nadas por los organismos oficiales es-pañoles no son exactas, se cifra enunos tres millones y medio de perso-nas (de un censo de unos doce mi-llones de población activa), las que,

en 1970, estaban fuera de España,trabajando bien en América o enEuropa.

Las causas motivadoras de este im-portante fenómeno se sitúan casi ex-clusivamente en la esfera económica.A lo largo de los trabajos y en las en-cuestas realizadas a los emigrantes,se transluce que ese «espíritu aven-turero» del que nos han hablado, esuna pura falacia, es inexistente: esla más pura necesidad, en toda sucrudeza, la que mueve a los españo-les a emigrar.

El marco social y político en el quese sitúa el fenómeno migratorio hacereferencia al fin de la etapa autár-quica, en la que se encontraba la Es-paña franquista desde 1945. A par-

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tir del 57 comienza la recuperacióneconómica, la apertura al exterior, elflujo de turistas, con la consiguienteentrada de divisas, y que van a posi-bilitar el despegue económico. Losobreros españoles, pobremente paga-dos e incentivados por los salariosmás altos y por los niveles de vidadesplegados por los turistas de vaca-ciones en los lugares rurales, allí don-de precisamente esos estímulos demayor nivel de vida actuaban másfuertemente, unido a la insuficienciade puestos de trabajo y al fin de lapolítica económica del Gobierno, ten-dente al mantenimiento del pleno em-pleo, hicieron que el atractivo de laconsecución de salarios tres o cuatroveces más altos que en España, ade-más de una oferta de trabajo prácti-camente ilimitada, actuará como de-terminante para la emigración.

Pero esto, además, no sólo desdeun punto de vista particular, para lostrabajadores, sino de igual forma pa-ra el régimen, cuya funcionalidad fuepuesta de manifiesto por su ministrode Trabajo en febrero de 1964, quedeclaró que el Gobierno «considerala emigración española como una ne-cesidad provocada por los objetivosde nuestra política» \

Las consecuencias fueron claras. Elincipiente aperturismo político, unidoa la disminución de la oferta de fuer-za de trabajo, hizo posible el atenua-miento de las draconianas condicio-nes de trabajo y un inicio de actua-ción de los sindicatos. Por otro lado,y como reflejo de lo anterior, la emi-gración acudió en ayuda del sistemacomo fenómeno de evitación o ate-nuamiento de tensiones y conflictoslaborales.

Después de estas generalidades

1 Antonio BALLESTER HERRERA, Actuali-dad Económica, 22 febrero 1964.

acerca del fenómeno migratorio, dis-cutibles quizá en algún punto, queríaentrar en la consideración de otro as-pecto de no menor importancia: elretorno del emigrante, aspecto que nodebía de ser considerado de una for-ma aislada del estudio de la emigra-ción, por cuanto, como señala Gar-mendia, «... la inmensa mayoría delos emigrantes continentales, por nodecir la totalidad, salen de España conla idea del regreso definitivo».

No deja de resultar como mínimoparadójico que un libro que lleva co-mo segundo título (segundo por suubicación en la portada) Marco gene-ral de la emigración de retorno, ape-nas si dedica una sexta parte de él,de forma explícita, a abordar el tema.

Hay que tener presente que el abor-dar la problemática del retorno no pa-rece fácil. En primer lugar, un obs-táculo no desdeñable surge de la ac-titud de reserva, cuando no de francanegativa, bastante generalizada antelas encuestas. Este hecho es puestode manifiesto en la «Introducción»del libro, en el que nos muestra deforma clara dicho comportamiento:de 11.148 contactos, aceptaron serencuestados 1.568 retornados.

En segundo lugar, habría que si-tuar las dificultades de seguimientode un colectivo cuyo cálculo numé-rico, ya originariamente presenta pro-blemas. Si ya resulta difícil, por nodecir imposible poseer unas buenasestadísticas de emigrantes debido avarias razones (errores de cálculo enlas series, no consideración de la emi-gración clandestina, tratamiento «po-lítico» en la selección de datos), cuan-to más no va a suponer el tenerlas deretornados: el problema lógicamentese multiplica.

Por último, las mismas «ambicio-nes» del estudio ante el hecho de

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abordar también una problemática co-mo el retorno, cuando ya la emigra-ción por sí misma presenta importan-tes aspectos a tomar en consideraciónque llenarían el espacio y el tiempoque el autor quisiera concederles.

No obstante, si consideramos queemigración y retorno son dos momen-tos del «continuum» de la actividadsocial y laboral del individuo que emi-gra, momentos que van a marcar enun sentido o en otro, pensamos queel análisis conjunto de ambos fenó-menos, cuando ello sea posible, pue-de aportar valiosos datos para unamejor comprensión acerca de ciertasactitudes y comportamientos del emi-grante, así como posibilitar la puestaen marcha de aquellos mecanismosque hagan viable la plena integraciónsocial y laboral del retornado, proble-ma centra] de la política de retorno.

La parte tercera del libro (unas 70páginas) lleva el título de «El retor-no», aunque lo cierto es que, de lostres trabajos que lo componen, el pri-mero, «Análisis de entrevistas libresa emigrantes y expertos españoles»,apenas si lo toma en consideración.Los autores a través de 21 encuestasrealizadas en distintos puntos de Ale-mania, Suiza y Francia ponen de ma-nifiesto ciertas actitudes y problemasde los emigrantes (integración, mar-ginación, condiciones de trabajo, com-portamiento político y sindical, acti-tudes hacia la nueva sociedad...). Sepone fin al trabajo con la indagaciónacerca del retorno a España, encon-trando una actitud de gran escepti-cismo en cuanto a su posibilidad, porparte de los jóvenes en especial, anteel temor al paro. Este trabajo, con-siderando las escasas líneas que de-dica al tema y la trivialidad de lasconclusiones, no parece que suponga

una aportación que merezca mayor in-terés, si no es su crítica.

Caso distinto es el segundo traba-jo «Algunos problemas básicos deajustamiento y desviación en la re-adaptación del emigrante de retorno».

Parece ser que todos los autoresestán de acuerdo en reconocer queuno de los problemas fundamentalesdel retornado (dejando aparte el delempleo), es el de la readaptación, re-adaptación que supone serios proble-mas por cuanto la sociedad en la queva a vivir el retornado no es la pri-mitiva ya que, por lo general, estácondenado a una segunda emigraciónimpuesta por las nuevas condicioneslaborales en las que se encuentra elretornado. El autor va a ver cómoeste proceso en sus dos vertientes(ajustamiento-desviación) se encuen-tra influido por ciertas variables (cua-lificación del retornado...), así comoalgunos aspectos que operan en elproceso de readaptación del emigran-te (interés por la política, actividadsindical...).

Partiendo del hecho de que se haproducido un cambio en la estructuraocupacional del emigrante (ya que és-te ejercía originariamente en su mayo-ría una actividad agrícola), deduce elautor que se ha tenido que operar almismo tiempo algún cambio de acti-tudes, de ideología, consecuencia delas nuevas vivencias a las que ha es-tado sometido el emigrante, y es pre-cisamente por esta vía de las nuevasexperiencias vividas por el emigrantecómo se verifican las posibles modi-ficaciones actitudinales, ya que no pa-rece que el contacto con una culturaque los emigrantes sienten absoluta-mente ajena a ellos y prácticamentesin conexiones con la propia, opereen el sentido de modificar éstas.

Esto nos introduce en dos proble-

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mas: el de la integración cultural, omejor no adaptación a la cultura glo-bal, que el autor trata en otro artícu-lo y del que se hablará más adelante,y el de qué forma esas nuevas expe-riencias van a guiar o señalar el pro-ceso de readaptación. Así, el emigran-te a su regreso se inclinará por unaubicación laboral más industrial quela de origen, produciéndose por tantouna segunda emigración, que si bienno es tan traumática para el individuocomo la primera, por existir una ma-yor afinidad de carácter, lengua, etc.,no deja de originar en él desajustes ytensiones.

Según el autor, existen algunas va-riables que pueden explicar las dife-rentes actitudes ante la readaptación,y ése es el case de la variable «capa-cidad profesional». Así, considera queexiste una relación directa entre elgrado de capacitación-formación pro-fesional y la voluntad de comunica-ción-participación-adaptación del emi-grante en las sociedades receptoras, ypor extensión, se puede sospechar queocurre algo similar con respecto a losprocesos de adaptación y conflicto delretornado en España. Esto parece serevidente y demostrable, siempre ycuando las diferencias de ocupacióndel emigrante en los países emisor yreceptor no sean excesivas, ya que encaso contrario la frustración ocasiona-da por el descenso de status socioló-gico puede producir serias tensionesque impidan el proceso de adaptación.Esto con respecto a la emigración deretorno.

En cuanto a la situación del emi-grante en el país receptor, si tenemosen cuenta, como ya se dijo antes, quela inmensa mayoría de la mano deobra emigrante procede de un mediorural con relaciones vitales y formasde trabajo tradicionales cabe esperar

que los problemas no vengan tantopor el lado de la frustración ante unasexpectativas que no se cumplen en elpaís receptor, como por el cambio tanabsoluto que supone la entrada labo-ral en un medio industrial avanzadoante la incapacidad manifiesta de com-prensión del proceso en el que está in-merso por esa misma falta de prepa-ración.

Considera el autor que una medidade la capacidad de readaptación yparticipación en la sociedad de origenpuede ser la variable «grado de inte-rés por la política», encontrando que,para el caso de los emigrantes retor-nados, es superior a la media nacionalpara 1975. Esto, según el autor,«... viene a corroborar el impacto dela experiencia migratoria en la poli-tización del retornado», conclusión enla que no parece que estén de acuerdootros trabajos, y que se comentarámás adelante. Observa también el au-tor la dependencia existente entre lapreparación técnico - profesional «departida» y el posterior interés de par-ticipación política al volver a la so-ciedad de origen, y concluye afirman-do que la capacitación profesional yla voluntad de participación social es-tán, sin duda, estrechamente relacio-nadas.

Por último, el autor expone unproyecto de acción política para laemigración de retorno. Los campos deactuación serían tres: la propia socie-dad de emigración, que tendría comomisión fundamental el entrenamientodel emigrante para hacer más rentablela venta de su fuerza de trabajo, asícomo la puesta en marcha de un buenservicio de información del mercadode trabajo y otras medidas sociales;la sociedad receptora, que tendría queocuparse de manera preferente de ha-cer realmente operativo el principio

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de «igualdad de oportunidades» encuanto a posibilidades de formacióny capacitación de los emigrantes, y dela creación de filiales de empresas conemigrantes en los países de emigra-ción; y por último, desde ambas so-ciedades al mismo tiempo, realizandouna política conjunta de «rotación deemigrantes» es decir, regulando el re-levo periódico de éstos.

Uno de los aspectos más destaca-bles de fenómeno migratorio es el re-lativo al papel que cumple la emigra-ción como modelador y fuerza actuan-te de primer género en la interioriza-ción de los valores y pautas de loque se ha dado en llamar sociedadesde capitalismo avanzado. Esta asun-ción de nuevas normas de conducta,creemos que eminentemente labora-les, son las que pone de manifiesto elautor en el trabajo «Análisis de en-cuestas a Directores de Personal».

A través de 86 encuestas efectua-das a directores de personal (71 conemigrantes y 15 sin ellos), el autor in-tenta poner de manifiesto hasta quépunto actúan los prejuicios en la per-cepción de las características del re-tornado, contrastando los datos conlos resultados de las encuestas lleva-das a cabo entre directores de perso-nal sin emigrantes en sus empresas.

Así, encuentra el autor que los di-rectores de personal son emigrantesen sus empresas, piensan que éstosson más trabajadores, tienen una ma-yor estabilidad laboral y una mejorpreparación técnica que el resto de laplantilla, percepción que se acentúaen el caso de los que no tienen emi-grantes.

En cuanto a la actividad política ysindical, el emigrante retornado esmenos conflictivo y sus reivindicacio-nes son eminentemente de carácter la-boral (mayor racionalización, mejora

de las condiciones generales de tra-bajo...).

A partir de las conclusiones que elautor saca no parece que se pueda de-ducir una mayor politización del emi-grante retornado como el autor deltrabajo anterior comenta, sino másbien todo lo contrario: una mayoraceptación del orden social y laboralestablecido.

Para finalizar con la problemáticadel retorno hay que mencionar el in-tento de cuantificación llevado a caboen otro artículo no englobado preci-samente en la parte del retorno, peroque, para seguir la temática iniciada,se comentará ahora.

Para realizar esta tarea el autorparte del número de emigrantes con-tinentales asistidos por el I.E.E. enun cierto período, cifra a la que aña-de un 50 por 100 de emigrantes clan-destinos que, según la mayoría de losautores, es la media de los no asis-tidos.

Por otro lado, considera la manode obra española ocupada en los paí-ses de destino al final del último añodel período considerado. El saldo mi-gratorio vendría dado, por tanto, porla diferencia entre los dos valoresconsiderados, es decir, emigrantesclandestinos, menos la mano de obraocupada en cada país de destino alfinal del último año del período con-siderado.

La elección de una metodologíade trabajo correcta es el primer pasopara el desarrollo de una investigaciónque aspire a ser rigurosa. A veces esla única libertad que se puede permi-tir el científico social: el recurso asu independencia metodológica comoúnica elección «libre» llena la activi-dad de más de un científico social.

El uso de una determinada técnicaen el estudio de un cierto fenómeno

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está claro que no excluye el uso deotra u otras que, además, pueden sermás operativas según el aspecto deque se trate del fenómeno general.Pero, además, es que dada la diver-sidad axiológica del trabajo presente,quizá por eso mismo, la diversidadmetodológica existente era, sin duda,una condición necesaria para poderabordar determinados aspectos del fe-nómeno migratorio.

Las dos técnicas de trabajo mayo-ritariamente utilizadas (encuestas yestadísticas) adolecen en sus resul-tados de serios problemas, teniendoque ser tratados los datos proporcio-nados por ellas con toda reserva, porcuanto, como hemos dicho más arri-ba, son métodos que padecen de cla-ros inconvenientes (falta de aleato-riedad, rigidez en las respuestas delcuestionario, el primero, y estadísti-cas poco veraces, el segundo).

Tampoco existe una uniformidadaxiológica, como se ha dicho más arri-ba. Cada autor ha valorado distintosaspectos del fenómeno migratorio, loque contribuye a ofrecernos una pa-norámica bastante amplia del fenóme-no migratorio.

Por fin, y para terminar, inten-taremos resumir uno de los trabajosque consideramos más interesantes,por cuanto nos parece que aborda unaspecto del fenómeno migratorio nomuy estudiado: el papel que desem-peña la familia y la escuela en el pro-ceso de socialización, adaptación ycontrol de las familias afectadas porla emigración.

La elección de este artículo se hahecho en base a lo que suponemosque es un aporte considerable en elestudio del fenómeno migratorio.

La reflexión sobre aspectos talescomo el demográfico o el contextosocio-económico de la emigración,

pensamos que han sido abordadoscon más frecuencia, y que estos tra-bajos, aun siendo interesantes, cree-mos que no proporcionan nada nuevoa su conocimiento. Sin embargo, auncuando es sobradamente conocido elpapel que la institución familiar yeducativa desempeña en la vida delindividuo (socialización, colocaciónsocial...) la explicitación de cómoopera «en concreto» en las familiascon miembros en la emigración, cuan-do precisamente esta situación las haceconvertirse en la antitesis, en la con-tradicción de lo que es una familia(que se define por sus funciones),nos parece que además de ampliarnuestro conocimiento de tales institu-ciones en general y en situación «nor-mal», puede servir, al mismo tiempo,para desentrañar ciertos comporta-mientos del emigrante y de su fa-milia.

Resulta sumamente clarificador delverdadero papel que desempeña unainstitución ver cómo ésta se mantiene,aun cuando deja de cumplir las fun-ciones para las que ha sido creada. Lafalta de lógica aparente de esta situa-ción, nos remite necesariamente al pa-pel capital que desempeña para laestabilidad del sistema, estabilidad lo-grada mediante la socialización delindividuo en las normas imperantes.

El autor, a lo largo de las páginasde su trabajo, va a analizar cómo elcapitalismo necesita para la consecu-ción de sus objetivos (léase mayoresbeneficios) producir una fuerza de tra-bajo disciplinada. Para el logro de estameta tendrá como inestimables apoyosla familia y la escuela.

Del hecho de que el emigrante dejesu familia en el país de origen se vana derivar, según el autor, una serie dehechos. Para la mujer va a suponeruna situación de inseguridad y tensión

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constantes, debido a los problemas in-mediatos a los que tiene que hacerfrente sin ayuda del marido, unido auna permanente represión sexual. Paralos hijos va a incidir este hecho devarias formas. De un lado, la falta deuna situación afectiva sana va a propi-ciar un rendimiento académico másbajo y una orientación escolar haciafuturos oficios seguros y rápidos; deotro, el sin sentido de la permanenciadel rol tradicional del padre (cuandoéste está fuera) puede provocar en loshijos reacciones de sumisión incondi-cional o de rebelión. En lo que respec-ta a la vida del emigrante, la explota-ción, la difuminación de la concienciade clase y la paralela producción deuna específica ideología (el recuerdode la patria y la diferenciación quelos separa de la población autóctona).

Piensa el autor que el hecho de queemigren padres e hijos tiene un graninterés funcional, ya que «el equilibrioy la estabilidad emocional que se su-pone produce la mujer, sigue actuan-do, el trabajador rinde más, y el ca-rácter insular y segregado que revistela familia emigrante, la hace conservarlos valores de su sociedad de origen».Como contrapartida, surgen los pro-blemas de vivienda, de educación delos hijos y adaptación al nuevo habi-tat. Los problemas de educación delos hijos adquieren especial relevancia,problemas que vienen dados por lasdificultades del idioma y las de adap-tación al sistema educativo del paísreceptor: como resultado, el bajo ren-dimiento académico y la consiguientemarginación ¡y segregación de los hijosde emigrantes.

Este conglomerado de situacionespenosas hace que el emigrante y sufamilia se aisle, viva separado de lasociedad en la que habita y que losúnicos contactos que realice sea entre

trabajadores de su misma proceden-cia. Esto favorece la separación entrelas capas de trabajadores naturales delpaís y los emigrantes, favoreciendo laestabilidad social y diluyendo la con-ciencia de clase.

Pero junto o al mismo tiempo quese produce esta situación de aislamien-to de la familia emigrante, se operaotro proceso de distinto signo. «Si lamarginación puede reforzar el univer-so axiológico, cultural y normativoque la familia ha abandonado espa-cialmente, la adaptación a los criteriosde la vida cotidiana en la sociedad re-ceptora transformará ciertos esquemasy rituales de este núcleo familiar enla línea de la modernización, de laadaptación a las nuevas exigencias dela producción y del consenso: reduc-ción de la natalidad, salida de la mujerdel ámbito del hogar para incardinarseen el mundo laboral, cierto reparto delas tareas domésticas, etc.»

Pero es esto todo lo que está dis-puesto a permitirle la sociedad recep-tora, ya que de lo que se trata es deimpedir que el emigrante se llegue aintegrar en ella: lo único que tienenque interiorizar es el espíritu de sacri-ficio y la disciplina del trabajo. Paraevitar esta integración, la sociedad re-ceptora favorecerá la puesta en marchade toda una serie de mecanismos: «lafamilia como institución monopoliza-dora del afecto y de la seguridad (puesla sociedad es la amenaza, el riesgo,la explotación); la memoria de la pa-tria como lugar exclusivo para vivir(trabajar ya es otra cosa, se trabajaallí donde quiere el capitalismo) y elahorro como medio que compense lasfatigas de la emigración y cubra uneventual desempleo».

La familia amortiguará las tensionessociales, creando un clima de seguri-dad v neutralizando los conflictos al

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mismo tiempo que dará sentido a laemigración del trabajador, siendo el«reclamo de la emigración» y el «se-guro de que dispone el poder paraseguir explotando bajo nuevas formasal trabajador».

Pero no obstante, piensa el autor,estas funciones mantenedoras del or-den social no pueden ser llevadas acabo sin la modernización de la es-tructura familiar. En esta línea está laadopción de nuevas pautas en lo rela-tivo al número de hijos (que se ajustaal de la sociedad receptora, disminu-yendo, por tanto) y la ruptura tempo-ral con el primitivo grupo familiar,para formar otro en el país receptor,pero que en última instancia lo quehace es impedir que el emigrante rom-pa con la institución.

Sostiene el autor que el sistemaeducativo se manifiesta como uno delos mecanismos más eficaces para man-tener a las personas en la dominación,ya que «disciplina a los individuos,racionaliza la desigualdad y transfiereel conflicto social a una instituciónque lo neutraliza», convirtiéndose la

escuela en el elemento clave para elmantenimiento del orden, ya que ellaviene a rellenar el hueco de vacío deautoridad dejado por el padre, facili-tando, al mismo tiempo, el paso de lafamilia tradicional a la moderna.

La condición de trabajador emi-grante va a determinar, según el au-tor, la de sus hijos en el sistema esco-lar: la segregación cultural y socialserá la respuesta del sistema educati-vo ante las demandas de una equipa-ración de educación con los nativos,segregación, segregación de la que esbuena muestra la creación de las «cla-ses especiales experimentales» y quese va a mantener mediante el recur-so por parte del sistema educativoa la «enfermedad mental, el bilingüis-mo y el biculturalismo» de los hi-jos de los emigrantes, viéndose así«... reducidos a un mecanismo esco-lar que les lleva al extremo opuestode aquellas expectativas falsamenteintroyectadas por el trabajador emi-grante».

AURORA ROJO

La clase obrera en la transición democrática

VÍCTOR PÉREZ DÍAZ

(Fundación del INI, 1980)

En plena etapa de transición de-mocrática, mientras las fuerzas políti-cas redactaban por consenso la nue-va Constitución española y, al mismotiempo, intentaban paliar los efectosde la crisis económica mediante la fir-ma de los Pactos de la Moncloa, losobreros españoles estrenaban eleccio-nes sindicales libres, dejando atrás el

largo período de pasividad obligadade la dictadura para integrarse en otronuevo donde no solamente podríanmanifestar sus deseos y aspiraciones,sino que eran requeridos por todas lasorganizaciones políticas para que par-ticiparan, mediante el voto y manifes-taciones populares en la configuracióndel nuevo orden democrático que se

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estaba constituyendo. En un corto es-pacio de tiempo (aproximadamentedos años) la sociedad civil española seve inmersa en un período de transfor-mación que, si bien no es profundo, síes lo suficientemente fuerte como paraprovocar, al menos en su inicio, cam-bios sustanciales en las actitudes, ex-pectativas y en las conductas de losdiferentes grupos sociales, especial-mente en la clase obrera por habersido ésta la que sufrió en el régimenanterior las mayores limitaciones paraconseguir que sus aspiraciones e inte-reses fueran tenidos en cuenta, posi-bilidad que se abría con el nuevo régi-men al contar con organizaciones—partidos y sindicatos— que la re-presentaban, capaces de forzar queestos intereses fueran considerados yde participar a través de ellas en elnuevo orden social y económico.

El proceso de cambio político esta-ba en marcha, ahora había que conocercuál era el grado de vinculación de ladase obrera en este nuevo orden polí-tico y a través de él en el orden socialy económico.

Al estudio científico de la implica-ción de los trabajadores en la reciéncreada democracia española van diri-gidas las investigaciones de Víctor Pé-rez Díaz, realizadas en el invierno1978-79 en el marco del Programa deInvestigaciones Sociológicas de la Fun-dación del INI y parte de las cualesestán recogidas en su último libro:Clase obrera, orden social y concien-cia de clase \ El libro, basado en losresultados obtenidos a lo largo de unarigurosa investigación empírica pormedio de un formulario cuidadosa-mente elaborado y al cual han respon-dido más de 3.500 trabajadores, no

1 Víctor PÉREZ DÍAZ, Clase obrera, or-den social y conciencia de clase. Fun-dación del INI (1980).

sólo aporta una valiosa informaciónacerca de las tendencias y opinionesde la clase obrera, sino una interpre-tación de la evidencia empírica obte-nida, la cual se convierte en un im-portante punto de partida para reali-zar un debate que lleve hacia un ma-yor conocimiento de la clase obreraespañola y, por tanto, ayude a com-prender y esclarecer la compleja es-tructura social española.

El volumen está compuesto por tresestudios sociológicos sobre las opinio-nes y la conducta de los obreros es-pañoles ante la vida política y econó-mica del país. El autor comienza lla-mando la atención sobre la dificultadpara definir a la clase obrera y parafijar sus límites «donde a veces seincluyen segmentos muy amplios delos asalariados de la Industria, Servi-cios e incluso de la Agricultura» ysobre la importancia de este gruposocial a. la hora de intentar cambiossustanciales en la estructura econó-mica y social del país, en especialpara todas las estrategias políticas ysindicales que tienen como objetivo,a medio o largo plazo, la transforma-ción socialista de la sociedad.

En el primer trabajo, Víctor PérezDíaz se pregunta sobre el modo deinserción - antagonismo de la claseobrera en el orden social, entendidoéste como el conjunto de cuatro sub-sistemas de relaciones sociales: el eco-nómico, el político, el cultural y socialo societal.

La adhesión de los obreros espa-ñoles a las instituciones políticas de-mocráticas, parece suficientemente de-mostrada por el alto porcentaje departicipación en las consultas electora-les celebradas en los años 1976, 1977y 1979. Además, es legítimo pensarque esta adhesión es consciente y sóli-da, dado los sentimientos políticos ex-

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presados, cuándo y dónde era posibledurante el régimen anterior y la con-ducta efectiva, no sólo electoral, delos trabajadores en la etapa actual.Hay que hacer la distinción entre laclase obrera y los partidos políticos y,si bien el apoyo popular se manifiestaa través del voto, hay que analizar lasexpectativas que hay detrás de esevoto, su sentido y si ese apoyo semantiene, y cómo, en los períodos noelectorales. Dado que el grado de afi-liación a partidos entre la clase obreraes muy bajo (escasamente un 6 porciento repartidos, de manera priori-taria, entre partidos de izquierdas,PSOE y PC), hay que preguntarsesobre la mayoría no afiliada y sugrado de aceptación de la línea polí-tica de los partidos de izquierdas.Los resultados de la encuesta revelanuna ambigüedad. Si bien la clase obre-ra, en un espectro político de izquier-da a derecha, se ubica a la izquierda,símbolo de cambio ligado al desarrolloy al progreso, a la hora de un com-promiso real guardan cierta distanciarespecto a las ofertas de dichos parti-dos, al igual que con el Gobierno, yno parecen esperar de ellos la solu-ción de los grandes problemas. Laintención de voto es compatible conque la inmensa mayoría de los traba-jadores no creían en la existencia, niestaban a favor, de una alternativade la izquierda al Gobierno. La claseobrera acepta este sistema político yparticipa de él, pero con mucha caute-la tanto hacia el Gobierno como hacialos partidos de izquierdas a los cualesotorga su voto y no está dispuesta acomprometerse en actividades polí-ticas.

Para el estudio de la vinculaciónde la clase obrera al orden económico,Víctor Pérez Díaz analiza —siempreen base a los resultados obtenidos

por la encuesta— la conducta y acti-tudes frente a la empresa y los sindi-catos.

La actitud de gran parte de lostrabajadores hacia la empresa parecetener un alto grado de satisfacción ytolerancia, si bien, en el período estu-diado aumentó considerablemente laconflictividad y el absentismo laboral.Esto, que es una fuerte paradoja, dauna muestra de la complejidad detoda relación social y nos pone sobre-aviso de que el tema merece un trata-miento esmerado.

La tendencia favorable hacia la em-presa y su valoración positiva delpuesto de trabajo por parte de losobreros pueden estar motivadas, se-gún el autor, por un conjunto de fac-tores que van desde un incrementosustancial de nivel de vida en los últi-mos diez años, una debilidad negocia-dora por parte de la empresa y poruna suavización de la disciplina labo-ral y por la coyuntura crítica queatraviesa el mercado laboral que haceque los trabajadores refuercen el va-lor que conceden al disponer de unpuesto de trabajo.

En lo que respecta a la elevaciónde la conflictividad y el absentismo,Víctor Pérez Díaz dice que «estos he-chos no niegan los datos de satisfac-ción relativa en el puesto de trabajoy la empresa» y su explicación puedebuscarse en la frustración de unas ex-pectativas de alzas salariales generadaspor la experiencia anterior y los efec-tos de la inflación que ha traído unligero retroceso del nivel de vida,unido a «la disminución relativa delriesgo en los últimos años para elcolectivo obrero de los conflictos, re-lacionado con la debilidad negociado-ra de las empresas y con las condicio-nes legales generadas por la transiciónen una situación de crisis» y que posi-

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blemente hay un desplazamiento deactividades de reivindicación y protes-ta hacia el terreno de la empresa y lasrelaciones laborales, que puede estarmotivado por un aumento de descon-fianza hacia la evolución del marcoeconómico y social en los últimosaños, que ha generado altos índices deinflación y de paro, y por falta deconfianza en que el Gobierno y lasorganizaciones políticas y sindicalessean capaces de resolver el cúmulo deproblemas que el país tiene plantea-dos y dado que, también en el terrenopúblico de la política nacional, sindi-cal y municipal están reducidos a unpapel de espectadores, el único marcode actuación que les queda a los tra-bajadores es el de la empresa, dondepueden influir sobre aspectos y pro-blemas concretos dando salida a lacarga emocional —provocada por laimpotencia para resolver problemas deíndole más general— mediante ciertaforma de acción directa que les permi-ta resultados en el campo de la em-presa.

A pesar de su satisfacción relativacon las condiciones del puesto detrabajo, del equipo y del trato reci-bido y, por tanto, con la empresa, losobreros no la aceptan como una comu-nidad moral, ni a la autoridad empre-sarial como una autoridad legítima, ydesean una mayor información y par-ticipación en los temas de salarios, depolítica de personal y gestión econó-mica.

Respecto a los sindicatos, las dosterceras partes de los obreros espa-ñoles han optado por sindicatos declase de signo relativamente próximoy homogéneo, prioritariamente porCC OO y UGT. Nuevamente nos en-contramos aquí que su apoyo no esincondicional y que se refiere no sóloal contenido de la actividad, sino a

la forma de interacción dentro de laempresa entre el sindicato y el colec-tivo de trabajadores. Al igual queen la vida política existe una limita-ción en el apoyo a los partidos mayo-ritarios de izquierdas: PSOE y PC,el apoyo de la clase obrera es parciala las centrales sindicales y desean man-tener cierta autonomía y control di-recto sobre la acción colectiva en laempresa, optando prioritariamente, ala hora de establecer un órgano denegociación de un convenio, por lasAsambleas, aun siendo conscientes desu posibilidad de manipulación y porrepresentantes que puedan ser revo-cados en cualquier momento, si así lodeciden los trabajadores.

Cabría señalar que en la encuestarecogida en los últimos meses de 1979por APD 2 se ha detectado un rápidoproceso de disminución del fenómenoasambleario, hecho que puede estarrelacionado directamente con el aban-dono, cada vez más claro, de las posi-ciones asamblearias por parte de Co-misiones Obreras y su acercamiento ala política sindical de UGT, donde lasnegociaciones son llevadas por las cú-pulas sindicales.

Una vez analizados la vinculaciónde la clase obrera a los órdenes polí-tico y económico, queda por ver elgrado de implicación real en el régi-men capitalista como tal.

La implicación real queda de mani-fiesto en tanto que los obreros sonproductores y ejecutores de las tareasde producción en las empresas capita-listas y consumidores de bienes, nosólo materiales, sino culturales. Estoshechos irrefutables pueden ir unidosa una actitud de aburguesamiento o,

2 Asociación para el Progreso de laDirección, Estudio socio-laboral de laempresa española (primer análisis),1981.

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por el contrario, a una actitud suma-mente crítica, hay que conocer la va-loración global que la clase obrerahace del conjunto del sistema social ysu actitud frente a la conservación otransformación del sistema.

La clase obrera vota socialista ocomunista entre un 70 y un 15 porciento y se afilia a los sindicatos vin-culados a estos partidos en un porcen-taje mayoritario (aproximadamente un70 por 100)3.

Estas organizaciones tienen comoobjetivo estratégico a medio o largoplazo la consecución de un sistemasocialista, pero si sobre el cambio delsistema capitalista al socialista existenun gran cúmulo de sobreentendidos yambigüedades en aquellas organizacio-nes, aún mayores cuando son los tra-bajadores los que lo definen directa-mente.

Según el conjunto de opiniones re-cogidas entre la clase obrera no existeen ella un sentimiento general de re-chazo del orden capitalista y sí unapoyo al saneamiento del capitalismoen crisis, aunque esto no implica unsentimiento positivo de adhesión, sinouna ausencia de radical rechazo delmismo.

Considerando el conjunto de acti-tudes de los obreros ante la empresa,la política económica de los Pactos dela Moncloa y la valoración de suevolución en los últimos años y susexpectativas para los próximos cincoaños, el balance de esta consideraciónes la ausencia de una actitud críticahacia el orden socioeconómico existen-te. Aunque esto no signifique que lo

3 Para un conocimiento pormenoriza-do de la distribución de la clase obre-ra, así como de sus orientaciones polí-ticas y sindicales, véase Víctor PÉREZDÍAZ, Clase obrera, partidos y sindica-tos. Fundación del INI, Madrid, 1979.

acepten como tal y que no deseenciertas transformaciones importantesdel mismo, dichas transformacionesestán orientadas por el deseo de unamayor libertad o autonomía, tanto enla empresa como en las organizacionespolíticas y sindicales y la reduccióndel poder de una «minoría de pode-rosos» que impiden la reforma gradualde la sociedad y la distribución equi-tativa de los frutos del desarrolloeconómico.

Aunque se observa temor a la ca-pacidad de esa minoría para imponersus intereses, de este dato no puedeinferirse que la clase obrera tenga unapercepción de orden social como sis-tema basado en el enfrentamiento di-recto de dos clases antagónicas. Encualquier caso, la presente investiga-ción no agota el tema y se hace nece-saria una ulterior investigación máscompleta sobre este punto.

Es visible una importante adhesióny una valoración positiva del símbolo«socialismo», pero esa adhesión noimplica que se desee, hoy por hoy,una alteración radical del orden socio-económico existente, sino que ese so-cialismo presione para lograr un gra-do mayor de libertad y autonomía delos obreros con relación a todas lasorganizaciones, incluidas las de iz-quierdas, y consigan una reduccióndel poder de los «poderosos», y unamayor igualdad.

Las expectativas pueden parecermoderadas si se las compara con lasreferencias ideológicas radicales en eldiscurso de las organizaciones obrerassobre el socialismo, y cabe pensar quesi los obreros les votan apoyan esaspretensiones radicales, pero de hechoel contenido radical en los programasde dichas organizaciones es más bienconfuso y vacuo y se ha reducido engran medida al nivel de un complejo

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simbólico que provoca sentimientosde carácter muy general. Al analizarlos debates sobre el marxismo, comopor ejemplo, el que se dio en el PSOEen la primavera del 79 (en el que sóloun 30 por 100 de sus votantes tomópartido en las discusiones) cabe pensarque por estos temas la clase obreratiene escaso interés y que estos símbo-los son vistos como extremadamenteindeterminados.

Por otra parte, los que participanmayoritariamente en el debate sonsectores profesionales y otros segmen-tos de las clases medias que, a su vez,nutren la «Inteligentzia» radical y loscuadros de las organizaciones obreras.Si, como suponemos, no hay interésde los obreros por este tipo de deba-tes, estamos ante una estrategia norealista que acaba produciendo un«efecto alucinatorio que consiste enuna inversión de sobrecarga emocionalen la construcción de ideologías, unrechazo de la resistencia y del test dela realidad y una creencia implícita enla omnipotencia de las ideas».

Obreros, partidos y sindicatosante la crisis

El segundo estudio de este libroque venimos reseñando, tiene comofinalidad el análisis de las actitudesobreras y las estrategias políticas departidos y sindicatos ante la crisis ac-tual y la comprobación empírica deque el sistema democrático produceun mayor «consentimiento» obrerodel orden social, como resultado a undoble proceso de desarrollo de acuer-dos sustantivos y mecanismos de voz 4,

4 Término usado por el autor comoequivalente del ejercicio de expresión,presión y poder (p. 70). Víctor PÉREZDÍAZ, Clase obrera, orden social y con-ciencia de clase.

es decir, mediante un «contrato so-cial».

En períodos de crisis, como el queestamos atravesando, los factores queaseguran la acumulación del capitalchocan con los términos sustantivosdel contrato social, dando lugar a ten-sión entre los dos objetivos básicosdel sistema capitalista: obtener su le-gitimación y asegurar la acumulacióny el funcionamiento de la economía.En el pasado se obtuvo un ciertocompromiso entre ambos, y hoy hayque analizar si el acuerdo se consigueo si bien estamos en presencia de unacontradicción que se intensificará has-ta el colapso social, abriéndose la po-sibilidad objetiva de una transforma-ción hacia el socialismo con la quetantos marxistas sueñan.

Las organizaciones obreras frente ala crisis del sistema capitalista se en-cuentran en una difícil disyuntiva. Apesar de sus declaraciones, en los úl-timos años han actuado con bastantemoderación, pero manteniendo algúntipo de compromiso con el proyectode la transformación socialista, si bienni las organizaciones ni sus seguidoresestán convencidos de la transforma-ción socialista en la práctica, ya quelos trabajadores quieren conocer adónde se dirigen y tienen que atener-se al socialismo conocido, algo que nilos propios partidos desean, o bienaventurarse en un experimento socialprofundo, y para eso tiene que alber-gar intensos sentimientos de hostili-dad contra el sistema social vigente yuna fuerte adhesión hacia los partidosy, como se ha dicho anteriormente,no parece haber evidencia de que estossentimientos intensos se den entre lamayoría de la clase obrera, las res-puestas a la crisis de los partidos ysindicatos de izquierdas son de carác-ter implícito y ambiguo, favoreciendo

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que la discusión pública más que giraren torno al contenido de los progra-mas políticos y económicos, desvíe suatención hacia la confianza que debedarse a los líderes y partidos, elu-diendo así una alternativa clara al sis-tema y a los puntos conflictivos de lacrisis.

En los últimos veinte años, en laEuropa Occidental los trabajadores, através de los sindicatos, han consegui-do un importante grado de control so-bre el mercado de trabajo, poniendolímites a la libre decisión empresarialen cuestiones de política de empleo.La rigidez del mercado del trabajoha dado origen a un proceso diferen-ciador entre un núcleo de trabajadorescentrales (cualificados y semicualifi-cados) y otro de trabajadores margi-nales (emigrantes, mujeres, obrerossemi y descualificados).

Los sindicatos están compuestosprioritariamente por los trabajadorescentrales y la defensa de sus interesesocupa un lugar preferente en su actua-ción, pero se sienten obligados, porsus principios, a la defensa del con-junto de los trabajadores. Este con-flicto lo resuelven, en un principio,ocupándose principalmente de los in-tereses inmediatos de los trabajadorescentrales y denunciando al mismotiempo las consecuencias que esto tie-ne para los trabajadores marginales.Pero cuando la crisis se agudiza y lostrabajadores centrales sienten próximoel desempleo, y en los marginales seacentúa él sentido crítico, han deadoptar posturas en el debate sobreel capitalismo y la inversión privada,y ya que no son capaces de mantenerposturas marcadamente en contra ni afavor del capitalismo, han de optarpor una política ambigua que llevana cabo desviando la atención hacialos fines políticos, con una discusión

apresurada de los medios y enfrascán-dose en políticas indeterminadas ymediante un apoyo vago a una políticaeconómica similar a la del Gobierno,a cambio de un incremento sustancialde influencia en las decisiones, ejer-ciendo presión a favor de diferenteslíderes o distintas combinaciones depoder.

Con ello evitan un debate profundosobre la política económica e intentanque aumenten los sentimientos de des-confianza hacia el Gobierno y capita-lizar políticamente el descontento desectores de la población hacia el sis-tema capitalista, manteniendo un cier-to grado de radicalismo verbal quemantiene activos a parte de sus votan-tes que pueden ser utilizados comomedio de presión para conseguir que,en la revisión de los acuerdos sustan-tivos del contrato social, se intercam-bien las desventajas sobre ingresos yestabilidad de empleo por una mayorparticipación en el poder de las orga-nizaciones obreras.

Los obreros españoles, que a travésde sus actitudes en torno al capitalis-mo, el Gobierno, los empresarios ylos sindicatos manifiestan un bajo ni-vel de conciencia de clase, ante estapolítica consensuada y a pesar de queel refuerzo de los mecanismos de vozvan en detrimento de los acuerdos sus-tantivos en este período de crisis quese está atravesando, actúan dando granparte de su consentimiento y su apoyoal sistema político existente y a travésde él al orden social, siempre que semantenga alguna variante del contratosocial.

Para la afirmación de estos acertos,el autor se apoya durante todo el tra-bajo en la evidencia empírica obtenidaa lo largo de la investigación, en lacual nos introduce, mediante los datosrecogidos de investigaciones propias y

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ajenas, intercalándolos en sus inter-pretaciones personales.

Dentro del mismo apartado, PérezDíaz hace una valiosa exposición delorigen y del desarrollo de la crisis eneste país, así como del comportamien-to de la clase política española a lolargo de la década de los 70.

Cabe señalar que en el momentoactual, primavera del 81, los sindica-tos y partidos de izquierda se han des-prendido de buena parte de la ambi-güedad hacia el Esterna social. Estecambio hacia posiciones más modera-das (realistas) no sólo en los hechos,sino explícitamente, parece tener doscausas: el agravamiento de la crisis, ala que no se ve salida fuera del siste-ma y el peligro que para la continui-dad de las instituciones democráticassupone mantener un alto grado de en-frentamiento de clase. La «clase polí-tica» en su sector de izquierdas se hadado cuenta, después del intento delgolpe de Estado del 23 de febrero quela democracia se les puede ir de lasmanos si continúan manteniendo suretórica radical.

Por último, si una crítica ha de ha-cerse a este estudio, ésta ha de irencaminada a señalar la insuficienciadel método de investigación utilizadopara una aproximación rigurosa a al-gunos aspectos concretos de la reali-dad que se desea conocer. Si bien elautor, a lo largo del libro mencionaexplícitamente estas limitaciones, nopor ello deja de hacer una serie deafirmaciones que, en mi opinión, de-berían ser nuevamente consideradas ala luz de las interpretaciones que ha-gan los propios trabajadores del con-junto de los datos recogidos en elestudio y de las conclusiones a las quellega el investigador, obteniendo así lavalidez o invalidez, total o parcial, delos resultados de la investigación. Deesta forma no sólo se convierte a lostrabajadores obreros en sujetos activosde la investigación, sino que se esta-blece una dialéctica entre la subjetivi-dad obrera y la objetividad del cientí-fico que nos llevaría hacia una com-prensión más ajustada y precisa de larealidad.

ALICIA GARCÍA FRUTOS

La formación de sociólogos en las Universidades de los países socialistas

R. SCH ILLER

(VII Crónica e Información. Comité Central del Partido Socialista Unificadode Alemania, República Democrática Alemana. En la Revista Internacionalde Países Socialistas, La Educación Superior Contemporánea, núm. 4-28-1979,

editada en La Habana, Cuba)

Uno de «los» temas —o, quizá,«el» tema— de que se habla actual-mente en la Facultad de Ciencias Po-líticas y Sociología de la UniversidadComplutense es el de la posibilidadde convertirla en Facultad Experimen-tal. Pero el planteo es, en realidad,

mucho más amplio y afecta a toda laenseñanza de la Sociología en España:se trata de la formación de sociólogos(cómo, para qué) y, obviamente, de su«compromiso» en un tipo de sociedadcomo la nuestra.

A propósito del mismo, existe un

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material que puede ser de interés paraun análisis comparativo y de utilidadpara «una» reflexión. Se trata de lacrónica publicada en la revista prece-dentemente citada sobre la Conferen-cia de Jefes de Cátedras de FilosofíaMarxista Leninista, Economía Política,Comunismo Científico, Historia delMovimiento Obrero y Sociología delas Universidades de 10 países socia-listas, realizada en Leizing entre el 24y el 26 de enero de 1979.

En ella participaron 120 Jefes deCátedra procedentes de Bulgaria, Hun-gría, Vietnam, R. D. Alemana, Cuba,Mongolia, Polonia, Rumania, URSS yChecoslovaquia, y según la crónica,hubo unidad de criterios. Reflejó, ensuma, «el afán de todos los países deelevar la calidad y el nivel de prepa-ración de los sociólogos» l, a la vezque explicitó la conformación actualdel sistema de capacitación de los es-pecialistas en Sociología en lo que serefiere a contenidos, métodos de pre-paración y de práctica y «formaciónmoral».

Es interesante reproducir algunospárrafos de esta crónica a fin de de-tectar los criterios manifiestos y laten-

1 El comentario se realiza sobre lacrónica de R. SCHILLER del Comité Cen-tral del Partido Socialista Unificado deAlemania (RDA) titulado "La formaciónde sociólogos en las universidades delos países socialistas". El mismo estápublicado en la sección VII, "Crónicae Información", de la Revista Interna-cional de Países Socialistas, La Educa-ción Superior Contemporánea, núm. 4,28, 1979, La Habana, Cuba, pp. 169 a 175.

El autor cita intervenciones de parti-cipantes, individualizando algunos apor-tes que considera de interés. En nues-tro comentario hemos obviado estasaclaraciones, globalizando los temas ysistematizándolos según criterio propio.

Como las citas provienen todas delmismo material, sólo se indica a conti-nuación la o las páginas de donde fue-ron tomadas.

tes que estructuran ese sistema decapacitación en los cuatro aspectosclaves:

i) En lo que se refiere a conteni-dos, la opción aparece clara:

«... Asegurar la unidad de lateoría y la práctica es el principiobásico en la elaboración e imparti-ción del material en estudio...» 2.

El criterio de selección de conte-nidos aparece implícito en la crónica:

«... Hay mucho de común en to-dos los países socialistas..., comúnes el partidismo en el estudio y lainvestigación, la aplicación de losnuevos logros de las ciencias socia-les y naturales en el proceso de laenseñanza, la educación comunistaintegral de los estudiantes, la for-mación de las convicciones comu-nistas y la crítica combativa y eficazcontra los criterios anticomunistasy antimarxistas y contra la ideolo-gía burguesa, revisionista y maoís-ta...» 3.

Los clásicos (Marx, Engels y Lenin)son la apoyatura de todo programadidáctico o de formación. Los cincogrupos de trabajo de la Conferenciainsistieron, al parecer, en su funcióneducativa:

«... En las obras de los clásicosdel marxismo leninismo los plan-teamientos se distinguen por la ex-trema claridad, la agudeza ideoló-gica, la precisión de las respuestas,la profundidad de las investigacio-nes y soluciones teóricas, la convic-ción revolucionaria, la crítica bienfundamentada contra los puntos devista anticientíficos... Asimilar los

2 Pág. 171.* Pág. 170.

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legados de los clásicos ayudará acombatir en el plano ideológico yteórico las concepciones socialesburguesas revisionistas y sectariasizquierdistas...» 4.

Según la crónica, y en relación conlos criterios de selección de conteni-dos para la formación de sociólogos:

«... Todos los participantes enla conferencia patentizaron unáni-memente que la capacidad de losestudiantes para combatir las teo-rías y concepciones sociales burgue-sas y antisocialistas debe conside-rarse como uno de los requisitosmás importante a contemplar en lacapacitación teórica de los estu-diantes de las especialidades deciencias sociales...» \

Y para proporcionar esa capacita-ción teórica y seleccionar los conte-nidos, hay que «zanjar la cuestión»de la inclusión de los contenidos «dela ciencia burguesa» en los planes yprogramas de estudio. La crónica re-fleja así la postura de los participantesdel evento sobre este punto:

«... Es indudable la enorme res-ponsabilidad que implica para losprofesores de los CES transmitir alos estudiantes conocimientos siste-máticos sobre las principales direc-ciones de las concepciones socialesburguesas, sus fuentes sociales yespirituales, su contenido ideológicoy su objetivo político. Esto significaponer al descubierto las intencionessociales y políticas de estas teoríasy refutar que las mismas sean real-mente teoría o realidad. La expe-riencia de los profesores de ense-

ñanza superior asistentes a la confe-rencia mostró que el conocimientode los aspectos históricos de las teo-rías burguesas, de las tendencias desu desarrollo y de las principales va-riantes de los criterios actuales, asícomo la explicación de los fenóme-nos de la crisis por la que atravie-san son, en conjunto, de una enor-me importancia para combatirlas.En todos los planes de estudio delas Universidades se fija para estoun límite de tiempo. No obstanteesto, en la conferencia todos hicie-ron hincapié en que la preparaciónde los futuros sociólogos, el com-bate contra las concepciones bur-guesas, revisionistas y reformistasno debe limitarse únicamente a laimpartición de conferencias espe-ciales, sino debe convertirse en ta-rea fundamental de todo el procesode enseñanza...» 6.

Finalmente, otro criterio que es in-teresante de señalar en lo que respec-ta a la problemática de los contenidosde enseñanza es el de la inclusión de«novedades» (los nuevos temas) enlos planes y programas:

«... Los participantes en la con-ferencia expresaron el criterio deque en el programa de estudio obli-gatorio sólo debían incluirse los re-sultados de nuevas búsquedas cien-tíficas, argumentados y comproba-dos con el tiempo. Para debatir losproblemas teóricos que se encuen-tran aún en la fase de investigacióny experimentación, son suficienteslas conferencias y charlas informa-tivas opcionales ofrecidas por cien-tíficos y profesionales experimenta-dos, las cuales han reportado resul-tados positivos...» 7.

4 Pág. 171.s Pág. 173.

Pág. 173.Pág. 172.

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ii) Las normativas sobre métodosy procedimientos de enseñanza-apren-dizaje aparecen menos claras en lanota, pero, no obstante, se encuentranalgunas referencias. De las mismas sedesprende también una «cierta ima-gen» de lo que podría considerarsecomo «el rol del sociólogo» y su fun-ción ocupacional:

«... Sólo es posible comprenderla dialéctica de la edificación socia-lista cuando se domina el métododel materialismo dialéctico. La só-lida asimilación de las categorías yde las leyes de la dialéctica materia-lista y su constante experimenta-ción y aplicación en el estudio y enel trabajo son elementos importan-tes que llevan a una mejor compren-sión de las tendencias del desarrollode nuestra época de transición delcapitalismo al socialismo...»8.

Al parecer, hay dos formas de tra-bajo que dieron resultado positivopara las propuestas de contenidos ymétodos de los Jefes de Cátedra:

«... El estudio ininterrumpido delos legados del marxismo leninismodesde el primero hasta el últimocurso en consonancia con los reque-rimientos de las disciplinas funda-mentales...» 9.

Y diferentes métodos y formas detrabajo para incorporar a los estudian-tes al trabajo «extra-docente», comopor ejemplo, la emulación estudiantil,los grupos estudiantiles de conferen-cistas, la labor de propagandista enorganizaciones juveniles de carácterpolítico, la participación en proyec-tos de investigación. Obviamente, se

Pág. 170.Pág. 171.

apunta siempre a la aspiración de lasUniversidades de lograr la unidad en-tre la teoría y la práctica, relacionandoestrecha e indisolublemente partidis-mo con ciencia.

«... Es necesario establecer unaestrecha relación entre el afán deinvestigar y la labor propagandís-tica y apasionada y esmerada desdeel primer día de clase en las confe-rencias y seminarios...»10.

«... No sólo es importante trans-mitir los conocimientos correspon-dientes, sino que es necesario tam-bién prestar una muy seria atencióndel desarrollo del activismo socio-político del estudiante, quien desdeel proceso mismo de la capacitaciónadquiere las cualidades de propa-gandista y agitador, que en el futu-ro deberán convertirse en rasgos ca-racterísticos del sociólogo...»11.

iii) Por último, algunas notas so-bre las cualidades morales que debenposeer los sociólogos, ya que en laconferencia se insistió, al parecer, quela sociedad socialista exige mucho enel orden moral a los representantesde las ciencias sociales:

«... Estos deben ser fieles sinreservas a la causa de la construc-ción socialista y comunista, buscarnuevas soluciones, luchar contra loscriterios y opiniones caducas e in-correctas y estar siempre dispuestosa explicar a los trabajadores la polí-tica del partido de forma sencillay comprensible...» 12.

«... Especial significación tieneformar en los estudiantes una posi-ción partidista consciente y firme

lü Pág.11 Pág.12 Pág.

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y la disposición a identificarse, encualquier situación, con los intere-ses de la clase obrera y a pronun-ciarse a favor del socialismo... 13.

La edificación socialista en lospaíses de la comunidad socialistaplantea grandes exigencias a la en-señanza superior, y los sociólogosdeben hacer un aporte efectivo yde peso en aras de la realizaciónde estas tareas...» 14.

iv) Se señalan también algunasnecesidades en relación con los profe-sionales:

• Capacitación de profesores deCiencias Sociales [«. . . Es necesa-rio señalar también que por lacreciente cooperación internacio-nal existente entre los países so-cialistas en el campo de la inves-tigación y de la enseñanza, asícomo por los éxitos significati-vos alcanzados en la lucha contrala ideología burguesa, se le haceimprescindible al sociólogo co-nocer otros idiomas (ruso, inglés,francés y español»] l5.

" Pág. 173.14 Pág. 169.15 Pág. 174.

• Selección de estudiantes, exigen-cias para los graduados (expe-riencias políticas y experiencia dela vida).

• Demanda de ciertas especialida-des y adecuación de contenidos ymétodos al momento actual.

Y se comenta, finalmente, que:

«... El intercambio internacionalde experiencias que se produjo enla conferencia de Jefes de Cátedras,aportó una información valiosa cuyautilización será de importancia paracontinuar perfilando la capacitaciónde sociólogos en las Universida-des... La conferencia se desarrollóen una atmósfera amistosa y cama-raderil y con un espíritu de interna-cionalismo proletario... La confe-rencia constituyó un aporte a lacooperación ulterior de los paísessocialistas en lo concerniente a lacapacitación de los jóvenes cuadroscientíficos en el campo de las cien-cias sociales...» 16.

VICTORIA GALVANI

Págs. 174-175.

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INFORMES Y ENCUESTAS DELCI.S